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RECORRIDO MADRID MEDIEVAL.

1) Cuesta de la Vega- restos de la muralla árabe-parque Emir Mohammed I

Madrid fue fundada entre el 850-856 en una terraza del Manzanares. Recordar
Mayrit, Magerit (significa tierra rica en aguas).

La plaza de armas, delante del palacio real, era la zona que correspondía a la
Almudaina (fortaleza militar), donde se divisaba la sierra de Guadarrama, punto
estratégico importante para proteger Toledo. El alcázar era la residencia de los
monarcas castellanos.

Al principio de la Cuesta de la Vega estaba la Puerta de la Vega, uno de los


accesos al recinto amurallado musulmán. Esta puerta servía para salir a la Vega del
Manzanares, donde estaban las mejores tierras y huertos, y parece ser que es donde
iba a arar San Isidro.

La cripta de la Catedral de la almudena, de estilo neorrománico. Imagen en una


hornacina de la Virgen. La leyenda dice que los visigodos la escondieron dentro de la
muralla para no caer en manos infieles y que, cuando entraron las tropas de Alfonso VI,
salió de la muralla, recibiendo por ello el nombre de Almudena.

La muralla árabe corresponde al siglo IX. Fue descubierta en 1953 al


derribarse el Palacio del Marqués de Malpica, y está a un nivel más bajo que el
resto de la zona. Arrancaba del Alcázar y continuando recta a la Puerta de la Vega.
Bajaba a las huertas del Pozacho, que se hallaban en la calle Segovia, hacia las antiguas
casas de la Moneda, elevándose por detrás del antiguo Palacio del Infantado y calle de
Don Pedro Alcantarilla, hasta llegar a San Andrés. Está hecha con bloques irregulares
de piedra de pedernal unidos por adobes. Posible presencia de dos torreones y
contrafuertes. Aparejo doblemente atizonado de caliza. Los parches de ladrillo son de
época cristiana. Muhammad I fue el fundador de Madrid y la plaza está inaugurada en
1987. Se hace teatro en verano.

En algún punto de ese lienzo arrancaría la muralla cristiana.

2) PALACIO DE UCEDA.

Calle Mayor, 79, c/v Pretil de los Consejos, 2, c/v Calle de Bailén, 23.

Este palacio es uno de los pocos ejemplos que quedan en Madrid de la


arquitectura residencial nobiliaria del siglo XVII. Todavía no se sabe con certeza quien
proyectó sus trazas, pues hay algunos estudiosos que se decantan por atribuir su autoría
al celebre arquitecto madrileño Francisco de Mora y otros al capitán Alonso de Trujillo,
constructor de la villa de Lerma en la provincia de Burgos.

En lo que sí se coincide es que el arquitecto Juan Gómez de Mora, sobrino del


citado Francisco, participó en su construcción desde el inicio de sus obras en 1611. El
palacio se realizó para residencia de los Duques de Uceda que a la sazón eran
Cristóbal de Sandoval y Rojas, hijo del Duque de Lerma, y Mariana Manrique de
Padilla, hija del Adelantado Mayor de Castilla. Se concibió con una cierta similitud
al Alcázar de los Austrias, pues tenía el aspecto de fortaleza, contaba con dos patios
interiores, no le faltaban los chapiteles de estilo flamenco, hoy desaparecidos, e incluso
en 1615 el duque fundó el Convento del Santísimo Sacramento como un anexo del
palacio. Sus trazas y dimensiones venían a reflejar la munificencia y el poder del Duque
de Uceda, una vez que había derrocado y sustituido a su padre en el ministerio privado
de la monarquía de Felipe III. Sin embargo, los duques de Uceda no lo vieron
concluido, ya que al poco tiempo de morir Felipe III (1621) se embargaron parte de sus
bienes y fueron desterrados de la corte.

A partir de este momento el palacio estuvo regentado por la Real Hacienda y se


empleó como residencia de personas reales, de cortesanos y de nobles principales
vinculados al servicio del rey. Fue habitado por Luis Méndez de Haro, Marqués del
Carpio y favorito de Felipe IV después de la caída de Olivares, en cuyo cuarto el 30 de
noviembre de 1654 se produjo un incendio que ocasionó grandes destrozos en el
palacio. En 1679 se encarga su restauración y terminación al arquitecto Felipe Sánchez,
en cuyas obras también trabajan Bartolomé Hurtado García y Francisco Herrera el
Mozo. Remozado el inmueble pasó a habitarlo la viuda de Felipe IV, la reina madre
Mariana de Austria, hasta el día de su muerte el miércoles 16 de mayo de 1696 a los 63
años.

