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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

tapa

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

El reloj invertido de Liebitz


Elbio Aparisi Nielsen

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

Aparisi Nielsen, Elbio


Fundido en tres partes.

Vizcaya, España, 2009.


175 págs. 21x15cm.

ISBN 978-987-02-3646-7
1. Narrativa CDD 863

Hecho el depósito que prevé la ley 11.273


2009 Copyright todos los derechos reservados.
ISBN 978-768-09-3656-3

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A mis padres.

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Prólogo

El tiempo nos engaña, nos da el conocimiento del orden


sumido en una burbuja de cristal en medio del caos que
reina.

Hay seis números que rigen nuestro universo (el real, no


el de predicciones astrológicas), de hecho, vivimos en
uno (ignoramos otros) que se creó en una singularidad
que derivó en una increíble y voraz masa de energía
inflacionaria que no se detiene. Estamos sumidos en
buscar todas las explicaciones del universo que no tiene
respuestas, porque nunca hubo preguntas, y allí vamos
leyendo cientos de historias que no son reales para testar
nuestro mar de emociones contenidas y recordar lo
humanos (sin comillas) que seguimos siendo.
Aquí leeremos diversidad, no garantizo calidad, pero sí, a
pesar de futuras críticas, diversidad, inflada en caos y
orden sin sentido, porque de esto se trata, ¿no?, hay
cientos de miles grandes profesores, y de los buenos.
Quizás sea mi juventud la que me obligue a justificar mis
errores, pero de eso nacen los efectos geniales, de los
miles inequívocos, ¿o no pensamos en los fallos
anteriores del universo?... abrir los ojos, leer para
entretenernos pero no para someternos, yo al menos soy
acero cristalino, y no pretendo más que enviarte a mi
mundo, ese que me acompaña a todo momento y que
embellece mi manera de mirar este gran film diario.

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Copa de luz.

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-Es verdad lo que dices, pero yo tengo un problema de


arritmia que me hace andar algo más lento que el resto,
soy la imagen que deplora un capitalista... a menos que
quiera rodar un documental lava cerebros o que lo
filmen promocionando su imagen social..._ el zumbido
es constante, el mapa nos indica que estamos sobre
volando África.
-No seas tan cruel contigo, es cierto que hay muchos
idiotas, en mi empresa tengo nueve enfermos del
trabajo, viven donando tiempo para que yo trabaje
menos y lo hacen con un objetivo claro, yo los mantengo
contentos elevando sus ganancias pero no pienso ceder
un puesto a ninguno de ellos, buscaré fuera, conocen
demasiado a la empresa, y compiten entre ellos
deslealmente. Eso es capitalismo entre iguales._ alguien
pasa junto a nosotros con un refresco.
-Que duro, yo vivo con una paga mensual, más lo que
me llega por los concursos, pero no cuento con ello ya
que no tiene una lógica temporal, pueden pasar diez
meses sin caer un céntimo... bueno por las
reproducciones si, los derechos dejan algo._ me mira,
suelta una sonrisa, creo que es un hombre de pocas
palabras, detrás de él el ala de nuestro ave de acero se
agita demasiado.
-Pero te conformas, mis empleados son ratas que matan
por su queso, ¿qué miras? ¿tengo algo en la cara?_
tengo hambre, el miedo me ataca el estómago.

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-Eres muy exigente, no me cuentas todo, pero no es


nada, es normal, estas conversaciones de avión tienen
esto, te haces amigo ante el miedo, creemos en Dios
para aliviar la tensión pero al fin estamos enfermos por
salir, sabemos que ésta cabina viaja ahora mismo
escasos 930 kilómetros por hora en una franja que
ronda entre los siete mil a nueve mil metro de altura. No
es nada._sonrío forzado por mi vergüenza ajena.
-Mira, lo siento, pero voy a descansar algo, mañana
tengo una reunión con inversionistas asiáticos y tengo
que estar despierto porque son muy listos los pequeños
saltamontes._ no me deja contestar, miro su espalda y
vuelvo a comprobar el ala agitándose demasiado, creo
que más que antes... esto no me gusta nada... acaban
de anunciar turbulencias... ahora creo en Dios.

Llegaré a mi casa, jugaré con mis dos gatos, París y


Leo, luego escribiré algún artículo digital y me leeré toda
la correspondencia acumulada, eso me sucede por no
llevar mi portátil a las conferencias.

-Perdone señorita, ¿puede traerme una copa de


whisky?_ seguro piensa que soy un borracho,
discapacitado y lamentable anciano, aunque si lo piensa
acierta conmigo, no voy a negarme lo que creo.
-Aquí tiene señor._ pone los hielos con una pinza que
brilla con el reflejo de la luz que ilumina mi asiento y
piernas, el resto creo que duerme, no sé cómo hacen,
son de otro planeta o nacieron con alas, quizás es el
efecto de mi falta de movilidad la que me avisa
inconscientemente de que no tengo posibilidades, de las
escasas que hay para todos, menos aún para mí.
-Gracias señorita._ hace un silencio, no se mueve, con

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su mano derecha apoya su mano con la pinza, seguro


piensa que la turbulencia se agudizará y espera pasarla
apoyada, tiene una bandeja en la otra, se está
acordando de toda mi familia.
-Señora, y no sea tan formal, que no le pega._ me
acabo de quedar con el rostro duro, al final tiene buen
humor en medio de una turbulencia y con con un viejo
molesto que le pide una copa mientras todos duermen,
no salgo de mi asombro. Me pica la barba, me la voy a
dejar larga, me da igual, que mis alumnos digan lo que
quieran, si llego sano a casa no me afeito por lo menos
hasta septiembre.

Que pare, por favor no te muevas más, ¿por qué ponen


luces en las alas? es de noche y puedo verla
perfectamente, se agita mucho, me da la sensación de
que en cualquier momento se va a romper en mil
pedazos y el avión va a girar en su eje hasta explotar en
medio del desierto o el mar. Que manera de caer, por
Dios, protégenos, no hagas nada que pueda dañarnos,
somos buenas personas y hacemos el bien... bueno mis
libros no son sanos, lo sé pero mis clases con los
alumnos son leales a la bondad, intento ser imparcial
con esas bolas de hormonas... algún día si me pasé un
poco, pero quiero vivir, al menos una temporada más, mi
nieta tiene una presentación, es un pase de diez
minutos en una obra de teatro y me hace ilusión, moriré
tranquilo si la veo sonreír al terminar, luego haz lo que
quieras de mi cuerpo... mis libros hablarán con toda esa
gente durante muchas décadas, eso espero... que sean
extensiones de mi tiempo en la tierra.

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La costa del olor.

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-Llévalo, mañana no tiene nada que hacer y tu necesitas


ayuda con el peso, no tienes edad para andar cargando
tanto pescado._ lo miró apenado, no quería despertarlo,
era de madrugada y la noche no parecía más de
invierno que de verano.
-Pero, míralo, otro día lo llevo Isabel, hoy no, me de
pena levantarlo tan pronto._ su mujer sacudió al niño sin
miramientos, tenía muy mal genio cuando le apetecía
dormir.
-Vamos, despierta Joaquín, ponte los zapatos, un abrigo
y acompaña a tu padre... ¡vamos hombre, despierta de
una vez!_ el feble cuerpo del niño parecía romperse en
pedazos mientras se cambiaba con la insistencia de su
madre al oído y con la resignación de su padre frente a
sus ojos.
-Ya estoy papá, gracias por despertarme mamá._ sonrió
y sus dientes brillaron anunciando la luz que en algunas
horas volvería. La casa olía a gasolina y lomo ahumado,
más cuando tenían hambre, junto con los hermanos
creaban platos deliciosos solo con los aromas de la casa
cada tarde interminable y sin juegos, ya que su madre
no lo dejaba moverse siquiera para no tener más
hambre de la que ya padecían.
-Muy bien hijo, tu madre ha insistido, lo lamento._ abrió
sus brazos esperando el abrazo lento, desganado y
quebradizo del infante.
-¿Qué dices? me encanta ir contigo papá._ le dijo

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mientras se frotaba con la gabardina del padre, su olor


lo devolvía a su niñez inmediata, cuando no faltaba nada
en la mesa.

Se adentraron en el camino por el monte, el pequeño


Miguel sabía que si se perdía corría mucho peligro y
altas probabilidades de no volver a casa sano y salvo,
por eso, no se apartaba de su padre nunca, aferrado a
su mano subían el monte hasta la carretera que les
llevaría al puerto horas más tarde.

La luna escondida iluminaba el firmamento desde el otro


lado del monte.

-No se ve nada, papá no ve nada.


-Tranquilo Miguel, estamos agarrados de las manos,
nadie puede hacernos nada, no te preocupes hijo,
pronto estaremos en la carretera.
-Es mucho viaje...
-Es cierto, mira arriba, ¿ves esas estrellas?... brillan
mucho, pero su luz en algunas ya no existe, la vemos
porque viaja hasta nosotros, pero quizás ya esté muerta.
-¿Cómo puede ser eso?_ le pregunta el niño con su voz
aguda y entrecortada.
-Verás, la luz viaja y tarda tiempo en llegar a nosotros, el
universo es luz y energía hijo, es materia y ondas, todo
junto y revuelto... por eso miras las estrellas y algunas
son viejas y otras jóvenes, no son como nosotros que
nuestros cuerpos evidencian el deterioro, ellas brillan
para nosotros de igual manera.
-Pero algunas titilan y tienen colores, otras brillan
menos._ le dice el niño saltando mientras suenan sus
huesos de las piernas.

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-Muy cierto hijo, pero no preciso, la distancia es lo que


olvidas... lo primero que tienes que saber es que nada
en el universo está quieto y por siempre, todo tiene un
proceso, como nuestra vida mi amor, nuestras vidas
tienen un camino, son rosas repletas de espinas... ¿por
qué estás callado Miguel?_ suenan sus pies mientras
caminan.
-Estoy triste, no me gusta lo que dices... es feo.
-Mi amor, no tienes que pensar nada que no quieras,
pero tienes que saber bien todo lo que representa estar
vivo, saber para algunos es una maldición pero para
otros es un don... y tú tienes que obtener todo lo que
aprendes como un don, te hará ser una persona
rebosante de bondad para tus congéneres, y no de
pensamientos con intenciones impropias.
-La vida es muy bonita, tú lo dices siempre, mamá no, a
mamá parece no gustarle mucho la vida, ¿es por
nosotros?_ su padre detiene el paso y se agacha, no se
ven, los árboles resuenan, algunos animales aúllan,
suenan una piedras desprenderse y rebotar.
-Tu madre los ama hijo, es una época muy dura para
todos nosotros, suceden hechos muy malos, ella lo hace
todo por ustedes, vive por ti y tus hermanos, tienen que
ayudarla en todo, y si la ves mal algún día abrazarla.
¿Me lo prometes?, pronto yo me iré de viaje hijo, y no sé
cuanto tiempo será.
-¿Por qué marchas? ¿a dónde?
-Tranquilo, es una temporada, en unas horas cuando
volvamos, lo sabrán todos, me han llamado del ejército,
debo cumplir con la patria hijo.
-No, no quiero que te vayas a ningún sitio, quédate con
nosotros, te esconderemos en el sótano, allí no hay
ventanas ni puertas, no podrán encontrarte aunque

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quisieran, no puedes dejarnos solos... no vas a volver


papá, nos vas a dejar solos... lo sé.
-Nada de eso mi amor, es una temporada, la guerra
terminará pronto, he tenido suerte, lo peor ya ha pasado
hijo, vamos camina que debemos llegar al puerto antes
del amanecer, esos pescadores lo regalan todo antes de
zarpar, si llegamos tarde todo éste viaje será en vano.

La carretera tenía barro y agua de la noche anterior, una


tormenta no lo había dejado caminar tras la comida,
llevaban cinco días a pan y agua. No quitó ojo de sus
pasos, observó cada una de las irregularidades del
camino, imaginó bombas caer desde su boca, su saliva
invadió charcos y huecos de hormigas, piedras de
lagartijas e insectos. Sobrevoló simulando ser su padre
destruyéndolo todo a su paso, creía que los malos
tenían que morir todos, pero no sabía que era la muerte,
nunca había tocado la puerta de madera de su casa en
medio del bosque. El sol lentamente emergía del agua
del mar cantábrico y los barcos comenzaban a
advertirse desde el horizonte hasta la orilla del puerto.
Miguel respiró tanto como pudo, sentía comer en aquél
puerto, todo olía a pescado y sal, se hinchaba de aire
creyendo tener cientos de platos asados y bien
sazonados en su estómago... al llegar sus pies ardían
como el sol que los iluminaba, el pescadero envolvió
tres kilogramos exactos de merluza y se los entregó al
padre envuelto en un sudor frío.

-¿Ya marchas, José?_ tenía treinta personas esperando


en una cola de esmirriados seres humanos.
-Sí, quiero agradecerte todo lo que hiciste por mi familia,
Dios me devuelva a mi tierra para compensar tu

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excesiva bondad, Francisco.


-Tú vuelve, luego hablaremos, quizás puedas ayudarme
en la mar, te harías un dinero, dicen que será más duro
que ahora, cerrarán todos los canales de provisiones...
nos espera una época muy duro mi amigo.
-No puedo pensarlo Fran, debo marchar, es mi deber._
dijo endureciendo su ceño y así demostrando su
fortaleza detrás del cuerpo cansado y ojeroso que lo
representaba junto a su hijo al borde de la desnutrición.

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El reloj invertido de
Liebitz.

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-Los documentos fueron revisados por Clara hace unas


horas, no creo que necesite retoques, nos llevó su
tiempo recaudar toda la información, pero lo logramos,
supongo que estará alegre con todas las nuevas
noticias, llevamos con todo esto unos veintitrés meses._
no paraba de repiquetear el bolígrafo mientras lo miraba
fijamente analizando cada una de sus palabras,
midiendo uno a uno los pensamientos unidos a ellas, en
una celda imaginaria abusó de su fuerza mental
propinándole una paliza de gritos.
-Pues, estoy conforme, alegre es un estado algo más
elevado, y no creo estar a la altura de sus
apreciaciones... puedo considerarme... conforme, sí, esa
es la palabra que se ajusta, usted supongo que sí estará
alegre, ya que completar un trabajo tan laborioso y de
un contenido tan suntuoso para su bolsillo no es
pequeña empresa, ¿verdad?_ detuvo el movimiento del
bolígrafo, su silencio no tuvo otra respuesta, no podía
decir nada, tenía dos opciones, contraatacar o eludir,
prefirió la segunda ya que no había firma que realmente
concluyera su trabajo, pensó en una milésima que no
era lo parco y obrero que creía, ni lo bajo e inútil que
decía entre sus colegas, estaba asombrado y confuso,
el silencio provocó una sonrisa en su cliente,
evidenciando su clara disposición por no perder un
céntimo.

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-¿Qué hora es señor Liebitz?


-Las seis y cuarenta y dos minutos con tres segundos
contando... cuatro segundos contando.
-Que lectura exacta del tiempo, no pierde usted ni un
segundo, no hacía su visión tan aguda... sepa
disculparme pero me asombra.
-Las sorpresas nos destrozan el camino de certidumbre
que creamos señor Uriarte, nos hacen reconocer
nuestras debilidades antes el miedo penetrante y vil que
nos gobierna, el futuro suele ser un miedo paralizante o
una motivación involuntaria que determina un nuevo
camino fundado en los buenos actos... supongo que sus
actos de bondad sembrarán un camino de futuras
alegrías más reales que las del propio trabajo
profesional, esto solo es un guiño, usted merece algo
más._ dijo su cliente con una ironía repleta de unas
intensas ganas de hacer añicos su despacho, incluso de
quemar todos sus cuadros de honor de la universidad de
derecho.
-¿Hegel?, ¿metafísica?, ¿Marx? o más bien..._ dijo el
doctor en derecho mientras sudaba una nueva gota que
recorría su pecho hasta dar con un pliegue de grasa
acumulada.
-Liebitz... son mis reflexiones internas, no hay libros, ni
universidad, no hubo sistema educativo en mi infancia,
mis padres me enviaron a deshacer mi cuerpo en tareas
de agricultura, las bases de este imperio... entre otras...
la información vino a mi en forma de luz en medio del
esfuerzo ante un calor de mil infiernos trabajando sobre
mis pensamientos a plena luz del día. Lamento
desilusionarlo pero no hay ideas de otros, son mías,
heredadas de la contemplación de la naturaleza y no del
artificio asqueroso que lo gobierna aquí mismo día a

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día._ su bolígrafo dio vueltas veloces en una sincronía


perfecta, su estado de ansiedad lo envió a la práctica
obligada de no responder y contener todos los insultos y
vejaciones que rumiaba por dentro con tanto goce.
-Es un placer tratar con alguien tan inteligente._ devolvió
con ironía en un estado involuntario de defensa que no
pudo evitar, su genio estaba afectado, ¿cómo un
granjero iba a hablarle así?, pensaba en los billetes en
su caja fuerte, no había más que dinero en sus símbolos
de evocación interna y delirante por momentos.
-No, el placer es mío._ devolvió Liebitz con otra.
-¿Qué hora es?_preguntó Uriarte nuevamente.
-Las seis y cincuenta y un minutos con nueve segundos
contando... con diez contando._ se detuvo el movimiento
del bolígrafo, los dos esperaban algo del otro, un gesto,
una sonrisa que inclinara la balanza a otra tensión
menos densa, aunque estaban dispuestos a mantener el
estado hasta que el otro lo haga... al final ser cliente le
dejaba más opciones a Liebitz que a Uriarte.
-Los documentos están preparados.-cedió su orgullo
para terminar con el sudor y beber algo al marcharse el
inútil presumido del granjero de pueblo que tenía por
cliente, pensaba en la gloria de su posición social y en la
de él que lo miraba intrigado y pensativo.-solo tiene que
firmar en cada una de las hojas, son treinta y dos folios
más tres de conformidad, que es el poder para obrar por
su madre.
-Me gustaría detenerme en unas cláusulas que he leído
y no termino de enterarme para que son realmente, son
solo unos minutos, creo que no será problema señor
Uriarte, o ¿sí?
-No, en absoluto, puede seguir todas las cláusulas que
crea oportuno, mi mujer sabe que trabajo hasta que el

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trabajo me deje volver a casa.-dijo riendo sudando el


cuelo, el cabello de su nuca comenzó a evidenciar su
humedad juntándose despejando la pelada incipiente de
Uriarte.
-Muy bien._ dijo Liebitz sin quitar la vista y acercándose
para analizar un punto que había marcado en su copia.
-Igual no veo motivos para ser tan detallistas, su madre
confía en mi desde hace años, lamento el incidente que
la llevó sin remedio al estado en que se encuentra hoy
en día, pero ella sabía que los poderes que tengo sobre
las acciones y propiedades son en beneficio de la
familia...
-Es suficiente para usted, para mi no lo es, defiendo
intereses que desconoce señor Uriarte, por favor debe
limitarse a esperar, creo que ya he encontrado algunas
anomalías que no corresponden entre la copia y el
original..._ su camisa estaba empapada en agua debajo
de la chaqueta del traje a rayas finas.
-¿Qué hora es señor Liebitz?
-Son las siete y seis minutos con dos... sé que viene con
punta su pregunta._ Liebitz apuntó con su anular a
Uriarte entrecerrando el ojo izquierdo.
-Es verdad, porque es una curiosidad... nunca lo había
visto._ dijo Uriarte tan astuto como pudo, necesita una
señal de desvío.
-Lo hago desde que tengo conciencia, es mi manera de
leer el mundo._ lo tenía casi apartado.
-No creía que fuera capaz de leer el mundo al
revés._creyó lograr un distracción de nervios y
confusión.
-Mi reloj invertido puede ser un detalle que no me
apartará de sus intenciones, señor Uriarte desde este
preciso instante comenzaré todos los procedimientos

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legales para desempañar los cristales de la justicia y


devolver a mi familia cada céntimo que le debe desde la
última década hasta este último minuto. Llegaré al fondo
de sus transacciones, nos pagará con los intereses que
prefirió obviar sin contar las inversiones falsas en los
tres bancos con los que interactuaba su mujer, hermano
y dos hijos... lo lamento señor Uriarte, ¿sorprendido
nuevamente?, se lo he dicho, el camino de la
certidumbre se derrumba de un coletazo de gigante de
un momento a otro, por eso cuento los segundos con
tanta precisión, me gusta saber cuando sucede y
apuntarlo... el suyo fue a las siete y once minutos con
quince segundos, según mi reloj invertido._ soltó una de
las hojas del contrato con la hora apuntada y se dispuso
a dejar el despacho con una sonrisa que le iluminó el
alma.

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La orilla del Hidrad.

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-No doy más, te lo digo de verdad, me duele mucho la


cabeza, quiero irme solo a caminar, es una hora
tranquila, no quiero que me veas así, no me mires así,
¡no quiero que me mires! ¿te parezco débil, eh? ¡no soy
un tigre enjaulado!, no pienso quedarme dando tumbos
en la cama... no me mires así, ¿te doy pena? ¿es
eso?_voy a estar mejor junto a la estatua del museo.
-Así lo solucionas todo, en vez de enfrentarte a todo lo
que te viene encima, prefieres correr, huir lo más lejos
que puedas, si siempre se trata de huir en tus planes.
¡no es así! ¿por qué te miro así?¿crees qué es pena?
¡pues te equivocas!... cómo me vuelvas a gritar así juro
que no respondo de mí, me tienes en la línea de la
puerta, no me provoques, tu furia repentina no puede
afectarnos así Jérome, ¡ahora tú no me mires así! te
crees tan listo... no muevas un dedo, aquí te quedas,
bajas un vino de la bodega y hablamos, pero si esa
puerta se abre, te olvidas de mí Jérome, no miento, y no
te amenazo, lo digo porque ya sé lo que viene, es
siempre lo mismo, pero hoy no, hoy no puedo
permitirme ceder ante tus impulsos...¿qué viene
luego?... ¡ve a buscar ese vino a la bodega!, si quieres
también unos quesos y hablamos... no tienes opción._
está desesperada, la comprendo, estoy furioso, mi alma
me golpea y agita la cabeza es que toda mi energía está
en el caos existencial del enredo algorítmico... no
puedes marcharte Jérome, no lo hagas, marcha Jérome,

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

puedo marchar si quiero, eso es ¡vete!, no hay ningún


momento ¿en qué no se callen? es que quiero... no
quiero... no puedo, no.
-Subiré, en unos minutos vuelvo, traeré queso... ya lo
sé, no digas nada, y también dos copas... suelo
olvidarme las copas... Dadou no me mires por favor,
volveré y hablaremos._ las matemáticas complejas, la
inteligencia artificial que estás advirtiendo, ya vendrá
tranquilo Jérome, el satélite está en órbita, hay tres
estrellas oscilantes que albergarán vida, tranquilo,
relájate, no hay tiempo para que las conozcas, no tienes
la capacidad de controlar el tiempo, eres un trozo
existente, durante mi rugido cósmico, no te apenes,
sabes que todo vendrá, lo que ves, ¿por qué enfureces
Jérome?... no hables de esto, a otros les costó la vida
hace quinientos años... vive Jérome, solo vive, esa
mujer te ama, pretende solo eso... amor, no la castigues
con tu maldición, es un don solo para quienes te
extirparán la conducta, no hay seres inteligentes, no hay
inteligencia divina, no hay pensamientos mágicos
religiosos, tampoco hay ciencias... coge ese vino... voy a
gritar desde la azotea, quiero que todos puedan... pero
no puedo, no hay pruebas, mis experimentos se han
terminado, no soy ese... ¡las copas!, el queso, hay uno
que... contener la sensación de un océano vibrante en el
cuerpo debe ser... los fluidos, es que no me puedo... las
copas, el vino, queso y las... perfecto ahora sí, me siento
mejor, no me entenderá, todas son patologías, todos son
síntomas, estadística y prueba error, la intuición nos
evoluciona más que la lógica, no hay lógica que
perpetúe a una especie, contempla todos los errores,
todas las manifestaciones del azar, no caigas en el
lenguaje externo, parco y lacónico, las sintaxis son obra

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

del sistema de locomoción humana.


