You are on page 1of 12

I.

CUESTIONES INTRODUCTIVAS

1.1. QUÉ ES UN DOGMA?

Etim. Del latín y del gr dogma. Proposición reconocida como principio cierto, evidente e indudable en una
ciencia. Verdad revelada por Dios y declarada y propuesta por la Iglesia para nuestra creencia.
Filos y Teol: Aunque esta palabra significa en griego decreto, resolución o sentencia, y en este sentido se
usa muchas veces en la Sagrada Escritura, entre los autores eclesiàsticos significa verdad revelada por
Dios.1

1.2. EL DOGMA DE LA TRINIDAD – ORIGEN

La Trinidad es el dogma central del cristianismo católico, del cristianismo ortodoxo y de algunas
denominaciones protestantes. Afirma que Dios es un ser único que existe simultáneamente como tres
personas distintas, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. El término es una palabra compuesta de "tres" y
"Unidad" = "Tres en uno", Tri-unidad, Trinidad. Esta palabra "Trinidad" como tal, no existe en las Escrituras
(la Biblia).

La iglesia Católica Romana dice: “La Trinidad es el término con que se designa la doctrina central de la
religión cristiana [...] Así, en las palabras del Credo de Atanasio: ‘el Padre es Dios, el Hijo es Dios y el
Espíritu Santo es Dios, y sin embargo no hay tres Dioses, sino un solo Dios’. En esta Trinidad [...] las
Personas son co-eternas y co-iguales: todas, igualmente, son increadas y omnipotentes. [...]

La Iglesia Ortodoxa Griega dice de la Trinidad lo siguiente: “Dios es trino y uno. [...] El Padre es totalmente
Dios. El Hijo es totalmente Dios. El Espíritu Santo es totalmente Dios” (Our Orthodox Christian Faith).

Origen del Dogma de la Trinidad

En el año 215 DC, Tertuliano fue el primero en usar el término Trinidad (aunque algunos autores difieren y
dicen: Teófilo fue el primero en usar este término y Tertuliano lo acuñó), aunque no fue sino hasta el año 325,
en el que el Concilio de Nicea I lo fijara explícitamente en el Símbolo Niceno como parte de la fe cristiana.

El símbolo niceno o símbolo de la fe es una declaración dogmática de los contenidos de la fe cristiana


promulgada en el Concilio de Nicea I (325). El objeto del credo niceno fue consensuar una definición de los
dogmas de la fe cristiana, impedida hasta entonces por la escasa institucionalización y las fuertes variantes
regionales. El principal adversario de la doctrina nicena fue el arrianismo, una corriente teológica que negaba
la divinidad de Jesús; otros problemas teológicos, en especial trinitarios, no se resolverían hasta el Concilio
de Constantinopla, cuando el carácter divino del Espíritu Santo se afirmó definitivamente.

El credo resume los principios básicos de la fe ortodoxa de una manera relativamente sencilla, con la
intención de proporcionar un recurso para memorizarlos y proclamarlos a los fieles. Implícitamente condena
los errores más difundidos, como medio para identificar las posibles disidencias; modificaciones posteriores
del credo buscarían dar mayor precisión a la definición de las herejías contemporáneas.

Una versión ligeramente modificada dictada en el Concilio de Constantinopla I (381) se denomina símbolo
niceno constantinopolitano, que surgió por la necesidad de la Iglesia de establecer claramente todo aquello
en lo que debe creer cualquier bautizado. Además se establece para tener una referencia en contra de las
ideas heréticas que surgían a cada momento.
El credo niceno, símbolo de la fe, es aceptado por la Iglesia Católica, las iglesias ortodoxas, la anglicana, y
la mayoría de las iglesias protestantes, y representó la última versión del contenido teológico del cristianismo
en la que ortodoxos y católicos se mostraron de acuerdo, un consenso que se rompería con la introducción
en el IV Concilio de Toledo de 587 de la llamada "cláusula filioque".

Para la gran mayoría de las denominaciones cristianas, el credo niceno constituye la base central e
incontrovertible de la fe. La profesión del mismo es parte de la celebración católica y ortodoxa de la misa, y
forma parte de la prédica de la mayoría de las iglesias protestantes.
Las denominaciones que rechazan en todo o en parte el credo —entre ellas mormones, Testigos de Jehová,
arrianos y unitaristas— son frecuentemente catalogadas por las otras de no cristianas, lo que ha provocado
agrias disputas y aún acciones legales en los Estados Unidos.

Primer Concilio de Constantinopla: El Primer Concilio de Constantinopla se celebró entre mayo y julio de
381, está considerado el II Concilio Ecuménico por las Iglesias Católica , Ortodoxa, Anglicana y Luterana .

Motivación del concilio

Lectura obligatoria: EICHER, Peter. Diccionario de Conceptos Teológicos. Dogma-Evolución de los Dogmas. (R 203
D411i V. 1) pag 262-274. (presentar informe de lectura por escrito).
1
Cfr. Dogma en: Enciclopedia Universal Ilustrada. Espasa-Calpe. S.A. Vol 18.

1
Tras la celebración en 325 del Concilio de Nicea en el que se condenó como herético el arrianismo, doctrina
que negaba la divinidad de Jesucristo, este resurgió con fuerza en la propia Constantinopla gracias al apoyo
de su obispo, Eusebio de Nicomedia, quien logró convencer a los sucesores del emperador Constantino
para que apoyaran el arrianismo y rechazaran la línea ortodoxa aprobada en Nicea y sustituyeran a los
obispos nicenos por obispos arrianos en las sedes episcopales de Oriente.

Además había surgido una nueva doctrina defendida por Macedonio de Constantinopla que, aunque
afirmaba la divinidad de Jesucristo, se la negaba al Espíritu Santo y que es conocida como herejía
Macedonia o Pneumatómaca.

Esta situación era la que se encontró Teodosio I cuando, en 379, subió al trono imperial. Teodosio decidió
entonces convocar el primero de los concilios que habrían de celebrarse en Constantinopla para solucionar
las controversias doctrinales que amenazaban la unidad de la Iglesia.

El Concilio

El concilio se inició bajo la presidencia del Patriarca Melecio de Antioquia y con la asistencia de 150 obispos
de las diócesis orientales, ya que el papa Dámaso I no envió legado alguno, y entre sus principales
participantes destacaron los llamados "Padres Capadocios"; Basilio el Grande, Gregorio Niseno y Gregorio
Nacianzeno2. Este último fue designado por el propio concilio como obispo de Constantinopla y, tras la
muerte de Melecio, pasó a presidir el mismo hasta su dimisión y sustitución por Nectario.

La gran medida adoptada por el Primer Concilio de Constantinopla fue la reafirmación del Credo niceno
introduciendo en el mismo la consustancialidad del Espíritu Santo con el Padre y con el Hijo mediante la
expresión: Credo in Spiritum Sanctum qui ex Patre per Filium procedit(Creo en el Espíritu Santo, que
procede del Padre a través de hijo).

Con este añadido, que fijaba la ortodoxia de la Iglesia afirmando la divinidad tanto del Hijo (contra los
arrianos) como del Espíritu Santo (contra los pneumatómacos), el credo niceno paso a denominarse Credo
niceno-constantinopolitano.

Al final del concilio, el emperador Teodosio emitió un decreto imperial , declarando que las iglesias debían
restaurar a aquellos obispos que habían confesado la igualdad en la divinidad del Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo.

