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La Virtud de la Fortaleza
Pbro. Juan Lisandro Scarabino

Introducción
“o tengáis miedo a los que os persiguen.
o temáis a los que matan el cuerpo y
no pueden matar el alma: temed más bien al que
puede arrojar alma y cuerpo en el infierno.”1

Como su título lo anuncia, este trabajo versará sobre la virtud de la fortaleza.


Dicha virtud de una de las cuatro cardinales que nos es infundida con la gracia
santificante.
El camino que recorreremos será el siguiente: en primer lugar veremos cual es la
naturaleza de dicha virtud, para ello daremos una definición, sacaremos sus
consecuencias y nos detendremos en los dos actos propios que tiene, haciendo mucho
hincapié en el martirio. Luego analizaremos los vicios opuesto directamente a la
fortaleza. En tercer lugar, solamente a vuelvo rasante, presentaremos las partes de
nuestra virtud. En este punto daremos la definición de cada una de las seis partes,
quedando en nuestra intención desarrollar mucho más el tema y presentar los vicios
opuestos a dichas virtudes, pero debido a la extensión del trabajo no nos es posible. Y
por último veremos cinco consejos para perfeccionarnos en la fortaleza y en las virtudes
derivadas.
La bibliografía que utilizaremos serán tres principales y una complementaria.
Las principales son:
 A santo Tomás en su tratado sobre la Fortaleza en la Suma Teológica;
 A Royo Marín, en su libro de la Teología de la perfección cristiana; y
 A Josef Pipier y sus Virtudes Fundamentales.
La complementaria será el libro de la Antología de textos de Francisco
Fernández Carvajal.
Sin más que decir damos paso a la consideración acerca de la virtud de la
fortaleza.

1
Mt. 10:22.
3

Acerca de la virtud de la Fortaleza


1. Naturaleza de la fortaleza

A pesar que se puede entender a la fortaleza como una condición general que
acompaña a toda virtud, esto es cuando se la entiende como una cierta firmeza de ánimo
o energía de carácter; es, además, una virtud especial. Según santo Tomás al comienzo
de su tratado2, es la primera pregunta que él mismo se realiza y da el siguiente
argumento:
 La virtud hace bueno al que la posee y a sus obras.
 El bien del hombre está en conformarse a la razón.
 Este conformarse a la razón le compete a la virtud que lo realiza de tres modos:
o La misma razón es rectificada  virtudes intelectuales.
o Recta razón en las relaciones humanas  justicia.
o Quita los obstáculos. Dos tipos de obstáculos:
 Objeto deleitable que aparta  templanza
 Algo difícil  fortaleza.
De esta forma, la fortaleza es una virtud especial que da ánimo para afrontar y
rechazar los peligros en los cuales es sumamente difícil mantener la firmeza. Y como
esto es una materia determinada, es virtud especial3.
Royo Marín realiza la siguiente definición:

“Una virtud cardinal infundida con la gracia santificante que enardece el


apetito irascible y la voluntad para que no desistan de conseguir el bien
arduo o difícil ni siquiera por el máximo peligro de la vida corporal.”4

Con esta definición, que hacemos propia, se muestran los siguientes puntos a
resaltar:
Estamos hablando de la fortaleza infundida por la gracia y no de la fortaleza
natural o adquirida.

2
Cfr. SANTO TOMÁS DE AQUINO; Suma de Teología IV, Madrid (2001) BAC maior 45. II-II, 123, 1. En
adelante S. Th.
3
Cfr. S. Th. II-II, 123, 2.
4
ROYO MARÍN, ANTONIO; Teología de la perfección cristina. Madrid (2001): BAC 114, p. 588. En
adelante Royo Marín.
4

El sujeto propio de esta virtud es el apetito irascible, ya que se ejercita sobre el


temor y la audacia que en él residen. Santo Tomás al explicar este tema realiza la
siguiente argumentación5:
 La fortaleza elimina los obstáculos.
 Hay dos clases de obstáculos:
o Que uno se retraiga de algo difícil  Temor
o Atacar moderadamente cuando es necesario eliminar estas dificultades
para tener seguridad en el futuro  Audacia.
A pesar de residir en el apetito irascible, también influye sobre la voluntad, para
que ésta elija el bien arduo y difícil sin que le pongan obstáculos las pasiones.
Nuestra virtud tiene por objeto robustecer el apetito irascible para que no desista
de conseguir ese bien difícil por grandes que sean las dificultades.
Hay que conseguir el bien arduo hasta cuando hay que enfrentar el máximo de
los peligros corporales: la muerte. Y esto porque:

