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VIOLENCIAS CONTRA LAS MUJERES EN EL

CONFLICTO COLOMBIANO

Ponencia presentada por Claudia Cecilia Ramírez de la


Corporación Sisma Mujer y el “Observatorio de los Derechos
Humanos de las Mujeres en Colombia- En situaciones de
conflicto armado las mujeres también tienen derechos”

Jornadas sobre violencia contra las mujeres en Guatemala,


Colombia y Perú.
Pamplona. Estado de España.
Marzo de 2006

Introducción.

En el país hay ruido de armas, de autoritarismo, de pensamiento único, de control. También


hay trincheras de amabilidad, de solidaridad, de sororidad. Muchas de estas voces se
entrecruzan y acompasan. Hay personas que no temen a la libertad, que la pueden
vislumbrar como un posible escenario futuro y no con la nostalgia de algo que pertenece al
pasado.

En tiempos de guerra, muchas de las agendas estratégicas de las mujeres, entre ellas el
cuestionamiento feminista a cualquier manifestación de autoritarismo experimenta grandes
retrocesos en los imaginarios sociales y en las vidas cotidianas, aún entre mujeres, muchas
de las cuales sienten especial atracción por los uniformes, por lo uniforme. Un amplio
sector de la opinión pública colombiana reclama leyes, orden y control. Todo aquello que
signifique cuestionamiento, diversidad, diferencia adquiere tonalidades de incertidumbre,
de peligro. Durante el reciente proceso electoral1, algunos personajes de la jerarquía de la
iglesia católica dieron un ejemplo de la intolerancia que nos ronda. En el debate en torno a
la despenalización del aborto provocado por una demanda de inconstitucionalidad, y a
propósito de proyectos de ley sobre matrimonio entre homosexuales, utilizaron los púlpitos
para ordenar a feligreses abstenerse de votar por candidatos o candidatas a cargos públicos
que se declararan a favor de esta iniciativas, haciendo caso omiso de los límites que les
impone el hecho de que desde 1991 la Constitución Política declaró a Colombia estado
laico.

1
En marzo se realizaron elecciones para el Congreso de la República y en mayo tendrán lugar las elecciones
presidenciales en primera vuelta. Los resultados de las elecciones parlamentarias de marzo señalan una
mayoría Uribista en el congreso con un 56% de las curules. Los demás escaños se encuentran repartidos entre
diversas fuerzas políticas. El Polo Democrático Alternativo, con una representatividad del 7% se comienza a
perfilar como opción aglutinante de diversas vertientes de la izquierda. Las mujeres, que a través de la historia
electoral del país no hemos superado un 14% de presencia en el Congreso, descendimos esta vez a un 10.9%
con 29 representantes.
En este contexto, el ofrecimiento de “seguridad democrática”, término empleado por el
gobierno actual para denominar su opción de intervención frente al conflicto armado en
Colombia, encuentra amplia acogida.

Los desarrollos del concepto de seguridad humana asociada a planos ecológicos, de


participación, de solidaridad, de garantía de los derechos humanos, poco tienen que ver con
el contenido de la “Seguridad democrática”. Esta, a través de estrategias como las redes de
informantes y el pago por delaciones, acude a la instalación de la desconfianza en las
comunidades como arma de guerra. Las detenciones masivas y la puesta en marcha del
“Plan Patriota”, estrategia contrainsurgente y de lucha contra el narcotráfico implementada
en el país por Estados Unidos, han profundizado la militarización la vida civil. Para las
mujeres, la “seguridad” ofrecida por el Estado a través de la presencia militar, se convierte
en un mayor factor de inseguridad pues tanto actores armados legales como ilegales
incrementan la vulnerabilidad de las comunidades y exponen mayormente a las mujeres,
niñas y niños a violaciones a sus derechos y a su dignidad, tales como el desplazamiento,
la prostitución forzada, el reclutamiento forzado, la esclavitud sexual y la esclavitud
doméstica.

En consonancia con la concepción de seguridad del presidente de Estados Unidos, el


gobierno colombiano califica a las organizaciones guerrilleras como “terroristas” y ha
desplegado una efectiva ofensiva diplomática exterior para el efecto. A pesar de persistir
tozudamente en la negación de la existencia de un conflicto armado en el país, privilegia la
opción militar para enfrentar a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia- FARC-
guerrilla con mayor presencia en el país. De otro lado, reconoce como sujetos de
negociación a organizaciones paramilitares que nacieron y se fortalecieron bajo el amparo y
aquiescencia oficial.

En la actualidad se lleva a cabo un proceso de negociación entre el gobierno y grupos


paramilitares de Colombia y se inicia un diálogo exploratorio con la organización
guerrillera Ejército de Liberación Nacional ELN. La normatividad implementada para las
desmovilizaciones ha sido calificada desde diferentes sectores nacionales e internacionales
como un marco legal propiciatorio de impunidad en tanto la mayoría de los integrantes de
los grupos paramilitares que se han incorporado al proceso no serán investigados ni
sancionados. Las organizaciones de derechos humanos, mujeres, indígenas, ciudadanas y
también los sistemas internacionales de protección de derechos humanos, señalan el
desconocimiento que el proceso ha venido haciendo de los derechos de las víctimas del
accionar paramilitar a la verdad, la justicia y la reparación.

De otro lado, las elecciones para el Congreso y la Presidencia de la República que se


realizan este año, generan interferencias también en las voces feministas y las de aquellas
que hablan de las mujeres, dado que los intereses partidistas se anteponen con frecuencia a
los intereses estratégicos del movimiento.

Las próximas elecciones presidenciales tienen una incidencia fundamental en la forma


como es leído en el exterior lo que se dice en estos espacios. El hecho de que el aspirante
más opcionado a la presidencia de la República sea el actual presidente, mayormente
conocido en el ámbito internacional que los demás candidatos, superpone un ruido
ensordecedor sobre las voces diversas.

Las desmovilizaciones sumadas al proceso electoral, son las dinámicas determinantes del
futuro del país, en términos de intervención frente al conflicto armado y consolidación de
grupos de poder político y económico. El copamiento de espacios económicos, sociales,
políticos, institucionales y comunitarios por parte de personas que hacen parte o se
encuentran vinculadas con el paramilitarismo y con negocios del narcotráfico, es visto por
analistas políticos como una seria amenaza al Estado Social de Derecho con el viraje del
régimen político hacia lo que se caracteriza como la “paramilitarización del Estado,” o la
configuración de un “Estado mafioso”. Su irrupción del control paramilitar en las grandes
ciudades y el rumbo que ha tomado la negociación parecen corroborar estas afirmaciones.

En medio de todos estos ruidos, la información y los análisis sobre lo que ocurre a las
mujeres en el conflicto, sus maneras de vivirlo, las opciones para enfrentarlo, así como las
agendas del movimiento, corren por diversos caminos, en algunos casos paralelos, en
otros hacia distintas direcciones, que al igual que este espacio de encuentro, se juntan con
otras voces y aportan sus tonos diversos, para construir brazo a brazo, espacios de vida
sobre las ruinas de la guerra.

I. Algunos elementos de contexto

Colombia es al lado de Brasil y Guatemala uno de los países más desiguales en un


continente que registra la mayor inequidad en el mundo. Según lo señala la Alta
Comisionada de las Naciones Unidas:

“Colombia sigue siendo un país con altos grados de inequidad. El 20% de la población más
rica recibe el 62% de los ingresos laborales mientras que el 20% más pobre recibe sólo el
3%. Según el índice de Gini la desigualdad no ha disminuido durante los últimos años. En
comparación con el año 1996 el índice de Gini ha aumentado (de 0,544 a 0,56 en el
año 2004). La inequidad económica se refleja también en el acceso limitado a ciertos
bienes y servicios por parte de los más desfavorecidos. La desigualdad se manifiesta
marcadamente entre los sectores urbano y rural. La diferencia de ingreso por persona en la
zona urbana es casi dos veces y medio mayor a la de la zona rural. (…) Entre los pobres
están particularmente afectados los grupos étnicos, las mujeres y la niñez”2.

La investigación sobre el grado de avance del país hacia los objetivos de desarrollo del
milenio hace un estudio comparativo de municipios y regiones del país y registra
resultados desiguales en lo relativo a ingreso, territorio, género y víctimas. Según este
informe, el país presentó un aumento de solo 3 puntos en el Índice de Condiciones de Vida3
durante los últimos 6 años. El caso de la región Pacífica es emblemático. Posee las peores
condiciones del país, al estar 15 puntos por debajo del promedio nacional (62 frente a 77).
En los últimos 6 años, ha tenido una tasa negativa en el crecimiento de condiciones de vida

2
Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los derechos humanos sobre la situación de Colombia.
E/CN.4/2006/9. Enero 2006.
3
El ICV es un índice continuo que va de 0 a 100, donde 0 refleja las peores condiciones de vida y 100 las
mejores condiciones de vida.
(-4.7%). Entre 1997 y 2003 cayeron todos los factores que miden la calidad de vida. El
63% de los hogares no tienen acceso a inodoro con conexión a alcantarillado o bajamar;
30% carece de abastecimiento de agua de pila pública, carro-tanque, aguatero o acueducto,
41% aún cocina con carbón, leña o desechos; 60% no tiene servicio de recolección de
basuras; 46% de hogares viven en hacinamiento4.

