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CONFLICTO COLOMBIANO
Introducción.
En tiempos de guerra, muchas de las agendas estratégicas de las mujeres, entre ellas el
cuestionamiento feminista a cualquier manifestación de autoritarismo experimenta grandes
retrocesos en los imaginarios sociales y en las vidas cotidianas, aún entre mujeres, muchas
de las cuales sienten especial atracción por los uniformes, por lo uniforme. Un amplio
sector de la opinión pública colombiana reclama leyes, orden y control. Todo aquello que
signifique cuestionamiento, diversidad, diferencia adquiere tonalidades de incertidumbre,
de peligro. Durante el reciente proceso electoral1, algunos personajes de la jerarquía de la
iglesia católica dieron un ejemplo de la intolerancia que nos ronda. En el debate en torno a
la despenalización del aborto provocado por una demanda de inconstitucionalidad, y a
propósito de proyectos de ley sobre matrimonio entre homosexuales, utilizaron los púlpitos
para ordenar a feligreses abstenerse de votar por candidatos o candidatas a cargos públicos
que se declararan a favor de esta iniciativas, haciendo caso omiso de los límites que les
impone el hecho de que desde 1991 la Constitución Política declaró a Colombia estado
laico.
1
En marzo se realizaron elecciones para el Congreso de la República y en mayo tendrán lugar las elecciones
presidenciales en primera vuelta. Los resultados de las elecciones parlamentarias de marzo señalan una
mayoría Uribista en el congreso con un 56% de las curules. Los demás escaños se encuentran repartidos entre
diversas fuerzas políticas. El Polo Democrático Alternativo, con una representatividad del 7% se comienza a
perfilar como opción aglutinante de diversas vertientes de la izquierda. Las mujeres, que a través de la historia
electoral del país no hemos superado un 14% de presencia en el Congreso, descendimos esta vez a un 10.9%
con 29 representantes.
En este contexto, el ofrecimiento de “seguridad democrática”, término empleado por el
gobierno actual para denominar su opción de intervención frente al conflicto armado en
Colombia, encuentra amplia acogida.
Las desmovilizaciones sumadas al proceso electoral, son las dinámicas determinantes del
futuro del país, en términos de intervención frente al conflicto armado y consolidación de
grupos de poder político y económico. El copamiento de espacios económicos, sociales,
políticos, institucionales y comunitarios por parte de personas que hacen parte o se
encuentran vinculadas con el paramilitarismo y con negocios del narcotráfico, es visto por
analistas políticos como una seria amenaza al Estado Social de Derecho con el viraje del
régimen político hacia lo que se caracteriza como la “paramilitarización del Estado,” o la
configuración de un “Estado mafioso”. Su irrupción del control paramilitar en las grandes
ciudades y el rumbo que ha tomado la negociación parecen corroborar estas afirmaciones.
En medio de todos estos ruidos, la información y los análisis sobre lo que ocurre a las
mujeres en el conflicto, sus maneras de vivirlo, las opciones para enfrentarlo, así como las
agendas del movimiento, corren por diversos caminos, en algunos casos paralelos, en
otros hacia distintas direcciones, que al igual que este espacio de encuentro, se juntan con
otras voces y aportan sus tonos diversos, para construir brazo a brazo, espacios de vida
sobre las ruinas de la guerra.
“Colombia sigue siendo un país con altos grados de inequidad. El 20% de la población más
rica recibe el 62% de los ingresos laborales mientras que el 20% más pobre recibe sólo el
3%. Según el índice de Gini la desigualdad no ha disminuido durante los últimos años. En
comparación con el año 1996 el índice de Gini ha aumentado (de 0,544 a 0,56 en el
año 2004). La inequidad económica se refleja también en el acceso limitado a ciertos
bienes y servicios por parte de los más desfavorecidos. La desigualdad se manifiesta
marcadamente entre los sectores urbano y rural. La diferencia de ingreso por persona en la
zona urbana es casi dos veces y medio mayor a la de la zona rural. (…) Entre los pobres
están particularmente afectados los grupos étnicos, las mujeres y la niñez”2.
La investigación sobre el grado de avance del país hacia los objetivos de desarrollo del
milenio hace un estudio comparativo de municipios y regiones del país y registra
resultados desiguales en lo relativo a ingreso, territorio, género y víctimas. Según este
informe, el país presentó un aumento de solo 3 puntos en el Índice de Condiciones de Vida3
durante los últimos 6 años. El caso de la región Pacífica es emblemático. Posee las peores
condiciones del país, al estar 15 puntos por debajo del promedio nacional (62 frente a 77).
En los últimos 6 años, ha tenido una tasa negativa en el crecimiento de condiciones de vida
2
Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los derechos humanos sobre la situación de Colombia.
E/CN.4/2006/9. Enero 2006.
3
El ICV es un índice continuo que va de 0 a 100, donde 0 refleja las peores condiciones de vida y 100 las
mejores condiciones de vida.
