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INTELIGENCIA EMOCIONAL Y ORIENTACION VOCACIONAL

Lic. Judid Fraga


Psicólogo Asesor y Orientador
E-mail: se0rinfa@telcel.net.ve

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Sin ánimo de ser negativista, iniciemos con la presentación de un problema que


además de actual, nos es propio y, por tanto, cada vez más inquietante: Más del
40% de los jóvenes que cursan los primeros semestres en las universidades,
exponen que “escogieron mal la carrera”; de ellos el 15% aproximadamente
desertan al final del primer año.

Según los expertos, los factores ligados a este hecho, están relacionados
directamente con el proceso que debió preceder el inicio de la universidad, y que
por múltiples razones, no se llevó a cabo con la sistematicidad necesaria, ni la
experticia y el tiempo esperados para obtener éxito al reducir la deserción e
insatisfacción personal que redunda en la profesional: La Orientación Vocacional.

La Orientación Vocacional, aunque no es un concepto unívoco, puede ser


entendida como el proceso de ayuda en la elección de una profesión, la preparación
para ella, el acceso al ejercicio de la misma y la evolución y progreso posterior.

La Orientación Vocacional pretende ayudar a que la persona elabore un


concepto adecuado de sí mismo y de su papel en el trabajo. No es un proceso
puntual, sino continuo en el tiempo, que persigue como objetivo el desarrollo de la
persona.

Bajo esta perspectiva, la Orientación Vocacional es un proceso complejo y


continuo, que tiene como objetivo despertar intereses vocacionales a través del
conocimiento de sí mismo, ajustar dichos intereses a la competencia laboral del
sujeto y evaluarlas en relación a las necesidades del mercado de trabajo, es decir,
ubicarse luego en el contexto social-laboral.

Si esta exposición conceptual no es suficiente para ver la relación directa entre


la Orientación Vocacional y la Inteligencia Emocional, es porque hemos perdido el
camino original, esperando que poco pero de calidad, fuese suficiente para que
nuestros adolescentes alcanzasen la meta: ser profesionales satisfechos y exitosos.

Sin embargo, debemos acercarnos más a nuestra realidad ¿en verdad a los
adolescentes les interesa verse inmersos en un programa vocacional?
Investigaciones recientes en el área concluyen que a pesar del proceso de
Orientación Vocacional, la elección vocacional definitiva depende, básicamente, de
los siguientes elementos:

• que la carrera sea socialmente aceptable;


• que sea económicamente rentable;
• que, además, sea fácil y rápido el ingreso al campo laboral, sin tener en cuenta la
vocación; y,
• que si se relaciona con las materias más fáciles o las que más le gustaron en
bachillerato, mejor.

Entonces, algo está sucediendo que se escapa de nuestras buenas intenciones


¿Estamos dejando al margen la formación personal como parte esencial de la
orientación vocacional? O ¿estamos actuando como si se tratase de dos procesos
diferentes y paralelos?.

El trabajo individual para el autoconocimiento, es la fuente inagotable de


recursos para la superación, personal, familiar, académica y, por supuesto
profesional. El adolescente tiene que conocer sus intereses, sus aptitudes, las
expectativas que tiene frente al futuro, sus temores, sus angustias; este
conocimiento permite definir con mayor claridad quién soy y quién quiero ser. Sin
este primer trabajo individual, la segunda instancia del proceso cae en saco roto:
las oportunidades que le presenta la educación superior y el conocimiento de la
realidad laboral y el medio en el que está inmerso. Generalmente, esta segunda
instancia es a la que mayor peso se le da durante el proceso puntual de Orientación
Vocacional, sin tomar en consideración que su éxito depende del autoconocimiento
y madurez emocional del adolescente en cuestión.

No obstante, los números indican que son pocos los profesionales de la


orientación, que tienen la posibilidad real de abarcar la totalidad del proceso, en
especial cuando es tratado como algo puntual durante el Ciclo Diversificado. De allí
la necesidad de recurrir a otras tendencias, tecnologías, estrategias, metodologías,
propuestas, que nos permitan acercarnos más al deber ser de la Orientación
Vocacional, incorporando en nuestro quehacer la “Inteligencia Emocional” como
arte y parte del proceso para la elección de una carrera.

El filósofo Pascal escribió en cierta ocasión, hace más de 300 años, que "nada
es más poderoso que una idea cuyo tiempo ha llegado". Pues bien, la Inteligencia
Emocional es una idea cuyo tiempo ha llegado. La publicación del libro de Daniel
Goleman “Inteligencia Emocional”, se ha convertido en un gran éxito editorial, en
un fenómeno de masas. Y sin embargo, la obra de Goleman no dice nada nuevo:
básicamente, que la inteligencia medida tradicionalmente (a través del cociente
intelectual) no se correlaciona con el éxito profesional. Algo ya comentado por el
periodista Walter Lipman en los años 20 y por David McClelland en su famoso
artículo de 1973, “Testing for Competence Rather than Inteligence”.

El modelo que nos presenta Goleman fue propuesto por primera vez en 1990
por Peter Salovey, de la Universidad de Yale, y John Mayer, de la Universidad de
New Hamsphire, en un libro que no alcanzó tanto éxito como el de Goleman.
Salovey y Mayer consideran que hay cinco dominios de la inteligencia emocional:
autoconfianza, autocontrol, persistencia, empatía y dominio de las relaciones. En
“Competence at Work”, Lyle Spencer, siguiendo la línea de McClelland, formaba
cinco competencias muy similares en su diccionario: autocontrol, autoconfianza,
orientación al logro, comprensión interpersonal e impacto e influencia. Y, lo que es
más interesante todavía, las tres que suponen gestión de uno mismo (Gardner lo
llamaría inteligencia interpersonal), esto es, autoconfianza, autocontrol y
perseverancia, están ligadas a la motivación por el logro; las dos restantes,
empatía y capacidad de ilusionar a otros (inteligencia interpersonal, en la
terminología de Gardner), son competencias ligadas a los motivos de afiliación y
poder social, respectivamente. ¿Acaso no son estas competencias básicas para una
efectiva elección vocacional? ¿Qué hacemos los orientadores para promoverlas?
La Inteligencia Emocional es una forma de interactuar con un mundo que tiene muy
en cuenta los sentimientos y engloba habilidades como el control de los impulsos, la
autoconciencia, la motivación, el entusiasmo, la perseverancia, la empatía, la
agilidad mental, etc. Ellas configuran rasgos de carácter como la autodisciplina, la
compasión o el altruismo, que resultan indispensables para una efectiva y creativa
adaptación social. Este concepto es cada vez más valorado en el mundo entero, con
una marcada influencia en el área laboral.

Esta capacidad de vivir y manejar las emociones se aprende desde la infancia.


Por ello, la familia es la escuela en la que el niño aprende, para bien o para mal, a
desarrollar su Inteligencia Emocional. No obstante, los padres no siempre son
conscientes de la trascendencia que reviste atender, integrar y conducir las
emociones infantiles. Los hijos de familias en que se han cultivado bien las
emociones, son más sociables y mejores estudiantes, aunque su "otra" inteligencia,
la lógica, no sea brillante. Si bien es cierto que la familia y la escuela son
fundamentales en el desarrollo de la Inteligencia Emocional, nunca es tarde para
efectuar correcciones y adquirir nuevas habilidades en este terreno. Nos jugamos
mucho en ello y, por muy adolescentes, jóvenes o adultos que seamos, siempre
podemos desarrollar un dominio más eficaz de las emociones. El éxito en la toma
de decisiones depende mucho de la madurez y estabilidad emocional de quien
decide.

Con la evolución de esta disciplina se han identificado varios tipos de


Inteligencia Emocional. La Inteligencia Intrapersonal, considerada como la
capacidad que tiene el individuo de poder entender e identificar sus emociones,
además de saber cómo se mueve subjetivamente en torno a ellas. Una vez que la
persona conoce su dimensión emocional, comienza a tener mejor y mayor control
sobre su vida, lo que redunda en mayor estabilidad y poder de decisión.

La otra dimensión de funcionamiento emocional es a nivel Interpersonal. Se


refiere a la capacidad que tiene el individuo de entender las emociones de las otras
personas y actuar de manera cónsona a ellas. El individuo se convierte en un
potenciador de recursos intelectuales, ya que al poder controlar su funcionamiento
emocional, logra importantes valores agregados para su desempeño a nivel de
toma de decisiones y resolución de problemas, entre otras cosas.

En este sentido, los cinco componentes del coeficiente emocional coinciden con
ello, tres son capacidades relativas a la persona (autoconocimiento, autocontrol y
automotivación) o lo que llamamos Inteligencia Intrapersonal; y los otros dos,
relativos a las otras personas (conocer las emociones de los demás y asertividad),
que denominamos Inteligencia Interpersonal.

La autoconciencia, consiste en conocer las propias emociones. El autocontrol,


es la capacidad de cambiar o frenar emociones para evitar que las situaciones de la
vida sean un problema; y la automotivación, que es la capacidad individual de
estimularse ante situaciones adversas.

Los dos componentes restantes del coeficiente emocional que se refieren a la


capacidad de conocer a las otras personas (inteligencia interpersonal), se
relacionan con las destrezas para intuir la condición emocional de los demás, las
cuales proporcionan capacidades y habilidades muy útiles a la hora de interactuar
con los demás; y por último, se encuentra la asertividad, que es la capacidad de ser
oportuno ante las situaciones, bien sea con acciones o palabras.

Finalmente, la última clave del proceso entra en juego: La toma de decisiones.


A lo largo de este planteamiento he identificado los elementos esenciales del
proceso de Orientación Vocacional: el autoconocimiento, que de ahora en adelante
llamaremos Inteligencia Emocional; la información vocacional-profesional, la que
como segunda instancia es la que mayor peso tiene en la Orientación Vocacional
practicada regularmente en bachillerato; y, no menos importante, la resultante
fundamental de las dos anteriores la toma de decisiones acertada y satisfactoria.