El carácter ecuménico de este Concilio, en el que no participó ningún representante de la Iglesia occidental,
fue confirmado por el Concilio de Calcedonia en 451.
Consecuencias

Tras el Primer Concilio de Constantinopla, las disputas teológicas acerca de la divinidad del Padre, del Hijo y
del Espíritu Santo, fueron sustituidas por las disputas cristológicas acerca de cómo se integraban en
Jesucristo sus naturalezas humana y divina, y que darán lugar al nestorianismo, el monofisismo y el
monotelismo)3redo de Nicea

Creemos en un Dios Padre Todopoderoso, hacedor de todas las cosas visibles e invisibles.
Y en un Señor Jesucristo, el Hijo de Dios; engendrado como el Unigénito del Padre, es decir, de la
substancia del Padre, Dios de Dios; luz de luz; Dios verdadero de Dios verdadero; engendrado, no hecho;
consubstancial al Padre; mediante el cual todas las cosas fueron hechas, tanto las que están en los cielos
como las que están en la tierra; quien para nosotros los humanos y para nuestra salvación descendió y se
hizo carne, se hizo humano, y sufrió, y resucitó al tercer día, y vendrá a juzgar a los vivos y los muertos.
Y en el Espíritu Santo.
Credo niceno constantinopolitano

Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de
Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del
Padre; por quien todas las cosas fueron hechas; que por nosotros los hombres, y por nuestra salvación
descendió del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por
nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato, padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día,
según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria,
para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.

Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo (cf. Filioque) que
con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia que es Una, Santa, Católica y Apostólica. Reconozco que hay un solo bautismo
para el perdón de los pecados, espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.
Amén

2
Investigar quienes son los padres Capadocios. También sobre la vida de Basilio el Grande, Gregorio Niseno y Gregorio
Nacianzeno.
3
Investigar sobre estos movimientos: nestorianismo, el monofisismo y el monotelismo.

2
La Cláusula Filioque: En la teología cristiana la claúsula filioque, o controversia filioque, hace referencia a la
disputa entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa por la inclusión en el Credo del término latino Filioque
que significa “y del Hijo”

Evolución histórica

La primera versión de Credo se fijó en el Primer Concilio Ecuménico celebrado en Nicea en 325, por lo que
es conocido como Credo niceno. En él no se hacía referencia alguna al origen del Espíritu Santo ya que lo
que en ese momento se intentaba era sentar, frente al arrianismo, la doctrina de la Iglesia en lo referente a la
figura de Jesucristo, por lo que se incluyeron frases como “engendrado, no hecho” y “consubstancial al
Padre”.

El Credo niceno ampliado por el Segundo Concilio Ecuménico, celebrado en Constantinopla en 381, en el
que se estableció, siguiendo lo dispuesto en el Evangelio de Juan (15:26b), que el Espíritu Santo “procede
del Padre” al decir:
Credo in Spiritum Sanctus qui ex Patre per Filium procedit (Creo en el Espíritu Santo, que procede del Padre
a través del hijo).
Este nuevo texto es conocido como Credo niceno constantinopolitano que, sin embargo no tuvo carácter
normativo hasta el Tercer Concilio Ecuménico celebrado en Calcedonia en 451.
En el año 589, durante el tercer concilio de Toledo, donde tuvo lugar la solemne conversión de los visigodos
al catolicismo, se produjo la añadidura del término filioque, por lo que el Credo pasaba a declarar que el
Espíritu Santo “procede del Padre y del Hijo” al decir:
Credo in Spiritum Sanctus qui ex Patre Filioque procedit (Creo en el Espíritu Santo que procede del Padre y
del Hijo).

El Credo, con la cláusula filioque, se extiende en el siglo VIII por el reino franco lo que obligó a Carlomagno a
convocar, en 809, un concilio que se celebró en Aquisgrán y donde el papa León III prohibió el uso de la
cláusula filioque ordenando que el Credo sin la misma fuera grabado sobre dos tablas de plata y expuesto
en la Basílica de San Pedro.
A pesar de dicha prohibición, la cláusula filioque siguió siendo utilizada en el reino franco con el beneplácito
implícito de Roma. Esta actitud será una de las causas del cisma fociano, germen del posterior, y hasta hoy
definitivo, Cisma de Oriente datado en el año 1054..

(El Cisma de Focio tuvo lugar en el siglo IX cuando regía la sede romana el papa Nicolás I (858-867) y era
Patriarca de Constantinopla el obispo San Ignacio, elegido el 4 de julio del año 847 por los monjes. Abad de
uno de los innumerables monasterios de Constantinopla, en la fiesta de Epifanía del año 857 negó
públicamente la sagrada comunión a un tío del emperador Miguel III el Beodo porque vivía licenciosamente
con su propia nuera. Enfadados, el Emperador y su ministro Bardas lo depusieron y desterraron el 23 de
noviembre del 858 y nombraron como nuevo patriarca a un erudito escritor laico de su Corte, oficial mayor
de su guardia, Focio, que en cinco días recibió todas las órdenes sagradas de manos de un obispo
suspendido y poco amigo del depuesto patriarca. Quiso Focio, pese a tantas irregularidades, recibir la
confirmación del papa Nicolás I, que había sido puesto al corriente por el depuesto San Ignacio. El papa
envió a Constantinopla a sus legados con instrucciones de deponer a Focio y restituir a Ignacio, pero fueron
ganados a su causa por el habilísimo Focio ("el hombre más artero y sagaz de su época: hablaba como un
santo y obraba como un demonio") y lo confirmaron como Patriarca de Constantinopla en un Sínodo habido
en la ciudad el año 861. El papa los excomulgó, y también al emperador y al discutido patriarca Focio, con lo
que éstos rompieron con el Papa y rechazaron su primacía para las cuestiones de fe declarando a Focio
Patriarca Universal, de forma que el ilegítimo patriarca excomulgó también al papa Nicolás I y le depuso
teóricamente de la silla de Pedro.

El Cisma de Focio fue breve (duró del 858 al 867) porque, al ser derrocado el emperador Miguel III por el
macedonio Basilio I, Focio fue depuesto y restituido en la sede constantinopolitana el legitimo patriarca
Ignacio, con lo que las iglesias de Oriente y Occidente se reconciliaron efímeramente; Focio fue encerrado
en un monasterio donde murió en 886. La importancia del Cisma de Focio deriva de que abonó el terreno
como precedente para el ya definitivo Cisma de Oriente que separó la Iglesia católica romana de la Iglesia
ortodoxa.)

La definición del Concilio de Nicea, sostenida desde entonces con mínimos cambios por las principales
denominaciones cristianas, fue la de afirmar que el Hijo era consustancial (ὁμοούσιον, homousion,
literalmente "de la misma sustancia (que)") al Padre. Esta fórmula fue cuestionada y la Iglesia pasó por una
generación de debates y conflictos hasta que la "fe de Nicea" fuese reafirmada en Constantinopla en 381.

A modo de conclusión se puede decir que en Nicea toda la atención fue concentrada en la relación entre el
Padre y el Hijo, inclusive mediante el rechazo de algunas frases típicas arrianas mediante algunos anatemas
anexados al credo; y no se hizo ninguna afirmación similar acerca del Espíritu Santo. Pero, en
Constantinopla (381) se indicó que éste es adorado y glorificado junto con Padre e Hijo
(συμπροσκυνούμενον καὶ συνδοξαζόμενον), sugiriendo que era también consustancial a ellos. Esta doctrina

3
fue posteriormente ratificada por el Concilio de Calcedonia (451), sin alterar la substancia de la doctrina
aprobada en Nicea.

