Convención de Ginebra 1948, Ratificado en Estocolmo 1994
Al ser admitido como miembro de la Profesión Médica:
Yo, solemnemente, prometo consagrar mi vida al servicio de la humanidad.
Yo otorgaré a mis maestros el respeto y la gratitud que ellos se merecen.
Yo ejerceré y practicaré mi profesión con dignidad y con plena conciencia de
mis actos.
La salud de mi paciente será mi mayor prioridad, interés y consideración.
Yo respetaré los secretos a mí confiados, aún después de la muerte del
paciente.
Yo mantendré y guardaré, por todos los medios y capacidades a mi alcance, el
honor y las nobles tradiciones de la Profesión Médica.
Mis colegas serán mis hermanos y hermanas y los trataré como tales.
Yo no permitiré que diferencias de edad, enfermedad o discapacidad, credo,
origen étnico, género, nacionalidad, afiliación política, raza, orientación sexual o clase social, intervengan o interfieran en mi deber como médico para con mi paciente.
Yo mantendré y guardaré el mayor respeto por la vida humana, desde su
comienzo, aún estando bajo amenaza, y no usaré mis conocimientos médicos en contra de las leyes y principios de la humanidad.
Yo hago estas promesas solemne y libremente, y por mi propio honor.