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N 11998899--44771166
REFLEPSIONES
Revista de Psicología
Nº 9 Agosto 2009
DIRECTORA
Dª. Amelia Catalán Borja
Sumario Página
Psicóloga
PUBLICADO EN EL BLOG REFLEPSIONES
REDACTOR JEFE
D. Luis Aparicio Sanz La inteligencia emocional en el ámbito laboral
Psicólogo
Beatriz Sarrión Soro 4
COMITÉ DE REDACCIÓN
Dª. Amparo Puig Ricart Dificultades de aprendizaje y problemas emocionales
Psicóloga
Amparo Puig Ricart 6
Dª. Beatriz Sarrión Soro
Psicóloga
Habilidades sociales: Implica manejar bien las emociones en una relación e interpretar
adecuadamente las situaciones y las redes sociales.
Cada vez más los empresarios buscan trabajadores que además de competencias técnicas
dispongan de capacidades relacionadas con la inteligencia emocional como son:
Citar como:
Sarrión, B. (2009). La inteligencia emocional en el ámbito laboral. Reflepsiones [Revista
electrónica], (9), 4-5. Disponible en: http://stores.lulu.com/reflepsiones [Consulta: FECHA DE
CONSULTA].
Blog: http://medicablogs.diariomedico.com/reflepsiones/
Revista: http://stores.lulu.com/reflepsiones
Citar como:
Puig, A. (2009). Dificultades de aprendizaje y problemas emocionales. Reflepsiones [Revista
electrónica], (9), 6-7. Disponible en: http://stores.lulu.com/reflepsiones [Consulta: FECHA DE
CONSULTA].
Blog: http://medicablogs.diariomedico.com/reflepsiones/
Revista: http://stores.lulu.com/reflepsiones
Nota: considerar que se cumple un criterio sólo si el comportamiento se presenta con más
frecuencia de la observada típicamente en sujetos de edad y nivel de desarrollo comparables.
D. No se cumplen los criterios de trastorno disocial, y, si el sujeto tiene 18 años o más, tampoco los
de trastorno antisocial de la personalidad.
Loney, ha observado que los desordenes externalizados pueden ser vistos como independientes,
entrelazados o intercambiables.
Szatmari, llegó a la conclusión de que los niños que presentan un trastorno del comportamiento casi
siempre tienen un trastorno desafiante por oposición y /o TDAH.
Lahey, sin embargo, había destacado que sólo algunos niños con trastorno desafiante por oposición,
presentan un trastorno del comportamiento. Afirmó también que los niños que presentan TDAH y un
trastorno del comportamiento, tienden a tener un status socioeconómico bajo.
McGee, aprecia que existen síntomas asociados al TDAH diferentes de los asociados al desorden
de la conducta, tales como debilitación más cognoscitiva, un índice de inteligencia más bajo, y más
desordenes del desarrollo. Hay, una respuesta diferente al tratamiento, los síntomas de TDAH
responden más sensiblemente a los estimulantes que los síntomas del desorden de la conducta,
tales como agresión y robo. Para aquellos con solo TDAH, el resultado terapéutico es más
favorable.
Lewinsohn, opina que en los adolescentes los síntomas residuales del TDAH pueden estar
asociados con problemas de conducta, abuso de sustancias y trastornos de ánimo o de ansiedad.
En resumen, la hiperactividad es una de las vías que conduce a las alteraciones de conducta. Sin
embargo, la relación de la conducta o de los problemas de oposición con TDAH no se resuelve. Los
diagnósticos se realizan dicotómicamente, tales como tener o no tener un trastorno dado; esto
enmascara el continuo de estos desórdenes.
Para mejores conclusiones habría que hacer estudios por separado de ambos síndromes.
Los pocos estudios disponibles sobre la solapación del desorden desafiante del TDAH y el
oposicionista divulgan haber encontrado aproximadamente un 35% de los casos estudiados.
Faraone, demostró que el trastorno desafiante es también familiar, los parientes de niños con TDAH
y TOD tienen 3 veces más probabilidad de tener TOD que parientes de niños con solo TDAH, y 10
veces más de tener TOD que los parientes de controles normales.
Caballo, V.E. y Simon, M.A. (2002). Manual de psicología clínica infantil y del adolescente:
Trastornos específicos. Madrid: Pirámide.
Tomas, J. y Pros, M. (2004). TDHA: Hiperactividad, niños movidos e inquietos. Barcelona: Laertes.