Otras fuentes nos afirman: La Trinidad es el término empleado para significar la doctrina central de la religión
Cristiana: la verdad que en la unidad del Altísimo, hay Tres Personas, el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo,
estas Tres Personas siendo verdaderamente distintas una de la otra. De este modo, en palabras del Credo
Atanasio: "El Padre es Dios, el Hijo es Dios, y el Espíritu Santo es Dios, y, sin embargo, no hay tres Dioses
sino uno solo". En esta Trinidad de Personas, el Hijo proviene del Padre por una generación eterna, y el
Espíritu Santo procede por una procesión eterna del Padre y el Hijo. Sin embargo y a pesar de esta
diferencia, en cuanto al orígen, las Personas son co-eternas y co-iguales: todos semejantes no creados y
omnipotentes. Esto, enseña la Iglesia, es la revelación en relación a la naturaleza de Dios, donde Jesucristo,
el Hijo de Dios, vino al mundo a entregarla al mundo: y la cual, la Iglesia, propone al hombre como el
fundamento de todo su sistema dogmático.

En las Escrituras, aún no hay ningún término por el cual las Tres Personas Divinas sean denotadas juntas.
La palabra trias ( de la cual su traducción latina es trinitas) fué primeramente encontrada en Teófilo de
Antioquía cerca del año 180 D.C. El habla de "la Trinidad de Dios (el Padre), su Palabra y su Sabiduría ("Ad.
Autol.", II, 15). Más tarde, aparece en su forma Latina de trinitas en Tertuliano ("De pud". C. Xxi). En el siglo
siguiente, la palabra tiene uso general. Se encuentra en muchos pasajes de Orígenes ("In Ps. Xvii", 15). El
primer credo en el cual aparece es aquel del pupilo de Orígenes, Gregorio Thaumaturgus. En su Ekthesis
tes pisteos compuesto entre los años 260 y 270, escribe:
Por lo tanto, no hay nada creado, nada sujeto a otro en la Trinidad: tampoco hay nada que haya sido
añadido como si alguna vez no hubiera existido, pero que ingresó luego: por lo tanto, el Padre nunca ha
estado sin el Hijo, ni el Hijo sin el Espíritu: y esta misma Trinidad es inmutable e inalterable por siempre.
(P.G.,X, 986).

En 1014 con motivo de su coronación como emperador de Sacro Imperio, Enrique II solicitó al papa
Benedicto VIII la recitación del Credo con la inclusión del filioque. El papa, necesitado del apoyo militar del
emperador, accedió a su petición con lo que por primera vez en la historia el filioque se uso en Roma.

Situación actual

El 6 de agosto de 2000, el entonces cardenal Joseph Ratzinger y posterior papa Benedicto XVI, publicó en
su calidad de prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe un documento titulado Dominus Iesus
que supone un intento de acercamiento hacia la Iglesia ortodoxa. En dicho documento:
1. Se adjunta una declaración, reservada para los teólogos, en la que se reconoce a las Iglesias ortodoxas
los primeros siete concilios ecuménicos.
2. La confesión de fe que lo empieza omite el filioque.

De todos modos, la doctrina de tres personas realmente distintas en un solo Dios verdadero estaba ya
implícita en el Símbolo de los Apóstoles que se usaba en las antiguas liturgias bautismales de las
comunidades cristianas de Roma y se cree se remonta hasta la época apostólica.
Es uno de los puntos más complejos y sutiles de la teología del cristianismo, ha sido también uno de los que
ha dado ocasión a más herejías y cismas, sobre todo con respecto a la naturaleza del Hijo (Jesús) y a la
relación de la segunda y tercera persona con el Padre.

Principales documentos del Magisterio sobre la fe en la Trinidad4

Son muchas las fórmulas de los símbolos trinitariamente estructuraodas las que se pueden encontrar, pero
muchas de ellas fueron fórmulas personales o privadas y por este mismo hecho se ve más justo detenernos
sobre aquellas que fueron realmente propuestas y aceptadas por la Iglesia.

Símbolo de Nicea 325. DS 125 / Símbolo Niceno-constantinopolitano 381. DS 150


El Símbolo de los Apóstoles del Sig II. DS 30 / Confesión Pseudo-Atanasiana “Quicunque” del Sig VI. DS
75
La carta de Dionisio de Roma a Dionisio de Alejandría del 262. DS 112-115
Il sínodo Romano baja Damaso I del 382. DS 153-176
Il Concilio Constantinopolitano I del 553 Can 1 y 2. DS 421 ss
El Sínodo de Letrán del 649 Can 1 y 2. DS 501/ El Sínodo XI de Toledo del 675. DS 525 - 532
El Sínodo de Roma del 680. DS 546 / El Sínodo XV de Toledo del 688. DS 566
El Sínodo XVI de Toledo del 693. DS 568-570. / El Concilio IV de Letrán del 1215. DS 800-8002
El Concilio II de Lyon Cuarta sesión del 1274. DS 851-853. / El Concilio de Florencia del 1445. DS 1330-
1333.
Constitución “Cum Quorumdam hominum” del 1555. DS 1880.

Principales Afirmaciones Del Dogma Teológico Trinitario5

4
Cfr. H. Denzinger – A. Schönmetzer. (DS) El Magisterio de la Iglesia. Enchiridion Symbolorum
Definitionum et Declarationum de Rebus Fidei et Morum. Herder, Barcelona, 2000. 1630 p.
5
Cfr. LUDWIG MULLER, Gerhard. Dogmatica Cattólica, Per lo Studio e la Prassi Della teología. San Pablo, Milano,
1999. pag 511.

4
• La Trinidad es un misterio absoluto, que no resulta intrínsecamente comprensible ni siquiera después de
su revelación, o sea, que no puede ser reducido al nivel de la capacidad natural cognoscitiva de la razón
creada. Es en la fe y en el amor en donde se da una relación cognoscitiva y unificadora con el misterio
del amor, que es Dios mismo.

• La Iglesia cree en el Dios Uno y único existente en las tres personas (Hipóstasis) del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo.

• En la unidad del Único Dios existen relaciones y propiedades entre ellos realmente distintas. Porque la
recíproca relación de las personas Divinas constituye la única actuación esencial di Dios, existe sólo una
distinción virtual entre la esencia de Dios y las personas divinas.
• Las personas divinas no son partes o momentos actuantes de Dios, pero cada una de ellas sí es
verdadero Dios. Cada persona divina está en la otra. Esas se compenetran mutuamente. ( Pericoresi).

• Las personas divinas en su ser y en su actuar no pueden ser separadas entre ellas, o sea, en su operar
hacia el externo. En la creación, en la redención y en el cumplimiento final ellas obran como un único
principio. Esto no significa que en la unidad de su acción no se manifieste justamente su distinción (en la
revelación histórica).

1.3. PRUEBAS DE LA DOCTRINA TRINITARIA EN EL NUEVO TESTAMENTO6

La realidad divina se hace presente entre los hombres no sólo en sí misma, sino en las palabras que se
emplean para designarla. La realidad de un Dios Trino, presente y actuante en la historia, deja su impronta
en multitud de fórmulas y formulaciones que encontramos en los Escritos del Nuevo Testamento.

