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¿Sabe usted cernir el metal? -. Sí señor contestó aquel muchachito que se presentó en el
mineral en busca de trabajo. Incrédulo el mayordomo volvió a preguntar:
-¿Sabe usted contabilidad?-.Sí señor contestó categórico el jovencito.
¿Sabe usted pesar el mineral? -.Sí señor, dijo de nuevo y el mayordomo sospechando
que aquel adolescente con tal de obtener el trabajo estaba mintiendo, le hizo otra
pregunta para comprobarlo.
-¿Sabe usted menstruar?.- Un poco confundido por no saber lo que era eso, el jovencito
contestó rápidamente: .- No señor, pero puedo aprender.
PILARES Y CHURUNIBABI
De esa manera tan particular, don Juan J. León empezó su vida de trabajador en Pilares
de Nacozari e inició su recorrido por los caminos de Sonora a principio del siglo XX.
Supo y vivió intensamente el esplendor de las minas de Pilares y Churunibabi de las que
eran extraídas generosamente las riquezas de la tierra. Su primer empleo de “rayador de
cuarto” que desempeñaba en un pequeño recinto hecho en la misma peña de la mina le
permitió tratar en forma directa a cada uno de los mineros y vio morir a muchos de ellos
y a otros partir para no volver cuando la naturaleza se negó a darles el sustento y la
mina se agotó.
.-“La mina de Pilares de catorce niveles, llegó a emplear hasta dos mil hombres en su
mero apogeo” –muchos de los trabajadores como don Juan, fueron después a trabajar en
las minas de Churunibabi con mister Rosen S. Clinch, allí en Churunibabi obtuvo don
Juan su primer cargo de elección popular como presidente del club deportivo del lugar
–“La contienda fue inolvidable porque los socios se dividieron en dos bandos bien
definidos” – Los partidarios de don Juan tapizaron el pequeño poblado con carteles en
los que se señalaba la afición por la bebida de su contrincante “del que no recuerdo el
nombre” dice con caballerosidad don Juan, para no ofender la memoria de su
adversario, al día siguiente aparecieron otros carteles del bando contrario en los que se
leía una leyenda escrita con marcada ironía, - Vote usted por el santo y noble patriarca
San Juan J. León.
-“La votación fue muy cerrada, ochocientos socios votaron por mi contrincante, y
ochocientos uno por mí “ y luego agrega sonriendo, -“Lo curioso es que en la mina
trabajábamos 1600 hombres”. –En el club, don Juan organizaba las actividades
deportivas y las tardeadas con la orquesta de Nacho Armenta .- “Se oía y se bailaba la
música de don Silvestre Rodríguez, “La Pilareña”,”Linda Morena”,”El Costeño”, fueron
tiempos inolvidables”.
La fundación del PNR.
-“En diciembre de 1933 asistí como delegado al Congreso constituyente de Querétaro,
de allí surgió el PNR (Partido Nacional Revolucionario) que después tomaría el nombre
de PRI. El primer presidente nacional del PNR fue don Manuel Pérez Treviño, por
cierto que en ese entonces la pugna política entre el general Cárdenas y el general Calles
era abierta, tanto así que durante el Congreso se decía sarcásticamente que PNR quería
decir ‘Plutarco no regresa’. Previo al Congreso Constituyente de Querétaro se
celebraron los congresos del partido en cada uno de los estados de la república, aquí en
Hermosillo al fundar el partido elegimos como primer presidente a don Ignacio
Villegas, muy amigo del general Lázaro Cárdenas. La junta se celebró en el hotel
Ramos, ahora recientemente destruido, estuvimos Antonio Siqueiros , José Abraham
Mendívil y don Juan Galaz que al entrar nos dijo, ‘aquí vengo en representación de la
Cervecería de Sonora , vengo en representación de Chale Balderrama, de Pancho
Enciso, de Armando Langrave y del Cabito Maldonado y de todos esos artífices de la
revolución’- Eran tiempos en los que andábamos en la política pensábamos que la
política era para servir y no para servirse de ella”.
La XXXVII Legislatura.
“ En la XXXVII legislatura tuve de compañeros a los diputados Emeterio Aguayo,
Manuel “El Montaraz” Torres, Rafael Corella, Armando Velderráin , Balvanero Robles
y Alejandro Espinoza; cuando surgió la candidatura a la presidencia de la república del
licenciado Miguel Alemán, don Abelardo Rodríguez me comisionó para que a nombre
del partido, de la legislatura, y del pueblo de Sonora le patentizara en la ciudad de
México nuestro respaldo al candidato, poco después el licenciado Miguel Alemán vino a
Hermosillo y a mí me tocó ser testigo de la solicitud del general Rodríguez para que se
aprobara la construcción de una presa que beneficiara a la capital del estado y a la costa
de Hermosillo, el licenciado Miguel Alemán aceptó y prometió realizarla y dijo que esa
presa llevaría el nombre del general Abelardo Rodríguez “ .