-Veo que no te has olvidado nada Jérome, ven aquí,
síentate, ¿mejor?_ sus aromas, feromonas, la fricción
del aire y las partículas en estado de suspensión... los
fluidos... dos tartas a medio cocer en un horno circular y
pasajero, cuantas limitaciones pero que placentero.
-No lo sé, siento que no hay cambios, no se modifican...
sigo oyendo, es que... no quiero, no puedo... Dadou, no
me obligues, no es mi intención lastimarte, sabes quién
soy, no creas que todo...
-No busques excusas, cuéntame, ¿qué se siente?
-Es como... similar a... las palomitas cuando estallan..._
no seas tan estúpido Jérome.
-No soy una niña, ¿qué sueñas? es que..._ está
exhausta, sus ojos me enseñan que ya no me desea, lo
hace por compasión.
-Algún podré construir ese prototipo que tengo en
mente._ no podrás, no tienes los elementos.
-¿De qué hablas cariño?, pero nunca me mencionaste
un prototipo de nada...¿estás bien?_el vino está algo
más frío, en unos once grados Celsius aunque no veo
por qué nombrar a la temperatura con su nombre... fue
injusto.
-Quiero darte un beso..._ es en diamante en el espacio,
no es de este lugar, irradia amor, me ama, ¿por qué me
ama? no hago más que enredarme en mi cola,
sujetarme con mis cuerdas y ahorcarme con mis
sueños... el amor por momentos es tan sutil y básico...
tan animal.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

El fin de las palabras.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

-¿Cuánto va a tardar?, es que no lo aguanto a tu


hermano, siempre lo mismo, ¡no puede ser impuntual!
¡hoy no!, no me mires así, yo no soy la culpable, es tu
hermano, es el mismo gilipollas de siempre, egoísta y
soberbio, tu madre le dio todo, ahora que está metida en
el ataúd y bien callada prefiere no venir, para que no
escucharnos a nosotros, pero se va a enterar, yo no
aguanto más tus silencios, siempre le pones tu carita de
perro estúpido. ¿En qué piensas Caleb?, ¡mírame! no
todas son sonrisas y abrazos. ¡Tú madre se ha muerto
Caleb! ¿me oyes? ¡se ha muerto! y tu hermano no viene
a verla... ¿te enteras?_ tengo ganas de golpearle la
cara, de verdad, le golpearía su boca para que se
hinche y se calle, puede ser tan dura por momentos,
nunca lo haría, lo perdería todo por un rasguño, es muy
lista, por eso estamos casados. En el taller siempre
pienso en que habría sido de mí si hubiera continuado
mi viaje, se me cae el cuerpo, tengo mucho sueño, no
quiero escuchar lo mismo de siempre, no voy a discutir
por dinero con mi hermano, que se lo quede todo.
-Tómate el café, así entramos, están todos
esperándonos en la iglesia, tengo algo para contar._
están todos, mi madre es una mujer muy querida por su
barrio, envidio toda la gente que ha venido a visitarla en
su nuevo viaje.
-No hay nada que decir, tu madre no va a escucharte, a
tu hermano tienes que decirle algo, a él sí, maldito

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

egoísta, a ese sí, si tienes lo que tienes que tener le


dirás todo lo que tienes que decirle de una vez por
todas, ¿me oyes Caleb?, John no solo piensa en él._ es
curioso, pero el reloj está invertido, tiene en el centro
una lata de cerveza, la aguja va en contra del sentido
normal y los números igual, invertir las situaciones,
controlar el tiempo, es curioso, me encantaría que ese
reloj hiciera lo mismo con mi vida, moriría yo en los
brazos de mi madre, la ley natural es dolorosa, es solo
pasar la posta para perpetuar a una especie débil,
limitada y dañina, pero mi madre no es así, nunca tuvo
maldad, ni siquiera con los golpes de mi padre.
-Mira, deja ese café por favor, están esperando en la
iglesia._ estamos a unos doscientos metros, es un día
precioso, uno de esos en los que mi madre se dedica a
fregar la ropa con sus manos y a colgarla en el jardín. La
iglesia no tiene el lujo habitual, es eso lo que atrapó su
alma, la gente es solo bondad, se despiden con sonrisas
y abrazos. Mi mujer me intenta dar la mano, ¿por qué
haría eso? no funciona así, no somos un vínculo, no
somos nada, todos los días en el taller encuentro
respuestas... Allan no puede perderme, yo no soy un
cabrón como mi padre, ese hijo de puta va a morir hoy,
así, sin mediar palabras, luego mi hermano, serán
muertes limpias, con sonrisas.
-Y no va a venir, si no viene ¿qué vamos a hacer?_ me
pregunta mi mujer muy preocupada y excesivamente
disgustada por todo el año que le hizo perder mi madre
con su enfermedad, en un punto puedo comprenderla,
pero es injusto.
-Cariño, por favor, no me hables, no quiero hablar, no
puedo, acaba de morir mi madre, están esperando en la
iglesia para que me presente en su nombre y rememore

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

sus actos, no voy a llegar tarde, John puede estar en


Venecia, olvídate de él, quizás esté esquiando...
-Pero si le has avisado, no puede ser..._ sigo caminando
más rápido, la dejo atrás, me grita, creo que llora, hoy
ganaremos todos, solo que no lo sabe.

Me sorprende, es que no me imagino el día de mi


muerte, ¿cuánta gente estará sentada mirando mi
cuerpo quieto?, la señora Revens, los hijos de Clarence,
los hermanos Hiddens. Hay otros que no vi en mi vida,
seguro devotos de Dios o amigos de sus amigos. Las
flores tapan al tecladista, es un niño, le acaba de tocar el
hombro el padre Holley, se han parado todos y me miran
con sus ojos rojos y cansados, parecen tristes, les
sonrío, quizás sea el mejor momento de mi vida, están
agonizando en sus cuartos, puedo ver como dejan la
vida y se unen a ella, allí no podrán ni mirarla, estará
protegida... por su Señor protector.

-Buenos días, gracias... por favor no aplaudan, gracias,


les agradezco estar aquí hoy honrando la muerte de mi
madre... Claire Eccles... una mujer que soportó los
golpes de la vida con una entereza envidiable, con la
vitalidad de una luz que todo lo iluminaba, estando triste
o feliz, una mujer que luchó por los derechos de muchos
grupos de exclusión que integró con su tenacidad y
protección sin derramar una gota de sangre y odio.
Claire Eccles es una mujer, ¡esta mujer! vivió penurias
injustas y aberrantes frente a sus hijos, para quienes la
igualdad fue su primer mensaje, supo escapar del horror
y levantar a este barrio en un grito de unión fraternal,
todos aquí somos Eccles, somos hermanos de una
mujer colosal de una sonrisa perfecta, con un interior

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

forjado por el pensamiento y la diversidad cultural, fue


un ejemplo para todos nuestros hijos y lo será hasta el
día que cierre lo ojos, su nombre estará grabado en
cada uno de mis actos, con amor y un respeto
unánime... Claire Eccles te despedimos, dejamos que
tus sueños se hagan polvo y vuelen sobre nuestros hijos
para poder ver el mundo por un segundo como tú lo
veías... limpio de impurezas, exclusivamente Blanco...
gracias, muchas gracias por estar aquí hoy... ahora
celebraremos en nuestra casa... están todos invitados,
solo habrá sonrisas y recuerdos gratos... ¡gracias!_ su
rostro tiene arrugas que desconocía, nunca la vi
detenerse así, incluso hace dos semanas, justo antes de
su último desvanecimiento había dibujado un letrero
para unos pequeños de la escuela, ¿cómo me veré yo
en su mismo descanso?... están acabados, quizás sea
impuntual hasta para morir... no es mi problema hoy...
las dos pastillas tienen un efecto seguro, no hay nada
que pueda detener lo inevitable... merecen dejar de
respirar el mismo día que ella... quédate tranquila, no
hay nada que me ate a este lugar, tengo un dinero
ahorrado, puedo empezar de nuevo, Allan tendrá una
buena educación, este barrio sin tu mediación entrará en
guerra en días, caerán los pilares que construiste, tu
esfuerzo solo deja lágrimas, no hay nadie que pueda
suplirte, y yo estoy cansado, John y el cabrón de tu
marido están pagando por todo, tengo el dinero... es
mucho, no le faltará de nada, no podré visitarte, es mi
despedida, estarás en todos mis pensamientos, en mis
recuerdos, nada nos separará, solo es tiempo madre,
solo eso... Allan dice que te ama, me lo ha dicho hace
unas horas, está el primero en la segunda fila, junto a la
señora Parsons, lloran por ti, serás una leyenda en poco

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

tiempo... te amo... adiós.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

Café y té.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

-La vida es muy larga Jean-Marc deja de una vez todos


esos recuerdos, siempre vivimos de la memoria,
irrigamos nuevos pensamientos, procesos y acciones
mediante la memoria, no es justo, tienes que olvidar lo
que hizo tu madre, no te enojes conmigo, somos
amigos, te quiero, pero tienes que focalizar en lo que
tienes ahora mismo, viene una niña en camino._ le dijo
Emma dando un sorbo a su café con leche.
-Son dos días, son dos días... son dos días la vida, no
sé que hacer, es que no la soporto a la mujer que va a
tener a mi niña._ la miró a los ojos agitando sus manos
sin beber nada de su té verde.
-¿Cómo puedes ser tan desprendido? es una persona...
no " esa mujer que va a tener a mi niña ", por favor
Jean-Marc no seas tan estúpido ¿quieres?, es que a
veces tienes unas salidas tan extrañas que me molestan
mucho, puedo entender que ames el teatro, que sea tu
modo de expresión, que le quieras contar tu visiones al
mundo y que ellos te animen a más... pero esto es la
vida real, no hay interpretaciones, ¿ves esa mujer
vendiendo café? seguramente quiere hacer lo mismo
que tú, en su disciplina, no eres especial, no eres
distinto, no eres de otro planeta, eres humano, eres de
mi mismo bloque y barrio, eras tan niño como yo y no
me cuentes ninguna de tus aventuras mentales, porque
son eso, mentales y tuyas.
-¿Por qué te molestas así conmigo?, solo quiero hacer

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

lo que hago bien, mis mensajes son, aunque no lo


creas, distintos... no voy a pactar con la vida que me
propone el sistema para que todos seamos felices..._
Emma enfurecida le interrumpió, algo nervioso Jean-
Marc bebió dos pequeños sorbos del té verde, lo hizo
lentamente para tapar completamente a Emma y oírla,
se sintió molesto por tantas palabras juntas y en un
lugar tan público como el "Le Doobie´s".
-Tus padres te criaron bajo este sistema, tus abuelos
fueron sastres bajo este sistema, padecieron y
disfrutaron de este orden que desestimas siempre,
¿acaso duermes en la calle con los desfavorecidos?,
quiero que seas realista Jean-Marc, puedes dejar atrás
todo el pasado, puedes aislar esos fantasmas en un
punto negro de tu mente, olvídalo que ya no eres un
niño, pronto tu hija va a nacer, y su madre seguirá
siendo ella toda la vida, tendrás que lidiar con eso o
hacer lo mismo que todos tus amigos artistas... no es
justo, eres buena persona._ Emma se cruzó de brazos,
cruzó sus piernas y miró por unos momentos de silencio
el café con leche que le esperaba ansioso, Jean-Marc
miró al boulevard Sébastopol dónde los coches y la
gente buscaban hacerse un hueco entre la velocidad
frenética e interna que los gobernaba, mordió
suavemente sus dedos al menos unas treinta veces y
rompió la paz de reflexión dolorosa para explicarle sus
razones.
-Todos tenemos un propósito en esta vida, el mío es el
mensaje que llevo dentro, quizás un mensaje mal escrito
y confuso, pero es mi mensaje, el que quiero difundir
con todas mis fuerzas, que no logre nada con ello no
significa que sea lo que sé que soy y puedo, mi voluntad
de poder me hace enorme, pero mi personalidad y la

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

realidad me hacen un hierro más en esta cuidad de


muertómatas, no quiero ejercer de padre, no quise tener
sexo con esa mujer, no hablé con ella hasta el día de la
noticia, y quiero que sepas que mi viaje no es por
egoísmo, tampoco es un desprecio a su vida... pero no
puedo condenarme en un hecho tan equívoco y
malintencionado... esa mujer hizo todo lo que debía para
encarcelarme en su visión de la vida, en su visión de la
familia... lamentablemente mi niña será fruto de sus
intenciones, por eso me voy lejos... y no quiero que me
presiones ni tú, ni mi familia, al final siempre te envían
para decirme lo que piensan, ellos son burgueses y yo
no lo soy, ellos tienen ahora la excusa perfecta... a mi
niña nunca le faltarán ni el dinero ni el amor, pero mi
presencia, mi existir en París se ha extinguido ayer
cuando decidí marcharme de este agujero turístico. Lo
lamento Emma, voy a extrañarte, no quiero que me
comprendas, ni quiero que me cuentes tus verdades, las
comprendo, y no hago oídos sordos pero amiga, yo hoy
ya no existo... hoy soy uno de esos fantasmas de los
que según tú debo olvidar... Emma olvídame._ se paró
en lágrimas secas y abrió la puerta del bar, dobló en el
Boulevard y se esfumó entre la gente, Emma reaccionó
minutos después cuando ya era tarde, se apoyó contra
el hierro caliente del semáforo y tosió de los nervios,
supo que era la última vez, la luz verde le indicó a los
transeúntes ansiosos que se echen a andar, la
empujaron mientras soltó todo su dolor, abrazó el hierro
caliente con sus ojos cerrados, pensó que Jean-Marc no
le arrebaría al menos su último abrazo, su último calor,
sumida en sus pensamientos de su boca brotó... te amo.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

Enlace.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

Como cualquier día común en mi vida, me digné a


ingerir una taza caliente de un delicioso café colombiano
bien intenso para lograr desprender mis pupilas y así
comenzar una nueva jornada de cotidianidad. Luego del
primer trago caliente fijé la vista en un punto medio de la
taza, justamente en el baricentro de la misma, era el
café y sus vueltas eternas que me inspiraron. La
semejanza a una galaxia y ésta a un universo,
comenzaron a remover viejas ideas del cosmos, de
pronto un elefante gigante posaba frente a mi
sosteniendo la tierra, tortugas volaban a mis laterales, y
personajes deificos danzaban al compás de una música
que no distingo entre la anterior.
Nuevas teorías refundaron el pasado de la física y la
perfección de la acción natural de la borra del café
colombiano, estas motivaron aún más a mi maldita
mente.
A diferencia del cuadro lógico y real que mi vista fijaron
como concepto de borra de café miles de años en el
pasado de mi raza, quizás antes que exista la semilla
del café mismo, antes de Colombia. por estos momentos
lo único que aborda mis pensamientos es la asociación
directa que existe entre el líquido negro amarronado y el
universo. Minutos de ausencia espiritual tranquilizan mi
alma, en dos segundos capté la esencia que rondaba en
forma de nebulosa, era la duda que bien fundada estaba
y no podía repetirse sin ser descartada por una teoría

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

verdadera o comprobable. En un microsegundo de


conocimientos sin límites, divisé la respuesta a las
millones de preguntas sin contestar del inicio, esta
misma devenía como una propuesta clara… me invitó a
recorrer lo inexplorado por un segundo eterno de mi
vida, solo para comprender, para morir pleno, no entendí
siquiera lo que dijo o pensó (eso) vi que todo a mi
alrededor comenzó a ser otro borrador , como si de un
dibujo tratara, con los dedos toqué la realidad y la palpé
como una pintura fresca, me ensucié de todos esos
colores opacos que fueron parte de mi realidad o
tiempo. Los minutos, segundos, las horas fueron
dejando de ser la importancia inmediata a mis
problemas, despojando toda posibilidad de depresión o
de enfermedad terminal, todo fue algo interesante, todo
fue Van Goth, Picaso, Pollock, Miró, Rivera, Mondrian, o
el mismo Leonardo da Vinci. De improviso la voz o el
ente o la nada comenzó a regir nuevamente
manteniéndome estático, seguramente para que no
altere más la realidad visual, tras unas palabras o
sonidos accedí a la propuesta definitiva, nadie pide por
mí en estos tiempos, todos prescinden de mis facultades
para amar , ¿por qué habría de quedarme?, me parece
de total acierto ingresar a la historia del universo o a las
verdades inconmensurables de la divinidad. Cerré los
ojos luego de despedir el cuadro fresco alterado, el
negro profundo ingresó gradualmente a mis retinas
inundándolas de un continuo vacío, que sin preguntar se
revirtió a un blanco puro o etéreo. La sensación de vacío
extremo y a su vez de relleno casi aplastante me sulfuró
a los gritos desgarradores, pero no tardé en cavilar lo
que sucedía y no tardé en dejar de hacerlo, me abrazó
un sentimiento de encierro y una alteración en mi

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

consciente que sabía estar encerrado, me aterró a


niveles insospechados pensar solamente en la cantidad
de masa pero no en el vacío, mis preguntas surgieron …
¿por qué cuando cierro los ojos no siento el vacío?, esta
prueba pareció ser el ingreso a lo prometido, segundos
después los matices del azul convergieron de todos los
laterales a el punto central de mi visión frontal, luego el
rojo y toda su gama, el amarillo con una línea en forma
de pincelada terminó con el esplendoroso espectáculo.
… si tuviese que explicar lo que siento ahora en este
tiempo sería minimizar al máximo la negatividad en el
cuarto cuadrante, ni palabras, ni siquiera pensamientos
surgieron del todo que presencié, solo voy a hacer lo
que debo, necesito recolectar toda la información
posible para contar, para que puedan terminar como yo.
Una nube densa de color azuláceo asomando al violeta
claro me rodeó, me cobijó, sentí la pasividad en todo el
ser, haces de luz me rozaron cerca de los brazos, los
sentí rasgar la superficie de mi dermis, vi de frente las
cantidades incalculables de luces , radiación a mi
parecer me calentaron la frente pero no me quemó ,
dejé ese pesar, no me afectó. La seguridad que nació de
mi interior como naturaleza viva, relajó mis miembros al
estado de levitación, me situó volando en la desmesura
de las alas que no tengo, traté de dominarlas creyendo
que eran extensiones de mi cuerpo, dejé de insistir y se
calmaron como mis intentos, sentí sin alma, sin alas, sin
envase, sin nada, no vi, pero entendí las formas y todas
sus geometrías, fui materia, en el centro del protón, bien
en lo profundo de la materia , fui vacío espectador del
todo.
fue …
...fue hermoso, la densidad de todas las estrellas de

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

todos los planetas, de las rocas que me golpearon


corriendo tras una más grande., que se dirigió a la tierra
“amigable”. Me hinché de sabiduría, fui parte de las
estrellas, de los mundos, las lunas, de las ausencias de
energía , del egoísmo, de la ausencia del tiempo y el
espacio. Una luz muy imponente se encontró en la grilla
universal, frente a mi, iluminando mis facciones que no
veo pero siento, siento su calor, no me intimidó en lo
absoluto, me regaló radiación al extremo, me alimentó
de vitalidad inservible pero vitalidad al fin, pude estar
muerto y volver a revivir con solo una fracción de lo que
recibí. Ilimitados vientos huracanados me despidieron
implorando que conozca más allá de mis ojos y mente,
que explore y siga camino en el eterno segundo, lo hice
y continué.
Testeando poder incrementar la velocidad, divisé una
superficie rocosa uniforme, conseguí por el arte del
domino que me tiene mal acostumbrado en la vida caer
en la punta de un cometa, podría ser Buenos Aires o
NYC o el maldito imperio. Viajé a 150.000.000 km según
mi memoria en las tardes en que estudiaba a los
cuerpos celestes que acompañé como hermanos. No
logré discernir si fue realmente la velocidad de el
cometa, solo me interesó viajar , saber , entender. En un
instante anterior a la desintegración del cuerpo rocoso,
salté sin saltar y me alejé todo lo que pude, giré en mi
eje y noté la destrucción de un planeta pero no logré ver
cual, eran millones de bombas de Hiroshima impactando
con todos los desprendimientos que formaban estrellas
fugaces, una pintura de destrucción abismal inundó mis
ojos que no son ojos en lágrimas secas, saladas
pasadas por mar que no eran lágrimas. Armé mis
sentires y partí hacia otro destino y en los intentos

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

nuevamente fallidos por conseguir velocidad de cometas


me crucé con un desecho espacial, un satélite mal
gastado que no soportó la radiación continua del sol y se
dirigió fuera de órbita a los confines de la exploración sin
dependimientos, sentí una asociación entre el y yo, me
despojó de la soledad y tomó con un abrazo la amistad
incondicional de este “Ser”, identifiqué su estructura de
vida con la mía y lo acompañé en el arte de conocer. Sin
hablar me transmitió toda la historia de los sucesos
comunes en la galaxia y en el sistema solar que albergó
entre otros, mi mundo, relató con una pasión indefinida
todos los acontecimientos. Cuadro tras cuadro que
generó en mi “mente” se impregnaron luego de cada
relato fantástico que absorbió cada neurona frágil, sin
tiempo, sin espacio, todos los retuve hasta el final. Una
de las historias inextricables me posicionó como
personaje principal. Unos seres de otros planetas fueron
juntados en algún tiempo para recorrer como yo el
universo en busca de una verdad , pero algún tipo de
error en el clasificador de viajeros marcó las vidas
comunes de estos diferentes envases que al ver la
totalidad, no pudieron asimilarlas,y debido al encierro
tan intrínseco como el dominio al que se encontraban
sometidos perecieron en la oscuridad brillante del
cosmos, tras la fatalidad de su albedrío la masa que
dirigía las visitas, comenzó la búsqueda del ser más
preparado para el entendimiento, y me encontró a mí. La
enseñanza de morir como creo que lo hago en estos
momentos es la gracia divina que atenta contra el
común de una vida para llenarla del todo, cobra aun más
importancia por ser en mi vida, debido al omnipresente o
la diosa, guerrero o dios de turno para poder contar lo
único y especial que es esto, por eso lo comparto

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

contigo porque confías en mi. Luego de toda visión de


los balances de la especie debí continuar con esto que
se me escapó de las manos y es un bien precioso, digno
de mi protección. Los colores dejaron de interesarme
como belleza y enfoque, toda la concentración posible
se derivó al recuerdo , herramienta elemental para
relatar mi historia, me encontraba donde nadie, había un
mar de estrellas que como semejante al mar de la tierra
(cruce vital de la existencia humana y todos sus
esquemas vitales) me elevó con solo verlo, este también
vital para el buen funcionamiento del universo. Tantas
cantidades de estrellas estaban solo para eso para
equilibrar la balanza a su medio, solo para ayudar al
surgimiento de otras estrellas o planetas con posible
vida , así de generosas son las estrellas unas con otras,
con obras simples. Tanto esfuerzo de todas, tanta
dedicación para la construcción del mismo sistema más
complejo, por amor entre ellas.
Me invadió el sentimiento de la tristeza absoluta como
todo aquí que es absoluto, la desesperación del estado
me agobió al extremo de la perturbación símil a la del
inicio del viaje, y como gota de lluvia mi realidad de
pintura se limpió.
Regresé en un suspirar violento a el presente que odio,
mis retinas volvieron a entender todo sin pintura y la
puerta de la casa se abrió, una señora homónima a mi
esposa me hablaba como si me conociese, entró, me
dolió la verdad única, deseaba contarle todo, me mataba
la inconsciencia, las mentes que no desean salir de la
verdad manipulada son molestas y repiten todo. Deseé
morir y lo hice, la cuchara en mi mano izquierda cayó
por efecto de los 9,81m/seg2, gravedad en esta tierra y
generó una velocidad ínfima a la del cometa , los rayos

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

solares y a todo el universo en sí, no aguanté más la


pesadez de un envase orgánico, mi cuerpo se desplomó
frente a los ojos de mi supuesta mujer e hijos, vi sus
caras, el asombro la instigó junto con el odio, el dolor, la
admiración, todo rondó en esa atmósfera y yo morí por
mis medios, porque seguí manejando mis energías,
porque las quise junto a las estrellas laboriosas.
Ya dejé de volar, caminar, ya no recorro la que hubiese
querido,
integro mi verdad a mi interior y con ella la verdad de un
mundo, de un grano de sal en un trozo de carne.
El eterno recorrido me extendió a la diversidad, yo me
entrego al albedrío de ellas para que puedan hacer una
nueva estrella o mundo con nueva vida y con una nueva
verdad universal, ya no puedo ser más que una
nebulosa viajante... espero volver...
...ojalá resulte en millones de años.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

Doblegar sin cortar.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

Parece sonreír como todos, clónicos.

-¿Quieres uno o dos billetes?


-Uno, solo uno.
-¿Estás solo?
-Sí, espero a mi mujer, eskerri asko, ¡gero arte!
-Berdin.

Guardo las vueltas con el gesto de la conservación de


un patrimonio, de una seguridad absoluta que me
resguarda por si todo sale mal y debemos volver a
nuestras casas, lejos, sí, muy lejos.

