You are on page 1of 3

2013/12/16

Sindicatos e impulso tecnológico


Los autores reconocen el efecto que la actividad sindical tiene sobre la cuantía de los
salarios y de los beneficios empresariales, pero consideran que esta labor debe ir más allá
y preocuparse por otros aspectos porque de ello depende del dinamismo del modelo
empresarial. Un sindicalismo débil tiende a propiciar un modelo empresarial
conservador y poco dinámico que debilitará la capacidad competitiva de un sector o país
EKAI GROUP

Con frecuencia, las organizaciones sindicales son contempladas, en el ámbito económico, como
un problema. Esto es así tanto a nivel de teoría económica como en medios de comunicación.
En los ciclos positivos, los sindicatos limitan el beneficio empresarial y generan una
conflictividad social que tiende a ser valorada negativamente de forma sistemática. Además, los
sindicatos se consideran un factor fundamental en la limitación de la flexibilidad en la
adaptación de los salarios a la coyuntura económica y, en este sentido, se supone que retrasan
sensiblemente las salidas de las crisis económicas.

Como consecuencia, las organizaciones sindicales tienden a ser aceptadas como un instrumento
socialmente necesario –o bien, para algunos, un mal inevitable- pero que, desde el punto de
vista económico, carece de utilidad alguna o, casi siempre, no se considera sino un problema.
En nuestra opinión, estos análisis son erróneos. La razón de este error radica en que las grandes
teorías económicas dominantes tienden a sobreestimar la importancia del beneficio empresarial
en el desarrollo y en los ciclos económicos.

Si es cierto que la cuantía del beneficio empresarial a nivel macroeconómico tiene una
importancia relevante en la evolución de la economía a corto plazo, también lo es que, a medio
y largo plazo, tienen también una relevancia fundamental el origen y el destino de los resultados
empresariales. Y ambos conceptos tienden a subestimarse de forma generalizada en los análisis
macroeconómicos.

Es cierto que la labor sindical tiene un efecto evidente en la limitación de la cuantía de los
beneficios empresariales, pero también lo es que incide igualmente de forma directa en el
origen y destino de los mismos. Esto es, en cómo se generan y en cómo se distribuyen.

Esta incidencia de la actividad sindical puede ser directa en la medida en que se acuerden con el
empresario, junto a una determinada evolución de los salarios, otros conceptos determinantes
de la cuantía o del destino de los resultados. Pero, con carácter general, los efectos de la acción
sindical sobre el origen y destino de los resultados tienden a ser una consecuencia indirecta de
sus efectos sobre los niveles salariales.

Con frecuencia se apunta a los efectos positivos indirectos de los incrementos salariales sobre la
economía desde la perspectiva de la cohesión social, la capacidad de disposición de tiempo libre
para la formación, etc.

Sin embargo, es necesario tener en cuenta, como factor fundamental, el importante efecto
positivo que la acción sindical tiene –o puede tener- sobre el desarrollo tecnológico.

Detrás de este concepto subyace el hecho de que, como es sabido, con carácter general, el
empresario tiende a perseguir el beneficio y no tanto los medios utilizados para conseguirlo.
Esto es, si –también con carácter general- el beneficio tiende a impulsar el desarrollo y la
capacidad productiva de la empresa, ello sólo se produce de forma indirecta. Porque el
beneficio puede conseguirse incrementando ingresos o reduciendo gastos y mediante medidas
que generen valor añadido social o que no lo generen.

Y aquí es donde resulta de una importancia extraordinaria la acción sindical. Los sindicatos
pueden desarrollar una labor determinante en que los gastos, ingresos y resultados de una
empresa, así como las estrategias de la misma, se enfoquen en una u otra dirección.

En particular, el nivel salarial tiene un papel determinante en las estrategias de la empresa a


medio y largo plazo. Y no, como algunos parecen considerar, porque cuanto más bajos sean los
salarios mejor será la evolución de las empresas. Al contrario, una evolución al alza –por
supuesto, razonable- de los salarios puede ser un factor esencial en el impulso del desarrollo
tecnológico, al obligar a los empresarios a apostar por modelos de crecimiento basados en el
desarrollo de la eficiencia, de la formación y del equipamiento tecnológico.

Si el empresario medio percibe que puede conseguir beneficios razonables simplemente


conteniendo o reduciendo los niveles salariales evitará apostar por un desarrollo tecnológico
que siempre resulta una apuesta más compleja, más de largo plazo y más incierta. Un
sindicalismo débil tiende a propiciar un modelo empresarial conservador y poco dinámico que, a
medio y largo plazo, debilitará la capacidad competitiva de un determinado sector o país. Al
contrario, un sindicalismo serio pero activo obligará a una distribución de las rentas más
ajustada y a que el empresario busque mantener y aumentar los resultados a través de mejoras
en la productividad.

Es esta dinámica la que explica, por ejemplo, por qué en los países avanzados el sindicalismo
tiende a ser tan combativo -o más combativo- como en los que se encuentran en vías de
desarrollo o en estadios intermedios.

Desde esta perspectiva, el gran reto pendiente para los distintos modelos y políticas económicas
consiste, desde nuestro punto de vista, en impulsar la concienciación de los sindicatos al
respecto. En conseguir que, siendo conscientes del extraordinario papel que pueden
desempeñar en el impulso de la capacidad productiva y tecnológica de un país, desarrollen las
estrategias necesarias para conseguir el máximo aprovechamiento de estos procesos. Ello les
convertiría, de alguna forma, en agentes clave tanto de la elevación del nivel de vida de los
trabajadores como de la constante elevación de la capacidad tecnológica y productiva.

You might also like