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Medicina, Matronas, y Partos Chilenos en el Año 2008

Ann Davenport

Durante la década de los ochenta en los EE.UU. empezó un fenómeno en la medicina que

ha asustado los negocios de los hospitales y los de los médicos, y que ha causado cambios tan

radicales como si fueran los efectos secundarios de un terremoto. Este fenómeno está recién

comenzando en Chile, un país tan acostumbrado a los terremotos pero no tanto a los cambios en

la forma de practicar la medicina. En los años ochenta, mientras la evidencia científica intentó

tomar importancia en la práctica de la medicina – práctica que antes y por siglos ha estado

basada en la personalidad del profesor de medicina, o de la experiencia empírica – los médicos

estadounidenses fueron confrontados con demandas legales de las usuarias y de sus abogados. La

practica de la medicina basada anteriormente en la personalidad de un doctor Dios, ahora y de

repente, se inclinó hacia ¡una medicina basada en defenderse contra los abogados! Esta manera

de practicar a la defensiva ha derrumbado la sólida fundación de la medicina basada en hábito.

Este fenómeno ocurrió paralelamente con investigaciones científicas alrededor del

mundo, y con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, que promovieron (y

siguen promoviendo) la práctica de la medicina basada en la evidencia científica.

Desafortunadamente para algunos, la evidencia también empezó de ser parte de la información

disponible para todo el público vía el Internet, en todos idiomas, y gratis. Así que cualquiera que

supiera leer puede ver las recomendaciones de la OMS y darse cuenta si su médico practica esta

medicina o no.

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Tomemos un ejemplo de la OMS, recomendado desde su Conferencia Mundial en

Fortaleza, Brasil en 1985, y basada en más que 15,000 estudios en un período de 15 años, con

mas de 10,000 mujeres, sobre la episiotomía. La evidencia dice que no debe ser practicada de

rutina, ni siquiera en mujeres dando a luz por la primera vez. Una episiotomía es un corte, con

tijeras, en la parte mas sensible de una mujer, que requiere sutura, y cuya horrible incomodidad

ocurre justamente durante la parte de su maternidad más sensible – dando a luz. La evidencia

científica y la OMS dicen que las únicas razones que son necesarias para cortar el perineo de una

mujer dando a luz es por el nacimiento de gemelos, los bebes prematuros, distocia del hombro,

uso de fórceps, o sufrimiento fetal. La recomendación dice que nunca corte el perineo por la

comodidad del médico o la matrona. Veinte y cinco años después de la Conferencia en Fortaleza,

en Chile actualmente, el 100% de las madres dando a luz por primera vez reciben una

episiotomía de rutina, o más bien dicho, por hábito.

Veamos otro ejemplo muy sencillo de la evidencia científica y de las recomendaciones de

la OMS. Una mujer dando a luz debe estar libre de caminar, tomar líquidos, tener una persona de

confianza con ella durante su trabajo de parto y parto, y elegir la posición en que quiere dar a luz

(o sea, en cuclillas, sentada, semi-sentada, parada, en una silla, en una cama o donde quiera). La

evidencia científica de miles de estudios sobre décadas (además de nuestro sentido común) nos

muestra que cuando una mujer que camina, tome líquidos, y tenga el soporte de una persona de

confianza (su marido, su hermana, su madre, o quien sea) tendrá menos dolor, menos

sangramiento, menos tiempo en trabajo de parto, menos esfuerzo para dar a luz, y más habilidad

de lactar inmediatamente, comparada con una mujer atrapada en la cama, sin nada de tomar y

rodeada con gente desconocida.

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Por supuesto, una mujer con anestesia epidural (actualmente recomendado por el

MINSAL en Chile para todas las mujeres dando a luz) no puede caminar ni tomar líquidos.

Tampoco puede sentir su trabajo de parto. Una mujer con epidural no puede caminar al baño

para vaciar su vejiga libremente (y una vejiga llena bloquea el descenso natural del bebé en la

vagina). Una mujer atrapada en cama, rodeada con extraños, y sin sensación de trabajo de parto

sufrirá más temor y así, por la influencia de la adrenalina, sufrirá más dolor. Más dolor significa

más anestesia. Y más anestesia significa más sufrimiento fetal (las drogas van a pasar a través de

la placenta). Y con sufrimiento fetal, tenemos que obligar a la mujer a tener una cesárea. Este

circulo vicioso es común y corriente en las salas de parto en todos los hospitales y clínicas en

Chile.