-¡Ven por aquí!, ¿me sigues?


-Sí, ¿por qué no?

Salimos de la tienda abarrotada de golosinas, revistas y


películas en vhs, lo sigo, me ha dicho que lo siga,
recuerdo el experimento psicológico del poder, es real,
ha causado efecto instantáneo, ¿por qué no seguir a un
intruso si lleva la camiseta del sitio? La ría está preciosa
el sol la hace destellar y al mirarla me obliga a fruncir
mis ojos, me vuelvo chino, es que los reflejos me causan
el efecto, como si ardiesen mis retinas. Veo el cielo y
respiro la frescura del aire, si, el aire fresco y mis
pulmones totalmente abiertos al frescor. Pienso
nuevamente mientras subo las escaleras en el poder, lo

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

que obedezco y dejo de obedecer, me rueda el odio al


sistema, el de siempre, el mismo que siento al comprar y
notar como todo se eleva por la inflación, cuando guardo
esos billetes sintiéndolos como míos. Puedo repetir todo
el día la misma sensación de disconformidad con la
desigualdad, la justicia y los términos griegos que las
respaldan, es que no soy griego y ni me parezco.
Subimos al ascensor, lo miro, me mira, tiene cuarenta y
dos, no puede pasar de esa edad, está pelado fruncimos
los ojos juntos al comenzar a elevarnos, es que el
ascensor es todo de cristal y el sol penetra reflectando
en nosotros, ya no es cuestión de mi problema ocular
por tanto trabajo fino y preciso. Miro bajo mis pies y la
altura comienza a preocuparme, no siento seguridad y
me ahogo lentamente, mis pulmones ya no están
abiertos y receptivos, sudan mis manos, lo miro y el
sigue mirando el suelo sin problemas está
acostumbrado. Escucho al afinar mis oídos el sonido
chirriante del acero guía, pienso en una muerte segura,
si caemos no podré ver las vistas de toda la ciudad y el
mar, al pensar en esto, llegamos o nos detenemos.

-Cuando quieras bajar, junto al botón del ascensor


tienes este, lo pulsas y subo a recogerte.
-Eskerri asko.
-¡Nada hombre!, hasta luego.

Es curioso, pero algunos no utilizan nuestro idioma ni


siquiera al saludar, por cortesía, no lo entiendo. Puedo
ver toda la extensión del mar ante mis ojos entre rejas
de acero y madera, a mis pies unos cien metros de
altura en un puente colgante de más de doscientos
años. Apoyo la mochila negra con betas de azul y la

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

abro, quito la otra idéntica y pulso el hinchador


automático de la pequeña bola de plástico, llego al
tamaño de la que reposa en la madera del puente, con
sumo cuidado sujeto la primera contra mi pecho,
enciendo el móvil. Camino sintiendo el viento agitar mi
pelo hacia los lados, me refresca la cabeza, canto una
canción, el puente es mío, estoy solo, yo, la mar, el
cielo, el acero y los pequeños temblores de los coches
al pasar flotando debajo. Apoyo nuevamente la mochila
en su posición definitiva, veo los cables de acero que
soportan las cargas diarias, pienso en esas familias, en
sus hogares, en los setecientos millones de indios que
viven en la miseria. Llega el pelado insuficiente, con su
gordura de molde, me monto nuevamente en el
ascensor, poco miedo me dan los sonidos del acero,
ahora me recuerdan a los golpes allí, donde me
acusaron por primera vez, mi vida se torció por mi
idioma, mis creencias y mis dolores sociales, y hoy, hoy
si pienso hacer algo que destroce, al menos por
minutos, la pasividad con la que dejan pasar todas las
torpezas de la justicia, esta, mi justicia independentista.

Hago la llamada.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

Le écrivain.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

- El gravitón, si es posible, se elevará conquistando así


un nueva dimensión, es la respuesta Marie, debemos
hacer todo lo posible. _ manifestó el joven Julius.
- Debemos llegar a la presentación, entiendo tu éxtasis
pero perdemos el tiempo detenidos en medio de
Winchester.
- Somos rápidos, según el último estudio, los
londinenses somos los más rápidos de Europa
caminando. Y en otras muchas actividades, no lo
olvidemos.
- Vamos Julius, no voy a esperar más, no podemos,
estarán sentados y mirando esos micrófonos solitarios
en un cuarto de hora. Es importante que llegues a
tiempo.
- Clair, un cuarto de hora nos basta, escucha, es que
solo quiero contarte lo último, prometo que demoraré
tres minutos._ dijo Julius convenciendo a la bella Marie.
- Quiero decirte que hay un problema inconcluso, sin
contar el de Gödel, en la mecánica cuántica nadie supo
explicar hasta hoy como dos electrones a 6.000
kilómetros de distancia reaccionen instantáneamente a
dirección contraria con estímulos. Todos estamos
muertos pero vivos, hay que asumir las dos variables,
era eso simplemente Marie. Es y es a la vez.
- No sabes de lo que hablas, pero te apasiona, es
impresionante como puedes lograr aparentar poseer

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

conocimiento.
- Nadie posee el conocimiento, está por un tiempo, no
olvides la vejez mi querida amiga, todo sistema tiene un
equilibrio, entropía, se pueden explicar con las
matemáticas, pero lo que es, es._ afirmó el joven Julius
Hoyle.

La sala estaba repleta de periodistas, ayudantes de


cámara, y fotógrafos, Julius se sentó sonriente, parecía
un cantante más que un escritor de renombre.
- Buenas noches, mi presencia en esta conferencia es
debido a los rumores que han alcanzado magnitudes
verdaderamente desproporcionadas en la red global,
debido a una confusión insustancial. Podrán hacer
cualquier pregunta al respecto, no olviden que puedo no
contestar a lo que crea ofensivo.

- Mi nombre William Trent de el Guardian, ¿puede


relatar los sucesos de la tarde del domingo?si es que no
le parece ofensivo señor Hoyle._ preguntó el periodista
calvo y sin reparo alguno.
- William, contestaré, el domingo al terminar la gala de
premiación, saben de cual hablo, tuve una visita
inesperada en el baño de aquél hotel, alguien intentó
matarme con un cuchillo, no pudo, gracias a mi estado
físico pude frenar su ataque y posteriormente dar parte a
la policía, el resto es pan del día, ¿verdad William?, otra
pregunta por favor.
- ¿Por qué piensa que fue el ataque?, Ernest del Sun.
- Un brote psicótico quizás, alguien con mucha envidia,
no puedo precisar su intención, ni quien era, por lo que
dice la policía logró pasar todos los controles sin
problema alguno, su identidad la desconozco y prefiero

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

que siga así.


- ¿No cree qué fue por su nueva publicación?, circulan
versiones de un padre que perdió la cordura por sus
declaraciones sobre el Cáncer y las otras enfermedades
de las que se habla en su novela.
- No puedo evitar volver al mismo discurso, deben
aceptar que las enfermedades son parte de la realidad y
la ficción, de la actualidad de una civilización enferma,
entre otras cosas por el plomo, ¿o nos olvidamos de
nuestra exposición prolongada?, seguimos expuestos,
me vi en mi deber como escritor hablar de Clair
Patterson, lamentablemente fuimos y somos víctimas de
algo que está totalmente tapado por las grandes
industrias, a ningún directivo lo gusta leer la cruel
realidad a la que nos sometieron por décadas y sin aviso
alguno. Hablo de todas esas enfermedades, de todos
esos casos porque es necesario que se sepa la verdad.
Ahora intentan callar mi voz, y no es la primera vez,
suelo ser silencioso como ellos, lo peor es la
indiferencia, nadie logrará callar a Julius Hoyle, nadie.
- ¿Qué hará con el dinero qué recaude de las ventas?
- Y usted que hará con el suyo, o acaso ¿usted trabaja
gratis?, si habla conmigo gratis, es un placer conocer al
primero de una generación de amarillos que hace
caridad.
- Tiene millones señor Hoyle, podría destinar todas las
ganancias a la causa.
- No hay causa, es ficción, eso es lo que no puede
aceptar la gente, y algunas hacen la estupidez del
domingo, no voy a renunciar a mi dinero, en otro
momento, más tranquilo miraré quienes necesitan, nadie
sabrá cuando, yo moriré con dinero, pero luego se lo
quedarán las víctimas, se repartirá por el mundo, todo a

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

su tiempo. Quiero saber a donde van los millones que


ganan con las películas que hablan del dolor ajeno de la
segunda guerra, la demagogia es una manifestación de
injuria mental y propia, el que se convence logra lo
impensable, nadie cuestiona ese dinero, pero el mío si.
Hijos de puta. Doy por terminada la conferencia, no
volveré a hablar.

Marie se acercó rabiosa por su comportamiento, no


supo como reprocharle sus últimas palabras.
- Vamos Marie, tengo hambre y mucha sed, quedamos
en West Kensington en la calle Redan, en ese
restaurante caro que fuimos, ¿recuerdas?
- Si, pero, ¿no vamos juntos?
- En media hora estaré allí, toma algo y reserva la mesa,
debo hacer algo.
- ¿Qué vas a hacer Julius?
- Tranquila, no pienses, debo hablar con alguien.
- No vuelvas a cometer alguna locura, nadie sabe que
pasó realmente el domingo, no lo mates, no hablará, te
lo dijo aquél día.
- Acabo de verlo, lo asustaré, tranquila, hablaré con él,
en media hora estaré allí.
- No lo hagas.
- ¡Taxi!,... ¿puede llevar a esta señora a West
Kesington?... gracias,... ella le indicará.
- ¡No lo hagas Julius!

...

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

Balham.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

-He visto a tu hermano con su acompañante, parece


algo tranquilo, van tranquilos, reunidos como si fuesen
uno._ ella es Diana, siempre espía desde su ventana y
me llama, hablamos de mi hermano, prefiero desviar la
conversación a mi terreno.
- Lo intenta todos los días, para eso pago esa cantidad
de Libras, su tarea es simplemente ayudarle a encontrar
la voluntad para que vuelva a caminar._ este soy yo
James Chadwick, suelen confundirme algunos
entendidos por el descubridor del neutrón. Es probable
que por la repetición de tal similitud, durante mi niñez,
terminé estudiando en la universidad de Londres, es
donde nos conocimos con Diana Hawes, profesora
adjunta de microbiología y nanotecnología. Es una
enamorada del conocimiento y una mente brillante, es
algo torpe y despistada, desde la ventana de su sala
suele observar el trayecto que hace mi hermano con su
ayudante, hay veces que me llama para comentar algo
que viene a su mente, otras me quedo esperando a
escuchar su voz ansioso y sin respuesta, Diana tiene su
misterio, y me atrapa constantemente en la red amplia y
peligrosa de mi mente, es decir, me atrapo solo.
- No es eso, no lo hace por su trabajo, si pudieras verlos
ahora me entenderías, empuja su silla de ruedas con
fuerza, mira el suelo pensando, no lo sé, creo que ese
hombre está más implicado con tu hermano que tú, lo

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

siento si no esperas oír esto._ Diana suele ser algo


cruel.
- Es que Thomas no era tal cual lo imaginas ahora, no
debería de hablar del pasado de mi hermano mayor, no
voy a hacerlo, debo un respeto a mi sangre, por mi
padre, cuidaré de él hasta mi santa muerte, pero no haré
nada por Thomas, de mí, tendrá dinero, y ese dinero
dispensará ayuda para un fin, que no será controlado
por mí, sencillamente nunca. Mi dinero será el nexo, el
camino que le facilitará un proceso positivo o negativo,
ya no dependerá de mi existencia._ le digo a Diana
estas palabras porque debe saber desde el primer
momento que no hay amor posible que pueda
reconstruir mi relación con mi hermano mayor, debe
tener claro que es lo que pienso, no sé que va a decir.
- Eres muy cruel, es una persona que no habla, no
camina, está postrado en una cama todo el día, está
solo, ese hombre le ayuda por sí mismo, estoy segura
que cobra muy poco dinero y que hace horas extras
todos los días. Veo una forma que los une, en esas
ruedas y sus piernas, no puedo explicarte la sensación,
son colores, nebulosa._ me dice Diana, oírla hablar sin
tapujos me da cólera, contengo la rabia, pero la ironía
no podré contenerla y le digo.
- Es sinestésia, la padeces y prefieres asociarlo a algo
bonito y romántico, no eres la única Diana, pero debes
entenderme, no te contaré nada de Thomas, es como
hablar mal de los muertos, él en cierta forma lo está y
debo respetar su condición por honor, pero nunca haré
con mis manos y mi tiempo absolutamente nada por ese
individuo.
- ¿Qué lleva a una persona pensar tan fríamente?_ odio
sus preguntas, cree que lo puede solucionar todo, o

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

simplemente (para ella) estudiarlo.


- No pienso fríamente, es que no hay sentimiento alguno
que me una a Thomas, me siento solo en el mundo, han
muerto todos mis familiares, vivo solo en la casa de
nuestros padres y ancestros. No sabes lo que es la
verdadera soledad, de querer abrigar tu cuerpo en
alguien que sepa quién eres, y no tener más que
cuadros antiguos representando rostros inexistentes, es
cruel mi vida, Thomas ya no comprende cual es su
realidad. _ he abierto solo grietas en mi alma, me
costará dormir por la noche, no es la primera vez.
- James, tu soledad no existe, tienes un cuerpo donde
abrigarte como dices, Thomas es esa persona que
espera de ti para enfrentar el miedo de volver a caminar,
no desea recuperarse, seguramente por su culpa,
sentirá en sus realidades mentales que prefiere dormirse
en pensamientos que abrir los ojos y no tenerte cerca,
sonriéndole. _ Diana cree que puede, por momentos es
algo indiscreta, estoy en silencio, recuerdo como éramos
de niños y me estoy preguntando que pasó entre esas
sonrisas y nuestras actuales lágrimas, al menos las
mías.
- Adoraba a mi hermano, era el dibujante de mis
caminos, el constructor de mis pequeñas proezas,
éramos paja única, mi madre nos decía que unidos
nunca nos pasaría nada, que debíamos amarnos y
ayudarnos siempre, todavía oigo a mi madre decirlo en
el parque mientras nos regañaba por algunas travesuras
de Thomas. En mi adolescencia reflexionaba su
ausencia, ansioso todos los veranos al volver del colegio
soñaba con volver a verlo, los años se pintaron en mi
rostro y mi ansiedad se convirtió en desesperación,
hasta que un año, a mis veinticinco, volvió, sus ojos, no

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

lo olvidaré jamás, sus ojos me hablaron cuando lo miré


mientras lo abrazaba, sentí que ese no era mi hermano,
que la vida lo había golpeado sobremanera, mi alma se
destrozó, si es que el alma puede destrozarse, al menos
eso fue lo que sentí. Posterior a nuestro encuentro nada
volvió a ser igual, murieron uno a uno todos aquellos
que amaba, primero mis padres, le siguieron mis primos,
tíos y abuelos, quedamos el y yo. No quiero que
supongas nada, pero lo que supones puede ser cierto,
nunca se probó nada, es un genio, lo supe siempre, lo
hizo magistralmente, el escritor que conozca su historia
sabrá instantáneamente que es un mar de oro, mis
sospechas crearon este ser frío, como dices, el estado
actual de Thomas ha sido la consecuencia a lo anterior,
pero todas son dudas. Mis certezas ya las conoces, no
habrá día que cambie de opinión, mi muerte será un
respiro más, Diana no me conoces._ no creí tener las
fuerzas para contar todo esto por teléfono a Diana, estoy
sorprendido, me siento algo más relajado, ahora no
volverá a tocar el tema, puede ser un alivio, ¿de qué
hablaremos?
- James Chadwick, eres una caja de sorpresas, lo
lamento, no he querido inquietarte, no he perdido a
nadie, mi soledad es por elección, por miedo a la vida o
al motivo verdadero, si es que hay uno. No podré
juzgarte, no sentenciaré sobre tus intenciones, solo tú
puedes conocer el dolor que provocan esos cuadros o tu
hermano a lo lejos. Yo solo veo a una persona
esperando, un ser detenido en el tiempo, pero en
movimiento, en su silla de ruedas. ¿Hay segundas
oportunidades James?
- Definitivamente no las hay, ¿crees que perdonaría su
mirada al volver?, todos los hechos posteriores no

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

puedo asegurarlos, hay un juego siniestro que recorre


su presencia, no pienso comprobar mi muerte al volver a
mirarlo, me niego, Diana esta conversación debe
terminar, no quiero enojarme contigo, pero me obligas,
eres muy indiscreta, creí que tu educación detendría
tanta intromisión.
- James, ¿quieres venir a mi sala?, al menos nos
miraríamos a los ojos, no volveré a cuestionarte, me
refiero a este tema.
- Es conveniente._ le digo asegurando que no volverá a
intentarlo.
- Te espero._ cuelgo ansioso, sonrío revuelto entre la
felicidad y el horror, ella sabe demasiado, ¿y si duda de
mi?, es tan simple como invertir la historia, me
descubriría rápidamente, llevaré unas gotas por si se
atreve a descubrirme.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

Etienne Vallois.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

Había leído las últimas letras de aquél lúcido y


necesitaba seguir leyéndolo. Los libros estaban apilados
a su lado formando una torre imperfecta, como la
naturaleza.
Pensó:- Debo lograr conseguir más libros, al menos
artículos, no puede morir tan rápido para mí, algunas
personas saben dejar de leer y a su vez dejar morir a
sus escritores, a los muertos al menos. Estoy realmente
cansado de escuchar la misma entrevista una y otra vez,
me halagan sus pensamientos, es amigable, tiene buen
tono de voz y la proyecta muy bien, pero no habla como
escribe. ¿Qué escritor habla como escribe?, quizás los
geólogos o los físicos en sus ensayos, pero mis
escritores no hablan como escriben. Me habló Joelle de
unos manuscritos que hay guardados en la pequeña
casa, a las afueras de Nantes, tengo dos horas en
coche, y una imperiosa necesidad de leer más obra, si
no lo hago morirá, seguramente lo hará, ya nadie lee
sus textos, al menos no lo hacen de principio a fin.
Tengo dos opciones, viajar en coche dos horas a
Nantes, no ir a la oficina, pensar lo peor al no ir, perder
mi única fuente-puente a mis deseos anteriores.

La habitación recién pintada olía a plástico, había cajas


marrones y juguetes en ellas, no hacía más que guardar
juguetes.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

Pensó:- Voy a extrañarte precioso mío, tu olor, tu ropita,


tus abrazos, estoy orgullosa de quién soy, cumplir mis
deseos anteriores era tarea de la ambición pero tú has
deshecho todo y has magnificado mi felicidad, no puedo
perdonarme haber pensado al principio en dejarte antes
que nazcas, tu padre no era el futuro que pensaba, poco
a poco noto mejorías, serás tú dándole vida.
(Sonó el timbre del portal.)
Habló: ¡Fabien!, hijo ¿Cómo te ha ido en el colegio?,
falta muy poco para leer, podrás compartir con tu padre
el don de la lectura, hijo, me miras triste, ¿me has
extrañado?, ven, si, lo que quieras, ve a bañarte que
mientras preparo la merienda.

Las dos horas se hicieron tres y un cuarto, Nantes no


era exactamente lo que pensaba, al menos no lo que
describió así, su autor en aquellos años. Por el contrario
encontró una ciudad industrial y sucia, fue se primera
impresión visual. Aparcó su coche en el barrio La
Sinière.
Pensó: Será difícil encontrar su pequeña casa en este
paraje, ¿Quién habitará su habitación?, espero que sea
familia suya. Ahora viene lo que no tengo planeado, y si
es familiar, ¿aceptarán a un grato desconocido? peor
aún, ¿me copiarán algún texto?, no entiendo como
puedo ser tan impulsivo, siempre fui exactamente igual,
primero impulsivo luego reflexivo, y al final la suerte lo
resuelve todo, aunque naturalmente no crea en ella.
Están hablando de mí, siento que en la oficina me
recuerdan, se preguntarán que hago hoy, puede ser, si
vuelvo me quedan tres horas de trabajo, lo que
representaría seis horas tarde, si vuelvo en una hora,
duermo bien y voy mañana alego un malestar, debería

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

de ir al hospital a la madrugada a que me firmen un baja


de horas, algo es algo, y no, nada, supongo. que hago,
que hago, que hago, que digo, que digo, que digo, pero
si toco el timbre y sonrío no me abrirán siquiera, que
hago, que digo, voy a presentarme como fontanero,
tengo una gorra azul, el maletín es marrón y de cuero
pero no creo que noten diferencia. Si son ancianos
abrirán la puerta y podré investigar, es mi última
oportunidad para obtener sus escritos, me da igual si
son buenos substanciales o una mierda, los leeré
palabra por palabra dilatando el tiempo de lectura, sin
falsear mi acción, solo ralentizándola, debo encajar la
última palabra con la primera de mi hijo, así vivirá otra
vida más, espero que Fabien no la interrumpa en su
adolescencia, mi padre hizo lo imposible para que no
apartase la mirada de las hojas, su obra es realmente
para una vida completa y plena. Perdí horas de amistad,
horas de sexo, bueno minutos de sexo, pero también
perdí mi obra, me dediqué a leer y comprender su obra,
no pretendo lo mismo de Fabien, simplemente que la
lea, es un legado, otros dejan relojes de oro, piano con
teclas húmedas y desafinadas.
(tocó el timbre) (una joven abrió su puerta, detrás un
joven sonriente rubio y atlético.)
Habló: Nada, perdonen, creí que encontraría a unos
ancianos... y ... pensé que... gracias... es que me he
equivocado, he venido de San Sebastián conduciendo...
una estupidez mía, quizás pierda mi trabajo por esto,
lamento molestar, creí que aquí encontraría unos textos
que no fueron publicados de un gran escritor, mi gran
escritor... debo marchar, perdonen por la molestia.
Pensó: Sigo siendo el mismo impulsivo, no gano más
que disgustos siempre, ahora dos horas de vuelta,

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

espero que Joelle no se percate de mi estúpido viaje.


Condujo por la carretera una hora hasta que encontró
una solución a su problema, sonrió, era vital que Fabien
comience la lectura, era tiempo de escribir, una etapa
interesante para impregnar su visión entre las hojas y la
tinta, aunque eso significa hacer daño al mundo. Llegó
sobre la tarde noche, Joelle lo esperó en la sala leyendo
una historia breve de un maldito.
Hablaron: -Hola cariño, ¿dónde has estado? y no me
mientas, no quiero ver tus labios inferiores hacia abajo,
mírame a los ojos, ¿Qué has hecho? estoy leyendo el
cuarto relato, eso significa que has llegado una hora y
unos minutos más tarde de lo habitual.
- Ese es el problema, lo habitual, mi amor solo he estado
viajando, creí poder conseguir algo muy valioso.
- ¿No serán esos benditos textos que comenté el otro
día?
- Si, he pensado en mi mundo ideal de las teorías, que si
los conseguía, podría estirar el tiempo de mi lectura
hasta que Fabien comience a leer fluidamente así yo
podría continuar con la tradición.
- No quise decírtelo, era una sorpresa, ¡pero eres tan
impulsivo a veces!
- Lo sé. ¿qué?, ¿de qué hablas?
- ¡Los textos!, si fueron editados, tu padre no llegó a
conocerlos porque fue un tirada de 133 ejemplares de
colección, en su momento fueron muy promocionados
por el misterio posterior a la muerte, pero creo que no
fue más que marketing antiguo. Buscando durante algún
tiempo pude dar con una persona en Nantes que había
heredado de su abuelo uno de los 133 ejemplares,
quizás sea el único que sobreviva. Yo con el uso
indebido, por cierto, del aquél marketing antiguo hice lo

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

mismo, te conté una historia algo verdadera y falsa, no


creí que harías tal hazaña, igual no me sorprendes.
- Quiere decir que los tienes, ¿qué podré leer unas
últimas palabras?
- Si, pero hoy no.
- Ya no importa, comenzaré con los preparativos de mi
novela, llevo tanto tiempo esperando este momento.
- Fabien está preparado... ¿cariño?
- Si amor.
- ¿Qué escribirás?
- Lo que dicten mis pensamientos, hoy es un día feliz.
- ¿Cariño?
- Si amor.
- ¿Has ido a la oficina de patentes hoy?