“Por encima de todos los bienes corporales hay que buscar siempre el
bien de la razón y de la virtud, que es inmensamente superior al corporal;
pero como entre los peligros y temores corporales el más terrible de todos
es la muerte, la fortaleza robustece principalmente contra estos temores.”6

En este punto Pieper desarrolla una idea importantísima:

“La fortaleza supone vulnerabilidad…”7

Porque es verdaderamente fuerte quien puede recibir una herida y si puede


recibir una herida es porque es vulnerable.
Seguidamente el autor alemán explicita que es lo que entiende por herida:

“Por herida se entiende aquí toda agresión, contraria a la voluntad, que


pueda sufrir la integridad natural, toda lesión del ser que descansa en sí
mismo, todo aquello que, aconteciendo en y con nosotros, sucede en

5
Cfr. S. Th. II-II, 123, 3.
6
Royo Marín p. 588.
7
PIEPER, JOSEF; Las virtudes fundamentales. Madrid (1980): Rialp, p. 184. En adelante Pieper.
5

contra de nuestra voluntad. En suma: todo cuanto es de alguna manera


negativo, cuanto acarrea daño y dolor, cuanto inquieta y oprime.”8

La mayor y la más grave herida es la que produce la muerte. Por esto es que la
fortaleza está siempre referida a la muerte.

“Ser fuerte es, en el fondo, estar dispuesto a morir.”9

Por todo esto se puede afirmar sin titubear y siguiendo en este punto a santo
Tomás, que el martirio constituye el acto principal de la virtud de la fortaleza.
Según el Aquinate, quien le dedica toda la questio 124, el martirio es el
mantenerse firme en la verdad y en la justicia contra todos los ataques de los
perseguidores.10
También santo Tomás dice lo siguiente:

“Pero el martirio es, entre todos los actos virtuosos, el que más demuestra
la perfección de la caridad, ya que se demuestra tener tanto mayor amor a
una cosa cuando por ella se desprecia lo más amado y se elige sufrir lo
que más se odia.”11

De esta manera se puede afirmar que el acto propio y principal de nuestra virtud,
que es el martirio, es la máxima expresión de la caridad.
El comentador, Victorino Rodríguez Rodríguez op., en la introducción al tratado
de la fortaleza resume en las siguientes notas lo que es el martirio:

“El martirio, pues, tiene estas cuatro notas: testificación externa,


sostenida hasta la muerte, de la verdad de fe, a favor de Dios.
Testificación de la fe, mediante el acto de fortaleza, e impulso de la
caridad, llevado con paciencia, con esperanza de ser coronado.”12

8
Pieper p. 184.
9
Pieper p. 185.
10
Cfr. S. Th. II-II, 124, 1.
11
S. Th. II-II, 124, 3.
12
En S. Th. p.310.
6

Suerte otra cuestión acerca del martirio: ¿Se puede sufrir por sufrir? ¿Es que
acaso se desprecia la vida y se la estima en nada? Dejemos que Josef Pieper nos
responda:

“…el que es fuerte o valiente no busca ser herido por su propia y


espontánea voluntad. El sufrir por sufrir no constituye para el cristiano
menor sentido que para el hombre natural…El mártir no menosprecia la
vida, pero la tiene en menor que aquello por lo que la entrega.”13

Quien esta dispuesto a ser herido de muerte por la custodia de un bien mayor y
en última instancia por amor, podrá soportar las pequeñas y cotidianas heridas. Y
también las valorará en su justa medida: son pequeñas en comparación con la que se
esta dispuesto a recibir.
Dejemos que hable sobre el martirio San Josemaría Escrivá:

“En alguna ocasión me he preguntado qué martirio es mayor: el del que


recibe la muerte por la fe, de mano de los enemigos de Dios; o el del que
gasta sus años trabajando sin otra mira que servir a la Iglesia y a las
almas, y envejece sonriendo y pasa inadvertido...Para mi el martirio sin
espectáculo es mas heroico…ese es el camino tuyo.”14

Y para concluir con el tema del martirio, dejemos que Francisco Fernández-
Carvajal nos hable sobre el martirio cotidiano.

