Professional Documents
Culture Documents
Petróleo
• 1 Composición
• 2 Clasificación de las distintas clases de petróleo
o 2.1 Crudos de referencia
o 2.2 Clasificación del petróleo según su gravedad API
• 3 Destilación fraccionada del petróleo
• 4 El petróleo y el ser humano
o 4.1 Historia
• 5 El proceso de extracción
• 6 Métodos de mejoramiento de octanaje
o 6.1 Reforming
o 6.2 Reforming catalítico (sin aditivos antidetonantes)
o 6.3 Alquilación
o 6.4 Isomerización
• 7 Reservas
• 8 Amenazas para la sociedad y el medio ambiente
• 9 Alternativas al petróleo
• 10 Principales petroleras estatales de América Latina
• 11 Véase también
• 12 Referencias
Crudos de referencia
Países productores
En el siglo XIX se logran obtener aceites fluidos que empezaran pronto a usarse para el
alumbrado. En 1846 el canadiense A. Gesnerse obtuvo queroseno, lo que incrementó la
importancia del petróleo aplicado al alumbrado. En 1859 Edwin Drake perforó el primer
pozo de petróleo en Pensilvania.
Véase también: Crisis del petróleo de 1973, Crisis del petróleo de 1979, Invasión de Iraq
de 2003 y Guerra del Golfo
Las principales empresas estatales son Aramco (Arabia Saudita), National Iranian Oil
Company (Irán), Petróleos de Venezuela Sociedad Anónima PDVSA (Venezuela),
China National Petroleum Corporation, Kuwait Petroleum Company, Sonatrach,
Nigerian National Petroleum Corporation, Libya National Oil Co, Petróleos Mexicanos
(PEMEX) (México) y Abu Dhabi National Oil Co. En el caso de la mayor empresa rusa,
lukoil, la propiedad gubernamental es parcial.
El proceso de extracción
Yacimiento de petróleo.
Los componentes químicos del petróleo se separan y obtienen por destilación mediante
un proceso de refinamiento. De él se extraen diferentes productos, entre otros: propano,
butano, gasolina, keroseno, gasóleo, aceites lubricantes, asfaltos, carbón de coque, etc.
Todos estos productos, de baja solubilidad, se obtienen en el orden indicado, de arriba
abajo, en las torres de fraccionamiento.
Alquilación
Isomerización
Reservas
Si la extracción continúa al mismo ritmo que en el 2002, salvo que se encontrasen
nuevos yacimientos, las reservas mundiales durarían aproximadamente 42 años. Se
calcula que quedan unas 143.000 millones de toneladas.
Hay entre 6,8 y 7,2 barriles de petróleo por tonelada, en dependencia de la densidad del
petróleo. Por tanto, las reservas de crudo se calculan entre 0,97 y 1,003 billones de
barriles de petróleo.1
Sin embargo el límite de las reservas podría estar más cercano aún si se tienen en cuenta
modelos de previsión con un consumo creciente como ha venido siendo norma a lo
largo de todo el siglo pasado. Los nuevos descubrimientos de yacimientos se han
reducido drásticamente en las últimas décadas haciendo insostenible por mucho tiempo
los elevados niveles de extracción actuales, sin incluir la futura demanda de los
consumidores asiáticos. Por otra parte, la mayoría de las principales reservas mundiales
han entrado en declive y solo las de Oriente Medio mantienen un crecimiento sostenido.
Se espera que incluso esos yacimientos entren en declive hacia el 2010, lo que
provocaría que toda la producción mundial disminuyera irremediablemente,
conduciendo a la mayor crisis energética que haya sufrido el mundo industrializado.
Según la Teoría del pico de Hubbert, actualizada con datos recientes por la Asociación
para el estudio del pico del petróleo, el inicio de dicho declive debería empezar para
2007.
Voluntarios limpiando las costas de Galicia después de la catástrofe del Prestige, marzo
de 2003.
El petróleo tiene el problema de ser insoluble en agua y por lo tanto, difícil de limpiar.
Además, la combustión de sus derivados produce productos residuales: partículas, CO2,
SOx (óxidos de azufre), NOx (óxidos nitrosos), etc.
Casi la mitad del petróleo y derivados industriales que se vierten en el mar, son residuos
que vuelcan las ciudades costeras. El mar es empleado como un accesible y barato
depósito de sustancias contaminantes. Otros derrames se deben a accidentes que sufren
los grandes barcos contenedores de petróleo, que por negligencia transportan el
combustible en condiciones inadecuadas. De cualquier manera, los derrames de petróleo
representan una de las mayores causas de la contaminación oceánica. Ocasionan gran
mortandad de aves acuáticas, peces y otros seres vivos de los océanos, alterando el
equilibrio del ecosistema. En las zonas afectadas, se vuelven imposibles la pesca, la
navegación y el aprovechamiento de las playas con fines recreativos.
Además, el control del petróleo está vinculado a guerras (Iraq 1991, Iraq 2003-...) y su
combustión es una de las principales causas de emisión de CO2, cuya acumulación en la
atmósfera genera el cambio climático.
Véase también: Torrey Canyon, Exxon Valdez, Cénit del petróleo, Contaminación
atmosférica, Lluvia ácida, Impacto ambiental potencial del desarrollo de petróleo y gas
costa afuera y Impacto ambiental potencial del desarrollo de petróleo y gas en tierra
Alternativas al petróleo
Como sustancias alternativas a los combustibles derivados del petróleo se encuentran el
biodiésel, aceite combustible con características comparables al diésel que se extrae
principalmente de las semillas oleaginosas de diferentes plantas y el bioetanol, alcohol
procedente de restos vegetales, que se puede utilizar mezclándolo con otros
combustibles o para la fabricación de éteres, que son bases para fabricar combustibles
más ecológicos.
Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) Sociedad del Estado, fundada en 1922, fue la
primera petrolera estatal de la región y modelo sobre el que se constituyeron entre otras
Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos y lo que posteriormente sería Petrobras.
En su momento la mayor empresa del país, perteneció al Estado argentino hasta su
privatización durante la presidencia de Carlos Saúl Menem.
Bolivia
Brasil
Petrobras es una empresa mixta integrada de energía de origen brasileño. El 51% de sus
acciones en manos del Estado brasileño, el mayor accionista por ser las fuentes de
energía uno de los mayores intereses públicos del estado brasileño; y el 49% en manos
privadas. Petrobras opera en forma activa en el mercado internacional de petróleo como
así también a través del intercambio de una importante diversidad de productos
relacionados con la industria hidrocarburífera. Entre otras cosas, Petrobrás se destaca
por utilizar alta tecnología en operaciones de exploración y producción de petróleo en
aguas abiertas (off shore) contando con el récord de la planta de producción de crudo
más profunda del mundo. En noviembre de 2007 fue descubierto en Brasil el
megacampo de Tupi, en la "Bacia de Santos", con una reserva estimada por la Petrobras
de entre 5 mil millones y 8 mil millones de barriles de petróleo, uno de los más grandes
descubrimientos de petróleo del mundo desde 2000. El 14 de abril de 2008 Petrobrás
anuncia el descubrimiento del megacampo Carioca, cinco veces más grande que el de
Tupi, con reservas cercanas a los 33 mil millones de barriles de oleo equivalente.
Colombia
Ecopetrol S.A. es una Sociedad Pública por acciones, del estado colombiano, dedicada a
explorar, producir, transportar, refinar y comercializar hidrocarburos. Con utilidades
promedio en los últimos 5 años superiores a los 1.2 billones de pesos anuales y
exportaciones en el mismo período por más de 1.981 millones de dólares, es la cuarta
petrolera estatal más grande de América Latina.
Ecuador
Petroecuador (Empresa Estatal Petróleos del Ecuador) es una empresa estatal
ecuatoriana, creada el 26 de septiembre de 1989, encarga de la explotación de
hidrocarburos. El Estado, directamente por medio de Petroecuador o por contratos de
asociación con terceros, asume la exploración y explotación de los yacimientos de
hidrocarburos en el territorio nacional y mar territorial. (MCR)
México
Venezuela
Contenido:
Introducción
Conocimientos Generales sobre Cirugías Estéticas
Comité Europeo de valoración de calidad de productos sanitarios en cirugía plástica
Responsabilidad Civil en general
La acción resarcitoria
El daño psíquico
Conclusión final del trabajo
Introducción
En nuestro país, en los últimos años se viene reflejando algo que en países como Estados
Unidos, por ejemplo viene ocurriendo como moneda corriente desde hace ya mucho tiempo,
incluso en países europeos ocurre lo mismo, este tema mantiene en vilo a los profesionales de
la medicina, estoy hablando de la "responsabilidad de los profesionales del arte de curar".
En Argentina, la jurisprudencia desde hace varios años muestra cada vez mas fallos referidos a
casos de mala praxis médica. La doctrina ha escrito innumerables obras abordando el tema.
Hay obras de autores que son invalorables en cuanto a lo que en doctrina sobre el tema se
trate, como el Dr. Alberto Bueres, quien ha escrito diversas obras.
