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- El modelo de desarrollo
PERIODIFICACIÓN
Las tendencias rectoras que definen el sentido profundo del proceso bajo estudio
considerando cuatro grande líneas de acción que condensan y redefinen las
tareas históricas propuestas desde la década de los 20 y cuya relectura
sociológica reencontraremos en 1967. Ellas son:
- La orientación antioligárquica:
La vieja clase dominante peruana fue una clase dependiente. Sus intereses
estuvieron estrechamente ligados y muchas veces subordinados a la
inversión imperialista. Por ello, el conjunto d reformas atacó simultáneamente
las bases del poder oligárquico y del poder imperialista. Y las consecuencias
del proceso de transferencia de propiedad, ingresos y poder favoreció a
amplios sectores de las clases populares y fortaleció el aparato estatal.
- Carácter antiimperialista:
EL RÉGIMEN POLÍTICO
- Régimen burocrático
Régimen autoritario
Justificación:
Entre 1960 y 1970 los tres sectores primarios crecieron en promedio a una tasa
anual de 3.8%, mientras que la manufactura lo hizo a 7.5%. La crisis en balanza
de pagos era cuestión de tiempo, a menos que se diera un aumento importante de
las exportaciones. La inversión responde a incentivos y ellos generalmente son
consecuencia de reglas de juego claras y estables. Entonces las inversiones
tenían que ser asumidas por el Estadio de modo que ella se convirtió en el motor
del crecimiento. En segundo lugar, la tendencia declinante del ahorro privado es
sugerente; ello significa que el sector privado transfería recursos al sector público
(entre 1965 y 1968, del total de ahorro privado mas del 25% iba al estado).
Entonces era el ahorro privado el que financiaba la inversión pública. Por otro
lado, si declinaba el ahorro privado, ¿Cómo se financiaría la inversión publica
posterior? Había dos opciones: o se creaban nuevos impuestos (y así se traba de
equilibrar el presupuesto fiscal o se recurría al endeudamiento externo. El
gobierno militar opto por la segunda de las alternativas y la deuda publica externa
aumento de 737 millones de dólares en 1968 a 945 millones en 1970 y a 2170
millones en 1974.
A mediados de 1971 fue creado SINAMO , para organizar a los sectores más
desfavorecidos por las estructuras tradicionales y de esta forma ejercer su voz
ante las instancias del gobierno . Se rechazaba la participación popular
espontanea , pues aquellos sectores debían organizarse siguiendo los criterios del
gobierno , que lograría así dos objetivos : por un lado, cumpliría con sus promesas
de integrar a los sectores desposeídos y , por otro , refezaría su coalición de
soporte político
Hace 30 años se inició en el Perú una de las reformas agrarias más radicales de
América Latina. A diferencia de otros países, como México y Bolivia, la reforma
peruana no se originó en violentos procesos revolucionarios, pero sí cambió
directamente la vida de centenares de miles de personas, e indirectamente, la de
casi todo los peruanos. A pesar de los años transcurridos, sigue siendo materia de
apasionadas y contradictorias opiniones que hacen difícil aún hoy un balance
integral y ponderado. Conviene recordar, sin embargo, que la gestación de esta
reforma agraria fue resultado de un proceso relativamente largo, en el que
confluyeron circunstancias políticas y económicas nacionales e internacionales.
Antes del 24 de junio de 1969; solamente por decir en Cusco: Todo usufructo
agrario estaba en manos del irascible gamonalismo y del latifundismo
terrateniente; donde el campesino-indígena, cual parias desheredados en la
pobreza, eran considerados como ciudadanos desminuidos, hombres para ser
explotados por otro hombre. Así, el gamonalismo criollo de ascendencia castiza
Iberiana, con la venia de regimenes y políticos fariseos de rostro occidental; con
su banal ejercicio de poder de dominio, explotaban las mejores y fértiles tierras del
milenario Cusco.