La costa pacífica está habitada principalmente por comunidades afrodescendientes,


mestizas e indígenas. Grandes extensiones de sus territorios ancestrales están siendo
destinadas a explotación económica a gran escala con la siembra de palma aceitera,
agroindustria bananera, explotación maderera y coca. La Comisión Intereclesial de Justicia
y Paz ha denunciado “la violación de derechos humanos fundamentales de que ha sido
víctima la población de la zona ha abonado el terreno a la mercantilización de los
territorios dentro de la lógica del mercado global”5.

De acuerdo con un informe del Plan Mundial de Alimentos las pérdidas de la población
desplazada en términos de despojo de sus tierras en el país, ascendían a más de cuatro
millones de hectáreas hasta el año 20016. Por su parte, la Contraloría General de la Nación
en su informe de febrero de 2005, calcula en 1.063.424 el total de hectáreas abandonadas
por las familias en situación de desplazamiento forzado interno, que no han retornado o han
sido reubicadas7.

Las desigualdades relacionadas con condiciones económicas, por etnia y por proveniencia
rural o urbana se entrecruzan con las desigualdades por sexo. En el tema de acceso a la
tierra, el despojo ocasiona a las mujeres efectos particulares. El Sistema de información de
Pastoral Social –RUT- señala que en el periodo comprendido entre los años 2002 y 2005,
dos de cada cinco mujeres desplazadas reportó ser propietaria de la tierra abandonada por
el desplazamiento, es decir que las otras tres mujeres de cada cinco, o no tenían ningún tipo
de posesión sobre la tierra o no se asumían como propietarias. Según la modalidad de
tenencia de la tierra, las mujeres eran arrendatarias en mayor proporción que los hombres
(52%). La misma tendencia se da con la figura de la posesión y con otras formas de
tenencia.

Las desigualdades por género operan en todos los ámbitos. A pesar de reconocer algunos
avances en términos de educación y representatividad en algunos niveles, la Alta
Comisionada de las Naciones Unidas constata que para las mujeres en Colombia
4
Departamento Nacional de Planeación, Agencia Colombiana para la Acción Social y la Cooperación
Internacional, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Programa Nacional de Desarrollo
Humano, Agencia de Cooperación Técnica Alemana al Desarrollo y Federación Colombiana de Municipios.
“Los municipios colombianos hacia los objetivos de desarrollo del milenio. Salud, educación y
reducción de la pobreza”. Bogotá. Marzo 2006
5
Comunidad Intereclesial de Justicia y Paz. “Reconstruyendo el Estado de derecho. El derecho a la vida y
al territorio en el Bajo Atrato”. Ponencia presentada en el Seminario Internacional: Territorio, patrimonio y
desplazamiento. Procuraduría General de la Nación, Consejo Noruego para refugiados. Bogotá. Diciembre
2005.
6
Contraloría General de la Nación, “La política pública sobre desplazamiento forzado en Colombia:
¿sólo buenas intenciones?”. Bogotá. Febrero 1 de 2005.
7
Ibidem.
“persisten la violencia e inequidades, principalmente en las áreas de ingresos y empleo,
salud y participación”. Igualmente destaca que: “Las mujeres indígenas, afro-colombianas,
de comunidades aisladas, desplazadas, o en situación de extrema pobreza, son
especialmente vulnerables y tienen mayores riesgos de ser víctimas de prostitución y trata
de personas. Muchas mujeres continuaron siendo víctimas de ejecuciones extrajudiciales,
homicidios, amenazas y violencia sexual. Lesbianas, gays, bisexuales y transgeneristas han
sido víctimas de actos de "limpieza social", ejecuciones extrajudiciales, homicidios y
8
detenciones arbitrarias” .

En el tema de ingresos, el informe presentado por diversas organizaciones sociales, de


derechos humanos y de mujeres a la Relatora para Colombia y para derechos de la mujer de
la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en su misión a Colombia durante el año
2005 se reporta respecto del ámbito laboral que

“Las tasas de población económicamente activa (PEA) de los últimos años (1994 – 2004)
indican una amplia desigualdad entre hombres y mujeres en el campo laboral. Si bien la
PEA femenina ha aumentado en forma paulatina y permanente desde 1994 (37%) hasta
2004 (42%), sigue siendo menor a la de las mujeres con relación a los hombres9. En lo
relativo a empleo, el informe señala que: “El desempleo femenino pasó del 11% en 1994 a
16% en el último trimestre de 2004 y el masculino de 4% en 1994 a 9% en el mismo
periodo10. Y en materia salarial señala que: “Los salarios de los hombres son siempre más
altos en cualquier rama de la actividad económica, grupo o categoría de ocupación. En las
zonas urbanas los hombres ganan 75% más que las mujeres y en las rurales 66% más.11

En materia de salud, la Alta Comisionada constata que persiste un alto número de muertes
maternas relacionadas con complicaciones del aborto, que la legislación colombiana
penaliza en todos los casos. El informe sobre el grado de avance de las metas del milenio
destaca en lo relativo a la situación de las mujeres que

“el mayor riesgo en Colombia de muerte materna es ser madre adolescente, (16 años o
menos) con una tasa de 6.800 mujeres muertas por 100.000 nacidos vivos; el 46.8 por mil
de los partos ocurridos en instituciones de salud no fueron atendidos por personal idóneo,
7.200 x 100.000 no tuvo control prenatal. La mortalidad materna afecta a las mujeres más
pobres: sólo 11% había cursado secundaria incompleta o más; el 34% no tuvo asistencia
médica; el 13% vivía en zona rural dispersa”12.

Respecto a las diversas modalidades de violencia contra las mujeres, la violencia sexual,
doméstica y la trata de personas presentan altos grados de ocurrencia. En lo relativo a trata
de personas, delito que afecta particularmente a mujeres, niñas y niños,

8
Ob. Cit Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los derechos humanos.
9
Cifras actualizadas con el documento de la Corporación Cactus y Corporación Sisma Mujer. “La reforma
laboral y las mujeres en Colombia: más trabajo y menos calidad de vida”, elaborado para la Campaña
Comercio con Justicia: Mis Derechos no se Negocian. Sin publicar.
10
Ibidem.
11
Red Nacional de Mujer y Confluencia de Redes de Mujeres, Informe “Derechos de las Mujeres 2003”.
Corporación Humanizar, Bogotá, 2003.
12
Ob.Cit. Departamento Nacional de Planeación y otros.
“De acuerdo con el Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) 50.000 colombianas
ejercen la prostitución en el exterior y son sometidas por mafias que controlan clubes y
centros nocturnos en Tokio, Madrid, o Ámsterdam, ciudades que cuentan con el mayor
número de trabajadoras sexuales provenientes de Suramérica. (…)De acuerdo con UNICEF
hay 25.000 menores víctimas de explotación sexual en Colombia, de los cuales 16.000 se
encuentran entre los 8 y los 12 años13 (…)La precaria atención estatal a la población en
situación de desplazamiento y las condiciones de pobreza en que se encuentran las familias
desplazadas han ocasionado que varias mujeres sean víctimas de trata de personas. La
Relatora Especial para la violencia contra la mujer señaló en su informe que “mujeres y
jóvenes de las comunidades de desplazados estaban siendo objeto de trata para ejercer la
14
prostitución forzosa en centros turísticos de Colombia y en el extranjero” .

Entre los delitos de mayor ocurrencia en el país, los sistemas de información oficiales15
reportan la inasistencia alimentaria y la violencia intrafamiliar. El Instituto Nacional de
Medicina Legal reporta durante los últimos años, porcentajes entre el 76 y 78% de
violencia contra mujeres respecto de la violencia contra los hombres. Es necesario resaltar
que un alto porcentaje de la violencia ejercida contra los hombres es contra niños. Para el
año 2004 se presentaron 55.565 denuncias de las cuales 43.617 tuvieron como víctimas a
mujeres y niñas. Hubo una disminución de 3.740 denuncias con respecto al año 2003. Este
último año también reportó disminución respecto del 2002.

Lesiones por violencia intrafamiliar según sexo


2001 - 2004
Casos

Año Mujeres Hombres Total


2001 53.238 16.443 69.681
2002 50.710 14.269 64.979
2003 47.357 15.074 62.431
2004 43.617 11.948 55.565
Elaborado por Sisma Mujer sobre la base de información del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias
Forenses.

