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TEORÍA DE LA CONDUCTA I:

Teoría del vínculo


Teórico dictado por Susana Gacias
el martes 14 de octubre de 2003
TEORÍA DE LA CONDUCTA I / Teoría del Vínculo 2

V ínculo, para el diccionario, sería el punto de encuentro, el anudamiento de una cosa con
otra. El vínculo humano tiene el agregado del elemento afectivo; nosotros nos vinculamos
con los objetos, las situaciones, pero el componente humano agrega el elemento de lo
afectivo: los amores, la broncas, las rivalidades...
Hay una frase de Nietzsche que a mí me parece muy interesante, porque dicen que “el
conocimiento es la centella que brota del choque de dos espadas, que son las necesidades”.
Y es una frase absolutamente pichoniana, porque dice que para que haya conocimiento tiene
que existir el choque, el chispazo que surge y brotar del choque de las necesidades: ahí nos
vinculamos. Pichon Rivière dice que la necesidad es el fundamento motivacional del vínculo, o
sea que está diciendo absolutamente lo mismo: nos relacionamos y nos vinculamos a partir de
necesidades.
Lo que va a decir Nietzsche es que la búsqueda y el hallazgo del conocimiento tienen que
ver con esa centella, que viene de ese golpe. Esto es importante: muchos años ocurre que hay
toda una cuestión porque la gente dice “...Pero yo no me vinculo solamente por necesidad”.
Suena como interesado, poco altruista, sobre todo para los que trabajan en acciones
comunitarias o de servicio. Si entendemos “necesidad” sólo como un intercambio de objetos
materiales, es probable que uno no solamente se vincule esperando algo a cambio. Claro que no.
Pero hay una necesidad de otro orden, que nosotros satisfacemos cuando nos vinculamos en
tareas que tienen que ver con lo comunitario o que no tengan que ver con la respuesta o
retribución de un algo material. Cuando nos vinculamos en lo laboral, es la necesidad de
supervivencia, con un valor de intercambio. Pero cuando establecer un vínculo afectivo y uno
decimos “yo lo hago sin esperar nada a cambio”, es mentira: siempre hay algo a cambio. Los
hijos lo dan cuando nos hacen sentir madres o padres, y eso que éste es uno de los vínculos en
los cuales se da más a cambio de menos. En el vínculo, en cualquiera que se forme, se establece
una relación en la cual uno satisface a otro.
Alumna: Son necesidades básicas del ser humano.
Susana: Son diversas necesidades: afectivas, espirituales… Ustedes están acá porque tienen
una necesidad que los trajo en la búsqueda. En algún momento hizo falta que experimentaran
algún vacío que los trajo a esta situación de búsqueda de aprendizaje, donde el conocimiento
pretende dar respuesta a algunas cuestiones que uno tiene, a vacíos existenciales. Algunos dirán
que vienen porque siempre les interesó, otros dirán que para ellos es una herramienta de
trabajo, tenemos docentes, catequistas, que sienten una falta de instrumentos técnicos. Hay
una necesidad que busca respuesta en esa vinculación con el aprendizaje.
La psicología social es vincular e intervincular. Con esto estoy diciendo que nosotros
miramos dos cuestiones en los grupos, las comunidades, las instituciones: vamos a mirar la
comunicación y de qué manera se establecen los vínculos. Cuando decimos “de qué manera se
establece los vínculos” no hablamos solamente de cómo se miran o se hablan las personas, sino
cómo se vinculan con la tarea, la institución; entre ellos, si prevalecen los vínculos de rivalidad
o competencia, si hay alianzas, vínculos de cooperación, si participan todos... Ese es el tipo de
mirada específicamente psicosocial en lo que es la cuestión grupal, institucional o comunitaria.
Pichon Rivière define el vínculo como una estructura de creación entre sujetos con
procesos de comunicación y aprendizaje: intercambios verbales y gestuales emitidos y recibido
por un emisor y un receptor alternativamente. En este proceso se producen mutuas
modificaciones y transformación de conducta, o sea aprendizaje.