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

John Badiou.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

No puedo terminar de leer la carta que acaba de llegar a


mi puerta, oigo a los niños jugar fuera, he llegado de la
universidad hace unos momentos; no han pasado ni dos
horas.
Mis hijas todavía no llegan y mi mujer está de camino,
he preparado una infusión que nos gusta compartir, es
una infusión que se bebe con una pajita, y el cuenco se
rellena y se comparte con amigos, con quién lo desees,
nos gusta beberla desde nuestro último viaje a Perú.
La carta está deshecha sobre mis zapatos, la brisa
revuelve papelitos por el aire, yo estoy escuchando esos
niños jugar y pienso en mis niñas, en como serán de
adultas, se me hace un nudo en el estómago de
pensarlas follando, me duele saberlas incompletas.
Acabo de destruir esa carta con odio, me detesto a mi
mismo, no puedo soportarme de pie, me arrodillo, me
hago una bola deforme sobre el suelo.
Pienso, lee mis pensamientos.
-Esos hijos de puta no pueden tomar mi cuerpo y hacer
lo que quieran, no tienen derecho, mis hijas, ¿Qué les
digo?, son tan pequeñas, no comprenderían que una
vida puede significar mucho para tanta gente. Isabel me
va a odiar si lo hago, va a pensar que las dejo solas en
un mundo injusto, y no van a estar felices por mi buena
acción, estoy seguro. Mis vecinos van a hablar de mi
hasta la muerte, todos sabrán mi apellido pero mi

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

nombre seguramente será menos repetido, como Bell.


En mi clase mis alumnos siempre me escucharon hablar
del cambio, de lo nuevo, siempre les recomendé dar
todo por mejorar a la humanidad, darle una retribución,
un cambio justo.
Yo soy ese cambio del que hablé tantas tardes, pero no
quiero despojarme de mis días, de mis soles al
atardecer con Isabel, relajados, sonriendo, siendo
jóvenes. Me rehuso a donar mis pensamientos a
quienes no los valoren, no hice nada de mí, todos mis
sueños no los cumplí, no soy un ser realizado, y creo
que nunca lo seré, pero amo vivir, mi vida es
insignificante, imperfecta; Por momentos soy odioso, en
otros sonrío por horas, me considero inteligente, dialogo
con los ancianos, los escucho y les doy ánimos siempre.
Mis amigos me adoran, yo a ellos con igual intensidad,
sé que soy el núcleo de toda mi familia y no puedo dejar
de existir porque un infortunio del azar me eligió a mi
como anomalía reparadora. Los médicos conspiran
contra mí desde hace unas semanas, la presión y el
estrés me tienen muy agobiado, desespero todos lo días
a todas horas, miro el mundo sin pensar más que en
verlo desaparecer, a todos aquellos que están enfermos
destruirlos para contemplar un mundo sano y repleto de
vida rebosante.
Mis pensamientos se cierran en mi mente.
Estoy tirado en el suelo, llorando, excitado, ansioso y sin
saber hacia donde ir, que decir, que hacer, me obligan a
entregarme, me dicen que tengo unas horas para
hacerlo de forma voluntaria, de lo contrario me espera
un acoso horrible, una destrucción pública desmedida,
mucho peor que las plazas del medio evo, o de los
riscos de matanzas y alabanzas. Sé que pueden

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

destruirme con los medios, tienen todas las armas para


coaccionar en mi contra. La carta se vuela con la brisa,
no desaparece el dolor que siento en mi estómago, la
desesperación infernal de saber que soy una mierda, un
ser que no soporta sentir la envidia de la vida en otros.
Odio la simpleza de todos los seres que ahora mismo
coexisten devorándose unos a otros, las enfermedades
son terribles pero también son parte de la existencia, de
la evolución incluso, nos ofrecen oportunidades para
elaborar con inteligencia nuevas bases de conocimiento,
nos hace mejores y más preparados. No soporto el calor
en mi rostro, sudo mucho mis manos, pies y cuello, el
cabello se me pega, caen gotas en mis ojos, vomito las
verduras que acabo de comer, siento la acidez en mi
garganta y en mi nariz, estornudo, siento cachos de
verduras que no puedo tragar para deglutirlas como
debe ser, o como es normal.
Me siento el hombre más desafortunado del planeta,
acabo de ensuciar mis manos con mi propio vomito, lloro
y veo las palabras de la carta una y otra vez, me pesa la
cabeza, me duele dentro, no puedo describir que es lo
que siento, es como romperse entero, romper el alma,
no hay palabra que describa mi destrucción.
Mis pensamientos, se abren.
-Hijos de puta, gobierno de mierda, mentiras y mentiras,
¿ Por qué no dan la cura contra el hambre?, hijos de
puta, no debería de existir la jet set, es descaradamente
infame lo que nos representa todos los días, y nosotros
cómodos, con nuestros televisores de plasma, nuestro
ordenador con internet y nuestras hijas en el colegio
privado. También la cenas que nos damos todos los
fines de semana en nuestro restaurante favorito frente al
mar. Me avergüenzo de ser humano, de sentir como

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

humano, de comer como humano, de ser tan


insignificante y creerme un universo. Me doy pena por
generar ambición en mis alumnos, defendiendo la idea
de la creación y la inteligencia como modo de vida. Me
doy asco aquí, tirado en el suelo de mi propia casa,
oliendo el hedor de mis fluidos corporales.
Se cierran mis pensamientos.
Tengo una hora, mi reloj se acaba de detener,
extrañamente se detienen sus manecillas, voy al baño,
mojo mi boca, la enjuago, recuerdo un pasaje del libro
Hebreo. Grito asqueado de la ansiedad insoportable,
nace una envidia detestable contra mis congéneres,
nace odio de donde nació amor, me duele el alma. Veo
ojos, sonrisas, ojos, manos pequeñas, abrazos, lágrimas
de felicidad, de muerte. Pienso en la maldita carta. Mis
hijas no podrán vivir sabiendo que su padre fue una
mierda sin sentimientos, no tengo tiempo para escribir lo
que me rodea, ni para grabar en video todo lo que ahora
siento, sé que no me entenderían, y que corro más
peligro de que en los medios utilicen todo lo que tengan
para hundirme hasta la muerte. Se me ocurre
desaparecer.
Abro mis pensamientos.
-Puedo coger el coche, la estación de tren está a unos
veinte minutos, dejo el coche con las llaves y cruzo la
frontera que está a una hora en tren, luego cojo el
primer avión que me deje en el lugar más extremo que
pueda existir, y hago de mi, otra persona, me olvido de
Isabel, de Lourdes y María, destruyo todos mis
recuerdos con la nueva información que me atontará, la
necesidad de comer y sobrevivir me hará pasar años sin
volver a recordar este momento.
Cierro mis pensamientos.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

Vomito nuestra cama, me meo encima, siento el calor en


mis pantalones, luego un frío suave y refrigerante. Mis
alumnos hablan de mí, oigo como hablarán de mi al
escuchar las noticias. Esas palabras no me gustan,
pueden ser muy crueles, lo son realmente, dicen todo lo
que no puedo soportar, me veo como un asesino.
La carta destruida vuela por la sala , desordenada y
removida por mí, miro como esos papeles danzan una
música que no puedo comprender, la música de la vida,
del mundo que se encuentra gobernado por leyes
naturales, leyes que en su conjunto controlan el
universo. Lloro demasiado fregando con mi mano
derecha mi frente, apretando todo lo más fuerte,
queriendo quitarme la pena de sufrir un infierno en un
lugar tan bonito, mi casa.
Quedan unos minutos, Isabel no tardará en llegar, las
niñas lo harán luego, lo hacen siempre, por Dios, amo
vivir así, secuencialmente, esperando cada día llegar a
mis tres amores, lloro en demasía sabiéndome muerto
en un breve espacio de tiempo.
Recuerdo la carta, releo.
Estimado... "Tras los estudios pertinentes... " ... sus
"cualidades físicas únicas lo hacen el único candidato..."
... sentimos informarle que tiene el derecho de expresar
su opinión, pero creemos oportuno que comprenda que
la gloria tras su decisión comenzará a disfrutarla en vida
y luego en su muerte fecundará en la historia un
mensaje para el futuro, un mensaje de amor y paz, de
lucha y entrega, de amor a la humanidad..." " ... sepa
usted señor que de lo contrario no podremos controlar
los infortunios y malestares futuros que pueda ocasionar
la publicación de su historia a todos los medios del
mundo..." " lo dijo Sócrates junto a Critón en su celda ..."

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

"... No hay peor castigo que el... ". Hijos de puta, el


desarraigo, la muerte para mí no es la solución, como se
puede valorar así la vida de una persona, decido vivir,
no pueden condenarme a la muerte, pero si vivo, el
calvario será peor. Hay millones de personas que harían
con mi cuerpo muchas atrocidades antes de entregarlo a
los médicos. No comprendo toda la presión que ejerce el
planeta sobre mi, la gravedad es tan ínfimamente
angustiosa, el poder de aquellos que desearan mi
muerte, me buscarán y querrán capturarme, me
utilizarán posiblemente para orquestar nuevos
enfrentamientos, nuevos tratados, dinero, mierda, mi
cuerpo vendido, comprado, vendido, destruido,
sobrevalorado como el oro y el petróleo.
Mis pensamientos se abren.
-Le digo: Isabel, voy a morir, los médicos me han dado
tres meses, no hay nada que hacer, mi cuerpo no podrá
aguantar más. Sus ojos seguramente se cerrarán, me
abrazará, me dirá que me ama, me acompañará con su
mano pegada a la mía, me hará sentir el hombre más
afortunado de la tierra y me dará, incluso, ganas de
morirme.
Cierro mis pensamientos.
Isabel se detiene en la puerta, corre hacia mí, mientras
ve los papeles, mis vómitos, mi desorden de furia, me
pregunta que me sucede, no puedo ni mirarla, he
esperado por ella mucho tiempo, llevo dos horas
infinitas.
No tengo más remedio que contarle.
Abro mi diálogo.
-Amor, no puedo ocultarte nada, ves esos papeles._
digo mientras señalo la carta destruida, desparramada
por toda la sala.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

-¿Qué sucede cariño?, ¿Por qué lloras tanto?_ me dice


dulce, amable, risueña hasta en los peores momentos.
-Recuerdas que el año anterior tuve un malestar que
duró todo el año.
-Pero eso ha pasado, lo has pasado mal, pero ya está
superado.
-No, no, es que mi malestar, era un Cáncer, debería de
estar muerto._ le digo con mi estupor explotar hacia
afuera.
-¿De qué hablas?, no puede ser, estás equivocado, deja
ya de hacer esto, debemos llamar a emergencias.
-Ya lo he hecho. Isabel, siéntate, esto es muchísimo
más difícil para mí, déjame que te cuente todo.
-Está bien, pero rápido por favor, las niñas vienen en
camino._ dice sin comprender.
-Fui al médico hace seis meses, me dieron chequeos
rutinarios, los hice, fue cuando ustedes tres estuvieron
en lo de tu madre, no quise alarmarte, realmente había
superado todo el trauma y preferí no mencionarte nada.
Volví días después a las clases de la universidad, pero
algo dentro de mí me hizo recordar el dolor dentro mío,
en mis ojos, mis piernas, mis pulmones, mi corazón, mis
venas, mi cuello, mis manos, todo mi cuerpo volvió a
estremecerse. Supe escapar del malestar y fui a buscar
los análisis días de después. Fue realmente el peor
momento de mi vida, los médicos me diagnosticaron
cáncer fulminante, al principio me resigné, recordé los
casos en mi familia y me di por vencido o reinado. Pasé
realmente la peor noche de mi vida, solo, extrañándolas,
me retorcí de dolor, leí la metamorfosis de Kafka y lloré
por horas, pedí por ustedes y por mi mamá. Pensé, no
puedo mentirte, en matarme, de cortarme entero, pensé
en viajar y morir solo, para que no me vean perecer mis

76
Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

niñas dejándoles un trauma asqueroso hacia la vida. Me


emborraché y toqué el piano toda la noche, mis
pensamientos no los recuerdo, solo puedo contarte que
al despertar sonó el teléfono de la habitación, era mi
móvil y en el se hallaban las voces de los médicos que
me habían destrozado la vida. Me dijeron que debía ir
urgente al hospital, que habían descubierto algo
asombroso, que debía sentirme bien. Lo hice y casi sin
creérmelo conduje medio borracho hasta el hospital,
donde me comunicaron que era el único ser que había
logrado crear un sistema de defensa netamente natural
con el cual podía destruir el cáncer en solo unas horas,
eso iluminó mi vida en un instante que nunca podré
narrar, seguido de esa felicidad desmedida supe que lo
peor vendría luego. Los doctores me advirtieron que
informarían a la comunidad científica y que eso
conllevaría seguramente un acto de caridad con el
mundo, según ellos no podían despojar por una vida la
solución a millones de enfermos en el mundo. Me
explicaron todo el mal que la enfermedad hizo en los
últimos siglos, intentaron lavarme el cerebro,
convencerme de perder mi vida por eso. Me rehusé y
volví a mi vida, volvieron ustedes y pasaron dos meses.
Me acosaron, me intimaron, el gobierno comenzó desde
aquél día hasta hoy una persecución silenciosa,
psicológica, para que me entregue por mi voluntad y
puedan estudiarme. ¿Entiendes Isabel?, dejarlas,
morirme, mi amor, hace dos horas me ha llegado la
última carta, vendrán a por mí, es legal, y no sé que
hacer.
Odio el momento en que visité a esos médicos, me
aborrezco por confiar en el sistema, envidio la vida del
resto de las personas, y no sé que hacer, no quiero

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

morir mi amor, quiero verlas envejecer, quiero que


bebamos nuestras infusiones, quiero ver como crecen
mis alumnos.
-Debes hacer el bien, debes entregarte, te amamos,
eres nuestro héroe, dame tu mano. _ acaba de
cumplirse mi profecía, no me decepciona, Isabel me
hará el hombre más afortunado del planeta, aunque mi
muerte no signifique más que un intento en vano por
destrozar uno de los tantos males que abarrotan la
existencia de la humanidad en este planeta, mis átomos
se recompondrán en algo sumamente bonito y perfecto,
allí alojaré mis pensamientos, mis deseos y pronto podré
volver a ver a mis tres amores.
Cierro el diálogo.
Nos fundimos en uno, nos quedamos abrazados para
recibir a los médicos, policía y prensa de todo el mundo,
los sonidos no puedo describirlos, solo sé que mi
estómago ha dejado de dolerme, que mi sensación de
completitud se ha rehecho, se abren mis fosas nasales y
huelo las flores de mi jardín.
Alguien se acerca, nosotros no nos desprendemos,
preferimos congelarnos, Isabel quizás ya lo sabía,no se
lo preguntaré, no tiene importancia la traición, amo a
esta mujer.
-¿Señor John Badiou?, mi nombre es Allan Conauger,
en nombre de su comunidad y del estado, damos las
gracias por su coraje y entereza. Puede usted, si lo
desea, responder algunas preguntas antes de marchar,
no olvide que sus últimas palabras harán historia, sea
prudente.
Acabo de oirlo, abro los ojos, reconozco su rostro, no
logro saber de donde, quizás me siguió. Desde aquí se
ven todos los periodistas luchando con la policía,

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

también el vallado y la furgoneta abierta para llevarme a


mi destrucción.
Suelto a Isabel cruelmente, me recompongo y no miro
hacia atrás, no sé cuales serán mis palabras, veo luces
muy fuertes, muy blancas, veo siluetas, sombras, quizás
aquellas sombras sean el nuevo mundo que me espera,
estoy temblando por dentro.

Boston Massachusetts, New Braintree Old Common Rd


123.
May 1973.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

Ne me quitte pas.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

No quise dañar sus dedos, es la verdad, confieso haber


sido algo grotesco, pero nunca cometí el fallo de mentir,
no mentiría sobre lo que amo hacer, es que sus dedos
me fascinaron desde el primer día.

Esa noche fuimos abrazados, besándonos, mirándonos


a los ojos, dentro de los ojos, bajamos en la estación
Saint-Ambroise a tres de la nuestra Rue de Boulets.
Caminamos juntos y de la mano, apretándolas fuerte,
sonreímos y comentamos los últimos libros que
habíamos leído.
Nos desviamos del trayecto al Café Fusain, solo unos
minutos, subimos por Boulevard Voltaire y giramos en
Villa marcés, es que llevaba unos días queriendo ver
unos discos y la tienda todavía seguía abierta, teníamos
tiempo para cenar en el Fusain, incluso no perderíamos
ni los aperitivos si me apresuraba en la compra.
-Tienes el de Jac Brel, "Ne me quitte pas", y dime cuanto
es, gracias _ le dije al de las gafas grandes y oscuras
que ocupaba la tienda para vender sus productos, o más
claro, el vendedor, mal aseado y de mal humor. Noté sus
dientes sucios, le faltaban dos caninos inferiores, tenía
muy poco pelo, sudado, pegado a su cuero cabelludo,
pensé en golpearle la cara y dejarlo tirado en el suelo,
pero no valía la pena, nos trató muy mal, mofó y soltó el
aire, esperó a que marchemos para cerrar la persiana
de muy malas maneras, incluso escuchamos sus golpes

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

desde la esquina al doblar, nos reímos mucho, le di la


bolsa azul a Marie y ella la guardó en su bolso blanco.
Retomamos Boulevard Voltaire y doblamos en Rue
Lacharriére hasta Avenue Parmentier, recordamos
mientras caminábamos aquél día que burlamos a un
payaso que nos molestó en una presentación de una de
mis novelas, reímos luego porque ella recordó cuando
mientras me preguntaban algo de la novela bebí agua y
tosí por un espasmo, de nervios o de estupidez, y mojé
a tres personas de la primera fila, a tres ancianos
aburridos. Nos reímos hasta que llegamos a la puerta
del Fusain.
Nos recibieron muy bien, bebimos algunos aperitivos,
quizás bebimos algo de más, ella más que yo. Un
colega nos entretuvo en una charla algo insustancial
sobre un vino Sudamericano, me aburrí bastante, Marie
era una apasionada y se interesó por la charla, yo pensé
más en comer y beber que en oírle al gordo de marrón
caqui contar todo lo que acaba de leer en su casa. Me
entretuve yo con su dentadura postiza, algunas de las
manchas de su piel me cautivó, luego su boca al
moverse, vi sus dedos como garras animales, pensé en
nuestra curiosa evolución, miré mis zapatos, recordé
una frase de un escritor Vasco Francés, hablaba de un
telón negro, y de sus zapatos, que los muertos no usan
zapatos, rememoré unas intenciones sobre la muerte,
pero no quise ahondar, me hizo ruido el estómago y
Marie supo que esa señal no podía evitarla, concluyó
con igual pasión su gran desviada charla sobre un
viñedo del sur de Toulouse.
-Te amo Jean, gracias por traerme otra vez, amo cenar
aquí, escribe algo en el mantel_ dijo sonriendo como
siempre, abriendo mucho su boca y sus comisuras

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

superiores enseñando demasiado sus dientes.


-Marie, no se agradece esto, no es de educación_ le dije
poniendo mi cara más seductora.
-Eres mi ángel_ dijo Marie y sacó un paquete de su
bolso blanco, donde también estaba mi disco de Jac
Brel. - Para ti_dijo convencida.
-No hace falta Marie, sabes que no me gustan las
sorpresas._ dije algo encolerizado por dentro y feliz por
fuera.
-Es algo que llevas tiempo buscando.
Abrí la bolsa roja, rompí el envoltorio, y miré por unos
segundos la caja negra, tenía el símbolo que no lograba
encontrar en ninguna tienda de Bruselas en cada uno de
mis viajes.
-¿Es lo que creo qué es?, no puede ser, ¿Cómo los has
conseguido?_ Le dije asustado por dentro y asustado
por fuera.-Dime que no es lo que yo creo.
-Si Jean, es lo que buscas.
-Pero es imposible que sea un original, no es posible
que hayas comprado el original, dime que no lo es, no
tienes tanto dinero.
-Tu no sabes cuanto dinero tengo, no tienes que darle
importancia a eso, disfruta de una vez por todas de algo
Jean.
-Disfruto de ti Marie, pero esto no era el plan, te he dicho
que no me gustan las sorpresas.
-He comprado el libro de Guinea, su versión original, la
única que sobrevivió a la quema. Jean no comprendo tu
actitud.
-Me ha sentado mal la comida, podemos marchar, por
favor, me ha encantado, llevo buscándolo años, no sé
como entender que ahora mismo lo tenga en mis
manos, quiero marchar a casa y descansar, mañana

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

hablaremos.
-Jean, no es medianoche, no puedes reaccionar así, es
un regalo, el más importante de tu vida.
-¿Y tu que sabes?, puta ricachona de mierda, crees que
me compras con tu dinero puta.
-¿Qué? de que hablas Jean, ¿por qué me hablas así?,
nunca pensaría en hacerte un regalo para demostrar el
poder de mi dinero. Es lo que llevas buscando hace
años.
-Fue algo que te confié en el hotel de Marsella, pero solo
fue un comentario, una curiosidad, para que puedas
conocer algo de mi interior, intenté sincerarme, pero me
equivoqué.
-Jean, no es mi deseo que te sientas así.
-Marie nos conocemos algo, llevamos cinco años, pero
esto no te da derecho a que deshagas mi sueño, el
único que tengo, que tenía.
-No hables así, lo tienes en tus manos, no pienses en
como ha llegado a tus manos. Perdóname Jean,
perdóname, quiero ir contigo a dormir.
-Crees que todo se arregla así de fácil, seguramente a
tus padres les ponías tu cara de pena y ellos te
satisfacían, que estúpidos fueron._ se lo dije porque lo
tenía dentro desde el día que la conocí en la playa de
Marsella, sentí envidia de su pelo, de su ropa, incluso de
sus tetas. Me convenció de quererla, por dentro creo
que mi envidia creció día tras día, por fuera la amé
desde el primer momento.
-No me hables así Jean, no eres así, me amas, yo te
amo Jean, por favor entiende, me arrepiento de haber
hecho esto, creí que te haría más feliz, que era tu paso
a completarte y ser feliz conmigo, te amo Jean, quiero
que nos casemos en la playa. Ahora vamos a mi casa,

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

dormimos y mañana hablamos, si sigues pensando lo


mismo, devuelvo el recibo, envío por correo el libro y el
museo seguramente estará más feliz de tenerlo en su
poder que tú.
-Vamos._ le dije determinante, no quise hablar, le
entregué el libro e Guinea, en realidad la caja negra con
el libro de Guinea dentro, el libro que había perseguido
durante toda mi vida.

Llegamos a su casa después de caminar largo rato sin


hablar, ella tomó mi mano, no me aparté, me dio
exactamente igual, me sentí invadido, corrompido,
violado, mutilado, sentí mi alma perderse, pensé en la
vida, en el sentido que tenían las calles de París. Miré
mis zapatos y pensé andar descalzo, quise cruzar el
Boulevard a pie y sin mirar.
Abrió la primer puerta, luego saludó a los dos guardias
que custodiaban su pequeña mansión, cruzamos las
tres pequeñas torres del jardín principal, rodeamos la
fuente y nos detuvimos en la entrada principal. Me miró,
sonrió, le sonreí, creí en ese momento, al mirar sus ojos
esperando mi aprobación, pensé que quizás no era tan
malo que tener el libro de Guinea en mi poder, primero
sería millonario, segundo tendría mi sueño cumplido y
podría continuar escribiendo, sin depender de los
artículos del periódico. Me costó, pero le devolví la
mirada y construí una sonrisa para complacerla, Marie
había desarrollado una técnica increíblemente efectiva,
me convenció por unos segundos y entré a su pequeño
gran mundo.

