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DISENO DE LA IGLESIA MILITANTE, 6 SUMA DE LA IGLESIA INSTITUIDA POR EL HIJO DE DIOS HECHO HOMBRE: EN QUE SE VE QUE LAIGLESIA, FUNDADA SOBAE LA CONFESION DE SAN PEDRO, ES EDIVICIO DIVINO, SOBRENATUBAL, UNICO, SIEMPAR VISIBLE SOBAR LA TIERAA, £ INDESTAUCTIBLE. OBRA POSTUMA Qu instrisime ESeior Don Reis out, A recbafio de Balayra, Mad de San He , Conftror del Sorior Don Cintas WW, del” sey aS, Mh. Se. &e. Ge Se aifaden al fin las mevrraciones del Autor contra el pestilencial libro titulado moINAS DE PALMYRA, MADRID Imprenta que fae de Fuentenebro, 3834. PROLOGO del traductor en Ja edicion latina hecha en Barcelona en 183% Deseaba en gran manera el piadoso autor de esta obra que saliese 4 Juz cuanto 4ntes fuese posible; porque con~ sideraba que en ella, como en un lienzo 6 cuadro, se ha-. bia de ver retratada con sus propios y nativos colores la ver- dadera Iglesia de Jesucnisto. En este optisculo, que tra~ bajé poco antes de morir, se propuso ordenar, aclarar y distingair mas las mismas materias de que traté brevemen- te en el Sumario histdrico de la Iglesia de Jesucnisto, que por Real decreto se sefials en 1807. para estudiar la Historia eclesidstica en las Universidades. Pero fo ejecuté de tal suerte que en este solo diseiio se ve clara y exac- tathente el edificio divino de la Iglesia, y cada una de sus partes en el lugar propio y correspondiente. Con el fin pues de que nada faliase en esta materia para la mejor instruccion de la juventud espaiiola, creyé oportuno afia- dir al Sumario de la Historia eclesidstica esta descripcion 6 Disefio de la Iglesia de Issucristo, como una segunda parte de su tratado de la Iglesia, la cual presentase 4 los lectores una imagen ¢ retrato formado de las pinceladas 6 rasgos de tan grandioso edificio, que se hallan diseminadas en !a primera parte 6 Sumario histérico. El grande anhelo y constancia con que trabajé toda su vida el Ilmo. Sr. Amat para que no se menoscabase en lo mas minimo la magestad € integridad de este divino edi- ficio por los crueles alaques que sé pretexto de procu- rar el bien publico le dan algunos falsos politicos de este siglo, lo demucsiran bastante las diferentes obras que did 4 luz antes de morir (1). Pero en este Diseiio de la Iglesia de Jzsucnisto, impelido del acendrado amor qae Ia protesa~ ba, dirigiésus miras 4 un objeto.mas particular. Porque quiso (1) Macié en’Barcelona 4 rt de noviembre de 1824 Dejé muchos opdscalos manuscritos, cuyo catalogo se ve en su Vide escrita por D.Félix Torres Amat, cuya publicacion es muy deseada. Iv que este monumento de sit piedad ¢ invencible raciocinio fuc- se, especialmente para los pueblos de América , como un mo- delo que presentase con todo el resplandor de la luz divina la verdad de la religion catdlica apostdlica romana, y cerraselaen- trada 4 las tinicblas y errores de cualquier otra iglesia 6 secta, El autor escribid en castellano este optsculo, y tenia ya preparado antes de morir todo lo necesario para que saliese 4 luz, y se extendiese con profusion por aquellas yastas regio- nes; confiando que al mismo tiempo ayudaria mucho pa- raconservar pura y fortalecer la religion catdlita en los co- razones de los espaiioles. Mas no-se limitd 4 este solo obje- to el motivo de escribirle. Doliase en gran manera y acon- gojabase el corazon de este piadoso y pacifico escritor al ver que los cristianos no catélicos, y principalmente sus minis~ tros 6 pastores, dejando de apoyarse en esta piedra firmisi- ma, en que brilla con tan celestial resplandor la verdadera Iglesia de Jzsucnisto, se habian fingido otra iglesia, 6 sea yano simulacro mal formado de elementos contrarios; la cual habian subrogado 4 Ja Iglesia cristiana, 6 como cllos dicen evangélica, mezclando feamente Ja luz con Jas tinieblas, esto es, la verdad divina con las ilusiones y engafios de la sa- biduria terrena, y las mas depravadas pasiones. Sin embargo estaba persuadido que cualquiera de ellos que ame sincera~ mente la verdad ,como realmente los hay en gran numero muy sabios y Menos de erudicion sagrada y profana, comparando el yano fantasma de su fingida iglesia con la imagen de la ca- tdlica apostdlica romana delineada en este Disefio, conocera al fin con la gracia de Dios su celestial origen, su verdad, unidad y perpetuidad, y la amard y abrazard. Y ademas cuantos ha- yan recorrido, en la primera parte de este tratado, la His- toria de la Iglesia de Jesucgisto conducida por tantas y tan varias vicisitudes desde su fandacion hasta el dia presente, podrin despues facilmente en esta segunda contemplar y re- conocer de un solo golpe de vista aquella misma Iglesia per- fectamente distinguida por sus propios y divinos caracteres, ADVERTENCI A DEL AUTOR. —— 000 E\ anciano que desde el aiio 1815 ha impreso varios cuadernos con el nombre de Padua Melato, desde el de 1768 en que comenzé sus estadios de teologia con la Suma de santo Tomas y el Cano de Locis theologicis, por consejo de un juiciosisimo mentor (1) ha dirigido siem- pre sus tareas en defensa de que la verdadera Iglesia de Jesucaisto es la conocida ahora con el nombre de Iglesia Catélica Romana, con el cual se distingue de otras sectas 6 iglesias que se han separado de ella. Desde entonces se le propuso el plan de un opiisculo latino con el titalo De vera Christi Ecclesia, que fuese util 4 los tedlogos jvenes, 4 los sacerdotes en general, y 4 los seglares de profesiones literarias, para precaverlos de las ilusioncs no solo de los materialistas y de- mas inerédulos, sino tambien de los herejes y cismaticos. El optis— culo debia constar de dos partes, una histérica, y otra dogmatica. La primera debia merecer el titulo de: Ecclesia Jesu-Christi Sum= marium historicum, in quo per se patet Ecclesiam qua nunc Catholica Romana dicitur , ipsissimam esse quai Filius Dei factus homo supra confessionem de ipsius divinitate & Petro apostolo factam adificavit, ¥ la segunda el de: Summa Ecclesia a Filio Det facto homine institute; seu Militantis Ecclesia Ichnographia, in qua Ecclesia super confessio- nem D, Petri fundata, adificium esse divinum , supernaturale, unicum, semper visibile, et indestructibile, ostenditur (2). La primera parte esté en limpio desde el afio 1806 en que se (1) El Imo. Sr. Climent, Obispo de Barcelona. (2)__ Estas dos obras Su:nmarium historicum, y la Ichnographia, que es el Disefo traducido al latin, se imprimicron en Barcelona eu 1320, y las Meditaciones contra .las Ruinas de Palmyra eu 1833. Este ¢8 cl contenido en los dos yolimenes en 8.° con el titulode: Tractotus Eccle- sie Jesu-Christic VWI hubicra impreso 4 ser otros los tiempos; pero no era posible antes del afio 1814: desde el cual hasta el de 1820 se fue diferiendo con la esperanza de que concluidas las obras de Melato en que debia fun— darse la segonda parte del optisculo latino se publicarian de una vez los dos. Macario por genio y por principios ha creido siempre que la verdad debe buscarse con las luces de la caridad, y con sin— ceros deseos de hallarla: y que hallada debe proponerse con can— dor y buena fé al que no la conozca, enespecial si procara co- nocerla. Con estos principios ha manifestado varias veces vivos de- seos de que se le avisen cualesquiera crrores 6 descuidos para poder- los corregir en la fe de crratas propias que ofrecié aiiadir, y atiadié en efecto al fin del tercer Apéndice, No ha recibido cartas, censu- ras 6 correcciones fraternales, como deseaba de amigos y de ene- migos en asuntos de tanto interés, Mas espera que los literatos mo- derados serdn en adelante mas faciles en ejercer tales oficios, que son propios no solo de la buena filosofia moral, sino principalmen= te de la cristiana, - Porque, gracias 4 Dios, puede ya en Espafia buscarse la ver— dad con sinceros deseos de hallarla, y se puede abrazarla sin mie do, con tal que se proponga y declare con caridad, candor y bue~ na fé; pues ya no hay que temer’ los feroces ataques de la anar— quia. ¥ el monsirno de la incredulidad no es temible, sino may despreciable, cuando le falta el apoyo de’ la barbarie andrquica. Ademas en cuanto 4 la guerra anticristiana de division, que las puertas del infierno nunca han cesado ni cesarén de hacer 4 la Iglesia con todas las mdquinas de la triple concupiscencia, la Di- vina Providencia con el singular beneficio de la eleccion de nues- tro santisimo Padre Leon XIE. nos ha trocado en justas esperan~ zas los sustos y el espanto que inspira con demasiado fundamento la nueva faccion diabdlica, con que la audaz filosofia de este siglo vat. quicre renovar todas las ideas 6 delirios de la antigua Grecia so bre dioses y genios, 6 sobre personas y naturalezas divinas, Re- pitamoslo mil veces, y nunea lo olvidemos los que nos gloriamos de ser espaiioles y catélicos: «La misma divina Providencia que »envié & la Iglesia 4 san Leon el Grande para contener al anticristo aque siempre intenta solvere Jesum; y le armé con la fortaleza ade la fe con que sofocd las herejias de Nestorio y de Eatiques, y »la sobreeminente caridad con que mantuvo la paz y la union ode la Iglesia y el verdadero esplendor del Primado del sucesor »de san Pedro en los delicados tiempos del concilidbulo 6 latrocinio de Efeso y del concilio de Calcedonia, refrenando el espfrita »de dominacion de los Patriareas de Constantinopla: la misma Pro— »videncia es la que ha enviado ahora 4 nuestro santisimo Padre para »que animado como san Leon el Grande del espirita de fé y de acaridad, confunda & kes enemigos de la Divinidad verdadera de » Jesucaisto, y haga ver 4 todo cl mundo que el edificio levantado, »sobre la confesion de san Pedro ha sido es y ser4 siempre divino, »sobrenatural, ttnico, siempre visible é indestructible, por medio del »mismo san Pedro, y de los sucesores suyos en el Primado, que »adquirié confesando la Divinidad del Sefior.» A la demostracion de esta verdad se dirige el Diseto de la Iglesia, del cual voy 4 dar en seguida un resumen, 6 el {ndice de los articulos que contiene. NOTA que puso el Autor en este lugar, antes de arreglar la impug- nacion de las Ruinas de Palmyra, A los siete articulos del Disefo han de seguir dos corolarios, el uno contra el suefio de las Ruinas de Palmyra, y el otro sobre el Proyecto con que el sabio Spedalieri concluye sus seis libros Dei Diritti dell’ Uomo, En ambos falta mucho que trabajar, y solo Vit voy 4 daruna idea general del plan. Contra el sueffo se opone un con- Greso general del linaje humano entre las ruinas de Palmyra, Allf comparccen uno 6 dos diputados decada una delas sectas 6 escuclas filoséficas , de tos cultos religiosos, y de las sociedades politicas de toda la tierra, con poderes Smplios 4 favor de la Inteligencia humana general, para que como Arbitra Suprema declare 4 los hombres qué idea deben tener de Dios, al cual generalmente todos reconocen infinito y eterno, y cual culto deben darle, Las sesiones principales son doce: cada una de elas se termina con un auto de la Re- zon natural, 6 de la Inteligencia humana general, sobre los puntos discutidos. Parece que los autos mas notables son: Que Ja Inteli- gencia humana manda presuponer que hay verdades ciertas y cla~ ras que la razon natural no las entiende, y pone dos ejemplos: & saber, la infinita divisibilidad de la materia en los cuerpos, del movimiento en el espacio, y de la duracion en el tiempo; y la existencia de una Deidad 6 de un Dios, que es un verdadero Ser individual 6 vnico en nimero, que siempre haya existido y nan- ca pueda dejar de existir, y sin mudanza ni imperfeccion: Que los hombres que quieran dudar de todo, 6 de alguna de las verdades claras y ciertas por convencimiento {ntimo 6 por evidencia de los sentidos 6 de la razon, como de ‘que hay movimiento, hay cuérpos, hay espiritus, hay un Dios nico 6 una substancia infi- nitamente superior 4 todas las demas, no deben ser admitidos ni en las escuelas de los fildsofos, ni en las juntas religiosas, ni en las sociedades civiles, sino como meros oyentes; y deben ser cas— tigados siempre que molesten 6 perturben con sus bachillerfas 4 los demas: Que en orden al verdadero Dios unico hay ciertas ver- dades que !a luz natural conoce con certeza, como que es infinita~ “mente sabio, veraz y bueno; y por consiguiente si manifesta 4 al- gunos hombres 6 pueblos algun nuevo smisterio, deben tenerle por ™ cierto” y justo, por mas que ‘no entiendan cond pueda serlo. Mas el hecho de que Dios haya revelado algo pot otro rambo que el de la luz natoral, la Inteligencia humana confiesa que no es de su resorte, sino del de la razon particular de cada hombre, 6 de cada pueblo; pues las dadas particalares de si Dios ha revelado esto 6 aquello, deben decidirse por el conocimiento particular del conjunto de las circunstancias de tiempos, lugares y personas 4 quienes se hizo la revelacion: conjunto que en cada caso particu- lar es vario, y por consiguiente pende de un exémen y juicio par ticular. Con este motivo los dos ultimos aatos se dirigen 4 ter- minar las disputas actuales entre las escuelas, iglesias y socieda— des cristianas, y consisten en dar algunas reglas generales sobre los errores particulares, enqne mutaamente pueden 6 deben tolerarse én las sociedades polfticas , en los actos del culto religioso, y en bs escuelas de filosofia , aquellos cristianos que no sean'dé un mis~ mo modo de pensar en érden 4 las perfecciones de Dios 6 al cul- to que debe dérsele, : : . En el segando corolario se copia 4 la letra el ‘prospecto del sabio Spedalieri con’ algunas observaciones;: y"despues se compara con el espirita de nuestra Religion divina, 6 con la doctrina y les ejemplos del Verbo de Dios hecho hombre. De todo se coli- ge que el seguro ‘remedio de los males piblicos de la Europa cris- tiana y de todo el’ mando conocido, no és el restablecimiento de? estado exterior 6 visible que haya tenido 6 tenga el cuerpo de la Iglesia, ni en el pobre y triste 4 los ojos del mundo en ta épo- cade las persecuciones, ni en el alegre y rico. bajo los emperado- rés-cristianos , ni en el de grande ostentacion y poder que haya ejer- cido eu alganas épocas posteriores, ni en el vario é inconstante que comunmente ha tenido, y es regular que tenga siempre en el : mundo, admitida de nuevo en unos lugares, echada de otros, x. perseguida. 4 muerte 6 muy oprimida en estos paises, y dominante 6 muy protegida en aquellos, El restablecimiento de la Iglesia de que necesita toda la Europa, 6 por mejor decir todo el mundo, no, es restablecimiento de su cuerpo, sino restablecimiento de su espiritu, Y el espiritu con que Jesvcnisto animé al cuerpo de su Iglesia, con. que la anima y la animard hasta el fin de los siglos, no es el es- pirita del mundo, sino el espirita de su Iglesia militante, fundada so. bre la confesion de san Pedro, Es el espfrita de fé y caridad en que quiso que se distinguiese tanto san Pedro, para constituirle el unod el primero en quien comenzasen y en cays sucesores continuasen, las dos unidades: Ja del cuerpo de la misma Iglesia, y la de su ré~ gimen 6 gobierno, Al modo que san Pedro y los demas apéstoles fueron los mi- nistros de JEsucRisTo agtcs de su ascension 4 los cielos; asi desde, Ja muerte de san Pedro y demas apéstoles, el Papa y los demas obis~, pos son los ministros de Jesvcaisto en quienes reside la potestad gerarquica que es el ministerio apostdlico, Mas este ministerio 6, Ja -potestad gerarquica se ejerce con el magisterio de la fé x con el imperio de la aridad ; pags 4 esta potestad no le pertenece mas que, Juerca moral, esto ey. la autoridad y derecho de dirigir la volan— tad con instrucciones dadas tambien por medio de los sentidos, y con, mandatos grabados ¢ impuestos en -el corazon, y conocidos 6 pro- , puestos por el entendimiento 4 la misma voluntad, Porque el uso. de las fuerras 6 violencias fisicas, 6 los derechos de la espada, son . propios de las potestades civiles supremas 6 del ministerio de la do~. minacion terrena, que en la defensa de la propiedad, de la tran-, quilidad, y de la vindicta publica son los ministros de Dios cada una, en sus dominios, INDICE DEL DISENO DE LA IGLESIA MILITANTE. Wim. Introduccion. «2.655 1 Qué significa el nombre Ig ay qué la expresion de militante......++.+ee00e 3 Se nos habla de ella en la Escritura con expresiones pre- pias y con metafricas: 6 cess cee ete cserecee & en especial con las metdforas de rciao y de edificio. . . . 5 Se considerardn su fundamento. y su arguitecto:......°- 6 se. distinguird de toda otra sociedad por su fin particu. lar, por tos medios con que le promucve, y por el ca~ . Pdcker.de su. gobicrn0? oe acerccccereereseee 7 se considerard su cuerpo, probdadose su unidad:.... 8 en fin se traterd del Espiritu de la Iglesia, y se pros pondrd:.su defensa.conira tes atagues de Id incheduli- dad y de:la superstioion. . 6.0. ccc c cee ees CAPITULO I. De Is confesion de san Pedro como funda- mento de la Iglesia militante ; y cudles son las prin- cipales verdades de la fé divina que en ella se nos UNSETAN ow eee e eee reece es eer ere denne 9 Son fundamentos de la Iglesia las verdades reveladas, ¥ lo son los predicadores de ellas.......0e0008 10 Lo son muy particularmente la divinidad de Jesucnisto -y san Pedro al confesarla, ....... 00 rere eevee a1 En la confesion del Santo se nos enseWa la necesidad de Ta gracia. del don de Ia fez... cc cc ec ceesene a2 los misterios de la Trinkiad y de la Encarnacion: los dogmas del pecado original y de la redencion de Je~ SUCRISTO; occ ween cc er ener careers sees a3 y la primacia de san Pedro y de sus sucesores en el ré- gimen de la Iglesia, vac ccrececssercereee 1h Son estas seis verdades-los principales fundamentos de nuestra fé diving: . .. cece ee ceec een acees 18 ¥ 16 en caya defensa debemos.ahora mas que nunca've- 10 xm lar los catdlicos. 63 6c e eect eevee eer teens CAPITULO II. Considerando al divino arquitecto de la Igle- sia militante, se descabren varias pruebas de que ella es sociedad divina sobrenatural........+.+006 17 El arquitecto de ia Iglesia militante.es el Verbo de Dios hecho hombres... 0. cece eccsercececcoee 18 ¥ 19 Se considera al Verbo de Dios como Dios Criador, . ao y como Dios hecho hombre, .....-ascvsssesees a1, Dios Criador fundé la Iglesia en el estado de la ino-~ cencia con luces y leyes natarales y sobrenaturales, .. aa La Iglesia siempre ha sido sociedad religiosa sobrenatural, 23 y 24 asi antes del pecado de Adan como despues... . 25 Se compara la Iglesia del estado de la inocencia con la Sundada sobre la confesion de san Pedro....... 26 y 29, Esta es muy particularmente sobrenatural , como obra del autor de la gracia: 6... 1 ee cee ee eee eee 8 como reparacion sobreabundante de los estragos del pe= cado de Adan; ..ssecessecerccesesrares 29 ¥ 30. ¥ por otros moliv0s..... esses eaeeres CAPITULO IL. La Iglesia militante y la sociedad frater- nal de los hombres mortales son dos sociedades caté— licas del Jinaje humano:.ambas divinas y esencial- mente distintas por los distintos fines 4 que se diri- gen, y distintos medios , fuerzas ¢ instrumentos con que cada una consigue su fin.......66-.2056 Anticoto I. Se.consideran.los hombres .mortales unidos como hermanos en dos sociedades divinas, una natural y otra sobrenatural,.. ..secceressssesseere 31 Dios manda 4 los hombres que vivan en sociedad para que sean felices.scccueccrerssceres sees a5 17 ib. 18 19 130 an aa “a3 25 ib. 3a 733 Con dus distintas luces nos conduce d dos felicida- -- " . des. en dos sociedades distintas. ... 6.405000 34 4 36 En Ja Iglesia militante nos conduce 4 la salvacion de las almas redimidas por Jesocaisto ...... ++ 37 Y los medios para lograr este fin son los que le dis Se- SUCRISTO ¥ nos ensefian san Pablo,....seeeeeee 38 ¥ 39 7x san Pedro... se csc cers e es ceecere ho Mfuy distintos son el fin y los medios de la suciedad ge- m neraj de avzilios humanos, y de los particulares en - que ella 68 divide...... +00 ceececceeraee 34 Ue ‘hu Por tanto las dos soctedades catdlicas y divinas natural y _ sobrenatural son entre si muy distintas, ..++e++eee0 Aaticcto HI. Se compara la potestad civil con la eclesidstica, ¥ se da una verdadera idea de aquella....seseees ha La potestad civil x la eclesidstica se distinguen segun la mdazima del papa san Gelasio,...e+++-2sseeeee 43 Con cuyo motivo se aclaran algunas ideas, 44 como las de sociedad y de autoridad social,.......4 45 Los principales derechos ¥ cargos de la potestad suprema civil son distintos, de los dela qutoridad de los obispos, 46 Es miitua la dependencia é independencia entre las dos POlESLAdES 20 ower ss eres scree ereeerecses 47 La suprema civil se eatiende sobre todos los individuos ¥ todas las corporaciones dé su pais,...s00+++000% 48 En qué consiste el buen orden de la disciplina publica, 4gy 50. La potestad civil nace de distintas fuentes , pero to- das vienen dé Dios. ...scsscece ee cceeewrnee 51 Se compara el derecho de mandar que tiene la potestad con el derecho de defenderse que tiene el suldito..... $a Se explica cémo es propio de la potestad suprema el de- recho de reunir las fuerzas fisicas de los sdcios;... 53 y cémo la polestad de un padre de familias puede ser su- prema sobre los hijos y demas domésticos.......~ 54 755 Se propone Ja soberania paterna de Adan como mo- delo de toda especie de potestad civil... 00. 86 Las tres clases de potestades supremas asi absolutas como temperadas pueden ser conformes con la ley natural... 57 Se trota de las mudanzas de forma de gobierno, ¥ de las de personas y de fumilias que mandan,....... 58 en cudles mudanzas suelen ocurrir cudas gravisimas, ... 5g Se propone una mdéaima prdctica para terminarlas, y pre- caver los disturbios 6 guerras que deellas nacen.... 60 Se distinguen dos clases de enemigos de todo gobierno quevo, 61 Suele haber gran distancia entre los principios y la conti- nuacion de tales intentonas contra el Gobierno. ..... Ga La continuacion siempre compromete la salud del pueblo. . 63 Pero squitn decidird en tales casos qué es lo que exige la Salud del pucblo?....cicsccccsccessseseceee 64 Oportunidad de la mézima propuesta para asegurar la salud del pueblo contra los mayores peligros,.....+ 36 53 ib. 54 55 56 57 xv 65 y para restablecer la quietud piflllioa sofocando los mas crueles disturbias,. 6... ceececsscwes 66 y 67 La mdxima propuesta estd sdlidamente fundada en Ja docteina y en los ejemplos de Sesucnisto....... Aaticuto Ill. Algunas desemejanzas entre las dos potestades que raven dela distincion entre sus fines y medios... . 68 De ta distincion entre los fines y los medivs de las dos po- Westades, cea cececec cee ces ces cncctseceoes 6g yr 7° resulta mucha desemejanca entre las sentencias in- Justas de eilas: 6.6 er eee cece erence tees 7t un modo muy distinto de atender al bien particular de HOS SOCIOS$ oe ce ene eee cece eee eeeaeee 72 9 gran diferencia entre las fuerzas coactiva, fisica y moral: 73 de que resulta que el gobierno eclesidstico es gobierno de libres, con mas extension y propiedad que el civil mas Bien montado,...ceececaeee CAPITULO IV, Gerarquia de la Iglesia, 6 ministerio epis- copal: caracter propio da la autoridad 6 potestad ge- rarquica: derechos y deberes de los sécios de la Iglesia militante en general; y particalarcs de los ministros sa- grados segan el grado en que se hallan.......... Articozo I, Idea general de las potestades gerdrquicas, 6 de . Ja autoridad de los obispos. .. 2+ cece erereree 74 El ministerio apostdlico es verdadera gerarquia 6 princi- pado sagrado.... 6s. sasss eee areeseeeees 75 Delos tres primeros siglos nos quedan memorias apreciables, 76 las mas oportunas para conocer las tradiciones divinas y GpOseslicds, veces e eevee ncn cnceeccccucs 77 4 la Iglesia did Sesucnisto potestad legislativa y judicial: 78 7 79 Ja que de los apdstoles pass & los obispos....... 80 En la ley eterna el drden fisico 6 general es distinto del 6rden moral 6 particular que dirige las acciones li- bres del hombre; 2... 1. cee ce ewe wees 81 y¥ de ahi se colige la necesidad de leyes Aumanas civiles J Cclesidsticas: oe cece crac n rear ccecvees 82 Jas que solo obligan en cuanto nacen de autoridad yenida Cy a $3 La libertad cristiana es muy distinta de Ia libertad fi- sica y de ta libertad moral,......-.. Aagticuto LU, Los obispos son, superiores d los presbiteros en el ib. 68 ib. 69 7o . . grado de la gerarquia divina....sesceeseuees * 84 Los sumos sacerdotes u obispos son por institucion de Jem SUCRISTO superiores d los simples sacerdotes 6 presbiteros. 85 Lo son como particulares sucesores de los doce apdstoles. . . 86 Los dos grados del sacerdocio cristiano estaban ya bien dis- linguidos en tiempo de las apdstoles;. ..2.4 we 67 y en todas las iglesias en todos tlempos desde el principio. . 88 La superioridad del obispo estd declaruda en las mismas cartas encabezadas en nombre de las igiasiasy....... + 8g x en los escritos del mismo san Gerdnimo,.....005 +++ Agticuto III. Los obispos son inferiores al sucesor de san Pe- _ dro, que por institucion de JesucnistTa es el primero, el _ mayor 6 el superior de los obispos.. se cceesvuee go La primacia del obispo de Roma como sucesor de san Pe~ _ deo es de institwion de Jesucristo,...........% gt La del mismo Santo estd muy declarada en la Escritura, . g2 en sus dos cargos de distinguirse, en la Sortaleza de la fe, 93 ¥ ened fervor de Ia cariddd....cseceereceersaee 94 La primacia del obispo de Roma la observa san Cipriano en la Unidad de la Iglesia, . g5 x en la del episcopado.......... 96 Doctrina del sefior Bossuet en su libro de la Exposicion de la £6... ccceccerncreseecetvenerseeeeees ‘Aarieuto IV. Principales puntos controvertidos entre -aatdlices _ Sobre la potestad suprema eclesidstica........00066 97 7.98 En cuanto d los puntos controvertidos entre catdlicos sobre autoridad del Papa ¢s menester ir con cautela. 99 Qué necesita la definigion Pontificia para ser ex cathedra?. 100. ¢La suscripcion de Liberio dejd de ser.ex.cathedra por Salta de libertad ?ossecccccssecstccccrecsees 101 Liberio y Honorio no cumplieron con su oficio de confirmar en la fé d sus hermanos: por lo mismo no procedieron ex cathedra, sino contra cathedram,......0..06 102 En qué sentido debian hacer los judios cuanto decian los . Sariséos en la cdtedra dé Moisés....sececerscecae ™ 103 {Dénde deposité Jestcaisto la autoridad soberana de la Igtesia, en san Pedro solo, den el colegio apostdtico?. . 104 Dos principios generales d favor del colegio. ......... 105 El setior Bossuet supone este punto jurgado ya por el cone: cilio de Constancidy icc vece near eaeeeceses ga: xv 106 y ailade dos importantes observaciones,... 0.00. 0006 Aariceto V. Caracter propio de la potestad gerdrquica, 6 del go- bierno 6 ministerio de la Iglesia militante.. .. +++. 107 Fn ts ley evangélica la autoridad del sacerdocio ni pasa de padres d hijos,ni la dan los hombres 4 otros hombres. . 108 Seentra en la gerarquia ¢ ministerio de la Iglesia por la sa- cramental imposicion de las manos del apdstol é del obispo: 109 en Ja cual Dios es quien lo hace todo, y el hombre no es mas : que un instrumento 6 unasefial sensible de lo que hace Dios, Aaricuto VI. Dos sen los grados del sacerdocio cristiano. .... 310 Admirable doctrina del concilio de Trento sobre el sacri- Sitio de la ley evangélica,....sseeeccesecen xray sobre el sacarducio y el sacramento del Orden... ..++ 11a Los grados del sacerdocio, y las distintas potestades de ca- da uno de ellos,....sscescccsccerereuae 213 estda muy declarados en Jos capitulos y cdnones de la se- : » HOR XXL ccc cece eee en een raceeeee 11h Tambien santo Tomds hablando del cardcter sacramental, 115 y del sacerdocio do Cristoy. s+. ceseescaceees 116 hace ver que el sublime cardcter del sacerdocio cristiano corsiste en la polestad de consagrar el cuerpo y san- gre de Cristoy.. cc cee cence een cee rerene 117 y que-la superior potestad-del obispo consiste on la de con- sagrar los ministros del culio divino y regir como su- . perior todas las acciones gerdrquicas..........- r 8 Doctrina del Santo sobre la potestad espiritual de los Oo a ee 11g La doctrina de santo Tomds conforme con el concilio de Trentoy pve ec rs ere ence ecteeereeens rao lo es con la tradicion de la Iglesia romana sobre los sacerdo- tes ¢ obisposcristianos, comparados con Aaron y sus hijos, aan Todas las potestades del érden gerdrquico estdn reunidas en el grado primero 6 principal,. .. ss seeseree 2a2 gue cs el de los apdstoles t obispos, .. 1. o+2eeeeeees Aaticuto VII. Dos son tambien las potestades que da el sacra= mento del Orden; y cudl de ellas puede perderse..... 123 El sacramento del Orden da potestad real 6 fisica, y la . da moral 6 de imperio. .. 6. +s eereevecseresee 124 La moral, que ¢s propiamente la gerdrquica 6 social, puede PCrderstrosertvcossrvesrerbetes . tox toa ib. toh ib. 105 ib. 107 108 109 110 au 116 120 rah 196" 130 xviL 225 La autoridad del obispo en su iglesia d veces se llama ju- Tisdiccion, .,. cee cree are rere e eet ereeeene 126 Era potestad distinta de lade érden la que usaban los obis- pos como drbitros y en el foro de la Audiencia episcopal, uaz La voz jarisdiccion puede aplicarse d actos propios de la gerarguia db potestad espiritual de imperio. ....+++4- 128 Es-novedad peligrosa la distincion de dos gerarquias de Grden y de jurisdiccion. .. Aaticuto VIII. Son derechos y deberes de la fé y de la cari~ dad todos tos de la sociedad de Jesucaisto , tanto los ge- nerales de los sécios 6 de los ministros, como los para ticnlares de cada uno de los grados de la gerarguia. , 1ag Los derechos y deberes de la fé y de la caridad son comu- nes d todos los cristianos...ccasccceccscsccnees 130 Dela fé nacen el derecho y el deber de defenderla y de instruir en ella al projimo. . a cceacccececeseces 131 De la caridad nacen el derecho y la obligacion de la cor- reccion fraterna, x el zelo de la conversion de infieles ¥ PECAMOrES. pe cece scsee acces scene ssvccenes 132 La primacia y mayorta de derechos y deberes estd en el primer grado de la gerargula,... 1. ceeeeeees 133 Es muy notable el derecho ¥ el cargo de ser los obispos jueces en fo relative & la fe y dla coridad;....... 134 y tanto de los pecados como de los pecadores.......'.. 135 Tienen los de intérpretes, predicadores y dispensadores ¥ ros designados en el Pontifical romano,.......- 336 d saber, consagrar, ordenar, ofrecer, bautizar y con- firmar. . re eee eee eee 137 El mismo Pontifical habla de los derechos y deberes de los . + SACOPMOES, © oc ce ee ee cee ear eeeereees 138 de los didconos, subdidconos y cuatro érdenes menores. .. 13g Bl caracter de ministro de Dios da un nuevo derecho é im- ‘pone una nueva obligacion general de pron.over Ia sal- ' wacion del prdjimo con palabras x ejemplos... ... +4 Aaticoto IX. El buen -drden de ta caridad limita de muchas maneras la libertad ‘del ejercicio del ministerio ecle- CL Se cs 140 Los ministros de la Iglesia deben siempre obrar donde se hallen como enviados de Dios para la santificacion de Tas almas,... ses cveceersres ase 132 133 134 135 ib. XVIE 14x sin faltar d las reglag del buen érden de la caridad: . . . 14a reglas 6 leyes que en especial desde la division de las didcesis son varias y frecuentes. ..... eens 143 A tales reglas pertenecen los cdnones 6 leyes en que la Iglesia con mision humana limita el ejercicio de la mi- sion diving, 26. cee ee eee recess 144 Asombrosa eficacia de esta mision, . 145 En qué consiste la humana. ,....-0-.+00ee ee eee 146 Obsérvese que la potestad sacramental sulo la da la mision divipa: 6. eee eee ee ee eee ev eeee 147 verdad que se nos declara con la antigua prdctica de Ro- _ , ma sobre bautismo dado por herejes.... eee eeeee Aaricuto X. La mision humana no siempre da potestad.... 148 La mision humana 4 veces da potestad, 6 veces no; y puede ser ilicita 6 nula tanto de parte del delegado, coino del delegante.. . ee ceeecceee emcee cee eee 149 Por tanto la delegaciun hecha al ministro no es colacion de potestad, sino remocion de impedimento , 6 dispensa, 150 Al modo que entre los impedimentos del matrimonio, ... 151 tambien entre los del ejercicio del ministerio eclesidstico los hay dirimentes;...cecseeseccecceeeees 154 155 156 357 158 159 160 163 163 164 165 15a no solo por declaracion de alguna verdad de fé, sino tam. - 1 bien por leyes que aWaden circunstancias indispensables, 153 ¥ 154 La caridad, avivando el celo de la salvacion de las almas , desvanece el impedimento 6 declara la dis- Pensa en muchos CASOS. 4. eee se essaerercsere CAPITULO V. La Iglesia catélica. militaute es propiamente cuerpo moral 6 social, unico y visible. ....-.... Aaticoro I. Segur san Pablo, la Iglesia es una 6 un aierpo so~ cial por la unidad de su cabeza vivificante. 6.6.60 155 San Pablo lama 4 ta Iglesia cuerpo de Cristo....... 156 y 157 En la carta & los Efesios setiala cuatro unidades 6 vinculos que hacen que /a Iglesia es un cuerpo...... 358 En el Comentario de sqnta Tumds se explican algunas pro- _posiciones del. Apdstol,.. 6. sansnccecereece 18g sobre Ja institucion del régimen 6 ministerio de la Iglesia, 160 y 161 sobre las tareas y efectos principales de este mi _ Risterio, y sobre el influjo de la cabeza Cristo en la unidad, auneoto.y perfegion del cuerpo... esse es 163 La unidad de la Iglesia es tq comunion de los Santas en el age 168 1 7 1 ib ib, 1 73 17h 175 simbolo de los apdstoles;.. 0c seen eeee 163 ¥ el constantinopolitano llama una d la Iglesia. .... 4. 364 De Ia unidad de gobierno pende la unidad de las socieda- des humanas.... 02sec e cece ee ten eeeenes 165 La Iglesia catdlica es un cuerpo moral que resulta de la ‘ - union de las iglesias particulares que son cucrpos murales MENOPES. 2s ee cere e were e rere reer esanees 166 En la Iglesia militante se distinguen dos conceptos: el de so- ciedad religiosa sobrenatural con sa tinica cabeza vivifi- ‘cante, ¥ el de cuerpo social vistble: de hombres mortales, ~ Enel primer concepto no puede ser mas que una,.... 167 Lo fué durante la ley natural ¥ la mosaica; mas no co- ‘mo cuerpo social de mortales dirigidos y dirigentes. Aaticuro Il. La Igiesia es tambien una en la ley évangélica por - la-unidad de gobierno, 6 del cuerpo de ministerio que * Jesucaisto ‘instituyd. . . 168 En la ley evangélica hay centro de unidad de gobierno ts + enda Iglesia militante, 0... cece ec eeeeereee 169 Le instituys Jesucaisto el dia de su resurreccion gloriosa: 170 en nombre de Dios uno y trino, dando el gobierno de la ‘Iglesia al Colegio apostélico en que san Pedro era cabeza da los demas. cee cece cee veeeeeeetteee 191 El-gobierno de ia Iglesia en ‘esta época es uno siempre con unidad mimerica:.. 0... 0c cee eee ner teens 172 para lo cual no es necesario que el gobierno sea infalible, y basta que la persona sea una moral. ....sese00e 173 Cristo-es por antonomasia la cabeza del cuerpode la ‘Iglesia; pero'lo son tambien sus sacerdotes en iglesias particula. . res, y et Papa en Ia catdlica,.....-+0++- . 174 Cristo lo es con influjo real é fisico en las almas; mas el Papa y los demas solo con inflajo externo y moral. . Aaticoto IIL. Quiénes y cémo entran en el cuerpo de la Iglesia. 175 Por el bautismo entran en él cuerpo de la Iglesia los re~ velennacidos y los catecimenos.. .. +12 2% .6 s+ eens 176 F puede entrarse tambien por la fe interior animada de Wa Caridad... cece cece cree rece cernees 177 Por ambas puertas entran muchos en la Iglesia militan- * te y pasan & la triunfante, sin mas union con la cabe~ xix 178 179 ib, 18t 184 ib. 185 ib, 186 187 188 189 1g0 ib, 1gt * 2@ visible qué la que tienen por la gracia interior con : -° ‘ Ha invisible... cee eee ee ee en eeane 192 xx. 378 La fé interior es el vincula del alma con Jesucnisro: of bautismo Te causa sina halla obstdculo, 6 cuando éste SO APOTIA. Co ee eee cece eee te nsec cnrenee Aariccro IV. En el cuerpo de la Iglesia hay pecadores y hay excomulgados : pero se salen de él los que se hacen here= Jes 6 CisMALICOS. oo ee ce cence wee eee eees 179 Con qué fin el demonio fomenta lu confusion de ideas sobre cuerpo, Iglesia y union de sus miembros... 65000 380 Doctrina de santa Tomds sobre cabeza y cuerpo de la Tglesia. cv ccccccvcscsccsseevscesueveeces 181 Los pecadores que conservan la fé permanecen en la Igiee sia; mas no los herejes....e.eecces ce ececcose 18a El vinaulo de la fé que nos une con Cristo, es la fé ine terior 6 del corazon, y no por si sula la confesion ex terior 6 de boca... sere ee oe 183 Los excomulgados injustamente, si conservan la fé intes rior, pormanecen enla Iglesia; pero los que se hacen cismdticos sin duda se salen... se. ecreecvoee Aaticuto V. La Iglesia de que hablamos es la catélica Roma- na, de la que es sin duda cabeza el Romano Pontifice, 184 Se explica el sentido en que la Iglesia Romana se llama _ con razon Iglesia catélica, y es la misma que fundé SESUCRISTO. 2... cee eee eee tenes 185 Se distingue la Iglesia catdlica Romana de los cuerpos mo- rales 6 sociedades que forman la didcesis , la provincia, el patriarcado, u otra division que tome el nombre de Roma 6 romana. ..... 6. ssecsersesereccee 186 Dos sentidos en que puede tomarse la eapresion de san _ Cipriano sobre ighesia bamana;... o--++eee--0- 387 7 188 yun consejo que se da d los defensores de la cons~ titucion y gerarquia humanas, y otras novedades que quieren aiiadirse & la institucion divina de JesucaisTo. 189 En qué sentido decimos que faera de la Iglesia no hay salud. cece eee cee eee cee er erennerees Aaricuto VI. La Iglesia divina de Jesucaisto es sin duda un cuerpo visible, especialmente en su gobierno humane. . 1g0 Se recunocen ahora invisibles Ia persona de Jesucnisto y la misma fé y la caridad del alma;....4...0 tgt x se demuestra que no obstante es sin duda cuerpo visible . la Iglesia de que Cristo es cubesd....eeseeeeee 201, 202 204 206. 209 ib. ato xx 192 Con Ia doctrina de san Pablo se fija la idea de la unidad del cuerpo de la Iglesia por la unidad de su cabera Cristo, 193 y por launidad del cuerpo de ministerio que Cristo le did. . 194 Seda en un mtimero como en una linea el perfil del cuerpo de la Iglesia. 6... cece cc eee e at cne eens CAPITULO VE. Del espiritu con que debe estar animado el cuerpo de la Iglesia militante, y de su formal oposi- cion contra el espiritu del mundo 6 de la triple con- cupiscencia. ... Aaticuto I, En Ja Iglesia militante es continua la guerra que hace el demonio con Ia triple concupiscencia contra las almas cristianas defendidas con el escudo de la fé viva en Cristo crucificado... 66.0 cece ceceecerensee 195 El espiritu de la Iglesia es el esptritu de Cristo opuesto al espiritu del mundo, , 2.60 eg cece cee e ee ceaeee 196 El espiritu que da Cristo d la Iglesia es la fé animada de Va Caridad; 66. sv cee ee ra cceecereccem neers 197 x el espiritu del mundo es Ia triple concupiscencia.....+ 198 {Qué es lo que lamumos propiamente concupiscencia? . 199 ¥ 200 Cémo y cudndo la contraponemos & la caridad?... aox La concupiscencia es siempre un mal: pero no siempre es , "" pecado, aunque es el origen de todo pecadd.....+.6 202 Doctrina muy upreciable del catecismo del Concitio de Trento, Aaricuto II. La triple concupiscencia subsiste en los bauticados. 203 Cudl concupiscencia es indiferente: cudl buena, y cudl mala Sin Ser Pecado, ...secevesscsvensseccesesce 204 La concupiscencia es de tres clases: y todas se hallaron en da tentacion de Adan y Eva,,,..... 000s 00 eee 305 Esta tentacion debe insptrarnos muy saludatle temor..... 206 Las que Jesvcatsto guiso sufrir avivan sobre manera MUCSITA CONfANLAL. . Lee cee carer ec eeesneee 207 La gracia de Dios quita del todo el pecado original; mas no cura del todo la enfermedad de la concupiscencia; . 208 Ja cual subsiste en los bautizadus para que se ejerciten en los combates conira el demenio.....0+.s0eeeees 209 De Ia concupiscencia nacen los mas horrendos vicios,... 240 6n especial con las mdximas coun que el mundo oculta el weneno 4 el peligro de ella... ..+cerercescees aun Se indican las tres principales concupiscencias, ....+.. ata las que llegan d veces d excitar ilusiones, que son verdade~ ann 212 and. - 316 ib, aty 28 a1g 220 aae 223 aah 225 226 227 a8 229 230 ada a3a 233 xx ras Tocuras.. 6. cee ee cence cece er eeees Aaticoro HII. Contra ta concupiscencia es arma poderosisina la fé en Cristo crucificado... 2.0... ce eee eee 213 El evangelio clama contra la triple concupiscencic aig gen recomendacion de la caritlad.... 6. +s cece vee a15 Mas que los simples fieles deben los sacerdotes estar ani mados de horror 4 la concupiscencia, y de zelo de la salvacion de las almas.... 6.10 sess ee etenes 216 yar7 La fé en Griste crucificado confunde la locura de los gentiles y el escdndalo de los judivs;,......'s 218 y la misma fé confunde 4 los cristianos débiles 6 descuida- dos en contener ¥ moderar la cuncupiscencia,...... 21g Temamos pues al mismo Seftor crucificado, que en el dia de sus glorias no reconocerd por discfpulo al que ahora se . + avergiienze de imitar sus ejemplos y seguir su doctrina, AaricuLo IV, El esptritu del ministerio eclesidstico , 6 del ré- gimen de la Iglesia militante, debe ser muy opuesto al espiritu de dominacion terrena 6 al gobierno de los re- yes y demas potestades civiles de este mundo,..... 230 En el Evangeiio esté muy clara la ley de que la Iglesia’ no debe gobernarse ‘como el mundo, - 444 sino como gobernd Cristo sirviendo y humilldndose: .... 222 porque la Iglesia es reino muy distinto de los gobiernos +: + edoiles 6 reinos de este mundo... ....5+eeeei eee 223 Jesus es Rey que ‘nacié para dar testimonio de la verdad ¥ para ser crucificado por sentencia de juez.... 224 Caracter y deberes del espiritu de la Iglesia como dis- . -tinto del espiritu de la dominacion terrena,....... 225 Manda el Sefior d sus ministros que le tomen por modelo en el régimen de la Iglesia... 2. + ee eeseevene 226 Con este precepto se nos dan notables instrucciones tam= bien sobre Ia potestad de la Iglesia, en conquistar al- mas y en regir las que estén en ella,...-+.-000 227 Sobre la potestad suprema de la Iglesia no debe confun< dirse lo cierto con lo dudoso. ....+++eesseerere 228 El Papa reinante puede todo lo que podria san Pedro co- mo gefe del Apostolado;....sesseeeeee es cece a2g y es justo que mire como dicho d st mismo cuanto el Se- or dijo d san Pedro en casos semejantes....+ ++ 230 La potestad del Primado Puntificio es en lo espiritual aho aha 148 246 ib. 41 2hg 250 abr 253 254 256 258 plena 6 integra'y suprema G6 soberana: ..veesveeee 23% aunque no lo sea en lo temporal, d para dominar sobre os tronos, las vidas, Ja libertad y los bienes temporales, AaticoLo V. Es preciso recordar la duda de si el. Popa tie~ ne potestad para destronar 4 los reyes. . wee 23a Osurren dus principales dudas sobre la potestad pontificia, 233 La primera, esto es, si el Papa puede deponer d lus re~ yes, debe meditarse muchO; ...eecsececrecsees 234 puede defenderse de varius modvs...scersceecvess 235 Parece nueva invencion la de supremacia sobre la sobera- _ Aba temporal, oc cececcaserscccccceeeesses 236 La falta de.sinceridud-y candor en haldar de las cosas: de la Iglesia 6 dela fe, es muy indigna de todo tedlogo eC, a cry 237 Propone el autor su modo de pensar sobre potestad del Papa, para dar 6 quitar trons; ....eeeee seen ee 238 y sus deseos de que los reyes y los puehlos cristianos elijan al Popa juez drbitro en sus disputes en vex de mover GUCTTAS. ove ews ec cere eeeee eee neeteeeee 23g: Indica su opinion sobre autoridad del Papaen los bienes terrenos de la Iglesias ..cessecdeccccecccseces 2ho y sobre inmunidad real de templos y fincas consagradas 4 Diss oc rece caer cece cece cease setceee ahr y desea que los tedlugos fijen ideas claras sobre el dominio de propiedad de tales bienes de la Iglesia. «0 ..+4+> Aaticuto VI. Sé toda la jurisdiccion espiritual y eclesidstica _ viene del Papa. ..escesscaceesrercseeers 242 Propone el autor , aunque con temor , la duda de si los obis~ pos en el ejercicio de todos los actos de su ministerio ne cesitan de una potestad dada por el Papa.......- ah3 Dos méximas sobre el espiritu con que los ministros de la Iglesia deben regir las almas. i... eee eeaeeece 244 Tres dudas sobre jas relaciones del Papa, padre y pastor. . supremo de la Iglesia, con Jos padres y pastores su~ balternos,. 40+ +06 nner meee ee wees 2454247 Algunas consideraciones sobre tun importante asunto, 248 Conclusion de tan dilatado articulo,.. sees ee seen 24g Los catéligos romanos debemos con las obras acreditarnos animados con el espurits de la fé viva en Cristo cru~ 2 a xxut 260 261 263 ib, 265 267 268 269 a7 272 274 275 xxiv CAPITULO VII. Defensa de la Iglesia militante y de la fé catélica contra la incredulidad y la supersticion. ... . Aaticuto I. Definicion de los dos nombres incredulidad y sa- persticion, y sebre todo de los otros dos Fé catolica é Iglesia militante. ....0eeee ce cece ecerseeces 251 Idea general de lo que es incredulidad y de lo que es su~ PEPSliCiON, oo ee cece cere ene ewe tentees aSa Las supersticiones sin incredulidad pueden ser defectos muy leves, pero pueden tambien ser horrendos crimenes.... 253 Su malicia debe medirse por su oposicion d la virtud de la Religion, 6 & la de la fé, 6 &la de lacaridad....... 254 Definicion del nombre Iglesia militante aplicado 4 la ver. dadera Iglesia de Jesucnisto sobre la tierra. ....006 253 La fé catdlica es siempre la misma: es fé divina; es firmi- sima 6 infalible, y es prudentlsima,. 64+ .0+s+ 005 Aaticuvo. Il. Se disuelve of principal origen de las ilusiones de Ia incredulidad contra las luces de la razon natural y de la revelacion divind. .... 60sec eseseseese 256 En Ja secta de los incrédulos no hay que buscar ni filo- sofia sélida, ni amor 6 la verdad 6 d la virtud..... 57 Quisieran librarse de todo miedo de vida posterior 4 la muerte, ¥ no pudiendo por convencimiento procuran ato- londrarse 6 cegarse hasta no ponsar en ella,...... 258 El materialismo es el corrompido lago de que salen las bor- rascas de la incredulidad...0.-+cecscessreve Anticoro IIL. Se fijan algunas verdades de la luz natural que sirven para defender Ia luz de la revelucion divina, . . 25g Dios nos da dos clases de luces natarales y sobrenaturales: de las que hay copia en las dos Sumas teolégicas de san- to Tomds: 1... ce cence ee cece sce eecnee aGo x cuyos principios fundamentals estén bien fijados en una Suma filoséfica, . 2.0 ee ee eee eee eee te eens 261 Enia Légica trata de la naturalera de las acciones, 6 ac- tos de nuestra Mente ese ess ec cceecerccnee a6a ¥ de la variedad de ideas con que sentimos y entendemos:. 263 del arte critics. .cecseres sc crereereetsece 264 y del criterio de la verdad en los misterios de la fé, . - 265 y en las cosas sensibles y en das inteligibles; . 06.42 006 266 7 267 y cémo pueda ser criterio de verdad la autoridad BND, cer ec eres eee ee woe wae ee ebeereee 290 agt g2 ag3 ag5 ib. 302 ib, 30a 303 304 305 306 xxv 268 En la Fisica general demuestra la existencia de los cuerpos, 308 269 y ta necesidad de un Primer motor que todo lo mueva sin ser nunca movido, ¥ Sin ser cuerpo...++.+eses++-4 309 270 En la Fisica particular son muchas las verdades naturales con que el autor facilita la defensa dela fé, sobre CFEACION ys eee ve cece cee e rs vese eertsees SIO 27% sobre los cuerpos celestes y sobre el alma de las bestias.., 311 ArticuLo IV, Estas verdades de ta luz natural son ensetadas principalmente en la Metafisica y en la Etica,...... 31a a7a En la Metafisica da gran copia de luz para disipar en el entendimiento las ilustones del materialismo;..... ib. 273 para fijar la libertad del hombre, la existencia y la pro~ widencia de Dios, ...ssecccereccccvccverees SEB a4 y on especial sobre el concurso divino en el ser y en los ace ‘tos de todas las criaturas, x sobre los mifagros.... 314 a75 En la Etica explica Roselli cudles actos son propiamente humanos , en qué consiste su moralidad y el ultimo fin 6 felicidad del hombre... 6. ccc cece wc ceees 318 76 Trata de la ley 6 derecho natural, y del derecho de BME cee cece ee eee renee - 316 ‘aq7 de los oficios del hombre en comun y para con Dios; .. 317 278 de los del hombre para consigo mismo,,....+4..++ ib. 279 x de los particulares de unos hombres para con otros: . 319 a8o en especial de los mituos entre las supremas potestades y los pueblos & ellas sujetos...esseeeceseses + 320 281 Agu demuestra que el gobierno mondrguico es entre los tres simples el mas natural, y el mas oportano para la prosperidad piiblica;. 6. ees eseccsevecce 329 282 y que noes licito nid los ciudadanos particulares ni al pueblo en comun el levantarse contra el principe 6 sobe- ano absoluto , aunque mande con tiranta, Digna cordni- de 6 finde una Suma de filosofia catdlica,........ 322 Pig. a3 id. 147 150 aor 207 a3a 281 * ERRATAS. ° Lin. Dice. 13 de la Iglesia 33, ficaces 3400. tos 3 Jama 18 ministro “167 * Yas termind ©" ” a, * ascencion alt. sensibles 30 maximos a5 + almas? | de Iglesia eficaces Dios Naman, ministros Jos termind ascension’ sencillas - méximas > alma, |” DIsaAho DE LA YGLESIA MILITANTS, é SUMA DE LA IGLESIA INSTITUIDA POR EL HIJO DE DIOS HECHO HOMBRE: EN QUE SE VE QUE -LA IGLESIA FUNDADA SOBRE LA CONFESION DE SAN PEDRO, ES EDIFICIO DIVINO, SOBRENATURAL, UNICU, SIEMPRE ‘VISIBLE SOBRE LA TIERRA, & INDESTRUCTIBLE, NTC INTRODUCCION, 1 Qué significa el nombre Iglesia: 2 7 qué la expresion de militane te. 3 Senos habla deella en la Escritura con expresiones propias ”y con metaféricas: 4, en especial con las metdforas de veino y de edificio. 5 Se considerardn su fundamento ¥ su arquitecto: 6 Se distinguird de toda otra sociedad por su fin particular, por los medios con que le promueve, y por el cardcter de su gobierno. 7 Se considerard su cuerpo; probdndose su unidad. 8 En fin, se trataré del espirita de la Iglesia, y se propondré su defensa contra los ata- ques de la incredulidad y de la supersticion. 4, La vox Iglesia tomada de'la palabra griega Ecclesta, que significa convocacion 6 reunion de personas inteligen= #es, se sucle contraer 4 la reunion de ellas pata recono- eer y adorar 4 Dios, de quien han recibido su sér, y para implorar los auxilios de su providencia, 4 fin de llegar 4 la felicidad para que fueron criadas. La voz catélica, que significa universal, puede refetirse a todas las personas inteligentes que adoran 4 Dios, sean angeles 6 sean hom 5 a DISENO DE LA IGLESIA. bres: 4 todos los lugares de cielo y tierra en que es ado- rado; y 4 todos los tiempos desde la creacion del mundo, y en la innumerable sucesion de los siglos, Pues aunque JesucRisto, que es hombre y no es angel, no sea media- dor entre Dios y los angeles, sino entre Dios y los hom- bres; sin.embargo, como siendo hombre es tambien ver- dadero Dios, esta constituido por Dios Padre sobre todos los principados y potestades y virtudes y dominaciones, 6 sobre toda persona angélica y humana: es cabeza de todas las ighesias, no solo de los angeles, sino tambien de los hombres (Ephes. 1. 24 y 22.