Las decisiones, entendidas como elección de un curso de acción determinado


son importantes porque de ellas depende el éxito de una empresa, de una carrera
profesional, el destino de una persona, de un país, etc.
Existe al menos una teoría clásica optimizante en la toma de decisiones, en la que
no ahondaremos seguros de que el orientador maneja tal información y buscar
ponerla en práctica durante el proceso de Orientación Vocacional, pero sobre la cual
enumeraremos los pasos naturales con los cuales estableceremos una relación
entre los tres elementos esenciales de la Orientación Vocacional ya mencionados.
Estos pasos según Tarter (1998), son: 1)Identificar el problema, es decir,
determinar las discrepancias entre la situación actual y los resultados deseados. 2)
Diagnosticar el problema o reunir y analizar la información que explique la
naturaleza del problema. 3) Definir las alternativas, esto es, desarrollar todas las
soluciones que son potenciales soluciones. 4) Examinar las consecuencias, ¿Qué
pasaría si...?, anticipar los probables efectos de cada alternativa. 5) Tomar la
decisión. Evaluar y elegir la mejor alternativa, aquella que maximice el logro de las
metas y los objetivos. Y, 6) Hacerlo, es decir, ejecutar o poner en práctica la
decisión.

De acuerdo con el planteamiento anterior, los dos primeros pasos dentro del
proceso de toma de decisiones, involucran necesariamente la primera instancia del
proceso de Orientación Vocacional, o como hemos convenido en llamarlo, la
identificación de mis potencialidades y debilidades usando la Inteligencia Emocional
como base esencial para el autoconocimiento. El estimular los cinco elementos del
cociente intelectual emocional, son la clave para trabajar y entrenar a los alumnos
en esta instancia. Recurrir a las pruebas psicológicas estandarizadas, puede ser un
recurso para ayudar al alumno a evaluar sus aptitudes y sopesar sus intereses;
todo ello será efectivo, si no olvidamos recurrir a la reflexión, a la transferencia de
esa información a la situación real del alumno, poniendo en perspectiva estos
resultados con la información que ya tiene sobre quién es como persona y qué
quiere, en relación con sí mismo y con quienes lo rodean. Las pruebas psicológicas
no son malas en sí mismas, son inadecuadas en la medida que no hacemos uso
apropiado de los resultados que arrojan.

El tercer paso, o definición de alternativas, se corresponde con el segundo


elemento o segunda instancia del proceso vocacional: la búsqueda de alternativas u
oportunidades de estudio a nivel superior. Esta instancia, como sabemos, debe
incluir todo el caudal de información vocacional-profesional-laboral disponible, y
comenzar a descartar aquellas opciones que por su naturaleza no compaginen con
los resultados de la primera instancia.
El cuarto paso natural para la toma de decisiones, examinar las consecuencias, nos
pone nuevamente frente al problema del autoconocimiento, por lo tanto la
Inteligencia Emocional vuelve aquí a tener un papel preponderante. La confianza en
mí y mis potencialidades, el autocontrol para no tomar decisiones guiadas por el
impulso y la primera impresión; así como la capacidad de persistir a pesar de no
encontrar respuestas rápidas y apropiadas, son las competencias que tendré que
poner a prueba durante esta fase del proceso.

Este cuarto paso me lleva en forma gradual al quinto, seleccionar las mejores
alternativas, para luego, en consecuencia, poner manos a la obra: prepararme para
las pruebas de admisión, revisar y actualizar documentos, realizar las respectivas
pre-inscripciones, etc. Es decir, afrontar la realidad y ejecutar las acciones que me
permitan alcanzar el éxito en lo que me propuse. Éxito que sin duda será el
resultado efectivo del largo camino recorrido.
Entre los objetivos que como Orientador debo plantearme para desarrollar
destrezas emocionales que permitan optimizar la inteligencia emocional de los
alumnos (nótese que hablo de alumnos, para no circunscribir el proceso a la
adolescencia, pues es ideal iniciarlo mucho antes), encontramos:

Incrementar la Confianza en sí mismo. La sensación de4 controlar y dominar el


propio cuerpo, la propia conducta y el propio mundo. La sensación de que tiene
muchas posibilidades de éxito en lo que emprenda y que los adultos pueden
ayudarle en esa tarea.
Incentivar la Curiosidad.4 Instigar a seguir en la búsqueda aunque se tenga mucha
información (personal o profesional). La sensación de que el hecho de descubrir
algo es positivo y placentero.
Promover la Intencionalidad. Las cosas no ocurren porque lo4 deseamos, ocurren
porque hacemos algo para alcanzarlas. El deseo y la capacidad de lograr algo y de
actuar en consecuencia. Esta habilidad está ligada a la sensación y a la capacidad
de sentirse competente, de ser eficaz, eficiente y efectivo.
Mejorar el Autocontrol. La capacidad de modular y controlar las4 propias acciones
en una forma apropiada a la edad; la sensación de control interno. Soy dueño de mi
vida.
Estimular la reflexión a través de la4 Relación. La capacidad de relacionarse con los
demás, una capacidad que se basa en el hecho de comprender y de ser
comprendido, será un elemento útil para confrontar aprendizajes personales.
Desarrollar la capacidad de comunicar.4 El deseo y la capacidad de intercambiar
verbalmente ideas, sentimientos y conceptos con los demás. Esta capacidad exige
la confianza en los demás y el placer de relacionarse con ellos. Ser empático y
preciso son sus ejes centrales.
Promover la Cooperación. La capacidad de armonizar las propias4 necesidades con
las de los demás en las actividades grupales. Hacer del hecho vocacional un
problema común, que depende del trabajo en equipo aunque la decisión final sea
individual. Compartir información, ideas, ofrecer feedback al comportamiento de
otro, puede colocarnos en una situación de comprensión de la realidad más
favorables, pues incluye más puntos de vista.

Finalmente, en vista que la Inteligencia Emocional puede cultivarse y que está


plenamente identificada con la Orientación Vocacional, no olvide tomar en cuenta
los siguientes factores en su trabajo cotidiano con los orientados, tanto en forma
individual como un grupos:

• Trabaje la empatía, abrirse a los demás. Observe y escuche. Fíjese en sus gestos,
en su mirada, en su forma de hablar. Aprenda a sentir lo que ellos sienten.
• Cultive el autocontrol, sin suprimir las emociones. Estimule la observación y
análisis, hasta qué punto esos sentimientos son eficaces para algo. O si hacen
daño.
• Ofrezca oportunidades para que analicen sus tensiones e instintos. Sin reprimirse,
ponga orden y canalícelos.
• Rebobine. Después de una discusión o de un día triste, pregúnteles por qué. Si su
reacción fue proporcionada, si merecía la pena haberse comportado así, ...
• Busque oportunidades para reír. La risa y el buen humor nos hacen más felices.
Y, además, parece que alargan la vida.

La pregunta que rompe paradigmas ¿qué podrían hacer en su escuela, que si lo


hiciera hoy, cambiaría dramáticamente el proceso de Orientación Vocacional hacia
un proceso asertivo y favorecedor de aprendizajes? Esta es una pregunta, que cada
cual debe responder, en función de su vivencia y de su práctica en su institución,
nos mueve a la frontera de nuestro propio paradigma del ser orientador, qué es lo
que actualmente no hago, que si lo hiciera, mejoraría tremendamente mi labor; el
contestar a esta pregunta, hacerlo de forma honesta, y escribir el compromiso que
como orientadores tenemos hacia el cambio que la respuesta suponga, es un
ejercicio de inteligencia emocional y racional; el hacerlo, un reto, y el caminar en el
compromiso, una realidad posible en beneficio de todos.

BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA
Covey♣ S. R. (1995). Los siete hábitos de las personas altamente efectivas.
Mexico: Paidós.
Goleman, D. (1996). La Inteligencia Emocional. Buenos Aires: Javier♣ Vergara.
Lane, H. y Beauchamp, M. (1985). Comprensión del Desarrollo♣ Humano. México:
Pax.
Meier de Ramírez, A. (2004). Reflexiones para una♣ decisión vocacional. I
Encuentro de Orientadores “Papel del orientador en las políticas de admisión a las
instituciones de educación superior”, Universidad Central de Venezuela, Caracas
17-02-04.
Reig Pintado, D. (1994). Reto al♣ cambio. México: Mc Graw Hill.
Rodríguez E., M. y Márquez A., M. (1988).♣ Manejo de problemas y toma de
decisiones, México: Manual Moderno.
Shapiro,♣ L. E. (1997). La Inteligencia Emocional de los Niños. Buenos Aires:
Javier Vergara.
Steiner, C. (1997). La Educación Emocional. Buenos Aires: Javier♣ Vergara.
Tharter, J. C. (1998). Toward a contingency of decisión making, in♣ Journal of
Educational Administration, Vol. 36, Issue 3.
Uzcátegui, L. J.♣ (1998). Emociones Inteligentes: El Manual de la Inteligencia
Emocional. Caracas: LithoPolar.

LA AUTORREGULACIÓN EMOCIONAL COMO ELEMENTO CENTRAL DE LA


INTELIGENCIA EMOCIONAL

Nacho Madrid López

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Curso Básico de Inteligencia Emocional

Monográfico Nº1: La Inteligencia Emocional

RESUMEN

En los últimos años ha surgido con fuerza la Inteligencia Emocional como un tema
transversal en la Psicología (Psicología de la Educación, Psicología de las
Organizaciones, Psicología de la Emoción), si bien las popularizaciones que se han
hecho del tema han impedido por el momento que el constructo surja de forma
clara.

En este trabajo partiremos de la exploración de diferentes modelos de Inteligencia


Emocional para centrarnos posteriormente en uno de sus componentes centrales: la
autorregulación emocional, y formulando posteriormente el desarrollo de un modelo
de Inteligencia Emocional centrado en procesos, el modelo de Barret y Gross.

1. INTELIGENCIA EMOCIONAL
1.1. Marco conceptual
La Inteligencia Emocional es un campo de estudio que surgió en la década de
los 90 como reacción al enfoque de inteligencias meramente cognitivas, sumando
críticas a los detractores de los tests de inteligencia tradicionales.

Este enfoque se hizo rápidamente popular en la prensa no científica, entre otras


razones porque emitía un mensaje novedoso y atractivo: se puede tener éxito en la
vida sin tener grandes habilidades académicas. El libro divulgativo de Daniel
Goleman (1995) se convirtió rápidamente en un best – seller, aunque la
investigación al respecto se encontraba aun en sus inicios.

