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LA GRAN REFORMA PROTESTANTE

Autor:Paulo Arieu

Uno de los acontecimientos de la historia recordados por los cristianos y celebrado


en las iglesias evangélicas cada 31 de octubre es el Día de la Reforma establecido
por la lucha de el personaje religioso Martín Lutero, teólogo y reformador religioso
alemán, quien precipitó la Reforma protestante al publicar en 1517 sus 95 Tesis
denunciando las indulgencias y los excesos de la Iglesia Católica.Lutero inauguró la
doctrina teológica y cultural denominada luteranismo.

Martín Lutero, Nació cerca de Eisennach, Alemania, en 1483 de padres de humilde


condición, durante el desarrollo de su vida mantuvo una formación religiosa
inigualable, por lo que en 1505, decidió cambiar el rumbo de ella de manera radical
,decidiendo entrar al monasterio Augustino en Erfurt.

Luego en 1507, con 24 años, fue ordenado como sacerdote continuando así un
largo camino que lo llevaría a descubrir en 1517 la predicación de indulgencias por
parte de un monje dominico, Tetzel.

Por medio de la compra de indulgencias, según la enseñanza tradicional, se libraba


a las almas recluidas en el purgatorio de los tormentos del mismo, causa que
introdujo a lutero en una batalla por la verdad causando la apertura de un tribunal
de inquisicón que culminó en la excomulgación de Lutero de la iglesia católica.

El 15 de junio de 1520 León X publicó la bula de excomunión de Lutero intitulada


Exsurge Domine; cuando Lutero la recibió se dirigió al pudridero de la ciudad y
juntamente con el Derecho Canónico, la arrojó a las llamas.

En este mismo año Lutero completó el ciclo de su ruptura con la Iglesia, al


desarrollar sus ideas en tres grandes escritos reformistas: Llamamiento a la
nobleza cristiana de la nación alemana, La cautividad babilónica de la Iglesia y
Sobre la libertad cristiana.

Finalmente, el papa León X le condenó y excomulgó como hereje en una bula que
Lutero quemó públicamente (1520).
Las 95 tesis, desafió las enseñanzas de la Iglesia de
Roma con respecto a la naturaleza de la penitencia, la autoridad del Papa y la
utilidad de las indulgencias, esta publicación (clavada en las puertas de la Iglesia
del Palacio de Wittenberg el 31 de octubre de 1517) detonaría un debate teológico
que desembocaría en la Reforma y el nacimiento de varias tradiciones dentro del
cristianismo, tales como el Luteranismo, el Presbiterianismo y el Anabaptismo.

Lutero redactó sus 95 tesis como soporte para un debate teórico, una “disputa”
teológica, práctica corriente en la época.

Las iglesias evangélicas empezaron con las misiones de los Hechos de los
apóstoles.
Al principio formaron concilios ecuménicos. Se llamaron católicos (universales)
Se empezó a diluir la esencia y aparecieron los montanistas
Luego Roma empezó con el poder centralizado en el obispo romano.
Luego empezaron las persecuciones contra los disidentes.
Algunos se quedaron dentro del catolicismo, otras empezaron a abrirse. Tomaron
diversos nombres.
En el 1000, vino el cisma ortodoxo pneumatológico.
En el 1500 la Reforma Protestante. Luteranos, anglicanos, anabaptistas,
reformados holandeses. (calvinistas)
s. XIX los metodistas con Wesley
s. XX Pentecostales
Mediados del s. XX carismáticos, neocarismaticos, apostólicos.

La Reforma del siglo XVI fue un movimiento de reforma bíblica de la Iglesia


cristiana. La Iglesia cristiana ya existía obviamente antes de la Reforma, por
supuesto, desde la Ascensión de Cristo y Pentecostés, pero se fue pervirtiendo a lo
largo de los siglos, especialmente durante la Edad Media. Por ello, la Iglesia en el
siglo XVI debía reformarse. La Reforma se hizo en base a la autoridad soberana de
las Sagradas Escrituras. Por tanto, fue Dios mismo el principal promotor de la
Reforma.

Movimiento religioso surgido en el siglo XVI en el ámbito de la Iglesia cristiana, que


supuso el fin de la hegemonía de la Iglesia Católica y la instauración de distintas
iglesias ligadas al protestantismo. La Reforma, precedida por la cultura del
renacimiento y, de alguna forma, seguida por la Revolución Francesa, alteró por
completo el modo de vida de Europa occidental e inició la edad moderna. Aunque
se inició a principios del siglo XVI, cuando Martín Lutero desafió la autoridad papal,
las circunstancias que condujeron a esa situación se remontan a fechas anteriores y
conjugan complejos elementos doctrinales, políticos, económicos y culturales.

El término Reforma y su valoración histórica considerándola como sólo un suceso


religioso es inapropiado. La realidad es que más que una reforma fue un cisma de
disensión eclesiástica e ideológica. Evaluarla sólo como un evento eclesiástico
tampoco es certero; la historia propone que más bien fue un movimiento cuyas
causas y circunstancias provenían de situaciones políticas, sociales e ideológicas
que posibilitaron que sólo en ese momento, y no antes como se había intentado, se
comenzara a limitar el absolutismo y la mano de hierro con que la Iglesia Romana
azotaba al viejo continente.

Con el Renacimiento, los ojos de los hombres tanto tiempo enfocados en los cielos,
comenzaron a volverse hacia el mundo circundante y bajo ellos. Los mismos
fundamentos de la autoridad católica romana fueron socavados por las nuevas
formas de pensamiento humanista.

La crisis de la Iglesia

La Reforma corresponde a una gran revolución religiosa que rompió la unidad de la


Iglesia Católica en el siglo XVI, separando de ella a todos los que aceptaban las
nuevas doctrinas, conocidas bajo el nombre de protestantismo.

El siglo XVI no es solo el siglo del Renacimiento. También es el siglo de la Reforma,


considerado uno de los grandes movimientos religiosos en el seno del cristianismo.
La Reforma corresponde a una gran revolución religiosa que rompió la unidad de la
Iglesia Católica en el siglo XVI, separando de ella a todos los que aceptaban las
nuevas doctrinas, conocidas bajo el nombre genérico de protestantismo.

En el surgimiento de la Reforma no solo influyeron causas religiosas, sino también


políticas, intelectuales y económico-sociales.

Podemos citar como antecedente teológico importante previo a la Reforma a Tomás


de Aquino (1225-1274) quien es reconocido sin duda, como el teólogo más grande
de toda la Edad Media, en su obra Summa Theologica hace una discusión detallada
del Espíritu Santo. Su concepción aristotélica del mundo estaba más interesada en
el conocimiento racional y empírico que en los fenómenos sobrenaturales. Sin
embargo al final de sus días, tuvo una experiencia mística que lo llevó a atribuir
menos importancia a lo racional. Después de su encuentro directo con Dios, no
escribió más. Su gran obra, la Summa Theologica, quedó inconclusa. Creía que
todos sus escritos se habían transformado en basura en comparación con lo que
Dios le había revelado.

Causas intelectuales
La difusión de la Biblia, hecha posible gracias a la imprenta y que puso al alcance
de todos la palabra de Dios, fue generando un clima crítico con respecto a los
dogmas y organización de la Iglesia.
La lectura y la meditación de la Biblia creó, en algunos, una actitud detractora
frente a las ideas religiosas aceptadas por la Iglesia que no tuviesen una base
estricta y literal en este libro. Esta apreciación de la Biblia como única fuente de
creencia religiosa fue el más poderoso germen de la Reforma.

Causas religiosas
Para entender la historia de la Iglesia Protestante y la Reforma, es importante
comprender primeramente que uno de los reclamos que hace la Iglesia Católica
Romana es la de la sucesión apostólica. Esto simplemente significa que ellos claman
ser la única autoridad sobre todas las otras iglesias y denominaciones, porque
afirman contar con la única ascendencia de Papas católicos romanos a través de los
siglos, en línea directa hasta el apóstol Pedro. En su perspectiva, esto le da a la
Iglesia Católica Romana una autoridad única que invalida a todas las otras iglesias
o denominaciones. De acuerdo con la Enciclopedia Católica, esta sucesión
apostólica “es encontrada únicamente en la Iglesia Católica” y ninguna “Iglesia
separada tiene alguna reclamación válida ante ello.”
Es por esta sucesión apostólica que la Iglesia Católica Romana reclama una
autoridad única para interpretar la Escritura y para establecer la doctrina; así como
la afirmación de tener un líder supremo en el Papa, el cual es infalible (sin error)
cuando habla “ex cátedra” – esto es en el ejercicio de su oficio como pastor y
maestro de todos los cristianos. Por lo tanto, de acuerdo con la postura católica
romana; la enseñanza o tradiciones de la Iglesia Católica Romana, habiendo
provenido del Papa, son tan infalibles y autoritativas como las mismas Escrituras.
Esta es una de las mayores diferencias entre los católicos romanos y los
protestantes, y fue una de las razones fundamentales para la Reforma Protestante.

Por supuesto los católicos romanos no son los únicos que tratan de reclamar una
única autoridad a través de la sucesión apostólica, o de rastrear los antecedentes
de las raíces de su iglesia hasta los apóstoles originales. Por ejemplo la Iglesia
Oriental Ortodoxa también afirma esta sucesión apostólica, aunque su alegato es
muy similar a la postura de los católicos romanos. La separación entre la Iglesia
Oriental Ortodoxa y el catolicismo romano no ocurrió hasta el “Gran Cisma” en el
1054 d.C. Hay también algunas denominaciones protestantes o grupos que tratarán
de establecer una “Línea de Sangre” que pueda seguir la huella regresiva a través
de los siglos, hasta la primera iglesia y los mismos apóstoles. Mientras que estos
protestantes no se apegan a la sucesión apostólica para establecer la autoridad de
un “Papa” como un líder infalible; ellos sin embargo aún buscan esa conexión con la
iglesia primitiva, al menos en un grado mínimo, para establecer la autoridad de sus
doctrinas y prácticas.