(-4.7%). Entre 1997 y 2003 cayeron todos los factores que miden la calidad de vida. El
63% de los hogares no tienen acceso a inodoro con conexión a alcantarillado o bajamar;
30% carece de abastecimiento de agua de pila pública, carro-tanque, aguatero o acueducto,
41% aún cocina con carbón, leña o desechos; 60% no tiene servicio de recolección de
basuras; 46% de hogares viven en hacinamiento4.
De acuerdo con un informe del Plan Mundial de Alimentos las pérdidas de la población
desplazada en términos de despojo de sus tierras en el país, ascendían a más de cuatro
millones de hectáreas hasta el año 20016. Por su parte, la Contraloría General de la Nación
en su informe de febrero de 2005, calcula en 1.063.424 el total de hectáreas abandonadas
por las familias en situación de desplazamiento forzado interno, que no han retornado o han
sido reubicadas7.
Las desigualdades relacionadas con condiciones económicas, por etnia y por proveniencia
rural o urbana se entrecruzan con las desigualdades por sexo. En el tema de acceso a la
tierra, el despojo ocasiona a las mujeres efectos particulares. El Sistema de información de
Pastoral Social –RUT- señala que en el periodo comprendido entre los años 2002 y 2005,
dos de cada cinco mujeres desplazadas reportó ser propietaria de la tierra abandonada por
el desplazamiento, es decir que las otras tres mujeres de cada cinco, o no tenían ningún tipo
de posesión sobre la tierra o no se asumían como propietarias. Según la modalidad de
tenencia de la tierra, las mujeres eran arrendatarias en mayor proporción que los hombres
(52%). La misma tendencia se da con la figura de la posesión y con otras formas de
tenencia.
Las desigualdades por género operan en todos los ámbitos. A pesar de reconocer algunos
avances en términos de educación y representatividad en algunos niveles, la Alta
Comisionada de las Naciones Unidas constata que para las mujeres en Colombia
4
Departamento Nacional de Planeación, Agencia Colombiana para la Acción Social y la Cooperación
Internacional, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Programa Nacional de Desarrollo
Humano, Agencia de Cooperación Técnica Alemana al Desarrollo y Federación Colombiana de Municipios.
“Los municipios colombianos hacia los objetivos de desarrollo del milenio. Salud, educación y
reducción de la pobreza”. Bogotá. Marzo 2006
5
Comunidad Intereclesial de Justicia y Paz. “Reconstruyendo el Estado de derecho. El derecho a la vida y
al territorio en el Bajo Atrato”. Ponencia presentada en el Seminario Internacional: Territorio, patrimonio y
desplazamiento. Procuraduría General de la Nación, Consejo Noruego para refugiados. Bogotá. Diciembre
2005.
6
Contraloría General de la Nación, “La política pública sobre desplazamiento forzado en Colombia:
¿sólo buenas intenciones?”. Bogotá. Febrero 1 de 2005.
7
Ibidem.
“persisten la violencia e inequidades, principalmente en las áreas de ingresos y empleo,
salud y participación”. Igualmente destaca que: “Las mujeres indígenas, afro-colombianas,
de comunidades aisladas, desplazadas, o en situación de extrema pobreza, son
especialmente vulnerables y tienen mayores riesgos de ser víctimas de prostitución y trata
de personas. Muchas mujeres continuaron siendo víctimas de ejecuciones extrajudiciales,
homicidios, amenazas y violencia sexual. Lesbianas, gays, bisexuales y transgeneristas han
sido víctimas de actos de "limpieza social", ejecuciones extrajudiciales, homicidios y
8
detenciones arbitrarias” .
“Las tasas de población económicamente activa (PEA) de los últimos años (1994 – 2004)
indican una amplia desigualdad entre hombres y mujeres en el campo laboral. Si bien la
PEA femenina ha aumentado en forma paulatina y permanente desde 1994 (37%) hasta
2004 (42%), sigue siendo menor a la de las mujeres con relación a los hombres9. En lo
relativo a empleo, el informe señala que: “El desempleo femenino pasó del 11% en 1994 a
16% en el último trimestre de 2004 y el masculino de 4% en 1994 a 9% en el mismo
periodo10. Y en materia salarial señala que: “Los salarios de los hombres son siempre más
altos en cualquier rama de la actividad económica, grupo o categoría de ocupación. En las
zonas urbanas los hombres ganan 75% más que las mujeres y en las rurales 66% más.11
En materia de salud, la Alta Comisionada constata que persiste un alto número de muertes
maternas relacionadas con complicaciones del aborto, que la legislación colombiana
penaliza en todos los casos. El informe sobre el grado de avance de las metas del milenio
destaca en lo relativo a la situación de las mujeres que
“el mayor riesgo en Colombia de muerte materna es ser madre adolescente, (16 años o
menos) con una tasa de 6.800 mujeres muertas por 100.000 nacidos vivos; el 46.8 por mil
de los partos ocurridos en instituciones de salud no fueron atendidos por personal idóneo,
7.200 x 100.000 no tuvo control prenatal. La mortalidad materna afecta a las mujeres más
pobres: sólo 11% había cursado secundaria incompleta o más; el 34% no tuvo asistencia
médica; el 13% vivía en zona rural dispersa”12.