Mayer (2001) señala cinco fases hasta el momento en el desarrollo del campo
de estudio de la Inteligencia Emocional que pueden ayudarnos a entender de donde
surgen los conceptos y habilidades que actualmente se presentan juntos bajo el
epígrafe de IE:
1) Inteligencia y Emociones como campos de estudio separados (1900 – 1969): La
investigación sobre la inteligencia se desarrolla en este periodo y surge la
tecnología de los tests psicológicos. En el campo de la emoción se centran en el
debate entre la primacía de la respuesta fisiológica sobre la emoción o viceversa.
Aunque algunos autores hablan sobre la “inteligencia social” las concepciones sobre
Inteligencia siguen siendo meramente cognitivas.
2) Precursores de la inteligencia emocional (1970 – 1989): El campo de la cognición
y el afecto examina como las emociones interaccionan con el pensamiento. Una
teoría revolucionaria de este periodo es la Teoría de Inteligencias Múltiples de
Gardner, la cual incluye una inteligencia “intrapersonal”.
3) Emergencia de la Inteligencia Emocional (1990 – 1993): Mayer y Salovey
publican una serie de artículos sobre la inteligencia emocional, incluyendo el primer
intento de medir estas competencias.
4) Popularización y ensanchamiento del concepto (1994 – 1997): Goleman publica
su libro “Inteligencia Emocional” y el término IE salta a la prensa popular.
5) Institucionalización e investigación sobre la IE (1998 – actualidad): Se producen
refinamientos en el concepto de IE y se introducen nuevas medidas. Aparecen las
primeras revisiones de artículos de investigación.

¿De que hablamos cuando hablamos de Inteligencia Emocional?


La Inteligencia Emocional se entiende como un conjunto de habilidades que
implican emociones. Varios autores han señalado diferentes definiciones de
Inteligencia Emocional:

“incluye las áreas de conocer las propias emociones, manejar emociones, motivarse
a uno mismo, reconocer emociones en otros y manejar relaciones” Goleman (1995)

“un conjunto de capacidades, competencias y habilidades no cognitivas que


influencian la habilidad propia de tener éxito al afrontar las demandas y presiones
del medio ambiente" Bar – On (citado en Mayer , 2001)

“se refiere a la habilidad para reconocer el significado de las emociones y sus


relaciones, y para razonar y resolver problemas en base a ello. También incluye
emplear las emociones para realzar actividades cognitivas” Mayer et al. (2001)

En una serie de estudios conducidos por Schutte y colaboradores (2002) se


centraron en encontrar relación entre los niveles de inteligencia emocional y la
autoestima y el estado de ánimo positivo, encontrando una relación positiva entre
la Inteligencia Emocional y ambas variables.
Varios autores han teorizado que una alta inteligencia emocional puede llevar a
grandes sentimientos de bienestar emocional y son capaces de tener una mejor
perspectiva de la vida. Existe también evidencia empírica que parece demostrar
que la alta inteligencia emocional se asocia con menor depresión, mayor optimismo
y una mejor satisfacción con la vida. Por tanto, esto sugiere un vínculo entre
inteligencia emocional y bienestar emocional.

1.2. Modelos tradicionales sobre Inteligencia Emocional


Los principales modelos que han afrontado la Inteligencia Emocional en la
década de los 90 son los de Mayer et al. (2001) (Modelo de las 4 ramas), el modelo
de competencias de Goleman y el Modelo Multifactorial de Bar On.

Mayer (2001) agrupa estos modelos distinguiendo entre aproximaciones mixtas y


aproximaciones de habilidades:
• Aproximaciones de Habilidades: El modelo de 4 ramas de Mayer et al. divide
la Inteligencia Emocional en cuatro áreas de habilidades:
1) Percibir emociones: Capacidad de percibir emociones en caras o imágenes.
2) Usar emociones para facilitar el pensamiento: Capacidad de usar las emociones
para realzar el razonamiento.
3) Comprensión de emociones: Capacidad de comprender información emocional
acerca de las relaciones, transiciones de una emoción a otra e información
lingüística acerca de las emociones.
4) Manejo de las emociones: Capacidad para manejar emociones y relaciones
emocionales para el crecimiento personal e interpersonal.
Estos autores señalan que las ramas 1,3 y 4 incluyen razonar acerca de las
emociones, mientras que la rama 2 únicamente incluye el uso de las emociones
para realzar el razonamiento. Jerárquicamente estas 4 ramas estarían dispuestas
de modo que "percibir emociones" estaría a la base, mientras que "Manejo de
emociones" estaría a la cima.

• Aproximaciones Mixtas: Estas aproximaciones populares incluyen atributos


personales que están más comúnmente relacionados con la efectividad personal y
el funcionamiento social (Barret y Gross, 2001; Mayer, 2001).
- Modelo de Competencias Emocionales de Goleman:
Incluye cinco competencias:
1. El conocimiento de las propias emociones
2. La capacidad de controlar las emociones
3. La capacidad de motivarse a uno mismo
4. El reconocimiento de las emociones ajenas
5. El manejo de las relaciones

- Modelo Multifactorial de Bar – On: Bar On realiza una conceptualización


multifactorial de la inteligencia emocional, conformada por los siguientes
componentes factoriales:

1) C.F. Intrapersonales:
• Autoconcepto: Esta habilidad se refiere a respetarse y ser consciente de uno
mismo, tal y como unos es, percibiendo y aceptando lo bueno y malo.
• Autoconciencia Emocional: Conocer los propios sentimientos para conocerlos y
saber qué los causó.
• Asertividad: Es la habilidad de expresarse abiertamente y defender los derechos
personales sin mostrarse agresivo ni pasivo.
• Independencia: Es la habilidad de controlar las propias acciones y pensamiento
uno mismo, sin dejar de consultar a otros para obtener la información necesaria.
• Autoactualización: Habilidad para alcanzar nuestra potencialidad y llevar una vida
rica y plena, comprometiéndonos con objetivos y metas a lo largo de la vida.
2) C.F. Interpersonales:
• Empatía: Es la habilidad de reconocer las emociones de otros, comprenderlas y
mostrar interés por los demás.
• Responsabilidad social: Es la habilidad de mostrarse como un miembro
constructivo del grupo social, mantener las reglas sociales y ser confiable.
• Relaciones Interpersonales: Es la habilidad de establecer y mantener relaciones
emocionales caracterizadas por el dar y recibir afecto, establecer relaciones
amistosas y sentirse a gusto.

3) C.F. de Adaptabilidad
• Prueba de realidad: Esta habilidad se refiere a la correspondencia entre lo que
emocionalmente experimentamos y lo que ocurre objetivamente, es buscar una
evidencia objetiva para confirmar nuestros sentimientos sin fantasear ni dejarnos
llevar por ellos.
• Flexibilidad: Es la habilidad de ajustarse a las cambiantes condiciones del medio,
adaptando nuestros comportamientos y pensamientos.
• Solución de problemas: La habilidad de identificar y definir problemas así como
generar e implementar soluciones potencialmente efectivas. Esta habilidad esta
compuesta de 4 partes:
1) ser consciente del problema y sentirse seguro y motivado frente a él
2) definir y formular el problema claramente (recoger información relevante)
3) generar tanto soluciones como sea posible
4) tomar una solución sobre la solución a usar, sopesando pros y contras de cada
solución.

4) C.F. de Manejo del Estrés


• Tolerancia al estrés: Esta habilidad se refiere a la capacidad de sufrir eventos
estresantes y emociones fuertes sin venirse abajo y enfrentarse de forma positiva
con el estrés. Esta habilidad se basa en la capacidad de escoger varios cursos de
acción para hacerle frente al estrés, ser optimista para resolver un problema, y
sentir que uno tiene capacidad para controlar influir en la situación.
• Control de impulsos: Es la habilidad de resistir o retardar un impulso, controlando
las emociones para conseguir un objetivo posterior o de mayor interés.

5) C.F. de Estado de Animo y Motivación


• Optimismo: Es mantener una actitud positiva ante las adversidades y mirar
siempre el lado bueno de la vida.
• Felicidad: Es la habilidad de disfrutar y sentirse satisfecho con la vida, disfrutarse
uno mismo y a otros, de divertirse y expresar sentimientos positivos.

En todos estos modelos podemos ver que la autorregulación emocional


(entendida como la capacidad de regular los estados emocionales a un punto de
referencia) es un elemento principal de los modelos. Así, el modelo de las 4 ramas
de Mayer et al. sitúa al “Manejo de las Emociones” arriba de su escala jerárquica,
Goleman la incluye como “capacidad de controlar las propias emociones” y Bar – on
incluye elementos de autorregulación emocional en varias de sus habilidades, como
el “Control de Impulsos” y la “Flexibilidad”.
En el siguiente punto nos centraremos en el mecanismo psicológico de la
autorregulación, ofreciendo dos modelos de autorregulación emocional.

2. AUTORREGULACION EMOCIONAL
Como hemos visto, los principales modelos de Inteligencia Emocional dan
mucha importancia a la regulación de las propias emociones. De hecho, se trata de
la piedra angular del concepto, ya que de nada sirve reconocer nuestras propias
emociones si no podemos manejarlas de forma adaptativa.
La autorregulación emocional se englobaría dentro de lo que sería el proceso
general de autorregulación psicológica, el cual es un mecanismo del ser humano
que le permite mantener constante el balance psicológico. Para ello necesita de un
sistema de feedback de control que le permita mantener el estatus en relación a
una señal de control.

Bonano (2001) expone un modelo de autorregulación emocional que se centra


en el control, anticipación y exploración de la homeostasis emocional. La
homeostasis emocional se conceptualizaría en términos de metas de referencia
pertenecientes a frecuencias, intensidades o duraciones ideales de canales
experienciales, expresivos o fisiológicos de respuestas emocionales. En este
sentido, Vallés y Vallés (2003) señalan que puesto que las emociones tienen tres
niveles de expresión (conductual, cognitivo y psicofisiológico) la regulación del
comportamiento emocional afectará a estos tres sistemas de respuesta.

Por tanto, la autorregulación emocional no sería sino un sistema de control que


supervisaría que nuestra experiencia emocional se ajustase a nuestras metas de
referencia.

2.1. Modelo Secuencial de Autorregulación Emocional


Este modelo propuesto por Bonano (2001) señala tres categorías generales de
actividad autorregulatoria:
1) Regulación de Control: Se refiere a comportamientos automáticos e
instrumentales dirigidos a la inmediata regulación de respuestas emocionales que
ya habían sido instigadas. Dentro de esta categoría se incluyen los siguientes
mecanismos: disociación emocional, supresión emocional, expresión emocional y la
risa.