La falta de espacio en el viejo Alcázar hizo que en 1717 Felipe V diera la orden
de trasladar a este palacio los consejos de Castilla, Indias, Órdenes y Hacienda, con sus
respectivos tribunales, oficinas, contadurías y tesorerías. Desde este momento el edificio
fue conocido y denominado Palacio de los Consejos, denominación que se mantuvo
después de la muerte de Fernando VII y durante largo tiempo con los gobiernos
liberales. Todavía en 1854 era sede del Consejo Real, más tarde del Consejo de
Estado, además de Tribunal Supremo de Justicia, Tribunal de las Órdenes
Militares y de contar con gran variedad de dependencias, como las dedicadas a la
Lotería.

En 1901 se hubo de reformar y regularizar parte de la planta debido a la nueva


alineación que tomó la calle de Bailén para unirse con el viaducto, y, de nuevo, en 1960
se realizó otra importante reforma en el inmueble con objeto de recuperar su aspecto
original, devolviéndole la nitidez a los granitos en cornisas, impostas, vanos, portadas,
columnas, y a los ladrillos en los lienzos de la fachada. Durante gran parte del siglo XX
el palacio siguió siendo la sede del Consejo de Estado y con anterioridad a la Guerra
Civil se estableció el Gobierno Militar y la Capitanía General de Madrid, institución
militar que permanece en la actualidad.

3) Hacia Pretil de los Consejos: fuerte desnivel supuso la separación de las 2 zonas
de la ciudad. Para eso se debía construir un gran puente para separar esta
distancia y separación. Se construyó a finales del siglo XIX, y reabierto al tráfico de
nuevo en 1978.

4) Calle de la VILLA: placa de la Cátedra de Humanidades, con los nombres de López


de Hoyos (fue cronista de la Villa y Corte) y de Cervantes.
5) La Plaza de Cruz Verde, donde se encontraban las caballerías que entraban por la
"Puerta de Moros".

La Fuente de Diana cazadora o de la Cruz Verde adopta su nombre de la


plaza. Una cruz de madera pintada de verde era el signo que señalaba los lugares donde
se llevaban a cabo las ejecuciones de la Inquisición (Santo Oficio). La fuente, que
heredará la escultura de Diana y de los delfines de la fuente de Puerta Cerrada, fue
inaugurada en 1850.

El monumento se beneficia de la fachada del huerto del convento de las


Bernardas del Santísimo Sacramento como pilar. Lejos del modelo barroco, su trazado
gana en utilidad al parecerse más a los caños propios de un vecindario. En la parte
superior del cuerpo central aparece el escudo de El Oso y el Madroño, y debajo un
surtidor. Preside el conjunto Diana cazadora vestida con su atuendo habitual de túnica
corta y dos delfines. La estatua de Diana en la fuente puede ser de Ludovico Turquí
(1618). En esta calle desemboca la calle del Rollo, que desciende en gradas. Aquí
estaba el rollo o cilindro de piedra (jurisdiccional de la Villa), símbolo de la autoridad
municipal.

Aquí empieza el Barrio de la Morería: en época musulmana aquí vivían los


mozárabes (cristianos impregnados de la cultura árabe). Pero tras la conquista de la
ciudad, los que pasan a vivir a esta zona son los mudéjares (mahometanos que vivían
durante la época de la reconquista).Cruzamos la calle Segovia, donde estaba el arroyo
de San Pedro que dividía los distintos barrios. El barrio de la morería estaba
habitado por mudéjares en el Madrid cristiano. No hay restos arquitectónicos,
pero queda su urbanismo en calles estrechas y tortuosas, en pendientes, abriéndose
pequeñas plazuelas.

6) Plaza del Alamillo: Una de las partes más importantes de la zona de la morería,
antiguo barrio de los "moriscos" ó "mudéjares" de Madrid. La zona, - desde La
Costanilla de San Andrés hasta Las Vistillas - preserva un esquema callejero de
estructura musulmana.