El problema con cualquiera de estos intentos de trazar una línea regresiva de


sucesión hasta los apóstoles, ya sean católicos romanos, ortodoxos orientales, o
protestantes; es que todos ellos están en el intento de obtener o basar la autoridad
de lo que ellos creen y enseñan, en la fuente equivocada de alguna real o percibida
conexión con los apóstoles, en lugar de obtenerla de la Palabra de Dios. Es
importante para los cristianos, el darse cuenta de que la sucesión apostólica no es
necesaria para que una iglesia o denominación tenga autoridad. Dios ha dado y
preservado la suprema autoridad para todos los asuntos de la fe y la práctica en Su
Santa Palabra, la Biblia. Por lo tanto, en la actualidad, la autoridad individual de
una iglesia o denominación, no viene a través de algún lazo con la iglesia del primer
siglo y los apóstoles; en vez de eso, proviene solo y directamente de la Palabra
escrita de Dios. Las enseñanzas de una iglesia o denominación son autoritativas y
obligatorias para los cristianos solo si representan el significado verdadero y una
clara enseñanza de la Escritura. Este es un punto importante a considerar, cuando
se trata de entender la conexión entre el protestantismo y la Iglesia Católica
Romana, y la razón por la que se llevó a cabo la Reforma Protestante.

Para comprender la historia del cristianismo y los reclamos de la sucesión


apostólica, así como las afirmaciones de la Iglesia Católica Romana de ser la única
verdadera Iglesia con autoridad única, es importante que consideremos un par de
puntos cruciales. Primero, debemos considerar que aún en los días de los apóstoles
y la iglesia del primer siglo, los falsos maestros y las falsas enseñanzas eran un
problema significativo. Sabemos esto por las advertencias contra las herejías y los
falsos maestros que encontramos en todos los escritos posteriores del Nuevo
Testamento. Jesús Mismo, advirtió que esos falsos maestros serían como “lobos
vestidos de ovejas” (Mateo 7:15), y que habría ambos “trigo y cizaña”, que
coexistirían juntos hasta el día del juicio, cuando Él separaría a los salvos de los
perdidos; los verdaderos creyentes “nacidos de nuevo”, de aquellos que no le
recibieron verdaderamente a Él (Mateo 13:24-30). Esto es importante para
entender la historia de la iglesia, porque casi desde sus inicios, los falsos maestros
y falsas enseñanzas han estado invadiendo la iglesia y guiando a la gente por el
camino equivocado. A pesar de esto, siempre han habido verdaderos creyentes
“nacidos de nuevo” a lo largo de todas las eras, aún en el período más oscuro del
oscurantismo; que se ajustaron a la doctrina bíblica de la salvación únicamente por
gracia, a través de la fe en Jesucristo solamente.

La segunda cosa que debemos considerar para comprender correctamente la


historia, es que la palabra “católico” simplemente significa “universal”. Esto es
importante, porque en los escritos del cristianismo primitivo del primero y segundo
siglos, cuando el término “católico” es usado, es en referencia a la “iglesia
universal” o al “cuerpo de Cristo” que está formado por los creyentes “nacidos de
nuevo”, de cada tribu, lengua y nación (Apocalipsis 5:9; 7:9). Sin embargo, como
muchas palabras a través del tiempo, la palabra “católico” comenzó a tomar un
nuevo significado, o a ser usada en un nuevo sentido. A través del tiempo, el
concepto de una iglesia “universal” o “católica” comenzó a involucrar el concepto de
que todas las iglesias se unieran para formar una, no solo espiritualmente, sino
también visiblemente, extendiéndose a través del mundo. Este malentendido de la
naturaleza visible de la iglesia (que siempre ha contenido ambos “trigo y cizaña”) y
la iglesia invisible, (el cuerpo de Cristo, el cual está formado solamente por
creyentes nacidos de nuevo) llevaría al concepto de una visible Santa Iglesia
Católica, fuera de la cual no hay salvación. Es sobre este malentendido de la
naturaleza de la iglesia universal, que la Iglesia Católica Romana se desarrolló.

Antes de la conversión de Constantino al cristianismo en 315 d.C. los cristianos


eran perseguidos por el gobierno romano. Con su conversión al cristianismo, éste
se convirtió en la religión permitida en el Imperio Romano (y más tarde se volvió la
religión oficial), y de esta manera la Iglesia “visible” llegó a unirse con el poder del
gobierno romano. Este matrimonio de la iglesia y el estado llevó a la formación de
la Iglesia Católica Romana, y a través del tiempo ocasionó que la Iglesia Católica
refinara su doctrina y desarrollara su estructura de la manera que mejor sirviera a
los propósitos del gobierno romano. Durante esa época, el oponerse a la Iglesia
Católica Romana, era lo mismo que oponerse al gobierno romano, y ello acarreaba
severos castigos. Por lo tanto, el no estar de acuerdo con alguna doctrina de la
Iglesia Católica Romana era un cargo serio, que con frecuencia resultaba en la
excomunión y algunas veces aún en la muerte.

Y sin embargo, a través de ésta época en la historia, hubieron verdaderos cristianos


“nacidos de nuevo” quienes se levantaron y opusieron a la secularización de la
Iglesia Católica Romana y a la perversión de la fe que le siguió. A través de esta
combinación de iglesia y estado, con el correr del tiempo, la Iglesia Católica
Romana, efectivamente silenció a aquellos que se oponían a cualquiera de sus
doctrinas o prácticas, y realmente casi se convirtió en una iglesia universal a través
del Imperio Romano. Aunque siempre hubo “focos” de resistencia ante algunas
prácticas y enseñanzas anti-bíblicas de la Iglesia Católica Romana, éstos sin
embargo, eran relativamente pequeños y aislados. Antes de la Reforma
Protestante, en el siglo dieciséis; hombres tales como John Wycliffe en Inglaterra,
John Huss en Checoslovaquia, y John Wessel en Alemania, habrían dado sus vidas
por su oposición a algunas enseñanzas anti-bíblicas de la Iglesia Católica Romana.

La oposición de la Iglesia Católica Romana y sus falsas enseñanzas llegaron a su


climax en el siglo dieciséis, cuando un monje católico romano llamado Martín Lutero
clavó sus 95 propuestas (o tesis) contra las enseñanzas de la Iglesia Católica
Romana en la puerta de la iglesia del Castillo de Wittenberg, Alemania. La intención
de Lutero era traer la reforma a la Iglesia Católica Romana, y al hacerlo estaba
desafiando la autoridad del Papa. Con la negativa de la Iglesia Católica Romana de
responder al llamado de Lutero a reformarse y regresar a las doctrinas y prácticas
bíblicas, la Reforma Protestante comenzó, de la cual surgirían cuatro divisiones o
tradiciones principales: La Luterana, la Reformada, la Anabaptista y la Anglicana.
Durante este tiempo Dios levantó a hombres piadosos en diferentes países a fin de
restaurar y volver nuevamente a las iglesias a través del mundo, a sus raíces,
prácticas, y doctrinas bíblicas.

Subyacentes a la Reforma Protestante hay cuatro preguntas o doctrinas básicas en


que estos reformadores creían que la Iglesia Católica Romana estaba en un error.
Estas cuatro preguntas o doctrinas son: ¿Cómo es salvada una persona? ¿Dónde
reside la autoridad religiosa? ¿Qué es la iglesia? y ¿Cuál es la esencia de la vida
cristiana? Al responder estas preguntas los reformadores protestantes tales como
Martín Lutero, Ulrich Swingli, Juan Calvino, y John Knox establecieron lo que sería
conocido como las “Cinco Solas” (sola, es tomada de palabra del latín –solamente-)
de la Reforma. Estos cinco puntos de doctrina fueron el corazón de la Reforma
Protestante y fue por estas cinco doctrinas bíblicas esenciales que los reformadores
protestantes tomarían su posición contra la Iglesia Católica Romana, resistiendo las
demandas puestas sobre ellos aún al punto de morir; de retractarse de sus
enseñanzas.

A principios del siglo XVI, la Iglesia se encontraba en un profundo estado de


decadencia y de crisis. La riqueza material de esta época hizo que se produjera
corrupción y relajación de las costumbres entre parte del clero, lo que afectaba
hasta las más altas jerarquías, incluido el papado.
Todos buscaban aumentar al máximo sus ingresos, ya sea para velar por el futuro
de sus familias, satisfacer su gusto por el lujo o proteger a sus artistas favoritos.
Se sabía que el Papa Alejandro V de Borgia llevaba una vida escandalosa, y que el
Papa León X solo se había ocupado de las bellas artes. El resto del clero no lo hacía
mal; se dice que los obispos, en Alemania, poseían la tercera parte de las tierras y
vivían como grandes señores.
Tales excesos despertaron poderosas críticas e insistentes exigencias en favor de
una reforma que los suprimiese de raíz.

Causas político-económicas
Durante la Edad Media se produjeron, muchas veces, conflictos entre los papas y
los gobernantes, reyes o emperadores de los diversos Estados europeos. Si bien
estas disputas no llegaron a afectar la unidad de la fe, fueron evidencia del
resentimiento que sentían los reyes frente a los papas. Y por ello, los gobernantes
lucharon por aumentar su poder sobre el clero y tratar de reducir los derechos del
Sumo Pontífice.
A esto se agrega que entre los ingleses, alemanes y escandinavos surgió un
movimiento reactivo en contra de la obediencia a Roma. Para estos países, adoptar
la Reforma era afirmar su sentido de nacionalidad frente a la catolicidad
representada por el papado romano.
Por otra parte, la Reforma halló campo fértil en países en que el capitalismo se
había desarrollado (Alemania, Países Bajos e Inglaterra). Esto, porque las clases
enriquecidas, gracias al comercio y al monopolio, sabían que la Iglesia veía con
malos ojos el origen de sus ganancias. Además, algunos reyes y nobles vieron que
separándose de la Iglesia Católica podrían adueñarse de sus extensas posesiones.

El eje fundamental sobre el que se desarrolló la Reforma fue el de la justificación


por la sola fe en Jesucristo

"Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de
nuestro Señor Jesucristo."(Romanos 5:1)

La Salvación es un REGALO (Gracia) DE DIOS.

"Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos
amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida
juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)" (Efesios 2:4-5)
"...siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la
redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación
por medio de la fe en su sangre" (Romanos 3:24-25)
"Y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya
no es gracia. Y si por obras, ya no es gracia; de otra manera la
obra ya no es obra" (Romanos 11:6)
"Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los
hombres..." (Tito 2:11)

2. La Salvación NO SE MERECE por algo que hagamos, no se merece por


obras.

"Entonces Pedro le dijo: Tu dinero perezca contigo, porque has pensado


que el don de Dios se obtiene con dinero." (Hechos 8:20)
"Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de
vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se
gloríe." (Efesios 2:8-9)
"sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley,
sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en
Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras
de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será
justificado." (Galatas 2:16)
"Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su
amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que
nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia." (Tito 3:4-5)
"Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras
de la ley" (Romanos 3:28)

y su obra cumplida de la salvación.

"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo


unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas
tenga vida eterna." (Juan 3:16)
"Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio
de nuestro Señor Jesucristo."(Romanos 5:1)
"Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al
Padre, sino por mí." (Juan 14:6)
"Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual
ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación;
porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que
podamos ser salvos." (Hechos 4:12)
"Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa." (Hechos
16:31)
"Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu
boca que Jesús es el Señor, ycreyeres en tu corazón que Dios le
levantó de los muertos, serás salvo." (Romanos 10:8-9)
"Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor
nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la
reconciliación" (Romanos 5:10-11)
"No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que
no pecaron a la manera de la transgresión de Adán, el cual es figura del
que había de venir. Pero el don no fue como la transgresión; porque si
por la transgresión de aquel uno murieron los muchos, abundaron
mucho más para los muchos la gracia y el don de Dios por la gracia
de un hombre, Jesucristo." (Romanos 5:14-15)
"Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún
pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya
justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira." (Romanos
5:8-9)
"Y nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado al
Hijo, el Salvador del mundo."(1° Juan 4:14)
"A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le
recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser
hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de
voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios." (Juan 1:11-
13)
La enseñanza de la justificación por la sola fe, ponía radicalmente en cuestión todo
el aparato eclesiástico (sacramentalismo, indulgencias, ceremonias, etc.) que
tendía siempre a una supuesta participación meritoria del creyente para obtener la
salvación.

Este aparato eclesiástico se había implantado por la sola autoridad de la Iglesia, es


decir, aparte de la autoridad de la Sagrada Escritura. Todo ello, pues, tenía que
llegar a ser reformado a la luz de la Palabra de Dios y por su autoridad.

La fe Católico romana

Si bien claramente La Biblia nos dice que la Salvación no reconoce méritos


humanos, o dicho de otra forma, es un regalo de Dios Padre a aquellos que
reconocen a Jesús como El Cristo y le entregan su vida, vemos como la doctrina
Católica enseña la necesidad de determinadas obras para "merecer" o para
"conservar" este regalo.

"Esta revelación no fue interrumpida por el pecado de nuestros primeros padres.


Dios, en efecto, "después de su caída alentó en ellos la esperanza de la salvación
con la promesa de la redención, y tuvo incesante cuidado del género humano, para
dar la vida eterna a todos los que buscan la salvación con la perseverancia
en las buenas obras" (DV 3). CIC #55

« En toda circunstancia, cada uno debe esperar, con la gracia de Dios, "perseverar
hasta el fin" y obtener el gozo del cielo, como eterna recompensa de Dios
por las buenas obras realizadas con la gracia de Cristo...» CIC #1821

« Los hijos de nuestra madre la Santa Iglesia esperan justamente la gracia de la


perseverancia final y de la recompensa de Dios, su Padre, por las obras
buenas realizadas con su gracia... » CIC#2016

«El Concilio de Trento enseña que los diez mandamientos obligan a los cristianos y
que el hombre justificado está también obligado a observarlos (cf DS 1569-70). Y el
Concilio Vaticano II lo afirma: "Los obispos, como sucesores de los apóstoles,
reciben del Señor...la misión de enseñar a todos los pueblos y de predicar el
Evangelio a todo el mundo para que todos los hombres, por la fe, el bautismo
y el cumplimiento de los mandamientos, consigan la salvación" (LG
24).» CIC #2068
"Los padres tuvieron razón en llamar a la penitencia "un bautismo laborioso" (San
Gregorio Nac., or. 39.17). Para los que han caído después del Bautismo, es
necesario para la Salvación este sacramento de la Penitencia, como lo es el
Bautismo para quienes aún no han sido regenerados (Cc. de Trento: DS
1672)." CIC #980

"La Iglesia afirma que para los creyentes, los Sacramentos de la Nueva Alianza
son necesarios para la Salvación (Cf. Cc. de Trento: DS 1604)." CIC #1129

"Los Sacramentos son signos eficaces de la gracia, instituidos por Cristo y


confiados a la Iglesia por los cuales nos es dispensada la vida divina. Los ritos
visibles bajo los cuales los sacramentos son celebrados significan y realizan las
gracias propias de cada sacramento." CIC#1131

"La Iglesia pide a Dios que, por medio de su Hijo, el poder del Espíritu Santo
descienda sobre esta agua, a fin de que los que sean bautizados con ella "nazcan
del agua y del Espíritu". Sigue entonces el rito esencial del sacramento:
el Bautismo propiamente dicho, que significa y realiza la muerte al pecado y
la entrada en la vida de la Santísima Trinidad a través de la configuración con
el misterio pascual de Cristo. El Bautismo es realizado de la manera mas
significativa mediante la triple inmersión en el agua bautismal. Pero desde la
antigüedad puede ser también conferido derramando tres veces agua sobre la
cabeza del candidato." CIC # 1238 y 1239

"Para el Católico, la Salvación no viene mediante recibir a Cristo como Salvador


personal, sino que es un extenso proceso que comienza con el bautismo, y de ahí
en adelante depende de la relación continua de la persona con la Iglesia. La
Salvación viene mediante la participación en los sacramentos, penitencias, buenas
obras, sufriendo por los pecados personales, y los pecados de otros, aquí o en el
purgatorio, indulgencias para reducir el tiempo en el purgatorio, y cantidades casi
interminables de misas y rosarios dichos en favor del feligrés, aún después de la
muerte. El "evangelismo" católico es por obras, la antítesis propiamente dicha de
"el evangelio de la gracia de Dios." (Dave Hunt - "A Woman Rides the Beast" -
Pag.10)

Los actores de la Reforma fueron los doctores y pastores de la Iglesia de aquel


entonces, como Lutero, Calvino, etc.

La Reforma protestante fue un movimiento internacional que tuvo un desarrollo


particular en cada país. A la muerte de los reformadores (Lutero, Calvino, etc.)
cada iglesia particular (regional o nacional) codificaría la fe cristiana, libre de los
errores introducidos bajo el periodo medieval, en diferentes documentos
confesionales. La Reforma protestante, pues, no produjo una sola confesión de fe
universal o ecuménica –como los símbolos de los Concilios Universales de la Iglesia
antigua– sino una diversidad de confesiones de fe.

Tres Divisiones de la Reforma del Cristianismo


A.La Reforma Protestante

La oposición de la Iglesia Católica Romana y sus falsas enseñanzas llegaron a su


clímax en el siglo dieciséis, cuando un monje católico romano llamado Martín Lutero
clavó sus 95 propuestas (o tesis) contra las enseñanzas de la Iglesia Católica
Romana en la puerta de la iglesia del Castillo de Wittenberg, Alemania. La intención
de Lutero era traer la reforma a la Iglesia Católica Romana, y al hacerlo estaba
desafiando la autoridad del Papa. Con la negativa de la Iglesia Católica Romana de
responder al llamado de Lutero a reformarse y regresar a las doctrinas y prácticas
bíblicas, la Reforma Protestante comenzó, de la cual surgirían cuatro divisiones o
tradiciones principales: La Luterana, la Reformada, la Anabaptista y la Anglicana.
Durante este tiempo Dios levantó a hombres piadosos en diferentes países a fin de
restaurar y volver nuevamente a las iglesias a través del mundo, a sus raíces,
prácticas, y doctrinas bíblicas.

Para el siglo XV, los abusos cometidos por los Papas, obispos y clérigos los expuso
a críticas severas y a una abierta oposición por parte del pueblo. Esto era herejía
(estar en desacuerdo contra las normas establecidas por la Iglesia), desde luego, la
herejía no era tolerada por la Iglesia.

Las personas que cometían este delito eran castigados como criminales, algunas
veces la condena conllevaba tortura o posible pena de muerte. La religión Católica
era reconocida como la religión oficial de Europa y por lo tanto se consideraba un
crimen, no únicamente contra el Estado, sino con más repercusión, ante Dios. Los
líderes católicos habían caído en un estado espiritual pernicioso el cual promovía el
absentismo y el abandonó de sus deberes pastorales.

Por otra parte, el nepotismo papal culminó cuando el Papa Sixto IV convirtió a
todos sus sobrinos en cardenales o en gobernantes. Para el siglo XV se habían
producido disputas importantes en el interior de la Iglesia estableciéndose la sede
del Papa en Aviñón, bajo la influencia del rey de Francia.

Conflictos de tipo político entre los reyes y la Iglesia crearon fricciones que
alcanzaron una intensidad excepcional. La reforma religiosa de tipo protestante
surge precisamente como resultado de estos conflictos entre Iglesia y Estado.

Dos personajes que iniciaron el movimiento reformista contra la Iglesia Católica


fueron el inglés Juan Wiclef y el checoslovaco Juan Huss. Wiclef comenzó a
denunciar las irregularidades cometidas por los líderes católicos y sostenía que la
Biblia y no el Papa, era la autoridad máxima en la Tierra.

A principios de este siglo plugo a Dios llamar a su pueblo para que volviese a la
pureza de la doctrina evangélica. Y esto se llevó a cabo, en particular, por
mediación del catedrático en teología de Wittenberg (Alemania) Martín Lutero. Éste
no había pensado, ni mucho menos, en instituir una nueva iglesia; pero debido a
las luchas de su propia vida y al estudio asiduo de la Biblia, llegó a descubrir que la
iglesia se había apartado del verdadero Evangelio, es decir, que el hombre es
justificado por la fe, sin las obras de la ley (Romanos 3:28).