Comimos unas tostadas y preparó un té, charlamos


algún tiempo que no puedo determinar, miré sus dientes

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

y recordé la envidia, por dentro comencé a percibir de mi


agujero o de mi alma unas intensas ganas de besarla
fuerte, de azotarla y gritarle, de follarla hasta sangrar.
Hablamos en ese lapso temporal de algunas
trivialidades, subimos a la habitación y nos desnudamos
para dormir, al principio creí que ya se me había
acabado el dolor de la violación a mi intimidad o a mi
mundo interior, por un momento olvidé el libro de
Guinea. Nos abrazamos para dormir, nos acomodamos
luego hasta llegar a lo de siempre, culo con culo nos
dormimos, soñé, creo, con un cíclope, también con el
mar, al final seguramente soñé con la cena, y fue
cuando desperté apartado de mi alma, enfadado
conmigo, con mi reacción.
Pensé que debía comprender que su regalo había
desatado un mar de dolor en mí, quise despertarla, la
sacudí para que lo haga, pero no abrió sus ojos para
vivir y escucharme. Recuerdo que me enojé mucho con
su boca y la golpee hasta verla sangrar, golpee su
estómago dormido y su boca escupió sangre, golpee
más fuerte sus manos hasta verlas moradas y salté
sobre su cuerpo, sentí en mis pies desnudos como sus
huesos se quebraron y luego se rompieron. En su baño
encontré un cepillo de dientes, cogí uno rosa, supuse
que era el de ella, me senté en su torso y clavé el
plástico en sus preciosos ojos verdes, su sangre me
llenó por dentro, ese hueco que había desatado se
rellenaba de su sangre y sus pérdidas. Recuerdo ver su
mirada en un recuerdo mientras golpeaba los más fuerte
que podía y escarbaba para llegar a romper todo su
rostro. En un momento de lucidez caminé muy despacio
y sin hacer el menor ruido hasta llegar a la cocina, tomé
prestados algunos cuchillos pequeños, y volví a la

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

habitación. Me detuve en el umbral ante el cuadro que


había creado, su cuerpo abierto, abierto a recibir amor y
también a las posibilidades. Me dije lo orgulloso que
estaba de hacer lo que hacía, recité un verso de un
escritor maldito y di pasos firmes hasta su cuerpo inerte
en la cama roja de nosotros, de nuestros cuerpos,
estaba pintado con su vida.
Corté cada unos de sus dedos, rompí sus dientes con el
mango del cuchillo más pequeño y rasgué sus encías.
Sentí la brisa de la ventana, respiré y absorbí su alma, o
eso me hizo sentir ella. Creí escuchar su voz en mí,
diciéndome que me amaba.
Recuerdo tirar cada uno de sus dedos y dientes por la
ventanilla del autobús, luego no puedo recordar nada
más.
Le agradecí durante varios años su regalo, supe
comprender con los años, que había logrado en un día
lo que a mi me habría costado seguramente, varias
vidas.
Nunca volví a buscar el libro de Guinea, me dediqué a
comprenderlo, a investigarlo, palabra por palabra,
durante unas 3554 páginas.
Recuerdo por último coger de su bolso mi disco de Jac
Briel, me recuerdo feliz al recuperar mi vinilo, es a quién
estoy escuchando mientras termino, no se si vagará
este papel de mente en mente; lo dejaré en la pared
lateral de mi habitación de hotel preferida.
Si has logrado leerla yo estaré seguramente muerto, y
no sé que puede significar eso realmente, no puedo
soportar pensarme sin mis pensamientos, sin sentir el
calor de mis fluidos.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

Leicester Square.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

Tiene el cuello muy largo, como si quisiera tocar el cielo


con la nariz. Podría ser de cualquier país europeo, tiene
cierta elegancia al sentarse con las piernas cruzadas. Es
seguramente una mujer muy limpia, algo retraída, quizás
le falten dos muelas, eso nunca se ve. Me gustaría verla
reír ahora mismo, pero la gente la miraría extrañada, y
no quiero que eso suceda, es muy bonita para sentir
vergüenza. No me ha mirado siquiera una vez, tengo
mis ojos clavados en su escote cuidado, pero muy
sugerente, tiene un lunar en la teta derecha que me
gusta muchísimo. Podría decirle algo, pero tendría que
pararme, hacer equilibrio y no pienso hacer el ridículo yo
tampoco.
-¿Me puede dejar sentar?_ dice una señora entrada en
la tercera fase de la edad, me sacude para que le
conteste rápido. Me hago el dormido, ¡no para esta
mujer!, tendré que pararme, estoy algo cansado para ser
tan cortés. -¡Sí!, es que estaba dormido, perdone
señora._ parece no creerme nadie, estoy haciendo el
ridículo, ella me mira y sonríe. –Si claro, déjeme joven
de una vez que me duelen las piernas._ me levanto,
cargo mi mochila a la espalda, sostengo el libro que he
dejado de leer hace unos minutos, por pensar con la
mirada, más bien por pensar en follarme a esa tía.

Ahora me mira como si quisiese algo conmigo, lo dudo,


obviamente no puede ser cierto, mi ridículo ha sido

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

absurdo pero ha captado cierta atención. Estornudo sin


previo aviso de mi cuerpo, ahora estoy rojo y pidiendo
perdón, el pobre está lleno de mis gérmenes. Alguien
abre la ventanilla, y algunos más repiten la misma
acción, es inevitable.

Es un día que no tiene más que clonaciones, el clima se


repite y continua siendo una mierda, gris, frío y sin
sonidos más que el de los coches. Londres hoy es muy
aburrido, no suele ser así, quizás yo estoy aburrido y por
eso paseo en un autobús turístico, para leer tranquilo.
Ahora hay otra mujer, esta habla por el micrófono, es
monótona, su tono de voz me duerme los oídos, ella me
mira. Me acerco, alguien ha dejado el asiento de la
ventanilla para ver algo por el otro lateral del autobús,
seguro quiere ver la noria del futuro. Estamos sobre el
puente que une dos monumentos, estamos cerca de un
parque importante, ya estoy sentado aquí, junto a ella.
Me palpita el corazón, igual es una sensación de
ansiedad, lo cierto es que tengo calor, me sudan los pies
y las manos, se me para el pene y me caliento mucho,
ya la imagino desnuda y metiéndosela muy suave,
puedo sentir la sensación de calor allí debajo. Me palpita
de calor el rostro, y creo que ella también está muy
excitada, lo siento, es esa condición animal que nos
posee y nos apasiona de una manera casi incontrolable.
Estoy calmado, nos mira un niño, creo que hice algún
gesto, lo que es peor, estoy con la mano que sostiene el
libro raspando constantemente sobre mi sensibilidad,
parece que el libro tapa poco, o yo soy muy poco
disimulado.

Suspiro, y hago un mundo con ella, no puedo evitarlo,


hace tiempo que no sentía algo así, se cómo termina

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

todo, pero tengo una calentura enorme, que me come


por dentro. ¿Qué le digo?, siempre que me sucede esto,
no hago nada, y soy muy lento, cortejo poco a poco,
como si fuera una paloma, y el tiempo es mi peor arma,
se me va de las manos, se deshace como el chocolate
en verano. Ella toca su cuello de jirafa, solo le faltan las
manchas de color, ¡es tan femenina! Creo que es un
signo, para avanzar, o algo así. Ahora su mano recorre
su falda y no puedo evitar girar mi cuello entero y mirarla
directamente al oído, o a su perfil. No se mueve, yo
tiemblo, miro hacia delante, estamos pasando por la
fachada del National Portrait Gallery. Se avecina una
parada, me roza con el codo, se juntan los dos brazos,
reunimos calor, esta sensación me encanta, mis pálpitos
son aun más rápidos. Yo le pido fuego, aunque no fumo,
no, definitivamente no, no fumo y no quiero hacer el
ridículo.

Bajo la mano izquierda que le roza el brazo para tocarle


la mano.

Estoy junto a sus dedos y siento que puedo hacer todo,


que soy capaz de lo que me propongo, ahora si pienso
en un hijo, y el rostro unido de nosotros dos. Soy padre
por un instante, me gusta.

Se para, se abre la puerta, -¡No!, ¡No te vayas!_ pienso,


pero no puedo decirle nada, es lo de siempre, el tiempo,
el chocolate derretido en mis manos.

El autobús continua, la mujer del micrófono también, me


siento un idiota, rápidamente apunto la intersección de
las calles, por si vuelvo a verla. Es posible, creo, quiero
bajar, pero ya no hay parada. Pienso entonces en

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

caminar la ciudad, mejor no pienso en nada, leer,


menos, este libro es una mierda, solo me gusta la
portada. Espero poder cruzarla en alguna intersección,
quizás pueda hablarle, contarle que podemos hacer
grandes cosas juntos.

Soy un imbécil, soy un enamorado de las oportunidades.

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Nosferatu, Lucifer o
Picasso.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

En la vida dicen que la realidad continuamente nos trata


de aplastar. En los intrincados pensares noto esas
fugases y efímeras señales de que la realidad intenta
absorberme.
Los galopantes de la monoteidad, los jinetes de la
continuidad familiar, en su conjunto, no son más que un
punto espacial en eso de pervivir, algo tan mínimo que
no afecta o no me afecta.
Esa maldita mancha me aprieta las ideas del futuro, hay
algo que no es la droga, será el amor efímero de cada
noche, en cada bar.
Y leo Joyce, pero nada sucede. Corrijo textos de
Quebec, pero no importa, soy de las personas que no
aman. Escuché en alguna pálida noche, por algún pálido
habitante, que el amor está compuesto por dos vocales ,
dos consonantes y dos idiotas.
Dejo eso a los débiles.
En la pintura dadá no hay nada, en el manifiesto más
palabras que en la Biblia.
Schwitters me sugiere un perfil en su psiquiatra del siglo
XX pero no me interesa el Collage. la inerte (por suerte)
imagen de la visión introspectiva del señor influenciador
deja un vacío, como en el tiempo derretido, como los
gritos desgarradores, el juego de niños y sus crayones,
las escaleras en todas direcciones y sentidos.
(Suena el timbre en el corredor, algo suena más fuerte

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

que la campana, algo bulle en la puerta)


-Señor Sayers!!! Abra la puerta, ¡¡abra la
puerta!!.
Maldito ruido, dejen de gritar enfermos. Siempre dejo
unas huellas en ellas pero nadie entiende que mi amor
deja marcas. Mi pecado es vivir en la singularidad de un
símil agujero negro que me dilata y me enseña el
tiempo, presentizándolo todo.
Se van a ir y voy a morir desangrado en una zanja
oscura cerca del río y su puente.

De física entiendo toda la mecánica que todavía ni


siquiera existe, eso de los quantos. Mi momento es hoy,
mi pasado, recién, justo hace un instante. De la
naturaleza debo lo que escribo, algo de muerte y
sangre. Lujuria , dolor, espanto, cosas de las que no
supere al verles.
Ayune 40 días deseando olvidar pero alguien me gano,
el artista del hambre que dejo su vida en la desnutrición.
De oficios no entiendo, de lectura, venganza y
entretenimiento soy experto, igualmente sin vivir de ello.
Por culto me amenazaron, me quemaron, cortaron. En
fin, torturas de un Poe ensañado conmigo.
Mi casa es la luz, es el sol. Las manchas de humedad
los cuadros y pinturas La pared, toda la tierra que rodea
el cuadrado…

-Salga Sayers, ¡¡¡su condena lo espera!!!.

(En la entrada, junto al jardín la gente se agolpa como


en la miel las abejas. Gritan, piden justicia, dicen que es
el disector de las mujeres prostitutas que las viola,

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

mutila y quema. Entre el tumulto una persona agita


fervientemente una botella con un pañuelo en su pico,
en su rostro la indignación es su expresión más clara.
Agita y sin vacilación algunas lanza la botella _Esta vez,
encendida en el cuello de cristal, impacta contra la
ventana superior del primer piso de la casona.).

… El decorado junto a los instrumentos la cultura, entera


y en su esplendor.
¿Quién osa quemar mi vida?. No se dan por vencido.
Malditos cobardes, con un solo golpe hubiera bastado,
con una golpiza me habría quedado tranquilo, pero
tienen que encender la llama en mi lugar, en mi cuarto,
donde los vi crecer, morir y hasta matar.
Indignos de la venganza, suelen ser ustedes quienes
pidieron piedad. De la verdad me guardo el rencor, del
pasado un largo suspiro.
(la ventana trasera facilita el escape, no posee la
articulación normal, se ve algo distinto a lo normal, su
pata peluda enseña un leve cicatriz, y su feble talón al
elevarse rompe la mampostería, se trata de un animal
de ambigua presencia, algo que rosa el limite tolerable
de belleza. Salta y con velocidad proporcionalmente
acelerada va rumbo al río junto al puente que lo
acompaña.

¡Alto ahí!. ¿¡Qué quieres!?. Sayers, hoy no escaparás, la


gente te vio sabe de ti. ¿Quién eres acaso?, ¿Dios?,
jajaja. El que te ordena frenar la muerte. Nunca, de que
viviría toda esa desgraciada e hipócrita gente, todos
matan, flagelan. Mira, el único motivo es la vida, no
digas cómo solo haz a un lado tu ambigüedad. Nunca,
moriré porque lo entiendo así como en mi presente

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caída. ¿Caída? Nadie entiende el engranaje, nadie mira


la divinidad en el ser, en el cuerpo abierto a mis ojos, no
mereces más que la ignorancia. Mira me cansas y te
mato, ¿entiende?, mato su presente, lo dejo desangrar.
¡Claro! ¡Rápido que llegan!.

(puñal en mano inserta en la altura del corazón el acero


quirúrgico, Sayers mira hacia arriba donde el manto
oscuro de nubes iluminado por la luna es el fondo en
movimiento del rostro del indigno que osa matarlo. Baja
su mirada, escupe tierra, sal, observa su mano peluda,
comprende con estupor que la muerte ha llegado a él.
¿Pero ese ignorante contiene a la muerte?
Su cuerpo reposándose, acomodándose deja derramar
toda su sangre.
La muchedumbre llega y la visión de rojo intenso es su
venganza materializada. Alguien esgrime una palabra.
¡Azótenlo!, nadie duda en golpear el inerte estado del
cuerpo que con los golpes desaparece poco a poco de
la vegetación, junto al río y su puente.

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El copista.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

Mi hermano me había recetado treinta y dos volúmenes


sobre tratados médicos, físicos y químicos, también
había sumado a esa cantidad unos veinte libros de
distintos géneros, obviamente autores malditos, era su
gusto por la anarquía moderna.
Jean no vivía con nosotros desde hacía seis años
cuando decidió recorrer solo Escocia en busca de datos
para la medición de la masa terrestre, en esos años
muchos científicos buscaban retos, eran épocas muy
ricas en descubrimientos y mi hermano quiso ser parte
de eso.
Mientras yo vivía en la gran casona de mi madre que
tenía ocho habitaciones con vistas al campo, dos
cocinas, dos comedores, tres salas, cuatro estudios
repartidos por las tres plantas y un sin número de baños,
sin contar vestidores y un altillo oscuro y muy húmedo.
Tenía veintidós años, reconozco que era algo ingenuo
para mi edad pero contenía una cierta habilidad para las
matemáticas, el principia era uno de mis favoritos, el
problema era que mis favoritos solo eran dos libros y no
salía nunca de esa lectura, me dedicaba día y noche a
releer las notas y apartados propios y de los libros.
El año había comenzado agitado en casa, mi madre
estaba sumamente concentrada en sus investigaciones
y yo solo leía mis dos libros, todas las tardes, domingos

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

inclusive, se juntaban distintos facultativos de renombre,


que realmente eran grandes desconocidos para mi, al
principio no hacía caso a sus voces molestas y
perturbadoras, pero luego comencé a interesarme por
algunas de las frases que se repetían hasta el hartazgo
por nuevas y misteriosas. Mes a mes avancé en mi
escucha activa hasta llegar al borde la puerta y
sentarme sin leer para oír y clasificar sus voces,
hacerlas dibujos en el aire, con sus respectivos colores y
olores.
Una tarde de invierno quise sobrepasar mis limites, mis
oídos ya no podían satisfacer mis necesidades, uno de
ellos no tenía su plena capacidad, por lo tanto, me vi
forzado a espiar desde un sitio más cómodo para mi y
mis oídos. Agazapado caminé por la pasarela que daba
al salón principal y al secundario hasta llegar donde se
juntaban todos los jueves, eran geólogos, casualmente 3
de los 13 geólogos que fundaron luego la sociedad
geológica. Junto a mi madre James Hutton y mirando
por el gran ventanal Charles Lyell, en ese momento no
supe que era realmente el hilo de la conversación ya
que sus palabras parecían para mi un nuevo idioma,
supe que algo grande se gestaba entre ellos, pero
nunca supe que fue. Pasé todo el resto de la tarde hasta
llegar a la noche mirándolos, riendo con ellos de
comentarios que no comprendía y siendo cómplice de
las miradas de Jean ha mi madre. Fue el único día que
quise ser parte de ellos, quizás dejé allí mis últimas
sonrisas, nunca volví a ser el mismo.
Por el punto color ámbar que no cuento ahora, perdí
todas mis esperanzas, todos mis deseos por el
conocimiento propio, me hundí en la miseria de los
anhelos y frustraciones, conocí mi muerte en vida.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

El altillo o ático no había formado parte del plano de mi


enorme hogar, nunca me había visto obligado a visitarlo
y menos por las historias que me había contado de
niños mi hermano mayor, pero la inesperada visita de
los tres a la pasarela en la que yo me hallaba recostado
medio dormido, me obligó a subir la pequeña y única
escalera que me daría salida, la urgencia era que mi
madre me tenía terminantemente prohibido escuchar
sus diálogos y mucho menos espiarlos, y mi madre era
muy severa, le temía, y la reacción fue instantánea, subí
sin mirar siquiera.
El golpe en la frente fue una advertencia, podría
haberme arrepentido, pero no fue así, volví a golpearme
la frente por segunda vez, en la oscuridad busqué
mientras caminaba una de las decenas de pequeñas
ventanas que componían el tejado. Estuve estático, sin
mover un músculo siquiera por unos minutos, solo por el
temor de que ella me descubriese, y caminé luego muy
suavemente hasta lograr abrir una ventana que
rápidamente dio luz parcial.
Los pasos de mi madre y ellos y sus voces pasaron
debajo mío, no respiré, solo esperé a que marchasen,
pero no fue así.
-Hijo ven aquí, quiero presentarte a... hijo, ¿dónde te
has escondido? _ dijo mi madre dentro de la habitación
con sus invitados en la puerta mirando extrañados.
Pensé en bajar, decirle que estaba bien, que no era
nada, que había dados una vuelta por el ático para ver
cosas viejas, pero, pensé mejor y recordé sus azotes
diarios, preferí acostarme y dejar que el tiempo me diera
claridad, tenía mucho hambre y nervios, me dormí
escuchándola por toda la casa desesperada,
buscándome.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

Al despertarme pude oír voces, presumí que eran del


salón principal y que había otra reunión, quizás la de los
viernes, sobre física, no me importó lo más mínimo, ni
quienes estaban, y menos el tema que iban tratar,
estaba cansado físicamente, la espalda me dolía
muchísimo, los tablones arqueados y húmedos me
habían hecho daño. Recompuse mi cuerpo, me puse de
pies, y comencé a descubrir el único ambiente de la
casona que desconocía, y recordé súbitamente todo el
miedo que me generaba está allí, inducido por mi
hermano en mi mente recordándome todo lo malo que
sucedía allí, fui hacia la ventana, vi la nieve cuajada en
el cristal, el tejado y en el campo, el horizonte era
blanco. Caminé en linea recta hacia la otra ventana
cerrada que apenas se veía y la abrí, repetí lo mismo
con todas las siguientes hasta llenas de luz todo el ático
completo. No había nada que pudiese darme un susto
de muerte, era todo lo contrario, había un sin fin de
muebles viejos y húmedos, varias camas deshechas y
algunos libros abiertos y arrugados por la transpiración
de la casa, la humedad era algo inevitable, era el
espacio vacío entre el tejado y la intemperie, era el
regulador de temperatura.
Algo me llamó poderosamente la atención, se ubicaba
en el centro de todos esos deshechos de madera
hinchada por el agua y ventanas luminosas, su color
marrón muy claro hizo que fije mi mirada en el, me
cautivó, estuve unos minutos, creo, estudiando desde mi
posición, que tipo de baúl era, intentando descifrar de
que año y procedencia venia tanta decoración en oro. Lo
primero que vio a mi mente fue la pregunta de porque mi
madre había dejado tal elemento de valor en medio de
un húmedo y asqueroso ático, no encontré respuesta

105
Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

sensata, esperé unos minutos más y caminé hacia el,


sinceramente no creía nada malo de aquella caja bien
decorada, ni menos esperaba un tesoro o un escarabajo
de oro, solo tenía curiosidad y ese era el motor que me
movía hacia la pieza.
Tardé más de lo normal en recorrer esos tres metros de
distancia, me vi a mi mismo como un gato mirando de
reojo y sentí por un instante la sensación de duda, me
planteé incluso desistir de mis inmensos deseos de ver
su contenido, pero continué, sin saber muy bien por qué.
Tenía una cerradura y junto a ella unas llaves, cogí una
de ellas y la inserté en el agujero, pensé por última vez,
y en ese pensamiento dudé, una fuerza incontrolable me
dijo que abra, no puedo asegurar que hallan sido deseos
del baúl, ni tampoco puedo afirmar que fueron mis
deseos de descubrir, porque habitualmente no era
curioso.
La llave hizo un sonido al encajar, sentí en mi corazón
otro chasquido, supe que no había vuelta atrás, intenté
abrirlo pero me fue imposible, era extremadamente
pesado, solo podía dar pequeños saltos de fuerza para
que la tapa se eleve solo unos milímetros, agudicé mis
intenciones y supe aprovechar todas las maderas que
había desparramadas, puse primero una, otra, hasta
llegar a un ángulo de abertura que me permitiera dar el
ultimo y gran salto de fuerza para terminar, al fin, de
abrir el baúl. En el proceso no supe mirar adentro antes
de abrir completamente la tapa, cualquier persona
hubiese abierto la tapa hasta un punto en que le permita
meter la mano y coger su contenido, pero yo no me
fiaba de lo que podía contener, y esperé a tener el
ángulo y utilizar esa última fuerza para abrir al fin, el
baúl de oro.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

La luz de la mañana era, según pasaban los minutos,


más y más fuerte, la nieve ya no cubría todo el paisaje y
se oía más actividad fuera, supuse que había dormido
toda la noche allí, pensé en mi madre y en sus
preocupaciones, luego me respondí las preguntas de
siempre, estaba harto de ser un hombre maltratado
como a un niño, volví a mí, allí me encontraba, yo y el
baúl, la tapa rebotando levemente del golpe. Es
importante que vean mi rostro, mis ojos abiertos, mi
boca inerte como un trozo de carne muerta, mis manos
abiertas y hacia atrás. Es realmente importante que
comprendan que ese último gesto, esa última mirada
ingenua, la perdería para siempre.
Me abalancé como un niño, olí en mi rostro el encierro
de muchísimos años, me arrodillé y puse mis manos
sobre el canto, junto a la cerradura, y miré los cuadernos
que estaban apilados dentro, algo en el color me
cautivó, no puedo siquiera precisarlo ahora, una paz
interna me envolvió falsamente, supongo ahora que
para engañarme, mis pensamientos se fueron, al menos
mis pensamientos propios, acto seguido cogí uno de los
cuadernos marrones oscuro, fue un acto al azar y sin
cavilación alguna, miré su tapa, en la que decía "Historia
universal de ...", su fecha Julio 1781.
A partir de ese momento no supe ser yo, me vi
enfrentado a ciento dos cuadernos que representaban
toda la obra de un escritor que había decidido no
enseñar al mundo su visión del universo, el planeta, las
civilizaciones, y miles de otros advenimientos que no
soy siquiera capaz de describir... desde ese momento fui
él, soy el escritor y físico que el mundo necesitaba, no
seré capaz de ser otro nunca, el soy yo, sus palabras mi
universo preciso y caótico, en una horas recibiré un

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

premio que no merezco y estas son palabras que se


adjuntarán al último de los 101 libros restantes, copiados
con mi nombre, tipeados por mí, hasta las últimas letras.
Esta es mi verdad, la de un copista enamorado de las
ideas de otro.
Londres 1878.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

La medalla Fields.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

Es verdad que vivir fuera de Pouillon es algo más


productivo, pero solo por las vistas del bosque y el lago,
el resto es asqueroso. Tuve la oportunidad de alojarme
en Marolleput, con gastos pagos durante dos años, pero
terminé renunciando al deseo de la inercia depresiva
para terminar en Brujas, algo más al centro.
Sigo siendo escritor, padezco el mal del escritor que
nunca crece, es decir, el escritor enano. Me reconozco
como tal y se donde están las orillas de mi
conocimiento, o de mi sustancia.
Repito que vivir fuera de Pouillon es algo más
productivo, pero solo por momentos, y vale la repetición
para comprender que el estar fuera del amor circular y
condicional tiene como consecuencia una sensación de
ingravidez mental nunca antes conocida por mí.
-¿Puedes quitarte de mi asiento?, puto invalido mental_
siempre me dirijo de la misma forma con los idiotas que
ocupan mi sitio en el tren, pero lo digo en castellano
para no alarmar a ningún sensible.
He olvidado mencionar que me faltan una pierna y un
brazo, fruto de una conducción temeraria, o así lo
determino el juez y de tanto repetirlo en mis pesadillas,
lo cuento.
Para el resto de personas, las que me miran cuando
estoy leyendo en la biblioteca o las que me intentan
ayudar a cruzar la calle, no soy más que un saco de
huesos molesto que absorbe del estado, el dinero de