=Colos. ll. 10.). ~ 2. La expresion de Iglesia militante suele contrapo- nerse 4 la de la Iglesia ¢riunfante, con la que se significa la celestial Jerusalen, en que estan reunidos los santos Angeles y santos hombres que ya gozan de la clara vista de Dios 6 de su bienayenturanza eterna; y se puede apli- car tambien 4 la congregacion de los angeles buenos en el breve tiempo que dard en ellos el estado de viadores, en que con las gracias 6 los auxilios de Dios, superiores 4 su misma naturaleza angélica, hicieron buen uso de su ‘libre albedrio, y merecieron ser elevados 4 la bienaven- turanza eterna.’ Merece tambien el nombre de Iglesia militante la union de Adan y Eva en el conocimiento de Dids en el estado de su inocencia, y mucho mas la de ellos y de sus hijos desde su pecado; 6 la junta, sociedad 6 congregacion de los verdaderos creyentes que hubo en- tre los hombres mortales en las épocas 6 tiempos y luga- res llamados de la ley natural, y especialmente de los del pueblo judaico, en tiempo de su particular sinagoga 6 congregacion dirigida por la ley mosdica 6 escrita. To- das estas sociedades -religiosas 6 iglesias eran sin duda ver- daderas juntas, convocaciones, 6 iglesias de JesucrisTo, de cuyos méritos eran efecto las particulares gracias sobre- naturales con que la bondad de Dios reparaba en los creyentes de ellas los estragos que en la naturaleza hu~ .' INTRODUCCION. 3 mana habia causado el pecado original. Sin embargo, el nombre de Iglesia militante de Jesucnisro suele con par- ticularidad aplicarse 4 la sociedad de los fieles de la ley de gracia, 6 4 aquella sociedad 6 Iglesia que funds 6 es- tablecié JEsucnisto con su vida mortal y con su muerte y resurreccion, y euyo gobierno, antes de subirse 4 los cie- los, encargé 4 los apéstoles ya Jos sucesores de cllos para todo el tiempo de su ausencia, hasta su segunda venida a Ja tierra en gloria y magestad. . 3, De esta sociedad divina y de sus ministros y de- mas sécios, se habla en la sagrada Escritura y en la tra- dicion de la Iglesia con expresiones y palabras que en sentido obvio, propio y literal declaran Jos principales fi- nes 4 que el Sciior la ordena, los caracteres mas propios de su régimen 6 gobierno, y los deberes y derechos comu- nes 4 todos los sdcios 6 particulares de, las principales cla~ ses de ellos, Ademas, toda la doctrina que sobre esto nos. dejé Jesucnisro con sus palabras y ejemplos, se halla tam- bien ilustrada con varias expresiones metaféricas, en que se compara Ja Iglesia con un edificio, con una grey, con un campo; 6 con algun otro cuerpo fisico, especialmente con el cuerpo humano. Con la metafora de edificio se nos presenta 4 veces en la sagrada Escritura la Iglesia - militante como la casa de Dios, 6 como una ciudad edi- ficada sohre un monte, visible desde toda la tierra: en la enal: Jos sécios son piedras que se estin labrando y pu- liendo en la vida mortal, para formar despues en la eter- nidad la Iglesia triunfante 6 la celestial Jerusalen, en que se hallan reunidos los siervos de Dios que han entrado ya en el gozo interminable 6 infinito de su Sefior. : 4. A la Iglesia catélica militante de la época presente, 6 desde la ascension del Sejior a los ciclos, se Je dan'‘en Ja sae . grada Escritura, especialmente en el evangelio, los nom- bres de reino de los cielos y de reino de Dios; puede igual- mente lamarse reino de Jesucnisto sobre la tierra; pucs 2 DISENO DE LA IGLESIA. de su glesia hablaba el Sefior cuando decia que su reino no es reino de este mundo (Joan. XVIII. 35.), y hablaba el angel cuando dijo 4 Maria que el reino de su hijo Ixsus sevia eterno (Luc, I. 33). Sin embargo, la primera vez que hallamos en el nuevo Testamento el nombre Eccle- sia, es en boca del mismo Sefior; que para manifestar. 4 los apéstoles cual seria la ley fundamental de su reino sobre la tierra, le propuso bajo el emblema 6 metéfora de edificio. - 5. Por lo mismo deseo, comenzar el diseiio 6 expli+ cacion de lo que es la Iglesia militante con las lineas re- lativas al fundamento de ella. Consideraré luego en el di- . vino arquitecto de la Iglesia, que es la persona del Verbo diyino, las dos relaciones de Verbo Criador y Verbo Reden- tor de los hombres. De esta distincion, y de la que hay entre las dos clases de luces y de leyes con que: Dios guia 4 los hombres, se colige con evidencia el caracter de so- siedad divina sobrenatural que la Iglesia tiene; 7 se ‘obsere vard de paso, con presencia de este cardcter, cudn opor= tuno es el espiritu de la Iglesia para sostener la paz pic blica de los pueblos, y para precaver toda especie de guer- ras 6 disturbios civiles. 6. En seguida se comparard Ja Iglesia sociedad divina sobrenatural, con la divina natural de |a fraternidad uni- versal de todos los hombres mortales, para prestarse mu- tuamente los auxilios de que necesitan: se hablara con ale gana detencion de la potestad civil, de la eclesiastica 6 mi- nisterio sagiado, y de las principales desemejanzas que hay entre las dos; desemejanzas consiguientes 4 la distincion que hay entre los fines y los medios que Dios, autor de ambas potestades, ha propuesto 6 concedido 4 cada una de ellas. Se hablara tambien de los deberes y de los derechos: cemunes de los cristianos, y de los que son propios de los sagrados ministros, segun el grado de la gerarquia eclesiéss tica en que se hallen, INTRODUCCION. 5 7. Con esto se podra formar idea del cuerpo visible 6 exterior de la Iglesia militante; y se probara y explicara su unidad, ya por ser una su cabeza vivificante, que es JzsucRisTO, ya tambien en cuanto es cuerpo moral 6 social de hombres mortales, visible sobre la tierra, por la uni- dad del gobierno visible que ha tenido desde la ascension del Sefior 4 los cielos y tendra 4 lo ménos hasta su se- gunda venida: pues ‘su gobierno ha sido, es y sera en todo este tiempo uno mismo con una misma cabeza vi- sible, la cual habitualmente sera la persona fisica de san Pedro 6 de su sucesor, como primero de los apéstoles ti obispos, gefe 6 cabeza de los demas; y en las vacantes de la catedra particular de san Pedro, lo sera la persona moral del colegio apostdlico 6 episcopal de que es cabeza san Pedro 6 su sucesor. a 8. Considerado el cuerpo de la Iglesia militante, se considerard el espfritu que la anima, y con que deben es~ tar animados todos los cristianos, principalmente los sa- grados ministros, De modo que el espiritu de la Iglesia es siempre muy visible en la union de la caridad, y en la conducta general de los fieles, en especial de los pres- biteros y sobre todo de los obispos. Se demostrara la oposicion que hay entre el espiritu de la Iglesia cristiana y el espiritu del mundo 6 de la triple concupiscencia; y Ia conformidad con la recta razon natural que se halla en el cristianismo, tanto en la doctrina de sus misterios como. en las maximas de sus practicas y disciplina. Por conclusion se colegira de lo Antes dicho una brevisima, pero justa y sdlida apologfa 6 defensa general de la Iglesia militante, contra los dos fanatismos de’ incredulidad y de supersti= cion; que son las maquinas con que ahora mas que nunca las potestades del infierno,-en la guerra incesante que hacen 4 la Iglesia, procuran introducir 6 aumentar la di- yision entre las partes del edificio para derribarle. 6 . DIsENO DE LA IGLESIA. CAPITULO PRIMERO. DE LA CONFESION DE SAN PEDRO COMO FUNDAMENTO DE LA IGLESIA MILITANTE ; X¥ CUALES SON LAS PRINCIPALES VERDADES DE LA FB DIVINA QUE EN ELLA SE NOS ENSENAN. 9 Son fundamentos de la Iglesia las verdudes reveladas, y lo.son los predicadores de ellas. 10 Lo son muy particularmente la Divinidad de Jesucristo, y san Pedro al confesarla. 11 En la confesion del Santo se nos enseita la necesidad de lu gracia del don de la fe: 12 los misterios de la Trinidad y de la Encarnacion: los dogmas del pecado original y de la redencion de Jesucristo; 13 y la pri- macia de san Pedro y de sus sucesores en el regimen de la Iglesia. 14 Son estas seis verdades los principales fundamentos de nuestra Se divina: 15 en cuya defensa deben ahora mas que nunca velar los 9. La metifora de fundamento de la Iglesia se apli- ca en la sagrada Escritura ya 4 las verdades sobre cuya fe se establece y sostiene la Iglesia, ya tambien 4 los pa- triarcas, profetas, apdstoles y demas predicadores de los misterios y verdades de la fe; pues todos estos se Jlaman Jundamento de la Iglesia, porque al paso que con su _ predicacion fijan en los entendimientos y corazones de sus discipulos Jas verdades de la fe, ponen en ellos el fun- damento 6 las primeras picdras de alguna de las iglesias particulares; de cuya reunion resulta la Iglesia catélica 6 universal (Apoc. XXL 141. Cor. IL 50 Ephes, IL 43). Aplicando san Pablo esta “metéfora 4 las verdades, mira por piedra angular 6 principal fundamento Ja fe de la divinidad de Cristo Jesus ; y aplicandola 4 los pre- dicadores evangélicos, supone que el cardcter de funda- mento de una Iglesia corresponde al que primero pre- dicé en ella 4 Cristo Jesus- 6 Salvador, el ungido de Dios, verdadero Dios. De su doctrina se ‘saca la im) tante consecuencia de que san Pedro fué el tinico de los apéstoles que pudo Jamarse fundamento de la Iglesia CAPITULO PRIMERO. 7 universal 6 catdlica, ea cuanto toda la Iglesia se halla edificada sobre san Pedro, 6 sobre las tareas de su mii- nisterio, de varios modos muy particulares: de manera que siguiendo la alegoria de fundamenta ageno 6 pues- to por otro, de que se vale san Pablo (Jtom. V. 20.), debemos decir que los demas apéstoles son fundamentos de la Iglesia en cuanto fundaron iglesias particulares: pero respecto de la Iglesia universal, lo es con mucha especialidad san Pedro; pues todos los demas apéstoles trabajaron en la Iglesia universal sobre el fundaménto .que en ella habia puesta ya san Pedro. 10. En el numero 44 y siguientes de las Observacio- nes reuni lo que nos dicen san Matéo, san Marcos y san Lucas sobre la confesion de san Pedro, y las enérgicas ex- presiones con que el Seiior le respondié. Léase, y obsér- vese primero, que el Sejior alaba y premia la confesion de su divinidad que acaba de hacer san Pedro. Al reve- lavit tibi Pater meus, corresponde el ego dico tibi; y es consiguiente que sca muy grande el premio particular que da Cristo al grande mérito particular de Pedro. Se- gundo: Tu es Petrus, en el hebréo, siriaco y arabe es lo mismo que fu es Petra, porque en aquellos idiomas no hay diferencia de género masculino y femenino: de mo- do que segun el hebréo 6 siriaco: Tu es Cepha, et su- per hoc Cepha, se traduciria mejor en castellano ¢u eres peiia, y sobre esta peiia, Mas aunque .los traductores griego y latino le dicron la primera vez la terminacion masculina Petros 6 Petrus, la significacion es la misma; porque el super hanc Peiram tan inmediato, determina bien el sentido. Ni esta literal y obvia inteligencia impi- de que se le dén ademas algunas otras relativas 4 la con- fesion de la fe, y que se valgan de ellas los santos Padres contra los arrianos y otros herejes para probar Ja divi- nidad de Jesucristo. Porque realmente el alabar’ y pre- migr el Sefior la confesion de su divinidad hecha por san DISENO DR LA IGLESTA. Pedro, es uno de los fundamentos mas sélidos de nues- tra fe de que Cristo es verdadero Dios ¢ Hijo-de Dios. Tercero: es tambien innegable que las palabras ¢ibi' dabo claves regni celorum, y las siguientes quecumgue ligave- rés, van en este lugar muy particularmente dirigidas 4 la persona de san Pedro, Los cuatro Evangelistas ponen en boca del Santo las palabras de su confesion, en respuesta de una pregunta hecha por el Sefior, no 4 él solo, sino 4 los doce que estaban presentes. Y aunque la pregunta que recuerda san Juan es distinta de la que refieren los otros tres Evangelistas, claro est4 que pudieron las dos ocurrir en una misma conversacion; y es ademd4s muy regular. que se presentasen ocasiones frecuentes de repetir san Pedro Ja misma confesion de fe, tanto en nombre propio suyo, como tambien en el de sus compaiieros los demas apés- toles. De cualquier modo Ia confesion de san Pedro, se- gun san Matéo (XVI. 45.), san Marcos y san Lucas, se redujo 4 decir: Ti eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo; pero segun san Juan se extendié mas, y dijo: Nosotros hemos creido y conocido que ti eres el Cristo, el Hijo de Dios, 44. Estas palabras Jas leemos en el capitulo VI del evangelio de san Juan, v. 70; y en ellas se nos declara bastante, que la gracia 6 don de la fe fud la Juz con que Jos apdstoles conocieron un misterio tan superior 4 las luces naturales del entendimiento humano; pues el mis- mo divino Maestro, en el mismo capitulo, acababa de de- cir y repetir (versos 44 y 66) el gran principio de que ningun hombre puede venir al Sefior. si no Je afrae eb Padre que le envid, 6 sin que el Padre que envid al mismo Sejior atraiga al hombre con las ilustraciones € impulsos de la divina gracia. Tan importante principio. de la doctrina cristiana, al cual llama san Agustin (tract. XXVIL in Joan.) grande recomendacion de la gracia de Dios, }e inculca el divino Maestro con particular energia “capiTuLo PRIMERO, en-las palabras que segun nos refiere san Matéo XV. 47.) dirigié el Sefior 4 san Pedro al concluir el Santo su confesion de fe, 4 saber: “‘Bienaventurado eres tu, Simon »hijo de Juan, porque no te ha revelado eso la carne ni »la sangre, sino mi Padre que esta en los cielos.” 42. Tenemos pues en la confesion de san Pedro bien declarada como verdad fundamental de la Iglesia de Jesucnisto, la necesidad de la gracia 6 del don de la fe. Verdad que, si bien se mira, es una clara y necesaria con- secuencia de los cuatro misterios mas sublimes de la reve- Jacion divina hecha por Dios 4 los hombres, especialmen- te por boca de su unigénito Hijo hecho hombre; los cua- les estan sin duda comprendidos en la confesion de san Pedro, y en lo que 4 ella contesté el mismo Sefior JEsu- cristo Dios y hombre. Estos misterios son por una par= te los de la Trinidad santisima, y de la Encarnacion. del Verbo de Dios; y por otra parte la corrupcion de la na- turaleza humana por el pecado de Adan, y su redencion con el precio de la sangre de JEstcrisTO 6 con su pasion y muerte. En efecto, en las palabras de la confesion de san Pedro y en la respuesta del Seiior no podemos dejar de reconocer 4 Dios Padre, 4 Dios Hijo, y 4 Dios Espiritu Santo, aunque no reconocemos sino 4 un solo Dios. Re- conocemos que Dios Hijo es hombre verdadero, y que no son hombre verdadero ni Dios Padre, ni Dios Espiritu Santo, Al modo que confesamos nuestra fe en el misterio de la Trinidad santisima, cuando decimos que siendo tres Jas Personas divinas no hay mas que un Dios, porque no hay mas-que una naturaleza 6 esencia divina; asi tam= bien confesamos el misterio de la Encarnacion, diciendo que en Jesucnisto hay realmente dos naturalezas, dos sus- tancias 6 dos esencias entre sf tan distintas, como lo son Ja esencia divina y la esencia humana; pero no hay mas que una Persona que es la divina. Adem4s, confesar la divinidad de Jesus verdadero hombre uno de sus disci= a 10 DISENO DE LA IGLESIA. pulos en nombre suyo y de los demas, que tantas veces le habian oido que venia 4 redimir 6 salvar 4 los pecado- res, era suponer 6 reconocer claramente la corrupcion del Jinaje humano por el pecado de Adan, y su redencion por JEsucristo. 43. A mas de las verdades fundamentales sobre los misterios de la Iglesia confesadas por san Pedro, acaba- mos de yer la necesidad de la gracia sobrenatural 6 del don de la fe para entrar en ella, indicada por el Santo en la confesion misma, y declarada luego por el Sefior ~ en su respuesta. Y tambien tenemos en las dichas pala- - bras otro dogma 6 verdad fundamental sobre la misma Iglesia 6 sobre su gobierno: 4 saber, que el régimen; ministerio 6 gobierno de la Iglesia fué confiado por el Seffor al colegio apostélico durante su ausencia 6 hasta su segunda venida; de modo que san Pedro fuese el pri- mero, el gefe 6 cabeza de los demas apéstoles, y lo sea siempre el sucesor de san Pedro sobre los demas obispos. ‘Asi resulta claramente si se considera bien la metafora de fundamento de la Iglesia, como aplicada 4 los predica- dores de la divina palabra, 6 de las verdades que manda ereer y virtudes que manda practicar, Pues como ya se’ dijo (n. 9.) son fundamento de la Iglesia no solo los apéstoles, sino tambien los profetas, los doctores y otros ministros que no son del primer grado de la gerarquia de Ia Iglesia. En cuyo fundamento, al modo que sucede en el de todos los edificios grandiosos y sdlidos, hay piedras 6 partes de distinta fuerza y extension; y de este modo los apéstoles son los fundamentos de Ia Iglesia principa- les, 6 digamoslo asi los que forman la base principal 6 primera. Sin embargo (si yo no me engafio mucho) en la Escritura no se dé el nombre metaférico de piedra 4: ningun apéstol, sino 4 san Pedro; y como se lo dié el mismo Seffor la primera vez que le vis, y se lo repitid al tiempo de hablar de la fundacion dé su Iglesia, es pre- : CAPITULO PRIMERO. aa . -elso Peeonocer que asi como Ja divinidad de Jesucristo es ‘el primer fundamento de la Iglesia, en cuanto esta me- téfora se aplica 4 las verdades: asimismo san Pedro, que aunque hablaba en nombre de todos los apéstoles fué el que mas parte tuvo en la predicacion de aquella ver- dad, qued6 constituido por Cristo como gefe 6 cabeza de los demas en el régimen de la Iglesia, 6 en 1a mision que did al colegio apostélico -para que continuase la que el mismo Sefior habia recibido de su Padre. 14. Distingamos pues en la confesion de san Pedro seis verdades fundamentales de nuestra fe divina: 4 sa- ber, los dos augustos misterios de la Trinidad santisima y de la Encarnacion del Verbo de Dios, Hijo unigénito de Dios: la corrupcion del linaje humano por el pecado de Adan, y la redencion del mismo por la pasion y muerte de nuestro Sefior Jesucristo, verdadero Dios y ver- dadero hombre: la necesidad del don sobrenatural de la fe y de la gracia para entrar en el edificio socéal levantado por Jesucristo sobre la confesion de san Pedro; y en fin, la asombrosa primacia de este Santo y de sus sucesores, instituida como vinculo de la unidad de la fe divina, y de la unidad y divinidad del cuerpo de la Iglesia militante, que es el cuerpo mistico 6 la verdadera sociedad de JE- sus. ¥ veamos desde ahora estas verdades en la importan- tisima carta de san Leon el Grande 4 san Flaviano, de la cual bastar4 copiar. algunas clausulas de Ja explicacion que en ella nos dé de la confesion de san Pedro. Desde el ca- pitulo II explicada la filiacion eterna del Hijo de Dios, - prosigue: “E] mismo sempiterno Unigénito del Padre, »su engendrador sempiterno, nacié del Espiritu Santo y »de Maria Virgen. Y este nacimiento temporal nada dis- »minuyé ni afiadié 4 aquel nacimiento divino y sempi- »terno, sino que todo se empleé ui aplicé para reparar al »hombre que estaba en el error; 4 fin de que con su - »virtud venciese la muerte y destruyese al diablo que te- 12 DISENO DE LA IGLESIA. : »nia el imperio de ella. Porque no podriamos vencer al au- »tor de la muerte y del pecado, 4 no haber tomado y he- »cho propia nuestra naturaleza aquel 4 quien ni el pecado » pudo contaminar, ni pudo detener en su seno la muerte.” En el capitulo quinto, indicada la primera pregunta del Seifor 4 los apéstoles: Quem dicunt &c. prosigue: “Y »despues que ellos hubieron referido las diferentes opinio- »nes de otros, les dijo: Pero vosotros gquien decis que soy »yo? Yo que soy el Hijo del hombre, y 4 quien contem- »plais bajo la aparieacia de siervo, y con un verdadero »cuerpo gquién decis que soy? Enténces san Pedro ins- »pirado de Dios, y debiendo con su confesion contribuir »al bien de todas las naciones, dijo: Zu eres el Cristo, el » Hijo de Dios vivo. Con razon pues le Ilamé el Sefior » bienaventurado: y sacé de la piedra principal la solidez de »su potestad y de su nombre aquel mismo que por re- » velacion del Padre confesé que Jesus era el Hijo de. Dios »y el Cristo; porque una sola de estas cosas sin la otra eno servia para la salvacion: € igual peligro habia en »creer al Sefior Jesucnisto 6 tan solamente Dios y no »hombre, 6 tan solo hombre y no juntamente Dios. Pero » despues de la resurreccion del Sefior, la cual fué de un »cuerpo verdadero, pues que resucité aquel mismo que »habia sido crucificado y muerto, Kc.” Poco despues dice que Eutiques “no reconocid en el » Unigénito de Dios nuestra naturaleza, ni por Ja humil- »dad de su muerte, ni por Ja gloria de su resurreccion, »Ni le espanté la sentencia del santo apéstol y evangelis- »ta Juan que dice: Todo espfritu que confiesa que JEsUCRIS- »TO vino en carne, de Dios es; y todo espiritu que divide »d@ Jesus, no es de Dios, y es el anticristo, 7¥ qué co- »sa es dividir 4 Jesus, solvere Jesum, sino separar de él »la naturaleza humana, y echar 4 fuera 6 rechazar con »indecentisimas ficciones aquel sacramento por solo el »cual hemos sido: salyados?” CAPITULO PRIMERO. 13 La guerra del anticristo contra Cristo, que ya co- menzé en tiempo del apéstol san Juan (I. Joan. IT. 18. 29.=-1V. 3.) y durara hasta que el Sciior descienda otra vez del cielo no ya para padecer y morir, sino para ha- cerse visible en gloria y magestad juzgando 4 vivos y 4 muertos, es guerra en que las puertas del inferno sin duda han procurado siempre, y siempre procuraran des- unir 4 Cristo, solvere Jesum, negando el dogma de la union en una sola persona divina de dos naturalezas, una de las cuales sea verdaderamente divina, y la otra verdaderamente humana; union que es el unico misterio con que la hondad de Dios ha querido redimir y salvar 4 los hombres, satisfaciendo 4 la divina justicia con un precio sobreabundante: empero quiere tambien el anticristo -desunir 4 Jesucristo, solvere Jesum, en su cuerpo mistico: quiere destruir el edificio levantado por el divino arqui- tecto Jesucristo sobre la confesion de san Pedro. No perdamos nunca de vista que el infierno, en la guerra incesante que hace 4 la Iglesia, nunca ha dejado ni dejaré de dirigir cuantas mdquinas, artificios é impul- sos le presten las antiguas preocupaciones y las nuevas sutilezas de la triple concupiscencia, para destruir en al- gunas partes del edificio de la Iglesia la trabazon 6 union que hay entre estos seis principios fundamentales de la fe divina 6 de la Religion cristiana. Y¥ obsérvese que la de- fensa de la union entre ellos nos obliga 4 fijar mucho la atencion en cada uno: no por la vana curiosidad y la loca presuncion de llegar a entenderlos, 6 de medirlos -con las fuerzas de nuestro ingenio y discurso, sino para formar de ellos ideas muy exactas; y no cacr en la ilu- sion de negar el asenso firmisimo de la fe 4 alguna ver- - dad revelada, 6 de tributarle 4 alguna que no lo sea, 6 que sea mera opinion 6 error, Claro est4 que la sola cir- cunstancia de haber el divino arquitecio unido con tan admirable trabazon las seis indicadas yerdades fundamen- 1g DISENo DE LA IGLESIA. tales de su Iglesia en la confesion de san Pedro, demues- tra bastante la suma vigilancia con que los ministros de la Iglesia deben precaver de l¢jos todo impulso que pue- da ocasionar alguna rendija 6 desunion en cualquiera de dichos principales {undamentos. Sin embargo, es muy del caso advertir que en los tiempos actuales remueve la ser- piente infernal con nuevos artificios, y mayor impulso que nunea, las antiguas maquinas con que desde el tiempo de san Juan el espiritu del anticristo procura la division 6 desunion de Jesucristo con extrafias confederaciones de los fanatismos entre si mas encontrados, 4 fin de que los ata- ques dirigidos contra la divinidad 6 contra la unidad de la persona 6 de la naturaleza divina del Sefior, aunque le surtan mal en érden 4 este principal objeto, 4 lo mé- nos de rechazo conmuevan 6 hagan bambolear el prima- do pontificio de san Pedro: de modo que perezca la di- vinidad, 6 la unidad de la Iglesia militante 6 del cuerpo mis- tico del mismo Sefior. Esta indicacion sera regular que nos ocurra otra vez. Mas ahora no puedo dejar de supli- cat al lector que de las palabras poco Antes citadas de Ja carta de san Leon 4 san Flaviano, fije bien en su me- moria las siguientes: “San Pedro inspirado de Dios, y »debiendo con su confesion contribuir al bien de todas »las naciones, dijo: Tu eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo. »Con razon pues le Namé el Sefior bienaventurado; y sacé »de la piedra principal la solidez de su potestad y de su nom- »bre aquel mismo que por revelacion del Padre confesé - » que Jesus era el Hijo de Dios, y el Cristo: porque una sola » de estas cosas sin la otra no servia para la salvacion.” Diga- mos pues con san Leon el Grande, que al mérito de la confesion de san Pedro correspondié como premio la soli- dez 6 fortaleza y energia que con el nombre de piedra recibié el Santo del mismo Jesucristo, que es la piedra principal angular, y Ilave de todo el edificio de la Iglesia militante. Y conozcamos que en las cartas de este santo” CAPITULO PRIMERO. 15 Papa, y especialmente en la dirigida 4 Flaviano sobre la causa de Eutiques, en sus sermones y en su conducta, es donde hallarémos Jas luces mas claras y seguras para formar la mas jusia idea de la eminentisima dignidad de primado de la Iglesia, 6 de centro de la unidad de la fe ca- tdlica y del episcopado, que obtuvo el Santo como suce- sor de san Pedro en su catedra de Roma. 45. La vigilancia de los ministros sagrados en formar ideas exactas de las verdades de la fe, sin afiadir ni qui- tar nada 4 lo que nos viene de la revelacion divina, es sin comparacion mas necesaria ahora que al principio de la Iglesia, no solo por ser enténces mas clara la tradicion que venia de Jesucrisro por los apéstoles, y mas facil no confundirla con las tradiciones humanas que eran po- cas y recientes; sino tambien por el distinto plan de guerra con que ahora la hacen comunmente las potestades del infierno contra la Iglesia. En Jos primeros siglos las crucles Persecuciones que movian los sacerdotes y pueblos gentil y judaico, y los emperadores de Roma y gobernadores de provincia, fueron las principales méquinas con que intenté el demonio derribar de una vez, hasta e] fundamento, al- guna determinada parte del edificio, para acabar sucesivas mente con todo él. Pero desde la conversion de Constan- tino siguis otro plan: y los principales ataques fueron para romper la union de las paredes entre si y con el funda- mento 6 techo; para que extendida la desunion entre las partes de todo el edificio, fuese mas facil con algunas maquinas violentas derribarle del todo. Las herejias y Jos cismas han sido las maquinas de que se ha valido desde enténces principalmente el infier- no. Y desde el tiempo de! mismo Constantino los donatistas y arrianos, con recursos 4 los emperadores para que deci- diesen sus disputas contra otros cristianos, introdujeron la confusion entre las dos potestades civil y eclesidstica, y au- mentaron:e] numero y la corrupcion de los fétidos lagos 16 DISENO DE LA IGLESIA, de la triple concupiscencia, con Ja vana curiosidad de ar- tes divinatorias 6 sutilezas inutiles, y con el espiritu de - dominacion terrena y soberbia filoséfica; y despues los sa- cerdotes de los idolos, vencidos por el cristianismo, y los pueblos barbaros vencedores del Imperio ya cristiano, mez claron 6 confundieron los misterios de la revelacion divi- na, con todas las locuras de las escuelas filosdficas de la Grecia sobre la naturaleza de los dioses, y con todo el fanatismo imperioso de los Druidas y demas sacerdotes de Jos pueblos del Norte. 46. E) extraordinario talento de san Leon el Grande, 6 por mejor decir, el magisterio divino del Romano Pon- tifice, sucesor de san Pedro en la primacia de la Iglesia militante, disipé con los rayos de luz de la revelacion di- vina, y con la omnipotente eficacia de la palabra de Dios, todas las ilusiones de los nestorianos, eutiquianos y dems precursores del anticristo, haciendo ver en Cristo una sola Persona verdaderamente divina con la mas indudable naturaleza divina de un Sér unico, infinito, eterno por esencia, y criador de todas las cosas, y 4 dicha Persona unida tambien con una natureleza criada, 4 saber, con Ja naturaleza humana de Jesucristo compuesta del alma y del cuerpo del Seior, Quien lea con alguna atencion la célebre decretal de san Leon 4 san Flaviano contra la herejia de Eutiques, veri facilmente que la divina pala- bra, tanto la escrita en el viejo y nuevo Testamento, como la recibida del Verbo de Dios hecho hombre por las palabras y obras del mismo Sefior oidas y vistas por los apdstoles, y conservadas muy principalmente en la iglesia de Roma por ser la catedra de san Pedro, fud la clava poderosa con que san Leon sofocé y despedazé las varias cabezas de la hidra de la filosofia del anticristo, que de mil maneras intentaba desunir 4 Jesus en su verdadera ersona y en su cuerpo mistico, con las ideas mas extrafias y ridiculas sobre Ja naturaleza de la divinidad 6 de los dio~ capiroLo It. y ses. Por lo mismo la serpiente infernal varié mucho des- de enténces su plan de guerra contra el edificio de la Igle- sia militante, como sera facil observar mas adelante. Des- de ahora es preciso prevenir 4 todos los buenos catdlicos, que despues de otras varias artificiosas y violentas m4qui- nas de la triple concupiscencia que han causado fatalisi- mos estragos, nos hallamos por fin con los rezelos de que el demonio va reuniendo los fanatismos entre si mas opuestos , logrando formar entre ellos varias confederacio- nes con nuevos proyectos de catolicismo 6 cristianismo; en los cuales, conservandose de la Iglesia de Jesucristo solo cl nombre y el exterior aparato de su cuerpo, se forme una Iglesia del odo humana; esto es, sin mas fe que en Ia autoridad de los hombres, y sin mas caridad que la que es regular 6 general en el mundo. Pero por mas formidable que sea el espectro de maquina tan in- fernal, la Iglesia catdlica militante perseverara hasta et fin del mundo: Las:puertas 6 poder del infierno no pre= valecerén contra ella (Matth, XVI. 18). : CAPITULO SEGUNDO. CONSIDERANDO AL DIVINO ARQUITECTO DE LA IGLESIA MILITANTE , SE DESCUBREN VARIAS PRUEBAS DE QUE ELLA ES SOCIEDAD DIVINA SOBRENATURAL. 17 El arquitecto de la Iglesia militante es el Verbo de Dios hecho _ hombre. 18 ¥ 19 Se considera al Verbo de Dios como é Dios Criador; 20 ¥ como Dios hecko hombre. 21 Dios Criador fundé la Iglesia en él estado de la inocencia con luces y leyes naturales y sobre- naturales. 22 La Iglesia siempre ha sido sociedad religiosa sobre- natural: a3 y 24 ast antes del pecado de Adan como despues. a5 Se compara la Iglesia del estado de la inocencia con la fun- . dada sobre la confesion de san Pedro. 26 y'az Esta es muy parti- cularmente sobrenatural como obra del Autor dela gracia; 28 co- mo reparacion sobreabundante de los estragos del pecado de Adan; ag y 30 y por otros motives. . 17. Nuestro Sefior Jesucristo, verdadero Dios y ver-. dadero hombre, es el Sefigr y el autor 6 arquitecto de : 3 , 18 , DISENO DE LA IGLESIA. este edificio 6 de esta casa de Dios 6 ciudad sarita; pues él mismo nos dice que ja Iglesia es suya, Ecclesiam meam: nos dice que 4 mismo la edificara, @dificabo eam; y aiia- diendo super hanc petram, nos declara que el fundamen- to de la Iglesia sera la confesion con que san Pedro le réconocié Hijo de- Dios. No perdamos de vista dos ideas claras,ydistintas del Verbo de Dios Hijo de Dios , que nos da.el ‘apéstol | san Juan en el primer capitulo de su Evan- gelio. Le comienza con estas palabras: “En el principio era ya el Verbo, y el Verbo estaba en Dios y el Verbo era Dios. Por él fueron hechas todas las cosas.” Pocas lineas des- pues (verso 14) afiade: “El Verbo se-hizo carne, y habits en medio de nosotros: y nosotros hemos visto su gloria, gloria cual el Unigénito debia recihir del Padre, lleno de gracia y de verdad.” En otro lugar tal vez considerarémos en qué consistia aquella gloria propia del Unigenito del Padre, que admiraron y observaron enel Verbo de Dios hecho carne Jos que Je vieron y oyeron, bablaron y tra- taron como suclen unos hombres con otros hombres, es- pecialmente los apdstoles. 18. Aqui reflexionemos un poco sobre dos caracteres del Verbo de Dios que distingue san Juan. El nombre Verbo hablando de Dios, si se toma en sentido literal y obvio, es sin duda un nombre personal 6 propio do la persona divina del Hijo. Sin embargo el Hijo de Dios, como Verbo de Dios, no solo dice relacion 4 Dios Padre, del cual procede como persona distinta con la misma esencia 6 ser de inteligente infinito que tiene el Padre, sino que tambien tiene relacion con todas las cosas cria- das, pues todas fueron hechas por el Verbo (5. Th. I. p. gq. 34.). La creacion de las cosas es comun 4 toda la Tri- nidad, y no es acto propio de ninguna de las tres Perso- nas. Porque la energia y la accion de crear conviene 4 Dios por su ser infinito 6 por su esencia, y esta es la mis- ma en las tres Personas; aunque 4 la distincion que hay CAPITULO It. 19 ‘entre ellas es consiguiente el diferente modo con que suele atribuirse 4 cada una la creacion, que es comun 4 las tres. : oo : : 49. En efecto, brillaron’ en la ereacion’ la omnipo- tencia, la sabiduria y la bondad de Dios, que son igua- les en Jas tres divinas Personas: y con todo suclen atribuir- seles como si fuesen propias, la primera de Dics Padre, la segunda de Dios Hijo 6 del Verbo de Dios, y la ter- cera de Dios Espiritu Santo 6 del amor del Padre y del Hijo. Mas esta distinta atribucion nace de la diéstincion que hay entre las divinas Personas y las relaciones de ellas entre si. De la cual distincion resulta que cl Padre tiene la energia 6 accion de crear sin haberla recibido de nadie: el Hijo 6 el Verbo la recibe del Padre; y el Es- pirita Santo la recibe del Padre y del Hijo. Al modo pues que el artifice humano cuando hace alguna obra externa, como una estétua 6 un edificio, la hace por medio de la idea, verbo ¢ concepto intelectual que de ella tiene en su entendimiento, y 4 impulso del amor 6 afecto de su voluntad; asimismo Dios produce, hace 6 causa todas las cosas criadas por medio de su entendimiento -y de su vo- luniad. Dios Padre sacé de Ja nada 4 las criaturas con su verba que es su Hijo, y con su amor que es el Espi- ritu Santo (S. Th. I. p. q. 45. art. 6.). 20. Al legar despues la plenitud de los tiempos, el Verbo de Dios Hijo de Dios se hizo hombre, y vivid y habité con los hombres: Verbum caro factum est, et ha- bitayit in nobis. Pero pregunto, jel Verbo de Dios inter- vino en este incfable misterio de la Encarnacion del mis- mo modo que en el misterio de la creacion del mundo? San Juan en las dos sencillas proposiciones copiadas nos descubre una diferencia esencialfsima, La cual consiste en que la creacion del mundo fué obra comun de las tres divinas Personas: de modo que no puede decirse que cl gviador 6 quien crié el mundo fuese solo el Padre, ni 20 _ _ DISENO DE LA IGLESTA. : solo el Verbo 6 el Hijo, ni solo el Espiritu Santo, Pero el misterio de la Encarnacion se obré unicamente en la per- sona del Verbo 6 del Hijo Unigénito: de manera que es acto de fe divina que la Persona del Verbo divino fud la que se unid con la naturaleza humana de Jesus de Naza- reth; y lo es tambien que esta union con la naturaleza humana que hubo, y hay en la persona divina del Ver- bo, no la ha habido en la persona del Padre ni en la del Espiritu Santo. 21. Fijemos algo mas la atencion sobre las primeras palabras del evangelio de san Juan; y conocerémos facil- mente que el Verbo de Dios que siempre esta en Dios y es Dios, ha sido desde la creacjon del mundo la luz que ha iluminado 4 todas las criaturas del cielo y de la tierra, 6 4 todas las inteligencias criadas, angélicas y lumanas: ha sido la que sobre la tierra ha, infundido en los enten- dimientos de los hombres mortales dos clases de luces 6 de emanaciones de la Sabiduria increada 6 infinita, y ha gra- bado en los corazones de los mismos hombres dos clases “de leyes 6 de promulgaciones de la ley 6 voluntad eter- na de Dios. Segun estas dos clases de luces y de leycs po- driamos concebir dos sociedades religiosas catélicas 6 uni wersales de todo el linaje humano: 4 saber, la puramente natural ceiiida 4 los conocimientos y 4 los afectos confor- mes con la naturaleza racional con que Dios crié al hom- bre; y la sociedad sobrenatural, que se extiende tanto 4 ideas y 4 juicios, como 4 deseos y 4 esperanzas muy su- periores 4 los alcances naturales del entendimiento y de Ja voluntad del hombre, ¢ inspirados unicamente por Ja revelacion divina. Pero realmente nunca Adan y Eva estuvieron con las solas luces y leyes de la razon natural: siempre fueron guiados por la revelacion divina: siempre su sociedad religiosa fué sobrenatural. Asi resulta clara- mente de lo que en la Escritura se nos dice del tiempo anterior 4 la corrupcion de la aaturaleza humana por el capiroLo 11. -a3 pecado de Adan: sobre lo cual es justo detenernos un poco para formar idea exacta de la Iglesia. 22. EI libro del Génesis 6 de Ja creacion del mundo, ‘que es el primero de los sagrados del antiguo Testamen- to, comienza con estas palabras: En el principio crié Dios el cielo y la tierra. Lucgo va describiendo las obras de los seis primeros dias; y en cuanto al hombre nos advierte que Dios le cris 4 imagen y semejanza suya, para que fuese como el presidente y el sefior de todo cl globo ter- raqueo, de las aves que vuelan por el -aire, de los peces del mar, y de los animales de la tierra: que formé 4 Eva de una eostilla de Adan: que los crié de distinto sexo, instituyendo cl matrimonio que Adan reconocié ser indisoluble; y que ambos salienon de las manos del divi- no Hacedor con cuerpos robustos y proporcionados para crecer y multiplicarse, y con las luces ¢ ideas en el enten- dimiento- y la aptitud en los érganos de los sentidos para hablarse los dos desde luego, y para que Adan pudiese dar nombres propios 4 todos los animales. Se describe el paraiso, 6 dilatado y hermoso jardin en que Dios colocé 4 los primeros padres; y de varios modos se nos declara la amistad 6 benevolencia con que Dios les favorecia, in- dicandosenos e] estado de inocencia en que Dios los ha- bia criado, tambien con Ja advertencia de que Adan y su muger andaban desnudos, sin resultarles ningun ru- bor: erat ulerque nudus et non erubescebant: asi conclu- ye el cap. Il. del Genesis. . 23. En el III. se nos explica el triunfo del demonio sobre el linaje humano, que quedd reducido todo 4 la esclavitud del pecado por la corrupcion del origen de su naturaleza con el pecado de Jos primeros padres. En las palabras de la serpiente infernal 4 la muger vemos el es- pantoso veneno de la ériple concupiscencia, a saber, de la vana curiosidad, de la soberbia, y del alhago de los place- res de los sentidos; y facilmente observamos que las luces 22 DISENO DE LA IGLESIA, y las leyes de la religion en el estado de la inocencia no se cefiian 4 las luces y leyes de la recta razon natural, sino que se extendian 4 varios conocimientos y 4 algunos preceptos dados 6 intimados 4 Adan y Eva por la via que lamamos de la revelacion divina, que es sobrenatural 6 superior 4 nuestra naturaleza. El precepto en que so pena de muerte se les prohibe comer del fruto de un 4r- bol determinado, no es precepto de la ley natural, 6 dic- tado con la luz de la recta razon natural; sino comuni- cado por Dios con palabras oidas por ellos, como cuando habla un hombre con otro hombre. 24. Ademés, en la sagrada Escritura vemos claramen- te que al principio del mundo la revelacion divina,6 el valerse Dios de los angeles 6 de otras criaturas como ins- irumentos para hablar con la familia de Adan, era muy frecuente Antes y despues de su pecado, y lo fué por mu- chos siglos en las familias patriarcales. Reconozcamos pues que la religion catdlica verdadera del linaje humano des- de la creacion del mundo, Antes y despucs del pecado, ha sido siempre, es y sera religion sobrenatural, es decir, re- ligion ilustrada y gobernada con luces y leyes snperiores 4 la naturaleza humana; aunque ademas haya sido siem- pre, sea ahora, y haya de ser en adelante ilustrada tam- bien con las luces naturales 6 propias de la naturaleza ra- cional del hombre. Uno y otro sera mas 6 ménos segun las varias circunstancias de tiempos y lugares y de cos- tumbres, consiguientes al curso de las leyes generales con que Dios gobierna al mundo; y particularmente segun el ‘uso 6 abuso que hagan los hombres del libre albedrio con que Dios los crié, y con que quiere que coopere 6 que trabaje cada uno, segun pueda, en su propia felicidad. Y de lo dicho hasta aqui resulta que la religion catdlica ver- dadera del linaje humano ha sido siempre sobrenatural y divina, igualmente dirigida 4 conducir 4 los hombres 4 una felicidad muy superior 4 su naturaleza; bien que con capfruLo 1. _ 23 Ja distincion de que en el estado de la inocencia faé obra del Ser altisimo, eterno ¢ inmutable, 6 de las tres divi- nas Personas, como poco 4ntes deciamos: fué obra del ~ Autor de la naturaleza. Mas el) divino arquitecto de Ja Iglesia edificada sobre la confesion de san Pedro fué el Au- tor de la gracia: fué el mismo Verbo de Dios hecho car- ne, esto es, la persona de Jesucnisto que siendo una sola es verdadero Dios y verdadero hombre; y como Media- dor entre Dios y tos hombres reconcilié 4 los hombres con Dios. 25, Comparemos ahora la Iglesia del estado de la ino- cencia con la fundada sobre Ja confesion de san Pedro, y considerémoslas como dos Iglesias, 6 dos distintos pace tos, alianzas 6 sociedades de los hombres con Dios: ya que en la sagrada Escritura se habla muchas veces de la verdadera Iglesia divina sobrenatural con alguna de aque- Ilas tres’ metaforas, y especialmente en el antiguo Testa- mento con la de pacto entre Dios y los hombres. Diga- mos pues “que Dios omnipotente, criador del linaje hu- »mano, desde que le crié formé con ¢] un pacto 6 alian= »zaen que le concedié todos Jos derechos, energias 6 ap- » titudes naturales y sobrenaturales que Je fuesen necesarias »para llegar 4 la cumplida bienaventuranza eterna 6.4 la »clara vista de Dios.” Digamos tambien que aquella pri- mera alianza se rompié con el pecado de Adan;-y que despues “al llegar la plenitud de los tiempos, Jesucrisro » verdadero Dios y hombre se entregé parg redimir g todas »los hombres (1. Tim. Il. 6.), y formé con su pasion y »muerté una nucya alianza entre Dios y los hombres, en »la que no solo quedé satisfecha la divina justicia, y re- »dimido el linaje humano de los estragos del pecado de » Adan; sino que ademds son ahora mas abundantes , y »mas eficaces los auxilios, gracias y dones sobrenaturales »que Dios derrama sobre los hombres para salvarlos.” 26, Digamos, en fin, que de resultas del pecado de ag . DIsENO DE LA IGLESIA. Adan los hombres necesitaron mas que antes de las gra- cias y auxilios sobrenaturales de Dios para poder conse- guir la vida eterna. Pero al mismo tiempo por cl infi- nito precio de la sangre de an hombre que era verda- dero Dios, la nueva alianza de la Iglesia fundada sobre: la confesion de san Pedro, ha sido una nueva fuente co- piosa de gracias y auxilios sobrenaturales recibidos des- pues del pecado de Adan por los siervos de Dios del tiempo de la Ley natural y del tiempo de la Ley mosaica; con los que consiguicron sobre Ja tierra el perdon del pecado original y la amistad de Dios, y se fueron pre- parando para recibir en el ciclo !a bienaventuranza cterna, ‘despues de verificada la muerte y resurreccion del Seijior. De manera que el don de la fe en Jesucrisro como Re- dentor 6 Salvador esperado, fué desde la caida de Adan el principio de las gracias que conducen 4 Ia salvacion eterna; al modo que lo es ahora la fe, confesada por san Pedro, en Jesucnisto verdadero Dios y hombre, y Re- dentor de los hombres. 27. La sola consideracion de que el edificio de la Iglesia militante es obra propia de la persona del Verbo en cuanto es Dios y Hombre, autor de la gracia, y no en cuanto es Dios, autor de la naturaleza, demuestra que nuestra Iglesia ha de ser sociedad, alianza 6 pacto en- tre Dios y los hombres, muy particularmente divina so- brenatural. Porque nadie dudara que el Autor de la na- ‘turaleza’ por su bondad infinita pudo comunicar, y co- municé 4’ Adan y Eva no solo muchisimas gracias y do- nes naturales consiguientes 4 la gracia de criarlos, 6 al don del ser y de cuanto tenian, que es Ja primera de las gracias del Criador 6 del Autor de la naturaleza; sino tambien otras muchas gracias que pueden Iamarse sobre- naturales, 6 por no ser necesarias 4 la conservacion y perfeccion de la naturaleza que les dié Dios, 6 tambien por ser muy superiores 4 todas las fuerzas 6 energias cor- capirvLlo mh” 38 respondientes 4 tal naturaleza, Realmente Dios criador’ fué, como antes se dijo, quien did 4 Adan en el estado de la inocencia los auxilios y gracias sobrenaturales. para que su alma Ilegase 4 unirse por conocimiento y amor con el Ser infinito, de un modo muy superior 4 la ener- gia del entendimiento 6 de la voluntad de toda pura criatura. . - 28. Tampoco hay la menor duda en que el Salvador’ del linaje humano Jesucrisro, verdadero Dios y hombre y autor de la gracia, merecié 4 los hombres no solo las gracias, dones 6 auxilios sobrenaturales consiguientes al don de la fe, que puede Iamarse la primera de las gracias so~ brenaturales que nos conducen 4 la perfecta bienaventu-" ranza del cielo; sino tambien muchas gracias naturales, 6 bien sean instrucciones del entendimiento 6 buenos im-- . pulsos de la voluntad, 6 tambien mayor energia para fortalecer Ja recta razon natural contra los impulsos de” la triple concupiscencia. Es evidente que la expresion de autor de la gracia cuando se contrapone 4 la de autor. de la naturaleza, no se dirige 4 ninguna de las gracias naturales, pues todas son efectos del Autor de la natu- raleza; sino 4 la gracia sobrenatural que nos merecié Jx- sUCRISTO, y remedié las desgracias que del pecado de los primeros padres resultaron en la naturaleza racional del linaje humano, No dudemos, pues, que la Iglesia mili- tante, como obra propia de la persona del Verbo en cuan- to es Dios y hombre y autor de Ia gracia, ha de ser sociedad, pacto 6 alianza no solo divina, sino muy par- ticularmente sobrenatural. . 29, El cardcter de divina sobrenatural que tiene la Iglesia militante, se descubre tambien con gran facilidad, tanto si se considera como reino de Jos cielos 6 reino de Dios sobre la tierra, como si se considera una so- eiedad 6 cuerpo moral, en que pueden unirse todos los hombres mortales con Jesucnisto, como cabeza que vie 36 DIseXo DE LA IGLESIA, vifica todo el cuerpo. Asi resultara de lo que se diga en los capitulos. siguientes, sobre los titulos de sécio 6 ciuda- dano,.y los derechos de tener parte en los bienes de la sociedad y en. el gobierno de ella: sobre el fin con que la sociedad fué fundada, y los fondos 6 medios que se le. dieron para conseguirle: sobre los deberes y derechos de sus individuos: sobre los enemigos contra quienes como, reino debe velar y pelear, y las armas con que debe de fenderse de ellos y ganarlos 6 conquistarlos si puede. 30. Entre tanto no puede dejar de inculcarse- la nece-. sidad de que los espaiioles, ahora mas que nunca, cla- memos que la Iglesia es una sociedad no solo divina, sino tambien sobrenatural. Vivimos en una época en que va- rias regianes del orbe se han visto, se ven 6 ‘temen ver-- se ferozmente devastadas por las ilusiones 6 fanatismos. entre si mas opuestos, tanto en orden 4 la potestad ci- vil, coma en orden 4 la religiosa; y segun verémos des-. pues, no hay proyecto ni medio tan oportuno para rer mediar .las calamidades publicas que tanto afligen -aiios. hace al mundo cristiano, como el de hacer que reflorezca, el aspiritu de la religion sobrenatural que el mismo Dios. vino 4 establecer sobre la tierra. CAPITULO IIt. LA IGLESIA MILITANTE XY LA SOCIEDAD FRATERNAL DE LOS HOMBRES MORTALES SON DOS SOCIEDADES CATOLICAS DEL LINAJE HUMANO, AMBAS DIVINAS Y ESENCIALMENTE DISTINTAS POR LOS DISTINTOS FI- ‘RES 4 QUE) SE DIRIGEN, Y DISTINTOS MEDIOS, FUERZAS, E INSTRU~ . MENTOS con QUE CADA UNA CONSIGUE SU FIN. ARTICULO PRIMERO. Se consideran los hombres mortales unidos como herma- . nog en dos sociedades divinas, una natural y otra so- . brenatural. 34 Dies manda & los hombres que vivan en sociedad, para que sean . Slices, 3a Con dos distintas duces nos conduce & dos felicidades en : carfrovo m, anricors & » : aos sociedades distintas. 34 En la Iglesia militante nos conduce d ta salvacion de las almas redimidas por sesucRisto; 37 y los me- _ dios para lograr este fin, son los que le did JESUCAISTO, ¥ nos ense~ * fan san Pablo, 38 y¥ san Pedro. 40 Muy distintos son el fin y. los + medios de la sociedad general de auxilios humanos , y de los parti- - culares en que ella se divide. 1 Por tanto las dos sociedades caté- . leas y divinas, natural y sobrenataral, sor entre si muy distintas. 34. Los hombres mortales deben considerarse reuni- dos sobre la tierra en una sociedad catélica 6 universal como hermanos constituidos bajo la providencia de Dios, su criador, autor, y padre. Esta verdad que facilmente eonoce el hombre con Ja razon natural, el cristiano la en- euentra corroborada por la revelacion divina desde el ‘pri- mer capitulo del Génesis. De ella hablé muy de propdsito en las Cartas a Irenico especialmente en la IH, y despues en el Apéndice Ill. De lo que dije en aquellos lugares, sera del caso reunir aqui algunas especies. Desde luego es pre- -ciso tener presente que los hombres:no solo necesitan au- xilios de otros hombres, sino principalmente los de Dios; & lo que es consiguiente que los hombres vivan reunidos 6 juntos muchos de ellos, para mejor prestarse mutua- mente unos 4 otros los auxilios que estén en su mano, y para alcanzar de Dios los generales de la divina Provi- dencia. Al hombre le comunicé Dios desde el) priricipio dos clases de luces y de leyes para conducirle 4 ser feliz: 4 saber, las de la luz natural de la recta razon, y las de la revelacion divina. Por ambos conductos conocemos que es infinita la bondad del Criador, y que de ella es:particu- lar efecto la creacion del hombre. Asi no podenitos dudar que nos ha criado para hacernos felices; y que’nos ha dado tan natural inclinacion, y tan notoria necesidad’ como te- nemos de reunirnos 6 acompafiarnos, 4 fin de que mu- . tuamente nos, ayudemos 4 conseguir nuestro ultimo fin, y cada hombre labre su propia felicidad trabajando en la de los demas. : + DISENO DE LA H6LESIA. - 32. Las luces de la recta razon aunque descubren va- rias relaciones esenciales 6 naturales del hombre para con Dios y con la vida inmortal (Cartas @ Iren. Il. n. 34. s.) nos advierten igualmente que no bastan nuestras luces y fuer- zas naturales para llegar 4 la perfecta tranquilidad y satis- faccion de nuestros naturales deseos, ni conseguir nues- tro ultimo fin 6 felicidad perfecta: ni bastan las luces de nuestra naturaleza para conocer bien el culto que ahora debemos dar 4 Dios, 6 el modo con que debemos ado- rarle. Por esto hubo fildsofos antiguos que confesaron que era menester esperar que el mismo Dios manifestase el culto que habia de ser de su divino agrado. De donde re- sulta que es muy conforme con nuestra recta razon, 6 muy racional como decia san Pablo (Rom. XIL 4.) el ren- dimiento u obsequio que prestamos 4 las verdades que sabemos por revelacion divina, pues que Ja recta razon nos hace ver el peso de los motivos que tenemos para creer que realmente las ha revelado Dios. Por tanto la ley de la sociedad religiosa natural en cuanto nos dice que de- bemos adorar 4 Dios como es justo, nos conduce 4 otra sociedad religiosa, que es la sobrenatural (Cart, d Iren, WV. n. 30 & 32). 