Lo primero que nos llama la atención es que Pichon Rivière define el vínculo como
estructura. La visión estructural habla de un posicionamiento que entiende al vínculo como un
sistema. Cuando vimos “Comunicación” hicimos el dibujo de un circuito: en el circuito
comunicacional, la circularidad indicaba que era absolutamente imposible que un elemento “A”,
interactuando con otro, “B”, no produjese una modificación del elemento B, que ha su vez
influiría sobre A. Exactamente esto mismo se aplica a la estructura del vínculo. Cuando decimos
“vínculo es estructura” estamos diciendo que es una concepción del vínculo como sistema, en el
cual absolutamente todas las partes que están vinculándose, influyen las unas sobre las otras y
se modifican todas ellas al mismo tiempo.
Siempre que nos vinculamos hay aprendizaje y hay cambio. Es imposible atravesar una
estructura vincular sin aprender. Uno podría decir que estaba allí en función de enseñar, de
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docente, pero Pichon Rivière habla del enseñaje, el ida y vuelta. Siempre se aprende en los
vínculos. Y siempre que hay aprendizaje hay cambio.
Dice Pichon Rivière que el vínculo implica una interjuego dialéctico entre sujetos. Los
sujetos a vincularse tienen un juego mutuamente modificante, un ida y vuelta, una reciprocidad
por la cual hay una transferencia, en lo que Pichon Rivière llama “un encuentro-reencuentro”:
nos encontramos con partes nuestras, con partes del otro; cuando nos vinculamos ya no somos la
mismas personas. Cada vínculo dejará marcas en nosotros. Los vínculos familiares, el cómo
aprendemos a tratar y cómo hemos aprendido a ser tratados… Es permanentemente un juego
dialéctico entre sujetos, porque el cómo hemos sido tratados, de alguna manera, nos enseña
como debemos tratar. (Eso no significa que inexorablemente trataremos a los otros tal cual
hemos sido tratados. A veces uno, por oposición, dice “yo esto no lo quiero ni hacer, ni sufrir, ni
padecer…”).
Somos en una red cotidiana vincular. Desde el momento en que el bebé nace, la condición
y esencia de ese ser humano tiene que ver justamente con ese participar y estar inmerso en una
red cotidiana que es vincular. ¿Qué otra cosa nos convierte en humanos si no es esta posibilidad
de vincularnos con otros en una compleja trama, que además nos permite conocer el universo de
lo simbólico? En el momento del nacimiento el bebé es puro ello; la posibilidad de ir
socializándose le permitirá ir adquiriendo la norma, el lenguaje, todo el peso de la carga de lo
simbólico. Nos recibe una red que es vincular, comienza nuestra vida con los vínculos. ¿Qué pasa
con los bebés de probeta, la fertilización asistida? Hay un vínculo establecido.
Dice Pichon Rivière que el interjuego entre el sujeto y el contexto social se fundamenta en
la contradicción necesidad-satisfacción. Esto es muy importante para que podamos poner
nuestra mirada en la lectura de los grupos. Desde el momento de partida, el bebé va a
experimentar necesidades que van a ser satisfechas para dar paso a nuevas necesidades que van
a ser satisfechas, y así hasta el fin de nuestras vidas. El juego necesidad-satisfacción va a estar
permanentemente dando motor a ese interjuego del sujeto y su contexto. El bebé
experimentará necesidades que son básicas y primarias.
La inserción en el medio cultural, el contexto social por ejemplo de las grandes ciudades,
irá poniendo como la zanahoria delante del burro, el marco de nuevas necesidades que es
requerida en más complejas y elaborar satisfacciones. Sobre esa base se sostiene la publicidad,
la propaganda, el shopping, en las grandes ciudades: esta cuestión de sujetos solitarios que
buscan llenar carencias de otro orden con los objetos. Uno lo ve cuando está en lugares más
tranquilos, donde hay menos consumo, menos posibilidad de gastar y satisfacen en el encuentro
muchas de esas necesidades en las que las grandes ciudades lo dejarían más solos y a merced de
estos grandes disparadores de elementos de consumo. El interjuego del sujeto y su contexto
permanentemente se va a fundamentar en la contradicción necesidad-satisfacción. En las
grandes ciudades, sujetos más solos con esa carencia afectiva irán a través de mecanismos de
consumo que harán que esta necesidad sea satisfecha a través del consumo. Muchas veces en
medios rurales, en la Patagonia, el eje necesidad-satisfacción va a estar puesto en el encuentro
entre las personas, hay más proximidad, el clima pone lo suyo...
Alumno: Sublimar...