Las demandas en los últimos años han aumentado significativamente contra los profesionales
del arte de curar, llegándose a hablar hasta de una industría del juicio, ¿existe realmente tal
industria?. Si bien hay abogados inescrupulosos que buscan juicios en la puerta de los
tribunales, o que pretenden lucrar con la actividad del galeno, muchos de los casos que se dan
a publicidad, obedecen a errores culposos de los profesionales y sin embargo muchas de las
demandas presentadas, tanto civiles como penales, pocas llegan a sentencias condenatorias.
En el presente trabajo, intentare hacer un estudio, cuya finalidad es investigar y adquir en lo
posible conocimientos sobre el tema especifico que me a tocado desarrollar: "Mala Praxis en
Cirugías Estéticas".
Tratando de abordarlo con la mayor seriedad y responsabilidad que como futura abogada me
corresponde, y absorbiendo al mismo tiempo toda la información para el desempeño futuro de
esta profesión que he elegido. Brindando todos mis esfuerzos para recabar información,
investigando y leyendo el material que he utilizado para armarlo, esperando sea por si muestra
de ello.
La cirugía estética trata las lesiones que tienen que ver con el embellecimiento de las personas
sin interferencia en la función. En ocaciones, la cirugía estética tiene una función social definida
como mejora de la imagen corporal.
Podemos definirla como una especialidad quirúrgica, que tiene por objeto la reconstrucción
funcional y estética de los tejidos. Anteponemos el término funcionalidad al de estética, pués de
no poderse alcanzar ambos objetivos, se debe preferir la función a la estética.
1. Malformaciones congénitas
2. Malformaciones adquiridas
3. Traumatismos
4. Quemaduras
5. Tumorales
6. Cirugía de las manos
7. Cirugía post-traumal de las manos
Ambas íntimamente unidas en muchos aspectos, como en la formación básica del especialista
y en facetas importantes de su cometido.
La Cirugía Plástica - Estética en cambio, trata con pacientes sanos, y su objeto es la corrección
de alteraciones de la norma estética con la finalidad de obtener una mayor armonía facial y
corporal o de las secuelas producidas por el envejecimiento. En Cirugía Plástica - Estética la
finalidad primordial es aumentar la estabilidad emocional al mejorar la imagen corporal o
percepción personal del aspecto físico. Esto se traduce en una mayor seguridad y
sensación de bienestar en el ambiente, tanto profesional como afectivo o social, mejorando así
la calidad de vida. La cantidad de personas que se someten periódicamente a intervenciones
de Cirugía Estética continúa en aumento. Si bien la Cirugía Estética fue durante un tiempo un
recurso al cual solamente acudían las mujeres, en la actualidad, un número creciente de
varones se somete a estas intervenciones.
Aunque la motivación para someterse a una intervención de Cirugía Estética es muy personal,
hay factores externos que indudablemente influyen. Tal es, por ejemplo, la orientación actual de
nuestra sociedad hacia la juventud y en la cual un aspecto físico joven y dinámico es primordial
para poder competir en igualdad de condiciones. Similar importancia tiene un buen aspecto
físico en gran parte de las profesiones y en la comunicación con el ambiente social y afectivo.
Influye también la moda, hoy orientada hacia un mejor cuidado y mayor exposición del cuerpo.
A veces, el motivo es superar las percepciones que puedan tener los demás con respecto a
diversas características físicas. Unos párpados caídos pueden dar una imagen de cansancio o
desidia, un abdomen prominente dar una imagen de descuido personal y glotonería, etc. Estos
juicios de los demás influyen negativamente y van en detrimento del concepto de autoimagen
corporal.
Sin embargo, sean cuales fueren las razones para someterse a intervenciones de Cirugía
Estética, es importante que el paciente tenga una idea clara y realista de los objetivos que se
pueden alcanzar mediante la Cirugía Estética, de sus limitaciones y de sus riesgos a fin de
poder tomar una libre decisión. La Cirugía Estética puede cambiar su aspecto y sentar con ello
la base que se sienta mejor y aumente su autoconfianza y seguridad.
Las posibilidades quirúrgicas en cuanto al resultado deben coincidir con las esperanzas que el
paciente abriga y deben compensar ampliamente los posibles riesgos, que dependen no sólo
de la experiencia y habilidad del cirujano, sino también de la propia calidad de cicatrización y
curación del paciente. Las operaciones de cirugía plástica por supuesto no están excluidas de
los riesgos de tipo general inherentes a cualquier otro tipo de cirugía o de tipo anestésico, ya
sea local, regional o general (alergias, problemas cardiocirculatorios, hemorragias, infecciones
de tejidos, cicatrización patológica por tendencia a cicatriz hipertrófica o queloidea).
Es en estos casos en los que la cirugía estética puede aumentar, reducir y, en suma, dar
proporción a aquellas características faciales que de una forma u otra desarmonizan con el
conjunto.
No es raro que el cambio de una sola característica facial armonice el conjunto, consiga un
cambio global del aspecto, rejuvenezca las facciones y, en suma, mejore considerablemente la
propia imagen. Las recomendaciones basadas en la experiencia del cirujano, ayudarán en la
determinación de las modificaciones más indicadas para obtener una satisfactoria armonía del
conjunto facial.
Rinoplastia
La Rinoplastia sigue siendo actualmente la intervención de cirugía estética que con mayor
frecuencia realizan los cirujanos plásticos. Habitualmente, se suele esperar hasta los 17 años
de edad para realizarla al objeto de que el crecimiento de los huesos nasales haya finalizado,
pero en aquellos casos en que el compromiso emocional por el defecto es importante, tiene
prioridad la motivación psíquica, pudiendo entonces realizarse la rinoplastia en edades más
tempranas.
En ocasiones, parte de los mismos tejidos del paciente se utilizan como injertos internos para
ayudar a dar forma o sostén a la pirámide nasal. El cirujano puede recurrir a injertos de huesos
de cadera o costilla, de cartílago costal, septal o de la oreja o a materiales sintéticos como la
silicona.
Si hay una dificultad respiratoria nasal puede ser necesario además modificar la forma o
resecar cartílago del tabique nasal o intervenir en los cornetes. La mayor visibilidad del tabique
que se obtiene al realizar una Rinoplastia estética facilita actuar en estas estructuras.
Después de la intervención, habitualmente se coloca un taponamiento nasal y una escayola. El
tiempo de taponamiento y escayola varía según las preferencias de cada cirujano, quien le
informará sobre lo que tiene por costumbre. Es habitual cierto edema postoperatorio y la
presencia de cardenales que suelen ceder en las primeras semanas.
No se puede emitir un juicio sobre el resultado de una Rinoplastia hasta que no han
transcurrido varios meses, incluso un año. Este es el tiempo que precisan los tejidos para curar
y las cicatrices para realizar su proceso de maduración. En alguna ocasión el proceso de
cicatrización puede modificar algo el resultado precoz, haciendo necesario un retoque, en
general pasados seis meses de la intervención. Aunque igualmente raro, en narices de mayor
dificultad operatoria, principalmente por asimetría de los cartílagos, puede igualmente ser
necesaria una reintervención de perfeccionamiento.
La intención de la Rinoplastia es que la nueva nariz no llame la atención hacia ella, sino
conseguir que se integre plenamente en el contexto general de la cara, produciendo un
conjunto armónico y agradable, es decir, que no se detecte que ha sido intervenida. No es raro
entonces, que en buenos resultados de rinoplastias, los parientes y amigos que no están al
tanto de la intervención realizada, noten la mejoría del aspecto sin saber precisar exactamente
dónde radica. El resultado dependerá pues, principalmente de tres factores: la dificultad en
cuanto a alteraciones anatómicas iniciales, la habilidad, experiencia y sentido artístico del
cirujano y el proceso de cicatrización postoperatoria que marcará la perfección del resultado.
No suelen producirse complicaciones, aunque en un porcentaje bajo puede ser necesario un
retoque.
Aumento de Mentón
La retrusión del mentón es una de las características que tienden a «quitar energía» a la
expresión, dando un aspecto de debilidad de carácter y de indolencia.
El aumento de la región mentoniana para conseguir un perfil facial adecuado se suele realizar
mediante el deslizamiento de una porción de hueso hacia adelante, o bien, con mayor
frecuencia mediante la inserción de una prótesis de silicona u otro material adecuado. Este
último método es el más frecuente.
La intervención se realiza bajo anestesia local o general, dependiendo de las preferencias del
paciente y cirujano y de si se trata de una intervención aislada o si forma parte de un conjunto
más amplio.
El cirujano realiza una incisión en el surco existente entre el labio inferior y las encías. A partir
de allí crea una cavidad en la parte baja anterior del mentón que alojará la prótesis de silicona.
La cicatriz, al quedar dentro de la boca no será visible. Según el caso, algunos cirujanos
prefieren introducir las prótesis de mentón por una incisión cutánea debajo del mentón. Sí se
utiliza este abordaje, al cabo de unos meses la cicatriz suele ser poco perceptible.
Las complicaciones son infrecuentes y pueden consistir en un desplazamiento del implante que
requiera una recolocación. La extrusión por infección local es extremadamente rara.
Aumento de Malar
Los pómulos representan el área más importante del perfil oblicuo de la cara, perfil que
habitualmente presentamos en la comunicación con otros. La falta de prominencia a este nivel
da un aspecto enfermizo y plano a las facciones. Los artistas con frecuencia tratan de
compensar un pómulo poco prominente mediante un sombreado de la mejilla.