Respecto a las diversas modalidades de violencia contra las mujeres, la violencia sexual,
doméstica y la trata de personas presentan altos grados de ocurrencia. En lo relativo a trata
de personas, delito que afecta particularmente a mujeres, niñas y niños,
8
Ob. Cit Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los derechos humanos.
9
Cifras actualizadas con el documento de la Corporación Cactus y Corporación Sisma Mujer. “La reforma
laboral y las mujeres en Colombia: más trabajo y menos calidad de vida”, elaborado para la Campaña
Comercio con Justicia: Mis Derechos no se Negocian. Sin publicar.
10
Ibidem.
11
Red Nacional de Mujer y Confluencia de Redes de Mujeres, Informe “Derechos de las Mujeres 2003”.
Corporación Humanizar, Bogotá, 2003.
12
Ob.Cit. Departamento Nacional de Planeación y otros.
“De acuerdo con el Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) 50.000 colombianas
ejercen la prostitución en el exterior y son sometidas por mafias que controlan clubes y
centros nocturnos en Tokio, Madrid, o Ámsterdam, ciudades que cuentan con el mayor
número de trabajadoras sexuales provenientes de Suramérica. (…)De acuerdo con UNICEF
hay 25.000 menores víctimas de explotación sexual en Colombia, de los cuales 16.000 se
encuentran entre los 8 y los 12 años13 (…)La precaria atención estatal a la población en
situación de desplazamiento y las condiciones de pobreza en que se encuentran las familias
desplazadas han ocasionado que varias mujeres sean víctimas de trata de personas. La
Relatora Especial para la violencia contra la mujer señaló en su informe que “mujeres y
jóvenes de las comunidades de desplazados estaban siendo objeto de trata para ejercer la
14
prostitución forzosa en centros turísticos de Colombia y en el extranjero” .
Entre los delitos de mayor ocurrencia en el país, los sistemas de información oficiales15
reportan la inasistencia alimentaria y la violencia intrafamiliar. El Instituto Nacional de
Medicina Legal reporta durante los últimos años, porcentajes entre el 76 y 78% de
violencia contra mujeres respecto de la violencia contra los hombres. Es necesario resaltar
que un alto porcentaje de la violencia ejercida contra los hombres es contra niños. Para el
año 2004 se presentaron 55.565 denuncias de las cuales 43.617 tuvieron como víctimas a
mujeres y niñas. Hubo una disminución de 3.740 denuncias con respecto al año 2003. Este
último año también reportó disminución respecto del 2002.
13
Organización Internacional para las migraciones OIM, “Esto no es cuento. …es trata de personas”, 2003.
14
Relatora Especial para la violencia contra la mujer. “Informe sobre la violencia contra las mujeres en
Colombia”. UN. E/CN.4/2002/83/Add.3.
15
Instituto Nacional de Medicina Legal –INML- y Policía Nacional.
16
Profamilia. “Encuesta anual de demografía y salud – ENDS- 2005”. Bogotá. 2006.
www.profamilia.org.com.
En cuanto a violencia sexual, según lo referido por el Instituto Nacional de Medicina Legal
y Ciencias Forenses el subregistro en los casos de violencia sexual para Colombia llegaría a
ser del 95%17. No obstante, los casos denunciados reportan tendencia al aumento en las
denuncias por año. Las mujeres constituyeron un poco más del 80% de las víctimas con una
mayor proporción de víctimas niñas entre 5 y 14 años.
Según información remitida por el Centro de Referencia Nacional sobre Violencia del
Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses18, el número de mujeres que fallecieron en
un homicidio cuyo posible agresor fue su cónyuge, compañero permanente, novio, pareja
(incluidos los ex) se desagrega según se muestra en la siguiente tabla.
17
Según “El devenir de normas y valores tradicionales sobre la sexualidad en Colombia”, artículo publicado
por el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses “Se sabe por ejemplo que en los Estados
Unidos, uno de cada cuatro delitos sexuales es denunciado y en Colombia esta proporción puede llegar a ser
uno de cada veinte” En Informe de Justicia de Género. Ob.cit.
18
Información obtenida por respuesta a derecho de petición interpuesto por la Corporación Sisma Mujer y
respondido con fecha 15 de diciembre 2004.
Nota: La información del 2004 es con corte a octubre.
Fuente: Elaborada por la Corporación Sisma Mujer sobre la base de información del Instituto
Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, Centro de Referencia Nacional sobre
Violencia (respuesta en diciembre 15 de 2004 a derecho de petición de la Corporación Sisma
Mujer).
