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DICCIONARIO ARGENTINO ILUSTRADO CON NUMEROSOS TEXTOS POR TOBIAS GARZON Profesor Naclonal de Ensetanza Secundaria PUBLICADO BAJO Los AUSPICIOS DE LA COMISION NACIONAL DEL CENTENARIO DE LA REVOLUG Y DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL, (repdsrica argent BARCELONA IMPRENTA ELZEVIRIANA DE BORRAS Y MESTRES Rambla de Catalufia, nuims. 12 y 14 —— 19190 —~ Es PROPIEDAD DEL AUTOR INTRODUCCION sc ia verborum vetus interit aetas, et juveniom rivsijlorent moda mata, wigenique.» (Horacio.) «La palavra humana es mas expresiva y dur ster que eh movnnmente, Sehaiense las palabras Ge wsaba us" pucblo se sabrd sus rdeds, 10 gue Wihaliana al dicance we sus mars 6 de si intel encia. logue conacia 3 fo gue tgnoraba.» (Bscmrros ner Das D. Nicocks AvaLLanepa; t. Ty 1385, PAB. 109,) 2 Cual es el fin que me propuse al emprender este trabajo? ‘Al principio comencé a formar un vocabulario de barbarismos; pero resultaron tantos y tan generalizados en el pais (y me refiero al lenguaje de la gente culta), que empez6 a repugnarme el nombre de barbarismos dado 4 este inmenso caudal de voces, entre las cuales hay un numero no insignificante que corren también en las otras naciones de la América hispana. Veia en esto un desconocimiento de la ley ineludible y universal de la evolucion de la lengua. Me parecia el colmo de la insensatez bauti- zar con tal nombre los vocablos neumonia, cactus, tifus, torreja, paralelé- gramo, omdplato, azucarera, presupuestay, influenctar (*) y tantisimos otros, por no estar aceptados en esta forma por Ia Real Academia Espa fiola, pues equivalia 4 admitir, como me decia en una carta notable el emi- nente lingitista peruano D. Ricardo Palma, que diez y ocho millones de espafoles nos impongan la ley 4 cincuenta y tantos millones de american Pero no fué esto solo. Empecé a darme cuenta de que una multitud de términos usados en la Repiiblica Argentina no constaban en el Diccio- nario de la Lengua. Habia ademas otros muchos que tenian muy distinto significado en la peninsula, tales como fiambrera (caja de tela metalica (*) Seginta Academia, nenntonia, cacto, fifo, torrifa, pavalelogyanio. omoplato, asucarero, Bre- suponer, fnglr. vr para guardar la carne y otros comestibles}, que para los espafioles signi- fica lo que nosotros Ilamamos viandas ; pelléu (cuero peludo 6 lanudo que va sobre la montura de la caballeria), vestido talar antiguo, que era regularmente de picles, segiin la Academia; calabaza, voz con que de- signan el zapallo en Espafla, aunque para nosotros es muy distinta la una del otro por su forma, color y sabor; mecedora, la silla de hamaca de los argentinos; rejflla, la esterilla, segtin nosotros... ¢Sera posible, me decia, que este idioma nuestro, nacional, — caste- Mano por su indole andtogica y sintactica y casi en su totalidad por sus elementos prosédicos y ortograficos, pero cada dia més distinto del que se habla en la peninsula por su vocabulario 6 expresién de las ideas madres, — carezca de un diccionario propio, que registre las palabras, frases y modismos usados en la Reptiblica Argentina y que no estén incluidos en el Diccionario de la Academia, 6 que, si lo estan, no tienen el significado que nosotros les damos? Todo esto me indujo 4 cambiar de plan, y 1a obrilla que en un princi- Pio no era mis que un simple indice alfabético de barbarismos, vino 4 ser un Dicctovario Arcextixo. Pero no atribuya el lector Ia eleccién de este nombre, que no corresponde ‘ila limitada extension y escasa importancia de este trabajo, aun defecto que es y ha sido durante toda mi vida la contraria de mi caracter. No: no es una vana y ridicula pretension lo que me ha sugerido la idea de poner al frente de este modesto libro el aparen- temente rumboso titulo de Dicciovario ARGENTINO. Me repugnaba este nombre, y confieso que lo borré varias veces del manuscrito, substitu- yéndolo por el de Diccionario pe ARGENTINISMos; pero encontrando que éLexpresaba lo que yo queria, aunque imperfectamente, pues no es un diccionario completo, ni hay una lengua argentina sino castellana, opté por él, en vista de que este vocabulario registra muchas voces cuyo uso se halla extendido por los