En cuanto a la ausencia de denuncias, PROFAMILIA, entidad privada que trabaja en el


ámbito de los derechos sexuales y reproductivos, reporta en la Encuesta Nacional de
Demografía y Salud 200516 que el 79 por ciento de las mujeres maltratadas no presentó
denuncia. Entre las principales razones para no denunciar las mujeres señalaron no
considerar que la golpiza fuera tan fuerte (24%), creer que solas podían resolver el
problema (24%), miedo a futuras agresiones (16%), no desear dañar al agresor (13%) creer
que no volverá a ocurrir o que es normal (9%), no saber a dónde acudir (7%), vergüenza de
denunciar, creer que se lo merecía y temor a una separación (entre 5 y 5.5%)

13
Organización Internacional para las migraciones OIM, “Esto no es cuento. …es trata de personas”, 2003.
14
Relatora Especial para la violencia contra la mujer. “Informe sobre la violencia contra las mujeres en
Colombia”. UN. E/CN.4/2002/83/Add.3.
15
Instituto Nacional de Medicina Legal –INML- y Policía Nacional.
16
Profamilia. “Encuesta anual de demografía y salud – ENDS- 2005”. Bogotá. 2006.
www.profamilia.org.com.
En cuanto a violencia sexual, según lo referido por el Instituto Nacional de Medicina Legal
y Ciencias Forenses el subregistro en los casos de violencia sexual para Colombia llegaría a
ser del 95%17. No obstante, los casos denunciados reportan tendencia al aumento en las
denuncias por año. Las mujeres constituyeron un poco más del 80% de las víctimas con una
mayor proporción de víctimas niñas entre 5 y 14 años.

Dictámenes sexológicos según edad y sexo


2001 - 2004

Año Mujeres Hombres Total


2001 11.561 1.791 13.352
2002 12.262 2.444 14.706
2003 12.011 2.228 14.239
2004 14.369 2.744 17.113
Elaborado por Sisma Mujer sobre la base de información del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias
Forenses.

En el tema de feminicidio, la información estadística con que se cuenta es escasa porque si


bien se reporta el sexo de la víctima, no es posible conocer los móviles ni la relación de
parentesco o afectividad entre víctima y victimario.

La investigación sobre justicia de género en Colombia, elaborada por la Corporación Sisma


Mujer para el informe regional de derechos humanos de las mujeres en diversos países del
continente suramericano, avanzó en la búsqueda de información sobre asesinatos de
mujeres en los cuales el homicida fuera su cónyuge, compañero permanente novio, pareja o
ex pareja. Se transcriben los datos reportados que dan cuenta de una de las tipologías de
asesinatos de mujeres que hacen parte del universo del feminicidio:

Según información remitida por el Centro de Referencia Nacional sobre Violencia del
Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses18, el número de mujeres que fallecieron en
un homicidio cuyo posible agresor fue su cónyuge, compañero permanente, novio, pareja
(incluidos los ex) se desagrega según se muestra en la siguiente tabla.

Año Víctimas Una mujer muere víctima de


su pareja o expareja cada No
de días al año
2001 66 5.5
2002 61 5.9
2003 64 5.7
2004 63 5.7

17
Según “El devenir de normas y valores tradicionales sobre la sexualidad en Colombia”, artículo publicado
por el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses “Se sabe por ejemplo que en los Estados
Unidos, uno de cada cuatro delitos sexuales es denunciado y en Colombia esta proporción puede llegar a ser
uno de cada veinte” En Informe de Justicia de Género. Ob.cit.
18
Información obtenida por respuesta a derecho de petición interpuesto por la Corporación Sisma Mujer y
respondido con fecha 15 de diciembre 2004.
Nota: La información del 2004 es con corte a octubre.
Fuente: Elaborada por la Corporación Sisma Mujer sobre la base de información del Instituto
Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, Centro de Referencia Nacional sobre
Violencia (respuesta en diciembre 15 de 2004 a derecho de petición de la Corporación Sisma
Mujer).

Esto significa que, sin tomar en consideración la existencia de subregistro o “cifra negra”,
en Colombia muere aproximadamente cada seis días una mujer en manos de su pareja o ex
pareja.

El Instituto Nacional de Medicina Legal reporta datos sobre el tipo de arma empleada en
los homicidios. Si bien, tanto hombres como mujeres mueren principalmente por arma de
fuego, lo que da cuenta de la relación de muchas de estas muertes con el conflicto armado e
introduce el debate sobre la permisibidad en el uso de este tipo de armas, llama la atención
la mayor proporción de mujeres que son asesinadas mediante arma cortopunzante y
estrangulamiento, eventos en los que podría deducirse la existencia de mayores grados de
violencia.

Homicidios según tipo de arma o mecanismo 2004

%
Mujeres Hombres Sin determinar Total Mujeres
sobre total
Estrangulamiento 49 4% 89 1% 0% 138 36%
Otras armas 71 5% 234 1% 4 20% 309 23%
Arma contundente 41 3% 218 1% 0% 259 16%
Arma cortopunzante 207 1 5% 1652 10% 1 5% 1860 11%
Explosivos 19 1% 196 1% 1 5% 216 9%
Arma de fuego 976 71% 13555 84% 14 70% 14545 7%
Arma cortocontundente 15 1% 214 1% 0% 229 7%
Total 1378 16158 20 17556
Elaborado por Sisma Mujer sobre la base de información del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias
Forenses

II: Los rumbos del conflicto y las violencias contra las mujeres

En una dinámica en la que la desigualdad, la discriminación, los intereses de explotación


económica sobre los territorios y el conflicto armado interno se retroalimentan, el país
arriba a la quinta década de un conflicto armado que reproduce los patrones autoritarios
históricos de resolución de los conflictos sociales, exacerbando y aprovechando la
discriminación que afecta en mayor medida a amplios sectores de la población colombiana,
entre ellos los pueblos indígenas, afrodescendientes, sectores campesinos y urbanos pobres
y dentro de todos ellos, de manera desproporcionada, a las mujeres, niñas y niños, las
víctimas ocultas de la pobreza y la guerra.
Durante los últimos dos años el país registra disminuciones en la tasa de homicidios. El
estudio sobre cumplimiento de las metas del mileno señala que la tasa de homicidios del
país disminuyó en 20% en 2003 con respecto al 2002 con 55 muertes por cada 100.000
habitantes. No obstante, se registró una de las mayores tasas de América Latina. En otros
países como Venezuela mueren 33 personas por cada 100.000 habitantes, en Brasil 20,
en Argentina 5 y en Chile 3. El documento afirma que

“Los municipios que registraron las tasas más altas de homicidio están asociados a la
presencia de actividades económicas como la explotación de riquezas naturales. Algunos
registran presencia de cultivos ilícitos o son corredores viales de narcotraficantes y grupos
armados ilegales, los cuales se disputan el territorio para la obtención de rentas. Es el caso
de Tame (374.5), Puerto Asís (289.2), Saravena (248.6)”.

Desafortunadamente, el estudio no presenta cifras desagregadas según sexo.


Adicionalmente señala que: “La presencia de cultivos ilícitos, el número de masacres, las
tasas considerables de población expulsada, hacen ver que los homicidios son causados en
su gran mayoría por grupos armados ilegales” 19.

La disminución en homicidios y otras conductas delictivas se ha atribuido en parte a las


desmovilizaciones de grupos paramilitares, pero es importante destacar que además de la
disminución en determinadas conductas delictivas tales como los homicidios asociados a
masacres, la dinámica paramiliar ha experimentado cambios en su estrategia, focalizando
sus víctimas a través de ataques frecuentes y precisos en lugar de masivos e
indiscriminados, de manera que para la opinión pública nacional e internacional su accionar
delictivo se invisibiliza, con el fin de no poner en riesgo el proceso de negociación con el
gobierno.

La Coordinación Colombia Europa Estados Unidos, en la Declaración Conjunta ante la


Comisión de derechos humanos de las Naciones Unidas, muestra que “Entre agosto/2002 y
junio/2005, alrededor de 6.648 personas fueron detenidas arbitrariamente desconociendo
los derechos a la libertad personal y al debido proceso, en muchos casos con base en
acusaciones falsas de reinsertados e informantes”. Respecto de defensores y defensoras de
derechos humanos señala que: “Entre agosto de 2002 y junio de 2005, fueron asesinados o
desaparecidos 43 defensores, el índice más alto durante los últimos ocho años”20.

En cuanto al desplazamiento forzado interno cuyo porcentaje de víctimas mujeres, niñas y


niños representa entre un 75 y un 80%, durante el periodo 2002 – 2005, más de un millón
de personas han sido desplazadas por la violencia en Colombia. La Agencia Presidencial
para la Acción Social y la Cooperación Internacional (antes Red de Solidaridad Social)
reporta 937.823 personas en el Sistema Único de Registro mientras que CODHES, ONG
que realiza monitoreo al desplazamiento en el país, estima la cifra en 1.160.542. Esto
representa una diferencia del 24% entre las dos fuentes para el periodo analizado.