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

sus contribuyentes. ¿Por qué deberían saber que soy un


genio matemático? Lo soy, pero no quiero desarrollar
esas atribuciones en este relato, porque me aburre de
pensar a mis lectores leyendo sobre la teoría de grupos
cuánticos de Vladimir Gershonovich Drinfeld.
La ría insensible a las palabras de Heráclito no se
inmoviliza para contrariarlo, fluye lentamente mientras
los molinos de viento se mueven queriéndose
desprenderse cansados, hartos de tantos pintores.
Soy una persona muy paciente, se considerar mis
estados de profunda tristeza como un camino sin vuelta
a la felicidad, pero no soy estúpido, aunque por
momentos reconsidere el titulo de genio matemático por
uno de invalido inservible, eso se lo dejo a la vejez.
Recuerdo al llegar a Bruselas ver una estatua disfrazada
de planta, reposada sobre un puente antiquísimo, reí al
verle y obviamente le dejé una moneda para que vuelva
a hacerlo otro día. Supe que terminar mis días en Brujas
era la decisión más acertada entre las miles que había
prefabricado durante mis viajes por la roca de agua y
magma.
Siempre recibo cartas, que por lo general son de
estudiantes universitarios que quieren de mí las
respuestas, suelo llamar a alguno que me llama la
atención por algo y lo que siempre hago es denostar
todo el trabajo del que me hablan, para demostrarles la
fragilidad de las matemáticas frente a la vida, luego les
aconsejo usar el cuerpo de manera útil y disfrutable.
Tengo cuidado al decirlo, ahora, porque siempre que
hablábamos entre colegas, los enfados eran una
constante, nadie podía consentirme decir algo así, pero
sigo sosteniendo que las matemáticas contienen
estados cíclicos y disonantes que se albergan dentro de

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

las ciencias exactas no tan exactas. Tendré ahora


mismo muchísimas criticas lo sé y me río de mí, al
desear ser creíble. Pero el valor universal no es ese
pequeño y periódico número harto mencionado. Una
gama de colores y sensaciones son la clave del
entramado estructural y caótico de nuestros
pensamientos, sociedades, países y continentes. Hay
una forma evolucionada de conocer el futuro, la clave es
el nuevo procesamiento de la información, alejada
infinitamente de nuestros pensamientos ancestrales
duplicados por la linea de tiempo vital y mal
interpretadas como Azar.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

Gloster Hill.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

Es curioso como los pensamientos retraen mis retinas y


no me dejan ver lo que realmente está sucediendo.
Tiene su mano azul intenso de tanto escribir, su pluma
gotea y deja sus restos sobre la tela que ahora va a
cubrirla.
Tengo su sonrisa ahora mismo, siempre nos dijo que
cuando suceda simplemente la dejemos en el bosque,
recostada y con su música. Siempre reímos de lo mismo
cuando íbamos a dormir y hablábamos en la oscuridad
con mis hermanos.
El día ha llegado y no sé qué es lo que va a suceder.
Sus últimas palabras estaban teñidas de partes de
nuestro escritor favorito, porque no podía evitar ser ellos
mientras terminaba sus libros.
Me hablaron de este momento, se que fue hace unos
años y fue entre sonrisas también, es que reíamos
muchísimo, porque no éramos felices.
Éramos Cínicos.
La tinta recorre unos centímetros diluyéndose,
perdiendo su consistencia hasta llegar al punto, no miro
en ella la culpa de todo el mal, sino, comprendo que
todos los puntos en que ella me habló fueron exactos y
símiles, creo que ella lo tenía planeado hace mucho
tiempo.
No siento rencor.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

La campa increíblemente verde refleja toda la luz en la


ventana, Gloster Hill sigue despejada como si ella, la
ciudad, hubiese pedido a todos los granjeros que no
ocupen el gran camino.
Suena la puerta, la oigo muy cerca.
Son ellos, los granjeros que quieren verle los ojos
grises, porque esperaban este momento más que yo,
solo vienen a comprobar si su vida se ha extinguido.
Uno de ellos habla.
-Solo faltan dos personas de Riverside Park. Nuestra
intención es darle santa sepultura en el jardín de la
capilla de Acklinton Street.
-Eso no corresponde a la verdad, yo se lo que quería y
pienso llevarlo a cabo hoy mismo.
-Tu no la conoces como crees, déjanos llevarla y todo
acabara bien, tienes sus tierras y todo su dinero, eres el
único que ha sobrevivido a su mala vida.
-No es eso.
-Es exactamente eso lo que te motivará a dejarnos en
paz.
Ellos son quienes incendiaron el cuarto de Hitan hace 30
años y ahora se la llevan. Gloster Hill es un pueblo de
enfermos y de escritores. Odiaban lo que hacía y siguen
odiándola tanto que quieren que su cuerpo se
descomponga en el jardín, donde todo comenzó.
-No dejare que se la lleven.
-Ya lo has hecho.
La tinta ha dejado el punto fresco, todo el cuarto se
encuentra repleto de líneas iluminadas desvela el
movimiento de su cuerpo, no he sabido defenderla, no
sé cuando han tomado acción.
No hay nadie más que yo y un cúmulo de papeles que
me darán vida segura.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

No tengo nada que hacer, soy un inútil acomodado, soy


un organismo que no genera nada, soy un ser
estacionario, soy solo una mirada al monte.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

El increíble Luc Coutamb.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

Sobre la ventana había un mundo de imágenes que solo


se sostenían gracias a la realidad que invadía a Lou
Coutamb. Había glorias literarias arrastradas,
maltratadas y deshojadas por el suelo manchado y a
cuadros, junto a unas cuantas notas sonando
incansables por el aire y sus lagos auditivos. Estaba de
rodillas, escribiendo notas en columnas y en tres
cuadernos simultáneos, estaba acabando su ópera
mientras sus vecinos gritaban delante de la puerta. Vivía
en un apartamento en Les Lilas, un suburbio francés con
habitantes silenciosos, y Lou Coutamb no era
precisamente lo que pretendía el bloque de pisos que
cohabitaban lindantes. La construcción no hacía más
que comenzar a vivir su niñez, eran viviendas nuevas
que estaban destinadas por el gobierno Francés para
personas con ingresos mínimos, era un lugar acogedor
pero muy pequeño también, Lou vivía, solo, y con su
ordenador conectado las veinticuatro horas. No había
motivos para salir aquel día de octubre, no tenía siquiera
las energías para poder andar sus calles favoritas, ni
mucho menos para fotografiar el Sena en sus fastuosos
atardeceres, no quería incluso moverse del sitio que
durante horas había servido para terminar su ópera, solo
de piano y bajos. No planeaba contornear su cuerpo

118
Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

dibujando aquél amor idílico.-¿Quién habla?_ preguntó


cuasi interesado, pensando más en colgar que en
dialogar.-Tienes un cuarto de hora para entregarme los
papeles._ su voz le hizo temblar por un instante, su
estómago volvía a colapsar, llevaba una semana
completa con vómitos.-Me faltan terminar dos
movimientos, no puedo lograrlo en un cuarto de hora,
luego tengo que vestirme, no es posible, siento no
terminarlo pero el tiempo no es tan denso como creía y
mi mente tan líquida y ágil como esperaba._ Fue
convincente al colgar sin mediar palabra alguna, su
miedo y fragilidad lo había hecho fuerte solo por ese
instante, sabía que tenía unas horas más para la
siguiente llamada.
Las notas retomaban sus algorítmicas proezas
matemáticas, los tres cuadernos se movían próximos a
la simultaneidad, escribía todo lo rápido que podía, al
pasar dos minutos encontraría la solución más acertada
para acortar los tiempos. Serían sus dos manos y su voz
las que obrarían en simultaneidad para acabar sus tres
obras, sus tres preciados escritos matemáticos o
musicales, es que con su ordenador podía dictar cada
composición sin perder mirada y acción en su dos
manos ejecutoras. Contaba con su velocidad para hacer
posteriormente la ejecución de las lagunas creativas y
recrear en lo más mínimo sus movimientos. Solo debía
incluir a todos los instrumentos en su ordenador,
ubicarlos y darle vida a la obra. Lou Coutamb no había
sido un músico prolífico y genio matemático desde su
niñez, no había sido educado en la Sorbona y no había
demostrado talento hasta cumplir los veintinueve años,
sus increíbles hazañas nacían con la espontaneidad y
ligereza de un idiota. La increíble historia de Lou

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

Coutamb sobrepasaba los límites de la razón humana,


incluso contando la evolución de los mil años siguientes.
Lou Coutamb, léase bien su nombre, era un agujero
negro en la historia moderna del hombre, una gravedad
gigantesca que absorbía incluso a Leonardo. Lou
Coutamb sabía que cambiaría la historia, el sistema y
las normas mentales de la humanidad en un período de
33 años.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

El bucle.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

Ráfagas de viento superiores a los 150km/h vuelan


tejados, la ría de Londres se encuentra enrarecida, un
color muy oscuro la ha convertido en un trazo sobre la
cuidad, la gente se esconde en sus hogares, la tormenta
no hace más que comenzar, el sonido de alarma
despeja las calles, el tráfico ha desaparecido.
La biblioteca de la universidad se encuentra frente a
ella, un puente las une, el pasado y el futuro, la
construcción de 7 siglos y la reciente. Dentro, en el
departamento de ciencias situado en la cuarta planta
investigan tres escritores, tres generaciones dialogando
sobre las cuerdas y la materia oscura.

-Señor Keith Puede luchar para que no ocurra, pero es


inevitable_ dice el elegante señor Cronwell.
-Debemos llamar, no hay tiempo_ grita Keith histérico
mientras marca los números.

Un avión se desploma sobre la calle Delaware, el


horrible estruendo llega a sus oídos.

-¿Cómo pueden atacar así?, no tienen piedad, no quiero


morir señor Cronwell, haga algo, por favor._ Keith no
encuentra consuelo, el viento aumenta su capacidad
destructiva, el sonido es insoportable, no pueden

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

respirar casi, están sofocados, sin fuerzas, llevan tres


días sin comer.

... Fragmento de algo que no está escrito y que nunca


se escribirá.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

En instantes todo llega, como esos baldes de verano en


la vereda.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

Realidades Humanas.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

Diègesis.

Las máquinas móviles pasan, las microhistorias recorren


el puente, los conglomerados de humanos caminan y
caminan, todo en línea recta ascendente transita mi
observar, pensante mi mente, reflexiva por estos
segundos, nada sugiere un movimiento siquiera un giro
de asombro por alguna maldad de la niñez de alguna
casa, nada es como solía ser.
los cuadros que corren a 24 por segundo son para mi
alma el consuelo a tanto cambio, solo diez años forjaron
la personalidad que hoy lidia con la adolescencia que
ebulle de mi centro como felino hambriento.
Gracias a mi sensato reflejo logro virar mi torso y ver su
cara, nunca estuvo allí. Será el punto espacial único que
no recorrí nunca con mi mirar, sentado se encuentra sin
expresiones, con una manta sobre sus muslos,
observando la orquesta monumental de la realidad
misma.
Altísonos de alguna persona que se quejaba del mundo
y las políticas, de los homosexuales y las prostitutas me
desorientaron fijando la verdadera mirada en la nada.
Cuando reacciono para divisar su figura nuevamente el
vehículo publico continua viaje y así mi destino, el
estudio universitario.

A minutos del encuentro visual no correspondido los


cuadros de realidades presentes, corren a solo 16
cuadros por segundo se entrecorta con trazos de

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

negros, similar a una película de algún David indefenso,


que me encanta. Disfruto de la alteración pero recuerdo
la perdida de aquel individuo, que siento mío, y no tan.
El ingreso al establecimiento de enseñanza pública y el
retorno a casa, fueron una misma secuencia, una misma
pincelada de azules pasivos.
Junto a mi cama luego de comer con mis seres
queridos, medito sobre todo mi día, caigo en la cuenta
de que nada había pasado solo la visita que fue, con
alguien que ni conozco, el ensueño trae consigo la
gracia divina del recuerdo y paso de dimensión en
dimensión palpando cada día feliz, y en uno de esas
dimensiones me instalo solo para revisar cada parte,
para no olvidarla. Mis padres son parte de ella y mis
hermanos, el sol es la estrella más luminosa como
siempre y los rayos solares mis acumulaciones de
energías, con los brazos extendidos abrazo lo que viene
a destiempo, la luz.

Mi padre grita con energía aclamando mi nombre,


escucharlo me paraliza al extremo, lloro y corro a el
riendo sin sentido, los brazos extendidos me cobijan
como a el bebe que fui en una foto y en su inicio de la
madurez, tengo 9 años y mi altura es la de un florero,
con rosas y lirios resplandecientes, sin un respiro luego
del efecto del cariño incondicional surgen mi hermano y
hermana, corriendo a mi, lanzándonos al pasto verde,
vistas carcajadas inundan de sonidos alegres todo el
paisaje y el sonido del viento hacia los tres, es perfecto
a mi sentir, tras pasar el rato jugando conociendo
nuestros cuerpos dándonos confianza de familia
estableciendo el vinculo insoslayable que es la sangre,
mi mirada pasa los pastizales y divisa a una persona

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

que resulta conocida a mis ojos, es el inexpresivo rostro


sentado en el paisaje descansando plácidamente como
si nada importara.
Tantos momentos pasados siendo parte de mi memoria,
suerte que nunca dejo a los detalles escapar, con el
atardecer de ese recuerdo en esa dimensión de mi
cerebro termina, como un sueño, un mero recuerdo o la
imaginación misma, las dudas se disipan poco a poco y
convivo nuevamente con el presente, mi pecho se dilata
y contrae por acción de la alegría o la tristeza, que es lo
mismo.

Los haces de luz iluminan los poros, siento su calor que


no quema, las pupilas no tardan en reaccionar quieren
ver la belleza de un nuevo despertar, el cantar de unas
aves realzan el humor, con bocanadas de oxigeno logro
estirar los brazos como en mis anhelos, invito al sol a la
vida a compartir junto a mi mí alegría de volver a
despertarme.
Los pies caminan no les ordeno nada, ellos solo
caminan por la casa, por el piso fresco sintiendo la
intensidad del frío alentador, la televisión no me
convence de mantenerme estático, ni la pintura, ni los
libros, ni el escribir mismo, los impulsos cerebrales son
constantes, hoy más de lo normal, las cantidades de
endorfinas fluyen en millones, siento al amor pasar, sé
que no me hallará, un viejo amor de adolescente me
condena o recordar, no me dejo convencer por las
locuras que no me dejaron durante años, el hambre toca
a mi estomago que desea ingerir para continuar
viviendo, planeo la velada con mi familia que se
encuentra conmigo o no, no se si ellos comparten la
mesa conmigo, yo los veo y solo eso mi importa, mis

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

hermanos hablan de temas en los que no opino, mis


padres se besan y yo los miro, porque miro su amor que
no desaparece, ni el tiempo los destruyo, me parecen
ángeles, los admiro, lloro y no se dan cuenta, los miro y
río con fuerzas desde el estomago.

Perdido en la nulidad de los casos comunes, de los


asesinatos, los accidentes, encuentro un rostro que me
parece familiar, lo es luego de unos minutos, es él,
sentado mirando perdido, observando.
Y pienso en la vida, y como sobrevivimos gracias a la
protección de Júpiter que absorbe con su gran masa
(menor al agujero negro) las masa de hielos cósmicas
que nos desean para el almuerzo, reflexiono por la
amistad, por el amor, la muerte, la soledad y miro
alrededor, las paredes albergan cuadros y mas cuadros,
y observo la estática en que se encuentran los marcos y
veo la energía que emanan los dibujos, los colores ,
también siento el coraje poseerme y correr, escapando
de mi, noto que nadie sabe que hago, no saben de mi
estado, los aleje tiempo atrás para meditar, como hoy.
Es productivo y es necesidad constante por estor
tiempos que dicen lineal.
Los pensamientos y las acciones bien moderadas son
irrumpidas nuevamente por las facciones de aquél
personaje que acapara mi sentir, me mira lo miro, estoy
en casa, él la calle, lo noto triste, me llama, parece
extrañar algo, noto desarraigo, corro a la puerta, por las
calles, espero impaciente un vehículo publico. Cesan las
apariciones, igualmente ingreso al vehículo publico que
me transporta a los estudios y las realidades, las
ventanas sucias generan nuevos aspectos que
desconozco de mi persona, un robo, una riña, dos

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

perros, un gato, todos juntos arremeten, se complotan


en contra mía , lloro en publico, me miran raro, me
observan, me castigan, comulgan entre ellos, junto mis
lagrimas secas gotas de mar, que me queman en el
rostro, estiro los músculos contraídos por el dolor, ergir
mi cuerpo entero relaja mi cerebro compungido, el
sonido de la parada me deja escapar de tal locura, salto
con ganas a la calle que no conozco.
Estupefacto en el limite de la vereda y la calle, mirando
como me mira, llamándome sin palabras, no se de que
manera reaccionar como interpretar los sonidos, las
facciones, los colores del día, pierdo el conocimiento o
eso creo.

Negro y más negro ocupan el cuadro inmóvil que genera


infinito a mi concepción de tal aberración espacial, me
pesan los párpados, las retinas secas me duelen a
ciegas, el blanco puro me aterra y comienzo a gritar
desesperado, el blanco n me infunde infinito, ni siquiera
vacío es un maldito lleno sin matices pero con una
realidad de nevera.

Extradiègesis.

Una voz tranquila pasiva me abriga del frío visual, dice


que estoy a salvo, me pregunta mi nombre y no le
contesto, ríe.
- Eres una persona realmente especial, ¿por qué
gritabas, te asusto?
- No veo, solo blanco inconmensurable es lo que

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

tengo en mis retinas, ¿qué me hizo?, ¿qué me


pasó?
- Nada hijo, nada.

Por algo que no entiendo dejo que me contenga como a


un hijo, el tiempo es el que me negó la felicidad de un
abrazo o una caricia de mi padre, lo dejo, me entrego a
su conciencia.
No logro discernir donde me encuentro, siento las
cálidas caricias que contienen verdadero sentimiento de
familia.
Mis ojos no dejan más el paso al blanco negro
absolutos, necesita la diversidad de colores fluir en
todos los rincones, mostrando el esplendor de la verdad
de todos, tomando conciencia, sonidos que no
reconozco plasman el ultimo momento en la calle, y en
la inconsciencia, ahora veo, es mi realidad la que
recorro todos los días, la que me agobia al extremo,
pero la que me mantiene en pie, pasan los vehículos,
personas, carros, caras, mil caras, animales, agua,
nubes, pasto y armas, sigo sentado sin sonido
emergente, sin expresión.
Viro mi cabeza a la izquierda para comprender una
milésima de lo que ocurre, me mira, le pregunto.
- ¿Qué hago acá?
- Nada hijo, solo me acompañas, ¿acaso no lo
ves?
- Solo recuerdo el escape de las risas y
comentarios, y ahora me encuentro en esto.
- Solo tienes que esperar a ver más y luego una
pregunta será la que te entrego, solo una.
- No entiendo por favor, quiero estar con mi

131
Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

familia, se van a preocupar, dejame ir.


- No vas a irte, no tienes familia, ¿acaso la
soledad disfraza de recuerdos tu vida?
- No es que ellos…
- No están se fueron, vos no.

Sus últimas palabras sonaron en mis oídos como


estruendo fatal, me ensordecieron de dolor.
Un torrente de graves escenas que se hicieron carne en
la vereda de este lugar, ver la totalidad de ellas todas a
destiempo me inmovilizo, trazo en la arteria principal
una molestia casi mortal, pido a gritos desgarrados el fin
de siniestra película, que real me enseña la cruda
verdad.

- No es por ti, es para ti, debes entender que no


están, dejaron tu hogar, pero no tu corazón.
- Es que los extraño.

Lágrimas a mares salados desagotan la presión


insoportable a la que me someto.
Me instiga a dejar las verdades y a aceptar el
presente, lo entiendo y no lloro.
Cuestiono todo a lo que a él respecta, porque, para
que, cual es realmente su vida, y como vive así
desamparado, mira mis ojos fijamente, los miro
asa a mí una pesadez, mil espadas orgánicas
atravesándome, siento ver una ciudad, que me parece
griega, unos verdugos matando a un pobre inocente, a
la inquisición, un viaje al espacio, un nene juntando
arena y una ballena comiendo cardumen.

La perplejidad se adueño de mi, y supe quien es él.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

- ¿Qué hace en la tierra?


- Soy la tierra.
- Porque está así, convertido en un vagabundo.
- Cualquiera puede ser el omnipresente, ¿quién te
ha dicho que a la vuelta de la calle en un callejón
no puedes encontrar a Dios?
- Yo no creo en dios.
- Pues no lo soy.
- ¿Entonces?
- Soy, lo que quieras que desees.

No me interesa más que preguntar supongo que lo


es o no, pero logro enseñarme.

- ahora hijo puedes preguntarme.


- Reflexionar quien sos, me llevaría años o solo un
instante, seria fácil entregarme al pensamiento
mágico religioso, pero creo en la física y en las
energías, siento que sos especial, y me siento
especial al conocerte, si sos de otro planeta, o
habitante de un Quark o del vacío mismo, o de la
materia espacial o un planeta…
- Soy.
- Claro… puedo verme vivir hasta la muerte, como
un observador más como vos, que tenés la
realidad de todos en las retinas, en el cotidiano
movimiento, quiero verme creyendo compañía,
simulando ser feliz, esperando a tu lado la
compañía verdadera de todos, en otro espacio,
tiempo u otra vida.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

Diègesis.

(el vehículo publico continuó su recorrido y la gente


ya no hablaba ni siquiera ría, solo quise continuar mi
viaje al estudio continuo y a la “soledad”, pero algo
me forzó a mirar a un lado por afuera, y lo vi a él
inexpresivo como ayer,
y alguien que no logro distinguir, lo acompaña se
encuentran en el mismo estado, lloro por ellos a
desgarro, que soledad, que inexpresividad, solo
pienso en volver a casa a comer en familia.)

Extradiègesis.
No asintió ni siquiera una expresión emanó de su
cara, solo me acomode y el tiempo fluyó como
unidad común entre ellos, él y yo.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

Reconstrucciones:
Su adiós.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

La tarde de Buenos Aires es penumbra, el ultimo claro


fue luz de distancias cósmicas.
Una bala ingresa directamente en el cráneo de aquél
indio del mundo blanco que no desistió nunca de su
cultura inicial, cansado de maltratos, decidió correr con
su mente al aire, mostrando sus ideales al pueblo
rindiendo cuentas a los suyos.
Nunca quiso que lo vean y señalen le molestaba
terriblemente los estereotipos, las clasificaciones, el
mismo lenguaje, todo el exterior de todos, lo martirizaba
de forma impecable.
Mi vida cambió cuando lo vio pasar aquél día de
octubre un 13, maldito martes 13,bendita muestra.
Noté en el fugaz movimiento que debía decidir mi
destino moral, era una bomba en su punto más alto de
temperatura, a segundos de estallar.
La exposición de todas las ideas juntas, (de los sueños,
de los libros que había ojeado, de las caras de todos
nosotros que en algún momento cruzamos, todos
estábamos allí, Clara la puta de la esquina de Callao y
Corrientes, Roberto Delous el doctor del barrio, y tantos
rostros conocidos, como el de mi padre)
Son la expresión máxima de cómo los sueños disfrazan
la memoria de bellos y armónicos detalles.
Vi todo lo que nunca hubiese imaginado en forma de

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

imágenes estáticas, en movimiento.


El desfile de personas manifestándose a favor de la
libertad y soberanía continuaba como si no hubiese
sentido siquiera la fuerza del estruendo sobre el cráneo
color café, yo estático como una roca de mar, sentí los
golpes de las olas sobre mí ,una y otra vez azotando mi
cuerpo de malestar.
Grito al cielo implorando por lo poco que queda de la
vida de aquel señor.
-¡Respeto!
Nadie gira siquiera su cabeza , tengo 7 años y mi voz no
es identificada como común en los oídos de todos los
malditos adultos, nadie escucha, nadie intercede.
El corre, sigue su trayectoria, pero corre lento, se nota el
desgano de su cuerpo pidiendo libertad, fuera de todo
tumulto defectuoso de cadáveres con vida.
Mi padre mira como la gente pasa, quiere participar,
decido por la intriga y el deseo correr tras el indio
blanco, mis piernas tienen problemas para desarrollar
velocidad, no importa no se aleja demasiado, va lento.
Noto a lo lejos donde se detiene, pido a mis neuronas, a
todo mi cerebro que responda con más estímulos a mis
miembros.
El está es sus últimos respiros, me alejan 150 metros, lo
veo cerca como si tuviese los lentes de mi madre.
Por algo etéreo, o lo que sea, corro más rápido, lo tengo
a metros de distancia convencional. Tengo miedo de no
poder ayudarlo, se que no tengo nada que hacer, vi
todo de el, vi a todos.
Por sus sueños lo necesito, por sus ganas de vivir lo
amo, si tuviese que elegir seria mi hermano.
Se que el destino es cruel, una ultima palabra quiero
decirle para que viaje ameno a donde vaya.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

Llamo su atención.
-Señor, (gira su cabeza, no veo el hueco de los ideales.
es su rostro desesperado, con miedo, tan arrugado
como mi codo, esperando algunas palabras.)
-Si. (inaudible afirmación)
-Vi sus sueños correr con usted ... yo lo entiendo, vaya
tranquilo... vaya tranquilo, señor.