Esto significa que, sin tomar en consideración la existencia de subregistro o “cifra negra”,
en Colombia muere aproximadamente cada seis días una mujer en manos de su pareja o ex
pareja.
El Instituto Nacional de Medicina Legal reporta datos sobre el tipo de arma empleada en
los homicidios. Si bien, tanto hombres como mujeres mueren principalmente por arma de
fuego, lo que da cuenta de la relación de muchas de estas muertes con el conflicto armado e
introduce el debate sobre la permisibidad en el uso de este tipo de armas, llama la atención
la mayor proporción de mujeres que son asesinadas mediante arma cortopunzante y
estrangulamiento, eventos en los que podría deducirse la existencia de mayores grados de
violencia.
%
Mujeres Hombres Sin determinar Total Mujeres
sobre total
Estrangulamiento 49 4% 89 1% 0% 138 36%
Otras armas 71 5% 234 1% 4 20% 309 23%
Arma contundente 41 3% 218 1% 0% 259 16%
Arma cortopunzante 207 1 5% 1652 10% 1 5% 1860 11%
Explosivos 19 1% 196 1% 1 5% 216 9%
Arma de fuego 976 71% 13555 84% 14 70% 14545 7%
Arma cortocontundente 15 1% 214 1% 0% 229 7%
Total 1378 16158 20 17556
Elaborado por Sisma Mujer sobre la base de información del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias
Forenses
II: Los rumbos del conflicto y las violencias contra las mujeres
“Los municipios que registraron las tasas más altas de homicidio están asociados a la
presencia de actividades económicas como la explotación de riquezas naturales. Algunos
registran presencia de cultivos ilícitos o son corredores viales de narcotraficantes y grupos
armados ilegales, los cuales se disputan el territorio para la obtención de rentas. Es el caso
de Tame (374.5), Puerto Asís (289.2), Saravena (248.6)”.
19
Ob. Cit. Departamento Nacional de Planeación y otros.
20
Coordinación Colombia Europa Estados Unidos. Declaración conjunta sobre la situación de derechos
humanos en Colombia para la 62 sesión de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas-
2006. Bogotá. Marzo 2006
En 2005, la brecha en las estadísticas de las dos entidades fue la más grande de los últimos
5 años, pues CODHES registró casi el doble (92%) de población desplazada que Acción
Social. El Gobierno y CODHES dieron cuenta de 131.716 y 252.801 personas desplazadas
respectivamente.
Para las mujeres la situación en lugar de mejorar, ha empeorado. La Alta Comisionada para
los Derechos Humanos de las Naciones Unidas señala que el conflicto armado sigue
afectando a las mujeres en diversas formas:
Cifras sobre violaciones a los derechos humanos de mujeres y hombres que muestran
tendencia a aumento relativo de violaciones de derechos humanos de las mujeres respecto a
los niveles de violaciones de los derechos humanos de los hombres con ocasión del
21
Comisión Colombiana de Juristas. “Colombia 2005, situación de derechos humanos y derecho
humanitario”. www.coljuristas.org.
22
Comisión Colombiana de Juristas, El deber de la memoria: imprescindible para superar la crisis de
derechos humanos y derecho humanitario en Colombia 2005 (Informe sobre el año 2004), sin publicar.
23
Ob.Cit. Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los derechos humanos.
conflicto armado interno, complementadas con testimonios de mujeres, indican que en
Colombia podríamos estar avanzando hacia una “feminización del conflicto”24.
Los reportes sobre homicidios en general en el país del Instituto Nacional de Medicina
Legal – INML- muestran que, si bien durante los últimos años ha habido una disminución
de homicidios de hombres y mujeres, los porcentajes de homicidios de mujeres respecto de
los de hombres han aumentado.
24
Corporación Sisma Mujer “Estadísticas de las mujeres colombianas: ¿estamos frente a una
feminización del conflicto?”. Bogotá. Octubre de 2005.
25
Escuela Nacional Sindical. “Informe sobre la violación a los derechos humanos de los y las sindicalistas
colombianos en el año 2005”. Medellín, 2005. Página 13
26
Escuela Nacional Sindical. “Informe sobre la violación a los derechos humanos de los y las sindicalistas
colombianos en el año 2005”. Medellín, 2005. Página 14
27
Restrepo, Olga Luz, “Ciudadanía, género y conflicto en pueblos indígenas”, Ponencia al Seminario Internacional en
ciudadanía y conflicto, Bogotá, octubre de 2004, EN: Fundación Hemera, Periódico Virtual Actualidad Étnica,
www.etniasdecolombia.org.
2004 16158 1378 17536 92,1% 7,9% -23,4%
Elaborado por Sisma Mujer sobre la base de información del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias
Forenses
“Dos son las posibles razones que podrían explicar este hecho. Primero las organizaciones
de mujeres y las organizaciones sociales están denunciando y visibilizando violaciones a los
derechos humanos de las mujeres que antes no eran considerados como tales y las
organizaciones de derechos humanos han empezado a registrar la información
desagregándola por sexo. La segunda, las mujeres están ocupando espacios de liderazgo
28
dejados por hombres como consecuencia de su asesinato, desaparición o persecución ”.