Cuando Lutero empezó a predicar este evangelio contra los errores que se habían
introducido en la Iglesia, errores que inducían a las gentes a confiar en sus propias
obras religiosas para obtener así su salvación, entró en conflicto con los “dirigentes”
de la Iglesia de su época, y también, finalmente, con el papa. El año 1520 fue
desterrado a causa de su confesión del Evangelio. Pero la Iglesia está donde está la
Palabra de Cristo (Juan 3:27). Al desterrar a su testigo fiel, la iglesia de Roma
demostró ser una iglesia infiel y falsa. Sin embargo, el Señor condujo hacia la
reforma de la Iglesia a todos los que quisieron seguir su Palabra. Ellos prefirieron el
yugo de Cristo al yugo de los hombres y al yugo del papa.

Anabaptistas. Estos, al igual que los reformadores, se apartaban de la autoridad de


Roma y no querían saber nada de la autoridad del papa, pero al mismo tiempo
desechaban prácticamente la Sagrada Escritura. Según ellos, ésta no era mas que
letra muerta y aquí se trataba del Espíritu que da vida, Pero ellos separaban a este
Espíritu de la Palabra del Evangelio. Como consecuencia, desechaban el bautismo
de niños y menospreciaban el pacto de la gracia, y la Iglesia instituida con diversos
cargos, y en los primeros tiempos turbulentos se mostraron tumultuosamente con
frecuencia contra la autoridad pública. A estos hombres se les considera justamente
como fanáticos. Calvino podía, a través de su trabajo oficial, abrir los ojos a
muchos de estos equivocados. En aquella época, como siempre, acechaban a la
Iglesia del Señor grandes peligros:

Por un lado, Roma había separado el Espíritu de la Palabra, y había querido


someterlo y supeditarlo a la jerarquía eclesiástica. Y por otro lado no era menos
peligroso el fanatismo que volvía la espalda por completo a la Iglesia, separando
también a su manera el Espíritu y la Palabra, haciendo que el hombre, en su
orgullo, prevaleciese sobre la Palabra de Dios. Debido a que esto era peligroso,
pues tanto Roma como la autoridad pública confundían frecuentemente la Reforma
con el fanatismo de los anabaptistas, teniéndolos como una misma cosa, Calvino
procuró poner de relieve y examinar las principales diferencias que existen entre los
dos. En resumen, Roma y el fanatismo eran una misma cosa en lo que se refiere a
separar la Palabra de Dios del Espíritu Santo, que en vez de Roma no debemos
escoger el camino de los fanáticos anabaptistas, ni siquiera en la forma moderna
bajo la cual se esconden las muchas sectas del movimiento pentecostal, que dicen
que honran al Espíritu, pero prescinden de la doctrina clara de la Santa Escritura.

En nuestro tiempo es de vital importancia que podamos discernir que, en el fondo,


la iglesia de Roma y los espiritualistas (anabaptistas fanáticos) son una misma
cosa, pues no conceden a la Palabra de Dios el honor y el lugar que le corresponde,
por lo cual, aunque hablen mucho del Espíritu y quieran gloriarse en Él y en su
posesión, en realidad prescinden de Él y no lo poseen, porque el Espíritu de nuestro
Señor Jesucristo es el que viene a nosotros a través de la Palabra del Señor y la
predicación de la misma, gobernándonos, consolándonos y enriqueciéndonos.

El líder espiritual de la Reforma fue Martín Lutero (1483-1546), aunque él


personalmente no se consideraba así. Lutero nació en Alemania y desde muy joven
se obsesionó por su propia salvación espiritual. Su creencia religiosa partía de que
Dios era un juez severo y no un padre bondadoso.

Lutero empleaba gran parte de su tiempo en duros actos de penitencia así como
constantes y completas confesiones de sus pecados. Lutero obtuvo su ordenación
sacerdotal en el Convento de los Agustinos. Luego de su graduación viajó a Roma
para resolver algunos asuntos internos en relación con la orden Agustina.

A su regreso de Roma, tras observar lo que sucedía en la capital de la cristiandad,


comenzó a censurar a la Iglesia Católica por su desorden administrativo y los
abusos cometidos por los clérigos. El concepto de justicia tomó otra perspectiva, la
del perdón y no castigo, como único medio para la reconciliación de los humanos
con Dios.

Lutero colocó noventa y cinco tesis en la puerta del castillo de Wittenberg donde
divulgaba que la última autoridad en materia religiosa no era el Papa, sino las
Sagradas Escrituras, los sacramentos quedaban reducidos a tres; bautismo,
comunión y penitencia, rechazada la creencia de que el pan y el vino se
convirtieran en el cuerpo y la sangre de Cristo. El sensacional efecto de la ideas de
Lutero comenzó un movimiento de protestas públicas denunciando los abusos
cometidos por la Iglesia. Este movimiento tocó al centro y norte de Europa y como
resultado Lutero fue acusado de herejía por la Iglesia.

Lutero fue excomulgado de la Iglesia, aun así él prosiguió condenando las prácticas
religiosas de la época por muchos años. Los príncipes alemanes endosaron la
actitud de Lutero y lo apoyaron entrando con él en protesta en contra del
establecimiento religioso. Desde este entonces, todo los disidentes de la Iglesia
Católica Romana se han conocidos como protestantes.

El hecho sucedido el 31 de octubre de 1517 en que Martín Lutero clava las 95 tesis
en las puertas de la catedral de Wittenberg en Alemania, solo es el símbolo de un
proceso que llevó décadas de desarrollo. A parte de Martín Lutero debemos conocer
a Juan Calvino, Ulrico Zwinglio, Thomas Müntzer, Juan Bucero y Felipe Melanchton
entre los más aguerridos defensores de la fe evangélica.

Quienes proclamaron como principales elementos de la Iglesia Evangélica


los cinco principios:

1. Gracia Sola y Fe Sola


Porque no son nuestras obras las que nos otorgan la salvación. Salvación
Solamente por Gracia: Esto afirma la doctrina bíblica de que la salvación es
únicamente por la gracia de Dios y que somos rescatados de Su ira por Su gracia
solamente. La gracia de Dios en Cristo no es solamente necesaria, sino que es la
única causa eficiente de la salvación. Esta gracia es el trabajo sobrenatural del
Espíritu Santo que nos trae a Cristo, al librarnos de nuestra esclavitud del pecado y
levantarnos de la muerte espiritual a la vida espiritual.

2. Escritura Sola
Porque no hay hombre o mujer alguno que sea la máxima autoridad. o Solamente
la Escritura: Esto afirma la doctrina bíblica, de que solo la Biblia es la única
autoridad para todos los asuntos de la fe y la práctica. La Escritura y solamente la
Escritura es la norma por la cual todas las enseñanzas y doctrinas de la iglesia
deben ser medidas. Como Martín Lutero declaró tan elocuentemente cuando se le
pidió retractarse de sus enseñanzas: Que se me convenza mediante testimonios de
la Escritura y claros argumentos de la razón —porque no le creo ni al Papa ni a los
concilios, ya que está demostrado que a menudo han errado, contradiciéndose a sí
mismos— por los textos de la Sagrada Escritura que he citado, estoy sometido a mi
conciencia y ligado a la Palabra de Dios. Por eso no puedo ni quiero retractarme de
nada, porque hacer algo en contra de la conciencia no es seguro ni saludable". "¡No
puedo hacer otra cosa; esta es mi postura. Que Dios me ayude! Amen."

3 – “Sola Fide” La Salvación Solamente por Fe: Esto afirma la doctrina bíblica de
que la justificación es por gracia solamente a través de la sola fe en Jesucristo
únicamente. Es por la fe en Jesucristo que Su justicia nos es imputada, como la
única satisfacción posible a la perfecta justicia de Dios.

4 – “Solus Christus” En Cristo Solamente: Esto afirma la doctrina bíblica de que


la salvación se encuentra solamente en Cristo y que únicamente Su vida sin pecado
y Su expiación sustitutiva, son suficientes para nuestra justificación y reconciliación
con Dios el Padre. El evangelio no ha sido predicado si la obra sustitutiva de Cristo
no es declarada, y la fe en Cristo y Su obra no es solicitada.

5 – “Soli Deo Gloria” Solo a Dios la Gloria: Esto afirma la doctrina bíblica de que
la salvación es de Dios, y que ha sido realizada solamente por Dios para Su gloria.
Afirma que como cristianos debemos glorificarle siempre, y debemos vivir todas
nuestras vidas ante la presencia de Dios, bajo la autoridad de Dios, y para Su gloria
solamente.
Martín Lutero

Estas cinco importantes y fundamentales doctrinas son la razón para la Reforma


Protestante. Ellas son el corazón de donde la Iglesia Católica Romana se equivocó
en su doctrina, y el por qué la Reforma Protestante fue necesaria, para regresar a
las iglesias a través de todo el mundo a la correcta doctrina y enseñanza bíblica.
Ellas son tan importantes en la actualidad para evaluar una iglesia y sus
enseñanzas, como lo fueron entonces. De muchas maneras, muchos cristianos
protestantes necesitan ser retados a regresar a estas doctrinas fundamentales de la
fe, al igual que los reformadores retaron a la Iglesia Católica Romana a hacerlo en
el siglo dieciséis.

Ademas:
El Sacerdocio Universal
Porque todos en Jesucristo estamos cerca de Dios y somos por ello responsables de
servir.

La libertad cristiana
Porque al ser libres del pecado somos capaces de comportarnos movidos por el
Amor de Dios porque todo dogma humano y práctica religiosa es corregido o
actualizado por la Palabra de Dios.

Este fue el grito de guerra de la Reforma-Soli Deo Gloria. Esta doctrina quedó
manifestada en las luchas, obras literarias, sermones, y conversaciones de los
grandes teólogos del siglo XVI. Como lo confirma la historia, la iglesia había caído
en la total corrupción. Su teología estaba centrada en el hombre. La salvación era
vendida como se vendían los víveres. Si los hombres buscaban respuestas, no
debían ir a buscarla en Dios, sino que podían ir a un sacerdote.