Susana: La satisfacción y el deseo no son la misma cosa. Freud dice que “la satisfacción del
deseo es siniestra”. El motor de la vida tiene que ver con esta cuestión pulsional; estamos entre
adultos: ese pucho del después o su equivalente... Que quede un plus para que uno tenga ganas
de ese pucho... Que no se agote ese circuito que permanentemente se va a alimentar.
La necesidad alude a cuestiones concretas que se van realizando como satisfacción,
constantemente, y dando lugar a las nuevas necesidades que aparecen en la situación del
hambre o del frío. Determinados contextos sociales van a ser expertos en armar necesidades
muchísimo más complejas. La moda, ¿qué otra cosa es? Que este año tengas que vestirte de
naranja, y otro año de otro color... Las modas son grandes generadores de necesidades que
buscan satisfacción. La necesidad básica en una tribu puede ser un taparrabos. Para una familia
de hace 50 años, la radio o el piano podían ser una satisfacción a casi todas las necesidades;
fíjense cómo la tecnología ha ido inventando pantallas planas, sonido estereofónico, DVD, CD. El
celular es un ejemplo precioso. Aún los que nos hemos resistido largamente, desde hace un
tiempo, viajando, descubrimos que es maravilloso.
Alumna: Tiene que ver el contexto. Por ahí, en un contexto más tranquilo...
Susana: Cada uno le encuentra la necesidad.
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Alumna: Cuando la sociedad provoca pero a su vez no le ofrece las satisfacciones, ¿qué
pasa? Cuando estoy generando modas de cambiar colores a personas que no tienen trabajo...
Susana: Es una buena pregunta. Las zapatilla Adidas, Nike, con las que uno corre, uno
vuela, cuanto más exigente y más ostentosamente, más expuesta está la carencia. Más claro
queda dónde está la línea divisoria de los que están dentro del sistema y aquellos que
definitivamente se han caído. Yo creo que en gran medida los episodios del 2001, la protesta
genuina de gran parte, tiene que ver con esto que el mundo de lo globalizado plantea: una
enorme desigualdad, que está cada vez más expuesta.
En este país, hace 60 ó 70 años, había gente que viajaba a Europa en barco con la vaca
atada, para tomar la propia leche. Eso es “tener la vaca atada”; eso que siempre existió, el
barco con los que se llevaban su vaca y en la misma bodega, los inmigrantes que venían a
laburar. Esa diferencia siempre existió. Lo ostentoso del mundo globalizado es quizá como está
de expuesto esto. Quedan cada vez más expuestas necesidades que quizá no lo sean, y cuya
satisfacción es absolutamente imposible para algunos.
Alumna: Pero, ¿individualmente...?
Susana: El sujeto -para Pichon Rivière, y para lo psicoanalítico- es policausal; no se puede
hacer una fórmula mágica. Puede ser suicidio, o puede ser que no; puede ser depresión, también
puede ser que no. Como nosotros no nos metemos mucho en la patología... No me gusta hablar
mucho de la clínica: la psicopatología es una patología que tiene que ver con esos individuos que
no experimentan la culpa al realizar un acto delictivo y cruel, como lastimar o matar. Pero cada
sujeto es un universo.
Alumno: Como ese tipo de situaciones no genera marginalidad o problemas en una sola
persona, la sociedad termina creando movimientos sociales que de alguna manera van
acompañando y equilibrando esos desfasajes que se van produciendo.
Susana: Exactamente. Bueno, el vínculo con otro -dice Pichon Rivière- permite
configurarnos como personas constituyéndose el aparato psíquico. Esto lo comparte con Freud:
de alguna manera, es la mirada de un otro, que nos recibe en el momento del nacimiento, que
nos configuramos como personas. Es ese primer vínculo que permite saber que hay un otro que
nos significa a partir de la mirada, en ese primer contacto, es que nos constituimos como
humanos. Somos en la medida en que somos recibidos en una trama vincular que nos hace
personas. De esa manera se constituye el inicio del psiquismo.
Lo que Pichon Rivière va a decir es que existe un primer vínculo, protovínculo, primera
experiencia de relación entre el sujeto en gestación y la madre que lo contiene. No será lo
mismo, por condiciones de gestación y protovínculo, entre las condiciones de una mujer de zona
norte -bien alimentada y con un sistema de salud, calefacción en su casa si hace frío y de
refrigeración si hace calor, bien comida y calzada con sus condiciones básicas satisfechas- que
una madre zafrera que está levantando caña en Tucumán, en cuclillas y con su guagüita en
cococho. Tienen absolutamente otras condiciones. Tanto el contexto social como el contexto en
que el bebé es engendrado, gestado y parido, van a determinar de alguna manera esa vida.