2) Regulación Anticipatoria: Si la homeostasis está satisfecha en el momento, el


siguiente paso es anticipar los futuros desafíos, las necesidades de control que se
puedan presentar. Dentro de esta categoría se utilizarían los siguientes
mecanismos: expresión emocional, la risa, evitar o buscar personas, sitios o
situaciones, adquirir nuevas habilidades, revaloración, escribir o hablar acerca de
sucesos angustiosos

3) Regulación Exploratoria: En el caso que no tengamos necesidades inmediatas


o pendientes podemos involucrarnos en actividades exploratorias que nos permitan
adquirir nuevas habilidades o recursos para mantener nuestra homeostasis
emocional. Algunas de estas actividades pueden ser: entretenimiento, actividades,
escribir sobre emociones

2.2. Modelo Autorregulatorio de las Experiencias Emocionales


La idea principal de la que parten Higgins , Grant y Shah (1999) es que las
personas prefieren algunos estados más que otros y que la autorregulación permite
la ocurrencia de los estados preferidos más que de los no preferidos. Igualmente
señalan que el tipo de placer y el tipo de malestar que la gente experimenta
depende de qué tipo de autorregulación este funcionando.

Estos autores señalan tres principios fundamentales implicados en la


autorregulación emocional:
1) Anticipación regulatoria: Basándose en la experiencia previa, la gente puede
anticipar el placer o malestar futuro. De esta forma, imaginar un suceso placentero
futuro producirá una motivación de acercamiento, mientras que imaginar un
malestar futuro producirá una motivación de evitación.
2) Referencia regulatoria: Ante una misma situación, se puede adoptar un punto
de referencia positivo o negativo. Por ejemplo, si dos personas desean casarse, una
de ella puede anticipar el placer que significaría estar casados, mientras que la otra
persona podría imaginar el malestar que les produciría no casarse. Por tanto la
motivación sería la misma, pero una de ellas estaría movida por un punto de
referencia positivo y la otra por un punto de vista negativo.
3) Enfoque regulatorio: Los autores hacen una distinción entre un enfoque de
promoción y un enfoque de prevención. Por tanto se distingue entre dos diferentes
tipo de estados finales deseados: aspiraciones y autorrealizaciones (promoción) vs.
responsabilidades y seguridades (prevención).

3. EL MODELO DE PROCESOS DE BARRET Y GROSS


Ya hemos visto diferentes modelos de Inteligencia Emocional que se han
propuesto, tanto desde ámbitos populares y aplicados (Modelos de Goleman y de
Bar – On) como desde perspectivas más experimentales (Modelo de las Cuatro
Ramas de Mayer y Salovey).

También hemos discutido la importancia que en estos modelos se les da a los


procesos autorregulatorios a nivel emocional, analizando los modelos de Bonano y
de Higgins y cols.

Los modelos vistos sobre inteligencia emocional la definen como un juego de


habilidades y atributos personales o competencias sociales. Esto implicaría dos
asunciones básicas (Barret y Gross, 2001):
1º) Las emociones propias o las de otros se ven como entidades fijas sobre las que
se pueden hacer juicios correctos o incorrectos.
2º) La inteligencia emocional se ve como un conjunto estático de habilidades
En contraste, el modelo de procesos de Barret y Gross entiende las emociones
como un fenómeno emergente y fluido que resultaría de la interacción entre
procesos explícitos e implícitos, por lo cual no habría sitio para una evaluación
correcta o incorrecta.

La inteligencia emocional sería en este modelo “un conjunto de procesos


relacionados que permite al individuo desplegar satisfactoriamente
representaciones mentales en la generación y regulación de de la respuesta
emocional”.

En este esquema de procesos, existirían dos aspectos de gran importancia. Por


una parte, el cómo se representan las emociones (el como la persona representa
mentalmente las emociones y se hace consciente de ellas). Por otra parte, el cómo
y cuando se regulan las emociones.

Sobre la representación de las emociones solo diremos aquí que existirían tres
procesos principales implicados en la generación de las emociones: la disponibilidad
del conocimiento sobre las emociones, la accesibilidad del conocimiento sobre
emociones y la motivación para construir experiencias emocionales discretas, y por
último, la localización de los recursos de funciones como la memoria de trabajo.
Estos procesos son de gran importancia para la Inteligencia Emocional, pero los
dejaremos a un lado para centrarnos en el otro tipo de procesos, lo relacionados
con la autorregulación emocional.

El Modelo de Gross de Autorregulación Emocional (Barret y Gross, 2001;


Gross y John, 2002; Gross, 2002), sobre el cual se desarrolla el modelo de
procesos de Inteligencia Emocional, se describen cinco puntos en los que las
personas pueden intervenir para modificar el curso de la generación de emociones,
esto es, autorregularse emocionalmente. Mostramos un esquema general del
modelo a continuación.
Los cinco elementos de este modelo serían:
1) Selección de la situación: Se refiere a la aproximación o evitación de cierta
gente, lugares u objetos con el objetivo de influenciar las propias emociones. Esto
se produce ante cualquier selección que hacemos en la que está presente un
impacto emocional. En el esquema vemos que se selección S1 en vez de S2 (se
marca en negrita).
2) Modificación de la situación: Una vez seleccionada, la persona se puede adaptar
para modificar su impacto emocional, lo cual podría verse también como una
estrategia de afrontamiento centrada en el problema (S1x, S1y, S1z).
3) Despliegue atencional: La atención puede ayudar a la persona a elegir en qué
aspecto de la situación se centrará (distraernos si la conversación nos aburre o
tratar de pensar en otra cosa cuando no preocupa algo) (a1, a2, a3 … representan
los diferentes aspectos de la situación a los que podemos atender)..
4) Cambio cognitivo: Se refiere a cual de los posibles significados elegimos de una
situación. Esto es lo que podría llevar al “reappraisal” y sería el fundamento de
terapias psicológicas como la reestructuración cognitiva. El significado es esencial,
ya que determina las tendencias de respuesta.
5) Modulación de la respuesta: La modulación de la respuesta se refiere a
influenciar estas tendencias de acción una vez que se han elicitado, por ejemplo
inhibiendo la expresión emocional. En el esquema, se muestran signos – y + para
representar la inhibición o excitación de estas respuestas a diferentes niveles.

Como se aprecia en el modelo, las cuatro primeras estrategias estarían


centradas en los antecedentes, mientras que la última de ellas estaría centrada en
la respuesta emocional.

Se ha escrito mucho sobre las posibles consecuencias a varios niveles de la


autorregulación emocional. Gross (2002) señala que las estrategias de
“reappraisal” son a menudo más efectivas que la supresión emocional. El
“reappraisal” reduce la experiencia emocional y también la expresión conductual,
mientras que la supresión reduce la expresión pero falla en reducir la experiencia
emocional.

Por otra parte, existe abundante literatura que indicaría que la supresión podría
estar afectando a la salud física (depresión del sistema inmune, mayor riesgo
coronario, progresión del cáncer, etc.), y en definitiva que las consecuencias de las
estrategias centradas en los antecedentes (reappraisal) serían preferibles en este
sentido a las centradas en la respuesta (Barret y Gross, 2001).

4. CONCLUSIONES
En este trabajo hemos intentado ofrecer un panorama del estudio de la
Inteligencia Emocional centrándonos en uno de sus componentes principales: la
autorregulación emocional. Como hemos podido apreciar, existe aun multitud de
modelos que hacen que a nivel de constructo no exista claridad de qué elementos
conforman la Inteligencia Emocional.

Puesto que la autorregulación emocional es uno de los mecanismos principales


implicados, hemos querido centrarnos en él por ser un mecanismo que ha sido
ampliamente estudiando a lo largo de los años y del que existen modelos
explicativos bastante completos.

Como alternativa a los modelos clásicos, de habilidades o competencias, hemos


querido mostrar el modelo de procesos de Barret y Gross. Las implicaciones para la
inteligencia emocional de este modelo, son no solo determinar los mecanismos por
lo que se produce la autorregulación emocional, sino que es el primer paso para
dilucidar que tipo de mecanismos están implicados en la inteligencia emocional y
que consecuencias (positivas y negativas) tienen a nivel cognitivo, afectivo, social y
fisiológico.

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

- Barret, L.F. y Gross, J.J. (2001). Emotional Intelligence. A process model of


emotion representation and regulation. En T. J. Mayne y G.A. Bonano (Eds.).
Emotions. Current issues and future directions. New York: The Guilford Press
- Bonano, G.A. (2001). Emotion self-regulation. En T. J. Mayne y G.A. Bonano
(Eds.). Emotions. Current issues and future directions. New York: The Guilford
Press
- Higgins, E.T., Grant, H. Y Shah, J. (1999). Seft Regulation and quality of life:
Emotional and non-emotional life experiences. En Kahneman, Diener y Schwarz
(Eds.). Well-being : the foundations of hedonic psychology. New York : Russell
Sage Foundation
- Goleman, D. (1996). Inteligencia Emocional. Barcelona: Kairos.
- Gross, J.J. (2002). Emotion regulation: Affective, cognitive, and social
consequences. Psychophysiology, 39 , 281–291.
- Gross, J.J. y John, O.P. (2002). Wise emotion regulation. En L. Feldman Barret y
P. Salovey (Eds.). The wisdom of feelings: Psychological processes in emotional
intelligence. New York : Guilford.
- Mayer, J.D. (2001). A field guide to emotional intelligence. En Ciarrochi, J.,
Forgas, J.P. y Mayer, J.D. (2001). Emotional Intelligence in Everyday Life.
Philadelphia: Psychology Press.
- Mayer, J. D., Salovey, P., Caruso, D. R., & Sitarenios, G. (2001). Emotional
intelligence as a standard intelligence. Emotion, 1, 232-242
- Salovey, P. (2001). Applied emotional intelligence: Regulating emotions to
become healthy, wealthy anda wise. En Ciarrochi, J., Forgas, J.P. y Mayer, J.D.
(2001). Emotional Intelligence in Everyday Life. Philadelphia: Psychology Press.
- Schutte et al. (2002). Characteristic emotional intelligence and emotional well-
being. Cognition and Emotion, 16 (6), 769-785.
- Vallés, A. y Vallés, C. (2003). La autorregulación para el afrontamiento emocional.
En Vallés, A. y Vallés, C. (2003). Psicopedagogía de la Inteligencia Emocional.
Valencia: Promolibro.