Sin embargo, Dios tenía un plan maravilloso para rescatar a la iglesia de toda esa
barbarie. Dios levantó a Martín Lutero, un monje agustino a quien le mostró la
verdad. Lutero respondió a todas estas abominaciones de la iglesia con 95 tesis, en
las cuales detallaba sus principales objeciones a las prácticas antibíblicas del
papado.
Por ejemplo, en algunas de ellas escribe cosas como,
Cualquier cristiano verdadero, sea que esté vivo o muerto, tiene participación en
todos lo bienes de Cristo y de la Iglesia; esta participación le ha sido concedida por
Dios, aun sin cartas de indulgencias.” Tesis 37.
El papa mismo no puede remitir la culpa, sino que tan sólo puede declarar y
confirmar que ha sido remitida por Dios.” Tesis 7.

Vana es la confianza en la salvación por medio de una carta de indulgencias,


aunque el comisario y hasta el mismo Papa pusieran su misma alma como
prenda.” Tesis 52.

Del mismo modo: ¿Por qué el Papa, cuya fortuna es hoy más abundante que la de
los más opulentos ricos, no construye tan sólo una basílica de San Pedro de su
propio dinero, en lugar de hacerlo con el de los pobres creyentes?” Tesis 86.

La lucha brindada por Lutero estaba basada en lo que representaba la gloria de


Dios, es decir, es Dios quien salva a un hombre, no es el hombre. Esta no puede
ser vendida, ni ganada por medio de las indulgencias, pues es un don de Dios para
un hombre mediante la fe y solamente mediante la fe. Sin embargo, Lutero no fue
el único hombre que Dios levantó en Europa para hacer brillar la luz de Su gloria.
Muchos otros hombres lucharon por esta doctrina. Ellos no querían dividir a la
iglesia, sino reformarla quitando todas las abominaciones que en ella habían. Pero
cuando sintieron la oposición del papado no tuvieron más opciones que partir.
La Reforma es en sí misma una lucha por la doctrina de Soli Deo Gloria. Cuando los
reformadores volvieron sus rostros a la Escritura vieron que el fin supremo del
hombre es glorificar a Dios (Pregunta #1 del Catecismo de Westminster).
Reconocieron esta verdad plasmada tan vívidamente en la Biblia y lucharon por
ella.

En la Palabra de Dios encontramos,

Alaben el nombre de Jehová, Porque sólo su nombre es enaltecido. Su


gloria es sobre tierra y cielos.” Salmo 148: 13
al único y sabio Dios, sea gloria mediante Jesucristo para siempre. Amén.”
Romanos 16: 27
al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y
potencia, ahora y por todos los siglos. Amén.” Judas 1: 25
Para la iglesia católico romana solamente aquellos que servían a Dios en el
ministerio eran capaces de glorificar a Dios verdaderamente. Pero para los
reformadores esto era otra mentira y aberración más del papado. Para los
reformadores todo hombre glorificaba a Dios cualquiera que fuera la vocación que
el Señor le había dado. En cada una de ellas el hombre estaba obligado a glorificar
a Dios. Esto es lo que Pablo argumento cuando le escribe su epístola a los Corintios,
Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de
Dios.” 1 Corintios 10: 31
Esta doctrina fue la que hizo explotar con furia a Lutero y fue la que encendió la
llama de la Reforma Protestante.
B. La Reforma Radical
El nombre anabaptista o anabautista proviene del idioma griego y se refiere a
"rebautizar"1 o "bautizar de nuevo" (ανα- hacer de nuevo y βαπτιζω- bautizar).
Dicho nombre les fue impuesto a los Anabapistas por sus detractores, pues estos
consideraron inválido el bautismo infantil. Los anabaptistas abogan por el bautismo
de creyentes (Marcos 16:16), adultos, pues por una parte consideran que los niños
son salvos (Mateo 18:2-4) y por otra parte consideran al bautismo como símbolo de
fe, la cual no manifiesta un bebé.
LOS ANABAUTISTAS Y LA REFORMA RADICAL.

Thomas Müntzer fue uno de los fundadores del


movimiento Anabautista.

Por siglos los principales historiadores o ignoraron o crasamente malentendieron lo


que ahora se reconoce como uno de los movimientos importantes en el período de
Reforma. El movimiento por siglos fue llamado anabautismo, aunque con algunas
reservas por los más familiarizados con él. A.H. Newman, por ejemplo, reconocía,
como muchos eruditos de otras denominaciones ahora están de acuerdo, en que el
nombre “anabautista” era un epíteto de reprobación o condenación. Por mucho
tiempo se le identificó con el fanatismo, el cisma y el desorden. Ya para el siglo V el
Código Teodosio señalaba la pena de muerte para cualquiera que rebautizara a
otro. Esta ley estaba dirigida a los donatistas, los que algunas veces eran llamados
anabautistas porque insistían en realizar el rito del bautismo sobre cualquiera que
viniera de las corrompidas iglesias católicas, que, decían los donatistas, habían
perdido el poder de administrar el bautismo salvador. Con esta clase de fondo, el
nombre “anabautista” llegó a aplicarse a cualquier iconoclasta religioso o fanático.

Ahora se reconoce generalmente que encontrar a alguien al que se haga referencia


como un anabautista en el siglo XVI no significa necesariamente que tal persona
rebautizara; sencillamente puede significar que sus conceptos eran considerados
radicales. Por esta razón, el nombre “anabautista” que hacía hincapié en la sola
doctrina del bautismo de los creyentes, difícilmente puede aplicarse adecuadamente
a todos los radicales religiosos que eran amenazados o condenados por ser
clasificados en esta categoría.

Una mejor clasificación para describir más exactamente los diversos tipos de
pensadores radicales ha sido intentada recientemente por muchos historiadores. Tal
vez, como algunos han sugerido, la palabra “radical” es el mejor término genérico
para todos ellos, porque estos grupos eran radicales tanto en relación con las
prácticas de los reformadores religiosos contemporáneos como en la opinión de los
católicos romanos y de los protestantes de ese tiempo. Los diversos grupos,
entonces, se discutirán bajo cuatro categorías: los biblicistas radicales, los
milenaristas radicales, los místicos radicales, y los racionalistas radicales. Antes de
discutir cada uno de esos grupos, deben decirse unas palabras acerca del posible
origen de estos movimientos.

Un comentario importante hace el teólogo bautista Dr. Deiros al respecto de estos


grupos.
“La Reforma Protestante no produjo cambios en relación con el reconocimiento y
ejercicio de los dones del Espíritu. La tradición carismática estuvo representada por
el movimiento anabautista. La Reforma y el Renacimiento produjeron un renovado
interés por la exégesis basada en los idiomas originales de la Biblia.”

Por otro lado, Lutero discrepó con el rechazo radical de Carlstadt al uso de la
medicina. El padre de la Reforma se oponía de manera virulenta a los fanáticos
(Schwarmef), como calificaba a los anabaptistas. También se oponía a los
«profetas» de Zwickau.

Uno de sus representantes, Nicolás Storch, pretendía haber recibido revelaciones


extraordinarias e influyó sobre el líder anabautista Tomás Müntzer

Como anabaptistas fueron denominados los cristianos que después del siglo IV se
opusieron a la imposición del bautismo de niños e inclusive el Código de Justiniano
estableció la pena de muerte contra ellos, la cual se aplicó en variadas ocasiones
durante la Edad Media y luego en la época de la Reforma protestante, cuando en la
Dieta de Espira, en 1529, católicos y protestantes se pusieron de acuerdo en
perseguir a los anabaptistas.

Los actuales anabaptistas surgieron como vertiente del cristianismo de la Reforma


en el siglo XVI, en Suiza, Austria, Alemania y Holanda.

En esa época había distintas expresiones del anabaptismo:

David Joris, uno de los más importantes líderes del


anabaptismo.

Una revolucionaria, originada en la predicación y bautismos de adultos realizados


por el tejedor Nicolás Storch y sus compañeros Tomás Dreshel y Marcos Stübner;
tuvo como defensor absoluto y destacado a Thomas Müntzer, que participó en la
lucha de los campesinos contra los terratenientes feudales.

Otra extremista, que protagonizó el levantamiento en la ciudad de Münster,


encabezada por Jan Matthys y Juan de Leiden y propiciada por la predicación de
Melchior Hofman.
La unitaria, representada por la personalidad de Miguel Servet; por los seguidores
de Fausto Socino, Simón Budny y Gregorio Paulo en Polonia; y por Ferenc Dávid y
las iglesias unitarias de Hungría y Transilvania.

La pacifista trinitaria, que surgió primero en 1525 en Zürich, bajo el liderazgo de


Conrad Grebel en oposición a Zwinglio, se extendió luego a Austria, Alemania,
Holanda y Polonia, donde otros líderes como Michael Sattler, Pilgram Marbeck,
Baltasar Hubmaier, Hans Denk, Jacob Hutter, Ulrich Stadler, Dirck Philips y Menno
Simons lograron consolidar pequeñas iglesias siempre sometidas a intensa
persecución, tanto por católicos, como por protestantes y anglicanos.

Aparte de compartir las principales doctrinas de la Reforma como la definición de la


Biblia como única regla infalible de fe, inspirada indudablemente por el Espíritu
Santo; la aceptación de Jesucristo como único mediador; el sacerdocio de todos los
creyentes y la presencia del Espíritu Santo y sus dones en cada cristiano; y el
rechazo de la creencia en la transubstanciación durante la misa y de ésta como
sacrificio; defienden la idea de que los cristianos convencidos, bautizados, deben
vivir libres de la esclavitud del mundo, amar a los enemigos y abstenerse de toda
violencia, solidarizarse materialmente con los pobres, sin apelar a las relaciones con
el estado para conseguir prebendas.

El anabaptismo puede definirse en tres puntos principales:

1. Un concepto de la esencia del cristianismo como discipulado.

2. La iglesia como fraternidad.

3. Una ética y moralidad basada en el Sermón del Monte.

4 Por eso, insisten en la importancia de la comunidad de fe para la oración, la


mutua corrección fraterna, mutua ayuda material, ser una comunidad establecida
voluntariamente y el Cuerpo de Cristo que se celebra en la Cena del Señor.