“Para que la fe inspire esa seguridad inquebrantable en momentos


decisivos, como es la hora de la muerte, está claro que debe ejercitarse de
modo habitual, a lo largo de la vida; si esa confianza en Dios no se ha
alentado con constancia en muchos detalles diarios, no es lógico esperar
que al final nos lleve al heroísmo. Hemos de vivir la fortaleza cada día,

13
Pieper p.188.
14
San Josemaria Escrivà, Vía Crucis p.60,en FERNÁNDEZ CARVAJAL, FRANCISCO; Antología de textos.
Madrid (2003): Palabra, p.490. En adelante Fernández Carvajal, Francisco.
7

sabiendo que encontraremos dificultades en nuestro trabajo, en las


relaciones con los demás, en el apostolado…, en casi todo.”15

El martirio como tal, forma parte de uno de los dos actos que tiene nuestra
virtud: el de resistir. El otro acto es el de atacar. Explica la existencia de estos dos actos
Royo Marín de la siguiente forma:

“La fortaleza tiene dos actos: atacar y resistir. La vida del hombre sobre la
tierra es una milicia (Iob 7,1). Y, a semejanza del soldado en la línea de
combate, unas veces hay que atacar para la defensa del bien, reprimiendo
o exterminando a los impugnadores, y otras hay que resistir con firmeza
sus asaltos para no retroceder un paso en el camino emprendido.”16

La analogía que utiliza no deja la menor duda: hay momentos que para defender
el bien que se tiene habrá que resistir a las acechanzas de los que atentan contra él y
habrá otros en que la mejor defensa será un buen ataque. Entre esos dos actos el
principal y el más difícil es tener que resistir, porque si el enemigo ataca quiere decir
que él se considera más fuerte y poderoso. Por esto también se explica que el acto
principal de la fortaleza es el martirio.
Josef Pieper se plantea sobre si este acto de resistencia es algo puramente pasivo,
y llega a la siguiente conclusión:

“…el momento de la resistencia implica una enérgica actividad del alma,


un fortissime inhaerere bono o valerosísimo acto de perseverancia en la
adhesión al bien; y sólo de esta actividad de valiente corazón se nutre la
energía que da arrestos al cuerpo y al alma para sufrir el ultraje de ser
herido o muerto.”17

Hecha esta presentación, está de más explicar por qué es necesaria esta virtud
para la vida de un cristiano. Pero para no pasar este punto de lado vamos a citar al
dominico Royo Marín en donde dice lo siguiente:

15
Francisco Fernández-Carvajal, p. 480.
16
Royo Marín pp. 588-589.
17
Pieper p. 200.
8

“La fortaleza en su doble acto de atacar y resistir, es muy importante y


necesaria en la vida espiritual. Hay en el camino de la virtud gran número
de obstáculos y dificultades que es preciso superar con valentía si
queremos llegar hasta las cumbres. Para ello es menester mucha decisión
en emprender el camino de la perfección cueste lo que costare, mucho
valor para no asustarse ante la presencia del enemigo, mucho coraje para
atacarle y vencerle y mucha constancia y aguante para llevar el esfuerzo
hasta el fin sin abandonar las armas en medio del combate. Toda esta
firmeza y energía tiene que proporcionarla la virtud de la fortaleza.”18

2. Vicios opuestos
Como a toda virtud, se le oponen vicios, tanto por defecto como por exceso.
El vicio que se le opone por defecto es el temor o cobardía. El temor es un
vicio por el cual se no se quiere soportar las molestias necesarias para conseguir el bien
difícil o se tiembla desordenadamente ante los peligros de muerte.
Santo Tomás le dedica toda la questio 125. Según el doctor Angélico el temor se
opone a la virtud de la fortaleza. Utiliza el siguiente argumento19:
 Todo temor procede del amor: se teme lo contrario de lo que se ama.
 El amor no está circunscrito a un género concreto de virtud o de vicio: el amor
ordenado se incluye en toda virtud  todo hombre virtuoso ama el bien propio
de la virtud. Lo mismo que el amor desordenado se incluye en todo pecado.
 El temor principal es el de los peligros de muerte  el desorden de tal temor se
opone a la fortaleza, que se ocupa de los peligros de muerte.
 Por esto se dice que por antonomasia la timidez o el temor, se opone a la
fortaleza.
Por exceso hay dos vicios: la impasibilidad o la indiferencia, que es el vicio
por el cual no se teme suficientemente los peligros que se podrían y deberían temerse.
Siguiendo con su esquema de la Suma Teológica, le dedica toda la questio 126 y en la
misma argumenta de la siguiente forma20:
 La fortaleza se ocupa de los temores y audacias.

