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LOS PROVERBIOS DE SALOMON

Escucha hijo mío, los consejos de tu padre, no rechaces las advertencias de tu


madre.

Los padres por su instinto de ser la cabeza del hogar saben del peligro que hay
a lo largo de la vida y tratan de que el hijo sea advertido de ello, por su parte la
madre que siente en el corazón del peligro que pueda acechar a su hijo le
advierte de ello, entonces el hijo debe y está obligado a escuchar a sus padres
que son los que lo llevaran a un buen camino.

Gloria de Dios es encubrir un asunto; Pero honra del rey es escudriñarlo. Las
obras de Dios son misteriosas, tanto en el plano de su providencia como en el
de su gracia.

Vemos lo que hace, pero no comprendemos sus razones; ésta es su gloria y


hemos de reverenciarla y alabarla. Pero el honor del rey exige escudriñar los
asuntos que le son presentados, a fin de poder obrar con justicia y equidad en
todos ellos.

Para la altura de los cielos, y para la profundidad de la tierra, Y para el corazón


de los reyes, no hay investigación.

El versículo describe la realidad: 'Así como es imposible, dice Cohen, para el


hombre calcular la altura del espacio que hay encima de su cabeza, y la
profundidad de la tierra que hay debajo de sus pies, así también está fuera del
alcance de su poder comprender las maniobras diplomáticas de la regia mente.

Manzana de oro con figuras de plata. Es la palabra dicha como conviene. Un


consejo, una corrección, una palabra de consuelo y aliento, o de testimonio,
cuando se dan a tiempo, se expresan lo mejor posible y se adaptan
perfectamente al caso de la persona a quien se dirigen, así como al carácter
personal de la persona que habla, son como manzanas de oro en engastes de
plata.

El hebreo de esta frase admite dos versiones igualmente probables: 1. Se trata


de bolas de oro, o recubiertas de oro, en un trasfondo escultórico de plata.

Como zarcillo de oro y joyel de oro fino. Es el que reprende al sabio que tiene
oído dócil.

El versículo parece un símil del mismo género: La reprensión de un sabio, es


decir, de alguien con la discreción suficiente para dar una buena palabra de
corrección a tiempo, que cae sobre un oído obediente (lit. que escucha) es
como pendiente de oro y joyel de oro fino; buen adorno, que cae bien al que
habla y al que escucha.
Como frío de nieve en tiempo de la siega, Así es el mensajero fiel a los que lo
envían, Pues al alma de su señor da refrigerio.

Un mensajero debe ser fiel al que lo envía y dar con toda exactitud el mensaje
que se le ha confiado sin falsificar en nada el contenido. Esto llenará de
satisfacción al que le envió, como el refrigerio que causaría un poco de nieve
en el ardor de la siega si se la pudiese conseguir de lo alto de las cumbres
nevadas.

Como nubes y vientos sin lluvia, Así es el hombre que se jacta de falsa
liberalidad.

En contraste con el versículo anterior, vemos ahora a uno que se jacta


falsamente de tener y dar lo que nunca tuvo ni dio, inventando grandes
proezas y provechosos servicios que sólo existen en su imaginación; en vez de
refrescar como la nieve, éste es como nube estéril y viento que hace mucho
ruido, pero que no traen lluvia, causando la desilusión del labrador.

Con larga paciencia se aplaca el príncipe, Y la lengua blanda quebranta los


huesos.

Dos cosas se recomiendan aquí en el trato con los demás: 1. Paciencia para
soportar el ardor de la ira ajena sin contagiarse de ese ardor, y para esperar
una buena oportunidad de presentar nuestras razones y dar a las personas el
tiempo suficiente para considerarlas. Por este medio, hasta un príncipe puede
ser aplacado. 2. Suavidad, para hablar sin pasión ni provocación: la lengua
blanda quebranta los huesos. El hueso es una sustancia muy dura y sirve aquí
de símil. Una palabra suave ablanda los ánimos más duros y prevalece sobre
los más morosos, como pasa a veces con el rayo que quebranta el hueso sin
pinchar la carne.

¿Hallaste miel? Come lo que te basta, No sea que hastiado de ella la vomites.

Este proverbio enseña moderación en cosas que, por otra parte, son muy
agradables. La miel era símbolo de sabiduría, pero aquí es símbolo de cualquier
cosa deseable, que ha de ser usada con moderación. Los placeres de los
sentidos pierden su dulzura con el abuso y se vuelven nauseabundos, como
puede pasar si se come demasiada miel.