19
Ob. Cit. Departamento Nacional de Planeación y otros.
20
Coordinación Colombia Europa Estados Unidos. Declaración conjunta sobre la situación de derechos
humanos en Colombia para la 62 sesión de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas-
2006. Bogotá. Marzo 2006
En 2005, la brecha en las estadísticas de las dos entidades fue la más grande de los últimos
5 años, pues CODHES registró casi el doble (92%) de población desplazada que Acción
Social. El Gobierno y CODHES dieron cuenta de 131.716 y 252.801 personas desplazadas
respectivamente.

En lo relativo a asesinatos por causa de violencia sociopolítica, por fuera de combate,


perdieron la vida 1.050 personas durante el primer semestre de 2005, por violencia
sociopolítica. En el 77% de tales muertes se atribuyó responsabilidad al Estado: por
perpetración directa de agentes estatales el 18% (111 víctimas); por tolerancia o apoyo a las
violaciones cometidas por grupos paramilitares, el 59% (358 víctimas). A las guerrillas se
les atribuyó el 23% de los casos (139 víctimas)21.

durante el primer semestre de 2004 fueron asesinadas o desaparecidas 2.512 personas. El


51% fueron víctimas de homicidios políticos o ejecuciones extrajudiciales y el 46%
murieron en medio de combates. El Estado es el responsable del 73% de las víctimas, en el
17% por autoría de agentes estatales y en el 56% “por omisión, tolerancia, aquiescencia o
apoyo a las violaciones cometidas por grupos paramilitares”; las guerrillas son responsables
del otro 27% de víctimas.22

Para las mujeres la situación en lugar de mejorar, ha empeorado. La Alta Comisionada para
los Derechos Humanos de las Naciones Unidas señala que el conflicto armado sigue
afectando a las mujeres en diversas formas:

Han sido víctimas de ejecuciones, homicidios y agresiones físicas e intimidación,


especialmente cuando son compañeras o familiares de personas presuntamente vinculadas a
los que participan activamente en las hostilidades. Muchos de estos hechos han sido
atribuidos a los grupos armados al margen de la ley. Se registraron algunas denuncias
atribuidas a miembros de la fuerza pública. Las mujeres también han sido víctimas de
amenazas que a veces han obligado su desplazamiento, con frecuencia acompañadas de
hijos menores de edad. Las amenazas provienen de los grupos armados ilegales, tanto
paramilitares como guerrilleros. La mayoría de estas amenazas están dirigidas contra
mujeres en posiciones de liderazgo o responsabilidad, dirigentes de organizaciones civiles o
mujeres que ocupan cargos públicos o de representación política. La respuesta estatal frente
a la violencia de género, incluyendo la violencia intrafamiliar y sexual, continúa siendo
precaria23.

Cifras sobre violaciones a los derechos humanos de mujeres y hombres que muestran
tendencia a aumento relativo de violaciones de derechos humanos de las mujeres respecto a
los niveles de violaciones de los derechos humanos de los hombres con ocasión del

21
Comisión Colombiana de Juristas. “Colombia 2005, situación de derechos humanos y derecho
humanitario”. www.coljuristas.org.
22
Comisión Colombiana de Juristas, El deber de la memoria: imprescindible para superar la crisis de
derechos humanos y derecho humanitario en Colombia 2005 (Informe sobre el año 2004), sin publicar.
23
Ob.Cit. Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los derechos humanos.
conflicto armado interno, complementadas con testimonios de mujeres, indican que en
Colombia podríamos estar avanzando hacia una “feminización del conflicto”24.

El Informe sobre la violación a los derechos humanos de los y las sindicalistas


colombianos en el año 2005 elaborado por la Escuela Nacional Sindical indica que durante
ese año “las mujeres sindicalizadas fueron víctimas de quince femicidios, 102 amenazas de
muerte, diez detenciones arbitrarias, quince hostigamientos y persecuciones por su
actividad sindical, dos atentados de muerte, siete desplazamientos forzados y un
secuestro”25.

Con respecto al año inmediatamente anterior, el Informe señala que el número de


asesinatos de mujeres se mantuvo constante, presentando sólo un registro menos en 2005;
esto es, de dieciséis casos registrados en 2004 se pasó a quince en 2005. Al contrario de lo
que podría parecer, se registra un desbordado incremento del 650% en las persecuciones y
hostigamientos a la actividad sindical de las mujeres, pasando de dos casos registrados
durante 2004 a 15 casos en 2005; las detenciones arbitrarias crecieron en un 25%, pues de
ocho casos se pasó a diez en 2005, los secuestros se mantuvieron constantes y se
presentaron dos intentos de asesinato en 2005 como nueva modalidad de violencia”26.

En un análisis de la Fundación Hemera27 se reporta que el número de mujeres víctimas


indígenas del primer semestre en 2003 fue de 13 (6% del total de víctimas indígenas) y en
el 2004 para el mismo periodo fue 25 (23% del total). Esto significa un incremento del 92%
de víctimas mujeres entre los periodos comparados y una disminución del 58% de hombres
víctimas. Más de 4,200 mujeres indígenas fueron víctimas de la violencia paramilitar,
guerrillera y estatal durante el primer semestre de 2004.

Los reportes sobre homicidios en general en el país del Instituto Nacional de Medicina
Legal – INML- muestran que, si bien durante los últimos años ha habido una disminución
de homicidios de hombres y mujeres, los porcentajes de homicidios de mujeres respecto de
los de hombres han aumentado.

Histórico Medicina Legal según Sexo


Homicidios
% Variación
Hombres Mujeres TOTAL % Mujeres
Hombres Mujeres
2001 24339 1972 26311 92,5% 7,5%
2002 26251 2283 28534 92,0% 8,0% 15,8%
2003 20373 1799 22172 91,9% 8,1% -21,2%

24
Corporación Sisma Mujer “Estadísticas de las mujeres colombianas: ¿estamos frente a una
feminización del conflicto?”. Bogotá. Octubre de 2005.
25
Escuela Nacional Sindical. “Informe sobre la violación a los derechos humanos de los y las sindicalistas
colombianos en el año 2005”. Medellín, 2005. Página 13
26
Escuela Nacional Sindical. “Informe sobre la violación a los derechos humanos de los y las sindicalistas
colombianos en el año 2005”. Medellín, 2005. Página 14
27
Restrepo, Olga Luz, “Ciudadanía, género y conflicto en pueblos indígenas”, Ponencia al Seminario Internacional en
ciudadanía y conflicto, Bogotá, octubre de 2004, EN: Fundación Hemera, Periódico Virtual Actualidad Étnica,
www.etniasdecolombia.org.
2004 16158 1378 17536 92,1% 7,9% -23,4%
Elaborado por Sisma Mujer sobre la base de información del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias
Forenses

En cuanto a las modalidades delictivas, el siguiente cuadro elaborado a partir de


información suministrada por la Policía Nacional, muestra que si bien se presentan
disminuciones en algunos delitos, en lo relativo a delitos que afectan de manera particular
a las mujeres, la tendencia va en aumento.

Modalidad Delictiva 2002 2003 2004


I. Delitos Contra La Vida Y La Integridad Personal 91.244 82.584 68.597
II. Delitos Contra Personas Y Bienes Protegidos Por El
Derecho Internacional Humanitario 176 55 73
III. Delitos Contra La Libertad Individual Y Otras Garantías 3.820 3.147 2.380
IV. Delitos Contra La Libertad Integridad Y Formación
Sexuales 2.885 4.153 4.322
V. Delitos Contra La Integridad Moral 824 698 520
VI. Delitos Contra La Familia 13.850 14.367 14.555
VII. Delitos Contra El Patrimonio Económico 117.520 125.387 114.239
VIII. Delitos Contra Los Derechos De Autor 1.203 7.078 10.495
IX. Delitos Contra La Fe Pública 2.681 4.018 5.321
X. Delitos Contra El Orden Económico Y Social 2.836 9.069 11.054
XI. Delitos Contra Los Recursos Naturales Y El Medio Ambiente 754 1.459 2.396
XII. Delitos Contra La Seguridad Pública 19.011 19.525 17.379
XIII. Delitos Contra La Salud Pública 22.277 35.133 48.334
XIV. Delitos Contra Mecanismos De Participación Democrática 322 392 20
XV. Delitos Contra La Administración Pública 843 1.093 1.091
XVI. Delitos Contra La Eficaz Y Recta Impartición De Justicia 1.121 1.504 1.564
XVII. Delitos Contra La Existencia Y Seguridad Del Estado 2 0 5
XVIII. Delitos Contra El Régimen Constitucional Y Legal 240 503 352
Total Delitos 281.609 310.165 302.697
Elaborado por Sisma Mujer sobre la base de información de la Policía Nacional.

Se toma en consideración el aumento en el item sobre delitos contra el derecho


internacional humanitario pues este comprende diversos delitos relativos a violencia sexual
en persona protegida.

