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Lunes, 24 de Marzo de 2008,

Diario La Arena

Aragonés procesista como jefe del PJ pampeano alabó la dictadura


Este diario sacó a la luz declaraciones realizadas por el cuestionado dirigente en agosto
del '76. "Ha habido una total coincidencia con las autoridades militares que hicieron uso
de la palabra", dijo sobre la CGT intervenida.
Carlos Aragonés es el actual titular del Partido Justicialista en la provincia de La Pampa.
Su figura cosecha cuestionamientos por su accionar gremial y político durante los años
previos y posteriores al golpe de Estado del 24 de marzo de 1976. La semana pasada,
cuando la sorpresiva renuncia del ex gobernador Carlos Verna a la conducción del PJ lo
catapultó a la jefatura del partido de gobierno, las controversias ligadas a su pasado
setentista volvieron a tomar estado público.
El presidente de la Unidad Básica de Colonia Escalante, Mario Canoba; el ex diputado
nacional y actual titular del Pami, Heriberto Mediza; y el Movimiento Territorial Evita
mostraron el desagrado con su ascenso dentro de la estructura partidaria. Como si le
faltara algún ingrediente más al nuevo frente de conflicto que asoma en el justicialismo
lugareño, el regreso a los primeros planos del histórico dirigente mercantil se produjo
casi simultáneamente al 32° aniversario del golpe, que se conmemora hoy.
Más allá de las consideraciones que puedan estar teñidas de algún interés partidario
habría que preguntarse cuál fue la postura política y personal que tuvo Aragonés en
aquellas épocas. En la actualidad, el padre político del senador y cuatro veces
gobernador de La Pampa, Rubén Marín, está acusado penalmente de haber colaborado
como delator con el régimen militar que gobernó el país a partir de aquella fecha. La
causa judicial se tramita en el Juzgado Federal de Santa Rosa a partir de la denuncia de
la ex detenida-desaparecida Raquel Barabaschi.

"Satisfecho".
A 32 años del golpe de Estado, LA ARENA recuperó del olvido una entrevista que el
diario porteño "La Razón" le realizó a Aragonés el sábado 28 de agosto de 1976, al
término de un plenario sindical que tuvo lugar en la CGT, en la Capital Federal. Para ese
entonces, la central sindical estaba intervenida por el gobierno militar que había
designado a su cargo al coronel Juan Pita.
El vespertino presentó al ex diputado nacional como un veterano gremialista y ex
dirigente peronista que representó a La Pampa en el plenario. "Hasta hace poco estuvo
detenido y ahora recobró su libertad -narra la crónica de La Razón-. Se le preguntó cuál
era la impresión recogida y dijo: 'Ha habido una total coincidencia con las autoridades
militares que hicieron uso de la palabra".
-La Razón: ¿Es decir, se va satisfecho?
-Aragonés: Por supuesto, muy satisfecho de haber escuchado a quienes están al frente
de la CGT.
-LR: En la anterior reunión se afirmó que el objetivo era la consolidación de un
movimiento obrero unificado, en el que serían marginados los corruptos, los venales y
los vinculados con la subversión. ¿Se reiteró eso?
-A: Exactamente, eso se ratificó y lo compartimos todos.
-LR: ¿Qué le parece entonces la apertura dialoguista de las autoridades de la CGT?
-A: Realmente magnífica. El gremialismo es una realidad y lo que necesitamos es gente
así, para que podamos transmitirle a las bases esta nueva realidad.
-LR: Y dígame, ¿cómo se compatibiliza su condición de dirigente peronista y su
entusiasmo en este esquema?
-A: En cada organización gremial los jueces son los afiliados. Ellos juzgan. Yo veo bien
lo que están haciendo.
-LR: ¿Hay mucha infiltración izquierdista?
-A: La hay. Pero nosotros hemos sido en las organizaciones sindicales el dique de
contención, antes y después del 24 de marzo.
-LR: ¿Expresaron otras inquietudes?
-A: Si señor, así como hay malos dirigentes también hay sectores empresarios que creen
que las leyes ya no hay que cumplirlas. Y no es así.
"Satisfecho de la 'apertura dialoguista', Aragonés anunció que en el futuro las
autoridades viajarán a las capitales del interior del país, para seguir con la actual línea
emprendida", concluye el artículo redactado en aquel entonces, apenas cinco meses
después del golpe.

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