Chile tiene el honor de ser el país número uno en todo el mundo de cesáreas, aunque la

evidencia y la OMS nos dicen que el porcentaje no tiene ninguna razón médica de pasar el 15%.

En Chile la tasa de cesárea pasa por 64% en hospitales públicos, alcanzando en el promedio hasta

90% en clínicas privadas. El Ministerio de Salud decidió hace muchos años de re-embolsar a los

hospitales públicos el mismo precio por partos vaginales (cada uno que puede durar hasta 12

horas), como por un parto vía cirugía mayor (la cesárea puede demorar alrededor de una hora),

con la esperanza que los médicos tomaran la iniciativa de promover partos naturales…pero

:¿Qué médico va a esperar a una mujer en trabajo para 12 horas cuando puede programar seis o

siente cesáreas en el mismo tiempo y ganar más dinero para su hospital? Una cesárea es cirugía

mayor donde se abre el abdomen, se requiere anestesia y anestesiólogos, sueros, un equipo

especializado, recuperación post-quirúrgico, disponibilidad de banco de sangre y cuidado

intensivo para su recién nacido. Una cesárea, como toda cirugía mayor, corre el riesgo de muerte

para la mujer y su recién nacido. Esto también está ratificado por la evidencia científica.

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Pero los Gíneco-obstetras en Chile, en la práctica de medicina basada en la defensiva,

responden con excusas como las siguientes destacados abajo. Estos ejemplares dado por

gineco-obstetras de los EE.UU. están explicados por la holandesa Henci Goer en su artículo para

matronas estadounidenses.i [A propósito, en Holanda las tasas de cesáreas son menos de 10% en

hospitales públicos, y un 50% de los partos son en domicilios con matronas.]

• Es el derecho de cada mujer elegir una cesárea si la quiere

Si realmente se preocupan los Gíneco-obstetras por el derecho de la mujer a elegir, estuvieran

igualmente preocupados en su derecho a no tener una cesárea si no la quisiera.

• Las mujeres quieren cesáreas; nosotros solamente accedemos a sus pedidos

Dejando al lado las consideraciones éticas y las obligaciones morales de un médico a ayudar

a sus pacientes tomar decisiones buenas para su propio bienestar, las mujeres no deciden

espontáneamente que quieren cirugía abdominal mayor. Alguien tiene que convencerlas que

es una buena idea. Este “alguien” podría ser un médico, creando una demanda en el mercado

y luego decir que él solamente esta respondiendo a las demandas de las mujeres. Los estudios

confirman que las mujeres no quieren cesáreas, pero pueden ser manipuladas fácilmente a

aceptar la idea por sus médicos.

• El trabajo de parto es tan doloroso que las mujeres tienen el derecho de tener una

epidural cuando quieran, aunque al recibir la anestesia epidural en la primera etapa del

trabajo de parto aumentan la probabilidad de tener una cesárea.


i
“The Assault on Normal Birth: The OB Disinformation Campaign” [El asalto del parto normal: la campaña de
desinformación por los obstetras] Midwifery Today, Vol 63. Autumn 2003
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Y ¿la cesárea es libre de dolor? ¿No existen maneras de manejar el dolor hasta que el trabajo de

parto esté más avanzado? ¿Las mujeres insistirían en una epidural si supieran que ésta iba a

aumentar la probabilidad de una cesárea? Esta justificación de que “las epidurales son un

derecho” se basaba en una conferencia de prensa del Colegio Americano de Gíneco-obstetras

(ACOG) en 2001, donde declararon “El ACOG apoyamos el uso de los epidurales solicitadas por

la cliente”. En la misma conferencia, se lamentaban que las pobres mujeres no deben esperar

hasta que cumplieron 4 o 5 cm. de dilatación antes que pudiera recibir una epidural. La evidencia

científica dice que una epidural antes de cumplir 5 cm. de dilatación aumenta la llegada a la sala

de cirugía a casi 90%.