El Nuevo Testamento se expresa constantemente en formulaciones trinitarias cuando habla del


acontecimiento salvador ocurrido en la vida, muerte, resurrección y exaltación de Jesús; cuando contempla
el plan Divino de salvación. Cuando ve el inicio de la vida de fe de los cristianos o la forma de constituirse en
Iglesia o la vida eterna tiene una forma y una plenitud trinitaria.

Las fórmulas trinitarias son expresión de una fe, de una experiencia o vivencia. A la base de las fórmulas se
encuentra la experiencia de las Tres Personas Divinas. En el Nuevo Testamento aparecen, unidas y
distintas, en todos los temas y campos de la vida y de la reflexión cristiana.

Algunos autores opinan que existe una evolución en el concepto de Dios en el N.T. precisamente porque
creen encontrar una evolución en las fórmulas; de este modo han llegado a la conclusión que las evidencias
trinitarias en las Escrituras culminan en la comisión bautismal de Mateo 28,19. Esta parece nacer de
fórmulas mucho más sencillas como parece en Hch 2,38 y 8,6. También se encuentra a lo largo del N.T.
varias fórmulas binarias, que incluyen al Padre y al Hijo.

De otra aparte, es evidente de la narración de los Evangelistas que Cristo sólo dio a conocer la verdad a los
Doce paso a paso. Primero, El les enseñó a reconocer en El al Eterno Hijo de Dios. Al final de su ministerio,
El prometió que el Padre enviaría otra Persona Divina, el Espíritu Santo, en su lugar. Finalmente después de
su resurrección, El reveló la doctrina en términos explícitos, empujándolos a "ir y enseñar a todas las
naciones, bautizando en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo" (Mateo 28:19). La fuerza de
este pasaje es decisivo.

Que "el Padre" y "el Hijo" son Personas distintas se sigue de los términos mismos los cuales son
mutuamente exclusivos. La mención al Espíritu Santo en la misma serie, los nombres conectados uno con el
otro por la conjunción "y...y" hace evidente que tenemos aquí una Tercera Persona co-ordinada con el Padre
y el Hijo, y excluyen la suposición que los Apóstoles entendieron al Espíritu Santo no como una Persona
distinta, sino como Dios visualiza su acción sobre las criaturas.

La frase "en el nombre" (eis to onoma) afirma del mismo modo la Divinidad de las Personas y su unidad de
naturaleza. Más aún, el uso del singular "nombre" y no el plural, muestra que estas Tres Personas son aquel
Dios Uno Omnipotente en quien creían los Apóstoles. Sin dudas, la unidad de Dios es tan fundamental a una
doctrina como la de los Hebreos y de la religión Cristiana, y es afirmada en tantos incontables pasajes del
Antiguo y Nuevo Testamento, que cualquier explicación inconsistente con esta doctrina podría ser, en su
conjunto, inadmisible.

Aparte de este pasaje, hay muchos otros en el Evangelio que se refieren a una u otra de las Tres Personas
en particular y claramente expresan la personalidad separada y la Divinidad de cada una. En relación a la
Primera Persona no será necesario entregar citas especiales: aquellos que declaran que Jesucristo es Dios
el Hijo, afirman también una personalidad separada del Padre. La divinidad de Cristo es ampliamente
atestiguada no solo por San Juan sino por los Sinópticos.

6
Cfr. ARIAS REYERO, Maximino. El Dios de Nuestra Fe, Dios uno y Trino. CELAM, Bogotá-Colombia, 1991. pgs
200 y ss.

5
De lo anterior pudiera aparecer que la experiencia cristiana se explicite en diversas formulaciones, pero es
la misma en la diversidad con la tendencia a explicitarse en fórmulas trinitarias.

Veamos ahora algunos de los más importantes pasajes de los Sinópticos, en los cuales Cristo es la muestra
evidente de su Naturaleza Divina. El declara que El vendrá a ser el juez de todos los hombres (Mateo 25,31)

En la parábola del granjero malo, El se describe a Sí mismo como el hijo del dueño de casa, mientras que
los Profetas, uno y todos son representados como los sirvientes (Mt 21,33 ss) El es el Señor de los Ángeles,
aquel que ejecuta sus comandos (Mt 24,31). El aprueba la confesión de Pedro cuando éste lo reconoce a El,
no como el Mesías sino explícitamente como el Hijo de Dios: y El declara que ese conocimiento es debido a
una especial revelación del Padre (Mt 16, 16-17). Finalmente, ante Caifás, El no se declara meramente
como el Mesías, sino como respuesta a una segunda y distinta pregunta afirma su reclamación de ser el Hijo
de Dios. Instantáneamente El es declarado por el sumo sacerdote culpable de blasfemia, una ofensa la cual
no se le pudo haber adjudicado por haberse proclamado simplemente como el Mesías (Lc 22,66-71).

El testimonio de San Juan es aún más explícito que aquel de los Sinópticos. Expresamente declara que el
propósito mismo de su Evangelio es establecer la Divinidad de Jesucristo (Jn 20,31). En el prólogo lo
identifica con la Palabra, el único que procede del Padre, Aquel que desde toda la eternidad existe con Dios,
Aquel es Dios (Jn 1,1-18). La inmanencia del Hijo en el Padre y del Padre en el Hijo es declarada con
palabras de Cristo a San Felipe: "No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en Mi? (Jn 14,10) y, en
otros pasajes no menos explícitos (Jn 14,7; 16,15;17,21).

La unicidad de su poder y su acción es afirmada: "el Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve
hacer al Padre: lo que hace El, también lo hace igualmente el Hijo" (Jn 5,19; 10,38) "Porque, como el Padre
resucita a los muertos y les da la vida, así también el Hijo da la vida a los que quiere" (Jn 5,21).

En Jn 10,29-30 Cristo enseña expresamente su unidad esencial con el Padre: "El Padre, que me las ha
dado, es más grande que todos, y... Yo y el Padre somos uno.» Las palabras "aquello que el Padre me ha
dado", puede, teniendo en cuenta el contexto, no tener otro significado que el Divino Nombre, poseído en su
totalidad por el Hijo así como por el Padre. Los críticos racionalistas descansan sobre el texto: "el Padre es
más grande que yo". (Jn 14,28). Ellos argumentan que esto es suficiente para establecer que el autor del
Evangelio tenía puntos de vista subordinacionistas, y exponen en este sentido, ciertos textos en los cuales el
Hijo declara su dependencia del Padre (Jn 5,19; 8,28).

En relación a la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, hay pocos pasajes que pueden ser citados de los
Sinópticos que atestigüen su personalidad distintiva. Las palabras de Gabriel (Lc 1,35) haciendo alusión al
uso del término "el Espíritu" en el Antiguo Testamento, para significar a Dios como operativo en Sus
criaturas, puede decirse que difícilmente contiene una revelación definitiva de la doctrina. Por la misma
razón, es dudoso si la advertencia de Cristo a los fariseos en relación a la blasfemia contra el Espíritu Santo
(Mt 12,31) puede ser usada como prueba. Aunque en Lucas 12,12, " el Espíritu Santo les enseñará lo que
tengan que decir." (Lc 24,49 y Mt 10,20 ), su personalidad está claramente denotada. Estos pasajes,
tomados en conexión con Mateo 28,19, postulan la existencia de tal enseñanza como lo encontramos en los
discursos en el Cenáculo, reportado por San Juan (14-16).

