“Le perdí

el miedo
a la
muerte”
Lejos de la tele y todavía con la
posibilidad de convertirse en el
dueño de la Rock & Pop, se debate
entre seguir en la espiral empresaria
o lo que llama "la vida normal".
Habla poco, pero cuando lo hace, no
se guarda nada: el rock, la adultez,
la paternidad y la radio, según
Mario Pergolini.

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TELEVISIÓN. Caiga Quien Caiga, los especiales sobre historia con Felipe Pigna y un almuerzo con Mirtha Legrand.
“
A mí me gusta
la gente común, la
vida común. Tener
hijos adolescentes
me puso dentro de
un ruedo que había
abandonado, y a mí
me gusta esa vida
común. A mí se me
desfasó la vida, me
encontré a los 35
con una billetera
distinta."
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Por Enrique Symns
Fotos Patricio Pidal
C
onocí a Pergolini en los delirantes
'80, en el salón VIP de una discoteca
temible dirigida por unos encanta-
dores facinerosos, que se llamaba
Halley y estaba sobre la calle Corrientes a pocas
cuadras de Callao. Allí tocaban las bandas de
rock que luego se convertirían en las más
importantes de los '90. Había peleas y hasta
tiroteos. En el salón VIP se juntaban algunos de
los hombres que se iban a convertir en los ase-
sinos del periodismo radial y escrito, los actores
y directores que iban a matar definitivamente
una forma caduca de visualizar el teatro, el cine
y la escritura. Mario y yo hemos participado de
veladas de merca y dureza en ese VIP jugando
a la perinola por alguna dosis. Su paso por el
consumo de drogas fuertes fue breve pero
extremo. No era un hombre destinado a incen-
diar químicamente su conciencia. Mario
Pergolini se transformó en el conductor de una
manada de búfalos catódicos y radiales que
derrumbaron, en pocos años, todas las viejas
estructuras de transmisión. Hoy Mario, quien
por primera vez en su vida se siente adulto,
siendo un empresario que posee una incalcula-
ble fortuna, trata de decidir si asume definitiva-
mente ese rol –el de la adultez– o si, por el
contrario, inicia una nueva aventura empresa-
rial en Rock & Pop.
–Hay ciertas miradas cristalinas en las que
percibo un fondo inaudito de tristeza, me ha
pasado mirando los ojos celestes de un asesino,
de un sicópata, creo ver esa tristeza en tus
ojos....¿de dónde venís vos?, ¿de dónde saliste?
–Es raro eso que ves. Vengo de la provincia de
Buenos Aires, mi papá diseñaba máquinas
industriales, inventó la Scheaffer, la famosa
lapicera. Pero él era empleado, así que no se
llevó los laureles. Mi mamá fue ama de casa en
un tiempo donde ser ama de casa era una pro-
fesión: esperar a los chicos a la hora de comer,
que esté la ropa, exigirles que hagan los debe-
res. Yo terminé la secundaria y de hecho fui
hasta la facultad porque había que hacerlo, sino
me cagaban a trompadas. El último sopapo mi
vieja me lo metió cuando yo tenía 35 años, ya
estaba casado incluso, creo que le contesté algo
y me dijo 'vos así no me hablás' y ahí mismo me
dio.
–¿Cómo fue tu vida escolar?
–Una mierda, una mierda completa, no tengo
compañeros que recuerde del colegio, me echa-
ron de un colegio por pegarle a un director,
repetí, encima seguí industrial como un pelotu-
do, una mierda, una infamia, fue peor que estar
en la cárcel. No entiendo a esa gente que dice
que volvería al secundario. ¡Ni en pedo!
–Y a tu padre, ¿cómo lo recordás?
–Mi papá está vivo pero hace muchos años
que no lo veo. Hubo un hecho concreto que me
separó para siempre de él. Fue un hecho fami-
liar concreto que tenía que ver con los aprecios
y los cariños y se quebró. Se quebró para siem-
pre. Lo que más me dicen es: "Solucionalo
antes de que se muera porque se va a morir y te
va a quedar algo pendiente." Yo llevo cosas
parecidas de él, me parezco mucho. Pero esa
semejanza me llama la atención más en forma
genética y no personal. Cómo es posible que a
pesar de no haber compartido nada con él, ter-
miné con un destino parecido. Es una rareza.