A partir del momento del nacimiento va surgiendo la discriminación yo-no yo, esto que
Pichon Rivière, siguiendo a Melanie Klein, llama proto-yo, primer yo. Habla también de la
existencia de un protoesquema corporal, de un primer esquema corporal que se relaciona con
la discriminación de lo que se es, esas sensaciones corporales ya en la vida intrauterina. Melanie
Klein no habla de esto sino de “yo temprano”. Pichon Rivière va a decir que existe una primera
forma de discriminación entre lo que es su propio cuerpo y las paredes del útero, el cordón; hoy
las ecografías lo muestran.
Como ustedes saben, Freud habla de la precariedad del sujeto humano, del cachorro
humano al momento del nacimiento, que requiere a esto que llama “el otro de los cuidados
ajenos”. Requiere a otro que lo cuide para poder sobrevivir. Esa prematuridad -es prematuro a la
hora de compararse con otros animales- implica un enorme nivel de dependencia para poder
sobrevivir. Esto marca un estilo vincular desde el comienzo de la vida. Piensen ustedes que por
ejemplo, en los potrillos, maravillosos: el hecho de tener autonomía implica ya una enorme
independencia, con lo cual la ligazón afectiva también es otra. Piensen que el cachorro humano
es amamantado, sostenido, abrigado, cuidado... La ligazón objetiva que esto genera a lo largo
de los tiempos es otra. La dependencia física acarrea una enorme dependencia emocional,
marca un modo y estilo de vinculación propio del humano. Esto implica una doble relación, por
un lado biológica (necesidad de amparo, abrigo, sostén, alimento) y por otro lado psicológica. Al
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nacer se rompe la continuidad interna del vínculo intrauterino y se establece una nueva relación
basada en la anterior, que está marcada con el contexto.
El momento del nacimiento marca un antes y un después. Marca la ruptura de la
continuidad interna del vínculo intrauterino y el establecimiento de una nueva relación que está
basada en la anterior, pero la supera. Va a haber otras personas en juego, otro nivel de
relaciones, otro nivel de estimulaciones, van a entrar otros elementos del contexto... Ambos, la
madre y el hijo, se modifican al establecer ese vínculo. Lo que Pichon Rivière va a decir es que
la matriz del vínculo va a estar dada por díada madre-hijo. No es que no nos vinculemos con
todos; lo que pasa es que ese primer vínculo va a marcar una matriz, un patrón que luego va a
afectar a todos los vínculos de nuestra vida. En muchos sentidos andaremos buscando alguna de
esas maravillosas cosas perdidas, en otros sentido estaremos identificando los, proveedores en
los vínculos.
El nacimiento va a implicar el registro de necesidades; el registro del hambre, del calor y
del frío, sensaciones que hasta este momento no se poseía. Necesidades biológicas, de afecto,
de sostén. Se establece un circuito por el cual el hambre va a ser generador de una tensión que
genera displacer. Esto origina una acción o descarga motriz que es el llanto y los movimientos
corporales, y ante todo esto la madre decodifica el llanto y acude al llamado y lo alimenta, con
alivio y placer en ambos. Es la huella mnémica de la primera experiencia de satisfacción que de
alguna manera establece un circuito comunicacional: la madre decodifica ese llanto, lo calma y
lo alimenta, y de esa manera se establece un circuito comunicacional que genera placer en
ambos. Los dos van a estar satisfaciendo una necesidad.
El llanto no tiene intención comunicacional en esta primera experiencia, sino que es la
experiencia la que lo va a inscribir en el psiquismo como un circuito. La experiencia marca que
ese llanto va a ser generador de esa respuesta de la madre. La experiencia de satisfacción se
inscribe en el psiquismo como tensión, descarga, satisfacción, lo cual marca la huella mnémica.
El chico siente una apuntada en el estómago; esto le produce la tensión porque no sabe qué es,
registra un displacer, esto origina una descarga por el llanto, la única manera que tiene el niño
de descargarse. La madre acude y queda marcada la huella mnémica de la primera experiencia
de satisfacción. Estos serían los rudimentos iniciales de lo vincular. Se trata, dice Pichon Rivière,
de la internalización de la experiencia de satisfacción que se evocara al surgir la tensión de la
necesidad.
