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ÍNDICE

NOTA PRELIMINAR............ ............................................................................9

FILOSOFÍA DE LA PREHISTORIA DE MÉXICO........................................15

MORELOS Y LOS PRINCIPIOS O ELEMENTOS


CONSTITUCIONALES DE MÉXICO.......................................................43

TEORÍA Y PRÁCTICA DE LA REFORMA:


VIDA Y OBRA DE MELCHOR OCAMPO..............................................53

CIENCIA POSITIVA, POLÍTICA "CIENTÍFICA". .......................................77

CINCUENTA AÑOS DE LÓGICA Y PSICOLOGÍA


EN MÉXICO................................................................................................91

PROPOSICIÓN PARA LA CREACIÓN DEL INSTITUTO


DE FILOSOFÍA E HISTORIA DE LA CIENCIA.....................................99

UN EXAMEN NECESARIO: EL PANORAMA DE LA


CIENCIA EN MÉXICO.............................................................................103

EL AVANCE CIENTÍFICO EN UNA DÉCADA..........................................119

PROBLEMAS DE LA HISTORIA DE LA CIENCIA


Y LA TECNOLOGÍA EN MÉXICO ....................................................131
UNA MUESTRA REPRESENTATIVA:
LA FILOSOFÍA EN 1956..........................................................................151

EL MATERIALISMO DIALÉCTICO EN MÉXICO....................................161

LA PREPARACIÓN UNIVERSITARIA
DE LA JUVENTUD...................................................................................183

EXPERIENCIA UNIVERSITARIA...............................................................187

EL ASPECTO MÁS URGENTE DE LA REFORMA


UNIVERSITARIA: LA DEMOCRACIA INTERNA...............................193

LA REFORMA UNIVERSITARIA EN MÉXICO........................................197


NOTA PRELIMINAR

Los capítulos que constituyen este libro fueron escritos originalmente, entre
1950 y 1980, con motivos diversos, aunque siempre con una preocupación
medular: tratar de encontrar el significado histórico y la interpretación
filosófica de los acontecimientos ocurridos en la vida de México. En algunos
casos las reflexiones se extienden hasta el mas remoto pasado del cual se tiene
noticia, unos 22,000 años atrás, y en otras ocasiones se trata de reflexiones
sobre acontecimientos que están sucediendo ahora, pero que ya tienen una
historia en el pasado inmediato. Ciertos capítulos se refieren a hechos que al
autor no le toco vivir; pero otros han sido coetáneos, y en ellos ha tenido, a
veces, alguna participación activa. En todos los casos las reflexiones se basan
en datos objetivos y comprobados, en los cuales se apoyan ampliamente sus
interpretaciones racionales y sus conclusiones válidas. De esa manera, en este
libro se ofrece una visión panorámica de la cultura mexicana, enfocada desde
los puntos de vista histórico, filosófico, científico y político. En la preparación
de la edición hemos tenido cuidado de encontrar, hasta donde nos ha sido
posible, un lenguaje neto, fluido, directo y comprensible, suprimiendo los
trozos pesados y haciendo las modificaciones y ampliaciones que
consideramos convenientes para ese efecto.

El primer ensayo, "Filosofía de la prehistoria de México", se basa en el


articulo del mismo nombre publicado en Diánoia, Año VII, Num. 7, págs. 53-
78; que luego fue reproducido en Norte, Año I, Num. 8, 1961, págs. 113-140, y
después sirvió para redactar el segundo capitulo del libro La ciencia en la
historia de México, nueva edición, Editorial Grijalbo, 1980. El segundo
ensayo, "Morelos y los principios o elementos constitucionales de México", es
una conjugación de dos discursos pronunciados en 1961 : uno el 30 de
10 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

septiembre, en Morelia, en el 196° aniversario del nacimiento de José Maria


Morelos, y el otro el 22 de octubre, en Apatzingan, en el 147° aniversario de la
promulgación del Decreto constitucional para la libertad de la América
Mexicana; y publicados en La Voz de Michoacán, el 4 y el 25 de octubre de ese
año, respectivamente. El tercer ensayo, "Teoría y práctica de la Reforma: vida
y obra de Melchor Ocampo", constituye la presentación a la segunda edición de
las Obras completas de Ocampo, publicadas por Ediciones El Caballito, en
1978, en tres volúmenes. El cuarto ensayo, "Ciencia positiva, política
científica", fue publicado con ese nombre en la revista Historia Mexicana, Vol.
I, Num. 4, abril-junio de 1952, págs. 603-616. Estos cuatro ensayos contienen
reflexiones filosóficas acerca de acontecimientos de importancia relevante en
la historia, que van desde los poblamientos iniciales del México Antiguo,
hasta el año de 1910.
Durante la última semana de septiembre de 1951 se efectuó el Primer
Congreso Científico Mexicano, como acto culminante de la celebración del
Cuarto Centenario de la Universidad Mexicana. En ese Congreso, el autor,
además de contribuir con varios trabajos, también intervino como Jefe de la
Sección de "Filosofía y Ciencia" de la División de Filosofía y como Relator de
la División de Teoría de la Ciencia y Psicología. En cumplimiento de esta
ultima función preparó el Relato correspondiente y le dio lectura en la
asamblea plenaria del Congreso, realizada en el teatro del Palacio de Bellas
Artes con el propósito de escuchar precisamente los informes de los relatores
de las divisiones en que se había organizado el trabajo. Al terminar la lectura
del "Relato de Teoría de la Ciencia y Psicologia" se produjo un aplauso
caluroso por parte de los congresistas, la mesa directiva hizo constar dicha
sanción y no hubo persona alguna que pidiera la palabra para manifestar
públicamente su desacuerdo. Sin embargo, de manera privada, el Presidente y
el Vicepresidente de la División, que lo eran el Dr. Francisco Larroyo y el Prof.
Miguel A. Cevallos, le comunicaron al autor su disgusto y, a la vez, su decisión
—tomada por dos personas solamente, en contra de la opinión manifestada por
la mayoría de los miembros del Congreso— de no publicar el trabajo como
Relato en la Memoria del Congreso. Y así fue en efecto, como puede verse en
el volumen XV de la Memoria mencionada, en donde no aparece el Relato en
cuestión; mientras que en los volúmenes correspondientes a las otras divisiones
si figuran los respectivos Relatos leídos y aprobados y, además, aparecen
Nota preliminar 11

sendos artículos de Larroyo y Cevallos sobre "La teoría de la ciencia en los


últimos 50 años" y "La psicología en México en los últimos 50 años", que no
fueron presentados en el Congreso y, mucho menos, pudieron suplir al Relato
aprobado y excluido con tan malas artes. Pues bien, el quinto ensayo que aquí
aparece, "Cincuenta años de lógica y psicología en México", fue publicado en
El Nacional, el 21 de octubre de 1951, y es el relato en cuestión. El sexto
ensayo, "Proposición para la creación del Instituto de Filosofía e Historia de la
Ciencia", fue publicado en la Memoria del Congreso Científico Mexicano,
UNAM, México, 1953, Vol. xv, Págs. 453-455, y, además, fue aprobado como
resolución de dicho Congreso; sin embargo, hasta ahora, seguimos careciendo
de esa o de otra institución semejante, no obstante que la necesidad de
establecerla es cada vez mas imperiosa. El séptimo ensayo, "Un examen
necesario: el panorama de la ciencia en México", fue publicado con ese mismo
titulo en la revista Indice, Num. 3, 1952, Págs. 135-150. El octavo ensayo, "El
avance científico en una década", fue publicado con el titulo: "Diez años de
ciencia en México: 1948-1958", en Novedades, el 12 de octubre de 1958. El
noveno ensayo, "Problemas de la Historia de la Ciencia y de la Tecnología en
México", fue la ponencia inaugural leída por el autor en el Simposio de
Historia de la Ciencia y de la Tecnología, organizado por el Instituto de
Investigaciones Históricas y el Centro Universitario de Profesores Visitantes,
de la Universidad Nacional Autónoma de México, que se efectuó los días 6, 7 y
8 de octubre de 1980 en el Auditorio de la Coordinación de Humanidades, 14o.
piso de la Torre Dos de Humanidades, en la Ciudad Universitaria. Como se
puede advertir, en estos cinco ensayos tenemos una serie de reflexiones
filosóficas sobre la ciencia en México, durante los primeros 80 años del
presente siglo.
El décimo ensayo, "Una muestra representativa: la filosofía en 1956", es la
versión escrita de una conferencia dada en el Auditorio de la Secretaría de
Recursos Hidráulicos, en enero de 1957, organizada por la Dirección de
Difusión Cultural de la Universidad Nacional Autónoma de México, que luego
fue publicada con el titulo: "La filosofía en 1956", en la revista Letra Viva,
mayo de 1957. El undécimo ensayo, "El materialismo dialéctico en México",
fue publicado con el mismo titulo en la revista Filosofía y Letras, Nums. 41-42,
1951, págs. 87-109. En el primero de estos dos ensayos se presenta un corte
transversal de la actividad filosófica en el mundo y en México, enfocándola
12 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

a través de un punto de vista poco usado, como es el de las publicaciones


hechas durante ese año, lo cual constituye un reticulado enteramente riguroso y
objetivo que permite llegar a conclusiones importantes y ofrece una perspectiva
real de la filosofía en nuestro tiempo. En el segundo ensayo tenemos una
reflexión histórica acerca de como empezó a conocerse el marxismo en
México, en la octava década del siglo pasado, y de como se fue conociendo y
desarrollando en el seno de las organizaciones obreras y, después, en los
círculos académicos, hasta llegar a constituirse en una corriente de
pensamiento que ejerce gran influencia, que recibe muchos ataques, aunque
casi ninguno en el terreno propiamente académico, y que ha recibido
aportaciones originales de varios filósofos mexicanos. Debido a la escasez de
trabajos sobre este tema, es de esperar que en un futuro inmediato se realicen
otras investigaciones que lo profundicen y lo pongan al día, superando así el
articulo que aquí se ofrece al lector.
El duodécimo ensayo, "La preparación universitaria de la juventud", es la
versión escrita del discurso pronunciado en el Primitivo y Nacional Colegio de
San Nicolás de Hidalgo, en Morelia, el 8 de mayo de 1950, con motivo de la
celebración del 197° aniversario del nacimiento de Miguel Hidalgo y Costilla,
y publicada en El Nacional, el 28 de mayo de 1950. El decimotercer ensayo,
"Experiencia universitaria", fue publicado con el rotulo: "La experiencia
universitaria en México", en el periódico Lanzas y Letras, de Guatemala, en
julio de 1958. El decimocuarto ensayo, "El aspecto mas urgente de la Reforma
Universitaria: la democracia interna", fue publicado con el titulo:
"Proposiciones concretas para la Reforma Universitaria", en Historia y
Sociedad, Num. 5, Suplemento Num. 1, primavera de 1966, págs. 7-9. El
decimoquinto ensayo, "La Reforma Universitaria en México", fue publicado
con ese título en Actual, Revista de la Universidad de los Andes, Mérida,
Venezuela, junio de 1968. Estos cuatro ensayos confluyen en el problema
todavía no resuelto de la Reforma Universitaria en México y corresponden a
diversas etapas de la lucha emprendida para conseguirla. En esa lucha el autor
ha participado activamente durante mas de 50 años, desde 1929 hasta la fecha,
y en diferentes calidades: lo mismo que como estudiante raso, como profesor,
como investigador, como Rector de la Universidad Michoacana de San Nicolás
de Hidalgo y como dirigente de la Asociación de Profesores e Investigadores
de Carrera de la Universidad Nacional Autónoma de México, en 1968, luego
como preso político y, finalmente, de nuevo como investigador y profesor de la
Nota preliminar 13

UNAM. En todos los casos, su posición ha sido avanzada, radical, plenamente


universitaria; sostenida con firmeza y tendiente a llevar a la practica lo que pro-
pone, para coadyuvar así a transformar lo que ya resulta caduco en la realidad
mexicana. El ultimo ensayo de este libro, que fue escrito en junio de 1968,
termina con la siguiente conjetura: ". . . es muy probable que, en el futuro
inmediato, se produzca una reacción en cadena, de tal manera que el
movimiento de reforma universitaria de América Latina, precursor de los
movimientos estudiantiles que actualmente conmueven al mundo, reciba de
estos un nuevo impulso y una animación inusitada". Y, en efecto, el 26 de julio
siguiente se produjo la agresión policíaca con la cual se inicio el movimiento
estudiantil de 1968, cuya historia es cuenta que aparte habremos de hacer.

Octubre de 1980
Eli de Gortari
FILOSOFÍA DE LA PREHISTORIA DE
MÉXICO

LA CULTURA PALEOLÍTICA

De acuerdo con los hallazgos arqueológicos que se han hecho hasta ahora,
entre los cuales no figuran restos de primates superiores o de homínidos
antecesores del Homo sapiens, resulta imposible sostener científicamente un
origen autóctono para el hombre americano. Por lo tanto, lo mas probable es
considerar que los primeros humanos que poblaron América fueron grupos de
inmigrantes mongoloides provenientes de Asia que penetraron por el estrecho
de Bering aproximadamente 25,000 años a.n.e., o sea, durante el periodo
geológico del pleistoceno superior. Después, estos grupos se fueron adentrando
en el continente americano, avanzando con lentitud y en oleadas sucesivas que
duraron varios milenios, hasta llegar a poblarlo por entero. En épocas
posteriores, posiblemente se vinieron a sumar otros grupos, que llegaron por
ese mismo camino o, tal vez, cruzando en balsas el Océano Pacífico,
constituidos por australoides, negroides, mongoloides y polinesicos. En todo
caso, los testimonios mas antiguos de poblamiento humano en América han
sido fechados en 22,000 años a.n.e., y, en particular en el territorio del México
Antiguo, en 20,000 años a.n.e., empleando el carbono 14.
El territorio en que se produjo la evolución de nuestra cultura indígena es
conocido con el nombre de México Antiguo y ocupo una vasta región de
América del Norte y del Centro. En el norte, sus limites partían de la costa del
Océano Pacífico, en el actual estado de Sinaloa, formando una gran curva
depresiva hacia el centro, que luego asciende de nuevo para abarcar la región
de la Huasteca y terminar en el actual estado de Tamaulipas, en la costa del
Golfo de México.

15
16 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

Por el sur, se extendía hasta Nicaragua, aunque sus límites son menos
precisos. Por lo tanto, el México Antiguo comprendía todo el territorio
mexicano situado al sur de la línea apuntada, la Republica de Guatemala y
Belice en toda su extensión, la mitad de la Republica de Honduras y parte de
las republicas de El Salvador y de Nicaragua. Recientemente los arqueólogos y
prehistoriadotes le han dado a este territorio el nombre de MesoAmérica, el
cual tiene el grave inconveniente de emplear una designación aparentemente
geográfica que carece de significado en geografía. Lejos de representar alguna
ventaja connotativa o denotativa, dicho termino parece representar un intento
— consciente o inconsciente — de subestimación para nuestro país. Todos los
objetos encontrados en el territorio del México Antiguo, desde los hallazgos
mas remotos, muestran acusadamente la existencia de un desarrollo general
común de sus habitantes, en lo que respecta a sus aspectos económico, social,
cultural y científico. Entre los rasgos comunes que presentan las distintas
variantes peculiares que tuvo ese desarrollo cultural, podemos citar: el
calendario ceremonial de doscientos sesenta días, denominados tonalpohualli
por los nahoas y tzolkin por los mayas; el calendario solar de trescientos
sesenta y cinco días, cuya precisión conseguían haciendo correcciones
semejantes a las actuales, y que llevaba el nombre de xihuitl entre los nahoas
y de haab entre los mayas; los conocimientos astronómicos y sus
interpretaciones astrológicas; la escritura jeroglífica empleada para registrar
los acontecimientos y transmitir el saber; la numeración vigesimal utilizada
en la astronomía y en el comercio; la similitud de su politeísmo, basado en el
culto a la naturaleza; la estructura de su organización social y de su
desenvolvimiento económico; la edificación de templos majestuosos; el dibujo,
la pintura y la escultura; el uso del estuco en la arquitectura; los rasgos
principales de sus concepciones estéticas; un conocimiento penetrante de los
vegetales, y una medicina notablemente desarrollada. Es claro que, por una
parte, las características que acabamos de mencionar solamente se muestran en
pleno vigor hasta la época de la cultura urbana o civilización y que, por otra
parte, se destacaron definidamente varias culturas especificas. Pero no cabe
duda de que en esos rasgos característicos en que coincidieron se advierte
decididamente una relación estrecha y un paralelismo en su desarrollo, cuya
formación se inicio desde la época en que se produjo la revolución neolítica.
Mas todavía, entre los pobladores del México Antiguo existe una continuidad
étnica bastante acusada—aunque ostente, como es natural, algunas variantes
Filosofía de la prehistoria de México 17

típicas— que abarca desde el hombre de Tlapacoyan y la mujer de Tepexpan


hasta los actuales mexicanos, guatemaltecos, beliceños, hondureños,
salvadoreños y nicaragüenses. Y, además, todas las lenguas habladas en el
México Antiguo tienen un origen común y una multitud de influencias
reciprocas en su desenvolvimiento.
En la época paleolítica los hombres vivieron en grupos reducidos que se
sustentaban mediante la caza, la pesca y la recolección. Sus utensilios fueron
ramas y trozos de madera, piedra o hueso, afilados toscamente o adaptados con
rudeza para que se acomodaran a la mano por el procedimiento primitivo de
partirlos o astillarlos. Empleando estos utensilios, los hombres paleolíticos
tendían trampas y cazaban mamíferos y aves; atrapaban insectos, peces,
reptiles y batracios; recolectaban granos, frutos, moluscos y huevos; extraían
raíces y larvas; destrozaban árboles; partían piedras, y destazaban los animales
cobrados. De esa manera se hacían de carne, grasas, semillas y otros alimentos
vegetales y animales, lo mismo que de pieles, astas, huesos, madera, piedras y
ligamentos para sus artefactos. Sabemos que conocían el uso del fuego, se
cubrían el cuerpo para aliviar los rigores del clima y construían abrigos con
piedras y ramas, cuando no encontraban cuevas convenientes para su
habitación. En los hallazgos correspondientes al lapso comprendido entre
20 000 y 12 000 años a.n.e., figuran algunos instrumentos como grabadores,
raspadores y otros utensilios de dudosa diferenciación, que deben haber tenido
muchos empleos, hechos principalmente de obsidiana y calcedonia, mediante
burdas técnicas de astillado. En el periodo posterior, entre 12 000 y 8 000 años
a.n.e., ya elaboraban raspadores, puntas de proyectil, lascas, núcleos, navajas,
perforadores, grabadores y martillos, hechos de calcedonia, cuarzo y pedernal.
Todos estos utensilios eran productos del trabajo doméstico y podían ser
elaborados prácticamente por cualquiera de los miembros del grupo, sin que
implicara propiamente alguna especialización en el trabajo ni tampoco el
intercambio de unos grupos con otros; además, cada individuo podía hacer y
desechar diariamente varios de estos utensilios.
En el curso de la producción de sus instrumentos, las comunidades
paleolíticas empezaron a edificar una tradición científica, registrando y
transmitiendo cuáles piedras eran mejores para los diversos usos, lo mismo que
en donde se encontraban y como se empleaban. Solo después de dominar la
técnica de su fabricación fue que el hombre pudo elaborar con éxito utensilios
específicos para cada operación particular. Por otra parte, con el uso del fuego,
18 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

el hombre consiguió el dominio de una energía física poderosa y de un agente


químico sumamente activo, dando el primer gran paso en la emancipación de
su servidumbre del medio ambiente. Encendiendo y alimentando el fuego,
transportándolo y utilizándolo, el hombre se desvió revoluciónariamente del
comportamiento de los otros animales, afirmando su humanidad y comenzando
su evolución social. El mantenimiento del fuego sagrado y las ceremonias
impresionantes que se celebraban cada cincuenta y dos años en el México
Antiguo, para hacerlo surgir nuevamente, son reminiscencias de la época en
que el hombre todavía no aprendía a producir fuego a voluntad. Con el dominio
del fuego el hombre se convirtió conscientemente en un creador. Ahora bien,
para tener éxito en sus actividades, el hombre tuvo que adquirir por experiencia
un conjunto considerable de conocimientos astronómicos, geológicos,
botánicos y zoológicos; y en la adquisición y la comunicación de esos
conocimientos se fueron estableciendo las bases de la ciencia. Igualmente, los
hombres aprendieron a actuar en compañía y a cooperar unos con otros para
conseguir la realización de sus propósitos. Particularmente en la caza del
mamut se puede advertir como ésta se lograba solo por medio de la
cooperación de un grupo numeroso de hombres, que planeaba su acción con
base en el conocimiento detallado de los hábitos de las manadas de esos
animales.
La organización social del hombre paleolítico debe de haber sido la
comunidad igualitaria, formando pequeños grupos cuyo crecimiento estaba
limitado inexorablemente por el abastecimiento alimenticio disponible, lo
mismo que por la forma aleatoria de procurarse la subsistencia. Además, sus
campamentos tenían que cambiar con alguna frecuencia, para seguir los
desplazamientos de las manadas. Su tradición tecnológica la importaron de
Asia, y es muy probable que también hayan traído ya domesticado al perro,
dada la gran dispersión de este animal en América y su gran numero de
variedades. Su régimen económico fue sumamente conservador y de
prolongada duración. Desde luego, las comunidades paleolíticas fueron
autosuficientes, pero no estuvieron completamente aisladas, sino que
practicaron el trueque en forma rudimentaria y ocasional. Con todo, la
recolección de alimentos ofreció muchas más posibilidades de las que
generalmente se piensan. Aunque no se introdujo ningún cambio fundamental
en la técnica, ni menos en la economía, sin embargo se mejoraron mucho los
procedimientos de recolección y los hombres paleolíticos aprendieron a
Filosofía de la prehistoria de México 19

discriminar mucho mejor lo que podían recoger o extraer. A la vez,


consiguieron fabricar muchos artefactos distintos adaptados a usos particulares,
elaboraron inclusive instrumentos para hacer instrumentos, trabajaron el hueso
con la misma habilidad que el pedernal e inventaron un artefacto mecánico
simple: el átlatl, o lanzadera, con el cual multiplicaron ingeniosamente la
energía muscular del hombre, aprovechando la ley de la palanca. La
fabricación de estos nuevos instrumentos no solamente indica un incremento en
la destreza técnica sino una acumulación mayor de conocimientos y una
aplicación mas amplia de la ciencia.

LA REVOLUCIÓN NEOLÍTICA

La revolución neolítica se caracterizó por la iniciación de la agricultura. El


hombre fue acumulando pacientemente sus observaciones acerca del desarrollo
de las plantas y advirtió también su crecimiento cuando los granos quedaban
abandonados en las cercanías de sus albergues. Finalmente se decidió a
intervenir en el proceso y comenzó a sembrar, cultivar y mejorar por selección
algunas yerbas, raíces y arbustos comestibles. Desde luego, todas las plantas
cultivadas son formas domesticadas de especies silvestres y, por lo tanto,
representan propiamente una creación humana. Con la agricultura se produjo
una transformación radical en la economía, ya que permitió al hombre el
dominio sobre su abastecimiento alimenticio. El hombre se convirtió así en
productor y aseguro la satisfacción de sus necesidades primordiales. La
economía productora de alimentos produjo efectos profundos en la existencia
humana. Entonces comenzó la vida sedentaria, estableciéndose pequeños
poblados rurales permanentes. Además, al romper las limitaciones de la
economía recolectora, la agricultura propició el crecimiento de la población
humana en una forma muy considerable. Sin embargo, la agricultura no
desalojó por entero a la recolección, ni menos lo hizo bruscamente, sino que la
complemento durante mucho tiempo. En el México Antiguo, todavía en 1521,
la montería, la volatería y la recolección de frutos, raíces, insectos y moluscos
seguían siendo actividades indispensables para la alimentación. En realidad,
solo muy lentamente fue como la agricultura llegó a conquistar una posición
independiente, que hasta mucho mas tarde se convirtió en predominante. Poco
a poco se fueron incorporando a las tareas agrícolas más y más mujeres, luego
participaron también los niños —quienes se hicieron así económicamente
20 Reflexiones históricas filosóficas sobre México

útiles, por primera vez— y por último tomaron parte los varones, hasta que,
después de un lapso bastante prolongado, la agricultura acabo por ser la
actividad económica preponderante. Y, como es sabido, este predominio de la
población rural ha perdurado en las sociedades humanas hasta el siglo xIx, en
los países más desarrollados industrialmente, y hasta nuestros días en el resto
del mundo.
Con la agricultura se produjo un aumento en la productividad del trabajo
humano, permitiendo que por primera vez hubiera un excedente entre lo
producido y lo consumido por los productores. A la vez, la producción de
alimentos, aun en su forma mas simple, impuso la necesidad de construir
recintos para el almacenamiento de las cosechas, porque no se consumía todo
desde luego sino que se requería conservar y escatimar los granos para que
durasen hasta la siguiente cosecha y, por otra parte, era preciso apartar la
semilla para la siguiente siembra. Esto hizo que se desarrollara la previsión y la
administración de los abastecimientos. El almacenamiento constituyó una base
para el comercio rudimentario.
Desde el punto de vista tecnológico, la revolución neolítica se puso de
manifiesto con los instrumentos de piedra pulimentada, que aumentaron
enormemente la eficacia de la actividad práctica del hombre y ensancharon sus
posibilidades. A más de esto, se produjo un perfeccionamiento importante en el
arte de cocinar.
De esta manera se fue imponiendo la vida sedentaria, aunque tal cosa no fue
necesariamente contemporánea de la nueva economía. En realidad, algunas
tribus cazadoras y pescadoras llegaron a hacerse sedentarias; mientras que
hubo tribus agricultoras que mantuvieron el nomadismo —y de ello tenemos
muchos ejemplos en el México Antiguo—, cuando los procedimientos
primitivos de cultivo conducían al agotamiento del suelo. El desenvolvimiento
de la agricultura trajo consigo el establecimiento de comunidades cada vez mas
numerosas y económicamente autosuficientes, en un nivel superior al de las
comunidades paleolíticas: puesto que cada comunidad producía y recogía sus
alimentos, tenia a su disposición en la vecindad inmediata las materias primas
requeridas para la satisfacción de todas sus necesidades, y sus miembros
fabricaban los utensilios, instrumentos y armas que empleaban. Sin embargo
esta autosuficiencia no represento necesariamente un aislamiento. En realidad,
durante la época neolítica, el México Antiguo era —al igual de lo que ocurrió
en otras regiones del mundo— una cadena continua de comunidades que se
Filosofía de la prehistoria de México 21

encontraban en contacto recurrente, aunque este no fuera muy frecuente ni se


hiciera de manera regular. En este sentido, lo que se destaca en la arqueología
son algunas fases transitorias, cuyos vestigios se han conservado por diversas
circunstancias favorables, dentro de lo que fue un proceso continuo con un
desenvolvimiento evolutivo. Por esto se ha hecho la distinción entre una
asombrosa variedad de culturas neolíticas, cuyas diferencias se explican por la
autosuficiencia de las comunidades, la relativa independencia de su desarrollo
y, sobre todo, por la carencia de datos acerca de sus interrelaciones.
La revolución neolítica se produjo en el México Antiguo entre los años
6 000 y 3 000 a.n.e. En la Cuenca de México la caza mayor empezó a
escasear, hasta que desapareció por completo. Se considera que, a partir del
ano 4 000 a.n.e., las condiciones climáticas de dicha cuenca se han mantenido
aproximadamente iguales a las que ahora existen. Entre los objetos hallados en
los sitios correspondientes a la época de la revolución neolítica, se tienen
raspadores ovoides y discoides; martillos de mano y metates rudimentarios
hechos de andesita, basalto y obsidiana; lo mismo que instrumentos cortantes y
punzantes y figuras de animales trabajadas en hueso. Los alimentos
encontrados en los depósitos muestran la siguiente importancia relativa: 10%
de caza mayor; 86% de plantas silvestres e insectos, y 4% de calabaza y maíz
cultivados. Otros utensilios encontrados son molinos de mano, cestas, esteras y
redes, pero no existe todavía cerámica.

LA CULTURA AGRÍCOLA

La agricultura en el México Antiguo se basó en el sistema de reproducción


de las semillas; a diferencia del sistema de reproducción vegetativa utilizado en
la región incaica, que es más amplio y variado, y con el cual se llego a superar
la simple técnica de la explotación del suelo, reconstruyendo su fertilidad
mediante el uso del guano. En todo caso, el cultivo requirió la observación
cuidadosa de las estaciones, con la consiguiente división mas precisa del
tiempo y la determinación del año. Las faenas agrícolas son fundamentalmente
de temporada y su éxito depende mucho de la oportunidad con que se ejecutan.
En las regiones tropicales los cambios en el curso del Sol no son muy notables
para indicar las estaciones, y, por ello, los habitantes del México Antiguo
recurrieron al movimiento de las estrellas —siempre visibles en nuestros cielos
despejados— para determinar el año solar y dividirlo convenientemente. Con
22 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

la observación precisa de que ciertas estrellas ocupan una posición destacada


en la época de la siembra, y otras lo hacen cuando se avecinan las lluvias,
surgió la astronomía; y, al mismo tiempo, se inicio también la astrología, por la
explicable relación mágica entre la conexión temporal y el enlace causal entre
los fenómenos celestes y terrestres. Por otra parte, la tejeduría requirió del
conocimiento de materiales especiales como el algodón y la práctica de su
cultivo especifico, además de la invención de algunos instrumentos complejos,
como el telar y el torno de hilar. Y tanto la artesanía textil como los otros
oficios neolíticos se apoyaron en un conjunto de conocimientos científicos
prácticos, que se ampliaban constantemente. Las inferencias correctas extraídas
de la experiencia se encontraban mezcladas con un buen numero de hechizos y
ritos; y este conjunto de reglas practicas y mágicas formaba la tradición del
oficio, que se transmitía de padres a hijos y de generación en generación, por
medio del ejemplo y del precepto.
En lo que se refiere a la domesticación de animales, es bien sabido que en
Asia, Europa y África se inicio inmediatamente después de la agricultura, en
ciertas regiones inclusive antes, y que siempre se desarrollo en forma casi
paralela a ella. En cambio, en el México Antiguo los animales domesticados
fueron unos cuantos: el guajolote, el perro —incluyendo una variedad
comestible—, el pato, la paloma, la codorniz, la abeja y, probablemente, el
ganso. Esto se debió al hecho de que en la época en que se efectuó la
revolución neolítica ya habían desaparecido las grandes especies herbívoras
que fueron susceptibles de domesticación en otros continentes. Sin embargo,
los habitantes del México Antiguo supieron encontrar en el mundo vegetal
prácticamente todo lo que hubieran necesitado de los animales, adquiriendo
consecuentemente los amplios conocimientos botánicos de los cuales se
maravillaron los europeos, y aplicándolos con bastante acierto. Por otra parte,
es pertinente recordar que las especies animales domesticadas en el Viejo
Mundo no fueron muy variadas, reduciéndose esencialmente al ganado vacuno,
caprino, ovino y porcino, a los cuales se agregaron solamente después, como
especies importantes, la gallina y el ganado equino. Más todavía, en el centro
de Europa y en el occidente de China, en donde ha prevalecido
tradicionalmente la conjugación de la agricultura y la ganadería, los
arqueólogos han encontrado que sus habitantes neolíticos contaban con muy
pocos animales, cuando efectivamente tenían algunos; por lo cual debemos
inferir que vivían fundamentalmente de los productos agrícolas,
Filosofía de la prehistoria de México 23

complementados todavía con la caza.


El almacenamiento de los cereales y la preparación de alimentos requirió la
fabricación de vasijas que pudieran contener líquidos calientes. Así surgió la
alfarería, que es una característica universal de las comunidades neolíticas. Esta
nueva industria tuvo gran importancia para el desarrollo del pensamiento
humano y para el comienzo de la ciencia. La elaboración de objetos de arcilla
cocida se basa en la utilización consciente de una transformación química
relativamente compleja. El proceso consiste fundamentalmente en expulsar,
por medio del calor, el "agua de constitución" combinada químicamente con el
silicato de aluminio hidratado, que es la arcilla de los alfareros. La arcilla
húmeda es completamente plástica, pero al calentarla hasta una temperatura de
unos 600° se consigue expulsar el agua de constitución y la arcilla pierde
definitivamente su plasticidad, conservando entonces su forma rígidamente, ya
sea que se encuentre húmeda o seca, e incluso puede ser sometida nuevamente
al calor sin que se afecte. Aprovechando estas propiedades se pueden modelar
objetos de cualquier forma deseada que, después de cocidos, solo se destruyen
al romperse deliberadamente o por accidente. La alfarería estimuló en el
pensamiento humano la consideración de que el hombre es creador, puesto que
puede producir formas de una masa informe; aunque, en la práctica, dicha
libertad se encuentra condicionada por el hecho de que la imaginación no
puede trabajar partiendo estrictamente de la nada, sino que tiene que crear
siempre con base en algo conocido. Entre los objetos de arcilla cocida, que no
eran propiamente utensilios, hay una notable profusión de pequeñas figurillas
femeninas, con los rasgos sexuales muy acusados, que representaban a las
"diosas de la fecundidad", las cuales se labraban antes trabajosamente en
piedra. Y entre las invenciones necesarias para la tejeduría es importante el
torno de hilar —que todavía se emplea en algunas comunidades indígenas de
México—, en el cual se usan pequeños discos de arcilla cocida que sirven
como volantes en miniatura, para mantener el movimiento de rotación que va
enrollando el hilo.
Los oficios neolíticos siguieron siendo domésticos, sin que hubiera
propiamente una especialización sino simplemente una división del trabajo por
sexos y edades. Sin embargo, las tradiciones de los oficios no eran individuales
sino colectivas, ya que la economía neolítica en su conjunto no podía existir sin
el esfuerzo cooperativo. Estas condiciones implicaron una cierta organización
social, para controlar y coordinar las actividades de la comunidad. Las nuevas
24 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

fuerzas dominadas por el hombre, como resultado de la revolución neolítica y


de los conocimientos obtenidos y aplicados en el ejercicio de los nuevos
oficios, deben de haber afectado notablemente la organización y el
pensamiento humano, haciendo que se modificaran sus instituciones y se
transformaran sus ideas mágicas y religiosas. En todo caso, la vida siguió
siendo muy precaria para los pequeños grupos de campesinos autosuficientes,
ya que bastaba una sequía, una granizada de consideración o una plaga para
que se perdieran las cosechas y se produjera el hambre, dado que las reservas
almacenadas no eran muy grandes y, lo que es más, porque una misma
catástrofe podía destruir todos sus cultivos. El hombre dependía directamente
de la lluvia, el sol, la tempestad, el huracán, las heladas, etcétera; por lo cual
consideró necesario halagar, propiciar o ahuyentar a las fuerzas que las
producen. Y así se desarrollaron vigorosamente las magias, los mitos y las
ceremonias rituales.
La época neolítica se caracterizó tecnológicamente por el descubrimiento y
la generalización de los instrumentos de piedra pulimentada, por la evolución
de la agricultura hasta quedar convertida en la actividad predominante, por el
surgimiento y el desarrollo de la alfarería, por la iniciación de los tejidos de
algodón, por un considerable incremento de la población que se agrupó en
comunidades rurales y posiblemente por el comienzo de la horticultura. No
obstante, como ya lo dijimos, la recolección de yerbas, frutos, raíces o insectos
siguió siendo una fuente importante de abastecimiento alimenticio. La
organización social fue, tal vez, el clan matrilineal, aunque no es posible
asegurar que todas las comunidades tuvieron esa organización. La población de
algunos sitios conocidos era de unos 200 habitantes por comunidad. Por lo
demás, no existió propiamente una "cultura neolítica" sino una multitud de
aplicaciones concretas diferentes de unas cuantas técnicas y nociones
generales. Posiblemente la carencia de ideologías rígidas y de instituciones
sociales profundamente arraigadas permitió el progreso rápido de las
poblaciones rurales; ya que, como se sabe, las instituciones firmemente
establecidas y las supersticiones mantenidas con pasión son notablemente
hostiles a la transformación de la sociedad y a los avances científicos que la
hacen necesaria. Debido a este rápido progreso, la época neolítica propiamente
dicha tuvo una duración relativamente corta, y muy pronto surgieron los
primeros elementos de la revolución urbana. En el México Antiguo la época
neolítica puede situarse entre los anos 3,000 y 900 a.n.e aproximadamente, con
Filosofía de la prehistoria de México 25

un gran número de variantes en los diversos sitios; de hecho, se trata de una de


las épocas de las cuales se conocen menos datos arqueológicos. Pero fue en el
seno de estas comunidades que, hasta donde sabemos, surgieron los factores de
su transformación en poblaciones civilizadas.

LA REVOLUCIÓN URBANA

La época de la revolución urbana en el México Antiguo la podemos fijar


entre los años 900 a.n.e. y 400 de nuestra era; aunque siempre tomando en
cuenta que las fechas se refieren a las regiones mas adelantadas, y sin olvidar
que en otras partes subsistieron durante mucho tiempo las comunidades
neolíticas. Al principio de esta época se puede advertir claramente la
coexistencia de ambas culturas en forma bastante bien definida: por una parte
encontramos las pequeñas comunidades rurales que basan su economía en la
agricultura, con poblados pequeños y diseminados, cuyos habitantes seguían
elaborando utensilios de obsidiana, hueso y piedra volcánica y haciendo piezas
de alfarería domestica y figurillas femeninas de arcilla. Esta cultura neolítica se
mantuvo con mayor persistencia en los valles y las tierras altas templadas. Por
otra parte, empezaron a surgir indicios de la transformación de esas
comunidades igualitarias de agricultores, debido al perfeccionamiento de las
técnicas, la agricultura intensiva, el desarrollo de nuevos instrumentos
tecnológicos, la división del trabajo, la acumulación de riquezas debido al
aumento de la productividad y la formación de una clase dirigente que se
apropiaba de dichas riquezas. Estos elementos se desarrollaron primero en las
regiones tropicales y semitropicales; y, por lo tanto, también fue en dichas
regiones en donde se realizo en primer lugar la revolución urbana, en la
modalidad conocida con el nombre de cultura olmeca. Y de allí fue de donde se
propago a las tierras altas, cuando se consiguió adaptar el maíz para su cultivo
en los Altos de Guatemala, la Meseta de Chiapas y la Cuenca de México.
Durante la época de la revolución urbana en el México Antiguo se
emplearon materiales como la piedra volcánica, la obsidiana, el pedernal, el
cuarzo, la jadeíta, la serpentina, el jade, la arcilla, el caolín, las astas y huesos
de venado, las conchas, maderas de diversas clases y fibras vegetales. En cada
región, algunos de estos materiales eran nativos, pero otros tenían que
obtenerse de distintas partes y, por lo tanto, implicaron el establecimiento de un
intercambio comercial a base de trueque. Lo que resulta particularmente
26 Reflexiones históricas filosóficas sobre México

característico es el trabajo de las piedras duras, la elaboración de una cerámica


de tipo ritual y funerario, además de la domestica, y la introducción de las
vasijas de caolín, el asa de estribo y la pintura estucada. Con los materiales
mencionados, los indígenas elaboraron entonces mazas, bolas, puntas de armas
arrojadizas, bastones para sembrar, asadas, punzones, leznas, agujas, taladros,
cinceles, hachas, cuchillos, navajas, raederas, manos, metates y sus metlapil,
piedras yunque, cestas, redes, lazos, dardos, átlatl, arcos, hondas, telas de
algodón y yuca, grandes vasijas de arcilla cocida para almacenar agua y
alimentos, vasijas menores para cocinar, vasos, incensarios, copas, sahumerios,
vasijas ornamentadas, figurillas rituales, platos, botellones, jarros y cucharas.
Las habitaciones eran construidas con adobes, troncos, cañas, tules, ramas y
paja, de tal manera que no se han conservado muchos vestigios de ellas; pero
las ringleras de piedra, los restos de pavimentos y otras ruinas que se han
mantenido indican que las habitaciones eran de forma rectangular, con troncos
hincados en el suelo, muros de varas entretejidas con tules y barro y techos de
paja de dos aguas. También se han conservado muchos montículos artificiales
o yácatas, basamentos piramidales y plataformas de piedra pulimentada que
servían para asentar los templos. Igualmente construyeron empalizadas de
troncos y bejucos, fosos abrasivos y algunas obras hidráulicas simples. La
población de los sitios conocidos en la Cuenca de México se estima en unos
3 000 a 4 000 habitantes cada uno de ellos, al principio de la revolución
urbana, numero que contrasta notablemente con los 200 habitantes calculados
para cada una de las poblaciones neolíticas. Luego esa población aumento
enormemente, cuando se constituyeron las grandes concentraciones
metropolitanas.
La realización de la revolución urbana requirió una acumulación de capital,
principalmente en la forma de artículos alimenticios. Y esta acumulación tuvo
que ser concentrada después, para hacerla aprovechable con propósitos
sociales. A la vez, el mejoramiento de las técnicas de cultivo y el aumento de la
productividad del trabajo hicieron que el hombre se apegara cada vez mas a la
tierra, con la consiguiente aglutinación de las poblaciones urbanas. Por otra
parte, el desenvolvimiento de la agricultura requirió una cooperación mayor y
trajo como consecuencia la intensificación del trabajo colectivo; pero, al
mismo tiempo, hizo que la posesión de la tierra adquiriera un carácter
permanente y, por lo tanto, formó el germen de la propiedad privada y de la
conversión ulterior de la administración en un poder coercitivo. En la Cuenca
Filosofía de la prehistoria de México 27

de México las nuevas técnicas agrícolas que se introdujeron, junto con el


cultivo generalizado del maíz, consistieron en el aprovechamiento de los lagos
mismos, y no solamente de sus riberas, con la construcción de las chinampas y
el uso de abonos para fertilizar el suelo. Ambas técnicas representan faenas
colectivas que requieren la cooperación de grandes grupos, la planeación del
trabajo y la dirección de una minoría o de un individuo. Desde un principio la
organización del clan matrilineal, con clara preponderancia de la mujer,
empezó a ceder su lugar al clan totémico, en el cual quedaron equiparados el
hombre y la mujer. Sin embargo, los datos arqueológicos disponibles no
permiten saber cuales eran entonces las formas de parentesco reconocidas y,
por consiguiente, no sabemos en detalle como era la organización de dichos
clanes. Con todo, es consecuente considerar, con apoyo en los vestigios de esta
organización que subsistieron hasta la época histórica, que el clan tenia sus
dirigentes, elegidos voluntariamente por el prestigio personal adquirido en la
administración o en las guerras, y que, después, su autoridad fue traspasada a
los sacerdote-hechiceros.
La economía urbana impulso decididamente el desarrollo de la producción
agrícola, haciendo aumentar todavía mas los excedentes acumulados. Los
cultivos preponderantes fueron el maíz, el frijol, la calabaza y el chile. Como
consecuencia del incremento de la producción se acentuó la división del trabajo
y se hizo posible la existencia de artesanos especializados en un solo oficio.
Así se empezaron a distinguir claramente los canteros, albañiles, alfareros,
lapidarios, joyeros y administradores; y, después, los comerciantes, jefes poli-
ticos, sacerdotes y sirvientes. Todos estos especialistas se mantenían gracias al
excedente obtenido por" el mayor rendimiento del trabajo de los agricultores,
los cazadores y los pescadores. La nueva clase de los artesanos, creada por la
revolución urbana, al quedar liberada de la producción de alimentos, perdió
también su apego al suelo y, lo que es mas, debilitó sus vínculos tribales, sin
adherirse con firmeza a los estados locales nacientes. Por ejemplo, la alfarería
se manufacturaba casi siempre de manera local, pero utilizando técnicas,
procesos, formas y diseños de carácter común. Se han podido advertir
claramente diversas migraciones de grupos de alfareros especializados. Este
fenómeno se explica por la incapacidad de una sola comunidad para mantener
un numeroso cuerpo de especialistas; y, por consiguiente, lo que se desarrollo
fue un patrón de especialización de tiempo completo, sobre bases migratorias y
de intercambio. De esa manera, los artesanos iban a donde se les ofrecía
28 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

ocupación conveniente; o bien, si eran esclavos, se les enviaba como


mercancías a los lugares en donde su destreza se pagaba mejor. Este
movimiento migratorio explica la rápida propagación de los procedimientos
técnicos desarrollados por la revolución urbana.
Posiblemente la guerra fue la que hizo que se consumara la revolución
urbana, con el consiguiente dominio de un pueblo sobre otros y la
correspondiente concentración de los productos acumulados. Pero no siempre
fue la conquista el único medio de esa consumación sino que en otras
ocasiones fue el resultado de la administración sacerdotal que acumuló y
concentro el capital. En todo caso, la guerra ayudo a que se hiciera el
descubrimiento de que el hombre podía ser domesticado al igual que los
animales. Los prisioneros fueron sometidos a la esclavitud, en vez de
sacrificarlos, debido a que la productividad de su trabajo rendía un excedente
con respecto al consumo necesario para mantenerlos en condiciones de
trabajar. La importancia de este descubrimiento es comparable a la de la
domesticación de los animales y, sin duda, la esclavitud fue una de las bases de
la economía urbana y un instrumento poderoso para la acumulación de capital.
No obstante, no fue la guerra la única fuente para proveerse de esclavos.
También los miembros más pobres y débiles de la comunidad se vieron
obligados a someterse a la esclavitud —primero temporalmente y después por
toda su vida y la de sus descendientes— a cambio de obtener el sustento o la
protección de los miembros mas prósperos. Igualmente fueron aceptados como
esclavos los exiliados de otras comunidades.
Con la realización de la revolución urbana se produjo una acumulación
mayor de capital, creció notablemente el intercambio comercial y se acentuó la
singularización relativa de las culturas. Pero, al mismo tiempo, ya fuera por la
guerra o por la aculturación pacifica, el hecho es que la revolución urbana tuvo
una gran fuerza de propagación y, por ello, en lo que se refiere al régimen
económico y sus consecuencias sociales, sirvió para homogeneizar la secuencia
en el desenvolvimiento de las culturas del México Antiguo. En esta época fue
cuando se inició la arquitectura de piedra, que pronto adquirió un carácter
monumental, como lo testimonian la Pirámide del Sol en Teotihuacan, la
pirámide decorada con insectos pintados de Cholula, las cabezas grandiosas de
La Venta, el Observatorio de Monte Alban y el Templo E-VII-Sub de
Uaxactún en la Republica de Guatemala. Por otra parte, como ya lo hemos
dicho, la cerámica se hizo mucho mas compleja, tanto en sus técnicas como en
Filosofía de la prehistoria de México 29

sus colores y en sus decorados. En la Cuenca de México el primer foco


destacado de la revolución urbana fue Tlatilco, que posiblemente estuvo
asociado con la cultura olmeca, que se desarrollo en la faja costera del Golfo de
México, desde la desembocadura del Papaloapan hasta Ciudad del Carmen,
comprendiendo el sur de Veracruz y Tabasco. Esta cultura olmeca representa
indudablemente la primera manifestación del esplendor de la sociedad urbana
en el México Antiguo. La consumación olmeca de la revolución urbana
permitió que esta se extendiera a otras regiones, cuando en estas surgieron las
condiciones económicas indispensables, fundamentalmente la adaptación del
maíz para su cultivo en suelos y climas diferentes a los de las costas tropicales.
Se han colegido efectivamente relaciones entre la cultura olmeca y varios
núcleos de difusión de la revolución urbana en la Cuenca de México, los
estados de Morelos, Oaxaca, Guerrero, Puebla, la vasta región maya y,
posiblemente, hasta las republicas de Panamá y Costa Rica.

LAS CONSECUENCIAS CULTURALES

La revolución urbana fue el resultado de la acumulación laboriosa de un


conjunto importante de conocimientos científicos —topográficos, geológicos,
astronómicos, químicos, zoológicos y botánicos—, de experiencias obtenidas
en la agricultura y las artesanías, y de la destreza práctica adquirida en esos
trabajos. Todo esto fue aplicado con eficacia creciente a la producción,
aumentando enormemente su rendimiento. Además, como consecuencia del
comercio, las migraciones y las conquistas, se propagaron ampliamente las
ciencias, las técnicas, las creencias y la nueva organización social. Una vez
consumada la revolución urbana propicio la invención de un nuevo método
para transmitir las experiencias acumuladas y la ciencia aplicada y de organizar
y precisar mejor los conocimientos adquiridos. La ciencia y las técnicas
requeridas para que la revolución se iniciara se habían transmitido en la forma
de un saber artesanal, por medio del precepto oral y del ejemplo directo. Pero
las necesidades practicas impuestas por la nueva economía hicieron que la
revolución urbana trajera aparejados los comienzos de la escritura, de la
matemática, de la astronomía y del establecimiento de normas para contar,
medir, pesar y cambiar los artículos producidos para el comercio incipiente.
30 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

En la medida en que aumento la riqueza producida por la consumación de la


revolución urbana, fueron creciendo también las complicaciones de su
administración, haciendo que esta tarea se convirtiera en un trabajo
especializado y de tiempo completo. A la vez, resultó imposible seguir
confiando en la memoria o en los signos empleados individualmente como
recordatorios para llevar las crónicas y cuentas de la administración; entonces
se hizo necesario establecer un sistema de signos convencionales aceptados y
autorizados por la sociedad, que constituyo el principio de la escritura. De esta
manera, los registros se hicieron inteligibles para todos los conocedores de la
convención establecida. Con la escritura de las palabras se produjo una
verdadera revolución en la transmisión del conocimiento, ya que valiéndose de
ellas fue como el hombre pudo inmortalizar su experiencia y comunicarla
directamente a sus contemporáneos lejanos y a las generaciones subsecuentes.
Sin duda, los signos escritos constituyeron el primer paso para que la ciencia
pudiera superar los límites de lugar y tiempo. Sin embargo, al principio la
escritura fue un arte sumamente difícil y especializado, que requería un largo
aprendizaje. En realidad, solamente unos cuantos gozaban del ocio necesario
para penetrar los secretos del arte de leer, y, al mismo tiempo, quienes
conseguían dominarlo se convertían en funcionarios de un servicio público
organizado y permanente. De hecho, se trataba de un oficio como el de
alfarero, tejedor, o guerrero; pero pronto se convirtió en una profesión
privilegiada, y sus practicantes, en vez de considerarla como una clave para la
adquisición del conocimiento científico, la tomaron como un instrumento para
prosperar y hacerse de una posición social elevada, bajo la protección de los
sacerdotes a cuyo servicio se encontraban.
La matemática fue una consecuencia de las necesidades económicas creadas
por la revolución urbana, de una manera tan obvia como lo fue la escritura. La
administración de los productos y las transacciones comerciales requirieron del
establecimiento de patrones fijos para pesar y medir, de un sistema de notación
numérica y de las reglas para la ejecución de las cuentas. El primer paso para el
desarrollo del arte de calcular fue la invención de un sistema de símbolos,
mediante el cual se pudieron escribir en forma abreviada todos los números,
para los cuales ya existían nombres en el lenguaje hablado. El paso siguiente
fue el de la simplificación de las operaciones que ya se realizaban en forma
rudimentaria. La suma y la resta son simplemente formas abreviadas de la
Filosofía de la prehistoria de México 31

técnica de contar los objetos uno por uno. Y, por su parte, la multiplicación y la
división son sencillamente procedimientos abreviados para sumar y restar
cantidades iguales. Por otro lado, las necesidades prácticas de la agricultura
impusieron la observación cuidadosa de los cuerpos celestes. En los cielos
claros que predominan en las latitudes tropicales, los habitantes del México
Antiguo pronto reconocieron la regularidad de los acontecimientos y su
conexión cronológica con los sucesos terrestres. Y lo que es más, los éxitos
obtenidos en la predicción del tiempo oportuno para la realización de las faenas
agrícolas los animaron a proseguir dichas observaciones, con la vana esperanza
de poder predecir otros acontecimientos importantes en la vida de los hombres.
De este modo al legítimo propósito de fijar las fechas de cada ciclo agrícola y
los festivales vinculados con ellas, se agrego la elaboración de los pronósticos
astrológicos que, aun cuando carecieron de valor intrínseco, fueron convertidos
en instrumentos para el fortalecimiento de la autoridad política. Por otra parte,
la aplicación del arte de contar a las observaciones astronómicas cada vez más
precisas produjo la formulación del calendario; primero con base en las
lunaciones y, después, en correspondencia con el año solar. En todo caso, el
calendario representa la primera conquista científica obtenida con fundamento
en la observación y en la aplicación acertada del calculo. A la vez, el
calendario constituyó también la primera justificación científica de hacer
predicciones precisas. Y esta primera aplicación de la predicción científica fue
un factor importante para el reconocimiento de la autoridad de quienes tenían
el dominio de los conocimientos necesarios para hacerlo, o sea, de los
sacerdotes.
En principio no había una verdadera distinción en la forma de transmitir las
ciencias aplicadas y las eruditas. La instrucción que se daba para aprender el
arte de contar o el de curar era prácticamente similar a la que se daba al
aprendiz de alfarero o de tejedor. El discípulo observaba el trabajo de su
maestro, quien le mostraba la manera de ejecutar las operaciones, y, luego, el
aprendiz se ponía a trabajar bajo la dirección del maestro, quien le corregía los
defectos de ejecución. Pero, con el desarrollo de la sociedad urbana, las nuevas
artes de escribir, contar y observar los astros se convirtieron en profesiones
“respetables” y sus practicantes se asociaron directamente a la clase dirigente;
en contraste con los artesanos y los agricultores, cuyo trabajo manual empezó a
ser considerado como despreciable. Pronto se estableció una diferenciación
notable entre el saber artesano —que no se transmitía por escrito— y la
32 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

tradición literaria, que se fue estableciendo en algunas ciencias y


seudociencias. Las ciencias aplicadas —como la botánica, la química, la
mineralogía, la zoología y la geología— quedaron incluidas en la tradición oral
de los artesanos; mientras que las matemáticas, la medicina, la cirugía, la
astrología, la alquimia y la adivinación sirvieron de tema a tratados escritos. De
esta manera se formó un cuerpo de disciplinas eruditas, solamente accesibles
para quienes estaban iniciados en los misterios de la escritura, de la
numeración y del calculo.
Entre los conocimientos concretos que tuvieron los antiguos mexicanos
en la época de la revolución urbana, podemos agregar la distinción cada vez
mas acertada entre las plantas comestibles y las venenosas, lo mismo que de
otras plantas utilizadas para diversos menesteres; la fijación precisa de las
épocas mas propicias para la recolección de los productos silvestres; la
observación de las costumbres de los animales que les interesaban; la
determinación de las rutas y caminos mas convenientes; el desarrollo de
algunas formas de navegación lacustre, fluvial y marítima; el mejoramiento de
las técnicas de cultivo; la observación esmerada de las condiciones
metereológicas; el estudio de las propiedades de los materiales que empleaban,
y el perfeccionamiento de los instrumentos de trabajo. Además, en esta época
surgen los sistemas de escritura jeroglífica; se establece el avanzado sistema
de numeración vigesimal, que los mayas desarrollaron prodigiosamente,
incluyendo la concepción del cero y la atribución de un valor de posición a las
cifras; se forma el calendario ceremonial de doscientos sesenta días, y aparece
el culto organizado, con templos y jerarquías sacerdotales. Y todo esto estuvo
cimentado en el establecimiento de una organización social apropiada para la
concentración y la administración de los excedentes alimenticios producidos,
la estratificación social con base en la posición ocupada en las relaciones
económicas, el dominio de una clase —la sacerdotal— sobre los medios de
producción, la guerra organizada como instrumento de dominio económico y
político y el desenvolvimiento de los centros urbanos sostenidos con la renta de
la tierra, los tributos y el comercio.
Ahora bien, la revolución urbana no fue trasplantada simplemente de un
centro a otro, sino que cada uno de ellos constituyo un desarrollo orgánico
basado en sus propias transformaciones económicas y en las innovaciones
tecnológicas. De una manera analógica, se puede comparar con el surgimiento
de la industria mecanizada, en el siglo XVIII, que se produjo en aquellos países
Filosofía de la prehistoria de México 33

europeos que compartían una tradición científica, cultural y económica común.