PsicoPedagogia.com
Citar como:
Catalán, A. (2009). TDAH y Trastorno negativista desafiante. Reflepsiones [Revista
electrónica], (9), 8-10. Disponible en: http://stores.lulu.com/reflepsiones [Consulta: FECHA DE
CONSULTA].
Blog: http://medicablogs.diariomedico.com/reflepsiones/
Revista: http://stores.lulu.com/reflepsiones
Los aspectos sociales, afectivos y conductuales de los estudiantes con dificultades de aprendizaje,
teniendo en cuenta que son muy frecuentes, deben ser evaluados y tratados a lo largo de la
escolaridad. De lo contrario, se cometería un error al olvidar el impacto en diferentes contextos, que
supone vivir con estas dificultades.
Los problemas más frecuentes a los que se enfrentan estos estudiantes son la pérdida de confianza
para afrontar dichas dificultades y la baja autoestima.
Tanto padres, como profesores deben reforzar y estimular al estudiante en aquellas áreas en las
que tiene éxito, de manera que se pueda ver al menos en algún aspecto como ganador y no como
perdedor.
Ir modificando los premios para no producir saciación y adaptarlos a la edad del niño. Es
importante que el estudiante elija los premios, pactándolos con sus padres.
Evaluación continua de los objetivos para suprimir aquellos que se han conseguido y
añadir nuevas metas. Puede que la conducta de permanecer sentado a la mesa durante las
comidas se haya afianzado y no sea necesario premiarla. Ese sería el momento de
suprimirla y añadir nuevas conductas que se deseen afianzar, como por ejemplo la
independencia a la hora de la higiene corporal (bañarse, vestirse, peinarse, etc.).
Referencia bibliográfica:
Citar como:
Puig, A. (2009). Técnicas de modificación conductual para las dificultades de aprendizaje.
Reflepsiones [Revista electrónica], (9), 11-12. Disponible en:
http://stores.lulu.com/reflepsiones [Consulta: FECHA DE CONSULTA].
Hemos de procurar que los planteamientos que se realicen sobre los cambios conductuales
tengan un asociacionismo con lo académico, ya que los objetivos pasan por establecer
pautas académicas que le ayuden en el aprendizaje.
Las intervenciones en diferentes contextos tienen que estar muy bien definidas, ya que los
niños con TDHA son tremendamente excluidos. Situaciones de patio, recreo, juegos, etc.,
se convierten es espacios que en lugar de ser motivantes y favorecedores para tal fin
aparecen como todo lo contrario. Por ello, se debe de definir todo lo posible aquellas
situaciones y los elementos que las compongan. La atención a las intervenciones y
resultados de ellas tienen que ser continuas.
Al finalizar cualquier situación que previamente ha sido planificada y analizada tiene que
darse ese periodo de habla con el alumno, de modo que el refuerzo sea inmediato y la
capacidad de repetición en una nueva ocasión también.
Todos los posibles programas de intervención que se trabajen conllevaran del esfuerzo grupal
dejando claro los antecedentes y las consecuencias de la conducta que se tengan que trabajar, se
hará participe de todo al sistema familiar, de modo que se mantengan conductas-metas asociadas y
los resultados sean mayores. Las relaciones entre el tutor, los padres y el psicólogo del centro
deben de ser muy fluidas.
Las normas serán claras y sencillas, muy visuales de modo que le recuerden con un golpe
de vista lo que tiene que realizar.
Emplear refuerzos y coste de respuesta antes que la aplicación de castigos, los cuales
siempre serán acordes al hecho en cuestión.
Cambiar refuerzos de un modo rotativo, de modo que no se agoten las alternativas tanto
para él como para nosotros.
Las conductas que se vayan consiguiendo serán revisadas de modo puntual, de modo que
el niño vea de lo que ha sido capaz, esto le servirá de estímulo para la consecución de
nuevas metas con el apoyo oportuno.
El empleo del grupo-clase como refuerzo grupal y el apoyo de los compañeros dentro del
aula y fuera de ella es fundamental para un buen avance del niño con TDHA.
El objetivo final debe ser desarrollar programas fácilmente aplicables en el aula. Los objetivos
académicos y de socialización deben enseñar a la vez, indicando los pasos de la tarea a realizar
como la conducta que debe mantenerse, y haciendo una verificación de la conducta con cierta
brevedad, recordando la adecuada si no la hace, lo que permite aplicar consecuencias positivas
inmediatas, consistentes y frecuentes, reforzando la utilidad del programa más que si sólo se
interviene cuando la conducta está fuera de control.
