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Introducción
Hasta tiempos recientes, la escuela se ocupaba, desde el punto de vista formal, únicamente de las
áreas denominadas académicas. Incluso puede decirse que lo hacía sin preocuparse demasiado de los
alumnos con dificultades de aprendizaje, porque, al fin y al cabo, la esencia de su función era enseñar y
evaluar con el fin de clasificar y seleccionar a los alumnos. En las últimas décadas, por motivos sociales y
educativos, se ha desarrollado una verdadera preocupación por atender al alumnado que tiene necesidades
educativas especiales y por integrarlos de manera efectiva en las aulas.
La observación de los padres y de los educadores, así como la comunicación de los hijos con los
padres y de los alumnos con los educadores, son los mejores medios para detectar los problemas. Ya que
los problemas que tienen los menores siempre aparecen de una u otra forma y, por tanto, si los padres y
los educadores son buenos observadores, especialmente de los cambios bruscos que se producen en los
niños y en las niñas, y crean condiciones para una buena comunicación, los problemas podrán ser
detectados.
La descripcion de la situación
El alumnado con dificultades de aprendizaje, en relación con los que no las tienen, es más
probable que tengan problemas emocionales, falta de habilidades sociales y problemas de conducta. No
hay un único patrón de personalidad, problemas de conducta y habilidades sociales del alumnado con
dificultades de aprendizaje. No es posible ofrecer un cuadro especifíco de estos alumnos frente a los que
simplemente tienen un bajo rendimiento académico. Un número relativamente importante de alumnos con
dificultades de aprendizaje no presentan estos problemas emocionales, sociales o de conducta.
¿Qué se puede concluir de las relaciones entre los problemas emocionales y de conducta y las
dificultades de aprendizaje? Se puede afirmar que existen factores sociales (generales y previos) o
neuropsicológicos (centrales) que explican la asociación entre determinados tipos de dificultad y
determinados tipos de problemas emocionales sociales.
Los problemas emocionales y sociales juegan un rol importante en las dificultades de aprendizaje y
en el rendimiento. Bien directamente, falta de motivación, concentración o conducta; mala relación con el
profesor o compañeros; ante los padres por su conducta; baja autoestima; control externo, ansiedad… O
bien como consecuencias de las propias dificultades, como por ejemplo, provocando conflictos con el
profesor, mala consideración de los compañeros, baja autoestima, ansiedad ante los resultados, rechazo
por parte de los padres, problemas de conducta en el aula o fuera de ella…
1. Las dificultades de aprendizaje y el bajo rendimiento escolar forman parte de un sistema en el que
se potencian problemas graves como la posibilidad de sufrir maltrato, y son potenciados por el propio
maltrato infantil y todos los factores que los desencadenan.
2. El buen funcionamiento escolar es un protector de sucesos graves, como el maltrato y factores
asociados a él y, a la inversa, la ausencia de maltrato y los factores vinculados a ella, potencian el
buen funcionamiento escolar.
Tipos de agresiones
Existen dos formas de agresividad. La primera es la que tiene como objetivo solucionar
problemas. La segunda es más irracional: el abuso y maltrato gratuito de otra persona. En esta forma de
agresividad existen dos tipos de roles, el agresor y la víctima. Son roles que suelen perdurar en el tiempo.
Se trata de una forma de relación en la que el agresor trata de dominar y someter a la víctima mediante
distintas formas de agresión (insultos, amenazas o violencia física).
Los efectos
El primer tipo de agresividad crea una cadena de conflictos que lleva a aprender a recurrir a la
violencia para resolver los problemas. Este tipo de agresividad provoca daños morales, sociales,
psicológicos e incluso físicos. Este patrón agresivo tiende a convertirse en un hábito. Algunos de los
mejores recursos de la educación formal para desarrollar un estilo relacional eficaz y no agresivo es el
aprendizaje de habilidades sociales, resolución de conflictos y técnicas de afrontamiento.
El segundo tipo de agresividad tiene efectos dañinos tanto en la víctima como en el agresor. La
víctima seguramente vea dañada su autoestima y sienta que no puede controlar lo que le sucede. Tiende a
aislarse socialmente y sentirse diferente. Puede sufrir también ansiedad, depresión, tensión, miedo y
culpa. El agresor puede obtener refuerzos perverso como popularidad, sensación de poder y pequeñas
ganancias sociales que le lleven a consolidar y generalizar su patrón de agresor. Esto termina trayendole
problemas sociales e incluso laborales o penales. Las personas que recurren a este patrón suelen haber
sido también víctimas y tienen carencias básicas en su proceso de socialización. Además de la víctima y
el agresor están los observadores. Los que no intervienen provocan más daño en la víctima, refuerzan al
agresor y se hacen daños a sí mismos disminuyendo su autoestima, volviendose más insensibles al
sufrimiento ajeno.
Desde el centro escolar es necesario que se estudien las formas adecuadas de prevenir, controlar y
extinguir las conductas agresivas y violentas. Para ello deben ser analizados los contenidos y modelos que
se ofrecen en las enseñanzas escolares, establecer normas de conducta y sistemas de control de las
mismas. Son necesarios programas de formación de padres y profesores y programas dirigidos a que los
alumnos se entrenen en habilidades sociales, empatía y formas de resolver conflictos.
Propuesta de actuación
La estrategia de actuación más adecuada es la prevención. Hay que preguntarse qué contenidos
emocionales, mentales y conductuales deben promocionarse para mejorar el bienestar de los individuos y
de la sociedad. Una propuesta preventiva globalizadora no debe centrarse sólo en el ámbito escolar, ya
que las póliticas sociales influyen en el ámbito escolar. En el contexto escolar hay cuatro dimensiones a
destacar: la personal, la cognitiva, la afectiva y la conductual.
Formación de la personalidad
Desarrollo cognitivo
El que los padres, profesores y niños compartan una visión positiva del ser humano es también un
inhibidor de la agresividad. Los alumnos deben entender la necesidad de compartir valores y normas. Hoy
en día el éxito escolar está sobredimensionado, aunque diversas investigaciones han demostrado la
importancia de la inteligencia emocional. La importancia del éxito escolar tiene efectos negativos en los
alumnos con dificultades de aprendizaje, ya que son rechazados y minusvalorados. Es necesario que los
alumnos adquieran también los valores humanos universales.
Equilibrio afectivo
Desde el punto de vista afectivo, lo más importante es que los niños tengan una buena historia de
apego y una adecuada red de relaciones sociales. Uno de los valores afectivos, la empatía, puede
trabajarse a través de la educación incidental, aquella que se realiza durante el desarrollo de la vida
cotidiana , y también a través de la educación formal, mediante simulaciones y análisis de situaciones
reales.
Las habilidades sociales ayudan a mejorar el propio bienestar personal y social. La forma en que
padres y profesores afrontan el nivel escolar de los alumnos tiene una gran importancia. Sin embargo, en
ocasiones los programas preventivos no evitan la aparición de problemas de conducta. En estos casos es
necesario recurrir a programas de disciplina inductiva. Estas normas deben ser razonadas y convencer a
quien las aplica y a quien las obedece y tienen que poder ser discutidas y cambiadas si es lo adecuado.
Las normas han de ser coherentes y tiene que haber un sistema de sanciones para que sean educativas.
Hay que tener en cuenta que la relación entre padres o educadores y niños es asimétrica: los primeros
tienen que educar y proteger a los últimos.