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En tercer lugar, Paco García, con su mochila y bastón, cabeza cubierta para
el relente y siguiendo atento el paso de Antonio y de Juan.
En quinto lugar Gregorio Vidal, hablando en todo momento con Juan Aradra,
que fue cerrando el grupo durante la marcha, y que actuó como subguia.
Parábamos ante cada piedra extraña o de distinto color, ante grandes rocas,
ante charcos, íbamos descubriendo el paisaje nocturno del Cañón del Río Luchena.
Así, y tras una hora y 45 minutos después de la salida de la presa sobre las
21:45 h, y cuando eran las 23:30 vislumbramos el refugio desde el cañón,
conforme íbamos subiendo comentábamos que había sido un paseo, realizado sin
descansos…………………subimos juntos la cuesta, y allí nos esperaban nuestros
caseros Jesús y Diego.
Nos echamos unas fotos, incluso bromeábamos con echarnos agua para
parecer que habíamos sudado, por que el esfuerzo había sido mínimo.
Una vez dentro, nos pusimos a ordenar, subir los equipajes a las
habitaciones ponernos cómodos, poner la mesa, terminando preparar el fuego,
tomar asiento frente a las llamas y tomarnos una caña.
Comentamos como había ido, que esta actividad teníamos que retomarla
bien por Sierra Espuña, por Maria, etc. tras una segunda cerveza, y tras preparar
unas patatas para hacerlas en el fuego, llegó la hora de darle una oportunidad al
Buey traído por Gregorio.
Acompañamos el Buey con varias botellas de vino tinto, pan casero y ajos
tiernos, tras el chuletón pasamos al solomillo, Antonio los cortó con maestría, y
volvió a preparar las parrillas para la carne.
Yo desde luego dormí en la gloria, incluso con calor, eso si parece que
ronque demasiado (eso que llevaba 28 días sin fumar)