Con frecuencia, la revolución urbana se propago por medio de la violencia de
la guerra, imponiéndose a través del dominio de los conquistadores. Sin
embargo, algunas comunidades estaban demasiado atrasadas para aprovechar
las ventajas dc la nueva economía y sus productos. Por otra parte, también
hubo comunidades que pudieron resistir venturosamente los ataques o las
amenazas, pero únicamente sobre la base ineludible dc asimilar parcialmente la
civilización de los agresores. En todo caso, la aculturación provocada por las
invasiones, las emigraciones y los contactos comerciales, fue el cauce
seguido para la propagación de la revolución urbana y el establecimiento de la
civilización. Solo que, en la medida en que tuvo éxito el ajuste entre la nueva
organización social y las condiciones económicas que le servían de apoyo, las
comunidades urbanas tendieron a hacerse conservadoras. Además, si bien la
revolución urbana se realizo como resultado de las grandes contribuciones
hechas al conocimiento científico y sus aplicaciones, en cambio, las
transformaciones producidas en la organización social, junto con el
menosprecio hacia las artes manuales y la exaltación desorbitada y misteriosa
dc los oficios literarios, trajeron consigo la deformación del avance científico y
el retardo en el progreso técnico. Así, contrastando con el desarrollo logrado
antes de la revolución urbana e inmediatamente después de ella, la civilización
no vino a ser la aurora dc una nueva época dc avance acelerado sino más bien
la culminación y luego la detención del anterior periodo dc crecimiento. Y una
explicación parcial de esta retardación en e1 ritmo del progreso social la
tenemos en las contradicciones internas que la propia revolución urbana suscito
en el seno dc las sociedades civilizadas.

LA CIVILIZACIÓN CLÁSICA

La consumación dc la revolución urbana se manifiesta en el establecimiento


de centros de civilización, con un sistema ceremonial complicado, sustentados
en comunidades subsidiarias; y en las cuales se muestra una organización
compleja, una división del trabajo notable y una indudable estratificación
social jerarquizada. La primera sociedad civilizada que surge en el México
Antiguo es la de La Venta, en el estado dc Tabasco, que tuvo su apogeo entre
los anos 800 y 400 a.n.e., cuando apenas se estaba realizando en otras partes la
revolución urbana y la mayoría de las comunidades tenían todavía una
34 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

economía neolítica. Entre los restos conservados de esta cultura de La Venta


tenemos las primeras inscripciones calendarías. Además, desde entonces se
muestran las características elementales que luego se hicieron peculiares de los
centros urbanos, cuando estos se generalizaron en el México Antiguo. Dichos
centros, constituidos por grandes construcciónes destinadas a la celebración de
ceremonias, fungieron como núcleos regionales integradores y coordinadores.
Estaban gobernados por una casta sacerdotal, auxiliada por numeroso personal
sustraído a la actividad productiva, la cual se sustentaba en un sistema de
producción mucho mas eficaz. Los grandes templos, los monumentos y las
plazas enormes, desproporcionados para la magnitud aparente de la población
constante que puede colegirse de las habitaciones civiles relativamente escasas,
correspondían bien a sus funciones como centros comerciales, religiosos,
administrativos, políticos y sociales de un gran numero de comunidades rurales
dependientes, situadas a su alrededor. El centro ceremonial, con su solemne
planificación urbana, servia de asiento al sacerdocio y, por lo tanto,
representaba el gobierno teocrático que dirigía y coordinaba a la sociedad en
todos sentidos. Era el lugar de concentración periódica para celebrar las
ceremonias rituales y otros actos de interés colectivo, como el tianguis o
mercado que se efectuaba una vez cada cinco días —y, posteriormente, una vez
a la semana— para que la población campesina intercambiara sus productos.
En rigor, este patrón del centro ceremonial se mantuvo hasta la época de la
conquista; y, lo que es mas, algunas de esas instituciones persisten aun hasta
nuestros días.
Los testimonios existentes no permiten atribuir la propagación de la
civilización clásica a una fuente en particular sino al desarrollo económico,
social, político y científico de la mayoría de las comunidades. Sin embargo, en
el México Antiguo, como ocurrió en realidad en las otras regiones del mundo,
no hubo una absoluta homogeneidad en el desarrollo ni menos una
correspondencia cronológica inflexible en sus distintas partes. Por el contrario,
siempre existieron núcleos de cultura mas avanzada y regiones marginales
menos desarrolladas. Al principio de la civilización, los núcleos estuvieron en
el sur, siendo entonces marginal la Cuenca de México; pero sin que tampoco
hubiera una coincidencia completa desde el punto de vista cronológico entre
los desenvolvimientos de La Venta y los de Monte Alban y la región maya.
Después, al difundirse la civilización, Teotihuacan se convirtió en el centro
principal en la Mesa Central, y la cultura maya se desplazó hacia el Peten. Con
Filosofía de la prehistoria de México 35

el florecimiento de la civilización clásica se acentuaron las coincidencias


culturales que dieron unidad al México Antiguo, a pesar de las diferencias que
distinguen sus diversas manifestaciones. Desde luego, podemos señalar en esta
época, por su desarrollo especifico: la cultura maya en Guatemala, Honduras,
Chiapas y Yucatán; la cultura zapoteca en Oaxaca; la cultura mixteca, también
en Oaxaca; la cultura olmeca en Tabasco y Veracruz; la cultura totonaca en
Veracruz; la cultura purépecha en Nayarit, Colima, Jalisco, Michoacán y
Guerrero; además de otras culturas menos desarrolladas del norte y el oeste.
Después de la organización de los centros urbanos clásicos, el manejo de las
funciones políticas, administrativas y religiosas quedó concentrado en el
sacerdocio, que se organizó poderosamente como clase dirigente. Los templos
fueron también lugares para el almacenamiento de los productos, y el control
de los bienes y recursos llevo al establecimiento y el desarrollo del comercio.
Desde el punto de vista económico, se acentuó notablemente la
especialización del trabajo y los centros urbanos tuvieron artesanos y otros
especialistas de tiempo completo, ligados directamente a las exigencias del
ceremonial religioso, la administración de la producción y las necesidades del
gobierno. El mantenimiento de estos trabajadores, lo mismo que de los
sacerdotes gobernantes y sus servidores, requería de grandes cantidades de
provisiones agrícolas y de materias primas para los oficios, lo cual estimulo el
comercio y creo la necesidad de establecer rutas comerciales. Los contactos
entre los diversos centros urbanos deben de haberse hecho principalmente entre
las clases dominantes, en la forma de intercambios mercantiles, tecnológicos y
científicos, y a través de los artesanos y servidores. Por su parte, el sacerdocio
dirigió las grandes obras de urbanización y de construcción; manejó los
conocimientos matemáticos y astronómicos fundamentales para la agricultura;
administró la realización de los trabajos y la acumulación de los productos,
satisfaciendo así los intereses sociales de especialización y concentración; y
adquirió con todo esto el dominio de la sociedad.
Durante el periodo de la civilización clásica se desenvolvió pacíficamente el
intercambio comercial y cultural entre los centros urbanos que compartieron la
cultura común del México Antiguo. En el dominio social, el surgimiento de la
teocracia inició el proceso de desaparición de la organización en clanes;
aunque, como lo hemos dicho, muchos elementos de esa organización
persistieron hasta el final del México Antiguo. Desde el punto de vista
tecnológico, se introdujo entonces el uso de moldes para las piezas de cerámica
36 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

y se desenvolvieron las técnicas lapidaria, plumaria y el trabajo del jade y la


turquesa. En los centros urbanos se construyeron muchos palacios, pirámides,
templos y tumbas; en particular, la arquitectura funeraria se distinguió por las
tumbas cruciformes. Apareció el culto a Quetzalcóatl —la divinidad
civilizadora—, en constante asociación con Tláloc —el dios de la Lluvia—. En
Teotihuacan se puede advertir claramente que, además de los barrios
correspondientes a los clanes totémicos, existían también barrios de artesanos;
lo cual revela la profundidad que había alcanzado la división social del trabajo.
También Teotihuacan es la primera gran productora de mascaras de piedra del
México Antiguo, aunque no fue la iniciadora. Sin embargo, en Teotihuacan no
existen estelas, ni se encuentra la bóveda maya, ni el cero, ni el juego de pelota.
Además, es sorprendente el número tan reducido de inscripciones jeroglíficas
que existen allí; sobre todo en comparación con el gran numero de
inscripciones mayas de la misma época y con las inscripciones relativamente
numerosas del Valle de Oaxaca. Por otra parte, Teotihuacan fue también un
gran centro productor de una multitud de objetos de cerámica y de diversas
piedras; y en ella se hicieron grandes progresos en la arquitectura, la escultura
y la pintura. Teotihuacan fue siempre una ciudad abierta, sin ninguna
construcción defensiva, debido seguramente a que no había peligro de que
fuera atacada. Mediante el intercambio comercial, los teotihuacanos
esparcieron su influencia de un extremo al otro del México Antiguo, enviando
piezas de cerámica y objetos diversos, algunos dc los cuales se han encontrado
en las tumbas de Monte Alban en Oaxaca, en Kaminaljuyú en el altiplano de
Guatemala, en Veracruz, en el occidente y aun entre los pueblos menos
desarrollados del norte.

LA REVOLUCIÓN SECULARISTA

Tal como lo hemos expresado, la revolución urbana tuvo como base la


acumulación de la riqueza resultante del mejoramiento de las técnicas
agrícolas, de la generalización del cultivo de algunas plantas —principalmente
del maíz—, de la extensión del cultivo de otras —como el cacao y el
algodón—, que se hicieron productos para el cambio, y la consiguiente
concentración de la riqueza en manos de la clase sacerdotal gobernante y de
otros grupos sociales auxiliares y dependientes de ella. Esta concentración fue
fundamental para asegurar la producción de los recursos excedentes requeridos
Filosofía de la prehistoria de México 37

y para hacerlos aprovechables y utilizables socialmente dc un modo efectivo.


Pero, en la práctica, la concentración de la riqueza implicó también la
degradación económica y social de la inmensa mayoría de la población. La
situación de los productores directos, agricultores y artesanos, mejoró
realmente con las obras publicas llevadas a cabo y con la regular seguridad
garantizada por el gobierno teocrático. Sin embargo, su participación material
en la nueva riqueza fue mínima y, desde el punto dc vista social, los
agricultores se hundieron hasta quedar colocados en la condición de
arrendatarios o, incluso, de siervos y esclavos. Por su parte, los artesanos
tampoco tuvieron mucha participación en la distribución de la riqueza, ya que
su situación social fue semejante a la de los otros trabajadores manuales, y
muchos de ellos quedaron reducidos a la esclavitud. Además, los sacerdotes
tenían pocos incentivos para promover la invención, ya que disponían de
reservas casi ilimitadas de trabajadores y, por lo tanto, no tenían necesidad de
molestarse en fomentar el progreso técnico para ahorrarse la mano de obra. Por
otro lado, la separación establecida y mantenida firmemente entre los
trabajadores manuales y los intelectuales hizo que el progreso técnico fuese
sumamente lento en la practica, en el sentido de la invención y la incorporación
de nuevos procedimientos e instrumentos. Como consecuencia, las sociedades
teocráticas surgidas de la revolución urbana se vieron envueltas en una serie de
contradicciones internas irremediables. Por ello, después dc alcanzar su
esplendor en un tiempo relativamente corto, tuvieron una decadencia súbita.
El colapso de las sociedades teocráticas adoptó la forma de una crisis,
debido a que obedeció a factores internos de la propia estructura social. Su
desarrollo económico y cultural descansó en la opresión de la clase sacerdotal
sobre la población trabajadora. Por ello, el sistema condujo a la miseria de los
productores y a la agudización de los contrastes sociales. Por ultimo, la
opresión acabo por ser insoportable y provocó el debilitamiento de los vínculos
internos, y el régimen teocrático se derrumbo. En algunas partes, como en
Teotihuacán, se han conservado testimonios de que la destrucción fue muy
violenta; mientras que en la mayoría de los centros mayas no existen indicios
de saqueos ni de incendios. Pero, de una manera o de otra, lo cierto es que
desaparecieron los centros ceremoniales de la civilización clásica que servían
de núcleo a las sociedades teocráticas del México Antiguo. Para explicar su
desaparición se han aducido varias causas posibles: guerras, epidemias,
sequías, terremotos, erupciones volcánicas, cambios climáticos, agotamiento de
38 Reflexiones históricas filosóficas sobre México

la tierra agrícola y hasta motivos religiosos o supersticiosos. Es posible que


alguno o varios de estos factores hayan intervenido en ciertos casos, aunque
siempre de manera secundaria o como consecuencia de la causa principal.
Porque el hecho de que los agricultores hayan seguido viviendo y trabajando
alrededor de los centros ceremoniales extinguidos demuestra que la
desaparición de estos se debió a una transformación política y social interna.
Lo que ocurrió fue que la clase sacerdotal fue despojada del poder por una
revolución secularista, encabezada por caudillos militares. A partir de entonces,
los sacerdotes quedaron supeditados a los guerreros y, al mismo tiempo,
tuvieron que cederles en buena parte su prestigio religioso. Por otro lado, la
revolución antiteocrática nos permite entender la perdida de algunos
conocimientos científicos que eran mantenidos en secreto por los sacerdotes y
que no fue posible arrancarles, como sucedió con la llamada cuenta larga maya.
La revolución secularista también nos aclara los incendios de Teotihuacán y las
mutilaciones que se advierten en los frescos de Bonampak, en las figuras que
representan a los sacerdotes dirigentes; y explica igualmente el hecho de que
los campesinos siguieran viviendo y cultivando la tierra en torno de los templos
abandonados. Mas todavía, los mitos toltecas acerca de las luchas entre
Quctzalcóatl y Tezcatlipoca, que terminan con la derrota y la huida de
Quctzalcóatl, reflejan legendariamente la pugna entre los sacerdotes y los
militares por el dominio del poder político, económico y social.

Teotihuacan se abatió, pero sus tradiciones culturales fueron asimiladas por


las civilizaciones posteriores, aunque con modificaciones y reinterpretaciones.
Una parte de sus habitantes emigro a otros sitios de la Cuenca de México,
principalmente a Azcapotzalco, en donde los testimonios arqueológicos indican
una fase epigonal de la cultura teotihuacana. En todo caso, las escasas
exploraciones que se han hecho en Azcapotzalco no han puesto al descubierto
construcción alguna de importancia correspondiente a esa época. Posterior-
mente, la historia teotihuacana se convirtió en un mito. En la lengua de toltecas
y aztecas, Teotihuacan significa "el lugar en que vivían los antiguos" o "el sitio
de los dioses". Llevados por la impresión que les producían los majestuosos
edificios teotihuacanos, los toltecas atribuyeron su construcción a una especie
de gigantes, los quinametzin; y, como prueba "objetiva" de la verdad de su
Filosofía de la prehistoria de México 39

existencia, consideraron así a los restos fósiles de algunos grandes animales ya


desaparecidos. Los huesos del mamut sirvieron así' de confirmación del
quinametzin mítico; y todavía los primeros cronistas españoles enviaron a
Carlos V un fémur de mamut para convencerlo de la talla alcanzada por los
ancestros de los conquistados. El desplazamiento de la cultura teotihuacana a
Azcapotzalco debe haber servido de antecedente para el florecimiento que mas
tarde tuvo allí la cultura tepaneca. Además, no todas las ciudades
desaparecieron, sino que algunos sitios de la civilización clásica se
mantuvieron dentro de la nueva organización social secular y sirvieron de
enlace directo con la nueva sociedad militarista de la época histórica. El
ejemplo mas interesante de la Mesa Central es el de Xochicalco, en el estado
de Morelos, en donde se conservo el culto teotihuacano a la serpiente
emplumada, que después fue adoptado en buena parte del México Antiguo. El
hecho de que Xochicalco se mantuviera en esa época lo tenemos comprobado
por el juego de pelota con anillos, que es igual al de Tula y seguramente su
contemporáneo, lo mismo que en el gran número de otros objetos que también
corresponden a los de Tula, por su estilo y por las fechas de su elaboración.
Además, en una eminencia del terreno cercana a la pirámide de Xochicalco se
encuentra una fortaleza que constituye el testimonio más antiguo que se tiene
en la meseta central de la preocupación por los posibles ataques enemigos, los
cuales se hicieron muy frecuentes con la constitución de los Estados
militaristas.
En el estado de Veracruz hubo otro centro importante, que fue el Tajín, cuya
pirámide principal, formada por siete cuerpos, es una de las construcciónes mas
impresionantes del México Antiguo. Sus constructores, que fueron
posiblemente los pipiles, alcanzaron una expansión considerable, sobre todo al
final de la época de la civilización clásica. Se han encontrado algunos objetos
procedentes del Tajín entre las ruinas del palacio de Palenque, lo cual indica
que posiblemente dicho sitio fue conquistado por los pipiles. En cambio, su
influencia sobre Tula no fue muy notable, porque entonces el Tajín ya se
encontraba en decadencia. Por lo demás, su desaparición fue tan completa que,
en la época de la conquista, nadie advirtió su existencia; y solamente hasta
fines del siglo XVIII fue cuando José Antonio Alzate mencionó cl Tajín por
primera vez. Por su parte, los centros mayas del Petén siguieron erigiendo
estelas de piedra y construyendo edificios hasta los últimos años del siglo IX.
Por otro lado, los zapotecas de Monte Alban se convirtieron en los grandes
40 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

arquitectos del México Antiguo, cubriendo los valles del estado de Oaxaca con
multitud de edificios. También en esa época se siguió elevando la pirámide de
Cholula en el valle de Puebla. Pero, entre los últimos años del siglo IX y los
primeros del siglo X, la revolución antiteocrática se propagó a todos los centros
ceremoniales del México Antiguo, acabando con la organización social que le
servía de base. Entonces se extinguieron igualmente los grandes centros
urbanos dc la región central maya, en la ultima parte del gran periodo (889-
987), y se produjo también el colapso de Monte Alban.
Con la desaparición del dominio sacerdotal y el surgimiento de los
guerreros como clase gobernante se consumo la revolución secularista que trajo
consigo una nueva organización política de la sociedad. Desde luego, se
produjo una disminución de la hipertrofia de la función ceremonial, y las
sociedades militaristas se orientaron hacia un mayor equilibrio urbano. Los
guerreros convertidos en gobernantes desempeñaron funciones económicas
fundamentales para el desarrollo social. Se preocuparon principalmente porque
los antagonismos engendrados por la revolución urbana —sobre todo las luchas
entre las clases con intereses en conflicto— no llevaran a la situación de que
las clases y la propia sociedad se consumieran en un combate estéril. Los
grandes gobernantes militares se jactaron de sus actividades económicas, como
lo fueron la construcción de canales y diques, y la edificación de templos y
palacios. Es indudable que el poder militarista aceleró la acumulación de
capital, en forma de alimentos y de otras riquezas, y con los excedentes así
obtenidos se mantuvieron los funcionarios, comerciantes y hombres de armas.
Mientras tanto, los militares cumplieron bien la función económica de proteger
las ciudades, sus canales, sus campos cultivados y sus comunicaciones, contra
las incursiones de otros pueblos menos prósperos. En fin, el dominio de los
guerreros acabo por crear un orden político mas compatible con las realidades
económicas de la sociedad urbana. Y, por lo demás, las nuevas sociedades
militaristas surgidas de la revolución antiteocrática se preocuparon por llevar
cuidadosamente las crónicas de los sucesos que consideraron mas importantes,
terminándose la prehistoria del México Antiguo al comenzar la época de la
historia escrita.
Filosofía de la prehistoria de México 41

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MORELOS Y LOS PRINCIPIOS
O ELEMENTOS CONSTITUCIONALES
DE MÉXICO

En la hermosa ciudad de Morelia, que se honra en proclamarlo sí en su


nombre, grato a los oídos, nació el 30 de septiembre de 1765 el primero y más
grande de los mexicanos: José María Morelos. Su cuna fue humilde, como lo
es para la mayoría de los hijos del pueblo. Sus padres eran tan semejantes a los
demás mexicanos —por sus rasgos étnicos, su condición social, su inteligencia,
su cultura y tras cualidades humanas— que hubieran podido encontrarse
confundidos entre los rostros, las actitudes y los pensamientos de los hombres
y las mujeres del pueblo que lean ahora estas líneas. Los primeros años de su
niñez transcurrieron entre las sencillas alegrías y las luchas privaciones que le
deparaba el trabajo artesano de su padre, luego, la orfandad lo arrancó
bruscamente de la infancia, obligándolo a trabajar con dureza desde los 10 años
de edad. Su instrucción elemental quedó interrumpida entonces y solamente la
pudo reanudar muchos años después. Por otra parte, su vida de trabajador del
campo le fue dando la tenacidad, la resistencia, el temple y la impasibilidad
que lo caracterizaron después, especialmente durante los cinco años de su
fulgurante actuación como el gran dirigente popular que fue en el orden militar,
político y social. Hasta los 27 años de edad fue cuando Morelos tuvo
oportunidad de entrar al Colegio de San Nicolás y luego al Seminario, para
realizar febrilmente sus estudios superiores, obteniendo en 1795 el grado de
Bachiller en Artes y empezando de inmediato su abnegada carrera como cura
de pueblos pobres y apartados, en la Tierra Caliente de Michoacán. De esta
manera oscura y sorda, padeciendo siempre las necesidades del
pueblo, compartiendo sus miserias y alentando sus mismas esperanzas
de mejoramiento, fue como se forjó en Morelos la conciencia profunda e

43
44 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

imperiosa de que el pueblo mexicano tenía que conquistar su emancipación


lanzándose a la lucha, la cual supo encauzar y dirigir con la mayor eficacia y
grandeza.
Justamente en los primeros 45 años de la vida de Morelos, entre el último
tercio del siglo XVIII y la primera década del XIX, ocurrieron en el mundo
muchos acontecimientos de gran importancia económica, política y social.
Entre los más destacados tenemos la iniciación de la Revolución Industrial en
Inglaterra, la Guerra de Independencia en los Estados Unidos y el triunfo de la
Revolución burguesa en Francia. Estos acontecimientos influyeron
poderosamente en los países que, como el nuestro, eran entonces colonias
españolas. En particular, la Revolución Francesa y la Independencia Norteame-
ricana produjeron un entusiasmo contagioso y contribuyeron a fortalecer los
anhelos de liberación nacional. Sin embargo, ni siquiera las colonias de
Francia recibieron las libertades democráticas que habían conquistado las
masas populares en su metrópoli. Y en las colonias españolas incluso los
criollos siguieron en la situación de inferioridad que tenían con respecto a sus
parientes nacidos en España, a la vez que mantenían su indecisión en cuanto a
buscar el apoyo del pueblo. Al propio tiempo siguió adelante la pugna entre
Francia e Inglaterra por la hegemonía colonial. Esta pugna se agudizó todavía
más con el advenimiento de Napoleón Bonaparte al poder. Entonces, como
parte de sus proyectos para conquistar el dominio mundial, Napoleón trató de
avasallar a España para disponer ventajosamente de sus colonias. Pero el
pueblo español destruyó esos planes bonapartistas, luchando con heroísmo por
su independencia. Y poco después la campaña de Rusia y la guerra patriótica
sostenida por el pueblo ruso perdieron a Napoleón. Por lo demás, la invasión
de España por los ejércitos franceses imprimió un impulso nuevo y poderoso al
movimiento de independencia en los países de América española. La pérdida
de autoridad y la relativa impotencia de los funcionarios coloniales españoles
fueron aprovechadas por los separatistas criollos. De la indecisión que primero
surgió entre el reconocimiento de la junta Suprema de Sevilla y la autoridad del
monarca, se llegó después al planteamiento abierto de la separación completa
de España. Especialmente la elección de diputados a las Cortes de Cádiz puso
en efervescencia a los ayuntamientos criollos y los hizo pronunciarse por la
autonomía nacional. México fue el único país de la América española en donde
los separatistas criollos no pudieron evitar la participación de los campesinos
indígenas, mestizos y mulatos en la lucha armada por la liberación nacional.
Morelos y la Constitución 45

Más aún, el movimiento en contra de la dominación española coincidió con la


sublevación de los campesinos en contra de los hacendados y comerciantes
españoles y criollos. Por lo tanto, la guerra de insurgencia iniciada por Hidalgo
el 16 de septiembre de 1810 tuvo el carácter de un amplio movimiento popular.
A dicho movimiento tuvieron que plegarse los mestizos pertenecientes a la
pequeña burguesía urbana y una buena parte de la intelectualidad criolla.
Al terminar la primera fase de la guerra de independencia, con la
aprehensión y el fusilamiento de Hidalgo y sus compañeros, la dirección del
movimiento insurgente pasó a manos de Morelos, quien pronto logró organizar
un ejército de campesinos que, dirigidos por su valor y su talento, mantuvieron
en jaque constante a las tropas españolas. Con anterioridad, el 17 de noviembre
de 1810, desde su cuartel del Aguacatillo, Morelos hizo saber:

El establecimiento del nuevo gobierno por el cual, a excepción de los


Europeos, todos los demás, avisamos, no se nombran de calidades de
Indios, Mulatos, ni Casta, sino todos generalmente Americanos. Nadie
pagará tributo, no habrá esclavos en lo sucesivo, y todos los que los
tengan, sus amos serán castigados. No hay Cajas de Comunidad, y los
Indios percibirán las rentas de sus tierras como suyas propias, en lo que
son las tierras. Todo Americano que deba cualquier cantidad a los
Europeos no está obligado a pagárselas; pero si al contrario, debe el
Europeo, pagará con todo rigor lo que deba al Americano. Todo reo se
pondrá en libertad con apercibimiento de que el que delinquiere en el
mismo delito, o en otro cualquiera que desdiga a la honradez de un
hombre, será castigado [. . .]. Que las Plazas y Empleos están entre
nosotros, y no los pueden obtener los ultramarinos aunque estén
indultados.

En tanto que Morelos llevaba a cabo su campaña victoriosa desde las costas
del sur hasta el centro del país, derrotando a todos los ejércitos coloniales que
se le opusieron, los diputados americanos a las Cortes de Cádiz insistían en la
igualdad política de los países americanos con la metrópoli, la libertad de
industria y agricultura, el libre comercio y la supresión de estancos y
preferencias a los españoles en los empleos y cargos públicos, y conseguían la
exención de tributos a los indios y castas, el reparto de tierras a los pueblos de
46 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

indios, la abolición de las mitas, mandamientos y repartimientos, el cese de la


administración de los frailes en las tierras de los indios, la cancelación de los
servicios personales y otras cargas y la concesión de becas para que los indios
estudiaran en los colegios de España.
Por su parte, Morelos llevó hasta sus últimas consecuencias el movimiento
insurgente, a la vez que demostró ser el más consciente y esforzado caudillo de
las aspiraciones del pueblo mexicano. En este sentido, abandonó
decididamente la ficción de que se trataba de un movimiento legitimista en
favor del monarca español, orientando claramente al pueblo hacia la
independencia, el reconocimiento de nuestra nacionalidad y la formación de un
gobierno republicano. El 15 de septiembre de 1813, Morelos instaló en
Chilpancingo el Congreso de Anáhuac, que el 6 de noviembre declaró la
independencia de México sin poner ya restricciones de ninguna naturaleza

El Congreso de Anáhuac, legítimamente instalado en la ciudad de


Chilpancingo, de la América Septentrional, por las provincias de ella,
declara solemnemente [. . .] que por las presentes circunstancias de la
Europa, ha recobrado el ejercicio de su soberanía usurpada; que, en tal
concepto, queda rota para siempre jamás y disuelta la dependencia del
trono español; que es árbitro para establecer las leyes que le convengan
para el mejor arreglo y felicidad interior. La soberanía dimana
inmediatamente del pueblo. Las leyes deben comprender a todos, sin
excepción de privilegiados. Como la buena ley es superior a todo
hombre, las que dicte nuestro Congreso serán tales, que obliguen a la
constancia y patriotismo, moderen la opulencia y la indigencia, y de tal
suerte se aumente el jornal del pobre, que mejore sus costumbres, aleje
la ignorancia, la rapiña y el hurto. Que el pueblo no pague más
obvenciones que las de su devoción y ofrenda.

Un año más tarde, el propio Congreso dio forma política a la nación con el
Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana, sancionado
en Apatzingán el 22 de octubre de 1814. A partir de entonces, las arraigadas
convicciones de Morelos lo hicieron planear todas sus operaciones militares de
acuerdo con el propósito fundamental de defender las actividades de los
miembros del Congreso. Después del fracaso sufrido en las lomas de Santa
María, a las puertas de Morelia, y del fusilamiento de Mariano Matamoros, la
Morelos y la Constitución 47

campaña militar se convirtió en una gran persecución contra Morelos y las


tropas insurgentes. Por último, Morelos fue capturado en Tezmalaca el 5 de
noviembre de 1815, siendo llevado a la Ciudad de México, donde se le sometió
a un proceso civil, militar y religioso, y murió fusilado el 22 de diciembre en
San Cristóbal Ecatepec.
En ocasión de haber sido designado por el Congreso como depositario del
poder ejecutivo, Morelos rechazó el tratamiento de alteza serenísima,
prefiriendo exaltar la soberanía de la nación declarándose su siervo, de una
manera sinceramente humilde y apasionada.

Soy siervo de la nación —decía— porque ésta asume la más grande,


legítima e inviolable de las soberanías; quiero que tenga un gobierno
dimanado del pueblo y sostenido por el pueblo; que rompa todos los
lazos que la sujetan, y acepte y considere a España como hermana y
nunca más como dominadora de América. Quiero que hagamos la
declaración de que no hay otra nobleza que la de la virtud, el saber, el
patriotismo y la caridad; que todos somos iguales, pues del mismo
origen procedemos; que no haya privilegios ni abolengos; que no es
racional, ni humano, ni debido que haya esclavos; pues el color de la
cara no cambia el del corazón ni el del pensamiento; que se eduque a
los hijos del labrador y del barretero como a los del más rico
hacendado; que todo el que se queje con justicia, tenga un tribunal que
lo escuche, lo ampare y lo defienda contra el fuerte y el arbitrario; que
se declare que lo nuestro ya es nuestro y para nuestros hijos; que tengan
una fe, una causa y una bandera, bajo la cual todos juremos morir, antes
que verla oprimida, como lo está ahora y que, cuando ya sea libre,
estemos listos para defenderla.

En otra oportunidad agregó impersonalmente con la misma convicción:


"Todo hombre debe ser humano por naturaleza, porque en este orden no es más
que hombre [ . . .] y aun le sería mejor no verse elevado a tanta dignidad.
Morelos no es más que un siervo de la nación, a quien desea libertar ejecutando
sus órdenes, lo que no es motivo que lo saque de su esfera de hombre, como
sus semejantes, a quienes ama hasta en lo más pequeño".
En estos fragmentos se aprecia por entero la grandeza de Morelos. Como
hijo del pueblo supo luchar con su acción y su talento en favor de las
48 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

aspiraciones populares. Elevándose desde su humilde condición, llegó a


ilustrarse para emplear sus luces en beneficio de las más urgentes necesidades
colectivas. Su genio militar lo llevó a consumar muchas victorias en el campo
de batalla y, todavía más, a obtener el triunfo sobre la derrota, como ocurrió en
el sitio de Cuautla. En todo caso, consiguió transformar la lucha por la
liberación política de la nación en una guerra revolucionaria del pueblo
mexicano. Su genio político le permitió organizar el primer gobierno
independiente de México, compartiendo la responsabilidad y defendiendo las
instituciones republicanas a costa de su vida misma. Su genio social le hizo
comprender hondamente las necesidades y los anhelos del pueblo, disponiendo
en consecuencia las medidas indispensables para satisfacerlas y darles
cumplimiento. Así, abolió la esclavitud y condenó los privilegios, propagando
la fraternidad humana. Propició la educación y la justicia para todos,
combatiendo la ignorancia y los prejuicios. Y se pronunció contra la opresión,
tanto cuando procede del exterior, como cuando se aplica en el interior de la
nación, apelando a la conciencia de los mexicanos para defenderse y
precaverse de ella en todas la ocasiones y circunstancias.
En todos los momentos y situaciones, Morelos actuó siempre con el carácter
que le es innegable, esto es, como representante de los sentimientos de la
nación y de los intereses del pueblo. Por eso, lejos de acallar su voz o detener
su acción, su muerte las hizo todavía más poderosas y acrecentó sus alcances.
Su fuerza se palpa en la continuación de la Guerra de Independencia; es
tangible en el resurgimiento de la República Mexicana; está presente en las
luchas de la Reforma y en las guerras contra las intervenciones extranjeras;
acompaña las gestas revolucionarias iniciadas en 1910; se manifiesta
claramente en la actualidad y se proyecta hacia el futuro, con pleno vigor, entre
los jóvenes. El destino histórico de Morelos consiste en reproducirse
continuamente, multiplicándose en los millones de cerebros y manos que
allegan los hombres y las mujeres del pueblo mexicano. Morelos es exponente
del pensamiento y la acción revolucionarios porque luchó heroicamente y nos
enseñó el camino para conquistar la dignidad de nuestra nación, junto con la de
cada uno de sus integrantes. Por ello es que sigue inspirando nuestras luchas
como un factor activo importante. Por eso mismo es que lo amamos y lo
comprendemos, con sus errores y sus aciertos, con su visión luminosa y sus
limitaciones, con sus debilidades y sus actos de firmeza, con sus virtudes y sus
defectos, con sus fracasos y sus triunfos; ya que todos ellos son otros tantos
resultantes de la estrechez de las circunstancias de su educación, del ambiente
Morelos y la Constitución 49

social en que le tocó vivir y de la grandeza de su condición humana. Cuando


José María Morelos contaba 49 años de edad, encontrándose en la madurez de
su genio político, tuvo la satisfacción de aprobar, junto con los otros diputados
que componían el Supremo Congreso Mexicano, el Decreto Constitucional
para la Libertad de la América Mexicana, en la ciudad de Apatzingán, el 22 de
octubre de 1814, tal como ya lo mencionamos antes. Este acontecimiento
histórico de importancia tan singular no solamente dió configuración política a
nuestro país sino que expresó las necesidades nacionales y los intereses del
pueblo con tanta visión y profundidad que la mayoría de los principios o
elementos sancionados entonces siguen siendo sostenidos con firmeza en las
subsecuentes constituciones republicanas. Mencionaremos aquí esos principios
en su texto original:

La soberanía reside originalmente en el pueblo [ . . .]. Tres son las


atribuciones de la soberanía: la facultad de dictar leyes, la facultad de
hacerlas ejecutar y la facultad de aplicarlas a los casos particulares [...].
La soberanía [ . . . ] es por su naturaleza imprescriptible, inenajenable e
indivisible [...]. La felicidad del pueblo y de cada uno de los ciudadanos
consiste en el goce de la igualdad, seguridad [ . . . ] y libertad. La
íntegra conservación de estos derechos es el objeto de la institución de
los gobiernos, y el único fin de las asociaciones políticas [...]. Todos los
ciudadanos, unidos voluntariamente en sociedad, tienen derecho incon-
testable a establecer el gobierno que más les convenga, alterarlo,
modificarlo y abolirlo totalmente cuando su felicidad lo requiera [...].
La ley es la expresión de la voluntad general en orden a la felicidad
común: esta expresión se enuncia por los actos emanados de la
representación nacional [ . . . ]. La ley debe ser igual para todos, pues su
objeto no es otro que arreglar el modo con que los ciudadanos deben
conducirse en las ocasiones en que la razón exija que se guíen por esta
regla común [...]. Son tiránicos y arbitrarios los actos ejercidos contra
un ciudadano sin las formalidades de la ley [...]. La sumisión de un
ciudadano a una ley que no aprueba, no es un comprometimiento de su
razón, ni de su libertad; es un sacrificio de la inteligencia particular a la
voluntad general [...]. La seguridad de los ciudadanos consiste en la
garantía social [...]. Ningún ciudadano podrá obtener más ventajas que
las que haya merecido por sus servicios hechos al estado [. . .]. [Es
indispensable] favorecer todos los ramos de la industria, facilitando los
50 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

medios de adelantarla, y cuidar con singular esmero de la ilustración de


los pueblos [ . . . ] [la cual] debe ser favorecida por la sociedad con todo
su poder [ . . . ] [y] en consecuencia, la libertad de hablar, de discurrir y
de manifestar sus opiniones por medio de la imprenta [...].

Estos principios fueron incorporados a la Constitución Federal del 4 de


octubre de 1824 y, luego, sirvieron de inspiración a los liberales, durante el
periodo de gobierno interino encabezado por Valentín Gómez Farías, en 1833,
que representó el primer intento de planear y organizar el desarrollo de la
economía, la educación y las otras instituciones públicas de México,
orientándolas hacia el progreso efectivo de la nación y con vistas a conseguir la
liberación de las masas campesinas de los yugos feudales mantenidos sobre
ellas. Más tarde, cuando el pueblo hizo triunfar el movimiento revolucionario
iniciado en Ayutla, comenzó la promulgación de las Leyes de Reforma. La
primera de ellas, la Ley Juárez del 23 de noviembre de 1855, suprimió los
fueros de los eclesiásticos y militares y estableció la administración civil de la
justicia de manera común para todos. Poco después, el 31 de marzo de 1856,
fueron intervenidos los bienes eclesiásticos de la diócesis de Puebla; el 3 de
junio, fue suspendida la Compañía de Jesús, de acuerdo con la Ley Lerdo de
Tejada, del 25 de junio del mismo año, se decretó la desamortización de las
fincas rústicas y urbanas que eran propiedad de corporaciones civiles y
religiosas.
Por su parte, el Congreso Constituyente, que terminó sus labores el 5 de
febrero de 1857 con la aprobación de la nueva Constitución, la anunció a la
nación con un manifiesto en el que se decía:

[ . . . ] El Congreso ha sancionado la Constitución más demócrata que


ha tenido la República [ . . . ] ha proclamado los derechos del hombre,
ha trabajado por la libertad, ha sido fiel al espíritu de su época, a las
aspiraciones radiantes del cristianismo, a la revolución política y social
a que debe su origen [...]. La igualdad será de hoy [en adelante] [. . .] la
gran ley de la República; no habrá más mérito que el de las virtudes; no
manchará el territorio nacional la esclavitud, oprobio de la historia
humana; el domicilio será sagrado; la propiedad inviolable; el trabajo y
la industria libres; la manifestación del pensamiento sin más trabas que
el respeto a la moral, a la paz pública y a la vida privada; el tránsito, el
Morelos y la Constitución 51

movimiento, sin dificultades; el comercio, la agricultura, sin obstáculos;


los negocios del Estado examinados por los ciudadanos todos; no habrá
leyes retroactivas, ni monopolios, ni prisiones arbitrarias, ni jueces
especiales, ni confiscación de bienes, ni penas infamantes, ni se pagará
por la justicia, ni se violará la correspondencia; y en México [ . . . ] será
una verdad práctica la inviolabilidad de la vida humana [...].

Benito Juárez, cuando se convirtió en Presidente de la República por


disposición constitucional y se puso al frente de las masas populares para hacer
triunfar la causa liberal, continuó la promulgación de las Leyes de Reforma.
Así, en plena Guerra de Tres Años, expidió en Veracruz la Ley del 12 de julio
de 1859, por la cual se reintegraron al dominio de la nación todos los bienes
que el clero secular y regular administraba con diversos títulos; se declaró la
perfecta independencia entre el Estado y la Iglesia; se suprimieron las órdenes
religiosas, y se prohibió la fundación o erección de nuevos conventos. Como
complemento de estas disposiciones, se instituyó el Registro Civil, mediante
las Leyes de Melchor Ocampo de 23, 28 y 31 de julio de 1859. El 4 de
diciembre se decretó la libertad de cultos. El 2 de febrero de 1861 se
publicaron la Ley de Imprenta y el Decreto de Secularización de Hospitales y
Establecimientos de Beneficencia. Con la Ley del 15 de marzo se implantó el
sistema métrico decimal en toda la república, y el 15 de abril de 1861 se
promulgó la Ley sobre Instrucción Pública, debida a Ignacio Ramírez.
Finalmente, como resultado del gran movimiento popular conocido con el
nombre de Revolución Mexicana, se elaboró nuestra actual Constitución
Política, la cual fue promulgada el 5 de febrero de 1917. Los puntos más
importantes del programa revolucionario plasmado en dicha Constitución son:
el establecimiento de una forma democrática de gobierno; el ejercicio
irrestricto de las libertades políticas; la educación liberal y progresista
impartida obligatoriamente en su nivel primario a todos los mexicanos, con
fundamento en el conocimiento científico y opuesta a los prejuicios religiosos;
la reforma de la propiedad agraria en beneficio de los trabajadores campesinos;
la limitación en la extensión de las tierras que puede poseer una sola persona,
con la consiguiente desaparición de los latifundios existentes; la restricción del
derecho de adquirir tierras a los extranjeros; la prohibición a las asociaciones
religiosas, las sociedades anónimas y las instituciones de beneficencia para
tener en propiedad bienes raíces; la reafirmación de las Leyes de Reforma,
52 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

incluyendo sus disposiciones en materia de cultos, la prohibición al clero de


inmiscuirse en asuntos políticos y hacer crítica del gobierno, y el desconoci-
miento de la validez de los estudios hechos en las escuelas religiosas; la
reglamentación del trabajo de los obreros y toda clase de trabajadores, el
establecimiento de la jornada máxima de 8 horas, la fijación del salario
mínimo, responsabilidad de los patrones en casos de accidente y enfermedad y
el reconocimiento de los medios de lucha de los trabajadores, tales como la
huelga y la autonomía de sus organizaciones sindicales; la reivindicación del
dominio inalienable e imprescriptible de la nación sobre las tierras, los
bosques, las aguas, el petróleo y los yacimientos minerales de cualquier
especie; la promoción del desenvolvimiento económico del país en forma
independiente y con el propósito de mejorar el nivel de vida de todos sus
habitantes, y el sostenimiento de las relaciones internacionales en base al
respeto mutuo a la soberanía nacional, el mantenimiento de la integridad
territorial, la no intervención en los asuntos internos, la convivencia pacífica, el
beneficio recíproco y la igualdad en el trato.
Tales son los elementos o principios fundamentales que los mexicanos
amantes del progreso, la libertad y la independencia han establecido a través de
las constituciones republicanas, desde la de Apatzingán en 1814 hasta la de
Querétaro en 1917. En consecuencia, el pueblo mexicano sabe bien que la
Guerra de Independencia, el movimiento liberal de la Reforma y la Revolución
Mexicana son tres etapas importantes de la lucha indeclinable por su
liberación, tanto colectiva como de cada mujer y de cada hombre; y, ciertamen-
te, el propio pueblo mexicano se muestra resuelto a seguir adelante hasta llegar
a conquistarla plenamente.
TEORÍA Y PRÁCTICA DE LA REFORMA:
VIDA Y OBRA DE MELCHOR OCAMPO

En el hermoso valle de Maravatío, en la parte nordeste de Michoacán, por


donde Huye el río Lerma y recibe las aguas de muchas corrientes tributarias, se
encuentra la que fue hacienda de Pateo, cuyo casco dista unos dos kilómetros
de la actual estación que lleva ese mismo nombre, sobre la vía del ferrocarril de
Toluca y Acámbaro, que ahora llega a Morelia, Uruapan, Apatzingán y Lázaro
Cárdenas. Al estallar la revolución de independencia y, más concretamente,
cuando las huestes de Hidalgo pasaron por Maravatío y Pateo, en la segunda
quincena de octubre de 1810, se unieron a ese ejército muchos habitantes de la
región, siendo el más connotado entre ellos Ignacio López Rayón. A partir de
entonces, los habitantes del valle de Maravatío participaron activamente en la
insurgencia, lo mismo que los vecinos de las regiones colindantes de
Tlalpujahua y Zitácuaro. Entre los muchos simpatizantes y colaboradores
eficaces de la independencia se encontraba Francisca Xaviera Tapia,
propietaria de Pateo, en cuya finca se albergaron algunas ocasiones soldados
insurgentes y de quien recibieron provisiones y otras muchas ayudas. Pateo se
convirtió en un centro de comunicación y reunión, sirviendo no pocas veces
como lugar de refugio para los combatientes y otros participantes del
movimiento insurgente.
En ese ambiente agitado y fervoroso, el 6 de enero de 1813 nació en Pateo
un niño al que pusieron por nombre, según se acostumbraba entonces, el de
uno de los santos del día, Melchor, acompañado de otro, Telésforo, que pronto
dejó de usar. Sobre el origen de su apellido, Ocampo, no se sabe nada, tal como
sucede con el que llevó lean Le Rond d'Alembert. Acerca de su padre
solamente se han podido hacer algunas conjeturas, aunque sí se puede
considerar como muy probable que haya sido uno de los muchos insurgentes

53
54 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

que frecuentaban Pateo. Con respecto a su madre se tienen indicios muy


poderosos de que lo fue la propietaria de la hacienda. Lo cierto es que la señora
Tapia lo cuidó amorosamente desde su nacimiento, atendió maternalmente las
necesidades de su niñez, le procuró la mejor educación y, al morir, lo designó
heredero universal de sus bienes, no obstante que tenía varios parientes
cercanos. A partir de los 6 años de edad el niño Melchor hizo sus estudios
primarios en Tlalpujahua y Maravatío, terminándolos en 1823. Al año siguiente
viajó a la Ciudad de México, acompañado de su madrina, la señora Tapia, con
la intención de seguir estudiando; pero su carácter chocó con el ambiente
escolar y, por esa razón, consiguió volver a Pateo. Poco antes, en agosto de
1823, apenas formado el gobierno republicano, se había aprobado el
establecimiento de las cátedras de derecho en el Seminario Tridentino y
Conciliar de Valladolid, la actual Morelia. En esas condiciones, el adolescente
Melchor se inscribe en el Seminario, el 18 de octubre de 1824, para seguir el
bachillerato en derecho. En marzo de 1829, durante el curso de sus estudios,
el Congreso del estado de Michoacán faculta al Presidente del Supremo
Tribunal de Justicia para conferir el grado de Bachiller en Derecho, conforme a
los estatutos de la Universidad de México. Para 1830, Ocampo ha terminado el
bachillerato, corno consta en un certificado de sus estudios sobresalientes,
expedido en agosto de ese año. A principios de 1831 enferma gravemente la
señora Tapia, trasladándose a la capital de la república, acompañada por el
joven Melchor. Desgraciadamente el mal empeora y, el 29 de marzo, muere la
recia e inteligente mujer de quien recibiera Ocampo amorosa ternura, cuidados
delicados, orientación ideológica, disciplina para el trabajo y firmeza de
carácter. Francisca Xaviera Tapia siguió protegiendo a Ocampo para el resto de
su vida, al heredarle la propiedad de todos sus bienes.
Agobiado por el dolor, Ocampo debe haber recordado con mucho cariño, y
repetitivamente, los acontecimientos de los años pasados en compañía de quien
fue realmente su madre, independientemente de que lo haya parido o adoptado.
Seguramente tuvo momentos de profunda desesperación, en los cuales sentía
ahogarse sin vislumbrar una salida. Pero, finalmente, debe haber acabado por
triunfar la serenidad en su ánimo. Entonces debe haberse propuesto seguir
fielmente el ejemplo mirífico de su madre, aunque está claro que en otras
condiciones, apoyado en convicciones más avanzadas y mejor fundamentadas,
disponiéndose a superarla, para honrarla de manera relevante. En esa tesitura,
Vida y obra de Melchor Ocampo 55

la primera tarea que se propuso Ocampo fue la de terminar sus estudios. Así, a
fines de julio de 1831 se inscribe en la Universidad de México, para completar
su aprendizaje del derecho. Al igual que antes, es un alumno aprovechado. En
octubre de 1833, al ser suprimida la Universidad, pasa como alumno del
Establecimiento de Jurisprudencia, creado por el gobierno liberal de Gómez
Farías, y, al finalizar ese año, comienza su práctica como abogado, después de
haber presentado el examen general previo al de recepción. Pero en 1834,
cuando estaba a punto de obtener el título universitario, sufre una crisis
decisiva que lo hace renunciar a la carrera. Por una parte, el Establecimiento de
Jurisprudencia fue suspendido, junto con los otros cinco erigidos el año
anterior, para hacer volver a la Universidad a la situación que tenía. Otra de las
causas que desencadenan esa crisis en Ocampo es la decepción que le produce
el ejercicio de la abogacía, por las tretas y vicios que conlleva. Al mismo
tiempo, también obran en Ocampo su gran vocación por las ciencias naturales,
su poderosa inclinación hacia la agricultura y otras inquietudes que entonces lo
apremian y lo apasionan. Como consecuencia, Ocampo se retira a Pateo y,
durante los seis años siguientes, se dedica intensivamente al estudio de varias
disciplinas científicas, a dirigir las faenas de su hacienda, a beneficiar a los
campesinos de la finca y de otras haciendas vecinas y, con regocijo, a vivir
plenamente.
La tranquilidad de esa época, única en su vida de adulto, solamente es
interrumpida por su alistamiento voluntario cuando Francia suscita la Guerra
de los Pasteles en 1838, que termina antes de que Ocampo empuñe las armas, y
por un viaje de estudio que hace a Puebla, Veracruz y algunas poblaciones de
Oaxaca, en 1839. En Pateo, una buena parte de su tiempo la pasa leyendo y
reflexionando. Atiende diariamente las labores del campo y se desempeña en
las actividades de la administración. Escucha con atención a los campesinos y
procura ayudarlos de manera eficaz, sin importarle las mermas que así infiere a
su patrimonio. Excursiona frecuentemente por los alrededores, observando con
curiosidad científica la naturaleza y reflectando una multitud de vegetales,
particularmente yerbas, con las cuales realiza experimentos para determinar sus
virtudes y otras propiedades. Las convulsiones políticas de esos años,
incluyendo la separación de Tejas y la guerra subsecuente, deben haber
afectado hondamente la conciencia de Ocampo, incitándolo a pensar con
agudeza en los problemas del país y a tratar de encontrar soluciones racionales
56 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

para algunos de ellos. En las noches despejadas era muy afecto a contemplar el
cielo, aprendiendo a distinguir las estrellas y las constelaciones en la serenidad
de su movimiento. Sin embargo ni aun entonces podía desentenderse de los
sucesos terrestres, de las muchas necesidades de sus compatriotas y de las
iniquidades y abusos a que se encontraban sometidos. También en esa época,
Melchor Ocampo se enamora. La persona a quien entrega su cariño es su nana,
Ana María Escobar, la cual le corresponde con un amor, una admiración y un
afecto entrañables que duran hasta que ella muere. Esos amores deben haberle
producido a Ocampo muchas alegrías y satisfacciones, aunque al principio no
dejaron de producirle turbaciones y hasta conflictos interiores, por lo desusado
que era el tener relaciones maritales con su ama. Sus preocupaciones se
intensificaron cuando nació la primera de sus hijas, Josefa, a mediados de
1836. Sin embargo, cinco años después, consiguió superar por completo sus
tribulaciones, particularmente cuando obtiene de manera explícita la
comprensión de su tutor, el licenciado Ignacio Alas, la cual era muy importante
para Ocampo. Ya en esas condiciones, en adelante pudo gozar tranquilamente
de sus amores con la mujer de su vida, de quien tuvo otras tres hijas: Petra,
Julia y Lucila, nacida esta última en 1850.
Durante su prolongada estancia en Pateo no dejó de hacer cortos viajes a la
Ciudad de México, en donde asistía a las diversiones que había y conversaba
asiduamente con sus antiguos compañeros y otros amigos, tanto sobre
cuestiones científicas que lo entusiasmaban como acerca de los problemas
políticos y económicos del país que lo preocupaban. En uno de esos viajes,
hecho a principios de 1840, sintiéndose agobiado por sus problemas
sentimentales y por la situación nada boyante en que se encontraba su
hacienda, debido principalmente a la compra de libros y las muchas dádivas
que hacía a los necesitados, decide marcharse a Europa. Por supuesto, el viaje
mismo debe haberlo apasionado desde tiempo atrás. Como todavía era
inmaduro y creyendo que de otra manera disgustaría a su tutor, inventa un
cuento truculento y se embarca en Veracruz el 6 de marzo de 1840. Llega a
París el 10 de mayo, prácticamente sin dinero, por lo que se pone a realizar
trabajos ocasionales para mantenerse precariamente; se sabe que varias veces
tuvo que contentarse solamente con frutas para comer. Desde un principio atrae
poderosamente su atención el Jardín de Plantas, en donde asiste a los cursos de
agricultura práctica y de industrias agrícolas, pensando desde entonces en las
maneras de adaptar algunos cultivos y de iniciar ciertos aprovechamientos
Vida y obra de Melchor Ocampo 57

técnicos de los productos vegetales y animales en México. Asiste regularmente


a las sesiones de la Academia de Ciencias y de otras sociedades científicas
cuando se tratan temas que le interesan. También va con frecuencia a los
espectáculos, especialmente a los teatros, las ceremonias civiles y religiosas y
las exposiciones de nuevos inventos. La cocina francesa lo conquista
definitivamente y, en la medida de sus posibilidades, se regala con ella.
Camina diariamente por las calles y callejuelas de París, todavía no provisto de
las grandes perspectivas que le dan los bulevares construidos años después por
Haussmann. En sus andanzas cotidianas se detiene en cada sitio que llama su
atención y revisa pacientemente las numerosas librerías, en las cuales siempre
encuentra obras que le interesan y que acaba por adquirir. Por último, su tutor
le procura el nombramiento de agregado a la Legación Mexicana en París,
cuyo sueldo le permite vivir con cierta holgura, lo mismo que viajar y, sobre
todo, comprar muchos más libros.
Un día, Ocampo visita en París a José María Luis Mora, exiliado a raíz de la
caída del gobierno de Gómez Farías, de quien fuera principal consejero. La
conversación con el gran liberal y coautor del primer intento de reforma en
México resulta bastante impresionante para Ocampo. Una diferencia de 20
años de edad, los estragos causados por la tuberculosis que padecía desde la
juventud, la pobreza en que vivía, el abandono en que lo tenían sus amigos y
correligionarios, el fracaso de sus planes editoriales, la creciente amargura que
lo iba dominando a medida que se enteraba de los sucesos de su amado país y
la perspectiva de no poder regresar nunca (cosa que se cumplió, ya que murió
desterrado en 1850) hacían que Mora se mostrara más inflexible que antes y
mucho más aferrado a las conclusiones de sus propias reflexiones. En cambio,
Ocampo, a sus 27 años, debe haber tenido un torbellino de ideas en la cabeza y
alentado grandes esperanzas de poder intervenir en la transformación social,
económica y cultural de México. El resultado de la conversación no produjo
simpatía. En una carta alusiva, Ocampo dice de Mora que es "sentencioso
como un Tácito, parcial como un reformista y presumido como un escolástico;
pero habla con una facilidad y elegancia extraordinarias, manifiesta sin
esfuerzo una gran literatura, y clasifica y metodiza sus ideas con una precisión
sorprendente. Me ha recibido muy bien, de lo que estoy muy contento; pero no
lo frecuenté, sin embargo, porque me parece un apóstol demasiado ardiente
para creerlo desinteresado en sus doctrinas, y un partidario tan exclusivo no ha
de hacer largas migas, sino con quien, en todas sus conversaciones, se sujete a
58 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

no tener opinión propia". A lo anterior, debemos agregar las diferencias de


pensamiento que los separaban, siendo el de Ocampo más avanzado y
teniendo, ya desde entonces, la convicción profunda de que la teoría es una
interpretación de la práctica para cambiarla y de que, por lo tanto, es en la
práctica en donde se realiza la teoría. No obstante, Ocampo estudió
acuciosamente las obras de Mora, especialmente México y sus Revoluciones,
que siempre estuvo en su biblioteca de Pateo. Al finalizar el año de 1840 viaja
a Roma, en donde visita bibliotecas y museos, asiste a ceremonias y admira los
monumentos. Después recorre una gran parte de Italia a pie, visita Suiza y, en
marzo de 1841, vuelve a París, en donde reanuda su vida de estudio, diversión
y ocio reflexivo.
En julio de 1841, Ocampo decide regresar, para lo cual cede su
nombramiento de agregado y se embarca para México. El 20 de septiembre
llega a Veracruz, ya como un hombre maduro. Pone en orden sus asuntos
financieros y vende la hacienda de Pateo, reservándose la fracción llamada
Rincón de Tafolla, a la que pone el nombre de Pomoca, anagrama de su
apellido, que evoca a Pomona, la deidad romana de las flores y los jardines.
Durante ocho meses se entrega a la vida familiar y campesina, reorganiza las
tareas de la finca, vuelve a las herborizaciones y prosigue sus lecturas. Ese
periodo de tranquilidad termina pronto, en junio de 1842, cuando comienza su
actividad política, al ser elegido diputado por Michoacán al Congreso
Constituyente convocado por Santa Ana. Participa entonces sensatamente en
las discusiones que se suscitan mientras el Congreso sesiona. Porque el 19 de
diciembre, Santa Anna obliga al presidente sustituto Nicolás Bravo a disolver
el Constituyente. Los diputados lanzan un Manifiesto a la Nación, antes de
disgregarse y regresar a sus hogares. No sabemos hasta qué punto haya podido
influir Ocampo para que se redactara ese Manifestó, pero lo cierto es que desde
entonces adquirió la costumbre invariable de dar cuenta pública de sus
actuaciones políticas cada vez que las daba por terminadas.
De vuelta a Pomoca se reintegra a sus estudios, rodeado del cariño de su
mujer y sus hijas, de la estimación de los vecinos y del afecto de sus gañanes y
otros trabajadores. El 4 de marzo de 1843 hace la observación precisa de la
trayectoria de un cometa. Sigue en correspondencia epistolar con sus amigos,
particularmente con aquellos que comparten sus inquietudes científicas y sus
preocupaciones políticas. Se decide a publicar varias de las cartas escritas en
París, por considerarlas de interés, cosa que hace en El Museo Mexicano. El 30
Vida y obra de Melchor Ocampo 59

de noviembre de 1843 ingresa como miembro a la Sociedad Filoiátrica, que se


había fundado en 1841, leyendo un trabajo sobre las cactáceas. Al año
siguiente publica sus Idiotismos hispano-mexicanos, iniciados desde París, que
lo acreditan como lexicógrafo eminente. Experimenta con una planta, la
trompetilla, Bouvardia jaquiniana, como remedio contra la rabia, logrando
curar con la aplicación de ella a dos campesinos mordidos por un coyote
rabioso. También empieza a publicar su Ensayo de una carpología aplicada a
la higiene y la terapéutica, que comprende la descripción minuciosa de 44
frutos útiles, y su Bibliografía mexicana, que consta de 30 obras escritas en
muy diversas lenguas indígenas, anotadas y estudiadas por Ocampo. En enero
de 1845 observa el paso de otro cometa, publicando sus observaciones. El 24
de mayo es nombrado director de la Escuela Nacional de Agricultura por Lucas
Alamán, en su carácter de Director General de la Industria Nacional. Sin
embargo, la institución proyectada no llegó a realizarse entonces. De esa
manera, Ocampo continúa actuando hasta después de mediar el año de 1846,
alternando sus actividades científicas con los ensayos de nuevos cultivos, la
administración de la finca y la vida en familia.
El 5 de septiembre de 1845, el presidente de la república Mariano Salas
designa a Melchor Ocampo gobernador interino de Michoacán. Poco después,
al verificarse las elecciones, pasa a ocupar el cargo de gobernador
constitucional, desde el 27 de noviembre. Un mes más tarde, el 24 de
diciembre, toman posesión de la presidencia y la vicepresidencia de la
república, también por elección, Antonio López de Santa Anna y Valentín
Gómez Farías, respectivamente. A los pocos días queda Gómez Farías
encargado de la presidencia. Para Ocampo comienzan a darse así las
condiciones para llevar a la práctica la Reforma. Desde luego, Gómez Farías
vuelve a tratar de gobernar con base en los principios y las experiencias de
1833. Sin embargo, la iniciación de la invasión norteamericana y la rebelión de
los "polkos" en la capital hacen que Santa Anna le retire el poder a Gómez
Farías en marzo de 1847. A pesar de todo, Melchor Ocampo, como otros
muchos de sus contemporáneos liberales, hace suyas las grandes experiencias
históricas de 1833 y procura basar en ellas los lineamientos de su gobierno. La
primera de esas experiencias era la de que en 1833 se conoció electivamente la
posibilidad de transformar las instituciones económicas, políticas y culturales
de la nación; la segunda había sido que entonces se comprobó indudablemente
que los principios pactar la paz. Pocos días después de firmarse el Tratado de
62 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