Este planteamiento exige al profesor tan solo modificar su forma de interacción con el niño para
atender más a las actitudes positivas que a las negativas con el simple método de plantear objetivos
menos ambiciosos pero más realistas y a corto plazo, por lo que dispondrá de más oportunidades
para felicitar al niño que para reñirle…
Caballo, V.E. y Simon, M.A. (2002). Manual de psicología clínica infantil y del adolescente:
Trastornos específicos. Madrid: Pirámide.
Tomas, J. y Pros, M. (2004). TDHA: Hiperactividad, niños movidos e inquietos. Barcelona: Laertes.
PsicoPedagogia.com
Citar como:
Catalán, A. (2009). Un programa de intervención conductual (con niños con TDHA).
Reflepsiones [Revista electrónica], (9), 13-15. Disponible en:
http://stores.lulu.com/reflepsiones [Consulta: FECHA DE CONSULTA].
Blog: http://medicablogs.diariomedico.com/reflepsiones/
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No todos nos estresamos igual ante una misma situación. Ante una misma situación una persona
puede estresarse y otra no. Nuestro nivel de estrés no es directamente proporcional al estresor, sino
que va a depender de cómo evaluemos la situación y de los recursos que dispongamos para
afrontarla. La respuesta al estrés, por lo tanto, depende de tres factores:
1. La situación. Según Crespo y Labrador (2003, citado por Robles y Peralta, 2006), las principales
fuentes de estrés son:
Sucesos diarios estresantes de pequeña intensidad. Son estresores menores pero muy
repetitivos. Tienen efectos muy negativos a nivel psicológico y biológico. Ejemplo de este
tipo de estresor serían los conflictos en el trabajo, problemas de comunicación.
Situaciones de tensión crónica mantenida. Son situaciones que generan gran cantidad
de estrés y que se mantienen durante períodos largos de tiempo. Un ejemplo sería el estrés
que sufre una mujer víctima de malos tratos.
3. Los recursos para enfrentarnos a ella. Existen algunos recursos que podemos utilizar para
enfrentarnos a situaciones estresantes, como, la relajación para disminuir la activación, la parada de
pensamiento para controlar los pensamientos negativos, administración eficaz del tiempo para
conseguir nuestros objetivos, técnicas para mejorar nuestras habilidades sociales y afrontar los
conflictos interpersonales, etc.
Tal y como hemos señalado, nos sentimos estresados en función de cómo interpretemos la
situación estresante. Nuestra interpretación determinará si se activa o no la respuesta de estrés. De
esta forma, se puede explicar que algunas personas lo pasen muy mal ante una situación, mientras
que otras permanezcan impasibles. Existen determinados factores que modulan la respuesta al
estrés. A continuación vamos a señalar una serie de factores que amortiguan el efecto del estrés:
La clave para afrontar el estrés será la de aprender y generalizar estrategias adecuadas para
mejorar nuestra competencia a la hora de afrontar las situaciones estresantes y evitar las
consecuencias negativas que tienen en nuestra salud.
Referencia bibliográfica:
Robles, H. y Peralta, M.I. (2006). Programa para el control del estrés. Madrid: Pirámide.
Citar como:
Sarrión, B. (2009). El estrés. Reflepsiones [Revista electrónica], (9), 16-17. Disponible en:
http://stores.lulu.com/reflepsiones [Consulta: FECHA DE CONSULTA].
Probablemente, Rojas considera que sus libros se encuentran dentro de dicha categoría y, por lo
tanto, es lógico que los califique diciendo que “siempre son interesantes”. No obstante, la
generalización, en este caso, no refleja la realidad, puesto que aunque sus libros puedan ser muy
interesantes y ayudar a quienes los lean… no ocurre lo mismo con todos los libros de autoayuda
que hay en el mercado.
De hecho, el Dr. José Luis Marín López, presidente de la Sociedad Española de Medicina
Psicosomática y Psicología Médica, en el prólogo del libro “Este no es un libro de autoayuda”
(Guerra, 2006), expone una opinión muy sensata sobre este tema:
“Un problema general de los llamados „libros de autoayuda‟ es que te ofrecen recetas para
conseguir estados de cosas (la felicidad, la autoestima, la espontaneidad, caer simpático, enamorar,
olvidarse de un acontecimiento doloroso, etc.) que son erróneas plantearse como metas alcanzables
mediante procedimientos racionales. Tomemos el caso de la felicidad: es absurdo, grandilocuente y
curiosamente vacío intentar de manera premeditada y consciente ser feliz; así, a las bravas, en
abstracto, de buena mañana, leyendo un librito. Por lo general, lo que se quiere son cosas más
concretas que la felicidad: se quiere acabar una novela, una sinfonía o un cuadro, ser correspondido
amorosamente, conseguir el Premio Nobel de Medicina, ser reelegido para un cargo político o que el
Atlético de Madrid gane la Liga (se han dado casos); y es mientras se está en ello, o
inmediatamente después, cuando la felicidad sobreviene, nos visita en silencio sin haberla
convocado de manera expresa.”
