Este poema describe a una madre de 87 años que pasa sus días mirando por la ventana de su casa hacia la avenida. El poema evoca recuerdos de la madre a lo largo de los últimos doce años, incluyendo eventos políticos y sociales que han ocurrido frente a su casa. A pesar del paso del tiempo, la madre sigue sentada en la ventana, revisando sus recuerdos del pasado de forma distraída. El poeta desea comprender mejor los pensamientos y experiencias de su madre.
Este poema describe a una madre de 87 años que pasa sus días mirando por la ventana de su casa hacia la avenida. El poema evoca recuerdos de la madre a lo largo de los últimos doce años, incluyendo eventos políticos y sociales que han ocurrido frente a su casa. A pesar del paso del tiempo, la madre sigue sentada en la ventana, revisando sus recuerdos del pasado de forma distraída. El poeta desea comprender mejor los pensamientos y experiencias de su madre.
Este poema describe a una madre de 87 años que pasa sus días mirando por la ventana de su casa hacia la avenida. El poema evoca recuerdos de la madre a lo largo de los últimos doce años, incluyendo eventos políticos y sociales que han ocurrido frente a su casa. A pesar del paso del tiempo, la madre sigue sentada en la ventana, revisando sus recuerdos del pasado de forma distraída. El poeta desea comprender mejor los pensamientos y experiencias de su madre.
para dolor mirar, katacha madre, tus manos para dolor tallar, tu vida, t, para el sufrir solamente
Yo te digo, y te dice, tambin, Dios: Para qu traes tu hijo al mundo, para qu? Ni un puado de tierra, ni una burbuja de agua, han de ser de l, maana, porque la tierra y el agua tienen dueo
Tendr tu hijo el alba, cada da, la luz, el sol, la noche, las estrellas, el llanto humano, la risa del paisaje, pero stos, !ay!, pero stos no le darn un pan para su hambre
Y t contestas: La leche de mi pecho le durar hasta cuando, ya viejo, ponga sus pies en el lecho de rosas de la muerte, beber mi sangre en lugar de agua, y, en el montn de tierra de mis huesos, cosechar el maz y la cebada Y llorar t y preguntas a Dios: Por qu la tierra y el agua no son de todos los hombres como el cielo azul, el sol, la noche, el panorama?
Y Dios musita triste: -!No s por qu, Katacha!
PABLO NERUDA LA MAMADRE
La mamadre viene por ah, con zuecos de madera. Anoche sopl el viento del polo, se rompieron los tejados, se cayeron los muros y los puentes, aull la noche entera con sus pumas, y ahora, en la maana de sol helado, llega mi mamadre, doa Trinidad Marverde, dulce como la tmida frescura del sol en las regiones tempestuosas, lamparita menuda y apagndose, encendindose para que todos vean el camino.
Oh dulce mamadre nunca pude decir madrastra, ahora mi boca tiembla para definirte, porque apenas abr el entendimiento vi la bondad vestida de pobre trapo oscuro, la santidad ms til: la del agua y la harina, y eso fuiste: la vida te hizo pan y all te consumimos, invierno largo a invierno desolado con las goteras dentro de la casa y tu humildad ubicua desgranando el spero cereal de la pobreza como si hubieras ido repartiendo un ro de diamantes.
Ay mam, cmo pude vivir sin recordarte cada minuto mo? No es posible. Yo llevo tu Marverde en mi sangre, el apellido del pan que se reparte, de aquellas dulces manos que cortaron del saco de la harina los calzoncillos de mi infancia, de la que cocin, planch, lav, sembr, calm la fiebre, y cuando todo estuvo hecho, y ya poda yo sostenerme con los pies seguros, se fue, cumplida, oscura, al pequeo atad donde por primera vez estuvo ociosa bajo la dura lluvia de Temuco.