Guadalupe, por medio del cual la república mexicana perdió más de la mitad de
su territorio, Melchor Ocampo renuncia a la gubernatura de Michoacán, en
marzo de 1848. En las elecciones que se hacen en mayo, por parte de la
legislaturas estatales, para nombrar presidente de la república, Ocampo obtiene
algunos votos. Ese mismo año, al establecerse la Cámara de Senadores y
realizarse las elecciones, Ocampo es nombrado senador por Michoacán. En
marzo de 1850 es designado ministro de Hacienda por el presidente José
Joaquín de Herrera, puesto al que renuncia dos meses después, exponiendo
claramente los motivos que tuvo para hacerlo. En enero de 1851 vuelve a ser
candidato a la presidencia de la república.
El año de 1851 lo pasa Ocampo entre Pomoca y la Ciudad de México.
Implicado directamente en la política, debe haber reflexionado gravemente
acerca de la situación del país. Sin duda, entre sus reflexiones deben haber
estado comprendidos los principios del programa de gobierno de Valentín
Gómez Farías, expuesto claramente por Mora:

Libertad absoluta de opiniones y supresión de las leyes represivas de la


prensa. Abolición de los privilegios del clero y de la milicia. Supresión
de las instituciones monásticas y de todas las leyes que atribuyen al
clero el conocimiento de los negocios civiles. Reconocimiento,
clasificación y consolidación de la deuda pública, designación de
fondos para pagar, desde luego, su renta y de hipotecas para
amortizarla más adelante. Medidas para hacer cesar y reparar la
bancarrota de la propiedad territorial, para aumentar el número de
propietarios territoriales, fomentar la circulación de este ramo de la
riqueza pública y facilitar medios de subsistir y adelantar a las clases
indigentes, sin ofender en nada el derecho de los particulares. Mejora
del estado moral de las clases populares por la destrucción del
monopolio del clero en la educación pública, por la difusión de los
medios de aprender y la inculcación de los deberes sociales, por la
formación de museos, conservatorios de artes y bibliotecas públicas, y
por la creación de establecimientos de enseñanza para la literatura
clásica, de las ciencias y la moral. Abolición de la pena capital para
todos los delitos políticos y aquellos que no tuviesen el carácter de un
asesinato de hecho pensado. Garantía de la integridad del territorio
nacional.
Vida y obra de Melchor Ocampo 63

También debe haber reflexionado mucho Ocampo en los medios para llevar
a la práctica tales principios, fijando su atención en los actos ejecutados por ese
gobierno liberal en 1833: la secularización de los bienes de las misiones
existentes en California, la supresión de la Real y Pontificia Universidad de
México, la organización de la instrucción pública, la cancelación de la
coacción civil para el cobro de diezmos, la prohibición de sermones políticos,
la abolición de la compulsión civil para el cumplimiento de los votos
monásticos y la decisión de que la deuda pública se pagase mediante la
nacionalización de los bienes eclesiásticos.
Al comenzar ese año, se produjo en Maravatío un incidente que puso de
manifiesto, de una manera obvia, cómo el clero manejaba inflexiblemente el
cobro de las obvenciones parroquiales. Al fallecer su marido, una mujer
indigente acudió ante el cura para pedirle que accediera a enterrarlo por
caridad. El cura se negó terminantemente. Y, a los muchos ruegos y lágrimas
de la mujer, aquél acabó por decirle: "Pues si no tienes con qué enterrarlo,
sálalo y cómetelo, porque yo no les he de dar de comer de caridad a los
vicarios, al sacristán, ni al campanero". Cuando Ocampo se entera del
incidente, da a la mujer los 8 pesos que le exigía el cura para que el sepelio
pudiera realizarse. Pero se queda profundamente indignado y busca una
solución definitiva para tales casos. Se decide por ejercer una acción radical,
haciendo una representación ante la legislatura del estado, sobre la reforma de
los aranceles y las obvenciones parroquiales.
Poco después inclusive redacta un proyecto de ley al respecto, que hace
suyo el ayuntamiento de Maravatío. Dicha representación fue impugnada por
"un cura de Michoacán", quien estuvo asesorado por Clemente de Jesús
Munguía, más tarde obispo de esa diócesis. Ocampo responde en tres capítulos.
Luego se publica una segunda impugnación, que Ocampo también contesta. Y
hay todavía una tercera impugnación, que merece la respuesta de Ocampo en
dos partes. La polémica empieza el 8 de marzo y termina hasta el 15 de
noviembre. La lectura de esta discusión, que aparece íntegramente en sus
Obras completas, no resulta fácil en la actualidad, porque nos encontramos
fuera del contexto en que se desarrolló. No obstante, es sumamente interesante
hacerla, para quien quiera conocer a fondo la cuestión debatida. Entre las
impugnaciones y las respuestas de Ocampo, puede advertirse cómo éste
domina el terreno, por la solidez de sus conocimientos, la firmeza de sus
64 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

convicciones y el rigor de sus razonamientos. Lo más importante es que en el


contenido que da Ocampo a sus argumentaciones ya se encuentran expuestos, a
veces implícitamente y otras de un modo abierto, los fundamentos de la
Reforma que va a implantar unos cuantos años después. Igualmente se
encuentra, al empezar el último párrafo de la primera impugnación, la amenaza
de muerte que, desde entonces, el clero político lanzó expresamente en su
contra.
En junio de 1852, por elección, Melchor Ocampo vuelve a ser gobernador
del estado de Michoacán. Durante esta gestión pronuncia un discurso de gran
trascendencia en el Colegio de San Nicolás y, más tarde, lanza un Manifiesto a
los Pueblos de Michoacán, en el cual expone con gran nitidez su programa
político. En julio establece los estudios profesionales de agricultura y de
ingeniería civil. Luego, erige los estudios profesionales de escribanía pública,
reglamenta la enseñanza de la obstetricia y funda, a sus expensas, una
Academia de Música, en Morelia. El 16 de septiembre pronuncia un discurso
cívico importante. Ante la nueva insurrección de los santanistas, Ocampo
renuncia a la gubernatura en enero de 1853. Regresa a Pomoca, aunque será
por unos cuantos meses. En junio de ese mismo año es aprehendido en su finca
por órdenes de Santa Anna y es llevado a Tulancingo, en donde queda
confinado en casa de un amigo. En noviembre es enviado preso al castillo de
San Juan de Ulúa, en Veracruz. Y, en enero de 1854, parte al destierro, en
compañía de su hija mayor, Josefa. Va primero a Cuba y luego a Nueva
Orleans, en donde se encuentra con otros conspicuos liberales también
exiliados, siendo uno de ellos Benito Juárez. Muy pronto, Ocampo se radica en
Brownsville, en donde puede vivir con menos dinero y, además, se encuentra
en la frontera con México. El 1º de marzo es proclamado el Plan de Ayutla,
encabezando la revolución el general Juan Álvarez, viejo luchador insurgente.
En Brownsville se constituye entonces la Junta Revolucionaria Mexicana, con
Ocampo como presidente, Ponciano Arriaga como secretario y José María
Mata como tesorero. Dicha junta elabora el programa de la revolución, al
mismo tiempo que organiza y realiza acciones militares efectivas en
Tamaulipas y Nuevo León. En plena guerra revolucionaria, Santa Anna
consuma la venta a los Estados Unidos de otra parte del territorio nacional, por
medio del Tratado de la Mesilla, el 20 de julio de 1854. Mientras tanto, la revo-
lución va ganando terreno. Cuando los integrantes de la junta consideraron
asegurado el triunfo, la disolvieron. En efecto, el 12 de agosto de 1855
Vida y obra de Melchor Ocampo 65

renuncia Santa Anna, ante la arrolladora victoria de los revolucionarios.


Ocampo regresa a Veracruz el 14 de septiembre. Diez días después, Álvarez
convoca a la designación de los representantes de todos los estados de la
república, según lo dispuesto por el Plan de Ayutla, y los llama a reunirse en
Cuernavaca el 4 de octubre. La Junta nombra a Valentín Gómez Farías como
su presidente y a Ocampo como su vicepresidente. En seguida, elige como
Presidente de la República a Juan Álvarez, cuya candidatura es seguida en la
votación por la de Ocampo.
El presidente Álvarez encarga a Ocampo la formación del gabinete. No sin
tener que resolver algunas dificultades serias, el gabinete queda integrado por
Benito Juárez en Justicia, Guillermo Prieto en Hacienda, Ignacio Comonfort en
Guerra y Melchor Ocampo en Relaciones y Gobernación. El 17 de octubre es
lanzada la convocatoria para el Congreso Constituyente. Sin embargo, a pesar
de todo, las diferencias políticas en el seno del gabinete subsisten y el día 20
renuncia Ocampo como ministro, acompañando su retiro con una explicación
completa de su posición. El 23 de noviembre se promulga la primera de las
Leyes de Reforma, suprimiendo los fueros eclesiásticos y militares y
estableciendo la administración civil de la justicia de manera común para
todos los mexicanos. El 8 de diciembre renuncia Álvarez y designa a
Comonfort como presidente sustituto de la república. El 18 de febrero inicia
sus trabajos el Congreso Constituyente. Ocampo es diputado por Michoacán,
por el Distrito Federal y por el Estado de México, quedando como
representante por Michoacán, en razón de su nacimiento. Participa de manera
un tanto intermitente en las sesiones del Congreso, aunque lo preside durante el
mes de marzo y es miembro de algunas comisiones. También participa
activamente en la discusión y redacción de algunos de los artículos más
importantes. El 31 de marzo de 1856 se publica la Ley para intervenir los
bienes eclesiásticos de la diócesis de Puebla, con el propósito de indemnizar a
la república y a sus habitantes de los perjuicios y menoscabos sufridos durante
la guerra. El 5 de junio se suspende la Compañía de Jesús, cuyo regreso a
México y la devolución de sus bienes habían sido autorizados por Santa Anna,
en 1853. Finalmente, el 25 de junio se decreta la desamortización de las
fincas rústicas y urbanas que eran propiedad de corporaciones civiles y
religiosas, junto con la prohibición de que en adelante dichas corporaciones
pudieran adquirir o arrendar bienes raíces. El fundamento de esa disposición,
que pareció entonces desorbitada a los conservadores y poco radical a ciertos
66 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

liberales, se encontraba en la consideración de que "uno de los mayores


obstáculos para la prosperidad y el engrandecimiento de la nación era la falta
de movimiento o libre circulación de una gran parte de la propiedad raíz, base
fundamental de la riqueza pública", según decía su redactor, Miguel Lerdo de
Tejada.
El 5 de febrero de 1857 es aprobada la nueva Constitución Política de la
república mexicana. El propio Congreso anuncia su promulgación con un
manifiesto, en el que se dice:

La gran promesa de Ayutla está cumplida. Los Estados Unidos


Mexicanos vuelven al orden constitucional. El Congreso ha sancionado
la Constitución más demócrata que ha tenido la República [Marx, al
conocerla, fue más allá, saludándola como "la Constitución más
avanzada del mundo"]; ha proclamado los derechos del hombre, ha
trabajado por la libertad, ha sido fiel al espíritu de su época, a las
inspiraciones radiantes del cristianismo, a la revolución política y social
a que debe su origen, ha edificado sobre el dogma de la soberanía del
pueblo y no para arrebatárselo sino para dejar al pueblo en ejercicio de
su soberanía [. . .]. La igualdad será de hoy más la gran ley de la
República; no habrá más mérito que el de las virtudes; no manchará el
territorio nacional la esclavitud, oprobio de la historia humana; el domi-
cilio será sagrado; la propiedad inviolable; el trabajo y la industria
libres; la manifestación del pensamiento sin más trabas que el respeto a
la moral, a la paz pública y a la vida privada; el tránsito, el movimiento,
sin dificultades; el comercio, la agricultura, sin obstáculos; los negocios
del Estado examinados por los ciudadanos todos; no habrá leyes
retroactivas, ni monopolios, ni prisiones arbitrarias, ni jueces especiales,
ni confiscación de bienes, ni penas infamantes, ni se pagará por la
justicia, ni se violará la correspondencia [. . .] [y] será una verdad
práctica la inviolabilidad de la vida humana [. . .].

Después de triunfar en las elecciones constitucionales, Ignacio Comonfort y


Benito Juárez toman posesión como Presidente de la República y Presidente de
la Suprema Corte de Justicia, respectivamente, el 1º de diciembre de 1857.
Pocos días más tarde, el 17, Comonfort da un golpe de Estado, disolviendo el
Congreso. El 11 de enero se pronuncia Félix Zuloaga en Tacubaya. Juárez sale
de la Ciudad de México, investido como Presidente de la República por
Vida y obra de Melchor Ocampo 67

ministerio de la Constitución y llega a Guanajuato el 19 de enero de 1958.


Melchor Ocampo abandona Pomoca y se une al gobierno constitucional en
Guanajuato, siendo designado miembro del gabinete. El gobierno se traslada a
Guadalajara, en donde estuvieron a punto de perder la vida el presidente Juárez
y sus ministros. Embarcan luego en Manzanillo hacia Panamá, luego van a
Nueva Orleans y, finalmente, llegan a Veracruz, en donde se mantiene el
gobierno legítimo hasta el final de la Guerra de los Tres Años. Durante ese
lapso, Melchor Ocampo es el presidente del gabinete, ministro de Gobernación,
encargado del despacho de Relaciones Exteriores y también del despacho de
Guerra y Marina. Su relevancia en el gobierno es ostensible. También es el
único civil que ha ocupado el ministerio de Guerra a lo largo de toda nuestra
historia y, por lo demás, lo es precisamente en una época de guerra. Lo que
resulta más importante todavía es que en esos tres años se expidieron las Leyes
de Reforma. Igualmente es interesante señalar que todas ellas, salvo la ley
debida a Lerdo de Tejada, fueron redactadas por Ocampo. Antes de iniciar la
expedición de esas leyes, el gobierno lanza un Manifiesto a la Nación, el 7 de
julio de 1859, explicando sus fundamentos, su contenido y sus alcances. Como
se sabe, las Leyes de Reforma fueron incorporadas después a la Constitución
de 1857, durante la presidencia de Sebastián Lerdo de Tejada, y, desde 1917,
figuran en la Constitución que actualmente nos rige. No obstante, al autor de
estas líneas y a otros muchos mexicanos les consta que cien años después, en
1959, cuando el Círculo de Estudios Mexicanos preparó un documento para
conmemorar el centenario de la Reforma que, en buena parte, consistía en
transcribir el Manifiesto a la Nación de 1859, resultó que no fue posible
publicarlo en periódico alguno, ya que las direcciones de los diarios decidieron
que el documento era ofensivo para el clero político y constituía una incitación
al delito de disolución social. Por consiguiente, el pensamiento de Ocampo
sigue siendo considerado lomo subversivo más de un siglo después, aunque se
haya convertido en texto constitucional.
El 12 de julio de 1859 se promulga la Ley por la cual se separó a la Iglesia
del Estado y se nacionalizaron los bienes del clero. Conforme a ella:

Habrá perfecta independencia entre los negocios del Estado y los


negocios puramente eclesiásticos. El Gobierno se limitará a proteger
con su autoridad el culto público de la religión católica, así como el de
cualquier otra [. . .). Entran al dominio de la nación todos los bienes que
el clero regular y secular ha estado administrando con diversos títulos,
68 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

sea cual fuere la clase de predios, derechos y acciones en que consistan,


el nombre y aplicación que hayan tenido [. . .]. Se suprimen en toda la
República las órdenes de los religiosos regulares que existen, cualquiera
que sea la denominación o advocación con que se hayan erigido, así
como también todas las archicofradías, congregaciones o hermandades
anexas a las comunidades religiosas, a las catedrales, parroquias o
cualesquiera otras iglesias [. . .]. Queda prohibida la fundación o
erección de nuevos conventos de regulares, de archicofradías,
congregaciones o hermandades religiosas, sea cual fuere la forma o
denominación que quiera dárseles [, . .]. Igualmente queda prohibido el
uso de los hábitos o trajes de las órdenes suprimidas [. . ,). Los
eclesiásticos regulares de las órdenes suprimidas que [. . .] se
reunieren en cualquier lugar para aparentar que siguen la vida en
común, se les expulsará inmediatamente fuera de la República [. . .].
Los libros, impresos, manuscritos, antigüedades y demás objetos
pertenecientes a las comunidades religiosas suprimidas se aplicarán a
los museos, liceos, bibliotecas y otros establecimientos públicos [. . ,].

El 23 de julio de 1859 se expide la Ley del matrimonio civil, ya que, por la


independencia declarada de los negocios del Estado, respecto de los
eclesiásticos, había cesado la delegación que el propio Estado había hecho al
clero para que con sólo su intervención en el matrimonio éste surtiera todos sus
efectos civiles. Por lo tanto, reasumiendo todo el ejercicio del poder, el Estado
declara que:

El matrimonio es un contrato civil que se contrae lícita y válidamente


ante la autoridad civil. Para su validez bastará que los contrayentes,
previas las formalidades que establece esta ley, se presenten ante
aquélla y le expresen libremente la voluntad que tienen de unirse en
matrimonio [. . .]. Los que contraigan el matrimonio de la manera que
expresa el artículo anterior, gozan de todos los derechos y prerrogativas
que las leyes civiles conceden a los casados [. . .].

Por cierto que, la llamada "Epístola de Melchor Ocampo", que se leía al


quedar concluido el matrimonio civil, no es otra cosa que el texto del artículo
15 de la ley en cuestión. El 28 de julio del mismo año se expide la Ley que
Vida y obra de Melchor Ocampo 69

establece el registro civil del nacimiento, el matrimonio y el fallecimiento de


las personas, para perfeccionar la independencia en que deben permanecer
recíprocamente el Estado y la Iglesia. Así, "se establecen en toda la República
funcionarios que se llamarán jueces del estado civil y que tendrán a su cargo la
averiguación y modo de hacer constar el estado civil de todos los mexicanos y
extranjeros residentes en el territorio nacional, por cuanto concierne a su
nacimiento, adopción, arrogación, reconocimiento, matrimonio y
fallecimiento". El 31 de julio se decreta la Ley que determina:

[. . .] cesa en toda la República la intervención que en la economía de


los cementerios, camposantos, panteones y bóvedas o criptas mortuorias
ha tenido hasta hoy el clero así secular como regular. Todos los lugares
que sirven actualmente para dar sepultura, aun las bóvedas en las
iglesias catedrales y en los monasterios de señoras, quedan bajo la
inmediata inspección de la autoridad civil, sin el conocimiento de cuyos
funcionarios respectivos no se podrá hacer ninguna inhumación. Se
renueva la prohibición de enterrar cadáveres dentro de los templos.

El 6 de agosto, Melchor Ocampo envía una circular a los gobernadores de


los Estados para explicar las leyes del registro civil. En particular, insiste en la
necesidad de establecer cementerios civiles en toda la república, para cumplir
con las disposiciones de la Ley y para remediar

[. . .] la sórdida e insensible avaricia del clero, la repugnante y bárbara


frialdad con que algunos de sus miembros tratan a la pobre viuda o al
desvalido huérfano que le han hecho presente su imposibilidad material
de pagar derechos por el entierro [...], el increíble, pero cierto, cinismo
con que dicen cómetelo a quien necesitaría ayuda y consuelo [. . .] y
para desagraviar a la buena memoria de los eminentes liberales y
honrados ciudadanos Manuel Gómez Pedraza y Valentín Gómez Farías
[ambos fueron presidentes de la república], a cuyos cadáveres negó el
clero sepultura [. . .].

Por esos mismos días, al saberse la noticia de la muerte de Alejandro de


Humboldt, el gobierno mexicano expide un decreto, el 29 de junio, rindiéndole
70 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

el homenaje de declararlo benemérito de la patria y de encargar la hechura de


una estatua de mármol en Italia, para colocarla en el Seminario de Minas;
misma que actualmente se encuentra en el jardín de la Biblioteca Nacional. Un
mes después, el 3 de agosto de 1859, el gobierno de Juárez manda retirar la
Legación de México ante la Santa Sede. Ocampo, ministro de Relaciones
Exteriores, dice:

Habiendo dispuesto el artículo 3 de la Ley de 12 de julio pasado que


haya perfecta independencia entre los negocios del Estado y los que
sean puramente eclesiásticos, al mismo tiempo que impuso al Gobierno
la obligación de limitarse a proteger con su autoridad el ejercicio del
culto público de la religión católica como el de cualquier otra, y
proponiéndose [. . .] no intervenir de modo alguno en los negocios
espirituales de la Iglesia [. . .] y como, además, son muy pocas y
demasiado lánguidas las relaciones diplomáticas y comerciales que
ligan a la República con el Santo Padre, como soberano temporal de los
Estados Pontificios [. . .] ha tenido a bien disponer que se retire la
Legación que México ha tenido acreditada en Roma.

Quince meses después, el 4 de diciembre de 1860, se promulga la Ley sobre


libertad de cultos, que establece:

Las leyes protegen el ejercicio del culto católico y de los demás que se
establezcan en el país, como la expresión y efecto de la libertad
religiosa [. . .]. En el orden civil no hay obligación, penas ni coacción
de ninguna especie con respecto a los asuntos, faltas y delitos
simplemente religiosos [. . .]. Quedan abrogados los recursos de fuerza.
Si alguna iglesia o sus directores ejecutaren un acto peculiar de la
potestad pública, el autor o autores de este atentado sufrirán
respectivamente las penas que las leyes imponen a los que
separadamente o en cuerpo lo cometieren [. . .]. Cesa el derecho de asilo
en los templos [. . .]. El juramento y sus retracciones no son de la
incumbencia de las leyes [. . .]. Cesa, por consiguiente, la obligación
legal de jurar la observancia de la Constitución, el buen desempeño de
los cargos públicos y de diversas profesiones antes de entrar al ejercicio
de ellas [. . .]. Ningún acto solemne religioso podrá verificarse fuera de
Vida y obra de Melchor Ocampo 71

los templos, sin permiso escrito concedido en cada caso por la


autoridad política [. . .]. Se prohíbe instituir heredero o legatario al
director espiritual del testador [. . .]. Se prohíbe igualmente nombrar
cuestores para pedir o recoger limosna con destino a objetos religiosos,
sin la aprobación expresa del gobernador respectivo [. . .]. Cesa el
privilegio llamado de competencia, en cuya virtud podían los clérigos
retener con perjuicio de sus acreedores una parte de sus bienes [. . .].
Las cláusulas testamentarias que dispongan el pago de diezmos,
obvenciones o legados piadosos de cualquier clase y denominación, se
ejecutarán solamente en lo que no perjudiquen la cuota hereditaria
forzosa con arreglo a las leyes, y en ningún caso podrá hacerse el pago
con bienes raíces [. . .]. Los gobernadores de los Estados cuidarán de
que, en ningún lugar, falte decorosa sepultura a los cadáveres,
cualquiera que sea la decisión de los sacerdotes o sus respectivas
iglesias [. . .]. Aunque todos los funcionarios públicos en su calidad de
hombres gozarán de una libertad religiosa tan amplia como todos los
habitantes del país, no podrán con carácter oficial asistir a los actos de
un culto o de obsequio a sus sacerdotes [. . .]. La tropa formada está
incluida en la prohibición que antecede [. . .].

El triunfo de Jesús González Ortega, en Calpulalpan, hizo posible el traslado


del gobierno de Juárez a la capital de la república, a donde llega el 11 de enero
de 1861, tras de haber radicado por tres años en Veracruz. Melchor Ocampo se
adelanta para dictar varias disposiciones. Una de ellas es la de ordenar la
intervención de los diezmatorios en todos los estados, ya que, "habiendo sido el
clero el principal promovedor, sostenedor e instigador de la rebelión de
Tacubaya y de la desastrosa guerra que de ella ha seguido; habiendo tal guerra
ocasionado a naturales y extraños multitud de gravísimos perjuicios, siendo
responsables, conforme a nuestras leyes, con sus personas y bienes, los autores
de las revueltas, el clero pagará con sus bienes los perjuicios ocasionados al
país por la última guerra". Otra disposición es la Orden por la cual "siendo el
Colegio de Niñas, denominado de San Ignacio [o de las Vizcaínas] de esta
capital, un establecimiento de educación no eclesiástico, sino meramente
secular, cuyo patronato residía antiguamente en el rey y hoy en la nación, se
declara que los bienes que le pertenecen no están comprendidos en la ley que
nacionalizó los bienes eclesiásticos y que su administración debe quedar en la
72 Reflexiones históricas v filosóficas sobre México

misma forma y con los mismos cargos que hasta aquí". De esa manera se hizo
justicia al primer centro laico de enseñanza establecido en México desde 1767.
Al radicarse el gobierno en la capital, Juárez reorganizó el gabinete, quedando
Ocampo como ministro de Relaciones Exteriores, el 13 de enero. Pero, tres
días después, Ocampo renuncia al ministerio y, a pesar de que le ofrecen otros
puestos, decide no aceptarlos y volver a Pomoca.
Mientras tanto, se siguen expidiendo leyes y decretos. El 23 de enero se
vuelve a decretar la supresión de la Universidad de México. El 2 de febrero se
publica la Ley de Imprenta, estableciendo que: "Es inviolable la libertad de
escribir y publicar escritos en cualquier materia. Ninguna ley ni autoridad
puede establecer previa censura, ni exigir fianza a los autores o impresores, ni
coartar la libertad de imprenta, que no tienen más limites que el respeto a la
vida privada, a la moral y a la paz pública". Ese mismo día se decreta la
secularización de los hospitales y establecimientos de beneficencia que
administraban las autoridades o corporaciones eclesiásticas, para quedar a
cargo del gobierno. El 13 de febrero se clausuran los 22 conventos de
religiosos que existían en la Ciudad de México, quedando solamente 9 para
monjas; los cuales serían extinguidos dos años después, el 26 de febrero de
1863. El 15 de marzo se publica la ley que implanta el sistema métrico decimal
en la república, a la vez que se fijan las normas para la acuñación de monedas.
El 15 de abril se promulga la Ley sobre la Instrucción Pública, redactada por
Ignacio Ramírez, disponiendo que la enseñanza primaria federal sea gratuita y
erigiendo una escuela de sordomudos, una Escuela de Estudios Preparatorios y
las Escuelas Especiales de Jurisprudencia, de Medicina y Farmacia, de Minas,
de Artes e Industrias, de Agricultura, de Bellas Artes y de Comercio, lo
mismo que el Conservatorio de Música, Baile y Declamación.
Como dijimos antes, al renunciar al gabinete, Melchor Ocampo regresa a su
finca de Pomoca, dedicándose a la administración de la misma, al propio
tiempo que reanuda sus estudios científicos y sigue atentamente los
acontecimientos políticos del país. Así se entera del restablecimiento de
relaciones diplomáticas con Inglaterra. También le llega la noticia de la muerte
de Manuel Gutiérrez Zamora, el 16 de marzo, y de Miguel Lerdo de Tejada, el
22 del mismo mes. Igualmente, es informado de la expatriación del Nuncio
Papal y de los embajadores de España y de Guatemala, lo mismo que de la
expulsión de los obispos De la Garza, Munguía, Barajas y Espinosa. Mientras
tanto, Ocampo es postulado para Presidente de la Suprema Corte de Justicia,
Vida y obra de Melchor Ocampo 73

para Presidente de la República y para diputado por Michoacán. A fines de


abril es invitado por Juárez para hacerse cargo de la legación de México en
Londres, nombramiento que Ocampo acepta, quedando en espera de que se
cumplieran los trámites protocolarios de rigor. Sin embargo, el país no estaba
pacificado por completo, sino que medraban algunas partidas, unas de
sublevados y otras de bandoleros descarados, que se entendían y se ayudaban
unas a otras. Ya en dos ocasiones anteriores, en 1853 y en 1857, se había
pretendido asesinar a Ocampo. Con respecto a la segunda vez, en una carta a
José María Mata, dice: "Un aviso de Elizondo sobre que volvían para
aprehenderme me hizo salir de aquí el miércoles; llegué ayer tarde de vuelta.
Yo también pienso, como usted, que mi permanencia en estas inmediaciones
me expone más fácilmente a la persecución eclesiástica". Y así fue. El jueves
30 de mayo de 1861, encontrándose ausentes sus hijas solteras Petra, Julia y
Lucila, por haber ido a Maravatío a la fiesta del Corpus, se presenta en Pomoca
uno de los jefes de los bandoleros, Lindoro Cajiga, acompañado de un grupo de
hombres armados, para aprehender a Ocampo, por orden del faccioso Leonardo
Márquez.
En calidad de preso, Melchor Ocampo es llevado ese mismo jueves a
Maravatío, al día siguiente a Toxhic, el sábado 1º a Huapango, en donde lo
reciben Félix Zuloaga y Leonardo Márquez; de allí siguen a Villa del Carbón,
en donde duermen el día 2 y, finalmente, el lunes 3 en la mañana arriban a
Tepeji del Río. Ocampo es confinado bajo vigilancia armada, en un mesón que
se encuentra en la misma calle donde se alojan Zuloaga, Márquez y otros
generales. En ese lugar, Ocampo escribe su testamento, en el que dice:
"Próximo a ser fusilado, según se me acaba de notificar, declaro que reconozco
por mis hijas naturales a Josefa, Petra, Julia y Lucila, y que en consecuencia las
nombro mis herederas de mis pocos bienes. Adopto como mi hija a Clara
Campos, para que herede el quinto de mis bienes [ella la madre de su hijo
póstumo, Melchor Ocampo Manzo] [. . .]. Me despido de todos mis buenos
amigos y de todos los que me han favorecido en poco o en mucho, y muero
creyendo que he hecho por el servicio de mi país cuanto he creído en
consecuencia que era bueno". A las dos de la tarde es sacado de su prisión para
llevarlo al sitio en que será ejecutado. Pasa frente a la casa en que se
encuentran sus verdugos. Al llegar a la hacienda de Tlaltengo hace un añadido
a su testamento: "[. . .] el testamento de Doña Ana María Escobar [la madre de
sus hijas] está en un cuaderno en inglés, entre la mampara y la ventana de mi
recámara [. . .]. Lego mis libros al Colegio de San Nicolás, de Morelia [. . .]".
74 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

Unos minutos después el patricio Melchor Ocampo es fusilado por órdenes de


Márquez y Zuloaga. Siguiendo esas mismas órdenes, el cadáver fue colgado de
un árbol de pirul, permaneciendo así expuesto hasta el anochecer. A la mañana
siguiente, el cuerpo fue conducido a Cuautitlán.
El cuerpo de Ocampo es rescatado de inmediato y conducido a la Ciudad de
México, en donde el gobierno le rinde grandes honores en su sepelio, dispone
que se guarde luto nacional durante nueve días y declara "fuera de la ley y
garantía de sus personas y propiedades a los execrables asesinos". En
Morelia, el Congreso declara a Melchor Ocampo Benemérito del estado y
dispone que la entidad se llame en adelante Michoacán de Ocampo. Por su
parte, el Primitivo y Nacional Colegio de San Nicolás de Hidalgo lo honra
públicamente y lo designa su Benefactor. Es obvio que el asesinato de Ocampo
fue cometido en momentos muy difíciles para la república. Además, en ese
mismo mes son asesinados también Santos Degollado, el día 16, y Leandro
Valle, el día 23. Es muy claro que la decisión del gobierno de hacer de la
transformación del país una obra que ya no se pudiera desbaratar, chocaba con
la oposición violenta de los intereses afectados y mantenía a toda la nación en
viva agitación. Al mismo tiempo, el gobierno pierde algunos de sus mejores
hombres. No obstante, Juárez y sus colaboradores continúan la obra
emprendida, para implantar una estructura jurídica, política, económica, social
y cultural consecuente con el movimiento liberal de la Reforma, siguiendo el
camino señalado e instrumentado por Ocampo. Entre tanto; algunas potencias
capitalistas europeas consideran la posibilidad de intervenir en los asuntos de
México, para aplastar el movimiento revolucionario y, so pretexto de imponer
la paz, apoderarse de nuestros recursos y dominar el país. Ante la precaria
situación financiera del gobierno, el Congreso decreta el 17 de julio de 1861 la
suspensión del pago de las deudas extranjeras durante dos años. Este hecho
sirvió de motivo aparente para que Inglaterra, Francia y España, el 31 de
octubre de ese año, se concertaran para llevar al cabo una intervención armada
en México. Inmediatamente enviaron fuerzas a Veracruz y ocuparon el puerto
el mes de diciembre siguiente. Como es sabido, luego de que se trabaron
conversaciones pacíficas y de que se firmó el convenio de La Soledad, el 19 de
febrero de 1862, los ingleses y los españoles se retiraron de la aventura
imperialista, en tanto que Napoleón III concentraba tropas en un número
considerable y ordenaba la invasión de México. De todos son conocidos los
acontecimientos que se produjeron con la invasión francesa, la resistencia que
Vida y obra de Melchor Ocampo 75

encontró en el ejército republicano y en la persistente lucha de los guerrilleros,


la imposición de la timocracia imperial con su corte de notables, la fortaleza de
acero con que el presidente Juárez supo mantener la causa de nuestra patria
republicana, independiente y revolucionaria, apoyado por una fuerza popular
incontenible, hasta culminar con la aprehensión, la condenación a muerte y el
fusilamiento de Maximiliano, el 19 de junio de 1867, para mostrar al mundo el
destino que el pueblo mexicano reserva a quienes atropellan su soberanía
nacional.
En esos acontecimientos inmediatos se puede advertir la presencia de
Ocampo, con la vigencia de las leyes y en las instituciones creadas por
mandato de las mismas, con el ejemplo de su actividad política vertical y
tajante, que pudieron quebrar pero nunca doblar, y con el funcionamiento de
los establecimientos educativos creados, restablecidos y promovidos con el
cuidado esmerado de quien siempre mostró tener el más devoto amor por la
ciencia y la cultura. Tampoco cabe duda de que en los sucesos posteriores de
nuestra historia sigue viva, de muchas maneras, la presencia de Ocampo, el
principal teórico del movimiento popular y nacional de la Reforma y, a la vez,
el más destacado cerebro ejecutor de su puesta en práctica. A los rasgos de su
carácter que ya quedaron apuntados antes, podemos agregar los "defectos" de
procurar la prontitud en las resoluciones, de ser obstinado en las conclusiones a
que llegaba rigurosamente, de repudiar las intrigas, de rechazar las
componendas políticas y de mantener una independencia completa en lo que se
refiere a sus convicciones. Consideraba que la verdad es la realidad bien
conocida por la experiencia y que ésta no se adquiere por la simple
acumulación a través del tiempo, sino por la reflexión sobre los hechos. En fin,
tuvo una virtud inquebrantable: la honestidad. Jamás tomó un palmo de tierra
ni un solo centavo de las grandes propiedades y las muchas riquezas
nacionalizadas. Y con esa misma honestidad procedió siempre en sus
programas políticos, en las disposiciones legales que redactó y en sus
comunicaciones científicas.

En las condiciones expuestas, resulta de lo más encomiable la decisión


tomada por Manuel López Gallo al publicar la segunda edición de las Obras
completas de Melchor Ocampo, casi ochenta años después de la primera,
debida al meritorio esfuerzo de Ángel Pola. De esa manera, serán muchos los
mexicanos que podrán leer ahora directamente a Ocampo, rescatándolo de los
76 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

archivos y las bibliotecas viejas en que se encuentra, lo mismo que del papel de
prócer del pasado que le asignan en las historias oficiales y del sitio maldito en
que lo colocan las interpretaciones reaccionarias insidiosas. Por mi parte,
espero haber contribuido a ponerlos en el ambiente histórico donde se
desarrolló en teoría y se llevó a la práctica la Reforma en México.
CIENCIA POSITIVA,
POLÍTICA "CIENTÍFICA"

CUERPO DOCTRINARIO DEL POSITIVISMO FRANCÉS

Cuando se afirma simplemente que la filosofía positiva es la expresión


ideológica, clasista, de la burguesía, se establece un juicio unilateral que,
tomado aisladamente, puede conducir a errores graves. Porque la burguesía, al
igual que las otras clases sociales que le han antecedido en el dominio de la
sociedad, sufre una transformación notable cuando logra hacerse del poder
político. Si antes desempeñaba un papel, sobre todo, revolucionario, ahora se
coloca en el extremo opuesto, pugnando con decisión por conservar su
dominio. En el terreno filosófico, la expresión revolucionaria de la burguesía
tiene su culminación en la dialéctica de Hegel. En cambio, el positivismo viene
a ser el exponente de la iniciación del régimen capitalista implantado por la
burguesía. Como tal, mantiene todavía, esa confianza ilimitada en la razón que
distingue a la filosofía moderna en su combate contra la teología, pero, al
mismo tiempo, comprende ya una justificación del orden burgués, cuya
conservación tiene por indispensable. Para no traspasar los límites de este
ensayo, sólo apuntamos que el desarrollo del capitalismo ha traído como conse-
cuencia que sus expresiones filosóficas acaben por perder también ese carácter
racional, dando por resultado las distintas corrientes irracionalistas que existen
en la actualidad. En cuanto a la filosofía positiva, es necesario completar la
afirmación diciendo que es la expresión ideológica de la burguesía en la
primera fase del capitalismo.
La concepción hegeliana del mundo en movimiento incesante de
transformaciones, comprende el cambio de la sociedad y considera al nuevo
régimen como producto de la superación del viejo y caduco. En esta
concepción se expresa claramente el carácter revolucionario

77
78 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

de la burguesía y se justifica su aspiración por implantar su régimen. En


cambio, la filosofía positiva niega por completo toda superación ulterior; es
más, renuncia de manera expresa al mero intento de indagar su posibilidad. La
concepción positivista del mundo se limita al relato de los hechos observados,
excluyendo toda explicación sobre ello. Su regla fundamental es:

[. . .] que toda proposición que no puede reducirse estrictamente al mero


enunciado de un hecho particular, no puede ofrecer ningún sentido real
e inteligible. Los principios mismos [. . .] no son ya más que verdaderos
hechos, solo que más generales y más abstractos que aquellos cuyo
vínculo deben formar [. . .] [y] cualquiera que sea el modo, racional o
experimental, de llegar a su descubrimiento, su eficacia científica
resulta exclusivamente de su conformidad, directa o indirecta, con los
fenómenos observados [. . .] [ya que] no podemos verdaderamente
conocer sino las diversas conexiones naturales aptas para su
cumplimiento, sin penetrar nunca el misterio de su producción.1

Por lo demás, en este mundo positivo resulta imposible el cambio más


insignificante: la naturaleza y la sociedad funcionan conforme al dogma
general de la invariabilidad absoluta de sus leyes; porque ésta es la visión más
apropiada para la conservación del régimen existente. Al propio término
positivo se le asignan varias acepciones convenientes. En primer lugar, "la
palabra positivo designa lo real, por oposición a lo quimérico", y por lo tanto,
representa la destrucción de las "importunas ilusiones" que mantienen los
proletarios acerca de que en el ejercicio del poder o en el cambio de las
instituciones políticas radica la satisfacción de, sus intereses, "puesto que la
naturaleza de nuestra civilización impide evidentemente a los proletarios
esperar; e incluso desear, ninguna participación importante en el poder político
propiamente dicho".2 En un segundo sentido, el término "indica el contraste de
lo útil y lo inútil"; el positivismo es útil porque garantiza el conformismo y la
sumisión de los proletarios, ya que les hace "darse cuenta de que la dicha real
es compatible con cualesquiera condiciones, siempre que sean cumplidas
honorablemente, y racionalmente aceptadas".3 Según una tercera significación,
1
Augusto Comte, Discurso sobre el espíritu positivo, Revista de Occidente, Madrid, 1934, pp. 26-27.
2
Ibíd.. pp. 79, 176 y 179.
Ciencia positiva, política "científica" 79

califica "la oposición entre la certeza y la indecisión"; en este sentido, el


positivismo aspira a crear un cuerpo de sabios al servicio del régimen
constituido que, como depositarios del conocimiento científico, deben ser
creídos de manera ciega por el resto de la población, aun cuando sus teorías no
sean comprendidas.4 En una cuarta acepción, "consiste en oponer lo preciso a
lo vago"; formula, entonces, exactamente sus anhelos de sustituir "con un
inmenso movimiento mental una estéril agitación política" y de tender "a
consolidar todos los poderes actuales en manos de sus poseedores, cualesquiera
que sean".5 En una quinta aplicación, "se emplea la palabra positivo como lo
contrario de negativo"; así, la metafísica negativa que sirvió para la
emancipación mental de los hombres con respecto a la teología tiene que
desecharse, porque "sólo la filosofía positiva podrá, de nuevo [sustituyendo a la
Iglesia], apoderarse radicalmente de ellos" y, ante todo, de los proletarios.6 Por
último, el carácter esencial del nuevo espíritu filosófico que se indica en la
palabra positivo "consiste en su tendencia necesaria a sustituir en todo lo
relativo a lo absoluto"; en consecuencia, "los filósofos positivos se sentirán
siempre casi tan interesados como los poderes actuales en el doble
mantenimiento continuo del orden interior y de la paz exterior", en una palabra,
el positivismo aspira a ocupar por completo el lugar de la Iglesia: guardando el
orden, desviando a los hombres de sus problemas, haciéndoles ignorar la
política y trasladando la lucha a otros planos, en los cuales no peligre la
hegemonía del régimen constituido.7

PROPÓSITOS DEL POSITIVISMO EN MÉXICO

La reforma planteada por Gabino Barreda fue acogida con favor por los
liberales, ya que, en las condiciones del ejercicio del poder político y
económico, el positivismo resultaba un instrumento inestimable para el
mantenimiento del orden. Fundamentalmente el partido liberal encontró en la
implantación del positivismo la manera de sustituir a la Iglesia -que, hasta
entonces, había sido un enemigo declarado de la burguesía , conservando, a la

3
Ibid,, pp. 79 y 171.
4
Ibid., pp. 79, 134 y 135.
5
Ibid., pp. 80, 150 y 152
6
Ibid., pp. 80 y 165.
1
Ibid,, pp. 83, 111, 122 y 186.
80 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

la vez, todas las ventajas que la propia Iglesia presentaba como factor
importantísimo para el dominio del pueblo: porque establecía la imposibilidad
de que la mayoría de la población pensara, siquiera, en tener alguna
participación en el gobierno; preconizaba el conformismo y la resignación con
la posición en que cada quien se encontraba; exigía la fe ciega en las llamadas
verdades demostrables de la ciencia, que solamente una minoría privilegiada
podía comprender, pero que todos deberían acatar; consideraba al gobierno
constituido como el mejor de los regímenes posibles y lo tenía por intocable;
aspiraba a apoderarse radicalmente de la conciencia de todos los hombres para
dirigirlos, y, por último, deformando los intereses reales de la población,
trasladaba todas las contiendas a aquellos planos en donde se anulaba cualquier
peligro para el régimen establecido.
Con estos propósitos, se introdujo en México la reforma de la enseñanza, de
acuerdo con la Ley Orgánica de Instrucción Pública del 2 de diciembre de
1867, cuya redacción había sido dirigida por Barreda. La fundación de la
Escuela Nacional Preparatoria vino a separar la enseñanza secundaria de la
instrucción profesional. Así, en los cursos preparatorios se abarcó de manera
integral el conjunto de las ciencias positivas, conforme a un plan de estudios
único para todos los alumnos dispuesto en orden a la generalidad decreciente y
complicación creciente de las disciplinas. Se proscribieron todas aquellas
materias que pudieran suscitar polémicas religiosas, introduciendo en su lugar
el estudio de las ciencias naturales basadas en el método experimental.
Además, la reforma positiva también hizo realidad lo que había sido un
proyecto acariciado largamente por Valentín Gómez Farias, José María Luis
Mora e Ignacio Ramírez: implantar la enseñanza primaria obligatoria y
gratuita. En este sentido, la enseñanza recibió un impulso considerable y, al
mismo tiempo, en México se estableció, por primera vez, el cultivo de la
ciencia moderna. Tomaron cuerpo los anhelos que se venían expresando desde
la segunda mitad del siglo XVIII, dándose un golpe de muerte a las estériles
especulaciones teológicas.
Ahora bien, es conveniente aclarar aquí una confusión que se ha propalado
desde la aparición de los trabajos de Leopoldo Zea. De ellos se desprende que
la revolución liberal fue plasmada en México por un grupo de hombres situado
al margen de la sociedad, porque sus miembros no pertenecían a ninguna clase
social. Entonces, cuando se consumó la revolución, y el grupo se afirmó en el
poder, tuvo que preocuparse por descender de su privilegiada situación
Ciencia positiva, política "científica" 81

suprasocial, para buscar una clase social encargada de mantener el orden, Y así
fue como, ya que no podía confiar en el clero ni en el militarismo, vino a fijar
su atención, por simple exclusión, en la burguesía mexicana. Pero antes de
otorgarle tal misión pensó en la necesidad de dar a los miembros de esta clase
una educación especial, para que adquirieran conciencia del destino que se les
confiaba y asumieran con plenitud esa responsabilidad.8 Tal explicación es del
todo inaceptable. En la realidad de los hechos, el partido liberal representaba,
sobre todo, los intereses de la burguesía mexicana y, si bien incluyó en su
programa algunas de las aspiraciones de los campesinos, fue ésta una condición
que tuvo que cumplir por fuerza para contar con su apoyo y poder obtener el
triunfo político. Por eso, en el momento mismo en que se logra la victoria, los
representantes de la burguesía se esfuerzan por hacerla permanente y,
abandonando las demandas campesinas, buscan más que nada el ensanche de
su poderío económico, la destrucción de sus enemigos y la convicción de la
mayoría de la población en su favor. Para esto, rompen las trabas que impedían
el desarrollo del comercio, la agricultura y la industria; se apoderan de las
riquezas acumuladas por el clero y las hacen producir - con lo cual aumentan
de modo fabuloso sus recursos y debilitan enormemente a su enemigo—, y
establecen la enseñanza positivista, a fin de lograr el consenso de la opinión
general. Por lo tanto, no se implanta el positivismo como un medio para crear
conciencia de clase en la burguesía mexicana, suponiendo que ésta no la
tuviera, sino que, al contrario, su establecimiento es una prueba de que esa
conciencia ya se había desarrollado y de que entonces se pretendía crear en las
otras clases una conciencia favorable a los propósitos que la burguesía
mexicana puso en ejecución. Se trataba de imponer la obediencia ciega a los
dictados de la ciencia, cuyo usufructo se confiaba, en monopolio, a una minoría
privilegiada, al servicio del régimen político; y, para ello, se intentaba extender
la instrucción a todas las clases sociales.