–¿Que clase de obsesión infantil o adolescente
te lleva a la radio?
–Yo empecé a trabajar en la radio en el año
1980 o 1981, porque me pareció que lo que
estaban haciendo en los programas de música
estaba mal hecho. Me acuerdo de que me ratié
en el colegio quince días seguidos para ir a la
radio y empecé a trabajar en radio Belgrano,
con mi teoría de que la gente no escucha músi-
ca tal como ellos se la planteaban. Fui muy
fantasioso de chico, demasiado fantasioso, lin-
dando con la mentira dañina por momentos. Y
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 me di cuenta de que la radio me oficializaba
esas mentiras porque dejaban de ser mentiras y
pasaban a ser fantasías en el éter y me sentía
muy cómodo hablando solo, me di cuenta rápi-
do de que podía conducir. En la escuela prima-
ria, como me gustaba mucho la música, le gra-
baba casetes a mis compañeros y yo hablaba
entremedio. Yo sabía que era un sicópata, de
alguna manera yo era un asesino, mi genera-
ción radial tuvo que matar a viejos locutores, a
formas antiguas de transmitir, así que creo que
maté a algunos. Los de Rock & Pop de los '80
fuimos muy frenteros. A veces digo que me
metí tanto en el bocón que tiene que decir
tanto, y sobre todo decir lo que piensa, que a los
45 años me cuesta un poco retroceder y decir:
"Bueno, esperen... no es tanto lo que tengo que
decir."
–¿Estás de acuerdo en que no hay ninguna
banda argentina que entre en el lugar 40 de un
ranking de bandas de rock sajonas?
–No, no la hay. Son muy inferiores, sin duda.
Pero a mí me gusta la gente común, la vida
común. Me gusta el piano, yo toco el piano. Me
gusta la música, me gusta mezclarla, me gusta
estar ahí. Tener hijos adolescentes me puso
dentro de un ruedo que había abandonado, y a
mí me gusta esa vida común. A mí se me desfa-
só la vida, me encontré a los 35 con una billete-
ra distinta
–Además sos un empresario con la magnitud
de un empresario de Aerolíneas...
–Sí, claro, y he jugado ese rol durante mucho
tiempo, un rol que de alguna forma estoy tra-
tando de sacarme de encima. Fui uno de los
compradores de la radio, lo fui en un tiempo,
ahora no se sabe. Dios proveerá. Yo empecé en
esto por la música. Soy del 64, así que cuando
empezaron Los Beatles yo nacía. Empecé escu-
chando música clásica. Mi papá venía de una
formación clásica y era medio talibán en ese
aspecto, hasta he trabajado en programas de
música clásica y aprendí mucho de Béla Bartok,
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encima cosas raras como Mahler. Pero el pri-
mer disco que tengo en mi memoria fue uno
que escuché a los 14 años, Estrella en el camino,
de Deep Purple, y más aun porque mi trabajo
me permitió poder decírselo a los músicos de
Deep Purple años después. En cuanto lo escu-
ché, me di cuenta de que todo iba a cambiar
para mí. Todavía lo escucho y me emociona, el
otro día intenté explicárselo a mi hijo sin reve-
lar demasiado el juego. Me acuerdo de que a los
14 años yo decía: "Soy de otro plano, ya no soy
como mis amigos, mi vida va a estar muy cerca-
na al rock, yo quiero ser este rock, no me impor-
ta si me va a llevar por mal o buen camino".
Para mí era fundamental esta percepción que
tenía, a través de esta música, de los tiempos
que se venían, de los grandes cambios que vería
en el mundo. Lo sigo escuchando y medio que
me avergüenza cuando pongo el volumen alto
en mi coche. Después hubo otros shocks. Floyd
para mi generación fue importante. Tanto es
así que tuve la oportunidad de transmitir en
“
vivo el show de La Pared en Berlín, cuando
destruyeron el muro. Me mandó la radio y yo Vivo aislado,
no lo podía creer. No tenía dónde caerme
muerto y me mandaban a Berlín. Me ha pasado
en un punto. No
mucho eso. siempre. Me pasó en
–¿Hay algún tema de rock nacional que te los últimos quince
sacuda así la memoria? años. Ni siquiera me
–Toda la etapa de Pescado Rabioso y Spinetta.