Tenemos, en estos capítulos la preparación necesaria para la comisión bautismal. En ellos, los Apóstoles
son instruidos no solo en relación a la personalidad del Espíritu, sino en relación a Su función hacia la
Iglesia. Su trabajo es enseñar lo que sea que El oiga (16,13) y les recordará todas las enseñanzas de Cristo
(14,26) para convencer al mundo del pecado (16,8).

Más aún, a pesar de la forma neutral de la palabra (pneuma), el pronombre usado en relación a El es el
masculino ekeinos. La distinción del Espíritu Santo del Padre y del Hijo está implícita en las declaraciones
expresas de que El procede del Padre y es enviado por el Hijo (15,26; 14,16, 26). Sin embargo, El es uno
con Ellos: su presencia con los Discípulos es al mismo tiempo la presencia del Hijo (14,17-18), mientras que
la presencia del Hijo es la presencia del Padre (14,23).

En los escritos que restan del Nuevo Testamento hay numerosos pasajes que acreditan cuan clara y
definitiva fue la creencia de la Iglesia Apostólica en las tres Divinas Personas. En ciertos textos, la
coordinación del Padre, Hijo y Espíritu no deja duda posible en lo que quiso decir el escritor. Sin embargo, en
la Segunda Carta a los Corintios 13,13, San Pablo escribe: "La gracia de nuestro Señor Jesucristo y la
caridad de Dios, y la comunicación del Espíritu Santo estén con todos Uds". Aquí la construcción muestra
que el Apóstol está hablando de tres Personas distintas. Más aún, siendo que los nombres Dios y Espíritu
Santo son nombres Divinos semejantes, se sigue que Jesucristo es también visto como una Persona Divina.
Así también en la 1 Cor. 12,4-11: " Hay diferentes dones espirituales, pero el Espíritu es el mismo. Hay
diversos ministerios, pero el Señor es el mismo.] Hay diversidad de obras, pero es el mismo Dios quien obra
todo en todos." (Cfr. también a los Ef 4,4-6; I P 1,2-3.)

Aparte de pasajes como éstos, donde hay una mención expresa de las Tres Personas, la enseñanza del
Nuevo Testamento en relación a Cristo y el Espíritu Santo está libre de toda ambigüedad. En relación a
Cristo, los Apóstoles emplearon modos de discurso, los cuales a los hombres traídos de la fe hebrea,
necesariamente significaron fe en su Divinidad. Tal, por ejemplo, es el uso de la Doxología en referencia a El.

6
La Doxología, "Para El sea la gloria por los siglos de los siglos" (Cfr. I Cro 16,38; Sal 103, 31; 28,2) es una
expresión de alabanza ofrecida a Dios sólo. En el Nuevo Testamento, lo encontramos dirigido no sólo a Dios
el Padre, sino a Jesucristo (2Tim 4,18; 2P 3,18; Ap 1,6; Hb 13, 20-21 y Rom 16,27) y a Dios el Padre y Cristo
en conjunción (Ap. 5,13, 7,10;).

No menos convincente es el uso del título de Señor (Kyrios). Este término representa el Hebreo Adonai, así
como Dios (Theos) representa Elohim. Los dos son nombres igualmente Divinos (cfr. I Cor 8,4). En los
escritos apostólicos, Theos, casi podemos decir que ser tratado como el nombre apropiado de Dios el Padre,
y Kyrios del Hijo (cfr. 1Cor 12,5-6); en sólo unos pocos pasajes encontramos Kyrios usado para el Padre ( 1
Cor 3,5;7,17) o Theos para Cristo.

Lectura Complementaria: leer del Catecismo de la Iglesia Católica los numerales 232 y ss. II LA TRINIDAD
EN LA IGLESIA DE LOS PRIMEROS III SIGLOS

Como ya vimos, el Nuevo Testamento nos da a conocer a través de sus escritos que Dios es Padre, Hijo y
Espíritu Santo. La experiencia de Jesús y la experiencia de Dios que nos salva se expresa de esta forma en
la Escritura. Todo lo que se refiere a Dios está contenido en el N.T. sin embargo, se hace necesario
profundizar, asimilar y anunciar este contenido, que es de gran riqueza y esto se debe hacer con palabras y
expresiones humanas. Por ello mismo, los primeros creyentes se abocaron a esta gran tarea. A través de
diversas épocas y culturas, la Iglesia va interpretando y dando a conocer el contenido de la fe
neotestamentaria. El conocimiento humano avanza despacio, en contacto con otras culturas y dándose
cuenta de las falsas soluciones. Así la Iglesia, en lo que se refiere a la expresión de su fe, pasa por
diferentes épocas y fases.7 Hasta crear un lenguaje propio y claro que pudiera dar razón intelectual de su fe.

Pero es bueno saber que la historia de los primeros siglos del cristianismo está llena de episodios difíciles y
es allí en donde uno se da cuenta que su supervivencia es algo debido a la voluntad de Dios mismo. Nace
en un mundo que le es totalmente adverso. Perseguido por el judaísmo y los emperadores paganos,
amenazada con errores que le invaden de otras culturas o que nacen en él mismo, sin poder, sin
pensamiento racional profundo, sin grandes figuras. Pero es también en este contexto en el que la fórmula
‘Yo te bautizo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo’ va dando origen a una hermosa
doxología ‘ gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo’ de donde mace también otra fórmula que interpreta
todo la vida del cristiano: ‘En el Nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo’. Pronto se convertirá en
Credo, expresando así la adhesión personal a la Trinidad. Es desde este momento que muchas dificultades
de la historia del cristianismo han sido enfrentadas y superadas con esta fórmula, la cual se convierte en
‘regla de fe’.

De esto nos damos cuenta que desde los primeros siglos de la cristiandad, la doctrina de la Santísima
Trinidad ha sido enseñada por la Iglesia Católica y profesada por sus miembros. La fuerza probatoria más
alta debe necesariamente adherir a las fórmulas trinitarias, dado que expresan no una opinión privada de un
individuo singular, sino la creencia pública de todo el cuerpo de la fe. De otra parte, tampoco se puede
objetar que las nociones de los Cristianos sobre el tema fueron vagas y confusas, y que sus formas litúrgicas
reflejan este estado de ánimo. En este punto, la vaguedad era imposible. Cualquier cristiano puede ser
llamado a sellar con su sangre su fe que hay solo Un Dios. Más aún, sabemos que su instrucción en relación
a las doctrinas de su religión, era sólida. Los escritores de aquellos años dieron muestras como testigos que
incluso los iletrados estaban completamente familiarizados con las verdades de la fe.

Un autentico testimonio de la fe trinitaria lo podemos encontrar en las fórmulas bautismales como lo


demuestra la Didakhe en su capitulo 7: “ En lo que se refiere al bautismo, tenéis que bautizar así: habiendo
dicho todas estas cosas, bautizad en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu, en agua viva. Si no tienes
agua viva, bautiza con otra agua. Si no puedes con agua fría, hazlo con caliente. Si no tienes ni una ni otra,
derrama agua sobre la cabeza tres veces, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Antes del
bautismo, ayunen el bautizante y el bautizado y algunos otros que puedan. Pero al bautizando le ordenarás
que ayune uno o dos días antes”.