APLICACIÓN DEL POSITIVISMO

Al adoptar el positivismo se introdujeron ciertas modificaciones al


pensamiento de Comte. En lugar de tomar el amor como principio, se
consideró a la libertad como el medio adecuado para ejercer la acción. El lema:
8 Leopoldo Zea, El positivismo en México, El Colegio de México,1943 pp. 46,66,67 y 85.
82 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

amor, orden y progreso fue sustituido por otro: libertad, orden y progreso. Sin
embargo, la libertad no debía estimarse

[. . .] como un bien intrínseco y eterno, como un elemento indispensable


al bienestar y al progreso en todos los tiempos y en todos los lugares, lo
mismo en Suiza que en Patagonia; no debía considerarse como un fin
sino como un medio y sólo debía concederse a las comunidades en la
medida conveniente, con objeto de que pudieran aprovecharlo en
actividades fecundas para la satisfacción de necesidades legítimas, para
estimular las ciencias y las artes, en una palabra, para crear el bien
social.9

Como puede verse, se postulaba a la libertad solamente para enlazar el


programa del partido liberal con la realidad del régimen ya formado. Y, por eso
mismo, cuando ya no fue necesario hacer patente ese enlace, la libertad acabó
por desaparecer del pensamiento positivo, salvo en aquellos casos en los cuales
se destacaba su carácter destructivo. El lema mismo se redujo pronto a sólo dos
términos: orden y progreso.
Acerca del orden existente, los positivistas no pretendían que se le
reconociera como perfecto; pero sí lo presentaban, dentro de las condiciones
reales del país, como el mejor entre todos los posibles. No negaban que el
gobierno era una dictadura; pero pedían que se la respetara profundamente, por
estimar que había llegado a dominar la anarquía anterior. Además,
consideraban que el régimen se diferenciaba de manera radical de las
dictaduras precedentes, por su franco carácter constructivo, ya que:

[. . .] había acabado con el bandolerismo que infestaba y asolaba los


campos [. . .] había logrado atraer, inspirándole confianza, al capital
extranjero [, , ,] había reorganizado algunas ramas de la administración
[. . .] había realizado una aspiración que muchas veces se había
expuesto en fórmulas sonoras: la libertad de comercio interior [. . .] y,
por último, que había logrado lo que ningún gobierno desde la

9 Valentín Gama, “El positivismo en México”, U.G.B. Revista de Cultura Moderna, Órgano de la
Universidad Gabino Barreda, Núm. 2, noviembre de 1935, México, pp.64-93
Ciencia positiva, política "científica” 83

independencia: restablecer el equilibrio entre los ingresos y los


egresos.10

Este orden mexicano era también la base para la emancipación científica,


religiosa y política de toda la humanidad, porque en él había encarnado el
espíritu positivo del orbe entero. De esta manera, al igual que la ciencia
positiva había arrebatado el rayo de manos de la religión, asimismo, el
régimen, que trataba de justificarse con el positivismo, arrancaba el orden del
poder de la Iglesia y lo utilizaba como base de su propio poder.
En cuanto al progreso, se afirmaba que solamente podría lograrse dentro del
orden establecido. Se le tenía por una lenta evolución gradual, de la cual se
excluía, de modo necesario, hasta la posibilidad de la revolución. Lo principal
era convencer a todos de que los innegables progresos alcanzados por unos
cuantos representaban un progreso colectivo para la nación. El que dichos
beneficios no abarcaran, por de pronto, a todos, era lo de menos; ya se lograría
esto en el futuro, con tal de que se siguiera manteniendo el orden. Por lo de-
más, el progreso mismo acabó por no importar tanto, puesto que cada quien
tenía que encontrarse conforme y dichoso con su situación, sacrificando el
presente en aras de un porvenir inaccesible. Y, para asegurar esta conformidad,
se tuvo el instrumento poderoso de la educación, la cual, reglamentando la
conciencia, llevó la convicción de que la política era una actividad ajena y
peligrosa para la mayoría. El progreso se redujo, entonces, al campo de las
obras públicas y al acrecentamiento de las riquezas poseídas por los burgueses,
mexicanos y extranjeros. En el terreno del pensamiento, el progreso consistió
en la adquisición de los conocimientos elaborados en otros países. Para la
inmensa mayoría de la población, el progreso se convirtió, simplemente, en la
justificación del orden existente, sin que obtuviera provecho alguno de los
beneficios que se producían.

EVOLUCIÓN DE LA CIENCIA POSITIVA

Los positivistas consideraban que su enseñanza tendría que producir, por


necesidad, frutos maduros dentro del dominio de la ciencia, como el mejor
resultado del progreso ordenado.

10 Ibíd.
84 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

Las maravillas realizadas ya por la ciencia son promesa y garantía de


maravillas futuras, que mejorarán cada vez más la condición humana; el
estudio paciente de los fenómenos y la constante investigación de sus
leyes serán en lo porvenir, como lo han sido en el pasado, los únicos
medios de realizar tales maravillas, He aquí, pues, a la actividad
humana continuamente estimulada y convenientemente dirigida por el
influjo de estas dos grandes verdades, que infunden la paciencia,
aconsejan la conformidad, alientan la esperanza, despiertan la atención,
dan pasto a la actividad y, de este modo, las mejores prendas del alma
humana se perfeccionan y cultivan.11

Es decir, que el adiestramiento científico era puesto al alcance de muchos


mexicanos, por lo menos en teoría, para inculcarles las virtudes en que se
sustentaba el orden: la paciencia, la conformidad y la confiada esperanza.
Además, se estimaba que las ciencias dominan prácticamente todas las
actividades humanas y forman, en rigor, una ciencia única.

Si la unidad de las ciencias se destaca cuando se las considera desde un


punto de vista teórico, resalta más aún, adquiriendo mayor bulto y
relieve, si las juzgamos en sus aplicaciones prácticas. Todas
contribuyen, en efecto, a aumentar la suma de los bienes de que disfruta
el género humano, todas procuran mejorar nuestra condición; en la
solidaridad de la vida colectiva, lo más trivial, como lo más importante,
supone el concurso de casi todas las ciencias, así teóricas como
prácticas. l2

De esta manera, se consideraba que la adquisición de conocimientos


científicos permitía el dominio de las actividades humanas en todos los
sentidos y, a la vez, que esa adquisición era el único medio de lograr ese
dominio. Se allanaba, así, el camino para la actuación "científica" dentro de la
política. Pero, antes de examinar esta consecuencia de la ciencia positiva,
vamos a ocuparnos de los resultados obtenidos en el plano estrictamente
científico.

11 Porfirio Parra, "La ciencia en México" México. Su evolución social, J. Ballescá, México, 1900-1902,T.I, Vol.
2,pp. 417-466.,
12 Porfirio Parra, "La responsabilidad según la psiquiatría", Memoria del Primer Concurso Científico Mexicano,
Tipografía de la Secretaría de Fomento, México, 1897, Vol. I.
Ciencia positiva, política "científica" 85

Cuando se trataba de probar el progreso producido por el positivismo


mexicano en el seno de la ciencia, sus partidarios aducían, ante todo, el
cuantioso volumen de las obras científicas escritas en su época y el número de
sociedades científicas que entonces se formaron, junto con los tomos de sus
memorias y de sus revistas. Sin embargo, si revisamos con cuidado estos
documentos, nos encontramos, sobre todo, con dos clases de trabajos. En unos,
tenemos descripciones más o menos detalladas, más o menos extensas y con
diversos grados de exactitud, de las distintas observaciones y anotaciones
hechas acerca de los animales, los vegetales y los minerales que se encuentran
en el país, de los fenómenos meteorológicos y climatológicos de la república,
del relieve geográfico de la misma y de la constitución geológica de las
diversas clases de suelos. Por otro lado, se trata de libros de texto, en los cuales
se ponen al alcance de los estudiantes los conocimientos europeos, y, esto,
únicamente en algunas disciplinas. Es claro que los trabajos de recopilación de
datos son indispensables para la investigación, pero apenas representan la etapa
preparatoria en la cual se acumulan los materiales para realizar después el
trabajo propiamente científico. Con el positivismo nunca se llegó a la fase de
elaboración, y en este sentido la ciencia mexicana se mantuvo en un atraso
notable, de un siglo por lo menos, con respecto a la europea. En cambio, en los
libros de texto encontramos algunos desarrollos originales —aun cuando sobre
cuestiones de detalle—, y cuyo propósito principal es el de hacer una
presentación de las materias tratadas más accesible para los estudiantes. Dentro
de esta consideración quedan comprendidas las explicaciones sobre los
fundamentos del cálculo infinitesimal intentadas por Francisco Díaz
Covarrubias, Manuel Gargollo y Manuel Ramírez.
Tomando los escritos lógicos de los positivistas, podremos advertir la
evolución experimentada por la ciencia mexicana como reflejo de los
acontecimientos económicos y políticos. Al comienzo, mientras los propósitos
del régimen parecen coincidir con los principios de la ideología positivista, se
considera a la lógica como el instrumento indispensable para la investigación
de la ciencia y se la estima, a la vez, como resultado de la observación
experimental y de la reflexión racional sobre los procedimientos seguidos en la
labor investigadora. Se realizan, incluso, algunas investigaciones originales
sobre metodología, ateniéndose con rigor a la observación y a la reflexión; pero
a medida que el régimen adquiere perfiles propios, cuando en las tierras
secularizadas —ahora en manos de abogados, funcionarios y generales— se
aplicaron los anteriores métodos de explotación del campesino, cuando el clero
86 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

empezó a recuperar parte de sus bienes y de su influencia política y cuando el


capital extranjero se vino a infiltrar en los renglones más importantes de la
economía mexicana, entonces, las especulaciones lógicas se orientaron hacia el
libro de texto, con la consiguiente exposición de pensamientos por entero
ajenos. Por último, la lógica acabó por convertirse, en manos de los
positivistas, en una disciplina normativa. Ya no se trataba de explicar y de
profundizar los procedimientos empleados en la ciencia sino de establecer
reglas acerca de cómo deberían ser éstos, a sabiendas de que seguían un curso
bien distinto.
En el Examen del cálculo infinitesimal bajo el punto de vista lógico, de
Gabino Barreda, tenemos un ejemplo de las investigaciones realizadas al
comienzo. Su objetivo principal es el de enmendar el error cometido por
Comte, al querer apreciar el valor lógico del método de Leibniz guiándose por
las reglas del silogismo, cuando su explicación se encuentra en las leyes de la
inducción, según las propias conclusiones de Barreda. Si las cuestiones sobre
lo infinito se pretenden colocar en el terreno de lo objetivo y lo concreto, resul-
tan inaccesibles y carecen de prueba directa. Pero cuando se establecen
relaciones entre proposiciones concretas y finitas y se generaliza hasta lo
inaccesible aquello que se ha mostrado cierto en lo accesible, afirmando para lo
abstracto y lo infinito el cumplimiento de las mismas relaciones comprobadas
en los casos finitos y concretos, entonces, en los desarrollos matemáticos se
hace un uso legítimo de la inferencia inductiva. Toda la certeza de la
matemática descansa en el reconocimiento de que sus conclusiones teóricas
tienen un carácter hipotético, es decir, que mientras más se acerquen las
condiciones reales de la práctica a los supuestos hipotéticos de la teoría, tanto
más se aproximarán los resultados prácticos a las previsiones teóricas. Si se
quita a los teoremas matemáticos ese carácter hipotético y se considera que
ellos representan verdades absolutas aplicables con exactitud y sin restricciones
a la práctica, entonces, dichos teoremas dejan de ser prototipos de la verdad y
de la exactitud, para convertirse en una curiosa colección de errores y delirios
de la imaginación. Así, la matemática no es una ciencia excepcional; en el
fondo, sus ramas son otras tantas ciencias naturales, cuyo verdadero y último
fundamento es la observación, cuyos axiomas no son sino inducciones
obtenidas de los hechos más obvios y que se presentan con mayor frecuencia.
Únicamente quienes se imaginan que la mejor manera de conocer es la de
cerrar los ojos e inventar, en vez de observar, son los que pretenden,
consecuentemente, desechar la inducción, o disimularla en las apariencias,
Ciencia positiva, política "científica" 87

cuando su uso es inevitable para el verdadero trabajo científico.13 Tales son los
resultados que Barreda obtiene a través de su examen crítico del cálculo
infinitesimal.
Diez años después, las Nociones de ciencias y las Nociones de lógica, de
Luis E. Ruiz, son simples obras de texto. Veinte años más tarde, en la Lógica
de Porfirio Parra, se puede advertir cómo lo que empezó siendo expresión de la
objetividad material de la ciencia ha terminado por convertirse, de cierto modo,
en la manifestación de la subjetividad de una norma ideal. Ahora se considera
que,
[. . .] la lógica formula reglas que establecen no cómo el espíritu es, sino
cómo debe ser, no lo que en él hay, sino lo que debe haber: no las
funciones que efectivamente desempeña, sino las que debe desempeñar
[. ..] sentados de una vez por todas y fundados, independientemente de
sus aplicaciones, los primeros principios y los fundamentales
postulados de la lógica, todo el sistema se organiza y se equilibra come
por encanto, y las reglas brotan vigorosas y bien arraigadas [., .] [todo el
tratamiento se funda] en este grande e incontrovertible principio: que la
verdad plena, completa y fundada, no se encuentra exclusivamente en el
espíritu, ni exclusivamente en el mundo exterior [. . .] [sino que] es la
perfecta congruencia y la exacta y total correspondencia entre las con-
cepciones del espíritu y los fenómenos de la naturaleza [. . .] Este
concepto de lo verdadero que, en rigor, remonta a Santo Tomás de
Aquino, es altamente científico y está irrefutablemente fundado, y en él
se informa el tratado [de Parra] [. . . ].14

En estas condiciones, podemos afirmar que el positivismo mexicano sufrió


una verdadera desviación, desde el materialismo mecani-cista hasta el realismo
escolástico.

LA POLÍTICA "CIENTÍFICA"

Las bases idealistas, sobre las cuales se había iniciado la transformación del
régimen liberal en un orden nuevo, no llevaron al éxito deseado. La enseñanza

13 Gabino Barreda, Examen del cálculo infinitesimal desde el punto de vista lógico, Ediciones de la Revista
Positiva, México, 1908.
14 Manuel Flores, Dictamen sobre el nuevo sistema de lógica inductiva y deductiva del Dr. Porfírio Parra,
Librería de la Vda. de Ch. Bouret, 3a.ed., México-París. 1921.pp. 701-711.
88 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

positivista no se pudo extender a todos los habitantes del país ni menos rendir
frutos tempranos. Su eficacia se vio retardada y quedó confinada a núcleos
reducidos. Entretanto, la implantación del orden se hacía inaplazable, no se
podía esperar el transcurso de una generación ni se podía confiar en los
resultados más o menos dudosos de su educación. Los enemigos derrotados,
pero no vencidos, empezaban a cobran nueva fuerza. En el seno mismo del
régimen las discordias entre las diversas facciones lo debilitaban y lo dividían,
provocando todavía algunas sublevaciones. No obstante, el grupo de
terratenientes enriquecidos con las haciendas del clero y con las propiedades
urbanas de los conventos fue adquiriendo la hegemonía política, hasta lograr la
dirección indiscutible del régimen. Y para consolidar esta posición, el grupo
recurrió precisamente a los elementos del antiguo régimen. En un militar —el
general Díaz — concentraron su representación y a él, como miembro más
destacado del grupo, le confiaron la administración de los negocios públicos.
Utilizaron a la Iglesia como instrumento eficaz —y bien probado— para el
mantenimiento del orden; no sin hacerle grandes concesiones, que le
permitieron recuperar parcialmente su poder. Es cierto que el positivismo
había aspirado a sustituir a la Iglesia en estos menesteres, pero la burguesía
reaccionaria no podía confiar tan sólo en buenos deseos y prefirió la realidad
tangible de la institución secular.
Más adelante, cuando madura la primera generación burguesa educada por
el positivismo y obtiene participación en el poder político se encuentra con un
orden dictatorial bien establecido, a cuyo sustento colabora la organización
eclesiástica. Las aspiraciones de esta generación quedan confinadas dentro de
tal orden que, por lo demás, conviene a sus intereses y los representa. Su
actividad se endereza hacia esta vertiente, la del progreso; siempre dentro de
los marcos del orden existente y sin pretender rebasarlo. El partido "científico"
se hace cargo de las finanzas del Estado, logra el equilibrio entre los ingresos y
los egresos y se lanza a una política bien meditada y cautelosa, con propósitos
de largo alcance —todos ellos por realizar después de la muerte del dictador y
con la certeza de poder heredarlo pacíficamente. Siguiendo sus reflexiones
"científicas", consideran que la industria, el trabajo y la educación son los
factores más eficaces para hacer que el orden forzado, impuesto
mecánicamente por Díaz, evolucione hasta llegar a ser un orden orgánico y
perenne. En todo caso, el desarrollo económico que propician los "científicos"
Ciencia positiva, política "científica" 89

—y cuyos beneficios redundan en su provecho particular— queda planteado


sobre bases falsas. Los "científicos" ignoran de modo deliberado, y por
completo, las críticas condiciones de vida de los campesinos en las
explotaciones agrícolas y de los obreros de las industrias incipientes y reprimen
con crueldad todas las manifestaciones de protesta. Consideran al socialismo
como una utopía condenada para siempre por la ciencia, y lo tienen por algo
incompatible con el progreso del orden mexicano. Refiriéndose a los
acontecimientos de otros países, dicen: "[. . .] ¿cómo, si en estos instantes, cien
millones de hombres que han hecho del odio una religión, acechan en las
tinieblas de las minas, a la luz pálida de los talleres, a lo largo de las vías
férreas, el momento de destruir todas las laboriosas conquistas de la ciencia,
destruyendo la riqueza con las armas que la ciencia les ha proporcionado,
podéis hablar de progreso? [. , .]".15 Y, sin embargo, con todas las ínfulas de su
saber, los "científicos" no pudieron prever los acontecimientos que pronto iban
a subvertir de manera radical su orden y a barrer su progreso, cuando los
campesinos se lanzaron de nuevo a la revolución, reclamando la tierra con las
armas en la mano.

LOS RESULTADOS POSITIVOS

Los principios del positivismo terminaron por desaparecer. El amor ni


siquiera fue postulado en México; en su lugar se colocó ala libertad, pero con
una existencia tan precaria que acabó por ser borrada del ideario positivista.
Los representantes de la escuela comtiana no fueron capaces de implantar el
orden que preconizaban, por lo cual se tuvo que volver a confiar éste al
cuidado de la Iglesia. En cuanto al progreso, solamente fue sostenido como
bandera política por los "científicos"; pero siempre con la oposición declarada
de aquellos pequeño-burgueses aferrados al idealismo positivo. Las
aportaciones científicas de la época positivista, en lo fundamental, son
acumulaciones de datos y no se pueden considerar como productos exclusivos
de la reforma educativa, sino que es necesario tener en cuenta a otros factores
concurrentes. En estas condiciones, llegamos a la conclusión de que los
resultados positivos tuvieron un escaso Valor para el desarrollo posterior de
México. No obstante, tenemos que reconocer la eficacia de su función en un

15 Justo Sierra, "Discurso de clausura", Memoria del Primer Concurso Científico Mexicano, op. cit., Vol, III.
90 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

punto importante: el positivismo sirvió al régimen porfirista de ideología para


acorazar y atrincherar las conquistas burguesas logradas a través y como conse-
cuencia del movimiento liberal. Y su influencia todavía la podemos advertir en
la extraordinaria coincidencia que presenta la "representación exacta del
mundo real" de que hablaba Comte,16 y la redacción del artículo tercero de la
Constitución durante la vigencia de la llamada "educación socialista", que se
refería a la necesidad de "[. . .] crear en la juventud un concepto racional y
exacto del universo [...]". No cabe duda de que el positivismo llegó a alcanzar
el rango de texto constitucional, solo que muy tardíamente, en forma transitoria
y cuando ya no era sino una sombra del pasado.

16 Comte, op. cit, p. 48.


CINCUENTA AÑOS DE LÓGICA Y PSICOLOGÍA EN MÉXICO

Durante los primeros cincuenta años del presente siglo la vida en México ha
sufrido cambios notables, cuyas manifestaciones se pueden observar en los
distintos dominios de la actividad económica, social, política y cultural. La
riqueza y la multiplicidad de los acontecimientos que constituyen esta
transformación social se acusan también, en forma correspondiente y necesaria,
dentro del campo de la cultura y la ciencia. De tal manera que, al trazar
brevemente los rasgos más salientes que ha tenido el desenvolvimiento de la
teoría que permite interpretar el proceso científico, estaremos siguiendo al
propio tiempo las fases más importantes del desarrollo general que México ha
experimentado. Porque, en último término, el carácter que la investigación
científica asume en cada época y en cada país es un resultado de las
condiciones económicas, sociales y políticas existentes y, a la vez, sus
aportaciones producen una influencia definida en esas condiciones, actuando
sobre su desarrollo.
Al comenzar el siglo XX nos encontramos con los frutos maduros que el
positivismo mexicano había llegado a formar. El volumen de las obras escritas
es cuantioso. En ellas tenemos, por una parte, descripciones de los animales,
vegetales y minerales que se encuentran en el país y anotaciones acerca de los
fenómenos metereológicos y climatológicos, del relieve geográfico y de la
constitución geológica le la república. Por otro lado, se trata de libros de texto
que ponen al alcance de los estudiantes los conocimientos elaborados por mano
ajena; en los cuales se insertan, algunas veces, desarrollos originales sobre
cuestiones de detalle, cuyo propósito principal es el de presentar en forma más
accesible la materia tratada. En todo caso, son trabajos de recopilación de datos
que, si bien son indispensables para la investigación, apenas representan la

91
92 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

etapa acumulativa, preparatoria, de la elaboración científica. Por lo tanto,


podemos afirmar que, con el positivismo, no se llegó a esa fase de elaboración
y que, en este sentido, la ciencia mexicana se mantuvo en un atraso notable con
respecto a la europea.
En cuanto a los escritos lógicos de los positivistas, en ellos podemos
advertir la evolución experimentada por la ciencia mexicana en su conjunto,
como reflejo de las condiciones que se habían creado. Cuando se introdujo la
reforma de la enseñanza, la lógica era considerada el instrumento indispensable
para la investigación de la ciencia y era estimada como un resultado de la
observación experimental y de la reflexión racional sobre los procedimientos
seguidos en la labor investigadora. Entonces se realizaron, incluso, algunas
investigaciones originales sobre metodología, fundadas rigurosamente en la
observación y en la reflexión, como es el caso del ensayo de Barreda sobre el
cálculo infinitesimal. Pero en cambio, al paso que el régimen porfirista fue
tomando su fisonomía propia, las especulaciones lógicas involucionaron hacia
el libro de texto; y, por último, la lógica acabó por ser, en manos de los
positivistas, una disciplina normativa. Se abandonó el interés por explicar y
profundizar los procedimientos empleados en la ciencia, para concentrarla
atención en el establecimiento de reglas acerca de cómo deberían ser éstos, sin
cuidarse para nada de su eficacia. Así, con la obra de Porfirio Parra, Nuevo
sistema de lógica inductiva y deductiva, lo que empezó siendo expresión de la
objetividad material de la ciencia terminó por convertirse, en cierto modo, en
manifestación de la subjetividad de una norma ideal.
Aun cuando Parra afirma reiteradamente que su obra se funda en la "feliz
tentativa" hecha por Stuart Mill, para reconstruir la lógica sobre los escombros
de la estructura aristotélica, lo cierto es que se informa, en buena parte, en las
especulaciones escolásticas. En rigor, el intento de Mill consistió en formular
una teoría inductiva general, que comprendiera a las disciplinas científicas en
su conjunto y que conformara a la deducción misma como parte integrante de
la inducción, o sea, como la fase inferior y más simple del método inductivo.
Parra, en cambio, invierte por completo la relación: si Mill se empeñó en
construir una lógica deductiva e inductiva, el filósofo mexicano trató de
elaborar la lógica inductiva y deductiva. En su texto, la jerarquía de las
operaciones lógicas culmina con la deducción; en tanto que la inducción es
simplemente su etapa preparatoria. Por lo demás, Parra se refiere con toda
claridad a la posición en que se coloca con respecto al problema del
Cincuenta años de lógica y psicología en México 93

conocimiento. La solución "propuesta por primera vez [. . .] por Berkeley"


dice, "y de una novedad tan extraordinaria que ha pasado varias veces por
gentil extravagancia, consiste en no ver en el contraste entre lo objetivo y lo
subjetivo más que una oposición fenomenal, y no substancial [. . .] se llama la
doctrina idealista [. . .] [y es la que] adoptamos [. . .]". Ya en estas condiciones,
no es de extrañar que, a pesar de afirmar que los silogismos no son formas
universales de pensar, acabe por hacer su tratamiento en forma extensa y
detallada.
Sin embargo, poco después de la obra de Parra, en el año de 1909,
encontramos en las Nociones de lógica de Samuel García la expresión del
desarrollo que el positivismo había alcanzado en la provincia, y muy
concretamente en Jalapa, Veracruz. En tanto que en la capital de la república la
especulación positivista había involucionado hacia el idealismo de principios
del siglo XVIII; en los estados, por el contrario, se había desenvuelto en el
sentido del materialismo científico contemporáneo. Así, Samuel García expresa
la posición en que se coloca con respecto al problema del conocimiento: "El ser
humano se encuentra, desde el principio de su desarrollo, colocado en un me-
dio que obra sobre él y a cuyas numerosas acciones responde con reacciones
constantes [. . .]. La conciencia, el sentido íntimo o el ser espiritual [. . .] ha
venido a agregarse al resultado de los cambios entre el organismo y el medio,
para formar parte de este conjunto como un epifenómeno capaz de modificar
un tanto la dirección de los cambios, pero incapaz de anularlos con su
presencia". Después dice: "El conocimiento se refiere al orden de la naturaleza,
de la que el hombre forma parte integrante. Es cierto que en la necesidad impe-
riosa que ha tenido el ser humano de explicarse los fenómenos naturales, antes
de poseer datos positivos suficientes para dar cima a este propósito, ha
remontado el vuelo en alas de su fantasía, más allá de las nebulosas menos
perceptibles y ha pretendido, y aún presumido, encontrar allí el postulado
fundamental de todo conocimiento, la esencia de todos los fenómenos, el
término supremo en el que todo se resume y tras del cual no queda ya nada".
Pero, concluye Samuel García, "también es cierto que cuando el hombre ha
necesitado conocer a fondo los hechos de la naturaleza y las relaciones que los
ligan, para modificar a unos y otras en provecho propio, ha tenido que
descender del empíreo y estudiar las leyes que rigen a la materia en
movimiento, y las que gobiernan a las acciones y reacciones que, entre ella y la
conciencia humana, constantemente se están verificando".
94 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

Por otra parte, Samuel García se atiene en su exposición sistemática a los


postulados experimentales formulados por Claude Bernard, considerando a los
principios de la deducción simplemente como derivados y secundarios. Y, de
modo consecuente, coloca a la inducción como la operación lógica más
elevada.
Con la Revolución no solamente se interrumpe la actividad científica, ya
que se concentran todos los esfuerzos en la lucha armada, sino que, cuando se
vuelve a iniciar, sigue cauces enteramente nuevos para México. Desde sus
primeras manifestaciones, cuando el país se ha pacificado, se advierte con toda
claridad que en el dominio de la ciencia se ha operado también una revolución.
La antigua aspiración de que México dispusiera de una información al día, con
respecto al desarrollo universal de la ciencia, se ha transformado en el anhelo,
indudablemente superior, de que los hombres de ciencia mexicanos participen
activamente en la elaboración misma de la ciencia. La confianza que los
campesinos y los trabajadores ponen en sus propias obras, para construir un
México independiente y mejor, se comunica a los investigadores científicos.
Pronto se producen los primeros frutos. El último cuarto de siglo se distingue,
justamente, por la multiplicación creciente de los resultados obtenidos por los
investigadores mexicanos en varias disciplinas científicas, que han venido a
enriquecer el patrimonio del conocimiento para toda la humanidad. Y, como
consecuencia necesaria, aunque siempre posterior, la teoría de la ciencia
ha recibido también un impulso para su desarrollo.
Cerca de 30 años después de la obra de Samuel García, en 1938, se publica
la Lógica de la ciencia, escrita por Francisco Larroyo y Miguel Ángel
Cevallos. Como se indica en el título mismo, los autores consideran que la
ciencia "se encuentra estrechamente vinculada a la investigación particular [. .
.] [y que] penetra el trabajo productivo de las ciencias particulares, con el
designio de señalar a través de qué formas objetivas del pensar han obtenido
sus múltiples verdades [. . .] [así] no pretende inventar las formas del logos, [ya
que] su tarea se limita a describirlas en el marco de la ciencia". Y agregan,
"como el logos se manifiesta en y por la ciencia, la estructura de la lógica no
puede tener tampoco un carácter estático. Al devenir de los principios y leyes
de la ciencia corresponde un devenir del logos". No obstante, estos propósitos
enunciados tan claramente, con respecto al tratamiento lógico de la ciencia, no
se cumplen con toda exactitud en el desarrollo del texto. Con el supuesto de la
adopción de la filosofía idealista crítica, Larroyo y Cevallos terminan por
Cincuenta años de lógica y psicología en México 95

considerar a la lógica como "una ciencia del origen del logos, es decir, una
teoría de las formas del pensar que hacen posibles los principios siempre
nuevos de la ciencia". De este modo, y haciendo a un lado el fundamento
experimental de la ciencia, afirman que "la validez de cada nuevo
conocimiento [. . .] se valúa ante todo por su ausencia de contradicción, es
decir, según una ley lógica fundamental". Ya en el desarrollo sistemático de las
distintas partes de la lógica, Larroyo y Cevallos siguen una trayectoria
oscilante: en ocasiones introducen funciones completamente acordes con los
procedimientos de la ciencia contemporánea; pero, en otros casos, pretenden
mantener como válidas algunas concepciones caducas, y, entre unas y otras, se
advierten soluciones de continuidad, de manera que el conjunto es un tanto
desorganizado e inconexo. Por último, llegan a introducir operaciones que no
tienen nada de lógicas, como el llamado "método fenomenológico" que, por lo
demás, ninguna ciencia utiliza. Con todo, la obra de Larroyo y Cevallos
constituye un intento de interpretación lógica de la ciencia contemporánea que
supera, con mucho, a la mayor parte de los textos escritos por autores de habla
española. Por lo cual podemos decir que, por la amplia difusión alcanzada por
ella, ha ejercido una influencia positiva entre la juventud para la comprensión
de la ciencia.
En 1949, José Montes de Oca y Silva publica un estudio acerca del Método
dialéctico, destinado a formar parte de una obra mayor, "Prolegómenos a la
filosofía de la historia", que tiene en preparación. En este ensayo hace un
examen crítico del desarrollo histórico del materialismo y del
desenvolvimiento de la dialéctica en la historia de la filosofía, para llegar,
finalmente, a caracterizar al materialismo dialéctico. "Aceptamos el
materialismo dialéctico", dice, "en cuanto es simplemente un método
historiográfico [. . .] [pero] no únicamente como un método de investigación,
sino también como un método de sistematización y de síntesis". E insiste aún
más, "el materialismo histórico, más que un sistema habrá que considerarse
como un método, como una guía que nos oriente en el laberinto de los hechos
históricos, como un camino por emplear en la indagación de la historia.
Finalmente, Montes de Oca se preocupa por destruir el mal entendido de que el
materialismo histórico sea un economismo de la historia. Precisa que si bien el
proceso de producción y de reproducción de la vida material de la sociedad es,
en última instancia, el momento determinante de la historia, en cambio, la
afirmación de que el momento económico sea el único determinante es una
96 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

frase carente de sentido, abstraccionista y absurda.


Por nuestra parte, en 1950 publicamos la obra La ciencia de la lógica. Los
propósitos que nos animan en ella son los siguientes: contribuir a poner de
manifiesto el funcionamiento de las leyes del pensamiento en su operación
dialéctica y de descubrimiento y a destacar las conexiones existentes entre
estas mismas leyes, ya que consideramos que los problemas lógicos
fundamentales son aquellos que surgen en la tarea de la indagación de nuevos
resultados, en el progreso de lo desconocido a lo conocido. Partiendo de la
concepción general de que existe una identidad esencial entre las leyes del
pensamiento y las leyes de la naturaleza y de la sociedad, intentamos aportar
pruebas suficientes para verificar el carácter fundamental de este principio; y,
en este sentido, procuramos realizar una tarea científica, al exhibir la
conversión de un postulado indispensable en fundamento comprobado. No
tratamos de presentar un desarrollo lógico más o menos consistente en sí
mismo, y plausible, que resultara aplicable desde el exterior a la investigación
científica; por lo contrario, nos esforzamos por poner de manifiesto cómo las
funciones y las leyes lógicas que desarrollamos se desprenden de las propias
operaciones investigadoras y de sus resultados. Finalmente, intentamos mostrar
cómo las conexiones y acciones recíprocas entre las leyes y las operaciones
lógicas son el correlato y la reflexión de las acciones mutuas y conexiones que
se manifiestan objetivamente en el dominio científico, y que, en último
término, corresponden necesariamente a las interconexiones y a las influencias
recíprocas que existen en los procesos de la naturaleza y la sociedad, y que
éstos imponen a las ciencias en general y a la lógica en particular.
Con respecto a la psicología, tenemos que afirmar que nuestro país no ha
sido campo propicio para su cultivo. Hasta ahora no han surgido investigadores
mexicanos que hayan hecho aportaciones a la psicología. Su aprendizaje se
realiza, por lo tanto, a través de la cátedra. Desde fines del siglo pasado, la
asignatura ha formado parte de los planes de estudio de las escuelas
preparatorias y normales. A partir de 1937, por iniciativa de Ezequiel A.
Chávez, Francisco Larroyo y Miguel Ángel Cevallos, se establecieron en la
Facultad de Filosofía y Letras los cursos que permiten la obtención del grado
de Maestro en Psicología y, después, el de Doctor en Filosofía especializado en
Psicología. Además, tanto en la Escuela Normal Superior como en la Escuela
Normal de Especialización se imparten materias psicológicas.
Cincuenta años de lógica y psicología en México 97

Se han hecho algunos intentos por establecer servicios de orientación


profesional; pero, en todo caso y por desgracia, han resultado efímeros. Sin
embargo, podemos abrigar esperanzas de que en un futuro próximo se
establezcan centros universitarios para la investigación psicológica general y
laboratorios industriales y escolares para la experimentación en sus ramas de
aplicación.
Por lo que hemos expuesto, puede apreciarse la importancia que tienen las
investigaciones sobre filosofía de la ciencia. Tanto para el desarrollo de la
ciencia como para el desenvolvimiento de la filosofía, es indispensable que se
realice constantemente el análisis riguroso y sistemático de la estructura que
adoptan todas y cada una de las ciencias naturales y sociales, así como de las
modificaciones que se introducen en dicha estructura a medida que avanza el
conocimiento científico. Igualmente, es necesario que se efectúe el examen
estricto de los fundamentos en que se apoyan las investigaciones emprendidas
dentro de cada disciplina científica, para someterlos a crítica. Además, es
preciso trabajar continuamente sobre los procedimientos utilizados en las
diversas ciencias, para llegar a formular los métodos generales y las
modalidades particulares a que deben someterse en las distintas clases de
problemas que el conocimiento tiene que resolver. Por último, la elaboración
de una concepción del mundo que se encuentre de acuerdo con los resultados
más recientes de la investigación solamente puede lograrse sobre la base de
acometer sin descanso la tarea de analizar y sintetizar dichos resultados y de
encontrar sus conexiones recíprocas con los anteriores, apenas se produzcan
aquéllos.
Con apoyo en las consideraciones apuntadas y estimando que en nuestro
país solamente se han hecho escasos trabajos sobre teoría de la ciencia, y
siempre de modo esporádico y no organizado, se impone la necesidad de crear
la institución adecuada para la organización y la realización sistemática de
estas actividades: el Instituto de Filosofía e Historia de la Ciencia.
PROPOSICIÓN PARA LA CREACIÓN
DEL INSTITUTO DE FILOSOFÍA
E HISTORIA DE LA CIENCIA

No es posible negar que entre la ciencia y la filosofía existe una estrecha


conexión y que ambas se influyen mutuamente de modo indispensable. Por una
parte, los procedimientos que se crean y se modifican en el curso de la
investigación científica son elaborados en forma sistemática por la filosofía,
generalizando sus alcances y afinando su poder de penetración, hasta
convertirlos en métodos lógicos. Por otro lado, la filosofía se ocupa de integrar
la concepción general del universo, para lo cual se basa enteramente en los
resultados obtenidos por el conocimiento, conectándolos y organizándolos,
hasta lograr establecer una visión de conjunto. Solo que esta visión general del
universo no es la simple suma de los resultados particulares sino que constituye
un conocimiento nuevo que, al quedar formulado, es utilizado como punto de
partida de las investigaciones de la ciencia y como base de comprobación de
los resultados alcanzados. De esta manera, la ciencia se sirve de la concepción
del universo y de la teoría sistemática general que la filosofía elabora, para
interpretar los procesos del mundo; en tanto que, por su parte, la filosofía resul-
ta ser la generalización conceptual del grado de adelanto conquistado por el
conocimiento científico. Al mismo tiempo, se puede observar que la estrecha
liga que une a la filosofía con la ciencia no es una mera relación formal e
inerte, sino que condiciona de modo poderoso y dinámico —y, por lo demás,
en forma indispensable—el mutuo desarrollo entre ambas, y esto, de manera
constante e ininterrumpida.
Por lo anterior, insistimos en la importancia que tienen las investigaciones
sobre filosofía de la ciencia. Tanto para el desarrollo de la ciencia como para el
desenvolvimiento de la filosofía, es indispensable que se realice
constantemente el análisis riguroso y sistemático de la estructura que adoptan

99
100 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

todas y cada una de las ciencias, naturales y sociales, y de las modificaciones


que se introducen en dicha estructura, al paso y en la medida en que avanza el
conocimiento científico. Igualmente, es necesario que se efectúe el examen
estricto de los fundamentos en que se apoyan las investigaciones emprendidas
dentro de cada disciplina científica, para someterlos a crítica. Además, es
preciso trabajar continuamente sobre los procedimientos utilizados en las
diversas ciencias, para llegar a formular los métodos generales y las
modalidades particulares a que deben someterse en las distintas clases de
problemas que el conocimiento tiene que resolver. Por último, la elaboración
de una concepción del mundo que se encuentra de acuerdo con los resultados
más recientes de la investigación sólo puede lograrse sobre la base de acometer
sin descanso la tarea de analizar y sintetizar dichos resultados y encontrar sus
conexiones recíprocas con los anteriores, apenas se produzcan aquéllos.
Por otra parte, tampoco se puede negar que uno de los aspectos más
importantes de cada época histórica lo forman los trabajadores científicos.
Porque éstos se encuentran ligados inseparablemente a todas las condiciones
determinantes de la vida social e intelectual, dentro del medio en el cual se
forma y se expresa el pensamiento de los hombres de ciencia. En consecuencia,
es importante analizar las condiciones sociales en que se producen las
investigaciones científicas, lo mismo que estudiar las consecuencias que
resultan de dichas investigaciones, tanto por lo que se refiere a sus aplicaciones
tecnológicas como a sus influencias en el desarrollo cultural. Además, es
interesante conocer también la historia de la ciencia y de la técnica, no
solamente para comprender mejor sus condiciones y sus consecuencias
contemporáneas sino para poder discernir el aspecto humanista de la ciencia y
la técnica. La historia de la ciencia y de la técnica descubre las normas que
permiten juzgar acerca del valor de las investigaciones realizadas y de sus
aplicaciones prácticas y, al mismo tiempo, sirve para explicar el origen y la
significación que tienen otros muchos problemas sociales; siempre que con esta
historia se conjuguen las investigaciones sociológicas en torno a la ciencia y a
la técnica. De esta manera, el estudio de la organización del trabajo científico,
los sistemas de enseñanza, el desarrollo de la intercomunicación, la influencia
recíproca entre las culturas, los factores de la tradición, los regímenes sociales,
las corrientes políticas, religiosas, filosóficas y culturales, el desarrollo de la
educación, de las ciencias aplicadas, de la técnica, de la industria, de la
Proyecto del Instituto de Filosofía e Historia 101

agricultura, etcétera, todos estos factores estudiados en sus condiciones


presentes y en su desenvolvimiento histórico, constituyen el material valioso
del cual se pueden extraerlas formas de actuar eficazmente en el presente y en
el porvenir.
Con apoyo en las consideraciones apuntadas y estimando que en nuestro
país se han hecho escasos trabajos sobre filosofía e historia de la ciencia, y
siempre de modo esporádico y no organizado, nos permitimos presentar al
Congreso Científico Mexicano la proposición que se hace en los puntos
siguientes, para que, en caso de ser aprobada, sea trasladada al H. Consejo
Universitario de la Universidad Nacional Autónoma de México:

I. Que sea creado el Instituto de Filosofía e Historia de la Ciencia,


como una dependencia de la Universidad Nacional Autónoma de
México y con el mismo rango que tienen los institutos de
investigación que se encuentran en funciones.
II. Que este Instituto se encargue de organizar y de realizar las in-
vestigaciones sobre Sistematología, Metodología, Cosmología,
Historia de la Ciencia, Historia de la Técnica y Sociología de la
Ciencia y de la Técnica, de acuerdo con los planes de trabajo que se
establezcan y con los medios de que se disponga.
III. Que este Instituto conceda atención preferente a las investigaciones
sobre la Filosofía y la Historia de la Ciencia en México, aun cuando
siempre en estrecha conexión con el desarrollo que estas disciplinas
tienen en los otros países del mundo.
IV. Que los trabajos que emprenda este Instituto se realicen en
coordinación con los otros centros de investigación de la Univer-
sidad Nacional Autónoma de México y con las instituciones afines
del país, extranjeras e internacionales.
UN EXAMEN NECESARIO: EL PANORAMA
DE LA CIENCIA EN MÉXICO

Persiguiendo el propósito de establecer un balance acerca del desarrollo


alcanzado en México por las diversas disciplinas científicas, durante los
cincuenta años que lleva el curso del presente siglo, se reunió el Primer
Congreso Científico Mexicano. Este acontecimiento, que ocupó la última
semana del mes de septiembre de 1951, vino a ser el punto culminante de la
celebración del Cuarto Centenario de la Universidad Mexicana. A sus sesiones
de trabajo asistieron los más eminentes hombres de ciencia mexicanos y un
grupo de investigadores de otras nacionalidades, que fueron invitados
especialmente por los organizadores. Se hizo notar, sin embargo, la ausencia
lamentable de algunas figuras distinguidas, lo cual sucedió ya sea por su edad
avanzada, por compromisos adquiridos con anterioridad o porque han resultado
víctimas del terror fascista que el gobierno norteamericano ha puesto en
práctica. Con todo, las comunicaciones presentadas al Congreso rindieron el
fruto de dar a conocer, en buena parte, el estado actual de las investigaciones
científicas que los mexicanos realizan y, al propio tiempo, atrajeron la atención
del pueblo hacia esta actividad social tan importante.
En ocasión de este balance de los resultados obtenidos, surge la necesidad
de examinar el panorama de la ciencia en México, para tratar de establecer las
raíces sociales de su desarrollo, las condiciones concretas en que se efectúa la
investigación, las tendencias que en ella se advierten y, finalmente, las
consecuencias que produce, o que puede producir, en el desenvolvimiento
general de nuestro país. Para ello, nos ocuparemos de cada uno de los campos
científicos que cultivan los investigadores mexicanos, apuntando los problemas
más destacados que en ellos se presentan y esforzándonos por descubrir sus

103
104 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

perspectivas. Y, después, nos preocuparemos por esbozar una interpretación


del conjunto que permita extraer conclusiones válidas acerca del desarrollo
inmediato de la ciencia en México, siempre con el propósito de encaminarlo
hacia el mejoramiento de las condiciones de vida de la mayoría de los
mexicanos. Por demás está decir que el examen crítico que aquí intentamos
llegará a madurar en el caso de que sirva de incentivo para realizar una
discusión penetrante y serena sobre el problema, que traiga como consecuencia
un planteamiento correcto y una acción eficaz para impulsar el
desenvolvimiento científico en beneficio de nuestros compatriotas.

LAS CONSECUENCIAS DE LA REVOLUCIÓN MEXICANA

Con la Revolución Mexicana de 1910-1917, los esfuerzos se concentran en


la lucha armada y las instituciones se desencajan transitoriamente o dejan de
existir en definitiva. La actividad científica no solamente se interrumpe sino
que, cuando se vuelve a iniciar, sigue cauces que vienen a ser nuevos para
México. La transformación violenta de algunas relaciones económicas y
políticas, que el movimiento revolucionario produjo, lo mismo que las
dificultades internacionales suscitadas por los intentos imperialistas afectados,
tratando de hacer fracasar las aspiraciones que el pueblo se empeñaba en hacer
realidad, trajeron consigo un cambio notable respecto a la consideración por la
investigación de la ciencia. Desde sus primeras manifestaciones, apenas
pacificado el país, se advierte con toda claridad que también en el dominio de
la ciencia se ha operado una revolución. La antigua aspiración porfiriana de
que México dispusiera de una información al día sobre el desarrollo universal
de la ciencia se ha convertido en la preocupación, sin duda superior, de que los
hombres de ciencia mexicanos participen activamente en la elaboración misma
del conocimiento científico.
La confianza que los campesinos y los trabajadores industriales ponen en
sus propias obras, para construir un México independiente y mejor, se
comunica a los investigadores científicos. Al propio tiempo que los gobiernos
revolucionarios hacen enormes esfuerzos por llevar la enseñanza elemental
hasta el seno mismo de las comunidades indígenas menos desarrolladas, abren
las puertas de las universidades a los jóvenes de escasos recursos económicos y
crean el Instituto Politécnico Nacional para impartir la educación superior
especializada. De esta manera, se ha impulsado la formación de un gran
El panorama de la ciencia en México 105

número de profesionistas que tienen una preparación mínima bastante elevada.


Por otra parte, tanto en la Universidad Nacional Autónoma de México como en
el Instituto Politécnico Nacional, se han organizado centros e institutos de
investigación científica; y, fuera de las instituciones de enseñanza, también se
han formado otros centros que dedican parte de sus actividades al cultivo de la
ciencia, sobre todo en el campo de la medicina. En ellos trabajan multitud de
investigadores, generalmente arrancados del ejercicio profesional por razón de
su vocación, que representan esa nueva actitud científica producida por la
revolución. Más recientemente, se ha constituido en la Universidad Nacional
Autónoma de México la Facultad de Ciencias, reuniendo los estudios
superiores que se venían impartiendo desde la segunda década del siglo,
primero, en la Facultad de Altos Estudios y, luego, en diversas escuelas
universitarias, para ofrecer una preparación amplia y eficaz a los jóvenes que
pretenden dedicarse a la investigación matemática, física y biológica.
Los frutos de este interés tan acusado se han empezado a producir de
inmediato. El último cuarto de siglo se distingue, justamente, por la
multiplicación creciente de los resultados obtenidos por los investigadores
mexicanos, que han venido a enriquecer el patrimonio del conocimiento para
toda la humanidad. Y es a sus características más importantes que vamos a
referirnos en seguida.

LA INVESTIGACIÓN MATEMÁTICA

Las matemáticas han desempeñado un papel muy importante en el progreso


de la ciencia, porque expresan, de una manera sumamente clara y precisa, las
relaciones más sutiles que se pueden encontrar entre los procesos de la realidad
objetiva. Por ello, el dominio de su aplicabilidad se extiende constantemente a
las otras disciplinas científicas. Con una necesidad creciente, la complejidad de
los problemas que el técnico tiene que resolver en su trabajo cotidiano le
plantea la exigencia de poseer una buena preparación matemática, cuyo apren-
dizaje solamente puede lograrlo con maestros que mantengan siempre en alto
el nivel de sus conocimientos. Por otra parte, casi no hace falta decir que la
indagación de nuevos procesos industriales, lo mismo que, más todavía, las
investigaciones físicas, químicas, biológicas y económicas de mayor rigor,
requieren la posesión de un adiestramiento altamente calificado en matemáticas
106 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

, el cual únicamente se puede adquirir bajo la influencia de matemáticos


dedicados íntegramente al trabajo de su especialidad. Así podemos decir que,
en realidad, no es posible un desarrollo vigoroso de la ciencia y de la técnica si
no existen centros importantes en los cuales se cultiven las matemáticas,
incluyendo sus ramas más abstractas, o sea, aquellas cuyo contacto con la
realidad parece más remoto.
Atendiendo a estas necesidades, se han ido creando algunas de las
condiciones indispensables para el cultivo intenso de esta ciencia básica.
Existen cursos académicos completos que capacitan para la investigación y la
enseñanza. Funciona el Instituto de Matemáticas de la Universidad Nacional
Autónoma de México, que ofrece oportunidades y medios de sostenimiento a
quienes se consagran íntegramente a esta disciplina. Además de los centros de
enseñanza media y superior, también algunas empresas financieras e
industriales comienzan a emplear los servicios de los matemáticos. No
obstante, en su conjunto, las oportunidades de trabajo no son numerosas y las
remuneraciones no superan todavía el criterio de que los hombres de ciencia
deben llevar una vida de privaciones y sacrificio. A esto hay que atribuir el
hecho de que una buena parte de los jóvenes con vocación matemática no la
desarrollan sino que se encaminan a otras actividades mejor remuneradas.
Examinando las aportaciones mexicanas que se han hecho recientemente a
la matemática, nos encontramos con problemas de topología, de geometría
algebraica, de análisis, de teoría de los números y de lógica matemática. Esta
afición por aquellas disciplinas que se antojan menos útiles, en un país
escasamente desarrollado como México, no tiene nada de curiosa ni tampoco
constituye algún rasgo peculiar de ese "mexicano" que los existencialistas se
afanan por inventar. Se trata, sencillamente, de una consecuencia producida por
dos factores conjugados. Por una parte, es un resultado de las propias
condiciones en que se realiza la investigación: raquitismo de los medios,
pobreza de los estímulos, falta de conexión con los trabajos que se efectúan en
otras ciencias y cortedad de los problemas planteados por una economía poco
desarrollada. De otro lado, y en cierta forma como un efecto de las anteriores
condiciones, que se han desenvuelto después con relativa independencia,
tenemos una compleja actitud mental entre los matemáticos mexicanos que
comprende: repugnancia por el lucro que los comerciantes obtienen de la
aplicación de la ciencia, lo cual se manifiesta como inclinación defensiva hacia
el cultivo de las disciplinas "puras"; también incluye la adopción de
El panorama de la ciencia en México 107

interpretaciones idealistas de la ciencia, como son las corrientes llamadas del


"análisis lógico", del "positivismo lógico", del "empirismo lógico", de la
"semántica" y del "pragmatismo", que los inducen a considerar a la matemática
como una mera estructuración ordenada de proposiciones carentes de sentido
intrínseco, las cuales se escogen de un modo arbitrario; finalmente, comprende
la influencia de esas corrientes irracionalistas y metafísicas que los intereses
imperialistas propician en los medios científicos, tratando de convencer a estos
grupos humanos tan valiosos de que la razón es impotente y de que el cambio
de las condiciones naturales y, sobre todo, de las condiciones sociales en que el
hombre vive no es otra cosa que una ilusión convencional de la cual es preciso
precaverse.
Con todo, y a pesar de las condiciones difíciles en que se desenvuelve y las
tendencias prejuiciosas a que acabamos de referirnos, lo cierto es que los
resultados obtenidos por los esfuerzos de los matemáticos mexicanos son
considerables, tienen brillo e importancia y son de gran utilidad. Con estas
aportaciones se han ensanchado las posibilidades para el cultivo de esta ciencia
y se han fortalecido las bases para su desarrollo ulterior en México. De manera
que, por encima de las opiniones que se formen los matemáticos mexicanos
acerca del carácter de su actividad y de los móviles que los impulsan, lo cierto
es que desempeñan una función social de enorme importancia y de gran
utilidad, la cual tendrá que incrementarse en la medida en que la economía del
país se desarrolle efectivamente y que, por causa de esto, se comprenda mejor
la necesidad de su tarea.