La ruta se adentra en el barrio de la Morería para detenerse en la Plaza del


Alamillo, en donde se cree que tuvo su sede el Tribunal Árabe de la Morería, cuando
Madrid era Mayrit, la ciudad árabe fundada en el siglo IX. A pesar de sus orígenes, no
está claro si el nombre de esta plaza proviene del árabe alamil (tribunal), o bien
responde simplemente a la especie de los árboles que en ella se plantaron, un álamo que
existió en la plaza hasta el siglo XIX. Por esta zona debió estar la antigua Mezquita.

Cerca encontramos la calle de la Morería y la Plazuela de la Morería, zona


dedicada al comercio.

Este barrio formó parte de la medina madrileña y por tanto acogió a un gran
número de musulmanes que debieron refugiarse en él cuando comenzó la Reconquista.
Una vez que el rey Alfonso VI consiguió entrar en la ciudad y controlarla, ordenó a
jóvenes cristianos ocupar el barrio para ‘repoblarlo’.
Junto a la Plaza del Alamillo comienza la calle del Toro que no fue nombrada
así por los encierros que en siglos pasados se celebraron en ese barrio, sino porque
cuentan que uno de los vecinos de la calle colgaba de su ventana unas astas de toro con
el fin de atemorizar a los transeúntes, imitando el bramido del animal.

7) Plaza de la Paja

Subimos por la calle de Alfonso VI y al llegar a la Plaza de la Paja, se recuerda


al visitante que en el pasado, la que hoy conocemos como Plaza Mayor (conocida como
Plaza del Arrabal) era en realidad una plazuela en los arrabales de la ciudad, mientras
que la primera era el verdadero núcleo de Madrid. En ella, los capellanes subastaban
el grano obtenido de las cosechas, propiedad del clero adscrito a la capilla del
Obispo, para pagar su manutención, por esa razón, se conoce desde entonces como la
Plaza de la Paja.

Aquí se celebraba el mercado de ganado y de cereales. Su importancia se


acentúa en el Madrid Cristiano, con la construcción de la Parroquia de San Andrés. Se
configuró como ensanchamiento de la Costanilla de San Andrés, que subía de la calle
Segovia y era paso obligado al entrar en la ciudad por la meridional Puerta de Moros.

A la vez que mercado fue lugar de asentamiento de familias nobles: los


Vargas, Lasso de Castilla, Beltrán de la Cueva (Colegio de San Ildefonso) o el
Palacio de Anglona (El jardín del Príncipe Anglona)

La plaza de la Paja recibe su nombre de la costumbre que había allá por el siglo
XV y siguientes de vender la paja que se daba al capellán y cabildo de la capilla del
Obispo para mantenimiento de la mula que los citados capellanes utilizaban para pasear.
Sin embargo, su verdadera importancia es anterior a estas fechas pues en el siglo XIII
era el lugar de mercado y centro de la villa, hasta que Juan II mandó construir la
Plaza del Arrabal, que luego se transformó en la Plaza Mayor. La plaza de la Paja
esta coronada, actualmente, por la Capilla del Obispo que fue ideada para
albergar el cuerpo de San Isidro aunque al final no se utilizó para tal fin. En los
alrededores de esta plaza existían numerosos palacios ( Palacio de los Lasso de Castilla,
Palacio de los marqueses de la Romana...) que con el tiempo fueron siendo
abandonados. Durante el siglo XIX se sustituyeron por edificios de viviendas para las
clases populares con la finalidad de obtener rentas, forma de inversión de las clases mas
acomodadas. Hoy en día sólo queda el antiguo palacio de los Vargas cuya fachada
mantiene un marcado carácter historicista como prolongación la Capilla del
Obispo.

Cuando Madrid se convierte en capital del reino, decae su importancia y deja de


ser lugar preferido de las grandes familias. En 1949 se la llamó Plaza del Marqués de
Comillas.

Capilla del Obispo:

Está situada sobre el solar de una antigua capilla erigida posiblemente por
Alfonso VIII en la manzana 129, propiedad casi toda ella de uno de los linajes más
poderosos de Madrid, los Vargas. Fue precisamente un miembro de esta familia,
Francisco de Vargas, quien ordenó en 1520 la construcción del templo. Las obras fueron
acabadas en 1535 por su hijo, Don Gutierre de Vargas y Carvajal, Obispo de
Plasencia, y de quien la capilla ha adoptado el nombre con la que es más conocida, ya
que su advocación verdadera es la de San Juan de Letrán.