Hay otros escritos, como el de los padres apologistas, los cuales, desde otros puntos de vista hablan de la
trinidad, entre ellos podemos mencionar a San Justino y a Atenágoras. También se debe tener en cuenta a
San Ireneo de Lyon, San Clemente de Alejandría, Orígenes, Tertuliano, San Atanasio.

En estos padres el punto de partida para la formación de los conceptos del dogma es el testimonio de la
Sagrada Escritura. En el describir la esencia y la acción de Dios, ella emplea conceptos y términos que
indican relación. Padre, Hijo y Espíritu no indican una existencia absolutamente sin relación, al contrario,
dicen que la única esencia se actúa en relaciones constituyentes de las personas, o sea que no se puede
pensar al Padre separado del Hijo o los dos del Espíritu y viceversa. Los conceptos y los términos
relacionales de la teología trinitaria fueron precisados durante el transcurso de las polémicas con las
posiciones heréticas.

7
Cfr. Op.Cit. p 223-225

7
San Justino: Nació en Naplusa, en Samaría, a comienzos del siglo II. De sus escritos se deduce que desde
muy joven se dedicó a la filosofía, recorriendo, en pos de la verdad, las escuelas estoica, peripatética y
platónica, hasta que, insatisfecho de todas ellas, un anciano le llamó la atención sobre las Escrituras de los
profetas, “los únicos que han anunciado la verdad”. Esto, junto a la consideración del testimonio de los
cristianos que arrostraban la muerte por ser fieles a su fe, le llevó a la conversión. Más adelante Justino pasa
a roma, donde funda una especie de escuela filosófico-religiosa, y muere martirizado hacia el año 1658.

En cuanto a la trinidad dice: “Al Padre de todas las cosas no se le puede imponer nombre alguno, pues es
inengendrado. Porque todo ser al cual se le impone un nombre, presupone otro más antiguo que él que se lo
imponga. Los nombres de Padre, Dios, Creador, Señor, Dueño, no son propio nombres, sino apelaciones
tomadas de sus beneficios y de sus obras. En cuanto a su Hijo – el único a quien con propiedad se llama
Hijo, el Logos que está con él, siendo engendrado antes de las criaturas, cuando al principio creó y ordenó
por medio de él todas las cosas – se llama Cristo a causa de su unción y de que fueron ordenadas por
medio de él todas las cosas…. Jesús es un nombre humano, que tiene el sentido de Salvador. Porque el
Logos se hizo hombre según el designio de Dios Padre y nació para bien de los creyentes y para
destrucción de los demonios9.

En sus diálogos, hablando del Espíritu Santo Dice: “Al principio, antes de todas las criaturas, engendró Dios
una cierta potencia racional de sí mismo, a la cual llama Espíritu Santo ‘gloria del Señor’, y a veces también
Hijo, a veces Sabiduría, a veces Angel, a veces Dios, a veces Señor o Palabra… Todas estas apelaciones le
vienen de estar al servicio de la voluntad del Padre y del hecho de estar engendrado por el querer del
Padre10.

Con estas palabras, Justino, busca demostrar a los judíos y paganos de su tiempo la verdad de la fe
cristiana, la verdad del Evangelio. En dichos escritos se pueden distinguir dos niveles: el que transmite la
tradición y el de su propia especulación, la cual avanza en dos caminos según dialogue con paganos o con
judíos. A unos y a otros quiere demostrar que el único Dios en quien cree, es el Dios cristiano. Este único
Dios ya había anunciado a los judíos el envío de su Verbo cuando les habló de la Ley. Los paganos pueden
reconocer a este mismo Verbo anticipado en el Logos, principio universal que dirige y ordena el mundo.

Resalta también en sus escritos la absoluta trascendencia del Padre y su presencia a través del Verbo
creador, primero, y encarnado después en Jesucristo. Para Justino, el Verbo siempre ha estado en Dios
como fuerza inmanente.

Atenágoras: es conocido como un convertido al cristianismo después de haber seguido estudios de retórica
y de filosofía. Sus escritos están llenos de erudición y de los recursos estilísticos propios de los oradores y
escritores de la época.
En cuanto a sus escritos sobre la trinidad tiene una hermosa exposición titulada Dios Uno y trino, la cual es
una apología muy bien elaborada, en primer lugar sobre la Unicidad de Dios y luego sobre la Trinidad, con
ella quiere defender a los cristianos ante los emperadores, sin embargo, hay en sus escritos más que una
defensa, hay una penetración racional y una contemplación de la verdad central del Cristianismo: La
Trinidad.

Atenágoras argumenta racionalmente sobre la existencia y la unidad de Dios, pero al mismo tiempo, resalta
su Trinidad. De otra parte, quiere demostrar que los cristianos no son ateos; pero al mismo tiempo la unidad
y la distinción de las tres Personas. pag 88

Ahora, en una segunda etapa, después de la lucha contra las herejías, de la catequesis bautismal y de la
predicación, comienzan a desarrollarse las primeras teologías trinitarias de un modo más sistemático. Se
trata de enfrentar errores, de realizar un esfuerzo reflexivo, de clarificar el lenguaje. Se va a tratar de
exponer la fe ante cristianos y no cristianos. Para ellos se va ha mostrar, fundamentalmente, que la unidad
divina no queda amenazada por la confesión de la divinidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; se ha de
mostrar que confesar al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo como Dios no equivale a multiplicar los dioses, sino
las personas. Esto es lo que intentan: San Ireneo de Lyon, Clemente de Alejandría, Orígenes, Tertuliano,
San Atanasio.11

San Ireneo de Lyon:12 Originario de Asia Menor, hubo de nacer por los alrededores del año 140. Pasó su
infancia en Esmirna, donde aprendió la doctrina cristiana de labios del Santo Obispo Policarpo, discípulo de
Juan el Apóstol. Sin que se sepa con claridad, Ireneo pasó a occidente, y se estableció en Lyon de las
Galias, donde ejercía como presbítero cuando, el año 177, se levantó una terrible persecución en la que
sufrieron martirio el obispo de aquella sede, Potino, con muchos de sus fieles. Poco después fue elevado
Ireneo para suceder a Potino. La actividad de Ireneo se dirigió principalmente a combatir distintas formas de
desviación de la doctrina cristiana que se presentaba bajo forma de gnosis o sabiduría superior de los
misterios de la fe.

8
Cfr. VIVES, José. Los padres de la Iglesia. Herder, Barcelona, 2002. p. 73 ss.
9
Cfr. Justino, 2 apología, 13. En OP.Cit. p. 76.
10
Cfr. Justino, Diálogo 61. En Op.Cit. p. 78.
11
Lectura: MOLINÈ, Enrique. Los Padres de la Iglesia,Tomo 1. Palabra, Madrid, p 261-270.
12
Lectura: Op.Cit. VIVES, José. P. 113 a 159. Cfr. Op.Cit. ARIAS REYERO, M. p. 241 ss.

8
Del gnosticismo “Esencialmente puede decirse que era una doctrina de salvación de tendencia dualista, que
suponía una irreductibilidad (exclusivismo) esencial y originaria entre el bien y el mal. La materia es
esencialmente mala y, por tanto, malo es el autor y creador de la misma, que se identifica con el Dios
creador del A. T. Por encima de él está el Dios supremo, principio del bien… la salvación está en el
conocimiento – gnosis – por el que el hombre toma conciencia del elemento divino que lleva en sí y logra
liberarse de la contaminación de la materia y del mal”13.