Respecto del aumento particular de diversas modalidades delictivas relacionadas


directamente con el conflicto armado, el documento de Sisma Mujer afirma

“Dos son las posibles razones que podrían explicar este hecho. Primero las organizaciones
de mujeres y las organizaciones sociales están denunciando y visibilizando violaciones a los
derechos humanos de las mujeres que antes no eran considerados como tales y las
organizaciones de derechos humanos han empezado a registrar la información
desagregándola por sexo. La segunda, las mujeres están ocupando espacios de liderazgo
28
dejados por hombres como consecuencia de su asesinato, desaparición o persecución ”.

El informe presentado por las organizaciones sociales, de derechos humanos y de mujeres a


la Relatora sobre la mujer de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos hace
referencia al trabajo de documentación y análisis de la afectación del conflicto armado en
las mujeres y las niñas que realiza la Mesa de trabajo: “Mujer y conflicto armado”, así
como lo reportado por Amnistía Internacional, organizaciones que han develado la forma
como las mujeres se han constituido en botín de guerra, una de las modalidades de
vulneración y degradación de comunidades calificadas como enemigas. Al respecto se
afirma: “La violencia sexual reconfigura y arrecia la discriminación hacia las mujeres. Si
sobre los datos relacionados con asesinatos, desapariciones y torturas cae el peso del
temor a la retaliación, sobre los relacionados con violencia sexual (en particular sobre
violaciones sexuales) se adiciona la humillación y la vergüenza” 29. Además de la violación
sexual, la violencia particular que los grupos armados legales e ilegales ejercen sobre las
mujeres y niñas en Colombia comprende la esclavitud sexual y doméstica, la
anticoncepción forzada, el aborto forzado, el desplazamiento por su afectación
desproporcionada en las mujeres, la estigmatización por su relación de parentesco con
alguno de los actores armados y el control social y de las condiciones de vida de las
mujeres en las zonas de dominio territorial. En muchas ocasiones la violación y la
mutilación sexual son prácticas que preceden las masacres pero que, tal como lo indicó la
Relatora especial sobre violencia contra las mujeres en su visita a Colombia durante el año
2001, no aparecen en los registros oficiales pues cuando se realizan los levantamientos de
los cadáveres no se recopilan pruebas sobre la posible violencia sexual previa al asesinato.

Los combatientes han incurrido en múltiples violaciones a los derechos humanos de


mujeres dirigentes e integrantes de organizaciones de mujeres Las organizaciones más
afectadas han sido sobre todo las conformadas por campesinas, indígenas y
afrocolombianas. Tal es el caso de la Asociación Nacional de Mujeres Campesinas e
Indígenas –ANMUCIC – la cual a finales de los 90 contaba con 100.000 afiliadas. Para el
2003, habían sido asesinadas más de 35 afiliadas y dirigentes locales, dos mujeres
desaparecidas, más de 7.000 desplazadas y durante ese año se produjo el más duro
deplazamiento de la dirigencia. Algunas de las mujeres desplazadas y refugiadas fueron
previamente torturadas, incluyendo la tortura sexual y en algunos de los casos sus hijas e
hijos fueron asesinadas/os.

Los niveles de impunidad en relación con violaciones a derechos humanos de las mujeres
son mayores que respecto de otros grupos poblacionales. La Relatora Especial de violencia
contra la mujer señaló que el hecho de que no se haya investigado, procesado y castigado a
los responsables de violaciones y otras formas de violencia por motivo de género, ha
contribuido a crear en Colombia un clima de impunidad que perpetúa la violencia contra la
mujer y contribuye al aumento de la violencia en general. En este sentido, responsabilizó al

28
Ob Cit. Corporación Sisma Mujer.
29
Amnistía Internacional. “Colombia. Cuerpos marcados, crímenes silenciados. Violencia sexual contra
las mujeres en el marco del conflicto armado”. AMR 23/040/2004/s
.
Estado por las violaciones de los derechos humanos que ocurran mientras no adopte
medidas para garantizar que la justicia se administre de manera equitativa y eficaz en el
país30.

Entre las medidas recomendadas por la Relatora para hacer frente a la impunidad en lo
relativo a delitos contra las mujeres frente a las cuales el Estado colombiano aún no ha
realizado ninguna acción, se encuentran las siguientes:

- Nombramiento de un asesor jurídico de alto nivel en la Fiscalía sobre violencia


sexual o basada en el género.
- Impartir capacitación específica a todas las dependencias del sistema de justicia
penal respecto de la violencia basada en el género y los derechos humanos de la
mujer.
- En lo relativo al apoyo técnico científico en la investigación, contar con
profesionales calificados que tengan conocimiento y experticia en delitos sexuales.
- Implementación de un sistema de compilación de estadísticas en que se indique lo
que le ha ocurrido a una mujer antes de perecer en una matanza.
- Incluir en los estudios sobre la administración de justicia, indicadores para medir el
impacto en las mujeres en su condición de sujetas activas como de víctimas de las
políticas y los sistemas que se implementen.

El Estatuto de Roma y sus Reglas de Procedimiento y Prueba aportan importantes avances


en la legislación y procedimientos que contemplan el enfoque de género en la
administración de justicia en contextos de conflictos armados, los cuales deben ser
incorporados a la legislación interna colombiana.

En el tema de la violencia intrafamiliar y de género, diagnósticos de las organizaciones de


mujeres y de diversas organizaciones protectoras de derechos humanos en el ámbito
internacional coinciden en señalar como una de las causas de los altos índices de impunidad
de la administración de justicia en materia de violencia intrafamiliar, sexual y todas las
modalidades de violencia contra las mujeres asociadas al conflicto armado interno, la
inmensa dispersión normativa y una serie de retrocesos legislativos y reformas al sistema
de administración de justicia en Colombia, que han ido alejando cada vez más a las mujeres
de las posibilidades de acceso a la justicia.

En este sentido, la Alta Comisionada para los derechos humanos de las Naciones Unidas en
su informe sobre Colombia 2005 insta al gobierno y al Congreso colombiano a revisar la
legislación en materia de violencia intrafamiliar y violencia de género y adecuarla a los
instrumentos internacionales suscritos y ratificados por el Estado colombiano.

Actualmente, una iniciativa de Sisma Mujer con el apoyo del Instituto de la Mujer de
España para la creación en Colombia de una ley integral de violencia contra las mujeres, ha
encontrado eco en diversas organizaciones de mujeres y en entidades de protección de
derechos humanos como la Defensoría del Pueblo y la Oficina de Mujer y Géneros de la

30
Relatora Especial sobre la Violencia contra la mujer. Comisión de Derechos Humanos
E/CN.4/2002/83/Add.3; op. cit.
Alcaldía de Bogotá, lo que nos posibilita unir esfuerzos a fin de lograr consensos sociales y
políticos nacionales para la aprobación de la ley en el Congreso de la República.

III. El proceso de desmovilización de los grupos paramilitares y los derechos a la


verdad, la justicia y la reparación.

Las negociaciones del gobierno colombiano con las Autodefensas Unidas de Colombia se
iniciaron en el 2003. A pesar de que el gobierno estableció como condición el cese de
hostilidades de los grupos paramilitares, durante este tiempo, organizaciones paramilitares
han continuado con sus acciones delictivas y las violaciones a los derechos humanos de la
población. Al respecto, se advierte que desde el primero de enero de 1988 hasta el 30 de
junio de 2005 se han registrado 17.010 acciones contra la población civil en las que los
derechos a la vida, a la libertad y a la integridad personal (ejecuciones extrajudiciales,
desapariciones, torturas y violación sexual) fueron vulnerados por los grupos
31
paramilitares .

Según datos de la Comisión Colombiana de Juristas, durante el primer semestre de 2005,


casi se duplicó el número de violaciones al derecho a la vida atribuibles directamente a los
agentes estatales: 62 víctimas durante el segundo semestre de 2004; 111, durante el primer
semestre de 2005.

Igualmente, la Comisión Colombiana de Juristas resalta que

Continúa siendo alto el número de personas asesinadas o desaparecidas por los grupos
paramilitares (358). A pesar del proceso de negociaciones con el Gobierno, estos grupos
continúan siendo los mayores violadores al derecho a la vida. Las infracciones al derecho
humanitario que vulneran el derecho a la vida cometidas por los grupos guerrilleros también
permanecen en el mismo nivel que durante el segundo semestre de 2004 (130 personas
víctimas entre julio y diciembre de 2004 y 139 en el mismo período de 2005).

Del total de muertes registradas de enero a junio de 2005, 111 eran mujeres. Por lo menos
183 jóvenes y 79 niñas y niños perdieron la vida por las mismas causas en el mismo
período32.