Algún cirujano plástico recurre al transplante de tejidos orgánicos del propio paciente, pero esto
exige su extracción adicional y a veces se reduce posteriormente como en el caso de tejido
graso, requiriendo su repetición.
Una forma de abordaje para el implante es por dentro de la boca, por encima del surco
existente entre el labio superior y las encías, a partir de donde el cirujano crea un túnel que
termina en la cavidad que alojará la prótesis sobre el hueso matar. Esta es una vía de abordaje
frecuente cuando la intervención se realiza como procedimiento aislado o en conjunto con una
rinoplastia o plastia del mentón.
Si la intervención se lleva a cabo en conjunto con una ritidectomía (estiramiento facial) o con
una blefaroplastia (cirugía estética de los párpados), el cirujano dispone además de las
incisiones correspondientes como posibles abordajes para la introducción de las prótesis de
malar.
En el caso del abordaje a través de boca, la cicatriz interna no es visible. Con los demás
abordajes, las cicatrices son las que normalmente dejarían las otras intervenciones.
La cirugía estética se suele realizar habitualmente en pacientes a partir de los 16 años de edad.
Sin embargo, la otoplastia es una intervención de cirugía estética que, con bastante frecuencia,
se suele realizar en niños. Los motivos son los siguientes: si bien existen indicios de que el
crecimiento de las orejas persiste a lo largo de la vida, a una edad ya muy temprana, hacia los
seis años las orejas han alcanzado prácticamente el tamaño y desarrollo que tendrán en la vida
adulta. Por otro lado, los niños suelen ser sumamente crueles y mordaces en la denuncia de
los defectos corporales, y a esta edad las orejas prominentes o en soplillo son empleadas para
ridiculizar al compañero de colegio. La reacción con frecuencia es de agresividad hacia el
ambiente o tendencia al aislamiento. Es por ello que es una intervención solicitada con
frecuencia por el propio niño para librarse de las burlas de sus compañeros.
Dependiendo de la edad del paciente a tratar y de las preferencias del cirujano, la intervención
se puede realizar bajo anestesia general o local. La incisión se suele realizar por detrás de la
oreja, dejando por tanto una cicatriz prácticamente invisible. A partir de esta incisión el cirujano
remodela el cartílago de la oreja haciendo que se pliegue en los sitios adecuados, reduce la
profundidad de la concha y reseca piel sobrante, si lo cree necesario. A pesar de su aparente
sencillez es una intervención que requiere delicadeza y minuciosidad para no crear pliegues y
aristas anómalos.
Habitualmente se coloca un vendaje que modela perfectamente cada parte de la oreja para
permitirle curar en su situación correcta. Una vez retirado suele ser conveniente llevar por la
noche una cinta de tenis durante una o dos semanas para evitar que durante el sueño se
pliegue la oreja hacia adelante.
Es indudable que en ninguna región del cuerpo el tiempo deja tantas señales de su transcurso
como en la cara. Al mismo tiempo, nuestro aspecto facial es nuestra principal tarjeta de
presentación al relacionarnos con los demás. Sólo se tiene una vez la ocasión de causar una
buena primera impresión.
No sólo el paso del tiempo sino una serie de otros factores contribuyen a intensificar los signos
de envejecimiento facial. Tales son: una predisposición personal o hereditaria, situaciones de
estrés, la exposición prolongada al sol, hábitos alimentarlos, consumo de alcohol o tabaco, etc.
Existen diversos procedimientos para minimizar las señales del envejecimiento facial. En las
siguientes páginas encontrará descritos algunos de ellos, debiendo su cirujano orientarle sobre
cual o qué combinación de ellos debe aplicarse en su caso. En alguna ocasión el cirujano
plástico le propondrá, en vista de la exploración inicial, una intervención distinta a la que Vd.
pensó en un inicio.
Así por ejemplo, no se obtendrá un resultado satisfactorio con una cirugía de párpados, si la
frente, las cejas y la parte superior de la cara ya han descendido por distensión a causa de la
pérdida de elasticidad, o no es suficiente con tensar el cuello si las estructuras laterales de la
cara han descendido, ya que sólo se conseguiría un contraste anormal entre el aspecto
avejentado de la cara y un cuello más juvenil.
En otros casos el cirujano plástico le puede proponer una intervención previa o simultánea de
armonización de las estructuras osteocartilaginosas (rinoplastia, aumento de mentón o malares,
etc.), ya que pueden tener un considerable efecto rejuvenecedor que permita tal vez retrasar el
estiramiento facial o ser realizado simultáneamente, mejorando así el resultado.
Las incisiones de esta intervención transcurren por dentro del pelo, luego a lo largo del pliegue
cutáneo que existe por delante de la oreja, rodean el lóbulo de la oreja, ascienden detrás de la
oreja y siguen la línea de implantación del pelo o se introducen en el cuero cabelludo. A través
de estas incisiones el cirujano realiza un despegamiento más o menos amplio de la piel facial,
al objeto de poder obtener un mejor tensado de la misma y facilitar la reinserción del sobrante.
A través de estas incisiones se pueden abordar también los tejidos subyacentes, para tensarlos
de tal forma que no sea solamente la piel la que se vaya a someter a tracción, sino también los
tejidos profundos. Mediante el mismo abordaje el cirujano puede reducir acúmulos grasos o
tensar músculos que han quedado flácidos, proporcionando a la cara un aspecto más firme.
La mayor parte de las cicatrices estarán escondidas dentro del pelo por encima de la oreja o
dentro de las líneas y pliegues normales cutáneos. Aquellas cicatrices que queden por detrás
de la oreja se pueden ocultar fácilmente con el peinado y las que se encuentren por delante de
la misma, en general no suelen ser visibles.
El momento de retirar los puntos, así como la posibilidad de comenzar con lavados de pelo
será elegido por su cirujano particular. Después de esta intervención, se suele recomendar
evitar una exposición prolongada al sol, o en caso de tener que hacerlo, utilizar cremas
protectoras con filtro solar. A los pocos días de la intervención conviene aplicar cremas
hidratantes.
A medida que se han ido perfeccionando las técnicas quirúrgicas para realizar ritidectomías, ha
habido un cambio sustancial en cuanto al criterio del tiempo óptimo para someterse a este tipo
de intervenciones. No es necesario esperar hasta que haya unos pliegues marcados o existan
cambios muy acentuados. Si bien es perfectamente posible realizar la intervención hacia los
sesenta o setenta años, la distensión de los músculos y de la piel y su falta de tono, en especial
en la región de los párpados prolongarán la intervención. Actualmente se da preferencia a
realizar estas intervenciones a partir de los 40 años o incluso antes en algunas circunstancias,
momento en el cual algunos procedimientos quirúrgicos algo más limitados pueden mantener
un aspecto juvenil durante un largo período de tiempo. Así es frecuente comenzar alrededor de
esa edad con una cirugía combinada de párpados y del marco de los párpados (frente, cejas,
mejillas), zona que primero suele mostrar el paso del tiempo, y región más importante en la
comunicación ínterpersonal, centrada sobre todo en la mirada.
Dentro del contexto del envejecimiento facial, la caída de la cola de la ceja y de la piel del
párpado superior son dos de las señales que más tempranamente aparecen en el
envejecimiento facial. Además del descolgamiento y arrugas en la piel de los párpados
superiores, comienzan a hacerse evidentes las «bolsas» en los párpados inferiores y en la
porción interna de los párpados superiores.
En algunos casos esto se debe a una clara tendencia familiar, y puede aparecer a una edad
relativamente temprana. Con mayor frecuencia se presenta más tardíamente, y se va
acentuando con el transcurso del tiempo. En todo caso, la tendencia actual es hacia una
corrección quirúrgica más temprana, sin esperar a que los signos se hagan marcadamente
evidentes.
Bajo la piel y el músculo orbicular existen compartimentos que contienen grasa que se reducen
adecuadamente para eliminar las «bolsas» palpebrales. Dependiendo del estado de tensión de
la musculatura de los párpados, el cirujano puede actuar también sobre el músculo orbicular,
que regula el cierre palpebral, restaurando su tensión normal. A través de las incisiones de
abordaje, se liberará la piel de los párpados, al objeto de reducir las arrugas o pliegues que
pudiera haber. Las incisiones se colocan de tal forma que serán difícilmente visibles una vez
que hayan transcurrido unos meses.
Al principio, las cicatrices pueden ser visibles como finas líneas enrojecidas que discurren por
debajo de las pestañas en el párpado inferior y en el pliegue del párpado superior,
extendiéndose unos milímetros más allá del canto externo del ojo en una de las arrugas de las -
patas de gallo -. Existen varias técnicas adicionales o variantes para corregir eventuales
alteraciones individuales por distensión de las estructuras de sostén de los párpados cuya
elección dependerá del diagnóstico preoperatorio y preferencias del cirujano.
Se pueden agrupar bajo este concepto los diferentes procedimientos que van a modificar el
volumen y el contorno de diferentes regiones corporales. Así, caen en este apartado el
aumento y la reducción mamaria, la dermolipectomía abdominal, la liposucción de abdomen,
caderas y muslos, etc.