Entre sus obras principales encontramos: “Adversus Haereses” y “demostración de la predicación


Apostólica”. Tiene que haber sido fuerte de carácter, agudo de inteligencia y de una fidelidad total; es el
hombre de la unidad y el que posee una especial capacidad para comprender el sentido de la historia de la
salvación. La doctrina de Ireneo sobre la Trinidad se puede resumir en tres puntos: fidelidad a la fe trinitaria
transmitida, los límites que pone a su reflexión, y pese a ello, su propia y autónoma reflexión trinitaria.

En cuanto a la fidelidad a la fe trinitaria transmitida, Ireneo se basa en la verdad de la predicación de los


apóstoles, en la doctrina de los apóstoles , en la fórmula del bautismo, en la regla de fe “credo”; con ello se
opone a los gnósticos, defensores de doctrinas altamente especulativas y racionales. Él dice: “ahora bien, es
la fe la que nos procura la salvación, tal como los presbíteros, discípulos de los apóstoles nos la han
transmitido. En primer lugar recomiendan acordarnos que hemos recibido el bautismo para la remisión de
los pecados en el nombre de Dios Padre y en el nombre de Jesucristo, el Hijo de Dios encarnado, muerto y
resucitado, y en el Espíritu Santo de Dios”.14

Esta fe que es una y única, es la que confiesa la única Iglesia por todas las regiones del mundo, se puede
expresar de diversos modos y acentos, pero la formulación siempre coincide “la fe en un solo Dios, Padre
todo poderoso, que ha hecho el cielo y la tierra y el mar y todo lo que contienen, y en un solo Cristo Jesús, el
Hijo de Dios, que se encarnó para nuestra salvación, y en el Espíritu Santo, que ha proclamado por los
profetas las ‘economías’”.15 Una fe trinitaria.

Se resalta, desde el principio, el acento que pone en la unidad: Unidad del Padre, unidad del Hijo y del
Espíritu, unidad de la Iglesia, unidad de la fe, de la historia. Todo ello enfrenta a los gnósticos en su centro,
ya que ellos defendían y difundían la existencia de dos dioses, el del Antiguo y el del Nuevo Testamento; la
multiplicación de seres en Cristo y en el Espíritu; pero también la multiplicidad de sus grupos y de sus
expresiones de fe.

En relación a las reservas para conocer a Dios en sí mismo Ireneo permanece un poco temeroso, actitud
contraria a la de los gnósticos que mantienen una prepotencia única frente a las profundidades divinas. Se
contenta con la comprensión de la Trinidad económica (contemplar la Trinidad en la obra de la creación,
salvación y santificación). No se arriesga a hacer conjeturas sobre el acto creador porque este conocimiento
está reservado a Dios. No quiere investigar cómo el Hijo procede del Padre, porque de ello no habla la
Escritura. No se debe aplicar a la Trinidad lo que se da entre los hombres: “cómo es el Hijo producido por el
Padre? Respondemos que esta emisión, o generación o enunciación o manifestación, o cualquier otro
nombre que se quiera llamar a esta generación inefable, no la conoce nadie… sino sólo el Padre que ha
engendrado y el Hijo que ha nacido. Si pues su generación es inefable (inexplicable), todos, cualquiera que
sean, que intenten explicar las generaciones y las emisiones están fuera de sí, puesto que prometen decir lo
indecible”.16

Es evidente que con esta opción San Ireneo limita su trabajo teológico a un solo nivel, el económico, (a
contemplar la Trinidad en la obra de la creación, salvación y santificación). El temor de pensar las relaciones
más íntimas que se dan entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo hace que a su doctrina trinitaria, totalmente
elaborada con una visión histórico-salvífica le falte una cierta profundidad. Falta en su teología explicar las
relaciones originarias entre el Padre, el Hijo y el Espíritu, para que la obra de salvación no aparezca, de
alguna manera, poco o externamente relacionada. El ser personal del Hijo y del Espíritu Santo podrían
haberse puesto más de relieve con una reflexión sobre la ‘autonomía intra-trinaria’ de las personas. Esto no
es posible hacerlo sin reflexionar sobre lo que significa generación y procesión. Pero para conocer lo que es
generación y procesión en Dios, se necesitan comparaciones con lo que ocurre el en hombre. No todos los
esfuerzos que habían realizado los gnósticos para conocer a Dios en sí mismo eran vanos; la Iglesia
posterior a San Ireneo puede recoger aspectos ya purificados.

En cuanto a su propia reflexión trinitaria, San Ireneo, a pesar de sus prejuicios contra los que querían saber
más de lo posible, él mismo tiene una riquísima teología trinitaria. Dios es el único creador, la creación toda
es buena; existe sin que en ella se de una lucha contra Dios, sino conducida por Dios a la perfección final.
Todas las afirmaciones de los gnósticos están contradichas. Pero lo más significativo es la interpretación
trinitaria de la creación, conservación y perfección del mundo y, en especial, del hombre. Dios crea, mantiene
y conduce todo lo creado por medio del Hijo y des Espíritu: “el hombre es un compuesto de alma y carne,
que ha sido formada a imagen de Dios y plasmada por sus manos, es decir, por el Hijo y el Espíritu a los que
Él dijo: ‘hagamos al hombre’”.17

13
Op.Cit. VIVES José. P. 111.
14
San Ireneo, Demostración 4.
15
San Ireneo, Adversus Haereses, I,10.
16
Ibid, II,28,6.
17
Ibid, IV, Prol 4.

9
“Tal es, pues, el orden, tal es el ritmo, tal es el movimiento por el cual el hombre creado y modelado se
constituye a la imagen y semejanza del Dios increado: el Padre decide y ordena, el Hijo ejecuta y modela, el
Espíritu nutre y da crecimiento; y el hombre progresa poco a poco y se eleva a la perfección, es decir, se
acerca al increado…”18

San Ireneo afirma con toda claridad la existencia eterna del Hijo y del Espíritu, así como su divinidad aunque
no haga hincapié en su ser personal. Sin embargo, donde la doctrina trinitaria de San Ireneo tiene mayor
peso es cuando la historia de la salvación se centra en Jesucristo. Por el Espíritu se le da al hombre la
posibilidad de recibir a Jesucristo. Jesucristo, a su vez, nos da la capacidad de recibir la fuerza total del
Espíritu Santo. La acción creadora del Padre por medio del Hijo y del Espíritu Santo se encuentra centrada
en la historia en Jesús.

De otra parte, una vez que Cristo ha sido glorificado, por la infusión del espíritu, la salvación del hombre
puede realizarse. El Bautismo entra a formar parte de la salvación. De aquí la importancia del Bautismo para
San Ireneo; pero también la importancia de la vida. El bautizado, a través de una vida verdadera, santa, justa
y paciente debe hacerse semejante a Dios. De esta manera se puede decir que en la creación, en la Iglesia
y en la vida: “y así se manifiesta un solo Dios Padre que está sobre todas las cosas, y por todas las cosas y
en todas las cosa. Sobre todas las cosas, el Padre que es también la cabeza de Cristo; por todas las cosas
el Verbo, que es la cabeza de la Iglesia, y en todos nosotros, el Espíritu, que es el agua viva que el señor da
a los que creen en él con una fe verdadera y le aman y que saben que uno solo es el Padre, que está sobre
todas las cosas, por todas las cosas y en todos nosotros”.19

En resumidas cuentas, la tarea de San Ireneo está en clarificar, contra los gnósticos, la economía salvífica
trinitaria. De aquí que sus conceptos de creación ( especialmente la del hombre) salvación y planificación,
incluyan, siguiendo los tres artículos de fe, al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. La doctrina trinitaria de San
Ireneo coordina admirablemente la unidad y la distinción, la igualdad y el orden de las Personas divinas.