Tras la concesión a la familia Vargas de la custodia del cuerpo de San Isidro en


1518, las reliquias del santo fueron trasladados a esta capilla desde la contigua
parroquia de San Andrés, por lo que hasta 1544, año en que los restos vuelven a su
antiguo emplazamiento, la Capilla del Obispo fue también conocida como la Capilla del
Cuerpo de San Isidro.

Este magnífico edificio, monumento nacional desde 1931, representa la


transición del gótico (nave y ábside cubiertas por bóvedas góticas de crucería) al
renacimiento (puerta y decoración interior). Levantado como una capilla de la parroquia
de San Andrés, con la que en un principio estaba comunicada, destaca en el interior el
prodigioso retablo mayor, obra del palentino Francisco de Giralte, discípulo de
Berruguete, quien lo concluyó hacia 1550 con la colaboración de Juan Villoldo el
mozo, quien realizó la policromía.

En 1544, una vez retirados los restos de San Isidro, la capilla pasó a ser panteón
de los Vargas, de acuerdo a una práctica entonces común entre las más notables familias
de la oligarquía madrileña. A tal efecto Francisco Giralte también construyó el sepulcro
del obispo fundador, con su estatua orante y la de sus familiares; así como los sepulcros
de los padres de éste, Francisco de Vargas e Inés de Carvajal, situados a ambos lados
del presbiterio. Recientemente ha sido restaurada.

8) Subimos por la costanilla de San Andrés, llegando a la plaza de los Carros,


llamada así por hallarse en tiempos en este lugar una parada de carros de los que
se dedicaban al transporte de mercancías debido a la cercanía a la plaza de la
Cebada. Sin solución de continuidad esta plaza esta comunicada con la de san Andrés,
presidida por edificios de gran importancia; la parroquia de San Andrés, construida en
el lugar donde estuvo la mezquita principal del Madrid árabe y unido a la figura de San
Isidro al ser feligrés de la misma y haber sido enterrado en un principio en ella, y la
capilla de San Isidro.

Tenemos 4 plazas seguidas: Plaza de los Carros, san Andrés, Humilladero y


Puerta de Moros. La iglesia de san Andrés ya existía, pues figura en el Fuero de Madrid
de 1202. La plaza de San Andrés tenía función de mercado y también de cementerio.

Sobre el Museo de San Isidro, la tradición cuenta que aquí vivió el Santo
madrileño en el siglo XII y era un sirviente de los Vargas. En el siglo XVI la
familia de los Lujanes construyó aquí su palacio, conservándose parte del patio
renacentista y el pozo.
Iglesia de San Andrés:

Dedicada a San Andrés Apóstol, se trata de una de las iglesias más antiguas de
Madrid. El primer dato documental que tenemos sobre su existencia es su aparición en
el Fuero de 1202 como una de las parroquias de la ciudad, aunque no obstante, y según
la tradición, ya existía desde la época de San Isidro, que fue feligrés de esta parroquia
siendo enterrado en ella hacia el año 1130. Incluso también se cree que pudo estar
situada sobre lo que fue una primitiva iglesia cristiana del Madrid islámico, ya que la
jurisdicción de San Andrés se extendía por lo que fue el antiguo barrio mudéjar,
posterior morería.

A finales del siglo XV, sirvió de Capilla Real a los Reyes Católicos cuando
residían en las casas de Don Pedro Laso de la Vega, desde donde se dio paso a la
iglesia mediante la construcción de un pasadizo que daba acceso a la tribuna real.

En 1656 se arruinó la capilla mayor, lo que motivó que al año siguiente se


iniciara la construcción de un templo nuevo -con una orientación distinta respecto al
primitivo-, así como la de la capilla de San Isidro Labrador, que se acabó uniendo al
conjunto y cuyas obras finalizaron en 1699.

Saqueada y parcialmente destruida durante la Guerra Civil, fue restaurada


posteriormente con algunas modificaciones respecto al edificio original, así, la
parroquia se reconstruyó sobre el espacio de la antecapilla de San Isidro, mientras que
sobre lo que había sido la iglesia del siglo XVII, se construyó la nueva casa rectoral.