E L CAMPO DE LAS CIENCIAS FÍSICAS Y QUÍMICAS

En cuanto a la física y la química, no es necesario ahora el tratar de acusar


su importancia. Hace tiempo ya que todos lo saben y, por tanto, pasamos a
referirnos a las condiciones en que se realizan en México las investigaciones
sobre las diversas disciplinas de las ciencias físicas y químicas. Al igual que en
el caso de las matemáticas, existen escuelas en donde se imparten cursos
académicos completos que preparan para la investigación y la enseñanza. El
número de institutos y laboratorios dedicados a estas actividades es grande.
Funcionan los Institutos de Física, de Química, de Geología, de Geografía, de
Geofísica y el Panamericano de Geografía e Historia; el Observatorio
108 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

Astronómico Nacional, el Astrofísico, el Sismológico, el Meteorológico y el


Geomagnético; y los Laboratorios de las Secretarías de Economía, de Recursos
Hidráulicos y de Comunicaciones y Obras Públicas, junto con los de Petróleos
Mexicanos. Sumando a estos centros de investigación las instituciones de
enseñanza media y superior y las diversas empresas industriales que ocupan
investigadores, profesores y técnicos en estas disciplinas, podemos advertir que
las oportunidades son numerosas y los medios cuantiosos. No obstante, es
necesario observar que la remuneración y la demanda de ocupación decrecen
en tanto que el trabajo se va alejando de la mera aplicación práctica. Así, al
llegar a la investigación científica propiamente dicha, las condiciones no
difieren mucho de las que existen en el campo de las matemáticas. A esto hay
que agregar el hecho de que se requieren aparatos e instrumentos relativamente
costosos que no son amortizables en términos comerciales. De aquí se
comprende fácilmente la situación que prevalece en los institutos antes
señalados. Por ejemplo, el Observatorio Astronómico de Tacubaya únicamente
dispone de aparatos vetustos; el Observatorio Astrofísico de Tonantzintla debe
su organización y sus magníficos instrumentos al tenaz e ingenioso empeño de
su fundador, quien logró hacer comprender e imponer el reconocimiento de su
necesidad; el Instituto de Física recién ahora es que puede iniciar sus
investigaciones experimentales, gracias a la continuada campaña sostenida por
su actual director; y algo análogo ocurre en los otros institutos. En este sentido,
podemos decir que el cultivo de estas ciencias se encuentra actualmente en una
fase de ensanchamiento, aun cuando la atención que se presta a cada rama es
desigual e irregular.
Las variadas aportaciones hechas por los investigadores mexicanos al
patrimonio científico en estos dominios han atraído la atención sobre nuestro
país. Sin pretender citarlas todas, hacemos referencia a los estudios sobre
radiación cósmica, la solución de algunos problemas suscitados por la teoría de
la gravitación de Birkhoff, los trabajos sobre astronomía de posición, los
descubrimientos de nebulosas y de enjambres de estrellas, los estudios
espectroscópicos de emisiones estelares, los análisis cristalográficos con rayos
x, las indagaciones de física nuclear, los estudios sobre mecánica de suelos, las
contribuciones acerca de química orgánica y de bioquímica, los trabajos
cartográficos y de geografía física, la operación de los servicios sismológico y
metereológico, y las numerosas investigaciones geológicas.
El panorama de la ciencia en México 109

Como puede verse, en este vasto campo del estudio científico, en el cual la
realidad objetiva se impone de una manera más directa que en la matemática,
las tergiversaciones idealistas se excluyen todavía más. Pero, no por eso, faltan
por completo. A ellas se agregan la escasez de medios y estímulos para el
trabajo, que es más grave por el alto costo de los aparatos y materiales
necesarios para la investigación experimental; también se conjugan, como
inconvenientes, la relativa falta de contacto con las otras actividades científicas
que se realizan en México y la desigualdad arbitraria que existe en el fomento
de las diversas ramas. Por otra parte, el cultivo de estas disciplinas plantea a los
investigadores un problema ético de la mayor significación. De la actitud que
asuman ante esta cuestión, además de que es una prueba de fuego para su
calidad humana, se desprenden consecuencias favorables o desfavorables para
México. En el caso del conocimiento de los recursos nacionales y de la
investigación de los procedimientos que permitan su aprovechamiento, lo
importante es que los científicos orienten sus actividades hacia la preparación
de industrias de transformación que sirvan de apoyo a la efectiva
independencia económica de la nación. De otra manera, lo que aumentará es la
exportación de materias primas no renovables, con el consiguiente incremento
de la dependencia económica respecto de los intereses imperiales extranjeros.
En cuanto a otros aspectos de la investigación, como el de la física nuclear, la
responsabilidad que descansa en manos de los hombres de ciencia mexicanos
es la de enderezar sus esfuerzos hacia el aprovechamiento de esta energía en
aplicaciones pacíficas que mejoren las condiciones de la vida humana. En caso
contrario, los resultados que se obtengan vendrán a aumentar los recursos
técnicos de los incendiarios de la guerra, y los científicos, quiéranlo o no, se
convertirían en apéndices del sistema de preparación bélica y en cómplices del
mismo.
Desde luego, confiamos plenamente en que los investigadores mexicanos
sabrán resolver este problema con acierto, haciendo honor a las mejores
tradiciones de nuestro pueblo. Por lo mismo, esperamos que cuando la presión
se extreme y aun cuando los estipendios que se ofrezcan sean tentadores, no
obstante, sepan rehuir los halagos y no se sometan. En último caso, tenemos el
ejemplo luminoso de Frederic Joliot-Curie, en Francia, y, más cercano y
familiar, el de Norbert Wiener, quien ha colaborado íntimamente con nuestro
orgullo nacional, el fisiólogo Arturo Rosenblueth. Como es sabido, Joliot-
Curie, Premio Nobel de Física por sus investigaciones atómicas, ha preferido
110 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

abandonar la dirección oficial de estos estudios, antes que prestarse a participar


en los preparativos de guerra o que renunciar a seguir siendo paladín de la
lucha por la paz. Por su parte, Wiener, eminente profesor de matemáticas del
Instituto Tecnológico de Massachusetts, al negarse a proseguir sus importantes
investigaciones sobre el control remoto de proyectiles, dio la siguiente
explicación: "[ . . . ] si yo no deseo participar en el bombardeo o el
envenenamiento de pueblos indefensos —y, por cierto, que no lo deseo— debo
asumir una cierta responsabilidad para con aquellos a quienes haya de revelar
mis ideas científicas [. . . ] me alegra el hecho de que mis investigaciones no
puedan ser fácilmente conseguidas, en cuanto me da la oportunidad de plantear
este grave problema moral. No creo que publicaré ningún trabajo futuro que
pueda hacer daño al ser puesto en manos de militaristas irresponsables". En
consecuencia, desde 1946, Wiener se dedica exclusivamente a aquellos
estudios matemáticos que considera a salvo de ser aprovechados para la guerra.
Tal es el camino que se abre a nuestros hombres de ciencia, sobre todo ahora
que empiezan a contar con posibilidades tan fecundas para su actividad,
mismas que deben, casi íntegramente, al magnífico empeño de sus
investigaciones anteriores.

EL DESENVOLVIMIENTO DE LA BIOLOGÍA Y LA MEDICINA

La gran importancia que se concede a la biología y a la medicina en México


nos evita el tener que hacer referencias para destacarla. Así, comenzaremos
directamente por relatar las condiciones en que se desarrollan actualmente los
trabajos que nuestros compatriotas realizan. A los buenos estudios que se
ofrecen en la Facultad de Ciencias y en la Escuela Normal Superior, para
formar maestros e investigadores de la biología, se añade la existencia de la
Escuela de Ciencias Biológicas, como centro de enseñanza e investigación
especializada, y, asimismo, de algunos cursos de la escuela de Medicina que
preparan particularmente para la investigación experimental, como, por
ejemplo, las de su Departamento de Fisiología. Los trabajos de investigación se
llevan a cabo en los Institutos de Biología, de Enfermedades Tropicales, de
Cardiología —junto con sus magníficos Laboratorios de Fisiología—y de
Estudios Médico-Biológicos; también se efectúan en la Escuela de Ciencias
Biológicas, en los Departamentos de Fisiología y de Farmacología de la
Escuela de Medicina, en el Departamento de Investigaciones Médicas del
El panorama de la ciencia en México 111

Hospital General y en los Laboratorios del Hospital Infantil, del Militar y del
de Tuberculosos; igualmente, en varias dependencias de las Secretarías de
Agricultura y Ganadería y de Marina, lo mismo que en el Instituto de
Investigaciones Científicas de la Universidad de Nuevo León, en el Instituto
Botánico del Estado de Chiapas y en el Departamento de Biología de la
Universidad de Puebla. Podemos afirmar que las instituciones acabadas de
mencionar cuentan con recursos moderados, si atendemos a las posibilidades
económicas de nuestro país y, sobre todo, comparándolos con los que se tienen
en los otros campos de la investigación científica. Además, el aumento en el
número de profesionales de la medicina y la creciente complejidad de sus
actividades han creado la necesidad de que un buen grupo de ellos se orienten
decididamente hacia los trabajos de investigación. A la vez, se advierte un
incremento en la cantidad de jóvenes que siguen los estudios especializados de
biología. De esta manera, se ensanchan continuamente las bases para mejorar
las investigaciones mexicanas en biología y en medicina, al par que éstas se
hacen más penetrantes.
Las contribuciones hechas por los biólogos y los médicos mexicanos
representan, sin duda alguna, la porción más importante y cuantiosa del aporte
que México ha ofrecido al patrimonio universal del conocimiento científico.
Dentro de los campos estudiados, es indispensable citar los estudios sobre
botánica general, geografía botánica, bacteriología, zoología general,
parasitología, entomología, química biológica, hidrobiología, paleontología,
ecología, anatomía, histología, fisiología, biología general, conservación de
recursos naturales, farmacología, ginecología y obstetricia, otorrinolaringología
y oftalmología, endocrinología y desnutrición, gastroenterología, cardiología,
hematología y citología, neumología, urología, venerología, dermatología,
neuropsiquiatría, pediatría, cancerología, inmunología y alergia, radiología,
cirugía, epidemiología e higiene. Por esta simple enumeración de materias
tratadas, se puede tener noción de la riqueza de las investigaciones mexicanas.
En la medicina podemos observar un notable proceso de colectivización y
de interconexión entre todas sus ramas que se acelera constantemente. Esta
socialización del trabajo médico ha sido impuesta tanto por necesidades
prácticas como por la extraordinaria complejidad de sus problemas y la
estrecha y mutua implicación que existe objetivamente entre todas ellas. Como
consecuencia, la organización de las investigaciones médicas y la correlación
de unas con otras es satisfactoria. El sistema de especialización, que tiene en
112 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

Ignacio Chávez a uno de sus iniciadores, ha producido muy buenos resultados.


Con tal sistema se ha logrado que el especialista aplique el conjunto de sus
conocimientos a un aspecto determinado; y no que solamente tenga
conocimientos limitados, como ocurre en países que se precian de su
utilitarismo. Es interesante apuntar, también, que los mexicanos, aprovechando
la índole de sus actividades, han podido establecer un sistema de contribución
económica que muestra una clara tendencia equitativa: las personas de mayores
recursos tienen que pagar relativamente caro por los servicios que utilizan, lo
cual ha permitido extender, hasta cierto punto, la atención médica a las clases
más necesitadas. Se trata, claro, de un procedimiento defectuoso y poco eficaz,
pero que, sin embargo, puede mejorarse y fomentarse y, sobre todo,
organizarse. Por otra parte, es indispensable señalar el hecho de que, aun
cuando en la medicina mexicana se mantiene, en lo general, la gran tradición
respecto a sus características de universalidad de concepciones y técnicas, lo
mismo que de filiación mundial de sus fuentes y de libre intercambio de sus
resultados, sin embargo, no faltan ocasionalmente algunas tendencias,
afortunadamente débiles hasta ahora, pero que pueden hacerse peligrosas, de
romper con esa tradición tan arraigada, para adoptar unilateralmente ciertas
corrientes perniciosas que se han desarrollado en algunos centros médicos
norteamericanos, cerrando las puertas al contacto fecundo con los otros países.
Por fortuna, repetimos, la inmensa mayoría de los médicos mexicanos - y,
entre ellos, los más eminentes- rechazan decididamente estas inclinaciones y
luchan firmemente contra ellas cada vez que se manifiestan. Y lo que fortalece
su posición, haciéndola inexpugnable, es que, justamente a esta tradición de
cooperación y de intercambio internacional de la cual se enorgullece la
medicina mexicana, junto con la sagacidad y la inteligencia de sus
investigadores, se debe la superioridad que tiene en varios aspectos, comparada
con la norteamericana, a pesar de la evidente pobreza de recursos económicos.
En cuanto a la biología, las ramas que cuentan con mejores medios para su
desenvolvimiento son aquellas en las cuales se efectúan investigaciones básicas
relacionadas de modo más directo con la medicina. Pero, esta consecuencia,
que obedece a una necesidad social, no ha excluido el desarrollo de las otras
ramas. Con todo, las condiciones en que se realizan los trabajos de
investigación de las otras disciplinas biológicas son distintas. Entre algunos
centros existe coordinación e influencia recíproca, otros, en cambio, se
El panorama de la ciencia en México 113

mantienen relativamente aislados y desencajados del conjunto armónico.


Todavía más, es entre los zoólogos en donde ha llegado a acusarse, de un modo
notable, la existencia de discordancias e incomprensiones entre ciertos
individuos y grupos, que se ven nutridas por envidias mezquinas, rencores sin
justificación y nefastas políticas de exclusión. En el fondo, se trata de un
producto típico de la lucha entablada para ocupar y mantener un corto número
de posiciones y, asimismo, es consecuencia obligada de una formación
personal a base de sacrificios y tenacidad. Por lo tanto, es de esperarse que el
aumento de posibilidades de trabajo haga desaparecer tal situación y que
quienes se han mantenido divididos abandonen esta actitud. En otro sentido, y
de una manera mucho más marcada que en el campo de la medicina, también
en la biología mexicana se observan ciertas tendencias para inclinarla hacia una
dependencia preponderante y unilateral de las escuelas biológicas
norteamericanas. Como en el caso de las matemáticas, igualmente existen
dentro de la biología algunas corrientes que inducen a considerar los esfuerzos
humanos como algo contraproducente para sus anhelos de mejoramiento y a
estimar la obra del hombre como perniciosa y definitivamente limitada. Sin
embargo, en contra de tales tendencias hay que aducir dos hechos importantes:
uno es la publicación de textos mexicanos de biología que han venido a cubrir
las necesidades de los cursos secundarios y preparatorios, así como de varias
materias profesionales; otro es la actitud serena y comprensiva con que los
biólogos reciben la crítica sana y constructiva. En estas condiciones, hay
elementos que se oponen a la aceptación de los prejuicios propiciados por los
intereses imperialistas; pero en lo que no cabe duda es en la necesidad de
combatirlos con vigor. Por lo demás, la tarea de los biólogos y los medios para
realizarla son cosas que se desenvuelven paralelamente a la economía del país
y que, a su vez, producen un impulso definido en su desarrollo.

LA SITUACIÓN EN LAS CIENCIAS SOCIALES

El vasto campo de estudio de los procesos sociales ha suscitado profusas


investigaciones, entre las cuales se distinguen de modo notable las de
antropología, etnografía, arqueología, historia, sociología, economía, derecho,
estadística, pedagogía, filología y lingüística. Para la preparación en estas
disciplinas existen cursos de estudios académicos en la Facultad de Filosofía y
114 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

Letras, El Colegio de México y las Escuelas Normal Superior, de Antropología


e Historia, de Economía, de Ciencias Políticas y de Jurisprudencia. Los
trabajos de investigación se realizan en El Colegio de México, los Institutos de
Antropología e Historia, Indigenista, Panamericano de Geografía e Historia, de
Estudios Económicos, de Historia, de Investigaciones Estéticas y de
Investigaciones Sociales, en el Centro de Estudios Filosóficos, en el Seminario
Mexicano de Sociología, en el Congreso Mexicano de Historia, en la Nacional
Financiera, en el Banco de México, en los Seminarios de las Escuelas de
Jurisprudencia y de Economía y en varias dependencias de las Secretarías de
Educación Pública, de Economía, de Hacienda y de Recursos Hidráulicos. A la
labor de estos centros hay que sumar otras muchas investigaciones que se
efectúan de manera individual o en forma diseminada. La mayoría de los
jóvenes empeñados en estas tareas cuentan con una formación académica. En
cambio, un buen número de los de mayor edad han tenido que desarrollar por sí
mismos su afición, hasta llegar a constituirse, en muchos casos, en sólidos
especialistas. Las facilidades y medios para la investigación social se
distribuyen irregularmente entre sus distintos campos y, con frecuencia, tienen
un carácter ocasional. La falta de conexión entre los estudios emprendidos y
los investigadores mismos no solamente existe de una disciplina a otra sino que
también se observa dentro de cada una de ellas. Además, en ciertos casos, se
acusa claramente una falta de concordancia y unidad generales, tanto en los
procedimientos metódicos como en los planes y objetivos que se persiguen. Y
esto llega a tal punto que, algunas veces, un grupo de estudiosos parece cultivar
la especulación medieval, mientras que otro se esfuerza en aplicar
concepciones renacentistas, otro más trabaja con mentalidad dieciochesca y,
por último, otro es el único que se atiene al rigor científico de nuestros días.
Por fortuna, la preparación calificada que ahora se imparte está llamada a
terminar implacablemente con esta situación.
En años recientes se ha introducido el sistema de trabajos colectivos, con
resultados fecundos. También se han efectuado investigaciones de conjunto, en
las cuales cada colaborador se encarga individualmente de una parte
determinada del plan general que se ha trazado previamente. Dentro de los
seminarios académicos se conjuga el trabajo de grupo con la discusión y la
crítica de todos los participantes. En fin, en las mesas redondas se confrontan
los resultados obtenidos en estudios diversos, permitiendo el establecimiento
de conclusiones comunes. Con todo, los procedimientos anteriores no son los
El panorama de la ciencia en México 115

más frecuentes. En su mayoría, las indagaciones se efectúan todavía


aisladamente y, en cierto modo, en forma anárquica. Desde luego, en aquellas
disciplinas conectadas con la actividad social práctica —como la economía y la
estadística, por ejemplo— los trabajos se realizan, en general, con rigor
científico. Asimismo, en otros campos -como es el caso de la antropología, la
etnografía, la arqueología, la lingüística y la filología—, aun cuando las
actividades que se efectúan son relativamente reducidas, sin embargo, los
trabajos se atienen estrictamente a los métodos científicos y se basan en
materiales objetivos. En cambio, en las otras disciplinas se pueden encontrar
tanto investigaciones excelentes como especulaciones carentes de valor.
Particularmente, lo que ocurre en el caso de la historia sirve de ilustración;
porque, amparados en ella, es que abunda esta clase de especulaciones.
Igualmente, muchos trabajos de historia aportan exclusivamente datos e
informaciones documentales que, si bien son indispensables, apenas si repre-
sentan la materia prima para la elaboración propiamente histórica que tiene que
hacerse después. Pero, a pesar de que sigue siendo válida la afirmación
dolorosa de que la historia mexicana está por escribirse, lo cierto es que ya
existen trabajos parciales formulados con la objetividad y el rigor crítico que
exige la actual historiografía científica. Además, el número de estas
investigaciones aumenta cada día y, por ellas, comienza a ser conocido el
verdadero perfil que ha tenido nuestro desarrollo social en el pasado, cuando
menos por lo que hace a ciertos periodos y a determinados aspectos de su
desenvolvimiento. Confiamos en que esta tendencia seguirá adelante, hasta que
pueda ser redactada la obra de conjunto, cuya importancia todos advierten.
Ahora bien, en el campo de las ciencias sociales es donde las
tergiversaciones impuestas por el sistema capitalista de distribución de las
ideas cobran mayor vigor. Como se comprende, el estudio científico de la
sociedad, como en el caso de la naturaleza, lleva al descubrimiento de que sus
formas de organización no son inmutables y, a la vez, permite encontrar los
medios para mejorarla. Con base en estos resultados, el hombre se encuentra en
condiciones de intervenir en el desarrollo social, disponiendo del conocimiento
que puede impartirle un sentido definido, y, como consecuencia, encauzarlo
hacia una forma de organización en la cual todos los hombres se beneficien del
dominio ya logrado sobre las fuerzas de la naturaleza y desaparezca la
explotación del trabajo de los más en provecho de los menos. Por otra parte, en
116 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

la crítica situación actual, también son fomentadas ciertas teorías seudo


científicas que hacen aparecer a la guerra como inevitable, ya sea apoyándose
en una "naturaleza humana" que condimentan a su sabor, o bien, en la falsa
desproporción que presentan entre el crecimiento de la población y el
incremento de la producción destinada a satisfacer sus necesidades, o, en fin,
en otras interpretaciones igualmente falaces. La influencia de todas estas
tendencias contrarias al progreso de la ciencia se hace sentir de muchas
maneras y a través de muy variados caminos, tanto en manifestaciones
groseras y fácilmente discernibles como en corrientes sutiles y peligrosamente
emboscadas. En la oposición resuelta que se mantenga hacia ellas descansa en
gran parte la posibilidad de que las investigaciones sociales en México avancen
por el ancho y rico curso del conocimiento fecundo, que es tan necesario para
nuestro desarrollo general. En la inteligencia y sentido de responsabilidad que
caracteriza a los mexicanos dedicados a estas tareas depositamos nuestra
confianza en que así sucederá.

LAS CONDICIONES PARA UN DESARROLLO INMEDIATO

Del conjunto de problemas apuntados podemos extraer las perspectivas que


existen para el desarrollo de la ciencia en México o, mejor todavía, formular
las condiciones necesarias que se pueden establecer para acelerar y mejorar ese
desarrollo. Para eso, nos atendremos de manera estricta a las posibilidades
reales que nuestro país tiene en la actualidad y al propósito de que semejante
desenvolvimiento redunde en beneficio de la mayoría de los mexicanos.
Si sumamos los recursos económicos de que disponen los diversos centros
de investigación científica, grandes, medianos y pequeños que ya existen y
funcionan, nos encontramos con dos hechos notables: que el total representa un
tanto por ciento ínfimo en el conjunto de las erogaciones del gasto nacional, y,
en segundo lugar, que la distribución atomizada que se ha dado a dichos
recursos ha llevado a un desaprovechamiento parcial de los mismos. De tales
hechos se desprenden dos conclusiones: a) que el monto total destinado a la
investigación científica debe ser elevado y mantenido en ascenso continuo, y 6)
que este presupuesto debe ser objeto de un estudio cuidadoso, para que su
distribución se haga conforme a un plan que permita su aprovechamiento
óptimo.
El panorama de la ciencia en México 117

Considerando la arbitrariedad y la anarquía relativas que se advierten en


cuanto a los medios creados para el desenvolvimiento de las diferentes
disciplinas, lo mismo que la carencia de un criterio racional acerca de la clase
de estudios que puedan reportar mayores beneficios, entre los que son
indispensables para satisfacer las necesidades nacionales se impone la urgencia
de formular un plan general y trazar un programa de actividades. Tanto el plan
como el programa establecido para su realización son elementos requeridos
para organizar la investigación científica como un sistema nacional que sea
congruente con las exigencias de nuestro desarrollo económico y cuyos
alcances de utilidad pública sean manifiestos. Es obvio que la eficacia de tal
programa y semejante plan radica decididamente en el hecho de que se logren
armonizar los trabajos de las distintas ciencias, sin que sufra mengua alguna la
libertad de investigación, que es una condición ineludible para la existencia de
la actividad científica.
La organización racional de la investigación servirá, al propio tiempo, para
dar unidad a los trabajos que se realicen dentro de una misma ciencia y
conectar entre sí a las diversas disciplinas. También fomentará la cooperación
recíproca entre los investigadores y provocará el intercambio y la mutua
discusión. Por otra parte, intensificará la preparación de nuevos hombres de
ciencia y resolverá el problema práctico de su incorporación gradual a las
actividades de su especialidad. Asimismo, creará los estímulos convenientes
para el fomento de la producción científica en todos sus aspectos. Finalmente,
propiciará la comunicación y el intercambio dentro del territorio nacional, lo
mismo que el contacto estrecho, la cooperación y la información oportuna con
los investigadores de los otros países del mundo, sin hacer discriminaciones ni
establecer preferencias, puesto que la universalidad de la ciencia las excluye
por completo.
Para terminar, es preciso insistir en la necesidad de que, paralelamente a las
investigaciones que se emprendan, se suscite el análisis filosófico, riguroso y
sistemático, de los resultados alcanzados; se efectúe el examen estricto de los
fundamentos en que se apoyen dichas investigaciones, para someterlos a
crítica, y se trabaje continuamente sobre los procedimientos utilizados en las
diversas ciencias, para llegar a formular los métodos generales y las
modalidades particulares a que deban sujetarse en las distintas clases de
problemas planteados al conocimiento. Además, es interesante que se realicen
estudios sobre la historia de la ciencia y de la técnica, para analizar las
condiciones sociales en que se producen y las influencias que ejercen en el
118 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

desarrollo general, comprender mejor sus alcances y discernir el aspecto


humanista de la ciencia y de la técnica. Por ultimo, todas las actividades
científicas deben estar abiertas a la critica y, lo que es más, deben auspiciarla;
porque en ella es en donde se manifiesta en su excelencia el vigoroso poder
creador del pensamiento humano.
EL AVANCE CIENTÍFICO EN UNA DÉCADA

Para el avance general de la investigación científica en el mundo, referirse a


lo que se ha conquistado en el transcurso de una década es apenas hacer un
corte transversal de un espesor muy reducido. Y, sin embargo, haciendo un
examen atento de lo que se ha hecho en diez años, se puede tratar de
determinar cuáles son las tendencias que impulsan su desarrollo y en qué
condiciones se ejercen. En el periodo de dos lustros, entre 1948 y 1958, se
advierte, desde luego, una intensificación y una profusión de los trabajos
científicos que han impulsado el avance del conocimiento a un ritmo tremendo,
el cual corre parejo con la velocidad a que progresan sus aplicaciones técnicas.
Debido a esto, se han mejorado en mucho las condiciones de la vida humana y
ha aumentado la influencia que tiene la ciencia en todos los aspectos,
incluyendo las decisiones de carácter político y alcanzando hasta las formas
comunes del pensamiento. En cuanto a las realizaciones más notables que se
hicieron es obligado citar cuando menos los numerosos descubrimientos
logrados en la física de los núcleos atómicos, en los procesos que ocurren a
temperaturas sumamente bajas y en las interacciones y transformaciones de las
partículas elementales; los importantes trabajos químicos y biológicos sobre
hormonas, enzimas, proteínas, alcaloides y moléculas de estructura muy
compleja; las investigaciones acerca de los procesos neurofísiológicos y
metabólicos, las conducentes al descubrimiento de nuevos antibióticos y
vacunas, los injertos de diversos tejidos y la utilización transitoria de órganos
artificiales; el perfeccionamiento de las pilas y motores atómicos y su empleo
para fines pacíficos, la formación de núcleos atómicos por fusión para
aprovechar la energía liberada y el desenvolvimiento de los cohetes y los
aviones de retroimpulsión, los muchos conocimientos adquiridos a través de la

119
120 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

cooperación internacional durante el Año Geofísico, el desarrollo de la


televisión y el sorprendente avance de las máquinas cibernéticas; el comienzo
de la conquista del espacio interplanetario por el venturoso lanzamiento de
sputniks, con la consiguiente iniciación de la experimentación en el campo de
la astronomía y, por otra parte, los grandes descubrimientos y aportaciones
hechos en torno a los problemas relativos al origen y a la evolución de las
estrellas y galaxias; en fin, el insospechado descubrimiento de que la simetría
espacial no se cumple en la forma que siempre se había considerado, con lo
cual se ha planteado la necesidad de dar una nueva estructura a las teorías
físicas establecidas hasta ahora.
Dentro de este panorama mundial, nos interesa fijar detenidamente la
atención en las investigaciones científicas hechas en México, durante estos diez
años, para poder señalar con objetividad el alcance de nuestras aportaciones, el
nivel de los trabajos ejecutados, las condiciones en que se efectúan y las
posibilidades de intensificar y acrecentar la investigación científica en México.
Por principio de cuentas, tenemos que en el año de 1948 ya se habían formado,
en su mayor parte, los institutos y laboratorios de investigación que
existen actualmente. Sin embargo, algunos de ellos han aumentado de
manera importante sus recursos —tanto en instrumentos como en
investigadores— y se han creado algunos más, como son: el Instituto Nacional
para la Investigación de los Recursos Minerales, el Instituto de Geofísica de la
Universidad Nacional Autónoma de México, el Instituto Botánico de
Chiapas, los Laboratorios Nacionales de Fomento Industrial, el Centro de
Documentación Científica y Técnica, el Instituto Nacional de Cancerología, el
Departamento de Investigaciones Médicas del Hospital General con carácter
autónomo y varias unidades dependientes de la Escuela Nacional de Medicina,
el Instituto Nacional de Gastroenterología, el Instituto Nacional de la
Investigación Científica, la Academia Potosina de Ciencias, el Instituto de
Investigaciones Agrícolas de la Secretaría de Agricultura y Ganadería, el
Instituto de Ciencia Aplicada de la Universidad Nacional Autónoma de
México, el Instituto Mexicano de Investigaciones Tecnológicas del Banco de
México, la Comisión Nacional de Energía Nuclear, el Instituto Mexicano de
Recursos Naturales Renovables y el Instituto de Ingeniería de la Universidad
Nacional Autónoma de México. Además, se fundaron Escuelas de Ciencias en
la Universidad de Nuevo León, en la Universidad de Puebla, en el Instituto
Tecnológico de Monterrey y en la Universidad de Sinaloa; y, tanto en estas
El avance científico en una década 121

universidades como en otras de provincia y en varias instituciones privadas de


la metrópoli, se organizaron algunos nuevos laboratorios de investigación
científica. Por tanto, podemos decir que, en la última década, continuó el
proceso de formación de las modernas instituciones científicas de investigación
y de enseñanza; proceso que empezó propiamente hace 80 años, al fundarse el
Observatorio Astronómico Nacional y diez años después el Instituto de
Geología, pero que quedó suspendido por largo tiempo y sólo se reanudó hace
apenas 30 años, con la autonomía de la Universidad Nacional de México.
Desde un punto de vista general, las instituciones científicas mexicanas
tienen habitualmente una buena organización interna; padecen en común
deficiencias —a veces, bastante graves— en su equipo de aparatos e
instrumentos de trabajo, que son siempre modestos, y cuentan con un grupo
reducido de investigadores, formado por científicos empeñosos y, muchas
veces, de un talento extraordinario. Pero, al mismo tiempo, las relaciones entre
la mayoría de dichas instituciones son más bien anárquicas, o sencillamente no
existen, de lo cual resulta una lamentable falta de coordinación y, en ocasiones,
una estéril repetición de esfuerzos. Esta situación es motivo de una
preocupación cada vez más honda entre los mismos hombres de ciencia,
quienes consideran que, especialmente en un país como México, es
indispensable aprovechar en la forma más eficiente con una inteligente
organización de conjunto y conforme a una orientación planeada
racionalmente, los recursos disponibles —tanto humanos como económicos—
que, al menos durante mucho tiempo más, seguirán siendo escasos con
respecto a nuestras numerosas necesidades. Por desgracia, los intentos que se
han hecho en este sentido no han tenido hasta ahora el éxito deseado. El más
importante de estos intentos, representado por la fundación del Instituto
Nacional de la Investigación Científica, en 1950, no ha servido para cambiar la
situación en la medida que, con una urgencia cada vez más imperiosa, se
requiere. En realidad, en los ocho años que tiene de funcionar el INIC, a los
cuales podemos sumar los siete años que duró su antecesora, la Comisión
Impulsora y Coordinadora de la Investigación Científica (CICIC), es evidente
que no ha podido llevar a la práctica los propósitos principales de su creación,
que son: fomentar, desarrollar y coordinar las investigaciones relacionadas con
las ciencias matemáticas, físicas, químicas, biológicas y geológicas, así como
con las ciencias aplicadas derivadas de ellas. Por consiguiente, uno de los
122 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

problemas más ingentes que se planteaba para la investigación científica en


México en 1948 se mantiene todavía carente de una solución satisfactoria en
1958.
Uno de los acontecimientos más notables de la década que nos ocupa fue la
celebración del Congreso Científico Mexicano, organizado en 1951 para
conmemorar el IV Centenario del establecimiento de la Universidad Mexicana.
Este congreso dio ocasión a que se presentara un programa bastante completo
del nivel alcanzado entonces por las investigaciones científicas en México y
permitió poner de manifiesto la distribución del interés y el número de
investigadores existente en los diversos campos de estudio. La densidad
relativa de las aportaciones quedó representada con una buena aproximación
por los 532 trabajos cuya calidad ameritó que fuesen publicados en la Memoria
de dicho congreso. Su distribución fue la siguiente: 266 trabajos en medicina (o
sea, exactamente el 50 por ciento); 66 en biología (12.4 por ciento); 63 en
química (11.8 por ciento); 38 en matemáticas (7.1 por ciento); 26 en geología
(5 por ciento); 20 en geofísica (3.7 por ciento); 19 en física (3.5 por ciento); 13
en astronomía (2.4 por ciento); 11 en teoría de la ciencia (2.1 por ciento); y 10
en geografía (2 por ciento). El interés relativo que se tenía entonces en las
especialidades de los investigadores y las instituciones se mantiene
sensiblemente en la misma proporción hasta ahora, con la sola excepción del
notable aumento que se ha observado en el interés hacia la física y,
principalmente, hacia la física atómica en los años posteriores. En cuanto a la
prominencia de las investigaciones realizadas, el reconocimiento ostensible lo
tenemos en la justificada designación como miembros del Colegio Nacional del
astrónomo Guillermo Haro, en 1953, y del médico Manuel Martínez Báez, en
1955. En lo que se refiere a las condiciones generales de trabajo, el hecho más
conspicuo ha sido la creación de los investigadores de tiempo completo en el
seno de los institutos dependientes de la Universidad Nacional Autónoma de
México y en algunos otros centros de investigación, lo cual ha venido a colocar
a los científicos en la situación de poder preocuparse fundamentalmente por su
trabajo.
Pasemos ahora a exponer, aunque sea únicamente por su simple mención, lo
que se ha hecho en los últimos diez años en los distintos campos de la
investigación científica. En el dominio de las matemáticas, los estudios se han
efectuado casi exclusivamente dentro del Instituto de Matemáticas de la
Universidad Nacional Autónoma de México. Los trabajos publicados por los
El avance científico en una década 123

matemáticos mexicanos corresponden a las ramas en que actualmente se


desarrolla mayor actividad en el mundo y, a la vez, se encuentran en un nivel
semejante a los que se efectúan en otros países, por lo que sus resultados son
interesantes para quienes trabajan en la misma disciplina. Las especialidades
matemáticas que se cultivan en México son la topología algebraica, la teoría
de las ecuaciones diferenciales, el álgebra moderna, la geometría algebraica, la
estadística, la geometría diferencial, la teoría de la medición y la lógica
matemática. En otros institutos de la Universidad Nacional Autónoma de
México y en otros centros de investigación se hacen trabajos de matemática
aplicada. Hasta 1951 se laboró activamente en el desarrollo de la teoría de la
gravitación propuesta por George D. Birkhoff, obteniéndose algunos resulta-
dos importantes. Pero, en los últimos siete años se han suspendido estas
investigaciones o, por lo menos, no se han conseguido nuevos resultados
dignos de ser publicados. Por lo que se refiere a la divulgación de las
matemáticas y a la propagación del interés por su cultivo, esta función la ha
seguido cumpliendo con eficacia la Sociedad Matemática Mexicana, por de la
publicación de su Boletín y de la celebración de sus Asambleas regionales en
distintos estados de nuestra república.
En el campo de la física, las investigaciones se efectúan principalmente en
el Instituto de Física de la Universidad Nacional Autónoma de México, en la
División de Física del Instituto Nacional de la Investigación Científica y en la
Comisión Nacional de Energía Nuclear. Al parecer, también se hacen algunos
estudios sobre física nuclear en los laboratorios de la Compañía de Luz; y,
ciertamente, se han iniciado investigaciones en el laboratorio de física nuclear
de la Universidad de San Luis Potosí. Como decíamos ya, el interés por la
física atómica y la nuclear ha crecido notablemente y esto se refleja con
claridad en el hecho de que el número de estudiantes de física en la Facultad de
Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México se ha multiplicado
varias veces en los últimos diez años y a ellos hay que agregar los alumnos de
las otras cuatro Escuelas de Ciencias que existen en el país. Los trabajos
publicados por los físicos mexicanos se refieren a problemas relativos a los
temas de mayor importancia en la actualidad y, algunos de ellos, especialmente
los correspondientes a la física nuclear teórica, han recibido merecido interés
en el mundo científico. También se trabaja activamente en el estudio de la
radiación cósmica primaria, en el laboratorio instalado por el INIC en la
Ciudad Universitaria. Igualmente se estudia el estado sólido de algunos
124 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

minerales y de moléculas orgánicas por medio de rayos x, se mide


constantemente la lluvia radioactiva producida por las explosiones atómicas de
prueba, se investigan las variaciones en la intensidad del campo gravitatorio de
la Tierra, se están preparando experimentos para tratar de descubrir posibles
perturbaciones en la luz provocadas por las ondas gravitacionales y se han
hecho preparativos para iniciar algunas investigaciones aprovechando las
propiedades radioactivas del carbono 14. Con el acelerador Van de Graaf, de
dos millones de voltios, se estudian los niveles de energía de los núcleos
atómicos livianos y los efectos biológicos producidos por los rayos x. Un
hecho interesante es la construcción efectuada en el Instituto de Física de un
espectógrafo de masa. En el terreno teórico se hacen investigaciones sobre la
estructura del núcleo atómico, lo mismo que acerca de las reacciones, fuerzas y
otras propiedades de las partículas elementales. En ciencia aplicada se hacen
estudios sobre electrónica, mecánica de los fluidos y mecánica de suelos.
Las investigaciones que realizan los astrónomos mexicanos son de primer
orden, por su seriedad y notabilidad tienen repercusión en todos los centros
astronómicos del mundo y han acarreado para México un justo renombre
científico. A partir de 1949, se han conjugado los esfuerzos del Observatorio
Astronómico Nacional de Tacubaya con los del Observatorio Astrofísico de
Tonantzintla, estableciendo así un amplio intercambio de personal,
instrumentos y datos, y abriendo sus puertas para la preparación y el
adiestramiento de los jóvenes investigadores. Los resultados obtenidos se
publican en el Boletín de los Observatorios de Tonantzintla y Tacubaya, que es
considerado merecidamente del más alto nivel. En los diez últimos años se ha
proseguido la publicación del Anuario del Observatorio Astronómico Nacional
y la preparación de la Carta Fotográfica del Cielo, en la parte que le fue
asignada a México. Las otras investigaciones comprenden el estudio de la
estructura morfológica de nuestra galaxia, incluyendo los enjambres estelares,
las estrellas variables, la distribución de objetos estelares dentro y fuera de la
galaxia, particularmente las estrellas supergigantes de tipo espectral temprano
situadas alrededor del ecuador galáctico y los objetos de alta temperatura
existentes en los casquetes polares de la galaxia. También se refieren a las
relaciones entre las estrellas de tipo T-Tauri y ráfagas tipo UV-Ceti con el
material interestelar, la distribución de masas gaseosas en las nebulosas
extragalácticas, los problemas de fotometría de los sistemas extragalácticos y
El avance científico en una década 125

las propiedades y efectos de la actividad solar. De acuerdo con lo expresado


por Guillermo Haro —el más brillante de los astrónomos mexicanos
contemporáneos, pero no el único—, "la filosofía científica de los estudios e
investigaciones que realizamos, se puede resumir en el problema de la
evolución de los objetos estelares". Una particularidad importante de las
investigaciones astronómicas que se hacen actualmente en México es la de que
son producto del trabajo en equipo, en más de sus dos terceras partes, sin que
por ello se inhiban la imaginación, la capacidad y la iniciativa individuales de
cada quien. Ahora se encuentra en construcción un nuevo telescopio refractor
de un metro de diámetro, que empezará a funcionar en 1960, el cual ha podido
ser adquirido gracias al prestigio que se han labrado los astrónomos
mexicanos y al empeño puesto para su consecución. Solamente para dar una
idea de los trabajos realizados en la década a que nos referimos, relatamos lo
que sigue: en 1948, R. Minkowski indicó que, por lo menos en las regiones no
oscurecidas, el número de nebulosas planetarias conocidas hasta entonces era
prácticamente completo. En efecto, la revisión que se hizo del Catálogo Draper
aumentó el número de objetos estelares conocidos de 9,000 a 227,000,
agregando una sola nebulosa planetaria más entre los nuevos objetos. Sin
embargo, las investigaciones realizadas en el Observatorio de Tonantzintla,
entre 1949 y 1951, sirvieron para encontrar que, entre 437 objetos con fuerte
emisión, existentes en una región de 6000º cuadrados, 121 correspondían a
nebulosas planetarias previamente descubiertas, mientras que otras 67 son
seguramente nuevas nebulosas planetarias y 48 más son posiblemente
nebulosas planetarias o nebulosas brillantes difusas.
Los trabajos que se realizan en el campo de la química en México son muy
semejantes a los que se hacen ahora en los otros países; tienen importancia para
los especialistas y han contribuido a elevar el índice del progreso científico de
nuestro país. En el Instituto de Química de la Universidad Nacional Autónoma
de México se hacen investigaciones sobre química orgánica, fisicoquímica
orgánica y bioquímica. Se estudian los alcaloides, los glucósidos y otros
productos naturales obtenidos de plantas mexicanas. En el campo de los es-
feroides se han buscado nuevos productos y nuevas síntesis, a la vez que se han
hecho modificaciones a las moléculas esferoidales que pudieran tener
aplicaciones farmacológicas. También se indagan las velocidades a que se
realizan ciertas reacciones orgánicas y los mecanismos de las mismas. Se han
126 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

efectuado análisis de uranio, examinando particularmente los minerales


oaxaqueños ricos en uranio, torio y tantalio. Asimismo, se realizó una
investigación sobre los cactos mexicanos en colaboración con la Universidad
de Wayne; y se ha hecho un estudio de las semillas de la tullidora, que
producen parálisis y pueden provocar la muerte, el cuál será completado
farmacológicamente por los investigadores del Hospital de Enfermedades de la
Nutrición. En el laboratorio de investigación de la empresa Syntex es en donde
se dispone de los mayores recursos económicos y está dedicado a la química de
los esferoides y a la búsqueda de nuevos productos medicinales y
farmacéuticos en general. Por otra parte, se hacen algunos estudios sobre
bioquímica de los alimentos, química de los suelos agrícolas y química
metalúrgica en varias instituciones gubernamentales; y también se trabaja en
los laboratorios de las empresas fabricantes de drogas y productos medicinales.
Últimamente se ha establecido un laboratorio de química inorgánica en la
Comisión Nacional de Energía Nuclear.
En el campo de las ciencias de la tierra trabajan los investigadores del
Instituto de Geología de la Universidad Nacional Autónoma de México, del
Instituto Nacional para la Investigación de los Recursos Minerales, de los
laboratorios de Petróleos Mexicanos, del Instituto de Geofísica, del Instituto de
Geografía y del Instituto de Ciencia Aplicada de la Universidad Nacional
Autónoma de México. Los estudios que se realizan abarcan muchas ramas:
geología general, estratigrafía, mineralogía, petrología, paleontología, historia
geológica, sismología, localización de minerales metálicos y no metálicos,
espeleología, geohidrología, gravimetría, radiación cósmica, meteorología,
geomagnetismo, geodesia, oceanografía, física de la atmósfera, vulcanología,
tectonofísica, radiación solar, química de la. atmósfera, cartografía, fisiografía,
ecología vegetal y demografía, Las investigaciones geofísicas han alcanzado un
nivel decoroso y es francamente promisoria la actividad que vienen realizando
algunos investigadores jóvenes. En el caso de la geología, en cambio, no se
advierten todavía indicios de que las investigaciones mexicanas tiendan a
recuperar el alto nivel en que se mantuvieron hasta el primer tercio del presente
siglo. En cuanto a la geografía, los trabajos que se hacen en el Instituto de
Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México son
fundamentalmente de carácter cartográfico, y fuera de dicho instituto
solamente se publican manuales escolares.
El avance científico en una década 127

En las ciencias biológicas, los investigadores mexicanos se dedican


particularmente al estudio taxonómico de las plantas y animales del país y a
investigar otras características de las especies estudiadas. En el Instituto de
Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México trabajan
especialistas en fanerogamia, criptogamia, fitopatología, cactología,
bacteriología, micología, fitogeografía, bioquímica, helmintología,
entomología, histología, embriología, hidrobiología, mastozoología,
ornitología, herpetología, ictiología y fisiología. En la Escuela Nacional de
Ciencias Biológicas del Instituto Politécnico Nacional se hacen investigaciones
fisiológicas, farmacológicas, microbiológicas, botánicas, zoológicas,
hidrobiológicas, bioquímicas, neurofisiológicas y de ingeniería bioquímica. En
el Instituto de Investigaciones Agrícolas de la Secretaría de Agricultura y
Ganadería se efectúan algunos estudios de genética aplicada, especialmente
acerca de los híbridos y de su relativamente rápida degeneración. En el
Laboratorio Entomológico dependiente del Departamento de Agricultura del
gobierno de los Estados Unidos se hacen, al parecer, estudios sobre la mosca
de la fruta y, particularmente, sobre la mosca prieta de los cítricos. En el
Instituto Mexicano de Recursos Naturales Renovables, que es una institución
privada, se efectúan investigaciones sobre ecología, conservación de recursos,
suelos y aguas, problemas de zonas áridas, caza y fauna silvestre, hidrobiología
y pesca. Además, en algunos centros universitarios de provincia, entre los cua-
les destacan la Universidad de Nuevo León y la de San Luis Potosí, se realizan
también investigaciones biológicas y se hacen estudios históricos y
bibliográficos acerca de las ciencias biológicas.
La medicina es la disciplina científica a la cual se dedica una abrumadora
mayoría de los investigadores mexicanos. En realidad, todo gran hospital
público o privado constituye al mismo tiempo un centro de investigación en
medicina experimental. Y en muchos de ellos se han establecido núcleos
dedicados por entero a la investigación, cuya importancia es reconocida
objetivamente por sus resultados en el mundo entero. Sin duda, las
investigaciones médicas que se hacen en México se encuentran al mismo nivel
que las que se realizan en los países más adelantados. En particular, se han
colocado en posición eminente las investigaciones que se hacen en el Hospital
Infantil, en sus laboratorios de bacteriología intestinal, de cancerología, de
virología, de inmunoquímica y de isótopos radioactivos. En el Instituto de
Cardiología, en los campos de la fisiología del corazón y del aparato
circulatorio, la neurofisiología, la anatomía patológica, la farmacología, la
128 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

electrocardiografía, la hemodinámica, la bioquímica, la nefrología, la


embriología, la microbiología, la fisiología auditiva, la fisiología muscular, la
vectocardiografía, la fonocardiografía y la radiología cardiovascular. En el
Instituto de Salubridad y Enfermedades Tropicales en los dominios de la
bacteriología, la micología, la protozoología, la fisiología, la parasitología, la
entomología, la anatomía patológica, la química de los esteroides y la
epidemología. En el Hospital de Enfermedades de la Nutrición se cultivan
principalmente la gastroenterología, la endocrinología, la hematología, la
neurología, la bioquímica y la farmacología. En el Hospital General en los
departamentos y unidades de investigación de la Escuela Nacional de Medicina
y en otros muchos centros médicos, tanto en la capital como en las provincias,
se hacen también estudios importantes sobre varias de las ramas ya
mencionadas y, además, en los campos de la ginecología, la obstetricia, la
oftalmología, la gastroenterología, la cancerología, la neurología, la urología, la
bioquímica, la venerología, la neuropsiquiatría, la neuropatología, la
neuroquímica, la inmunología, la alergología, la reumatología, las
enfermedades transmisibles, la ortopedia, la farmacología, la histopatología, la
anestesiología, la cirugía, la salubridad y la higiene. Un hecho de gran
importancia lo constituirá el funcionamiento del Centro Médico Nacional, cuya
construcción está a punto de terminarse, ya que se mejorarán en mucho las
condiciones en que se efectúan las investigaciones y se podrá establecer una
coordinación mucho más estrecha entre los distintos núcleos de estudio. Por
otra parte, en el Instituto de Estudios Médicos y Biológicos de la Universidad
Nacional Autónoma de México se realizan investigaciones histológicas, de la
fisiología del sistema nervioso central y de las formaciones musculares y de
hematología experimental, especialmente en tejidos humanos y cultivos
experimentales. En la mayoría de los centros mencionados, las investigaciones
son fruto del trabajo realizado en estrecha cooperación. De esta manera, los
investigadores de la medicina están descubriendo continuamente nuevos
hechos que, por pequeños que parezcan, como se encuentran por millares y
millares y son acumulados esmeradamente, forman una riquísima materia
prima, a partir de la cual se van estableciendo correlaciones de toda índole y,
finalmente, se ponen al descubierto y se determinan las leyes generales.
En la ciencia aplicada y la tecnología debemos mencionar las
investigaciones que se realizan en los Laboratorios Nacionales de
El avance científico en una década 129

Fomento Industrial, en el Instituto de Ciencia Aplicada de la Universidad


Nacional Autónoma de México, en el Instituto Mexicano de Investigaciones
Tecnológicas del Banco de México, en el Instituto de Investigaciones
Industriales del Instituto Tecnológico de Monterrey y en el Instituto de
Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México. En lo que se
refiere a la teoría de la ciencia, los trabajos del Seminario de Problemas
Científicos y Filosóficos son conocidos y estimados en muchos otros países,
además del nuestro. Por lo demás, la comprensión, la colaboración y el
acercamiento entre los investigadores de las más diversas especialidades, que
se han establecido a través de las labores que realiza este Seminario, son
reconocidas también de una manera conspicua.
Como conclusión de este breve examen, podemos afirmar que en México
existen grandes posibilidades para el desenvolvimiento de la investigación
científica, que ya se han creado algunas de las condiciones necesarias para ese
desarrollo y que, en varios campos, los trabajos de investigación que
actualmente se hacen se encuentran ya en el más elevado nivel. Por otra parte,
es fácil advertir que entre los hombres de ciencia ha menguado mucho el falso
optimismo que se tenía respecto a nuestra situación científica y que, en su
lugar, existe ahora una fecunda preocupación y un decidido empeño por hacer
avanzar realmente el conocimiento científico en México. Y para decirlo en una
palabra, lo que hace falta ahora, para lograr que este anhelo se convierta en
realidad, es reorganizar la educación desde la escuela primaria, para incluir los
conocimientos científicos puestos al nivel adecuado, establecer una política
sobre la actividad científica y crear un organismo que dirija y coordine la
investigación científica en forma flexible, inteligente y nada burocrática, de
manera tal que se puedan aprovechar óptimamente los recursos económicos,
técnicos y humanos de que disponemos.
PROBLEMAS DE LA HISTORIA
DE LA CIENCIA Y LA TECNOLOGÍA
EN MÉXICO

Tanto la historia de la ciencia como la filosofía de la ciencia son,


necesariamente, el resultado de investigaciones interdisciplinarias. En algunos
casos, es el historiador o el filósofo quien indaga en el dominio de la ciencia y,
más recientemente, en el de la tecnología. En otras ocasiones, es el científico o
el tecnólogo quien se habilita de historiador o de filósofo para inquirir en su
propio campo. En ambos casos, el examen de la ciencia y de la tecnología que
así se realiza consiste en la aplicación del método científico a la propia
actividad científica o tecnológica, analizándola y criticándola con rigor. Los
enfoques con que se hace dicho análisis se han ido multiplicando, surgiendo
entonces, después de la historia y la filosofía, el estudio de la metodología, de
la sociología, de la política, de la psicología y de la economía de la ciencia, a
las cuales se han agregado los estudios análogos correspondientes ala
tecnología. Esos exámenes se iniciaron como ramas del campo básico de la
disciplina respectiva, es decir, la historia de la ciencia como rama de la historia,
la filosofía de la ciencia como rama de la filosofía, etcétera. En tales
condiciones, los investigadores siguieron perteneciendo, profesional y
orgánicamente, al campo de la disciplina original. Pero, últimamente, la
historia de la ciencia y la filosofía de la ciencia han adquirido un desarrollo
suficiente para hacerse disciplinas autónomas, en la medida en que utilizan
métodos específicos, muestran una consecuencia estricta entre sus partes y
ponen de relieve características propias que son nuevas y peculiares. Al mismo
tiempo, la historia de la ciencia ha empezado a ejercer influencia sobre la
historia, a la vez que la filosofía de la ciencia también influye sobre la filosofía.
Más todavía, la historia y la filosofía de la ciencia y de la tecnología se
encuentran interrelacionadas de manera cada vez más estrecha, y su evolución

131
132 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

está interviniendo notablemente en la maduración de la metodología, la


sociología, la política, la psicología y la economía de la ciencia y de la tecnolo-
gía. De esa manera, las disciplinas que analizan científicamente a la ciencia y
la tecnología, después de haber surgido separadamente, una a una, han llegado
a conjugarse en un todo que es mayor que la suma y, también, diferente de sus
partes.
Los problemas que se plantean en torno a la enseñanza y la investigación de
la. historia y la filosofía de la ciencia y la tecnología son numerosos y
complejos. Desde luego, aun cuando el cultivo de la historia y la filosofía de la
ciencia empezó desde la antigüedad clásica, sin embargo, ha sido hasta la
época moderna cuando comenzaron a hacerse estudios sistemáticos sobre la
filosofía de la ciencia. Y, no fue sino hasta el último tercio del siglo XVIII que
se hicieron las primeras historias, propiamente dichas, de algunas disciplinas
científicas particulares. Dichos estudios se multiplicaron durante el siglo
pasado y en el actual han alcanzado un volumen considerable. Al mismo
tiempo, ha habido un despliegue tanto hacia la historia y la filosofía de las
diversas ramas específicas, como con respecto a la ciencia en general y a su
desarrollo en países determinados, sobre épocas delimitadas y con respecto a
culturas particulares. Por otra parte, en nuestro siglo es cuando se han iniciado
las investigaciones acerca de la historia y la filosofía de la tecnología. Por
supuesto, es en los países avanzados en donde el estudio histórico y filosófico
de la ciencia y la tecnología ha tenido un desenvolvimiento más intenso y
cuantitativamente mayor. Además, en varios de esos países se han formado
sociedades especializadas y creado institutos universitarios, o dependientes de
las Academias de Ciencias, o bien, autónomos, dedicados a hacer
investigaciones históricas y filosóficas sobre la ciencia y la tecnología.
Igualmente, en esos países se publican revistas especiales para dar a conocer
los trabajos resultantes de las investigaciones emprendidas. También se
efectúan, de manera regular, congresos internacionales, aunque por separado,
esto es, por una parte sobre filosofía de la ciencia y, por otra, acerca de la
historia de la ciencia. En fin, paralelamente a la organización de las
investigaciones y su fomento, se ha ido abriendo paso en los centros de
educación superior, primero, y en los de educación media, después, la
enseñanza sistemática de la historia y de la filosofía de la ciencia. Dicha
enseñanza se propone la formación de especialistas y, también, la preparación
de maestros en esas disciplinas, lo mismo que la apertura de nuevos enfoques
Problemas de la historia de la ciencia y la tecnología 133

en la cultura general de los estudiantes de otras disciplinas. Sin embargo, la


situación que prevalece en México y en las otras naciones de habla hispana es
bastante diferente, como tendremos oportunidad de examinarlo más adelante.
Para tener una idea concreta y precisa de la manera como se ha desarrollado
la enseñanza y la investigación en la historia y la filosofía de la ciencia en un
grupo de países, en su mayor parte avanzados, vamos a utilizar como muestra
representativa a los países que integran la Comunidad Británica, tomando
como fuente el estudio realizado por el profesor W. Mays. Dicho estudio fue
publicado en 1960 y en él se recogen, además de las respuestas obtenidas por el
propio profesor Mays, los resultados y las conclusiones a que se llegó en una
encuesta anterior, realizada por el profesor S. E. Toulmin y un grupo de
colaboradores, que culminó con una conferencia celebrada en Leeds, en
noviembre de 1858.1 A pesar de los veinte años transcurridos desde entonces,
el panorama resultante de esas encuestas es sumamente ilustrativo y, en sus
rasgos fundamentales, sigue siendo vigente. Por eso, vamos a relatarlo con
detalle. Por otra parte, es casi ocioso decir que en México y en los otros países
de habla castellana todavía nos encontramos con mucho retraso, con respecto a
la situación de los países de la Comunidad Británica en ese entonces.
La encuesta abarcó los principales centros de investigación y estudios
superiores de Inglaterra, Escocia, Gales, Irlanda, Australia, Canadá, Hong
Kong, la India, Nueva Zelandia, Paquistán, la Unión Sudafricana, las Indias
Occidentales, Rhodesia y Nigeria. En la mayoría de dichos centros se reconoce
la importancia de la historia y la filosofía de la ciencia, pero existen pocos
cargos de investigadores establecidos para ocuparse específicamente de esos
dominios. Por lo tanto, la mayoría de los cursos son, en cierto modo,
secundarios y un tanto improvisados. Por lo general, los cursos son impartidos
por miembros de los departamentos de ciencias, de filosofía o de ciencias de la
educación, que algunas veces trabajan individualmente y otras en equipo.
Corrientemente, los científicos tienen mayor conciencia que los filósofos
acerca de la necesidad de conocer la historia y la filosofía de la ciencia; y, a su
vez, los filósofos tienen mayor conciencia que los historiadores. Por lo demás,

1 Los datos aportados por el profesor Mays fueron dados a conocer en castellano, en una traducción de su artículo
hecha por el autor de este trabajo y editada con el título de La historia y la filosofía de la ciencia en las Universidades
de la Comunidad Británica, UNAM Suplementos del Seminario de Problemas Científicos y Filosóficos, México, 1968,
Tercera Serie, Núm. 31.
134 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

es frecuente que los intereses de los departamentos de ciencias se inclinen


hacia la historia más que hacia la filosofía. La importancia que se concede en
los curricula universitarios a la historia y la filosofía de la ciencia varía. En el
caso de los alumnos de ciencias, dichos cursos son considerados como un
medio para integrar el conocimiento científico con las humanidades y que,
también, ayudan a evitar la especialización unilateral. En cuanto a los alumnos
de humanidades, se considera que tales cursos les permiten adquirir un
panorama científico general, a la vez que les sirven para comprender la
influencia ejercida por la ciencia sobre la filosofía y la cultura. También se
considera que la historia de la ciencia debe formar parte de los cursos
avanzados para graduados en ciencias de la educación, en filosofía y en
historia. En el caso de los estudiantes de filosofía, el aprendizaje de la historia
resulta particularmente importante, debido a las estrechas relaciones que
siempre han existido entre el desarrollo histórico de la ciencia y el de la
filosofía.
Entre las principales necesidades que se destacan figura, desde luego, la de
crear mayor número de cargos docentes y de investigación para especialistas en
el dominio de la historia y la filosofía de la ciencia. Se requieren profesores
universitarios dedicados a la investigación, a la docencia en el nivel profesional
y a la enseñanza en el nivel de los cursos avanzados para graduados. Es
conveniente incluir la historia y la filosofía de la ciencia como partes
integrantes de la educación general que reciben quienes aspiran a ingresar a las
universidades, o sea, en el nivel de bachillerato, lo mismo que en los curricula
del nivel profesional. También se hace indispensable establecer cursos
especializados en los departamentos de ciencias de la educación, para satisfacer
la demanda de profesores de historia y de filosofía de la ciencia que aumenta
con rapidez. Indudablemente, la introducción de la historia y la filosofía de la
ciencia en los planes de estudios universitarios servirá para hacer avanzar el
conocimiento, ampliar la educación general y adiestrar a los profesores.
También se considera que la historia y la filosofía de la ciencia son de los
mejores medios para introducir los estudios científicos entre los alumnos de
humanidades, ya que resultan mucho más eficaces que la enseñanza de una
ciencia en particular. En fin, se considera igualmente que los profesores de
historia de la ciencia o de filosofía de la ciencia necesitan tener conocimientos
de ambas materias y de que los cursos de historia de la ciencia deben incluir el
tratamiento de la filosofía de la ciencia o deben ser complementados con la
Problemas de la historia de la ciencia y la tecnología 135

enseñanza de esta última asignatura.