Rechazan enérgicamente las persecuciones y guerras religiosas y consideran un


crimen la ejecución de cualquier persona por sus creencias. Su norma fue y sigue
siendo "Libertad religiosa para todos los hombres para vivir la fe de su elección o
ninguna".

ORIGENES DE LOS REFORMADORES RADICALES.


Amsterdam 1571 Ejecución
Queman a la anabaptista frisona Anneken Hendriks.
Grabado de Jan Luyken

En general hay dos puntos de vista respecto al origen de estos reformadores y su


extenso distrito. Uno es que se originaron por la inmediata situación histórica y el
estudio renovado de las Escrituras. Este criterio negaría que hubo antecedentes
antes del siglo XVI.

La investigación sobre los orígenes de los anabaptistas se ha viciado tanto por los
intentos de sus enemigos a la calumnia y los intentos de sus amigos para que ellos
reivindican. Era muy popular poner juntos tanto a los anabaptistas Munsteritas
como a los radicales relacionados con los Profetas Zwickau, Jan Matthys, John of
Leiden (también Bockelson van Leiden, Jan de Leyden), y Thomas Müntzer.
Aquellos que desean corregir este error tiende a sobre-corregir y negar todas las
conexiones entre el principal movimiento Anabautista y su más radical elemento.

La era moderna de la historiografía Anabautista surgió con la labor de estudioso


católico romano Carl Adolf Cornelius "la publicación de Die Geschichte des
Münsterischen Aufruhrs en 1855 (La historia de la Münster antidisturbios). Bautista
historiador Albert Henry Newman (1852-1933), quien dijo Bender ocupados
"primera posición en el campo de la Historiografía de América Anabautista," hizo
una contribución importante con su Historia de la Lucha contra el Pedobaptism.

Aunque un número de teorías que se refiere a los orígenes, las tres principales
ideas que son,

Los Anabaptistas comenzaron en una sola expresión en Zürich y se propagó a partir


de allí (Monogenesis),

Los Anabaptistas comenzaron a través de varios movimientos independientes


(polygenesis), y

Los Anabaptistas son una continuación del cristianismo del Nuevo Testamento (o
sucesión apostólica iglesia perpetuidad).

Parecería más consistente sostener que la repentina aparición de estos


reformadores sobre tan grande área y la incorporación de tales énfasis doctrinales
tan diversos no puede explicarse en términos de un factor solo o localizado. La
historia no se vuelve repentinamente ni revela expresiones multiformes sin
antecedentes. Un movimiento tan complejo y general como este parecería
demandar una multiplicidad de factores—la prolongación de ideas medievales, la
inmediata conmoción económica y religiosa del siglo XVI, el nuevo estudio del
Nuevo Testamento en términos de interpretaciones contemporáneas, y tal vez otros
elementos que no pueden ser clasificados.

TIPOS DE REFORMADORES RADICALES.

Anabaptistas reunidos en secreto en la barca de Peter Piersz. Ilustración de Jan


Luyken

Debe reconocerse que estas clasificaciones de los diversos tipos de radicales son
totalmente arbitrarias. Con frecuencia un hombre podría ser puesto en varias
categorías y otro hombre no cabría en ninguna. Hay valor, sin embargo, en forzar
cierta clase de plan general sobre el material para proporcionar un mejor contexto.

Biblicistas Radicales.—

Este grupo recientemente ha sido llamado “los anabautistas propiamente dicho” por
un autor, por buenas razones, porque ellos demandaban fe personal antes del
bautismo como un elemento básico de su religión. Había radicales en el sentido de
que ellos eliminaban toda la tradición en favor de la autoridad bíblica, que ellos
consideraban la fuente de sus ideas acerca del bautismo de los creyentes, la
separación de la iglesia y el estado, la eliminación de la gracia sacramental y
sacerdotal, la centralidad de la iglesia unida, la restauración del primitivo espíritu
cristiano de amor y de la norma neotestamentaria de organización, y la santidad de
vida como resultado de una experiencia de regeneración mediante el Espíritu de
Dios.

Debe recordarse que en su reforma en Zurich, Ulrico Zwinglio apoyaba el concepto


de que sólo las Escrituras deben constituir la base de fe y práctica. En 1523 en
conferencias con Zwinglio, Baltazar Hubmaier (entonces pastor en Waidhust,
Austria), Félix Manz y otros, discutieron con él la necesidad de rechazar el bautismo
infantil. Zwinglio al principio pareció ver favorablemente la doctrina del bautismo de
los creyentes, puesto que seguía su reconocido principio de seguir solamente
enseñanzas escriturarias, y puesto que ya su elaboración de sus Sesenta y Siete
Artículos había señalado la primitiva práctica de bautizar sólo después de la fe y la
confesión.

Sin embargo, su teoría de la relación del cristianismo con la sociedad finalmente lo


apartó de esta posición. Zwinglio pensaba que debía tener el apoyo de las
autoridades civiles en Zurich para llevar a cabo su reforma. La negación del
bautismo infantil hubiera significado el apoyo civil, porque el mismo concilio de la
ciudad, del cual dependía para ayuda, hubiera quedado fuera de la iglesia.
Consecuentemente, el 17 de enero de 1525, en una disputa en Zurich, Zwinglio
negó el principio del bautismo de los creyentes. Se le opusieron muchos de sus
antiguos asociados, hombres valientes como el capaz y respetado Conrado Grebel.

El concilio de la ciudad, actuando como juez, decretó la victoria de Zwinglio en el


debate y dio la orden de que todos los niños fueran bautizados. Los anabautistas
debían ser desterrados o hechos prisioneros. Una segunda disputa en noviembre
terminó similarmente. En marzo de 1526 se ordenó ahogar a los anabautistas si
persistían en su herejía, y Félix Manz, Jacobo Faulic, y Enrique Riemon fueron las
primeras víctimas de esta sentencia.

El movimiento anabautista ganó multitudes de adherentes en Suiza entre 1525 y


1529. Después de ser desterrados de Zurich, dirigentes anabautistas como Jorge
Blaurock, Guillermo Reublin, Hans Brotil, y Andrés Castlebcrg, fueron a todas partes
predicando. Grandes cantidades fueron bautizados en Schaffhausen, San Gallen,
Appenzell, Basilea, Berna y Grunigen. No sólo se formaron numerosas iglesias
anabautistas, sino que el movimiento ayudó a purificar a otros grupos de ministros
indignos, cuyas vidas malvadas eran rigurosamente atacadas por los predicadores
anabautistas.

Para 1529 el movimiento anabautista suizo había declinado grandemente, pero no


había muerto. Hombres como Pilgrim Marbeck trabajaron ampliamente en Suiza y
después en el sur de Alemania. Particularmente en Berna las congregaciones
anabautistas continuaron su lucha. Como otros movimientos perseguidos, el
anabautismo se volvió secreto, y su influencia no puede juzgarse.

Una de las razones de la declinación de la actividad anabautista en Suiza fue el


llamado de un país adyacente. El anabautismo se había esparcido en áreas
contiguas como Austria y Moravia. Fue a este último país que muchos dirigentes
anabautistas se abrieron camino. Moravia había sido sembrada de semilla radical
por las revueltas husitas y taboritas. En junio de 1526, Baltazar Hubmaier huyó a
Nickolsburgo, Moravia, después de ser perseguido en Austria y Suiza. Allí tuvo un
éxito instantáneo, habiendo bautizado entre seis y doce mil en un año. También
pudo publicar varias excelentes obras apologéticas en defensa de la posición
anabautista. Su obra en Nickolsburgo, sin embargo, fue socavada por Jacobo
Wiedemann y otros, que abogaban por un fuerte pacifismo (no sólo negándose a
meterse en la guerra sino declinando pagar impuestos que mantuvieran a los que
peleaban) y un compartimiento comunal de los bienes personales. Tal vez la
amargura de esta controversia pueda haber despojado a Hubmaier de amigos lo
suficiente para que las autoridades austriacas pudieran aprehenderlo y quemarlo en
marzo de 1528. Así murió uno de los anabautistas más grandes y sabios.

El partido pacifista y comunista creció rápidamente en Moravia. Jacobo Huter


asumió la dirección, y una gran comunidad que practicaba la economía comunal se
convirtió en refugio anabautista para refugiados de toda Europa. Pese a la casi
ininterrumpida persecución en los siguientes dos siglos, los anabautistas moravos
aumentaron y prosperaron. Su gobierno eclesiástico era muy similar al de los
antiguos valdenses de esta área. El crecimiento del grupo en el cercano Tirol y en
Austria fue rápido al principio, pero por causa de la severa persecución el
movimiento fue drásticamente reducido.

El tercer grupo principal que defendía un rígido biblicismo eran los menonitas, que
tomaron su nombre de Menno Simons (1496-1561). Menno nació y creció en los
Países Bajos, recibió una buena educación y fue ordenado sacerdote en la Iglesia
Católica Romana en 1524. La atmósfera de la reforma lo llevó a un cuidadoso
estudio de la Biblia, especialmente después de la ejecución de un anabautista cerca
de su casa. Los fanáticos radicales de Münster, lo rechazaron entre 1533 y 1535,
pero también lo empujaron a dejar la Iglesia Romana bajo la presión de la
convicción. En 1536 él recibió el nuevo bautismo y se convirtió al ministerio
anabautista. Con Obbe y Dietrich Philips, Menno se reunió y organizó los biblicistas
de la grey anabautista dispersa. Pasó el resto de su vida como fugitivo de los
católicos así como de los protestantes. Viajando y escribiendo extensamente,
Menno preservó la herencia de los anabautistas bíblicos.

Es digno de notarse que Menno Simons, indudablemente por su intensa


repugnancia a los fanáticos de Münster, desconocía cualquier conexión histórica con
los anabautistas primitivos, pero trazaba una sucesión de su movimiento a través
de los valdenses hasta los días apostólicos. También seguía la norma valdense en
varias doctrinas claves.

