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IGNORAR EL PROBLEMA
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pasado el padre le ha amenazado y no ha seguido adelante. ¿Por qué debería
Juan creer que esta vez será distinto?
A menudo castigos inefables se posponen para el futuro. «Espera a que
vuelva de hacer este recado, jovencito, te la vas a cargar de verdad.» «Espera a
que vuelva a casa. Esto va a ser un infierno.» En la práctica, papá regresa de su
recado y enciende el televisor, olvidándose del castigo, o el niño se queda
dormido en el coche durante el regreso a casa y a la mañana siguiente todo está
olvidado.
GRITAR AL NIÑO
Parece ser que muchos padres notan que la histeria produce una buena
conducta. Todos nosotros hemos tenido el «placer» de ver a tipos fuertes y
silenciosos explotar con sus hijos.
Primero se les enrojece la cara y se les hinchan las venas. Después
pierden el dominio de sí mismos y dicen cosas que no sienten. Por fortuna para
su presión sanguínea, a tales padres les cuesta encolerizarse y explotar, y lo
hacen en pocas ocasiones.
Esto no cambia la conducta de un niño desobediente. Primero, a él
probablemente le divierta su pequeño espectáculo. Quizá él y su hermano hayan
apostado a ver cuántas venas se le marcan. Verlo histérico le alegra el día, es
una prueba irrefutable de su impacto como persona. Tal vez esté incordiando
sólo para verle mostrar la reacción que usted cree que él teme.
El peligro en este caso es que pegará al niño cuando no tenga que hacerlo
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o le dirá cosas muy dolorosas que nunca olvidará. Los niños no deberían ver a
sus padres fuera de control, si pueden evitarlo. Claro, somos humanos y
tenemos nuestros momentos, pero un adulto descontrolado puede ser algo muy
terrible para un niño.
No se puede gritar en todas partes. Los estallidos de cólera no se aprecian
en mitad de un cine o un restaurante. De modo que esta forma de disciplina no
es aplicable a todas las situaciones.
¿No le gusta esta fase? No hay razón para castigar al niño; ya superará el
problema cuando crezca. Qué más da si el mundo y el niño han de sufrir
mientras tanto.
No se demuestra ningún interés por la gente que ha de soportar los
efectos de la mala conducta mientras el niño «madura». ¿Y quién nos asegura
que cuando el niño salga de una fase no entrará en otra igual de horrible? De ser
consecuentes, entonces tendremos que ignorar también esa conducta.
CULPAR AL INFORMADOR
Esto no solía ser una mala práctica. El niño podía dormir o escuchar la
radio (si tenía la suerte de disponer de una en su habitación). Ahora las
habitaciones son palacios de placer, con estéreos, televisores y videojuegos.
¿Qué clase de castigo es ése?
Si va a enviar a su hijo a su habitación, asegúrese de quitar la corriente. De otro
modo, ¿por qué no llevarlo al salón de videojuegos y considerarlo un premio?
PEGAR AL NIÑO
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voluntad se vuelve atrás. El castigo queda anulado y el comportamiento
negativo ha sido reforzado.
Intentamos enmascarar nuestra capitulación diciéndole a la niña que
dispone de «otra oportunidad», pero no la engañamos. Sabe que ha vuelto a
ganar. No podemos soportar ver a los niños alterados.
¿No es divertido que muchos de nosotros seamos tan distintos en el
trabajo? Allí supervisamos con precisión militar y, si alguien se sale de la fila,
actuamos en consecuencia de inmediato. «Eso es lo que hace que todo el mundo
esté alerta», decimos. Sin embargo, no podemos hacer lo mismo en casa.
A muchos niños nunca les han aplicado un castigo completo. Si se les
envía a su cuarto durante una hora, nos dan lastima al cabo de doce minutos. O
quizá viene el niño del vecino y quiere jugar. Siempre prevalece la diversión, aun
cuando la contrariedad de no poder jugar le haría mucho bien al niño.