33. Pero como dije en el capitulo antecedente, la s0- ciedad religiosa de Adan -y Eva ya en el estado de la inocencia fué sobrenatusal; y despues del pecado de Adan, 6 desde que se,perdid la inocencia con que Dios habia eriado Ja naturaleza humana, ya no puede haber entre los mortales religion verdadera, 6 verdadera sociedad religiosa, sin que se entre en ella por el llamamiento del Padre ce- lestial, y demas gracias sobrenaturales que Jesucristo nos merecié. Por tanto la sociedad catélica 6 universal divina natural, que voy 4 comparar con la Iglesia militante divina sobrenatural , edificada por Jesucnisto sobre la confesion de san Pedro, es Ja sociedad fraternal de los hombres, di- rigida 4 conseguir los auzilios humanos que necesitan unos caPiToto TH. AnTicULs 1. 29 de otros. Esta sociedad puede Ilamarse sociedad religiosa, porque manda 4 los hombres que adoren 4 Dios y se unan para implorar los auxilios de la Providencia de que necesitan en: Ja vida presente; pero solo puede unirlos con Dios con un conocimiento y amor del Ser divino eterno € infinito que sean muy limitados ¢ imperfectos, como propios de una naturaleza criada y en que el espiritu se la naturalmente unido con el cuerpo. De manera que no puede el hombre llegar 4 su felicidad perfecta 6 cums plida y eterna, por las solas luces ; gracias, y fuerzas na- durales que recibe de Dios, sin las gracias sobrenatura- les que le merecié Jesucristo, y se logran en la sociedad * sobrenatural de la Iglesia militante. Asi resultara de lo que voy 4 decir de los fines y medios de estas dos sociedades; primero de la sobrenatural, y despues de la natural. 34. Los catdlicos no dudamos de que el fin propio € inmediato 4 que esta, y hasta Ja segunda venida del Seffor estara destinado el edificio de 1a Iglesia militante le- vantado sobre la confesion de san Pedro, ha sido, es y sera la salvacion de las almas-de los descendientes de Adan. En efecto, el divino arquitecto de este edificio, que fud el Merbo de Dios hecho hombre, al levantarle se propuso sin duda el mismo fin que se habian propuesto el Padre ce- lestial al enviarle, y el mismo ‘Verbo al venir 4 hacerse hombre; y seguramente Jesucristo al comunicar 4 los apéstoles la potestad 6 mision de extender y regir la Igle- sia, no varié el fin para que la edificé en cumplimiento _ de la mision del Padre. San Pablo (I. Timot. 1. 15.) nos asegura que el] Verbo divino 6 la persona de Cristo Jesus vino d este mundo para salvar a los pecadores; y lo dice con la prevencion de que esta sentencia es verdadera é irre- casable: Fidelis sermo ef omni acceptione dignus, quod Chris- tus Jesus venit in hune mundum peccatores salvos facere. 35. El apéstol. san Juan nos dice en el evangelio (IL, 16. 47.) que es tanto lo que Dios ama al mundo 6 30 “DISENO DE LA IGLESIA. + a los hombres’ mortales, que dié su Hijo unigénito para que todos los que crean en ¢l logren la. vida eterna en vez de ser condenados; pues envié su Hijo al mundo: no para juzgarle, sino para salvar al mundo por la media- cion de su Hijo: Non enim misit Deus Filium suum in mundum ut judicel mundum, sed ut salvetur mundus per ipsum, : oo, - Lo repite san Juan en la epistola L (c. IV. 8 @ 10.) expresando que Dios, que.es. la misma caridad, manifesté principalmente el amor que tiene 4 los hombres envian- do su Hijo unigénito al mundo para que por dl ten- gamos la vida: Filium suum Unigenitum misit Deus in mundum ut vieamus per eum. Le envid para que se ofre- ciese en sacrificio propiciatorio por nuestros’ pecados: Mi- sit Filium suum propitiationem pro peccatis nostris. Tan cierto es que la salvacion de las almas es el fin principal 6 propio de la mision. del Padre y de la vénida del Ver- bo al mundo. .. : . 36. - No lo es ménos:la conformidad del fin de la mi- sion del Padre que habia recibido el divino arquitecto de la Iglesia, con el fin de la mision que comunicé 4 los apéstoles para que extendiesen y conservasen el edifi- cio de la Iglesia, que era la obra 4 que el Padre le ha- bia enviado. Porque ni puede dudarse de que el estable- " cimiento de. la Iglesia, su extension por todo el mundo, y su conservacion’ hasta el fin del mundo, son las princi- pales obras para que el Padre celestial le envié al mundo - (Joan. IV. 34. V. 36-&c.): ni pudo el Sefior usar de expre- " siones mas claras, que las enérgicas: Asi como mi Padre me envid, asi yo os envio tambien 4 vosotros, (Joan. XX. 21.) “| para advertir 4.los apéstoles y “A sus sucesores de que en “el ministerio apostdlico, 6 en las tareas relativas 4 la ex- tension y conservacion de la Iglesia, deben proponerse el mismo fin 6 los mismos fines que se propuso el Seijior al establecerla 6 fundarla. capfruLo 1. ABticuLo 1. 38 37, Los medivs 6 fondos con que Jestcnisto doté y enriquecié 4 la Iglesia militante como divina sociedad 6 compajifa suya, para proporcionar 4 los socios el beneficio 6 logro de la salvacion eterna, y preservarlos del daiio 6 perjuicio de la condenacion eterna; y las armas de que la proveyé como reino suyo sobre la tierra para conquis(ar’ al mundo y defenderse del infierno; son principalmente el infinito valor de los méritos de Jzsucristo, que siendo verdadero hombre para merecer :padeciendo, era tambien, verdadero Dios 4 fin de que-el valor infinito de sus mé- ritos fuese’ muy sobreabundante para pagar la deuda de to- dos los pecados del mundo, y para ganar 4 favor de los mortales los tesoros de la gracia con que.pudiesen adquirir la gloria eterna por mas superior que fyese 4 las suerzas 6 derechos correspondientes 4 nuestra :naturaleza racional. Asimismo los ejemplos y las palabras del Sefior forman la armeria mas 4 propdsito para que en las infinitamen- te variadas situaciones, en que segun los tiempos y cir- cunstancias pueden encontrarse sobre. la tierra la Iglesia _ militante 6 los sécios de ella, que son los soldados de la divina compaiiia de Jesucnisto, hallen pronto en la ora- cion el escudo de la fe, el yelmo de-la esperanza, la es- pada de la palabra de Dios, y las armas de la. activa ca- ridad hasta con los enemigos, y de la paciente constan- cia en las vigilias, carceles, y toda suerte de trabajos 6 tormentos: Scutum fides... galeam Salutis assumite, et gla+ dium spiritus, quod est verbum Dei. Per omnem oratio- nem &c. (Ephes. VI. 16. 17). Estas son las armas de, la justicia general con: que, especialmente Jos ministros. del Sefior, debemos defendernos de los enemigos de nues- tras almas, y ganar para el reino de Cristo 4 los infieles y a los pecadores peleando por todos lados, sea el que fuere el juicio que de nosotros haga el mundo: “Porté= »monos, dice san Pablo, cn todas cosas, como deben por- .xtarse los ministros de Dios, can mucha pagiencia, en. 3a DISENO DE LA IonEsta. - »medio de tribulaciones... de necesidades.... de carceles.... » de vigilias.... con caridad sincera, con palabras de verdad... »con las armas de la justicia para combatir a la diestra y 4 »la siniestra, en medio de honras y deshonras; de infamias »y de buena fama: tenidos por embaidores 6 smpostores, »siendo veridicos.... como menesterosos, siendo asi que en- wriquecemos 4 muchos.” (IL Corinth. VL. & & 40.) 38, Lo mismo que san Pablo, que es el Apéstol por antonomasia, nos enseiia san Pedro, cabeza 6 gefe del apos- tolado; pues hablando con los cristianos que habia entre los judios dispersos por el Oriente, nos dice tambien 4 no- sotros y 4 los de todos los siglos que en cumplimiento de nuestra vocacion al cristianismo debemos ser santos en toda nuestra conducta, in omni conversatione sancli sitis, pues {uimos redimidos no con oro ni plata, sino con la preciosa sangre de Jesucrisro, non corruptibilibus auro et argento redempli estis, sed pretioso sanguine quasi agni immacu- lati Christi. Aiiade que debemos considerarnos renacidos en Cristo para la vida eterna que se nos ha evaugelizado 6 anunciado con la palabra de Dios; y por lo mismo de- bemos purificar nuestras almas obedeciendo fielmente al. espiritu de la caridad, y amandonos unos 4 otros inten- samente (L. Pet. 1. 13 @ 25.). Con tanta claridad nos en- sefian los principes de los apdstoles, que los medios con que |a Iglesia debe lograr su fin particular de Ja salvacion de las almas, no son los tesoros que estima el mundo, ni los ejércitos numerosos, ni las alianzas de las potestades de la tierra, ni las demas fuerzas 6 violencias que teme el mundo, La mision del Verbo encarnado para la salvacion de las almas de todo el linaje humano, es muy distinta de Ja de Moiscs; la cual era para que hubiese un pueblo parti- cular de Dios, en cuya formacion y conservacion se viese que era tinico el Dios criador y sefior de todos los pueblos del orbe terréqueo, y cuya providencia dirige en todo cl mun- do tanto los sucesos naturales 6 necesarios, como los que: CaPirULO Mt, ARTICULO t. 33 Yamamos contingentes. Para lograrse el fin de la mision del Verbo 4 hacerse hombre, no fué necesario ni que cl mar se abriese y luego se cerrase dando paso libre 4 los protegidos.del Sefior, y ahogando inmediatamente 4 Faraon y al ejército que los perseguia, ni que al son de las trom- petas se cayesen las murallas de los enemigos, ni que se ‘ acabase con naciones y pueblos enteros, Basté la sangre del mismo Jgsucristo para plantar la Iglesia, y la sangre derramada por los apéstoles y los martires para extenderla. 39. Concluyamos pues que los medios con que JE~ SUCRISTO doté y armé 4 la Iglesia para que lograse su fin principal 6 propio, fueron el infinito precio de su sangre, las gracias que nos merecid, los sacramentos que institu- y6, la doctrina que nos ensefié,y los ejemplos que nos dejé. A lo que es consiguiente que las tareas principales del ministerio apostélico, 6 los medios con que deben pro- mover la salvacion de las almas aquellos que han recibido’ la mision de Jesucristo para extender y conservar la Iglesia, han de ser el zelo activo en predicar la divina pa-: labra 6 la doctrina del Sefior, en administrar los sacra- mentos con que se difunden sus gracias, y sobre todo en: inculear los ejemplos de desprendimiento de todo lo ter- reno, de sufrimiento, de humildad, de mansedumbre, y * demés virtudes que nos dejé en toda su vida desde que nacié en un pescbre hasta que murié en el suplicio de la cruz. Pues como nos dice el mismo san Pedro, si Dios padecié siendo la misma inocencia, y murié entre dolo~ res ¢ ignominias siendo Dios omnipotente, no fué por ne- ,cesidad, sino para darnos un ejemplo que imitemos, 6 para que sigamos sus pisadas: In hoc vocati estis, quia et Christus passus est pro nobis, vobis relinquens exemplum ut sequamini vestigia eius (1. Petr. IL. 24).- A lo dicho _ sobre el fin de ‘la Iglesia militante y los medios con que’ debe consegnirse , debo afiadir que cuando decimos que la salyacion de las almas es el fin para que fué Jevantado el 34 DISENO DE LA IGLESIA. edificio de ta Iglesia sobre la confesion de san Pedro, ha- blamos del fin particular, propia é inmediato de ella, sin perjuicio de que su fin ultimo y general sea la mayor glo- ria de Dios. Porque en efecto la mayor gloria de Dios es el fin ultimo y general de todas Jas obras de Dios criador, provisor, salvador y glorificador, y debe ser el fin ultimo 4 que dirijan cuanto hacen todas las criaturas inteligen- tes, angélicas y humanas, 40. Consideremos ahora ¢/ fin propio de la sociedad catdlica fraternal de los mortales, y los que se proponen las sociedades particulares en que ésta necesariamente se divide. Con solo considerar al linaje humano extendido como esta ahora por toda la tierra, es facil conocer que - - la ley general de mutuos obsequios y auxilios exige par- diculares uniones entre los hombres para que 4 todos lle- guen los alimentos, la direccion, los consejos y los demas auxilios que necesiten. Y atendida la violencia de las pa- siones y la disolucion de costumbres, es demasiado evi- dente que sin particulares uniones para la mutua defen- sa, bastarian pocos hombres malos para acabar en breve con la mayor parte de los buenos. La sola desigualdad na- tural en edades, fuerzas é ingenios, prueba la necesidad de sociedades en que no sean todos iguales en derechos, . sino que haya distincion de principales y dependientes; y la fiereza sobrado-frecuente de unos hombres contra otros, prueba la necesidad de que haya principales que tengan derecho para reunir las fuerzas de todos contra cualquie- ra que abuse de las suyas propias en daiio de otro. De ahi resulta que son 4 lo ménos cuatro las sociedades par- _ ticulares en que se distingue Ja general sociedad fraterna: a saber, sociedad meramente natural, 6 de toda la tierra: sociedad de nacion 6 politica, 6 de toda una vasta re- gion: sociedad civil, 6 de todo un pueblo; y sociedad do- mestica, 6 de todas las personas de una casa 6 familia particular. CAPITULO III. ARTICULO T. 35 En estas cuatro sociedades vemos una progresiva di- minucion de socios, 4 la cual corresponde un progresivo aumento de vinculos y de obligaciones; y vemos tambien que son tanto mas frecuentes 6 importantes los auxilios que facilitan 4 los socios, cuanto son mas seguros 6 mas estrechos los vinculos con que los unen 4 todos entre si. Por esto en la sociedad domestica, que es la de mé- nos individuos, reciben los socios mutuos auxilios para Jos alimentos diarios, en las enfermedades y en cual- quiera urgencia con mayor facilidad y continuacion que en la eévil. Concluyamos pues que en la sociedad caté- lica fraternal se hallan reuvidos todos los hombres del mundo, y cada uno de ellos esta unido con todos los de- mas con un yinculo igual, que es la ley grabada por Dios en nuestros corazones de que nos amemos y nos socorra- . mos como hermanos. Las tres sociedades particulares do- mestica, civil y politica son consccuencias inmediatas de la sociedad general; pues sin estas particulares reunio- nes no podrian verificarse los mutuos auxilios que la ge- neral manda. Y parece que cada una de las tres tiene por particular fin una de las tres clases en que suclen divi- dirse los auxilios que unos hombres necesitan de otros hombres: 4 saber, /a domestica para los auxilios de ali- mento, vestido, habitacion y demas necesario 4 la con- servacion, salud y perfeccion del cuerpo: Ja civil para los auxilios de instruccion y educacion , con que se aumen= tan las luces, y se asegura la rectitud del entendimiento y la virtud de la voluntad, 6 la buena formacion del dni~ mo; y por ultimo la politica tiene por fin propio 6 pe- culiar la administracion de justicia en la defensa de los derechos, y cuplimiento de los deberes naturales de cada hombre respecto de los demas: la cual defensa debe ex- tenderse contra -todos los enemigos 6 alaques que des- truyan 6 impidan cualesquiera bienes verdaderos del cuer- po 6 del alma; ya sean naciones enemigas, ya bandadas 3 36 . DISENO DE LA IGLESIA. de Geras 6 plagas de insectos, ya reuniones de hombres feroces del mismo pais. 44. De cualquier modo debemos concluir que el fin principal de Ja sociedad general fraterna del linaje humano, y de las particulares en que se divide, se reduce 4 auxilios humanos para la prosperidad 6 felicidad del hombre en su vida mortal; 4 la cual por lo mismo se dirigen las fuer- zas 6 los medios que tiene el hombre por su naturaleza de animal y de racional para contribuir 4 la vida, conserva- cion y perfeccion de los demas hombres en este mundo. Por lo mismo basta reflexionar lo que poco 4ntes diji- mos, que el fin principal de la Iglesia militante es la sal- vacion eterna de las almas, y Jos medios para conseguir este fin son las gracias y los dones que nos merecié JE- SUCRISTO en su pasion y muerte, para conocer cudn gran- de es la distincion que hay entre las dos sociedades caté- licas y divinas, natural y sobrenatural, del linaje humano, por razon de los distintos fines 4 que Dios las dirige, y de los medios que da 4 cada una para el logro de su fin. Veamos ahora la diferencia entre las potestades de ellas, y otras desemejanzas consiguientes, . ARTICULO IL Se compara, la potestad civil con la eclesidstica, y se dé una verdadera idea de aquella. 42 La potestad civil y la eclesidstica se distinguen segun la mézima del papa san Gelasio. 4.3 Con cuyo motivo se aclaran algunas ideas, 44 como las de sociedad, y de autoridad social. 45 Los principa~ les derechos y cargos de la potestad suprema civil son distintos de los de la autoridad de los obispos. 46 Es mutua la dependencia ¢ in- dependencia entre las dos potestades. 47 La suprema civil se extien- _ de, sobre todos los individuos y todas las corporaciones de su pais. 48 En que consiste ef buen érden de la disciplina publica. 4g 7. 50 La potestad civil nace de distintas fuentes; pero toda viene de Dios, 51 Sq compara el derecho de mandar que tiene la potestad capfroLo m1. ARTICULO TI. 39 - eon el derecho de defenderse el sibdito. 52 Se explica eémo es pro~ pio de la potestad suprema el derecho de reunir las fuerzas fisicas de los socios; 53 y cémo la potestad de un padre de familia puede ser suprema sobre los kijos y demds domésticos. 54 y 55 Se propone la soberania paterna de Adan como modelo de toda especie de potestad civil. 56 Las tres clases de potestades supremas , asi absolutas como temperadas, pueden ser conformes con la ley natural. 57 Se trata de Jas mudanzas de forma de gobierno, de las de personas y de fami- fias que mandan: 58 en cudles mudanzas suelen ocurrie dudas gra- visimas. 5g Se propone una méxima practica para terminarlas, y pre- caver los disturbios 6 guerras que de ellas nacen. 60 Se distinguen dos clases de enemigos de todo gobierno nuevo. 61 Suele haber gran distancia entre los principios y la continuacion de tales intentonas con- tra el gobierno. 62 La continuacion siempre compromete la salud del pueblo. 63 Pero jquien decidird en tales casos qué es lo que exige 1a salud del pueblo? 64 Oportunidad de la méxima propuesta para asegurar la salud del pueblo contra los mayores peligros: G5 y para restablecer la quietud piblica sofocando los mas crueles disturbios. 66 y 67 La mdxima propuesta estdé sélidamente fundada en la doc- trina y en los ejemplos de JesUcntsto. 42, Al principio del mundo, especialmente en Ia lar- ga vida de Adan y de Noé, se hallaron reunidas en una misma persona fisica las dos potestades sociales nafu- ral 6 de auxilios humanos, y subrenatural 6 de la ver- dadera religion. Adan en sus primeros ailos fue padre, cabeza 6 gefe de una sociedad rigorosamente doméstica 6 de familia: lo fué despues de una sociedad civil divi- diendo en varias casas 6 familias particulares 4 algunos de sus hijos, 4 cada uno de los cuales confiaba la direc- cion de la nueva familia compuesta de sus propios hijos y descendientes. Luego de reunidas algunas de estas fami- lias hubo ya un pueblo, del cual Adan fuéd el gefe civil. Y¥ como la multiplicacion de: los hombres exigia mayor extension de terreno para la labranza y pasto de ga- nados, no pudo tardar mucho en haber gran numero de pueblos de que seria Adan el rey 6 monarca, teniendo sobre todos la potestad 6 autoridad social suprema con el titulo de autor de todus los socios. Asimismo en cuan- 38 DISERO DE LA IGLESTA. to a la religion sobrenufural, Adan respecto de todos sus descendientes, y en cada familia el padre 6 gefe respecto de los socios 6 miembros de ella, eran los depositarios y los maestros de las tradiciones de la doctrina revelada, y tos presidentes de las funciones del culto divino de que eran ministros tambien sus hijos, como lo son ahora los obispos con los presbiteros y con los diéconos. Pero yo deseo hablar Unicamente del mundo como ahora esta; y de la distincion que hay entre las dos potestades segun la célebre maxima de! papa sau Gelasio en su carta al emperador Anastasio. 43. En ella le dice en substancia: “El gobierno de »este mundo, oh Emperador augusto, esta principalmer- »te encargado por Dios 4 dos autoridades: 4 la autoridad » Sagrada de los obispos, y 4 la potestad Real de los re- »yes y emperadores.” Le recuerda que ¢l mismo se suje- ta 4 los obispos en Jo pertencciente 4 su salvacion, y en Ja recepcion de los sacrameutos, reconociendo que la re- ligion le obliga 4 obedecerles en estas cosas: Subdi te de- bere cognoscis religionis ordine; y lucgo aiiade que tam- bien los obispos obedecen 4 sus leyes en cuanto al drden de la publica disciplina, conociendo que cl Emperador re- cibe de Dios el imperio 6 la publica potestad. En el Apén= dice ILf, num, 381 y siguientes, procuré explicar qué en- tendia cl santo Papa con la expresion orda publica dis~ cipling, que dice estar confiado por Dios 4 la potestad Real 6 civil; y de lo que alli dije y he indicado en otras partes, voy 4 reunir algunas maximas 6 principios para que se forme exacta idea de la potestad civil, comparan- dola de paso con Ia eclesidstica, de cuyo caracter se trata- ra despucs de propédsito, . I. Es evidente que el santo Papa con el nombre de potestad Real entiende la suprema civil 6 soberana de cada nacion 6 pueblo en union con los dependientes de ella, 6 bien sean los encargados de los distintos ramos de administracion de justicia, de hacienda publica, 6 de . caPfruto M1. ARTICULO Tt. 3g milicia; 5 bien los gefes de las sociedades menores domés- licas y civiles subordinadas 4 la suprema civil 6 Real. Il. En las potestades subalternas 6 subordinadas de un pais, no nace 6 viene de la potestad suprema sobera- na de él la energia 6 potestad fisica que aquellas tienen para el buen desempeiio de sus oficios, como las fuerzas del cuerpo y la viveza del ingenio. La potestad que el juez, el coronel 6 el intendente reciben de la potestad soberana, es la pofestad moral, la autoridad 6 el derecho de dirigir, juzgar y mandar \o preciso, y de reunir las fuerzas fisicas de otros socios en cuanto sean necesarias para ejecutar lo que convenga al recto fin de su oficio. 44. IIL. Solo merece el nombre de sociedad humana Ja junta 6 reunion permanente de personas racionales uni- das con direccion d un recto fin. Por consiguiente para formar exacto concepto de cada sociedad de por si, y de las relaciones que hay entre ellas, nunca debe perderse de vista nie} fin propio y peculiar de cada una de ellas, ni los medios 6 sendas con que se dirige 4 su fin, ni las relaciones que hay entre Jos fines y los medios de unas y otras, IV. Por punto general debe suponerse que la auto- ridad, 6 potestad social, no es mas que la autoridad que por derecho natural conviene al gefe de la sociedad (véa- se Cartas é Irenico IV. nim. 44); y por consiguiente el gefe de cada sociedad humana tiene, por la ley eterna de Dios impresa 6 grabada en las luces naturales de la recta razon, la autoridad 6 potestad moral, 6 derecho de regir 6 dirigir, ya sea instruyendo, ya sea aconsejando, ya sea mandando 4 los demas socios, segun convenga 6 sea pre- ciso para la consecucion del recto fin 4 que la socie~ dad se dirige: Con este derecho va unida la obligacion de dirigir bien 4 los demas socios: al modo que en estos, que son los dependientes ¢ inferiores, el derecho de ser bien dirigidos por el gefe hacia el fin 4 que la socie~ ho DISENO DE VA IGLESIA. . dad aéspira, va unido con la obligacion de obedccerle. 45. V. De ahi resulta, con presencia de lo dicho n. 41, que el principal cargo de las potestades supremas civiles es la administracion de justicia, y la defensa de los de- rechos de la sociedad en comun y de los socios en particu- lar; y el principal derecho 6 medio para lograr estos fines que tienc la potestad civil superior 6 suprema, es el de reunir las fuerzas fisicas 6 naturales de los socios que sean necesarias para defender los derechos. comunes 6 particu- lares, y con ellas forzar 6 usar de fuerza 6 de violencia fisica para que los malos socios, aunque sea contra su voluntad, cumplan con sus deberes 6 con lo que deben 4 la sociedad misma 6 4 los socios particulares de ella. VI. Igualmente el principal cargo de la potestad 6 autoridad religiosa 6 de la Iglesia, es el fomento de la ca- ridad: esto es, de la veneracion y amor que los hombres deben 4 Dios, y del amor que se debeu unos 4 otros para Hegar 4 ser felices; y téngase presente que hablamos de la sociedad y autoridad religiosa sobrenatural, porque sola ella puede conducir al hombre 4 una felicidad que sea verdadera en esta vida, y completa 6 perfecta en la vida eterna. Por consiguiente el principal derecho de la potes- tad religiosa es en érden 4 los gentiles 6 judios el predi- car 6 bautizar 4 cuantos pueda, 6 introducirlos en su re- ligion; y 4 los que ya la profesan instruirlos bien en los misterios y preceptos, y administrarles los sacramentos de ella; y ademas con exhortaciones, consejos y mandatos, y sobre todo con buenos ejemplos, procurar que la fé y la caridad tanto en los simples ficles, como en los ministros de la Iglesia, sean vivas y ardientes. De esta manera el buen orden de la Iglesia militante resplandecera, y se dara 4 eonoeer 4 todo el mundo por la paz y mutuo amor en- tre los socios, y por la firme confianza y fiel amor de to- dos hicia Dios, como reclo camino que los conduce 4 su fin ultimo 6 principal, que es la bienaventuranza eterna, caPfrvLo MI. anTicoro M. Ge ‘46: VIL. Cuando se dice quo’ la potestad sobrenatural 6 eclesidstica es independiente de toda potestad: naturdt hasta de la suprema potestad civil del pais en que se ha- Ila, y que tambien Ia natural 6 civil es independiente de la sobrenatural 6 celesiastica; solo se pretende que cada una de ellas puede conseguir su propio fin sin la menor subordinacion ni auxilio de la otra. Por lo mismo se re+ conoce que de esta mutua independencia nace la mutua dependencia de que los socios de la sociedad natural 6 civil no pueden conseguir la felicidad eterna, 6 el fin de la so- ciedad sobrenatural de la Iglesia de Jesucnisto, sin entrar en ella 6 sin’ recibir los auxillos sobrenaturales de ella; ni pueden los cristianos gozar de la tranquila y pacifica po- - sesion de una vida cémoda que pueda Mamarse felicidad de la vida mortal, sin \os auxilios de Ja sociedad humana; 4 Jo ménos de una sociedad doméstica, que sea suprema 6 in dependiente, y tenga fuerzas bastantes para sd defensa atenr didos los tiempos y lugares (Vease Observaciones, n..192). 47. VIL La potestad Real 6 suprema civil de un pais pucde ejercer su imperio, 6 tiene igual derecho: de mandar 4 todos los socios en cuanto sea preciso para. re« mover 6 precaver todo trastorno de la tranquilidad, y de la propiedad del pblico y de los socios particulares, Mas aunque este derecho de la soberania civil se extiende igual- mente sobre todas las sociedades 6 corporaciones particu- lares del pais, y sobre todos los socios de cada una de ollas: sin embargo la misma recta razon 6 ley natural obli- ga 4 muy notables distinciones; ya entre las distintas socie« dades, segun el origen de Ja potestad que en ellas se ejers ce, 6 del fin 4 que se dirige: ya entre Jos socios, segun la distincion de sexos, de edades, de fuerzas naturales, y de bienes de fortuna: ya tambien en distintos tiempos y lu- ares,” segun exigen las opiniones 6 !as costumbres de los pueblos. Asi, por ‘ejemplo, justo es ‘que la suprema potes- ted. civil ‘wespete mucho los derechos naturales de las sox . 6 4a DISENO DE LA IGLESIA. ciedades de matrimonio, de padres é hijos, de muchos dhermanos, de amos con criados, y demas reuniones de va~ rias personas humanas en una misma casa 6 familia, con el fin de vivir mas tranquila y cémodamente uni¢ndose en el trabajo, en los gastos de comida, vestido, habitacion y defensa de todos. Pero por lo mismo debe la potestad superior administrar justicia en cualquiera queja, 6 del gefe contra alguno de los socios inferiores, 6 de estos entre sf 6 contra aquel; pues el buen drden de aquella familia cs una parte del buen érden de toda la sociedad civil, Debe fgualmente velar en que ni una sociedad de familia per- judique 4 otra, ni los gefes de algunas perturben 4 los de- mas; y sobre todo en que en ninguna sociedad ni domés- tica de una 6 muchas familias, ni de ciencias 6 artes, ni natural ni convencional, se procure encubrir bajo la capa del fin propio 6 peculiar suyo ningun proyecto 6 maxima perjudicial 4 la quietud publica del pais. 48. IX. Con presencia de lo dicho hasta aqui es fa ‘cil entender la expresion ordo publica discipline, de que usa el sabio papa san Gelasio en su memorable sentencia, La voz disciplina en este lugar, tanto en latin como en castellano, debe tomarse en la significacion de regla, dr- den y metodo en el modo de vivir, que es el sentido en que se aplica 4 las corporaciones de la milicia y de los estados eclesidsticos; y el adjetivo publica aplicado 4 la dis- ciplina debe tomarse en contraposicion 4 cosa privada, Por tanto decirnos san Gelasia que al Emperador le ha dado Dios el imperio quantum ad ordinem pertinet publice dis- eipling, es decirnos que 4 la potestad Real 6 civil le toca el celar que todos, hasta los obispos, guarden el buen érden de vivir cn publico arreglada y metédicamente: esto es, le toca celar que ningun hombre ofenda los derechos naturales de los demas, y que todos cumplan con sus de- heres licia los otros. Es ensefiarnos que es propio de la _suprema potestad: civil el derecho de reunir las fuersas capfruLo UL anTicoLo n. 43 naturales de los socios para administrar justicia, compe- liendo si es preciso con violencia fisica 4 los malos so- cios para que no dajien 4 los demas, Es decirnos con la expresion de publica que el gobierno imperial 6 supremo no tiene 4 su cargo la direecion econdmica 6 domeéstica de las sociedades, corporaciones 6 familias privadas, para que procedan con buen érden hacia el fin privado 6 propio de cada una; pero debe sostener el buen Orden pie blico, precaviendo que bajo la capa del fin propio 6 pe- culiar de algun socio 6 sociedad privada se fomente al~ - guna maxima 6 proyecto contrario 4 la quietud publica; y ademas debe protejer las tareas tanto de los socios indi~ viduos, como de las socicdades 6 corporaciones reconoci~ das por el gobierno civil: de modo que todas puedan pro» mover con duen drden el fin peculiar de cada una. Por ultimo, es advertirnos que el gobierno imperial 6 supre~ mo civil debe valerse de las fuerzas que tiene, para de- fender no solo la independencia y la libertad general del pais contra la invasion de enemigos extranjeros, sino tam- bien la libertad civil y la propiedad de las personas fisi- cas y morales contra toda suerte de ofensa 6 injuria, 4 fin de que en todas partes vivan Jos ciudadanos con la tranquilidad 6 contentamiento que nace de! buen drden publico, : A estas especies con que en el Apendice III. expliqué la sentencia de san Gelasio, creo preciso aiiadir algunas otras para precaver las ilusiones que tanto fomentan los dos opuestos fanatismos politicos y los dos religiosos; de ecuyos fatales resultados tenemos por desgracia sobradas experiencias, . 49, X. Como dates se dijo, los hombres que son todos hermanos en la sociedad general, en cada una de las par- ticulares forman dos clases distintas; 4 saber, de princi~ pales 6 gobernantes, y de gobernados y dependientes. Los padres 6 principales estan en las sociedades particularcs DISENO DE LA IGLESIA, * en lugar de’ Dios, y la potestad paternal que ejereen es una emanacion 6 consecuencia de la autoridad 6 potestad del mismo Dios. ¥ es de advertir, que en cada una de las sociedades particulares el padre 6 principal puede ser una sola persona fisica, y pueden ser muchas que reu- nidas formen una sola persona moral. El derecho 6 po- testad moral de mandar que tiene la persona fisica 6 mo- ral que es cabeza de la sociedad, 4 veces nace inicamen- te de. la ley natural sin que preceda ningun verdadero pacto, como en la sociedad natural de los padres con los hijos; pues debiendo todo verdadero contrato 6 pacto ser moralmente libre, seria muy ridiculo todo contrato 6 pac- to imaginado entre los padres y cl hijo, para que aque- Ilos puedan mandarle, y éste deba obedecerles. A veces la principalidad 6 potestad social supone un contrato libre antecedente de los socios, al cual suceden varios derechos y deberes dictados por la misma naturaleza, y entre ellos Ja superioridad de una de las personas contratantes res- pecto de la otra, Asi sucede en la superioridad del ma- rido sobre la muger. A veces tambien se forma sociedad doméstica 6 de familia en fuerza de verdadero contrato, 6 de consen= timiento /ibre, sin mas impulso natural que el deseo de prestarse algunos 6 muchos hombres los mutuos auxilios * que'exige la fraternal sociedad del liaaje humano. Tales son las sociedades'entre los amos y los criados, que en- iran en la familia del-amo en fuerza de contrato libres y con mas razon la sociedad de familia con que se reunen algunos naufragos en pais desierto para defenderse de las fieras, y buscar alimentos; 6 tambien en paises civilizados algunos solteros libres'que se juntan en una casa 6. fami- lia para vivir con mas comodidad. Estos pueden pactat que ninguno de ellos sea mas que los otros, y que la plu- ralidad de yotos deba decidir las-dudas que ocurran so~ bre su bien estar; 'y en este caso la junta de todos es. el CaniTuco nt. ARTICOLO IT. . & padre-6 principal que dirige y- manda, y los Socios parti2 culares son los hijos y subditos dirigidos y gobernados, Pero es facil observar que tambien en estos casos tantd la potestad de mandar que tiene la persona moral 6 el voto comun, como la obligacion de obedecer que tieneri los socios particulares, nace de la ley natural que manda cumplir con lo que se promete, contrata 6 pacta. 50. Y¥ de lo dicho resulta que la recta razon natural con. solo: dictar que toda sociedad de personas 6 de fami- Nias ha de tener por fin el bien de los socios, 4 imita~ cion de lo que hace el buen padre con los hijos; nos de- muestra tambien que toda potestad social doméstica 6 ci- vil ha de venir del autor de la naturaleza 6 de Dios, co- mo fundador- de la sociedad fraternal catélica de todos los hombres vivientes. Y esta verdad declarada por la razon natural, nos consta tambien por la luz de la revelacion divina; bastando citar‘ la expresion de san Pablo: “No hay potestad, que no venga de Dios: Non est potestas, nisi & Deo.” (Rom. XUl. 4.) : 54. En toda sociedad civil debe atenderse al bien co- mun de la sociedad, distinguiéndole del particular de ca- da socio. La potestad 6 la persona (sea moral 6 fisica) Principal 6 gobernanie, tiene el derecho y el deber de de- fender el bien de la sociedad, sin negar 4 ningun socio el derecho de defensa de su propio bien. Lo delicado & importante vs conocer hasta donde ‘se extiende en el que amanda el derecho de mandar, y en el particular 4 quien se manda la obligacion de obedecer, en cuanto 4 los sa- crificios que el bien comun exige de los particulares en érden 4 la propiedad y libertad de ellos. Sobre lo cual baste decir por una parte, que ninguna ley 6 mandato ciertamente injusfo induce obligacion moral, Si la injuse ticia es dudosa,.el particular mientras esta en duda debe obedecer, porque la presuncion de la justicia de la ley 6 mandato esta 4 favor de quien manda, Pero si el que ha DISERO DE LA IGLESIA. de obedecer est4 cieréo de que la ley 6 mandato son in= - justos, puede defender su libertad 6 propiedad individual, contra Ja ley injusta que le perjudica; bien que muchas veces el particular debe hacer lo que se Je manda injusta~ mente en fuerza de la obligacion natural que-tiene de evitar males peores, cuando no puede evitar todos los que Ile amenazan: como sucede ficilmente cuando el injusto mandato viene de la potestad suprema del pais. Porque si el superior que manda es una potestad domestica 6 sue balterna civil, podra el subdito en su defensa acudir al soberano 6 potestad suprema del pais. Pero si quien man- da es la potestad suprema, cella sola tiene el derecho de reunir fuerzas fisicas para hacerse obedecer; y asi el de- recho de defensa no permite al suibdito otro uso de fuer- zas fisicas, que de las propias 6 de amigos para huir 6 defender su huida, 52. Alderecho 6 potestad moral, y al deber que tiene toda potestad civil en érden 4 la defensa del bien comun de la sociedad, es consiguiente el derecho particular que tiene de reunir las fuerzas fisicas de los socios para repe- ler, contener y castigar 4 toda suerte de enemigos siem- pre que lo juzgue preciso. Porque atendidas las frecuen- tes injusticias de unos hombres contra otros, es’ evidente Ja necesidad de sujetar con cadenas, carceles, ui otros me- dios violentos 4 los socios criminales, para defender con= tra su audacia, sus armas, sus artificios y sus fuerzas, el buen érden de la sociedad, y Ja vida, la propiedad y la li- bertad de los demés socios; y no es menos evidente que pa- ra esto no bastan las fuerzas fisicas de la persona moral 6 fisica en quien esté depositada la potestad social. De don- de se sigue que esta potestad tiene por la Jey natural en toda sociedad civil el derecho de reunir las fuerzas fisicas de, los demas socios contra los criminales de ella, como _gambien las de todos los socios contra los enemigos exter- “nos, Adem4s toda potestad social, que sea independiente 6 caMruto In, AnTicuLo 1. hy suprenia, débe tener el poder legislativo, esto és, de hacer y variar las leyes de la sociedad, Debe tener el poder ju- dicial, 6 de juzgar de qué parte esta la justicia en cuantas dudas 6 disputas ocurran sobre derechos y deberes, ya sean de los socios 6 sociedades particulares entre si, ya sean de algun socio 6 sociedad doméstica contra las mis+ mas autoridades supremas civiles: € igualmente el de juz gar 4 los perturbadores del buen érden de la justicia pu- blica, y condenarlos 4 las penas impuestas por las leyes. En fin, toda potestad suprema debe tener el poder eje= eutivo de un buen gobierno; 4 quien toque el puntual cumplimiento de las leyes y decretos del poder legislati- vo, y de las sentencias y autos del judicial, para cuyo cumplimiento se deja 4 su disposicion toda la fuerza fisi- €a publica de la sociedad. : El derecho de reunir las fuerzas fisicas de los socios, que la razon. natural demuestra necesario en toda sociee dad civil, san Pablo le contrae 4 las potestades supremas 6 superiores: potestatibus sublimioribus ; pues de ellas ha- bla (Rom. XIll. 4.) cuando hace mencion de la espada 6 del derecho de usar de ella, como ministros de Dios; No en vano, dice, se cifie la espada, siendo coma es mi= nistro de Dios, para ejercer su justicia castigando al que obra mal, En efecto cuando muchas familias estén reu~ nidas en un pueblo, ya no es menester que el padre 6 gefe de cada familia tenga el derecho de la espada, 6 de reunir fuerzas fisicas para atar, encerrar 6 castigar hase ta con pena de muerte 4 quien lo merezea. Basta que esta potestad moral 6 este particular derecho le tenga la potestad suprema 6 soberana, que es superior 4 las potestades subalternas civiles 6 domésticas de los pueblos 6 familias sujetas 4 aquella soberania, 53. Sin embargo se debe tener presente que una sociedad doméstica puede hallarse sola ¢ independiente en un desierto; enténces el padre 6 gefe de aquella fa- 48 DISENO.DE LA IGLESIA. » milia no tiene sobre si otra potestad, y por lo mismo eg independiente, es la superior suprema de Jos socios, y tie- ne sobre ellos el derecho de la espada en toda extension, hasta en la pena de muerte. La cual es mas facil que de- ba imponer la potestad suprema en una sociedad domés- tica de poca gente metida en un desierto, que on las s0- ciedades mayores, por lo mismo que no hay los medios de encierro, tadenas, guardias y demas para defender & los socios contra la audacia y fuerza del criminal. 54. Para mejor formar concepto de las relaciones entre la potestad suprema social y las domésticas, creo que lo mejor es considerar su principio en la autoridad paterna de Adan, que primero pudo considerarse potes- tad social domestica 6 de familia: luego civil 6 de pucblo; y en fin politica 6 de muchisimos pueblos y vastos pain ges, En Adan con Eva y sus primeros hijos fundé 6 for- m6 Dios la primera sociedad de familia 6 doméstica: la cual fud el fundamento de Ja primera sociedad civil, y de toda la sociedad catdlica fraternal de los mortales des- cendientes de Adan. Porque sin duda el primer padre al paso que se iba aumentando su familia, para mas facilitar & todos sus descendientes los auxilios de. alimento y demés necesarios, absolveria de la patria potestad 4 sus hijos, y los iria constituyendo gefes 6 padres de familia de sus respectivos hijos 6 nietos, reservandose la autoridad. su- prema para asegurar cl buen drden publico, y formando asi una nueva sociedad mayor civil 6 de pueblo, en que estuviesen reunidas las nuevas familias; de las cuales se fuesen formando otras nuevas y nuevos pueblos, al modo que de las primeras se formé uno, y quedando siempre la potestad suprema politica 6 soberana en Adan (Véase Gart. ad Tren, V. 17.).Este, como autor 6 fundador de das nuevas sociedades, disgondria que en cada una de ellas, asi de familia como de pueblo, fuese el primer gefe’ _ 6 padre comun el que_lo era realmente de cuantos la com~ CAPITULO MI. ARTICULO HI. ponian, micntras viviese; pero fué muy natural que va~ rias veces por muerte de éste, por su excesiva vejez 6 por otra causa, la recta razon mandase poner la potestad. social de una familia 6 pueblo en ‘quien no fuese padre de ella, sino en otro varon eminente, 6 en la junta de algunos escogidos, 6 en la de todos los hombres de tal edad 6 de tales circunstancias: lo que pudo ser justo de muy varias maneras, segun vyariasen las circunstancias. 55. De ahi resulta que la autoridad de Adan sobre sus hijos y descendientes siempre fud soberana, 6 supre- ma € independiente. Por lo mismo puede servir de mo- delo 4 todas las sociedades particulares que haya entre los descendientes de Adan: no solo 4 las menores 6 do- mésticas, y 4 las medianas 6 de pueblos; sino tambien 4 las politicas que suelen Hamarse soberanas, y distinguirse en tres clases 6 formas diferentes; 4 saber, monarquia, aristocracia, y democracia. Cualquiera de estas tres po- testades supremas se llama pura, simple 6 absoluta cuan- do los tres poderes estan reunidos en una sola persona: ya sea fisica, como en el monarca; 6 ya sea moral, como. lo son el cuerpo 6 cuerpos privilegiados cuyas personas son las unicas que intervienen en el gobierno de la -aris- tocracia, y el cuerpo de personas del estado comun de que se forma la democracia. Pero cuando los tres pode- + Yes no estan reunidos en una sola persona moral 6 fisi- ea, la republica y su gobierno suclen Ilamarse mixios 6 demperados, compuestos 6 confusos, Por esto se llama ¢emperada una monarquia, como la de Inglaterra, cuando para hacer 6 derogar leyes, para poner 6 quitar contribuciones, 6 para otros actos pro- pios de la potestad suprema 6 soberana, ha de interve~ nir 4 mas del monarca alguna potestad no recibida de él. Son tambien ¢emperadas la aristocracia g la democracia, cuando alguna parte de los tres poderes esté confiada 4 personas del pueblo en_la aristocracia, 6 reservada 4 pete . 7 50 DIsERO DE LA IGLESIA. sonas de clase determinada en la democracia. De esta ma- nera en las monarquias temperadas, la soberania absolu- fa no esta toda en la persona fisica del Rey, sino en la persona moral que reune la supremacia de los tres pode- res, Sin embargo el nombre de Soberano suele mirarse como titulo honorifico afecto 4 una sola persona, y se dé al Rey 6 Monarca tambien en las monarquias tempera- das, como vemos en Inglaterra: lo que con igual razon se observa en el titulo 6 tratamiento de Magestad. 56. En efecto la recta razon demuestra que pueden, ser conformes con la ley natural, que es la misma vo- Juntad 6 ley eterna de Dios, las varias formas regulares de gobierno civil como de monarquia, aristocracia, y de- mocracia, varios modos de temperamento 6 mezcla de estos, y tambien la mudanza 6 variacion de las formas de gobierno que las sociedades civiles recibieron de sus pri- meros fundadotes, por respetables que sean las leyes fun- damentales que dieron 4 su sociedad. Pues la misma rec- ta razon y la experiencia demuestran, que si fué facil que cualquiera de las indicadas formas de gobierno, al tiempo de la fundacion de una sociedad, fuese conforme con la recta razon natural 6 con la justicia; tambien lo es que con el tiempo se introduzcan abusos muy injus- tos, y contrarios 4 la razon. Y lo que es mas, la recta razon tambien demuestra que muchas veces los mismos que conocen [a enorme injusticia de la mudanza que se hace, 6 del abuso que se introduce, estén obligados en conciencia 4 sufrirla para evitar mayores males, Asi, por ejemplo, manda sin duda la ley natural que el conquis- .tador, en guerra que por su parte es injusta, no puede adquirir ningun derecho de conquista; porque donde no hay justicia, no hay derecho, Sin embargo la misma ley natural que manda que no se cometan injusticias, tam- bien manda que se sufran cuando de no sufrirlas se e+ ‘men con razon. peores males, Con este motivo manda la caPfruro I, ARTICULO IL Si ley natural, segun lo que se lama derecho de gentes, - que la guerra por lo comun se repute justa por ambas partes, cuando se hace entre soberanos 6 pueblos entre si independientes, cada uno de los cuales es el ultimo juez en las dudas de si el bien comun de su sociedad exi- ge la guerra. Por lo mismo los pucblos conquistados in- finitas veces se han visto obligados por la recta razon 4 eeder 4 la injusticia del usurpador, y con un consenti- miento que es libre, del modo que lo es el del navegante que arroja al mar sus mercaderias, cuando el peso le hace temer un naufragio; 6 4 lo ménos con la acquiescencia, esto es, no oponiendo resistencia alguna por miedo de ocasionar con ella la total ruina del pueblo. Y claro esta que en todos estos casos pueden ser equivocados 6 falsos, aunque sean inculpables, los juicios tanto del usurpador y del desposeido,. como del pueblo y del gobierno que cre- yeron justa 6 licita su guerra 6 su resistencia. 57. De esta manera la historia nos presenta varias mudanzas de persona 6 de familia en el gobierno de un pais quedando la misma forma que Antes, 6 variacion de formas de gobierno quedando la misma persona 6 familia: mudanzas que se suponen autorizadas por la anuencia 6 el consentimiento del gobierno 6 del pueblo perjudicados en ellas, Pero las mas veces el mismo consentimiento no puede justificar la conquista, por ser en perjuicio de ter- cero, 6 por ser injusto por otra razon, aunque sea ex- cusable. Lo que hace en tales casos el consentimiento 6 acquiescencia del agraviado, es proporcionar al conquis- tador, 6 4 sus herederos, que adquieran con el tiempo algun titulo que justifique la posesion de lo que habian adyuirido con injusticia, 58. Quien reflexione sobre tales mudanzas (jy qué hombre amante de la humanidad y del cristianismo pue- de dejar ahora de reflexionar sobre las que ocurren en -el mundo cristiano?) tropezar4 luego en varias dudas que 5a PISENO DE LA IGLESIA. + se le obscureceran con la confusion de ideas con que suele usarse de las voces legitimo y legitimidad. Observemos si- quiera que hay gobiernos de conquistadores antiguos que no se duda que llegaron 4 tenerse por legitimos, como el imperio de los romanos, y despues el de los godos en Espaiia: el de los demas pueblos birbaros que se repar- tieron el imperio de Occidente: el de los latinos en Cons- tantinopla, Jerusalen y Aténas durante las cruzadas, Pero no seria facil averiguar si algunos de estos Iegaron, y cémo y cuando pudieron Megar a ser legitimos, con la legitimidad interior 6 de conciencia, por ser verdadera- mente conformes en todo con la justicia que.es de, la primera intencion de la ley natural. No ménos dificil fue- ra el examen de Ja justicia verdadera y completa de va- rias mudanzas de gobierno, ya en las familias reinantes, como la introduccion de la de Pipino en Francia; ya de Ja forma de gobierno, como en Roma el transito de mo- narquia en republica, y de republica en imperio. Sin em- bargo no creo que nadie ponga en duda la legitimidad de los indicados nuevos gobiernos, 4 lo ménos despues de concluida la conquista, en cuanto 4 la impunidad civil 6 conformidad con el derecho de gentes. De la cual re sultan dos efectos de legitimidad interior 6 de conciencia en las relaciones que hay entre el conquistador y el con- quistado, Porque sin duda desde que el gobierno del con- quistador esta de hecho constituido en un pais, aunque sea por mera acqguiescencia de los interesados, ticne cl - conquistador la obligacion de conservar el buen érden de aquella sociedad, y administrar justicia para defender los derechos de los socios particulares; y tienen estos la oblie gacion de obedecer al nuevo gobierno y de ningun modo perturbar e] buen drden de la justicia publica. No creo, digo, que nadie dude de estos dos efectos de legitimidad verdadera de la ley natural, desde el punto en que los nuevos gobicrnos quedaron constituidos de hecho con .ac~ capituLo it, ARTicUiO II. 53 quiescencia é consentimiento ya de los mismos pueblos, ya de los interesados en el gobierno antiguo. 59. Cuanto mas discurro sobre las dudas indicadas, mas claro veo que es imposible resolver aun las antiguas con alguna seguridad; y'mas imposible sacar de ellas luz para resolver las que ahora fomentan tanto el espiritu do- minante de insubordinacion al juicio y 4 la voluntad de quien manda, como e! conato de limitar mas y mas la li- bertad civil de quien obedece. Y guiado con los varios puntos 6 especies que acabo de proponer sobre la potes- tad suprema de toda sociedad verdaderamente civil, me parece que en vez de gastar el tiempo en discusiones es- peculativas, podra ser util proponer una mdzima prdc- fica, justa, y oportuna para conseryar Ja tranquilidad pu- blica, especialmente en los reinos 6 republicas cristianas, JY proporcionar algun medio para restablecerla 6 asegu- rarla donde esté perdida 6 agilada. Maxima. Es indudablemente legitima la obligacion que tienen todos los socios de obedecer al gobierno que se halla ciertamente constituido de hecho en cualquiera sociedad civil. Se dice ciertamente constituido, porque no se habla de las entradas u ocupaciones pasajeras en tiempo de guer- ra. De esta maxima se siguen dos consecuencias: 1.7 To~ mar parte en asonadas 6 reuniones de gentes dirigidas & Jas autoridades constituidas para obligar a estas & que dis- pongan Io que no creen justo, es accion siempre contraria @ Ia recta razon natural, y siempre ilegitima contra la Jey natural y la del evangelio, 22 Reunirse y armarse pocos 6 muchos socios particulares para juntar fuerzas fisicas y pelear contra el gobierno ya constituido, es sicm- pre una verdadera rebeldia la mas contraria al espiritu de nuestra divina religion, 60. En estas dos consecuencias se aplica la maxima ge- neral 4 dos-clases de enemigos del nuevo gobierno, que sue- Jen salir naturalmente de la division del pucblo en tales lan- 54 DiseXo DE LA IOLESIA, ces, entre los que esperan sacar provecho de la novedad, y los que temen que les ha de ser perjudicial. Estos temores y esperanzas se exaltan mtituamente unos contra otros, en especial cuando la sociedad civil en cuyo gobierno se hace alguna variacion .notable, se halla precisada 4 emprender- grandes reformas, que no pueden dejar de ser gravosas 4 la libertad y 4 la propiedad de muchos socios particula- res: con lo que se forman luego dos partidos, uno de los amigos, y otro de los enemigos del nuevo gobierno. Los del partido favorable 4 la novedad luego se figuran que los enemigos de ella trabajan 6 conspiran en destruirla. Y estos al contrario se imaginan mucho mayores de Jo que son los perjuicios que de ella pueden resultar, y des~ confian de Jos buenos efectos que la mudanza deberia pro- ducir con el tiempo. Como las disputas u ocurrencias son continuas, es un natural efecto de la accion y reaccion entre partidos tan opuestos, el que fermenten mucho las pasiones en ambos, y que no tarden en verse por una y otra parte dnimos exaltados en fanatismos entre si muy opucstos, que mueven asonadas y promueven reuniones de gente armada, Por lo mismo es preciso notar que en . semejantes disturbios suele ser tan densa la niebla de ilu- siones que en uno y otro partido levantan los encontra- dos fanatismos, que muy pocos criminales bastan para hacer un increible ntimero de ilusos del todo excusables, arrastrados del torbellino con poquisima culpa, Mas en las dos consecuencias dejo reservado al juicio de Dios el de las conciencias de los agentes; y solo califico 6 censuro las mismas asonadas que perturban la obediencia debida 4 las autoridades publicas, y los hechos de armas dirigi- dos 4 destruir 4 viva fuerza al gobierno constituido. 