Artaud. Yo tenía en claro que no la tenía muy
he enamorado
clara y que esa generación era un poquito más muchas veces. Creo
adelantada que la mía. A Luis Alberto no lo que apenas una. Me
veía como un par, sino como un tipo un poco he apasionado
más grande que yo; Charly era más cercano,
para mi adolescencia Serú Girán fue más cerca-
muchas veces, pero
no, en los '80 eran fuertes; me había hecho un hay una gran
poco amigo de Los Redondos. diferencia. Prefiero
–Época maravillosa... el hechizo de la
–Sí... vos sabés que yo ahora estoy haciendo
algo que se llama "El rock de tu vida", le pre-
pasión al
gunto a la gente "¿cuál es el rock de tu vida?", enamoramiento."
no importa si es el que más te gusta o el que
más te afectó o el que más odiás...
–¿Por qué algo tan hermoso termina tan
mal? Todas las bandas se separan con conflic-
tos. Los Redondos, Los Piojos, Mano Negra,
Memphis...
–Por la plata. No se puede vivir de la música
en este país. Cuando aparecen algunos mangos
se vuelven bastante avaros y bastante burgue-
ses, es muy difícil crecer socialmente cuando el
resto de la sociedad no acompaña, a mí me ha
sucedido, alcanzar cierto estado de bonhomía
económica muy diferente al de mi hermana o
de gente que quiero.
–Sé que te has estado entrenando como músi-
co, ¿pensás debutar?
–No toco en público y tengo como premisa
jamás tocar en público, estudio piano desde
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 “ Todavía tengo
la posibilidad (de
ser dueño de la
Rock & Pop)... no
sé aun qué va a
hace diez años y ahora empecé a estudiar otro
instrumento: batería. Me gustan los instrumen-
tos de viento, menos las trompetas: no me gus-
tan los instrumentos que se tocan escupiendo,
me suenan raros. Me gustan las lengüetas, me
gustan más los saxos, los oboes y los clarinetes;
pasar, quizás vuelva ahora voy rumbo a los saxos y voy bastante bien.
Como tengo las tardes más libres, estoy estu-
para atrás, pero diando otro tipo de cosas. Es como hablar en
cómo superar la radio: hay fuegos sagrados que son internos y
burocracia, cómo que no sabés si los tenés. No cualquiera puede
comunicar la tocar un saxo y hacer que suene.
–No simpatizás con Gillespie
pasión." –¿Hablando en serio? Sí, me resulta muy
agradable. Me parece que es muy sensible. Es
muy distinto a mí, muy agradable y muy humil-
de, me gusta eso de él. Me gustó cuando he tra-
bajado con él, tiene una mirada hipersensible.
Los músicos lo respetan, lo cual no es muy
común en este medio, y además se abrió un
lugar, es "alguien".
–En la radio fuiste bastante bueno con los
músicos, pero en el aire todo fue pura maldad,
¿cómo llegaste a pergeñar el programa más
insensato y talentoso de la historia televisiva,
imitado en todo el mundo?
–El encuentro con Eduardo De La Puente fue
increíble en mi existencia. Él era para mí todo lo
que yo no había vivido en mi vida, una parte
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fundamental en mi formación a los 20 años.
Creo que soy quien soy por haberme educado
con él. Yo venía de una familia italiana muy
rígida, en mi casa no se decían malas palabras,
al día de hoy no se dicen. Yo me separo de Ari
Paluch, con quien hacía a la noche el programa
Malas Compañías y ahí empieza la historia con
Eduardo, al que conocía mucho porque era
manager de los V8, de los Cadillacs. Vivía solo,
no tenía padres, era el sueño del hombre de la
calle, un Bukowski; encima un tipo culto, que
leía, preparado. Fue mi base, gran parte de lo
que soy es lo que Eduardo me brindó en esos
primeros diez años. Hoy en día cambió radical-
mente la relación que tenemos. Ni remotamen-
te es igual. Ya no somos los mismos.
–¿Cómo surge, entonces, Caiga quien caiga?
–Le hago una nota a (Eduardo) Eurnekian,
que acababa de comprar América. A mí me
había echado Romay porque había hecho un
programa medio de política para los chicos a la
tarde.
–¿Vos haciendo política?