Representar es volver a presentar. O ser un representante que no es uno. El primer nivel
representacional que existe en el psiquismo tiene que ver con internalizar esa experiencia de
satisfacción de la cual hablamos. El bebé empieza a representar en su propio psiquismo la
posibilidad de llamar y saber que vuelve el pecho. Se trata de la internalización de la
experiencia de satisfacción que se evocará al surgir la tensión de la necesidad. Para eso es el
chupete, el chupeteo en el aire: el chico puede evocar a algo porque ya hubo algo, porque
existe la huella mnémica. Un algo que dejó una marca, y en su ausencia, cuando vuelve
aparecer esa necesidad, se vuelve a evocar el objeto. Y uno anda por la vida buscando ese
objeto perdido; las experiencias amorosas tienen la carga de esto.
Este es un proceso alucinatorio, no porque esté loco sino porque ve, en ausencia del
objeto, a ese objeto. Evocar tiene que ver con imaginar, en ausencia del otro, al objeto que no
está. Como la satisfacción alucinatoria se agota, vuelve a reclamar y vuelve el llanto. El sujeto
jamás renunció a la búsqueda de lo que los complete. Con eso lo que nos está diciendo Pichon
Rivière es que andamos por la vida de a mitades. “No es bueno que el hombre esté solo”: esto
en constitutivo del psiquismo; andamos por la vida buscando la completud en todas sus formas.
El sujeto nunca renuncia a esa búsqueda. En algún momento lo que lo complete puede ser aquel
auto o ese reloj, hasta que lo manejó o se lo puso en la muñeca y se dio cuenta de que no lo
completaba nada. Toda su vida anda buscando una cierta completud que lo remite hacia allá
atrás.
Alumna: ¿Eso es la felicidad?
Susana: Qué pregunta. Si tengo la felicidad en mi vida como un registro de completud, será
felicidad. Pero por eso es tan esquiva.
Alumna: En lo mismo que la búsqueda de Dios.
Susana: En alguna manera. El Dios Padre es un Dios omnipotente, todopoderoso, que
completa la fragilidad del padre real.
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Pichon Rivière dice que “el mundo interno se configura como un escenario en que es
posible reconocer el hecho dinámico de la internalización de objetos y relaciones.” Él está
hablando del mundo interno en los sujetos, que se configura como un escenario.
Primera gran característica: los sujetos internalizamos personas que se transforman en
personajes, que interactúan con un componente escénico, una carga teatral. En ese escenario
los personajes adquieren distintos roles y papeles; de pronto está Susana Gacias, que está dando
la clase de vínculo y evoca algún personaje del mundo interno y puede ser buena, mala, y
terrible... Eso pasa porque a veces hay ruido epistemofílico: esa temática o esa persona golpeó
en un personaje de nuestro mundo interno cuya relación internalizada es una relación de tipo
persecutoria. Pasa con el docente, la docente, el coordinador... No sólo puede ser persecutoria.
Hay quien evoca un vínculo materno o filial, y uno se va a posicionar con un compañero en una
situación dependiente en que el otro funciona como mamá (le dice “tenés que venir, tenés que
estudiar, vamos a presentar este trabajo”). ¿Qué lugar en lo vincular ocupa cada miembro de
acuerdo a este juego de objeto interno? Puede ser persecutorio, amoroso, agresivo... Ustedes se
han encontrado entre ustedes y se van a reír a lo largo de toda la carrera con las cosas que
pensaban en los primeros días: “con éste quiero estar, con esté no, a éste le entiendo todo y al
otro no le entiendo nada, seguro que me juntaron con éstos por esto, y me separaron de este
otro por esto otro...” Y yo empecé la carrera de psicología social ya siendo psicóloga… Hay un
deslizamiento transferencial que tiene que ver con esto, con la internalización de objetos y
relaciones que nos hacen revivir en el aquí y ahora el allá y entonces. Una persona a la que
recién conozco no puede ser tan buena ni tan mala.
Los objetos y la realidad exterior son pretendidamente reconstruidos en este escenario.