61. Sobre todo es justo que entre las asonadas 6 reur niones de gente armada dirigidas 4 hacer alguna mudan- zaenel gobierno que se halla constituido, no se confun- ‘dan los principios con la continuacion. Porque es evit capfroLe m1. aaticuto 1. 55 dente que nunca se mueven semejantes disturbios, sino en las épocas en que el pueblo se halla comunmente dis- gustado del gobierno actual, y no duda que el gobierno se opondra 4 la mudanza. De ahi es que los gefes de la asonada , aunque pueden ser criminal instrumento de po- derosos enemigos internos 6 externos del Estado, pueden tambien proponerse en sus primeros clamores un objeto inocente, y aun laudable. Porque puede ser que supon~ gan que toda la nacion piensa como ellos; y que muchas personas del mismo gobierno desean la mudanza; y no intenten mas que reunirse en lugar 4 propésito para su propia defensa, y desde alli enviar proclamas y manifies- tos por todas partes, para dar lugar 4 que la nacion, prin- cipalmente en los pueblos grandes, se manifieste animada de los misnros deseos que ellos: 4 fin de que tambien el gobierno, 6 convencido por las razones que ellos aleguen, 6 conociendo que lo exige la ley que manda sufrir gran- des injusticias para evitar otras mayores, preste su con- sentimiento, cop el cual quede tranquila y conforme toda la nacion, Esto se lograra rarisimas veces; y lo mas regu- lar serd que con la primera asonada 4 favor de la mu- danza, -y con los primeros pasos que dé el gobierno para impedirla, se exciten rcuniones tanto de amigos como de enemigos de‘la mudanza, y que se vaya formando una tal division de partidos en aquella sociedad civil, que con- duzea al Estado 4 una total ruina. 62. Porque es de temer que los mismos que tienen la gloria de haber sido los primeros en manifestar el voto general de la nacion, acalorados se truequen en perture badores del buen érden publico, moviendo nuevas asona- das para ‘obligar al gobierno 6 4 las autoridades ya cons- tituidas 4 dar providencias que cl nucvo gobierno cree contrarias al bien comun, 6 por su naturaleza 6 por ser fuera de tiempo. Ser4 tambien facil que los enemigos del nuevo gobierno y los perjudicados en sus reformas, ha- 56 DIsENO DE LA IGLESIA. . Ilandose como es regular repartidos por todo el pais, y te- niendo roce 6 influjo no solo en pucblos grandes sino tam- bien‘en pueblos regulares y en las aldéas, formen en va- rias partes con varios pretextos reuniones armadas que au- menten la falta de caudales que sucle ser el peor traba- _ jo de los nuevos gobiernos; y obligandole de mil maneras 4 molestar al ejército y 4 los contribuyentes, se vayan en- grosando y multiplicando las reuniones armadas de’ parti- culares, de manera que pucde temerse que la division Hle- gue 4 arruinar al Estado. 63. Enténces uno y otro partido claman que Ja sa- Jud del pueblo, que es la suprema ley, exige lo que ellos piden. Los amigos del. nuevo gobierno claman que el pue- blo perece sin los rigores que el gobierno no quicre adop- tar contra sus enemigos; y estos claman al mismo tiem- po que perecera el pucblo, si no se quita luego el gobier- no ultimamente constituido. En efecto cuando es verda- deramente necesario para la salud del pueblo, no hay ley fundamental propia de ningun pucblo, que no deba va~ ‘riarse 6 dispensarse. No dudo que podrin ocurrir casos en que sea noforia la necesidad de la mudanza de al- guna ley fundamental. Pero cuando alguna nacion exten- dida 6 numerosa se halle dividida en dos facciones 6 par- tidos, el uno de los cuales no quiere la mudanza aunque la quiera el gobierno, y el otro la quicre aunque el gobierno no la quicra ;quién decidira la duda? A- mi me parece evidente que en ningun caso pueden tener este derecho ninguna de las reuniones que sean de la cla- se de dependicntes dirigidos 6 gobernados, esto es, de la clase del pueblo en cuanto este nombre se contrapone al de gobierno, Me parece tambien que siempre le tiene el soberano absoluto, 6 el gobierno absolufo 6 supremo que se halla enténces actualmente constituido, Téngase pre~ sente que aun cuando la mudanza antes hecha en el go+ bierno’, de la que ha resultado el que se halla de hecho CAPITULO HL. ARTICULO II. 57. constituido, sea mudanza nicamente legitima segun cl de- recho de gentes: con todo la obediencia debida al gobierno asi _constituido es legitima con legitimidad interior 5 de conciencia, como positivamente mandada por la ley natural, 64. Esto solo bien considerado, demucstra la justicia de la maxima antes propuesta, Declarémosla algo mas. El fin principal 6 unico de toda suprema potestad civil es asegurar la tranquilidad que nace de! buen érden de Ja jus- ticia; esto es, que se cumplan los deberes, y se respeten los derechos de Jas sociedades domésticas y otras pequeiias, y de todos los socios particulares por medio de la justa decision en los tribunales sobre los pleitos 6 quejas que se les propongan, y.del pronto castigo de unos particulares, 6 sociedades, 6 reuniones pequeiias que ofendan 4 otros socios 6 sociedades, Estos son los auxilios que la potestad suprema de un pais debe presiar 4 los miembros de ella en fuerza de la ley general de la sociedad catdlica fraternal de los descendientes de Adan; pues para los auxilios co~ munes de alimento, vestido, insfruccion en el habla, agri- - cultura y artes, necesarios 6 muy oportunos para la con- servacion, perfeccion y comodidad del hombre en lo fisico y en lo moral mientras esta sobre Ja tierra, estin princi palmente destinadas las sociedades de familia y de pueblo. De ahi es que desde que varias sociedades domésticas se reunen en la de un pueblo, y varios pueblos en otra ma- yor civil, siempre queda reservado 4 la suprema el dere- cho de reunir Jas fuerzas fisicas de los socios para compe- ler 4 los particulares al sacrificio de su propiedad, liber= tad y vida que exija el bien comun de la sociedad, y para castigar en cualquier socio toda criminal ofensa de otro so- cio; pues de tal derecho de reunir fuerzas fisicas no que- da en la potestad doméstica 6 inferior civil, sino la par- te que le concede la suprema ¢ independiente del pais. . 65. Mas para que la suprema sociedad civil reuna 8 58 DISENO DE LA IGLESIA. . efectivamente les fuerzas fisicas de los socios, y por este medio contribuya con eficacia al bien del pais, poco im- porta que -e] gobierno’ sea monérquico , aristocratico 5 democratico, que sea absoluto 6 constitucional: que se conserve el mismo que pusieron los primeros pobladores de aquel pais, 6 los fundadores de aquella nacion, pue- blo 6 sociedad civil, 6 que haya sufrido muchas varia- ciones en formas de gobierno, y en dinastias 6 familias Jy personas reinantes, Lo que mas importa es que el go- hierno sea obedecido; y para esto es indispensable que los socios estén por lo comun bien convencidos de su obliga- cion de obedecer al gobierno, solo en fuerza del hecho de que se halla constituido, como poco antes deciamos, En la situacion dolorosa que se acaba de indicar de hallarse una monarquia temperada 6 constitucional divi- dida en dos opuestos fanatismos que claman por la salud del pueblo, pretendiendo ambos que perecera, el uno si se adopta, y cl otro si no se adopta una gran mudanza en el gobierno que ce halla constituido; lo que importa es que el gobierno absoluto, 6 la persona moral que resulta de la union del Rey y diputados del pueblo, éntre en el eximen de la duda, y la resuelva como estime justo. Una vez deerctada y sancionada la declaracion del gobierno absoluto, seré regular que se reuna desde luego 4 su fa- vor cl mayor numero de las gentes de ambos partidos; y con esto tenga el gobierno fuerzas bastantes para conte- ner y castigar las asonadas y rebeldias de una y otra banda, si no bastaba para refrenarlas la justa y prudente amnistia ui olvido que es regular concediese por todo lo pasado. Pero cuando el oro, la malicia, 6 la astucia de algun encmigo oculto de la nacion que la quiere pobre y abatida para tenerla sujeta, fomentase todavia la divi- sion en ella para agotar sus fuerzas y recursos, podria el monarca 6 poder ejecutive implorar el auxilio de algu- na nacion 6. gobierno amigo; pues no dejaria de hallarle : caphruLo i, Anricure 1. en tal lance por el interés que tienen todos los gobiernos en que sea obedecido el que de hecho se halla constitui- do: de modo que él mismo pueda ir corrigiendo sus abu- sos y remediando sus males, con el érden mas adaptado 4 la situacion y calidades del pais, y 4 las opiniones, cos- tumbres y caracter de sus habitantes. 66. Que el solo hecho de que un gobierno se halla constituido basta para convencer la legitimidad de la obli- gacion de obedecerle que tienen los suibditos, lo declaré bastante Jesucnisto en la clara y. enérgica respuesta : Dad al Cesar lo que es del Cesar, Asi se dijo en las Ob- Servaciones m, 8, donde despues de haber recordado el modo con que Herodes y antes Pompeyo conquistaron la Palestina, se dice: ‘En efecto el dominio de los roma- »nos, y por consiguiente de Herodes sobre la Judea, solo »pudo llamarse legitimo por derecho de conquista y de »poscsion, entendiendo por legitimidad ta impunidad hu- »mana que da el derecho de gentes en cuanto supone »justa toda guerra que mueve y hace del modo regular »un verdadero soberano. Pero nunca pudo Ilamarse /egi- »fimo segun el derecho natural y de conciencia, porque »la guerra con que Pompeyo se apoderé de Iz Judéa, y »la que. hizo despues Herodes, fueron sin duda injustas., »Mas Jesucnisto se vale de un medio muy sencillo para »desvanecer la preocupacion 6 escripulo de los judios »sobre censo, Hace que le enscfien la moneda que se par »ga; y observa que en ella estan el retrato y, el nombre »del César 6 Emperador de Roma, para ‘que se conozca »que no puede negarse que la moneda de Roma es mo= »neda corriente en Jerusalen; y este hecho era un claro nindicio de que los romanos estaban en posesion del sur »premo poder 6 soberania de. aquella ciudad 6 pais. Mas »apénas les ha hecho ver que estan realmente bajo el do- »minio del César, responde 4 su pregunta no meramen- ste que es licito pagarle aquel tributo, sino que debe 60 DISENO DE LA IGLESTA. »pagarsele. Pagad, les dice, al Cesar lo que es del Ce- vsar, y & Dios lo que es de Dios.” 67. Esta especie se recuerda en las Observaciones en prueba de que la potestad eclesidstica debe distinguirse de Ja secular, 4 lo ménos en su origen, en la calidad de su fuerza, y en el modo de obrar: sobre lo cual se dira algo en el articulo siguiente. Aqui debe observarse, que cuan- to en prueha de la distincion de las dos potestades sucle alegarse, tomado de los ejemplos y de las palabras de Je- SUCRISTO, como e] nacimiento en Belen, la huida en Egip- to, y la muerte por sentencia de Pilato, prueba tambien nuestra maxima sobre gobierno-constituido, con la sola ob- servacion de que se hablaba de un gobierno usurpador. Crei del caso emplear un articulo entero en dar ideas cla~ ras de la potestad civil, para que mejor se entienda lo que yoy 4 decir luego de las principales diferencias 6 deseme- janzas que hay entre ella y la autoridad eclesidstica. Y si me he detenido demasiado en explicar la obediencia que se debe 4 todo gobierno constituido, espero que me lo perdonaran los lectores cuando Ilame. su atencion 4 que el remedio mas eficaz para cortar los actuales disturbios que ajios hace agitan y trastornan 4 varios pucblos cris~ tianos, es el de que se restablezca el espiritu de la Igle- sia militante: de modo que en su cuerpo visible 6 exte- rior, y principalmente en la conducta publica de los sa- grados ministros, resplandezcan el espiritu de la fe ani- mada con la esperanza en Dios y con el amor de Dios, el espiritu del activo zelo de la caridad con el prdjimo 6 de la salvacion de las alinas, y el espiritu de generoso des- prendimiento de bienes, honores, y placeres 6 comodida- des terrenas. Animado con este espiritu el cuerpo de la Iglesia, se extendié desde Jerusalen por todo e} mundo: confundis la vana soberbia de los sabios geutiles que te- nian por locura nuestros misterios y maximas, y la cegue- dad de los judios que miraban como indigna y escanda- capituLo ML ARTICULO IIT. 6r Josa bajeza el creer que un hombre pobre crucificado era el Mesias 6 Salvador del mundo; y Jo que es mas asom- broso con la fortaleza constante en sufgir y padecer los ~ tormentos y muertes mas crueles ¢ ignominiosas, Hlegs 4 despuntar, digamoslo asi, 6 embotar los puiiales y sae- tas de los perseguidores, y 4 trocar en honrosa distincion de las coronas imperiales la cruz que habia sido el mas infame suplicio entre los romanos, : ARTICULO UI. ‘Algunas desemejanzas entre las dos potestades, que nacen de la distincion entre sus fines y medios, 68 De la distincion entre los fines y los medios de las dos potesta~ des: 69,70 resulta mucha desemejanza entre las sentencias injus~ tas de ellas: 71 un modo muy distinto de atender al bien particular de los socios: 72 9 gran diferencia en las fuerzas coactivas, fisica 7x moral: 73 de que resulta que el gobierno eclesidstico es gobierno delibres con mas extension y propiedad gue el civil mas bien montado, 68. En las Observaciones n. 54, se advierte que los fines para que estan instituidos el Estado y la Iglesia, esto es, las sociedades y potestades secular 6 civil, y eclesids- tica 6 espiritual; y los medios con que principalmente se adquieren aquellos dos fines, son no soto distintos, sino muy inconexos. El Estado tiene por fin Ia felicidad tem- poral 6 el bien de los socios en este mundo, y la Iglesia Ja felicidad eterna de bos socios 6 su bienaventuranza en _ el cielo, Estos fines son tan inconexos, que muchos hom- bres gozan tranquilamente de abundantes bienes y place- res corporales mientras viven, sin pensar siquiera en la fe- licidad eterna 6 en el estado posterior 4 la muerte; y son tambien muchisimos Jos que logran la bienaventu- ranza eterna despues de haber pasado Ia vida mortal en- tre aflicciones y trabajos. Son igualmente muy inco- nexos los medios con que principalmente se adquieren 2 : DISENO DE 1A IGLESIA. aquellos dos fines, Lo son tanto, que muchisimos estacos 6 republicas han pasado largas épocas en grande prospe-" ridad 6 felicidad temporal, siguiendo con gran tino y cons~ tancia el gobierno y el pucblo los medios mas oportunos para la tranquilidad publica, abundancia y salubridad de alimentos, y demés bienes terrenos: al paso que en dérden 4 la felicidad eterna 6 adoptaban medios que conducian directamente los socios al abismo de la eterna infelicidad, 6 miraban con indiferencia la felicidad 6 infelicidad pos- terior 4 la muerte, 6 tal yez ni siquicra creian 6 pensa- ban que la hubiese. Ademés el divino fundador de la ver- dadera Iglesia, 6 de la unica sociedad que dirige bien & los socios 4 la felicidad eterna, I¢jos de seiialar como me- dios de adquirirla los honores, las riquezas y los dems medios 6 instrumentos de adquirir la felicidad terrena 6 temporal, al contrario los pinta como obstdculos de aque- Ila, Pero de esta y otras desemejanzas relativas 4 las cosas terrenas, ser4 preciso hablar mas de propdsito cuando se trate del espiritu de la Iglesia militante. 69. En el mismo lugar se nota la desemejanza que hay entre las sentencias injustas de las dos potestades; de. Jo que importa tener clara y distinta idea. Como las dos potestades civil y eclesidstica son concedidas por Dios, 6 como autor de la naturaleza, 6 como autor de la gracia, para bien de los hombres mortales: al paso que las dos son divinas por su origen, se hallan tambien ambas igual- mente depositadas en hombres descendientes de Adan, su- jetos 4 la debilidad, 4 la ignorancia y 4 la corrupcion * que heredamos todos del primer padre. Y asi es dema- siado contingente que tanto los depositarios de la potestad eclesiastica como los de la sccular abusen de ella algunas veces dando érdenes 6 haciendo leyes injustas, 6 por tras- pasar los limites de la potestad que tienen, 6 por man- dar sin causa justa, 6 tambien por mandar cosas injustas. Las leyes i drdenes de ambas potestades siempre que son caPitoLo IL aaticuLo Ht 8 injustas de cualquier modo que lo séau, ya no son Tegla que la razon 6 la conciencia esté obligada a seguir. Si sda ‘injustas solo por falta de autoridad legitima 6 de justa causa, y recaen sobre cosa licita, pueden cumplirse: como por ejemplo, si Ia poicsiad civil exige algo mas de la contribucion que le corresponde, podra el rico pagarla li- citamente. Ademds hay ocasiones en que, aunque la ley no obliguc, debe hacerse lo que manda. Como sucederia . en el caso dicho, si de negarse el rico 4 pagar una can tidad pequeiia injustamente pedida, se le hubiesen de se- guir dafios considerables, 6 tambien si hubiese de se~. guirse en el pueblo una escandalosa resistencia en pagar fas contribuciones. Pues en tales casos deberia el rico su- frir la pequefia contribucion, aunque injusta, en fuerza de las leyes de caridad. y de justicia que obligan 4 todo racional 4 sufrir males menores para evitar otros mayores, y 4 no ser causa de escandalo, ¢ de la ruina espiritual del projimo. Pero si las leyes u drdencs de una U otra potestad son injustas, por mandar cosa que no pueda ha- cerse sin pecado, 6 sin faltar 4 un precepto de Dios, ni deben ni pueden cumplirse nunca, porque siempre es preciso obedecer mas 4 Dios que 4 los hombres: siempre es esto indispensable por grandes que sean los biencs qne | se esperan de obedecer al hombre, 6 los males que se te- men de no obedecerle, : 70. Hasta aqui hallamos mucha semejanza entre las potestades civil y eclesidstica, Mas en sus leyes injustas des- cubrimos facilmente una desemejanza muy digna de no-~ tarse: y consiste en que la potestad civil hace efectivas las penas que impone por injustas que sean, hasta !a de pri- var 4 los socios de la propiedad de sus bienes, de Ia liber= tad y de la vida, que son Jos biencs para cuya conserva- cion estd instituida Ja potestad civil. Pero 1a eclesiistica no: tiene energia 6 fuerza para privar 4 los socios con Je- yes 6 sentencias: injustas, ni de la gracia de Dios, ni de DISENO DE LA ICLESIA. la salvacion eterna, que son Jos bienes de los socios para que fue principalmente instituida. De lo que se puede ver un ejemplo en el lugar citado; y sera regular que en adelante se den algunos mas. 74, Se nota alli mismo el distinto modo con que atien- den Jas dos potestades al bien particular de los socios, y al bien comun de la sociedad. En ambas el bien particular esta subordinado al bien comun; y en ambas el bien comun resulta de la suma de los bienes particulares de los socios. + Cuando el bien 6 cl mal de muchos no puede unirse con el bien 6 mal de pocos, ambas potesindes atienden mas 4 procurar el bien y evitar el mal de los muchos que de los pocos. Mas en medio de estas y otras semejanzas hay Ia importante diferencia de que la potestad civil muchas veces manda licita y justamente que se sacrifiquen todos los bienes, hasta la vida de uno 6 de muchos socios, para pro- mover algun importante bien, 6 evitar algun grave mal comun de la sociedad. No ignora la potestad civil que es- ta principalmente instituida para defender la vida de los socios particulares, que ‘es el mayor bien de ellos en este mundo; y con todo manda que se mate 4 los reos mas criminales, y manda 4 los soldados que se presentep 4 la muerte; porque la muerte de aquellos y de estos es ne- cesaria 6 muy conveniente para evitar la muerte 4 un mayor numero de socios, defendiendo la tropa el pais contra los enemigos y escarmentando 4 los malos la yin- dicta publica. Pero la potestad eclesiistica nunca puede licitamente mandar 6 procurar que ni siquicra uno de los stibditos se condene 6 pierda el derecho de la vida eterna, aunque con la condenacion de uno hubiese de lograrse la gloria de grande numero: y nunca puede li- citamente mandar 6 procurar que se cometa un pecado mortal, aunque con él hubiese de lograrse mucha exten- sion de la retigion catélica, 6 grande exaltacion de sus ministros, 6 cualesquicra utiles establecimientos religiosos, CAPITULO IT. ARTICULO Ut. 65 72, Otra desemejanza me ocurre entre las dos potes- tades muy digna de notarse; Ja cual resulta de la necesi- dad que tiene la potestad civil como poco dntes se dijo (n. 52) del derecho de la espada, 6 de reunir las fuerzas fisicas de los socios para castigar 4 los que perturben el buen drden de la justicia 6 la tranquilidad publica; y para que ésta se restablezca 6 conserve por mas que lo resis- ta con todas sus fuerzas la mala voluntad de los crimi- nales. Porque de tal derecho ninguna necesidad tiene Ja potestad eclesidstica: cuyo imperio siendo de caridad, co- mo dirigido 4 la salvacion de las almas, no interesa tan- to en que sc haga la cosa mandada, como en que aque- Ilos 4 quiencs manda hagan de buena voluntad lo que deban hacer. De las desemejanzas indicadas nacen otras entre la fuerza coactiva que tienen las dos potestades para hacerse obedecer. Pues la civil tiene fuerza fisica, y la eclesidstica por su ministerio ordinario no tiene mas que Juerza moral 6 de obligar la conciencia ; y ademas la mis- ma coaccion moral es en la potestad civil de mayor -exten- sion que en la eclesidstica, como se hace ver en las Ol- servaciones, n. 439 y siguientes. 73. De donde (n. 442) se concluye que el gobierno eclesidstico es gobierno de Libres con mas propiedad y ex- - tension que el real 6 civil mas bien montado: 4 lo ménos por dos razones. Primera: porque en la sociedad de JE- SUCRISTO todos los socios particulares tienen tan asegura- da la Libertad cristiana que nos merccié JEsUCRISTO con- tra el pecado y el demonio, y tambien los bienes de la gracia y de la gloria, que ningun individuo puede per- der aquella libertad ni estos bienes, sino por culpa de su. propia voluntad y libre albedrio; y claro esté que ningun gobierno civil ‘puede asegurar 4 los ciudadanos ni la li- bertad 6 defensa contra los enemigos, ni la posesion de sus bienes, ni la conservacion de su vida, de modo que no pueda perderlos sino por voluntad 6 culpa propia. Sé- 9 66 - DISENO DE LA-IGLESIA. gunda: porque el libre albedrio del cristiano nunca pue- de sufrir coaccion moral 6 limitacion por ley 6 precepto que le prive de los principales bienes que la sociedad cristiana le procura; y por otra parte estos bienes ningu- na coaccion 6 fuerza fisica puede destruirlos, Mas el ciu- dadano civil no solo puede por coaccion 6 fuerza fisica ser privado de todos los bienes que Ja sociedad civil debe procurarle, sino que su libre albedrio esta sujeto 4 coac- cion moral 6 4 precepto 6 ley que debe obedecer, y obe-~ deciendo quedar privado de la vida, salud, libertad, y de- - mas bienes que la sociedad civil debe defenderle. De ma- nera que el cristiano subdito es mucho mas libre bajo el gobierno eclesiastico, que ¢] ciudadano sutbdito bajo cual- quier gobierno civil; y por una y otra razon el gobierno civil de un pueblo tiene mas dominio sobre los ciudada- nos subditos, que el gobierno eclesidstico sobre los cris- tianos subditos. Tanto 6 mas importante que ninguna de las desemejanzas precedentes entre las dos potestades, es la que hay entre los varios modos con que se adquic- re la suprema civil que todos son naturales, y e] modo sobrenatural 6 sacramental con que se recibe de Dios la potestad eclesiastica, como se vera en el capitulo siguiente, CAPITULO IY. GERARQUIA DE LA IGLESIA 6 MINISTERIO EPISCOPAL: CARACTER PROPIO DE LA AUTORIDAD 6 POTESTAD GERARQUICA: DERECHOS ¥ DEBERES DB LOS SOCIOS DE LA IGLESIA MILITANTE EN GENERAL; Y PARTICULARES DE LOS MINISTROS SAGRADOS SEGUN EL GRADO EN QUE SE HALLAN. ARTICULO PRIMERO. Idea general de las potestades gerdrquicas, 6 de la auto» ridad de los obispos. 74 El ministerio apostélico es verdadera gerarquia 6 principado sa~ grado. 75 De los tres primeros siglos nos quedan memorias opre- Capfruto tv. ARTICULO 1. 67 . eiables: 76 las mas oportunas para conocer las tradiziones divi- _ has y apostélicas. J A la Iglesia did Jesucnisro potestad legis~ lativa y judicial: 78, 79 la que de los apéstoles pass d los obispos. 80 En la ley eterna el drden fisico 6 general es distinto del érden moral 6 particalar que dirige las acciones libres del hombre; 81 de ahi se colige la necesidad de layes humanas civiles y eclesids- * ticas: 82 las que solo obligan en cuanto nacen de autoridad ve- - ” pnida de Dios. 83 La libertad cristiana es muy distinfa de la li- bertad fisica, x de la libertad moral. 74. El gobierno 6 administracion de la Iglesia (como se dice en las Observaciones n. 363) aunque puede lla- marse gerodulia 6 ministerio de las cosas sagradas, es tambien verdadera gerarguia, principado 6 imperio sa- grado. Porque no solo dispone el érden, tiempo y de- mis relativo a la celebracion de los oficios del culto divi- no, y 4 la administracion de los sacramentos; y no solo habilita 4 los sugetos para que puedan celebrarlos, y ad- ministrarlos; sino que procede con autoridad y conoci- miento de causa en el juicio 6 distincion entre los dig-' nos é indignos, y castiga las faltas publicas 6 escandalo- sas de cualesquiera ficles: no solo las ofensivas del respe- to debido 4 los misterios 6 sacramentos propios de nues- tra religion, sino todas las que de cualquier modo per- judiquen 4 la Iglesia, que es reino y sociedad de JEsv- cristo. Esta potestad legislativa y judicial de la Iglesia es la que propiamente debe lamarse pofestad gerdrquica, 6 ministerio eclesidstico apostdlico 6 episcopal instituido por Jesucristo para la extension, conservacion y régi- men de la Iglesia hasta su segunda venida en gloria y magestad; porque la potestad de hacer milagros, el don de lenguas, y todas las gracias extraordinarias que JEsu- CRISTO concedis 4 los apéstoles, no pertenecen al minis- terio ordinario del régimen de la Iglesia. De este minis- terio, 6 de la potestad ordinaria de los ministros sagra- dos, traté difusamente en la segunda parte 6 tomo de las Observaciones, y en el Apendice Ill; y me parece-que 3 DisEXo DE LA IGLESTA. para dar de ella la exacta idea que deseo con la breve- dad que corresponde 4 este escrito, seré lo mejor cefiir- me 4 un breve indice de los principales puntos que allf se tratan, siguiendo por lo comun el mismo érden. 75. En el cap. I del tomo II de las Observaciones re- cogt las principales memorias sobre la potestad eclesidsti- ¢a que nos quedan de la época de las persecuciones :, 4 saber, la carta de san Clemente 4 los Corintios, Jas de san Ignacio y san Policarpo, la excomunion de Marcion, la disputa sobre el dia de la Pascua, algunas maximas de san Irenéo, las cartas de san Dionisio de Corinto, la escuela cristiana que rigid Clemente en Alejandria, Ja tras- lacion de Alejandro 4 Jerusalen y la vuelta de san Nar- ciso, la ordenacion de Origenes, algunas memorias de san Dionisio de Alejandra, la reconciliacion de los lapsos, y el error de los Novacianos, las cartas del Clero de Roma 4 san Cipriano, y muchas del Santo sobre varios asuntos, en especial sobre reconciliacion de lapsos, cismas de Fe- . licfsimo en Cartago y de Novaciano en Roma, recursos de Privado’ depuesto en Africa al Clero de Roma, de san Cipriano al Papa contra Marciano de Arles, y de los obispos espafioles 4 Roma y 4 Cartago sobre depo- sicion de dos de ellos. En cuanto 4 Ja controversia del bautismo dado por herejes, se recuerdan las cartas de san Cipriano, de Firmiliano de Cesaréa, y de san Dio- nisio de Alejandria, y por fin se da noticia de otras cartas del ultimo, y de la deposicion de Pablo Samosateno. 76. En el capitulo II se proponen los tres princie pales dogmas catdlicos sobre la potestad eclesidstica, Desde el principio se observa que en las memorias relativas al gobierno de Ja Iglesia en sus tres primeros siglos se halla la tradicion mas oportuna para formar exacto concepto de la potestad que concedié el Sefior 4 los apdstoles cuando les envié 4 fundar, extender, 6 regir y gobernar la Igle- sia en todo el mundo, No solo por comprender los tiem-. capfroto rv. Axticuro 1. pos mas inmediatos 4 los apéstoles, sino tambien porque la conversion de los emperadores al principio del siglo cuarto no tardé en introducir alguna confusion de la _ potestad eclesiistica con la secular, como se vid en los re- cursos de los donatistas 4 Constantino, y en las disposi- ciones de este emperador. Con cuyo motivo,“ y mucho mas con las ventajosas mudanzas que la paz y la proteccion imperial ocasionaron 4 la Iglesia.... fué consiguiente que 4 la potestad que de derecho divino tenian los obispos, se afiadiese por derecho humano la de mandar 6 prohibir en asuntos 6 sobre cosas en que dntes no podian mas que aconsejar, y de imponer apremios 6 casligos 4 que antes no legaba su potestad. Con tanta variacion de circunstan- cias fué facil se variasen algunas limitaciones de las que el buen érden de la caridad introdujo desde el principio en el cjercicio de las potestades del ministerio apostdlico, Con este motivo se observa: 1.° Que en la potestad ecle- sidstica no debe confundirse lo que es de institucion di- vina 6 viene de la mision de JesucrisTo, con lo que es de institucion humana 6 viene solo de la concesion de Jos soberanos 6 de Jos pueblos. 2.° Que no debe confun- dirse la misma potestad divina, con el ejercicio 6 uso de ella, 3.° ¥ que la varicdad en el ejercicio de la potestad eclesidstica, 6 en Ja practica de casi todos los ramos de disciplina, en nada perjudica 4 la unidad de la Iglesia. 77. Se propone (n. 324) el primero de los tres dog- mas de que trata el capitulo con estas palabras: La Iglesia por institucion de Jesucnisto tiene potestad legislativa y judicial. Se prueba 1.° que JEsucnisto dis esta potestad @ los apdstoles por las expresiones enérgicas con que les encargé el gobierno de la Iglesia: Asi como (les dice) el Padre me envid a mi, ast yo os envio tambien & voso- tros (Joan. XX. 21). Tan honrosa expresion para comuni- carles Ja mision que habia recibido del Padre, 6 encar- Garles la continuacion de la obra que habia empezado, yo DIsENO DE LA IGLESIA. da bien 4 entender que les comunica 6 delega de su pro- pia autoridad toda la que sea necesaria para el buen go- bierno de su reino 6 de la Iglesia sobre Ja tierra, en todo el tiempo de su ausencia. En seguida de aquellas palabras Ies comunica expresamente la asombrosa potestad de per donar los pecados, en cuyo ejercicio habia dado 4 cono- cer su divinidad, Cuando pues la divina mision comuni- cada por Cristo 4 los apdstoles, va acompaiiada de una autoridad 6 potestad tan extraordinaria ;cémo puede caber duda en que incluye tambien la potestad de mandar y de juzgar, que la ley natural concede 4 los padres respecto de los hijos, y 4 las potestades civiles respecto de los sib- " ditos?..., Se afiaden los textos de san Matéo (XVI. 18; XVIII. 18) en que el Sefior concede 4 los apédstoles la po- testad de atar y desatar sobre |a tierra. Pues aunque esta metafora principalmente recaiga sobre las afaduras de los pecados, er el mismo evangelio de san Matéo (XXIIL 4) vemos que el imponer leyes 6 preceptos se lama tambica atar 6 imponer cargas atadas, alligant onera &c. Se citan muchisimos textos de san Pablo en que usa de esta po- testad 6 la declara (L. Cor. XL. 2.1L Thesal. UL 4. Hebre. XU. 17.=Tim. 1. 20 &c.); y se observa que cuan- do el santo Apéstol dice (L Tim. V. 19): Contra presbi- tero no admitas acusacion, sin la deposicion de dos 6 tres testigos, ejerce é| mismo la potestad legislativa, y supone en Timotéo la judicial. Se considera en fin la célebre ley de los apéstoles en el concilio de Jerusalen (Act. XV. 28) en que se manda 4 los fieles de algunas provincias que se habian convertido del gentilismo, que se abstengan de comer sangre, animales sofocados, y manjares sacrificados a los idolos. 78. Probada en los apéstoles la potestad de mandar y juzgar 4 los fieles, en prueba de que pasé 4 los obis- pos sucesores de aquellos, se sienta esta proposicion: El cuerpo 6 colegio de los obispos tiene y tendrd hasta el fin capitoLo rv. anricuLo 1. og del mundo la potestad de imponer 4 los fieles leyes 6 pre- ceptos que los obliguen en conciencia, y la de juzgar y eastigar & los transgresores. Asi resulta claramente de la indefectible permanencia de la Iglesia hasta el fin del mun- do. Porque el reino de los cielos que Jzsucgisto vino 4 establecer en ]a tierra, 6 el reino de JEsucrIsTO, no ten- dra fin. Cuando pues el Sefior asegura 4 los apéstoles que estara con ellos hasta el fin del mundo, es evidente que en el nombre de apéstoles comprende tambien 4 los sucesores de los que enténces vivian, y debian morir 4n- tes de pasar un siglo entero, debiendo durar muchos si- glos el mundo. Luego es indispensable que los sucesores de los apéstoles que han de gobernar el reino de Jesu- cristo hasta el fin del mundo, tengan todas las potesta- des que el Sefior concedié 4 los apéstoles para el buen régimen de su reino como precisas en todos tiempos, y por lo mismo ordinarias. En efecto, que las leyes 6 man- datos del ministerio apostdlico episcopal ordinario, desde Ja ascension del Sefior 4 los cielos hasta su segunda yeni- da, han obligado, obligan y obligaran en conciencia 4 los fieles, se prucha de tres maneras, 79. 41." Por la constante tradicion de la Iglesia; pues tal obligacion se declara bien en el modo con que los santos Padres y autores antiguos exponen los textos indicados, JY otros semejantes de] nuevo Testamento; y no ménos en la prdctica de los concilios y de los obispos, que nunca han dejado de prescribir los cénones, reglas 6 leyes que han creido precisos 6 muy oportunos; ni han dejado de juzgar y condenar 4 los reos, ni de constituir los minis- tcos necesarios, 2." Por el ejemplo del sacerdocio de la Tey antigua. En el Deutcronomio, c. XVII. 12, se lee: El Soberbio que no quisiere obedecer Ia determinacion del Sacer- dote, que en su tiempo es ministro del Sefior Dios, sea con- denado 4 muerte por decreto del juez. Aqui tenemos que en la ley antigua la inobediencia al sacerdote era delito 7? DISENO' BE LA IGLESTA. digno de pena capital. Yo no creo que nadie ‘pretenda que 4 los sacerdotes de la nueva ley les concediese Je- sucRIsTo ménos autoridad para celar su observancia y promover la salvacion de las almas, que la concedida 4 los sacerdotes de Ja ley mosdica para celar la exactitud en las ceremonias legales: bien que por otra parte es fa- cil conocer que el castigo.de los inobedientes en la nueva ley no ha de ser de muerte corporal, sino de separa- cion de la Iglesia, 6 de otras penas espirituales; pues asf corresponde 4 la mayor excelencia y mas allo destino de la ley nueva. 3." Por lo que la revelacion divina y la razon natural ensefian claramente sobre la potestad de los principes politicos y de los padres de familia. Sobre Jo cual se explica la doctrina de san Pablo (Roman, XIII) en érden 4 la subordinacion debida 4 todo superior: se demuestra que el Apéstol Hama drden de Dios 4 Ia ley natural que manda obedecer 4 los superiores; y se hace ver que el dictémen del superior no puede ser siempre consejo, porque el buen orden en toda sociedad exige que 4 veces sea precepto que obligue en conciencia. 80." Iudicadas las pruebas del dogma de la potestad de Ja Iglesia que se alegan en las Observaciones, deseo tomar de Jas respuestas que alli se dan 4 los argumentos cone trarios, algunas especies que me parecen muy utiles para formar exacta idea de la. potestad de la Iglesia. Desde el n. 342 se habla de la ley eterna de Dios: se observa que en ella 4 mas del orden fisico 6 general con que se rige el universo entero, se halla prescrito el érden particular con que deben conducirse los hombres en el uso de su ‘libre albedrio para Megar 4 ser verdaderamente felices; y este drden puede Ilamarse drden moral, porque en él mueve Dios 4 los hombres more homirium: esto es, de un modo propio de criaturas racionales y libres, no del modo general con que mueve la naturaleza. Despues (n. 345) se advierte que fa ley eterna, 6 la voluntad de caviroro iv. Anticcro 1 ee Dios, no quiere que sean libres en el drden moral todos los actos del hombre que quiere libres en el drden fisico. Pues la ley eterna en el drden moral dirige al hombre en todo lo que le conduce 4 ser feliz; y' Je dirige 6 man- dando y prohibiendo, 6 aconsejando y permitiendo: y- claro esta que en el érden moral solo quedan libres los: actos humanos que la ley eterna 6 !a voluntad de Dios aconseja 6 permite, mas no los que manda 6 prohibe.. De donde resulta el verdadero concepto 6 idea de 1a obli- gacion é ligadura 6 atadura moral: la cual encierra dos ideas muy distintas; 4 saber, libertad fisica, esto es, facul- tad expedita para verificar el acto; y falta de libertad mo- ral, esto es, impedimento de verificarlo sin hacerse infe- liz. Por eso en el hombre encerrado en la carcel no hay obligacion de ir 4 Ia iglesia, ni al trabajo del campo que le mandé su padre, porque cesé la obligacion cuando se le quits Ja libertad fisica de cumplir con ella. ¥ de lo dicho debemos concluir, que los actos que la ley eferna 6 la voluntad de Dios manda 6 prohibe al hombre, ya no son.actos libres 6 indiferentes del hombre, sino ne~ cesarios: quiero decir que el hombre no tiene libertad moral de hacerlos 6 no hacerlos, sino obligacion 4 lo uno 6 a lo otro. ’ . mo 814. Esta obligacion se impone al hombre siempre que se le intima 6 promulga: lo que sucede de dos dis~ tintas maneras, 4 saber por Ja razon natural, 6 por la revelacion. Y como por ninguna de estas dos luces esti suficieatemente promulgada 6 intimada 4 todos los hom- bres la voluntad de Dios 6 Ia ley eferna, es preciso que tambien se intime 6 promulgue por medio de leyes hu- manas civiles 6 eclesiisticas. De ahi nacen tres clases prin- _iCipales de leyes 6 mandatos de las supremas potestades humanas, que son promulgacion de la ley eterna; pues en ellas los hombres superiores nuestros nos intiman lo que: la ley eterna 6 la voluntad de Dios quiere y man- 10 7h DISENO DE LA IGLESIA. + da que nosotros hagamos, 6 dejemos de hacer. La prime- ra .comprende las leyes humanas que declaran algunos de los mandatos que por estar obscuramente promulga- dos en la Jey natural ¢ evangélica son ocasion dé varie- dad de dictamenes y de disturbios, siempre perjudiciales al bien publico de toda sociedad. La segunda es de las leyes humanas que truecan en precepto lo que era indi ferente, 6 solo era consejo en la ley natural 6 evangé- lica, declarando que es ley eterna é voluntad de Dios que para ciertas personas en tales tiempos y circunstancias sea obligacion, lo que en otros 6 por punto general solo es consejo. La tercera contienc las leyes que son aplica- cion de alguna ley general de la naturaleza 6 del evan- gelio 4 determinadas especies 6 cacos particulares. Por tanto ‘los catélicos defendemos que las leyes humanas obli- gan en conciencia, porque reconocemos que en cllas se nos promulga clara y determinadamente la ley eterna 6 la voluniad de Dios en aquellas cosas, en que la ley na- tural y la divina positiva solo la promulgan obscura- mente 6 en general. De modo que la fuerza de obligar Nuestra conciencia que tienen las leyes humanas, se la da Ja voluntad de Dios: al modo que la da a los dicta- menes de nuestra propia raz¢a para que debamos se- guirlos, é igualmente 4 las palabras que Jeemos en el evangelio para que debamos cumplir los mandatos y creer las verdades que nos anuncian. Por lo mismo decimos que la inobediencia 4 Jas Jeyes humanas es pecado, pore que creemos que es pecado cuanto se dice, hace, 6 desea contra la ley eterna (S, Aug. conf, Faust. lib, XXII oap. 27), : . - 82. Se advierte despues (n. 352) que la sagrada Es- eritura no aplica la expresion de mandatos de los hom= bres 4 todo lo que mandan los superiores, sino a lo que mandan sin que Dios lo autorice, lo inspire, 6 lo mande, de modo que sea mandato puramente humano sin nin- capfruto rv. anricuto 1. 75 gan influjo moral de Dios, Y. cuando el Seiior reprende © 4 los escribas y fariséos por seguir las tradiciones 6 man- datos de los hombres, es claro que los reprende porque con este pretexto faltaban 4 algun precepto de Dios;'6 tambien por la supersticiosa preferencia que daban 4 al- gunas practicas de introduccion humana ménos utiles, ce- lando su cumplimiento con mayor vigilancia y esfuerzo . que el de los mandatos expresos de Dios. Pero los caté- licos cuando defendemos en la Iglesia la potestad de hacer leyes, convenimos en que solo son leyes verdaderas las que se hacen con autoridad venida de Dios, y que son consecuencias 6 aplicaciones particulares de lo que en ge- neral ha mandado Dios; y estamos muy distantes de ima- ginar que las leyes humanas sean tanto 6 mas dignas de Nuestra veneracion y respeto, que las Ieyes divinas. 83. Asimismo se observa que la libertad cristiana consiste: 1." en que Jesucnisto nos libré de la servidum- bre del pecado. 2.° en que nos‘libré tambien de la ser- vidumbre de la ley mosaica: no solo porque nos libré de la ‘obligacion de cumplir con las leyes ceremoniales y judiciales, sino tambien porque las leyes morales del an- tiguo Testamento no debemos cumplirlas como esclavos 6 por temor, sino como hijos y con amor. Porque como dijo san Agustin (De contin, n. 8.) “no estamos ya bajo »de la ley que mandaba lo bueno, pero no lo daba. Es- »tamos bajo de la gracia, la cual haciéndonos amar Jo que »la ley manda, manda no 4 esclavos, sino 4 libres.” Di- §amos pues con san,Pablo (II. Cor. Ill. 17) que donde esté el espirite del Sefior, espiritu de caridad y amor, ahi esta 1a libertad, Los cristianos pues animados del espi- ritu de Jesucristo (Galat. 1V. 31) no somos hijos de la esclava Agar, sino de la libre Sara; pues gozamos de la libertad que Jesucristo nos ha merecido. Con lo que, ad~ vierte el Apdstol (Rom. VI. 18) libertados de la esclavi- tud del pecado, habeis venido & ser‘siervos de la Justicia “7 . DISERO BE LA IGLESIA. . 6 santidad: en \a cual expresion nos’ deelara bastanite qué Ja libertad cristiana }éjos de eximirnos de la obediencia 4 Nuestros superiores, nos obliga 4 servirlos con mas fideli- dad y exactitud 4 los que tenemos puestos sobre noso- - tros por las leyes natural y divina, debiendo servirlos . principalmente por Dios, propter Deum, 6 porque son ministros de Dios, ministr’ Der. Se nota despues que la . libertad cristiana que nos merecié Jesucnisto, es la po- . testad de obrar con justicia y con caridad, para conse- . guir la vida eterna; y se observa que la confusion de las tres ideas de libertad cristiana, libre albedrio 6 libertad fisica, y Vibertad moral de todo hombre, contribuyé al extrafio error de que por el pecado de Adan quedé en- : teramente destruido el jibre albedrio del hombre. Error claramente desmentido por la continua experiencia que Mosotros tenemos en nosotros mismos, de que en mucha -parte de lo que. hacemos y queremos somos libres, 6 lo _ hacemos y lo queremos por nuestro libre albedrio, 6 por que queremos, - ARTICULO It. Los obispos son. superiorcs 4 los presbiteros en el grado de la gerarquia divina. + "84 Los sumos sacerdotes i obispos son por institucion de JESUCRISTO * superiores & lus simples sacerdotes 6 presbiteros. 85 Lo son como particulares sucesores de los doce apéstoles. 86 Lus dos grados det + sacerdocio cristiano estaban ya bien distinguidos en tiempo de los apéstules: 87 y en todas las iglesias, en todos tiempos, desde el principio, 88 La superioridad del obispo esté declarada en las mismas cartas encabezadas en nombre de las iglesias; 8g y en los escritos del mismo san Gerénimo. 84. En las Observaciones desde el n. 364 se propone este segundo dogma: Los sumos sacerdotes ui obispus son Por institucion de Jesucnisto superiores los presbiteros § CapiTULO IV. ARTICULO H. 7 ‘simples sacerdotes, Los catélicos consideramos al sacerdo-. cio cristiano con dos respectos: 4 saber, al cuerpo ver- dadero de Cristo, y al cuerpo mistico 6 4 su Iglesia; y recopocemos al sacerdocio en todos los ministros del Se- fior que tienen potestad para consagrar su cuerpo y san- gre en memoria del sacrificio de la cruz. Llamamos pres- biteros 4 todos los sacerdotes, y ademas damos el nombre .de obispos 4 todos los que han conseguido la plenitud del sacerdocio: esto es, 4 los que sobre las facultades comu-_ nes 4 todos tienen otras particulares, en especial la de ordenar 4 los presbiteros y tambien 4 otros obispos. Te- nemos pues los catélicos como dogma cierto no solo que los obispos son superiores 4 los preshiteros, sino tamhien que lo son por derecho divino 6 por institucion de Je- ‘SUCRISTO; y por consiguiente debemos probarlo por la Escritura sagrada y por Ja tradicion apostdlica, que son los uinicos conductos por los cuales sabe la Iglesia lo ‘que es de institucion divina. En el Evangelio no ve- mos que el Seiior dicse 4 sus apdstoles 6 discipulos ni el nombre de obispos 6 pontifices, ni cl de presbiteros; pero hallamos que distinguié mucho de los demis disci~ pulos 4 doce, 4 quienes dié mayor autoridad, y de quie- nes hizo particular confianza, Un dia al amanecer, JE- sucaisto, que habia pasado la noche en oracion, llamé @ sus discipulos, y de entre ellos escogié 6 eligié doce, y les dié el nombre de apdsioles (Luc. VI. 42. y sig): 4 estos doce los envié 4 predicar, previnidndoles que por enténces no fuesen 4 tierras de gentiles, ni de samarita- nos, Por el mismo san Lucas (X. 1. y sig.) sabemos que pusteriormente designé el Seiior un mayor numero de discipulos para que fuesen 4 predicar: cuya mision contiene muchas de las facultades € instrucciones dadas & los apdstoles; pero esta limitada 4 los Ingares y a las ecasiones en que el Sciior habia de ir 4 predicar. La mi- sion de los apéstoles, sobre no tener limitacion de tiem- 98 _._- DISENO DE LA IGLESIA, po, y comprender desde la primera vez 4 todos los ju- dios, la extendié despues el Sefior claramente 4 toda redondez de la tierra, y 4 todos los hombres de todas Iai naciones. . 85. Ademés los apdstoles fueron los compafieros de Ja ultima cena del Sefior, tan Ilena de asombrosos miste- rios; y se hallan constantemente distinguidos de los de- mis discipulos, no solo con et nombre de Apdstoles, sino ” tambien con la expresion de los doce hasta la separacion de Judas, y despues con la de los once en las aparicio- nes del Sefior resucitado, y hasta la eleccion de san Ma~ tias. A los once nos dice san Marcos (XVI. 14. y sig.) que dijo: Id por todo el mundo: predicad el Evangelio 4 todas las criaturas. Y con los once hablaba segun san Matéo (XXVIII. 16. y sig.) cuando dijo: 4 mi se me ha dado toda potestad.... instruid é todas las gentes en el camino de la salud, bautizdndolas..... ensefidndolas & observar todas las cosas que yo os he mandado. ¥ estad cierlos que yo mismo estare continuamente con vosotros hasta la consumacion de los siglos. A \os apésioles dijo segun san Juan (XX. 24): Ast como mi Padre me envid a mi, asi tambien yo os envio & vosotros. ¥ 4 los apés- toles nos dice san Lucas (Act. I. 2) que el Seiior instru- y6 en las cosas del reino de Dios en los cuarenta dias que mediaron entre su resurreccion, y la ascension a los Cielos. 85. La singular autoridad 6 potestad de los apéstoles la declara san Pedro al proponer la eleccion de un nue- vo apéstol en lugar de Judas; pues usa de los dos nom- bres episcopado y apostolado, para significar el mismo ministerio del cual cayé Judas por su prevaricacion ; di- ciendo que la eleccion del nuevo apéstol debe hacerse, porque el Espiritu Santo dijo, por boca de David, que otro habia de ocupar el lugar de Judas en el episcopado: Episcopatum ejus accipiat alter (Act, 1, 20, 25). ¥ si se cariruto Iv. ARTICULO FH. 79: afiade que-David en el lugar citado por san Pedro Ilamé episcopado al ministerio de Doeg, que era el mas pode- roso de los pastores y el primero 6 mas acreditado entre los criados de Saul, sera preciso confesar que la yoz gricga episcopatus que significa prefectura, presidencia, inspec- cion 6 visita, no puede ser comun 4 todos los pastores de la Iglesia, 6 4 todos los que trabajan en apacentar las almas; pues debe significar superioridad respecto de otros discipulos enviados tambien 4 predicar. Lo mismo demues- tran las palabras de san Pablo: El Espiritu Santo os ha. instituido obispos para apacentar 6 gobernar la Iglesia de Dios, aplicadas 4 los mismos que sc llaman ancianos 6 presbiteros: majores natu (Act.XX.17.y sig.). Eneste y en otros muchos lugares consta que entdnces los nombres de obispos y presbiteros significaban en general el oficio sa- cerdotal 6 de sacerdote, esto es, el ministerio, la direccion, 6 administracion de las cosas sagradas. Mas esto no im- pide que. ya enténces en el mismo sacerdocio 6 winisterio sacerdotal hubiese dos grados muy distintos de autoridad J potestad. Claramente los distingue san Pablo en sus car- tas (L. Tim, V. 19. 22.==Tit. 1, 5.) cuando reconoce en Timotcéo y Tito unos sacerdotes con auforidad para re+ cibir acusaciones contra otros sacerdotes, y con polestad para comuuicar con la imposicion de las manos el mismo sacerdocio, y por consiguiente los-ministerios sagrados in- feriores, Digamos pues que siempre el sacerdocio ha sido comunicado 4 algunos en toda su plenitud, 6 con toda la potestad con que le comunicé el Seiior 4 los mismos apés« toles, de modo que por medio de ellos pudiese perpetuar- se el sacerdocio hasta el fin del mundo; y 4 otros se les comunicase la alta dignidad del sacerdocio con las dos priacipales potestades relativas al cuerpo verdadero de Cris- to, y 4 su cuerpo mistico 6 4 la Iglesia; pero sin Ja asom- brosa fecundidad comunicada 4 los apdstoles para perpe- tuar el sacerdocio, y por consiguiente sin algunas otras 80 ‘DISENO DE LA IGLESTA. prerogativas correspondientes 4 la calidad de padres gue dan padres & la Iglesia: calidad que es propia de los apéstoles y de sus sucesores, como decia san Agustin (in Psal. 44). . 