Capilla de San Isidro:

Está construida sobre el solar en el que, según la tradición, estuvo la casa


donde vivieron San Isidro y su esposa, Santa María de la Cabeza. Después de su
muerte, el cuerpo de San Isidro estuvo custodiado en la parroquia de San Andrés hasta
que en 1518, el Papa León X concedió su custodia a la familia Vargas quienes
posteriormente lo depositaron en la Capilla del Obispo, contigua a la mencionada
parroquia.

Enseguida, empezó un pleito entre la familia Vargas y la parroquia de San


Andrés por el cuerpo. La disputa la ganó la parroquia, quien en 1544, en virtud de una
bula del Papa Paulo III recuperó los restos del labrador, que beatificado en 1619, fue
elevado a los altares en 1622.

Inmediatamente se iniciaron los trámites para la construcción de una capilla en


su honor. Después de una azarosa andadura, la idea, financiada por las ciudades del
reino, se convirtió en una ampliación de la Iglesia Parroquial de San Andrés. Las obras
empezaron el 12 de abril de 1657 en presencia de los reyes Felipe IV y su esposa
Mariana de Austria, siendo solemnemente inaugurado el 15 de mayo de 1699. El
cuerpo del santo se continuó venerando en la Capilla de San Isidro hasta que en
1769, tras la expulsión de la Compañía de Jesús, se procedió al traslado de los
restos a la iglesia del Colegio Imperial, en la calle Toledo, desde entonces conocida
como Colegiata de San Isidro.

El 18 de julio de 1936, a las pocas horas de iniciarse la Guerra Civil, capilla y


parroquia fueron incendiadas quedando totalmente destruidas, lo que motivó de después
de la guerra el edificio fuera totalmente reconstruido, prolongándose su restauración
hasta 1991.

El edificio constituye un magnífico ejemplo de construcción barroca. Desechado


un primer proyecto de Juan Gómez de Mora en 1629, las obras se iniciaron en 1642
siguiendo las trazas de Pedro de la Torre. Adosada a la parroquia de San Andrés, la
capilla tiene entidad propia; se construyó sobre una planta alargada (perpendicular a la
parroquia), y cuenta con una cúpula encamomada rematada con una linterna. A Pedro
de la Torre le siguieron en la construcción José de Villarreal, en 1657, y más tarde Juan
de Lobera, quien remató las obras en 1669.

En la Plaza de Puerta de Moros se encontraba una de las puertas de la Muralla la


que daba camino a Toledo. El nombre provenía porque sólo podían pasar árabes y
judíos, o por su proximidad con el barrio de la Morería.

9) Calle del Almendro:

Por aquí hacía su recorrido la muralla medieval, enlace entre Puerta de Moros y
Puerta cerrada. En algunos solares se han encontrado restos de la muralla Cristiana
medieval.

Por la travesía de Santisteban llegamos a la Plaza de San Pedro y a la Iglesia de


san Pedro el Viejo, en la calle del Nuncio. En esta zona estaba situado el arroyo de San
Pedro, origen del barranco de la calle Segovia. La iglesia, sobre la antigua mezquita, fue
edificada por Alfonso XI en recuerdo de la Batalla de Algeciras (SXIV), conservando la
torre campanario mudéjar. En este campanario estuvo la famosa campana que en el
medievo era la más grande de la ciudad y tocaba “a nublado”, cuando aparecían nubes
que estropearían las cosechas. Como pago por este servicio, los agricultores, cuando
venían a vender sus cosechas, dejaban una pequeña cantidad para el sacristán de la
Iglesia de San Pedro.

Además de su interés religioso y artístico, esta iglesia es conocida porque dicen


que la primera campana que colgó de su torre se colocó sola. La leyenda asegura que
cuando los hombres cargaban con ella para subirla a lo alto, la campana se quedó
atascada entre las paredes de la torre. Sorprendidos e incapaces de moverla, los hombres
decidieron abandonar el trabajo para descansar, pero cuando volvieron al día siguiente,
su sorpresa fue mayor al comprobar que la campana ya se encontraba en su lugar.

San Pedro el Viejo

Sin noticias sobre su fundación exacta, se trata de una de las iglesias más
antiguas de Madrid puesto que ya aparece citada en el Fuero de 1202. En un
principio, estuvo ubicada cerca de la fuente de Puerta Cerrada, trasladándose a su
emplazamiento actual de la calle del Nuncio en tiempos de Alfonso XI, tras la toma de
Algeciras a los musulmanes en 1345.