ARTÍCULO DEL MISMO AUTOR: La Adicción a Internet

INTELIGENCIA EMOCIONAL Y ORIENTACION VOCACIONAL


Lic. Judid Fraga
Psicólogo Asesor y Orientador
E-mail: se0rinfa@telcel.net.ve

Documentos Relacionados:

- Curso Básico de Inteligencia Emocional


- Monográfico: La Inteligencia Emocional

Sin ánimo de ser negativista, iniciemos con la presentación de un problema que


además de actual, nos es propio y, por tanto, cada vez más inquietante: Más del
40% de los jóvenes que cursan los primeros semestres en las universidades,
exponen que “escogieron mal la carrera”; de ellos el 15% aproximadamente
desertan al final del primer año.

Según los expertos, los factores ligados a este hecho, están relacionados
directamente con el proceso que debió preceder el inicio de la universidad, y que
por múltiples razones, no se llevó a cabo con la sistematicidad necesaria, ni la
experticia y el tiempo esperados para obtener éxito al reducir la deserción e
insatisfacción personal que redunda en la profesional: La Orientación Vocacional.

La Orientación Vocacional, aunque no es un concepto unívoco, puede ser


entendida como el proceso de ayuda en la elección de una profesión, la preparación
para ella, el acceso al ejercicio de la misma y la evolución y progreso posterior.

La Orientación Vocacional pretende ayudar a que la persona elabore un


concepto adecuado de sí mismo y de su papel en el trabajo. No es un proceso
puntual, sino continuo en el tiempo, que persigue como objetivo el desarrollo de la
persona.

Bajo esta perspectiva, la Orientación Vocacional es un proceso complejo y


continuo, que tiene como objetivo despertar intereses vocacionales a través del
conocimiento de sí mismo, ajustar dichos intereses a la competencia laboral del
sujeto y evaluarlas en relación a las necesidades del mercado de trabajo, es decir,
ubicarse luego en el contexto social-laboral.

Si esta exposición conceptual no es suficiente para ver la relación directa entre


la Orientación Vocacional y la Inteligencia Emocional, es porque hemos perdido el
camino original, esperando que poco pero de calidad, fuese suficiente para que
nuestros adolescentes alcanzasen la meta: ser profesionales satisfechos y exitosos.

Sin embargo, debemos acercarnos más a nuestra realidad ¿en verdad a los
adolescentes les interesa verse inmersos en un programa vocacional?
Investigaciones recientes en el área concluyen que a pesar del proceso de
Orientación Vocacional, la elección vocacional definitiva depende, básicamente, de
los siguientes elementos:

• que la carrera sea socialmente aceptable;


• que sea económicamente rentable;
• que, además, sea fácil y rápido el ingreso al campo laboral, sin tener en cuenta la
vocación; y,
• que si se relaciona con las materias más fáciles o las que más le gustaron en
bachillerato, mejor.
Entonces, algo está sucediendo que se escapa de nuestras buenas intenciones
¿Estamos dejando al margen la formación personal como parte esencial de la
orientación vocacional? O ¿estamos actuando como si se tratase de dos procesos
diferentes y paralelos?.

El trabajo individual para el autoconocimiento, es la fuente inagotable de


recursos para la superación, personal, familiar, académica y, por supuesto
profesional. El adolescente tiene que conocer sus intereses, sus aptitudes, las
expectativas que tiene frente al futuro, sus temores, sus angustias; este
conocimiento permite definir con mayor claridad quién soy y quién quiero ser. Sin
este primer trabajo individual, la segunda instancia del proceso cae en saco roto:
las oportunidades que le presenta la educación superior y el conocimiento de la
realidad laboral y el medio en el que está inmerso. Generalmente, esta segunda
instancia es a la que mayor peso se le da durante el proceso puntual de Orientación
Vocacional, sin tomar en consideración que su éxito depende del autoconocimiento
y madurez emocional del adolescente en cuestión.

No obstante, los números indican que son pocos los profesionales de la


orientación, que tienen la posibilidad real de abarcar la totalidad del proceso, en
especial cuando es tratado como algo puntual durante el Ciclo Diversificado. De allí
la necesidad de recurrir a otras tendencias, tecnologías, estrategias, metodologías,
propuestas, que nos permitan acercarnos más al deber ser de la Orientación
Vocacional, incorporando en nuestro quehacer la “Inteligencia Emocional” como
arte y parte del proceso para la elección de una carrera.

El filósofo Pascal escribió en cierta ocasión, hace más de 300 años, que "nada
es más poderoso que una idea cuyo tiempo ha llegado". Pues bien, la Inteligencia
Emocional es una idea cuyo tiempo ha llegado. La publicación del libro de Daniel
Goleman “Inteligencia Emocional”, se ha convertido en un gran éxito editorial, en
un fenómeno de masas. Y sin embargo, la obra de Goleman no dice nada nuevo:
básicamente, que la inteligencia medida tradicionalmente (a través del cociente
intelectual) no se correlaciona con el éxito profesional. Algo ya comentado por el
periodista Walter Lipman en los años 20 y por David McClelland en su famoso
artículo de 1973, “Testing for Competence Rather than Inteligence”.

El modelo que nos presenta Goleman fue propuesto por primera vez en 1990
por Peter Salovey, de la Universidad de Yale, y John Mayer, de la Universidad de
New Hamsphire, en un libro que no alcanzó tanto éxito como el de Goleman.
Salovey y Mayer consideran que hay cinco dominios de la inteligencia emocional:
autoconfianza, autocontrol, persistencia, empatía y dominio de las relaciones. En
“Competence at Work”, Lyle Spencer, siguiendo la línea de McClelland, formaba
cinco competencias muy similares en su diccionario: autocontrol, autoconfianza,
orientación al logro, comprensión interpersonal e impacto e influencia. Y, lo que es
más interesante todavía, las tres que suponen gestión de uno mismo (Gardner lo
llamaría inteligencia interpersonal), esto es, autoconfianza, autocontrol y
perseverancia, están ligadas a la motivación por el logro; las dos restantes,
empatía y capacidad de ilusionar a otros (inteligencia interpersonal, en la
terminología de Gardner), son competencias ligadas a los motivos de afiliación y
poder social, respectivamente. ¿Acaso no son estas competencias básicas para una
efectiva elección vocacional? ¿Qué hacemos los orientadores para promoverlas?
La Inteligencia Emocional es una forma de interactuar con un mundo que tiene muy
en cuenta los sentimientos y engloba habilidades como el control de los impulsos, la
autoconciencia, la motivación, el entusiasmo, la perseverancia, la empatía, la
agilidad mental, etc. Ellas configuran rasgos de carácter como la autodisciplina, la
compasión o el altruismo, que resultan indispensables para una efectiva y creativa
adaptación social. Este concepto es cada vez más valorado en el mundo entero, con
una marcada influencia en el área laboral.
Esta capacidad de vivir y manejar las emociones se aprende desde la infancia.
Por ello, la familia es la escuela en la que el niño aprende, para bien o para mal, a
desarrollar su Inteligencia Emocional. No obstante, los padres no siempre son
conscientes de la trascendencia que reviste atender, integrar y conducir las
emociones infantiles. Los hijos de familias en que se han cultivado bien las
emociones, son más sociables y mejores estudiantes, aunque su "otra" inteligencia,
la lógica, no sea brillante. Si bien es cierto que la familia y la escuela son
fundamentales en el desarrollo de la Inteligencia Emocional, nunca es tarde para
efectuar correcciones y adquirir nuevas habilidades en este terreno. Nos jugamos
mucho en ello y, por muy adolescentes, jóvenes o adultos que seamos, siempre
podemos desarrollar un dominio más eficaz de las emociones. El éxito en la toma
de decisiones depende mucho de la madurez y estabilidad emocional de quien
decide.

Con la evolución de esta disciplina se han identificado varios tipos de


Inteligencia Emocional. La Inteligencia Intrapersonal, considerada como la
capacidad que tiene el individuo de poder entender e identificar sus emociones,
además de saber cómo se mueve subjetivamente en torno a ellas. Una vez que la
persona conoce su dimensión emocional, comienza a tener mejor y mayor control
sobre su vida, lo que redunda en mayor estabilidad y poder de decisión.

La otra dimensión de funcionamiento emocional es a nivel Interpersonal. Se


refiere a la capacidad que tiene el individuo de entender las emociones de las otras
personas y actuar de manera cónsona a ellas. El individuo se convierte en un
potenciador de recursos intelectuales, ya que al poder controlar su funcionamiento
emocional, logra importantes valores agregados para su desempeño a nivel de
toma de decisiones y resolución de problemas, entre otras cosas.

En este sentido, los cinco componentes del coeficiente emocional coinciden con
ello, tres son capacidades relativas a la persona (autoconocimiento, autocontrol y
automotivación) o lo que llamamos Inteligencia Intrapersonal; y los otros dos,
relativos a las otras personas (conocer las emociones de los demás y asertividad),
que denominamos Inteligencia Interpersonal.

La autoconciencia, consiste en conocer las propias emociones. El autocontrol,


es la capacidad de cambiar o frenar emociones para evitar que las situaciones de la
vida sean un problema; y la automotivación, que es la capacidad individual de
estimularse ante situaciones adversas.

Los dos componentes restantes del coeficiente emocional que se refieren a la


capacidad de conocer a las otras personas (inteligencia interpersonal), se
relacionan con las destrezas para intuir la condición emocional de los demás, las
cuales proporcionan capacidades y habilidades muy útiles a la hora de interactuar
con los demás; y por último, se encuentra la asertividad, que es la capacidad de ser
oportuno ante las situaciones, bien sea con acciones o palabras.

Finalmente, la última clave del proceso entra en juego: La toma de decisiones.


A lo largo de este planteamiento he identificado los elementos esenciales del
proceso de Orientación Vocacional: el autoconocimiento, que de ahora en adelante
llamaremos Inteligencia Emocional; la información vocacional-profesional, la que
como segunda instancia es la que mayor peso tiene en la Orientación Vocacional
practicada regularmente en bachillerato; y, no menos importante, la resultante
fundamental de las dos anteriores la toma de decisiones acertada y satisfactoria.