Esta asociación, igual que otros grupos creados en algunos países, está basada en “la teoría de la
terapeuta norteamericana R. Norwood, que fue quien ideó el llamado HIR (Síndrome de las Mujeres
que Aman Demasiado en sus siglas en inglés) (…) constituido por un conjunto de ideas,
sentimientos y comportamientos que conforman un patrón emocional elaborado en la infancia y que
se ha hecho inconsciente. Las mujeres con este patrón emocional sufren una falta de autonomía
emocional derivada de su inseguridad y una enorme necesidad de ser amadas. Además es algo que
afecta a todo tipo de féminas, sin distinción social, profesional o ideológica”.
Las afirmaciones de la mayoría de libros de autoayuda como el de Norwood (1986) deben tomarse
con precaución, sin darles una credibilidad excesiva y sabiendo que muchas personas, cuando los
leen, suelen pasar por un periodo de entusiasmo exacerbado respecto a la efectividad de los
consejos leídos en dichos libros, algo que podría ser más duradero si se crea una asociación (como
la citada anteriormente), o un grupo, cuyos miembros compartan ese entusiasmo (salvando las
distancias, en la película “La ola”, queda reflejado con bastante exactitud el proceso que sigue la
creación de un grupo manipulado por un líder con unas ideas determinadas que, en esa película,
tienen connotaciones totalitarias).
Igual que otros muchos libros de autoayuda, está repleto de casos que ha “tratado” la autora,
“terapeuta norteamericana” (es decir, no es psicóloga, ni psiquiatra, ni médico, ya que sino lo
indicaría en su libro con la intención de darle más prestigio), sin referencias bibliográficas que
apoyen sus afirmaciones lo que, en mi opinión, hace que los consejos incluidos en el libro tengan
poca validez a efectos de aplicarlos, por parte de profesionales sanitarios titulados y debidamente
acreditados, en terapias o tratamientos de ese supuesto “síndrome”.
La autora establece el paralelismo que, según ella, existe entre “las características de los
alcohólicos y las mujeres adictas a las relaciones, en su práctica y en vías de recuperación”
asegurando que “es tan difícil recuperarse de la dependencia de las relaciones (o amar demasiado)
como lo es recuperarse del alcoholismo”. Evidentemente, esta suposición fundamentaría la creación
de grupos, o asociaciones, de “mujeres que aman demasiado”, igual que los hay de alcohólicos, que
desean superar su adicción.
Lo más curioso, en mi opinión, a la vez que osado y lamentable, es que la autora defiende “la
aplicación del concepto de enfermedad al patrón de amar demasiado”, incluso “que requiere un
Realmente, como les pasa a demasiados libros de autoayuda, las pretensiones de la autora
considero que son demasiado grandilocuentes, en plan “¡he descubierto una nueva enfermedad que
nadie conocía y sé cómo curarla, por lo que toda la Humanidad debe estarme agradecida y comprar
mis libros!”… lo curioso es que, en efecto, sus libros han tenido éxito (ha vendido más de tres
millones de ejemplares) y sus premisas son difundidas por las asociaciones y grupos creados en
diversos países.
En relación con el éxito de ventas, ante los datos de la industria que gira en torno a los libros de
autoayuda y que “genera unos 2000 títulos nuevos cada año”, de los que aproximadamente “el 95%
se publican sin investigación que documente su efectividad”, Held (2002, citada por Prieto-Ursúa,
2006) se pregunta: “si esa búsqueda de la actitud positiva funcionara, ¿necesitaríamos tantos libros
de autoayuda?”. A esta pregunta me permito añadir otra relacionada: ¿necesitaría una misma
persona leer varios libros de autoayuda para lograr superar determinado problema?, pues eso es lo
que hacen algunos lectores que buscan la solución a sus problemas comprando numerosos libros
de autoayuda que amontonan en su casa sin aportarles beneficios en su vida, salvo el rato
agradable de su lectura, si les resulta entretenido, y alguna frase que puede servirles para decirla en
alguna reunión de amigos, aparentando un conocimiento profundo del ser humano ante quienes,
como ellos, se nutren de este tipo de libros sin filtrarlos, es decir, leyendo todo aquel libro que caiga
en sus manos y que esté catalogado como “autoayuda”. Además, quienes compran constantemente
este tipo de libros, pueden llegar a adquirir libros de esoterismo confundiéndolos con libros de
autoayuda, puesto que algunas librerías los mezclan, como podemos ver en la fotografía que
acompaña a este post, con las posibles consecuencias negativas que implica dar crédito al
contenido de esos libros que están repletos de ideas que, en muchos casos, son totalmente
absurdas y alejadas de la realidad que se puede constatar en las investigaciones científicas.