Los niveles de impunidad en relación con violaciones a derechos humanos de las mujeres
son mayores que respecto de otros grupos poblacionales. La Relatora Especial de violencia
contra la mujer señaló que el hecho de que no se haya investigado, procesado y castigado a
los responsables de violaciones y otras formas de violencia por motivo de género, ha
contribuido a crear en Colombia un clima de impunidad que perpetúa la violencia contra la
mujer y contribuye al aumento de la violencia en general. En este sentido, responsabilizó al
28
Ob Cit. Corporación Sisma Mujer.
29
Amnistía Internacional. “Colombia. Cuerpos marcados, crímenes silenciados. Violencia sexual contra
las mujeres en el marco del conflicto armado”. AMR 23/040/2004/s
.
Estado por las violaciones de los derechos humanos que ocurran mientras no adopte
medidas para garantizar que la justicia se administre de manera equitativa y eficaz en el
país30.
Entre las medidas recomendadas por la Relatora para hacer frente a la impunidad en lo
relativo a delitos contra las mujeres frente a las cuales el Estado colombiano aún no ha
realizado ninguna acción, se encuentran las siguientes:
En este sentido, la Alta Comisionada para los derechos humanos de las Naciones Unidas en
su informe sobre Colombia 2005 insta al gobierno y al Congreso colombiano a revisar la
legislación en materia de violencia intrafamiliar y violencia de género y adecuarla a los
instrumentos internacionales suscritos y ratificados por el Estado colombiano.
Actualmente, una iniciativa de Sisma Mujer con el apoyo del Instituto de la Mujer de
España para la creación en Colombia de una ley integral de violencia contra las mujeres, ha
encontrado eco en diversas organizaciones de mujeres y en entidades de protección de
derechos humanos como la Defensoría del Pueblo y la Oficina de Mujer y Géneros de la
30
Relatora Especial sobre la Violencia contra la mujer. Comisión de Derechos Humanos
E/CN.4/2002/83/Add.3; op. cit.
Alcaldía de Bogotá, lo que nos posibilita unir esfuerzos a fin de lograr consensos sociales y
políticos nacionales para la aprobación de la ley en el Congreso de la República.
Las negociaciones del gobierno colombiano con las Autodefensas Unidas de Colombia se
iniciaron en el 2003. A pesar de que el gobierno estableció como condición el cese de
hostilidades de los grupos paramilitares, durante este tiempo, organizaciones paramilitares
han continuado con sus acciones delictivas y las violaciones a los derechos humanos de la
población. Al respecto, se advierte que desde el primero de enero de 1988 hasta el 30 de
junio de 2005 se han registrado 17.010 acciones contra la población civil en las que los
derechos a la vida, a la libertad y a la integridad personal (ejecuciones extrajudiciales,
desapariciones, torturas y violación sexual) fueron vulnerados por los grupos
31
paramilitares .
Continúa siendo alto el número de personas asesinadas o desaparecidas por los grupos
paramilitares (358). A pesar del proceso de negociaciones con el Gobierno, estos grupos
continúan siendo los mayores violadores al derecho a la vida. Las infracciones al derecho
humanitario que vulneran el derecho a la vida cometidas por los grupos guerrilleros también
permanecen en el mismo nivel que durante el segundo semestre de 2004 (130 personas
víctimas entre julio y diciembre de 2004 y 139 en el mismo período de 2005).
Del total de muertes registradas de enero a junio de 2005, 111 eran mujeres. Por lo menos
183 jóvenes y 79 niñas y niños perdieron la vida por las mismas causas en el mismo
período32.
Según el Alto Comisionado para la Paz en Colombia, hasta el 15 de febrero de este año se
habían desmovilizado 22.842 paramilitares en 30 actos de desmovilización. En su informe
sobre Colombia la Alta Comisionada de las Naciones Unidas expresó:
Tres años después de iniciadas las negociaciones, llama la atención la presencia continua de
niños y niñas en las filas de los grupos paramilitares. Informaciones recogidas por la
Oficina indican que, en varios casos, los paramilitares han entregado a los niños
directamente a sus familias. De esta manera se impide que quede algún registro en el
31
Análisis de cifras elaborado por la Corporación Sisma Mujer sobre la base de datos de Cinep, Justicia y Paz
en “Deuda con la Humanidad. Paramilitarismo de Estado. 1988- 2003. Banco de Datos de violencia política,
Codice. Bogotá. Diciembre 2004. Cinep, Justicia y Paz. “Noche y niebla”.Números 29-30 y 31 en:
www.nocheyniebla.org.
