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Para conocer sobre su origen, se han realizado múltiples estudios que analizan sus
causas y su trascendencia en los ámbitos sociales, políticos y ecológicos, que cada vez
son más notables en las sociedades industriales. Se analiza que el consumismo coincide
con el nacimiento del modelo industrial en América, en el siglo XIX. Los progresos en la
manufactura permitieron una producción cada vez mayor de objetos, sustituyendo a los
métodos tradicionales poco eficientes, para permitir realizar trabajos nunca antes vistos y
migraciones que rompieron con el antiguo estilo de vida. Mientras que el sistema industrial
de los dos primeros siglos se basó en la satisfacción de las necesidades humanas (no
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sólo esenciales sino también secundarias), tras la 2da Guerra Mundial se adoptó un
proceso de producción muy superior, de la saturación de la demanda. Es decir, se
fabricaba más de lo que se necesitaba. El problema fue entonces, cómo elevar el
consumo. Cubrir los aspectos vitales básicos, no bastaban para alimentar la oferta de las
industrias. El principio quizá implícito que se buscaba, parecía ser: la gente no puede o
debe contentarse con poco; que la abundancia y la insatisfacción eran la razón que
permitía marchar a la sociedad. Ya que si no se compra constantemente, es imposible que
aumente la producción y se genere, en consecuencia, mayores ganancias. Ésta idea de
crecimiento económico sólo plantea un modelo de ascendencia sostenida, pero no
sostenible para el futuro.
Esto entre los jóvenes, resulta más notable debido al ambiente social actual en el que
nos desenvolvemos, influenciado por todas las anteriores causas. El afán de emulación es
todavía más grande. Otro afán es el de compensación. De acuerdo con el Nóbel de
Economía en 1998, Amartya Sen, ésta necesidad recae en el ideal de tener “éxito”, en
acceder a los bienes de consumo costosos, demostrando que se ha tenido éxito. Sólo se
busca la salvación aquí en la vida terrestre y luego ya no hay nada más. La educación en
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el hogar y los medios masivos por otro lado, son la influencia primaria, en nuestra etapa
de crecimiento y como resultado desde niños nos vemos influenciados por culturas
extranjeras y llegamos a adquirir formas de hablar, gustos y modas, sacadas de las TV
intentando imitar las tendencias impuestas por la publicidad. Al igual que toda actitud
consumista, también es ambigua, y en los jóvenes puede verse reflejada por completo en
su estilo de vida de forma negativa, y llegar a desarrollar desórdenes alimenticios, así
como el querer ser y tener todo lo que se les presenta en los medios.
También a nivel global produce efectos negativos que llegan a afectar a un mayor
número de personas y a diferentes esferas de la vida. Con el paso del tiempo y desarrollo
de la tecnología, cada acto de consumo ha tenido consecuencias, y sus efectos han sido
devastadores: desigualdades sociales y daños al medio ambiente. En el mundo se
aprecia como el consumismo y la pobreza conviven en un mundo desigual, en el que
muchos gobiernos no se preocupan en frenar el consumismo de unos y elevar el nivel de
vida de quienes más lo necesitan. Un estudio de la organización World Watch en el 2004,
señala que, mientras que casi 3.000 millones de personas sobreviven con menos de
US$2 diarios, más de 1.700 millones, o sea más del 25% de la población mundial, ha
adoptado un estilo de vida que en el pasado era exclusivo de los ricos.
potencializado para dar paso a la otorgada por el cambio permanente, hasta llegar a
comprometer su propio futuro con el fin de mantener el ritmo de vida presente.
Fuentes:
Haro Tecglen, Eduardo. La sociedad del consumo. Barcelona: Salvat Editores, 1973.
Cortina, Adela. “Consumo, luego existo”. Claves de la Razón Práctica. Mayo de 2003.