Conocida durante el Antiguo Régimen como San Pedro el Real, en el arreglo de


1891 perdió su rango parroquial en favor de la iglesia de la Paloma, convirtiéndose en
anejo de la Parroquia de Nuestra Señora del Buen Consejo. A partir de ese momento, la
Paloma adoptó el nombre de San Pedro el Real, con lo que esta centenaria iglesia
empezó a ser conocida como San Pedro el Viejo, nombre con el que en la actualidad se
la continúa conociendo.

En cuanto al edificio actual, podemos decir que ha sido el resultado de diversas


reformas y añadidos que se han ido sucediendo a lo largo de su historia.

Probablemente, la parte más antigua sea la torre mudéjar que podría datar de
mediados del siglo XIV. Construida toda ella en ladrillo, su decoración es sencilla,
destacando los arcos de herradura de las ventanas. Al lado de la torre, nos encontramos
con una portada renacentista que Tormo fecha hacia 1525.

En el interior, destacaremos en primer lugar la cabecera nervada de la nave de la


epístola, que podría ser del siglo XV. En cuanto a la cabecera principal y las tres naves,
datan de la primera mitad del siglo XVII, periodo en el que el templo fue reformado a
iniciativa del arzobispo de Brindisi, don Lorenzo Reinoso. En la cabecera de la nave
izquierda se encuentra una capilla fundada por Francisco Luján en el siglo XVI, y en
donde estuvo el sepulcro de su hermano Fray Antonio de Luján, obispo de Mondoñedo,
y que hoy se encuentra en el Museo Arqueológico Nacional.

10) Seguimos andando por la calle del Nuncio, donde encontramos un palacio del siglo
XVIII de la Nunciatura apostólica y un palacio Renacentista, donde destaca su patio
interior, que hoy es la Federación de Municipios y Provincias.

11) Desembocamos en la Plaza de Puerta Cerrada, donde estuvo situada otra de las
puertas de la muralla del siglo XII. El nombre viene de que permaneció cerrada en
varias ocasiones porque al ser angosta y con recodos, los ladrones aprovechaban para
esconderse y robar a los que entraban y salían. También dicen que la causa del cierre
fue por el hecho de que las cavas se cegaban con frecuencia de lagunas y barros,
haciendo difícil el acceso. Era importante como enlace con el camino de Toledo y el de
Atocha (las cavas aluden al foso que existían en esta parte como defensa de la muralla
por ser una zona llana y no tener defensas naturales. Se cegó y allanó cuando
desapareció la muralla).

Esta puerta era también conocida por el nombre de puerta del dragón, o de la
culebra, puesto que un animal de este tipo decoraba la torre en la que se abría la puerta.
Esto ha hecho pensar a algunos historiadores un origen islámico de la puerta, puesto que
en otras ciudades de Al-Andalus como Valencia, existía una Puerta de la Culebra (Bab
al-Hanas).

La puerta se demolió en 1569, conservando su nombre, Hoy convergen en ella 9


calles, que recuerdan el periodo altomedieval: Cuchilleros, Tintoreros, Latoneros,
referente a los artesanos establecidos por la cercanía con el mercado de la Plaza del
arrabal (hoy plaza mayor). En el centro de la plaza hay una cruz donde estaba una
fuente barroca.

Los madrileños encontraron en la Plaza de Puerta Cerrada el lugar perfecto para


ambientar muchas de sus leyendas. Era la zona en donde se hacían las rondas de
vigilancia cuando existía la muralla cristiana, y una de sus puertas -que debió ser
clausurada porque en ella se refugiaban delincuentes para perpetrar sus asaltos- es la
que dio nombre a la plaza.

Sin dejar el lugar, el recorrido por las leyendas del viejo Madrid permitirá
conocer el origen de refranes –como aquel que asegura que quien pasa por la calle de la
Pasa se casa-, la razón de los nombres que recibieron las diferentes calles –como la
Cava Baja y la Cava Alta, en referencia a los fosos que protegieron la muralla cristiana
en los siglos XII y XIII-, y escuchar algunas de las anécdotas que protagonizaron Felipe
IV y una de sus amantes, doña Laura, que habitaba en los alrededores.