Detén tu pie de la casa de tu vecino, No sea que hastiado de ti te aborrezca.


Otro proverbio sobre la moderación. Esta vez sobre las visitas a vecinos y
parientes.

Es norma de cortesía y afecto visitarles, pero es norma de prudencia no


multiplicar las visitas, no estar demasiado tiempo, no llegar a la hora de comer
y no entremeternos en los asuntos ajenos. La excesiva familiaridad engendra
menosprecio. 'Después del tercer día, saben mal pescado y compañía'. El
adagio castellano dice que 'al tercer día hieden el cadáver y el huésped'. Por
aquí vemos que Dios es un amigo mucho mejor que cualquier otro, puesto que
cuanto más vamos a él, tanto mejor nos recibe y agasaja.

Martillo y cuchillo y saeta aguda Es el hombre que habla contra su prójimo


falso testimonio.

Un falso testimonio es como un mazo con que le pueden romper a uno la


cabeza, como una espada que atraviesa desde cerca y como una saeta aguda
que traspasa desde lejos. Por eso tenemos necesidad de orar. «Libra mi alma,
Iahveh, de los labios mentirosos.

Como diente roto y pie descoyuntado Es la confianza en el prevaricador en


tiempo de angustia.

Como diente roto y pie que resbala (lit.) es la confianza en el desleal (o traidor)
en tiempo de angustia. Sólo al desastre conduce poner confianza en quien no
es digno de ella, del mismo modo que un diente roto produce un dolor que
impide comer, y un pie que resbala no permite tenerse de pie.

El que canta canciones al corazón afligido Es como el que quita la ropa en


tiempo de frío, o el que sobre el jabón echa vinagre.

Aquí se expresa la tremenda inoportunidad de cantar canciones alegres a una


persona que está triste. Los que sufren alguna aflicción han de ser consolados
mediante la simpatía y el consuelo que puede ofrecer una persona
comprensiva, pero vamos por el mal camino si intentamos aliviarles
sintiéndonos alegres e intentando que también ellos se pongan alegres.
Quitándole a una persona la ropa en tiempo de invierno, se la enfría más
todavía, y si se echa vinagre sobre sosa caústica, se la pone en fermentación;
la persona se enfada con toda razón.

Como fuente turbia y manantial corrompido, Es el justo que cae delante del
impío. Como fuente enturbiada y manantial corrompido o corriente
contaminada es el justo que claudica delante del malvado.

El creyente que cae en pecado manifiesto a la vista de los incrédulos entristece


a los buenos, alegra a los malos y contagia e infecta a otros animándolos a
hacer lo mismo. La gloria de Dios, el honor del evangelio y el decoro de la
Iglesia pierden mucho con la mala conducta de los creyentes. Es un contra
testimonio. El versículo admite también otra interpretación: Cuando los justos
son oprimidos y pisoteados por la violencia de malos hombres, y aun de malos
gobernantes, se enturbian las fuentes dula justicia y se corrompen los
manantiales mismos del buen gobierno.

Comer mucha miel no es bueno, Ni el buscar la propia gloria es gloria.

Los hombres no suelen estar satisfechos de los deleites ni aun cuando están
hartos, por lo que sufren las consecuencias de una ambición nunca satisfecha.
Así pasa con los que buscan su propia gloria a toda costa; buscar
descaradamente el aplauso no es gloria, sino vergüenza; todos se ríen de quien
así se comporta. La primera frase repite la idea del v.

El hebreo de la segunda frase (nota del traductor) dice así: «Y la búsqueda de


su (de ellos) gloria (es) gloria».

Tomado literalmente no puede estar más oscuro, pero viene bien aquí la sabia
explicación del rabino Cohen: «Mediante la aplicación del paralelismo, se
suplen en esta cláusula las palabras no y mucha de la primera cláusula». Es,
pues, uno de los frecuentes casos de elipsis. 16. Como ciudad derribada y sin
muro Es el hombre cuyo espíritu no tiene rienda. Una persona prudente y
virtuosa sabe frenarse, tiene dominio de sí misma. El vicioso, que no sabe ni
quiere dominarse a sí mismo, es como una ciudad derribada y sin muro; está
sin defensas, expuesto a todas las tentaciones del mundo y del diablo, siendo
fácil presa de Satanás.

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