Clemente de Alejandría20: nació probablemente en Atenas hacia el año 150, de padres paganos. Recibió
una buena educación literaria y filosófica al gusto de la época. No hay información a cerca de su conversión
al cristianismo; solo se sabe que su aceptación de la fe no disminuyó en nada su infatigable curiosidad
intelectual, y que, siendo ya cristiano, viajó por Italia, Siria y Palestina, para instruirse de los maestros
cristianos más renombrados. De él se han conservado tres obras importantes: el Protréptico o exhortación a
los griegos, dirigida a los paganos como invitación a la conversión, el Pedagogo, una exposición razonada
de los principios de la vida cristiana, para los que ya se han decidido abrazarla y Stromata, una especie de
conjunto teológico en ocho libros sobre temas diversos.

Clemente ve en la filosofía un camino para llegar al verdadero conocimiento cristiano.

En cuanto a la trinidad dice: Pag 221 ss.

Orígenes, Tertuliano, San Atanasio.

III LA REFLEXION CREYENTE SOBRE EL DOGMA DE LA TRINIDAD21

3.1. SAN AGUSTIN: es el pensador más profundo e influyente de la cultura teológica occidental. Su libro “De
Trinitate” es un ejemplo que seguirán todos los teólogos posteriores.
El punto de partida de San Agustín es una lectura del Antiguo y del Nuevo Testamento, hecha a la luz de la
fe de la Iglesia. Es en la Sagrada Escritura en donde San Agustín encuentra la presencia de Dios verdadero
único y pero trino. Esta presencia trinitaria de Dios, la encuentra especialmente en el N.T. pues en él la
Trinidad opera inseparablemente la salvación de los hombres, por medio del Hijo y del Espíritu Santo.
Del tratado que él hace sobre la Trinidad, su paso más significativo, en los libros IV-VI, dedicados a la
solución racional de las dificultades que tiene el hombre para aceptar racionalmente el misterio. Distingue en
Dios la substancia o esencia

3.2. RICARDO DE SAN VICTOR

3.3. SANTO TOMAS DE AQUINO. (1224-1274)

La Suma Teológica, es la obra más lograda del Santo, en la cual trata, de manera profunda, una diversidad
de argumentos y por ello se ve conveniente tener una visión panorámica de ella para luego si dedicarnos al
estudio del tratado sobre la Santísima Trinidad.

18
Ibid, IV, 37,3.
19
Ibid, V, 18,2.
20
Cfr. Op.Cit. VIVES, José. P. 205 ss.
21
Para este capítulo ver: Op.Cit. ARIAS REYERO, M. p. 283 a 383.

1
0
La obra en general consta de XVI Tomos, los cuales están organizados en tres secciones en particular, cada
una de ellas divididas en diferentes cuestiones, como él suela llamarlas.

Antes de ver el plan general, es útil ver el modo como se citan las partes de la obra: Primera parte (I); Prima
Secunda (I-2); Secunda Secundae (II-2) y tercera parte (III). Finalmene un Suplemento (Sp)

Plan general de la obra:

TOMOS CUESTIONES TRATADOS


Introducción general de la obra
I I,q. 1-26 Tratado de Dios uno
Tratado de la Santísima Trinidad (q. 27-43)
II - III I,q. 27-74 Tratado de la creación en general
Tratado de los Ángeles
Tratado de la creación Corpórea

III (2º) I,q, 75-129 Tratado del Hombre


Tratado del Gobierno del Mundo
IV I-2,q. 1-48 Tratado de la Bienaventuranza y de los Actos humanos
Tratado de las Pasiones
V I-2,q.49-89 Tratado de los Hábitos y de las Virtudes en General
Tratado de los vicios y Pecados
VI I-2,q. 90-114 Tratado de la Ley en General
Tratado de la Ley Antigua
Tratado de la Gracia
VII II-2,q. 1-46 Tratado sobre la Fe la Esperanza y la Caridad
VIII II-2,q. 47-79 Tratado de la Prudencia
Tratado de la Justicia
IX II-2,q. 80-140 Tratado de la Religión
Tratado de las Virtudes Sociales y de la Fortaleza
X II-2,q. 141-189 Tratado Sobre la Templanza
Tratado Sobre la Profecía
Tratado de los distintos Géneros de Vida y Estados de
Perfección
XI III,q. 1-26 Tratado Sobre la Encarnación
XII III,q. 27-59 Tratado de la Vida en Cristo
XIII III,q. 60-83 Tratado de los Sacramentos en General
Tratado del Bautismo y Confirmación
Tratado de la Eucaristía
XIV III,q. 84-90 Tratado de la Penitencia
Sp,q 1-33 Tratado de la Extremaunción
Tratado del Orden
XV Sp,q. 34-68 Tratado del Matrimonio
XVI Sp,q. 69-99 Tratado Sobre los Novísimos
Indices.

El modo como vienen citados los textos es el siguiente: ST,I,q.3,intr.. o ST,I,q. 42, art 3. o ST,II-2,q.48, art

Bibliografía Básica

 ARIAS REYERO, Maximino. El Dios de Nuestra Fe, Dios uno y Trino. CELAM, Bogotá-Colombia,
1991. 478 p.
 RONDET, Henri. Historia del Dogma. Herder, Barcelaona, 1972. 314 p.
 GRESHAKE, Gisbert. El Dios Uno y Trino. Herder, Barcelona 2001. 710 p. Otras fuentes
 Catecismo de la Iglesia Católica
 LUDWIG MULLER, Gerhard. Dogmatica Católica, Per lo Studio e la Prassi Della teología. San Pablo,
Milano, 1999. 1172 p.
 LECTURAS RECOMENDADAS (Informes de lecturas como primer parcial)

1
1
 Principales Fórmulas de los Símbolos trinitariamente estructurados en: H. Denzinger – A.
Schönmetzer. (DS) El Magisterio de la Iglesia. Enchiridion Symbolorum Definitionum et
Declarationum de Rebus Fidei et Morum. Herder, Barcelona, 2000. 1630 p. (R 262.9 D359MI 2000)
 Trinidad en: Conceptos Fundamentales de la Teología. Cristiandad. (R 230.03 C 661 V. 4). Pag 395-
413
 Enciclopedia Universal Ilustrada, Espasa-Calpe, S.A. Tomo 64. Pag 649 a 666
 Wolfgang Beinert. Diccionario De Teología Dogmática. Herder (R 230 B345). Pag 722-724
(Resumen) Doctrina Trinitaria. Pag 211-215
 Dios-Trinidad en: EICHER, Peter. Diccionario de Conceptos Teológicos. (R 203 D411i V. 1). Pag,
249-261

Lecturas obligatorias (para el examen final)


Diccionario Teológico Interdisciplinar. No. 69. (R 203 D411 Vol 4). Pag 556-589
A.A. Conceptos Fundamentales del Cristianismo. Trotta. (R 230.1 F567), Pág.1416-1433

1
2

You might also like