Esas personas de la vida real y el contexto se han pretendidamente reconstruido, pero nunca tan
cual, no es un calco. Esos objetos aparecen con modalidades diferentes por ese fantaseado
pasaje del afuera al adentro. Hay una deformación. Vamos a la escuela primaria, de acuerdo a la
experiencia de la vida escolar, religiosa, cada uno va a tener una internalización de quién es
aprendiendo y en qué lugar están los que enseñan: eso se va a reactivar cada vez que asumamos
un proceso de aprendizaje, esas situaciones en las que este tipo de persona fue acompañante o
persecutoria.
Cada actor interpreta este texto de una manera particular. Los vínculos se establecen
como una necesidad humana para vivir y aprender. Vincularse es estar vivo. Así se va
configurando el mundo interno del sujeto, se va organizando a la posibilidad de que esa persona
sea un sujeto individualizado. Vinculándonos se va configurando nuestro mundo interno y la
posibilidad de que esa persona sea un sujeto individualizado. El mundo interno a partir del cual
nos relacionamos con el mundo externo es una reconstrucción de esos vínculos que tenemos con
los otros. Si en el afuera hay una red vincular, en el adentro también hay una red vincular,
porque el mundo interno, constituido como un escenario con personajes, de algún modo
representará la estructura vincular de la red externa.
Alumna: ¿Qué pasa con las personas que no pueden establecer ni les interesa una relación
con el mundo externo? ¿Qué problema hay interno o externo?
Susana: ¿Las personas que evitan el contacto con los demás? De todos modos algún tipo de
vinculación tienen que tener. Es su modo de vinculación. Es para pensar un montón: yo he sabido
de personas que a la noche hablan por el chat y al otro día se ven y ni se saludan aunque saben
que son ellos. Esa suerte de anonimato en el que está frente a una pantalla...
Alumno: Se sueltan más...
Susana: La pantalla refleja más la propia imagen que el hecho de que haya otro. Es para
pensar en esas nuevas y complejas modalidades. Lo llamativo es que uno pueda hablar
íntimamente por un chat y al día siguiente ni hablarse.
Alumna: Nos pasa eso con el correo electrónico, que a nivel humano nada...
Susana: Esa sensación de que del otro lado hay una red, y que a las tres de la mañana y a
las cuatro, y a las cinco, y a las doce… Está esa red, y si me despierto tengo esa red, y si no,
también. No hay en realidad muchas vivencias de aislamiento. Hace como cinco años, una noche
llamé a mi casa a todos a comer y mi hija me contestó “Mamá, está John on line”. Yo me
pregunté, “¿vino a comer un tipo a mi casa?” Ella estaba hablando con un John y la comida
familiar estaba supeditada a eso... Es impactante, esas variables que vienen a modificar...
Alumno: ¿Puede ser que uno se libere más porque ve su propia imagen reflejada en la
pantalla? Es como que le está contando sus intimidades, inconscientemente, a uno mismo.
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Susana: La gente dice algo e inmediatamente mira el gesto del otro. Esto es una
construcción en la que tenemos que tener como la cara de póquer, cara de nada. Es muy común
que uno, cuando está contando algo, busque en la complicidad de la otra cara un acuerdo. Aquí
no hay ese retorno de las miradas y la búsqueda de la aprobación.
Alumna: En el Messenger hay caritas: de sonriente, de enojado...
Susana: El mundo interno es una reconstrucción del afuera, del vínculo, de esos vínculos
que tenemos con los otros. Esto determina estilos vinculares. El hecho de que nuestro mundo
entero sea una reproducción del afuera determina un estilo vincular. ¿Quién soy yo cuando me
vínculo con otros? Hay una tendencia a un cierto estilo vincular. Por eso son buenos los grupos,
porque nos dicen “¿Siempre tenés que ser el primero que hable?” Los grupos son buenísimos
porque nos bajan de alguna palmera a todos. No se puede atravesar una experiencia de
aprendizaje grupal sin un cambio trascendente en la vida.
Pichon Rivière habla del vínculo como estructura, determinación recíproca en ambos
sujetos del vínculo dos sujetos en interacción que se modifican mutuamente al vincularse.
Enfatizar la eficacia del otro: el otro es eficaz porque produce algo en mí. Siempre va a estar
generando, siempre produce algo en mí. La experiencia con otros es fundamental en la
constitución del mundo interno, es la función estructurante del psiquismo y todo vínculo, como
mecanismo de interacción, debe entenderse como un todo al mismo tiempo bicorporal y
tripersonal. Aún en el caso de que la estructura es dada por la madre e hijo, siempre eso
bicorporal va a remitir a un tercer personaje que es el padre.

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