Aparte de la cara, región más expuesta en la relación interhumana, el cuerpo y sobre todo las
mamas, siempre han tenido y en la actualidad han adquirido aún una mayor importancia desde
el punto de vista psicosexual, gracias a una mayor exposición tanto en playas como por
imperativo de la moda actual. La mujer se siente menos femenina si tiene un busto poco
desarrollado; la flacidez y caída mamaria, bien sea por razones constitucionales, después de la
lactación o menopausia producen igualmente una Afectación psicológica en la vida de relación
a lo que se suman en pacientes con hipertrofia mamaria las molestias locales, de hombros y
espalda cansada por el volumen y peso, independientes de las dificultades en el vestir. La
cirugía mamaria consigue mejorar la autoimagen corporal y autoestima y facilita la relación en
el ambiente afectivo y social.
Con independencia del sobrepaso o de la obesidad, que requieren un tratamiento médico, las
lipodistrofias o acúmulos grasos constitucionales y localizados alteran la silueta y armonía
corporal, y no desaparecen después de un tratamiento de adelgazamiento. Los embarazos, a
su vez, dejan con frecuencia como secuela una separación o distensión de la musculatura
abdominal unido a un exceso cutáneo-graso, que se puede corregir con una dermolipectomía
abdominal.
No existe tratamiento médico o estético alguno que pueda conseguir un aumento definitivo de
volumen de las mamas salvo - claro está- del aumento que se produce en el volumen mamarlo
durante el embarazo.
El único método definitivo de conseguir un aumento del volumen mamario es mediante una
Mamoplastia de aumento. En esta intervención, el cirujano coloca un implante o prótesis
mamaria por detrás de la glándula existente. La colocación de este implante puede realizarse
detrás de la glándula misma y por delante del músculo pectoral o bien detrás del músculo
pectoral. Su cirujano evaluará las ventajas e inconvenientes de cada técnica y la explicará cuál
cree más adecuada para su caso concreto.
Para colocar la prótesis, el cirujano puede utilizar diversos abordajes, que precisan incisiones
habitualmente pequeñas. Estos abordajes pueden ser a través de una incisión en la axila, a
través de una incisión alrededor de la areola mamaria, a nivel del surco submamario o, si se
realiza al mismo tiempo una dermolipectomía abdominal, a través de la incisión abdominal
correspondiente.
La prótesis que se implanta es una bolsa de silicona de tacto blando que puede contener suero
salino, gel de silicona o ambos en compartimentos distintos.
Declaración de Consenso de 4 de julio de 1998, relativo a implantes mamarios que fue firmada
por los Delegados de la República Checa, Lituania, Alemania, Bulgaria, Noruega, Suecia,
España, Austria, Dinamarca, Grecia, Sudáfrica, Holanda, Italia, Suiza, Finlandia, Israel, Polonia
y Bélgica.
1. El daño
2. La antijurícidad
3. El factor de atribución
4. La relación de causalidad.
La gran barrera entre ambos tipos de responsabilidades la constituye el Art. 1107 del CC. Esta
norma impide que el Art. 1113 CC pueda ser aplicable en caso de responsabilidad por
incumplimiento obligacional-siempre, claro esta, que este no constituya un delito penal-.
De todos los presupuestos, el que asume mayor importancia en el tratamiento del tema de
fondo de este trabajo, es el factor de atribución, conceptualizado como el fundamento del
deber de reparar, es poder argumentar la motivación o la razón que impone reparar los
perjuicios causados.
Los factores de atribución pueden ser subjetivos u objetivos. Dentro de los subjetivos
encontramos la culpa y el dolo, que exigen un comportamiento voluntario y reprochable. Los
factores objetivos, son un catalogo más abierto, entre los que puede mencionarse al riesgo
creado, la equidad, la garantía, la seguridad social, el seguro, los criterio económicos, etc.
Se dice que son "actos médicos puros" para diferenciarlos de aquellos en que el daño guarda
relación meramente ocasional al ejercicio de la ccia. Médica, obedeciendo más bien a causas
que nada tienen que ver con la prestación profesional.
Sin perjuicio de ello, este jurista reconoce que la opinión predominante considera como regla
general la responsabilidad que nos ocupa es de orden contractual.
Bueres, considera que la responsabilidad del galeno es de naturaleza contractual, sin perjuicio
de que en ciertos casos existen excepciones que justifican la aplicación de las normas que
rigen la responsabilidad extracontractual
Puede decirse que "es criterio pacifico y virtualmente unánime en la doctrina nacional y
extranjera considerar la responsabilidad emergente de la relación médico-paciente como de
naturaleza contractual, sea cual fuere la esencia que se asigne a dicha relación".
Así, tanto Iturraspe, Lorenzetti y Ghersi, autores que han prestado especial atención al tema,
han dado su conformidad en establecer que como regla general la naturaleza de la
responsabilidad civil médica es contractual, sin importar que se trate de un contrato oneroso o
gratuito.
1. El de los servicios médicos requeridos por una persona distinta del paciente, siempre y
cuando, por lógica, aquella no obligue contractualmente al último en virtud de una
representación legal o voluntaria.
2. Cuando se configura un delito del derecho criminal en cuyo caso es viable la opción del
art.1107 del CC.
3. Cuando el contrato celebrado entre el facultativo y el paciente es nulo.
4. Cuando el servicio médico es prestado por el facultativo espontáneamente, sin
intervención alguna de la voluntad del paciente (en caso de auxilio).
5. La atención del médico a un incapaz de hecho sin poder comunicarse con el respectivo
representante legal.
6. La actividad del médico desarrollada en contra de la voluntad del paciente (asistencia
al suicida)
7. Cuando la relación entre médico y paciente es impuesta coactivamente al último, a raíz
de una disposición legal o administrativa (el ejemplo de la antes revisación del servicio
militar y el reconocimiento médico para el ingreso al mismo)
8. Caso en el cual el médico actúa con la intención de causar el daño, es decir con dolo
delictual, lo que configura un delito civil.
Estos casos son meramente enunciativos y no descartan por ende, la presencia de otros
supuestos menos comunes de responsabilidad médica extracontractual.
Responsabilidad Civil en la cirugía plástica y obstetricia (Por Roberto A. Vázquez Ferreyra; LL, T 1995
B, 1238)
(...) En las obligaciones de resultado la prueba del incumplimiento engendra una presunción de
culpa del deudor, la cual sólo podría ser desvirtuada con la prueba del caso fortuito. Por el
contrario, en las obligaciones de medios, corresponde al acreedor probar la culpa del deudor
demandado, quien a su vez para eximirse de responsabilidad le será suficiente haber obrado
diligentemente, esto es, su no culpa.
La cirugía plástica
Una de las especialidades médicas más comprometidas por juicios de mala praxis, en sus dos
variantes: estética y reparadora.
La separación de ambas modalidades no es muy nítida en los hechos, sobre todo a partir de la
asunción del derecho a la salud como bienestar en sus aspectos psíquicos y social, y no sólo
físico, lo que obliga a admitir que una intervención quirúrgica de estas características puede
considerarse curativa del malestar psíquico inherente a ciertas deformidades y defectos de
naturaleza física.
Ello así, el cumplimiento de las obligaciones asumidas por el galeno deberán valorarse con
mayor rigor, pero ello no cambia el carácter de la obligación, de medio y no de resultado.
Estando presente dicho álea, no puede entonces exigirse al profesional que asegure un
resultado.
Es cierto que quien se somete a una cirugía estética embellecedora, lo hace con la seguridad
de que va a quedar mejor su nariz, su cutis, su busto, etc. Pero no es menos cierto que todo
aquel que se somete a cualquiera de estas intervenciones sabe que asume ciertos riesgos. Lo
que sucede es que por lo general estas intervenciones terminan bien. El profesional podrá
siempre acreditar su "no culpa" para eximirse de la responsabilidad. Y esta causal liberatoria de
responsabilidad, recordamos, sólo funciona en las obligaciones de medio en las cuales juegan
factores de atribución subjetivos.
De entender que el cirujano plástico asume una obligación de resultado, ello implicaría poner a
cargo del médico una responsabilidad de naturaleza objetiva, por lo que en tal caso sólo
funcionaría como eximente de responsabilidad la prueba del factor extraño (caso fortuito, fuerza
mayor, culpa de la propia víctima, del tercero por quien no debe responder)
Este tema no presenta características particulares, a no ser por la trascendencia que han
cobrado algunas noticias referidas a lo peligroso de los materiales utilizados.
a. La FDA piensa que los implantes deben permanecer a disposición del público
americano por razones de orden de Salud Pública.
b. Cada paciente potencial que pueda/quiera tener implante de gel de silicona sólo podrá
tener acceso a el después de haber firmado un formulario de consentimiento y estando
de acuerdo con un seguimiento cercano basado en un protocolo.
c. Los fabricantes sólo pueden suministrar prótesis de gel después que hayan aprobado
su BUENA PRÁCTICA de FABRICACIÓN y que se les haya garantizado la EXENCIÓN
DE INVESTIGACIÓN DEL PRODUCTO.
d. El fabricante es responsable por el uso correcto de los protocolos por parte de los
médicos que usan los implantes y deben mantener archivo central al respecto.