Los Milenarios Radicales.—

El ala milenaria del movimiento radical volteó la espalda al ideal de restablecer la


norma primitiva en congregaciones unidas. En vez de eso, tornando su texto de
escritos apocalípticos, consiguió preparación e inspiración de los fuegos fanáticos
primitivos que todavía ardían en Bohemia, y considerándose a sí mismos primeros
actores en el drama de Dios de restablecer un reino milenario, estos hombres
procuraban traer el cielo a la tierra por medio de la espada y la coerción.

Las ideas valdenses y taboritas que cubrían Bohemia fueron reproducidas con
mucho detalle en la obra de Nicolás Storch. Influido por sus primeros contactos en
Bohemia, Storch mostró un fiero espíritu denunciador hacia los que disentían de él.
En 1520 se alió con Tomás Müntzer, un pastor luterano de Zwickau, altamente
educado, que como Lutero atacaba el establecimiento sacerdotal y monástico del
sistema romano. Storch estableció un tipo distintivo de organización eclesiástica
siguiendo el modelo de las iglesias taboritas que había conocido en Bohemia. El
siguiente año Müntzer se volvió a Praga. Aparentemente la instrucción que había
recibido aquí lo puso en el partido de los radicales irrecuperables.

Storch, mientras tanto, que parecía haber ínfluido en Müntzer los principios y la
política bohemia, permaneció en Zwickau, donde casi volvió radicales a varios de la
facultad de Wittenberg, pese a que estaba sosteniendo errores “bohemios”.
Carlstadt, Celario, y hasta Melanchton, se impresionaron grandemente con Storch.

El último confesó estar muy perplejo sobre cómo contestar los argumentos de
Storch contra el bautismo infantil. Después de regresar de Bohemia, Müntzer se
estableció como pastor en Alstedt. Aquí su predicación revolucionaria contra las
injusticias sociales y religiosas hizo mucho para preparar el camino a la revuelta de
los campesinos. Expulsado de Alstedt en 1524 por las autoridades, se apresuró a
Mühlhausen, donde su doctrina de revolución social, mezclada con agitación
popular apocalíptica y fanática, precipitó la guerra de los campesinos. Aquí estaba
un radical que nunca fue anabautista. Aunque Müntzer fue matado poco después,
su influencia no murió con él. Otros dos dirigentes, Hans Hut y Melchor Rinck,
atraídos por las ideas milenarias de Müntzer, predicaron ideas milenarias a lo largo
y lo ancho de los estados alemanes.

El sucesor de Müntzer, un hombre que se parecía a él en muchos sentidos, era


Melchor Hoffmann (Aprox. 1490-1543). Es muy posible que algunas de las ideas
milenarias de Hoffmann fueran obtenidas en Estrasburgo de Nicolás Storch, el
maestro de Müntzer. Después del desastre de la guerra de los campesinos, muchos
de los radicales se abrieron paso hasta Estrasburgo en el sur de Alemania, donde
prevalecía una medida de tolerancia. Los dirigentes como Storch, Jacobo Gross,
Hans Denk, y Miguel Sattler, le habían dado un aire milenario a los radicales de
Estrasburgo. En 1529, después de un revoltoso ministerio en Suecia y Dinamarca,
Hoffmann regresó a Estrasburgo y tal vez fue bautizado allí en 1530. Ahora
Hoffmann fijaba osadamente el año 1533 como la fecha del principio del reino
milenario de Cristo y llamaba a Estrasburgo “la nueva Jerusalén”. El ordenó que el
bautismo fuera suspendido por dos años para prepararse para el evento. La mayor
parte de los dos años viajó por los Países Bajos, haciendo mientras tanto un
discípulo de Juan Matthys, quien superaría a su maestro en el fanatismo milenario.
Hoffmann fue echado a la cárcel en mayo de 1533, en Estrasburgo, donde murió
diez años después. Matthys anunció en 1533 que era el profeta Enoc que habla sido
prometido por Hoffmann, y asumió la dirección del partido fanático.

Fue Matthys quien puso el escenario para el fracaso de Münster. El pueblo de


Münster, una ciudad del norte de Alemania, había reaccionado favorablemente a la
predicación evangélica de Bernardo Rothmann entre 1529 y 1532. Muchos radicales
invadieron la ciudad, y en 1534 Juan de Leyden y Gert Tom Closter, representando
a Matthys, llegaron para hacerse cargo. El mismo Matthys anunció entonces que
Münster, y no Estrasburgo, iba a ser “la nueva Jerusalén”. La toma de la ciudad por
los radicales hizo que vinieran las tropas del obispo católico romano. En el asedio la
guerra que siguieron, Juan de Leyden, que se convirtió en jefe cuando Matthys fue
matado, introdujo la poligamia y ordenó el bautismo o el destierro. La ciudad
aguantó por un año. Los pocos dirigentes que fueron capturados fueron torturados
y luego alzados en una jaula a la torre de la iglesia principal de Münster. Sus
huesos permanecieron allí por siglos, un constante recordatorio de los deplorables
efectos del movimiento radical.

Místicos Radicales.—

El extremado énfasis sobre las observancias sacramentales, y la fría teología


escolástica y estrictamente intelectual produjeron una reacción de los que buscaban
dentro de sí mismos el testimonio y la iluminación del Espíritu. Moviéndose en una
atmósfera que despreciaba tanto los sistemas sacramentales católicos romanos
como los protestantes, estos místicos con frecuencia se veían atraídos por los
anabautistas no sacramentales y sus doctrinas radicales.

Uno de estos era Hans Denk (1495-1527), un erudito humanista y reformador


asociado con Zwinglio por un tiempo. En 1525 él organizó una iglesia anabautista
en Augsburgo, pero sucesivamente fue echado a Estrasburgo, Worms y Basilea,
donde murió de la peste en 1527. Sus escritos lo vinculan con los místicos
primitivos. Su amigo, Ludwig Hetzer (1500-29), tuvo una experiencia un tanto
similar con sus perseguidores antes de su ejecución en 1529. Sebastián Franck
(1499-1542) se cambió del romanismo al calvinismo y fue acusado de cambiarse al
anabautismo. Su pronunciado misticismo y su desafiante admiración por los herejes
que se habían atrevido a seguir la verdad hacen difícil clasificarlo bajo una sola
categoría. El indudablemente influyó en Gaspar Schwenkfeld (1487-1541), que se
cambió igualmente del luteranismo, aunque las doctrinas de Schwenkfeld
permanecieron más cerca de la ortodoxia que las de Franck.

Jacobo Kautz y Juan Bunderlin deben ser clasificados entre estos místicos; tal vez
hasta Enrique Niclaes (aprox. 1501-60), el fundador de “la Casa de Amor” o “los
familistas”, debe ser incluido. Niclaes pasó del catolicismo romano al luteranismo,
sin encontrar en ninguno lo que deseaba. Su naturaleza mística fue excitada por
David Joris (1501-56), y parece que él pensaba que había recibido una revelación
divina más allá de lo que ningún hombre había conocido. Pasó mucho tiempo en
Inglaterra, y la influencia de su movimiento todavía podía encontrarse allí el
siguiente siglo.

Racionalistas Radicales.—
Tanto católicos como protestantes en el período de la reforma aborrecían a los
racionalistas radicales, cuyo razonamiento no sólo los había sacado de las iglesias
ortodoxas sino también había desarrollado aberraciones doctrinales que los habían
puesto “fuera de límites”. De hecho, todo tipo de radicales (bíblicos, milenarios,
místicos, y racionalistas) eran enemigos de los símbolos y credos ortodoxos. Los
místicos en particular con frecuencia seguían herejías reconocibles en sus doctrinas
acerca de la iglesia, de la salvación y de Cristo. Hombres como Franck, Hetzer,
Denk, Kautz, y Bunderlin, se acercaban a los conceptos de los racionalistas, y en
algunos casos iban más allá de ellos en su radicalismo, pero sus métodos y curso
de acción eran diferentes. Un racionalista bien conocido era Juan Campano (aprox.
1495-1575). Influido por Erasmo y por la atmósfera de los radicales en el ducado
de Julich, Campano se cambió de los conceptos católicos y luteranos y finalmente
cayó en el anti-trinitarianismo. Su influencia se generalizó en Julich, y muchos
siguieron sus ideas antipaidobautistas. Fue encarcelado en el año 1555 y murió así,
veinte años después.

El más conocido de los radicales racionalistas fue Miguel Servet (1509-53), un


español brillante pero errático. En 1534 conoció a Juan Calvino en la Universidad de
París, empezando una larga relación de desconfianza y disgustos mutuos. Desde
1546 hasta su muerte, Servet irritó grandemente a Calvino con su correspondencia
provocativa y su crítica áspera. En el año de su muerte Servet publicó su
Christianismi Restitutio, que defendía el antitrinitarianismo y otras doctrinas que
aborrecía Calvino y el resto del mundo ortodoxo. Fue aprehendido en Ginebra por
Calvino y después de un juicio eclesiástico, fue quemado.

Su influencia puede haber sobrevivido en la obra de Lelio Socino (1525-62) y


Fausto Socino (1539-1604). El primero era un abogado italiano cuyo gran
escepticismo de la ortodoxia contemporánea no fue completamente conocida hasta
después de su muerte. En 1547 dejó Italia, sospechoso ya de herejía. Viajó
ampliamente y fue un atento observador del juicio de Servet en Ginebra en 1553. A
su muerte en 1562 dejó sus manuscritos y su escepticismo a su sobrino Fausto,
que se convirtió en un sobresaliente propagador de las doctrinas anti-trinitarias. En
1579 Fausto Socino se mudó a Polonia, refugio de pensadores liberales, donde
encontró hombres de ideas similares como Pedro Gonesio, Jorge Biandrata, y
Gregorio Paulo. Aquí fundó un colegio y diseminó conceptos racionalistas en una
gran área, hasta su muerte en 1604.

Debe mencionarse algo del fuerte movimiento anti-trinitario de Italia que fue
apagado por la inquisición católica romana. Figuras tales como Renato y Tiziano
caracterizan a estos radicales, que parecen haber tomado ideas evangélicas en
general, pero sostenían una cristología adopcionista, con sus consecuentes débiles
nociones del pecado y la expiación.