87. Desde el n. 370 se demuestran los dos grados del’ sacerdocio cristiano por la tradicion de la Iglesia que nos viene de los apéstoles. Ya en el libro del Apocalipsi se nos habla del dngel de Efeso, ‘del dngel de Esmirna y de otras iglesias 6 ciudades en que era ya muy grande el numero de los fieles, y por consiguiente serian varios los presbiteros; y con todo se supone en cada una de aquellas un angel, un superior, 6 un obispo, al cual se dan avisos importantes. La iglesia de Jerusalen ya en tiempo de los apéstoles estuvo particularmente encargada 4 Santiago; y lo mismo consta indudablemente de mu- chisimas en os tres primeros siglos, de Jos cuales la his- toria de Eusebio nos da la série sucesiva de los obispos en varias iglesias: tradicion que desde el siglo cuarto ha sido constantemente practicada y ensefiada en las iglesias griega y latina. - 88, Las mismas cartas de san Clemente, de san Ignacio, y de la iglesia de Esmirna, que estén dirigidas no al obis~ po, sino 4 la iglesia, prueban que aquellas iglesias entén- ces mismo estaban gobernadas por un obispo 6 sumo sa- cerdote. Por otra parte la costumbre de encabezarse las cartas con el solo nombre de las iglesias, fué en los prin- cipios muy natural efecto del espiritu del gobierno de la Iglesia, que debe ser gobierno de caridad, y desechar todo aire de dominacion, para que Ja perfecta union y sincero amor entre los socios 6 individuos de la Iglesia sea el ca- racter que mas distinga las sociedades 6 juntas de cristia~ nos, de todas las demas del mundo. Por tanto fué muy natural que la correspondencia entre las iglesias de varias viudades se siguiese en los principios en nombre de toda Ja junta, sociedad, 6 iglesia de cada una de ellas, Pero no capiruro fv. ARTICULO HL. 8 fué ménos natural que al paso que el numero de cris- tianos iba aumentando en una ciudad de modo que fucse muy dificil 6 imposible reunirse todos en un mismo lugar y tiempo, se introdujese la costumbre de seguirse la cor- respondencia entre las iglesiasen nombre del sumo sacer- dote, presidente ui obispo solo, 6 junto con su clero, pres- biterio 6 senado, leyéndose estas cartas en las juntas de los fieles, y tratandose los asuntos importantes 6 con toda la iglesia, 6 con todo el clero, 6 4lo ménos con los pres- biteres, 89. Tambien san Gerdnimo en la carta 4 Eustoquio (Ep. 27) dice que en el entierro de santa Paula asistie~ ron los obispos de Jerusalen y ciudades inmediatas, y una multirud innumerable de sacerdotes del grado inferior, y de levitas 6 diaconos; y lo mismo repite en otros lugares. Sin embargo algunas expresiones obscuras del Santo han dado lugar 4 que algunos le cuenten entre los sectarios del antiguo Acrio: sobre lo cual puede verse et juicio- so P. Jacinto Drouwen De re Sacramentaria, lib. VIIL, sect, VI. Aqui basten un par de observaciones. 1.* En la misma carta 4 Evagrio 6 Evangelo (Ep. 104 al. 85) re- conoce el Santo que el obispo tiene la facultad de orde- nar, y que no Ia tiene el presbitero: y realmente la prin- cipal potestad 6 derecho que los obispos han heredado de los apdstoles, como sucesores de ellos, es la de ser padres 6 propagadores del ministcrio de la Iglesia; y en esto consiste el distintivo principal de los ministros del primer grado de los tres en que se divide la gerarquia divina de la Iglesia: pues tanto la oblacion del sacrificio, como Ja absolacion de los pecados, son potestades comu- nes 4 los presbiteros 6 sacerdotes del segundo grado. 2% San Gerénimo escribié aquella carta contra la teme- ridad de un diicono, que pretendia que su dignidad era mayor que Ia de los presbiteros, Estaba muy mal el San- to con la prictica de Roma, y de algunas otras partes en . u 82 DISERO DE LA IGLESIA. que se hacia mucho caso de los didconos, porque mane- jeban mas dinero, 6 tenian mas distribucion. Sobre todo ‘se lamentaba de 1a soberbia y de los zelos de algunos obispos que no querian dejar predicar en sus iglesias 4 los presbiteros muy habiles: de que se valian muy poco 6 nada de su cooperacion y de sus consejos en el gobier- no de las iglesias: de la facilidad con que ordenaban pres- biteros 4 los didconos de poca instruccion y talento, sin atender 4 que debian ser parte del senado del obispo; y que con esto se fomentaba Ja vanidad de los que queda- ban diéconos, ya muy ensoberbecidos con el manejo de las rentas y oblaciones de las iglesias. A la correccion de es- tos abusos se dirigian sus vivos deseos de que se resta~ bleciese la antigua union de los presbiteros en el gobier- no de Ja Iglesia. Al modo que 1a justa pena de Ia debili- dad, ignorancia 6 inadvertencia de muchos obispos en tiempo del concilio de Rimini, arrancé del genio vehe- mente del Doctor Maximo aquclla hiperbélica expresion: Ingemuit totus orbis, et arianum se esse miratus est, ARTICULO IIL Los obispos son inferiores al sucesor de san Pedro, que por institucion de Jesucatsto es el primero 6 el mayor 6 superior de todos. go La primacia del obispo de Roma, como sucesor de san Pedro, es de institucion de Jesucnisto. g1 La del mismo Sarito estd muy declarada en la Escritura, 92 en sus dos cargos de distinguir- se en fa fortalera de la fé 93 ¥ en el fervor de la caridad. 2 La primacia del obispo de Roma la observa san Cipriano en unidad de ia Iglesia g5 y en 1a del Episcopado. 96 Doc- + trina del Sr. Bossuet en su tibro de la Exposicion de la fé. 90. El tercer dogma que abrazamos los catélicos. sobre la potestad de la Iglesia, es cl siguiente: Entre los obispos capfrure tv. anticuto im. 83 el de Roma es por institucion de Jesucnisto el primero de-todos, y el de mayor potestad 6 autoridad en el gobierno de la Iglesia, Cuando los catdlicos defendemos en el No- mano Pontifice el primado no solo de honor, sino tam- bien de jurisdiccion sobre los demas obispos, no pretende-. mos que Jesucaisto, dntes de subirse 4 los cielos, direce ta y expresamente mandase que el obispo de Roma fue- se hasta el fin del mundo gefe 6 cabeza de todos los de la Iglesia militante. Pero tenemos por dogma catélico que JEsucnisto constituyé 4 san Pedro el primero de los apdse toles, con autoridad sobre los dem4s y con mayor potes- tad que ninguno de ellos, para el gobierno de la Iglesia. Asimismo tenemos por dogma catdlico que JESUCGRISTO, al modo que dispuso que los obispos sucediesen 4 los apés- toles en el gobierno de la Iglesia hasta el fin del mundo, dispuso tambien que el obispo sucesor de san Pedro fue- se el primero de todos con autoridad sobre los demas, y con mayor potestad que ningun otro para el gobierno de la Iglesia. Y combinando estos dos principios con el he- cho notoriamente indudable, de que no hay ciudad 6 pue- blo cuyo obispo pueda tener el derecho de sucesor de san Pedro como el de Roma, en la cual residié mucho tiem- po y murié el santo Apéstol: sacamos con seguridad la consecuencia de que el obispo de Roma tiene por insti- tucion divina, como sucesor de san Pedro, la primacia de éste en la Iglesia, y aquella autoridad sobre los demas obispos que tuvo el Santo sobre los demds apéstoles. La predicacion y muerte del apéstol san Pedro en Roma la demostré el sabio critico Juan Pearson, obispo anglicano cestriense, 6 de Chester (Véase Observaciones n. 386). 91. La primacia de san Pedro sobre los apéstoles nos consta por la Escritura y por la tradicion. Es cierto que las metéaforas de piedra fundamental 6 fundamento de la Iglesia, de tener las laves del reino de los cielos, y la potestad de atar y, desatar en la. tierra, convienen 4 to- _ 84 . DISENO DE LA IGLESIA. dos los apéstoles; y es cierto tambien que Jas mas veces las palabras del Sefior 4 san Pedro se dirigian 4 todos los apéstoles igualmente, y que en nombre de todos solia res~ ponder 6 contestar el Santo 4 las preguntas 6 palabras del Sefior. Pero esto mismo manifiesta que san Pedro era el gefe del colegio apostdlico, 6 un representante de todo €l; mayormente si se aiiade la expresion de primero con que se le distingue desde la misma eleccion de los doce. Ade- mas si se miran con cuidado los textos en que se aplican 4 san Pedro las citadas metaforas, en todos se hallara al- guna prucba de que convienen al Santo con particular energia, preferencia y mayoria 6 superioridad, en cs- pecial la de fundamento, como se dijo nim. 9. Despues de la ascension del Sefior 4 los ciclos, Pedro es el que pro- pone la eleccion de un apéstol en lugar de Judas, el pri- mero en predicar el dia de Pentecostés, el que intima al pueblo judaico 6 4 la sinagoga que ya no hay que esperar salud sino en el nombre del Sefior Jests, el que dispone desde entdnces que se bautice 4 los judios (dct. IL. 38) y despues & los gentiles (X. 48); y él mismo el que pre- side cl concilio de Jerusalen, y el que primero declara que ya no obligan las observancias legales (Act. XV). + 92. De la primacia en el gobierno de la Iglesia con- cedida 4 san Pedro en premio de su confesion de fé, son consecuencias é indicios dos obligaciones 6 cargos parti- culares que le impuso el Seiior, uno con respecto 4 los demas aréstoles, y otro con respecto 4 la Iglesia univer- sal, San Lucas en la relacion de Ja ultima cena del Seiior, manifestando 4 los apéstoles cuan grande cra Ja distincion que habia entre su reino y el de los principes de este mundo, les did bastante 4 entender que el mayor de los apéstoles era san Pedro; pues cortando el Sefior la dispu- ta que habiasentre ellos sobre cual era el mayor, impuso 4 Pedro el precepto de confirmar 4 sus hermanos. Habla el Seiior con todos los apdstoles, y apénas acaba de pro- caPiToLo Iv. ARTICULO MII. 85 ponerse por ejemplo al que sea mayor entre ellos, se di- rige 4 solo Pedro, le llama dos veces, Simon, Simon: le advierte del peligro que corren todos, mira, dice, que Sa- tands va tras de vosotros, 6 ha solicitado tomaros por su cuenta: Ecce Satan expetivit vos: y luego aiiade, mas yo he rogado por ti a finde que tu fe no perezca; y th cuan- do te conviertas 6 arrepientas, confirma en ella é tus her= manos: Ego autem rogavi pro te... tu confirma fratres tuos. Mucha violencia seria preciso hacer 4 las palabras yo he rogado por ti, para no reconocer en la oracion del Sefior una particular intercesion 4 favor de san Pedro: mucha 4 las otras ¢é confirma, para no ver en san Pe- dro una particular obligacion de alentar y fortalecer 4 los demas apéstoles sus hermanos; y muchisima 4 todo el con- texto de las palabras del Sefior, para uo ver en el ayiso qye da 4 Pedro del peligro comun 4 todos, y en cuanto Te dice, una particular preeminencia, mayoria 6 superio- ridad respecto de los demas apéstoles: un derecho 6 au- toridad que acompaiie las obligaciones de velar sobre ellos, y de fortalecerlos..La oracion del Sciior 4 favor de san Pedro fué para que no faltase su fe: ut non deficiat fi- des tua; y el precepto de confirmar 4 sus hermanos fué para despues de convertido: tu aliquando conversus &e.: de’ modo que la conyersion de san Pedro fué profetizada Antes que su negacion (Observaciones n. 393). 93. EI Sefior que en premio de la confesion de la fé de san Pedro, Ie dié tanta parte en el establecimiento de Ja Iglesia; y despues en la noche de la cena, antes de Pprenunciar la negacion de san Pedro, le manda que des~ pues de concertido confirme d sus hermanos, y le asegura que ha rogado para que no falte su fé: este mismo Seiior despues de resucitado se complace en hacer una publica indagacion de la sobresaliente caridad de san Pedro, y encargarle el régimen 6 cuidado de toda su grey, 4 saber tanto de los simples fieles, como de los ministros de la 86 DISENO DE LA IGLESIA. Iglesia. En el mar de Tiberiades se hallaban pescando reus nidos san Pedro, los dos hijos del Zebedéo, Santiago y Juan, y otros cuatro discipulos 6. apdstoles: estaba el barco como 4 cien pasos de la ribera, cuando san Juan conocié y dijo que era el Seifor quien desde ella les habia habla- do. Pedro, al oir que es el Sefior, se echa al agua para lle- gar mas pronto 4 ponerse 4 sus pies: los demas Ilegan re+ mando; y diciendo el Sefior que traigan peces de los que acaban de cojer, sube Pedro al barco, saca la red 4 tierra, y no se rompe aunque lena de muchos y grandes peces, El Seifor que habia antes prevenido pan, pescado y lum- bre, les manda que almuercen, Acabada la comida, el Se- fior pregunta tres veces de un modo misterioso 4 san Pe~ dro, no precisamente si le ama, sino si le ama mas que los otros entre quienes se hallaba aquel mismo 4 quien por antonomisia Ilamaban el amado del Seftor: 3 Simon hijo de Juan (le dice) me amas ti mas que estos? La respuesta de Pedro es tan humilde y sencilla como afec- tuosa, las dos primeras veces: Si, Sefior, ti sabes que te amo. Solo la tercera vez que le hace el Sefior la misma pregunta, se confunde y entristece el Santo, acordindose segun parece de su tercera negacion; y afiadiendo con viva fé y confianza: Seftor, td lo sabes todo, repite, té conoces bien que yo te amo. A cada respuesta del Santo contesta el Seiior encargandole el cuidado de su Igle- sia con Ja alegoria del oficio de pastor: Apacienta mis _ corderos: apacienta mis ovejas (Joan, XXI. 2 4 17). No olvidemos que el Seffor nos presenta la Iglesia como un rebaiio con un pastor, unum ovile ef unus pastor (Joan. X. 16); y que siendo el mismo Sefior el pastor gran- de, 6 el principe de los pastores, cuando va 4 desaparecer de la vista de sus ovejas de la tierra, subiéndose 4 los cielos, se asegura por tres veces de la sobresaliente caridad de Pedro, y por tres veces le constituye pastor de ‘su rebaiio de un modo misterioso, para que entendiésemos que que- capiruto rv, anticoLo it. 87 dé muy particularmente confiado 4 san Pedro’ todo el re- haiio 6 toda Ia Iglesia (Observ. n. 394). 94. Que la superioridad que tuvo san Pedro sobre Jos demas apéstoles, la tiene como sucesor suyo el Romano Pontilice sobre los demds obispos, se prueba principal- mente por exigirlo la unidad de la Iglesia y la del obispado, como verémos en el capitulo quinto, Consta tambien por Ja constante tradicion de la Iglesia conservada en las actas y en los cdnones de los concilios, y en los escritos de los santos Padres y demds autores antiguos, Sobre lo cual me contentaré con nombrar 4 san Cipriano, y citar las Ob- servaciones. desde n.398 4 404, donde se prueba que los principios del Santo sobre la unidad de la Iglesia y la del episcopado, Iéjos de oponerse 4 la primacia del Papa, la . demuestran muy necesaria 4 la Iglesia. Aqui baste obser- war (n. 403) que san Cipriano fija sobre el gobierno de la Iglesia algunos principios. Primero: Los demas apédstoles son iguales a san Pedro en el honor y en la dignidad del apostolado, esto es, del gobierno 6 ministerio de la Iglesia: Hoc erant utique ceter? apostoli quod fuit Petrus, pari cone sortio praditi et honoris et potestatis. Segundo: La unidad de la Iglesia de Cristo exige que este honor y esta potes- tad comience por uno, que es Pedro: Exordium ab uni- tate proficiscitur, ut Ecclesia una monsiretur. De estos dos principios se siguen claramente dos consecuencias no mé- nos ciertas, 1." La superioridad del primer Apéstol sobre los demas, no puede perjudicar d la igualdad de todos en el_ honor y en la potestad del apostolado. 2° El primer ‘Apdstol debe tener sobre los demds toda la superioridad que sea necesaria para la unidad de la Iglesia, Claro esta que segun san Cipriano estas dos consecuencias deben aplicarse por derecho de sucesion 4 las relaciones que hay entre el obispo de Roma como primero de todos, y los de. las demas iglesias. : - 95. Establece el Santo -otros.dos principios sobre la DISENO DE LA IGLESTA. unided del obispado, Advierte 1.° que los obispos deben defender con vigor la unidad de la Iglesia para que se yea que tambien el obispado es uno, é indiviso: Ut epis- copatum quogue ipsum unum atque indivisum probemus, 2° Para que nadie engaiie con mentiras 4 los hermanos, ni corrompa la verdad de !a fé, sienta este otro principio: Episcopatus unus est, cujus & singulis in solidum pars te- netur, De los cuales dos principios se siguen igualmente dos consecuencias, 1.* Los derechos de primacia que tiene el primer obispo respecto de los otros, esto es, el obispo de Roma sobre los obispos de las demds iglesias, exigen de estos toda la subordinacion que sea necesaria, para que el obispado sea uno é indiviso en toda la Iglesia. 2? La sub- ordinacion de los demds obispos respecto del de Roma, no puede impedir que cada obispo en su iglesia tenga todo el honor y toda la potestad del obispado, Con tan clara doctrina de san Cipriano queda disipada toda apariencia de contradiccion en el testimonio que nos da de la pri- macia de autoridad 6 potestad, que reconocemos los caté- licos en el Romano Pontifice; pues nunca le negé los dere- chos de esta primacia, aun en los acalorados escritos en que defendia la mala causa de la nulidad del bautismo dado por herejes; en los cuales solo pretendia probar que el santo Papa abusaba 6 usaba mal de su autoridad 6 potestad. 96. Tratando del caracter propio del gobierno 6 ge- rarquia de la Iglesia, recordaré mas la doctrina de san Ci~ priano, y algunas especics que se hallan en las Observa- ctones n. 435, en respuesta 4 los argumentos con que los protestantes moderados pretenden que la primacia- del su- cesor de san Pedro no es de institucion de JEsucRIsToO, sino disposicion de la Iglesia. Aqui bastara copiar el ulti- mo numero del cap. 2.° que es el 454, y dice: “Con- clayamos pues que en el primado del Romano Pontifice lo que proviene de‘ disposicion, ley 6 canon de la Iglesia, "es la extension 6 limitacion de su ejercicio en varios ca~ : capituto Iv. aRTicuLo Iv. sos, y la explicacion de las dudas que en particular ocur- ren; pero la misma primacia la tiene el obispo de Roma por el derecho natural de sucesion 4 san Pedro, 4 quien el mismo Jesucristo constituyé el primero de los apdstoles. Y. tengamos muy presente que lo que nos ensefia la Iglesia como dogma catdlico sobre la primacia del Papa, se redu- ce 4 lo que el sdbio sefior Bossuet al fin del tratadito de oro que intitulé Exposicion de la fe &c. dijo con estas palabras: Queriendo el Hijo de Dios que su Iglesia fuese UNA, y quedase sélidamente fundada sobre la unidad, ins- tituyd la primacia de san Pedro para conservarla y asegue rarla. Por esto nosotros (los catélicos) reconocemos esta misma primacia en los sucesores del Principe & los apés- toles; d los cuales, por este motivo, se debe la-sumision obediencia que los santos Concilios y los santos Padres han ~ enseitado constantemente & todos los files. Observa que no ¢s menester detenerse en los puntos controyertidos entre catdlicos, y afiade: Basta reconocer una cabeza y pastor es- tablecido por Dios para conducir toda la grey en las sendus del Seitor : lo que hardn siempre de buena gana los yue aman Ja concordia fraternal, y la unanimidad eclesidstica.” Véa- se la nota que al pie.de estas palabras se halla en cl lugar citado de las Observaciones sobre la Exposicion del sciior Bossuet; y lo que inmediatamente despues nim. 455,al prin- cipio del cap. ILI, se copia del mismo seiior Bossuet sobre las palabras con que el concilio de Florencia y la profe- sion de fé de Pio IY. reconocen la primacia del Romano Pontifice, ARTICULO Iv. Principales puntos controvertidos entre catélicos sobre po- testad suprema eclesiastica. ‘ 97) 98 En cuanto 4 los puntos controvertidos entre catélicos sobre pom testad del Papa, es menester ir con cautela. 99 ¢Qué necesita la 3a 9° DISENO DE LA IGLESIA. definicion pontificia para ser ex cathedra? 100 ¢ La suscripcion de Lberio dejé de ser ex cathedra por falta de libertad? 101 Libe~ rioy Honorio no cumplieron con su oficio de confirmar en la fé 4 sus hermanos; por lo mismo no procedieron ex cathedra, sino contra cathedram. 102 En gue sentido debian hacer los judios cuanto de- cian los fariscos en la cdtedra de Moises. 103 gDénde deposits Sesucnisto la autoridad soberana de la Iglesia, en san Pedro solo, 6 en el Colegio apostolico? 104 Dos principios generales & favor del Colegio. 105 El Sr. Bossuet supone este punto ya jurgado por el concilio de Constancia; 106 y aitade dos importantes observa ciones, 97, En el citado capitulo III de la segunda parte de las Observaciones se tratan los tres principales puntos con- trovertidos entre catélicos sobre potestad eclesiastica: sobre los cuales quien desée tomar algun conocimiento, preciso _ es que 4 lo ménos lea y medite con cuidado cuanto alli se dice desde el numero 457 4 564, Aqui bastaran algue nas noticias generales que nos conduzcan al conocimiento del caracter propio de la gerarquia divina de la Iglesia. El punto primero es: Si la jurisdiccion eclesidstica estd toda inmediatamente concedida por Cristo al solo sumo Pontifice. Propuse esta cuestion con las mismas palabras de Belarmino; y afiadi la explicacion que de ella da, y los _ siete argumentos con que pretende probar que foda Ja jurisdiccian ordinaria de los obispos PROVIENE inmediata- mente del Papa. Respoudi 4 estos argumentos, y alegué algo de lo que dice el seiior Bossuet sobre las palabras de Cristo 4 los apéstoles: Asi como el Padre me envio, asi yo os erwio tambien & vosotros..... id..... ensefiad.... predicad &c. Jas de san Pablo: El Espiritu Santo os ha instituido obis- pos para apacentar 6 gobernar la Iglesia de Dios; y \as del concilio de Jerusalen: Ha parecido al Espiritu Santo ¥ & nosotros; y algo de lo que cita de la tradicion anti- - gua: en cuya vista le parece que no es posible que abrace de buena fé la nueva opinion de Belarmino ningun tedlogo que conozca la antigiiedad eclesidstica. : capirurp tv. anticoro rv. 98. EI segundo punto controvertido entre catdlicos, es: Si es posible 6 no en algun caso, que el Papa yerre contra la fe en decision dirigida é toda la Iglesia, Sobre este punto no debe confundirse la indefectibilidad de la fé en la cdtedra de san Pedro 6 cn Ja iglesia de Roma, y en la série de los Romanos Pontifices, con la indefecti- bilidad de la fé personal de los Papas. Pero de lo mucho que se dice en las Observaciones sobre esta cuestion, me contentaré con recordar las tres observaciones, que como corolarios se afiaden al fin desde el num. 502. La primera es que debe irse con muchisimo cuidado cuando se inquicre si una proposicion es dogma de fé, 6 sies herejia el ne- garla, La tercera consiste en que el sefior Bossuet y los demis parisienses juiciosos que niegan la infalibilidad per- sonal del Papa, reconocen con gusto que las causas de fé éon las primeras entre las mayores, cuya principal deci- _ Sion pertencce a la catedra de san Pedro; y que los de- mis obispos deben obedecer al sucesor de san Pedro. _+ 99. Mas la segunda observacion me parece tan impor= tante, que deseo copiarla toda aunque larga. Dice asi: “Las condiciones que. suelen exigirse para que una definicion pontificia sea ex cathedra ¢ infalible, indican que en esta parte los sibios prudentes de los dos partidos opuestos no _}o estan tanto como parece. Muchos sabios italianos decla- ran bien, que para ser ex cathedra una profesion de fe, 6 una decision pontificia, no basta que en aquella ocasion esté cl papa obligado por su dignidad 4 confesar 6 decla- rar la fé, sino que es preciso que cumpla con su deber; porque si no cumple con él, ya no obra como Papa, 6 con el derecho y autoridad que tiene, sino que obra como debil particular. Pongamos un par de ejemplos. Liberio instado por el Emperador 4 que suscriba una de las pro- fesiones de fé de los arrianos, se deja vencer del miedo, y débil suscribe la ménos mala que se le propone. Claro esta que se le insta como Papa, para que con su ejemplo sus- 92 DISERO DE LA IGLESIA, eriban los demés obispos catdlicos, y estos y sus pueblos se unan con los arrianos como el mismo Liberio. ¥ claro esta tambien que aunque Liberio hubiese podido licita- mente esconderse y substraerse 4 la violencia del Empe- rador; con todo una vez presentado y requerido 4 admi- tir una confesion de fé, debia sufrir mil muertes antes que dar por escrito 6 de palabra una confesion de fé distinta de la fé de san Pedro. Pero como no lo hizo, dicen los italianos que Liberio, admitiendo la profesion de fé de los arrianos, no hablé ex cathedra como debia, ni usd de su autoridad pontificia, sino que abusé de ella.” 100. La primera razon que tomada de otro autor alega el cardenal Orsi en prueba de que la profesion de fé no la firmé 6 admitid Liberio ex cathedra, es el des- tierro con que se le violentaba; porque Ja primera condi- cion que se requiere para que el Pontifice defina ex cathe- dra, es gue defina con libertad (Lib. Wl. c. 33). Real- mente no es facil entender de qué libertad del Papa se Labla cuando se dice que es necesaria para que la defini- cion sea ex cathedra. Porque libertad moral 6 licitud de definir 6 de dejar de definir, y de definir esto 6 aquello, nunca la tiene el Papa. Pues debe confesar la fé, y de- clararla y defenderla siempre que conviene para edifica- cion del projimo, con tal que pueda fisicamente: y nunca Je es licito definir ni declarar como de fé, sino la fé de san Pedro, que es la fé verdadera. En cuanto 4 estar el Papa libre de destierros, amenazas y persecuciones, lejos de ser necesaria tal libertad en el Papa para que hable ex cathedra con la Iglesia universal 6 con todas los ficles, sin reparo puede decirse que san Pedro y san Pablo, y la numerosa série de Santos papas mértircs de los primeros siglos nunca cumplieron mejor con el oficio de gefes de la Iglesia, nunca fortalecieron con mas eficacia 4 sus herma- nas en la fé, nunca hablaron y procedieron .mas ex ca- shedra, que cn cuanto dijeron en los calaboxos, y al tiem- capiroto iv. anicuto rv. 93 po de sus martirios, y sobre todo en la sangre que der- ramaron y la muerte que sufrieron por la fé. De mane- ra que si Liberio en vex de ser Hevado al destierro, hu- biese sido Mevado al cadalso; y en vez de suscribir la for- mula de los arrianos, hubiese derramado su sangre por la fé, sin duda bubiera procedido ex cathedra confirman- do 4 sus hermanos en la fé. Pero sea cual fuere la liber- tad del Papa que los italianos exigen para que defina ex cathedra, siempre tenemos en Liberio un ejemplo de que pueden ocurrir casos en que el Papa esté como Papa obli- gado 4 detestar un error, 64 confesar una verdad, y abu- sando de su libertad fisica 6 libre albedrio falte 4 su de- ber; y en estos casos no hablara ex cathedra. 404. Al ejemplo de Liberio aiiadamos el de Honorio. ‘Acuden 4 este Papa los patriarcas de Constantinopla y de Alejandria, quejandose de que se fomentan los distur- bios de! Oriente, por querer algunos que se reconozcan dos voluntades en Cristo. Y poco despues Sofronio, pa~ triarca de Jerusalen, participando al Papa su promocion al patriarcado, le da cuenta de que los enemigos del con- cilio de Calcedonia, para impugnar el dogma de las dos naturalezas en Cristo, dicen que no tiene mas que una voluntad. Honorio respondié 4 todos que no se hable ni de dos voluntades, ni de una; pero Sofronio con gran zelo levanté mas Ia voz, predicando las dos voluntades, No pretenden los italianos que Sofronio faltase 4 la obe- diencia debida 4 la cabeza de la Iglesia. Porque el Papa como tal, solo es infalible y tiene derecho 4 ser obedeci- do en lo que dice 6 manda cumpliendo con su deber; y Ho- norio estuvo enténces muy l¢jos de cumplirle. Porque es muy notorio que en aquellas circunstancias debia Hono- rio con particular esmero fortalecer en la fé de las dos naturalezas en Cristo 4 sus hermanos los patriarcas, ala- bando el zelo de Sofronio en defender las dos voluntades, y reprendiendo 4 los de Constantinopla y Alejandria de 94 Diseio DE LA IGLRSIA. que negando Ia voluntad humana, debilitaban Ja fe de la naturaleza humana; y con todo no lo hizo, sino lo con- trario, Ahora pues, si los italianos convienen en que pue- den venir casos ea que el Papa esté como tal obligado 4 detestar un error, 6 4 profesar 6 confesar una verdad, y con todo falte 4 tan grave deber protegiendo 6 erisefian- do el error contrario 4 la fé, 6 bien obscurcciendo 6 ne- gando la verdad de la fé; y pretenden que siempre que venga alguno de estos casos ya el Papa en lo que ensc- fie, mande 6 prohiba, no procede ex cathedra, de mo- do que solo define ex cathedra, cuando define cumplien- do con su oficio: entiendo que no tendran razon los pa- risienses, si niegan al Papa la infalibilidad cuando define ex cathedra, . Tengo tambien por cierto que con esta sola condi= cion se reuniran con los italianos todos los parisienses, que adopten las maximas del Sr. Bossuct; pues nadie du- da de que el Papa en sus definiciones de fé debe confor- marse con la fé de san Pedro, esto es, con la fé que la Iglesia catclica y la Iglesia de Roma han conservado des- de san Pedro; y el Sr. Bossuet en el capitulo ultimo del libro X. de la Defensa, despues de haber explicado varias interpretaciones que dan los italianos 4 las palabras, de- cision ex cathedra, prosigue: Pues tambien podremos de- cir nosotros que decision ex cathedra es la que confor- mandose con la Tradicion de la Iglesia, se halla confirma- da con el consentimiento comun. De este modo defendere- mos Iibres de todo error los verdaderos decretos de los Ro- manos Pontifices. Nadie niega que muchos decretos son nulos, solo por ser contrarios & los santos Cdnones; y con mas razon han de ser nulos los que son contrarios é la fe. No tengamos pues por verdaderos decretos del Romano Pontifice todas las decisiones que son nulas por ser con- trarias @ la verdad. Asi se explica el Sr. Bossuet. _ 102. Seguramente ningun catdlico negara que los fie- capitoLo 1. anticoLo ‘Iv. 95 les.deben 4 los obispos sentados en la cdtedra de Jesu- cnisto 6 de la ley cristiana, tanta 6 mayor docilidad y obediencia que la que debian los judios 4 los escribas y fariséos sentados en la cdtedra de Moises 6 de la ley mosiica: ni que es tanta 6 mayor la que se debe al Su- mo Pontifice de Ja nueva ley, como muy particularmen- te sentado en la catedra de san Pedro, que la que se de- - bia al Sumo Sacerdote de la Sinagoga, particularmente sentado en. la catedra de Moisés, Ya pues que JEsUCRIS- To mandé redondamente 4 los judios que hiciesen cuan- to les dijesen los escribas y fariséos sentados en la cite- dra de Moisés: Los escribas 6 doctores de la Ley, y los Jariseos estan sentados en la cdtedra de Moises: practi- ead pues y haced todo lo que os dijeren (Matth. XXIII. 3); ningun reparo debe tenerse en decir redondamente que debe hacerse cuanto mande, y creerse cuanto diga cl Su- mo Sacerdote 6 cabeza de la Iglesia ex cathedra de san Pedro. Mas al modo que JEsucRISTO no intenté mandar 4 los judios que obedeciesen 4 los que estaban sentados en Ja catedra de Moisés aunque mandasen sin justicia, ni que los creyesen aunque hablasen sin verdad; tambien conve- nimos todos los catdlicos en que no hay obligacion de _ obedecér mandatos injustos, ni de creer decisiones falsas, aunque vengan del Romano Pontifice. Y como en la fuerte expresion de Jesucnisto: Practicad y haced todo lo que os dijeren: Quodcumque dixerint vobis, facite, aun- que contrapuesta 4 la de no imitar las malas obras de ellos, nadie ha pensado que Jesucnisto intentase decir que los escribas y fariséos, aunque muy malos, estando sentados en Ia catedra de Moisés no podian decir cosas injustas 6 falsas; asimismo creen los parisienses que las expresiones mas fuertes del nuevo Testamento y santos Padres sobre el respeto y obediencia debida 4 la catedra de san Pedro, no significan que no pueda suceder que 96 __, ,. DISENO DE LA IGLESTA. ° ex cathedra se decida sin verdad, 6 se mande sin justi- cia; 4 no ser que la expresion ex cathedra indique no precisamente la autoridad del que define 6 manda, sino tambien que manda 6 define como exige la catedra, Por- que en efecto si un Papa excomulga 6 manda conéra jus- ticia, y suscribe 6 define contra verdad; en lugar de de~ cir que procede ex cathedra, lo que se debe decir es que obra contra cathedram, 6 que abusa de su autoridad con- tra el fin para que se le did. 103. Lleguemos por fin al tercer punto sobre potes+ tad eclesidstica controvertido entre catdlicos, 4 saber: eto da ley, sentencia, 6 decreto del Papa, es ley soberana, & irrevocable por sola la autoridad pontificia, aunque no ac- ceda el comun consentimiento de la Iglesia? Este punto ¢s muy conexo con el segundo # pues lo que se controvier- te en ambos es, dénde deposits Cristo la suprema autori- dad que inslituyé para el régimen de la Iglesia. En el punto segundo hablamos de la suprema autoridad de declarar lo que es de fe. En este tercero de la potes- tad suprema legislativa y judicial del gobierno de la Igle- sia. Porque si toda ley 6 decreto del Papa, por sola su . autoridad es irrevocable, la potestad suprema del gobier- no de la Iglesia reside en el solo Papa: cuya potestad es absoluta, libre de toda dependencia de otro juicio, dic- témen 6 voluntad humana; y podra el gobierno de la Iglesia llamarse monarquia absoluta, 4 la mancra que se aman absolutas aquellas monarquias civiles, cuyas leyes y sentencias 6 decretos no son mas que dictdmenes deb monarca 6 de sus poder-habientes. Pero si las leyes 6 sen- tencias pontificias, aunque tengan por si solas la fuerza respetabilisima de leyes establecidas 6 reglamentos da- dos por el monarca 6 principe supremo de ella, no son leyes irrevocables sin que haya precedido 6 le siga el co-- mun dictamen 6 consentimiento de los obispos, ya por la potestad que recibicron de Jesucnisro en la consagracion Capirote rv, anticcio tv. or episcopal, ya como Ilevando Ia voz de las iglesias particu- Jarmente confiadas 4 su cuidado; en este caso la suprema potestad absolata de la Iglesia pertencceré al cuerpo del episcopado 6 de la Iglesia catélica, cuyo gobierno seré una monarqula mixta’ 6 temperada de un modo semejante al de aquellas monarquias civiles en que las leyes no son ef dictaémen del Monarca solo, sino que dehen ademés ser libre y voluntariamente 6 propuestas 6 admitidas por al- gun cuerpo de personas que en esto no obran con po- testad recibida del Rey. Los italianos opinan que el Papa tiene por si solo una autoridad superior 4 Ja de todo un concilio ecuménico legitimamente congregado, 6 4 Ia de todos los demas obispos juntos. De modo que toda la Igle~ sia debiese observar una nueva ley 6 canon que el Papa mandase observar, aunque lo mandase contra el juicio 6 modo de pensar de un concilio legitimamente congre- gedo; y al contrario deje de obligar cualquiera ley ecle~ siistica por mas que sca de toda la Iglesia, ¢ impuesta ex- presamente por cuahyuier concilio ecuménico, siempre que el Papa Ja revoque, aunque los demas obispos general- mente la quieran conseryar. Pero los franceses opinan que la potestad suprema 6 soberana de la Iglesia no estd en’ el Papa solo, sino en el Papa junto con el cuerpo del ¢piscopado; y por consiguiente ni en el primer caso obli- aria la nueva ley del Papa, ni en el segundo dejaria de obligar el antiguo cénon de la Iglesia. 104. Los franceses se fundan principalmente en dos principios generales, 1.° La potestad gerarquica 6 de re- gir la Iglesia la reciben los obispos inmediatamente. de Dios, por medio de una accion sacramental. Lego la -po- testad de regir la Iglesia, 6 la autoridad de hacer-6 revos car leyes 6 canones, no fa pone Dios toda en ‘et Papa solo, sino en el cuerpo integro del episcopado, 2.° Parece in- negable que la potestad suprema de la Iglesia esta depo- sitada por Jesucristo en el cuerpo 6 colegio apostdtico, 6 13 98 DISENO DE LA IGLESIA. episcopal, tanto en drden al magisterio de.la fe, como en lo relativo al precepto divino de la caridad; esto es, en las leyes 6 cdnones de disciplina sobre el culto de Dios, administracion de los sacramentos, union y santificacion. de los fieles, Porque en drden al magisterio de la fé te- nemos que la Iglesia es la Esposa de Cristo (Ephes. V. 25). desposada con Cristo por la fe con desposorio indisoluble....- Sponsabo te mihi in fide: sponsabo te mihi in sempiternum (Osea. IL v. 49, 20). La Iglesia es la firme columna en que. esta indeleblemente insculpida la verdad: columna et firma; mentum veritatis (1. Tim. Il. 15). En la noche de la cena no hablaba el Sefior con san Pedra solo, sino con todas los apéstoles, cuando les aseguré que el Padre eterno les enviaria al Consolador y abogado, Espiritu de verdad, para que permanezca con ellos eternamente... y para que les en sefie toda verdad (Joan. XIV. 16. XVI. 43). Asimismo en. la fervorosa oracion que dirigié enténces al Padre eterno, despues de haberle rogado que !os santificase en la ver-; dad, 6 los consagrase dignos ministros de la divina pala- bra que es la misma verdad, prosigue: Pero no ruego so-, Jamente por ellos, sino tambien por los que han de creer "en mi por medio de su predicacion (Joan. XVII. 17. 20). ¥ de uno y otro resulta claramente que la asistencia del, Espiritu de verdad en el colegio apostdlico, es una de las. providencias ordinarias que han de durar hasta e} fin del mundo en el cuerpo de! episcopado, como sucesor del apostdlico en la predicacion de la divina palabra, y en el gobierno de la Iglesia. A todos los apéstoles ratificé Jesu- CRISTO antes de subirse 4 los cielos las mismas promesas de estar can ellos hasta el fin del mundo (Matth. XXVIII. 18) y de enviarles el Espiritu Santo prometido del Padre (Luc, XXIV. 45). Asimismo en érden al precepto de la. caridad 6 4 las leyes y juicios del régimen 6 gobierno de. la Iglesia, tenemos la mision del Padre y la orden der é predicar y bautizar por todo el mundo comunicadas no 4 capfruLo Iv. AaricoLo Iv. 99 Pedro solo, sino & todos los apdstoles: vemos que el con- cilio de Jerusalen no dice: Ha parecido al Espiritu San- to y & Pedro, sino ha parecido al Esptritu Santo y 4 no- sotros: Visum est Spiritui Sancto et nobis &c, Digamos pues que las decisiones infalibles de {a Iglesia en érden a la {é, son tnicamente las del cuerpo integro del episcopado; y digamos tambien que la autoridad suprema de las leyes 6 canones, es la del mismo cuerpo; 6 que tanto en la fé, como en la disciplina, la decision soberana ¢' irreformable es la de la Iglesia universal. . 105. El Sr. Bossuet (Defensa Lib, VIL cap. 2 & 4.) en prueba de que solo son irreformables los juicios 6 sen- tencias de la Iglesia universal dispersa 6 reunida, alega en primer lugar los decretos del concilio de Constancia. A saber, el de. la sesion IV. que dice: En nombre de la Santa ¢ individua Trinidad, Padre, ¢ Hijo, y Espiritu Santo: Este santo Sinodo de Constancia, celebrando conci- lio general por la extirpacion del presente cisma, y por la union y reforma. de la Iglesia de Dios que ha de hacerse en la cabeza y en los miembros... congregado legitima- mente en el Espiritu Santo... ordena, dispone, establece, decreta y declara lo siguiente: Primeramente que el mis- mo Sinodo congregado legitimamente en el Espiritu San- to, celebrando concilio general y representando la Iglesia catdlica militante, tiene de Cristo inmediatamente una po- testad, d Ila cual debe obedecer en lo concerniente d las co- sas de la fe, y & la extirpacion de dicho cisma, y d la reforma general de la Iglesia de- Dios en la cabeza y en Jos miembros, toda persona de cualquier estado 6 dignidad que sea, aun de la dignidad Papal. ¥ el de la scsion V. en que, repetido el anterior, se afiade: Asimismo declara que cualquiera, de toda condicion, estado y dignidad, tam- bien la Papal, que rehusara con contumacia obedecer 6. dos mandamientos, estatutos, ordenaciones 6 Preceptos de este sagrado Sinodo, y de cualquier otro concilio general +400 ‘+ BISERO DR La: IGLESH. legitimamente congregado, .hechos 6 por: hacer; sobre lus cosas antedichas 6 pertenecientes a ellas, quede sujeto & una condigna penitencia, y sea castigado segun’ merex- -¢a, G no ser gue se arrepienta, Fundado en estos decretos el Sr. Bossuct juzgé que el punto de que tratamos, cefii- .do 4 poner la autoridad soberana 6 suprema de la Iglesia, no en el Papa solo, sino en el cuerpo del episcopado, cs- 14 ya definido en Constancia. Los italianos pretenden que -el concilio.de Constancia habla unicamente de Papas du- dosos, 6 de tiempos. de cisma. Mas el Sr. Bossuet cree que sel mismo -contexto del decreto primero 6 de la sesion IV. declara bastante que se habla de la sujecion al concilio de todo Papa aunque cierto; en especial atendido el fin de este decreto, que era cortar los males de los cismas de dos -6 mas Papas, euyos lamentables desérdenes nacen princi- “palmente de que los adictos 4 cada uno de ellos le creen Papa cierto; por lo que era necesario hacer ver en la ‘Iglesia una autoridad 4 que debiesen obedecer todos los -fieles, si les prohihia reconocer por Papa al que creian que lo era ciertamente, aunque él pretendiese que no po- dia deponersele. Sin embargo, queriendo los Padres del cen- cilio precaver toda duda, tambien para las edades sucesi- vas, renovaron el misiwo decreto en la sesion siguiente, -con la adicion: y de cualquier otro concilio general legiti- mamente congregado. En cuyos decretos mira el Sr. Bos- suet como cosa ya juzgada este principio fundamental de ‘su sistema: Apoyados en la tradicion de todos los siglos, denemos por cierto que esté en la Iglesia catélica y en el ‘voncilio ecumenico la potestad soberana ¢ irrevocable en los asuntos generales de la Iglesia, y sobre todo en las cues- tiones de fe siempre que acurren: grandes disputas (De- Jensa Lib, X. c. 30). Sobre todo -el mismo concilio-de Constancia en: la sesion VII condend varias proposicio- nes de Wiclef, -y entre ellas la 44, que dice: No es-ne- tesario para salvarse el creer que-la sia d veces se ilaina jarisdiccion. 126 Era potestad distinta de la . de érden /a que usaban los obispos como drbitros, ¥ en el foro de la . Aaudiencia episcopal. 127 La voz jurisdiccion puede aplicarse & _ actos prop'os de la gerarquia 6 potestad espiritual de imperio. * 128 Es novedad peligrosa la distincion de dos gerarquias de érdea y de jurisdiccion, -. 493. Hay en la Iglesia cierta potestad cuya energia é: fuerza sobrenatural y divina puede llamarse fisica en eontraposicion 4 la fuerza moral 6 de imperio, Tal esta « -CAPiTULO IV. ABTICULO VIL tag potestad de celebrar 6 administrar sacramentos; porque 4 Jas acciones y palabras del que tiene la potestad de admi- nistrarlos, se sigue indefectiblemente el efecto 4 que in- mediatamente se dirige: lo que no se verifica en la {uer- za moral 6 de imperio, aun cuando es de la potestad su- prema 6 soberana. Porque si un soberano manda contra justicia, 6 en lo que no es de su competencia, no induce 6 no causa obligacion, por mas que use de todas las {or- mulas y palabras prescritas 6 acostumbradas en su mo- narquia. Pero si se administra 6 hace algun sacramento por quien tiene la potestad de hacerlo, y con las palabras y acciones necesarias, se sigue el efecto por mas que el ministro obre en ello contra derecho y justicia. Si un se- glar bautiza sin necesidad 4 un nijio contra la voluntad del pérroco pronto 4 bautizarle, obra sin duda contra de- recho y peca muy gravemente; no obstante el nifio que- - daré bautizado. Igualmente si un obispo ordena presbite- ro 4 un digcono que por ningun titulo es feligrés suyo, y contra la yoluntad del prelado ordinario, obra contra ley y derecho; y con todo el didcono quedar4 validamen- te ordenado. Esta potestad fisica no es la gerdrguica 6 propia de la gerarquia 6 principado sagrado: pues la po- festad gerarquica es la que gobierna Ja Iglesia militante; y la potestad de gobierno 6 direccion debe llamarse po- testad moral, porque su fuerza es de instruccion, persua- sion, y sobre todo de imperio, que induce obligacion mo- ral (Véase Observaciones nim. 345). Afiddase que el nombre pofestad directamente signi- fica energia 6 fuerza; pero con el nombre de potestad social 6 de alguna sociedad suele comprenderse tanto la energia 6 fuerza, como la razon 6 el derecha de promover el bien de la sociedad, 6 de procurar que se logre el fin © para que fué instituida, De ahi se sigue que la potestad sacramental, 6 de administrar algun sacramento, aunqué siempre diyina, siempre eficaz y siempre en si dirigida 17 : 130 DISENO DE LA IGLESIA. al bien de la Iglesia, no siempre puede Hamarse propia- mente potestad de la Iglesia 6 potestad eclesidstica ; pucs wuchas veces se halla su energia 6 fuerza sin ninguna razon 6 sin ningun derecho para usar de ella, como en el gentil que bautiza, y en el obispo hereje que ordena un ministro de] Sefior, 6 consagra su cuerpo y sangre: los cuales como separados de la sociedad de la Iglesia nin- gun derecho tienen en ella, Y en cuanto al obispo caté+ lico que ordena al feligrés de otro contra la ley de la Iglesia, aunque tiene el general derecho de ordenar, no le tiene para aquel acto. Igualmente para que una potestad de imperio 6 gubernativa se llame eclesidstica 6 social en la Iglesia, no basta que sea una fuerza 6 energia util al bien de la Iglesia 6 4 la salvacion de alguna alma, ni bas- ta que se ejerza con verdadero derecho, aunque sea na- tural 6 venido de Dios; porque es preciso que haya dere- cho eclesidstico, esto es, inmediata y directamente orde- nado al bien de la Iglesia. Por eso la potestad con que el padre y el amo gentiles 6 herejes viviendo en pais ca- tdlico mandan al hijo y criado catdlicos que vayan 4 misa y cumplan con Jos preceptos de la Iglesia, no puede lla- marse potestad eclesidstica; porque el derecho que tienen de mandar al hijo y al criado, no es derecho eclesiastico, sino natural 6 civil. 424. De lo dicho resulta que la verdadera potestad eclesiastica 6 social de la Iglesia en general, puede des- cribirse asi: Es una reunion de energia 6 fuerza con ra- zon 6 derecho dirigida & promover la extension del nom- bre y de la fe de Jesucnisto, la pureza del verdadero éulto de Dios, y la santificacion de las almas; que son los fines mas inmediatos para que fue instituida la divi- na sociedad de la Iglesia militante. Segun esta defini- cion la potestad divina de ordenar obispos, presbiteros y didconos que se dé al obispo'en la consagracion episcopal, es yerdadera potestad social de la Iglesia, y una de las capfroto tv. anticow vit. 130 principales, 6 la principal entre las gerarquicas 6 de go- bierno. Porque no solo se le da la potestad, energia 6 fuer- aa, digamoslo asi, fisica, 6 de administrar el sacramento del drden en todos sus grados; sino tambien la fuerza moral 6 de imperio unida con el derecho y obligacion de examinar y juzgar la idoneidad de !os que hayan de ser ministros de Dios en la Iglesia, ordenando los idéneos, y excluyendo 4 los que no tengan las prendas y virtudes necesarias. Mas esta potestad gerdrquica, aunque inamisi- ble como recibida en una consagracion sacramental, es una energia 6 fuerza que puede estar sin derecho; pues el mismo Papa si cayese (lo que confiamos en Dios que nun- ca sucedera) 6 en la herejia 6 en mortal anatema, que le separase totalmente de la Iglesia, como 4 los gentiles y pu- blicanos; al paso que conservaria el caracter sacerdotal y la potestad episcopal de ordenar validamente 4 obispos, pres- biteros y didconos, 6 de conferirles el sacramento del ér- den, quedaria privado de todo derecho de la sociedad divi- na de la Iglesia; y por consiguiente del ejercicio de toda potestad verdaderamente gerarquica, 6-de principado y gobierno de ella. Digamos pues que la potestad de la Iglesia en gene- ral, puede distinguirse en potestad sacramental y en po- testad gerdrguica. Aquella es la potestad de servir de ins- trumento 4 la divina virtud que obra en los sacramentos instituidos por Jesucatsto. La potestad gerérquica direc- tiva 6 gubernativa es la autoridad y derecho de regir la sociedad divina de la Iglesia con las fuerzas morales no solo de instruccion y consejo, sino tambien de imperio y castigo. Y téngase presente que la expresion potestad sa- cramental pucde tener dos sentidos: pues puede significar la potestad instrumental de dar, hacer 6 administrar sa- cramentos; aunque santo Tomas (antes n. 4118) llame sa- cramental tnicamente la potestad que se recibe en la con- sagracion de alguno de los grados del sacramento de! ér- 132 ‘ piseiio Da LA IoLEstA. den. Asimismo la potestad gerarquica es una de las grae cias 6 efectos del sacramento del érden; porque todo sacra- mento del drden da alguna polestad gerarquica 6 de go- bierno; aunque pueda hallarse potestad gerérquica que no sea potestad de drden inmediatamente, 6 recibida con el mismo sacramento del érden, sino recibida por delega- ccion de la Iglesia 6 de algun ministro ordenado; a la cual santo Tomas llama potestad jurisdiccional 6 dada ex sim plici injunctione hominis, 125. Con la luz de estas ideas generales sobre potestad eclesiastica, digamos algo de la division que sucle hacerse de ella en potestad de érden, y potestad de jurisdiccion. El nombre jurisdiccion muy usado por los antiguos romanos para significar ciertas partes 6 ciertos ejercicios de la potestad civil, comenzé 4 usarse en lo eclesiastico aplicandole 4 Ja particular razon 6 derecho que tiene para gobernar una igle- sia el obispo titular (cardinalis) de ella, !lamandose su ju- risdiccion, lo que antes se lamaba su polestad, su autori- dad, su cétedra, su ministerio. San Gregorio Magno en su carta 4 Alcyson, obispo de Corcyra 6 Corfu (Lib. XIL ep. 2. al lib. XIV. ep. 8) usa tres veces de esta voz para signi~ ficar lo mismo que con las voces potestad 6 autoridad. De otro obispo que queria usurpar una parroquia del de Corfti dice: ‘“Procuraba arrebatar de tu jurisdiccion el mencionado lugar contra los decretos de los sagrados cénones, y se es- forzaba 4 someterle 4 su potestad.” Aprueba y confirma la sentencia del metropolitano, de que el mencioriado lugar debe continuar bajo la jurisdiccion de su iglesia: y pre- viene que se dejen permanccer en aquel lugar unos clérigos del otro obispo, con tal que’ siempre se tengan alli por huéspedes; y el obispo declare y prometa que en adelante nunca defender4 tener en él ninguna pofestad, ninguna jurisdiccion, ninguna autoridad, como cardenal obispo. En las Observaciones (nim. 579. y sig.) cret del caso impugnar de propésito la explicacion de estas dos potesta~ capitoto rv, anticULo Vit. . 133 des que dé el sébio Berardi; y despues en el Apendice Ml. (nim, 247 4 284) crei mas preciso impugnar la novedad de poner dos gerarquias en la Iglesia, cuando el concilio de Trento se contenté con definir que hay urfa que es divina, y que consta de tres grados; el primero de los cuales es el episcopado. Aqui bastard indicar algunas especies sobre un asunto no ménos delicado que importante. 426. La voz jurisdiccion como tomada del derecho civil se aplica con particular motivo 4 la potestad que en todos tiempos han ejercido mas 6 ménos los obispos sobre agra- vios 6 injurias temporales y en disputas de hienes terre- nos; ya como arbitros en consecuencia de la prevencion de san Pablo de que los fieles no sean litigiosos ni acu- dan 4 tribunales de gentiles: ya tambien despues desde que autorizados por los Emperadores tuvicrorcon nombre de Audiencia episcopal un foro, tribunal 6 juzgado de pie- dad, de paz y de caridad. De esta jurisdiccion episcopal en que Ia caridad y la autoridad de los obispos ser- “vian mucho para la salvacion de las almas, trata como suele con gran erudicion y juicio el piadoso P. To- masino (Vet. ef nov. Eccles. Discip. P. Ml. E. Wc. 104 ad 114. edit, Venet. 