32
Ob.Cit. Comisión Colombiana de Juristas
Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), institución estatal a quien deben ser
entregados por disposición legal. Esta situación puede tener consecuencias de impunidad
sobre la responsabilidad de esos grupos e igualmente sobre los derechos básicos de los
niños y niñas víctimas del reclutamiento. Estos últimos quedan por fuera de la protección
estatal y de los programas a los que tienen derecho33.
Una vez sometido a consideración del Congreso de la República, el proyecto de ley 975 de
2005 acaparó la atención pública. Los aspectos más polémicos en el Congreso estuvieron
relacionados con la incompatibilidad del proyecto de ley con los estándares internacionales
en términos de verdad, justicia y reparación. La ley prevé para quienes hayan cometido
graves crímenes y cumplan ciertos requisitos, la concesión de beneficios judiciales, en
especial la reducción de la privación de la libertad a un período entre cinco y ocho años,
pero como contraprestación no exige, - por el contrario desestimula - la plena
cooperación del desmovilizado con la justicia. Quien se acoja al proceso debe rendir una
versión libre y espontánea y los delitos que confiese serán los susceptibles de aplicación de
los beneficios. En caso de que durante el proceso o con posterioridad a la obtención de los
33
Ob. Cit. Alta Comisionada para los derechos humanos de Naciones Unidas.
34
Comisión Colombiana de Juristas. “Sin paz y sin justicia”. Boletín No. 6. Bogotá, junio 29 de 2005.
www.coljuristas.org.
beneficios se llegaren a imputar otros delitos, también a éstos se les aplicarán los
beneficios. En términos de reparación, la ley prevé una escasa participación de las víctimas,
crea una comisión de reparación con funciones de asesoría y sin autonomía, no determina
de manera clara la responsabilidad concurrente del Estado, la garantía de reparación
monetaria se encuentra principalmente en manos de los condenados quienes deberán
responder con sus bienes adquiridos ilícitamente si declaran su propiedad.
Dada la insatisfacción con la ley tanto en términos de garantías de los derechos de las
víctimas como en cuanto a las disposiciones relativas a afectaciones particulares de las
mujeres, la evaluación de Sisma Mujer coincide con las visiones de diversas
organizaciones nacionales e internacionales, en el sentido de señalar que se trata de una ley
propiciatoria de impunidad. Al respecto, la Alta Comisionada de derechos humanos de las
Naciones Unidas advierte que “faltan mecanismos adecuados para hacer efectivos los
derechos a la verdad, la justicia y la reparación. En particular, la ley no exige la plena
cooperación del desmovilizado con la justicia. La ley no exige su contribución efectiva
para el esclarecimiento de los hechos. No es posible hacer justicia ni garantizar la
reparación sin esclarecer la verdad” y puntualiza que “Tampoco atiende suficientemente
la situación particular de las mujeres, de niños y niñas, y de las minorías étnicas” 38.
35
Adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en su resolución 34/180 de 18 de diciembre de
1979. Entrada en vigor para Colombia en virtud de la ley 51 de 1981.
36
Adoptada por la Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos en Belém do Pará –
Brasil el 9 de junio de 1994. Entrada en vigor para Colombia en virtud de la ley 248 de 1995.
37
Adoptado en Roma por los países signatarios el 17 de julio de 1998. Entrada en vigor para Colombia en
virtud de la ley 742 de 2002.
38
Ob. Cit. Alta Comisionada para los derechos humanos de las Naciones Unidas
partir de datos suministrados por la Fiscalía General de la Nación, que “ mediante el
Decreto 128/2003, al menos 11.200 paramilitares (99% de los desmovilizados) han sido
dejados en libertad sin ser investigados o juzgados, bajo el argumento de no tener procesos
penales abiertos en su contra, así hubiesen cometido graves violaciones incluyendo
crímenes de lesa humanidad (únicamente 55 tenían procesos en su contra)” 39.
Para las mujeres es evidente el continuo de la violencia ejercida por los paramilitares
durante el “cese de hostilidades”. Igualmente se observa la tendencia general en el sentido
de focalización del accionar paramilitar.
Según lo manifestado por la Corporación Reiniciar ante la Relatora sobre las mujeres de la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos en su visita a Colombia en el año 2005, las
mujeres pertenecientes la Unión Patriótica han sido perseguidas por su condición de
militantes de la oposición política. Desde el 2002 hasta febrero de 2005, 12 mujeres fueron
víctimas de homicidio, entre los cuales se registra 1 con tortura y 2 antecedidas por
desaparición forzada; 1 fue víctima de desaparición forzada, y 1 de tentativa de homicidio.
De estos casos hay mujeres que fueron agredidas sexualmente por el Ejército Nacional y
por los paramilitares y en algunos de los casos en acciones conjuntas.
En su informe sobre Colombia, la Alta Comisionada de las Naciones Unidas reseña varios
casos de violación de derechos humanos de las mujeres ocurridos durante el presunto cese
de hostilidades cuyos responsables son paramilitares.