Las haciendas como vieja estructura del sistema de despojo y explotación poseían
el 80% del predio agrario: Este mismo problema existía en todo el territorio del
país. Las muchas reivindicaciones de los campesinos-indígenas de poncho y
hojota que rebasaban al grito de ¡Tierra o muerte! Fueron ahogados en sangre,
escarnio, torturas, masacres, desapariciones, juicios y presidio; como ocurrió en la
vísperas del Navidad de 1962; donde 18 comuneros mártires de Mollebamba,
Quispicanchi – Cusco; alevosamente fueron acribillados con disparo de una
metralleta hecho por el gamonal Julio P. Luna, usurpador de la hacienda de
“Ninabmaba”. Este asesino, nunca fue puesto preso, ni siquiera un minuto, más al
contrario, el gobierno de Belaunde, mandó una brigada de rangers para proteger
la hacienda del criminal.
El ayllu quechua de los andes y el markanaka Aymara del Altiplano que son
símbolos de un ideal de justicia, de igualdad, de armonía comunal, de solidaridad
comprobada y de intimidad indisoluble con nuestra Pachamama-Madre tierra; en
su resistencia sin pausa de siglos, nunca fueron abatidos como cuna del
grandiosos civilización Tawantinsuyano. En cambio, los hombres raquíticos y
desnutridos que vivían bajo el resabio racista de indios y que trabajaban en los
inmensos predios de la costa, solo estaban inmersos en la sobrevivíencía como
simples jornaleros y nunca tuvieron ideales de recuperar las tierras, tampoco
reivindicaron la verdadera reversión como unidades de producción mancomunado
como lo es, en los andes.
La dación de aquella Ley de la reforma Agraria de hace 39 años; no fue una ley de
despojo, sino, fue una ley de justicia social para el hombre que hunde sus manos
a la tierra y crea riqueza. El sector campesino organizado que como unidad de
producción fue la mejor garantía para la conducción de la tierra, un esfuerzo
tesonero para beneficiar a la sociedad en su conjunto. Esta norma se aplicó en
todo el país, sin favorecer a determinados grupos o intereses ajenos.
Aquella reversión de la tierra al campesinado peruano (sin temores ni
resquemores como decía Velasco) fue una necesidad histórica de modificar
radicalmente la estructura agraria de la nación.
Ahora la historia es otra, otro también los actores; el gamonalismo con rostro
neoliberal, vuelve a germinar sistemáticamente su raíz y sus tentáculos de
dominio, surge la chilenización de las tierras, vía venta legal de predios agrícolas
que esta orientada a la desnacionalización de nuestro país.
Finalmente Alan García Pérez, como fiel “perro hortelano” del imperialismo globo
colonial, mediante su Decreto Supremo No. 1015, se ha propuesto rematar al
mejor postor, las tierras de las comunidades campesinas. De hecho, la guerra esta
avisada y los tambores ya atizan el fuego del solevante y nuestra generación tiene
que aportar su sangre; por que hoy: Nunca más permitiremos que vuelvan a
secuestrar a nuestra sagrada Pachamama-Madre Tierra. Esta epónima palabra
del general Velasco, en nuestro ser y nuestra conciencia etno nacionalista,
siempre debe estar vigente y presente: “¡Al hombre de la tierra, ahora le podemos
decir en alta voz, inmortal y libertaria como Túpac Amaru:
Campesino, el patrón ya no comerá mas tu pobreza! ¡Viva el Perú señores
Pues bien, a Velasco se le ocurrió que los campesinos debían colaborar con los
pobres de la ciudad. El general presidente pensaba que la reforma agraria era un
enorme aporte de su gobierno a la clase campesina. Además, sabía que no había
hecho nada semejante por el pueblo de las ciudades, no había reforma urbana ni
estaba planeada. Pues bien, la forma de compensar a la ciudad sería con
productos del campo baratos, que permitan llegar a fin de mes. El campesino
ayudaría al proletario con una mesa cómoda.
“El día de hoy se cumplen 40 años de la reforma agraria. Si bien mucho se puede
comentar sobre el contexto social que hizo necesaria una medida tan drástica y
las pérdidas económicas que generó el que fuese tan mal diseñado, quizás lo más
preocupante sea que en el presente, las opiniones con respecto a este pasaje de
nuestra historia sigan siendo tan divergentes.