1730): y entre otras cosas de mu- cha importancia observa repetidas veces que los obis~ pos Iéjos de desear aquella extension de auloridad, 6 com- placerse en ella, la miraban come pesada servidumbre; porque Ices quitaba de las tareas espirituales propias de su ministerio apostélico, y de la meditacion de las yerda- des eternas, las muchas horas que debian ocupar en el exdmen y juicio de negocios terrenos. Pero reconocian que Ja ley de la caridad los obligaba 4 llevar tan pesada ser- vidumbre: cuyo peso les aligeraba la proporcion que te- nian en los juicios civiles para inculcar en los 4nimos de los litigantes las maximas evangélicas de caridad, de espi- situ de paz y de desprendimiento de los honores y rique- zas terrenas; y en los juicios criminales de delitos civiles 134 : DISENG DE TA IGLESIA. para procurar la verdadera conversion y santificacion de Jos reos con proporcionadas penas medicinales, que sin dar la muerte al cuerpo, diesen y conservasen la vida del alma. Con tazon se diria que son dos potestades dis- tintas la de drden y la de jurisdiccion, si con nombre de Jurisdiccion se entendiese unicamente la explicada potestad que segun las leyes evangélicas ejercieron por muchos si- glos en negocios temporales los santos obispos Ambrosio, Agustin y otros innumerables, con tanto honor de la Iglesia y con tanto beneficio temporal de Jos pueblos y espiritual aprovechamiento de las almas. Porque ni puede ser potestad de drden la que recihan los obispos de las supremas potestades civiles 6 de los pueblos, ni exigia san Pablo la calidad de-ministro sagrado, sino Ja de cristiano, para terminar los pleitos que los corintios Hevaban a tri- bunales de gentiles. 427. Pero no solo puede usarse la voz jurisdiccion en estos juicios civiles 6 criminales, sino tambien en los mas propios de la potestad que por institucion de Jesucrisro conviene al primer grado de la gerarquia de la Iglesia; y principalmente en tres sentidos. 1.° En general por la potestad 6 autoridad de gobernar, mandar y juzgar en la Iglesia, Mas en este sentido no puede decirse que la po- testad de la Iglesia se divide en potestad de drden y po- testad de jurisdiccion; sino que debe decirse que la po- testad de jurisdiccion es parte de la potestad de drden, Porque con este ultimo nombre se entiende toda potes- tad recibida en el sacramento del orden; y \a potestad de gobernar, mandar y juzgar en la Iglesia es sin duda una de las potestades que se dan d los obispos en su consagra- cion, Si alguno con nombre de potestad de drden quisiese significar la sola potestad de ordenar que tienen los obis- pos y no los presbiteros, habra de decir que los presbi- teros y los didconos no tienen potestad de drden; y \a potestad de consagrar el cuerpo del Sefior habra de captroto TV. ARTICULO VII. 135 Hamarsé potestad de jurisdiccion. 2.° Sucle la vor jurisdic cion significar la potestad delegada de gobernar y juzgar en ciertos lugares 6 4 ciertas personas, dada por mision -humana ‘6 de Ja Iglesia 4 quien no la tiene dada por Dios, 6 con.la mision divina de la consagracion, 3.° Suele tam- bien Uamarse jurisdiccion la licencia, la facultad, 6 !lamese sise quiere pofestad, concedida por. mision de la Iglesia 4 - algun obispo 6 sacerdote para ejercer 6 usar la pofestad que recibié de Dios en la ordenacion, respecto de ciertos lugares 6 con ciertas personas, dgnde y con quienes le es- taba prohibido tal uso 6 ejercicio en fuerza de las leyes de la Iglesia. Y_de Jo dicho hasta aqui resulta que sin re- paro puede usarse de la voz jurisdiccion hablando de la potestad propia del sacerdocio cristiano, ya para signifi- car en general la potestad de regir 6 gobernar una igle- sia en cualquier pais del mundo cuando no lo impidan las leyes de la Iglesia: ya para significar determinada- mente esta potestad gubernativa cuando es delegada por mision humana: ya en fin para denotar el libre ejercicio en alguna iglesia de la potestad divina de mandar y juz- gar recibida en la ordenacion. 4128. Léase en el Apendice INl, n. 228, la observacion que sobre los canones Sardicenses se hace en prucba de que el gobierno de la Iglesia no es conforme al espiritu de la dominacion humana, sino al de la caridad y fé di- vina; y de que en los easos de necesidad ni los canones de Nicéa, ni otra ley eclesiastica puede limitar el ejerci- cio de alguna potestad dada por Dios en el sacramento del drden. Y lIéase despucs con reflexion lo que desde n. 229 se alega contra la novedad de la gerarquia de ju- risdiccion distinta de la de drden, Alli se vera que fingir en los obispos necesaria para el ejercicio de su ministerio una potestad de jurisdiccion que sea distinta y sobrevenga 4 la potestad de drden, es oponerse claramente 4 la idea que el concilio de Trento nos da del primer grado del _ 136 . DISENO DE LA IGLESIA. 6rden gerarquico 6 de la gerarquia divina, y es al mismo tiempo negar 6 desconocer distintas verdades que son in- dudables entre catdlicos (nim. 232 d 235). Se observa con santo Tomés que el sacramento del drden en todos suis grados ‘dé potestad espiritual activa 6 de régimen; y se distingue en la potestad espiritual lo que es potestad 6 au- toridad, de lo que es razon 6 derecho para ejercerla. Para mejor evidenciar que toda la potestad de régimen de la Iglesia se recibe de Dios en el sacramento del érden, 6 por delegacion de quien la haya recibido en el sacramento, se considera Ia potestad de régimen en el grado menor 6 en el ostiariado, y en el mayor 6 en la consagracion episcopal, desde nim. 254 d 262. Se observa que las fun- ciones propias de los érdenes menores ya no suelen ejer- cerlas ministros ordenados 4 este fin: que en tales mi- nistros asi ordenados deben suponerse fuerzas fisicas y morales distintas de la potestad de érden: la cual en to- dos los grados del sacramento es una potestad espiritual inamisible para ejercer alguno de los varios ministerios 6 actos del régimen de la Iglesia. De esta manera el orde- nado en el grado de ostiario recibe de Dios la autoridad, la potestad moral, el derecho y energia para dirigir 6 re- gir, tambien con actos de verdadero smperio, lo preciso para el buen brden de las congregaciones y de los fieles en la parte que toca 4 este grado. Pero los que no han sido ordenados en él, no tienen tal potestad espiritual moral 6 derecho, aunque por sus fuerzas fisicas y morales _Raturales sirvan 4 veces con grande utilidad este minis- terio, Para formar despues justo concepto de la potestad de régimen que da la consagracion episcopal, se fija la atencion en las palabras Sicuf misit me Pater &c. Se observa que el Sefior habla sin duda con los obispos que habra hasta el fin de! mundo. Se repite que el obispo de Roma sucede 4 san Pedro en los derechos de su primacia, como los obispos en los comunes de los apéstoles; y se ex~ caviroto rv. aaticors vit. 337 plica como el Papa recibe de Dios inmediatamente sa pri- macfa, aunque no reciba mas consagracion sacramental qae la comun del primer grado de la gerarquia divina, En fin desde el ntim. 366 se hace ver que la gerarquia de ju- risdiccion distinta de la de drden es supérflua: que con- fande la potestad eclesiastica: que fomenta la exaltacion de ideas anarquicas, 6 de gobierno arbiteario: que la idea que de ella dan sus defensores toda se redace & tener stib- ditos é imperio sobre ellos; y que si el ministerio apos~ télico no se puede servir sin tener subditos 6 imperio sobre ellos, seran stibditos ¢ imperio de tales clases 6 cs- pecies que todos los hombres del mundo sean stibditos, y todos los ministros consagrados, 4 lo ménos los del pri- mer érden gerarquico, tengan imperio, ARTICULO VIL Son derechos y deberes de la fe y de la caridad todos los de la sociedad de Jesucntsto, tanto los generales de los sdcios y de los ministros, como los particulares de cada uno de los grados de la gerarquia. 129 Los derechos y debcres de la fé y de la caridad son comunes 4 todos los cristianos. 130 De la fé nacen el derecho y el deber de defenderla, y de instruir en ella al prdjimo. 134 De la caridad nacen el derecho y la ottigacion de la correccion fraterna y el zelo de la conversion de infieles y pecadores. 132 La primacia y ma- yoria de derechos y deberes esti en ef primer gradé de la gerar- quia. 133 Es muy notable el derecho y el cargo de ser los obis- pos jueces en lo relative & la fé y & la caridad; 134 y tanto de los pecados como de los pecadores, 135 Tienen los de intérpretes, Frenicadores y dispensadores, y ofros designados en el Pontifical Romano: 136 d saber, consagrar, ordenar, ofrecer, bautizar x coafirmar, 137 El mismo Pontifical habla de los derechos y debe res de los sacerdotes: 138 de los didconos , subdiéconos y cuatre érdenes menores. 139 El cardcter de ministre de Dios dé un nuevo derecho ¢ impone una nueva obligacion general de promover 4a salvacion del préjimo con palabras y ejemplos, 429. Para que formemos mas exacto concepto de lp 18 133 DISENO DR LA IGLESIA.> potestad-6 autoridad que los ministros de la Iglesia tienen en el gobierno de ella, consideremos ante todas cosas que el primero de los apdstoles san Pedro es 4 quien cl Seiior dirigié principalmente la palabra cuando hablé de fundar la. Iglesia y de la potestad de gobernarla. Y para decirlo son la sublime expresion de san Cipriano, san Pedro es el uno eo quien comienza la unidad tanto de la Iglesia como del gobierno de ella, que es el episcopado. Por lo mismo para conocer bien los derechos y las obligaciones de la potestad eclesidstica, es preciso tener muy presente cuanto sobre ella dijo Jesus 4 san Pedro. Desde lucgo ver mos que si Jesucnisto dijo 4san Pedro que fundaria parti- cularmente sobre ¢l la Iglesia, fué en premio de su particus lar ‘confesion de £é (Observe. nim. 387); y si le encargd el pasto de todo su rebafio, fué despues de haberse ase- gurado que la caridad del Santo 6 e] amor que le tenia era mayor que cl de sus compaiicros (é. nim. 394). Di+ amos pues que los derechos y las obligaciones de la potes- tad eclesidstica pueden reducirse 4 dos clases generales: erechos y obligaciones de la fe: derechos y obligactones de la caridad. Y pues que el Sefior en estas dos ocasio~ hes ‘en que mas designé la particular confianza que hacia cl primero de sus apdstoles, hizo tan expresa memoria dela preeminencia 6 primacia de su fé, y de la mayoria de su caridad; digamos tambien que la primacta 6 mayo- ria-de san Pedro es una preeminencia, primacia 6 ma- yorta de derechos y obligaciones, en érden 4 mantener en ‘1a Iglesia la pureza de la {é y la perfeccion de la ca- tidad; y que la superioridad de. los grados de :la.gerarquia Consiste en que son los primeros 6 mayores aquellos en {uiénes son mayores la extension y la energia de los de- Fechos ¥ de los cargos relativos a la fé y 4 la caridad,, «430. Pero derechos y. obligaciones tanto de la fé como de la caridad és’ hay que sox’ comunes 4- todo fiek cris tend, é-miembra de Ja Iglesia: los:.que ‘serd ‘del. caso’ tdn= oy capituLo:1v. anticuLo It. 139 siderar primero, para mejor distinguir despues lo que cs, propio de la gerarquia eclesiastica y de cada uno de sus. grados u drdenes. En cuanta a la fé el derecho de defensa Jo es sin duda de todo cristiano. Porque todo cristiano tiene la obligacion de defender su propia fé, 4 pesar de eualesquiera peligros y amenazas. Pucs aunque pucde huir, de la persecucion por medios 6 caminos licitos, si no sq le ofrece ninguno debe sufrir mil muertes antes que per- der su propia fé, ya sea negando alguno de sus articulos, ya tambien haciendo actos de idolatria. Por derecho de dex fensa puede comunmente y en algunos casos debe toda cristiano confesar la fé en alta voa y levantarla contra el error claramente contrario 4 Ja {é, Al modo que el abo- gado Eusebio siendo simple lego se levanié en medio de la iglesia de Constantinopla y confesé con claridad y encr- gia la fé de la Encarnacion del Verbo Divino, interrum- piendo al mismo arzobispo Nestorio cuando estaba predi- cando, al oir que negaba 4 Maria Santisima la dignidad de Madre de Dios. Ademas el derecho de instruccion, 6 la autoridad y la obligacion de instruir 4 otros en la fé, pue- de pertenecer 4 los simples legos por particulares moti- ‘vos, como al padre y amo cristianos respecto de los hijos y criados, Puede tambien pertenecer 4 cualquier cristiano ‘en varias ocasiones en fuerza del precepto 6 de la ley de Ja caridad; pues ésta obligandonos todos los cristianos a so- -correr 4 nuestros projimos en sus graves y urgentes ne- -cesidades, nos obliga sin duda 4 instruir en cuanto poda- -mos 4 los cristianos que ignoran los articulos de la {¢ que ‘deben saber para salvarse, por ser esta ignorancia, si no la mayor, una de las anayores necesidades del préjimo. - . 134. Del precepto de la caridad que ‘nos obliga & samar a Dios sobre todas las cosas, y 4 los demis hom- hres como 4 nosotros mismos en Dios y por Dios, nacen ‘en todos Jos cristianos cl derecho y Ja obligacion general -de desear y procurar 4 nuestros prdjimos la consccucion : tho DISRNO DE LA IGLESTA. - de los bienes’y la libertad de los males que debemes de- sear, y procurar para nosoiros mismos, De este derecho y de esta obligacion generales seiialemos las dos principa- Jes especies. La primera es el cristiano derecho y obliga- ° cion de la correccion fraterna, 4 la cual esta obligado todo cristiano respecto de todos los demés cristianos: no solo. respecto de los que le son inferiores 6 iguales, sino tam- bien respecto de los superiores. Pero como el amor de Dios y nucstra union con Dios son el primero y princi- pal acto y objeto de la caridad: de ahi cs que cuando sea de temer que nuestro trato con el préjimo nos aparte 4 nosotros del amor de Dios, cesa la obligacion de corregir- le, y se entra en la obligacion de dejar de tratarle mientras dure el peligro; aunque nunca cesa la obligacion de amarle, y nunca hay derecho para aborrecerle. La segunda es el zelo de la conversion de infieles y herejes. Tambien este derecho yeste deber son de todo cristiano; pues todo cristiano debe amar en Dios y por Dios 4 todo hombre mortal, aunque sea jedio, idélatra, mahometano 6 hereje; y por consiguicn- te debe desear y pedir 4 Dios la conversion de todos, y trabajar en Ja de aquel 6 aquellos en que su trabajo pue- da ser util 4 olros sin perjudicarse 4 si mismo. Porque aunque es muy notorio que el simple fiel debe por lo co- mun evitar disputas 6 contestaciones de esta especie, por ser Sbvio cl peligro de su propia ruina: sin embargo pue- den de mil maneras ocurrir lances en que algun cristia- no simple fiel sin el menor peligro suyo coopere en la con- version de algun hereje 6 gentil. En tales lances el pre- cepto de la caridad le autoriza sin duda 6 le da derecho y le impone la obligacion de procurar aquella conversion, 6 comenzandola hasta conducir al catecumeno 4 algun ministro de la Iglesia; 6 si se hallasen donde no hubiese ministro catélico, hasta bautizarle si no lo fucse, 6 hasta lograr que detestase de corazon los errores que hubiese seguido, creyese y adorase los misterios de la Iglesia ca- capiruze rv. anticuro vin. ake téliea, y sisspirase por los auxilios que den 4 fas ficles los ministros de ella con la potestad recibida de Dios, . 4132. Claro esté que los derechos y deberes de la fé y ‘de la caridad comunes 4 todos los cristianos convienen 4 los ministros de la Iglesia, pues cristianos son: y claro esta que les convicner con mayor extension y energia que al comun de los fieles, en fuerza de la mayor instruccion y, facilidad gue deben tener para enseiiar y persuadir la doc- trina de la Iglesia, y para impugnar a los que la contra- dicen. Ademas el mismo caracter general de ministro sa- grado les di una nueva mayor autoridad para cumplir con los cargos comunes de Jos cristianos, al paso que en cada uno de: los grados del ministerio se les dan nueva energia y autoridad 6 derecho, y se les imponen nuevos cargos con referencia 4 la fé y a la caridad, Asi resultara de lo que voy a decir de los derechos y obligaciones de los obispos: _ de los cuales sera facil colegir la parte que toca 4 los sa- cerdotes y- 4 los didconos. La potestad mas caracteristica de los obispos és la de propagar el sacerdocio cristiano 6 el ministerio eclesidstico hasta el fin del mundo: es la po- testad de ordenar no solo didconos y simples sacerdotes 6 presbiteros; sino tambien otros obispos, los cuales podran igualmente ordenar otros, y estos otros hasta el fin del mundo. A una potestad tan necesaria a la Iglesia, y de tanto influjo 4 su buen gobierno, es consiguiente la gra~ visima obligacion que tienen los obispos de no precipi- tarse en la imposicion de las manos, asegurandose bien de las idéneas prendas y circunstancias de los que orde- nen. San Pablo entre las oportunas prevenciones que ha- ce sobre el particular 4 sus diseipulos Tito y Timotéo (1. Timor, Wl. V, 22.==Tit. 1. 5. ¥ sig.) incluye el formi- dable apercibimiento de que quien ordena a un indigno, we hace responsable de los pecados en que éste caera. Los ebispos obteniendo el sacerdocio cristiano en toda su ple- nitud, participan de la potestad suprema tanto en érden Wha : oS OpisRo De LA TOnEStA: "7 ‘el sacrificio ineruento del mismo cuerpo de Cristo, eomo en orden 4 su cuerpo mistico (Odserv. nim. 364.). Por com . biguiente tienen la asombrosa potestad de consagrar el cuer- ‘po y la sangre del Sefior: 6 de que en la celebracion de los ‘misterios con que la Iglesia renueva en sus altares la me- ‘moria de la pasion y muerte de nuestro Redentor Jesu+ ‘eRISTO, al pronunciar las misteriosas palabras que dijo el “Seiior en Ja ultima cena, se convierta la sustancia del pan ‘en su santisimo cuerpo, y la del vino en su preciosa san+ “gre; y bajo de sus especics quede realmente presente el ‘mismo Seiior, 4 quien tributamos la adoracion que le debe- ‘mos como verdadero Dios. En érden al cucrpo mistico de ‘Jesucrisro 6 al gobierno de la Iglesia, participan iguals ‘mente los obispos de la plenitud del sacerdocio para de+ fender la pureza de la fé, clamando contra el error en cualquiera iglesia en que se ensefic: para predicar la fe “de Cristo 6 fundar nuevas iglesias en cualquier parte del mundo, y para regir cualquiera de las fundadas no solo ‘en casos de urgente necesidad, sino tambien fuera de ella, ‘conformandose con las leyes establecidas por la. Iglesia ‘para conservar el buen érden entre sus ministros, . - +133. A los obispos pertenece tambien la potestad 6 autoridad de disponer, decidir, resolver y declarar come yneces en todo lo relativo 4 la fé y 4 la caridad; y por con- ‘sigaiente en todo lo preciso al buen gobierno de la iglee sia particularmente fiada 4 su cuidado, Cada obispo en ‘su iglesia es por institucion de ‘Jesucnisto el legitimo juez inmediato de la fé, ya para cortar las dudas que tal ‘vez ocurran sobre si tal doctrina es 6 no revelada por . Dios, 6 si esti 6 no propuesta como de fé por la Iglesias ‘ya para juzgar y castigar 4 los cristianos-que nieguen 6 duden de las verdades propuestas como de fé por la Igle- sia, y 4 los que introduzcan doctrinas 6 practicas superse ‘ticiosas 6 de otro modo contrarias 4 la fé: ya tambien spara ‘establecer y mandar. cumplir los .reglamentos que ca- CAPETOLO 4¥, -amTicoto: vit. 943 aime ‘oportunbs para la instruction en ladoetria cristiana de los ficles, en especial de los niiios bautizados én’ la-ing fancia, y para la conversion 4 la-fé catélica de los adultas, inficles 6 herejes, si los hay en su didcesis, Es en ella, igualmente cada obispo el legitimo juez inmediato en, toda Jo relativo 4 Ja caridad. para con Dios y para cou los préz jimos. E] obispo es quien debe mandar 6 probibir todo, 4a que sea: conveniente para que la celebracion de los mriste+ rios y demas oficios del divino culto. se haga con la. grat vedad y devocion que corresponde; y quien debe juzgar y castigar no solo al eclesidstico que los celebre com floje- dad 6 indevocion, sino tambien 4 los seglares que. causen cualquiera especie de escandalo en Jos templos, 6 en las funciones religiosas. El obispo es quien debe ineukcar in-: eesantemente & sus feligreses el desprecio de los bienes, honores y placeres terrenos, y el cuidado.de no ocupar et eorazon sino con el amor-de Dios y del. préjimo por Dios. - Sobre todo debe inculcar el precepto del mutug amor: en- tre los cristianos, que tanto recomendd nuestro divino. Maestro, y cuyo fiel cumplimiento tanto deses que fuese un honroso cardcter distintivo de. los que creen en él, yi un dulce y eficaz imén que atrajese los infieles: 4 sa reino; 6 Iglesia. Por eso debe el obispo reprender, juzgar y casm tigar todo escandalo contrario. 4 la pureza.de las costum— bres. Debe con especialidad clamar contra Jos édios, y ene-. mistades piiblicas: haciendo ver cudn: indignos.son de .asise, tir en la celebracion de los misterios de nuestra religion, sagrada, y aun del nombre de cristianos, los. que domina-, dos del espiritu del mundo que los ciega-no ven- las vilesy pasiones de la envidia, del ddio'6 de la soberbia-que los: dominan, y les. da’ vergiienza de portarse con aquellos. que con: fundamento 6: sin él creen enemigos suyos, com el.espivita de sufrimiento, humildad y caridad. que-tantos nos. inculea nuestro: diving Maestra:-con dus‘palabras xy: qjemplos .....: : : we gee eo ce rT44 DISENO DE LA IGLESTA. - 134. Uno de los principales cargos de la magistratu- ra 6 judicatura que ejerce el obispo en su didcesi por institucion y en nombre de Jesucristo, es el de Juez _ de los pecados, y de los pecadores, autorizado por Dios ‘en la Iglesia no solo para juzgarlos y castigarlos con pe- nas medicinales, sino tambien para perdonarlos en nom- bre de Dios, absolviéndolos 6 librandolos desde luego de las penas eternas y dirigi¢ndolos y auxiliandolos para sa- tisfacer 4 su divina Magestad por las penas temporales que 4 mas de las eternas merecicron. Pero deben con singular vigilancia atender al buen drden de su clero, y 4 las ar- regladas costumbres de todos los‘micmbros de ¢l. Deben juzgar y castigar en los ministros de su iglesia no solo las faltas sobre los deberes propios de su estado, sino tambien todo desvio de la buena moral, y de la observancia de las leyes de la Iglesia. Debe mandar 6 prohibir en érden & su tenor de vida cuanto juzgue necesario 6 muy conve~ niente para que la vida honesta de los clérigos 6 sus bue- nos ejemplos den eficacia 4 las palabras del ministerio, & inspiren 4 los seglares la vencracion de los sagrados mi~ nistros que tanto conduce 4 la santificacion de unos y otros. Debe tambien el obispo conocer de cualesquiera dudas 6 disputas que se susciten entre sus clérigos sobre los cargos 6 sobre las obvenciones de sus particulares ofi- cios: decidirlas y formar los nuevos reglamentos que juz~ gue precisos, mandando su cumplimiento con sancion de penas conformes al espiritu, leyes y costumbres de la Igle- sia. Por tanto la potestad 6 autoridad del obispo en su propia iglesia 6 didcesi, se extiende 4 todo lo que signi- fica la enérgica expresion de san Cipriano (De Unit. Eccles.) que el obispado es uNo del cual cada obispo tiene IN SOLI= DUM una parte, Tiene in solidum una parte, primero en cuanto 4 la extension; porque en una parte de la Igle- sia tiene toda la potestad necesaria para el buen gobicr- no de ella; bien que bajo la superioridad no solo del me- CAPITULO TV. ARTICULO ViIL 145 tropolitano y del concilio provincial, sino principalmente del fKomano Pontifice como sucesor de san Pedro, y, so- bre todo del cuerpo integro del episcopado 6 disperso 6 reunido en concilio ecuménico, ea el cual reside la sobe- rana é irrevocable potestad de la Iglesia. 2.° Tiene cada obispo tambien én solidum una parte de la potestad su- prema del episcopado, en cuanto es uno de los votos 6 jueces de cuyo consentimiento moralmente comun resul- tan las definiciones infalibles, y las leyes, mandatos 6 sen- tencias irreformables de la Iglesia universal. Pues los obis- pos en los concilios generales son verdaderos jueces; y el dictamen 6 juicio de cada uno de ellos es por institucion divina no meramente consultivo 6 instructivo, sino deci- sivo 6 deliberativo, esto es, autorizado con parte de la au- toridad 6 potestad suprema de la Iglesia. 135. Quien considere la extension € importancia del - oficio de juez en el obispo, no admirara que el Pontifical Romano le nombre el primero entre los varios de tan su- blime dignidad, cuando al comenzar la consagracion de: un obispo pone en boca del consagrante estas palabras: Episcopum oportet judicare, interpretari, consecrare, ordi- nare, offerre, baptizare, et confirmare, El oficio de interpre- de que segun el érden que sigue el Pontifical es el segundo del obispo, trae tambien consigo muy grande autoridad, y muy urgente y continua obligacion, Es cl obispo el inter~ prete de la divina palabra contenida en las sagradas Es- erituras y en las tradiciones apostdlicas. Es cl enviado dé Dios 4 los fietes de su didcesi para que los guie ¢ ilustre 4 fin de que sepan sacar provecho de las maximas y pre-, eeptos claros para el arreglo de las costumbres, y tam= bien. de los misterios y lugares oscnros para adorar con humilde rendimiento la infinita sabiduria y omnipotencia de Dios, la incomprens lad de las divinas perfecciones, y la profundidad de los juicios de su bondad y providen- cia respecto de los hombres, Es el. obispo para sus feligree 49 146 . DISENO DE LA IGLESIA. ses el inferprete de las leyes divinas y cclesidsticas que debe explicarles & inculcarles, especialmente aquellas que viere olvidadas 6 malamente cumplidas. ¥ en los casos os- -curos 6 dudosos de si estan 6 no comprendidos en algu- na ley de Dios 6 de la Iglesia universal, es respecto de sus feligreses un inderprete particularmente autorizado para resolverlos, Es ademas el inéerprefe que debe explicarles no solo 4 todos en general las obligaciones comunes 4 to- dos los cristianos; sino tambien 4 los de cada estado, pro~ fesion, oficio, sexo y edad las particulares que tengan, pro- curando desvanecer las comunes ilusiones de la ignoran~ cia culpable 6 afectada. De este oficio de interprete de la palabra y ley de Dios y de la Iglesia es parte el oficio de predicador, que siempre se ha mirado como muy propia del obispo especialmente en las juntas de los ficles en la iglesia; aunque realmente deben los obispos tambien en las conversaciones, en todos tiempos y lugares, ser con sus obras y palabras énterpretes de la yoluntad de Dios, y predicadores de sus feligreses. A los oficios de juez y de inéerprete es consiguiente en los obispos el cargo y el derecho de dispensar a sus feligreses cuando lo dicta la equidad 6 epiqueya, por necesidad urgente 6 por grande utilidad publica, de la obligacion del cumplimiento de va- rias Ieyes divinas 6 cclesiasticas: ya con la dispensa im- Propia, esto es, con su autorizada declaracion de que la ley no comprende este 6 aquel caso, lo que se verifica tambien 4 veces respecto de leyes divinas:. ya con la dis- " pensa propia que quita 6 suelta para aquel caso la obli- gacion; lo que unicamente se verifica en las eclesidsticas cuando la ley no nace de autoridad superior 4 Ja del obis- po, 6 cuando éste obra con faculiad de! mismo autor de Ja ley, 6 de otro superior. . 136. Sobre la expresion consecrare debe observarse. que en el Pontifical Romano entre los titulos relativos 4 personas no se hallan mas que dos que hablen de con- CAPITULO IV. ARTICULO VIII. 1h sagracion: 4 saber, de consecratione electi in episcopum y de benedictione et consecratione cirginum; y entre las bendiciones de cosas solo se Jlama consagracion \as de la iglesia, del altar, del caliz, y de la patena. Sin embar- go con la voz consagrar sucle significarse en general ofre- cer 6 dedicar al servicio 6 culto de Dios alguna: persona 6 cosa con oraciones y ceremonias eclesidsticas. Y en esté sentido la expresion consecrare significa tambien que es muy propia del oficio del obispo la bendicion de las de- mis personas y cosas cuyas oraciones y ceremonias contie- ne el |‘bro Pontifical. En la voz ordinare seguramente se entiende Ja potestad de conferir el episcopado, présbite- rado, diaconado, subdiaconado y los otros cuatro grados menores del ministerio ectesiastico. En la de offerre la de ofrecer el incruento sacrificio del altar con la consagra- eion del cuerpo y sangre del Seiior; y en las de baptiza- re ef confirmare la de administrar los dos sacramentos de bautismo y confirmacion. Todos estos siete ministerios que el Pontifical Romano menciona, uo hay duda que son propiisimos de los obispos 6 del primer érden 6 gra- do de la gerarquia eclesiastica, aunque tampoco la hay en que pueden ejercer algunos de ellos los ministros ‘de las Grdenes inferiores. 137. En efecto 4 los presbiteros y 4 los didconos ya en la misma ordenacion, y asi por institucion divina, se les da la potestad de ejercer algunos de los mencionados ministerios. El mismo Pontifical en la ordenacion de los presbiteros dice: Sacerdotem oportet offerre, benedicere, praesse, pradicare, et baptizare; y luego advierte que de- © ben ejercer tales oficios en auxilio de los obispos catdli- cos que estén figurados por Moisés y los apéstoles: in ad- Jutorium Episcoporum catholicorum qui per Moysen et ~ Apostolos figurantur, Donde tenemos claras dos verdades: 4 saber, que los presbiteros reciben de Dios la potestad pre- cisa para varios ministerios importantes de la Iglesia, y que ' 148 DIsENO DE LA IGLESIA. la reciben para’ ser coadjutores de los obispos, y por lo mismo dependiendo de ellos en el ejercicio de tal potes- tad: 4 lo que es consiguiente que no pueden ejercerlos sino presupuesto su beneplacito, & no ser en casos de ur- gente necesidad. Recibe pucs el'sacerdote en su ordena- cion en primer lugar la maravillosa potestad de ofrecer de un modo incruento al Padre eterno el sacrificio de la cruz. A la cual potestad es consiguiente la de bendecir so- Iemnemente al pueblo cristiano reunido para la cclebra- cion de tan divinos misterios. Es tambien consiguiente la potestad de presidir en tales juntas, 6 de hacer las regu- lares funciones que sucle hacer en ellas el obispo siem- pre que celebra los: misterios. Una de estas fué por mu- chos siglos que cl presidente 6 principal celebrante antes del ofertorio de la misa oraba sobre los penitentes im= ponigndoles las manos. ¥ en. efecto el obispo cuando or- dena 4 los presbiteros, poniendo ambas manos sobre Ja cabeza de cada uno de ellos Je dice: Recibe el Espiritu Santo: serén perdonados los pecados de aquellos a quie~ nes los perdonares, y serdn retenidos los de aquellos & quienes los retuvieres; palabras que son Jas mismas de que se valié el Sefior el dia de su resurreccion al conceder Ja potestad de perdonar los pecados 4 los apéstoles, y en ellos 4 los obispos que les habian de suceder hasta el fin del mundo, como enviados de Jesucnisto verdadero Divs y hombre 4 continuar la obra 4 que el Padre eterno ha- bia enviado al mismo Sefior. No dudemos pues de que tambien los presbiteros en su ordenacion reciben Ja po= testad de perdonar’los pecados, una de las principales y mas asombrosas que vienen de Ia divina mision. En fin recibe el presbitero en su ordenacion una particular po- testad, autoridad y derecho para predicar y bautizar, 4 la que es consiguiente una particular obligacion de aplicarse 4 instruir y exhortar 4 los fieles justos y 4 los pecadores; 4 aquellos para que adelanten y se perfeccionen en la ca- +» caphruLo Tv. ABT{cULo ‘viIt. rh ridad; y 4 los pecadores para que se arrepienttan y vuelyan 4 la gracia del Seiior. Asimismo deben trabajar siempre que se les proporcione ocasion oportuna en la conversion de los gentiles, y en la instruccion y preparacion de los cates cumenos, : 138. El diacono, dice el Ponsifical, debe servir al al- tar, bautizar y predicar: Dédconum oportet ministrare ad altare, baptizare, et predicare. Observemos pues que en el tercer drden 6 grado de la gerarquia de la Iglesia. se recibe inmediatamente de Dios por la ordenacion una particular potestad y autoridad para bautizar y para pre= dicar, La cual consiste en dos cosas: 1.* En que la admi- nistracion del bautismo, la predicacion y la lectura 6 canto del Evangelio no puede licitarnente hacerlas con la solem= nidad que prescribe la Iglesia quien no esta ordenado dia- cono. 2.8 Estas funciones que en muchos casos puede y debe hacer cualquier fiel en fuerza de las leyes de la ca- ridad, el didcono puede y debe hacerlas siempre que la earidad lo exija; no solo por deber 6 derecho de la ca- ridad, sino tambien por deber, por derecho, por razon de su ministerio, 6 del érden que ha recibido. Lo mismo debe decirse de las obligaciones y facultades que segun el Pon- ifical Romano estan anejas al subdiaconado y 4 los otros cuatro grados menores, pues todas se reunen en el dia- conado, La Iglesia ya desde los primeros siglos fué divi~ diendo el tercer drden de la gerarquia 6 el diaconado en varios grados, confiando 4 varios ministros los distintos ministerios de él, para mas asegurar el buen érden y la solemnidad de los oficios divinos 6 del culto de Dios, por grande que fucse cl uumcero de los fieles que se reunian en los templos. Y aunque sobre esto hubo varias costum- bres en distintas iglesias, es ya universalmente adoptada la de distinguirse bajo del diaconado el grado de subdid~ ono, y bajo de éste otros cuatro progresivamente menores, 4 saber de acclito, de exorcista, de lector y de ostiario, 150 DISENO DE LA IGLESIA. Los ministerios relativos al canto 6 lectura de la epfstola 6 libros sagrados 6 eclesiasticos, al servicio del caliz, vina- jeras, luces y demas necesario para los divinos oficios, 4 Jos exorcismos y cuidado de los energumenos, 4 la conyo- cacion de los fieles con las campanas, al cuidado de-las puertas de la iglesia, y del silencio y buen drden de cuan- tos asisten; son ministerios que en lo sustancial 6 preciso- de ellos pueden por lo comun servirlos los fieles no orde- nados. Pero quien no ha recibido e} érden 4 que corres- ponden, ni puede hacerlos con la solemnidad que mu+ chas veces previene la Iglesia, nicon la eficacia que debe esperarse de la divina bondad cuando los ejercen minis- tros consagrados 4 Dios y por Dios para aquellos minis: terios, 139. Sobre todo importa mucho tener presente que todos Jos que han recibido con el sacramento del érden 6 la imposicion de las manos del obispo el cardcter de mi- nistro de Dios, aunque no sca mas que en el grado mas : infimo que es el de ostiario, estin muy particularmente obligados 4 promover la santificacion de los demas con sus . ejemplos y palabras. El obispo 4 los que van 4 ordenarse estiarios les previene que asf como han de abrir y cerran Ja Iglesia con las Haves materiales, asimismo deben tra- bajar en que los corazones de los fieles que son templos invisibles de Dios, estén cerrados al demonio y abiertos para Dios, y que para esto deben servir de /aves sus buenas costumbres y santas instrucciones; porque cuando el buen ejemplo de los ministros de Dios acompaiia sus reprensiones 6 advertencias, la divina palabra queda bien impresa en el corazon de los demis fieles, y exactamente cumplida en sus obras. De donde resulta como dntes dije (nim, 129 y sig.) que el caracter de ministro de Dios aviva mucho los derechos y los deberes de la fé y de la caridad comunes 4 todos los cristianos; 6 para decirlo con mas exactitud da un nueyo derecho, € impone una nueva : capfrozo rv. anticoLo rx, 1S obligacion de ejercer los oficios que dicta la caridad: ya para con el prdjimo, como sobre correccion fraterna y so- bre instruccion tanto de los ficles que no. saben lo que deben saber para salvarse, como de los inficles cuando se tiene proporcion de trabajar en la conversion de algu- nos: ya ‘ambien para con Dios, celando la defensa de la fé, la molesta gravedad en los divinos oficios, el silencio y Fespeto en los lugares sagrados, y la devocion arregla- da, humille y fervorosa en todos los actos del culto di- VINO, ARTICULO IX. =} buen drden de la caridad limita de muchas maneras’ la libertad del ejercicio del ministerio eclesiastico. 40 Los ministros de la Iglesia deben siempre obrar donde’se hallen como enviados de Dios para la santificacion de las almas: 141 sin Saltar d'las reglas del buen érden de la caridad: 14a reglas 6 Leyes que en especial desde la division de las diécesis son vdrias ¥ Srecuentes. 143 A tales reglas pertenecen los cdnones é leyes en que, Ja Iglesia con mision humana limita ef ejercicio de la mision divina. 144. Asombrosa eficacia de esta mision. 145 En qué consiste la humana. 146 Observese que la potestad sacramental solo la dé . la mision divina: 147 verdad que se nos declara con la antigua. prdctica de Roma sobre bautismo dado por herejes. 440. De lo dicho hasta ahora en este difuso capitulo, y de los lugares citados del concilio de Trento, de santo. Tomas, y sobre todo del Pontifical Romano, resulta pri- mero: Que en el ministerio episcopal, 6 en el primer gra- do de la gerarquia divina, esta reunida toda la potestad de gobierno 6 régimen de la Iglesia en Jo relativo 4 los ac~ tos 6 funciones del culto divino'y de la administracion de, los sacramentos para la salvacion de las almas; y que la ‘suprema autoridad de la eleccion y consagracion de todos. los ministros de la Iglesia, y la superior disposicion y di- 152 DISENG DE LA IGLESIA. reccion de los actos gerarquicos estén unidas en los obispas con el sublime cardcter del sacerdocio cristiano, que. eonsis- te en la misma consagracion del cuerpo y sangre del Se- fior, y con los caractéres de los seis drdenes ministeriales del sacerdocio, desde que la Iglesia al paso que fué sumen- tando el numero de los ficles en las ciudades grandes, fué distribuyendo el tereer grado u. oficio de la geraquia que es el diaconado, en seis distintos oficios, drdene 6 grados, 4 saber de didcono, subdiicono, acélito, exorcisti, lector y ostiario, 2.° Resulta tambien que la mision comunicada 4 Jos apéstoles para el buen régimen de la Iglesa hasta el fin del mundo se extendia igualmente 4 los que han de sucederles en todos sus varios ministerios hasa la vuglt del Sefior; pues todos reciben sucesivamente del mismo Dios en Ja ordenacion 6 consagracion de cada grado aque- Ila mision que en el que enténces reciben comesponde é la voz 6 palabras del Sefior con que los apéstdles la reci-, bieron con toda su plenitud 6 generalidad. 3.° Por tanto. los obispos | en su consagracion episcopal reciben tambien’ ahora la mision 6 potestad de todo ministerio apostélico’ general en la autoridad correspondiente 4 la suprema po- testad del pontificado 6 sacerdocio en su plenitud; y el obispo. de Roma recibe ademds entre los efectos de su con- sagracion episcopal la primacia de la Iglesia, por ser par- ticular sucesor de san Pedro en la caétedra de Roma en que coroné su apostolado con el martirio. Todos los sa- cerdotes reciben en su consagracion el sublime’ caracter ‘del sacerdocio cristiano, con’ las dos potestades asombrosas que el Seifor comunicé 4 los apéstoles, y en ellos 4 sus sucesores en el sacerdocio cristiano: 4 saber, en la noche de la cena con Jas enfiticas palabras Hoc facite. in meam commemorationem, la de consagrar el cuerpo y sangre del Sciior, y la de perdonar los pecados cuando el dia de su re~ surreccion les dijo Accipile Spiritum Sanctum &c. 4.° Igual- mente los didconos y los ordenados en los cinco grados u : CAPITULO IV, ARTICULO Ix. . 253 Srdenes inferiores deben tener presente que en cada una de aquellas consecraciones Dios les impone el caracter 6° ‘sello de ministros suyos 6 de soldados de su milicia con toda la potestad necesaria para servir en los particulares ministerios y funciones que corresponden 4 su grado, y en general con todos los cargos y obligaciones comunes de los ministros de Dios. Deben considerar que su cardc- ter sacramental de ministro de Dios es una mision de Dios que en cualquiera parte del mundo 4 que los haya con- ducido, 6 sea por la corriente de las generales disposicio- nes de la divina Providencia, 6 sea con algun impulso particular, los obliga 4 que se reputen entre “aquellas gen- tes, sean las que fueren, como enviados de Dios para apro- vechar cuantas ocasiones se les ofrezcan de promover la conversion de gentiles y pecadores, la instruccion de los ignorantes, y la practica de las virtudes cristianas, en es- pecial de la fé animada de la caridad. Todos los ministros de Dios desde el primero de los obispos hasta el ultimo de los ostiarios, en cualquier parte del mundo en que se hallen, deben arreglar sus obras, palabras y pensamientos 4 lo que corresponde 4 unos enviados del mismo Dios, para promover la santificacion de las almas de los hom- bres mortales que los ven y oyen. De esta general obligacion que tienen los ministros de Dios de trabajar cuanto puedan en promover Ja mayor gloria de Dios nuestro Sefior Jesucristo, la extension y buen régimen de su Iglesia, y Ja salvacion del prdjimo, No creo se exceptie ningun caso, en que tengan poder fisico para hacerlo, sino aquellos en que las reglas 6 le~ - yes del buen érden de la caridad les dictan que no ejer- zan su ministerio en tales lugares y circunstancias 6 con tales personas: lo que sucede regularmente en muchos actos gerarquicos cuando el pasto espiritual de las almas en ciertos tiempos y lugares esté ya confiado 4 determi- nados ministros, Justo sera pues que los sagrados minis- 20 154 DISENO DE LA IGLESIA. tros mediten con detencion este buen érden de la cari- dad para que mejor los guie en el cumplimiento de su winisterio. 141. En las Observaciones mim. 620 se hizo ver que Ja institucion divina de la Iglesia por JEsucRIsTO no pres- cribe ni el promiscuo ejercicio de la potestad gerarquiea de los apéstoles i obispos en todo el mundo, ni la divi- sion de ella por didcesis. De institucion divina es que cuantos recibieron, reciben y recibiran del Sefior hasta el fin del mundo la mision divina para el gobierno de la Iglesia, 6 de boca del mismo Sefior, 6 por Ja consagra= cion episcopal, tengan con los derechos de dicha potestad tambien la obligacion de usar de ella 4 beneficio de las almas siempre que lo exija la verdadera caridad. Y como ha caridad al paso que es muy activa y constantemente laboriosa, es siempre ordenada, 5 nunca se desvia del buen érden; de ahi es que Jos ministros del Sefior estan por la caridad obligados 4 trabajar en la conversion de jedios y gentiles, y en la santificacion de los cristianos en todo lugar y tiempo en que se les proporcione hacerlo con fruto, menos cuando se Jo prohibe alguna regla del buen orden. La caridad 6 el zclo de extender la Iglesia por todo el mundo movié 4 los apéstoles 4 permanecer reunidos algun tiempo en Jerusalen haciendo frecuentes salidas por la Palestina para extender y arraigar la Iglesia donde Ja planté el Sefior, ¢ instruir y disponer cuantos antiguos discipulos y nedfitos pudiesen, para ser utiles ministros, auxiliadores y compaificros de sus tareas apostdlicas. Pocos afios despues la misma caridad los obligé 4 distribuirse por los varios paises del mundo, estableciendo la Iglesia é la vifia del Seffor cada uno en las ciudades principales del pais que habia tomado especialmente 4 su cargo, y lue- go que la creia bastante arraigada en Ja primera ciu- dad, destinaba para su cultivo y extension un compae capiruto IV. aRTicoLo 1x. 155 Ftero 6 cooperador de los que estaban ya introducidos con la imposicion de las manos del apdstol en el mis- mo ministerio apostdlico: con el encargo de que siguien- do la misma regla del buen érden procurase el estableci- miento y extension de la Iglesia en las ciudades inferio~ res inmediatas. Y de este modo con la predicacion de los apéstoles se extendié répidamente la Iglesia por muchos paises, 4 lo ménos en los pueblos y ciudades grandes. Al principio el buen érden de la caridad solo exigia que un apéstol no fucse por lo comun 4 predicar donde habia . otro apéstol, ni un obispo fuese 4 dirigirla nueva iglesia en la ciudad que ya tenia otro obispo. Y que luego que muriese uno de estos obispos destinados 4 una sola ciu- dad, enviase 4 ella otro el obispo de la iglesia de que ha- bia salido el fundador de la que estaba sin obispo; 6 bien los obispos vecinos mas inmediatos fucsen 4 esta ciudad, procurasen la cleccion de nuevo obispo, y le constituyesen ‘6 pusiesen en el régimen de ella con la ordenacion 6 im- -posicion de manos. Pero como era de dia en dia mayor el ntimero de las ciudades no muy distantes entre si, en “que la iglesia tenia obispo particularmente destinado al régimen de aquella parte de su cuerpo; el buen érden de la caridad dicté luego la division de didcesis: 4 la cual ha sido consiguiente mucha variacion en érden al ejercicio de la potestad general apostdlica no solo por limitarse la libertad en el ejercicio de muchos actos en varios lugares, sino tambien por aumentarse la obligacion en otros, 4142. Tales variaciones resultan de la division de did- cesis no solo en el obispo destinado 4 iglesia determinada, sino tambien en los demas obispos, aunque sean superio- res de aquel por derecho humano; y tambien en el Papa, ‘que 4 mas de serlo por derecho divino tiene por derecho humano 6 por concesion de la Iglesia varios titulos par- ticulares de superioridad sobre los obispos de muchas igle- sias, y lo que es mas, tambien la potestad que se llama 156 DISENO DE LA IGLESTA. | ordinaria en todas las didcesis, como se dijo en las Obser- vaciones nim. 626. El obispo destinado 4 una iglesia debe consagrar habitualmente todos sus trabajos ordinarios al bien de dicha iglesia; y por lo mismo su obligacion de usar de la potestad apostdlica se contrae 6 limita y se au- menta muchisimo en érden 4 la direccion 6 régimen de las personas y cosas sagradas de su diécesi: y solo para casos extraordinarios en que pueda hacerlo sin perjuicio de su propia grey, subsiste en él la obligacion de ejercer su ministerio en cualquier pais del mundo en que tenga proporcion para promover la conversion de los gentiles, y la santificacion de los cristianos. Al aumento de obliga- cion de cada obispo respecto de su didcesi determinada, corresponde en todos los’demas obispos la limitacion de ejercer su ministerio en aquella didcesi. Y 4 la limita- cion de la libertad de ejercerie en las demas didcesis los que la tienen propia, corresponde en los obispos que no la tienen, y tambien en el Papa, un aumento de obliga- cion de ejercerle en los paises en que no hay obispo de- terminado. . 143. Son muchas las leyes, cénones 6 reglas de la Iglesia dictadas por el buen drden de la caridad sobre di- vision de obispados; y pueden tambien ofrecerse muchi- simos casos en que los obispos superiores, en especial el Papa, puedan y deban imponer mandatos, 6 dar provi- dencias particulares que limiten 4 algunos obispos la li- bertad, y aumenten la obligacion de ejercer algunos ac- tos del ministerio apostdlico en su didcesi. Es muy cierto, como se dijo repetidas veces en las Observaciones mim. 325, 349 y sig., que tales leyes 6 mandatos deben observarse exactamente con tal que sean justas, y que la presuncion de justicia esta 4 favor de la ley 6 mandato del superior legitimo. Y no lo es ménos que la presuncion cede 4 la verdad conocida, y que ningunas leyes 6 mandatos obli- an en conciencia si son injustos; y aun los que son jus- CAPITULO IV. ARTICULO IX. 157 tos dejan de obligar en muchos casos particulares por va- rios motivos. Pero es tambien cierto que las leyes y manda- tos aunque injustos 6 en casos en que no obliguen, pueden obedecerse, siempre que el acto de obediencia no haya de ser ofensa de Dios, como Jo fuera si se mandase adorar un idolo; y cuando puede obedecerse sin ofensa de Dios, deben ser obedecidos la ley 6 mandato injusto muchisi- mas veces en fuerza de la ley natural que manda evitar escndalos y peligros. De modo que sin reparo puede de- cirse gue desde el tiempo de los apéstoles es ley general de la Iglesia 6 del cuerpo integro del episcopado la de que por la mision humana se limita el ejercicio de la di- vina recibida en la ordenacion; pues donde hay obispo le- gitimamente instituido, ningun otro debe meterse sin anuen- cia suya en el gobierno de aquella iglesia, ni en admi- nistrar los sacramentos dé aquellos feligreses. 