Con respecto a la cuestión de saber cuál es la mejor manera de cultivar la
investigación sobre la historia y la filosofía de la ciencia, prevalece la opinión
de que debe ser organizada y fomentada en un instituto, centro o departamento
autónomo. En ese sentido, las mejores y más antiguas experiencias son las que
corresponden al Departamento de Historia y Filosofía de la Ciencia del
University College de Londres, que fue fundado hace unos 50 años; a las del
Departamento de Filosofía, Lógica y Método Científico de la London School
of Economics and Political Science, en el cual se cultiva la filosofía de la
ciencia en los niveles de la enseñanza profesional y de la investigación, a la vez
que se estudian los problemas filosóficos concernientes a la historia de la
ciencia; a las cátedras de Historia de la Ciencia y de Filosofía de la Ciencia,
existentes en las Universidades de Oxford y Cambridge, en Inglaterra, lo
mismo que en la Universidad de Aberdeen, en Escocia; y al Departamento de
Historia y de Filosofía de la Ciencia, en la Universidad de Melbourne, en
Australia. Todas las instituciones participantes en las encuestas hicieron
hincapié en que, tanto la organización y el sostenimiento de un centro especial
para la investigación y la preparación de la docencia en historia y filosofía de la
ciencia como la autonomía de dicho centro, son fundamentales para la
promoción y el desenvolvimiento venturoso de tales actividades. En efecto, en
una universidad o institución de investigación y estudios superiores, para que
un campo cuente con oportunidades y facilidades para su desarrollo interno, es
indispensable que constituya un centro independiente y tenga representación en
el organismo de gobierno académico de la propia institución. En todo caso, una
de las razones por las cuales el cultivo de la historia y la filosofía de la ciencia
no ha tenido, hasta ahora, un desarrollo equiparable a su valor intrínseco y
educativo, es precisamente la de que dicho cultivo se debe, en general, al
empeño incidental de una o dos personas interesadas que, por lo demás,
muchas veces no cuentan con el apoyo firme de los institutos a los cuales
pertenecen. Además, cuando la historia y la filosofía de la ciencia, aunque sean
reconocidas como disciplinas por su propio derecho, quedan incorporadas a
institutos que se ocupan de campos generales, inclusive a la historia o a la
filosofía, resulta que aquellas vienen a ser consideradas como especies de
"patitos feos" del centro que las acoge en su seno. Una explicación pertinente
acerca de por qué la historia y la filosofía de la ciencia no han logrado
136 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

conseguir esa independencia que requieren vitalmente consiste en que han


quedado unidas con disciplinas diferentes y, hasta cierto punto, ajenas. Y,
entonces, los investigadores del instituto en cuestión llegan a tener la sensación
de que el desarrollo de la historia y la filosofía de la ciencia se hace a expensas
del campo de estudio principal cultivado en ese instituto. Es urgente, pues, la
organización de un centro de historia y filosofía de la ciencia que sea
autónomo, superando así la grave desventaja de ser una sección o área del
instituto de historia, del de filosofía o de algún otro instituto de ciencias. Y, con
la misma urgencia, se necesita que se designe como director de ese centro a un
investigador, para que éste represente los intereses de los profesores e
investigadores de ese campo en el seno del consejo universitario.
De las experiencias obtenidas en las universidades de la Comunidad
Británica, se desprenden varias consideraciones importantes: un curso de
historia y filosofía de la ciencia cumple con dos funciones distintas, ya que
permite su aprendizaje de manera sistemática y, al mismo tiempo, ofrece la
oportunidad de que se establezcan contactos entre las diferentes facultades
universitarias, salvándose así el abismo que separa artificialmente a las
humanidades y las ciencias. Para conseguir lo anterior es indispensable que los
cursos preliminares e intermedios sean planeados especialmente, de acuerdo
con los antecedentes académicos de los alumnos. Es necesario que el cuerpo de
profesores e investigadores esté formado por personas con distintos
antecedentes académicos y conocimientos de diferentes ciencias particulares.
En todo caso, sería erróneo considerar que una misma persona se pueda ocupar
de todas las ramas de la historia y la filosofía de la ciencia. También es de
importancia primordial la enseñanza conjunta de la historia y la filosofía de la
ciencia, en lugar de que dichas disciplinas se enseñen por separado.
El interés hacia la historia y la filosofía de la ciencia depende, en cierta
medida, del número de alumnos y profesores de la universidad, de su
antigüedad y de la preferencia que se atribuya a su campo, entre los problemas
culturales. En lo que toca a su desarrollo futuro, se destaca la necesidad de
establecer nuevos cargos docentes y de investigación. Inclusive las
instituciones de más reciente creación pueden encontrar la manera de fundar
cátedras de historia y filosofía de la ciencia; lo cual depende en gran parte, de
manera obvia, de la disponibilidad de profesores preparados en esas disciplinas
que tengan las instituciones más antiguas. Empero, en aquellas universidades
en que tal cosa resulte impracticable, tal vez sea posible transformar algunas
Problemas de la historia de la ciencia y la tecnología 137

de las cátedras existentes, para que en ellas se traten dichas materias. Por otro
lado, se puede pensar también en la posibilidad de instituir un curso en el nivel
de maestría. Otro de los niveles a los cuales se puede extender la enseñanza de
la historia y la filosofía de la ciencia es el de las escuelas de enseñanza media.
De esa manera, se prepararían generaciones de jóvenes universitarios con
conocimientos académicos en este dominio, que estarán en condiciones de
continuar sus estudios sobre dicho campo en el nivel profesional y superior.
Los departamentos pedagógicos también necesitan impartir los conocimientos
adecuados a los futuros maestros que se encargarán de enseñar después la
historia y la filosofía de la ciencia en las escuelas medias y en otros niveles. En
el caso de los alumnos de humanidades, es necesario intensificar la enseñanza
de la filosofía y la historia de las ciencias sociales. En general, los estudiantes
de humanidades tienen mucho menos dificultades para comprender los fun-
damentos filosóficos de las ciencias sociales que los de las ciencias naturales.
Por consiguiente, pueden obtener así cierta comprensión de la metodología
científica, sin necesidad de tener conocimientos especializados de física o
biología, por ejemplo. Y no obstante que el surgimiento impetuoso de las
ciencias sociales es relativamente reciente, lo cierto es que los problemas
filosóficos planteados por ellas son sumamente importantes. En fin, a veces se
habla de la conveniencia de que la historia y la filosofía de la ciencia fueran
especializaciones en el nivel profesional, debido a que se requiere cierta
madurez de pensamiento y conocimientos académicos de otras materias antes
de que se puedan estudiar con provecho. Esa consideración es aplicable, hasta
cierto punto, a la filosofía de la ciencia, pero no parece ser indispensable para
la historia de la ciencia.
En resumen, tenemos que en cuatro universidades inglesas se encuentran
firmemente establecidas la historia y la filosofía de la ciencia. A ellas se agrega
una universidad escocesa y otra australiana. En otras instituciones de
enseñanza superior se han establecido cursos de filosofía e historia de la
ciencia, lo mismo que cursos en los que se enseñan separadamente dichas
materias. En algunas de ellas se han establecido igualmente cursos libres de las
mismas disciplinas. En otras universidades, la historia de la ciencia es enseñada
por profesores de los departamentos científicos, de filosofía o de ciencias de la
educación. Hay universidades que ofrecen cursos y seminarios para estudiantes
de ciencias de la educación, tanto para graduados como para investigadores. En
138 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

lo que respecta a los grados, diplomas y certificados de estudios, se tienen


establecidos los que siguen: en la Universidad de Cambridge existe el
certificado de estudios en Historia y Filosofía de la Ciencia, tanto como
especialización que como requisito para obtener el grado de Bachiller en Artes;
y, por otra parte, también se tiene el grado de Maestro en Artes especializado
en teoría y métodos de la ciencia. En la Universidad de Oxford existe un
diploma en Historia y Filosofía de la Ciencia. También se pueden adquirir
grados académicos en esa especialidad: de Doctor en Filosofía en la
Universidad de Cambridge; de Doctor en Filosofía en la de Oxford; de Maestro
en Ciencias y de Doctor en Filosofía en la de Londres, y de Maestro en
Ciencias en la de Leicester. Y en la Escuela de Economía y Ciencias Políticas
de Londres se otorgan los grados de Maestro en Ciencias y de Doctor en
Filosofía, con la especialidad de Lógica y Método Científico. En lo que
respecta a la investigación en historia y filosofía de la ciencia, ésta se realiza en
las universidades de Cambridge, de Leicester, de Oxford y de Sheffield, lo
mismo que en el University College y en la Escuela de Economía y Ciencias
Políticas de Londres, en Inglaterra; en las universidades de Melbourne, de
Nueva Gales del Sur y de Queensland, en Australia; en las universidades de
Ontario Occidental y de Windsor, en Canadá, y en la universidad de Ciudad del
Cabo, en la Unión Sudafricana.
Pasemos ahora a los problemas que se plantean para el cultivo de la historia
y la filosofía de la ciencia en México. Desde luego, el estudio del desarrollo
histórico de la ciencia en México no tiene, obviamente, la importancia de
permitir seguir el curso de muchos grandes descubrimientos o de aportaciones
decisivas que hayan sido incorporadas al conocimiento científico de la
humanidad. En realidad, desde la época en que los antiguos mexicanos
quedaron sometidos al coloniaje español, nuestras contribuciones a la ciencia
han sido escasas y en muchos casos no fueron conocidas oportunamente en los
otros países por la falta de un contacto efectivo. Peor todavía, ha llegado a
suceder que ni siquiera exista noticia de lo que se hace en alguna parte de la
república en otros lugares de la misma, como lo hemos podido constatar en
más de un caso concreto. Sin embargo, el estudio del desenvolvimiento
científico de México tiene el enorme interés de servir para poner de relieve la
historia mexicana de una de las actividades de mayor importancia en nuestro
tiempo, a la vez que permite esclarecer varios hechos destacados de la historia
social de México. De otro lado, el hecho mismo de presentar un panorama de
Problemas de la historia de la ciencia y la tecnología 139

nuestra historia científica en su conjunto, además de que viene a llenar una


laguna en la investigación de nuestro pasado, será útil para dar a conocer el
arraigo y el vigor que tienen las tradiciones científicas en nuestro pueblo y para
establecer con mayor firmeza las bases del impulso que es necesario impartir
ahora a la investigación científica en México, con vistas a elevar nuestro
desarrollo cultural y poder satisfacer mejor las numerosas necesidades que
plantea nuestro desenvolvimiento económico y social.
En semejante estudio se pueden determinar cuáles fueron los conocimientos
científicos elaborados o manejados por los mexicanos en las distintas épocas,
analizando las condiciones históricas que los hicieron surgir, las influencias
recibidas o ejercidas en diversas ocasiones y por diferentes conductos, y la
manera como dichos conocimientos se convirtieron en agentes activos para
reobrar sobre la vida social de México. Sin duda, uno de los aspectos más
importantes de cada periodo histórico lo forman los trabajos científicos que
entonces se emprenden, porque se encuentran ligados inseparablemente a todas
las condiciones determinantes de la vida económica, social, política y cultural,
dentro de los cuales se conforma y expresa la actividad de los hombres de
ciencia. Por ello, es necesario indagar las condiciones sociales en que se
producen las investigaciones científicas y las concepciones filosóficas en que
se apoyan o pretenden apoyarse; y lo mismo tiene que hacerse con las
consecuencias resultantes de dichas investigaciones, tanto en sus aplicaciones
directas como en sus influencias sobre el desarrollo cultural y social. Así, el
examen del desenvolvimiento histórico de todos esos elementos y la
comprensión de sus condiciones actuales constituyen un material valioso del
cual se pueden extraer orientaciones acerca de las maneras de actuar
eficazmente en el presente y en el porvenir. Por otra parte, esta indagación
histórica no puede consistir en la mera acumulación de datos recopilados de las
distintas fuentes, sino que es imprescindible interpretarlos y ordenarlos, para
determinar sus enlaces y sus consecuencias, hasta llegar a explicarlos
objetivamente en la plena expresión de las condiciones históricas en que se
produjeron. En suma, tomando en cuenta lo antes dicho, hay que proponerse
destacar la participación que la actividad científica ha tenido en la trans-
formación social de México y en el surgimiento de sus problemas económicos,
políticos y culturales, para mostrar finalmente la manera en que la ciencia
puede coadyuvar a resolver dichos problemas que, en último término,
solamente pueden ser atendidos y superados con la aplicación inteligente y
140 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

eficaz de los resultados de la investigación científica.


Tal como lo mostramos con detalle en nuestra obra La ciencia en la historia
de México, los pueblos del México Antiguo tuvieron un desenvolvimiento
cultural bastante notable antes de la llegada de los españoles y,
particularmente, en el campo del conocimiento científico conquistaron un nivel
destacado. Entre sus hazañas científicas más conspicuas tenemos el sistema
vigesimal de numeración y su notación simbólica, que fue utilizada en la
astronomía y en el comercio; la invención y el uso del cero, ocho siglos antes
de que volviera a ser concebido independientemente por los hindúes en el siglo
VI de nuestra era; el calendario ceremonial de 260 días, denominado tonal-
pohualli por los nahoas y tzolkín por los mayas; el calendario solar de 365 días,
llamado xihuitl en nahoa y haan en maya, cuya precisión se conseguía con
correcciones semejantes a las actuales y que, por ende, tenía una aproximación
mayor que la del calendario juliano, que fue el utilizado por los europeos hasta
el año de 1582; las observaciones y los cálculos astronómicos realizados con
una precisión extraordinaria; la escritura jeroglífica empleada para registrar los
acontecimientos y transmitir el saber; la fabricación de papel, tapa o amatl, a
base de las fibras de la corteza de varios amates y, en algunos casos, de las
fibras de maguey; la preparación del hule y su empleo en la elaboración de
varios objetos especializados; el portentoso conocimiento que llegaron a
adquirir acerca de los vegetales y la multitud de usos que les encontraron para
obtener alimentos, medicinas, fibras, telas, vestidos, bebidas refrescantes y
embriagantes, venenos, instrumentos de trabajo, materiales de construcción,
sustancias para sus artesanías, colorantes, combustibles, papel, teas y aceites
para el alumbrado, sustancias alucinantes, pegamentos, cuerdas, perfumes,
trampas para cazar y pescar, detergentes, madera para esculpir, hule, muebles,
sustancias aromáticas, artículos para sus juegos y materiales para otros muchos
usos; la medicina y sus remedios de gran eficacia, que era enteramente
equiparable a la europea de su tiempo y que se propagó inmediatamente,
recibiendo así la farmacopea una contribución de una magnitud, tamaña
riqueza y tal significación que difícilmente se pueden comparar con alguna otra
aportación anterior o posterior. En realidad los antiguos mexicanos, obligados
por la naturaleza en que vivían, se vieron constreñidos a buscar casi
exclusivamente en el reino vegetal los medios de satisfacer sus necesidades y,
en consecuencia, lograron adquirir un conocimiento sumamente amplio y
Problemas de la historia de la ciencia y la tecnología 141

profundo de la vegetación que los rodeaba. El trabajo de los metales —oro,


plata, cobre, estaño, plomo y mercurio— y de sus aleadones —bronce, oro y
cobre, plata y cobre, oro y plata, y plomo y cobre— era especialmente notable
por su refinamiento. Algo semejante se puede decir de sus construcciones
civiles y religiosas, de su escultura, de sus obras hidráulicas y de
comunicación, de sus cartas de intinerarios, de las técnicas de sus artesanías —
alfarería, tejeduría, plumaria, lapidaria, pintura, tallado en madera y estucado—
y de los procedimientos químicos que utilizaban para obtener sal, sacarosa,
bebidas fermentadas y pigmentos. Solo que este desarrollo fue interrumpido de
manera violenta y definitiva por los conquistadores españoles.
Posteriormente ha habido en nuestro país tres épocas durante las cuales han
existido las condiciones necesarias para que se intensificara notablemente la
actividad científica: la primera de ellas comprendió las tres últimas décadas del
siglo XVIII y la primera del XIX la segunda abarcó desde el último tercio del
siglo XIX hasta los primeros años del XX, y la tercera —en la cual nos
encontramos ahora— se inició hace unos cincuenta años. El primer periodo
correspondió a los acontecimientos económicos y sociales que precedieron y
acompañaron a la toma del poder por la burguesía en Francia y el comienzo de
la Revolución Industrial en Inglaterra y Holanda. Como consecuencia de
dichos acontecimientos, en España se implantó la libertad de comercio, se
redujeron los tributos, se confiscaron muchas propiedades eclesiásticas, se
obligó a la Iglesia a contribuir a los gastos de la hacienda pública y se
realizaron algunas reformas liberales en el régimen político de sus colonias
americanas. Por otro lado, también fue entonces cuando se inició en México la
secularización de la enseñanza y se introdujeron la ciencia y la filoso fía
modernas. El resultado fue que se produjo un auge inusitado en la
investigación científica, a la vez que cobró mayor vigor el movimiento político
en favor de la independencia, el cual finalmente acabó por superar todas las
otras actividades. Una vez consumada la independencia, los graves conflictos
sociales y políticos que se suscitaron —debido principalmente al hecho de que
se mantuvo incólume el régimen económico, al mismo tiempo que comenzaron
las agresiones y despojos por parte de las potencias imperialistas— provocaron
una sucesión continua de luchas armadas, en las cuales tuvieron que
concentrarse todos los esfuerzos. Y, a resultas de todo esto, la actividad
científica declinó notablemente, frustrándose asilas posibilidades que se habían
creado.
142 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

La segunda época empezó con el triunfo de la revolución popular, nacional


y liberal que puso en vigor las Leyes de Reforma, mediante las cuales se
suprimieron los fueros eclesiásticos y militares, se estableció la administración
civil de la justicia, se desamortizaron las propiedades del clero, se separó la
Iglesia del Estado, se abolieron los conventos y las órdenes religiosas y se
instituyó la libertad de cultos. De esa manera, se transformaron los cimientos
económicos de nuestro país y se consiguió un gran avance en los otros
dominios de la vida social. Al mismo tiempo, se declaró obligatoria y gratuita
la enseñanza primaria, se ensanchó considerablemente la enseñanza media y se
mejoró de un modo conspicuo la educación superior. Por otra parte, se
fundaron varios institutos de investigación científica y se formaron muchas
sociedades científicas que promovieron la ejecución de una gran cantidad de
trabajos científicos. Así se crearon condiciones favorables para el desarrollo de
la ciencia que permitieron realmente la obtención de muchísimos datos
utilizables como materia prima para investigaciones ulteriores. Sin embargo,
antes de que se pudiera llegar a la etapa de la elaboración científica
propiamente dicha, el gobierno porfirista destruyó las bases liberales del
movimiento de la Reforma, se convirtió en instrumento dócil de los
latifundistas mexicanos y extranjeros, permitió que la Iglesia recuperara buena
parte de sus propiedades y privilegios, facilitó el dominio extranjero sobre el
comercio, las minas y las industrias incipientes y reprimió con crueldad las
manifestaciones de protesta de los campesinos y otros trabajadores sometidos a
una explotación inicua. En consecuencia, el movimiento científico que se había
iniciado con buenos auspicios fue tergiversado por completo y se detuvo
cuando apenas empezaba a dar algunos frutos.
La época actual de florecimiento de la investigación científica se ha
producido como resultado de la Revolución Mexicana y de la situación que
prevalece en el mundo. Desde su principio, el movimiento contemporáneo se
caracterizó por la preocupación de lograr que los hombres de ciencia
mexicanos participen activamente en la elaboración del conocimiento
científico, superando así la aspiración porfiriana de estar simplemente al tanto
del desarrollo de la ciencia en los países más adelantados. De acuerdo con los
propósitos revolucionarios de impulsar decididamente el desenvolvimiento de
nuestro país para mejorar el nivel de vida de todos los mexicanos, se ha
extendido en forma muy considerable la enseñanza elemental, se han
multiplicado y ampliado las instituciones de educación superior sostenidas por
Problemas de la historia de la ciencia y la tecnología 143

el Estado —que imparten sus conocimientos de un modo gratuito o casi


gratuito— y se han creado muchos centros de investigación científica. Al
propio tiempo, se ha elevado la preparación de los investigadores, se han
aumentado decorosamente sus emolumentos, han crecido los recursos
económicos de los institutos y se ha mejorado mucho su dotación de
instrumentos, bibliotecas y otros apoyos necesarios para sus labores. De esa
manera se han constituido condiciones bastante propicias para la actividad
científica y, como consecuencia, los trabajos de investigación que se realizan
actualmente en México tienen la seriedad y el rigor requeridos, producen
resultados que aportan contribuciones interesantes para quienes trabajan en la
misma disciplina en los otros países del mundo y, por ende, reciben la atención
de los medios científicos respectivos. Por lo tanto, la investigación científica en
México se encuentra ahora en una situación llena de posibilidades y promesas,
que superan con mucho a las existentes en las dos épocas antes mencionadas.
Por eso mismo, se plantea con urgencia la necesidad imperiosa de hacer
avanzar la investigación cada vez con más eficacia y a un ritmo mayor. Para
ello es indispensable que se fortalezcan y amplíen las condiciones favorables,
de tal modo que no sólo sean las necesarias sino también las suficientes para
asegurar ese progreso. Y como fundamento imprescindible para que esas
condiciones fructifiquen, se requiere que el desarrollo de nuestro país en el
dominio económico, político y social se acelere mucho más y redunde en
beneficio directo de los trabajadores, para que tenga el apoyo decidido del
pueblo. De otra manera, como lo demuestran nuestras experiencias históricas
en el pasado, se volverían a frustrar las inmensas posibilidades que ahora
existen para el desenvolvimiento de las ciencias y la transformación de
México.
Volvamos ahora a los problemas que se suscitan en la investigación de la
historia de la ciencia. Empecemos por traer a cuenta la más ambiciosa
expresión de la importancia que tiene esa disciplina, tal como aparece en la
formulación hecha por George Sarton, en The Study of the History of Science,2
mediante la enunciación de una definición, un teorema, un corolario y un
escolio. Tal expresión es la siguiente:
Definición. La ciencia es el conocimiento positivo sistematizado o que ha sido
considerado como tal en diferentes épocas y en distintos lugares.
2 Nueva York, Dover, 1936, p. 5.
144 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

Teorema. La adquisición y la sistematización del conocimiento científico son


las únicas, entre todas las actividades humanas, que son verdaderamente
acumulativas y progresivas.
Corolario. La historia de la ciencia es la única historia que puede ilustrar el
progreso de la humanidad. En efecto, el progreso no tiene un significado
definido e incuestionable en otros campos que no sea el de la ciencia.
Escolio. Entonces, para explicar el progreso de la humanidad, debemos enfocar
nuestra atención al desarrollo de la ciencia y de sus aplicaciones
tecnológicas. Por lo demás tampoco podemos entender la ciencia actual,
aunque seamos capaces de utilizarla, sin lograr penetrar venturosamente
en su génesis y en su evolución.

Después de ese paréntesis de optimismo, vayamos a los problemas


concretos. En todo caso, el considerar que la historia de la ciencia y de la
tecnología consiste en la simple aplicación automática del método de la historia
a los hechos bien conocidos de la ciencia y de la tecnología constituye una
apariencia engañosa y, en rigor, enteramente errónea. Empezando porque los
"hechos bien conocidos de la ciencia y de la tecnología" no se encuentran
precisamente a nuestra disposición y esperando que nos ocupemos de ellos,
sino que es necesario buscarlos en una indagación laboriosa, ponerlos al
descubierto y, finalmente, determinarlos en su contexto. Luego, resulta que el
conocimiento científico no es algo inerte o estático sino algo fluido, vivo y en
movimiento que es indispensable aprender a discernir prudentemente, para
poderlo juzgar entonces con perspectiva histórica. En fin, en esa indagación y
con tal discernimiento resulta que el método de la historia de la ciencia no es
enteramente igual al método de la historia general, ni tampoco al de cualquiera
otra historia particular o específica. Además, para estudiar de manera
conveniente la historia de la ciencia y de la tecnología, se requieren tanto
conocimientos históricos como científicos y tecnológicos a una profundidad
suficiente como para poder manejar con acierto los datos encontrados.
El conocimiento histórico se amplía lentamente, sus dificultades crecen a
medida que se obtienen nuevos materiales y, por otra parte, avanza
precariamente, ya que hay una recurrencia constante a la enmienda de los
errores cometidos. Además, no obstante que tiende a la completividad, lo cierto
es que su curso es asintótico y nunca alcanza su meta. En cambio, en el
conocimiento científico, los conceptos fundamentales son diferentes de una
época a otra, los métodos son distintos, su alcance es mucho mayor y su
Problemas de la historia de la ciencia y la tecnología 145

contenido es sumamente variado. Sin embargo, el científico que incursiona en


la historia de la ciencia a veces llega a proceder con candorosa ignorancia. Se
encuentra adiestrado en sus propios métodos y técnicas, pero no entiende que
los procedimientos para establecer la validez, o al menos la probabilidad
máxima, de los acontecimientos pasados tiene sus propias reglas complicadas
y, también, sus métodos peculiares. El historiador de la ciencia es un recolector
de hechos e ideas científicas, de la misma manera en que el entomólogo
recolecta insectos. Pero, en ambos casos, la colección representa solamente el
primer paso en el camino del conocimiento. También, ambos investigadores
usan métodos similares para asegurarse de que cada espécimen de la colección
se encuentra determinado de la manera más inequívoca y completa que sea
posible. Y cuando los hechos están debidamente establecidos necesita de
métodos análogos para extraer sus conclusiones y construir progresivamente un
sistema de conocimiento. La precisión es tan fundamental en el campo de la
historia como en los otros dominios científicos, y su significado es análogo.
El historiador de la ciencia debe considerar el desarrollo de la ciencia y de
la tecnología desde sus comienzos hasta nuestros días. También debe estar
preparado para extender sus indagaciones tan profundamente en el pasado
como lo permita el descubrimiento de nuevos testimonios y, a la vez, mantener
sus conocimientos científicos tan actualizados como sea posible. Aun cuando
no puede conocer homogéneamente el desarrollo de cada ciencia en cada
época, sí debe tener adquirido un buen panorama de la historia entera de la
ciencia, tal como el científico lo tiene de toda su disciplina, aunque solamente
conozca en detalle el dominio de su especialidad. Una buena manera de
adquirir una preparación adecuada en el campo de la historia de la ciencia es la
de dedicarse a su estudio a través de varios cortes históricos transversales. Por
ejemplo, uno de ellos se puede referir al desarrollo de una disciplina concreta,
como la astronomía o la biología. El segundo corte puede consistir en el
estudio del desarrollo científico en una época determinada, como el siglo XVI
en México. Y el tercer corte puede estribar en el desenvolvimiento de la ciencia
en un solo país o en varios países comunicados por la misma cultura o por la
misma lengua, como los países de habla hispana. Un historiador de la ciencia
que adquiera suficiente familiaridad en esos tres cortes, o en otros análogos,
tendría un cimiento sólido para seguir adelante, aun cuando su maestría real
sobre la materia dependerá, en último término, de su experiencia, de su
146 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

diligencia, de su sabiduría y de su inteligencia.


La búsqueda de nuevos materiales históricos es muy compleja. Solamente
una parte, que no siempre es la más importante, puede ser enseñada. Sin
embargo, esa parte enseñable es común a todos los historiadores y se puede
aprender en textos y seminarios, complementados con una buena práctica. Otro
aspecto muy importante es el de aprender a discernir cómo ha sido el desarrollo
de la ciencia desde el punto de vista de su lógica interna. Ya que representa un
gran interés el poner al descubierto cuáles han sido las secuencias lógicas, y en
otros casos cuáles han sido las soluciones lógicas de continuidad, que se
encuentran en los argumentos y en las actividades que han llevado a la
humanidad de un descubrimiento a otro, de un problema al siguiente y de cada
nivel científico a otro superior, y eso de manera interminable. De ese modo es
como la historia de la ciencia adquiere también un valor heurístico, o sea, que
ayuda a los científicos a hacer conjeturas, para llegar después a realizar los
descubrimientos correspondientes y lograr así nuevos avances en el
conocimiento.
En el caso particular de América Latina, la historia de la ciencia no registra
grandes descubrimientos ni tampoco aportaciones importantes, salvo en la
época prehispánica, y eso más bien entre los mayas, los incas y los nahoas. En
otras culturas antiguas y en otras épocas, las contribuciones pertinentes a la
ciencia y a la tecnología tienen que buscarse con lupa y, a veces, con
microscopio, por la escasez de testimonios y las dificultades que presenta su
estudio riguroso. A lo anterior se agrega que son muy pocas las investigaciones
que se han hecho hasta ahora a ese respecto. Para tener una idea más concreta,
pasaremos revista a las publicaciones concernientes a la historia general de la
ciencia y la tecnología que se han hecho; sin que la falta de mención de las
obras relativas a la historia de una u otra disciplina en particular implique que
desconozcamos su importancia. Con respecto a nuestro país, dichas obras son
las siguientes:

Porfirio Parra, "La ciencia en México", en: México, su evolución social, J.


Ballescá, México, 1900-1902, Primer Tomo, Segundo Volumen, pp.
417-466.
Eli de Gortari, La ciencia en la historia de México, Fondo de Cultura
Económica, México 1963; nueva edición, Editorial Grijalbo, México,
1980.
Problemas de la historia de la ciencia y la tecnología 147

José Bravo Ugarte, La ciencia en México, Editorial Jus, México, 1967.

Ramón Sánchez Flores, Historia de la tecnología y la invención en México,


Fomento Cultural Banamex, México, 1980.

En lo que se refiere a los otros países de América Latina, la relación de las


obras de que tenemos noticia incluye, para Venezuela:

Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas, La ciencia, base de


nuestro progreso, Ediciones IVIC, Caracas, 1965.

Marcel Roche, Descubriendo a Prometeo, Monte Avila, Caracas, 1975.

Sobre Argentina:

José Babini, La evolución del pensamiento científico en la Argentina, Editorial


La Fragua, Buenos Aires, 1954; resumido y puesto al día con el título
de La ciencia en la Argentina, EUDEBA, Buenos Aires, 1963.

Acerca de Colombia:

A. Bateman, Apuntes para la historia de la ciencia en Colombia, COLCIENCIAS,


Bogotá, 1971.

Fernando Chaparro y Francisco R. Sagasti, Ciencia y tecnología en Colombia,


Instituto Colombiano de Cultura, Bogotá, 1978.

Sobre Brasil:

N. Stepan, The Beginnings of Brazilian Science, Science History Publications,


Nueva York, 1976.

En fin, acerca de la historia de la ciencia en América Latina en conjunto


solamente hemos tenido noticia del proyecto en que ha trabajado Marcel
Roche, pero que no ha sido consumado.
148 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

Por lo que se refiere a los cursos de historia de la ciencia y de filosofía de la


ciencia impartidos en México, tenemos el siguiente panorama. En los planes de
estudios de la Facultad de Ciencias de la UNAM figuran, desde su creación en
1939, la historia de la biología, la de la física y la de las matemáticas. Pero,
durante varios lustros, los cursos se impartieron de manera intermitente,
ocasional y reducida. Solamente en los últimos años es que han adquirido
cierta regularidad. En el año de 1964 se implantó por primera vez un curso de
Filosofía de la Ciencia, en la misma Facultad de Ciencias, que perduró hasta
1966; y que, en la última década se ha reanudado con distinta denominación.
En la Facultad de Medicina existe la cátedra obligatoria de Historia y Filosofía
de la Medicina desde hace unas tres décadas. En la Facultad de Filosofía y
Letras se estableció como optativa la cátedra de Filosofía de la Ciencia, desde
1948; y después, en 1959, adquirió el carácter de obligatoria para la
Licenciatura en Filosofía. En 1949 se estableció un curso de Historia de la
Ciencia en México, en la Facultad de Filosofía y Letras, que se sostuvo hasta
1951; y lo mismo ocurrió en la Escuela Normal Superior. Subsecuentemente,
se han creado cursos de Historia de la Geografía, de Historia de la Pedagogía y
de Historia del Pensamiento Científico, en la Facultad de Filosofía y letras. En
las otras escuelas y facultades de la Universidad Nacional Autónoma de
México no existen cursos de historia de la ciencia, ni tampoco de filosofía de la
ciencia. En el Instituto Politécnico Nacional, solamente en la Escuela Nacional
de Ciencias Biológicas, existe el Seminario de Historia de las Doctrinas
Biológicas para la licenciatura y el Seminario de Filosofía de la Ciencia para el
doctorado.
En cuanto a las organizaciones que han promovido el estudio, la discusión y
la difusión en el dominio de la historia y la filosofía de la ciencia, podemos
mencionar a las que siguen. La Sociedad Mexicana de Historia de la Medicina,
que se reúne mensualmente y publica irregularmente los trabajos discutidos en
sus reuniones. El Seminario de Problemas Científicos y Filosóficos, que inició
sus actividades en 1955 y las mantuvo hasta 1972, consiguió la participación
de más de 200 investigadores científicos en sus reuniones mensuales para dis-
cutir los problemas de la ciencia, la historia y la filosofía contemporáneas y
editó 33 libros, 33 Cuadernos y 54 Suplementos, con obras sobre ciencia,
filosofía de la ciencia e historia de la ciencia, escritas en parte por miembros
del Seminario . Por otra parte, en septiembre de 1963 se celebró el Primer
Coloquio Mexicano de Historia de la Ciencia, gracias a la actividad diligente
Problemas de la historia de la ciencia y la tecnología 149

del doctor Enrique Beltrán, el maestro Arturo Arnaiz y Freg y sus eficaces
colaboradores, en el cual se presentaron y discutieron 59 trabajos que aportaron
datos e interpretaciones importantes. Como consecuencia de ese Coloquio se
fundó la Sociedad Mexicana de Historia de la Ciencia y la Tecnología, la cual
ha desarrollado una gran actividad a lo largo de varios años y, actualmente, se
prepara para reanudarla con nuevos ánimos. Dicha Sociedad ha publicado los
dos volúmenes de las Memorias del Primer Coloquio Mexicano de Historia de
la Ciencia y, por lo menos, otros cuatro volúmenes de sus Anales. Finalmente,
tenemos el Proyecto de historia general de la medicina en México, organizado
y coordinado por el doctor Fernando Martínez Cortés y patrocinado por la
Academia Nacional de Medicina, que está a punto de culminar sus labores con
la redacción de esa obra monumental, en la cual colabora un grupo numeroso
de médicos cirujanos, odontólogos, antropólogos, biólogos, historiadores y
filósofos.
Como se puede advertir con facilidad, el cultivo de la historia de la ciencia
en México, y en los otros países de habla hispana, se ha debido, casi
exclusivamente, a esfuerzos individuales, realizados esporádicamente y sin
vinculación orgánica, ni siquiera personal, entre unos y otros. Por otra parte, la
mayoría de los investigadores que se ocupan de la historia de la ciencia lo
hacen ocasionalmente, sus aportaciones consisten, casi siempre, en artículos y
solamente en raras ocasiones llegan a constituir libros. Tampoco hay
investigadores que se dediquen de manera exclusiva, o principalmente, a la
historia de la ciencia; ya que lo hacen, comúnmente, además de sus actividades
fundamentales y un poco, por así decirlo, en sus ratos perdidos. Por otra parte,
la inmensa mayoría de los investigadores científicos mexicanos y de habla
hispana ignoran tranquilamente la historia de la ciencia y, por consiguiente, la
desprecian o, al menos, no le tienen estimación alguna. Entonces, el problema
más grave y cuya solución resulta más imperiosa es el de organizar los estudios
y las investigaciones en un núcleo institucional, en el futuro inmediato.
Semejante núcleo lo puede constituir un centro universitario de investigaciones
históricas sobre la ciencia y la tecnología, con autonomía académica y que
cuente con los recursos humanos y económicos suficientes para el desempeño
de sus actividades. Las funciones de este centro consistirían en hacer
investigaciones, en preparar investigadores y profesores, en publicar libros, en
editar una revista especializada, en formar una biblioteca adecuada, en difundir
los conocimientos por todos los medios disponibles y en realizar una campaña
150 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

permanente de motivación y convencimiento entre todas las escuelas y


facultades universitarias para la creación de cátedras sobre la historia de la
ciencia y de la tecnología en todos los niveles de estudio. A dicho centro se
podrían incorporar los investigadores interesados en esas disciplinas, ya sea de
manera permanente, durante un cierto tiempo o para realizar algún estudio
determinado; en unos casos con dedicación completa y en otros dedicando
parte de su tiempo. Hace ya unos 30 años que presentamos una iniciativa
semejante, en el Congreso Científico Mexicano, celebrado en 1951 para
conmemorar el Cuarto Centenario de la Universidad de México.3 Después
hemos reiterado la proposición, cada vez que hemos tenido la oportunidad de
hablar en una tribuna adecuada o cuando hemos considerado que existe una
coyuntura favorable. Esperamos que en esta ocasión no solamente seamos
escuchados, sino que pronto se llegue a establecer el centro de investigaciones
que proponemos sobre la historia de la ciencia y de la tecnología.

3 "Proposición para la creación del Instituto de Filosofía e Historia de la Ciencia", Memoria del Congreso Científico
Mexicano, UNAM, México 1953, vol. XV, pp. 453-455. (Véase las págs. 99-101 del presente libro.)
UNA MUESTRA REPRESENTATIVA:
LA FILOSOFÍA EN 1956

La filosofía es la expresión ideológica general de las condiciones en que el


hombre vive, de los esfuerzos que hace para comprenderlas y de las
aspiraciones que abriga para mejorarlas y ampliarlas. Por ello, en la filosofía se
reflejan acentuadamente todas las necesidades ante las cuales se enfrenta el
hombre en su actividad, tanto las inmediatas y más urgentes como las mediatas
y de mayor alcance. Al mismo tiempo, con la filosofía se tratan de esclarecer y
precisar los elementos necesarios para resolver los problemas humanos, aun
cuando, muchas veces, lo que se hace es confundirlos y oscurecerlos; sobre
todo, cuando quedan desfigurados por el lenguaje hermético que ciertos
filósofos emplean como rito profesional y del que otros se sirven como una
especie de cortina de humo destinada a ocultar la pobreza de ideas o la falta de
contenido original. En todo caso, es indudable que la filosofía tiene sus raíces
en el desarrollo económico, social y político, que se manifiesta concretamente
en correspondencia con las condiciones históricas y que, de un modo o de otro,
influye sobre el curso de los acontecimientos humanos.
Ahora bien, como reflejo ideológico de la sociedad, esto es, como parte
integrante de la conciencia social, la filosofía tiene una fisonomía propia y una
peculiar dinámica interna, aunque éstas nunca son independientes ni, menos,
dejan de ser impulsadas determinadamente por el resto de la vida social. Por
ejemplo, es harto sabido y trillado —pero, no por eso menos cierto— que
existe en nuestro tiempo una crisis que afecta a todos los aspectos de nuestra
vida y que se manifiesta a la vez con gravedad y agudeza. Esta crisis
contemporánea es, en rigor, la crisis del sistema capitalista. Sus características
medulares son: la concentración cada vez mayor del poder económico y

151
152 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

político en manos de un grupo pequeño de empresarios imperialistas, y, por


otra parte, la rebelión nacional de los países coloniales y dependientes contra la
opresión en todos los órdenes, incluyendo el ideológico.
Pues bien, esta crisis se refleja conspicuamente en la filosofía, en la forma
de una conciencia amplificada de la crisis. Solo que esta conciencia tiene tres
variedades diferentes, correspondiendo cada una de ellas a la posición adoptada
ante el mundo y la vida. Para aquellos filósofos que se suman a la corriente de
quienes se aferran, por diversos motivos e intereses, a la conservación del
régimen capitalista, la conciencia de la crisis se orienta hacia el apuntamiento
de diferentes proyectos consistentes en tareas de ademe y de salvamento, que
son otros tantos intentos desesperados por prolongar la agonía del régimen.
Otros filósofos, que consideran a la crisis como un estado permanente,
irremediable y universal, se colocan frente a ella en actitud de serena
resignación o, bien, se entregan a la desesperación con angustia delirante. En
fin, los filósofos más sensatos hacen esfuerzos por encontrar los medios para
resolver la crisis superándola y, por ende, comprenden y comparten la
convicción de que no basta con interpretar al mundo sino que es necesario
además, y sobre todo, transformarlo. Tales son, de modo sumario, las maneras
como la filosofía da cuenta y razón de la crisis. Y, en un sentido análogo, así es
como se proyectan también los demás problemas humanos en la conciencia
ideológica que es la filosofía.
Después de precisar los rasgos principales de la filosofía, pasemos al intento
de hacer un balance de su rendimiento durante el pasado año de 1956. Desde
luego, es obvio que un año es un lapso demasiado breve para juzgar acerca de
éste o de cualquiera otro de los aspectos del desarrollo cultural. Pero, no
obstante, la producción de un año sí constituye una buena muestra
representativa de las tendencias dominantes en la actividad filosófica actual. En
este sentido, la clasificación por temas de los 7,612 opúsculos filosóficos
aparecidos en 1956, y de los cuales tenemos noticia, nos permite adelantar el
hecho siguiente: filosóficamente, el mundo se ocupó sobre todo de los
problemas correspondientes a cinco disciplinas, en el orden que sigue: a)
estética; b) filosofía de la ciencia; c) filosofía de la religión; d) lógica, y e)
historia de la filosofía. Acerca de estas cuestiones se publicaron 6,496
opúsculos (el 85.33 por ciento del total), o sea, quede cada siete libros o
artículos aparecidos en 1956, seis se refirieron a la disciplinas indicadas. En
La filosofía en 1956 153

cuanto a México, las actividades filosóficas se concentraron en 1956 en torno a


cuatro disciplinas, con la siguiente ordenación: a) historia de la filosofía; b)
lógica; c) filosofía de la ciencia, y d) estética. De un total de 125 opúsculos fi-
losóficos publicados en México, hubo 93 (74.40 por ciento) dedicados a los
problemas implicados en esas materias, o sea, que de cada cuatro libros o
artículos impresos, tres trataron sobre dichos temas. Como se advierte con
facilidad, las cuatro disciplinas preponderantes en México están incluidas en el
grupo de cinco disciplinas que atrajeron la atención mundial; pero existen dos
cambios notables: uno es el hecho de que la filosofía de la religión no figura en
México entre las principales disciplinas filosóficas; el otro es que el orden de
interés, dentro del grupo de materias principales, está justamente invertido, con
respecto al orden del interés mundial.
Antes de entrar a examinar en detalle las implicaciones que se desprenden
del panorama de las publicaciones filosóficas, vamos a hacer una breve
mención de los otros acontecimientos que registró la filosofía en México
durante 1956. En primer término, nos referiremos al Seminario de Problemas
Científicos y Filosóficos, por la sencilla razón de que fue la organización que
tuvo la más grande actividad en 1956. El Seminario, miembro de la Federación
Internacional de Sociedades de Filosofía, efectuó 9 reuniones ordinarias en las
cuales, como lo acostumbra, se expusieron sendas ponencias y se realizó a
continuación un debate entre los miembros asistentes. Entre los ponentes se
contaron dos ilustres visitantes: Philipp Frank, eminente filósofo de la física y
uno de los fundadores el Wienerkreis; y Wilhelm Koppers, miembro del
Kulturkreis de Viena y distinguido antropólogo. Por otra parte, el Seminario
publicó en 1956 doce Cuadernos y Suplementos y un libro. De esta manera, el
Seminario continuó realizando sus trabajos colectivos dentro del amplio
dominio de la filosofía de la ciencia, que se señalan por su carácter
eminentemente universitario. En efecto, las actividades del Seminario han
servido para establecer y ahondar las relaciones entre los filósofos y los
científicos y, más aún, para permitir y fomentar el contacto vivo entre grupos
de humanistas y grupos de científicos. De esta manera, mediante la crítica y la
discusión vigorosa de los problemas comunes y de las cuestiones situadas en
las fronteras entre los distintos campos, el Seminario viene aportando un
impulso nuevo y poderoso al desarrollo de la filosofía y de la ciencia en
México, de una manera armoniosa y abierta a todos los intereses genuinos, la
cual, por lo demás, es la única compatible con la enorme extensión lograda por
154 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

el conocimiento científico actual y con la mejor tradición de nuestra cultura


social y política.
Por su parte, el Centro de Estudios Filosóficos publicó en 1956 el número 2
de Dianoia, su Anuario de Filosofía, junto con dos libros de la colección del
mismo nombre: Luis Recaséns Sienes, Nueva filosofía de la interpretación del
derecho; y Eli de Gortari, Introducción a la lógica dialéctica. También entregó
a las prensas otros tres libros de sus investigadores, dos para la colección de
Dianoia (Miguel Bueno, Las grandes direcciones de la filosofía; Antonio
Gómez Robledo, Logos y ethos. Ensayo sobre las virtudes intelectuales) y uno
para la serie conmemorativa del Centenario de la Constitución de 1857 (Eli de
Gortari, La ciencia en la Reforma). Ala vez, aunque muy lentamente, el Centro
de Estudios Filosóficos se sigue encaminando hacia la realización del propósito
de llegar a ser el Instituto de Filosofía de la Universidad Nacional Autónoma
de México. Así, en su fundación, en 1941, se señaló entre sus finalidades
difundirla cultura filosófica, formar una biblioteca especializada y otorgar lo
que se puede llamar asistencia cultural —por analogía con la asistencia so-
cial— en forma de becas para la redacción de monografías. Después, en 1947,
fue elevado formalmente a la categoría de instituto universitario, conservando
exactamente las mismas finalidades. Y más adelante, en 1954, junto con la
designación de siete investigadores de tiempo completo, se le agregó otra
finalidad: la de fomentar la elaboración de obras filosóficas. Pero, con todo, las
actividades del Centro de Estudios Filosóficos siguen consistiendo en la
ejecución individual de trabajos de investigación, cuyo nexo principal consiste
en que se realizan en un mismo local.
Dentro de la Facultad de Filosofía y Letras, los estudios avanzaron en su
senda de aproximación al espíritu del nuevo reglamento, con la consiguiente
reforma de los planes, los programas y los sistemas de enseñanza. En los
cursos aumentó considerablemente la afluencia de estudiantes de otras escuelas
y facultades universitarias; con el rasgo notable de que estos visitantes asiduos
a sus cátedras ya no son únicamente estudiantes de la Facultad de Derecho sino
también, lo que es bastante significativo, de la Facultad de Ciencias y de otras
escuelas. Se dieron dos series de cátedras extraordinarias, de invierno y de
verano, habiendo tenido particular resonancia los cursos de invierno, dedicados
a conmemorar el movimiento liberal de la Reforma. Además, la Facultad de
Filosofía y Letras publicó dos números dobles de su revista y once volúmenes
de la nueva colección Facultad de Filosofía y Letras, de los cuales ocho tratan
La filosofía en 1956 155

temas filosóficos. Por otra parte, en 1956 inició sus labores la Facultad de
Filosofía de la Universidad Veracruzana, en Jalapa. También se hicieron los
planes y se efectuaron los trabajos de organización de la nueva Facultad de
Filosofía, que fue inaugurada en Guadalajara, en los primeros días de febrero
de 1957. Estas dos nuevas facultades se vinieron a sumar así a las ya existentes
con anterioridad en las ciudades de México, Guanajuato, San Luis Potosí y
Monterrey.
Entre otras actividades dignas de mención tenemos la formación del Comité
Gestor para que la Universidad de México sea la sede del 13o. Congreso
Internacional de Filosofía, que habrá de celebrarse en 1963. Igualmente, se
constituyó la Comisión Mexicana de Historia de las Ideas en América,
dedicada a encauzar las investigaciones que ya se vienen haciendo en este
campo y a promover la iniciación de otras más. Por otro lado, con la asistencia
de representantes mexicanos, se efectuó el IV Congreso Panamericano de
Filosofía en Santiago de Chile, durante la primera quincena de julio. En
diciembre, se realizó el Primer Seminario de Historia de las Ideas en América,
en San Juan de Puerto Rico. Por su parte, la Mesa Redonda de Filosofía tuvo
solamente dos sesiones durante el año. Y, para no olvidar nada, debemos
registrar que la Sociedad Mexicana de Filosofía, que no realizó actividad
filosófica alguna en 1956, apareció mencionada una que otra vez en las páginas
de "sociales" de los periódicos. En fin, como publicaciones filosóficas
sobresalientes, entre las hechas en México en 1956, apuntamos los volúmenes
de la colección Facultad de Filosofía y Letras, las dos obras de la colección de
Dianoia y el propio Anuario de Filosofía que lleva este nombre; la edición en
castellano del Ensayo sobre el entendimiento humano de Locke, segunda obra
de la colección de Textos Clásicos de Filosofía del Fondo de Cultura
Económica, iniciada brillantemente el año anterior con la Historia de la
filosofía de Hegel; el libro de Miguel León Portilla, La filosofía náhuatl, publi-
cado por el Instituto Indigenista Americano, y la obra de Philipp Frank,
Fundamentos de la física, que inicia la nueva colección Problemas científicos y
filosóficos de la UNAM, como edición del Seminario de Problemas Científicos y
Filosóficos.
Ahora, volviendo al examen de los 7612 opúsculos filosóficos -libros,
artículos y críticas bibliográficas— aparecidos en 1956, recordamos que un
grupo de cinco disciplinas atrajeron decididamente la atención sobre las otras;
tales disciplinas son: estética, filosofía e historia de la ciencia, filosofía e
historia de la religión, lógica y teoría del conocimiento, e historia de la
156 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

filosofía. De este grupo principal se publicaron 6496 obras, o sea, seis de cada
siete. En particular, la estética tuvo la dedicación de 1903 publicaciones, esto
es, la cuarta parte del total, lo cual acusa una destacada preocupación por la
conciencia del arte. Por su parte, la filosofía de la ciencia, junto con la historia
de la ciencia, contó con 1757 opúsculos, es decir, que de cada trece obras
aparecidas, tres correspondieron a la conciencia filosófica de los resultados
obtenidos por el conocimiento científico y del curso de su desarrollo histórico.
De filosofía e historia de la religión se publicaron 995 obras, o sea, dos de cada
quince; lo cual apunta el interés por la elaboración filosófica de la conciencia
de la religión y por el desentrañamiento de su influjo en la vida social. La
lógica y la teoría del conocimiento contaron con 969 publicaciones, esto es,
con la octava parte del total de obras aparecidas; con lo que se manifiesta la
notable preocupación por profundizar la conciencia de la razón y por poner en
claro las maneras como se adquiere el conocimiento, tanto teórica como
experimentalmente. En cuanto a la historia de la filosofía, su cultivo
desembocó en la aparición de 872 obras, o sea, la novena parte del total
correspondiente; de este modo se hizo presente el interés por estructurar la
conciencia filosófica de la propia filosofía y de su desenvolvimiento histórico
que, en muchas ocasiones, es un verdadero desenredamiento. En cambio, las
otras ocho disciplinas filosóficas solamente contaron en conjunto con 1116
obras, esto es, con la séptima parte del total. El número de publicaciones
correspondiente a cada una de ellas fue: teología, 545 opúsculos; filosofía ge-
neral, 259; ética, 120; metafísica, 66; filosofía de la historia. 50; filosofía de la
educación, 41; teoría de los valores, 20; y filosofía del lenguaje, 15.
Entrando en detalles sobre las 1903 obras de estética que vieron la luz en
1956, tenemos la siguiente repartición: sobre artes específicas, 1602 opúsculos,
o sea, seis de cada siete de los publicados; de historia del arte, 159 opúsculos;
de estética general, 69; de teorías estéticas, 54; y sobre temas y símbolos
particulares, 19. Por consiguiente, se puede advertir fácilmente la existencia de
un interés desmesurado, con respecto a las otras ramas de la estética, por la
especificación relacionada con uno u otro en particular.
En cuanto al filosofar sobre la ciencia, los 1757 opúsculos publicados se
pueden clasificar así: 524 tratan de historia de la ciencia, lo cual hace que sean
tres de cada diez; 379 se refieren a las ciencias físicas, esto es, dos de cada
nueve; 332 a las ciencias biológicas, lo que representa dos onceavas partes; 222
La filosofía en 1956 157

a las ciencias de la tierra, una obra de cada ocho; 215 a las ciencias sociales, o
sea, aproximadamente también una octava parte; y 85 a las matemáticas, es
decir, una obra de cada veinte. Como queda en claro, hubo una marcada
atención por el desarrollo histórico de las ciencias y, por otra parte, el orden del
interés filosófico hacia cada grupo de ciencias en particular corresponde de
cerca al orden de importancia que se concede actualmente a las investigaciones
científicas en los mismos campos.
Por lo que se refiere a la lógica y a la teoría del conocimiento, las 969 obras
aparecidas se dividen de la siguiente manera: 389, dos de cada cinco, abordan
los métodos de las ciencias naturales; 143, una séptima parte, se ocupan de los
métodos de las ciencias sociales; 121, la octava parte, tratan acerca de las
categorías de las ciencias sociales; 80 se refieren a la lógica del lenguaje; 60 a
la lógica general; 58 a la crítica de las ciencias; 40 estudian las categorías de
las ciencias naturales; 37 son de logística; 22 de metodología general; 11 de
lógica formal, y, en último lugar, hubo 8 de lógica de las normas. En conjunto,
la metodología general y particular sumó 554 obras, o sea, las cuatro séptimas
parte del total. Por su parte, la proporción de los escritos sobre lógica formal —
uno de cada noventa—pone de manifiesto que esta disciplina despierta cada
vez menos interés. Por otro lado, el número de opúsculos sobre logística o
lógica matemática, uno de cada veinticinco, nos informa de cómo está muy
lejos de ser cierto lo dicho y repetido algunas veces de que la lógica
matemática fuese la disciplina que acaparara la atención de los lógicos actuales
y de que estuviese a punto de sustituir a la lógica entera.
En el campo de la historia de la filosofía, los autores se preocuparon
primero por la época contemporánea, ofreciendo 365 obras, o sea, tres de cada
siete; en seguida, viene la época moderna con 253 opúsculos, dos de cada siete;
y, después, la filosofía medieval con 76, la filosofía oriental con 70, la filosofía
antigua con 69 y, finalmente, la historia general de la filosofía con 39. Desde
luego, podemos subrayar la gran atracción que ejercen los periodos moderno y
contemporáneo para los historiadores de la filosofía, ya que en conjunto se
publicaron 872 obras, que representan las cinco séptimas partes del total. En
cambio, por la filosofía antigua y medieval se mostró un interés relativamente
escaso, apenas una sexta parte del total; lo cual viene a confirmar el acierto de
la decisión tomada en nuestra Facultad de Filosofía en el sentido de suprimir la
obligatoriedad de los cuatro cursos de griego y latín para los estudios
filosóficos.
158 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

Lo anterior corresponde a las publicaciones filosóficas hechas en el mundo.