Además, la ruta se detendrá en una de las fachadas de la Plaza de Puerta Cerrada


que, aunque suele pasar desapercibida para muchos, rinde homenaje al nacimiento de
Madrid. En ella, se ha pintado un gran mural en el que puede leerse “Fui sobre agua
edificada / Mis muros de fuego son”, unos versos que recuerdan la riqueza en agua de
las tierras sobre las que se levantó la ciudad y el material –piedra de fuego- con la que
se construyó su muralla.

12) Subimos por la calle de Cuchilleros, vemos el desnivel de las casas de la Cava
de San Miguel (foso o cava que llevaba a la Puerta de Guadalajara). Dejamos el
Mercado de San Miguel, de 1916 y construido en hierro, ocupando el solar de la Iglesia
de san Miguel de los Ochotes.

A la altura de la calle mayor y comandante de las Moreras estaba la Puerta de


Guadalajara, que era la salida al este de la ciudad, hacia Alcalá y Guadalajara. Se quemó
en 1582. Dejamos la muralla a la derecha, situada ente la calle del Espejo y Escalinata.

13) Plaza de San Salvador y de la Villa.

Importancia en el Madrid Cristiano Medieval al estar ubicada la Iglesia de San


Salvador, lugar de reunión del Concejo Madrileño. En el número 70 una placa nos
recuerda donde estaba situada, ya que fue demolida en 1842.

Enrique IV quiso convertir la plaza en el centro más importante de la Villa, lugar


de asentamiento del Concejo y concentración del mercado ordinario y extraordinario.
Así, empieza a ser elegido lugar de residencia de las familias más notables (los Lujanes
o Juan de Acuña).

De la casa y torre de los Lujanes, está edificada a finales del SXV, de ladrillo y
mampostería. Destacan la esbelta torre (donde estuvo encerrado Francisco I, rey de
Francia, tras la batalla de Pavía, por su rival, Carlos V). También destacan dos puertas,
una con arco de herradura apuntado de aires mudéjares, y otro de influencia del Gótico
Civil.

Es una de las casas más antiguas que se conservan en Madrid y en ella residieron
durante varios siglos distintas generaciones del linaje de los Luján. Se cree que fue
construida a lo largo del siglo XV, aunque en realidad, tanto la casa señorial como la
torre, se construyeron en épocas diferentes, siendo la torre la construcción más antigua
del conjunto, pues presenta incluso vestigios arquitectónicos góticos y medievales de
inspiración árabe, como el arco de herradura que da a la calle del codo. La casa señorial
fue mandada construir por Álvaro de Luján en 1494, es de planta irregular, organizada
en torno a un patio central y presenta decoraciones similares a las de la torre, destacando
su portada gótica y sus blasones heráldicos.

A lo largo del tiempo ha sido destinada a diversos usos, se dice que sirvió de
residencia al rey Francisco I de Francia cuando fue hecho prisionero por el soldado Juan
de Urbieta en la batalla de Pavia (1520), pero lo más probable es que sólo estuviera los
días necesarios mientras se le habilitaban algunas dependencias en el Alcázar. Su
carácter señorial se ha mantenido a lo largo de casi toda la época moderna, parejo a los
descendientes de este antiguo linaje madrileño, pues se sabe que a finales del siglo XVI
la habitaban Diego y Fernando de Luján, y a mediados del siglo XVIII ya se tenía por la
residencia del Conde de Castro Ponce, título nobiliario que ostentaban los patronos de
este linaje desde 1670.

Durante el reinado de Fernando VII en la torre se localizaban las instalaciones


del telégrafo óptico y desde 1858 se convirtió simultáneamente en la sede de la
Sociedad Económica Matritense de Amigos del País, de la Real Academia de Ciencias
Morales y Políticas, y de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales,
aunque esta última fue trasladada a la calle de Valverde en 1894.

Un año antes de que se trasladaran aquí estas instituciones científicas y


académicas el gobierno decidió conservar este inmueble y se encargó de su reforma,
aunque a tenor de la opinión de los críticos del momento no debió de ser muy acertada,
pues fueron revocados y desvirtuados los antiguos elementos arquitectónicos de la
fachada, a excepción de la portada de cantería berroqueña que da a la plaza de la Villa, e
incluso se coronó la torre con un almenado que no había tenido nunca.