MADRE
Tu nombre viene lento como las msicas humildes y de tus manos vuelan palomas blancas
mi recuerdo te viste siempre de blanco como un recreo de nios que los hombres miran desde aqu distante
un cielo muere en tus brazos y otro nace en tu ternura a tu lado el cario se abre como una flor cuando pienso
entre ti y el horizonte mi palabra est primitiva como la lluvia o como los himnos porque ante ti callan las rosas y la cancin
Carlos Oquendo de Amat Poeta peruano - Puno
Marina Tsvetaeva
Mi madre y la msica (fragmento)
" Mi madre se alegraba de mi odo y, sin proponrselo, me elogiaba por l, pero inmediatamente despus de cada Bravo! que se le escapaba, aada con frialdad: Por lo dems, no es mrito tuyo. El odo viene de Dios. As se me qued grabado para siempre, que el mrito no esmo, que el odo- viene de Dios. Esto me preserv tanto de la arrogancia como de la no confianza en m misma, de cualquier tipo de petulancia en el arteya que el odo viene de Dios. Lo tuyo esel empeo, porque todo don divino puede ser arruinadodeca mi madre por encima de mi cabeza de cuatro aos, que evidentemente no comprenda ypor eso lo retena todo de manera que luego fuese imposible borrarlo. Y si no arruin mi odo, no slo no lo arruin yo: no permit a la vida que lo arruinara ni lo asfixiara (y cmo lo intent!); de esto tambin es responsable mi madre. Si con mayor frecuencia las madres dijeran cosas incomprensibles a sus hijos, estos hijos, al crecer, no slo comprenderan ms, sino que actuaran con mayor seguridad. Al nio no hay que explicarle nada, al nio hay que hechizarlo. Y mientras ms enigmticas sean las palabras del hechizo ms profundamente arraigarn en l, ms indiscutiblemente actuarn: Padre nuestro que ests en los cielos
Con el pianocon el doremi puesto en teclas tambin hice amistad de inmediato. Result que yo tena una mano sorprendentemente flexible. Cinco aos, y ya casi alcanza la octava, con un poquito ms que la abra!-deca mam, alargando con la voz la distancia que faltaba, y, para que yo no presumiera: Aunque, tambin sus pies son as! suscitando en m con estos pies la vaga pero aguda tentacin de probar alguna vez a alcanzar la octava con el pie (ms an cuando yo era la nica de entre todos los nios que poda separar los dedos del pie en forma de abanico!), cosa que, sin embargo, jams me atrev no digamos a hacer, ni siquiera a pensar con seriedad, puesto que el piano es sagrado, y no se puede poner nada encima de l, no slo los pies, ni siquiera los libros. En cuanto a los peridicos, mi madre, con la altiva perseverancia de un mrtir, cada maana, sin decir una sola palabra a pap, que invariable e inocentemente los haba colocado all, los retirabarelegaba del piano. "
El Poder de la Palabra epdlp.com
La Madre Ahora
Doce aos atrs cuanto tuve que irme dej a mi madre junto a la ventana mirando la avenida ahora la recobro slo con un bastn de diferencia
en doce aos transcurrieron ante su ventanal algunas cosas desfiles y redadas fugas estudiantiles muchedumbres puos rabiosos y gases de lgrimas provocaciones tiros lejos festejos oficiales banderas clandestinas vivas recuperados
despus de doce aos mi madre sigue en su ventana mirando la avenida o acaso no la mira slo repasa sus adentros no s si de reojo o de hito en hito sin pestaear siquiera
pginas sepias de obsesiones con un padrastro que le haca enderezar clavos y clavos o con mi abuela la francesa que destilaba sortilegios o con su hermano el insociable que nunca quiso trabajar
tanto rodeos me imagino cuando fue jefa en una tienda cuando hizo ropa para nios y unos conejos de colores que todo el mundo le elogiaba mi hermano enfermo o yo con tifu mi padre bueno y derrotado por tres o cuatro embustes pero sonriente y luminoso cuando la fuente era de oquis
ella repasa sus adentros ochenta y siete aos de grises sigue pensando distrada y algn acento de ternura se le ha escapado como un hilo que se le ha escapado como un hilo que no se encuentra con su aguja
cmo quisiera comprenderla cuando la veo igual que antes desperdiciando la avenida
pero a esta altura qu otra cosa puedo hacer yo que divertirla con cuentos ciertos o inventados comprarle una nueva tele o alcanzarle su bastn.