18
Royo Marín p. 589.
19
Cfr. S. Th. II-II, 125, 2.
20
Cfr. S. Th. II-II, 126, 2.
9

 Toda virtud moral impone el modo racional a su propia materia.


 Es propio de la fortaleza imponer un temor moderado según la razón  que el
hombre tema lo que conviene y cuando conviene.
 Este modo racional puede corromperse tanto por exceso como por defecto.
 La impavidez o indiferencia se opone a la fortaleza por defecto de temor, en
cuento no se teme lo que conviene temer.
El segundo vicio que se opone por exceso es la audacia o temeridad, por la que
se desprecian los dictámenes de la prudencia saliendo al encuentro del peligro. En la
questio 127 encontramos lo siguiente21:
 Es propio de la virtud moral guardar la medida racional en su materia  todo
vicio que lleva consigo inmoderación sobre la materia de una virtud moral se
opone a la virtud como lo inmoderado a lo moderado.
 La audacia, en cuanto vicio, importa un exceso de la pasión que llamamos
audacia.
 Es manifiesto que se opone a la virtud de la fortaleza que tiene por objeto los
temores y las audacias.

3. Partes de la fortaleza
La fortaleza al tratar de una materia muy especial y del todo determinada, como
son los peligros de muerte, no tiene partes subjetivas. Pero las mismas virtudes
materiales, si sus actos se refieren a los peligros de muerte, constituyen las partes
integrales y se refieren a otras materias menos difíciles, constituyen las partes potencias.
Esquematizamos las distintas partes, siguiendo al dominico Royo Marín22:

a) Con prontitud de ánimo y confianza en el fin:


1ª Para acometer cosas grandes MAGAIMIDAD.
(partes integrales) b) Sin desistir a pesar de los grandes gastos que
ocasionen: MAGIFICECIA.

a) Causadas por tristeza de los males presentes:


2ª Para resistir las dificultades PACIECIA Y LOGAIMIDAD.
(partes potenciales) b) Sin abandonar la resistencia por la prolongación
del sufrimiento: PERSEVERACIA Y COSTACIA.

21
Cfr. S. Th. II-II, 127, 2.
22
Cfr. Royo Marín p. 590.
10

A continuación presentaremos la definición de cada una de las seis virtudes


según lo hace Antonio Royo Marín.
I. MAGAIMIDAD: “Es una virtud que inclina a emprender obras grandes,
espléndidas y dignas de honor en todo género de virtudes.”23
II. MAGIFICECIA: “Es la virtud que inclina a emprender obras espléndidas y
difíciles de ejecutar sin arredrarse ante la magnitud del trabajo o de los grandes
gastos que sea necesario invertir.”24
III. PACIECIA: “Es la virtud que inclina a soportar sin tristeza de espíritu ni
abatimiento los padecimientos físicos y morales.”25
IV. LOGAIMIDAD: “Es una virtud que nos da ánimo para tender a algo bueno
que está muy distante de nosotros, o sea, cuya consecución se hará esperar
mucho tiempo.”26
V. PERSEVERACIA: “Es una virtud que inclina a persistir en el ejercicio del bien
a pesar de la molestia que su prolongación nos ocasione.”27
VI. COSTACIA: “Es una virtud íntimamente relacionada con la perseverancia, de
la que se distingue, sin embargo, por razón de la distinta dificultad que trata de
superar; porque lo propio de la perseverancia es dar firmeza al alma contra la
dificultad que proviene de la prolongación de la vida virtuosa, mientras que a la
constancia pertenece robustecerla contra las demás dificultades que provienen
de cualquier otro impedimento exterior.”28

4. Medios de perfeccionarse en la fortaleza y en las virtudes


derivadas
Royo Marín presenta los siguientes cinco medios29:
Pedirla incesantemente a Dios: y esto es fácil de entender, porque sin el
auxilio de la gracia no podemos hacer absolutamente nada.
Prever las dificultades que encontraremos en el camino de la virtud y
aceptarlas de antemano: de esta forma se va perdiendo poco a poco el miedo.