144. Sin embargo para precaver toda ilusion es pre- ciso no perder nunca de vista que segun el espiritu de la ley evargélica, la caridad que inspira el zelo de la salva- cion de las almas ces el fin inmediato particular 6 peculiar de todas las potestades, autoridades 6 facultades que Dios concede 4 sus ministros en Ja consagracion sacramental, De este luminoso principio colegirémos algunas importan- tes consecuencias u observaciones para conclusion de este articulo. Primera: Fs infinita la distancia que hay entre la mision divina 6 sacramental y la humana 6 eclesiastica. Llamo miéséon divina 4 \a potestad recibida de Dios en la ordenacion, y mision humana al encargo que da la Iglesia para obrar en el ministerio sagrado. La mision divina la recibicron los apéstoles de la misma boca de JEsuCRISTO verdadero Dios, cuya omnipotente palabra les dié por si sola toda la potestad necesaria para acabar de fundar la ‘Iglesia, extenderla por todo el mundo, y conservarla hasta el fin de los siglos; y por consiguiente para autorizar otros ministros del Seiior que con igual potestad pudiesen y de- 158 DISENO DE LA IGTESIA. . biesen constituir otros, y asi sucesivamente. Pero tanto los apdstoles como los sucesores de ellos no pueden por su sola cleccion, nombramiento 6 palabra, comunicar la potestad divina de gobernar la Iglesia. La comunican con la imposicion de las manos y la oracion; esto es, con la accion y las palabras sacramentales, 6 administrando aquel sacramento 6 seiial sensible con que fué del agrado de Dios que se instituyesen y fuesen conocidos los ministros de su Iglesia militante. La mala voluntad 6 disposicion del que administra un sacramento, no pucde frustrar ni limitar los efectos de la divina virtud que obra con aquel instru- mento. Lo que puede hacer la mala voluntad del ministro es que no haya sacramento; pues no le habré si omite alguna de las acciones 6 palabras necesarias para que le haya. Pero con tal que haga la accion y diga las palabras necesarias y suficientes para el sacramento, ya ningun er- ror ni vicio del entendimiento 6 voluntad del ministro puede frustrar sus deseos, Quicra 6 no quiera el obispo ordenante, el que recibe el diaconado tiene potestad de leer y predicar el evangelio, y de servir en los altares, no en ciudades 6 provincias determinadas, sino en toda la Iglesia de Dios, y en todos los altares del Sefior. Con igual generalidad el que se ordena sacerdole recibe la potese tad de ofrecer el sacrificio, la de absolver de los peca- dos y las demas del presbiterado; y el que es consagrado obispo recibe con el caracter episcopal todos los derechos unidos al sacerdocio en su plenitud, sin que pueda el obispo que ordena 6 consagra dejar de comunicar alguna de. las potestades 6 derechos comunicando solo los dems. 4145. Segunda: La mision humana puede ser de dos maneras: pues 4 veces el obispo encarga al presbitero que sirva 4 algana iglesia 6 pueblo como sacerdote propio de ella; y 4 veces encarga 4 un sébio seglar, que ensefie el catecismo 6 explique el evangelio 4 la gente sencilla: 4 un buen labrador que cuide bien que durante el divino of- capfruio rv. ARTICULO Ix. 159 cio no se perturben el buen drden y silencio en la igle- sia; 6 encarga tambien al facultativo 6 4 la muger que asisten en un parto en que peligra mucho la vida del feto, que le bauticen luego que haya proporcion. En el caso primero no da el obispo ninguna potestad sacramen- fal al presbitero; no hace mas que darle licencia expedita 6 imponerle el precepto particular de ejercer la potestad que recibié de Dios en la consagracion sacerdotal, para asistir 4 aquellos ficles. Tampoco dé en érden al bautismo la potestad de administrarle, pues la tiene de Dios cual- quier hombre mortal. Solo en los demas casos da el obis- . po 6 el parroco 4 los seglares Ia potestad de ejercer actos que son propios del ministerio sagrado; pero no les da para tales actos ninguna poiestad sacramental, sino una potestad que santo Tomas expresa nacer ex simplicé in- junctione hominis; esto es, una potestad delegada 6 una mera delegacion 6 encargo que pende de la yoluntad de los hombres que [a dan. 146. Tercera: Esta distincion de dos potestades qué hace santo Tomés, es una de aquellas que lejos de tenerse por sutilezas escolisticas merecen singular atencion, como indicios 6 testimonios de la tradicion divina 6 apostélica de Ja Iglesia sobre verdades reveladas 6 practicas de mu- cha importancia. En efecto, en esta distincion y en la doc- trina en que se funda se nos ensejia claramente que toda la potestad del ministerio sagrado y todos los demas efec- tos de los sacramentos vienen inmediatamente de la vir- tud divina. Porque el hombre ministro de Dios y sus palabras y acciones no: son conductos ni coeficientes vere daderos, reales 6 fisicos, sino meros instrumentios 6 sefia- les sensibles con que Dios se complace en comunicar 4 Jos mortales los dones y gracias que les merecié JEsu- cristo. De tan importante verdad se nos da otra leccion en la admirable disputa del valor del bautismo dado por herejes, ventilada en el siglo tercero entre el papa san Es- 160 DISENO DE LA IGLESTA. teban y los obispos de Africa presididos por san Ciprians. El santo Papa no decia mas que Sigase la costumbre en reconciliar los bautizados por herejes, sin darles otro sa- cramento que el de la penitencia, Pero san Cipriano en sus varios escritos y los obispos de Africa en los votos mo- tivados de su concilio, fundados en la sagrada Escritura alegaban varias razones, cuya fuerza admiraba todavia des- pues san Agustin, en prueba de que ni cl caracter de ciudadano de la Iglesia ni la gracia de Dios 6 destino 4 la felicidad eterna pueden comunicarse por el conducto de un hereje 6 cismatico, que separado de la Iglesia ningun dezecho puede tener, ninguna virtud, eficacia 6 potestad para comunicar las gracias sobrenaturales que nos mere- cid Jesucristo y que recibimos en sus sacramentos, Pero .el caso es que san Esteban en todo esto convenia con san Cipriano; pues bien informado de que en las iglesias de Levante y Occidente era muy comun, y especialmente en la misma Roma era constantisima la tradicion divina de mirar las gracias del bautismo como efectos inicamente de Ja virtud disina que obra en los sacramentos, no quiso que se dudase de que era valido el bautismo, siempre que fuese cierto que habia bautismo: esto es, siempre que se decian las palabras y se hacia Ja ablucion mandada por la Iglesia, fuese quien fuese el hombre que ponia aque- lls sefiales sensibles, que son el sacramento 6 el instru- mento de que se vale la virtud divina para comunicar 4 los infieles las gracias correspondientes cuando van 4 ser miembros de su cuerpo mistico, ciudadanos de su reino 6 individuos de su divina sociedad. 147. Realmente las iglesias que tenian por nulo el hbautismo dado por herejes 6 cismaticos eran casi ciento en Africa, y no pocas en Asia: lo que parece daba bas- tante fundamento para dudar si realmente aquel bautis~ mo era valido 6 no; y para que san Cipriano contase esta, cuestion entre aquellas en que cada obispo puede licita- capfruto 1v, ARTiCOLO 1X 16s mente proceder segun la practica que le parezea mas con- forme con la doctrina y el espiritu de nuestra religion divina; y que tanto los obispos de Africa y muchos de Asia, come los de las Galias 4 cuya frente estaba san Ire- néo, creyesen poco arreglada la amenaza que hacia el san- to Papa de cortar 6 suspender, respecto de los obispos que’ quisiesen persistir en que tal bautismo cra nulo, su cor- respondencia amistosa fundada en la comunicacion cristia- na. Sin embargo no se pensé en Roma en disponer en- tonces que en todas partes los bautizados Antes por here- jes se bautizasen sub conditione al volver 4 la Iglesia, aun- que de este modo se precavian escripulos, se quitaban dudas y todo peligro de que aquellos convertidos queda- sen sin bautismo. En los siglos posteriores hubo lances en que si algun matrimonio por ser contraido entre parien- tes se creia 6 sospechaba invalido 6 nulo, las terminé la caria Romana por medio de una singular plenitud de po- testad que se suponia en el Papa como intérprete de la voluntad de Dios: en uso de la cual 4 veces concedi¢é in- dulgentiam permanendi en su matrimonio 4 los parien- tes casados sin dispensa, y 4 veces como sucedid 4 los pa- dres de san Fernando (Apend. Il. n. 149 y sig.) no que- ria conceder tal indulgencia 6 dispensa ; ni para que los mal casados contrajesen enténces verdadero matrimonio, sino que con repetidos eutredichos y excomuniones obligaba 4- los dos 4 disolver el matrimonio contraido, permitiendo 4. ambos contraerle con otra persona. Mas en el siglo tercero no se habian concebido tan confusas ideas de Ja primacia del Romano Pontifice, ni se habian imaginado los sacramentos sub conditione. Las dudas sobre la inteligencia de algun misterio 6 de algu- na verdad, 6 sobre la licitud % oportunidad de alguna practica de la Iglesia, dudas que la curiosidad y la so= berbia tal vez excitan mas veces que la prudencia cris- tiana, las sufocaba por lo comun luego la autoridad del au 162 DISERO DE LA IGLESTA, obispo inculcando la firmeza y el candor en confesar la - fé y en adorar el misterio por oscuro que’ fuese, y la docilidad en seguir la practica cuyo origen no se su- piecse, suponiéndola por lo mismo venida de los apdsto- les, Pero cuando la antigiiedad de la tradicion 6 la in- teligencia de la verdad era realmente dudosa, se consule taban las demés iglesias; en todas se examinaban las Es- crituras, se meditaban ¢ indagaban los testimonios de la tradicion, y entre tanto cada obispo seguia el modo de pensar-que le parecia mas conforme, sin romper por esto la correspondencia y el trato con los de otro’ dictimen. Solo despues de mas 6 menos tiempo, cuando Iegaba 4 ser -moralmente undnime el consentimiento de la Iglesia uni- versal, se reputaba el punto totalmente decidido. Y de esta manera en las dos dudas principales que ocurrieron en los tres primeros siglos de la Iglesia, que fueron sobre el dia de la pascua cristiana 6 de celebrar la resurreccion del Sefior, y la del valor del bautismo de los herejes, per- manecié libre la opinion despues de haber declarado Ro- ma la constante practica de su iglesia, hasta que al tiem- po del concilio de Nicéa se vié que ya comunmente por toda la Iglesia se hallaba sustituido al dia de la pascua jedaica el domingo en que el Seiior resucité; y no se du- daba ya de que era valido el bautismo dado por herejes 6 cismiaticos, con tal que se hubiese dado como mandé JxsUCRISTO, y no como los paulianistas y algunos otros herejes que negaban el misterio de la santisima Trinidad. ARTICULO X. La mision humana no siempre da potestad. 148 La mision humana 4 veces dé potestad, d veces no; ¥ puede ser ili- cita 6 nula tanto de parte del delegado como del delegante. 149 Por tanto la delegacion hecha-al ministro no es colacion de potestad, sino remocion de impedimento 6 dispensa. 150 Al modo que entre los impedimentos del matrimonio, 151 tambien entre los del ejerci- . capiruro iv. antécuto x. 168 « ' e0 dal ministerio eclesidstico los hay dirimentes: 15a no solo por declaracion de alguna verdad de fe, sing tambien por leyes que aita- den circunstancias indispensables. 153 La caridad, avivando el zelo de la salvacion de las almas , desvanece ¢l impedimento, 6 declara Ja dispensa en muchos casos, ‘448. Cuarta. Pero baste ya lo dicho sobre la eficacia de la mision divina comunicada en la ordenacion 6 im= posicion de manos con que el obispo consagra 4 Dios los ministros que le sirven en los varios grados de la gerar= quia 6 gobierno de la Iglesia militante. -Afiadamos ahora alguna observacion sobre las misiones humanas y leyes de la Iglesia que limitan el cjercicio de la mision divina, sin afiadir ni quitar la misma potestad. Antes (nim. 145) hemos visto que la mision humana puede ser dando el delegante 4 aquel 4 quien delega alguna potestad que no tenia, 6 encargandole algun acto 6 ministerio para el cual tenia ya el otro la potestad necesaria, aunque la obligacion fuese del delegante. Aqui observemos que por punto ge-. neral cualquiera que por oficio tiene alguna autoridad 6 cargo en la Iglesia, puede valerse de otra persona que supla su falta en las ocasiones 6 actos en que no pucde cumplir él mismo, Y esto tiene lugar tanto en los oficios sacramentales instituidos por Cristo 6 propios de la gerar- quia divina, como en los que son de mera institucion humana, El obispo de una didcesi puede sin duda para el pasto espiritual de aquella iglesia que es la parte de la grey del Sefior in solidum confiada 4 su cuidado, valerse de otro obispo para que ordene los clérigos que él no pue- da, y de presbiteros para administrar la penitencia y demas sacramentos 4 sus feligreses, Igualmente el metropolitano podrd encargar 4 otros el despacho de los asuntos de su did- cesi, y de las demas cosas que le pertenezcan como metropa- litano. Tambien adverti (ntim, 140) que muchas delegacio- nes de actos gerérquicos pueden hacerse 4 favor de cuales- quiera fieles; y otras deben hacerse 4 favor de ministro ya t 18h DISENO DE LA IGLESIA. consagrado en este 6 en aquel grado de la gerarquia. De uno y otro resulta que la delegacion 6 mision hu- “mana por parte del delegado podra ser nula 6 ilicita, 6 por no tener el grado 6 la potestad necesaria para el va- lor de los actos que se le delegan, 6 por no hacerlos bien; y por parte del delegante ser4 ilicita siempre que delegue su potestad 6 mision sin motivo justo: y serd ade- mas nula en dos casos, 4 saber cuando no tienen tal po- testad 6 facultad, y cuando teniéndola esta privado del ejercicio de ella por leyes érritandes. Por lo que al obispo Cismatico, segun vimos con santo Tomas nim, 118, aun- que conserva ka potestad sacramental, no le es licito ore denar; porque claro esté que habiéndose salido de la Igle- sia por el cisma, no tiene en ella ningun derecho/niau- toridad social, y asi ha perdido todos cuantos tenia para ejercer las potestades 6 facultades recibidas en el bautis- mo y demés sacramentos. Sin embargo en los actos que hace, deben distinguirse los que son mera administracion de sacramento, de los que son gerdrquicos 6 de gobierno con toda propiedad. Los primeros, como la ordenacion de obispo, sacerdote 6 didcono, son sin duda validos; pues en cllos cl ordenante no es mas que un mero ins- trumento, y los efectos salen todos tinicamente de la virtud divina; y por consiguies.te se comunican mas 6 menos segun las disposiciones del que recébe el sacramento, sean buenas 6 malas las de quien Je dd. Pero de los ac- tos propiamente gerarquicos del obispo cismatico no solo seran ilicitos, sino que serén nulos todos aquellos que le estén prohibidos por leyes irritantes, 149. Repitamos y téngase siempre presente que el ministro de Dios, 6 el hombre que celebra, dd, distribuye, 6 administra algun sacramento, no es mas que un mero instrumento, del cual pende el] que haya 6 no haya tal sacramento por ser esta la ley 6 la voluntad de Dios. Pero tanto las fuerzas 6 virtudes naturales como los méritos 6 captroto rv. anticuLo: x. 165 deméritos de Srden sobrenatural del ministro que hace el sacramento, para nada influyen en que sean mas 6 menos los efectos de éste; que unicamente se frustran por la mala disposicion del alma de quien le recibe. Por con- siguiente cuando el obispo ordena 4 los ministros de los grados menores, 4 los diaconos, a los presbiteros y 4 otros ministros, quien les da la potestad sacramental correspon- diente 4 su grado, es unicamente la virtud divina que por los méritos de Jesucnisto obra en los sacramentos de Ja nueva ley. La virtud divina es la que da toda la ener- gia 6 eficacia para la administracion de los sacramentos, y toda la autoridad’é potestad- moral 6 derecho para todos los actos gerérquicos correspondientes 4 la preparacion, ben- dicion, vigilancia y demas que exige el buen régimen de Ia Iglesia 6 el buen uso del ministerio apostélico, Por lo mis- mo el obispo nunca da tales potestades 6 fuerzas espiri- tuales; ni Jas da al tiempo de ordenar 4 los ministros, ni despues cuando les comunica 6 encarga el desempeiio de alguna de las funciones de su ministerio: nunca les dd potestad 6 derecho parva hacer actos gerarquicos, Lo que hace cuando les da la mision humana en orden 4 cellos, es confiarles 6 delegarles parte de su propia potestad en 6r- den 4 los actos gerarquicos, cuyo ejercicio puede come- . terse 4 los seglares, Pero cuando el ejercicio exije la con- sagracion en algun grado determinado, enténces la mi- sion humana de nada serviria como antes dije (ntim. 143) para el que no estuviese ordenado en el grado requerido: y para el que ya lo est¢, y por lo mismo tiene ya toda la potestad con Ja mision divina, la humana no es mas que una dispensa de las leyes 6 reglas de la Iglesia, en cuya © fuerza queda al delegado expedita para aquellos actos la potestad recibida en Ja ordenacion, cuyo ejercicio. le im- pedia alguna ley. 150. Comparemos pues las leyes de la Iglesia que li- mitan la mision diyina 6 la potestad sacramental dada en 166 - DISENO DR LA IGLESTA. Ja consagracion del érden gerarquico, con laa leyes pro- hibitivas de los matrimonios contraidos entre ciertas per- sonas; y con esta comparacion formarémos mas exacto con- cepto de los impedimentos que en el régimen de su par- ticular iglesia suelen ofrecerse 4 los ministros gerérquicos, y de cuales, cémo y por quién pueden dispensarse, Nadie duda que el hombre y la muger que tienen toda la energia 6 fuerza de cuerpo y de entendimiento necesarias para la celebracion del contrato y para el ejerci- cio de los actos 4 él consiguientes, 6 el uso de los dere- chos que da 4 los contrayentes, tienen toda /a potestad natural que se necesita para contraerle: pero son mu- chos los obstéculos 6 impedimentos que prohiben muchi- simas veces la celebracion del contrato 4 los mismos que tienen toda la potestad natural que para él se necesita. Y nadie ignora que entre estos impedimentos los hay que solo prohiben el contrato haciendo ilicita su celebracion: pero los hay que irrifan el mismo contrato, 6 le dejan sin valor, aunque ‘se celebre con mucha formalidad. Digamos pues de un modo semejante que el obispo consagrado tie~ ne en la potestad de érden, 6 recibida en la consagracion del grado mas alto de este sacramento, toda la potestad 6 autoridad sobrenatural necesaria para ejercer cualquier acto del ministerio apostclico con cualquier hombre de cualquier parte del mundo, Pero reconozcamos que por el buen érden de la caridad, y por varias leyes 6 cénones y costumbres de la Iglesia, hallan los obispos en el ejer- cicio de su ministerio muchos impedimentos, 6 sola pro- hibitivos 6 tambien irritantes, La dispensa 6 cualquiera otra causa que remueva el impedimento del matrimonio, claro esté que no da lo que es verdadera potestad de con- traerle, y solo quita el impedimento u obstaculo que lo impedia. Esto basta para que en buen sentido se diga co- munmente que tal matrimonio no puede contraerse sin la dispensa; y se diga alguna vez que la dispensa dé la capiTULo IV. ARTiCULO x 16: potestad de contraerle; aunque ‘con mas propiedad se di-~ ria que con la dispensa se alza la prohibicion, y se da el miso, la licencia, 6 la libertad moral de celebrarle. 154. Esto mismo debe decirse de los impedimentos del érden gerarquico. Porque el ministro ordenado en cualquier grado tiene sin duda toda la potestad sobrena~ tural que se necesita para las funciones, actos 6 cargos de aquel grado; como tienen Ja potestad natural para e] ma- trimonio las personas humanas de cuerpo sano y robus- to en la cdad adulta. Por lo mismo solo pucde decirse que & los ministros ordenados se les dé con la mision huma- na potestad para cjercer algunos de los actos de su gras" do, en cuanto se les dispensan los impedimentos 6 \eyes que los privaban de su ejercicio. Tales impedimentos asi * como en el contrato del matrimonio tambien en los ac- tos gerarquicos pucden ser irritantes 6 dirimentes, esto es, de tanta eficacia que los actos sean nulos aunque el mi- nistro los haga: y pueden ser solo prohibitivos 6 impedien- #es, de modo que no sea licito al ministro el hacerlos, pero si los hace, los actos tendran su valor. Solo advierta que respecto de los actos sacramentales, en que el minis- tro sagrado es un mero instrumento, y quien produce los efectos es tinicamente la virtud divina; los impedi- mentos de ejercerlos no son mas que impedientes 6 pro- hibitivos: mas en cuanto 4 los actos gerarquicos 6 de régimen 6 gobierno de la Iglesia, como cn el examen y juicio de la aptitud de los que han de recibir algunos de los grados del ministerio, y en la expedicion de leyes 6. mandatos que obliguen en conciencia, pueden los impe- dimentos ser no solo prohibitivos, sino tambien irritantes. 152. A quien lea con reflexion cuanto en los tres: - tomos de Observaciones se ha dicho sobre leyes irritantes € impedimentos dirimentes, y de las dispensas de cllos, le ocurriran muchas especies oportunas para este lugar: pero solo deseo indicar. las dos ¢ tres que me parecen mas 168 DISENO DE TA IGLESTA, importantes, En las Observaciones desde nim. 592 hice algunas sobre la potestad legislativa de la Iglesia en érden 4 los sacramentos. Adverti que las leyes son de tres clases, y que puede haberlas que sean irritantes, 6 que declaren que en los casos en que se quebrantan no hay sacramento. Luego dije ¢om. IL pag. 363: 3 Pero tendrd ld Iglesia po- testad para aitadir dla administracion de los sacramentos alguna condicion irritante, es decir, alguna condicion sin 1a cual sea nulo el sacramento que hubiera sido odlido sin la ley que la manda? Esta cuestion me parece dificil y deli~ cada. Por una parte siendo los sacramentos instituidos por el mismo Dios, parece disonante que la Iglesia pueda ha- cer que no sean vilidos ahora los que lo fueron antes, 6 al contrario, Pues aunque es facil entender que pecan gravemente los que administran los sacramentos sin las circunstancias que manda la Iglesia; y que aquellos que los reciben en mala disposicion léjos de recibir la gracia sacramental cometen un grande sacrilegio: es muy dificil de comprender cémo pucden frustrarse los efectos de un sacramento sin culpa de los que le reciben, y por impe~ dimentos no puestos por el mismo Sefior que los institu- y6. El concilio de Trento (Ses. XXL cap. 2) declarando que la Iglesia tiene y siempre ha ejercido la potestad de estatuir y variar lo que por las circunstancias de las cosas, de los tiempos y lugares juzgue mas oportuno en Ja ad- ministracion de sacramentos para utilidad de los que los reciben, y para mayor veneracion de los mismos sacra- mentos, expresamente previene que tales variaciones de- ben ser sin variar lo que en ellos es sustancial, salva éllo- rum substantia; y parece que toda condicion por la cual deje de ‘ser sacramento lo que sin ella lo fuera, es. condi- cion que trastorna 6 muda la sustancia del sacramento. 153. Gontraje la cuestion 4 los dos sacramentos, de la penitencia y del matrimonio; pues al pronto parece que el concilio de Trento varié la sustancia de estos dos sacramen- caPfrULo IV. ARTICULO x. 164 tos. En cuanto al matrimonio, el de dos primos hermanos cristianos celebrado en faz de la Iglesia era valido y ver- dadero sacramento Antes de la ley que lo irrita; y lo es ahora cuando por dispensa legitima deja de obligar la ley: pero donde y cuando la ley esté en vigor, el tal matri- monio no solo es ilicito sino nulo, Desde el principio de la Iglesia el matrimonio fué tenido por sacramento que debian los cristianos recibir con la bendicion de la Iglesia; y aunque en el Occidente pasaron largas épocas en que tal ley 6 costumbre fud ficilmente despreciada, despues el concilio de Trent puso la condicion de ser necesaria la presencia del parroco y testigos, no solo para que el ma- trimonio sea licito, sino tambien valido: y declaré validos los matrimonios clandestinos anteriores como lo son toda- via donde la ley tridentina no obligue. Asimismo en con- secuencia del cap. 7 y Can, 14 de la Ses. XIV del conci- lio de Trento las dos leyes que privan 4 los sacerdotes de absolver los pecados de los que no son subditos suyos por potestad ordinaria 6 delegada, y de absolver aun 4 los subditos de pecados reservados al Papa 6 al obispo, no solo son prohibitivas, sino irritantes. Esto es, no solo peca el sacerdote que da tales absoluciones, sino que son de ningun peso en el primer caso, nullius momenti: y en cl segundo son falsas; porque la reserva es causa de que cl sacerdote no absuelva verdadcramente de los reservados, reservatio prohibet ne sacerdos a reservatis vere absolvat. Estos y otros casos persuaden que 4 lo ménos en los sa- cramentos de matrimonio y penitencia la Iglesia puede variar la sustancia del sacramento, 6 poner nuevas con- diciones, sin las cuales no habria sustancia 6 esencia de sacramento, aunque la habria atendicndo solo 4 la ins- titucion de Jrsucrisro. , Expuse despues varias interpretaciones de estas leyes con que puede defenderse que en ninguna de ellas se va- ria la sustancia del sacramento; y observé que no adop- a2 170 DISERO DE LA IGLESIA. tindose alguna interpretacion semejante, ser& preciso re- conocer en la Iglesia la potestad de prescribir al que ad- ministra el sacramento, 6 al que le recibe, alguna nueva condicion 6 circunstancia tan sustancial, que sin ella sea en adelante nulo el sacramento que antes era valido se- gun la institucion de Jesucaisto. 154. En otros lugares afiadi algunas observaciones sobre la multitud de impedimentos del matrimonio, y so- bre la libertad y caridad cristianas: las que aplicadas 4 las Ieyes 6 costumbres que son impedimentos de los actos gerarquicos, seguramente descubririan mejor que es en ellos tan grande, 6 mayor que en los impedimentos del matrimonio, la necesidad 6 utilidad de que sea mas espe- dita de lo que es en los obispos la facultad de ejercer to- dos fos actos de su mision divina en aquella parte de la _grey del Sefior que les tiene confiada in solidum. Pero lo que mas importa es que los obispos, y 4 proporcion los sacerdotes y didconos, tengan todos siempre 4 la vista los gravisimos cargos que Dios les impuso en la consagra- cion del grado superior en que se hallan, y las facul- tades 6 potestades que para su cumplimiento les dis: que las leyes fundadas en el buen érden de la caridad con que la Iglesia ha limitado el ejereicio de algunas de sus facultades, son todas expedidas para la edificacion 6 santificacion de las almas: que las almas especialmente con- fiadas 4 su cuidado son las que ahora viven 6 estan bajo su cuidado y direceion: que las leyes que limitan sus fa- cultades les dejan muy expeditas las mas laboriosas ¢ ime portantes, asi generales de buenos ejemplos, como parti- culares de instruccion, consejo 6 correccion fraterna de aquellas personas con quienes puedan mas facilmente con- versar; y sobre todo que Ja ley de la caridad que ins- pira el zelo de la salvacion de Jas almas es la que debe quitar gran parte de los impedimentos pidiendo el permi- so al pastor ordinario, é tambien aclarando y decidiendo las cxpfroLo v. anticulon =~ 1 dudas que se ofrezcan 4 su conciencia en los dictémenes practicos que deba formar. sobre si en algan caso deter- minado le obliga la ley 6 impedimento vigente del ejer- cicio de alguno de los actos gerarquicos de su ministerio, Pero sobre este importantisimo asunto indicado ya varias veces sera regular que se haya de insistir todavia mas en los capitulos siguientes, CAPITULO V. A MOERSIA CATOLICA MILITANTE ES PAOPIAMENTE CURAPO MORAL, é SOCIAL, UNICO X VISIBLE. ARTICULO PRIMERO. Segun san Pablo la Iglesia es UNA, 6 un cuerpo social por la unidad de su cabeza vivificante. . 255 San Pablo Uama d la Iglesia cuerpo de Cristo. 156 y 157 En Ia carta d los Efesios scala cuatro unidades 6 vineulos que hacen gus ia Igiesia es un cuerpo. 158 Con ef Comentario de sante To- mds se explican algunas proposiciones del Apdstol, 159 sobre la institucion del tegimen 6 ministerio de la Iglesia, 160 ¥ 161 sobre las tareas y efectos principales de este ministerio, y sobre el in- frajo de la cabeta Gristo en la unidad, aumento y perfeccion del cuerpo. 162 La unidad de la Iglesia es la comunion de los santos en el simbolo de los apésto!es, 163 y el constantinopolitano llama ona d la Iglesia. 164 De la unidad de gobierno pende la unidad de las sociedades humanas. 165 La Iglesia catilica es un cuerpo moral que resulta de la union de las iglesias particulares que son euerpos morales menores. 166 En la Iglesia militante se distinguen dos conceptos: el de sociedad religiosa sobrenatural con su unica ca- beca vivificante, y el de cuerpo social visible de hombres mortales. En el primer concepto no puede ser mas que una. 167 Lo fud du- . vante la ley natural y la mosdica; mas no como cuerpo social de mortales dirigidos y dirigentes. 155. Entre las varias metaforas con que la sagrada 192 DISENO DE LA IGLESIA. Escritura’ nos habla de Ja Iglesia, merece particu aten-: cion la de cuerpo de que usa san Pablo, tomandola det _ cuerpo real y fisico de ua hombre. A los Colosenses (i. 18) hablando de Cristo, dice que él es la cabeza. del cuerpo. de la Iglesia, ipse est caput corporis Ecclesia, Con la mis- ma metafora dice.d los Romanos (XII. 4): Asi como tie~ ne cada uno de nosotros en un solo cuerpo muchos miem- bros, mas no todos Jos miembros tienen un mismo oficio: asi nosotros, aunque, seamos muchos, formamos en Cristo un solo cuerpo, siendo todos reciprocamente miembros los unos de los otros. Eu la primera carta 4 los Corintios se detiene mas en fa distincion de los miembros de este cucr- po mistico, 4 saber, de los apdstoles, profetas, doctores, y demas dones 6 gracias del Sefior de mas 6 ménos ho- . nor y hermosura; y en la muitua Ccooperacion en ayudar- se unos 4 otros, comparandola con la’ necesidad que tie- nen unos de otros los miembros del cucrpo humano, co- mo los ojos de la mano, y la cabeza de los pies; y en la buena armonia con que todos toman parte en la pena 6 en la satisfaccion de alguno de ellos. Advierte que los cris- tianos deben aplicarse estas ideas 4 si mismos, que son el _ cuerpo mistico de Cristo y miembros unos de otros: vos estis corpus Christi ef membra de membro (Cor. X11 27), y que débiles 6 fuertes, cualesquiera que sean sus oficios y sus gracias, deben ayudarse unos 4 otros. 456. Detengamonos un poco mas en Jo que sobre lo mismo dice en el cap. IV. verso 4. de la carta 4 los Efe- sios. Desde el principio Jes encarga que procedan en todo con grande humildad, mansedumbre y paciencia, sufrién- dose mutuameate con caridad; y que tengan gran cui- dado en conservar la unidad del espiritu en el vinculo de la paz: solliciti servare unitatem spiritiis in vinculo pacis. Les previene que no deben formar sino un cuerpo, y deben estar animados de un mismo “espiritu ; porque asi lo exige el estar llamados con la misma esperanza de la CAPITULO Y. ARTICULO f. 173 felicidad eterna: unum corpus ef unus spirilus, sicut vocati estis in und spe vocationis vestra, Santo Tomas en su pre- eioso Comentario de las epistolas de san Pablo, explica- dos los cuatro primeros versos de este capitulo cuarto, ad- vierte que el Apdstol despues de haber exortado 4 los Efe- sios 4 que guarden la unidad de la Iglesia, posité exhorta+ tione pro servandéd eclestasticé unitate, \es enseiia la for- ma de dicha unidad con las palabras siguientes: Unus Do- minus, una fi fides, unum baptisma, Unus Deus et Pater om~ nium, qui est super omnes, ef per omnia, ef in omnibus no- bis, Meditadas estas palabras y combinadas con estas ex- presiones propias 6 metaféricas con que en la sagrada Es= critura se nos representa la unidad de la Iglesia de Je- SUCRISTO; me parece que pueden reducirse 4 los cuatro indicados por san Pablo los modos con que la Iglesia es UNA, 6 los vinculos principales que aseguran su_unidad: 4 saber, un Sefior, una fe, un bautismo, y un mismo Jin, que es Dios, 6 la posesion de Dios. El primer vin- eulo es unus Dominus; porque como dice el mismo Apés- tol (L Cor. VIIL 6) no hay sino un solo Sejior que es Jesucristo, por quien han sido hechas todas las cosas y al cual todo Jo debemos los cristianos: Unus Dominus Jesus- Cunistus per quem omnia, et nos per ipsum; y como desde su primer sermon predicé san Pedro: Persuddase certi- simamente toda la casa de Israel que Dios ha constiturdo Seftor y Cristo & este mismo Jxsus, al eual vosotros hae beis crucificado (Act. II. 36). E] segundo vinculo es la unidad de la fé, una fides; porque sobre la fé confesada por san Pedro esta fundada la verdadera Iglesia de Jesucnisto. El tercero es unum baptisma ; porque realmente el bautismo cristiano es el mismo para todos los hombres de todos paises, sexos y edades: es uno por parte del verdadero bautizante que siempre es el mismo Dies 6 Espiritu divino, no sien- do el hombre que bautiza mas que un instrumen- ah DISENO DE LA IGTESIA. to; y es uno de parte de! bautizado, porque nunca por ningun motivo puede reitcrarse, 157, El cuarto vinculo de la unidad de la Iglesia es la unidad del fin & que el Hijo de Dios conduce 6 dirige sui Iglesia; pues como resulta de lo dntes dicho, este fix es Dios Padre 6 la posesion de Dios por su clara vista 6 perfecto conocimiento y amor. Uni solo Sefior, autor y es poso de ld Iglesia, una fé, un bautismo por el cual se entra en la sociedad, y un fin 4 que toda ella se dirije, son los cuatro vinculos que forman la unidad de la Igle- sia en Jesucnisto: esto es, la union de Cristo con la Iglesia y con las almas que son miembros del cuerpo de la Igle- sia de que Cristo és la cabeza y el esposo. Union indiso- luble entre el divino arquitecto Jesucaisto mediador en- tre Dios y los hombres, y la Iglesia militante edificada sobre la confesion de San Pedro; y entre el mismo Seiior como esposo que toma 4 la Iglesia por esposa, prepardn- dola desde ahora con la fé para introducirla despues en _ el cielo, en el tilamo nupcial de la eterna posesion y goce del Seffor. Union que con el Seffor y con su Iglesia es ver~ dadera y firme (aunque por ahora disoluble) de las almas que son los miembros del cuerpo de la Iglesia, 6 las pie~ dras 6 partes de su edificio, mientras que en el edificio militante se estin labrando, perfeccionando y puliendo para ser partes 6 picdras de la celestial Jerusalen, y miem- bros de la Iglesia triunfante, 158. Al principio de la leccion segunda en que santo Tomas explica los cuatro vinculos de union de la Iglesia que es cuerpo de Cristo, dice que con ellos indica san Pablo la forma de la unidad de la Iglesia en cuanto es cuer- po social, como una ciudad. Observa que para que la ciu- dad sea una sola, debe tener cuatro cosas comunes, un mismo gobernador, unas mismas leyes, unas mismas in- signias y un mismo fin. Y hace ver que estas cuatro uni- dades las tiene la Iglesia. Hecha esta explicacion de lo que CAPITULO Y. ARTICUTO I. 175 en la Iglesia es comun, pasa el Santo 4 explicar lo que dice el Apéstol de las distintas gracias que reparte el Se- fior entre los miembros de su cuerpo, deteniéndose en los cargos, oficios 6 estados del ministerio 6 régimen de la Iglesia: sobre lo cual sera del caso detenernos algo en cuatro de las proposiciones del Apéstol explicadas por el Santo. Primera: A cada uno de nosotros se ha dado la gracia G medida de la donacion (gratuita) de Cristo (Ephes. IV. 7). A todos los cristianos se extiende la divi- na gracia, y la comun union de fa Iglesia: pero ni 4 to- dos se dan las mismas gracias, ni cada gracia en la mis- ma medida; y Ja diferencia de los dones.6 gracias y de sus grados no proviene de necesidad del hado, ni de casuali- dad 6 contingencia, ni de méritos precedentes. de quien la recibe. Nuestro sefior JESUCRISTO es quien da la gracia, y 4 todos la dé con la medida que es de su agrado. 159. Segunda: El mismo Seiior ha constituido en su Iglesia dé unos apdstoles, 4 otros profetas, & otros para ser evangelistas, y & otros para ser pastores y docto- res. Sobre estas palabras advierte santo Tomas que por Jos dones de Cristo se designan fos diferentes estados y oficios 6 ministerios que Jesucnisto dié 4 1a Iglesia, 6~ instituyé para la buena direccion 6 régimen de ella; y los reduce 4 cuatro, apdstoles, profetas, eangelistas y pas- tores 6 doctores. Nombra primero 4 los apéstoles, por- que fueron privilegiados en todos los dones de Cristo; pues por la plenitud de sabiduria y de gracia que Jesu- cristo les concedié, excedian 4 los profetas que habian prenunciado Ja encarnacion del Sciior y los misterios de la Iglesia: 4 los evangelistas 6 escritores del evangelio que no eran a-Jstoles; y 4 los pastores y doctores que des- pues de la muerte de los apdstoles, habian de ocupar el lugar de ellos en el ministerio 6 régimen de la Iglesia. Observa santo Tomas que el Apéstol no dice que los doc- + tores no sean otros. que los pastores, como habia hecho 176 DisENO DE LA IorEsta. distincion entre estos y log evangelistas; porque ser pas- tor y ser doctor de la Ipbsia es un mismo oficio, y la mas propia ocupacion de los pastores de cella es ensefiar 6 instruir y dirigir bien 4 las oyejas en lo que pertenece a la fé y 4 las buenas costumbres, Aiiade el Santo que por esto los obispos que son los sucesores de los apésto- les, deben dejar 4 los didconos la administracion 6 cuida do de Jas cosas temporales de la Iglesia, para dedicarse en- teramente ellos 4 las tarcas de su ministerio 6 cuidado de Ja grey del Sefior. Ademas los obispos para cumplir con su oficio de regir la Iglesia 6 la grey del Sefior, ad curam Ecclesia, han heredado de los apéstoles la prerogativa de autoridad y poder para regir la grey del Sciior, preroga- tivam auctoritalis et potentie quantum ad curam Dominicé gregis. A tordos los apéstoles y sucesores de ellos comprende el encargo del Sefior 4 san Pedro: Apacienta mis ovejas; y no solo en nombre propio, sino tambien de todos los ministros del primer grado de la gerarquia hablaba san Pablo cuando dijo que la potestad que Dios le dis y de que podia usar con los Corintios no se la dié el Seiior para destruccion de ellos 6 para ruina de sus almas, sino para su enmicnda y edificacion, én edificationem et non in des- tructionem (II. Cor, XIII. 10). 160. Tercera: A fin de que trabajen en la perfeccion de los santos en las funciones de su ministerio en la edi- ficacion del cuerpo mistico de Jesucristo. En tan pocas palabras nos designa el Apdstol los tres efeclos mas inme- diatos que deben lograrse del gobierno 6 régimen de la Iglesia, de que estaba hablando. El primero de los tres efectos de tales dones ui oficios, facultades 6 cargos, obser- va el Santo que es relativo 4 los mismos que’ estan cons- tituidos en los oficios; pues 4 cada uno de los de cada ér- den 6 clase se conficren 4 mas de los dones 6 facultades espirituales comunes 4 su clase, otras muchas gracias par- ticulares 4 medida de la voluntad de Cristo, como habia cavfrovo vy. anticvto 1. 7 dicho verso 7, 6 4 media de las operaciones 4 que destina cada ministro, como dice despues verso 16, secundum ope~ rationem in mensuram uniuscujusque membri: todo para que se logre el buen desempefio del ministerio que Dios les confia, én opus ministerii. Al buen desempeiio del mi~ nisterio de parte de los ministros corresponden los otros dos efectos de la consumacion de lus santos y de la.edifi- cacion del cuerpo de Cristo. Porque si los fieles creyentes estan bien dirijidos por el ilustrado y activo zelo de los ministros, van tambien ellos adelantando en la perfeccion de la caridad, 6 va haciéndose mas y mas consumada la santidad que recibieron en el bautismo. Al mismo tiem- po los varios dones, grados y oficios de los ministros, y las. obras 6 tareas de ellos sirven para edificar al cuerpo de Cristo 6 4 la Iglesia, en cuanto se promueve la conversion de los infieles 6 incrédulos para que abrazen la fé, de Jos herejes. para que detesten sus errores, de los eisma~ ticos para que se reunan con la Iglesia verdadera, y de los pecadores para que se arrepientan de sus culpas: pues con estas tareas ui operaciones se extiende, repara y con- serva el edificio de la Iglesia que es el cuerpo mistico de Cristo. - 4161. Cuarta: Hasta que lleguemos todos é la unidad de una misma fe, ¥ de un mismo conocimiento del Hijo de Dios; al estado de un varon perfecto, dla medida de la edad perfecta, segun la cual Cristo se ha de formar mis- ticamente en nosotros: por manera que ya no seamos ni- fios fluctuantes, ni nos dejemos llevar aqui y alld de todos los vientos de opiniones humanas.... dntes bien siguiendo Ja verdad del evangelio con caridad, en todo vayamos ere- ciendo en Cristo, que es nuestra cabeza; y de quien todo el cuerpo mistico de los fieles, bien ¢rabado y conexo en- tre si y con el Seiior por la fe y la caridad, recibe por todos los vasos y conductos de comunicacion, segun la me: dida correspondiente 6 cada mitmbro, el aumento propio a3 178 DISENO DE LA IGLESTA. - oo. . del cuerpo para su perfeccion, médiante la caridad, que es el alma de este cuerpo 6 edificio espiritual, Con estas pro- fundas y sublimes palabras nos enseiia claramente el Apéstol que los diferentes dones y gracias del ministerio de la Iglesia se -dirijen 4 que en todos los miembros de este cuerpo mistico de Cristo la unidad de la fé no per- manezca siempre en el estado de niiiez, sino que vaya ad- quiriendo mas y mas fuerzas, y subiendo al estado de va-- ron perfecto, en el cual se hallaba el cuerpo humano del Sefior en la edad que tenia al tiempo de su pasion y muerte. Nos encarga que juntemos 4 la sincera profesion de la verdad una caridad ardiente, con que vayamos cre- ciendo mas y mas en el cuerpo de que Cristo es cabeza, Y nos hace ver que en este cuerpo 6 en Ja Iglesia, JESUCRISTO esel principio de la vida, de la accion y del aumento de cada uno de los miembros, tanto y mas que la cabeza na- tural en el cuerpo humano. . * 162, Las admirables ideas de la unidad de la Iglesia hasta aqui indicadas se halJan reunidas y expresadas enérgi- camente en el articulo del simbolo de los apéstoles en que confesamos la comunion de. los santos. Comunion es lo mis- mo que comun union, y santos lo mismo que cristianos; porque todos al entrar en Ja Iglesia, sea por la fé ani- mada de la caridad, sea por el hautismo de agua, quedan santificados, 6 dedicados 5 consagrados al Sefior. De la comun union de los cristianos son los sacramentos los vin- culos principales. Entre ellos la eucaristia se Nama con mucha propiedad la comunion, porque en ella se verifica Ja comun union de los cristianos con el mismo real y verdadero cuerpo de Cristo de un modo particularmente portentoso. En cuanto al cuerpo mistico de Cristo, es el sacramento del bautismo el primero y principal vinculo que une los miembros de dicho cuerpo entre si y con su cabeza. Tambien el sacramento del drden contribuye con particularidad 4 la comunion de los santos en el cuer- capiruto v. anticuLo 1. 179 po mistico, en cuanto en dicho sacramento da Dios 4 sus ministros 6 miembros principales la potestad y demas gra- cias con que fomentan la conservacion y perfeccion de la vida y fuerzas sobrenaturales, tanto de ellos mismos co- mo de los demés miembros. Sin embargo solemos con el nombre de comunion de los santos entender otra union importantisima que es parte 6 consecuencia de Ja union de los cristianos en el cuerpo mistico de Cristo, y es la participacion del mérito de las buenas obras de todos los cristianos; pues 4 impulsos de la caridad el mérito no se limita en el que las hace, sino que llega 4 favorecer mas 6 ménos 4 los demis. . 163. Es facil observar que en el simbolo de los apés- toles en que confesamos la comun union de los santos,:nd se da 4 la Iglesia la nota, cardcter 6 titulo de ser una; y al contrario en el simbolo constantinopolitano en que con- fesamos que a Iglesia es una, no se halla el articulo de la comunion de los santos. Lo que no es de admirar, por ser las dos expresiones en algun modo equivalentes tam- bien ahora y mucho mas enténces, Porque enténces se Ilevaba la mayor atencion en la unidad de la Iglesia el ser un edificio levantado por Cristo; un reino 6 cuerpo moral, que no tiene otro Seijor que Cristo, una grey -euyo pastor es Cristo, un cuerpo mistico de que Cristo es la cabeza, y cuyos miembros reciben todos de Cristo Ja vida, la accion, el aumento y el remedio de sus males. Se consideraba la unidad de la Iglesia en cuanto es so- ciedad divina sobrenatural, fundada sobre la divinidad de Jesucnisto, y dirijida 4 la redencion del linaje huma= no, 6 4 la salvacion eterna de Jos hombres, 164. Pero por importantes que sean estas considera- ciones, preciso es fijar tambien la vista en la unidad que tiene la Iglesia en cuanto es un cuerpo moral, 6 una so- ciedad, compaiiia 6 reunion de varios hombres que aspi- ran 4 un mismo fin; y en que son todos hombres visibles : “180 . DisfNo DE LA IGLESIA. ast los gobernados 6 dependientes, como los principales directores 6 imperantes. Sobre lo cual es facil observar que en las sociedades humanas Jo que forma propiamente un cuerpo moral es aquella union que hay en su gobierno, en cuanto es un solo gobierno el que dirige al pueblo 6 4 los sécios particulares al fin de la sociedad. Si el gobierno es uno en especie y muchos en numero, seran muchos los cuerpos morales, pero seran de una sola especie. Asi los imperios de Constantinopla y de Marruccos son dos cuer- pos morales en mimero, porque son dos los emperadores, € independientes el uno del otro; pero son de una mis- ma especie de imperio absoluto. Si el gobierno de un pue- blo, ciudad 6 aldea pequeiia es independiente del gobierno de otro pueblo, pero los gobiernos de ambos y de otros pueblos penden de un mismo gobierno de provincia, y el de muchas provincias del gobierno comun de un reino; seran muchos en cada provincia los cuerpos morales de pueblo, y el cuerpo de provincia sera unico: pero en las distintas provincias seran tantos como ellas los cuerpos morales de provincia , y solo sera unico el cuerpo moral de reino, si su gobierno se extiende 4 todo el reino, y es in- dependiente de otro gobierno, El gobierno de todo cuerpo moral 6 de toda sociedad de hombres, al paso que debe ser uno para que sea uno el cuerpo, pucde ser una per- — Sona fisica, 6 una persona moral compuesta de !a union moral de varias personas fisicas. De ahi resulta la division del gobierno civil 6 politico de las sociedades mas nume- rosas en monéarquico, aristocratico, 6 democratico; y en varias especies de gobiernos temperados 6 mistos de las tres clases 6 de dos de ellas. Las diferencias notadas en -los cuerpos morales politicos se hallan igualmente en las sociedades menores como en las domésticas, y en todas las convencionales grandes y pequefias. Asi por ejemplo puc- de Jlamarse un cuerpo moral \a universidad en que se en- seiian varias ciencias y artes bajo el gobierno de un rec. capitulo V. ARTICULO T. 181 tor 8 cancelario, 5 de una direccion general compucsta de directores de los distintos ramos de ensefianza, como de ciencias teoldgicas, de naturales, de matematicas Kc.; y cada ramo puede formar un distinto cucrpo moral subalterno, y cuyo buen érden esté encargado 4 todos los maestros de tal ramo 6 4 un gefe particular; a) paso que cada maestro con sus discipulos forma un cuerpo moral de una escuela. 165. Aplicando las ideas de los cuerpos morales 4 la Iglesia de JEsucnisto hallamos luego que el nombre Igle- sia dado 4 la congregacion general de los miembros del cuerpo mistico de Cristo se aplica tambien 4 cualquiera de los miembros en muchisimos distintos grados de ex- tension: pues las mas veces no significa la iglesia de todo el mundo, sino la de una sola nacion, de una sola pro- vincia, de un solo obispado, de una sola parroquia, y has- ta de una sola casa 6 familia; pues san Pablo en la carta 4 los colosenses (IV. 15) saluda 4 Ninfa y 4 la iglesia de su casa. De modo que en la Iglesia 4 lo menos son tan- tos y tan distintos los cuerpos morales, como son las par- roquias, los obispados, las provincias 6 reinos mas 6 me- nos grandes: cada uno de los cuales es una verdadera so- ciedad con su gobierno propio, un verdadero cuerpo so- cial 6 moral con su cabeza propia. Y de esto mismo re- sulta que de la reunion de todas las iglesias particulares se forme el nuevo cuerpo mayor de la Iglesia catdlica 6 uni- versal bajo el gobierno del cuerpo del episcopado 6 apos- tolado, cuya cabeza es san Pedro 6 su sucesor: al modo que las casas 6 familias, pueblos, ciadades y provincias de una grande monarquia 6 republica, son muchos millares de cuerpos morales pequefios, que al mismo tiempo son miembros del cuerpo social mayor de la nacion 6 pucblo entero, como sucedia en el pucblo romano tanto bajo el ‘gobierno de senado y pueblo, como despues bajo el im- perial. . 38a DISENO DE LA IGLESTA, 166. La sociedad fraternal del linaje humano, aunque ‘es una en cuanto estan todos los hombres igualmente ba- jo el régimen de la divina providencia, se halla dividida en varios cuerpos morales tal vez entre si independientes, De los mayores, como los reinos 6 imperios, no puede de- cirse que todos formen un nuevo cuerpo mayor 6 unico; porque no hay una persona moral 6 fisica que los gobier- ne 4 todos: y solo podra decirse que aunque estos gobier- nos sean de muy distintas especies, como las monarquias y las republicas, hay algunos que tienen unidad espe~ cifica 6 son de una misma especie. Pregunto pues jla Iglesia militante como sociedad religiosa sobrenatural de todo cl linaje humano, la cual sin duda es unica bajo de JesuCRIsTO como Seiior, legislador supremo, y cabeza vi- vificante, ha sido tal vez siempre una sola, y lo es ahora como cuerpo social visible de hombres mortales? En el capitulo precedente num. 107 dije que en éste se trataria del érden muy singular con que estan constituidos la Igle- sia y el ministerio apostdlico para formar en la Iglesia mi- litante en todo el mundo un solo cuerpo moral, una sola sociedad , 6 Iglesia de Jesucnisto, y de todos los que en ella dirigen 6 mandan un solo ministerio, un solo gobier- no, un solo apostolado 6 episcopado, Entremos pues aho~ ra en tan importante consideracion. 167. Durante la ley natural y la mosiica la religion sobrenatural que conduce 4 la salvacion eterna era una como ahora, por ser una la fé de Ia revelacion divina, uno el fin de la salvacion eterna, y una la cabeza vivificante: esto es7la fuente de que todos los miembros de la Iglesia en todas las épocas han recibido en la tierra su vida so- brenatural 6 de la gracia, y reciben despues en el cielo la vida eterna 6 de Ia gloria. Pues no ha habido desde Adan, ni habra hasta el fin del mundo micmbro alguno de la Iglesia, cuyo nacimiento en la vida espiritual, cuyos ali- mentos para conservarla, remedios para fortalecerla y cu- capiruto v. Anticoro 1. 183 rar sus enfermedades, y cuyos movimientos vitales, scan ilustraciones del entendimiento, scan impulsos de la vo- luntad, no sean todos dones 6 gracias de aque! Sefior de la Iglesia, que es unus Dominus: Sefior uno 6 in- diviso en su persona, aunque sea Dios y hombre: Dios uno 6 indiviso en su esencia, aunque sea Dios Hijo, y sca persona distinta de la persona de Dios Padre. Este eé el profundisimo misterio-de la Encarnacion del Verbo Di- vino, de cuya necesidad para la salyacion de los hombres tenemos la mas sélida y sublime explicacion en la carta de san Leon el grande 4 Flaviano: carta en todos tiem- pos justamente admirada y aplaudida, y siempre digna de ser mas meditada. Mas aunque en la Iglesia verdadera ha sido y sea siempre la misma ésta unidad especialmente di- vina 6 relativa al influjo y al gobierno inmediato de ella por Dios; no hallamos en las primeras épocas la unidad de go- bierno humano de toda ella en una sola persona ni fisica ni moral. En la ley de-naturaleza 6 en la época primera no se nos presenta mas régimen 6 gobierno religioso que el de cada familia por su gefe. Por consiguiente hallamos unidad especifica en las varias sociedades religiosas de las ° varias familias; pues todas tienen gobiernos semejantes: pero no hallamos ninguna persona fisica ni moral que pueda Ilamarse gefe de todas las sociedades religiosas par- ticulares, y bajo cuyo gobierno formen todas un nuevo y mayor cuerpo moral. Asimismo en la ley mosiica, aun- que vemos 4 todos los judios reunidos en la sinagoga co- mo en un solo cuerpo moral -religioso, no vemos que los verdaderos creyentes de sta tengan con los verdaderos creyentes que se hallen en otros pueblos 6 naciones, nin= ~ guna union bajo el gobierno 6 direccion de alguna persona humana con que puedan formar un mismo cuerpo moral, 18% DISENO DB LA IGLESIA. ARTICULO IL La Iglesia es tambien UNA en la ley evangélica, por la unidad de gobierno 6 del cuerpo de ministerio que JesucRisto instituyd. 168 En Ja ley evangelica hay centro de unidad de gobierno en la Igle- sia militante, 169 Le instituyé Jesucntsto el dia de su resurrec~ cion gloriosa 170 en nombre de Dios uno y trino, dando el gobier= no de la Iglesia al colegio apostélico en que san Pedro era cabesa de los demds. 171 El gobierno de la Iglesia en esta epoca es uno siempre con unidad numérica: 172 para la cual no es nevesario gue el gobierno sea infalible; 7 basta que la persona sea una moral, 173 Cristo es por antonomasia la cabeza del cuerpo de la Iglesia; pero lo son tambien sus sacerdotes en iglesias particulares, y eb Papa en la catélica, 174 Cristo lo es con influjo real 6 fisico en Jas almas; mas el Papa y los demds solo con influjo externo 7 moral. . 168. Muy al contrario sucede en Ia ley evangdlica. Al mismo tiempo que el divino arquitecto de la Iglesia militante declara 4 sus discipulos que edificara su Iglesia sobre la confesion de san Pedro, les manifigsta que pon- dra al Santo por cabeza del gobierno de clla. Meditense bien fas tres proposiciones siguientes, y se hallarin claras consecuencias de lo dicho hasta ahora en varios lugares sobre la confesion de san Pedro. 