Las decisiones, entendidas como elección de un curso de acción determinado


son importantes porque de ellas depende el éxito de una empresa, de una carrera
profesional, el destino de una persona, de un país, etc.
Existe al menos una teoría clásica optimizante en la toma de decisiones, en la que
no ahondaremos seguros de que el orientador maneja tal información y buscar
ponerla en práctica durante el proceso de Orientación Vocacional, pero sobre la cual
enumeraremos los pasos naturales con los cuales estableceremos una relación
entre los tres elementos esenciales de la Orientación Vocacional ya mencionados.
Estos pasos según Tarter (1998), son: 1)Identificar el problema, es decir,
determinar las discrepancias entre la situación actual y los resultados deseados. 2)
Diagnosticar el problema o reunir y analizar la información que explique la
naturaleza del problema. 3) Definir las alternativas, esto es, desarrollar todas las
soluciones que son potenciales soluciones. 4) Examinar las consecuencias, ¿Qué
pasaría si...?, anticipar los probables efectos de cada alternativa. 5) Tomar la
decisión. Evaluar y elegir la mejor alternativa, aquella que maximice el logro de las
metas y los objetivos. Y, 6) Hacerlo, es decir, ejecutar o poner en práctica la
decisión.

De acuerdo con el planteamiento anterior, los dos primeros pasos dentro del
proceso de toma de decisiones, involucran necesariamente la primera instancia del
proceso de Orientación Vocacional, o como hemos convenido en llamarlo, la
identificación de mis potencialidades y debilidades usando la Inteligencia Emocional
como base esencial para el autoconocimiento. El estimular los cinco elementos del
cociente intelectual emocional, son la clave para trabajar y entrenar a los alumnos
en esta instancia. Recurrir a las pruebas psicológicas estandarizadas, puede ser un
recurso para ayudar al alumno a evaluar sus aptitudes y sopesar sus intereses;
todo ello será efectivo, si no olvidamos recurrir a la reflexión, a la transferencia de
esa información a la situación real del alumno, poniendo en perspectiva estos
resultados con la información que ya tiene sobre quién es como persona y qué
quiere, en relación con sí mismo y con quienes lo rodean. Las pruebas psicológicas
no son malas en sí mismas, son inadecuadas en la medida que no hacemos uso
apropiado de los resultados que arrojan.

El tercer paso, o definición de alternativas, se corresponde con el segundo


elemento o segunda instancia del proceso vocacional: la búsqueda de alternativas u
oportunidades de estudio a nivel superior. Esta instancia, como sabemos, debe
incluir todo el caudal de información vocacional-profesional-laboral disponible, y
comenzar a descartar aquellas opciones que por su naturaleza no compaginen con
los resultados de la primera instancia.
El cuarto paso natural para la toma de decisiones, examinar las consecuencias, nos
pone nuevamente frente al problema del autoconocimiento, por lo tanto la
Inteligencia Emocional vuelve aquí a tener un papel preponderante. La confianza en
mí y mis potencialidades, el autocontrol para no tomar decisiones guiadas por el
impulso y la primera impresión; así como la capacidad de persistir a pesar de no
encontrar respuestas rápidas y apropiadas, son las competencias que tendré que
poner a prueba durante esta fase del proceso.

Este cuarto paso me lleva en forma gradual al quinto, seleccionar las mejores
alternativas, para luego, en consecuencia, poner manos a la obra: prepararme para
las pruebas de admisión, revisar y actualizar documentos, realizar las respectivas
pre-inscripciones, etc. Es decir, afrontar la realidad y ejecutar las acciones que me
permitan alcanzar el éxito en lo que me propuse. Éxito que sin duda será el
resultado efectivo del largo camino recorrido.

Entre los objetivos que como Orientador debo plantearme para desarrollar
destrezas emocionales que permitan optimizar la inteligencia emocional de los
alumnos (nótese que hablo de alumnos, para no circunscribir el proceso a la
adolescencia, pues es ideal iniciarlo mucho antes), encontramos:
Incrementar la Confianza en sí mismo. La sensación de4 controlar y dominar el
propio cuerpo, la propia conducta y el propio mundo. La sensación de que tiene
muchas posibilidades de éxito en lo que emprenda y que los adultos pueden
ayudarle en esa tarea.
Incentivar la Curiosidad.4 Instigar a seguir en la búsqueda aunque se tenga mucha
información (personal o profesional). La sensación de que el hecho de descubrir
algo es positivo y placentero.
Promover la Intencionalidad. Las cosas no ocurren porque lo4 deseamos, ocurren
porque hacemos algo para alcanzarlas. El deseo y la capacidad de lograr algo y de
actuar en consecuencia. Esta habilidad está ligada a la sensación y a la capacidad
de sentirse competente, de ser eficaz, eficiente y efectivo.
Mejorar el Autocontrol. La capacidad de modular y controlar las4 propias acciones
en una forma apropiada a la edad; la sensación de control interno. Soy dueño de mi
vida.
Estimular la reflexión a través de la4 Relación. La capacidad de relacionarse con los
demás, una capacidad que se basa en el hecho de comprender y de ser
comprendido, será un elemento útil para confrontar aprendizajes personales.
Desarrollar la capacidad de comunicar.4 El deseo y la capacidad de intercambiar
verbalmente ideas, sentimientos y conceptos con los demás. Esta capacidad exige
la confianza en los demás y el placer de relacionarse con ellos. Ser empático y
preciso son sus ejes centrales.
Promover la Cooperación. La capacidad de armonizar las propias4 necesidades con
las de los demás en las actividades grupales. Hacer del hecho vocacional un
problema común, que depende del trabajo en equipo aunque la decisión final sea
individual. Compartir información, ideas, ofrecer feedback al comportamiento de
otro, puede colocarnos en una situación de comprensión de la realidad más
favorables, pues incluye más puntos de vista.

Finalmente, en vista que la Inteligencia Emocional puede cultivarse y que está


plenamente identificada con la Orientación Vocacional, no olvide tomar en cuenta
los siguientes factores en su trabajo cotidiano con los orientados, tanto en forma
individual como un grupos:

• Trabaje la empatía, abrirse a los demás. Observe y escuche. Fíjese en sus gestos,
en su mirada, en su forma de hablar. Aprenda a sentir lo que ellos sienten.
• Cultive el autocontrol, sin suprimir las emociones. Estimule la observación y
análisis, hasta qué punto esos sentimientos son eficaces para algo. O si hacen
daño.
• Ofrezca oportunidades para que analicen sus tensiones e instintos. Sin reprimirse,
ponga orden y canalícelos.
• Rebobine. Después de una discusión o de un día triste, pregúnteles por qué. Si su
reacción fue proporcionada, si merecía la pena haberse comportado así, ...
• Busque oportunidades para reír. La risa y el buen humor nos hacen más felices.
Y, además, parece que alargan la vida.

La pregunta que rompe paradigmas ¿qué podrían hacer en su escuela, que si lo


hiciera hoy, cambiaría dramáticamente el proceso de Orientación Vocacional hacia
un proceso asertivo y favorecedor de aprendizajes? Esta es una pregunta, que cada
cual debe responder, en función de su vivencia y de su práctica en su institución,
nos mueve a la frontera de nuestro propio paradigma del ser orientador, qué es lo
que actualmente no hago, que si lo hiciera, mejoraría tremendamente mi labor; el
contestar a esta pregunta, hacerlo de forma honesta, y escribir el compromiso que
como orientadores tenemos hacia el cambio que la respuesta suponga, es un
ejercicio de inteligencia emocional y racional; el hacerlo, un reto, y el caminar en el
compromiso, una realidad posible en beneficio de todos.
BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA
Covey♣ S. R. (1995). Los siete hábitos de las personas altamente efectivas.
Mexico: Paidós.
Goleman, D. (1996). La Inteligencia Emocional. Buenos Aires: Javier♣ Vergara.
Lane, H. y Beauchamp, M. (1985). Comprensión del Desarrollo♣ Humano. México:
Pax.
Meier de Ramírez, A. (2004). Reflexiones para una♣ decisión vocacional. I
Encuentro de Orientadores “Papel del orientador en las políticas de admisión a las
instituciones de educación superior”, Universidad Central de Venezuela, Caracas
17-02-04.
Reig Pintado, D. (1994). Reto al♣ cambio. México: Mc Graw Hill.
Rodríguez E., M. y Márquez A., M. (1988).♣ Manejo de problemas y toma de
decisiones, México: Manual Moderno.
Shapiro,♣ L. E. (1997). La Inteligencia Emocional de los Niños. Buenos Aires:
Javier Vergara.
Steiner, C. (1997). La Educación Emocional. Buenos Aires: Javier♣ Vergara.
Tharter, J. C. (1998). Toward a contingency of decisión making, in♣ Journal of
Educational Administration, Vol. 36, Issue 3.
Uzcátegui, L. J.♣ (1998). Emociones Inteligentes: El Manual de la Inteligencia
Emocional. Caracas: LithoPolar.

¿COMO TENER EXITO CON LA INTELIGENCIA EMOCIONAL

La inteligencia emocional ha sido identificada cada vez con mas frecuencia


como un elemento fundamental en altos ejecutivos, gerentes y empleados exitosos.
En Dattner Consulting utilizamos personal capacitado y acreditado de Hay Group's
Emotional Competence Inventory (ECI). Esta herramienta de asesoramiento (ECI),
basada en la investigación de Daniel Goleman, es útil para la identificación y el
desarrollo de los componentes de la inteligencia emocional.

.................

Les ofrecemos una presentación (formato PDF) colaboración de Ben Dattner de


Dattner Consulting LLC (New York, USA):

Resumen:

1. Historia del Concepto de Inteligencia Emocional

2. Importancia

3. Partes de la Inteligencia Emocional

4. Medidas

5. Recomendaciones

6. El Futuro

¿Cómo tener éxito con Inteligencia Emocional?, por Ben Dattner Ph. D. (Pulsa para
ver)
http://www.dattnerconsulting.com/spanish/presentations/eispan.pdf
.....................

Sobre el autor

Ben Dattner ha ayudado al éxito de muchas compañías y organizaciones sin


fines de lucro, permitiendo un mayor entendimiento del impacto de la psicología
individual y la dinámica de grupos en el rendimiento de las personas. Sus servicios
de consultoría facilitan que las organizaciones realicen mejores decisiones al
reclutar y contratar sus empleados, que los empleados se desarrollen
profesionalmente con éxito usando todas sus capacidades, y que los grupos
resuelvan sus conflictos permitiendo así una mejor dinámica y un trabajo más
efectivo.