Con la última vocal que lleva su mote se desploma el


cuerpo como si de una marioneta rota se tratase, grito a
destiempo, la caída es muy rápida, se fue. Me fui.

Yo gritando minutos después... ese tiempo creo yo fue la


despedida... mis palabras fruto de todo su potencial...
sigo gritando, me rodean, soy blanco... se preocupan
por mi.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

12 (Mi juego de frases)

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

El profesor y el periodista pasean por el jardín. Él se


parece mucho a Artaud, su feble cuerpo transita las
baldosas saltadas, que danzan en pleno ataque. Su
amplitud frontal deja en claro la similitud. Ella no posee
algún parecido o paralelo en el tiempo, se conforma con
ser ella misma. Noto que no quiere ser, que por algo se
pasea junto a él que si se parece a Artaud. Los dejo
pasar como quien mira una paloma y suspira.
Algo me otorga la paz sumergida de sentirme a plena
vida, entre tanto recuerdo nostálgico vedo por la salud
del engominado, que dijeron Francés y Uruguayo,
quizás de todos.
En eso, Jean-Marie Pelt, el profesor, se detiene, señala
con el dedo y dice: Del tango retomo la tristeza y la meto
a mi estomago en crisis leves, en esas noches de velos
negros, en las que el saludo es abrazo y el abrazo un
duelo. En esas oscuras sentencias reconozco una sola y
me acerco, por la incertidumbre,
-Le presento a nuestras abuelas. No les dirijo nada de
mi atención porque conozco la manera de obrar,
continúa el profesor.
Alguien ingresa a la sala.
Y el periodista, Jacques Dirardon, se agacha y descubre
una bolita de espuma que asoma entre los pastos. Algo
es perturbante, no tiene la textura del vino, perezoso

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

vuelve a su posición. En las suaves quejas que vuelan o


se escapan de sus cuerdas vocales no encuentro una
acorde a su posición, dejo que circule en la vida de ese
modo.

Es un pueblo de microscópicas algas azules, en ella


cohabitan las del mar Caspio, alguien diría entonces que
la iniciaciones de las naciones cumple su color, el azul
de los mares que hoy comparten costa, amor de la
destrucción que congrega la conjunción de una unión
con uno mismo y no con el otro.

En los días de mucha humedad, en las tardes de intenso


calor, donde, como, justo como diría Soria.
Las algas azules se dejan ver. Así, todas juntas, parecen
una escupida, estampida de saliva con piorrea activa,
ellos podrán decir que nada de esto ha existido. Mi
tango su baile de Cracatoa inmoral, de arlequines
morlados, sufuentes, marsinados, orquesados.
El periodista frunce la nariz: el origen de la vida no tiene
un aspecto muy atractivo que digamos, solo en
momentos de madrugadas pasadas en agua y vino.
Pero de esa baba, fiel respuesta de nuestras plegarias
anteriores de esa porquería, venimos todos los que
tenemos piernas, patas, raíces, aletas o alas.
Antes del antes, en los tiempos de la infancia del
mundo, nace de hecho el día en que muere el que no
vive, dicho el hecho de una vida posterior nacida en las
penumbras o en la realidad de las actividades
volcánicas ¿cuándo no había colores ni sonidos?, ellas,
las algas azules, ya existían. Echando oxígeno, dieron
color a la mar y al cielo. Y un buen día, un día que duró
millones de años (segundos históricos), a muchas algas

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

azules se les dio por convertirse en algas verdes. Mis


mares de intensos violáceos. Y las algas verdes fueron
generando, muy poquito a poco, líquenes, hongos,
musgos, medusas y todos los colores y los sonidos que
después vinieron, vinimos, a alborotar la mar y la tierra.
Pero otras algas azules prefirieron seguir siendo como
eran.Así siguen estando hoy, azules.Desde el remoto
mundo que fue, ellas miran el mundo que es.

No se sabe que opinan.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

La injuria de Antonin.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

Los aros del hemisferio me absorben, succionan el resto


de mi, me hacen pensar que quizás sea yo quién debe
sufrir por ellos, pero quien mata no muere y quien sufre
no ríe.
Los candelabros suenan colgando en las manos de los
vigilantes, la sombra no tiene vida en esta oscuridad
absoluta, mis sentidos no tienen una nimia referencia de
ubicación, aquí la geografía no tiene importancia, los
colores no pasan por mis recuerdos, no comprendo si
los suelos de Akranes tienen el amarillo brillante que
creo que tuvo en aquella ultima visita al alma.
Una celda es abierta, un grito de desgarro resuena en
las afueras, lo oigo como propio. Imagino un día
rodeado de gente en movimiento, toda viva, pero el
hedor me devuelve la realidad de muertes recientes y
recientes en todas las direcciones posibles.
Artaud me había contado de un lugar escabroso en la
punta de un témpano de hielo, en un día con palomas y
árboles que vestían la plaza de Gales, donde en el
banco dual compartíamos imaginarios escenarios
repletos de realidades dispares comíamos pollo frío.
El sudor surrealista no tenía idea de que sus sueños o
delirios me absorberían realmente, murió arañando la
pluma, él olvidó en su muerte mi vida futura y mis
tormentos ahogados en penas que ya no importan.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

…………………………..

Las piedras lloran, la humedad me agobia, sus hedores


de descomposición no terminan nunca, y la cantidad
excede, de las montañas mentales no obtengo más que
la ignorancia interpelada con el dolor extinto, muero solo
de a ratos, pero despierto en el arena del domo, y los
tigres me arañan, su pluma termina el acto final.
Los candelabros resuenan por los movimientos bruscos
de los vigilantes vigilando cada celda. El hueco no tiene
salida y si la tuviera no saldría, el dolor me envuelve
sobremanera, me tiene preso e hijo, lo quiero y me
quiere, sobremanera, claro está.
El témpano era de los más altos, el hemisferio el más
frío de todos y todas las galaxias. Aquí los escritores
montan caballos sementales, digo sentimentales.
Me duele un ojo, hormiguean mis ojos de un dolor
refinado, se entumecen por esa lógica de mercado, me
entumecen los recuerdos de aquella vida en la plaza.
Me lo repitió infinitas veces, lo hizo una y otra vez, no lo
escuche, ahora contemplo su mundo a fiel reflejo del
mío (en sueños).
Su voz la identifico de la salida, pero como ubico su
salida, o la mía, no tengo la nimia respuesta de mis
sentidos que agobian y retuercen mi destino. No
conozco de salida porque nunca entre, no me muevo
ahora porque los cuerpos me oprimen al grado de la
inmovilidad, solo cavilo con la tranquilidad del buey.
Susurros de salida, pero quien osa molestarme entre la
muerte y mi muerte, entre los pensares de mis días y las
carreras de caballos. Su voz es familiar, al igual que su
olor, pero la muerte me rodea y no huelo como debería.
He aquí el triángulo de agua…

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

Su voz me es tan familiar como el sonido del candelabro


al pasar en su ronda nocturna.
Caminando con su paso de chinche, pero que bajo la
chinche ardiente, se a vuelta como un cuchillo.
No tengo los colores, ni la imagen pero lo veo sin verlo a
él, me mira (supongo), nos miramos por vez primera en
el alba de Octubre, en la plaza de Gales el Príncipe.
- Muero, morí o vuelvo, ¿quién hace mayor cuestión?,
de nada me sirve, y de nada tuve eso. Río de tu sueño,
me devora saber que fui yo quien te ha condenado,
entiendo de mi condición y comprendo la penumbra,
hasta a mí me abruma, no es el fin, no es el comienzo,
no es, no lo medites, no lo rechaces, no hagas más que
olvidar en el subconsciente eso te podrá ayudar en
algún futuro de vegetación de columnas y nudos de
espiras_ dice que dice y no dice por que no lo veo, solo
lo escucho.

La noche me invade, ahora sin sueño, cierro los ojos, lo


puedo sentir, es físico y nada lo interpone a mí, eso me
da seguridad de que existo. Mis extremidades cuelgan o
se oprimen, siempre mantienen esa estática
insoportable en los primeros minutos. Todo se
desvanece, abro un ojo con algo de miedo, pero
recuerdo que no puedo asustarme de lo que solo tengo
el tacto y no me fío para nada de él, siempre fui mi
visual.
Extraño la plaza de Gales donde crecí.
- Homero has fuerza, solo quedan unos minutos_
alguien dice.
Tierra húmeda me toca el rostro, siento el hedor del
caballo y sus restos de residuos, me duelen los ojos y
las pera, las piernas no las siento, los brazos cuelgan de

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

una madera.
El bullicio de la gente deja pasmado al propio Homero,
es la plaza, no es Gales, no hay Artuad, no hay palomas
ni témpanos.
No comprendo porque, quien son ellos, porque me estoy
así, ¿Qué he hecho?, me miran aplauden, un hijo de
alguien clama mi muerte, ¿muerte?.
Quedan solo unos segundos, cierra los ojos.
Acto voluntario de obediencia, cierro los ojos, siento,
siento, siento.

…………………………………………………………………
……
Rueda la cabeza de Homero, no hay más que un olvido
o suspiro de microsegundo.
…………………………………………………………………

Todos miran en el templo, aguardan que despierte, sus


simbolismos son algo de lo que fían en Atenas. El ágora
aguarda a sus genios.
Despierta al fin Zenón luego de movimientos y gritos
desgarradores.
-Palomas, muchas palomas_ dice Zenón.
El pueblo oye sus palabras de anuncio, salen a las
calles en busca de las respuestas del oráculo. Él vuelve
a su celda, donde aguarda la nueva videncia.

Sus candelabros me asustan, los barrotes me instigan a


meditar sobre la última videncia, quien mata no vela, no
puedo sostener mi presencia en mi propio entierro, no
quiero más esta barbarie, veo y solo olvido, recuerdo en
alucinaciones por favor a un pueblo ignorante del futuro.
………………………………………………………………..

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

Una mano sostiene el candelabro, otra una soga.


Tu muerte fue anunciada ayer_ es su voz, la reconozco.
……………………………………………………………

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

Unión.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

Mi furia corre de las venas, de las órbitas oculares, lo


veo pasar, se ríe y no me causa gracia. El acero de años
de guerra mundial me encierra por sus falacias. Mientras
sus amigos “viven”, yo me resisto a la libertad
asumiendo el rol asesino serial, pero quien mata por el
goce no es cruel, lo haré en cuanto vuelva a la realidad
opresora.
Su cuello me recuerda como nada puede ser de lo más
normal en mí suceder constante de días/horas. En el
tatuaje la piel de iguana significa la menos tortuosa de
los reptiles.
Mi cuarto tiene exactamente 1200 ladrillos irregulares,
todo el color interno es un gris oscuro encimado más al
negro absoluto. No hay fotos rodeándome, queriendo
simular una vista irreal de la realidad de algún instante
efímero, solo somos yo y yo y la cama.
Si sueño tengo miedo, si hago planos del futuro
comprendo mi condición de encierro, si intento volar
lejos de mi, me da terror ver lo que no veo, es decir
imaginar lo que podría ser, sin serlo, es cuando
encuentro sazón en las mil doscientas sumas
progresivas de los ladrillos grises casi negros. Las horas
intentan no absorberme pero las aspiro yo y yo.
El inodoro es el único elemento que me aleja y me da
placer, el espejo un enemigo cruel, de los que te matan
por la espalda mientras el mundo mira de afuera
curiosos por verte morir.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

Dos menos uno.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

EL: (Habla por teléfono), ya hablamos... no puedo dejar


que me uses de vuelta y que me tires como si nada,
¿quién te crees que eres?, Dios no existe idiota y todas
tus fantasías se esfuman porque no tienes amor.,
¡Éramos amor!, hablábamos amor, mirábamos amor,
hoy somos tan ciegos como aquellos que viendo no ven.
(La luz se apaga y sigue)
...No me llames más, no quiero que me hables más, por
favor déjame ir, que me dueles mucho, muchísimo.
(corta muy fuerte). Suena el teléfono atiende
rápidamente.
..Te dije que no me llames idiota.
Ella: ¿Qué pasa amor?
El: No, es que, recién me ha llamado...
Ella: ¿Otra vez? Esta tipa no tiene límites.
El: ¡No!. No aguanto más, me voy, no quiero escuchar
más nada.
Ella: Pero amor no sigas el juego siempre es lo mismo,
míranos como somos juntos, como nos reímos y como
lloramos cuando nos delata el alma.
El: No. No, pero tengo,... por favor déjame pensar.
(se apaga la luz)
Suena el teléfono.
El: ¿Sí?. te dije que me dueles muchísimo, ¡por favor
déjame!, me haces perder, me quieres ver retroceder,
siempre es lo mismo. Probamos cien veces, nos
lastimamos, nos faltamos el respeto muchísimo, por qué

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

quieres seguir.
Estás enferma no te das cuenta pero estás enferma, yo
sé que tengo una adicción a tus olores, a tu boca y tus
caricias, pero no es así, no puedo, asomas y solo me
pierdo. córrete de mi camino, hazte a un lado, no me
hagas paredes imposibles, que quiero salir, y caminar.
(Cuelga, mira el teléfono, marca un numero)
El: ¿Tienes lo qué te he pedido?, si, la Bersa. Bueno
paso en cuarto de hora, tenla preparada... no no te
hagas problema, es para asustar a un deudor que me
está jodiendo la vida, lo asusto y ya. Por si acaso,
dámela cargada. Bien, te la llevo en un sobre.
Vale, cuídate, estoy saliendo.
(cuelga el teléfono)

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

Texto encarcelado.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

Cierro los ojos buscando sentirme gaseoso, surcando el


oscuro espacio.
Pienso en la fuerza que me ata a ser cuerdo en mi
mente, y desato mi furia.

De pensar que todo se extingue con la velocidad de mis


años, que lo he leído todo,

Que lo he admirado y sentido todo, con las ganas de un


entusiasta.

Cierro los ojos que no me dejan concentrarme en la idea


de que todo se extingue una y otra vez.

Mi aire me recorre los pulmones y no me acerco a mi


alma, me despido.

Las ideas, las respuestas que creí buscar, las descarto,


con todo el dolor del mundo, descarto mi mente y mis
pensamientos, los abandono, los desecho y los hago de
la tierra y los mares, porque deseo que mi muerte y mi
vida sean lo mismo.

Quise contestarme porque existía, porque mi cuerpo


contenía mi consistencia única.

Quise adueñarme de cada vida para olvidarme de quien

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

soy, y he desistido, lo admito, he desistido siempre,


porque me hallo desnudo ante mí y no me reconozco.

NO HAY FORMA DE CONOCER LA INFINIDAD,


NUNCA HABRÁ FORMA QUE INTERPRETEN
NUESTRO CAMINO.

ESTAMOS EXTINTOS ANTES DE PENSARLO. NOS


DESHACEMOS FACILMENTE.

Simple.

La vida es apariencia verdadera, según un Borges con


rostro de Goethe. Con solo pensar que debemos
apreciar en nuestro campo de 20 grados verticales y
unos escasos 30 grados horizontales la vida misma,
podría llegar a la conclusión que no vemos nada
realmente. Que ver, observar y focalizar son gestos de
una cámara viva, de un aparato interesante pero no
infinito.
Me canso de ver, de observar, porque mi cerebro tiene
que procesar, dar nombres a cada maqueta que tiene
frente a su vista, algo así como la alegoría de la
caverna, de ese que fue muy grande en su tiempo. Y
establecer un contacto de milisegundos es parte del
esfuerzo para que nuestra maquina funcione y elabore
una sinapsis neuronal, entonces es cuando elegimos
que hacer, si observar o simplemente ver.

Me duele la retina y elijo solo meditar sobre los


fragmentos de recuerdos, asociar, perpetuar.

¿Qué tiene cómo filosofía la perpetuidad?

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

Elegir el paso constante de un tiempo irremediable, de


una variable única con la cual pactar un idilio, un
segundo infinito. Podría ser la mirada que se encuentra
en tu imagen mental, esa que has creado con tu ser y tu
ser con tu otro ser que no se desentiende del primero.

¿Por qué deberíamos sanar a la humanidad?

No hay claridad y no debe haberla, estamos sumergidos


en un camino que no ofrece tregua alguna con los
demás.

¿Podríamos hablar de equivocarnos?

Estaría faltando a la gran respuesta, no hay un


humanidad colectiva, solo hay focos de algo que es
sobre humano, algo así como una molestia en un dedo,
pero solo eso.

Y utilizamos códigos lingüísticos para comprender que


deambula en nuestros lenguajes internos, si hay
prácticas de anclaje con el presente o es una mera
conversación con el cosmos. Hablar de aquello que no
comprendemos, dejar ser teorías modificables con
tiempo, solo por saciar la irremediable manera de querer
ser responsables de lo que no tiene explicación.

Y creer que evolucionamos.

Hay pocas maneras de revocar la marea enorme que


nos viene encima, y no corresponde a una sentencia de
pensamientos o una concatenación de palabras poco
creíbles. Es simple, dejar de existir, solo eso acaba con
el problema inicial.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

La banda magnética.
Kurt.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

-¡Quiero mi documentación ahora mismo! ¿No entiendes


lo qué digo?_ dice Kurt mientras se apoya en el
mobiliario de la embajada.
-Ya le hemos dicho que es lo que hace falta, por favor
retírese o tendremos que llamar a los oficiales, no
tardaran más que un minuto en arrestarlo.

-No comprendes, ¡parece que no comprendes!, ¡yo de


aquí no me muevo!, sin mi documentación no muevo ni
un dedo de este puto lugar, ¡Estoy harto de estos
trámites de mierda! ¡Todo son colas interminables bajo
la lluvia! ¡Ni siquiera tienen el agrado de dar citas!

Los agentes de la ley no tardan más que un instante en


aparecer en la escena.

-Señor, tendrá que acompañarnos.

-Nada de señor, yo me quedo aquí, no me muevo. ¡Soy


de este puto país!, me tienen que dar mi nacionalidad
nuevamente, no entiendo porque me la han quitado. Soy
hecho en este país, es inconstitucional hacer algo así.
Así que por las malas me quedare aquí hasta que me
den mi identidad.

-No puede ser posible, lo sabe muy bien Kurt.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

-Veo que sabes mi nombre, hijo de puta, ¿Qué mierda te


crees?, eres un agente de la ley, y la ley no significa
nada, es pura mierda mal escrita, acaso el poder de ese
uniforme te hace creer que eres más que yo, ¿es así?

-¡Tendrá que acompañarnos!_ el agente lo coge por la


muñeca.

-¡Suéltame hijo de puta!, ¿qué te han dicho en la


academia?, ¡seguramente te pagan una mierda!

La gente continua esperando en la cola interminable,


bajo una lluvia constante, comienza una pequeña
revuelta, algunos hartos se agolpan contra el portal
principal.

Dentro Kurt continua discutiendo con el agente, este


intenta nuevamente llevarlo por la fuerza, kurt suelta un
puñetazo certero sobre este y lo deja tirado en el suelo
inconsciente. -¿Qué has hecho?_ coge la pistola, se
acercan tres agentes.

–¡Suelta el arma!

-¡No suelto nada! Ahora me escucharan, yo no he hecho


lo que dicen, no pueden privarme de mi nombre real, me
llaman Kurt desde que sucedió todo, mi nombre no es
Kurt, tengo una identidad y solo quiero que me la
devuelvan.

Una señora comienza a gritar junto con él. –Ya no eres


quien quieres ser, tienes que aceptar, el error lo has
cometido, y las leyes pagan, justas o injustas las leyes
dictan los límites, ¡y tú los has quebrado!

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

-¿Cree más en los juicios públicos del ágora qué en mí?

-¡Desde luego! El ágora es el sitio justo donde se


encuentra la verdad, ya no es uno de nosotros, tiene
que aceptarlo y marchar.

-¡De aquí no me muevo! Repito, mi identidad dará


algunas de las respuestas que necesitan para el dialogo
abierto. Solo tengo mi mente que me dicta lo que debo
hacer, ¡y esto es justo para mí! Y para todos.

-¡Mátenlo!_ grita un anciano tapando su rostro, por


temor a reprimendas. El resto anima la idea.

-¡Suelte al arma!

-¡Prefiero morir!_ toma con la mano libre algo de su


bolsillo, parece ser una cápsula de plástico.

-¡Quieto!, ¡Deténgase!

La cápsula ingresa a su boca sin mediar palabras, Kurt


la mastica muy fuerte, con la mirada puesta en un
agente, este mira el techo, niega con la cabeza,
negando la injusticia, no habla, solo traga el liquido.

Cae desplomado como si las balas invisibles le


destrozaran el cuerpo y la vida de inmediato. Los
agentes guardan sus armas y piden a gritos ayuda.

Kurt ha muerto.

Kurt ha dejado de ser el que llamaban, su nombre se ha


callado junto a las voces del ágora.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

162
Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

HWW.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

-¿Ves?
- Si, pero como puedes buscar las palabras que quieres
encontrar.
-Pienso en la palabra y de ahí se busca en la base de
datos que me cargaron. puedo tener todo de solo
pensarlo, pero no es una versión de las mejores, porque
hay más avanzadas ahora, con vídeos y sonido, como
un recuerdo, pero fidedigno de lo que realmente pasó
sin necesidad de embellecerlo todo con la mente.
-¿Te sirve?, yo no lo usaría.
-Sí, me sirve, ¡qué pregunta estúpida!, claro simio, estoy
conectado a un satélite, si en mi registro no está la
información que busco la hallo más tarde en la red, los
más avanzados tienen una velocidad de conexión muy
alta, si los ves parecen que no tienen más que una
mente genial, pero todo engaña a la vista, ¿no?
-Sí, pero en tu conciencia sabes que todo lo que posees
no es por esfuerzo y ley natural, sino por la artificialidad
de los nuevos descubrimientos que te lo facilitan.
-Será como quieras pero ¿quién es el que no conoce
Europa?
-¡Yo!, pero tú tampoco la conoces.
-Si claro. tengo fotos vídeos de personas, recuerdos
públicos que dejan en la red, recuerdos compartidos,
conozco Europa, porque caminé con el Cromme.
-No lo sentiste.
-No , pero los nanochips más avanzados si, transmiten

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

onda por todo el cuerpo simulando el alma, incluso hay


más energía en ellos para estimular las partes del
cuerpo que tienen más contacto con el alma.
-Soy de carne y huesos, tú ya no eres parte de nuestra
especie.
-Esa es la aproximación más verdadera a un
pensamiento. Soy de la misma especie, ignorante.
-¿Quién te hace tan soberbio?, ¿lo qué tienes dentro de
la cabeza?, ¡estás perdido amigo!
-¡Yo no soy tu amigo, idiota!, nunca lo fui, ahora deja tus
envidias que me tienen muy molesto.
-No, ¡no hay envidia!, no conozco ese sentimiento, solo
me da lastima ver como te hicieron de otro lugar. Donde
quedaron, ¿tus oídos? ¿tus ojos? ¿tu visión del mundo y
nuestra especie?.
-Solo tengo información sobre eso que puedo bucear
cuando lo desee, pero no me interesa ahondar en las
irregularidades de tus meditaciones generales.
-¡No!, te equivocas, pero esto no lo sostengo más. ¡Me
voy!, me he cansado de tus mañas lúdicas, de ver tanta
soberbia frente a mí, has cambiado mucho.
-Yo, yo y yo, ¿quién más entonces?, los cambios nacen
de la indulgencia.
-¡Esas no son tus palabras!