1." La fe confesada por san Pedro, esto es la divinidad de Jesucnisto, es el pri- mer vinculo de la union divina 6 indestructible de Jusucnis- To con el cuerpo mistico de que es la cabeza vivificante. 22 Yel premio que dd Jesucnisto al merito de la confesion de san Pedro, es constituirle cabeza moral, gefe, centro, 6 principio de la union del gobierno de la Iglesia militante en la tierra durante la ausencia del Seftor. 3.* La confesion de san Pedro en cuanto reune la verdad confesada, y la fé del confesante, es el primero y principal centro, es el UNO, 6 el principio de la unidad de la Iglesia en todos sentidos, capfruto Vv. anticuLo 1. 385 469. ~ La unidad de la Iglesia militante, en cuanto es ahora un cuerpo moral 6 social regido 6 gobernado por los hombres mortales que ocupan y ocuparan el lugar de Jesucnisto desde su ascension al cielo hasta su segunda venida a ser visible en la tierra, la tenemos declarada por el mismo Seifor el dia de su resurreccion gloriosa, al tiem- po de establecer el gobierno de la Iglesia, con las enérgi- cas palabras que hemos citado tantas veces y aun es pre- ciso repetir. El evangelista san Juan (XX. 19 4 23) nos dice que el dia de su resurreccion al anochecer entré JE- sus en la pieza en que por miedo se habian encerrado los apdstoles, que se alegraron al verle. Advierte que despucs de un rato de conversacion, anunciindoles segunda vez la paz, como si llegase enténces, les dijo: La paz sea con voso- tros. Como mi Padre me envid, asi os envio yo tambien & vosotros: y en seguida: Dichas estas palabras, alenté 6 dirigié el aliento Adcia ellos, y les dijo: Recibid el Espi~. ritu Santo: Quedan perdonados los pecados & aquellos é quienes los perdondreis, y quedan retenidos a los que se los retuviereis, Es facil observar que con estas misteriosas ceremonias y palabras cumplié el Sefior la promesa de en- tregar 4 los apéstoles, y principalmente 4 san Pedro, las Haves del reino de los. ciclos y la facultad de atar y desatar en la tierra, que les habia hecho mucho Antes, (Matth, XVI. 18; XVILL 17) dirigiendo la palabra 4 to- dos los apdstoles juntos, despues de haberla dirigido 4 san Pedro solo, al oir Ja confesion de fé que el Santo hizo en nombre de todos, como advirtié el mismo san Juan (VI. 70). 170. Sobre tode el Verbo de Dios Hijo de Dios era quien hablaba enténces 4 los apéstoles, y en sustancia les decia: “ Asi como el Padre me envidé 4 mi desde cl cielo 4 »la tierra 4 establecer en clla mi Iglesia 6 el reino de los »cielos; asi yo os envio 4 vosotros y 4 yuestros sucesores »4 extenderla por todo el mundo, y 4 conservarla y re- »girla hasta mi segunda venida, 6 hasta el fin del mundo. 24 186 DISERO DE LA IGLESIA. . »Y como el fin de mi venida al mundo fu la tedencion »del linaje humano y la salvacion de las almas, por esto ‘sos ‘comunico 4 vyosotros y 4 yuestros sucesores el Espiritu » Santo; para que perdonando los pecados abrais las puertas ‘wdel cielo 4 los pecadores de todo el mundo.” Digamos pues ‘nosotros que el mismo Dios, uno en esencia y trino en personas, es quien ‘establecis el régimen 6 gobierno visi~ ble que habia de tener el reino 6 iglesia de Jesucnisto verdadero Dios y hombre durante su ausencia visible de la tierra; y que le constituyé 6 puso en manos de una sola persona moral, esto es, del colegio apostdlico. Colegio, cuerpo 6 persona moral, de que era individuo san Pedro antes constituido por el Sefior como primero, gefe 6 ca- beza de los demas: colegio que permanecera siempre el mismo hasta el fin del’ mundo; porque despues de los apéstoles con quienes habla el Sefior, no entraran en él ni serdn sucesores de los apéstoles mas que aquellos que re- ciban tambien la mision divina del Padre comunicada al Hijo; y Ja reciban por la sucesiva imposicion de las manos de los apdstoles mismos, que la recibieron del omnipoten- te Verbo 6 palabra de Dios: 4 no ser que alguno sea ex- traordinariamente enviado de Dios, como lo fué san Pablo. 174. © Por tanto la Iglesia militante como cuerpo mo- ral 6 sociedad de hombres mortales, es seguramente una con unidad numerica, porque tambien es uno en ella siem- Pre el gobierno de hombres mortales: nunca hay go~ *bierno moral de alguna parte de }a Iglesia que sea indes pendiente‘del gobierno de toda ella. Por Jo regular la per- sona fisica del sucesor de san Pedro es la cabeza de la Iglesia catdlica, en cuanto es el primero, el gefe 6 cabeza del cuerpo moral del gobierno de toda la Iglesia. Y en las vacantes de la catedra de san‘Pedro no esi la Iglesia caté- lica sin cabeza 6 sin gobierno moral y mortal visible; pues este gobierno no le deposité Dios en san Pedro solo, sino en el colegio apostdlico 6 episcopal, que nunca deja de captroto v. anticuto I. 3187 subsistir én ‘thas 6 mdnos individuos, aun cuando le falta el que por razon de la eatedra particular que ocupa,. es sucesor de san Pedro en Ja primacia 6 mayoria respecto de los demés. Tenemos pues en el colegio episcopal ¢ apostdlico una sola persona moral, que hasta la segunda venida del Sefior continuard la mision que el Hijo de Dios recibié de su Padre celestial para la salvacion de los hom bres; y tenemos en el primero de los apéstoles designada para hasta la consumacion de los siglos una persona fisica que sea el primero, el gefe, 6 el presidente del colegio 6 persona moral 4 quien se da la mision. A saber, estaré siempre el ministerio 6 el gobierno de la Iglesia en Ja persona moral del cuerpo del episcopado, como sucesor del cuerpo apostélico; y estara siempre la primacia del minis- ferio en \a persona fisica del obispo de Roma, como suce~ sor particular de san Pedro en su primacia. - 472. Sobre la unidad moral del gobierno de la Iglesia es muy impertinente suscitar 6 recordar las cuestiones de si el Papa es infalible, y de si la potestad suprema en el gobierno de la Iglesia estdé en la sola persona fisica del ‘Papa, 6 en el cuerpo integro del episcopado. En cuanto 4 la infalibilidad baste decir, que si fuese necesaria para la unidad de gobierno moral, no habria ninguna sociedad humana que fuese un cuerpo moral; porque no hay hom- bre que sea infalible en las providencias de gobierno. que dé; ni en cl mismo Papa se ha pretendido tal infalibilidad, En érden 4 la soberania 6 potestad suprema, es muy cierto que para ser una sola en numero la sociedad, y uno solo en niimero su gobierno, es preciso que el gobieriio sea independiente, y que se halle en una sola persona; pero es muy indiferente que la persona sea fisica, 6 fisicae mente una, 6 que sea persona moral, esto es, muchas Personas moralmente reunidas, De esta manera el pucblo Tomano pudo por muchos siglos Hamarse un pucblo y ser conocido como distinto de todos los demas pueblos, por ha- + 188 DISENG DE LA IGLESIA. ber tenido siempre un solo gobierno propio é independien- te; aunque el tal gobierno sufrié tantas mudanzas, que comenzando por monarquia pasé por la democracia y vino 4 parar en un imperio que llegé 4 ser absoluto. 173. Pero cuando los catdlicos damos al sucesor de ean Pedro el titulo de cabeza de la Iglesia, no tenemos olvidado que san Pablo. nos dijo que el mismo Cristo es la cabeza del cuerpo de la Iglesia: caput corporis Ecclesia (nim, 155). Mas el santo apéstol aplica tambien la meté- fora de cuerpo 4 la Iglesia, y la Nama cuerpo de Cristo: Vos estis corpus Christi, et membra de membro; y nos advierte que en este cuerpo de Cristo la cabeza no puede decir 4 los pies, ni ningun miembro 4 otro miembro que no necesita de él. De donde se infiere que la cabeza 6 las cabezas del cuerpo de la Iglesia en esta expresion de san Pablo son los gefes respectivos de cada parroquia, de cada didcesi, 6 de cualquiera otra corporacion de la Iglesia. Pues por ° qué no podra aplicarse con mas razon al Papa el titulo de cabeza 6 gefe de la Iglesia, cuando por serlo de Ja pri- mera y de la mayor de todas, lo es por consiguiente tam- bien de las demas? Cristo es la cabeza principal, unica vivificante y siempre vivificante, como propia causa real 6 fisica de la vida sobrenatural, y de \a conservacion, au- “mento y perfeccion de ella en todos los sécios: la cual es ahora invisible, y fué visible antes de la ascension del Se- . fior al cielo, y lo sera cuando vuelva 4 la tierra en glo- ria y magestad, Ademis los catdlicos para mientras que la cabeza principal de la Iglesia visible sea invisible so-_ bre la tierra, reconocemos como cabeza subalterna y visi- ble de Ja Iglesia catélica universal al romano Pontifice, por ser el uno 6 el primero entre los obispos que forman la persona moral, en que esta reunida toda la autoridad 6 po- testad de direccion que Jgsucristo confié 4 san Pedro y dems apéstoles, y 4 los sucesores de ellos hasta su segunda venida, * CAPITULO V. ARTICULO I 189 474. A Jesucrisro le reconocemos tambien ahora los catclicos por cabeza principal de! gobierno de la Igle- sia, aunque sea invisible. Pero le reconocemos al mismo tiempo por cabeza vivificante por la eficacia de su gobierno, y sobre todo por tres clases d especies de union 6 unidad real fisica con su cuerpo mistico. A saber, la union del cuerpo real y verdadero de Cristo con todos los fieles que le reciben‘en el sacramento de la Eucarist’a. La union de la virtud divina que obra en los sacramentos con las al~ mas que reciben de ella inmediatamente los dones y gra- cias que los sacramentos causan. Y la union de coeficien- cia en los actos de la voluntad humana, con que el alma se va labrando para ser piedra digna de la Iglesia, no solo en la tierra, sino tambien en el ciclo. Pues Jos catdlicos tenemos por dogma cierto que todos los actos de la vo- luntad con que el alma se dispone para su santificacion, Ja adquiere, la recobra, 6 logra su aumento, son efectos de dos causas unidas, que son la misma alma 6 su volun- tad, y Jesucnisro que infunde en el alma las luces y los impulsos de su gracia. Mas en la cabeza visible 6 en el romano Pontifice no vemos los catélicos mas influjo en la voluntad de los cristianos que el de instruccion, consejo, persuasion y mandato: no vemos mas que el influjo mo- ral comun 4 todos los gefes 6 cabezas, primeros 6 prin- cipales de toda sociedad humana. Los minisiros de los sa- ¢ramentos tienen union fisica con el cuerpo de los sécios, pues le tocan: pero la vida sobrenatural es vida del alma, 4 la cual’ no Ilega Ja accion del ministro de] sacramento; porque no es causa, sino un: mero instrumento de los dones y gracias sobrenaturales que en el sacramento obra Ja virtud divina. 390 : “pismo DR LA IGLESIA. ARTICULO IIL Quiénes y cémo entran en el cuerpo de la Iglesia. 175 Por el bautismo entran en el cuerpo de la Iglesia los recien nact- dos, y los catecimenos. 176 Y puede entrarse tambien por la fé interior animada de la caridad. 177 Por ambas puertas entran muchos en la Iglesia militante, y pasan é Ia triunfante; sin mas union con la cabeza visible, que la que tienen por la gracia interior con Ja invisible. 178 La fe interior es el vinculo del alma con Je- sucalsto: el dautismo le causa si no halla obstdéculo, 6 cuando este se aparta, 175. Teniendo bien presentes las claras y distintas ideas que se han propuesto hasta aqui relativas 4 la uni= dad de la Iglesia, sera facil desvanccer las principales du- das que suelen ocurrir, sobre si es visible 6 invisible, por dénde 6 cémo se entra en ella, 6 se sale de ella, y quié- nes son los que estén dentro y los que no, El sacramento del bautismo es la puerta regular por la que se entra en Ja Iglesia militante; pero no es la unica; y han sido mu- chos los que han entrado en ella antes de ser bautizados: _ bien que con la obligacion y el firme deseo de recibir el bautismo de agua cuando tuvicsen oportuna ocasion, En la carta sinddica de san Cipriano 4 Fido (Epist. 59) se ve que entdnces era ya corriente la practica de. bautizar 4 los recien nacidos; y muy declarada la aptitud de recibir el bautismo que tiene todo hombre, desde que esta formado por Dios en el seno de su madre; y Ja necesidad de bau- tizar los nijios sin esperar ocho dias como en la circun~ cision, siempre que ocurran particulares peligros de muer- te para precaver en cuanto se pueda que ninguna alma” perezca, ‘ Sin embargo eran muchisimos los padres cristianos que diferian el bautismo de los nifios sanos hasta que le- gados al uso de la razon se hubiesen dispuesto con algu- CAPITULO ‘V. ABTICULO III. 19" “nos alios de catecumenato 6 educacion cristiana, en cuyo tiempo solian asistir en la Iglesia mientras se explicaba 6 predicaba la divina palabra; aunque se retirasen al llegar el ofertorio u ofrenda, 6 al comenzar la celebracion del sacrificio. En el estado de catectmenos 6 novicios pa- saban tambien meses 6 afios los adultos, que convertidos .de la gentilidad 6 del judaismo estaban ya convencidos de Ja verdad de la religion cristiana, y de su necesidad para - llegar 4 la salvacion eterna; y solo eran bautizados cuando el obispo Jos creia bien desengafiados de sus antiguos errores y maximas mundanas, y bastante instruidos en la verdad de los misterios principales de la fé, y propensos 4 las maximas y 4 las obras de la caridad. . 476. Por lo mismo no hay la menor duda en que en los primeros siglos, y tambien ahora en las tierras de misiones entre los catecimenos adultos de edad madura, habra habido no pocos que antes de llegar al bautismo, y desde que se les explicaron los misterios de la pasion del Sefior y de su divina bondad, concibiesen actos fervoro- sos de una fé semejanic 4 Ja de la Cananéa, fé acompajia- da de una firme esperanza en Dios, y de una amorosa compasion de Jzsucrisro mucrto en cruz por los hom- bres, 5 de otros semejantes impulsos de la fe animada de Ja caridad, que es el vinculo principal que une 4 los hom- bres con el mediador entre Dios y los hombres, ¥ asi los introduce en la unidad de su Iglesia. Los catecumenos deseaban todos cl bautismo, y para él se preparaban. Pues aunque ya se hubiesen dntes santificado con la ca- ridad 6 estuviesen en gracia de Dios; con todo recibian despues con el bautismo del agua no solo el cardcter, la marca 6 sello de soldados de la milicia de Cristo y ciuda- danos de la Iglesia, sino tambien la aptitud 6 capacidad de recibir los demas sacramentos. Sin embargo, tengamos _ por verdad catdlica que Ja fe’ interior de la divinidad de JesucBIsTO animada por la caridad puede por si sola in« 392 DISENO DE LA IGLESIA, . troducir en la Iglesia de Sesucnisto 4 algun infiel adulto; el cual podrd conservar mucho tiempo la vida sobrenaturel 6 de Ia gracia adguirida por tal acto de fe; y estando con ella al tiempo de morir, sin duda pasard su alma é Ja gloria eterna. Lo.que se habra verificado varias veces en adultos, judios y gentiles, que teniendo noticia de la vida y muerte de JesucaisTo por el evangelio ui otro libro, 6 por la conversacion con algun cristiano, hayan sido Ila- mados de Dios, y con los auxilios de su gracia hayan en su interior prorumpido en actos de fiel confianza y de amor al Seffor, que murié en cruz para salvar 4 los peca- dores. Sin duda cualquier judio 6 gentil por semejante Hamamiento de Dios queda unido con JEsucaisTO, su Seiior y Salvador, unus Dominus; y es miembro de la Iglesia, de que es tambien cabeza el obispo de Roma como sucesor de san Pedro, aunque no sepa ni que haya habido tal santo, ni que haya tal ciudad: Pero tampoco hay duda que dejara de ser miembro de la Iglesia siem- pre que abandone la fé 4 que habia sido llamado; y esto aunque en el intermedio tratando con cristianos hubiese adquirido mas conocimientos de la Iglesia, y se hubiese unido con ella en la apariencia, presentandose 4 las fuen- tes bautismales sin animo de recibir el bautismo, y solo por avaricia u otro fin temporal. Tales sugetos durante el primer estado de fé animada de la caridad serian sin duda verdaderos miembros de la Iglesia, aunque sin el bautismo ni otra alguna sefial sensible de union. Y al contrario despues de su apostasia solo serian miembros aparentes y fingidos de la Iglesia visible, aunque hubiesen sido bautizados por el Papa mismo en la Iglesia de san Pedro. 177. La fé interior animada de la caridad da la vida espiritual y la conserva, no solo cuando el alma que re- cibe de Dios estos dones los acepta y coopera con ellos con actos deliberados, sino tambien cuando en el bautis- capfruto v. anTicuLo TL “193 mo, sin ningun acio propio dc cu libre albedr‘o, recibe de Dios el alma los dones de la gracia habitual, de la f¢, de a esperanza y de la caridad. Nadic duda que el bautismo de agua administrado en nombre de Jzsucristo, 6 con la invocacion del Padre y del Hijo y del Espiritu Saato, es eficaz para dar la gracia y la gloria, aunqué sza adminis- trado cn cociedades qua realmente no scan partes de la Iglesia ca:slica de Jesucnisro. A lo que es consizuiente que todos los niiios que mueren bautizados, auncue lo scan por geviiles, muercn miembros de Jesucristo y de su Igicsia mi.itaniz, y pasan 4 la triunfante. Ademas entre los adultos Ce estas szctas que fucron bautizados cuando nifios, cc facil gue haya no pocos cuyos errores 6 igno- rancia sobr2 los misterios de JEsucRisto sea involuntaria 6 inculpabie. Tambicn entre catélicos romanos no pode- mos negar que se encuentran adultos que ignoran, 6 lo que e3 pror, ciencn ideas muy equivocadas sobre las ver- dades del sfradolo de los apéstoles, que creemos nosotros nececarias para el estado de gracia y salvacion con la ne- eesidaw «1c auestros moralistas Maman Ce precepto: y lo que es iodavia peor, no son tan raros como CeDieran la igno:zncia y el error en érden 4 las pocas verdades, cuyo conocin‘e=to solemos juzgar uecesario como r:edio sin el cual xo puede aleanzarse la salvacion eterna. Ea érden 4 estas verdadcs, nuy dificil es qu2 scan involantacios ¢ in- culpables e} error y ‘a ‘gnorancia en adaltos de paises cvisiiaaos civil’zados: pero no es imposible; porque jcdmo creercis en el Sefior aquellos que no han oido hablar de el? ( bas de que el espiritu de la Iglesia militante ha de ser el Espiritu de Cristo, que es el espiritu de la fé animada de . Ja caridad : al modo que el espiritu de los mundanos 6 de los descendientes de Adan de resultas de su pecado eb el espiritu del’ mundo, 6 de la triple concupiscencia. Pov consiguiente entre la conducta de los cristianos 6 de los miembros del cuerpo de Cristo, y la conducta de los mun+ danos 6 descendientes de Adan corrompido, se ha de ver la gran diferencia % oposicion que hay entre-la.f¢ anima da de la caridad y la triple concupiscencia del mumda Procuremios pues formar exacta idea de los dictémenes y de los impetus de la triple concupiscencia, para compa- rarlos despues con las luces é impulsos de la fé animada de Ja caridad :-y este solo cotejo: nos dara bastante lus para conocer con qué espiritu deben estar animados tan- to les sécios 6 miembros del cuerpo 6 sociedad catdlica de la Iglesia en’ general, como los que ademas son tam~ bien sécios 6 miembros del cuerpo 6 sociedad del régimen ‘6 ministerio de ella, , 197. El apdstol' san Juan: en la citada carta (cep. IL 15 4 47) dice: No querais amar al mundo ni las cosas mundanas, Si alguno ama al mundo, no habita en él la taridad-é amor del Padre; porque todo lo que hay en el mundo es concupiscencia de carne, y concupiscencia de vjos,y soberbia t’orgullo de vida: lo cual no nace del Padre, sino que nace del mundo. El mundo pasa, y pasa dambien con el su concupiscencia: mas aquel que hace la voluntad de Dios , permanece eternamente. Detengémonos CAPITULO YI. ARTICULO I. 219 un momento en Ja meditacion de tan sublimes palabras; y obsérvese qué entendemos con el nombre de concupis- cencia cuando la contraponemos 4 !a caridad: cuando y en qué sentido la concupiscencia es pecado: en qué se funda la division de la concupiscencia en tres clases; y en cada una de ellas, cuales son las tentaciones mas pe- ligrosas respecto de los cristianos en general, y cuales lo son particularmente respecto de los ministros sagrados, 4198. Llamamos concupiscencia al deseo 6 al amor de todo lo que lisonjea al hombre 6 4 sus inclinaciones 6 pasiones: de modo que con este nombre se comprenden todos los varios efectos 6 apetitos que nos agitan 6 domi- nan, como el amor propio 6 de si mismo, Ia ambicion 6 deseo de honor y gloria mundana, el desea 6 conato de ser sdbio, de ser rico, de abundar en placeres de los sen- tidos; y en una palabra, es concupiscencia todo amor de las cosas sensibles 6 criadas, 6 de las cosas del mundo que no viene 6 se dirige al mismo Dios: es concupiscencia todo amor que no es caridad 6 amor de Dios. Pero cuan- do el apéstol san Juan nos dice que no amemes al mun- do, porque 4 quien le ama le falta la caridad; a0 injen- ta decir que sea malo todo amor natural 4 si mismo 6 4 los prdjimos, ni que sea pecado todo amor 6 deseo de comodidades, bienes 6 placeres sensuales, Lo que en aque- la expresion y en otras semejantes de la sagrada Escritu- ra se nos eusefia es, que nunca es bueno 6 util para la salvacion eterna ningun amor de las cosas criadas que se fija 6 detiene en ellas, 6 que no se refiere 4 Dios de nin- gun modo. : Para cuya inteligéncia es del caso distinguir dos es- pecies de amor: 4 saber, amor de fruicion, y amor de uso; 6 para decirlo con expresiones tomadas de san Agus- tin, dileclio mansoria, dilectio transiloria, Es amor de fruicion el que se detiene en la cosa amada complacién-" dose 6 gozindose en ella misma, Es amor de. uso el de a10 DIsENO DE LA IGLESTA. quien busca, desea y ama alguna cosa no por ella misma, sino porque con ella 6 por ella espera conseguir otra cosa sen que complacerse 6 gozarse. Digamos pues con alusion 4 las palabras de san Juan, que la caridad 6 el amor de Dios por su naturaleza es dilectio mansoria; mas el amor -del mundo debe ser dilectio transitoria, y es malo siem= pre que es dilectio mansoria, porque ficilmente pasan el -mundo y sus concupiscencias, Admitamos tambien las de- finiciones de la caridad y de la concupiscencia que nos dé san Agustin (De doct. christ. 1. UL cap. 10) con estas palabras: “Llamo carmap al movimiento del animo que »se dirige & gozar de Dios por el mismo Dios, y de si mis- »mo y del prdjimo por Dios y en Dios: pero llamo cons »CUPISCENCIA & aquel movimiento del dnimo que se dirige »4 gozarse en si mismo, en el projimo y en alguna cosa »corporea sin gozarse por Dios ni en Dios”. 499, Adem4s tengamos presente que para poder decir que amamos 4 las criaturas por Dios, no es preciso que cuanto hacemos lo dirijamos siempre expresamente & Dios, Basta que el amor de Dios, como nuestro ultimo fin, sea el dominante en nuestro corazon, para que las li- mosnas que damos sean virtualmente referidas 4 Dios, aunque al tiempo de darlas no pensemos en Dios, sino en socorrer al pobre. Lo mismo debe decirse. de todos los actos que por su objeto 6 fin préximo son buenos: pues 4& no ser que se maléen con la vanagloria, la avaricia, & otra mala circunstancia que se una con ellos, ellos por sf mismos 6 por su naturaleza se dirigen 4 Dios como 4 u- timo fin. Sin embargo es preciso observar que el cristia- no ficilmente conoce que es imperfetcion, defecto ¢ falta verdadera aunque venial, la pereza en: levantarse de la cama cuando ya no és necesario el descanso: Jo es el gus to en comer 6 beber mas de lo preciso, aunque el exceso no sea mucho; y lo es la complacencia,en conversaciones, en paseos 6 en Ja curiosa averiguacion de. cosas inutile CAPITULO VI. ARTICULO I. . aa Mientras que en las pasiones 6 inclinaciones de nuestra nataraleza seguimos el dictimen de Ja recta razon, el mo- vimiento de nuestro 4nimo es movimiento de la caridad 6 del amor de Dios autor de Ja naturaleza. Pero luego que mos la linea de la ley natural, ya nuestro mo- vimiento es de alguna de las concupiscencias prohibidas; esto es, de aquellas que no nos vienen de Dios 6 del Padre, sino del mundo como dice san Juan, 6 de Ja carne como dice san Pablo. . 200. Este apéstol instruyendo 4 los galatas (V. 13 4 47) de la oposicion que hay entre el espiritu de Ja ca- ridad y los impulsos 6 concupiscencias del cuerpo 6 de . la carne, les dice entre otras cosas: Sed siervos unos de otros por un amor espirituol... Proceded segun el espirites de Dios, y no satisfarcis los apetitos dela carne, Porque Ja carne tiene desens contrarios Glos del espiritu, y eb esptritu los tiene contrarios d los de la carne. Entre las obras de la concupiscencia de la carne que en seguida va enumerando, no solo cuenta la deshonestidad 6 lujuria; sino tambien la idolatria, la envidia, la ira, el homicidio y otros crimenes que privan del reino de Dios. Distingue despues doce obras 6 frutos del espiritu de caridad; y lue- go advierte que los sdécios de Cristo tienen crucificada su propia carne, como tambien los vicios y las pasiones: Qui autem sunt Christi, carnem suam crucifixerunt cum vitiis ef concupiscentiis (24). 204. De la doctrina de san Juan y de san Pablo so- bre la concupiscencia contrapuesta 4 Ia caridad, debemos colegir que es muy impropio de un cristiano, y aun de todo hombre dotado de razon, el detenerse y complacerse en loa actos de nuestras pasiones 6 inclinaciones naturales, 6 hacerlos por antojo é capricho, cuando ni hay uecesi- dad ni utilidad racional, ni mas que la complacencia 6 Gusto que en ellos hallamos. Porque Dios es sin duda el “Gltimo fin del hombre: 4 lo que parece consiguiente que 322 DISENO DR EA IGLESTA, sea Dios el fin 4 que el hombre dirija tedes sus pensa= mientos, afectos, palabras y acciones, Dids, segun leemos en el salmo VIII. vers. 7 y 8; constituyé al hombre 6 le dié el mando sobre todas las obras de sus manos, y todas las puso 4 los piés del hombre. Con razon pues decia san Gre+ gorio Nacianceno: Dirijanse 4 Dios todos nuestros afectox cupiditas omnis ad Deum tendat. Sea nuestra razon la que dirija en todo nuestra voluntad, y nuestros apetitos infe- .viores: ratio omnibus prasit, No se vea nunca que la razon, que es lo que hay mas excelente en el bombre, quede abatida 6 trastornada por los que debea ser sus criados 6 dependientes: ne id quod excellentius est ab ine feriori deorsum trahatur (Orat, 43). Por.tanto el hombre racional, sobre todo el cristiano, nunca debe. pararse en el amor de una cosa criada, 6 amarla en si misma y por si misma con amor de fruicion, 6 sin referirla 4 lo mé- nos virtualmente 4 Dios como ultimo fin. Dando puesel nombre de concupiscencia 4 Ja inclina- cion que nos lleva 4 la fruicion de las cosas criadas, preci- so es decir que la concupiscencia siempre es un defecto 6 un mal. Pero no siempre es pecado; porque solamente lo es cuando la voluntad consiente 6 sigue el mal impul- so de la concupiscencia. Ni en estos casos es siempre pe- cado mortal, siendo las mas veces muy venial, y sobre esto sera del caso oir 4 san Agustin: “‘Aquellos, dice el »Santo (lib, XXI. de civ, Dei c.26), que aman con algun »apego las cosas que Dios concede en alivio de la flaqueza »humana, pero de modo que no por ellas abandonan 4 » Jesucnisto ni faltan 4 sus obligaciones, estando since- »ramente dispuestos 4 renunciarlo todo por no perder 3 »Cristo; estos tales no son malos cristianos: pero son crise »tianos imperfectos; porque teniendo por fundamento 4 » Jesucnisto, sobre fundamento tan sdlido edifican con paja »y madera, Ellos no dejardn de salvarse: bien que se sal- »varan pasando por el fuego, PER IGNEM; cn el cual que- cartrore VL anticoLo-L 323 »darah consumidas oquellas obras suyas, que éran de paja »y madera.” De este modo nos enseiia el’ Santo que el alma del que muere.con algun apego 4 los impulsos de Ja concupiscencia,; no subira al cielo sino despues .de ha- ber pasado: por el purgatorio, 6 de baberse purificado de sas faltas leves. Pero téngase tambien muy: presente la célebre maxima de Santiago, que todo pecado es. obra de nuestra propia concupiscencia, Pues cuando alguno de nosotros es tentado 6 solicitado & obrar mal, su propia concupiscencia es quitn le tienta, atrae 6 solicita, La con- . cupiscencia: es la que fomenta y nutre aquel ‘feto infeliz, y la concupiscencia es en fin la que pare 6 da: nacimiento al pecado, que consumédndose dé la muerte al alma (Jac. 1. 44. sig.). ¥ de todo esto es preciso conclair que cada uno de nosotros leva dentro de si mismo. el principio y el femento de todas ‘sus tentaciones en Ja que: llamamos con- aupiscencia , yes aquella prépension 6 inclinacion que im- pele la voluntad del hombre @ desear las cosas deleitables que no tiene, : . 209. Esta es en sustancia la definicion que da ‘de la concupiscencia e) catecismo del concilio.de Trento en !a explicacion de los dos ultimos preceptos del decalogo des- de nium. 10. Alli se observa que no es malo el deseo de comer, beber y abrigarse, cuando incomoda el hambre, la sed; 6:el frio. En cuanto al desco de adquirir algunas cosas sensibles y al mismo deseo del gusto que se_ halla en las sensaciones 6 actos de los sentidos, solo son deseos malos de resultas del pecado de Adan, en cuanto obran con tanto ardor 6 viveza que facilmente precipitan al al- ma 4 lo que es contrario 4 las luces 6 Jeyes de la recta razon natural 6 de la revelacion sobrenatural. De ahi es que la concupiscencia 6 cl deseo ardiente, cuando esté sujeto 4 la recta razon y dirigido por ella, produce varias utilidades, 14.* Nos mucve 4 acudir 4 Dios con mas fre- euentes, mas fervorosas y mas humildes oraciones para aah “DISENO DE LA IGLESIA, alcanzar del Seffor las cosas que mas deseamos, 2° Se aviva en nosotros el agradecimiento 4 los beneficios de la Providencia, cuanto mas deseabamos lo que recibimos de Dios. 3.* ¥ el mismo placer que nos causa la salud re- cobrada ui otro beneficio recibido de Dios, aumente tam- bien nuestra gratitud. De donde resulta que hay en nues- tra volantad dos concapiscencias 6 deseos ardientes que , pueden Iamarse buenos. A saber, el vivo deseo de cosas 6/ sensaciones naturales, que es conforme con la recta ra- zon, no siendo ni deseo de objeto malo por su naturale- za 6 prohibido, ni deseo de pararse en el placer del sen- tido, sino de usar de él en drden 4 algun fin propuesto por la recta razon. Sobre todo el ardiente 6 activo deseo 6 conato con que el entendimiento procura refrenar las malas concupiscencias de los sentidos 6 del cuerpo, es sin duda un deseo muy recomendable: es una de las concue piscencias del espiritu 6 del alma contra las del cuerpo 6 de los sentidos, de que habla la sagrada Escritura cuando dice: concupiscite sermones meos (Sap. YI. 12): concupivi mandata tua... concupivs salutare tuum, Domine (Ps, 118, vers. 60 y 176). ARTICULO IL. La triple concupistencia subsiste en los bautizados. a 203 ¢Cudl concupiscencia es indiferente: cudl buena, x cudl mala sin ser pecado? 204 La concupiscencia es de tres clases, y todas se hallaron en la tentacion de Adan y Eva. 205 Esta tentacion debe, inspirarnos muy saladable temor, 206 Las que JEsucnisto guiso sufrir avivan sobremanera nuestra confianca. 207 La gracia ds Dios quita del todo el pecado original; mas no cura del todo la enfermedad de Ia concupiscencia: 208 Ia cual subsiste en les bou-. tizados para que se ejerciten en los combates contra ol demonio, 209 De Ja concupiscencia nacen los mas horrendos vicios: 210 en especial con las méximas con que el mundo oculta el veneno 6 of + peligro de ella, 211 Se indican las tres principales concupiscencias: capiTULo VI. ARTICULO IL aa5 _ 212 las que Ilegan d veces & excitar ilusiones que son verdaderas docuras. 203. La energia, vivacidad 6 fuerza de sentir que tie~ ne el.alma, wis 6 vivacitas sentiendi, se puede llamar con- cupiscencia indiferente al bien 6 al mal, Pero hablando de- terminadamente de esta fuerza, como esta en la natura~ leza humana corrompida, aunque no es pecado, ya es un mal, un defecto, una herida, una Ilaga 6-una enferme- dad, porque inclina al pecado 6 le facilita. Cuando el acto de sensacion vivaz no pasa de los sentidos externos é in- ternos, 6 no es seguido 6 acompaiiado de ningun acto libre 6 deliberado de la voluntad, enténces no hay mas que accion 6 acto fisico; porque el sér moral, 6 la bondad y malicia necesitan acto deliberado de Ja voluntad, El ha- ber sensaciones vivaces sin acto libre de la voluntad, suce- de muchas veces no solo en sueiios, sino tambien estando el hombre despierto, por distraccion del entendimiento 6 por otra causa. Pero siempre que la sensacion va acom- pafiada 6 seguida de acto libre de voluntad, ya este acto es bueno 6 es malo: nunca queda indiferente. Si el alma disipa Jas ilusiones de la sensacion con el dictémen del entendimiento, y sujeta los apetitos inferiores 4 la volun- tad racional; el alma Iéjos de pecar merece i obra mo- ralmente bien: porque usa como debe de sus fucrzas, y vence en aquel combate los impulsos de sus sentidos, 6 su propia coucupiscencia. Solo es vencida el alma y peca, cuando su voluntad desprecia las luces y leyes 6 precep- tos de la recta razon buscando 6 deseando sensaciones que son malas 6 prohibidas, 6 tambien complaciéndose en al- gunas solo para gozarse en ellas mismas; que es decir sin la direceign al ultimo fin de que necesita todo. acto deli- berado de la voluntad para no ser pecaminoso 4 lo ménos levemente. Quica desee conocer bien cuando la concu- Piscencia es pecado, y cudndo no, reflexione con especig- 29 326 DISENO DE LA IGLESTA, lidad lo que en el citado articulo sobre los dos Ultimos preceptos del decalogo dice el catecismo del concilio de Trento desde ndém. 17: y desde num, 33 hallaré prove- chosos remedios y antidotos contra el veneno de la con- cupiscencia; y cuales son las almas mas expuestas 4 sumer- girse en los profurdos abismos de la iniquidad, 4 que es facil que se precipiten los que no estan muy prevenidos y vigilantes en tales combates desde el principio. 204. Pero consideremos ya las tres clases 6 maneras de concupiscencia, en que san Juan supone comprendidas todas las del mundo: 4 saber, la concupiscencia de la car- ne 6 sensualidad, la concupiscencia de los ojos 6 curiosi- dad, y la soberbia. Y antes de todo observemos estos tres distintos modos 6 grados de concupiscencia reunidos en Ja tentacion que fué el manantial de todas las nuestras 4 saber, en la tentacion con que el demonio hizo caer 4 nuestros primeros padres Adan y Eva en el pecado, que ‘bien puede Ilamarse original como origen de todas las miserias del linaje humano, La serpiente infernal dirige Ja palabra 4 la muger, y para tentar tambien al hombre con la soberbia 6 el espiritu de insubordinacion, les pre= gunta, ; por qué no comen de aquella fruta? Eva respon- de, porque el Seiior se lo ha prohibido sé pena de muer- te: y enténces el demonio resueltamente les dice que no morirén aunque coman; y que al contrario comiendo de aquella fruta seran como dioses, y adelantarin mucho en las ciencias 6 en el conocimiento de las cosas. Asi afiade 4 la tentacion de la soberbia, la otra de la curiosidad; y la infeliz muger se detiene en mirar la belleza de la fru- ta, y las sefias que da de ser de buen gusto, Con este ‘ercer paso acaba de caer en la tentacion, y cae tambien el marido. De esta manera consigue el demonio la inobe- diencia de Adan y la corrupcion del linaje humano, con los tres sucesivos pasos é grados de tentacion de la concu- ‘piscencia, 4.° La ambicion de elevarse sobre su condicion . CAPITULO VI. aRTiCULO IL 227 actual, 2.° El deseo de saber. 3.° El amor del placer de Jos sentidos, 205. En la tentacion de Eva causa el mayor asom- bro Ia facilidad con que nuestros primcros padres se de- jaron evar de una ilusion tan grosera como es la de que con la rebeldia 6 insubordinacion al precepto del Sefior mejorarian de estado 6 de fortuna, de modo que serian como dioses, Pero la lastima es que tanto en érden 4 la soberbia, como en orden 4 la curiosidad y al amor de los placeres de los sentidos, hallamos en nuestra propia con- cupiscencia varias semejantes ilusiones no ménos crasas que terribles. Sobre lo cual basta decir que en nuestra concupiscencia, aun cnando es inocente en su origen, y comienza 4 ser falta si¢ndolo ligerisima, suele sin embar- Go con tan extrafia rapidez gangrenarse 6 corromperse, ¥ completarse el consentimiento, que la voluntad del hom- bre, por apego 4 alguna cosa criada y tal vez al momen- taneo placer de algun sentido, consuma en muy poco tiempo el pecado mortal, y se halla separada y desprendi- da esponténeamente 6 de buena gana del amor de Dios; y ella misma con su propia libertad 6 libre albedrio da la muerte 4 su alma. Los cristianos al comparar los gra- dos de la tentacion de Eva con los impulsos de nuestra propia concupiscencia, quedamos facilmente convencidos de que en la Iglesia militante nucstra milicia 6 guerra continua principalmente consiste en los combates que en nuestro corazon incesantemente se suscitan entre el amor de Dios 6 la caridad, y el amor de las criaturas 6 la concupiscencia: combates que si bien se miran se di todos 4 uno de dos objetos: 1.° 4 que la caridad vaya siem- pre en aumento en nuestro corazon, de modo que no ha- amos caso de las criaturas ni de nosotros mismos, sino en Dios y por Dios; 4 fin de que sea siempre mas activo el amor de Dios, amor Dei usque ad contemptum sui. 2.° Moe deremos y contengamos por Dios siempre mas y mas nues- 28. piseXo DE La IGLEstA. . tra concupiscencia 6 el amor de las criaturas 6 de nosotros mismos, para que nunca el amor propio 6 de: las cosas criadas nos arrastre al desprecio de Dios, usyue ad contem- plum Dei. ¥ en estos continuos combates la sola conside- racion de la tentacion y caida de nuestros primeros pa- dres nos dai 4 conocer que es muy peligrosa 6 resbaladiza a pendiente en que combatimos, son formidables por todos lados los precipicios, fieros los impetus de los ene- migos exteriores é interiores, y tan densas las nieblas con que se ocultan, que no puede dejar de ser grande nuestro temor mientras que nos consideramos 4 nosotros wismos. . 206. Mas apénas levantamos nuestro entendimiento y corazon hacia nuestro Sefior y. Redentor JEsucnisto, verdadero Dios omnipotente y verdadero hombre clavado en una cruz por nuestro amor, queda nuestro corazon eficazmente confortado, y asegurado de que por mucha que sea nuestra debilidad y miseria y grande la corrup- cion 6 veneno de nuestra concupiscencia, es infinitamente ‘mayor la eficacia 6 energia de las gracias que nos mere- cid el Seiior con el infinito precio de su sangre. El apéstol ‘san Pablo nos enseiia que donde abunda la corrupcion del pecado de Adan, alli sobreabunda la gracia de Jesu- CRISTO; pues si el delito de uno basté para la mortal cor+ rupcion de todos los hombres, con mayor abundancia derrama JEsuCcRIsTO sus gracias y sus dones para justifi- carlos y prepararles cl reino y la vida eterna ( Rom. V. 45. 26). Tan, sélido consuelo se nos aumenta con Ja me- moria de que cl Seiior no contento con merecernos au- ‘xilios y gracias para vencer las tentaciones de nuestra con- ‘cupiscencia, aunque no era posible que fuese tentado con ellas como nosotros, quiso ser tentado del modo que pur” do, para servirnos tambien de director y modelo en nucs- tras tentaciones. En efecto era imposible que nuestro di- vino Redentor fuese tentado por ninguno de los interio- capiruvo vi, anticuro It 229 res impulsos 6 ilusiones de la concupiscencia: era impo- sible que el Hijo de Dios sintiese en su persona ninguna de aquellas funestas impresiones, 6 luchas interiores de que tanto se lamentaba san Pablo (om. VII.-23.). El al- yma santisima de JesucRISTO era un santuario inaccesible 4 toda ley 6 impulso que inclinase al pecado, Sin embargo nuestro salvador JEsuCRIsTO ya que no podia ser interior- mente tentado, quiso serlo por los enemigos externos, esto es por el demonio una vez en el desierto, y, varias veces por el mundo 6 por los hombres Ilevados de las ilusiones 6 ideas mundanas; como por ejemplo por san Pedro cuan- do le tentaba 6 persuadia que no quisiese sufrir la muer- te en cruz. . 207: ~La tentacion de Eva en el paraiso y la de Jesu- cristo en el desierto, combinadas con la doctrina que nos da san Pablo sobre el pecado original y los misterios de Ja redencion del linaje humano, ofrecen una mids abun- dantisima de reflexiones piadosas sobre la necesidad que tenemos de trabajar siempre en avivar nuesira caridad y en comprimir nuestra concupiscencia, Por muestra voy 4 formar un manojito con algunas de las que primero se me ‘oftezcan. Con el bautismo nacieron nuestras almas en Ia vie da espiritual por los méritos de Jesucnisro: asi como Adan spoco despues de su pecado la recobré recibiendo de la bon- dad de Dios la gracia de su conversion 6 arrepentimiento; pues esta gracia fud sin duda efecto de Ja pasion y muer- te del Sefior. Mas el alma de Adan recobrando la amistad de Dios 6 la vida espiritual que tenia antes del pecado, no recibié la salud, las fuerzas 6 la robustez que habia reci- sido de Dios en Ja creacion; pves quedaron en el alma de Adan las tres Ilagas 6 heridas de su pecado, que for aman el cuerpo metafirico de la concupiscencia, alas cuales da san Juan los nombres de concupiscencia de la carne, concupiscencia de los ojos, ¥ soberbia de la vida, Asimismo nuestra alma en el bautismo recibis la vida espiritual; a30 DISENO DE LA IGLESTA. pero ‘no con la salud, energia y fuerzas con que la tenia Adan al salir de las manos de Dios, sino con las mismas tres heridas internas de la sensualidad, de la curiosidad, y de la soberbia. Adan desobedeciendo 4 Dios con su pro- pio albedrio, dié la muerte 4 su propia alma, y dejé en Ja naturaleza humana el fomento del mortal veneno 6 con- tagio que sucesivamente se va propagando de unos 4 otros en todos sus descendicntes. Por justo juicio de Dios asi en Adan como en sus hijos y nietos, cuando por los mé= ritos 6 por la sangre de JEsucnisto recobran la vida es- piritual del alma, quedan en ella la sensualidad , la curio~ sidad y la soberbia, que fueron, digdmoslo asi, las tres fle- chas con que la serpiente infernal hirié 4 los primeras padres ; las cuales han sido tambien despues y han de ser hasta el fin del mundo Jas armas mas terribles con que el demonio haga la guerra 4 los mortales en la contienda que sigue y seguira contra la Iglesia militante, Es cierto que quien en el bautismo renace én Cristo y muere al mundo, es un hombre nuevo, inocente, inmaculado y libre de todo pecado, 6 limpio de toda mancha de ofensa de Dios. : 208. Mas es preciso confesar, dice el catecismo del concilio de Trento (de bapt. ném.-43.) que en los bautie zados queda la concupiscencia. 6 el fomes del pecado. Por que como ensefia san Agustin, en el bautismo queda pers donado el pecado de la concupiscencia, se limpia el alma de la mancha, y se libra del reato que Antes contrajo: pero la enfermedad de la concupiscencia permanece tam- bien despues del bautismo: Concupiscentia reatus in bap- tismate solvitur, sed infirmitas manet: ad agonem relin- guitur. Queda Ja concupiscencia en Jos bautizados para ejercicio de sus combates en la milicia de esta vida mortal. Pues la concupiscencia que nacié del pecado, no es otra cosa que una apetencia 6 deseo de] 4nimo que por su vi- vacidad 6 energia natural perturba 6 embarara la recta capitulo vi. anticuo i.” . 231, razon en su actual estado de debilidad; pero de manera que si con tal movimiento ‘no se junta la voluatad, ni consinti¢ndole ni descuidandose de contenerle, de ningun modo hay pecado: Qué tamen motus, si voluntatis consen- sum aut negligentiam conjunctam non habet , 2 verd peccati naturd longé abest. Nuestra alma tambien despucs del bautismo, por quedar en ella la enfermedad de la triple concupiscencia, se vé continuamente asaltada por los tres enemigos suyos, mundo, demonio y carne. Con el nom- bre de carne hablamos de nuestro propio cuerpo, el cual de resultas del pecado de Adan es el enemigo mas temi- ble del alma racional; pues, 4 diferencia de los otros dos, esté dentro de nosotros mismos. El cuerpo con sus senti- dos, pasiones y apetitos nos tienta continuamente por si solo, desde que en castigo de la rebelion de la voluntad de los primeros padres contra el precepto de Dios, per- mitié el Sefior que en la naturaleza del hombre se rebe- lasen Jos sentidos y los apetitos inferiores contra la recta tazon y contra la yoluntad racional. E] demonio princi- palmente nos tienta por medio del mundo 6 de Jos mun- danos, en especial valiéndose de sus malas costumbres y corrompidas maximas, para dar mas impulso 4 las vene- nosas flechas de la triple concupiscencia, 6 para avivar mas Ja fuerza de Jos impetus de os apetitos inferiores, y debilitar la energia de la recta razon, de modo que ésla quede rendida y sujeta 4 la triple concupiscencia en vez de moderarla y contenerla. _ 209. De aby nacen los infames excesos de Ia lujuria, de la usura, del hurto, de las violencias y homicidios, que causan la incontinencia, la avaricia 6 el deseo de abun= dar en regalos y comodidades de nuestro cuerpo, y en placeres de los cinco sentidos, en especial del tacto y del gusto. De ahi los escandalos de la impiedad, los horrores de las herejias y cismas, las mas groseras y criminales sue persticiones, hijas de la avaricia 6 fomentadas por ella; y a3a DISENO DE LA IGLESIA,~ los dems fatales efectos de la concupiscencia de los ojos 6 de la curiosidad, esto es, del vano deseo de saber 6 co- nocer, de ver u oir. De ahi los disturbios politicos y re- ligiosos, las guerras, las rebeliones y otras empresas te- merarias, como frutos venenosos de la soberbia de la vida, 6 del injusto conato de ascender sobre su estado actual, 6 de ser mas que los otros. Y para decirlo en pocas palabras, de alguna de las tres concupiscencias que distingue san Juan, 6 mas comunmente de la reunion de todas 6 de dos de ellas, son efectos las injusticias 6 pecados que co~ metemos contra Dios, contra el préjimo y contra nosotros mismos, y todas las omisiones, faltas 6 descuidos en el cumplimiento de los deberes comunes de los cristianos, y propios de nuestro estado y persona. 210. Mas aunque las tentaciones particulares que la serpiente infernal suele reunir para precipitarnos 4 algus no de los horrendos atentados 4 que nos conduce la con- cupiscencia, sean por si mismas muy formidables: debe ser especial nucstra vigilancia contra algunas maximas 6 ilusiones generales con que el mundo 6 los mundanos dan de la concupiscencia una idea muy distinta de la que hemos visto que nos da el espiritu de Cristo 6 de la Igle- sia. En el capitulo VIL diré algo en respuesta 4 las gro- seras calumnias y crasas ilusiones con que suele gritar el mundo contra el espfritu de la f¢é animada de la caridad; el mundo, digo, cuando hace alarde.de su impiedad y de su espiritu de error y de cisma, con que intenta derri- har el edificio levantado por Jesucrisro sobre. la confesion de la fé. Aquf voy 4 indicar algunas de las ideas 6 maxi- mos principales con que el mundo sc presenta 4 veces como ‘hipdcrita seductor, y procura quitar del espiritu divino de la religion cristiana todo lo que incomoda 6 - disgusta 4 Ja prudencia de Ia carne. Cuando el mundo quiere parecer cristiano, tambien habla 4 veces de la con- cupiscencia: pero quisiera que no se reconociese otra que , CAPITULO VI. ARTICULO IL | 233 los mismos actos fisicos de nuestro cuerpo 6 de nuestros sentidos 6 apetitos de la naturaleza animal; como los de- seos 6 ganas de comer 6 beber, y el gusto 6 placer que se halla en la comida. Pero los cristianos sabemos muy bien que sin el pecado de Adan todos los actos de nues- tros sentidos y apetitos inferiores hubieran sido parte de la felicidad del estado de la inocencia; pues bubieran sido todos conformes con la recta razon, y con ellos el hombre ino- cente hubiera facilmente adelantado en el conocimiento de las cosas sensibles: en las cuales teniendo siempre 4 la vista la omnipotencia y la infinita bondad del Griador, se hubieran excitado continuas ilustraciones agradables y sua- visimos afectos én su entendimiento y en su corazon. Tam- bien ahora los mismos actos fisicos, energias 6 potencias naturales de nuestro cuerpo, si procuramos como debe- mos que vayan dirigidos por la recta razon, que es decir, por las cuatro .virtudes cardinales , prudencia, justicia, fortaleza y templanza, con esto solo nos facilitarén cono+ cimientos y afectos provechosos, y nos precaverin de mal- gastar el tiempo en cosas inutiles, y de perdernos entre afectos desordenados. La concupiscencia, contra la cual de- bemos velar y pelear para defender la caridad 6 el amor de Dios en nuestros corazones, consiste en Ja triple en- fermedad 6 en las tres enfermedades de nuestra alma que resultan del pecado original, y dejan 4 nuestro entendi- miento y 4 nuestra voluntad sobrado débiles para disipar las ilusiones de nuestros sentidos, y para contener los im- petus de nuestras pasiones 6 apetitos inferiores, sin que recibamos muy oportunos y eficaces auxilios de Dios. 211. Primera: ‘Pero no son las riquezas terrenas »(nos dice el mundo hipécrita) ni las comodidades 6 re- »galos que nos proporcionan, lo que dehemos temer, sino »el hurto, la usura y los demas modos injustos de adqui- »rirlas, Son tambien cosas naturales y buenas el gusto de »comer y beber, y cl placer que hallamos en otros actos 30 : 334 . DISENO DE LA IGLESIA, . ade nuestros sentidos. Lo que es malo, y de que debe- »mos guardarnos, es el exceso é desérden en comidas, be- »bidas u otros actos de los sentidos de nuestro cuerpo, »cuando sean perjudiciales 4 nuestra salud, 6 por otra »causa prohibidas 6 malas, y pecado mortal. Lo es tam- »bien todo deseo injusto ¢ ilicito de los placeres 6 delei- »tes de los sentidos: pero ni es licito ni pecado el deseo »que se tiene de alguna comida, bebida u otra sensacion »moderada y de cosa justa: ni lo es tampoco el placer que »se halla en la misma sensacion, cuando ésta es inocente. » Segunda: Tambien en la curiosidad 6 en el deseo de »saber, si hay mucho que es malo, hay mucho que es »inocente 6 bueno, Por ejemplo: No hay duda que la cu- nriosidad de averiguar las vidas agenas, de entender los »misterios 6 verdades de la fé, de saber las causas ocultas »de lo que mandan los superiores, pueden ser muy ma- »las, y lo son realmente cuando la curiosidad se dirige 4 »mal fin, Pero tampoco puede dudarse que sobre los mis- »mos-y otros objetos es muchas veces justa la solicitud 6 »deseo de saber 6 entender lo que se ignora; y aun puede »afiadirse que no siendo con mal fin, es la curiosidad 6 »el deseo de saber, un afecto muy bueno siempre que »recae en cosas naturales, 6 en hechos histéricos antiguos »6 modernos, Tercera; El nombre de soberbia supone »siempre algun desérden, y asi la soberbia siempre serd »mata. Pero bien podra ser bueno muchas veces, y 4 lo »meénos indiferente el deseo de adelantar en \a carrera » propia. El soldado que desea ganar algun grado; el of- »cinista que procura ascender, y con el tiempo llegar 4 »ser gefe; cl jornalero y el menestral que se afanan para »legar 4 ser propietarios ; el comerciante y el hacen- »dado que desean adquirir mas caudales 6 mas fincas, »solo pecan en sus deseos si se proponen valerse de me- dios injustos, 6 si para lograr sus fines dejan de pagar »lo que deben, 6 faltan 4 otras obligaciones.”

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