“En mis andanzas en la política conocí a don Ignacio Soto, el gobernador más popular
que ha tenido Sonora, con él colaboré en su campaña y fui durante su gobierno
secretario general del partido y luego dirigente estatal de la CNOP, también trabajé
como segundo regidor en el Ayuntamiento que presidió don Domingo Olivares, fui
inspector de pesca en Guaymas y en Puerto Peñasco, sesenta años en la política me
dieron el privilegio de conocer y tratar a muy finas y valiosas personas que amaron y
aman igual que yo de una manera entrañable a esta tierra, Recuerdo con especial afecto
a don Eugenio Tapia, a don Miguel Ayala, a don Matías Cázares, a don Blas Salazar y al
gran periodista don José Healy al que conocí cuando imprimía el periódico El Imparcial
en la escuela “Cruz Galvez” y después en un pequeño local en la calle Yañez. También
recuerdo con simpatía al padre Cornídez que me ayudo mucho en la campaña de don
Ignacio Soto en la sierra”.
Así eran las campañas políticas
“Algunas de estas cosas que ahora te platico lo comentaba una ocasión en el trayecto de
Hermosillo a Nacozari a don Matías Cázares , a don Gustavo Mazón, y a don Emeterio
Aguayo, era de noche y en pleno invierno, nosotros formábamos parte del comité de
apoyo a la candidatura de don Ignacio Soto para gobernador del Estado de Sonora,
llegamos a Nacozari a las tres de la mañana y ya no sabíamos si lo que temblaba era la
tierra o nuestras piernas, porque todas las piernas y todas las cosas temblaban por el
tremendo frío; llegamos al hotel Nacozari, que estaba bastante deteriorado y tenía unas
cobijas que parecían harapos y que naturalmente no servían ni para engañar el frío, esa
noche los cuatro flamantes miembros del comité de apoyo a don Ignacio Soto dormimos
en la misma cama, tratando de darnos calor unos a otros y a ratos riéndonos y a ratos
temblando y esperando con impaciencia a que amaneciera; en medio de aquel
despiadado frío nos imaginábamos las risas de nuestros contrincantes políticos si se
hubieran enterado de las condiciones en las que íbamos a iniciar la campaña.”
“Al otro día convocamos a una reunión y dimos a conocer la candidatura, el pueblo de
Nacozari nos respondió con entusiasmo. En Nacozari conseguimos bastantes recursos
para financiar la campaña, mister Horton que era concesionario de la mina, nos dio un
cheque bastante grande, también don Susano Montaño nos dio bastante dinero para la
campaña de don Ignacio Soto. Toda la gente fue muy generosa, así que no tuvimos más
remedio que olvidarnos del frío”.
Una mula para el diputado
“Yo regresé poco después a la sierra con una carta personal de don Ignacio Soto para
don Severiano, el patriarca de Tarachi; don Severiano , un tipo alto y colorado,
respetaba mucho a don Nacho porque había trabajado con él en la cementera; le
entregué la carta y después de leerla me dijo: ‘¡ Aquí por don Nacho damos hasta la
vida, así que ni se pare por aquí el otro candidato ¡’ (el otro candidato era don Armando
Velderráin). Don Severiano le ordenó luego a uno de sus empleados: ‘A ver Ramón,
alista una mula para el diputado’. Con la mula que me facilitó don Severiano recorrí los
poblados de la sierra, El Trigo, Codorepe, La Iglesia y otras rancherías, lo intrincado de
las peñas y el monte no permitía otro medio de transporte que no fueran las mulas, en
parte de ese recorrido me acompañó como guía el padre Cornídez. Una vez subimos por
una vereda que parecía no tener fin, subíamos y subíamos y la altura era cada vez mayor
y yo empecé a desconfiar de mi guía y le dije: ‘¡Oiga padre Cornídez, no se habrá usted
equivocado, yo veo las estrellas cada vez más cerca¡’ ¿ No estaremos llegando al cielo?
Y el padre Cornídez me respondió: Si el camino al cielo fuera tan fácil, Juanito, todos
los políticos tuvieran su mula”.
“ Don Miguel R. Paz era un hombre culto, leído y escribido, como se decía antes, hacía
poemas que se publicaban en ‘El Tucsonense’, un pequeño periódico que se editaba en
aquella población de Arizona en aquellos años, sus versos eran compartidos con
familiares y amigos, tenía uno muy especial dedicado al dinero.
‘¡Oh metal asqueroso que te ufanas
en robar de los hombres la ambición
siendo causa de víctimas humanas
y culpable de acciones tan insanas
que merecen de Dios la maldición ¡’
Originario de Cumpas Sonora, de una familia de doce hermanos así es este joven abuelo
de 87 años al que ningún cargo político le hizo perder su sencillez y que en su carrera
jamás tuvo afanes de lucro y de riqueza para no tener que padecer ese tipo de miserias,
ahora su voluntad de vivir se reflejan diariamente en su trato, cuando recorre a pie las
calles de Hermosillo en su actual ocupación de vendedor de libros, .-“La política”,dice
Don Juan, “Es una manera de extender y estrechar la mano de quienes como yo, piensan
que servir a los demás es la mejor manera de justificar nuestra existencia”.