Ben posée un B.A en psicología de la Universidad de Harvard. Posée una


maestría y un doctorado en Psicología Industrial y Organizacional de la Universidad
de Nueva York donde ha sido becado por la fundación MacCracken. Su tesis de
doctorado analiza la relación entre el narcicismo y la justicia en el trabajo mientras
que su tesis de maestría analiza el impacto de la confianza en las negociaciones.
Antes de graduarse Ben trabajó en el Republic National Bank of New York durante 3
años, primero realizando su entrenamiento en administración y después como
asistente del C.E.O. Luego de graduarse y antes de fundar Dattner Consulting, fue
director de Recursos Humanos de Blink.com.

Actualmente Ben es profesor adjunto en la Universidad de Nueva York en donde


enseña Desarrollo de las Organizaciones en el programa de Master de Psicología
Industrial y Organizacional. También es a cargo de la clase de Cambio en las
Organizaciones en el Programa de Administración Pública en el Marist College en la
Academia de Policía de Nueva York. Ben es miembro de la Sociedad de Psicología
Industrial y Organizacional (SIOP) y de la Asociación de Psicología Aplicada de
Nueva York (METRO).

http://www.dattnerconsulting.com/spanish/index.html

LA INTELIGENCIA EMOCIONAL EN LA INFANCIA:


EDUCACION, FAMILIA Y ESCUELA ::::::

Autora: Verónica Gea Rodríguez. Psicóloga Col. GR-04669 - Granada -

1. LAS EMOCIONES EN LA INFANCIA (cómo se desarrollan)


Grandes filósofos, entre ellos Platón, ya hablaban de la Educación como medio
cuyo fin era proporcionar al cuerpo y al alma toda la perfección y belleza de que
una y otra son susceptibles. Así, desde este punto de vista, podríamos definir la
Educación como la suma total de procesos por medio de los cuales un grupo social
transmite sus capacidades y poderes reorganizando y reconstruyendo las
emociones para adaptar al individuo a las tareas que desempeñará en el proceso
psicológico a lo largo de su vida (desde la infancia hasta la senectud).
La Inteligencia Emocional, como toda conducta, es transmitida de padres a
niños, sobre todo a partir de los modelos que el niño se crea. Tras diversos estudios
se ha comprobado que los niños son capaces de captar los estados de ánimo de los
adultos (en uno de estos se descubrió que los bebés son capaces de experimentar
una clase de angustia empática, incluso antes de ser totalmente conscientes de su
existencia. Goleman, 1996).

El conocimiento afectivo está muy relacionado con la madurez general,


autonomía y la competencia social del niño.

2. LA INTELIGENCIA EMOCIONAL EN EL CONTEXTO FAMILIAR


La personalidad se desarrolla a raíz del proceso de socialización, en la que el
niño asimila las actitudes, valores y costumbres de la sociedad. Y serán los padres
los encargados principalmente de contribuir en esta labor, a través de su amor y
cuidados, de la figura de identificación que son para los niños (son agentes activos
de socialización). Es decir, la vida familiar será la primera escuela de aprendizaje
emocional.

Por otro lado, también van a influir en el mayor número de experiencias del
niño, repercutiendo éstas en el desarrollo de su personalidad. De esta forma, al
controlar la mayor parte de las experiencias de los niños, los padres contribuyen al
desarrollo de la cognición social.

Partiendo del hecho de que vosotros, los padres, sois el principal modelo de
imitación de vuestros hijos, lo ideal sería que vosotros, como padres, empecéis a
entrenar y ejercitar vuestra Inteligencia Emocional para que vuestros hijos puedan
adquirir esos hábitos.

La regla imperante en este sentido, tal y como dijeran M. J. Elías, S. B. Tobías


y B. S. Friedlander (2000), es la siguiente: “Trate a sus hijos como le gustaría
que les tratasen los demás”. Si analizamos esta regla podemos obtener 5
principios:

- Sea consciente de sus propios sentimientos y de los de los demás.


- Muestre empatía y comprenda los puntos de vista de los demás
- Haga frente de forma positiva a los impulsos emocionales y de conducta y
regúlelos.
- Plantéese objetivos positivos y trace planes para alcanzarlos
- Utilice las dotes sociales positivas a la hora de manejar sus relaciones

Observando estos principios, nos damos cuenta que nos encontramos delante
de lo que son los cinco componentes básicos de la Inteligencia Emocional.
- Autoconocimiento emocional.
- Reconocimiento de emociones ajenas
- Autocontrol emocional.
- Automotivación
- Relaciones interpersonales.

Para poder resolver cualquier situación problemática de ámbito familiar, sería


aconsejable contestar una serie de preguntas antes de actuar:

1- ¿Qué siente usted en esa determinada situación? ¿Qué sienten sus


hijos?
2- ¿Cómo interpreta usted lo que está pasando? ¿Cómo cree que lo
interpretan sus hijos? ¿Cómo se sentiría usted si estuviera en su lugar?

3- ¿Cuál es la mejor manera de hacer frente a esto? ¿Cómo lo ha hecho


en otras ocasiones? ¿Ha funcionado realmente?

4- ¿Cómo vamos a llevar esto a cabo? ¿Qué es preciso que hagamos?


¿Cómo debemos abordar a los demás? ¿Estamos preparados para hacer
esto?

5- ¿Contamos con las aptitudes necesarias? ¿Qué otras formas pueden


existir de resolver el problema?

6- Si nuestro plan se topa con imprevistos, ¿qué haremos? ¿Qué


obstáculos podemos prever?

7- ¿Cuándo podemos reunirnos para hablar del asunto, compartir ideas y


sentimientos y ponernos en marcha para obtener el éxito como familia?

Por otra parte, un estudió demostró los tres estilos de comportamiento más
inadecuados por parte de sus padres son:
- Ignorar completamente los sentimientos de su hijo, pensando que los problemas
de sus hijos son triviales y absurdos
- El estilo laissez-faire. En este caso, los padres sí se dan cuenta de los
sentimientos de sus hijos, pero no le dan soluciones emocionales alternativas, y
piensan que cualquier forma de manejar esas emociones “inadecuadas”, es correcta
(por ejemplo, pegándoles)
- Menospreciar o no respetar los sentimientos del niño (por ejemplo, prohibiéndole
al niño que se enoje, ser severos si se irritan...)

3. LA INTELIGENCIA EMOCIONAL EN LA ESCUELA (consejos)


Si nos detenemos en el tipo de educación implantada hace unos años, podremos
observar cómo los profesores preferían a los niños conformistas, que conseguían
buenas notas y exigían poco ( de esta forma se estaba valorando más a los
aprendices receptivos y los discípulos más que a los aprendices activos).

De este modo, no era raro encontrarse con la profecía autocumplida en casos en


los que el profesor espera que el alumno saque buenas notas y éste las consigue,
quizá no tanto por el mérito del alumno en sí sino como por el trato que el profesor
le da.

También se encontraban casos de desesperanza aprendida, producida por el


modo en que los profesores respondían a los fracasos de sus alumnos.

Pero hemos evolucionado, y para seguir haciéndolo tendremos que asumir que
la escuela es uno de los medios más importantes a través del cual el niño
“aprenderá” y se verá influenciado (influenciando en todos los factores que
conforman su personalidad).

Por tanto, en la escuela se debe plantear enseñar a los alumnos a ser


emocionalmente más inteligentes, dotándoles de estrategias y habilidades
emocionales básicas que les protejan de los factores de riesgo o, al menos, que
palien sus efectos negativos.
Goleman, 1995, ha llamado a esta educación de las emociones alfabetización
emocional (también, escolarización emocional), y según él, lo que se pretende con
ésta es enseñar a los alumnos a modular su emocionalidad desarrollando su
Inteligencia Emocional.

Los objetivos que se persiguen con la implantación de la Inteligencia Emocional


en la escuela, serían los siguientes:

1. Detectar casos de pobre desempeño en el área emocional.


2. Conocer cuáles son las emociones y reconocerlas en los demás
3. Clasificarlas: sentimientos, estados de ánimo...
4. Modular y gestionar la emocionalidad.
5. Desarrollar la tolerancia a las frustraciones diarias.
6. prevenir el consumo de drogas y otras conductas de riesgo.
7. Desarrollar la resiliencia
8. Adoptar una actitud positiva ante la vida.
9. Prevenir conflictos interpersonales
10. Mejorar la calidad de vida escolar.

Para conseguir esto se hace necesaria la figura de un nuevo tutor (con un perfil
distinto al que estamos acostumbrados a ver normalmente) que aborde el proceso
de manera eficaz para sí y para sus alumnos. Para ello es necesario que él mismo
se convierta en modelo de equilibrio de afrontamiento emocional, de habilidades
empáticas y de resolución serena, reflexiva y justa de los conflictos interpersonales,
como fuente de aprendizaje vicario para sus alumnos.

Este nuevo tutor debe saber transmitir modelos de afrontamiento emocional


adecuados a las diferentes interacciones que los alumnos tienen entre sí (siendo
fruto de modelos de imitación, por aprendizaje vicario, para los niños). Por tanto,
no buscamos sólo a un profesor que tenga unos conocimientos óptimos de la
materia a impartir, sino que además sea capaz de transmitir una serie de valores a
sus alumnos, desarrollando una nueva competencia profesional. Estas son algunas
de las funciones que tendrá que desarrollar el nuevo tutor:

- Percepción de necesidades, motivaciones, intereses y objetivos de los alumnos.


- La ayuda a los alumnos a establecerse objetivos personales.
- La facilitación de los procesos de toma de decisiones y responsabilidad personal.
- La orientación personal al alumno.
- El establecimiento de un clima emocional positivo, ofreciendo apoyo personal y
social para aumentar la autoconfianza de los alumnos.

La escolarización de las emociones se llevara a cabo analizando las situaciones


conflictivas y problemas cotidianos que acontecen en el contexto escolar que
generan tensión (como marco de referencia para el profesor, y en base a las cuales
poder trabajar las distintas competencias de la inteligencia emocional.