Para Ghersi, el contenido del objeto de una obligación es siempre una conducta, en el caso de
la obligación de los médicos, dicha conducta debe ser considerada científicamente en el
sentido de que utiliza técnicas usuales y admitidas por la medicina, tendientes a la curación de
dolencias o mitigación del dolor de un ser humano.
Para Lorenzetti, el galeno asume una "deuda de atención" hacia el paciente debiendo poner a
disposición de éste todo su cuidado, sapiencia y conocimientos para el logro de la curación
esperada.
Para Tolsada, por su parte encuadra el contrato de prestaciones médicas dentro del contrato
de locación de servicios por lo que para él, el objeto de la obligación consiste en la actividad
diligente del profesional.
Arturo Yungano por su parte, afirma "que el objeto de la relación médico-paciente está dado
por la recuperación –o la conservación- de la salud integral del segundo, y en ello la medicina
como ciencia está ligada al arte de curar...la salud del paciente aparece, entonces, como el
gran objeto de la vinculación."(...).
Del análisis de la doctrina citada puede extraerse como conclusión o rasgos típicos de la
prestación médica los siguientes:
Es precisamente la falta de técnica y ciencia lo que configura la culpa médica. La culpa médica,
generalmente viene configurada ya sea por negligencia o impericia. Esto resulta así por cuanto
la culpa galénica consiste en prestar asistencia facultativa sin la diligencia debida, es decir, no
actuar conforme a las reglas consagradas por la práctica médica -lex artis- , con arreglo al
estado de conocimientos al tiempo de cumplida la prestación.
Ésta falta de diligencia puede ser debida como decía a impericia, es decir a la falta de
conocimientos técnicos y científicos, o bien a negligencia propiamente dicha que se da cuando
el médico pese a estar debidamente capacitado, obra descuidadamente en el caso concreto.
Todo esto nos lleva a asegurar algo que resulta indiscutible: el médico se obliga a cumplir con
una actividad técno-cientifica pero en ningún momento puede asegurar el logro del resultado
final esperado por el paciente-curación o mejoría -. Esto se afirma como regla general
reconociendo que suelen enumerarse casos excepcionales.
Sin embargo, a pesar de esta regla general, existen una serie de especialidades cuya finalidad
no es la curación del enfermo, sino que son el medio para lograr esta finalidad ayudando como
medio de diagnóstico y el médico incluso vienen obligado en alguna de ellas a la realización de
una obra... en estos supuestos la naturaleza de la relación genera una obligación de resultado.
En nuestro país muchas veces se ha querido incluir como obligación de resultado a las
operaciones de cirugía estética. En este sentido se ha dicho: "si bien se ha considerado por lo
general que la obligación asumida por el médico no es de resultado (sanar al enfermo), sino de
medios, o sea emplear toda su diligencia y prudencia a fin de lograr su curación, la que no
puede asegurar, se hace excepción de algunos supuestos particulares, entre los que se cuenta
la cirugía estética, en los cuales la obligación se considera de resultado, puesto que de no
prometerse un resultado feliz al paciente, éste no se sometería al tratamiento u operación".
Culpa médica
Como bien dice Vázquez Ferreyra, "se impone analizar si la culpa médica responde a los
cánones comunes o bien si resulta tener una naturaleza especial".
Hoy en día, tanto la jurisprudencia como la doctrina en nuestro país son conformes en
establecer que basta cualquier género de negligencia para poder fundar la responsabilidad del
médico. Por ello no resulta apropiado hablar de una culpa profesional como algo distinto de la
culpa en general.
La protección del profesional ya no pasa por la exigencia de una falta grave sino por la efectiva
constatación de su culpa, cualquiera sea su entidad.
No cabe distinguir la llamada culpa profesional de la culpa común, y cuanto mayor sea el deber
de obrar con prudencia y diligencia y pleno conocimiento de las cosas, mayores serán las
consecuencias que resulten de los hechos consumados por el médico.
Sentado entonces que la culpa médica no es una culpa especial-culpa grave-sino la que
normalmente contempla el CC en los Arts. 512, 902 y 909.
Así lo hace notar también Bueres, resumiendo toda su línea de pensamiento, diciendo "la culpa
profesional es la culpa común o corriente emanada, en lo esencial, del contenido de los Arts.
512, 902 y 909 del CC. El tipo de comparación abstracto será variable y flexible, y
corresponderá al obrar de un profesional prudente y diligente de la categoría o clase a la cual
pertenezca el deudor en el caso concreto."
"El compromiso asumido por el médico de proceder con la diligencia propia de su especialidad
y de obrar conforme a las reglas y métodos propios de su profesión, debe analizarse teniendo
en cuenta las directivas del Art. 902 del CC y sin pasar por alto que cuando esta en juego la
vida de un hombre, la menor imprudencia, el descuido o la negligencia más leve adquieren una
dimensión especial que les confiere una singular gravedad. Es que nuestro derecho no
distingue entre culpa grave y leve, la culpa del médico sea grave o leve origina responsabilidad,
pues sea que rijan los Arts. 1109 y 1112 o el 512 del CC, esa distinción está excluida"
Concluyendo puede sintetizarse lo expuesto en que: la culpa de los médicos está gobernada
por las reglas generales del Art.512 CC, debiendo el Juez merituar in concreto la naturaleza de
la obligación y las circunstancias de personas, tiempo y lugar, todo ello a la luz del Art. 902 del
CC importando también las circunstancias internas del deudor si tales calidades han sido
tenidas en cuenta por el paciente (Art. 909CC). Estas pautas a su vez deben compararse con el
obrar ideal de un médico prudente del tipo al que pertenezca el deudor.
Puede resultar difícil para el reclamante, la prueba de la culpa médica, ya que esta dificultad
viene promovida por diversos motivos, una de las primeras dificultades con las que se
encuentra el paciente o sus herederos es que todo lo referente a la culpa del médico se
relaciona con prácticas y conocimientos científicos a los que mayormente resulta extraño y no
tiene acceso sino por medio de la consulta y colaboración de otros profesionales, los que
generalmente se mostrarán renuentes en dictaminar en contra de intereses de un colega.
Por lo general el paciente desconoce los términos técnicos, las prácticas y los estudios de las
que ha sido objeto, la finalidad de las mismas, incluso muchas veces hasta desconoce el
diagnóstico. A esto se suma la práctica masificada de la medicina en nuestro país, la que
despersonaliza la relación médico-paciente. Se da así una relación de experto frente a profano,
en la cual la balanza de la justicia debe favorecer al último por la situación de debilidad de
conocimientos en la que se encuentra.
Otro de los problemas al que se enfrenta el paciente es que la mayoría de las pruebas están en
manos del profesional y es éste quien las ha confeccionado.
Ni que hablar de lo que ocurre en reductos infranqueables como el quirófano, terapia intensiva
o coronarias a las cuales los familiares de los pacientes no tienen acceso, desconociéndose lo
que allí sucede. Ante cualquier acontecimiento adverso, ¿Cómo saber cómo acontecieron los
hechos?
La dificultad de esta prueba es lo que generalmente lleva, a que, dudándose cuál fue el origen
del daño sufrido por el paciente, el médico deba ser absuelto civilmente, puesto que la falta o
incertidumbre de esa prueba es un riesgo que pesa sobre la cabeza del reclamante.
Para evitar este juego de la carga de la prueba es que en doctrina y jurisprudencia se vienen
abriendo paso distintas ideas que tienden a aligerar esa difícil carga.
Esta tendencia de mayor protección al paciente-victima se enrola en una corriente más amplia
que inunda el derecho de daños. Es el favor victimae del que nos habla Alterini o el pro
damnato de Díez-Picazo y Cavanillas Mugica.
La prueba de presunciones
Debe aclararse la diferencia entre indicio y presunciones. Alsina define indicio como todo
"rastro, vestigio, huella, circunstancia y en general todo hecho conocido o mejor dicho
debidamente comprobado, susceptible de llevarnos por vía de inferencia al conocimiento de
otro hecho desconocido" siendo la presunción la consecuencia que se obtiene por el
establecimiento de caracteres comunes en los hechos. Son dos conceptos independientes pero
que se complementan.
A su vez las presunciones legales pueden ser juris et de jure o juris tantum. Las primeras son
absolutas y no admiten prueba en contrario, las segundas admiten prueba en contrario.
En el tema de la responsabilidad del médico no existe una regla genérica que consagre una
presunción legal de culpa por parte del profesional.
El indicio o hecho indicador debe estar acabadamente probado y debe tener significación
probatoria respecto al hecho que se requiere demostrar, por existir alguna conexión lógica
entre ellos.
Debe descartarse la posibilidad de que la conexión entre el indicio y el hecho investigado sea
aparente, producto de la casualidad. Debe aparecer clara la relación de causalidad entre el
hecho indicador y el indicado.
Acertadamente ha dicho la jurisprudencia, que cuando por las circunstancias del caso o por la
índole de los hechos, la prueba directa es imposible o extremadamente difícil, no se puede
hacer incidir las consecuencias que de allí derivan sobre la parte gravada con la carga de la
prueba, de modo que en estos casos adquiere pleno valor la de presunciones, medio que ha
sido expresamente admitido por la ley.
Recordemos que el Art. 163 inc 5° del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación,
expresamente se refiere a la conducta que deben asumir las partes en el juicio señalando "... la
conducta observada por las partes durante la substanciación del proceso podrá constituir un
elemento de convicción corroborante de las pruebas, para juzgar la procedencia de las
respectivas pretensiones".