Es cierto que algunos libros de autoayuda pueden ser de apoyo, en alguna ocasión, para ciertas
personas que padezcan una enfermedad o trastorno determinado, o simplemente que necesiten
recapacitar sobre ciertos aspectos de su vida… lo que me parece muy poco recomendable es tomar
esos libros como si fueran “biblias” y crear movimientos o grupos que sigan sus premisas al pie de la
letra, sin cuestionarse su validez, su efectividad, sus fundamentos científicos, etc.
Aunque no todos los libros de autoayuda son iguales, hay excelentes obras que no tienen que ver
con quienes intentan ayudar con “el discurso de la solución fácil y mágica que hiere y desinforma a
los interesados” (Guerra, 2006), y hay investigaciones que obtienen evidencias de su efectividad,
por ejemplo, Martínez y Sierra (2005) señalan que los resultados de su estudio “indican que
determinadas variables que pueden generar sufrimiento e inestabilidad emocional son modificadas
Por otra parte, no sólo hay que centrarse en que el material sea de calidad, también hay que tener
en cuenta al lector y su forma de procesar la información que lee. Schraw y Bruning (1996, citados
por Peredo, 2003), proponen que cada lector tiene un modelo mental del proceso lector, referido a
una especie de epistemología del texto, que define las relaciones entre el autor, el texto y el lector.
Asumen que esta epistemología es una consecuencia de los antecedentes sociolingüísticos de cada
lector y que a partir de esta posición el lector interactúa con el texto, es decir, es consistente con sus
propias creencias. Identifican tres grandes modelos implícitos:
Para Peredo (2003), de acuerdo con su estudio, “un mismo texto (…) es leído e interpretado de
diferente manera, al menos cuando las lectoras evocan sus pensamientos”, si bien es cierto que
sólo se estudiaron tres mujeres y, por lo tanto, los resultados deben tomarse con cautela a la hora
de generalizar sus conclusiones.
Es decir, no todos los libros de autoayuda, aunque tengan buena calidad, serán interpretados de la
misma forma por todos los lectores. En este punto es donde habría que plantearse la conveniencia,
por parte de quien necesite algún libro de autoayuda, de acudir a un profesional (psicólogo, médico,
psiquiatra, etc.) que pueda orientarle respecto a qué libros de autoayuda podrían ayudarle en su
caso concreto.
Para quienes no consideren necesaria esa orientación profesional, sí convendría que se informasen
sobre algunas pautas que les permita distinguir, entre la enorme cantidad de bibliografía existente
Algunas de las indicaciones de Vera (2006) pueden ser útiles para diferenciar los libros de
autoayuda que merecen la pena:
No deberían centrarse en una búsqueda obsesiva y a toda costa de la felicidad del ser
humano, ni pretender descubrir la fórmula mágica con la que alcanzar en un abrir y cerrar
de ojos la buena vida, sino realizar un estudio serio y científico de aquellas emociones
positivas y fortalezas que el hombre posee con el fin de conocerlas, promoverlas y
fortalecerlas.
Frente a la base científica y objetiva propia de todo libro de psicología mínimamente serio,
los libros de autoayuda repiten fórmulas comunes y trilladas, que tras años de repetición
han ido transformándose en auténticos mitos de los que es difícil salir.
Muchas veces son libros firmados por personas de cierto prestigio, y en muchos casos
llegan a convertirse en auténticos éxitos de venta.
Están repletos, en la mayoría de las ocasiones, de ideas simplonas que dicen a la gente lo
que ya sabe y quiere oír, mientras que otras son enteramente erróneas y en el mejor de los
casos, aunque agudas e intuitivas, están alejadas de los conocimientos fundados en que se
basa la psicología científica.