–No, ni en pedo, Romay entendía eso, yo no
hacía política, obvio que no hacía política. Con
Guebel, que éramos amigos, habíamos diseñado
el programa El Rayo, con Deborah de Corral, y
se lo llevamos a Eurnekian. Y Eurnekian me
dice: "Y usted ¿qué tiene de nuevo?" Y yo, bal-
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buceando, sin saber qué carajo decir, lo primero
que atiné a decir fue "un noticiero... en joda".
Cuando salimos de la reunión, Diego me dice
"¿y cómo es?" "No tengo la más puta idea". Yo
quise caerle bien con la idea, quise agradarle,
pensé que la idea le iba a gustar, en realidad
íbamos por el otro programa... y ahí empeza-
mos a armar Caiga quien caiga, que lo comen-
zamos como un chiste sobre los noticieros más
que sobre los políticos. Agarramos el mejor
momento para el programa, que fue el ocaso
menemista. Estaba todo bien programado y
había mucho entusiasmo, a mí me gustaba la
impronta del programa, donde se podían hacer
cosas, diseñarlas y producirlas, y todos eran
unos pirados. Hasta que en los últimos dos años
me pareció que la cosa ya era decadente. La
gente empieza ver una justicia en Caiga quien
caiga que el programa no tenía. Se decía: "Se
están cagando en los que nos cagan siempre."
Freud dice que el chiste es siempre equívoco, el
chiste no cambia nada. Formidable lo de Freud.
Es así. Nos otorgaban un poder que nosotros no
teníamos.
–Ahí es cuando te hacés empresario y comprás
el programa.
–Ahí en realidad hay una gran visión de
Guebel. Se da cuenta de que la mejor forma de
controlar el producto es haciéndose socio del
canal y no que el canal te haga un empleado.
Esa es una gran visión de Guebel, que Suar
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“
también la había tenido con Poliladron: "Seamos
Esta
parte del riesgo pero también de los derechos."
Se funda Cuatro Cabezas, que empieza a armar despenalización nos
su publicidad, y empezamos a hacer videos y el saca a unos cuantos
canal empieza a ser un carrier. Un cartero, nos un gran problema
pone el canal para vender el producto a todo el
de encima, la
mundo pero ellos no hacían nada. También nos
damos cuenta de algo extraordinario: que la portación de
calidad garpa. Era un buen partner. El tipo me fasitos... las cárceles
escucha mi locura, me la deja hacer y él sabe están llenas de
cómo empaquetarla.
pibes al pedo... me
–Estás enojado con Tinelli, con su mediocri-
dad. gusta esa discusión
–No, no estoy enojado con Tinelli, puede que que la sociedad se
hasta sea un buen tipo, pero nivela para abajo. ha permitido.
¿Por qué hay que competir en lo obvio? ¿Por
Espero que el
qué hay que creer que es mejor más culo y
menos cultura? En Caiga quien caiga o en los próximo debate sea
programas que hicimos en Cuatro cabezas el aborto de una vez
demostramos que en lugar de buscar la masivi- por todas".
dad, si nos ocupábamos de los quince temas
importantes nos iba bien. No teníamos estruc-
tura guionística en Caiga..., tampoco la tengo
en el programa de radio. En Cuál es aparece
gente que la vas contratando, porque le hemos
permitido a mucha gente que haga lo que se le
canta el culo; a veces te entra mierda, pero si
tenés la viveza de darte cuenta, la eliminás.
–¿Por qué los artistas o cómicos buscan emitir
lo propio, en lugar de juntarse: el gordo Casero,
Capusoto?
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Eduardo De –Una vez hablo con Claudio Gabis y le pregun-
to qué pasó, por qué se pelearon. Me dice: "Es
La Puente fue
que cada uno escuchaba solamente a su grupito
increíble en mi de gente y la gente es mala, en un punto todos te
existencia. Él era dicen que el grupo se debe a vos, cosas como 'sin
para mí todo lo vos esto no es nada'."
–Se puede educar a la gente en eso.
que yo no había
–No, no tiene sentido, de ninguna manera. Yo
vivido en mi vida, escucho y atiendo a la gente que me espera en la
un parte puerta, mucha gente de la que trabaja es de los
fundamental en mi que me esperaban en la puerta. Casi todos, y es
cómico porque todos te dicen siempre la misma
formación a los 20
frase: "Te voy a salvar la vida" Yo también siem-
años. Creo que soy pre respondo lo mismo: "Buenísimo, era lo que
quien soy por necesitaba". Los tipos que arman la artística, que
haberme educado hacen los radioteatros, los conocí en la puerta.