Según el Alto Comisionado para la Paz en Colombia, hasta el 15 de febrero de este año se
habían desmovilizado 22.842 paramilitares en 30 actos de desmovilización. En su informe
sobre Colombia la Alta Comisionada de las Naciones Unidas expresó:

Tres años después de iniciadas las negociaciones, llama la atención la presencia continua de
niños y niñas en las filas de los grupos paramilitares. Informaciones recogidas por la
Oficina indican que, en varios casos, los paramilitares han entregado a los niños
directamente a sus familias. De esta manera se impide que quede algún registro en el

31
Análisis de cifras elaborado por la Corporación Sisma Mujer sobre la base de datos de Cinep, Justicia y Paz
en “Deuda con la Humanidad. Paramilitarismo de Estado. 1988- 2003. Banco de Datos de violencia política,
Codice. Bogotá. Diciembre 2004. Cinep, Justicia y Paz. “Noche y niebla”.Números 29-30 y 31 en:
www.nocheyniebla.org.
32
Ob.Cit. Comisión Colombiana de Juristas
Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), institución estatal a quien deben ser
entregados por disposición legal. Esta situación puede tener consecuencias de impunidad
sobre la responsabilidad de esos grupos e igualmente sobre los derechos básicos de los
niños y niñas víctimas del reclutamiento. Estos últimos quedan por fuera de la protección
estatal y de los programas a los que tienen derecho33.

En cuanto al marco legal de la negociación, el año 2003 el gobierno nacional expidió el


decreto 128 en desarrollo de la ley 782 de 2002, que establecía los parámetros normativos
para la suscripción de acuerdos con grupos armados organizados al margen de la ley. En el
año 2005 se aprobó la ley 975 de 2005 “por la cual se dictan disposiciones para la
reincorporación de miembros de grupos armados organizados al margen de la ley, que
contribuyan de manera efectiva a la consecución de la paz nacional y se dictan
disposiciones para acuerdos humanitarios”. Esta última ley tiene una aplicación residual,
porque solamente cubre a desmovilizados que tengan procesos judiciales en curso, si no
tienen procesos judiciales, como ocurre con la mayoría de ellos, porque no han podido ser
identificados por las víctimas o no han sido denunciados, se les aplica la normatividad
anterior. Al respecto, la Comisión Colombiana de Juristas puntualiza:

Los combatientes que se someten a la desmovilización pueden estar en dos situaciones. En


primer lugar, pueden no tener procesos judiciales o condenas en contra. En segundo lugar
pueden tener procesos o condenas judiciales. En el primer caso, de acuerdo al decreto 128,
la persona tiene derecho a una inmunidad judicial con un certificado del Comité de
Dejación de Armas (CODA) del Ministerio del Interior y de Justicia (arts. 2 y 13 del
decreto). En el segundo caso, surgen dos nuevas posibilidades. De un lado, puede que la
persona a desmovilizar tenga abiertos procesos judiciales por delitos amnistiables o
indultables – que de acuerdo a la Constitución sólo pueden ser delitos políticos-. En tal caso
la persona tendrá derecho a que se cierre su proceso judicial, sea cual fuere el estado en que
esté, o se revoque su condena. Esto es, puede recibir el beneficio de resolución inhibitoria,
cesación de procedimiento, preclusión o indulto dependiendo del estado del proceso (art. 13
del decreto). Por último, la persona puede tener procesos o condenas por delitos no
amnistiables o no indultables, es decir, por delitos comunes y por violaciones a derechos
humanos y derecho humanitario. Sólo en este último caso se aplica la ley de “justicia y
34
paz”.

Una vez sometido a consideración del Congreso de la República, el proyecto de ley 975 de
2005 acaparó la atención pública. Los aspectos más polémicos en el Congreso estuvieron
relacionados con la incompatibilidad del proyecto de ley con los estándares internacionales
en términos de verdad, justicia y reparación. La ley prevé para quienes hayan cometido
graves crímenes y cumplan ciertos requisitos, la concesión de beneficios judiciales, en
especial la reducción de la privación de la libertad a un período entre cinco y ocho años,
pero como contraprestación no exige, - por el contrario desestimula - la plena
cooperación del desmovilizado con la justicia. Quien se acoja al proceso debe rendir una
versión libre y espontánea y los delitos que confiese serán los susceptibles de aplicación de
los beneficios. En caso de que durante el proceso o con posterioridad a la obtención de los

33
Ob. Cit. Alta Comisionada para los derechos humanos de Naciones Unidas.
34
Comisión Colombiana de Juristas. “Sin paz y sin justicia”. Boletín No. 6. Bogotá, junio 29 de 2005.
www.coljuristas.org.
beneficios se llegaren a imputar otros delitos, también a éstos se les aplicarán los
beneficios. En términos de reparación, la ley prevé una escasa participación de las víctimas,
crea una comisión de reparación con funciones de asesoría y sin autonomía, no determina
de manera clara la responsabilidad concurrente del Estado, la garantía de reparación
monetaria se encuentra principalmente en manos de los condenados quienes deberán
responder con sus bienes adquiridos ilícitamente si declaran su propiedad.

La Red Nacional de Mujeres y la Iniciativa de Mujeres por la paz, adelantaron una


estrategia de incidencia ante el Congreso de la República y ante organizaciones de derechos
humanos, con el fin de incorporar en la ley garantías de los derechos de las víctimas en
general y de los derechos particulares de las mujeres víctimas, tomando como parámetros
los tratados internacionales sobre derechos de las mujeres suscritos y ratificados por el
Estado colombiano tales como la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de
Discriminación contra la Mujer “CEDAW”35; la Convención Interamericana para Prevenir,
Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer “Convención Belém do Pará”36 y de
manera particular las reglas de procedimiento y prueba en caso de delitos de violencia
sexual contra mujeres, niñas y niños del Estatuto de Roma37. Las acciones de incidencia
partieron de la exigencia de los estándares internacionales en derecho a la verdad, la justicia
y la reparación, por ello, pese a que se logró la inclusión de algunas formulaciones
generales relativas a protección de la intimidad de víctimas y testigos en casos de violencia
sexual, sin que en los aspectos procedimentales ni en la reglamentación de la misma estas
formulaciones se hayan hecho operativas.

Dada la insatisfacción con la ley tanto en términos de garantías de los derechos de las
víctimas como en cuanto a las disposiciones relativas a afectaciones particulares de las
mujeres, la evaluación de Sisma Mujer coincide con las visiones de diversas
organizaciones nacionales e internacionales, en el sentido de señalar que se trata de una ley
propiciatoria de impunidad. Al respecto, la Alta Comisionada de derechos humanos de las
Naciones Unidas advierte que “faltan mecanismos adecuados para hacer efectivos los
derechos a la verdad, la justicia y la reparación. En particular, la ley no exige la plena
cooperación del desmovilizado con la justicia. La ley no exige su contribución efectiva
para el esclarecimiento de los hechos. No es posible hacer justicia ni garantizar la
reparación sin esclarecer la verdad” y puntualiza que “Tampoco atiende suficientemente
la situación particular de las mujeres, de niños y niñas, y de las minorías étnicas” 38.

A pesar de diversas advertencias por parte de organismos de protección de derechos


humanos, así como de numerosas demandas de inconstitucionalidad, la ley se comenzó a
aplicar, aunque, tal como lo había advertido la Comisión Colombiana de Juristas, de
manera bastante residual. La Declaración Conjunta de la Coordinación Colombia Europa
Estados Unidos para la Comisión de Derechos Humanos en sus sesiones de 2006, señala a

35
Adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en su resolución 34/180 de 18 de diciembre de
1979. Entrada en vigor para Colombia en virtud de la ley 51 de 1981.
36
Adoptada por la Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos en Belém do Pará –
Brasil el 9 de junio de 1994. Entrada en vigor para Colombia en virtud de la ley 248 de 1995.
37
Adoptado en Roma por los países signatarios el 17 de julio de 1998. Entrada en vigor para Colombia en
virtud de la ley 742 de 2002.
38
Ob. Cit. Alta Comisionada para los derechos humanos de las Naciones Unidas
partir de datos suministrados por la Fiscalía General de la Nación, que “ mediante el
Decreto 128/2003, al menos 11.200 paramilitares (99% de los desmovilizados) han sido
dejados en libertad sin ser investigados o juzgados, bajo el argumento de no tener procesos
penales abiertos en su contra, así hubiesen cometido graves violaciones incluyendo
crímenes de lesa humanidad (únicamente 55 tenían procesos en su contra)” 39.

Dentro de las principales preocupaciones por la forma como se ha desarrollado el proceso


de desmovilización de los grupos paramilitares, se señala el crecimiento exagerado en el
número paramilitares durante el curso de la desmovilización. El 19 de mayo de 2004 el
Alto Comisionado para la Paz dijo que en las filas paramilitares había 20.000 combatientes.
Cuando comenzaron las desmovilizaciones, el gobierno y las AUC anunciaron una cifra
total de combatientes por desmovilizar equivalente a 15.000. Ahora, se habla de
aproximadamente 30.000 paramilitares en proceso de desmovilización. De otro lado, existe
gran preocupación por las relativamente pocas armas entregadas por los distintos bloques
de las AUC. La Alta comisionada para los derechos humanos observó “una importante
brecha entre el número de desmovilizados y el de armas entregadas”. Una de las mayores
preocupaciones respecto de la forma como se está implementado el proceso de negociación
es por supuesto la violencia que siguen ejerciendo los paramilitares, desmovilizados o no, y
la conservación de sus estructuras lo que se denominado “reciclaje”. En el artículo “las
ruedas sueltas” publicado en la revista Semana el 13 de febrero de 2006 se afirma que
“Tan solo entre junio y diciembre de 2005, las autoridades detectaron 13 nuevos grupos
paramilitares que empezaron a actuar en zonas en donde se habían producido
desmovilizaciones”. Por último se registran serias deficiencias en el proceso de reinserción
de los paramilitares.