23
Royo Marín p. 590. Cfr. S. Th. II-II, 129.
24
Royo Marín p. 591. Cfr. S. Th. II-II, 134.
25
Royo Marín p. 592. Cfr. S. Th. II-II, 136.
26
Royo Marín p. 593. Cfr. S. Th. II-II, 136.
27
Royo Marín p. 593. Cfr. S. Th. II-II, 137.
28
Royo Marín p. 594. Cfr. S. Th. II-II, 137.
29
Cfr. Royo Marín pp. 595-596.
11

Abrazar con generosidad las pequeñas molestias de la vida diaria para


fortalecer nuestro espíritu contra el dolor: si no aceptamos las molestias que
inevitablemente nos acontecerán y de las que está llena la vida humana, jamás
daremos un paso serio en la fortaleza cristiana.
Poner los ojos con frecuencia en Jesucristo crucificado: no hay nada más
confortante para el alma que contemplar a Cristo crucificado. Jamás tendremos
que sufrir en nuestro cuerpo dolores comparables a los que Él quiso
voluntariamente soportar. Por grandes que sean nuestros sufrimientos al
levantar los ojos al Cristo crucificado encontraremos nuestra fortaleza. También,
en esta línea, es muy edificante contemplar los dolores de la Santísima Virgen
María.
Intensificar nuestro amor a Dios: el amor no retrocede ante ningún obstáculo
hasta encontrar al amado. Cuando se ama de verdad a Dios, las dificultades no
existen. Pero esto ya requiere un heroísmo que es propio del don del Espíritu de
la fortaleza, del cual, lamentablemente no nos detendremos a desarrollarlo sino
que simplemente concluimos este trabajo con la definición que de él hace
Antonio Royo Marín:

“El don de la fortaleza es un hábito sobrenatural que robustece al alma


para practicar, por instinto del Espíritu Santo, toda clase de virtudes
heroicas con invencible confianza en superar los mayores peligros o
dificultades que puedan surgir.”30

30
Royo Marín p. 596.
12

Conclusión
Según nuestro lo propuesto en la presente introducción, creemos haber cumplido
el objetivo propuesto.
La virtud de la fortaleza es una virtud infundida por la gracia que mueve al
apetito irascible y a la voluntad, para que no desista en conseguir el bien. Esto lo realiza
por medio de dos actos: el atacar y el resistir. El más perfecto de ellos es el de resistir
que tiene como máxima expresión enfrentar los peligros de la muerte. De esta forma,
siendo una virtud que implica la vulnerabilidad y el recibir heridas, su acto principal y
propio es el martirio, máxima expresión de la caridad.
A nuestra virtud se le oponen tres vicios: el temor o cobardía, la impasibilidad o
indiferencia y la audacia o temeridad.
A su vez tiene seis partes, cada una de las cuales también tienen vicios opuestos.
Las partes son las siguientes: la magnanimidad, la magnificencia, la paciencia, la
longanimidad, la perseverancia y la constancia.
Por último a destacar, dentro de los cinco medios presentados, el valor de mirar
siempre al Cristo en cruz e intensificar cada vez más nuestro amor hacia Dios.
Sin dudas que la fortaleza es una virtud indispensable en la vida de todo
cristiano, el cual no tiene otro modelo más que el Señor y para llegar a la santidad no
queda otro camino que ser fuerte.
Concluimos el presente trabajo de investigación con el consejo de San Pablo a
Timoteo:
“Tú, pues, hijo mío, fortalécete con la gracia de Cristo Jesús.”31

31
2 Tim 2:1.
13

Bibliografía consultada

 SANTO TOMÁS DE AQUINO; Suma de Teología IV, Tratado de la fortaleza qq. 123-

140. Madrid (2001): BAC maior 45.

 ROYO MARÍN, ANTONIO; Teología de la perfección cristiana. Madrid (2001): BAC

114.

 PIEPER, JOSEF; Las virtudes fundamentales. Madrid (1980): Rialp.

 FERNÁNDEZ CARVAJAL, FRANCISCO; Antología de textos. Madrid (2003): Palabra.


14

Índice
ITRODUCCIÓ 2

ACERCA DE LA VIRTUD DE LA FORTALEZA 3

1. ATURALEZA DE LA FORTALEZA 3
2. VICIOS OPUESTOS 8
3. PARTES DE LA FORTALEZA 9
4. MEDIOS DE PERFECCIOARSE E LA FORTALEZA Y E LAS VIRTUDES DERIVADAS 10

COCLUSIÓ 12

BIBLIOGRAFÍA COSULTADA 13

ÍDICE 14

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