Las declaraciones del ACOG han permitido a los Gineco-obstetras en los EE.UU. un

acceso fluido a los medios de comunicación: las jornadas de los médicos dar a conocer a la

prensa pública las opiniones “expertas” por citaciones “expertas”. Los periodistas y editores

toman lo que los obstetras les dicen como “la autoridad” y no solamente porque son médicos.

Los periodistas, editores, y el público en general han sido criados en un medio ambiente en

donde la mayoría de las mujeres conocidas han recibido una cesárea – o en un medio donde ellos

mismos habían nacidos por cesárea. De sus hermanas, tías, amigas, profesoras, colegas o

amigas… alguien es conocida que haber tenido una cesárea. Así, se siente normal para todo el

público el manejo medicalizado del parto.

La dominancia total del paradigma obstetra ha silenciado cualquiera diferencia de

opinión. Cuando organizaciones o individuales oponen al manejo medicalizado con un punto de

vista distinto, ¿Dónde van a los periodistas para evaluar los meritos de los críticos? Sí…a los

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mismos “expertos” gineco-obstetras. En un debate sobre evidencia científica, la persona con el

título de “Doctor” va a ganar lejos por sobre lo que dice una mera lectora de la evidencia.

Las buenas noticias y las malas noticias sobre el modelo de atención de parto en Chile

vienen del propio Ministerio de Salud y de la formación de médicos y matronas en las

Universidades. Las malas noticias son las que promueven “el derecho de cada mujer obtener un

parto ‘sin dolor’ con el acceso al epidural” según el nuevo AUGE (Acceso Universal a Garantías

Explícitas), sin mencionar todos los riesgos (probados científicamente) para la mujer ni para su

recién nacido. Las otras malas noticias tienen que ver con la formación de médicos y matronas

en Chile. Ninguno de estos profesionales de salud ha aprendido, en sus cinco años de formación

universitaria, como atender a una mujer en forma humanizada. Ninguno. Si una mujer opta por

tener su bebé en la manera más humanizada posible, hay muy pocos recursos humanos o físicos

que actualmente existen en Chile para poder atender un parto humanizado.

Las buenas noticias sobre el parto en Chile vienen del propio Ministerio de Salud y de la

formación de médicos y matronas individualmente conseguida. Dr. René Castro, Gineco-

obstetra responsable del Programa de la Mujer del Ministerio de Salud, se ha preocupado en

promover las recomendaciones de la OMS a sus colegas y al Colegio de las Matronas como

normativas a promover los partos humanizados. De hecho, hoy día en Chile, existen hospitales

públicos que no solamente promueve partos humanizados sino también han disminuido las tasas

de cesáreas en forma impresionante.

Es cierto que estos hospitales tienen más usuarias indígenas, o son los que no cuentan con

anestesiólogos las 24 horas, o son los que están ubicados en áreas rurales de Chile, o son los que

tienen médicos y matronas que ponen a la mujer y sus deseos sobre todo, entonces también es

cierto que estos hospitales son ejemplos para los demás en Chile, en cuanto a su alto nivel de

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costo-beneficio, servicio al cliente, y satisfacción del personal que trabajan en el servicio. Los

médicos y matronas que trabajan en Punta Arenas, Copiapó, Iquique, Santa Bárbara, o donde sea

fuera de Santiago, han aprendido empíricamente y han dedicado sus labores a la humanización

del parto, a pesar de su formación medicalizada y a pesar de la presión de sus pares a mantener

la medicalización de un evento tan natural.

La humanización del parto es nada más que respeto: respetar a la mujer como fuente de

nacimiento de su sociedad, respetar a la profesional matrona como protectora a la mujer durante

su acto de nacer tanto a si misma como al nuevo ser, y respetar el nacimiento de una nueva

unidad familiar que consiste en la madre, el padre, y el nuevo ser humano. El parto humanizado

es tan respetuoso y fácil, que es difícil justificar las intervenciones médicas – particularmente

cuando toda la evidencia científica nos muestra que entre 85 y 95% de todos los partos

(especialmente en una población tan buen nutrida como la de Chile), son normales y no

requieren intervención ninguna.

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