Para las mujeres es evidente el continuo de la violencia ejercida por los paramilitares
durante el “cese de hostilidades”. Igualmente se observa la tendencia general en el sentido
de focalización del accionar paramilitar.

Según lo manifestado por la Corporación Reiniciar ante la Relatora sobre las mujeres de la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos en su visita a Colombia en el año 2005, las
mujeres pertenecientes la Unión Patriótica han sido perseguidas por su condición de
militantes de la oposición política. Desde el 2002 hasta febrero de 2005, 12 mujeres fueron
víctimas de homicidio, entre los cuales se registra 1 con tortura y 2 antecedidas por
desaparición forzada; 1 fue víctima de desaparición forzada, y 1 de tentativa de homicidio.
De estos casos hay mujeres que fueron agredidas sexualmente por el Ejército Nacional y
por los paramilitares y en algunos de los casos en acciones conjuntas.

En su informe sobre Colombia, la Alta Comisionada de las Naciones Unidas reseña varios
casos de violación de derechos humanos de las mujeres ocurridos durante el presunto cese
de hostilidades cuyos responsables son paramilitares.

El proceso de desmovilización ha contado con un seguimiento por parte de la Organización


de los Estados Americanos a través de la misión Mapp – OEA que ha sido objeto de críticas

39
Ob.Cit. Coordinación Colombia – Europa – Estados Unidos.
relacionadas con las deficiencias presentadas en la verificación de la autenticidad de las
desmovilizaciones y sus escasos pronunciamientos sobre el incumplimiento al cese de
hostilidades y los problemas generados por las reinserciones. En el sexto informe
presentado, el Secretario General de la OEA reconoció varios de estos problemas.

En la verificación, la MAPP/OEA ha priorizado lo que denomina los hechos más graves,


que coinciden con aquellos de más fácil verificación, y aquellos que muestren una
tendencia al cese de hostilidades. Dentro de los indicadores de verificación de violencia
atribuible a grupos de autodefensa, no se encuentra la violación sexual, no obstante su
aumento, como lo han señalado la oficina del Alto Comisionado para los Derechos
Humanos y Amnistía Internacional.

Las organizaciones de mujeres de manera autónoma y también a través de la participación


en redes mixtas tales como la Alianza de Organizaciones Sociales y Afines por una
Cooperación para la Paz y la Democracia en Colombia han manifestado a la Mapp-OEA la
urgencia de la inclusión de un enfoque de género en su misión, pero durante el tiempo que
va corrido de su mandato esto no ha sido posible. La misión aún no se ha hecho la pregunta
por lo que pueda pasar a las mujeres cuando a un pueblo pequeño llega una
desmovilización masiva, o cuáles son las condiciones diferenciales que requieren mujeres,
niñas y niños que hacen parte de los ejércitos desmovilizados. En diversas oportunidades se
ha propuesto a la misión la inclusión de indicativos de género en la verificación al cese de
hostilidades y la inclusión de criterios de género que orienten el trabajo con víctimas. Estos
aspectos no han sido tomados en consideración en ninguno de los informes.

Hasta el momento, la Mapp-OEA ha hecho caso omiso a las voces de alerta de la


comunidad nacional e internacional sobre las graves deficiencias en el proceso de
desmovilización.

Según la declaración conjunta sobre la situación de derechos humanos en Colombia para la


62 sesión de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas- 2006:

“En 2005 se concretó la más grave operación de impunidad, especialmente frente a miles de
graves violaciones cometidas por grupos paramilitares, que comprometen la responsabilidad
estatal debido al apoyo, aquiescencia o tolerancia. Junto con la persistencia de violaciones
sistemáticas y generalizadas, se han incrementado los casos de participación de la Fuerza
Pública directamente en estas violaciones. Persiste un alto nivel de masacres,
desapariciones forzadas, detenciones arbitrarias y torturas”40.

En este sentido, la Alta Comisionada de las Naciones Unidas advierte: “Debe destacarse
que las desmovilizaciones no parecen haber significado una disminución de la influencia o
control de los grupos paramilitares en sus respectivas áreas geográficas. Más bien,
a través de estrategias paralelas de presión y de amenazas, se han consolidado y, en
algunos casos, fortalecido en los campos económico, social y político”41.

El actual proceso de negociación pasa por encima de los derechos de las víctimas, no tiene
40
Ob. Cit. Coordinación Colombia Europa Estados Unidos.
41
Ob. Cit. Alta Comisionada para los Derechos Humanos.
en cuenta la afectación diferencial para mujeres, niñas y niños ni para grupos étnicos; no
contempla medidas que enfrenten la existencia e interrelación de factores estructurales
tales como la dinámica ascendente de copamiento de espacios políticos y económicos por
parte del binomio narcotráfico y señores de la guerra ni la incidencia de fenómenos como
el tráfico de armas. Las medidas de reparación previstas no permiten devolver a
campesinos/as ni a comunidades étnicas las grandes extensiones de tierra que les han sido
expropiadas. Tampoco se ocupa de las relaciones paramilitares – fuerzas armadas, poderes
políticos y económicos y la consecuente responsabilidad del Estado. En estas condiciones,
la desmovilización que se está llevando a cabo no apunta al logro de una paz sostenible en
el país. El proceso tal como se ha dado, ha puesto en evidencia la prevalencia de los
intereses del paramilitarismo frente a las necesidades e intereses generales.

El proceso de desmovilización ha contribuido a la consolidación de poderes que en diversas


regiones operaban de hecho y permeaban o se superponían a la institucionalidad pública,
abonando el terreno para su consolidación y “legalización” en las grandes ciudades. La
Declaración conjunta sobre la situación de derechos humanos en Colombia 2006, denunció

“Según informes de prensa recientes y estudios independientes como el del CEDE de la


Universidad de los Andes42, la infiltración paramilitar se da en varios niveles y con un amplio
cubrimiento regional. A nivel estatal incluye al Congreso, la Fiscalía General de la Nación y el
Departamento Administrativo de Seguridad. Se ha consolidado la intervención coactiva
paramilitar en diversos procesos de decisión popular y en general, en diferentes niveles de
decisión del Estado. De acuerdo a los datos publicados en los diversos informes periodísticos,
49 frentes paramilitares ejercen formas de influencia en 382 municipios de 26 departamentos
43
del país” .

El control paramilitar se hizo evidente en las recientes elecciones para el Congreso de la


República. Varios de los nombres de candidatos/as fueron cuestionados por poseer vínculos
con el narcotráfico. Hubo depuración en algunas listas, entre ellas las que respaldan al
actual presidente y los expulsados de unos partidos buscaron aval de otros logrando algunos
de ellos la elección, con votaciones que les garantizan un amplio margen de manejo de
poder. Según noticias recientes, algunos de ellos están siendo llamados a integrar de nuevo
las “toldas Uribistas”44.

Además del ámbito político y económico, el control paramilitar continúa penetrando


espacios sociales e íntimos imponiendo normas de conducta, determinando horarios,
interveniendo en conflictos familiares y comunitarios, persiguiendo a mujeres lesbianas o
bisexuales por su opción sexual y aplicando castigos que van desde tratos crueles o
degradantes hasta la ejecución. Las mujeres sufren especialmente esta particular manera de
“impartir justicia”. En el 2004, Amnistía Internacional denunció el ejercicio de control de la

42
Gustavo Duncan, “Del Campo a la Ciudad en Colombia: La Infiltración urbana de los señores de la
guerra”, Documento CEDE 2005-2. Universidad de los Andes.
43
Ob.Cit. Coordinación Colombia Europa Estados Unidos.
44
Diario el Tiempo. 19 de marzo. www.eltiempo.terra.com
conducta de las mujeres, especialmente respecto de su sexualidad, como una estrategia
clave de los grupos armados. Los códigos de conducta que los actores armados imponen en
zonas donde ejercen el control territorial por lo general reproducen imaginarios
totalizadores a través de la xenofobia, la misoginia, la homofobia, el acorralamiento a la
diferencia y la solución de los conflictos a través de la ley del más fuerte.

El último informe de la Mesa de Trabajo: Mujer y Conflicto Armado, integrada por


diversas organizaciones de mujeres presenta testimonios que dan cuenta de la continuidad
de este ejercicio de control en el marco de las negociaciones del gobierno con los grupos
paramilitares45.