39
Ob.Cit. Coordinación Colombia – Europa – Estados Unidos.
relacionadas con las deficiencias presentadas en la verificación de la autenticidad de las
desmovilizaciones y sus escasos pronunciamientos sobre el incumplimiento al cese de
hostilidades y los problemas generados por las reinserciones. En el sexto informe
presentado, el Secretario General de la OEA reconoció varios de estos problemas.
“En 2005 se concretó la más grave operación de impunidad, especialmente frente a miles de
graves violaciones cometidas por grupos paramilitares, que comprometen la responsabilidad
estatal debido al apoyo, aquiescencia o tolerancia. Junto con la persistencia de violaciones
sistemáticas y generalizadas, se han incrementado los casos de participación de la Fuerza
Pública directamente en estas violaciones. Persiste un alto nivel de masacres,
desapariciones forzadas, detenciones arbitrarias y torturas”40.
En este sentido, la Alta Comisionada de las Naciones Unidas advierte: “Debe destacarse
que las desmovilizaciones no parecen haber significado una disminución de la influencia o
control de los grupos paramilitares en sus respectivas áreas geográficas. Más bien,
a través de estrategias paralelas de presión y de amenazas, se han consolidado y, en
algunos casos, fortalecido en los campos económico, social y político”41.
El actual proceso de negociación pasa por encima de los derechos de las víctimas, no tiene
40
Ob. Cit. Coordinación Colombia Europa Estados Unidos.
41
Ob. Cit. Alta Comisionada para los Derechos Humanos.
en cuenta la afectación diferencial para mujeres, niñas y niños ni para grupos étnicos; no
contempla medidas que enfrenten la existencia e interrelación de factores estructurales
tales como la dinámica ascendente de copamiento de espacios políticos y económicos por
parte del binomio narcotráfico y señores de la guerra ni la incidencia de fenómenos como
el tráfico de armas. Las medidas de reparación previstas no permiten devolver a
campesinos/as ni a comunidades étnicas las grandes extensiones de tierra que les han sido
expropiadas. Tampoco se ocupa de las relaciones paramilitares – fuerzas armadas, poderes
políticos y económicos y la consecuente responsabilidad del Estado. En estas condiciones,
la desmovilización que se está llevando a cabo no apunta al logro de una paz sostenible en
el país. El proceso tal como se ha dado, ha puesto en evidencia la prevalencia de los
intereses del paramilitarismo frente a las necesidades e intereses generales.
42
Gustavo Duncan, “Del Campo a la Ciudad en Colombia: La Infiltración urbana de los señores de la
guerra”, Documento CEDE 2005-2. Universidad de los Andes.
43
Ob.Cit. Coordinación Colombia Europa Estados Unidos.
44
Diario el Tiempo. 19 de marzo. www.eltiempo.terra.com
conducta de las mujeres, especialmente respecto de su sexualidad, como una estrategia
clave de los grupos armados. Los códigos de conducta que los actores armados imponen en
zonas donde ejercen el control territorial por lo general reproducen imaginarios
totalizadores a través de la xenofobia, la misoginia, la homofobia, el acorralamiento a la
diferencia y la solución de los conflictos a través de la ley del más fuerte.
¿Por qué ante este panorama no nos invade la desesperanza?. A pesar del reducido espacio
que la guerra deja a las dinámicas sociales, día a día florecen el país agendas alternativas
impulsadas por movimientos sociales y políticos democráticos entre los cuales indígenas,
afrocolombianos/as y mujeres buscamos posicionar lógicas de resistencia que generen
nuevas dinámicas sociales.
En medio de la militarización, comunidades indígenas del sur del país adelantan procesos
de autonomía frente a los actores armados y cuentan con su propia guardia indígena cuya
autoridad se sustenta en un bastón de mando como única arma. En medio de la guerra,
estas comunidades adelantan procesos de recuperación de tierras. Las poblaciones
afrocolombianas por su parte, construyen en medio de la impunidad, procesos de
afirmación cultural y de garantía autónoma de sus derechos a través de la conformación de
comunidades de paz.
Las organizaciones de mujeres actuamos desde diversos frentes. Hay redes, mesas
temáticas, confluencias de redes, organizaciones que hacen incidencia otras que priorizan
las movilizaciones y una serie de organizaciones que prestan apoyos en salud, sicológicos
y asesoría jurídica.