demas paises de Hispano-América (las que no son argentinismos sino americanismos ), y en cambio, otras son regio- nales de ciertas y determinadas comarcas de Ia Reptiblica Argentina. Agréguese a esto que hay en él no pocos vocablos que tienen carta de ciudadania en todo et mundo civilizado. He tomado, pues, el adjetivo ARGENTINO en la simple acepcién de perteneciente a nuestro pais 6 que tiene reiacién con él, y Diccionario en la que le da restrictivamente el Sr. Zorobabel Rodriguez en el titulo de su Diccioxario de Chilenismos. Quien crea que este vocabulario es del lenguaje gaucho estara en un grave error. Sin salir de la a, salteando al acaso articulos y dejando de lado los afines, son de uso corriente en todo el territorio de la Reptiblica, y nada tienen de guasas, las voces abarrolar (en el juego de la malilla), abiscochar, abordar (un tema, una cuestién), acaparar, acdpite, acciden- tado (campo, terreno, ete.), acoplado (referido 4 un tranvia), acridio, acuerdista, achiva, adjuntar, acronave, aeroplano, aguada ( nuestras acepciones), aguapey, ajedrecista, alambrar, alambre-carril, albardén, vin algodonero, alienado, aimacén (nuestra mas comin: acepcion), altruis- mo, antipestoso, apendicitis, etc., ete Volviendo, ahora, 4 la pregunta que hice al empezar este prélogo, puede ya facilmente descubrir, con lo dicho, el lector, que en esta obra me he propuesto demostrar el estado actual de la lengua en la Reptiblica Argentina y que en ella no se habla ya el idioma que hablan en Espana, si el Diccionario de la Real Academia traduce con fidelidad el uso co- rriente en Ja peninsula. A mas de algunas noticias acerca del origen y formacion de un buen numero de palabras, se halla ilustrado con un copioso caudal de textos 6 pasajes de antores americanos, particularmente argentinos, —historiado- res, estadistas, educacionistas, hombres de ciencia y de gobierno, orado- res, viajeros, poetas, ete. He pedido también al diario, 4 la revista y 4 la crénica su valiosa cooperacién. Ellos son Ta lengua ; ellos son el alma y la vida de Tas socie~ dades. Su vocabulario es el vocabulario del pueblo en sus multiples mani- festaciones, en las diversas situaciones creadas por Ja varia fortuna, la posicién y los distintos estados de sus individuos,—vocabulario notable en pintura y en colorido, porque expresa Ja realidad, la verdad, y nos mues~ tra todo lo mas interesante que presenta el escenario de la sociedad —su modo de vivir, de sentir y de pensar,—en su lenguaje propio, leno de vi riedad, riqueza y esplendor. La crénica es el cuadro vivo de Ja cultura de un pueblo. Ella habla ligero y sin vueltas; cambia todos los dias, y aun en un mismo dia, las escenas, relatando lo que sucede con el lenguaje sencillo y espontineo de las multitudes, 6 se eleva como el Aguila 4 las altas regiones, siguiendo el vuelo del pensamiento que marcha 4 Ia van- guardia de la civilizacién. Va muy de prisa, como el vapor y la electrici- dad. Sigamosla, no la desdefiemos, si no queremos quedarnos atras. Ella triunfara al fin é impondra la ley. « Los novelistas » , dice el sefor E. Go- mez Carrillo, «los poetas, los fildsofos, los publicistas, se especializan cada dia mas. Los cronistas no, porque son de consuno novelistas ¥ poe tas, fildsofos y publicistas, psicdlogos y artistas. El universo entero les pertenece. Les pertenece con sus almas y sus paisajes, con sus crimenes, con sus felonias, con sus lagrimas, con sus dolores, con sus goces, con sus heroismos, con sus noblezas, con lo que se ve y con lo que no se ve con el mundo y los mundos, en fin. ».... «Leed las noticias cotidianas de ‘un periddico. Cualquiera de ellas contiene una crénica. El borracho que insulta, el ratero que cae en el garito, el marido que se venga, la mujer que se escapa, el nifio que se pierde, el libro que aparece, la comedia que se representa, el cuadro que se expone, la actriz que triunfa, el compane- ro que se bate, todo es «croniqueable» . No se me critique, pues, el haber pedido al diario y @ la crénica su ilustrada contribucién, Henando esta obra de citas y pasajes, con los cuales me propongo demostrar en los respectivos articulos la sancién del uso,

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