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

Un minúsculo cambio de
ideas.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

-¿Qué quieres hacer con la revista?_ le digo sentado y


desde mi ordenador a 12.000km de distancia.
-Denunciar al poder, a los políticos que se cagan en el
hambre de la gente, que condenan a sociedades
enteras a la miseria. Creo en construir un mundo
solidario, creo en ayudar a los trabajadores, en donde y
como sea._dice seguro desde su ordenador lejano.
-Una de la claves son las cooperativas, desde ese
camino la economía puede sufrir un gran y potente
cambio económico y social._le digo yo, aún más seguro.
-Cooperativas, fabricas autogestionadas, control obrero,
revolución._ dice conteniendo algo de ira mientras
habla, lo veo.
-Exacto, si las personas toman el poder, en su justa
medida, se distribuye, y es cuando se renueva un
bienestar que puede contribuir a una estabilidad y a un
crecimiento intelectual importantísimo, carecemos de lo
último._digo ajustando palabras, prefiero leerlo.
-Entonces, la tarea hoy en día, pasa por concretizar,
ayudar al desarrollo intelectual y moral de las
personas._dice.
-¿No ves el retroceso de nuestras generaciones?._digo
complaciente.
-Si, veo la violencia, alcoholismo extremo, la generación
estúpida por la televisión, la carencia total de educación

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

real, nadie se preocupa por el saber, pero si por ver el


gran hermano._dice concluyendo.
-Quizás en esa utopía mental logres tus intenciones de
cambiar eso, entre otras cosas, no olvides que el
pensamiento es información compartida, esa es la clave
para que vuelvan las revoluciones._ digo aconsejando.
-Si pero también se requiere de la elevación exquisita,
no solo de la mente, sino también del brazo ejecutor._
dice complacido de si mismo, eufórico por dentro,
creyendo en el pequeño gran cambio.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

Es algo tarde.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

Es algo tarde, las porciones de sus manos tienen sangre y


ya no puede decir perdón. Sus retinas ya no la reflejan a
ella, eligieron a fuerza sin voluntad de dejar de ser sus
luces furiosas en la oscuridad.

El día ya no tiene más que incineraciones en la ciudad,


mira desde el balcón como fallecen sus sueños, y como
acepta su muerte en una huida más de su propio sendero.

Es algo tarde, el reloj no marca su hora, solo mira el


balcón y el vacío.
¿Tiene sentido morir?, toma un abrigo, su gorra color
beige, abre todas las puertas de salida hasta llegar a la
avenida que siempre fue ruta obligada a su hogar.
El cielo está tan oscuro, alguien dice al pasar que viene
una tormenta muy fuerte, ella solo piensa que lo peor ya
había pasado que son solo unas gotas de agua caer con
gravedad y caída libre.

Camina sin saber bien a donde llegar, su pequeño bolso


tiene solamente dinero y algunas fotos, seguro planea
volar a algún país distinto, ya Francia no es de su gusto.

Las sombras aparecen luego solo se disipan, mientras,

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

contempla en su caminar una cuenta numérica de las


baldosas rotas las sanas, mismo con los coches de color
beige, porque es su color.

Alguien toma su muñeca izquierda.


-Déme su bolso señora.
-¡No!, suélteme, ¿qué hace? ¿Qué le hice señor?
-¡Nada!, déme su bolso ahora mismo o la golpeo.
-¡Pero no puede hacerme esto, señor!
-No la conozco señora, claro que puedo hacerle esto y
más sino me da su bolso ahora mismo, tengo un revolver
en el bolsillo derecho mi mano la apunta bajo el piloto,
no sea ingrata y déme su condenado bolso ahora mismo.
-¿Condenado?, mi bolso es mío y lo elegí, no hay nada de
malo, por favor tome mi gorra pero el bolso no, es muy
importante para mí ahora mismo.
-Parece que no entiende, ¡démelo ya!_ mueve su piloto,
aprieta el fierro sobre su cintura, él no miente, su
intención es llevarse el bolso o lastimarla en su defecto.
-No, señor.

Intenta desengancharse de su mano pero tiene mucha


fuerza, sigue jalando, él solo aprieta sin mayor cavilación
que la de una paloma en pleno vuelo matinal sin anunciar
el verano.

Cae sin fuerza alguna, mientras esto sucede él toma su


bolso, golpea contra la dureza misma de la realidad. El
cielo es muy oscuro, recuerda esa gente al pasar sabiendo
la lluvia, ve su rostro, el de su marido en su propia cama,

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

con el té que tanto amor le preparó antes de clavar la


daga en su pecho. Lo merecía el muy hijo de puta, sin
ánimos de ofender.

La lluvia comienza su trabajo, las gotas son muy grandes


y caen enamoradas unas de otras, muy juntas, la gente se
agolpa bajo los techos y ven como se desploma.

El agua toma su cuerpo, él solo corre sudando sobre el


agua, ella pesa menos, sus ideas se desvanecen en energía
extinta.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

Inequívoco azar.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

(él y alguien. Quizás yo)

En sub grupos nos estamos marchando, la fiesta ya dejó


de ser el éxtasis, y las drogas alternativas colapsaron
algunos cuerpos nocturnos. Con tres personas más, que
no conozco ni recuerdo conocer de estos encuentros, nos
vamos alejando de la interna tempestad que nos azota
cuando los sonidos y luces nos elevan al quid de
consumir.
La noche como todas no poseía luz natural, como es en
las grandes urbes (un continuo atardecer que se crea por
todos los artificios que rodean casas, negocios, edificios
y demás componentes útiles en la calle). Es de día siendo
una noche típica, ya me olvidé del horizonte, sin contar a
las estrellas que deberían ser 35.000 y solo diviso un
puñado.
Las trivialidades no hacen esperar, no nos conocemos,
nunca salimos juntos de ningún lugar, pero siempre hay
primeras veces en todo, entre algunas de esas cuestiones
surgen caminar en dirección a una avenida, la llaman 9
de julio.

-Por aquí, creo que es por aquí. _Añade uno de los tres.

A decir verdad es mujer pero su estilo de vestimenta

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

difiere mucho del que actualmente se usa para mujeres,


ni siquiera las vanguardistas lo poseen, es extraño porque
encierra un glamour interno, esa ambigüedad entre el
trato y sus gestos deparan en las fantasías más
insospechadas, creo que ya tuve alguna.
Las baldosas no paran de pasar, es casi una obsesión
contarlas una a una, luego cometo la misma estupidez en
las paredes de los frentes de las casas, una vez caminado
unos metros en la calle 9 de julio, cuento automóviles,
ventanas.
Una presión poco común me abarca toda la frente, los
ojos a punto de explotar rodean el cuadro, siento
adrenalina pura fluyendo como torrente continuo, dura
segundos, todos me miran y giro, los observo perplejo
como si fuesen los causantes de todos los males de mi
cuerpo, del mundo y sus gobiernos y de porque existan
reality shows , televisión y esas trivialidades de las cuales
hablamos casi todo el tiempo como el fútbol, la crítica, la
sub cultura musical, la violencia como deber adquirido
para usar, ellos perplejos también, quizás esperando
alguna reacción más, solo atinan a cuestionarme.

-¿Por qué nos miras?, ¿te hicimos algún mal?._ Las otras
dos personas son dos hombres de 40 y 30 años, creo. Uno
viste como un gay estándar, remera negra, jeans y un
pañuelo blanco, peinado con gran esmero y un excedido
bronceado. El otro sujeto viste de remera, con unas
inscripciones delante y detrás con el material de moda en
estampados, pantalones cargo verdes y unas gafas
plateadas. Sin respuestas intentan nuevamente de

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

establecer conmigo al menos una comunicación.

¿Cómo te llamas?, escucha no te vamos a hacer nada te


queremos ayudar, me parece que la ketamina no era para
ti, ten cuidado cuando tomas, ¡no mezcles!._ Suena a
centroamericano pero por momentos, su habla resulta
desconocida hasta ahora mezcla lunfardo, con
argentinismos típicos.

¡Nunca se mezcla!, _dice el treintañero, soltero típico de


moda.

Creo que no esbozo un mínimo movimiento de la parte


inferior de mi rostro, pero algo los motiva a acercarse,
me tocan la nariz, miro hacia arriba, el cielo sin estrellas
parece comenzar a rebalsarse de ellas, todo el blanco que
pueda abarcar mi campo visual comienza a topar esa
visión única de las constelaciones, planetas y vía láctea.
Un negro agotador es mi campo de movimiento, escucho
voces no se sí son ellos, mis hermanos, mis tíos en
alguna cena que tomé de más, o mi mamá en la fiesta de
casamiento de mi primo Simón llenándome de sermones,
de esos que diferían de la mentira.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

El regreso.(él)
Las miradas extrañadas de los tres desconocidos me
aterran, por un segundo casi eterno no comprendí sus
facciones, todos o ellos tres juntos me provocan
movimiento cerebral mucho movimiento, son esos
pesares que se sienten cuando sufrís mucho por amor, por
celos o por la vida de todos.
En apenas esos segundos de inactividad recordé como
mirar un cuadro y como observarlo que nada tiene que
ver, como me decía mi tutor cuando niño, de Leonardo
Da Vinci, florentino, genio particular, me mostró cada
faceta de verdades y mentiras, procesado por mi mente
como impostor de los grandes talentos del renacimiento,
nunca dudó de su genio, que lo abarcaba todo lo terrenal,
ficticio, mítico, único en su genero.

-¡Basta!, tenemos que irnos, tenemos cosas que hacer._


Con voz particular de enojo en una bella mujer (a su
manera).

-Bueno , bueno no exijo nada de ustedes, no los conozco


siquiera._ Yo, alterado y desbordado por la situación.

La cadena de cuadros enlazados a 24 cuadros por


segundo, me deja entender parte de la realidad, esos que
saltean movimientos son automóviles, a velocidades
entrecortadas dictan la sentencia de la filosofía
aristotélica de las teorías de los movimientos, “un cuerpo
es imagen estática y avanza sin tiempo manteniendo su

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

unidad física, por lo tanto son millones de cuerpos


ocupando todo el recorrido”, millones de autos pasan
realmente, yo me percato de unos pocos, igualmente la
filosofía en los niveles de credibilidad trastabilla en el
abismo con la Biblia y sus contenidos míticos y mágicos
religiosos. Ahora solo son escépticos por moda.
No hay más que los sonidos comunes en el andar
cotidiano de cualquiera, autos, sirenas, aire en
movimiento, árboles que agitan suavemente sus hojas,
pero ningún comentario sobre mí persona, ni los hechos.
Ahora, para mí, bochornosos, algo de remordimiento
nace en flor.
A mi izquierda la chica ( ahora con lucidez, veo mejor),
levemente torna su cuello en mi dirección y me mira, sus
ojos no expresan deseo, vida, veo mis ojos nada más.
Sacudo la cabeza negando la situación, sigo un poco
aturdido. A la derecha un quiebre de sonidos, generan
palabras, solo hago oído al pasar de ellas.

-Algo lo ha perturbado._ Dictamina el hombre del jopo


arreglado, noto la variación en las pronunciaciones.
-El sabe lo que hace, no me gustaría que vuelva pasar, me
asusta, puede pasar un policía y estamos hasta los codos
en pruebas en nuestras contra._ Miedo solo miedo
demuestra, parte de la psicosis del coctel.

Viro la mirada a la chica, para mi sorpresa esta corre


directo al malón de carros móviles.

-¡Para!._ Corro a ella directamente sin premeditaciones,

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

ni entendiendo que todo trae consecuencias. Asombrados


los otros dos, adultos no tienen el mismo reflejo,
comprendo que estoy solo tras ella y que mi vida en
segundos puede marchar. La velocidad de mis piernas no
son de lo común, nunca hice deporte alguno pero los
asombros continúan estableciéndome más misterios.
-Para, ¡por favor!_ no sé por qué lo hago, nunca
comprendí el bien como acción, solo fue algo que me
contaron en toda mi niñez, ¿por qué hago todo esto?, creo
que soy humano y esa respuesta basta.
Abalanzo mis 70 kilos contra los probables 40 de ella, no
encuentro otra manera de poder rescatarla del azar
determinativo, ( mal llamado destino).
En la carrera y en el salto mismo, ella frena de improviso,
y el vuelo ya no reconoce el retorno y estrello toda mi
fisonomía contra el pavimento, acto seguido la
avalancha de ruidos inextensibles, diviso un camión y su
bocina, alzo la mano implorando ayuda -dicen que en
momentos de peligro uno en la cuidad si es asaltado tiene
que gritar : FUEGO, FUEGO!, es la única manera de que
la gente se acerque, luego por inconsciencia ayuda-.
Las facciones de ella se transforman, es una espectadora
más, toda su cara se contrae.
Comprendo que es el fin de mi vida, y los cuadros ya no
pasan a 24 por segundo, tienen la capacidad de viajar con
la luz, así es como decido despedirme. Cierro los ojos, se
me cierra el estómago muy fuerte, el miedo me aborda,
grito con la fuerza de los mil autos, de las personas que
sufren, me van a oír morir. ¿Tiene sonidos?

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

El salto.(uno de ellos)
-¡No!_ la última sílaba se suspende, a medida que se
suspende mi corazón. No comprendo nada de lo que
sucede, un camión se abalanza sobre él, a toda velocidad
y no se detiene, el rostro inmediato del conductor ocupa
toda mi concentración, el siente la mirada penetrante de
todo mi pesar, instantáneo. Rápidamente vuelvo la
mirada, la rueda lo aplasta, la chica quien sea, hecha a un
lado mira en medio de la avenida el advenimiento del
bólido, que ha cometido como pecado mortal, nadie
merece ese tipo de incomprensiones físicas. Es arrollado
y la piedad de Dios no hace más que esconderse del
hecho. Mi compañero de acera, mira el espeluznante
espectáculo inerte, perplejo por la cantidad de sucesos
incomprensibles para nuestro canon de probabilidades de
accidentes, simplemente algo impensado.

-Oh Dios, Oh Dios, ¡haz que pare!.¡Por favor ayuda!_


implorando digna muerte.

Yace ensangrentado, todo su cuerpo brota en plaquetas y


virus despegando al aire en todas direcciones, sus venas
centrales emanan a chorros todo su contenido, lo abrazo
como a un hijo, el que nunca tuve.

-Déjame morir aquí, no quiero vivir, no siento nada... y ni


siquiera... te conozco (tose), pero me siento con toda la
paz... gracias.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

No deja de mirar el cielo no oculta su admiración por eso


inabarcable que no lo ayuda en su destino final. Gabriel
se acerca, el tiene la fuerza su interior es salvaje, su
adultez diferente a la mía, comprende las
diversificaciones de los aconteceres.
No deja de sostener su cabeza, la agita en forma de
negación, muerde sus labios inferiores, no nos mira ni a
él que ni siquiera se su nombre, ni a mi que compartió
todo el viaje de errores nocturnos.
Miro nuevamente no me canso de acariciarlo, lloro por su
madre, sus hermanos, y toda esa gente que creo que lo
rodea, intento olvidarme de todos los problemas que me
enfrenta con la sociedad, trato de salir de mi introspectiva
ambulante para realizarme como ente viviente, ante su
muerte. Es cuando las palabras sin sonidos producto de
mis pensamientos comienzan a instigarme, la muerte es
solo el tiempo que pueda sortearla, nadie escapa de su
sed, todo futuro se derrumba, extraño a mis primos en los
días de veranos, a los familiares y las salidas en conjunto,
las peleas con mi padre (fruto de mi gusto sexual),
comprendo que no están preparados, pero los amo igual
como lo amo a él que dejo de respirar el smock que
desequilibra a todos inclusive a esa chica.
Ella mira perdida, pero con una distancia, deseo por
momento su muerte también, no me atrevo a reflexionar
solo la miro con odio, intenso odio. No hace más que
mirarme de abajo hacia arriba en sucesivas veces, eleva
su mirada al cielo, escupe dos palabras al cielo.
-¡Sinecuanon!, ¡Sinecuanon!
Se desmorona por faces, arrodillada luego desplomada en

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

el pavimento, noto que habla sola. Siento lástima por


ella, por él en mis brazos, lloro mares, busco la salida a la
mar.

El trágico renacer. (ella)


Me mira, maldito entre todos los vivos, porque me miran
todos. No hice nada, mi vida me aburría y decidí morir
porque me cuestionan haber corrido, nunca imagine que
alguien me seguiría a la muerte segura, no confiaba en
nadie que pueda lograr eso, lamento su muerte, ahora
confío en él que está ahí despojado injustamente de todos
sus principios de sus valores, afectos, locuras y
reflexiones, todo pesa sobre mis hombros, pero no quise
que muera, quise morir. El reflejo del cuerpo al esquivar
y dejarme presenciar todo el accidente fue lo mínimo e
indispensable que necesitaba para saber cuanto quiero
vivir , a costa de otra vida.
No me preocupo por mi futuro el tiempo se la va a pagar,
lo sé. Pero necesito saber como llegar a morir así, elegir
el momento cuando alguien lo necesite, allí estaré para
morir como un héroe, porque así lo dispuso mi camino.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

Despojo.( el otro).
Las palabras como sonidos de mensajes salen
incomprensibles de a poco, los receptores ellos y ella, me
provocan ira, esta situación no la deseaba, porque habría
de vivirla, contemplarla de inicio a fin con todos los
problemas de una persona que nunca entendí porque
nunca la conocí, nada apunta a que sufra, pero si a que
odie del interior, fuertemente.
Podría ser el fin de mis días, pero no lo es. Ellos, Él o lo
que sea realmente quieren que presencia y establezca la
verdadera comprensión. Solo veo oscuridad, muerte,
soledad, impurezas de las cuales nadie debe contener en
excesos, me sulfura saber de sus acciones, eso
desemboca en las personalidades claras a mis ojos. La
diversidad de las pensares me ofuscan. La lealtad
construye el fin, no me interesa hablar, solo camino a
cualquier lado en busca del horizonte, de la luz natural
que comienza a resplandecer en los recovecos más
inhóspitos de la ciudad, donde nadie acude a los
llamados, donde se corre siempre en busca de algo,
corriendo tras la zanahoria. La luz evidencia lo ocurrido,
mi cuerpo camina lento retirándose, quizás mañana en
algún lugar lejano a donde pueda partir tengan las
estrellas necesarias y el horizonte claro, aquí la única
claridad es funcionar como un eslabón más es esa carrera
por el éxito y los fracasos.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

Ernest Heminway escribió una vez:


El mundo es maravilloso y vale la pena luchar por él.
Estoy de acuerdo con la segunda parte.

(Las sirenas resuenan en los oídos de los amanecidos


transeúntes, lo conductores se quejan del mal
funcionamiento de la planificación de la ciudad y sus
arterias para el mejor desplazamiento del trafico. Todo
condice en algo, la muerte juega, maneja y disfruta de sus
libres pases en la realidad común.
La verdadera visión de un Mesías como cualquier
humano descreído velando por la seguridad de un mundo
o de una chica ( que es lo mismo), denota en como actúan
por nosotros y como manejan nuestras opciones,
encadenados en eso que llaman azar., algunas veces
inequívoco azar.)

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

Sudor de piedra.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

Los días continúan. No me gustan ver los días pasar.


Martín me dejó la nota pero no se que hacer. La puta
costumbre de matar me libera. Maldito pollo vivo.
Muerto. Las personas no saben que las miro. El patio. El
comedor. La gente que pasa por esta pensión creo que no
sabe de mi. La nota en mi regazo. No puedo mover un
dedo. Una mano. Nada puedo mover de mi cuerpo. La
silla me asila todos los días. Y ellos pasan y no saludan.
Mi padre, mi madre. Buenos ellos, si, me saludan y a
veces me dan de comer. La silla es de metal y mis
pensamientos de acero. Mi sentir entero de acero. Y la
mujer que amo no me conoce. No me mira siquiera. Los
habitantes comunes pasajeros rondan la casa y me
señalan en nimias situaciones. Leo Hawking. Sobre los
muslos tengo una notebook. Los pájaros me molestan,
son libres. La cama está en el living, pedido expreso mío.
No me gustan los lugares poco concurridos. Las
langostas y las arañas adornan mi lugarcito en la puntita
del living, donde el corredor me ofrece movimiento
visual. Una ventana. Odio a las palomas, son libres. Creo
que hay tres personas estables, ellos le dan de comer a mi
familia, en realidad me alimentan a mi. Soy muy caro.
Me duele el dolor. Odio volar. Nunca volé.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

¡Mamá, mamá!, ¡hola!. Ella pasa todas las mañanas y en


el mediodía me hace deglutir carne pasada por años. Esa
papilla. Me molesta el humo. No me muevo. La
chimenea me da calor y sus brazas abrazan el cuarto. Los
vidrios parecen mi visual. Internet y las condenadas
conjunciones de bits en trailer me conectan a lo que
nunca hubiera imaginado poder construir. La vida. La
realidad me ata sin moverme. Me comprime y me pone a
prueba, con el azar de mi navegación virtual. El ajedrez
juega con migo. Y si juego. Si juego un poco. Me aburro.
Y la diversidad me condena a aburrirme. ¿Cara o seca?
Cara. Uh.
Papá, ¡papá!, ¡Hola!. Él está ocupado. La empresa. El
viaje. Seguro la mujer que tiene fuera. Un hijo que no
habla. No siente. No piensa. Lo comprendo solo por eso.
Por la carga no me hago problema. Y si, soy la carga de
todos los días. ¿Y si me voy?. El mundo. Internet. La
vida. Problemas y más. Me quedo. La condición queda
en comer más información. No me hablan. Parece que no
existo. Uy, alguien se acerca.

¡Hola!, ¿Cómo andas?, ¡seguro que bien!, que lindo que


sos.

De que habla. ¡Quiero moverme!, por lo menos tocarte


algo. ¿De qué hablas mujer?. No soy bebé.

¿Jugar ajedrez?, bueno a ver.

Para que no molestes más. Ahí va.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

-¡Juegas bien!... muy bien. Bueno adiós.

Y si no valía la pena. Mi amor me quema adentro. Soy el


escarabajo de ¿Kafka?. La mejor manera es el viaje al
centro de la tierra. Los pensares me agobian. En realidad
cavilar es lo que hago de siempre. Me agotaría hablar,
como en un trabajo. Odio a las palomas. El mundo gira.
el Sol también. Copérnico, Ptolomeo, Darwin. Nadie
soporta tanto. 23 años me separan de la natalidad inicial.
23 años y no existiría. Si fuera a 300.000 k/seg no serían
nada 23 ¿años?. Vivo. Pienso, luego existo. Nietsche,
Hegel, Kant. ¿Existencialismo?, ¿vivo?

Mamá, ¡mamá!, ¡hola!. Ahora como. ¿Papilla?. La patata,


bueno proteína al fin.

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

Epílogo

No deja de ser interesante que el autor hable al final del


libro, aunque algo inútil, ya que tus ideas están
formadas y no hay nada que te quite de las sensaciones
rancias o dulces con las que te has cubierto en tu
cerebro y los enlaces del pasado sensorial.
Hecho el comentario, me remito a decirte que todas las
narraciones nacieron en épocas claramente diferentes
pero que no sabrás nunca cuales conforman parte de un
pasado enterrado y cuales de uno inmediato. Quiero
decir con esto que fueron recuperados de un cajón y
devueltos a la vida, este libro es en honor a ese tiempo
que doné para elaborarlos, fuera del filtro de la calidad
literaria, puedes aceptar los mensajes definidos y usar lo
que creas conveniente. En el prólogo digo que hay seis
números que rigen el universo (espero que leas... muy
bien ya has vuelto) ¡y es cierto!, quizás lo único del libro
que valga la pena sea eso, si es este el caso te invito a
que leas física teórica y accedas a la verdad científica
que domina evolucionando quizás errática y no a un
mundo inmaterial y deformable como es la ficción en
todos sus géneros... aunque divierte, ¿eh?

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Elbio Aparisi Nielsen El reloj invertido de Liebitz

Lo que digo al terminar.

Has logrado nadar con todos tus enlaces de imágenes


interiores y prediseñadas en tu mundo mental logrando
realizar toda clase de atmósferas y locaciones. Tu cerebro
ha ido a velocidades que hoy no pueden, todavía, ser
reproducidas por su increíble velocidad neuronal, ¡eso
vale mucho!... y si no te parece suficiente... cuando
duermas piensa en crear y harás mundos nuevos y si
quieres hacerlo, no entres en algoritmos imposibles sobre
cómo, dónde y cuándo, hazlo sin miramientos... que el
tiempo corre.

¿¡Cursi!? ... ¡sí!, si, lo sé, pero no puedo evitarlo.

¡No voy a dejar de escribir así de mal!

¡Ey! nada, nada... mejor sigue leyendo otro...


... quizás tengas más suerte.

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