Por último, vamos a puntualizar que para que se produzca un elevado


rendimiento escolar, el niño debe contar con 7 factores importantes:

- Confianza en sí mismo y en sus capacidades


- Curiosidad por descubrir
- Intencionalidad, ligado a la sensación de sentirse capaz y eficaz.
- Autocontrol
- Relación con el grupo de iguales
- Capacidad de comunicar
- Cooperar con los demás
Y para que el niño se valga de estas capacidades una vez se escolarice, no hay
que poner en duda que dependerá mucho del cuidado que haya recibido por sus
padres.
De este modo, debemos resaltar que para una educación emocionalmente
inteligente, lo primero será que los padres de los futuros alumnos proporcionen ese
ejemplo de Inteligencia Emocional a sus niños, para que una vez que éstos
comiencen su educación reglada, ya estén provistos de un amplio repertorio de
esas capacidades emocionalmente inteligentes.

BIBLIOGRAFÍA

- Elias, M.J., Tobias, S.E., y Friedlander, B.S. (2000). Educar con Inteligencia
Emocional. Barcelona: Plaza & Janes.
- Goleman, D. (1996). Inteligencia Emocional. Barcelona: Kairós.
- Hoffman, L., Paris, S. Y Hall, E. (1995). Psicología del desarrollo hoy. Madrid: Mac
Graw-Hill
- Vallés, A. y Vallés, C. (2003). Psicopedagogía de la Inteligencia Emocional.
Valencia: Promolibro.

SOBRE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL EN NUESTRO TRABAJO.


QUÉ ES, DE QUÉ SIRVE, Y CÓMO LA PRACTICAMOS.

"El ingrediente más importante


en la fórmula del éxito es
saber cómo entenderse con la gente"
Theodore Roosevelt

Si observamos a nuestro alrededor, vemos como las personas que obtienen el


mayor éxito en las organizaciones, no son siempre las que tienen más capacidades,
y ni siquiera las que tienen más méritos y eficacia real . Todo eso son parámetros
importantes, pero no suficientes: el verdadero éxito requiere algo más: habilidad
para tratar de forma conveniente a las personas convenientes: inteligencia
emocional (a partir de ahora I.E).

Todos sabemos que la inteligencia emocional es la capacidad de percatarse de


los propios Sentimientos, así como de los de los demás, y gestionarlos de forma
beneficiosa. Quien posee I.E. reconoce sus sentimientos y esto le permite
expresarlos de forma adecuada: Es difícil perder los nervios cuando uno comprende
sus propios sentimientos. Por otro lado, el comprender los sentimientos de quienes
nos rodean, nos permite tenerles en cuenta como personas, y reconocerles. Esta
capacidad es clave para lograr que nuestros colaboradores , compañeros y
superiores se sientan satisfechos o pre - dispuestos a esforzarse.

Como veremos, esta capacidad de sintonizar y manejar adecuadamente los


sentimientos resulta de una forma de pensar, y es por tanto algo que se puede
aprender y cultivar.

Obviamente, igual que si queremos afeitarnos requerimos un espejo, si


deseamos mejorar nuestra inteligencia emocional debemos empezar por ver como
"somos"; lo que hacemos
Al tratar con nuestros subordinados, colegas y superiores. Para ello, es preciso
hacer él esfuerzo personal de enfrentarse a uno mismo. Se trata de observarse en
el "espejo implacable" que son los demás. En el presente curso, las prácticas con el
resto de participantes le ofrecerán la oportunidad de reconocerse para intentar
mejorar.

Igual que para aprender a nadar es indispensable lanzarse al agua, también en


el terreno afectivo, por muy interesantes que sean las teorías, solamente logra
cambios efectivos en su carrera quién se implica en la práctica.

Más información en el libro: Inteligencia emocional en el trabajo.


Editorial : Océano - Ambar.
Autora: Paz Torrabadella

GRUPOS PARA LA MEJORA DE LA COMUNICACIÓN CON INTELIGENCIA


EMOCIONAL

Ante cualquier conducta indeseada nos cuestionamos: ¿ En que estoy fallando?

Todos hacemos cosas mal alguna vez: no existen las personas perfectas.
Pero las hay que intentan mejorar. Estas son los que en vez de evadirse, enfadarse
o angustiarse, piensan racionalmente para solucionar los conflictos en sus
relaciones.

Un grupo para la mejora de la comunicación te ofrece un espacio y tiempo para


que te des cuenta de quién eres tú para los demás. A lo largo de las sesiones
prácticas te sentirás apoyado y comprendido, pero sobre todo aprenderás "cómo"
aciertas en tu comunicación para de ahora en adelante.

Si te planteas mejorar tu comunicación interpersonal para tener relaciones


todavía mejores, y evitar situaciones recurrentes, esta es la experiencia a medida e
inolvidable que buscas. Puedes participar en estos grupos para la mejora de la
comunicación semanales obteniendo más información en www.torrabadella.com

Sobre el autora

Paz Torrabadella (Barcelona, 1963), es psicóloga Licenciada en Filosofía y


Ciencias de la Educación. Trabaja como psicóloga en el campo de la comunicación
interpersonal, a través de seminarios y tratamientos de grupo.

También ha impartido clases sobre comunicación interpersonal en instituciones


universitarias, así como en organizaciones.

Es autora de varios manuales de autoayuda, entre ellos "Cómo desarrollar la


inteligencia emocional", "Gimnasia Emocional", "Cómo encontrar pareja", "Cómo
desarrollar la inteligencia emocional en el amor" y "Cómo desarrollar el sentido del
humor".

Escribe en periódicos y revistas sobre temas de psicología aplicada a la


comunicación

http://inicia.es/de/torrabadella/

Monográfico Nº1: La Inteligencia Emocional


LA INTELIGENCIA Y LA INTELIGENCIA EMOCIONAL

Desde siempre hemos oido que el C.I. era determinante para saber si una
persona tendría éxito en la vida, un test podría marcar el futuro de su éxito
académico y profesional. Sin embargo, hace ya varios años que desde el ámbito
empresarial se dieron cuenta de que son otras capacidades las necesarias para el
éxito en la vida. Y esas no las medía ningún test de inteligencia.

Piense por un momento la importancia que las emociones tienen en nuestra


vida cotidiana y rápidamente se dará cuenta de que la mayoría de las veces marcan
todas nuestras decisiones casi sin percatarnos. ¿Compro su coche haciendo calculos
de rentabilidad? ¿Eligio su pareja porque objetivamente era la mejor opción? ¿Eligió
su trabajo porque le ofrecia el mejor sueldo? La mayoría de nuestras decisiónes
están tintadas (si no dominadas) por las emociones.

Ante esto hay que admitir que hay gente con un dominio de su vida emocional
mucho mayor que otra. Y es curioso ver que poca correlación hay entre la
Inteligencia clásica y la Inteligencia Emocional. Un caso extremo sería el típico
"empollón" , que llevado al límite es una máquina intelectual pero con una vida
emocional desastrosa. Por otro lado podemos encontrarnos con gente que no paso
de la escuela primaria pero que llevan una vida exitosa y poseen una vida ordenada
y envidiable. Estos casos extremos no son lo común, pero es necesario darse
cuenta de que hay que prestar mayor atención a este tipo de habilidades que
pueden marcar nuestra vida tanto o más que el C.I.

COMPONENTES DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL

Según Daniel Goleman los principales componentes de la inteligencia emocional


son:

* Autoconocimiento emocional (o conciencia de uno mismo) : Se refiere al


conocimiento de nuestras propias emociones y cómo nos afectan. En muy
importante conocer el modo en el que nuestro estado de animo influye en nuestro
comportamiento, cuales son nuestras virtuades y nuestros puntos débiles. Nos
sorprenderíamos al saber cuan poco sabemos de nosotros mismos.

* Autocontrol emocional (o autorregulación) : El autocontrol nos permite no


dejernos llevar por los sentimientos del momento. Es saber reconocer que es
pasajero en una crisis y qué perdura. Es posible que nos enfademos con nuestra
pareja, pero si nos dejasemos siempre llevar por el calor del momento estariamos
continuamente actuando irresponsablemente y luego pidiendo perdon por ello.

* Automotivación : Dirigir las emociones hacia un objetivo nos permite mantener


la motivación y fijar nuestra atención en las metas en lugar de en los obstaculos.
En esto es necesaria cieta dosis de optimismo e iniciativa, de forma que seamos
emprendedores y actuemos de forma positiva ante los contratiempos.

* Reconocimiento de emociones ajenas (o empatía) : Las relaciones sociales


se basan muchas veces en saber interpretar las señales que los demás emiten de
forma inconsciente y que a menudo son no verbales. El reconocer las emociones
ajenas, aquello que los demás sienten y que se puede expresar por la expresión de
la cara, por un gesto, por una mala contestación, nos puede ayudar a establecer
lazos mas reales y duraderos con las personas de nuestro entorno. No en vano, el
reconocer las emociones ajenas es el primer paso para entenderlas e identificarnos
con ellas.
* Relaciones interpersonales (o habilidades sociales) : Cualquiera puede
darse cuenta de que una buena relacion con los demás es una de las cosas más
importantes para nuestras vidas y para nuestro trabajo. Y no solo tratar a los que
nos parecen simpaticos, anuestros, amigos, a nuestra familia. Sino saber tratar
también exitosamente con aquellos que están en una posición superior, con
nuestros jefes, con nuestros enemigos...

LA INTELIGENCIA EMOCIONAL EN EL TRABAJO

Actualmente son muchas las empresas que están invirtiendo mucho dinero en
formar a sus trabajadores en Inteligencia Emocional. Y esto es así porque se han
dado cuenta de que la clave del éxito, la clave de las ventas, está en el grado en el
que los trabajadores de una empresa conozcan y controlen sus emociones y sepán
reconocer los sentimientos de los clientes.

Imaginen el caso de un vendedor que no tuviera habilidades de trato con el


público, un empresario sin motivación por su empresa o un negociador sin
autocontrol. A estas personas un Master en Harvard no les servirá de nada, porque
tardarán poco el echar a perder su trabajo por un mal conocimiento de sus
emociones.

Tengan en cuenta que en las selecciones de personal se tiende cada vez más a
poner al candidato en situaciones incomodas o estresantes para ver su reacción.
Los tiempos del simple test y curriculum pasaron a la historia, puesto que es
necesario ver cómo reacciona el individuo ante las situaciones clave que se
encontrará en su trabajo.

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