Pasemos ahora al examen de las obras publicadas en México. Como ya lo
apuntamos antes, la clasificación por temas permite hacer resaltar un grupo de
cuatro disciplinas —historia de la filosofía, lógica y teoría del conocimiento,
filosofía e historia de la ciencia y estética— en el cual se concentró el interés
de la filosofía en México, con 93 opúsculos, las tres cuartas partes del total.
Insistimos también en que estas cuatro disciplinas figuran igualmente entre el
grupo de las cinco primeras y más importantes en el mundo. Sin embargo, en
México, la filosofía de la religión no está incluida en el grupo principal y, por
otra parte, el orden de importancia concedida a las cuatro disciplinas
principales es justamente el inverso del orden con que se colocan dentro de la
actividad filosófica mundial. Entrando en detalles, tenemos que, de los 125
opúsculos publicados en México: 42 son de historia de la filosofía, esto es, la
tercera parte; 25 son de lógica y teoría del conocimiento, esto es, una de cada
cinco del total; 16 de filosofía e historia de la ciencia, o sea, la octava parte; 10
de estética, es decir, la doceava parte; 7 de filosofía de la historia; 6 de filosofía
general; 6 de metafísica; 4 de ética; 3 de teoría de los valores; 3 de filosofía del
lenguaje; 2 de filosofía e historia de la religión; 1 de filosofía de la educación,
y ninguno de teología. Dentro de la menor importancia que tuvieron las últimas
nueve disciplinas mencionadas, se admite un interés desmesurado por la
filosofía del lenguaje, cuyas obras en México tuvieron una frecuencia
proporcional que es doce veces superior a la correspondiente en el mundo ente-
ro. En posición análoga se encuentran la teoría de los valores y la filosofía de la
historia, con una frecuencia de nueve veces más cada una, y la metafísica, con
una frecuencia de seis veces más. También es interesante subrayar el penúltimo
lugar ocupado por la filosofía de la religión, lo mismo que la ausencia de
opúsculos teológicos, lo cual viene a indicar que los mexicanos tienen una
religión sin conciencia o, por lo menos, sin conciencia filosófica. Por otra
parte, el último lugar ocupado por la filosofía de la educación es, seguramente,
otro síntoma de la situación en que se encuentra el problemas de la educa-
educación nacional, que se puso tan dramáticamente de manifiesto en el
conflicto del Instituto Politécnico Nacional.
Dentro del dominio de la historia de la filosofía, la atención preferente
estuvo en la época contemporánea (19 opúsculos) y en la moderna (16 obras),
con 35 escritos en conjunto, que hacen las cinco sextas partes del total.
Además, hubo 6 de filosofía antigua y un escrito de filosofía oriental. El hecho
La filosofía en 1956 159

de que los estudios históricos prevalezcan en el campo filosófico de México


significa obviamente que la filosofía todavía no alcanza entre nosotros la edad
madura. Porque, sin menospreciar su necesidad, podemos decir que en las
investigaciones de historia de la filosofía se busca, muchas veces, una especie
de refugio, a la sombra de las grandes figuras del pasado, eludiendo en cierto
modo el trabajo más propiamente filosófico. Con todo, es preciso reconocer
que este trabajo erudito de la historia filosófica puede se el preámbulo para un
desarrollo más vigoroso de la filosofía en México.
Por lo que respecta a la lógica y la teoría del conocimiento, las 25 obras
aparecidas se reparten así: 6 de lógica general, 5 de lógica de las normas, 4
sobre las categorías de las ciencias sociales, 3 de lógica formal, 2 acerca de las
categorías de las ciencias naturales, 2 de logística, 2 de metodología general y
1 sobre el método de las ciencias sociales. Desde luego, resalta el cultivo
desproporcionado de la lógica de las normas, ya que en México se publicaron,
proporcionalmente, cuarenta veces más escritos de esta disciplina que en el
mundo entero. Lo anterior tiene su explicación en el gran número de juristas
mexicanos que se han convertido en filósofos. Asimismo, la lógica formal tiene
en México dieciséis veces más importancia relativa de la que se le concede
actualmente en el mundo. Por otro lado, es lamentable la ausencia de obras
sobre metodología de las ciencias naturales.
En cuanto a la filosofía y la historia de las ciencias, las 16 obras editadas se
clasificaron así: 8 se refieren a las ciencias físicas, 3 a la historia de la ciencia,
2 a las ciencias sociales, 2 a las matemáticas y 1 a las ciencias biológicas.
Como se observa, su ordenación corresponde efectivamente a la importancia
relativa que se concede actualmente en México a las investigaciones
científicas, en los grupos de disciplinas en cuestión. Por lo demás, se destaca la
atención que se presta a la historia de la ciencia.
Por lo que se refiere a la estética, las 10 obras publicadas se ordenan
temáticamente de la manera que sigue: 3 tratan de obras específicas, 3 se
ocupan de estética general, 2 de historia del arte, una de teorías estéticas y una
de un símbolo particular. El comentario que salta a la vista es el de que la
conciencia del arte no corresponde al notable desarrollo que tiene el arte en
México.
Finalmente, podemos agregar que, de los 125 opúsculos filosóficos
publicados en México el año de 1956, 9 se refieren a historia de la filosofía, de
la ciencia o del arte en México, y otros 7 se ocupan también históricamente de
160 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

otros países iberoamericanos; de tal manera que la octava parte de los escritos
filosóficos corresponde a la historia filosófica de América Latina. En esto se
acusa el interés que existe por precisar y ahondar nuestra conciencia filosófica.
Por otra parte, relacionando el número de habitantes con el número de escritos
filosóficos producidos ese año, tenemos que nuestro país representa la
octágesima parte de la población del mundo, mientras que las publicaciones
hechas en México correspondieron a la sexagésima parte de las aparecidas en
el mundo.
Para concluir este balance de la filosofía en 1956, podemos decir que el
saldo es favorable para México, sobre todo por el indudable incremento
cuantitativo y cualitativo de las actividades y publicaciones filosóficas.
Además, ateniéndonos a la historia de la cultura, el impulso que viene
recibiendo la investigación científica en México nos permite hacer la previsión
de que la filosofía tendrá un desarrollo cada vez más amplio y mejor en un
futuro inmediato. Y, en fin, en perspectiva panorámica, advertimos cómo
aumenta con seguridad el número de mexicanos que cultivan la filosofía y,
entre éstos, el de quienes no solamente aspiran a interpretar el mundo y nuestra
nación sino que tratan de transformarlos.
EL MATERIALISMO DIALÉCTICO EN
MÉXICO

Principiaremos practicando un deslinde acerca de lo que entendemos por


materialismo dialéctico. Porque, en ocasiones, se le atribuyen muchas cosas
que no le pertenecen y, en otros casos, se le presenta como una extraña reunión
de nociones por demás ingenuas, Al propio tiempo, la breve exposición inicial
se dirige en contra de la ignorancia, a veces intencionada, en que se mantiene al
pensamiento dialéctico materialista.

EL MATERIALISMO DIALÉCTICO

La filosofía materialista dialéctica es un resultado de los conocimientos


logrados por la humanidad en el curso de su desenvolvimiento histórico.
Constituye una concepción del mundo y de la vida —que se enriquece
constantemente con los nuevos conocimientos aportados por la investigación
científica— y un instrumento lógico —que se perfecciona sin cesar con el
avance de la ciencia—. Fundamentalmente, es dialéctica por su método, que se
utiliza en el estudio de los procesos de la naturaleza y de la sociedad, y es
materialista por su teoría, con la cual se interpretan dichos procesos. En estas
condiciones, se apoya enteramente en el conjunto de conocimientos adquiridos
por todas las disciplinas científicas y, a la vez, sirve de base para el desarrollo
de la investigación. Existiendo, por lo tanto, una acción recíproca entre la
ciencia y la filosofía materialista dialéctica, que conduce a su progreso
ininterrumpido.
El método dialéctico se caracteriza por considerar al universo-naturaleza y
sociedad— como un conjunto, total y único, que comprende todo lo existente,

161
162 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

en el cual los objetos y los fenómenos se encuentran vinculados estrechamente


unos a otros y se condicionan los unos a los otros. Enfoca al universo como un
proceso sujeto a movimiento incesante y continua transformación, en cuyo
desarrollo se observa el nacimiento, la evolución y la caducidad de todas sus
partes componentes. La creación y la destrucción son fases relativas del
proceso que nunca se termina por completo, ni tampoco tiene un inicio
absoluto; pues todo lo que se dispersa es solamente para unirse en nuevas
formaciones y todo lo que se integra es únicamente para dispersarse después.
El desenvolvimiento de los procesos particulares del universo es un paso
ininterrumpido de los cambios cuantitativos insignificantes y no manifiestos a
los cambios cualitativos radicales, que se producen de modo brusco, con
arreglo a leyes y como resultado de las modificaciones graduales. La
transformación de los cambios cuantitativos en cambios cualitativos es el
resultado de la oposición que se desarrolla entre las contradicciones internas
observadas en todos los objetos y fenómenos existentes. Por un proceso
continuo de negación de la negación, se produce sin cesar la aparición de lo
nuevo y la desaparición de lo viejo.
La teoría materialista considera al universo como material y a sus múltiples
y variadas manifestaciones como formas y modalidades diversas de la materia
en continuo movimiento de transformación, cuyos vínculos y relaciones de
interdependencia —que se descubren por el método dialéctico— son las leyes
objetivas que tienen cumplimiento en el desarrollo de la materia, prescindiendo
de toda entidad extraña. La materialidad del universo consiste,
fundamentalmente, en existir de modo independiente y fuera de nuestra
conciencia; porque es lo único primario e imprescindible en absoluto que
constituye al ser de las cosas. El descubrimiento de las propiedades inagotables
de la materia es el resultado de la tarea investigadora de las ciencias. La
conciencia es la imagen refleja de esta realidad objetiva y el pensamiento es
producto de la materia en un elevado grado de su desarrollo y, en
consecuencia, es inseparable de la propia materia.
El universo y sus leyes, tanto en su conjunto como en su detalle, son
enteramente cognoscibles. No hay nada que sea completamente incognoscible;
en un momento determinado, simplemente habrá cosas todavía no conocidas,
pero que la ciencia y la experiencia pugnan constantemente por descubrir y
conocer, hasta conseguirlo.
El materialismo histórico es la aplicación de la concepción y de los
principios del materialismo dialéctico al estudio de los procesos de la sociedad
El materialismo dialéctico en México 163

y de su historia. Lo que diferencia a la historia humana de la animal es que


aquélla es hecha por los hombres. A medida que progresa la sociedad, en
mayor grado corresponden los resultados históricos a los objetivos planteados
por los hombres que integran dicha sociedad. La vida material de la sociedad,
su existencia objetiva, es lo primario; y su vida espiritual es lo derivado, el
reflejo de esa existencia objetiva. Dentro de las condiciones materiales de vida
de la sociedad, el factor determinante es el trabajo, por el cual el hombre crea
los medios de satisfacer sus necesidades de todas clases que, sin su actividad,
la naturaleza nunca produce de una manera definida. El curso histórico de la
sociedad depende de los modos que el hombre utiliza para hacerse de esos
medios necesarios, es decir, de los modos de producción. Las relaciones
sociales están íntimamente conectadas con las fuerzas de producción. Al
disponer de nuevas fuerzas productivas, los hombres acaban por cambiar el
régimen de producción y, paralelamente con la transformación operada en el
modo de producción, cambian también las relaciones sociales y, junto con
ellas, modelan las ideas, los principios y las categorías, hasta conformarlas a
las relaciones sociales en general. Por lo demás, las propias ideas y categorías
también se convierten, una vez establecidas, en factores importantes dentro del
desarrollo social. Así, la historia de las relaciones sociales de producción y
distribución es la base —pero solamente la base— en que se apoya la historia
política y el desarrollo histórico de las ideas. No se trata, sin embargo, de un
determinismo rígido e inflexible sino de una conexión ineludible entre todos y
cada uno de los acontecimientos, de tal manera que los sucesos que siguen se
encuentran condicionados por los anteriores. O sea que los acontecimientos
posteriores ocurren dentro de las condiciones establecidas por los anteriores y
se conforman por ellas. Solo que, dentro de condiciones definidas, las
posibilidades siempre son múltiples, aunque nunca arbitrarias. En ocasiones se
llegan a producir una acumulación y un desarrollo tales de los factores
concurrentes que el nuevo acontecimiento viene a romper por completo con la
relativa continuidad mantenida hasta entonces; con lo cual se transforman las
propias condiciones, estableciéndose otras distintas para regir en los
acontecimientos futuros, como ocurre en las épocas de revolución social.
Puntualizado de esta manera, queda puesto bien en claro que el
materialismo dialéctico no constituye un sistema cerrado o concluso. Por el
contrario, se sigue enriqueciendo constantemente -tanto en su método
dialéctico como en su teoría materialista— con los resultados obtenidos en la
164 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

investigación científica de la naturaleza y de la sociedad. En este


desenvolvimiento se advierte, por lo demás, su condición de reflejo del
universo, eternamente cambiante y en movimiento perpetuo. Asimismo, si bien
todas sus conclusiones se apoyan firmemente en los resultados del
conocimiento científico, no por ello pretende imponerse sobre el desarrollo de
los procesos sociales y naturales. En todo caso, y sin excepción, es el estudio
penetrante de cada acontecimiento concreto lo único que permite la adquisición
de nuevos conocimientos. Porque es la realidad objetiva la que se impone y se
refleja sobre nuestro pensamiento. En estas condiciones es como el materia-
lismo dialéctico sirve como un instrumento eficaz y como una interpretación
racional y objetiva de la actividad del hombre en todos sus dominios.

SU APARICIÓN EN MÉXICO

Como expresión ideológica del proletariado, el materialismo dialéctico es


conocido en México a través de las organizaciones obreras y se mantiene
ligado siempre al desenvolvimiento histórico de los sindicatos. A medida que
se desarrollan estas organizaciones y que aumenta la conciencia política de sus
integrantes, crece también el conocimiento de su filosofía. Desde un principio
se perfila como una corriente llamada a producir consecuencias sociales de
importancia. Sus distintos representantes en los últimos ochenta años de la
historia de México se han preocupado por analizar a su luz los
acontecimientos, extrayendo conclusiones válidas para hacer más fecunda su
actividad. El examen de los problemas de la vida económica, política, social y
cultural de nuestro país ha conducido la investigación al campo de la historia,
al dominio de la ciencia natural y al plano de la especulación filosófica. Sin
apartarse de la universalidad de su concepción y de su método, el materialismo
dialéctico ha llegado a adquirir una proyección mexicana que ha agregado
experiencia y resultados a su interpretación general. Sin negar que en algunas
ocasiones se le ha utilizado demagógicamente y con escasa comprensión, lo
cierto es que en la actualidad ha llegado a alcanzar la madurez necesaria,
dentro de las condiciones de México, como para que se produzcan aportaciones
positivas a su teoría y su método.
El materialismo dialéctico no surge en México desligado de las viejas
corrientes liberales ni de la filosofía positivista, sino que aparece en el
El materialismo dialéctico en México 165

momento mismo en que se instituye al positivismo como filosofía de la


educación impartida por el Estado. Sus primeras manifestaciones bien
definidas las tenemos en las páginas de El Socialista, periódico semanal
dedicado a la defensa de la clase obrera, cuyo primer número se publica el
domingo 9 de julio de 1871, y se sigue editando hasta el año de 1888. Sus
redactores y propietarios son un grupo de obreros tipógrafos que constituyen el
Gran Círculo de Obreros de México.1 Al principio, colabora con ellos
Guillermo Prieto, pero pronto se presenta una grave divergencia, que los
redactores explican diciendo: "[. . .] indudablemente este señor no nos ha
comprendido o tal vez teme que se funde en México la Internacional",2 En las
columnas del periódico, al lado de artículos sobre la dignidad del trabajo, la
necesidad del reparto agrario, la exigencia de una legislación obrera, la
preocupación por la asociación de los trabajadores y en torno a cuestiones
sociales de variada índole, se insertan noticias y comentarios sobre las luchas
obreras en Europa y en otros países de América. En unos y en otros se utilizan
conceptos tomados de la exposición que sobre el materialismo histórico hacen
Marx y Engels en el Manifiesto Comunista. Pero no se tienen solamente indi-
cios de esta concepción filosófica sino que también se publican declaraciones
expresas y explícitas al respecto.
El sabor del Manifiesto se aprecia enteramente en un artículo firmado por
"Espartaco" (Francisco P. González): "Una voz de alarma se ha extendido por

1 Ángel Pola, el destacado periodista y editor, entre otras cosas importantes, de la Obras completas de Melchor
Ocampo, en 1900, dice al respecto: "[. . .] La casa número 11 de la calle de las Escalerillas, hoy 20 de la avenida
República de Guatemala, era la casa de El Socialista, el gran periódico de entonces, para mí. Al entrar en la planta baja
del lado derecho, estaba la imprenta; en el último piso, después de una escalera interminable, la habitación del director
y la redacción del periódico [. . .]. Sumábamos seis los redactores de pie: Vicente Segura Reyes, Edmundo Rivera y
Rico, Miguel Montiel, Aurelio Garibay, Miguel Portillo y yo [. . . 1 el director, don Juan de Mata Rivera, era todo un
caballero en su trato [. . .] los redactores estábamos poco en relación con el material de los colaboradores, cuyo número
no parecía tener fin. Se trataba de los derechos y deberes de los obreros; del manejo de los jefes en las fábricas y los
talleres; se explicaba qué eran comunismo y nihilismo; se defendía a los oprimidos de los grandes; se hacía crónica de
las sesiones de las sociedades obreras [. . .]. Allí hice una decidida campaña contra la esclavitud de la servidumbre del
campo en Yucatán, Tabasco, Chiapas, etc. Entonces los sirvientes eran para los amos: estaban vendidos en 100, 200 ó
300 pesos; pasaban de un dueño a otro, mediante el pago de la cantidad y constancia escrita. Y ni la muerte rescataba a
esos infelices, porque la deuda pasaba a los hijos. Sus faltas se castigaban con cepo, trozo, cadena, azotes o encierro en
la cárcel de la misma finca. Allí en El Socialista están los detalles de innumerables casos con cita de lugares, nombres
y fechas de tal abominación [. . .]". (Reproducido por Erasto Cortés Juárez en El Nacional, 12 de febrero de 1956).
2
El Socialista, año 2. Núm. 24, junio 9 de 1872.
166 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

toda Europa, cuyo eco ha resonado hasta nuestras playas, al ver que se ha
entablado la lucha entre el capital y el trabajo, entre la clase de los propietarios
y la de los menesterosos; los gobiernos toman sus precauciones y parte de la
prensa de Ultramar se ha coligado en contra de un terrible fantasma que, como
el espectro de Brocken, se ha levantado entre las nieblas de la populosa Albión:
La Internacional [. . . ]".3 En otro artículo, de Luis G. Miranda, encontramos:
“[. . . ] tuvimos el gusto de asistir a una reunión de obreros [. . . ] que con el
objeto de organizar una sociedad que ponga el hasta aquí a los abusos de los
explotadores del trabajo ajeno [...]. ¿Qué fuera de los obreros de la populosa
Albión, sin esa gigante asociación nombrada la Internacional? [. . . ] la falta de
solidaridad nos ha arruinado, ¡la asociación nos salvará! [, . . ] Hasta la fecha
los trabajadores hemos sido los esclavos del capital, con mayores
padecimientos y privaciones quizás de los que sufren los esclavos de color,
pues como éstos siempre han representado un valor real a los ojos del
empresario, se ha cuidado de su buena alimentación y salud, al par que a
nosotros se nos ha tratado con desprecio, en la consideración de que si un
obrero se inutiliza ocupará su lugar otro, sin que por esto sufra quebranto
alguno la caja del explotador [. . . ]".4 También aparece en el escrito de
Mariano García: "El periódico oficial comprende demasiado bien las
trascendencias del comunismo [...]. En vano algunos órganos de la prensa de
esta capital se esfuerzan por hacer aparecer odiosos a la vista del pueblo
mexicano, a los comunistas de París: la historia más tarde pondrá en su
verdadero lugar los hechos consumados allí [. . . ] las sublimes ideas ahogadas
un tanto por los versallistas en las cloacas de París, van encontrando apoyo en
el pueblo mexicano
La simpatía con los comuneros de París se manifiesta con calor en El
Socialista. La elocuente proclama lanzada por la Asociación Internacional de
Trabajadores, cuando sucumbe la Comuna, es reproducida por entero, bajo el
siguiente encabezado: "Documento Importante. Los periódicos de París
publican el siguiente importante documento, el cual es la mejor refutación que
los miembros de la Commune hacen a los cargos que sobre ellos tratan de hacer
pesar los versallistas, siendo estos últimos los verdaderos causantes de las
3
El Socialista, año 2, Núm. 2, enero 7 de 1872.
4
El Socialista, año 2, Núm. 4, enero 21 de 1872.
5
El Socialista, año 1, Núm. 7, agosto 20 de 1871.
El materialismo dialéctico en México 167

desgracias de Francia. He aquí este documento [. . . ]".6 En el mismo número se


incluye esta adhesión de los redactores: "Con Juvenal. Estamos de acuerdo con
las ideas vertidas en su Boletín publicado en el 'Monitor' del viernes último,
relativas a los expatriados de la Comuna francesa. Es decir, estamos porque
nuestra patria los acoja en su seno". En otra ocasión, consignan lo siguiente:
"El bello sexo de París pide la amnistía para los prisioneros de la Comuna.
¡Bien por las parisienses!".7 Y, también: "Gambetta, Luis Blanc y Víctor Hugo
han iniciado una suscripción a favor de los comunistas presos. No se podía
esperar otra cosa de tan grandes corazones".8
El programa de El Socialista es precisado, sin dejar lugar a dudas, en el
artículo que sigue:
La Internacional. Muy oportuno nos parece dar a conocer a nuestros
lectores el reglamento de esta útil asociación, que tanto alarma a los
detentadores del trabajo [. . .]. Su lectura [. . .] hará entrever a los
trabajadores la aurora de un porvenir mejor que el sombrío que hasta
ahora se nos presenta. El Socialista no puede dispensarse de
reproducirlo, puesto que su programa, con poca diferencia, es el mismo
que el de la Internacional. He aquí el reglamento: Considerando que la
emancipación de los trabajadores debe ser conquistada por ellos
mismos. Que la lucha por su emancipación no está dirigida al
establecimiento de nuevos privilegios de clase, sino que tiende a la
abolición de todo régimen de clase. Que la sumisión económica del
obrero al poseedor de los instrumentos de trabajo, o sea, de las fuentes
de vida, entraña la esclavitud en todas sus formas, la miseria social, el
raquitismo intelectual y la dependencia política. Que la emancipación
económica de la clase obrera es, por tanto, la gran meta a la que todo
movimiento político debe servir. Que todos los esfuerzos enderezados
hasta ahora al logro de esta meta, han fracasado por falta de unidad
entre los grupos obreros de cada país y entre los trabajadores de los
diferentes países. Que la emancipación de la clase obrera no es un
problema local, ni racional, sino social, y que afecta por igual a todos
los países en que existe la sociedad moderna, sin que pueda resolverse
sin la cooperación, práctica y teórica, de los países más avanzados [. ..]
6
El Socialista, año 1, Núm. 6, agosto 13 de 1871.
7
El Socialista, año 1, Núm. 16, octubre 22 de 1871.
8
El Socialista, año 1, Núm. 23, diciembre 10 de 1871.
168 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

la asamblea celebrada el 28 de septiembre de 1864 en San Martin Hall


(Londres) acordó dar los pasos necesarios para la fundación de la
Asociación Internacional de Trabajadores [.,. ]. Por el Consejo General:
Odger, presidente. Wheeler, tesorero. Marx, secretario para Alemania.
Fontana, secretario para Italia. Holtorp, secretario para Polonia, Jung,
secretario para Suiza. Le Lubez, secretario para Francia. Cremer,
secretario general.9

Además, se encuentran numerosas referencias a las actividades de la


Internacional: "En Francia se ha resuelto que es delito pertenecer a la
Internacional. Esta disposición ha hecho aumentar a una cifra fabulosa, los
adeptos".10 "Las grandes cuestiones políticas y sociales que entrañan los
principios proclamados por la sociedad internacional, agitan hoy de una
manera inusitada las sociedades de Europa. El triunfo de estas ideas no está
lejano [. . . ]".n "[. . . ] el día 23 de diciembre se celebró una junta general de los
miembros de la Internacional en Londres, presidida por Mr. Karl Marx; en
dicha junta se dio cuenta de los adelantos de esta grande asociación en Francia,
Bélgica, Austria, Estados Unidos de Norte América y México [. . . ]".12 "La
Internacional ha abierto en México su inmenso registro".13 Por su parte,
también El Socialista adquirió un carácter internacional, circulando sus 3 000
ejemplares en varios países. Buena prueba de ello es la noticia siguiente: "El
Socialista. Se ha prohibido su entrada y circulación en el territorio francés'" ",14

LAS ORGANIZACIONES OBRERAS

Bajo la férula de la dictadura porfiriana y debido al descenso sufrido por el


movimiento obrero internacional, acaban por desaparecer casi por completo las
manifestaciones del pensamiento obrero. Sin embargo, no por ello se suspende
enteramente la corriente del materialismo dialéctico. Los "científicos" y
algunos positivistas mostraron francamente su hostilidad, difundiendo "la
opinión de que en materia económica Íbamos por buen camino, por el único
9
El Socialista, año 1, Núm. 10, septiembre 10 de 1871.
10
El Socialista, año 1, Núm. 13, octubre 1 de 1871.
11
El Socialista, año 1, Núm. 23, diciembre 10 de 1871.
12
El Socialista, año 2, Núm. 6, febrero 5 de 1872.
13
El Socialista, año 1, Núm. 10, septiembre 10 de 1871.
14
El Socialista, año 2, Núm. 25, diciembre 8 de 1872.
El materialismo dialéctico en México 169

que nos podía conducir al éxito, y de que el socialismo era una utopía defini-
tivamente condenada por la ciencia".15 Pero pronto los hechos vinieron a
demostrar lo contrario. El primero de junio de 1906 estalla en Cananea,
Sonora, una huelga de mineros, con la demanda de "cinco pesos de salario y
ocho horas de trabajo", organizada por la Unión Liberal Humanidad, dirigida
por Manuel M. Diéguez, Francisco M. Ibarray Esteban Baca Calderón,
partidarios de Ricardo Flores Magón. La huelga de Cananea fue reprimida de
manera sangrienta y despiadada por el gobierno porfirista y con la intervención
de fuerzas armadas norteamericanas. Los miembros del comité de huelga
fueron recluidos en las "tinajas" de la prisión de San Juan de Ulúa. Ese mismo
año de 1906 se organiza, en las regiones textiles de Puebla y Veracruz, el Gran
Círculo de Obreros Libres, como precursor de las organizaciones proletarias
del presente siglo. El 7 de enero de 1907 ocurre la sangrienta jornada en las
fábricas de Santa Rosa, Nogales y Río Blanco que, junto con la huelga de
Cananea, anticipa una de las tendencias de la Revolución Mexicana. Apenas es
desterrado Porfirio Díaz, surge la Confederación Nacional de Artes Gráficas,
en 1911, y la Casa del Obrero Mundial, la Unión Minera Mexicana, la
Confederación del Trabajo, el Gremio Unido de Alijadores y la Confederación
de Sindicatos Obreros de la República Mexicana, en 1912. Victoriano Huerta
ordena la clausura de la Casa del Obrero Mundial, por haberlo señalado
públicamente como el asesino de Madero. Más tarde, en 1915, se establece un
pacto revolucionario entre los trabajadores y el movimiento constitucionalista,
quedando organizados los "Batallones Rojos". En marzo de 1916, se forma en
Veracruz la Confederación del Trabajo de la Región Mexicana, en cuya
declaración de principios se expresa: "La C.T.R.M. acepta, como principio
fundamental de la organización obrera, el de la lucha de clases, y como
finalidad suprema para el movimiento proletario, la socialización de los medios
de producción". Como resultado del congreso celebrado en Saltillo, en marzo
de 1918, se constituye la Confederación Regional Obrera Mexicana. Se trata
del primer organismo proletario importante, por el número y la diversidad
profesional de los miembros que agrupa. Su declaración de principios se basa
también en el materialismo histórico. La organización de la CROM viene a
resolver la querella entre las tendencias anarquista y marxista, que se habían
disputado la dirección del movimiento obrero mexicano, encauzándolo en
15
Valentín Gama, "El positivismo en México", U. G. B. Revista de Cultura Moderna, Núm. 2, noviembre de 1935,
pp. 64-93.
170 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

adelante por los principios revolucionarios del socialismo. Después de quince


años de existencia y habiendo compartido sus dirigentes el poder con Álvaro
Obregón y Plutarco Elías Calles, la CROM llegó a colocarse prácticamente en
contra de sus propios principios y se desmoronó sin remedio. Entonces, en
octubre de 1933, se organiza la Confederación General de Obreros y
Campesinos de México, fundando su programa en la interpretación materialista
de la historia. El ascenso de la organización obrera se manifiesta en la
formación de los grandes sindicatos de industria y en la agrupación de los
trabajadores locales en federaciones regionales. La CGOCM no sufre el
proceso de la CROM. Por lo contrario, cuando desaparece es para dar lugar, en
febrero de 1936, a la constitución de la Confederación de Trabajadores de
México. En su apogeo, cuando la CTM se atiene a sus principios marxistas, es
la organización obrera más poderosa que ha existido en la historia de México.
Solo que la CTM sí ha tenido una trayectoria semejante a la de la CROM, aun
cuando sin lograr una participación directa en el gobierno ni tomar, en
consecuencia, responsabilidad en el poder. Mientras los dirigentes de la CROM
llegaron a formar parte del gobierno, los de la CTM únicamente han podido
colocarse a su amparo. En la actualidad, a pesar de la enorme división de las
organizaciones obreras y de que muchos directivos sindicales acompañan a la
CTM en su camino, los propios trabajadores actúan por su cuenta, apartándose
de la política de sus dirigentes y obrando conforme a los principios
revolucionarios de sus agrupaciones. Por otra parte, la Unión General de
Obreros y Campesinos de México hace esfuerzos por encauzar la lucha sindical
conforme a esos principios.

ANTECEDENTES CULTURALES

En el periodo de la revolución armada, cuando la orientación filosófica era


simplemente la negación irracional del positivismo, se advierten ya las
manifestaciones del materialismo dialéctico en la cultura del México
contemporáneo. Fernando Ocaranza habla de que: "[...] la lectura del 'Origen
de la familia, de la propiedad privada y del Estado' de Engels [. . . ] nos hace
dudar de si el primer conglomerado humano fue realmente la familia o si fue la
horda".16 Vicente Lombardo Toledano, examinando el derecho a la luz de las
16
"Las 'sociedades' celulares, las sociedades animales y las sociedades humanas", Boletín de la Universidad, tomo
1, Núm. 2, noviembre de 1918.
El materialismo dialéctico en México 171

corrientes filosóficas, dice: "[...] Marx es la figura más importante en la historia


de las doctrinas morales y políticas del siglo. Hasta para los ajenos a cuestiones
sociales es conocida la contestación de Marx a M. Proud-homme ('la propiedad
es un robo'), quien había escrito sobre la filosofía de la miseria. El alemán,
sosteniendo su intrépido principio, repuso: 'Miseria de la Filosofía'. Pero, más
importante que sus escritos menores y que 'El Capital', 1867, su obra más
conocida es la 'Crítica a la Economía Política Clásica'; en el prefacio de este
libro está formulada 'la concepción materialista de la historia', así llamada
desde Federico Engels (1820-1895) ('La subversión de la ciencia por E.
Dühring', 1878). Esta concepción hace depender la evolución social, política e
intelectual, exclusivamente del cambio de las relaciones económicas, de las
fuerzas de la producción material y del modo de esta producción. Con la
técnica en el trabajo sobre la naturaleza que constituye la base, cambia la
superestructura jurídica y política —la Política es un fenómeno consecutivo de
la Economía—, y de aquí la vida espiritual, en la Moral, la Religión, el Arte y
la Filosofía [...]. Así Marx, ganado por Feuerbach para el naturalismo, y bajo
los auspicios de Saint Simón y Louis Blanc, transformaba el absoluto hegeliano
(la idea) en la materia [. . . ]".17
Por su parte, Samuel Ramos, preocupado por los fundamentos filosóficos
del conocimiento científico, expresa: "[. . .] el desarrollo de las ciencias de la
naturaleza ha engendrado como principal resultante el concepto cósmico
evolucionista para el que el universo es un cuadro en movimiento, una
corriente no interrumpida que imprime a todo lo existente una fisonomía sin
cesar transformada y renovada [...]. La primera consecuencia de este espíritu
nuevo, ha sido, en el dominio de la investigación, dar a toda ciencia la forma
histórica [. . .] la Epistemología se nos presenta bajo una luz nueva, cuando se
descubren las relaciones estrechas entre las funciones vitales y la actividad
intelectual [. . . ]".18 Sotero Prieto, uno de los iniciadores del movimiento
científico actual de México, dice: "[. . .] son las relaciones mutuas de los
cuerpos materiales [subrayado de S.P.] las únicas que pueden considerarse
como reales".19 En la revista El Maestro se encuentran también: "Manifiesto

17
"El derecho público y las nuevas corrientes filosóficas", Boletín de la Universidad, tomo II, Núm. 1, diciembre de
1919.
18
"La teoría biológica del conocimiento", ibídem.
19
"La teoría de la relatividad", El Maestro, Revista de Cultura Nacional, tomo I, Núm. 4, julio de 1921.
172 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

del grupo 'Claridad': la Internacional de los Intelectuales"; Anatole France y


Henri Barbusse, "Manifiesto a los intelectuales y estudiantes de la América
Latina"; Henri Barbusse, "La doctrina del comunismo internacional". Poco
después, en el semanario que dirige José Vasconcelos y, luego, Samuel Ramos,
se publican artículos como: "¿Cuál es el origen de la vida?", de Isaac
Ochoterena; "Las nuevas corrientes intelectuales de Rusia", de R. M. Ortiz;
"Estudio sobre la Rusia Soviet", de Juan Mexicano; "José Torres, el primero y
el último positivista", de Samuel Ramos; "Spinoza y Guyeau", de José Torres;
"La significación histórica del socialismo", de Arturo Rosenblueth. En este
último artículo, se afirma: "El socialismo es la idea viva de mayor importancia
del siglo [...]. Marx y Rusia son el individuo y el país que dirigen
momentáneamente el movimiento evolutivo social [. . . ] todas las discusiones
son ociosas cuando un fenómeno responde precisamente a una necesidad
existente y se llevará inevitablemente a cabo [... .]".20

EL MARXISMO EN LA UNIVERSIDAD

Cuando se obtiene la autonomía universitaria, en 1929, se aprecian los


inicios de la madurez del pensamiento materialista dialéctico en México. Se
crea una nueva carrera, la de economista, que prepara técnicos en la disciplina
científica establecida por Marx. En la revista Universidad de México, se
publican diversos ensayos y estudios: Vicente Lombardo Toledano, "El sentido
humanista de la Revolución Mexicana", "Algunos aspectos de la mediocridad
en que vivimos" y "Geografía de las lenguas de la Sierra de Puebla"; Isaac
Ochoterena, "Algunas consideraciones acerca de la evolución del cerebro",
"Algunos conceptos fundamentales acerca de la evolución de los seres vivos" y
"La evolución del hombre"; Andrés Iduarte, "Una vida en trayectoria
impecable: Lenin". Manuel R. Palacios expresa: "Somos el juguete del régimen
económico cuyo establecimiento permitimos. La solución más acertada y
profunda es la de abreviar el cambio de este régimen absurdo". Y, también: "El
sector socialista universitario, al que me honro en pertenecer, ahora disperso,
físicamente desorganizado, pero unificado en el ideal, quiere abreviar el triunfo
de la cultura proletaria [. . . ]".21 Eduardo Pallares arriba a la siguiente

20
La Antorcha, Núm. 16, enero 17 de 1925.
El materialismo dialéctico en México 173

conclusión, en un examen objetivo de la educación marxista: "Sea cual fuere el


juicio crítico que en definitiva se formule acerca de la educación en la Rusia
Soviética, indiscutiblemente tiene muchos puntos de vital interés y muchos
adelantos que nuestra Universidad debe considerar con atención".22 Enrique
González Aparicio, en un ensayo marxista sobre la educación, dice: "La
orientación que en un momento determinado, se dé a la educación, depende de
la actitud general que se adopte frente al problema social, del que el educativo
es sólo un aspecto [ . . . ]. La aspiración a una educación verdaderamente gene-
ral y superior a la actual, sólo puede ser realizada con el advenimiento de una
cultura socialista".23
Los primeros intentos de proporcionarle un contenido filosófico definido a
la educación, los encontramos en el Congreso Constituyente de Querétaro, en
1917, cuando el diputado Luis G. Monzón emite su voto particular,
proponiendo que el Artículo tercero estableciera la enseñanza racional, en vez
de laica. Pugnando por darle un contenido materialista, se tienen las
resoluciones de la IV Convención de la CROM, en noviembre de 1924; de la
Junta de Inspectores y Directores de Educación Federal y del Congreso
Pedagógico, en 1932; del XI Congreso Nacional de Estudiantes, de la II
Convención de la Confederación Mexicana de Maestros y de la Convención
Nacional Estudiantil, en 1933. Pero fue en el Primer Congreso de Universita-
rios Mexicanos, reunido en septiembre de 1933 en la Ciudad de México, en
donde se aprobó la ponencia presentada por Vicente Lombardo Toledano para
transformar la educación, resolviendo que: "Las enseñanzas que forman el plan
de estudios correspondientes al bachillerato, obedecerán al principio de la
identidad esencial de los diversos fenómenos del universo, y rematarán con la
enseñanza de la filosofía basada en la naturaleza. La historia se enseñará como
la evolución de las instituciones sociales, dando preferencia al hecho econó-
mico, como factor de la sociedad moderna; y la ética, como una valoración de
la vida que señale como norma para la conducta individual el esfuerzo
constante dirigido hacia el advenimiento de una sociedad sin clases, basada en

21
"El movimiento cooperativista y la Universidad", Universidad de México, tomo I, Núm. 4, febrero de 1931;
"Discurso en la inauguración del Seminario de Ciencias Sociales", Universidad de México, tomo DU, Núms. 17 y 18,
marzo-abril de 1932.
22
"La educación marxista". Universidad de México, tomo II, Núm. 9, julio de 1931.
23
"El sentido de la educación moderna", Universidad de México tomo II, Núm. 10, agosto de 1931.
174 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

posibilidades económicas y culturales semejantes para todos los hombres".24


La pugna se extendió a todos los centros universitarios del país. La proposición
fue acogida en algunas universidades de provincia, pero fue rechazada
violentamente en la Universidad Nacional de México. Hubo, además, otros
frutos importantes. Se fundó, en 1933, la revista Futuro, que sirvió durante 13
años para exponer el pensamiento marxista sobre los problemas de México. En
1934 se estableció la Universidad Gabino Barreda, comprendiendo una escuela
secundaria, las escuelas profesionales de Bacteriología, de Ingeniería
Municipal, de Economía, de Mecánica Dental, de Comercio y de Arte, y el
Instituto de Investigaciones y Estudios Superiores. Finalmente, se promovió la
reforma del Artículo Tercero constitucional.

LA EDUCACIÓN SOCIALISTA

El primer proyecto de la comisión designada por la XXXV legislatura


federal, presidida por el diputado Alberto Bremauntz, en diciembre de 1933,
decía: "[...] La educación que se imparta será socialista, en sus orientaciones y
tendencias, pugnando porque desaparezcan prejuicios y dogmas religiosos y se
cree la verdadera solidaridad humana sobre las bases de una socialización
progresiva de los medios de producción económica [., . ] , El proyecto
formulado por el Comité Ejecutivo del Partido Nacional Revolucionario, en
septiembre de 1934, decía: "[. . . ] La educación que imparta el Estado será
socialista, excluirá toda enseñanza religiosa y proporcionará una cultura basada
en la verdad científica, que forme el concepto de solidaridad necesario para la
socialización progresiva de los medios de producción económica [. . . ]".26 El
proyecto de un grupo de diputados y senadores de la XXXVI legislatura, decía:
"[. . .] La educación que imparta el Estado será socialista en sus orientaciones y
tendencias y, además de excluir toda doctrina religiosa, combatirá los
dogmatismos y fanatismos de esta índole, así como los prejuicios sociales; la
cultura que ella proporcione estará basada en las doctrinas del socialismo
científico y capacitará a los educandos para realizar la socialización de los

24
Alberto Bremauntz, La educación socialista en México, México, 1943, 167.
25
Ib ídem., p. 186.
26
Ib ídem, p. 264.
El materialismo dialéctico en México 175

medios de producción económica [. . . ] \27 Pero no fue ninguno de ellos el


aprobado al final. El texto quedó de la siguiente manera: "[...] La educación
que imparta el Estado será socialista y, además de excluir toda doctrina
religiosa, combatirá el fanatismo y los prejuicios, para lo cual la escuela
organizará sus enseñanzas y actividades en forma que permita crear en la
juventud un concepto racional y exacto del universo y de la vida social [. . .
]".28 Como puede verse, la reforma resultó sencillamente inoperante. En primer
lugar, de acuerdo con el materialismo histórico, es falso el planteamiento de
que transformando exclusivamente la educación sea posible el cambio del
régimen social. En segundo término, la enseñanza superior es la que
condiciona a la educación elemental, y no a la inversa. De tal manera que al
excluir expresamente del dominio del Artículo Tercero a las universidades, la
educación quedó sin su fundamento indispensable. Por otra parte, el texto
aprobado fue enteramente vago con respecto a la corriente socialista a que se
refería, o sea, que no adoptó ninguna. En cambio, sí era claro su sentido de
acoger una actitud antirreligiosa, cosa que es también ajena al materialismo
dialéctico; ya que éste es simplemente tan contrario a la religión como lo es
toda disciplina científica. Por otro lado, la ciencia contemporánea no
pretende, en modo alguno, suministrar un concepto "exacto" del universo
ni de la vida social; porque el conocimiento descubre constantemente nuevos
procesos y amplía y profundiza los ya conocidos, de manera de lograr
conceptos cada vez más aproximados y, siempre, racionales y objetivos.
Además, la implantación de la reforma planteaba la exigencia de que se contara
con maestros capaces (le dar a la educación el sentido necesario así fuera tan
vago e incongruente como se había aprobado-. Pero esto faltó por completo.
Justamente, si la reforma positivista de Gabino Barreda fue operante se debió
en mucho a que se inició con la educación superior y a que hubo un grupo de
distinguidos maestros que la pusieron en práctica. Por lo demás, la práctica
vino a comprobar también que la educación más poderosa es la del medio
social en que se vive, haciendo nulos los esfuerzos de la escuela -aun bajo el
supuesto de que la nueva educación se hubiera implantado efectivamente.
Finalmente, la reforma solamente sirvió para que se hiciera una intensa
campaña de desprestigio en contra de todas las tendencias socialistas, entre
ellas el socialismo científico, cuando en realidad no quedaba involucrado en los
21
Ibidem, p.. 312.
28
Ibidem, p. 285.
176 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

hechos'. Sin embargo, al lado de este aspecto francamente negativo, podemos


afirmar que esta experiencia ha servido, después, positivamente, al hacer que
su desarrollo en México, como corriente filosófica, adquiera el perfil de una
investigación rigurosa y sistemática.

LA UNIVERSIDAD OBRERA DE MÉXICO

No fueron, las anteriores, las consecuencias únicas de las tendencias


socialistas de esa época. El Partido de la Revolución Mexicana incluyó entre
sus principios, en abril de 1938, los siguientes: "[...] Reconoce la existencia de
la lucha de clases, como fenómeno inherente al régimen capitalista de la
producción, y sostiene el derecho que los trabajadores tienen de contender por
el poder político, para usarlo en interés de su mejoramiento [,. . ] Considera
como uno de sus objetivos fundamentales la preparación del pueblo para la
implantación de una democracia de trabajadores y para llegar al régimen socia-
lista". Por otra parte, como hemos dicho, varias universidades de los estados de
la república acogieron la educación socialista. Entre ellas, la que ha mantenido
esta orientación de modo firme, a pesar de las veleidades de varios políticos
que han tenido oportunidad de dirigirla, es la Universidad Michoacana de San
Nicolás de Hidalgo, que es el centro de estudios superiores más antiguo de
México y que, por tradición, es también el que tiene una ideología más
avanzada. Desde 1917, Marx y Engels eran de los autores más leídos entre los
nicolaístas. Dejaron de explicarse las cátedras presentando los hechos en mera
sucesión temporal, para examinar sus causas, sus conexiones, sus
consecuencias y su interpretación en el presente. En 1939, a iniciativa del
rector Natalio Vázquez Pallares, se modificó la Ley Orgánica de esa
Universidad, quedando definidos sus propósitos que aún se encuentran
vigentes, de este modo: "[...] En lo filosófico, afirmación de la identidad
esencial de los fenómenos del universo y adopción de una filosofía basada en
la naturaleza. En materia social, la aceptación del principio de íntima relación
entre todos los fenómenos de la vida en común y su estrecha dependencia de
los modos económicos y técnicos de producción y cambio. En lo moral, la
adopción del principio ético fundamental de que el trabajo y la riqueza deben
repartirse en forma justa dentro de la sociedad, luchando por suprimir la
explotación del nombre por el hombre; la solidaridad con los trabajadores para
El materialismo dialéctico en México 177

fortalecer y crear en los educandos una conciencia social en consonancia con


las actuales condiciones históricas de México". El 8 de febrero de 1936 se
funda la Universidad Obrera de México, dirigida desde entonces por Lombardo
Toledano. Su fin principal consiste en formar la conciencia de clase entre los
trabajadores, dándoles una concepción del mundo y de la vida "basada en
principios confirmados por la experiencia, con exclusión de las ideas metafísi-
cas, sin arraigo en la realidad, para que puedan explicarse el lugar que ocupa el
hombre en el universo y la interacción que liga en su constante devenir, al
pensamiento y ala materia, como partes inseparables y fundamentales de todo
lo que existe; y, además, proporcionando a los trabajadores el conocimiento
concreto del país en que viven; la estructura física, la organización económica,
el sistema social de la nación mexicana [...]". Al comenzar contaba con las
siguientes instituciones: Escuela Superior Obrera Karl Marx (director:
Víctor Manuel Villaseñor), Escuela de Derecho Obrero (director: Xavier
Icaza), Escuela de Cooperativismo (director: Federico Bach), Escuela de
Ingeniería Municipal (director: Luis R. Ruiz), Escuela de Lenguas Vivas
(director: Demetrio Sokolov), Escuela de Extranjeros (director: Alejandro
Carrillo), Departamento de Investigaciones Sociales (director: Francisco
Zamora), Departamento de Problemas Indígenas (director: Alfonso Teja
Zabre), Departamento de Riesgos Profesionales (director: Alfonso Millán),
Departamento de Enfermedades Tropicales (director: Raúl Fournier),
Departamento de la Habitación Popular (director: Juan O'Gorman),
Departamento de Cultura Estética (director: Leopoldo Méndez), Departamento
Biotipológico (director: Leopoldo Ancona), Departamento Editorial
(director: Efraín Escamilla), Instituto de la Revolución Mexicana (director:
Luis Fernández del Campo), Museo de las Religiones (director: Manuel R.
Palacios), Biblioteca y Hemeroteca (director: Agustín Yáñez).
Durante quince años, la Universidad Obrera de México ha realizado una
labor organizada importante en cuanto a la divulgación del materialismo
dialéctico y al estudio de los problemas de México siguiendo el método
dialéctico y la interpretación materialista. A pesar de que sus actividades han
tenido que sufrir las consecuencias derivadas del curso seguido por el
movimiento obrero, la Universidad se mantiene en plena actividad. Una
consecuencia notable ha sido el que varios de sus primeros colaboradores la
han dejado al adoptar otras posiciones ideológicas; pero, en todo caso, otros
maestros han ocupado su lugar. Entre 1935 y 1938, se editó como órgano de la
Universidad Obrera la publicación U. O. Revista de Cultura Mexicana, que ha
178 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

sido la más importante en México, entre las publicaciones dedicadas al


desarrollo teórico del materialismo dialéctico. Para 1951 se anuncia el
funcionamiento de las Escuelas de Derecho Obrero, de Problemas de México,
de Propaganda Sindical, de Capacitación Social para las Mujeres, de Lenguas
Vivas y de Teatro y Danza, junto con los cursos elementales y superiores que
la Universidad Obrera imparte.

