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El juego de silencio
1
Mi trabajo
4
Desespero
6
¿Vida nueva?
7
Hay luz al final del camino
9
Soy yo
10
Dedicatoria
Le dedico la entrega de
estos trabajos a mi
familia. Ésta fomentó mi
interés por aprender
desmedidamente y sin
límites.
El juego de silencio
Ya qué más vale. Me había sumido completamente en algo que pude haber
detenido. Sí, detenido de beber y entregarme a las manos de alguien que ni tan
siquiera recuerdo el rostro. Es horrible la sensación de haber sido saqueada en las
peores circunstancias. Pero, ya no había tiempo para poder lamentarse. Era
tiempo de actuar y de buscar remediaciones que no serían fáciles encontrarlas.
Marta María, así me llamo. Me conocen, únicamente, por ser la puta del
cuarto cubículo. La nueva, como me dicen desde hace dos semanas, la bebita de
los clientes. Hasta llego a pensar que soy la más deseada. Esto, simplemente
porque estoy menos gastada que las otras sometidas.
En fin, hace tiempo no sé de ninguna pista. Me hace falta conocer mi
próximo paso. Mi próximo momento de perdición. De pronto, mientras estoy
compartiendo mi cuerpo con Julio, el del negocio de relojes, nos tocan a la
puerta. Era el recepcionista con un nuevo papel, mi nueva pista. Lo guardo en mi
sábana y espero a que Julio termine para poder entregarme al que quizá sería el
próximo capítulo de mi vida.
El frío del desespero encaja en mis poros. No puedo creer mi triste perdición y lo
enfermo que está mi jefe. Ese jefe al que me entregué por error.
Desespero
Con suerte, alcanzo a encontrar tres que aún no han sido utilizadas. Las tomo,
me pongo mi único atuendo discreto y me dirijo hacia el pasillo principal. Alcanzo a
observar el reloj en el escritorio del recepcionista de turno; son las 2:30 de la madrugada
y no puedo creer lo que ven mis ojos. El recepcionista está dormido y sumido en los
placeres del sueño.
Me muevo sigilosamente entre los cubículos y justo cuando estoy en la puerta,
me ataca por la parte trasera un oficial del negocio. Me pregunta: ‘’¿A dónde planeas ir,
bebita?’’ – suspiró. Entonces, me vuelvo hacia su rostro y le incrusto una de las
jeringuillas en su pómulo izquierdo. Me escapo corriendo y escucho cómo sus labios
recitan: ‘’Agarren a esa puta’’- su odio era evidente, pues marqué su rostro para
siempre. Sin embargo, él tiene remedio en su cutis, pero, quién me devolverá a mí la
alegría que perdí sometida a este calvario, quién pagará todas las horas de placer que le
brindé a un desconocido. La contestación era fácil, absolutamente nadie. De todas
formas y, aún sabiendo que bajo las cámaras se guarda mi hazaña, exploto en
adrenalina. Y bien, continúo en mi carrera hasta que logro perderme de los constantes
disparos. Llegué a cruzar mi cuerpo entre unos arbustos y me perdí entre las malezas
del bosque. Me caí y me desesperó tener que esconderme cada cierto tiempo, pues los
oficiales no se rendían ante mi búsqueda.
¿Vida nueva?
‘’Al fin dejo de escuchar cómo se desesperan por encontrarme.
Cuando al fin salgo del bosque, veo que no estaba tan lejos de donde soy. Estaba
alejada casi seis millas de la calle que conduce a mi apartamento y me encuentro
exhausta.
¿Cómo reaccionará cuando me vea? ¿Qué dirá? ¿Se atormentará y me sacará en cara las
advertencias que aquella noche me hizo? Estoy desesperada, se supone que se alegre de
saber que estoy viva y que pude escaparme de las manos de un sucio violador. Debe
ponerse feliz porque llegó su amiga que desapareció entre las paredes del club aquella
noche.
No me puedo apresurar a los hechos, el camino se me hace más largo y son tan sólo
cinco minutos.
De todas maneras, me hace mucha falta Lucía. Me hace demasiada falta para poder
contarle todos los momentos de desespero, mis melancólicos desahogos. Ella, era una
mujer excelente, igual a mí. Estaba dedicada a la enseñanza de Artes Plásticas y
trabajaba en conjunto conmigo en la Facultad de Humanidades de nuestra Universidad.
Estábamos orgullosas de todos los logros que habíamos perpetrado juntas. Ella fue
quien hizo los dibujos de mi libro: ‘’¿Cómo ser alguien exitoso?’’. Fue Lucía quien me
ayudó a convertirme en esta mujer de negocios, luego de una larga jornada de trabajo.
Es ella quien siempre estuvo al mando de mis acciones, me advertía y no quería que
decayera. Sin embargo, aquella noche opté por obviarla.
¡Qué tristeza! Soy un desastre viviente al hacer un libro sobre el éxito. Y yo,
ensimismada en darme placer. No puedo más, mi cabeza va a explotar a los segundos
antes de llegar a la casa de mi amiga. Mi mundo se va, me encuentro varada frente a su
puerta, toco el timbre y el ritmo de los latidos aumenta. Veo todo borroso y al abrirse la
puerta, me desmayo.
Hay luz al final del camino
Continuará