Afirmar, como es común hoy en Colombia que estamos en un proceso transicional es


mentiroso. La desmovilización y reinserción de casi 30.000 hombres que están llegando a
las comunidades con sus imaginarios guerreros intactos, y ahora al amparo de la legalidad,
sumado a la estrategia de continuidad de la vía militar frente a las FARC, significa para las
mujeres y para la población colombiana en general, algunas mutaciones de la guerra, con
consecuencias igual de graves pero menos evidentes. El proceso de negociación parcial con
los grupos paramilitares, en el que el gobierno ha entregado mucho a cambio de poco, es un
proceso de legitimación política y social de un poder armado, en el que se disfraza de
post-conflicto una guerra estructural en la que las víctimas continúan siendo las mismas de
siempre.

IV. Las agendas alternativas. Retos y perspectivas

¿Por qué ante este panorama no nos invade la desesperanza?. A pesar del reducido espacio
que la guerra deja a las dinámicas sociales, día a día florecen el país agendas alternativas
impulsadas por movimientos sociales y políticos democráticos entre los cuales indígenas,
afrocolombianos/as y mujeres buscamos posicionar lógicas de resistencia que generen
nuevas dinámicas sociales.

En medio de la militarización, comunidades indígenas del sur del país adelantan procesos
de autonomía frente a los actores armados y cuentan con su propia guardia indígena cuya
autoridad se sustenta en un bastón de mando como única arma. En medio de la guerra,
estas comunidades adelantan procesos de recuperación de tierras. Las poblaciones
afrocolombianas por su parte, construyen en medio de la impunidad, procesos de
afirmación cultural y de garantía autónoma de sus derechos a través de la conformación de
comunidades de paz.

Las organizaciones de mujeres actuamos desde diversos frentes. Hay redes, mesas
temáticas, confluencias de redes, organizaciones que hacen incidencia otras que priorizan
las movilizaciones y una serie de organizaciones que prestan apoyos en salud, sicológicos
y asesoría jurídica.

45
Mesa de Trabajo: “Mujer y conflicto armado”. “Quinto Informe sobre violencia sociopolítica contra
mujeres jóvenes y niñas en Colombia”. Bogotá. 2006
A las dificultades propias del posicionamiento del género en las agendas de la sociedad
civil en su conjunto y en el ámbito de las políticas públicas en un medio en el que aún se
cuestiona la pertinencia de considerar a las mujeres como un grupo poblacional con
necesidades e intereses particulares y no como parte del grupo uniforme de los seres
humanos, el conflicto armado adiciona obstáculos y riesgos para la consolidación de las
demandas de las mujeres en el país. Entre ellos están:

1. La información. Gracias a la acción de incidencia de las mujeres, apenas desde hace


pocos años, los sistemas de información oficiales y no oficiales han comenzado a
desagregar la información según sexo. De manera adicional a ello, los sistemas oficiales de
información en Colombia en las diferentes áreas de intervención del Estado cuentan con
metodologías no compatibles con las de otras áreas ni aún al interior de las mismas, de esta
manera, la información se presenta segmentada y no es posible establecer comparaciones
entre unos datos y otros. El subregistro por miedo a los actores armados, la vergüenza y
necesidad de intimidad de las mujeres en casos de violencia sexual y la falta de
independencia por cuanto los datos relativos a violencia en el conflicto son en alguna
medida manejados como “arma de guerra”, son otras de las problemáticas que limitan
grandemente el conocimiento real sobre el estado del arte de las violencias contra las
mujeres en el país.

2. Acompasar nuestras voces con las voces del movimiento de derechos humanos y de paz,
espacios de tradicional predominancia masculina en el país, no ha sido una tarea fácil. Las
agencias de cooperación han contribuido a abrir estos caminos de encuentro a través de la
implementación de una especie de medida de acción positiva, con la exigencia de la
incorporación del enfoque de género en los proyectos que financian. Las organizaciones de
mujeres aprovechamos este espacio para hacernos oír, y tratar de seducir de manera que el
estado de ánimo frente a una imposición no ensordezca a los interlocutores y puedan
escuchar nuestras propuestas. En este sentido se ha logrado avanzar lentamente. En
términos de incidencia internacional, las organizaciones de mujeres estamos siendo
consultadas sobre las afectaciones particulares en el conflicto y cada vez es más notoria la
incorporación del enfoque de género en sus agendas.

3. La polarización política como consecuencia del conflicto armado interno que vive el país
atraviesa al movimiento de mujeres. Las visiones sobre el conflicto, los énfasis y las
miradas diversas se amplifican al punto de paralizar la posibilidad de acciones conjuntas.
En muchos casos, agendas partidistas resultan superpuestas a los intereses estratégicos de
las mujeres.

4. El trabajo alrededor de la violencia contra las mujeres en el conflicto puede llevar a la


invisibilización de otras modalidades de violencia cotidiana contra las mujeres en país,
fragmentando las miradas a una problemática que el feminismo contempla de manera
integral.

5. A pesar de contar con una importante tradición del movimiento de mujeres en cuanto a
trabajo con los medios de comunicación, las acciones especializadas en este ámbito en la
coyuntura actual no encuentran correspondencia con la necesidad de acompañar acciones
jurídicas, psicosociales, de denuncia y de incidencia en políticas públicas, con una
importante estrategia ante medios de comunicación, teniendo en cuenta la influencia
fundamental de estos en los cambios culturales que hacen sostenibles las demás acciones.

A partir de los elementos aportados a lo largo de esta presentación, queremos proponer la


construcción de agendas conjuntas para la realización de una paz real y sostenible, es decir

Una paz que permita terminar el sufrimiento de la población afectada por la dinámica
guerrera; que asegure posibilidades a sus víctimas de respeto a los derechos a la verdad, la
justicia y la reparación; que permita la construcción de un nuevo país en el que quepamos
todas las mujeres y hombres que lo habitamos, todos nuestros sueños, nuestras esperanzas;
en el que nuestras necesidades se vean plenamente satisfechas y nuestros derechos
realizados; un país en el que la memoria histórica de lo acontecido durante estas cinco
décadas de guerra sean suficientes razones y sentimientos para que la guerra no vuelva a
ocurrir46.

Algunos de los aspectos de particular importancia en la coyuntura actual del país, para los
cuales contamos con la solidaridad del pueblo español y sus instituciones son los
siguientes:

Que se acompañe a las organizaciones de mujeres colombianas en su labor de


visibilización sobre la situación de las mujeres en el conflicto armado interno colombiano y
en la incidencia ante el Congreso colombiano, para la incorporación en el ordenamiento
legal de un estatuto integral sobre violencia contra las mujeres, que incluya revisión de la
legislación sobre violencia de doméstica y de género y que incorpore medidas relativas a
violencia en el conflicto armado.

Que operadores/as de justicia del Estado español en el nivel central y en las autonomías
realicen intercambios con sus homólogos/as colombianos/as, a fin de socializar sus
experiencias en la implementación en España de la ley orgánica de medidas de protección
integral contra la violencia de género y presentar alternativas a la problemática de acceso a
la justicia para las mujeres colombianas en lo relativo a prácticas judiciales e impunidad.

Que se ejerza una labor de veeduría internacional sobre el proceso de negociación con los
grupos paramilitares de manera que se creen los mecanismos para establecer el grado de
responsabilidad del Estado en la creación y fortalecimiento de los grupos paramilitares en
el país a fin de que asuma su responsabilidad histórica y tal como lo recomienda la Alta
Comisionada para los derechos humanos: “cese todo vínculo entre servidores públicos y
miembros de grupos paramilitares, y para que se desmantelen efectivamente las
estructuras del paramilitarismo”47.

Que se haga una labor de cabildeo internacional para que Gobierno Nacional, Congreso y
otros actores sociales, políticos y económicos en el país, hagan una seria evaluación sobre
el actual proceso de negociación con los paramilitares, de cara a los derechos de las

46
Claudia María Mejía Duque. “De la etica del cuidado en la catedra de filosofia para la paz de la
Universitat Jaume”Valencia 2006.
47
Alta Comisionada para los derechos humanos. ONU. Ob. Cit.
víctimas a la verdad, la justicia y la reparación, con la debida atención a las situaciones
especiales de mujeres , niñas niños y grupos étnicos, y lo re-direccione tanto en sus
aspectos políticos, como en lo relativo al marco legal, de manera que cese el proceso de
impunidad que se está llevando a cabo.

Que el gobierno del Estado Español en su condición de país miembro de la Unión Europea
condicione la cooperación internacional al cumplimiento del Estado Colombiano de las
recomendaciones de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de las
Naciones Unidas de acuerdo al compromiso adquirido por Colombia en Julio de 2003 en la
reunión de Londres.

Que las organizaciones sociales, de mujeres y feministas españolas realicen una labor de
cabildeo ante el gobierno español para que, en caso de aportar recursos de cooperación para
el funcionamiento de la Misión de seguimiento al cese al fuego de los grupos paramilitares
desmovilizados –Mapp-OEA, condicione sus aportes al cumplimiento de una serie de
requisitos, entre ellos la incorporación del enfoque de género en su labor de veeduría al
proceso.

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