He conocido locos, he conocido de todo.
con él.”
–¿Nunca te agarró el vértigo cuando te diste
cuenta de que te ibas para arriba?
–No. Vivo aislado, en un punto. No siempre.
Me pasó en los últimos quince años. Ni siquiera
me he enamorado muchas veces. Creo que ape-
nas una. Me he apasionado muchas veces pero
hay una gran diferencia. Prefiero el hechizo de la
pasión al enamoramiento.
–Si tuvieras que elegir, ¿desear o ser deseado?
–Me parece que prefiero desear a ser deseado.
No me importan las consecuencias, pero mi
pasión es la radio, estoy enfermo con fiebre pero
me gusta estar hablando por la radio.
–Podrías haber sido el dueño de Rock & Pop.
–Sí, todavía tengo la posibilidad... no sé aun
qué va a pasar, quizás vuelva para atrás, pero
cómo superar la burocracia, cómo comunicar la
pasión.
–Mario, radios como esta no existen más, ya ni
boliches de rock hay que se parezcan a esta radio;
esta radio es el rock tanto o más que la propia
música.
–A nosotros no nos escucha gente por la moda.
Nos escuchan por otra cosa. Me preguntan por
qué no falto nunca a la radio, no falto porque me
da bronca escuchar a los otros.
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–Sos un empresario millonario, ¿cómo hacés
con tu dinero?
–Soy muy italiano. Invierto el dinero en tecno-
logía, hago otras cosas. Ser italiano quiere decir
que hay que guardarla, la plata se hace trabaján-
dola, no financieramente. Cuando comprás algo,
tiene que ser en activo. Tuve la suerte de estar
casado con alguien que no le interesó ni estar
expuesta en los medios ni usar mi apellido para
su trabajo, ella es exitosa en la suya. Tiene la
misma visión con respecto a los hijos: hay que
vivir en un barrio, no hay que ir al supercolegio,
tuvieron vida de niños. Yo les digo: no soy tu
amigo. Con nuestros hijos mi mujer y yo intenta-
mos ponerlos en colegios cercanos a nuestro
pensamiento sobre la educación... pero igual es
un camino difícil, sé que no hay nada en el cole-
gio pero vos, Enrique, ¿le dirías a alguien que no
vaya al colegio?
–Yo no se si le diría a nadie que se fume un
porro.
–Yo creo que esta despenalización nos saca a
unos cuantos un gran problema de encima, la
portación de fasitos... las cárceles están llenas de
pibes al pedo... me gusta esa discusión que la
sociedad se ha permitido. Me llama la atención
porque no espero de la sociedad argentina estas
discusiones. Igual las tiene antes que otros pue-
blos. Espero que el próximo debate sea el aborto
de una vez por todas
–Y la vejez.
–No, no hay vejez. Ahora soy adulto y hasta no
hace mucho yo no me sentía un adulto. Irme de
la tele me cambió mucho, fue una decisión que
tomó más de un año, pero hubo algo que me
transformó en adulto: tener un hijo de 15 años
me pone en un lugar casi forzado de adulto, obli-
gado. Y una cosa muy importante que aprendí
con los hijos es que no les importa lo que digas,
lo que les importa es lo que hagas.
–Fito Páez dice: "Saber que te vas a morir es
estar despidiéndose siempre."
–¡Qué rosarino!... me preocupó mucho tiempo
morirme. Me lo sacó un psicoanalista, el doctor
Hugo Lerner, el analista. Estoy tan asombrado.
Me llamaron mucho la atención tres cosas en mi
vida. Primero, me asombra cómo tuve la capaci-
dad de dejar atrás todas las relaciones en mi vida,
en todas las épocas y sin excepciones. Nunca me
pesaron los seres del pasado. Desde la familia,
hasta los amores o los amigos. Una vez la
RollingStone, en su número 50, publica la cara
mía con cuernos y el título dice "Radiografía de
un sicópata". Capaz que soy un sicópata. Mi hijo,
que era chico, me pregunta al ver la tapa si ser
sicópata es bueno o es malo. "No, es bueno", le
dije. En segundo lugar, me asombra haber deja-
do de fumar, no entiendo cómo dejé de fumar. Y
en tercer lugar, haberle perdido el miedo a la
muerte. Es más, no le temo en absoluto. 
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