Por otro lado, es importante también reconocer que la situación social en ese
entonces llamaba a urgentes reformas. En ese sentido, aprendamos la lección de
no dejar pasar los problemas para cuando ya no haya otra solución que una
extrema. En la actualidad tenemos dos sectores agrícolas completamente
distanciados: uno que anda solo y al que le está yendo relativamente bien, pero
que necesita algunas medidas para mejorar en competitividad (CD 18/03/2009); y
otro que requiere apoyo mucho más eficiente del Estado. De hecho, el Estado
debe intervenir y mejorar la productividad de los campesinos, de tal manera que
puedan salir de la pobreza. Para eso se tiene que reconocer que los mecanismos
de intervención vigentes son inequitativos e ineficientes: exoneraciones no
focalizadas, crédito subsidiado y constantemente reestructurado, etc. En esto es
que se debe centrar la discusión”.
A mediados de 1971 fue creado SINAMOS, para organizar a los sectores mas
desfavorecidos por las estructuras tradicionales y de esta forma ejercer su voz
ante las instancias del gobierno. Se rechazaba la participación popular
espontánea, pues aquellos aquellos sectores debían organizarse siguiendo los
criterios del gobierno, que lograría así dos objetivos: por un lado, cumpliría con sus
promesas de integrar a los sectores desposeídos y, por otro, reforzaría su
coalición de soporte político.
En cada pueblo joven se elegirían auténticos líderes que debían actuar como nexo
entre la comunidad y el gobierno. La unidad básica organizativa eran los Comités
Vecinales. Cada familia estaba representada por su jefe. Dentro del mismo pueblo
joven, todos los jefes elegían por zonas a tres miembros que constituían el
directorio del Comité Vecinal. Los representantes de todos los comités vecinales
nombraban a un jefe, que recibía el reconocimiento legal como representante del
pueblo joven y era el encargado de plantear las demandas al director de la oficina
regional de SINAMOS. Para ser legible como representante del pueblo joven,
había cuatro requisitos: ser residente del pueblo joven, mayor de 18 años,
alfabeto, de ocupación conocida y tener buenos antecedentes. Una lectura de
estos requisitos permite visualizar que la idea de fondo era que los pueblos
jóvenes estuvieran verticalmente vinculados con el gobierno y no horizontalmente
con otras organizaciones políticas y radicales. La población pobre no tendría que
recurrir a la violencia para materializar sus demandas, sino que mediante este tipo
de organización se creaban los canales para acercar al gobierno del pueblo.
Sin embargo, SINAMOS actuó más como un instrumento de control que como un
instrumento de participación popular. Su preocupación estaba centrada más en
evitar infiltraciones comunistas que pusieron en tela de juicio los objetivos de la
ambigua tercera vía (ni capitalista ni comunista). A ello había que agregarle el
doble papel de los militares a cargo de las oficinas militares del SINAMOS. Por
último, las necesarias correcciones al programa economito perjudicarían a los
sectores más pobres de la población. Sin embargo, al menos en sus discursos, los
militares habían prometido mejoras sustanciales a esos sectores. Por lo tanto,
tenían el derecho a reclamar la ausencia de resultados.
La experiencia del SINAMOS mostró una debilidad común en todas las reformas;
la ausencia de una genuina participación popular llevó a que el modelo
cooperativo tuviera que imponerse desde arriba. Desde esa óptica fue recibido
como una restricción por los supuestos beneficiarios del mismo.
a.1 Genera una divergencia en las tasas de crecimiento de los sectores que
proveen las divisas (primarios) y los que demandan (industriales). Por lo tanto, la
demanda por divisas excede la oferta de las mismas. En esas circunstancias, o se
utilizan las reservas (como lo haría el gobierno de García a partir de 1985) o se
ocurre al endeudamiento externo. Velasco optó por esta última alternativa, dado
que la industria naciente era muy dependiente de las importaciones. Si se toma
en cuenta que se había pasado de un modelo liberal, exportador de productos
primarios a uno de economía cerrada, en el cual se restringieron las
importaciones, a ello habría que agregarle los patrones de consumo de las
sociedad. Implícitamente, la sociedad tendría que haber alterado sus patrones de
consumo, de bienes importados a buenas nacionales, pero la industria interna aún
no estaba en condiciones de satisfacer esa demanda pues los estancares de
calidad, no eran los mismos.
Numero de 1963-1975
huelgas
1963 422
1968 364
1970 345
1972 409
1974 562
1975 779