Cargas probatorias
Las reglas de la carga de la prueba se tornan importantes en los casos en que no se ha podido
recolectar pruebas suficientes como para avalar certeramente las afirmaciones de las partes
intervinientes en el proceso.
De ahí que cuando existen pruebas concretas sobre la verdad de los hechos alegados por uno
de los litigantes, resulta innecesario apelar a las reglas de la carga de la prueba.
En la doctrina se han elaborado ciertas reglas relativas para que el Juez cuente con ellas y
sepa cual de las partes ha de sufrir las consecuencias negativas que provoca la falta de
certidumbre sobre los hechos en debate.
Para la doctrina tradicional la carga de la prueba de la culpa del médico recaía sobre el
paciente o sus herederos. Es esta la famosa "prueba diabólica".
Estas reglas han sufrido un fuerte golpe con el advenimiento de las cargas probatorias
dinámicas, según estas, se considera regla de distribución el criterio de adjudicarla a la parte
que en mejores condiciones este de producirla. ( ...)
Es difícil la situación del paciente cuando se encuentra en la posición de demostrar la culpa del
médico. Desde el lado del médico sucede todo lo contrario. Tratándose de una obligación de
medios, el profesional no necesita probar el caso fortuito pues le basta demostrar que no hubo
culpa de su parte, y esto no es la demostración de un hecho negativo sino algo distinto, se
satisface su prueba con acreditar la no culpa y esta consiste en haber obrado correctamente.
Lo que sucede es que ante tal dificultad, cobra fundamental valor la de presunciones.
Es el paciente quien debe entonces probar todos los hechos reveladores que luego formarán
en el Juez la convicción que lleve a tener por probada la culpa galénica.
No hay que olvidar que la prueba dinámica es un aporte de nuestra doctrina, aplicada en
muchas ocasiones por los Tribunales, pese a que no tiene consagración legislativa.
La mala praxis implica por definición, el ejercicio inidóneo de una actividad y la inidoneidad se
traduce en lenguaje jurídico en ausencia de diligencias apropiadas de conformidad con la
naturaleza de la prestación que forma el contenido de una obligación cualquiera. Importa el
obrar desajustado a un deber jurídico que puede sustentarse en una estipulación contractual
previa o en el deber general de no dañar que se encuentra implícito en todo ordenamiento
jurídico.
(...) El vocablo mala praxis, ha quedado en la practica, identificado con los supuestos de
responsabilidad profesional.
Esta constituye un capítulo de la responsabilidad civil en general, quizá uno de los más
importantes en la actualidad. De allí que reciba, por extensión, el influjo de las normas y
principios que gobiernan aquella. (...)
El Profesional:
Se caracteriza por la presencia de determinadas características sobre las que las doctrina
suele guardar coincidencias. Ellas son:
Ahora bien, la doctrina entiende que cuando el accionar del profesional es doloso, se configura
un delito civil que torna procedente la opción aquiliana que levanta la barrera para facilitar la
opción extracontractual del Art. 1107del CC. (...).
Culpa profesional:
(...) No escapa al criterio concreto que estableció el codificador. Ciertamente en los Art. 512,
902 y 909 del CC. Se ha creado una suerte de estatuto de la culpabilidad que goza de
suficiente fuerza expansiva como para cubrir toda situación en la cual una persona ocasiones
un daño que pueda ser atribuido a su accionar imprudente o negligente. (...)
Por eso si el profesional, en el ejercicio de su actividad, infringe los deberes propios que
conciernen a la profesión de que se trate, incurrirá en "culpa profesional" que generará su
responsabilidad civil, en tanto concurran los demás presupuestos configurativos, pero que no
diferirá del concepto de la culpa en general sino tan solo por la tipicidad del deber violado. (...)
El profesional tiene un título habilitante que, sin embargo no es suficiente para ponerlo a
resguardo de los actos que pudiera llevar a cabo con omisión de las diligencias apropiadas de
acuerdo a las naturalezas de su profesión conforme a las circunstancias de personas, tiempo y
lugar. Generalmente, la prestación profesional se agota en la actividad misma y se separa, con
bastante nitidez, del resultado final pese a que este último es el fin buscado al concertarse el
vínculo obligatorio.
Esto permite formular una doble conclusión inobjetable en materia de apreciación de la culpa
profesional: por un lado el título no inmuniza al titular contra la posibilidad de incurrir en actos
culpables y por otro, que la no-consecución del resultado buscado no puede al menos en
principio ser por sí determinante para la existencia de la culpabilidad. (...)
(...) Por eso en la ponderación de la culpa profesional ha de observarse en todos los casos si
existió omisión de las diligencias apropiadas a la naturaleza de la prestación de que se trate y
que correspondiesen a las circunstancias de personas, de tiempo y lugar. Debe tenerse en
cuenta, asimismo, que cuanto mayor sea el deber de obrar con prudencia y pleno conocimiento
de las cosas mayor será la obligación que resulte de las consecuencias posibles de los hechos,
como, asimismo, que en la relación entre el profesional y el particular se genera una relación
que supone una confianza especial entre las partes donde la condición especial del primero
influirá notoriamente para la estimación de la culpabilidad. (...)
(...) En síntesis, no corresponde buscar fuera del criterio del estatuto de la culpabilidad común
que conforman los Arts. 512, 902 y 909 del CC, algún concepto de culpabilidad profesional
distinto, porque basta con la observancia fiel de aquel.
(...) Existen dos cuestiones que no pueden perderse de vista al encarar el tema.
La primera hace a la naturaleza de la obligación y estriba en el hecho de que uno de los sujetos
–el acreedor- no solamente no encontró satisfecha su expectativa al cumplimiento –que no
podía exigir por la naturaleza particular de la obligación- sino que, además, le sobrevino un
daño cuyo derecho a enjugar aparece incuestionable. (...).
El segundo, vinculado íntimamente con el anterior, apunta a no perder de vista que todo cuanto
atañe al proceso y a los sujetos que protagonizan -partes y juez- debe encaminarse hacia el
dictado de una sentencia idónea para dirimir una contienda con la mayor cantidad de
elementos de juicio con los que sea posible contar. (...).
(...) La doctrina actual habla de la vigencia del principio de las "cargas probatorias dinámicas"
en materia de prueba de la culpa profesional. Por ellas si bien no opera una inversión de la
carga de la prueba, existiría como una suerte de relajamiento para el actor, quien se
encontraría frente a un contradictor -el profesional- que tendría que demostrar su ausencia de
culpabilidad en el caso concreto, en un autentico deber de colaboración. Esta distinción resulta
de suma importancia para resolver la cuestión de la carga probatoria sin incurrir en
desviaciones que, como una suerte de efecto no querido puede llevar a facilitar la remoción de
acciones que solamente encubren maniobras extorsivas para los profesionales. Estos no deben
actuar en la impunidad pero tampoco encontrarse expuestos a sufrir demandas de tal corte,
como lo estarían si la doctrina de las cargas probatorias dinámicas terminaran por construir una
inversión de la carga de la prueba.
(...) El profesional por su lado correrá con la carga de demostrar que obró sin culpa, es decir,
de acuerdo con la naturaleza de la obligación y circunstancias de personas, tiempo y lugar.
Pero paralelamente, agrega que, si de lo convenido resultara que el profesional debió obtener
un resultado determinado, solo se liberará demostrando la incidencia de una causa ajena.
Relación de causalidad en la responsabilidad profesional:
(...) Precisada la causa del efecto procura también medir la extensión del resarcimiento, vale
decir, cuanto es el daño que corresponde indemnizar.
(...) No basta la relación de causalidad material, sino que se procura una relación de causalidad
jurídica. Esta última puede reposar en la proximidad temporal con el evento (teoría de la causa
próxima); o del intrínseco poder de causación que puede tener por las virtudes cualitativas o
cuantitativas de las que puede gozar (teoría de la causa eficiente o más preponderante); o bien
buscarse en un elemento de carácter humano, como lo es el juicio de previsibilidad. (...) Esta es
la teoría de la causalidad adecuada que, sin lugar a dudas, abraza, nuestro CC (Arts. 901/906).
La mala praxis implica un ejercicio inidóneo de una actividad y que esa inidoneidad se traducía,
en el ámbito jurídico, en una ausencia de diligencias apropiadas de conformidad con la
naturaleza de la prestación que forma el contenido de una obligación cualquiera.
Borda sintetiza, de manera clara, la causa del aumento de los juicios por responsabilidad civil
de los médicos en:
(...) Cabe advertir, en tal sentido, que aún cuando no corresponda imputar el daño al caso
fortuito, es posible que el médico no sea culpable pese a que su actuación fue la causa
determinante del que terminó produciéndose en el enfermo. Esto es conocido con el nombre se
<iatrogenia>, palabra que alude a toda alteración o daño en el cuerpo o en la salud del
enfermo que ocaciona el médico en su ejercicio profesional al tratar de curar o mejorar a un
paciente aplicando los métodos usuales indicados, a condición de que no medie culpa. La
diferencia con el casus estriba en que este último responde a un hecho ajeno a la persona del
deudor y, en aquella, la alteración o enfermedad imprevista e inevitable nace de un acto
médico.