Deben promoverse los libros que se basen en investigaciones científicas sólidas, no en las
creencias o prejuicios de los autores que los escriben, que expongan el estado de la
cuestión, los debates, las polémicas, los avances, el futuro, pero no un conjunto de reglas o
consejos para alcanzar estados de felicidad enlatados.
Para finalizar, me gustaría añadir que si realmente se tiene una enfermedad o trastorno es mejor
acudir al profesional sanitario acreditado para el tratamiento de dicho problema, si el profesional lo
considera oportuno utilizará, entre otras cosas, la biblioterapia, recomendando los libros que sean
adecuados en función del problema a tratar y de las características y particularidades del paciente.
Guerra, L.R. (2006). Este no es un libro de autoayuda: Tratado de la suerte, el amor y la felicidad.
Madrid: Desclée De Brouwer.
Martínez, P. y Sierra, J.C. (2005). Efecto de la lectura de material de autoayuda sobre algunas
variables psicológicas en una muestra no clínica. Universitas Psychologica, 4 (2), 197-203.
Disponible en internet (consultado el 26 de agosto de 2009).
Masip, J. (2005). ¿Se pilla antes a un mentiroso que a un cojo? Sabiduría popular frente a un
conocimiento científico sobre la detección no-verbal del engaño. Papeles del Psicólogo, 26 (92), 78-
91. Disponible en internet (consultado el 26 de agosto de 2009).
Norwood, R. (1986). Las mujeres que aman demasiado. México: Javier Vergara.
Peredo, M.A. (2003). La identidad lectora y los pensamientos que se activan durante la lectura de
los textos de autoayuda. Trabajo presentado en el 6º Congreso Internacional de Promoción de la
Lectura y el Libro, Mayo, Buenos Aires. Disponible en internet (consultado el 26 de agosto de 2009).
Prieto-Ursúa, M. (2006). Psicología Positiva: una moda polémica. Clínica y Salud, 17 (3), 319-338.
Disponible en internet (consultado el 26 de agosto de 2009).
Vera, B. (2006). Acercarse a la Psicología Positiva a través de una bibliografía comentada. Clínica y
Salud, 17 (3), 259-276. Disponible en internet (consultado el 26 de agosto de 2009).
Citar como:
Aparicio, L. (2009). ¿Son eficaces los libros de autoayuda? Reflepsiones [Revista electrónica],
(9), 18-23. Disponible en: http://stores.lulu.com/reflepsiones [Consulta: FECHA DE
CONSULTA].
Licenciada en Psicología.
Máster en Psicología Clínica y Jurídica.
Máster en Psicología Clínica y de la Salud.
Especialista Universitario en Hipnosis Clínica.
Experta en Técnicas Gerontológicas.
Postgrado en Intervención Psicopedagógica en Contextos Escolares.
Postgrado en Intervención Social con Menores (Reconocido por la Conselleria de Benestar
Social de la Generalitat Valenciana).
Ponente del personal sanitario del Servei Valencià de Salut en la Comunidad Valenciana.
Directora del Centre de Psicologia Clínica i Formativa de Valencia (CPCiF).
Tutora externa del módulo “Practicum en Personalidad, Evaluación y Tratamiento
Psicológico” de la Facultad de Psicología de la Universidad de Valencia.
Colaboradora activa del Centro de Psicología Especializada (C.P.E.).
Miembro investigador en la Facultad de Psicología de la Universidad de Valencia.
Licenciada en Psicología.
Máster en Psicología Clínica y Jurídica.
Máster en Psicología Clínica.
Psicóloga del Centre de Psicologia Clínica i Formativa (CPCiF).
Profesora del Máster de Psicología Clínica del área infanto-juvenil (CPCiF).
Profesora del Máster de Psicología Clínica del área de trastornos de ansiedad (CPCiF).
Licenciada en Psicología.
Máster en Psicología Clínica.
Colaboradora del Centre de Psicologia Clínica i Formativa (CPCiF).
ISSN 1989-4716
http://www.safecreative.org/work/0903202794046
https://www.safecreative.org/work/0908314305593
Parte de una propuesta realizada por el Centre de Psicologia Clínica i Formativa (Valencia-
España) a los profesionales que, de una u otra forma, colaboran con dicho centro, para que
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siendo todos sus autores profesionales del ámbito sanitario o de la psicología.
Los artículos y opiniones escritas en esta revista, y sus derechos, pertenecen a los autores
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Para cualquier tema relacionado con esta publicación puede dirigirse al responsable
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ISSN 1989-4716