45
Mesa de Trabajo: “Mujer y conflicto armado”. “Quinto Informe sobre violencia sociopolítica contra
mujeres jóvenes y niñas en Colombia”. Bogotá. 2006
A las dificultades propias del posicionamiento del género en las agendas de la sociedad
civil en su conjunto y en el ámbito de las políticas públicas en un medio en el que aún se
cuestiona la pertinencia de considerar a las mujeres como un grupo poblacional con
necesidades e intereses particulares y no como parte del grupo uniforme de los seres
humanos, el conflicto armado adiciona obstáculos y riesgos para la consolidación de las
demandas de las mujeres en el país. Entre ellos están:
2. Acompasar nuestras voces con las voces del movimiento de derechos humanos y de paz,
espacios de tradicional predominancia masculina en el país, no ha sido una tarea fácil. Las
agencias de cooperación han contribuido a abrir estos caminos de encuentro a través de la
implementación de una especie de medida de acción positiva, con la exigencia de la
incorporación del enfoque de género en los proyectos que financian. Las organizaciones de
mujeres aprovechamos este espacio para hacernos oír, y tratar de seducir de manera que el
estado de ánimo frente a una imposición no ensordezca a los interlocutores y puedan
escuchar nuestras propuestas. En este sentido se ha logrado avanzar lentamente. En
términos de incidencia internacional, las organizaciones de mujeres estamos siendo
consultadas sobre las afectaciones particulares en el conflicto y cada vez es más notoria la
incorporación del enfoque de género en sus agendas.
3. La polarización política como consecuencia del conflicto armado interno que vive el país
atraviesa al movimiento de mujeres. Las visiones sobre el conflicto, los énfasis y las
miradas diversas se amplifican al punto de paralizar la posibilidad de acciones conjuntas.
En muchos casos, agendas partidistas resultan superpuestas a los intereses estratégicos de
las mujeres.
5. A pesar de contar con una importante tradición del movimiento de mujeres en cuanto a
trabajo con los medios de comunicación, las acciones especializadas en este ámbito en la
coyuntura actual no encuentran correspondencia con la necesidad de acompañar acciones
jurídicas, psicosociales, de denuncia y de incidencia en políticas públicas, con una
importante estrategia ante medios de comunicación, teniendo en cuenta la influencia
fundamental de estos en los cambios culturales que hacen sostenibles las demás acciones.
Una paz que permita terminar el sufrimiento de la población afectada por la dinámica
guerrera; que asegure posibilidades a sus víctimas de respeto a los derechos a la verdad, la
justicia y la reparación; que permita la construcción de un nuevo país en el que quepamos
todas las mujeres y hombres que lo habitamos, todos nuestros sueños, nuestras esperanzas;
en el que nuestras necesidades se vean plenamente satisfechas y nuestros derechos
realizados; un país en el que la memoria histórica de lo acontecido durante estas cinco
décadas de guerra sean suficientes razones y sentimientos para que la guerra no vuelva a
ocurrir46.
Algunos de los aspectos de particular importancia en la coyuntura actual del país, para los
cuales contamos con la solidaridad del pueblo español y sus instituciones son los
siguientes:
Que operadores/as de justicia del Estado español en el nivel central y en las autonomías
realicen intercambios con sus homólogos/as colombianos/as, a fin de socializar sus
experiencias en la implementación en España de la ley orgánica de medidas de protección
integral contra la violencia de género y presentar alternativas a la problemática de acceso a
la justicia para las mujeres colombianas en lo relativo a prácticas judiciales e impunidad.
Que se ejerza una labor de veeduría internacional sobre el proceso de negociación con los
grupos paramilitares de manera que se creen los mecanismos para establecer el grado de
responsabilidad del Estado en la creación y fortalecimiento de los grupos paramilitares en
el país a fin de que asuma su responsabilidad histórica y tal como lo recomienda la Alta
Comisionada para los derechos humanos: “cese todo vínculo entre servidores públicos y
miembros de grupos paramilitares, y para que se desmantelen efectivamente las
estructuras del paramilitarismo”47.
Que se haga una labor de cabildeo internacional para que Gobierno Nacional, Congreso y
otros actores sociales, políticos y económicos en el país, hagan una seria evaluación sobre
el actual proceso de negociación con los paramilitares, de cara a los derechos de las
46
Claudia María Mejía Duque. “De la etica del cuidado en la catedra de filosofia para la paz de la
Universitat Jaume”Valencia 2006.
47
Alta Comisionada para los derechos humanos. ONU. Ob. Cit.
víctimas a la verdad, la justicia y la reparación, con la debida atención a las situaciones
especiales de mujeres , niñas niños y grupos étnicos, y lo re-direccione tanto en sus
aspectos políticos, como en lo relativo al marco legal, de manera que cese el proceso de
impunidad que se está llevando a cabo.
Que el gobierno del Estado Español en su condición de país miembro de la Unión Europea
condicione la cooperación internacional al cumplimiento del Estado Colombiano de las
recomendaciones de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de las
Naciones Unidas de acuerdo al compromiso adquirido por Colombia en Julio de 2003 en la
reunión de Londres.
Que las organizaciones sociales, de mujeres y feministas españolas realicen una labor de
cabildeo ante el gobierno español para que, en caso de aportar recursos de cooperación para
el funcionamiento de la Misión de seguimiento al cese al fuego de los grupos paramilitares
desmovilizados –Mapp-OEA, condicione sus aportes al cumplimiento de una serie de
requisitos, entre ellos la incorporación del enfoque de género en su labor de veeduría al
proceso.