Nadie ignora que en la relación médico paciente se perfila con caracteres muy nítido el factor
"confianza", el cual sigue siendo importante pese a la notoria disminución de la relación
médico-familiar.
(...) El médico ciertamente se ve claramente afectado por la sola promoción de una demanda
de daños y perjuicios, más allá del resultado final del pleito. Puede salir sobreseído penalmente
o rechazarse la demanda civil resarcitoria, pero el solo hecho de haber sido demandado le
ocasiona un indiscutible perjuicio ya que la demanda en su contra pea de lleno sobre el
elemento "confianza". Todo lo cual, como es de imaginarse, es proclive a generar maniobras de
claro corte extorsivo y que solo tienen de serio el intento de sacar un injusto provecho
económico.
Cuando el acto médico quirúrgico tiene por objeto la curación de una enfermedad o la
reparación de algún accidente del cuerpo humano, se conoce con el nombre de "curativa o
reparadora", es por tal circunstancia que el consentimiento del paciente adquiere suma
importancia al tiempo de encarar un acto quirúrgico, de lo contrario el médico estaría expuesto
a la comisión del delito de "lesiones" (Art. 19 inc.3 Ley 17.132).
Dice Acuña Anchorena que "si bien la responsabilidad médica en materia de cirugía estética es
de igual naturaleza a la que puede incurrir en el campo de la cirugía curativa, difiere, en
cambio, en extensión, toda vez que en aquella su conducta se aprecia con mayor severidad
que en ésta". La cirugía estética está regida por idénticos principios de la cirugía en general.
(...)
La primera indica que son aplicables a la cirugía estética todos los principios generales que
deben tenerse en cuenta para la correcta ponderación de la conducta del cirujano, de acuerdo
a los parámetros que brindan los Arts. 512, 902 y 909 CC. La segunda, en cambio apunta a
señalar que se hace preciso poner el acento en el punto exacto de diferencia entre ambos
casos, que se encuentra en el contenido de la prestación.
Este último, coincide con el objetivo perseguido y muestra una mayor factibilidad de concreción
–lo que marca la tendencia a considerarla como una obligación de resultado- de allí que quepa
atribuir innegable importancia al papel de la voluntad del paciente. Efectivamente, cuando éste
presta su aquiescencia para la intervención estética tiene en cuenta, sin duda, el resultado
estético que espera. El médico, de su lado, no puede considerar exonerada su responsabilidad
si el resultado de la operación se limita a no provocar un daño al paciente o a no inferirle un
perjuicio mayor al que motiva la intervención quirúrgica. Ciertamente, el resultado final de esta
última debe contener un grado, aún cuando pueda considerarse mínimo, de eficacia,
poderándolo de acuerdo a un prototipo ideal.
La acción resarcitoria - Por Juan H. Sproviero - (Mala Praxis - Protección jurídica del médico; Abeledo Perrot)
Lleva como finalidad la reparación del daño causado; y en el orden estrictamente profesional,
compete al juez de la causa establecer el quantum indemnizatorio, tomando en consideración
los distintos rubros en que se descompone ésta, privilegiando aquellos que hacen al hecho
mismo, causante de lesión y origen de la promoción judicial.
(...) La acción resarcitoria es reparación es reparación del daño y como tal debe ser constatada
rigurosamente, ya que la aplicación de principios rectores puede no ser coincidente con el caso
concreto.
Existen conceptos direccionales que la ley admite y señala, pretendiendo que su uso sea
común a todo supuesto, circunstancia esta que, amén de inaceptable, adquiere rango de
parcialidad al pretender la asimilación de todo supuesto al expuesto en la ley como excluyente,
omitiendo considerar que cada supuesto tiene características que lo particularizan; de allí, que
aceptar premisas excluyentes, no significa sino hacerle perder identidad a cada caso concreto.
Debe tratarse de conductas atípicas para que la procedencia indemnizatoria puede computarse
como viable y exigible; de otro modo, la aceptación lisa y llana de toda promisión resarcitoria
traería aparejada una inestabilidad institucional que en los hechos no debe suscitarse.
La acción resarcitoria por daños y perjuicios no siempre responde a otro aspecto que no sea el
patrimonial; de allí que se urdan actitudes y conductas que no hacen sino colisionar con la pura
objetiva realidad.
Indemnización
Las valoraciones hechas del daño causado o emergente superan las posibilidades económicas,
muchas veces, del médico comprometido en la emergencia, cuya responsabilidad profesional
puede ser ninguna, pero por artificios legales del recurrente o por una apreciación subjetiva del
órgano de aplicación, puede alcanzar aquélla –la responsabilidad- una gradación que opaca la
labor o actividad, que aún ajustada a ciencia y técnica, es factible de ser distorsionada y llegar
esta a su procedencia –de la acción- y valía en el orden judicial.
Para evitar estos dislates que solo persiguen un enriquecimiento indebido, debe ahondarse la
investigación hasta sus últimas consecuencias; y en el supuesto de ser la demanda falseada en
sus términos, debe generar una responsabilidad solidaria entre quienes, a despecho de toda
objetividad, se condujeron con una mendacidad reprochable: primero por ser inmoral el uso de
la falacia, y segundo por la temeridad con que conlleva la promoción de acciones que no
admiten siquiera la apoyatura de la presunción.
(...) La actividad médica debe ser regida por una reglamentación minuciosa, pero que aquella
aparezca protegida, no desguarnecida de derechos, y donde las pretensiones ilegítimas de los
demandantes por mala praxis se sancionen también de modo expreso y con la severidad que
de las circunstancias se desprenda. (...)
El aspecto indemnizatorio es uno de los rubros que debe destacarse como contrario al ejercicio
pleno de la profesión por las razones apuntadas de despertar intereses canalizados a la vía
resarcitoria.
Otro de los detalles digno de ser consignado está dado por la falta de garantías legales que
permitan ir en auxilio del médico, cuando se han producido consecuencias que pretenden,
muchas veces, haber sido generadas por conducto de la intervención profesional misma,
omitiendo la propia ley referirse a las eximentes y/o atenuantes que están dadas por el
consentimiento del propio paciente para ser sometido a la intervención o tratamiento respectivo.
La actividad médica aparece condicionada por disposiciones que deben ser valoradas
objetivamene, evitando de tal suerte que la letra muerta de la ley se imponga sobre la
verdadera interpretación que se hallará muchas veces en el espíritu de la misma; pero
ajustarse a pautas que actúan como verdaderos parámetros de valoración, es restringir la
actividad médica a los extremos que la disposición señala, circunstancia ésta inconciliable con
el propio ejercicio profesional, que debe desarrollarse sin restricciones, cuando tal actividad se
encuadra dentro de los límites que la ciencia y técnica establecen y que la interpretación
restrictiva concluye por distorsionar.
Existe una zona de riesgo donde paciente y médico deben aunar criterios y lograr consenso
para seguir la orientación más aconsejable para la mejora o restablecimiento.
Aunque la conclusión expuesta haya logrado en ese aspecto cierto consenso, no sucede igual
con los tratadistas y doctrina, que posibilitan la exención de responsabilidad en eventos que se
definen con aquella lesión o muerte.
Es del caso distinguir si la lesión o muerte sobreviniente guarda causalidad con la intervención
misma y si ésta, efectivamente fue la motivación de aquélla. Es de importancia conocer estos
antecedentes, pues la falta de corroboración relativiza la responsabilidad del médico.
Cuando el paciente recurre a esta clase de intervenciones, lo hace motivado por un afán de
reparar la mala conformación o defecto físico; y al prestar su consentimiento, al identificarse
con el asesoramiento médico, está aceptando los riesgos posibles, los que le fueron expuestos
en la consulta.
La lesión sobreviniente cuando no pueda imputarse a culpa del médico, quien ha actuado en
armonía con las reglas médicas y ciencia, es la posibilidad concretada o consumada de aquella
lesión que siempre subyace como riesgo quirúrgico.
(...) La insistencia en la intervención por parte del paciente y reglada aquélla por la conducta
idónea del profesional, inducen a inferir que la actitud del médico le hace permisiva la exención
de culpa en el caso.
Las consecuencia de orden moral que acarrea el estado actual del paciente autorizan la
proclividad del médico a la intervención, ya que de no ser esta practicada, las posibilidades de
una futura existencia normal, se diluyen por razón de las diminutios que tal estado provoca en
quien deberá padecerlas de manera permanente.
Este es el justificativo entonces, al obrar profesional. (...) Cuando la opción de este medio de
intervención quirúrgica de orden estético, está fundada en la interpretación y observación fiel de
las reglas que la técnica y ciencia disponen, no haciendo propicia entonces una pretendida
negligencia o imprudencia, orientadas en definitiva a la demostración de una conducta culposa
bajo el acicate o estímulo de un enriquecimiento patrimonial por conducto de una acción por
mala praxis.
El daño psíquico. Sus diferencias con el daño moral. (Por Néstor Amilcar Cipriano, LL T 1990 D ; 768)
El daño psíquico tiene de común con el daño moral, la circunstancia de que ambos
acontecen en la psique. Ello podría conducir a un análisis acerca de la denominación de daño
psíquico por cuanto el daño moral no deja de ser psíquico. Pero hay una consagración
convencional y los nombres no confunden, en este caso, los conceptos que traducen.