En 1910 el ayuntamiento encargó al arquitecto Luis Bellido González la


restauración del inmueble para instalar la Hemeroteca Municipal, pero también con el
objeto de recuperar los elementos arquitectónicos originales e instalar algunos
elementos arquitectónicos pertenecientes al antiguo Hospital de la Latina, como una
escalera con balaustrada y los sepulcros, vacíos, de Beatriz Galindo y Francisco
Ramírez, fundadora de este hospital y su esposo.

En 1983 se trasladó la hemeroteca al Cuartel del Conde Duque y los sepulcros


del zaguán se llevaron al antiguo Hospicio de San Fernando, sede del Museo Municipal.
Hace algunos años el arquitecto Fernando Chueca Goitia llevó a cabo otra reforma
interior del inmueble para acondicionar a nuevas necesidades las dependencias de la
Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.

La Casa de Cisneros, en la calle del Sacramento, es de estilo Plateresco, del siglo


XVI, para un sobrino del Cardenal Regente.

14) Subimos por la calle Calderón de la Barca y Juan de Herrera (antiguo convento
de las Monjas de Constantinopla), llegando a la Iglesia de San Nicolás que, junto a
la de San Pedro el Viejo, es la única que conserva elementos medievales. La Torre es
del siglo XII de románico-mudéjar, con arquillos de referencias islámicas. El
campanario con chapitel es del siglo XVII. En la capilla hay bóvedas con nervadura
gótica y separado de la nave central por un arco apuntado de herradura, destacando
también el artesonado de madera. Fernando VI la cedió a los Servitas y por eso recibe
ahora el nombre de San Nicolás de los Servitas.

Nombrada en el Fuero de 1202 como una de las parroquias de la ciudad, rivaliza


con la ya desaparecida de Nuestra Señora de la Almudena en ser la iglesia más antigua
de Madrid. Dada su situación y los restos arqueológicos conservados, algunos creen que
pudo ser una mezquita musulmana, aunque lo más probable es que su construcción date
del siglo XII, puesto que su torre, declarada monumento nacional en 1931 y situada al
sur del edificio, tiene todas las características de ser un campanario mudéjar de aquella
época.

En el arreglo de 1805, San Nicolás perdió el rango de parroquia en favor de la


vecina de El Salvador, quedando el edificio abandonado hasta que en 1825 fue cedido a
la congregación de la Orden Tercera de Servitas, quienes restauraron y acondicionaron
el templo. En 1842, tras la demolición de la parroquia de El Salvador, retornó la
parroquialidad a San Nicolás.

Así quedaron las cosas hasta que en el arreglo de 1891 se volvió a trasladar la
parroquialidad a la que había sido iglesia del hospital de Antón Martín en la calle
Atocha, hoy parroquia de El Salvador y San Nicolás, quedando el viejo edificio como
iglesia de San Nicolás de los Servitas, nombre con el que en la actualidad se la conoce.

En cuanto al edificio, dada su antigüedad, ha sido objeto de numerosas


restauraciones que han condicionado su fisonomía actual. Levantado sobre un planta de
tres naves, en su interior destaca la bella armadura mudéjar de la cabecera y de la nave
central. El elemento más interesante de este templo es, sin duda, su torre, que como
dijimos anteriormente data del siglo XII, excepto el típico chapitel madrileño que la
remata, realizado durante el siglo XVIII. También destaca la portada barroca, en la que
podemos ver un relieve que representa a San Nicolás, obra de Luis Salvador Carmona.

14) La Plaza del Biombo es otra de las piezas del Madrid Medieval, donde estaban los
primeros asentamientos de la población árabe y, tras la conquista, se asentaron los
Caballeros de Santiago.

15) Subiendo por la Calle de san Nicolás terminamos en la Plaza de Ramales, zona
destruida por José Bonaparte para abrir un gran espacio junto al palacio, desapareciendo
las viviendas y las antiguas parroquias de San Juan y santiago. La de San Juan era la
más antigua de Madrid y era donde estaba los restos de Velásquez. Nada recuerda a su
antiguo urbanismo medieval.

En la esquina con la calle cruzada tenemos un palacio del siglo XVIII


perteneciente a Domingo Tres Palacios, y fue donde vivió el escritor Núñez de Arce.

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