LA CONTRIBUCIÓN TEÓRICA

Si la teoría y la práctica se encuentran ligadas en forma indisoluble y se


condicionan recíprocamente, en donde esto se cumple con mayor certeza es en
el caso del materialismo dialéctico. La teoría se formula con los resultados de
la práctica y se aplica fructuosamente en la práctica. Por ello, a la actividad
revolucionaria desarrollada por Vicente Lombardo Toledano, como dirigente
político y sindical, corresponde también el desenvolvimiento teórico más
profuso y de mayor eficacia en torno al materialismo dialéctico en México. En
una activa y fecunda labor, que comprende sus enseñanzas en la cátedra y sus
propósitos respecto a la educación, sus orientaciones a los campesinos y a los
intelectuales, su actuación como dirigente obrero de México, de América
Latina y el mundo, sus innumerables polémicas y sus conferencias, sus
discursos políticos y sus informes sindicales, Lombardo Toledano ha
introducido en México, en la teoría y en la práctica, la filosofía del
materialismo dialéctico. Ocupándose del desarrollo de la filosofía en México,
de la interpretación materialista de la historia, del desenvolvimiento histórico
de la cultura, de los problemas de la lógica y de la teoría del conocimiento, del
humanismo en la ética socialista, de la necesidad de una educación con
fundamento filosófico, Lombardo Toledano ha hecho aportaciones de
importancia para la comprensión filosófica del marxismo. Aun cuando, en
rigor, todos sus escritos abundan en pensamiento filosófico —sin que aparezca
en ellos en forma ocasional sino constituyendo el fundamento de sus
conclusiones—, los que podemos considerar como exclusivamente filosóficos
se encuentran reunidos, hasta esta fecha (1951), en sus Escritos filosóficos,
publicados en 1937.29
29
Para un examen más amplio de sus contribuciones filosóficas, puede verse el artículo del autor, "Lombardo Toledano
y la filosofía en México", El Papular, Suplemento especial, julio 16 de 1950.
El materialismo dialéctico en México 179

Con respecto a la discusión pública de los fundamentos filosóficos del


socialismo científico, citaremos las dos polémicas más importantes y que
rindieron, a la vez, mejores frutos. En febrero y marzo de 1934 se efectuó el
Ciclo de Conferencias sobre "Marxismo y Antimarxismo", en el cual tomaron
parte: Xavier Icaza, en la Introducción; Vicente Lombardo Toledano, El
marxismo desde el punto de vista filosófico; Eduardo Pallares, Objeciones al
marxismo, desde la filosofía; Francisco Zamora, El marxismo bajo el aspecto
económico; Fernando de la Fuente, Objeciones al marxismo, desde la
economía; Víctor Manuel Villaseñor, El marxismo bajo el aspecto político;
Alfonso Junco, Objeciones al marxismo, desde la política, y Daniel Cosío
Villegas, Síntesis del ciclo. Los textos de estas conferencias fueron recogidos
en un volumen, Marxismo y antimarxismo, 1934. Al año siguiente, entre enero
y abril, ocurre la polémica entre Lombardo Toledano y Antonio Caso,
debatiendo los principios del espiritualismo y los del materialismo dialéctico.
Con una agudeza y una solidez extraordinarias, Lombardo demostró la
superioridad de su posición, dejando esclarecidos los principios en que se basa:
"[...] Creemos que el hombre es un producto de la naturaleza; que el mundo
exterior al hombre forma y guía su espíritu; que la conciencia es
principalmente social y no individual; que no es el hombre el que crea a
voluntad suya la historia, sino la historia la que crea las ideas humanas; que la
libertad no consiste en desunir la naturaleza del hombre, atribuyéndole un
carácter de poder divino, sino en obrar racionalmente dentro del proceso
dialéctico de las leyes históricas".30
Para la exposición general de la concepción materialista dialéctica se han
hecho trabajos importantes en México, además de las polémicas citadas.
Cuando era un "transterrado" español reciente en México, José Gaos se
interesaba también por el estudio filosófico de Marx, aun cuando ahora parece
omitir ese aspecto de su actividad.31 En otro sentido, se han emprendido
traducciones de obras que no se encontraban en castellano. Debemos
mencionar la versión hecha por José Harari, Alicia Rühle Gerstcl y Rodrigo
García Treviño, del importante manuscrito de Marx sobre la crítica de la
filosofía hegeliana, que es el último trabajo de Marx que se ha descubierto,
siendo
30
"Confesiones de un renegado", Futuro, t. III, Núm. 6, julio de 1935. En este número se reprodujeron los artículos
escritos por Lombardo Toledano que formaron la polémica.
31
Según puede advertirse en su artículo, "Los 'transterrados' españoles de la filosofía en México", Filosofía y
Letras, t, XVIII, Núm. 36, octubre-diciembre de 1949.
180 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

publicado con el título de Economía política y filosofía, 1938. Igualmente, es


importante la traducción realizada por Juan Pablo Sainz de la magnífica obra
didáctica de Georges Politzer, Principios elementales de filosofía, 1949.
Asimismo, lo es la traducción efectuada por Wenceslao Roces de uno de los
mejores libros que se han escrito sobre la génesis histórica del marxismo, la
obra de Ernest Bloch, El pensamiento de Hegel, 1949.
Sobre historia de la filosofía, es un trabajo interesante el de Jesús de Amber
Arruza, Apuntes de historia de las doctrinas filosóficas, 1936. En cuanto a
filosofía de la historia, es un estudio claro y penetrante el libro de Roberto
Calvo Ramírez, El estado y la violencia en la historia, 1935. También resulta
importante el libro de Jesús Silva Herzog, El pensamiento socialista, 1937.
Respecto ala interpretación materialista de la historia de México, entre el
cúmulo de ensayos de baja calidad que se publicaron en la época de la llamada
"educación socialista", son útiles: el folleto de Pedro de Toledo, México en la
obra de Marx y Engels, 1943; los esfuerzos no muy felices de Alfonso Teja
Zabre, Historia de México, 1935, y de Rafael Ramos Pedruza, La lucha de
clases a través de la historia de México, 1936; y, como la investigación mejor
lograda hasta ahora, la obra de Luis Chávez Orozco, Historia de México (1908-
36), 1947. Es buena la compilación hecha por Rodrigo García Treviño, El
materialismo histórico, según los grandes marxistas y antimarxistas, 1939.
Finalmente, Pedro Geoffroy Rivas hizo la traducción de la magnífica obra de
Augusto Cornu, Karl Marx, el hombre y la obra (Del hegelianismo al materia-
lismo histórico), 1939.
Las obras clásicas sobre los fundamentos de la economía política han sido
publicados en México en la traducción castellana de Wenceslao Roces: Marx,
Historia critica de la teoría de la plusvalía, 1945, y los tres tomos de El
Capital, 1946. También es de citarse el comentario de Francisco Zamora, El
Karl Marx de Laski, 1936. Sobre filosofía política, José Zapata Vela hizo la
traducción de Marx, Contribución a la crítica de la Filosofía del Derecho de
Hegel, 1936, y Narciso Bassols la del libro de John Strachey, Teoría y práctica
del socialismo, 1938. Son importantes los textos de psicología de Jesús de
Amber Arruza, Kornilov y la nueva psicología, 1935, y de Aníbal Ponce,
Diario íntimo de una adolescente, 1938. De la filosofía de la educación,
tenemos los trabajos de Aníbal Ponce, Educación y lucha de clases, 1938, y de
Alberto Bremauntz, La educación socialista en México, 1943. De ética, las
obras de Jesús de Amber Arruza, Apuntes de Ética, 1936, y de Aníbal Ponce,
El materialismo dialéctico en México 181

Humanismo burgués y humanismo proletario, 1937.


La filosofía de la ciencia ha preocupado sobre todo a Enrique Beltrán, quien
aúna este interés a sus brillantes investigaciones biológicas en el campo de la
parasitología y sobre la conservación de los recursos naturales, lo mismo que a
sus trabajos acerca de la historia de la biología. En cuanto al primer tema, es
autor de Problemas biológicos. Ensayo de interpretación dialéctica
materialista, 1945. También se han hecho varias traducciones: Manuel R.
Palacios, la de Paul Laberenne, Una interpretación materialista de las
matemáticas, 1936; Ana María Reyna, la de R. L. Worral, El panorama de la
ciencia, 1937; Enrique Beltrán, la de Marcel Prenant, Biologia y marxismo,
1937; y José Ferrel, la de Rene Maublanc, Paul Laberenne, Henri Wallon y
otros, Método dialéctico y ciencias humanas, 1938. La lógica materialista
dialéctica ocupó la atención de Adalberto García de Mendoza, Fundamentos
filosóficos de la lógica dialéctica, 1937; aun cuando es necesario decir que se
trata de un examen histórico, solamente, que no resultó fructuoso. Rodrigo
García Treviño hizo la traducción de dos trabajos que son muy importantes: N.
Guterman y H. Lefebvre, ¿Qué es la dialéctica?, 1939, y Jorge Plejánov,
Teoría marxista del conocimiento, 1939; además tradujo también los
Comentarios a la Lógica de Hegel, de Lenin, aun cuando solamente ha
publicado una parte de ellos. Recientemente, José Montes de Oca y Silva ha
escrito una exposición valiosa, El método dialéctico, 1949. Por último, el autor
de estas líneas ha publicado un tratado sistemático de lógica materialista
dialéctica, fundado en los resultados de la investigación científica
contemporánea, La ciencia de la Lógica, 195O.32
En la actualidad, además de las obras antes citadas, se cuenta con casi todos
los textos filosóficos que son clásicos para el materialismo dialéctico en
traducciones castellanas hechas en otros países. Se tienen así, de Marx, Miseria
de la Filosofía Herr Vogt, Contribución a la Crítica de la Economía Política;
y, en colaboración con Engels, La Sagrada Familia, o Crítica de la Crítica
Crítica. De Engels, se dispone de Anti-Dühring, y Dialéctica de la Naturaleza.
De Lenin, Materialismo y Empiriocriticismo. De Stalin, Sobre el Materialismo
Dialéctico y el Materialismo Histórico.

32
Publicado originalmente en Morclia. Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. En una nueva versión, ha
sido publicada en México por la Kditorial Cirijalbo, en Col. Tratados y Manuales, México, 1980.
182 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

En estos apuntes, hemos omitido deliberadamente la referencia a los muy


numerosos artículos que se han publicado en los periódicos y revistas de
México, en la época actual, que consideramos de madurez, siguiendo el criterio
que nos trazamos de no citar sino aquellos trabajos que han logrado la
formación de un libro. Entre los maestros marxistas que han impartido cátedras
universitarias de filosofía se distinguen particularmente Vicente Lombardo
Toledano, Aníbal Ponce, Wenceslao Roces y Jesús de Amber Arruza. Desde
1948, el autor de este trabajo ha tenido la oportunidad de dictar el primer curso
de filosofía que se encuentra a cargo de un profesor marxista en la Facultad de
Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Como conclusión, se puede advertir que el materialismo dialéctico es una de
las corrientes filosóficas activas del México actual. Los frutos logrados hablan
elocuentemente en favor de esta inferencia. En el dominio estrictamente
filosófico, las obras que hemos citado demuestran el volumen de los trabajos
ya realizados y su actualidad en el momento presente. Asimismo, podemos
agregar que en las investigaciones científicas que realizan los hombres de
ciencia mexicanos, éstos aplican con rigor el método dialéctico e interpretan
sus resultados con la teoría materialista, es decir, que reconocen y confirman la
existencia de la realidad objetiva en continuo movimiento de transformación —
aun cuando no todos lleguen al discernimiento filosófico consciente de un
Isaac Ochoterena o de un Enrique Beltrán—. Por lo tanto, el materialismo
dialéctico se destaca notablemente por el carácter científico —que es tanto
como decir racional y objetivo— de las obras que produce. Distinguiéndose de
esa manera, con seguridad, de las interpretaciones subjetivas y nada racionales
de otras corrientes.
LA PREPARACIÓN UNIVERSITARIA
DE LA JUVENTUD

La juventud actual tiene clara conciencia de que su tarea fundamental


consiste en prepararse para la lucha por un mundo mejor. Al enfocar el
problema de su porvenir como una misión social a realizar, la juventud aborda
la cuestión de encontrar el camino que la conduzca al desarrollo de un trabajo
útil para la sociedad. En este sentido, sabe bien que, para llegar a comprender
la vida, para conocer la forma en que ocurren los procesos de la naturaleza y de
la sociedad, lo mismo que las leyes que gobiernan su desenvolvimiento y su
transformación, es necesario estudiar con penetración y con amplitud,
examinando de cerca los resultados obtenidos en la investigación objetiva y
racional del universo, analizando cuidadosamente las condiciones sociales en
que surgen, se desarrollan y desaparecen en el curso de la historia, para llegar,
de esa manera, a adquirir el conocimiento de las cosas, de los hechos históricos
y de la evolución de la naturaleza que la humanidad ha logrado acumular a lo
largo de su historia entera. Para esto acude a la universidad, para que se le
enseñe sobre la base de la objetividad y de la certeza alcanzadas en las más
recientes indagaciones de las ciencias naturales y de las ciencias sociales, y con
el fundamento imprescindible de la verificación experimental.
Pero, junto con la adquisición del conocimiento, la juventud necesita
aprender a utilizarlo. Porque solamente aprendiendo a resolver los problemas
prácticos que se presentan en la actuación social, a la cual se ve compelida la
juventud ya desde el tiempo mismo de su paso por las aulas, es que puede
llegar a dominar realmente el conocimiento. Únicamente de este modo,
enriqueciendo las teorías asimiladas con las experiencias sufridas, es que es

183
184 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

posible lograr y, después, desarrollar y hacer avanzar al propio conocimiento.


Es indudable que la cultura es un factor que aumenta la fecundidad de
cualquier trabajo; y que, cuanto más completo y calificado sea un trabajo, tanto
mayor cultura se requerirá para su ejecución. Solo que, para que este factor sea
activo e impulse verdaderamente al trabajo, es necesario que a la juventud se le
enseñe también a aplicar prácticamente sus conocimientos. Porque solamente
de esta manera es que podrá actuar con éxito y que podrá aprovecharse de la
cultura, en su decidida intervención social encaminada al logro de su principal
objetivo: la conquista de un mundo mejor. Y esta preparación para la actividad
en la sociedad ya es más difícil que la simple transmisión de los conocimientos.
Pero ella constituye, en realidad, el meollo de la enseñanza universitaria que la
juventud pretende en nuestro tiempo.
Ahora bien, para desempeñar tales funciones, la universidad necesita llenar
ciertas condiciones. En primer lugar, constituirse en una verdadera institución
científica, alrededor de la cual se agrupen los hombres de ciencia y dentro de la
cual se investigue y se haga ciencia. En segundo lugar, hacer que el profesor,
escogido por oposición entre los mejores, desempeñe su papel con plena
conciencia, no limitándose a enseñar en un sentido restringido, sino explicando
la vida e interpretándola como un hombre íntegro, que no se detenga ante las
consecuencias sociales que se desprenden de la ciencia, sino que, por lo
contrario, encauce a la juventud en el camino de su realización práctica.
Además, la universidad debe enseñar a comprender el pasado, recogiendo la
rica herencia de la cultura y apoyando en este firme tronco la tarea de proseguir
el conocimiento. Particularmente, la universidad tiene el deber de hacer que la
juventud conozca a fondo nuestra historia, nuestras luchas populares, los
heroicos esfuerzos que los mejores mexicanos realizaron para conquistar
condiciones humanas de existencia. Porque de esta manera, y solamente de esta
manera, es que la juventud podrá actuar con acierto, sabiendo encontrar en
cada coyuntura histórica la solución adecuada y realizable, ejerciendo la
verdadera libertad, aquélla que se funda en la decisión de actuar con
conocimiento de causa.
Ya en esta condición, la universidad puede encontrar también la
organización que corresponda al nivel del desarrollo económico y social de
nuestro país, encauzando su curso en el sentido del progreso y la satisfacción
de las necesidades del pueblo. Para ello, es urgente terminar con el ancestral
concepto de las "profesiones liberales" y liquidar para siempre la política al
La preparación universitaria de la juventud 185

servicio de intereses pequeños, que algunas veces ha prevalecido en la


universidad. Porque el dominio humano sobre la naturaleza se ha ensanchado
de tal modo que es una pretensión totalmente inalcanzable la de que una sola
persona pueda abarcar el conocimiento técnico de todo un orden de activi-
dades, y, sin embargo, ésta sigue siendo la falsa base que sustenta a las carreras
liberales. Por otra parte, el avance mismo de la organización económica y
social, lo mismo que el adelanto técnico y científico que lleva aparejado, han
creado multitud de campos de actividad, que la universidad se ha empeñado en
despreciar, confundiendo a la tradición cultural con el inútil mantenimiento de
formas ya caducas e impracticables. Además, la universidad no se puede
substraer a la política, del mismo modo en que no se le puede separar de la
sociedad de que forma parte y de la cual es producto. Pero, esta política
universitaria a que nos referimos, es bien diferente de la que se practica por
intereses ajenos, puesto que en la actividad política de la universidad es en
donde se expresa su actuación social, como representativa de los intereses
futuros de la juventud que en ella se prepara y que son, a la vez, los intereses
del pueblo que la sustenta.
Nos hallamos ya en el núcleo mismo de la cuestión universitaria, cuya
solución nos preocupa. Desde luego, esta solución solamente puede
encontrarse partiendo de la firme base de un principio general, que corresponda
a las necesidades objetivas de México. Y es tal vez, el reconocimiento de la
urgencia con que nuestro país requiere la inteligente explotación de sus
recursos naturales. Lo cual exige, sin duda, la preparación de los jóvenes que
sean capaces de llevarla a cabo, descubriendo y poniendo en operación los
procesos industriales que permitan el aprovechamiento de nuestras materias
primas y desarrollando y extendiendo las técnicas científicas del cultivo de la
tierra. Pero, siempre con el propósito indeclinable de hacer que se produzca
aquello que la mayoría de la población requiere para la satisfacción de sus
necesidades más apremiantes. Porque la universidad es sostenida por el pueblo
y nutrida por el pueblo, el cual le demanda imperativamente la elevación del
nivel de su vida económica, política, social y cultural.
Dejemos, pues, que quienes se aferran al pasado sigan derrochando sus
posibilidades, mientras las puedan conservar, en sostener esas instituciones
enclaustradas a las que pomposamente llaman "colegios", "universidades" o
"institutos". Dejemos que esos establecimientos sigan expidiendo profusamente
diplomas, títulos y grados,
186 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

recargados de honores y de medallas que se adquieren a un precio


convencional, otorgándolos a quienes quieran acreditarse de esa manera. Pero,
en cambio, fortalezcamos a nuestra universidad con un claro sentido popular,
progresista y científico. Superemos la organización de nuestra educación
superior, estableciendo las carreras que las condiciones sociales y la naturaleza
de los recursos de México exigen para su progreso. Formemos técnicos con
una concepción amplia y general de la vida y de la historia, provistos de
criterios eficaces y probados en el campo de las actividades escogido por su
vocación, con profundos conocimientos en el dominio de su especialidad y con
una clara visión del sentido social de su trabajo, productivo y necesario, para
que formen parte de la vida colectiva del pueblo y se desenvuelvan por la
acción recíproca con esa misma vida. Así, al mismo tiempo, tanto como un
requisito indispensable, cuanto como un resultado inevitable, estaremos
fomentando decididamente el desarrollo de la cultura y de la investigación
científica.
De esta manera, conseguiremos que la labor universitaria se incremente y se
haga mucho más eficaz. Advirtiendo que, en verdad, la fuerza misma de la
realidad se ha encargado de sobrepasar los obstáculos opuestos a su curso,
obligando a los universitarios a encontrar el complemento de su preparación en
la práctica y fuera de las aulas. Pero esta situación debe terminar, para evitar el
inútil desperdicio de esfuerzos y de capacidad de trabajo, que significa para
nuestra juventud. Demos, entonces, una nueva organización a nuestra
universidad, haciendo frente a la realidad de México y coadyuvando a la
solución de los problemas de la mayoría de su población. Aprovechemos la
ciencia y sus aplicaciones técnicas en bien del pueblo de nuestro país; con lo
cual estableceremos, a la vez, las condiciones necesarias para el adelanto de la
cultura, que solamente avanza en estrecha conexión y como resultado del
desarrollo social. Únicamente de esta manera podremos seguir orgullosos de
ostentar en el nombre de nuestra Casa de Estudios: Universidad Michoacana de
San Nicolás de Hidalgo, el símbolo de nuestra comprensión por el pasado y, al
mismo tiempo, de tener presente en nuestra actividad la satisfacción de cumplir
objetivamente con la función que se nos ha confiado, preparando a la juventud.
EXPERIENCIA UNIVERSITARIA

En México, al igual que en todos los países americanos de habla castellana


y portuguesa, la Universidad Nacional constituye el centro cultural de mayor
importancia, en el cual confluyen las preocupaciones y las inquietudes por
todos los problemas que se plantean a la nación, ya sean culturales,
económicos, sociales, científicos o políticos. En sus cátedras y en sus
laboratorios y gabinetes de investigación se encuentran representadas las
principales tendencias filosóficas y sociales, y entre sus estudiantes se reflejan
con agudeza las luchas que el pueblo entabla para mejorar sus condiciones de
vida en todos sus aspectos. Además, a la Universidad Nacional Autónoma de
México llegan a estudiar jóvenes de todas las regiones del país, quienes
permanecen así algunos años en contacto directo con las manifestaciones
universitarias de inquietud y preocupación, conviviendo íntimamente unos con
otros y luego, en buena parte, regresan a sus lugares de origen, llevando con
ellos los conocimientos y experiencias adquiridos acerca de los problemas
nacionales. Por supuesto, hay quienes después de graduarse procuran olvidarse
por completo de sus años juveniles, para entregarse de lleno a la faena de
acumular una fortuna o de adquirir puestos políticos o burocráticos o, por lo
menos, ce vivir cómodamente al servicio de cualesquiera intereses o empresas
que les ofrezcan una retribución ventajosa. Pero también hay muchos que
maduran en el mejor sentido humano y que mantienen su conciencia y su
actividad en estrecha relación con la realidad del país, pugnando siempre por
superar sus deficiencias de una manera efectiva. Otros, en fin, conservan una
actitud decorosa, aunque un tanto pasiva, ante los problemas nacionales, pero
en los momentos críticos son capaces de tener una actuación decidida y más o
menos bien orientadas. En todo caso, la Universidad Nacional Autónoma de

187
188 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

México es un vehículo de gran importancia para propagar por todo el país la


conciencia reflexiva, la preocupación constante y el afán despierto de actuar
eficazmente para resolver los numerosos y graves problemas que afectan a la
nación.
Con la construcción de la Ciudad Universitaria se ha logrado un
mejoramiento muy notable en los edificios de las escuelas, los institutos de
investigación y demás dependencias de la Universidad Nacional, que
funcionaba antes en locales insuficientes y, en algunos casos, enteramente
inadecuados. A la vez, con el traslado se renovaron totalmente los equipos de
trabajo escolar y de investigación y se adquirieron instrumentos que no se
tenían. Por otra parte, el hecho mismo de que todas las escuelas se encuentren
contiguas ha establecido una condición necesaria, aunque no suficiente, para
terminar con el aislamiento y el divorcio entre las diferentes enseñanzas e
investigaciones. No obstante, la coordinación y la interrelación de las
actividades universitarias que, obviamente, se facilitan con la convivencia,
apenas empiezan a crearse. Desde luego, se vienen haciendo bastantes esfuer-
zos para lograr el entrelazamiento y la conjugación armoniosa de dichas
actividades, aunque todavía hace falta mucha tenacidad y empeño para lograr
esto, que resulta indispensable para que la Universidad Nacional Autónoma de
México sea tal, en el sentido más lato de las finalidades de su existencia. Lo
que resulta ser más importante todavía, porque debido a la complejidad y la
amplitud del conocimiento científico contemporáneo se ha creado una
especialización cada vez más estrecha, que ofrece grandes inconvenientes,
tanto para los propios hombres de ciencia como para la investigación, ya que,
entre otras cosas, produce una miopía y una unilateralidad que solamente
pueden ser superadas a través del contacto y la comprensión de las actividades
de los otros especialistas. Como lo ha demostrado la experiencia, únicamente
en un ambiente verdaderamente universitario es en donde se han podido
resolver los problemas fundamentales de la ciencia y en donde se han logrado
resultados más fructuosos. De lo cual se desprende la urgencia de hacer de
nuestra Casa de Estudios una verdadera universidad, tarea que, afortunada-
mente, cada vez despierta mayor conciencia y recibe apoyo más firme. En este
sentido, la actividad que viene realizando, desde hace cerca de cuatro años, el
Seminario de Problemas Científicos y Filosóficos se destaca por su eficacia.
Experiencia universitaria 189

Por otro lado, es clara la necesidad de impulsar mucho más vigorosamente


que hasta ahora los trabajos de investigación científica. Tales actividades
requieren de una orientación hacia el estudio de los problemas nacionales y al
desenvolvimiento de todas las posibilidades que ofrecen los recursos conocidos
y de otros no sospechados siquiera. Pero, al mismo tiempo, es indispensable
que dichas investigaciones se extiendan a todos los dominios —inclusive a
aquellos que no parecen dar perspectivas de aplicación inmediata— porque
solamente la posesión de una actividad científica en el nivel más alto es lo que
permite aprovechar cabalmente las conquistas logradas en todos los países. La
ciencia no es una mercancía que se puede importar o exportar, sino que
únicamente se puede asimilar con el esfuerzo propio y laborioso. Y, además,
solamente cuando se maneja con profunda comprensión es que resulta útil y
susceptible de aplicación tecnológica. En otro sentido, la investigación
científica acompañada de la discusión libre y continua de los trabajos
realizados constituye una magnífica escuela de democracia entre los
científicos, ya que en ella se aprende a tomar indispensablemente en cuenta a
los demás, lo mismo que a respetar las opiniones ajenas, a la vez que fórmala
conciencia del carácter social, eminentemente colectivo y cooperativo, del
trabajo de investigación y que obliga a aceptar los hechos tal como ellos son en
realidad, una vez que son demostrados por la razón y verificados en el
experimento. Semejante actitud, esencialmente democrática de los científicos,
influye destacadamente en quienes se dedican a otras actividades y, también,
se propaga eficazmente a través de la educación. Ahora bien, hace falta
asimismo establecer una conjugación estrecha entre las ciencias naturales y
sociales y la filosofía, ya que muchos problemas científicos solamente pueden
ser comprendidos y resueltos, dándoles un enfoque filosófico adecuado. Por
otra parte, la filosofía misma tampoco puede dar realmente frutos importantes,
a menos que se base en los resultados científicos y que se apropie de los
rigurosos métodos de investigación de la ciencia. A este respecto, la historia
entera demuestra con claridad cómo la filosofía y las humanidades en conjunto
solamente avanzan efectivamente cuando la investigación científica progresa;
y, también, que el desarrollo de ambas investigaciones guarda una co-
rrespondencia muy estrecha en cada país y en todas las épocas. En otras
palabras, la filosofía necesita ineludiblemente de la ciencia y su
desenvolvimiento corre parejas con ella. Si tomamos en cuenta, además, que en
nuestros países ha habido una conspicua tendencia a desarrollar una actitud
190 Reflexiones Históricas y filosóficas sobre México

filosófica más bien lírica y metafísica, que rigurosa y representativa de la


realidad, se puede advertir mejor cómo se encuentra agudizada entre nosotros
esta necesidad.
Otra cuestión que se ha destacado con vigor en los últimos años, es el de la
educación nacional en todos los niveles y con respecto a todas sus fases. Desde
luego, el problema de la alfabetización en México es grave, porque, a pesar de
todas las campañas realizadas, lo cierto es que apenas se ha conseguido que la
proporción de analfabetas no crezca, con todo y el crecimiento de la población
total; pero su verdadera solución todavía no se consigue. Por otra parte, es
indispensable examinar el problema educativo en todos sus aspectos y no
solamente con respecto a la necesidad de aumentar el número de escuelas y de
profesores. Se requiere la formulación de una política educativa que ofrezca
una preparación básica y eficaz para todas las posibles actividades ulteriores y
que oriente decisivamente a los educandos para el desarrollo de sus mejores
capacidades en el tenaz esfuerzo colectivo para hacer progresar al país, junto
con el mejoramiento paralelo de todos y cada uno de sus habitantes; a la vez
que vigorice sus arraigadas tradiciones populares de autodeterminación
nacional y de trato equitativo y amistoso con todos los pueblos del mundo. Esta
orientación de la educación nacional debe abarcar desde la escuela primaria
hasta la enseñanza universitaria en su más alto nivel, pasando por todos los
grados y modalidades intermedias. Lo que es más, la eficacia de una política
educativa depende, en cierto modo y en buena parte, del contenido y de la
forma de aplicación que adopte en el nivel universitario. Esto se comprende
bien en México en la actualidad; pero, desgraciadamente, todavía no se pasa de
la convicción racional a la ejecución práctica.
La Universidad Nacional Autónoma de México realiza ya una labor
justamente ameritada, en el sentido de impulsar el desenvolvimiento de la
cultura nacional, tratando siempre de que se enriquezcan sus nexos con las
demás culturas, aunque defendiéndola, a la vez, de aquellas influencias que
tratan de desnaturalizar su carácter auténtico, o bien, de someterla a la
limitación y la miseria espirituales que representa la pretendida "cultura
occidental". Es claro que estas influencias perniciosas existen en el seno de la
misma Universidad Nacional y de que la lucha contra ellas tiene que ser
continua y que transcurre por diversas alternativas. Pero también es cierto que
cada vez se abre más amplio paso en la conciencia de los estudiantes, los
profesores y los investigadores esta convicción de desarrollar y defender la
Experiencia universitaria 191

cultura nacional. En cuanto a las enseñanzas que imparte, la Universidad


Nacional Autónoma de México trata de preparar los tipos de profesionistas que
el país necesita, tanto para resolver las demandas actuales como para ampliar
las posibilidades existentes y crear otras nuevas. Sin embargo, en este aspecto
todavía no se cumplen los propósitos enunciados; ya que las escuelas
universitarias distan de estar en concordancia con las necesidades nacionales.
A manera de ilustración, tenemos la de que la Universidad Nacional Autónoma
de México no tiene una Escuela de Agronomía, a pesar de que México es un
país agrícola. En lo que se refiere a la satisfacción de los jóvenes que desean
seguir estudios superiores, por más que el número de alumnos inscritos crece
año con' año, todavía resulta ser un privilegio para una reducida minoría. Por
ello, lo que se requiere es fomentar el desenvolvimiento de las universidades de
provincia, para ensanchar su capacidad docente y ofrecer mayores
oportunidades de estudiar a los jóvenes provincianos. Sin embargo, mientras no
sea posible asegurar efectivamente que todos los jóvenes con vocación tengan
libre acceso —cualquiera que sea su situación económica—, es indudable que
todo requisito selectivo que intente imponer la Universidad Nacional
Autónoma de México, por plausible que parezca en teoría, se convertirá en un
nuevo obstáculo para el ingreso de los jóvenes colocados en condiciones
económicas más precarias.
Respecto a su funcionamiento interno, en la Universidad Nacional
Autónoma de México existe la libertad de cátedra, que constituye una
conquista obtenida por los estudiantes en sus valerosas luchas y que es
celosamente defendida en cada ocasión en que se intenta violarla o
mediatizarla. Es así como hay profesores que enseñan diversas disciplinas con
una clara y explícita orientación marxista, principalmente en la Facultad de
Filosofía y Letras, en la Escuela Nacional de Economía y en la Escuela
Nacional Preparatoria. Además, en la Facultad de Filosofía existe un Seminario
de Materialismo Dialéctico; y en la Escuela Nacional de Economía la cátedra
obligatoria de Teoría Económica y Social del Marxismo, apoyada en la justa
consideración de que Marx es el fundador de la Economía Política como
disciplina científica en sentido riguroso. También se mantienen en la
Universidad Nacional Autónoma de México la libertad de investigación, la
libertad de crítica, la libertad de publicación, la libertad de discusión y la
libertad de intercambiar resultados con los especialistas de todos los países.
192 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

Esas libertades son defendidas con pasión, cuando se atenta contra ellas. En
cambio, todavía no se ha podido implantar la libertad de dirección, esto es, que
los directores de escuelas, facultades e institutos y el propio rector puedan ser
escogidos libremente, cualquiera que sea su ideología. En este sentido, se
mantienen implícitamente algunas restricciones, aunque no se declaren
abiertamente ni figuren en reglamento alguno. Por otra parte, desde hace poco
más de cuatro años se ha establecido en grande la institución del profesorado y
la investigaduría de tiempo completo, pagando sueldos decorosos y contando, a
cambio, con la dedicación íntegra a la universidad. En la mayoría de los casos,
estos profesores e investigadores han empezado a rendir mejores frutos, tanto
en la docencia como en la actividad científica. Pero, en algunos casos, la
posición ocupada ha sido mal interpretada por los propios designados y su
rendimiento ha sido pobre. No obstante, los casos de excepción no afectan la
bondad de la institución y, con seguridad, en un lapso breve acabarán por
desaparecer casi por completo. En todo caso, lo que sí hace falta es la
expedición de un reglamento que gobierne las actividades de los investigadores
y los profesores de tiempo completo, basado en unas cuantas normas fun-
damentales y estructurado principalmente en la solvencia académica y en la
responsabilidad docente y científica de los beneficiarios.
Otro aspecto muy interesante de las actividades universitarias en México es
la labor editorial. En los últimos tres años, las publicaciones de la Universidad
Nacional Autónoma de México han aumentado enormemente en número, se ha
elevado de modo muy ostensible su calidad y se mantiene al día en cuanto a los
temas de que tratan. Existen algunos lazos entre varias universidades de
América Latina, aunque son enteramente insuficientes y realmente escasos. En
rigor, una de las necesidades de más urgente atención es el fortalecimiento de
las relaciones universitarias entre los países de habla castellana y portuguesa,
estrechando los vínculos existentes y ampliándolos a otros muchos canales, que
prácticamente ni siquiera se han explorado. A este respecto, todo lo que se
haga redundará en beneficio de la múltiple y auténtica comunidad de intereses
que, fuera de toda duda, existe entre las naciones situadas desde el Río Bravo
hasta el continente antártico. Lo que es más, el fortalecimiento de nuestras
vinculaciones en todos los órdenes es una condición indispensable para nuestro
mejor desarrollo y para la defensa de nuestros aspectos nacionales, entre ellos
la cultura, la economía y la independencia.
EL ASPECTO MAS URGENTE DE
LA REFORMA UNIVERSITARIA:
LA DEMOCRACIA INTERNA

El aspecto más urgente y de mayor profundidad de la reforma de la


Universidad Nacional Autónoma de México es la democratización del
gobierno universitario, que debe incluir los puntos siguientes:

Primero. El cambio de la composición de la Junta de Gobierno, dando


representación en ella a los profesores y alumnos (modificación de los
Artículos 4 y 5 de la Ley Orgánica).
Segundo. La elección del Rector por la Junta de Gobierno de una terna
formada por el Consejo Universitario (modificación del Artículo 6 de la Ley
Orgánica).
Tercero. El aumento del número de representantes alumnos en el Consejo
Universitario, igualando el número de representantes profesores y de directores
(modificación del Artículo 15 del Estatuto).
Cuarto. El aumento del número de representantes de los trabajadores
técnicos y administrativos, desde uno sólo que actualmente tienen hasta un
representante por cada centro de trabajo independiente (modificación del
Artículo 23 del Estatuto).
Quinto. El establecimiento de la paridad en la representación de alumnos y
profesores en los Consejos Técnicos de las facultades y escuelas y
considerando también representantes de los trabajadores (modificación del
Artículo 12 de la Ley Orgánica).
Sexto. La modificación de los procedimientos de elección de los
representantes profesores, alumnos y trabajadores en el Consejo Universitario y
en los Consejos Técnicos, estableciendo el voto universal y directo, con la
consiguiente supresión de los actuales requisitos especiales para poder ser
elegidos (modificación de los Artículos 16-24, 44 y 45 del Estatuto).

193
194 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

Séptimo. La designación de directores de facultades y escuelas tomando en


cuenta la opinión de los alumnos, profesores y trabajadores de cada plantel
(modificación del Artículo 36 del Estatuto).
Octavo. La modificación radical de la situación de los investigadores de los
institutos y centros de investigación, que actualmente carecen de toda
representación, estableciendo un Consejo Técnico en cada Instituto y en cada
Centro (modificación del Articulo 12 de la Ley Orgánica), dándoles
representación en el Consejo de Ciencias o en el de Humanidades, según sea el
caso (modificación del Artículo 49 del Estatuto), dándoles también
representación en el Consejo Universitario (modificación del Artículo 7 de la
Ley Orgánica), formando temas para la designación de directores de los
institutos y centros y tomando en cuenta la opinión de los investigadores
afectados (modificación del Artículo 50 del Estatuto).

Otro aspecto de gran importancia es el de que se transforme la actitud de las


autoridades universitarias hacia los estudiantes y los profesores y trabajadores,
respetando irrestrictamente su capacidad, su independencia y su libertad para
asociarse y para manifestarse, derogando las disposiciones que entorpecen o
anulan el ejercicio de esos derechos y suprimiendo los cuerpos administrativos
que lo impiden en la práctica.
También se requiere elevar el nivel académico de la enseñanza, del
aprendizaje y de la investigación, mediante la aplicación de medidas eficaces,
apelando al convencimiento y haciendo obrar estímulos convenientes, en lugar
de establecer sanciones administrativas o de pretender aumentar simplemente
el rigor de las exigencias.
Igualmente se impone el establecimiento del pase automático a las
facultades y escuelas de la universidad de los egresados de la Escuela Nacional
Preparatoria (y del Colegio de Ciencias y Humanidades), suprimiendo el
segundo examen de admisión que ahora se practica en forma vejatoria para los
alumnos que ya obtuvieron antes su ingreso a la universidad y que implica el
desconocimiento de los estudios hechos en la misma institución, la anulación
real de los exámenes presentados en cada materia y la tácita atribución de inca-
pacidad para los profesores de la Escuela Nacional Preparatoria (y del Colegio
de Ciencias y Humanidades), no obstante haber sido refrendados recientemente
en sus nombramientos de acuerdo con el Reglamento que rige a todos los
profesores de la Universidad Nacional Autónoma de México.
La democracia interna 195

Es indispensable corregir el grave error de haber aumentado un año en los


estudios del bachillerato que, al incrementar en una séptiparte (14.3 por ciento)
el costo de la enseñanza superior, lo mismo que la duración de los estudios
para cada uno de los alumnos, agudiza considerablemente el problema de la
escasez de recursos estatales para su sostenimiento, además de que afecta
enormemente a los estudiantes cuyos familiares tienen ingresos bajos. Es
enteramente posible volver a un plan de dos años, revisando cuidadosamente
las materias (que, por cierto, son prácticamente las mismas que ya figuraban en
el plan anterior, variando solamente la consideración en que se las tiene como
obligatorias o como selectivas) y, sobre todo, cambiando los sistemas de
enseñanza que se mantienen inalterados o, más bien, deteriorados.
El cambio en los sistemas de enseñanza se debe extender a las facultades y
escuelas profesionales, ya que los actuales no corresponden a las necesidades y
características de nuestra época. Al propio tiempo, es necesario que se tomen
medidas eficaces para la preparación de nuevos profesores en las facultades y
escuelas profesionales —abandonando los absurdos cursos rápidos de
emergencia-, procurando el mejoramiento de los actuales y aprovechando más
eficazmente a quienes tienen mejor preparación.
Es imperioso aplicar los esfuerzos que se necesitan para elevar el
rendimiento de las facultades y escuelas profesionales de la universidad, ya que
el número de sus egresados es muy reducido, en comparación con el número de
alumnos que ingresan a ellas. A la vez, se requiere el establecimiento de
condiciones que permitan un aprovechamiento más racional y fructuoso en la
vida personal, económica y social de los alumnos que se ven obligados a
truncar sus estudios por diversas circunstancias. En este sentido, es
enteramente posible introducir dos o más escalones en todas las carreras,
mediante una modificación conveniente de los planes de estudio, para que cada
uno de esos escalones constituya un ciclo completo. De esa manera, por
ejemplo, la carrera de ingeniero civil se podría escalonar en los niveles
sucesivos de dibujante, topógrafo, proyectista, superintendente e ingeniero,
según que se hicieran 1, 2, 3,4, ó 5 años de estudios. Y los estudios de
matemático, de físico y de biólogo podrían tener por lo menos un escalón
intermedio que capacitara para ser profesor de enseñanza media. De esa
manera, dejarían de ser infructuosos muchos empeños que ahora resultan
dramáticos y, al mismo tiempo, el país se beneficiaría con muchos técnicos y
profesionistas medios de los que actualmente carece.
LA REFORMA UNIVERSITARIA
EN MÉXICO

La Declaración de Autonomía de las Universidades de Córdoba y La Plata


constituyó un acontecimiento cuya importancia histórica se puede apreciar por
el viraje decisivo que impuso en el desarrollo de las luchas estudiantiles en las
universidades latinoamericanas. Las muchas y variadas consecuencias de esas
luchas en los movimientos sociales y políticos todavía se siguen produciendo
con extraordinario vigor. Y ahora, justamente al cumplirse cincuenta años de
haber sido iniciado en la Argentina el movimiento de reforma universitaria, ha
surgido con fuerza tremenda en Europa, Asia, África y América del Norte,
expresándose con especial dramatismo en Francia. Aun cuando es claro que no
se trata de una propagación directa del movimiento de Córdoba, tal como
sucedió indudablemente en los países de América Latina, sin embargo, tiene
gran importancia subrayar la coincidencia fundamental que hay entre los
postulados de Córdoba y las demandas explícitas de los estudiantes franceses:
autonomía universitaria y participación de los estudiantes en el gobierno;
renovación de los sistemas de docencia y de las perspectivas de la enseñanza, y
transformación de las estructuras sociales caducas. Pero, antes de decir algo
más sobre esa notable coincidencia, vamos a referirnos al desarrollo que ha
tenido la reforma universitaria en México.
Desde el 15 de octubre de 1917, por decreto del Congreso del Estado de
Michoacán, se creó en México la primera Universidad Autónoma, por
iniciativa de Pascual Ortiz Rubio, primer gobernador elegido en ese Estado
conforme a la Constitución Política de 1917, en la que se dio expresión jurídica
al programa de la Revolución Mexicana. En la exposición de motivos que

197
198 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

acompañó a su iniciativa, Ortiz Rubio señalaba el propósito de "desligar la


enseñanza superior del Estado, para que no se contamine de los males políti-
cos; pero, al establecer esa autonomía, que se respeten las normas de la
Constitución: todos los conocimientos que se transmitan han de ser
demostrables, en una palabra, que sea laica la enseñanza, sin liga alguna con lo
religioso [...] logrando así que las escuelas superiores no estén expuestas a los
vaivenes que generan las crisis políticas y los cambios en el personal
gubernativo." En el primer Consejo Universitario de la Universidad
Michoacana de San Nicolás de Hidalgo estuvieron representados los
estudiantes, pero en la proporción de uno por cada cuatro profesores. De esa
manera fue como se conoció en México la autonomía universitaria, antes de
que se produjera la Declaración de Córdoba.
Por otra parte, las ideas de la Reforma Universitaria de Córdoba se
transminaron con rapidez, particularmente a través de los agregados
estudiantiles de las misiones diplomáticas mexicanas en varios países
latinoamericanos. Luego adquirieron forma específica en diversas reuniones,
entre ellas en el Primer Congreso Internacional de Estudiantes efectuado en
México en 1921, en el cual se acordó luchar por una nueva orientación social y
económica de la educación y por un nuevo régimen social y político. A la vez,
se fueron formando y cobrando fuerza las organizaciones estudiantiles
nacionales, alentadas por una intensa preocupación hacia los problemas
universitarios y por las cuestiones políticas y sociales. Así, en el año de 1929,
como consecuencia de una huelga general, los estudiantes conquistaron la
autonomía para la Universidad Nacional de México, la más importante del
país, el 10 de julio de ese año. Simultáneamente, un buen número de
estudiantes universitarios participó en la campaña presidencial de José
Vasconcelos, enfrentándose con pasión heroica al partido del gobierno.
Además, los estudiantes con mayor conciencia política organizaron la Unión de
Estudiantes Pro-Obrero y Campesino, a través de la cual fundaron y
sostuvieron las primeras escuelas nocturnas para trabajadores.
La agudización de las luchas sociales suscitadas en favor y en contra del
cumplimiento del programa de la Revolución Mexicana, se reflejó activamente
y con violencia en las universidades, hasta que, en 1933, la Universidad de
México quedo bajo el dominio de la reacción. Entonces el 19 de octubre de ese
año, el gobierno decidió otorgarle la más completa autonomía, suprimiéndole
inclusive el rango de Nacional y dejando formalmente de sostenerla
La reforma universitaria en México 199

económicamente. En cambio, en otras universidades, los estudiantes


impusieron la "educación socialista" y, en algunas, repudiaron la autonomía
que tenían, para convertirlas en instituciones estatales. En 1934, una reforma de
la Constitución cambió la orientación de la educación de laica a "socialista",
pero sin incluir en ella a la educación superior. Además, se estableció el
Instituto Politécnico Nacional, significando así que en la nueva orientación de
la educación superior se acentuaba la enseñanza científica y técnica, frente a la
cultura literaria y "humanista" impartida en los planteles universitarios.
La docencia libre nunca fue apoyada con firmeza por los estudiantes
mexicanos. En cambio, durante el enfrentamiento con la orientación
"socialista" de la educación, la reacción aprovechó la bandera de la "libertad de
cátedra". En torno a la Universidad Autónoma de México se agruparon las
escuelas confesionales que, mediante la incorporación y el reconocimiento de
sus estudios por dicha institución, consiguieron eludir el cumplimiento del
mandato constitucional. En Guadalajara se llegó a establecer una Universidad
Autónoma incorporada a la de México, como un desafío hacia la universidad
estatal, que se había declarado "socialista". De esa manera, los centros de
enseñanza con orientación religiosa, utilizando la autonomía concedida a la
Universidad de México y el lema de la "libertad de cátedra", constituyeron un
bloque que se enfrentó al Instituto Politécnico Nacional y a las universidades
estatales. Dentro de este bloque quedó excluida por completo cualquiera
referencia a la lucha social y a la libertad de la investigación científica, en tanto
que las instituciones estatales mantuvieron su preocupación de coadyuvar a la
transformación de U sociedad y al desarrollo de la ciencia y de la tecnología.
Las reformas implantadas durante el régimen del presidente Lázaro Cárdenas,
junto con las condiciones creadas por la Segunda Guerra Mundial y el
desarrollo económico del país propiciado por ellas, influyeron notablemente en
la trayectoria seguida por las universidades mexicanas. Por una parte, la
Universidad Autónoma de México suavizó primero su actitud agresiva ante el
gobierno y, luego, buscó el entendimiento en un plano de respeto mutuo. Por
otra parte, el gobierno volvió a hacerse cargo del sostenimiento económico de
dicha universidad. Con el transcurso del tiempo, se acabó por volver a reformar
la Constitución, haciendo desaparecer la orientación "socialista" de la
educación. Mientras tanto, se fue haciendo ostensible la preocupación por la
orientación científica y técnica de la enseñanza en el seno de las universidades,
200 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

lo mismo que el interés por la investigación científica. Por supuesto, la


conformación de esta nueva situación fue lenta y solamente se logró a través de
luchas estudiantiles bastante violentas.
Como consecuencia de una huelga de estudiantes que acabó con el régimen
reaccionario de la Universidad Autónoma de México, se consiguió la
formulación de una nueva ley orgánica, que fue promulgada el 30 de diciembre
de 1944. De acuerdo con dicho ordenamiento, que sigue todavía vigente, se
devolvió a la Universidad Autónoma de México su renombre de Nacional,
dándole el carácter de "corporación pública —organismo descentralizado del
Estado— dotada de plena capacidad jurídica y que tiene por fines impartir
educación superior [. ..] organizar y realizar investigaciones [.. .] y extender los
beneficios de la cultura". A la vez, se le otorgó el derecho de "impartir sus
enseñanzas y desarrollar sus investigaciones de acuerdo con el principio de
libertad de cátedra y de investigación". Lo cual quedó matizado en el Estatuto
General aprobado por el Consejo Universitario, estableciendo que "la
Universidad se inspirará en los principios de libre investigación y libertad de
cátedra y acogerá en su seno, con propósitos exclusivos de docencia e
investigación, todas las corrientes del pensamiento y las tendencias de carácter
científico y social; pero sin tomar parte en las actividades de grupos de política
militante, aun cuando tales actividades se apoyen en aquellas corrientes o
tendencias". En cuanto al gobierno universitario, las designaciones del rector y
de los directores de escuela, facultad o instituto son hechas por una Junta de
Gobierno, integrada por 15 universitarios "honorables y prudentes", sin que
tengan representación alguna los alumnos, ni los profesores, ni tampoco los
trabajadores administrativos y técnicos. Por otra parte, el Consejo Universitario
está formado en la proporción de un representante de los estudiantes por cada
representante de los profesores y por cada dos directores de escuela, facultad o
instituto. Los trabajadores técnicos y administrativos tienen un único
representante por todos ellos en el Consejo Universitario.
El movimiento estudiantil que logró llevar más adelante la realización de
sus metas fue el que se inició en el año de 1960 en la Universidad Michoacana,
cuyo núcleo, el cuatro veces centenario Colegio de San Nicolás de Hidalgo,
conserva vivas sus tradiciones revolucionarias, desde la época precursora de la
guerra de independencia. El triunfo de ese movimiento trajo consigo la
formulación de una ley orgánica, redactada íntegramente en el seno de la
La reforma universitaria en México 201

propia universidad, que fue hecha suya por el gobernador David Franco
Rodríguez y, así, fue aprobada por el Congreso del estado de Michoacán. En
dicha ley se señalaron las siguientes orientaciones para las actividades de la
universidad: "Tener como fundamento la existencia material y objetiva del
universo, independientemente de su representación o reflejo en la conciencia
humana; y, en particular, la existencia del hombre como parte integrante del
universo, de su pensamiento como producto y manifestación de su elevada
organización biológica y social. Reconocer que todos los procesos existentes
en el universo, tanto naturales como sociales, son conocidos o susceptibles de
llegar a ser conocidos por el hombre, a través de la investigación científica
efectuada con base en la experiencia y en su racionalización rigurosa y
comprobable. Concebir al universo como el conjunto total de los procesos
materiales en movimiento y transformación constante, vinculados por una
multitud de acciones recíprocas y sujetas a leyes necesarias. Basarse en el
hecho de que el hombre interviene en el desenvolvimiento de los procesos
naturales y sociales, aprovechando sus conocimientos científicos para
modificar con su actividad las condiciones en que se realizan, obteniendo así la
producción de los resultados que se propone, siempre que éstos correspondan a
los efectos de las leyes y propiedades objetivas de los mismos procesos.
Considerar que el hombre se ha desarrollado y se sigue desarrollando por
medio de su trabajo, que constituye la actividad fundamental en la sociedad; y
que todos los procesos de la vida social se encuentran conectados
estrechamente y se influyen unos a otros. Tender al reparto justo de la riqueza
dentro de la sociedad; hacer desaparecer la explotación del hombre por el
hombre; elevar y humanizar el nivel de vida de los trabajadores; y establecer el
sistema democrático en todos los órdenes de la actividad social". Y, en efecto,
todos los organismos de gobierno universitario, desde el Consejo Universitario
hasta los consejos correspondientes a las escuelas y facultades, tuvieron una
composición estrictamente paritaria, de tal manera que contaron con un
estudiante por cada uno de los profesores elegidos para dichos
organismos.
En la misma ley orgánica se establecieron los siguientes principios: "La
enseñanza se basará en los resultados obtenidos por la ciencia y se impartirá
aplicando las técnicas pedagógicas adecuadas. En todos los niveles se
enseñarán, en forma apropiada, los métodos utilizados en la investigación
científica, para que los egresados se encuentren en condiciones de aplicarlos
202 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

con acierto a los problemas que deban resolver. Orientar a los alumnos para
que [., .] desempeñen con su trabajo la función social que les corresponde [.. .].
Vinculación constante de todos los universitarios con la vida del pueblo en
general y de los trabajadores en particular, para formar en aquéllos una clara
conciencia de solidaridad social [...]. Fomentar en los estudiantes el amor a la
patria; formar en ellos conciencia de que la solidaridad internacional debe
basarse en el principio de la autodeterminación [. . .]. La cultura no es una
finalidad en sí misma, sino un instrumento al servicio de la colectividad". El
único gobierno que tuvo la Universidad Michoacana de San Nicolás de
Hidalgo, durante la vigencia de esa ley, del 8 de agosto de 1961 al 15 de marzo
de 1963, estuvo apoyado por una mayoría abrumadora de los estudiantes y por
la mayor parte de los profesores. En esos diez y nueve meses se lograron
muchos avances: se crearon las Facultades de Altos Estudios y de
Agrobiología, se establecieron nuevas carreras científicas y técnicas, se
mejoraron los planes y programas de estudios, se elevó el nivel de la
enseñanza, se incrementó el aprovechamiento de los alumnos y se afirmó su
conciencia política. Pero esta situación, la más radical que ha logrado
conquistar en México el movimiento de reforma universitaria, fue destruida
violentamente por otro gobernador del estado, quien aprovechó el descontento
del clero y de otras fuerzas reaccionarias para lanzarlas al ataque contra la
universidad y, luego, resolvió el "conflicto" mediante la derogación de la ley
orgánica de 1961 y la imposición a sangre y fuego, por el ejército federal, de
nuevas autoridades universitarias.
A través de las tenaces luchas sostenidas continuamente por los estudiantes
de todo el país se ha configurado la situación actual. De las 82 instituciones de
educación superior que existen en México, 33 de ellas dependen directamente
del gobierno (9 universidades, 14 institutos y 10 escuelas independientes), 18
son instituciones autónomas (16 universidades y 2 institutos), 8 son
instituciones privadas libres, esto es, reconocidas directamente por el gobierno
(5 institutos y 3 escuelas) y 23 son centros privados incorporados, es decir,
reconocidos por las universidades o los institutos autónomos (8 universidades,
3 institutos y 12 escuelas). Con respecto a su población escolar, de los 116 628
alumnos inscritos en 1964, el 49.5 por ciento correspondió a las instituciones
autónomas, el 35.6 por ciento a los establecimientos que dependen
directamente del gobierno, el 9.1 por ciento a los centros incorporados y el 5.8
por ciento a las instituciones libres. Aunque no se han publicado datos más
La reforma universitaria en México 203

recientes, se puede estimar que, en 1968, la población escolar asciende a unos


145 000 estudiantes y que se mantienen sensiblemente las mismas
proporciones, en su distribución entre los cuatro tipos de instituciones. Por lo
que se refiere a sus sistema de gobierno, en las universidades e institutos
autónomos se tiene una representación estudiantil minoritaria, cuya proporción
con respecto a la de los maestros varía de una institución a otra. En las
universidades que dependen directamente del Estado, la representación
estudiantil se encuentra generalmente en una proporción todavía menor. En las
instituciones incorporadas, que en su mayoría tienen una orientación religiosa,
los estudiantes no participan en el gobierno. Y en los institutos y escuelas
libres, de los cuales unos tienen tendencia religiosa y otros son laicos, tampoco
tienen participación en el gobierno los estudiantes.
Últimamente, a partir de 1966, se viene realizando en la Universidad
Nacional Autónoma de México otra reforma, que seguramente tendrá después
repercusiones en las otras universidades del país. Pero, no obstante que la
necesidad de esta reforma surgió como consecuencia de una huelga estudiantil
que hizo desaparecer un régimen autoritario y demagógico, y en la cual se
plantearon también la democratización universitaria y el descontento hacia
algunos aspectos de la situación social y política de México, dicha reforma ha
quedado limitada hasta ahora a la aplicación de algunas medidas de orden
docente y administrativo. Con todo, las demandas democráticas subsisten y se
manifiestan con bastante frecuencia, tanto en la Universidad Nacional
Autónoma de México como en los otros centros de enseñanza superior del país.
Como conclusión, tenemos que los objetivos señalados en la Declaración de
Córdoba y La Plata no solamente conservan su vigencia entre los estudiantes
mexicanos sino que la misma pobreza y escasez de las conquistas logradas,
junto con el agravamiento de las condiciones que les dieron origen y la
agudización de la crisis social en que se debate el mundo, han conducido a la
radicalización de la lucha por dichos objetivos, lo cual le imparte a la vez una
fuerza explosiva. Y de la misma manera en que, a raíz del movimiento de
Córdoba y La Plata, todas las grandes corrientes revolucionarias o reformistas
que han luchado en contra del subdesarrollo y la caducidad de las estructuras
políticas de los países latinoamericanos han nacido en las universidades, así
también, ahora, los estudiantes de los países más avanzados han iniciado
movimientos sumamente vigorosos para luchar por la democracia universitaria,
204 Reflexiones históricas y filosóficas sobre México

de los cuales empiezan a surgir corrientes tendientes a la transformación de las


estructuras políticas existentes. Las causas de estos movimientos coinciden, en
mucho, con las que hace cincuenta años hicieron surgir y han mantenido vivas
las luchas políticas de los estudiantes latinoamericanos. En Francia
especialmente, aunque no es el único en que ha brotado, el movimiento ha
cobrado enorme fuerza, adoptando formas bastante eficaces y contagiando al
país entero. Y es muy probable que, en el futuro inmediato, se produzca una
reacción en cadena, de tal manera que el movimiento de reforma universitaria
de América Latina, precursor de los movimientos estudiantiles que actualmente
conmueven al mundo, reciba de éstos un nuevo impulso y una animación
inusitada.

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