Como primer paso, el daño moral acontece prevalecientemente en el sentimiento, mientras que
el daño psíquico afecta con preponderancia el razonamiento.
Esto no determina, por supuesto, una suerte de comportamientos estancos, porque, si bien son
definibles e idealmente separables, el razonamiento y el sentimiento tienen zonas
estrechamente relacionadas y relacionantes y acaecen en la esfera de la psique.
El daño psíquico estudiado no significa dolor, aflicción, pesar, conmoción en el equilibrio
espiritual de singular envergadura, características determinantes del daño moral.
"el derecho no resarce cualquier dolor, humillación, aflicción o padecimiento, sino los que sean
consecuencia de la privación de un bien jurídico sobre el cual el dolorido, humillado, paciente o
afligido, tenía un interés reconocido jurídicamente"
"a de entenderse por daño moral el que inflige a la víctima, sufrimientos, molestias, agravios o
en general, ataque a las afecciones legítimas".( Código Civil anotado T 2, pág. 730.)
Cuando se habla de dolor, queja, pesar, congoja, aflicción, todo ello se dirige principalmente al
sentimiento. Hay sentimientos positivos como la alegría, el júbilo, etc. Y sentimientos
alteradores como el dolor, el pesar, etc.
En el daño moral, están conmovidos algunos sentimientos positivos por otros sentimientos
negativos.
(...) Para Brunner, la psique es el "principio vital de la espiritualidad", Fink expresa que es "el
principio de la vida mental", Harris la presenta como "la suma de procesos conscientes e
inconscientes"; Mc Graw la explica como "el conjunto de las conductas del individuo por las que
éste reacciona como una totalidad dinámica e integrada al medio".
Sin duda, en algunas circunstancias, a una persona apenada le cuesta más razonar pero lo
puede lograr aunque tenga que vencer esa afección sentimental. En todo esto, no nos salimos
de la psique .
Las corrientes humorales coadyuvantes, las conducciones nerviosas, las vías sensitivas, el
funcionamiento celular, entre otros tantos acontecimientos, también forman parte de los
elementos que influyen la psique.
Conclusiones:
• El daño psíquico tiene de común con el daño moral la circunstancia de que ambos se
configuran en la psique.
Se debe contar sin duda, con todos los elementos fácticos y compulsas científicas para
aceptar la existencia de un daño psíquico, sobre todo al tener en cuenta que acontece en
la esfera mental, plena de complejidades y de comprobaciones multiplicables.
Algunas consideraciones sobre el daño estético y el daño moral. (Por Juan Manuel Capua; -LL T
1991, 61-)
Enfocando el tema desde una óptica estrictamente objetiva, podemos decir que daño es
"Habrá daño siempre que se causare a otro algún perjuicio susceptible de apreciación
pecuniaria, o directamente en las cosas de su dominio o posesión o indirectamente por el mal
hecho a su persona o a sus derechos o facultades" dándole al concepto de daño patrimonial
una extensión amplia que abarca el menoscabo de bienes jurídicos tanto materiales como
inmateriales.
Una cicatriz o deformación antiestética que altere el aspecto habitual que tenía la persona con
anterioridad al hecho generador, (...) implica per se una disminución en la persona originando
por tanto una lesión patrimonial, económica, ello sin perjuicio de que también exista agravio
moral.
(...) la lesión al aspecto estético no solo constituye daño patrimonial cuando origine gastos de
curación y readaptación en su caso, lucro cesante, imposibilidad de continuar desarrollando
una determinada actividad (supuesto en el cual el quantum a resarcir se incrementará respecto
de profesiones en la que la lesión estética directamente impida la continuación de las mismas,
caso de actores, modelos, etc.), sino también cuando produzca la inferioridad de condiciones
en que se encuentra la persona para atender a sus necesidades (no hablamos sólo y
específicamente de la capacidad laborativa) o para desempeñarse en la vida de relación a raíz
de una herida antiestética deformante que afecte su "buena presencia" o dé un aspecto ridículo
al individuo, hechos todos estos que disminuyen, en la generalidad de los casos, agravados en
las situaciones particulares a que se hiciere referencia "el porvenir no sólo económico sino
también social de la víctima"
El daño estético no obstante afectar un bien jurídico inmaterial, integrante del llamado
"patrimonio moral" de la persona, origina en sí un menoscabo patrimonial que debe
autónomamente ser resarcido, ello con prescindencia del quantum y/o dificultad de cálculo que
a los fines indemnizatorio este tipo de daño genera.
La lesión estética se diferencia claramente del daño moral ya que consiste en la desfiguración
permanente que incide sobre las posibilidades económicas de la víctima y en su vida de
relación.
En tanto que el daño moral apunta al resarcimiento de la lesión a las afecciones íntimas del
damnificado y se encuentra circunscripta al plano espiritual.
Alguna doctrina sostiene que la lesión estética no es daño patrimonial porque incida
físicamente sobre la integridad o incolumidad corporal de la víctima, sino que siempre es un
daño moral porque afecta un interés extrapatrimonial de la víctima.
(...) Los medios de información divulgan constantemente, insistiendo de forma exagerada, las
querellas que se presentan por malpraxis. Es bueno que la sociedad tome conciencia de sus
derechos, y de cómo hacerlos efectivos, pero no lo es llegar a extremos, como se ha llegado en
la sociedad americana, donde los abogados se sitúan en la puerta de los hospitales para
preguntar a los enfermos que salen, si han quedado satisfechos con los servicios que se les ha
prestado o del tratamiento médico recibido.
Es grave que se den casos en que profesionales después de 20-25 años de ejercer una
especialidad determinada –cirugía, anestesia, etc.- facultativos capaces se dediquen a ejercer
otras especialidades que no comporten riesgos tan elevados de verse expuestos a posibles
reclamaciones. (...)
A pesar de ser técnicamente bien aplicado un tratamiento puede generar una demanda judicial
que si bien no prospera, por falta de fundamento médico, sí puede provocar una sensación de
angustia al facultativo responsable del mismo, durante el tiempo más o menos largo que dure la
instrucción del proceso y lleguen al juez y el ministerio fiscal a la conclusión que no hay indicios
razonables de que se haya realizado un acto médico esté tipificado jurídicamente como
negligencia o imprudencia temeraria.
Muchas son las novelas, en las que sus autores, describen a jóvenes abogados, que en sus
primeros pasos profesionales se pasan el día en la sala de espera de un hospital para
contactarse con los familiares de pacientes para ofrecerles sus servicios profesionales, ante la
posibilidad de encontrarse con la necesidad de una presunta reclamación por mal desempeño
del médico.
Esta no es una situación insólita, sino habitual, una situación que no sólo se da a este nivel sino
en muchos programas televisivos, donde pueden ser habituales noticias de denuncias por mala
praxis, o anuncios de abogados que se dedican a esta especialidad. Esto se produce porque
no solo el derecho lo permite, sino porque fundamentalmente, las leyes y, en especial la
evolución jurisprudencia en este campo, consideran que existen posibilidades de rotundo éxito
en la reclamación.
Nadie puede discutir que el médico como cualquier otro profesional, ha de ser responsable de
sus negligencias, además, se deben habilitar mecanismos para que puedan probarse y para
que el responsable no se ampare en un hermetismo de clase que haga imposible que el
afectado obtenga los medios de prueba que le sean precisos. Pero, por otra parte, los jueces
deben ser ponderados a la hora de aplicar la ley.
En una oportunidad leí que: Decía ARISTOTELES, "la ley es la razón, libre de pasión", pero
en muchas sentencias judiciales se ha visto, sobre todo en el país de donde hemos
"HEREDADO" esta costumbre de la demanda por mala praxis, mucha más pasión que razón.
La realidad hoy por hoy, es que cuando alguien sufre un infortunio, piensa de inmediato a quién
podría responsabilizar de ello...
Es correcto que cuando se sea responsable de un daño se pague por ello, pero de ahí a que
siempre que este daño se produzca un tercero deba pagarlo, media un abismo.
La presión social va en este sentido, y ello explica quizá porque en países como Estados
Unidos, objetos desechables y tan simples como un encendedor por ejemplo, estén cubiertos
de etiquetas advirtiendo su PELIGROSIDAD. Hay una especie de paranoia por el temor de ser
demandados.
Con esto quiero decir que no debe pasarse la barrera de lo lógico, cayendo en el absurdo, no
es malo que la gente sepa que tiene sus derechos y que puede hacerlos valer, lo que hay que
evitar es que se acepte "heredar" costumbres importadas de un país dominante por el solo
hecho de serlo, sino que deben filtrarse ciertos criterios objetivos y razonables.
Debemos hacer que el médico sea responsable de su arte de curar en toda su amplitud, pero
que la pasión no tenga cabida en la ley, que debe estar fundada exclusivamente en la razón, en
toda su pureza.
Es evidente que mientras las cosa salen bien, y esto sucede en todas las profesiones, te lo
reconozcan o no, no pasa nada. Pero el planteamiento es totalmente distinto cuando algo sale
mal, en cuyo caso la práctica nos demuestra la necesidad, o cuando no la legalidad de buscar
responsabilidades, un responsable, con todo el riesgo que ello impone.