Otros Radicales.—

El principal propósito en esta discusión ha sido proporcionar un bosquejo viable de


los radicales y nombrar algunas figuras principales. Hay muchos otros radicales de
este período que no han sido mencionados y algunos importantes dirigentes que
difícilmente pueden clasificarse. Por ejemplo, Sebastián Castello (1515-63), Pedro
Pablo Vergerio (m. 1565), y Bernardino Ochino (1487-1564) son típicos de los que
se encontraron en desacuerdo en su tiempo. Algunos continuaron su peregrinación
de búsqueda toda su vida.

EL SIGNIFICADO DE ESTOS REFORMADORES.


Algunos historiadores serenos creen que el cristianismo del siglo XX refleja más de
las ideas de los anabautistas y de los radicales que de cualquiera otra de las
reformas. En un sentido es verdad, porque en sus esfuerzos por reestablecer el
orden primitivo neotestamentario, estos movimientos radicales, sin las trabas
políticas ni la sumisión social que ataron las manos de Lutero, Zwinglio, y Calvino,
sencillamente hicieron a un lado ideas venerables y respetables sobre la base de
que el Nuevo Testamento no las contiene específicamente.

Desde un punto de vista, la mayor parte de las contiendas entre los radicales y los
tradicionalistas, tanto católicos como protestantes, se centraban en la relación
entre el cristianismo y el mundo circundante. Los verdaderos anabautistas y
muchos de los radicales insistían en que el mundo o la comunidad no pueden hacer
cristianos. Básicamente esto era el significado de rechazar el bautismo infantil. El
cristianismo tradicional, incluyendo a los reformadores protestantes, usaba
apoderado o fe comunal, explicados en términos de “padrino” y madrina”—para
introducir al niño recién nacido en la grey cristiana. Tanto Lutero como Zwinglio
enfrentaron problemas en este punto. El tema de Lutero de “la fe sola” estaba
comprometido por su solución final. No dispuesto a divorciar su movimiento del
tradicional lazo comunal del bautismo infantil, hizo laboriosos esfuerzos por
justificarlo en términos de fe por poder para el infante o de fe subconsciente en el
infante. Su resultado final fue introducir una tensión básica en su sistema
demandando fe personal para la cena del Señor, pero eliminando la fe personal
para la introducción de la persona en la vida cristiana.

Además, el mundo o comunidad no puede constituir una verdadera iglesia. Debe


haber una iglesia reunida en el sentido de que sólo los creyentes, los que tienen fe
bautismal, puedan participar. También en este punto Lutero batalló heroicamente.
Sinceramente deseaba en los primeros días de su reforma separar la iglesia del
mundo. Su tema “la fe sola” lo demandaba. Finalmente se separó de su ideal para
retener la solidaridad iglesia-comunidad. Al separarse de una iglesia reunida, Lutero
destruyó la posibilidad de alcanzar otro de sus ideales: la separación de la iglesia y
el estado.

Una iglesia reunida no puede ser parte del gobierno secular. El abandono del
bautismo infantil trazó una aguda línea entre el mundo y la iglesia. Ni la herejía era
punible por el estado, porque un hombre es responsable sólo ante Dios por su
conducta espiritual. La libertad religiosa no puede ser sencillamente un privilegio,
sino debe ser un derecho y un deber. El papa y el emperador ya no podrían regir a
todo el género humano en diferentes esferas. Una iglesia reunida eliminaba al papa
tan completamente como los nacientes gobiernos eliminaban al emperador; una
iglesia reunida también eliminaba la solidaridad de la iglesia-comunidad y producía
separación de la iglesia y el estado.

Además, el mundo no puede determinar la ética y las actitudes de los cristianos.


Estas deben venir solamente de Dios, pero son más imperativas que las leyes
seculares. Los conceptos de una comunidad disciplinada, de la ética del amor, y de
una hermandad espiritual, eran ideas comunes entre los grupos radicales.

Finalmente, el mundo no podía satisfacer los anhelos e impulsos del espíritu. Todos
los radicales eran hasta cierto punto místicos. Para ellos Dios estaba cercano, y sus
demandas eran personales. Los propósitos de Dios parecían haber sido
malinterpretados con frecuencia, produciendo esto sistemas escatológicos de
proporciones terribles. Esto es comprensible en parte a la luz del mundo violento y
desordenado encarado por estos radicales. Con todo, sin embargo, existía el
sentido de participación personal en los planes eternos de un Señor vigilante y
omnipotente.
En la consideración total de la historia, estas ideas radicales, concebidas para
restablecer la norma cristiana primitiva, han llegado a ser más comprendidas y
apreciadas que lo que fueron cuando fueron expresadas.

COMPENDIO FINAL.

Los radicales y anabautistas fueron los grupos religiosos más odiados en el


continente en el siglo XVI. Los católicos romanos y los protestantes los persiguieron
por igual. Ellos presentan un cuadro complejo de hombres sin inhibiciones que en
algunos grupos se esforzaron por reproducir el cristianismo primitivo; en otros
procuraban encontrar la presencia de Dios en el orden temporal, y todavía en otros
trataban de traer el reino milenario. Sus contribuciones han sido variadas y
significantes.

C. La "Reforma" Interna de la Iglesia Romana

La Reforma católica si bien tuvo su momento de apogeo en el siglo XVI, puede


afirmarse que en el terreno ideológico comenzó con el Renacimiento y la doctrina
humanista de principios del siglo XIV; movimientos que fueron potenciados por
algún traspié de la Iglesia Romana como la Cautividad Babilónica y el Gran Cisma
de Occidente, que cuestionaban la moral eclesiástica romana y sus propósitos.
La Reforma destruyó el monopolio de la fe y de la organización eclesiástica de los
pueblos Cristianos de Europa, separó a muchos millones de la Iglesia Romana.

Es probable que si la situación no hubiese sido tan propicia un proceso de cambio


similar se daría varios siglos después, o por el contrario, otros proponen que los
sucesos de este período pueden ser que hayan salvado a la Iglesia Católica Romana
de la completa decadencia interna y del provincialismo, en un tiempo en que el
mundo estaba en rápida expansión. Ciertamente, sin el estímulo y la redefinición
que surgieron del conflicto con los reformadores, la Iglesia Romana hubiera estado
mal preparada para enfrentar lo que le esperaba en un mundo nuevo y más
grande. Sin la Reforma, a la corrompida Iglesia Romana tal vez le hubiese tocado la
misma suerte que siguió el Imperio que varios siglos antes la alojó.

Nadie puede afirmar que podría haber pasado, pero lo que sí es seguro es que la
Reforma marcó a fuego a Europa y dictó el desarrollo de los siguientes siglos.

La crisis al interior de la Iglesia católica se originó durante la época moderna


específicamente a través de la figura de Martín Lutero quien fue un reformador
religioso alemán, iniciador de la Reforma protestante.

Martín Lutero precipitó la Reforma protestante al publicar en 1517 sus 95 tesis


denunciando las indulgencias y los excesos de la Iglesia católica. Para Lutero la
esencia del cristianismo no se encontraba en la organización encabezada por el
papa, sino en la comunicación directa de cada persona con Dios. Su protesta
provocó una cascada de desengaños en la Iglesia católica y sentó las bases de otros
movimientos protestantes, como el calvinismo.

Lutero se convirtió en controvertida figura pública al exponer en el pórtico de la


iglesia de Todos los Santos de Wittenberg sus 95 Tesis o proposiciones escritas en
latín contra la venta de indulgencias (remisión, mediante un pago, de los castigos
temporales impuestos por la comisión de los pecados) para la gran obra de los
papas Julio II y León X: la construcción de la basílica de San Pedro en Roma. Al
margen de cómo se hicieron públicas sus proposiciones, causaron una gran
conmoción y fueron traducidas de inmediato al alemán, logrando una amplísima
difusión. Lutero defendió con energía sus opiniones en debates universitarios
públicos en Wittenberg y en otras ciudades, provocando una investigación por parte
de la Iglesia romana que culminó con la condena de sus enseñanzas (15 de junio
de 1520) y con su excomunión (1 de enero de 1521) por el papa León X. En abril
de 1521 fue convocado ante el emperador Carlos V en la Dieta de Worms y se le
pidió que se retractase ante las autoridades seculares y eclesiásticas allí reunidas.
Se negó, asegurando que para hacerlo tendrían que refutar sus teorías con las
Escrituras y la razón y que no es conveniente ir contra la conciencia. Su famosa
declaración: “Aquí estoy, no puedo hacer otra cosa”, quizá no sea más que una
leyenda.

Lutero sostuvo que Dios actúa sobre los seres humanos a través de la ley y de los
Evangelios.

La ley representa las exigencias de Dios como se expresa, por ejemplo, en los Diez
Mandamientos y en los preceptos de Jesús en el Nuevo Testamento. Al margen de
sus convicciones religiosas, todas las personas son conscientes de la ley y las
tradiciones éticas de su cultura, aunque el pecado distorsione su interpretación.

Para Lutero, la ley cumple dos funciones. Permite a los seres humanos mantener
cierto orden en su mundo, su comunidad y sus propias vidas a pesar del profundo
alejamiento de Dios, del mundo, de sus semejantes y de sí mismos provocado por
el pecado original que introdujo el mal radical. Además, la ley acerca a los seres
humanos a Cristo por la necesidad del perdón de los pecados.

Dios también se relaciona con los seres humanos a través de los Evangelios, donde
se narra el sacrificio de su hijo para la salvación del género humano. Esta
proclamación no exige más que su aceptación por parte de las personas. Lutero
pensaba que la teología se equivocó al confundir la ley con el Evangelio y afirmó
que los seres humanos sólo pueden aspirar a ser dignos del don incondicional de la
gracia de Dios.

Insistió en que los cristianos, desde que habitan este mundo, son pecadores y
santos al mismo tiempo. Son santos en la medida en que creen en la gracia de Dios
y no en sus propios actos. Sin embargo, el pecado es un aspecto permanente y
omnipresente en la Iglesia, igual que en el mundo, y un santo no es un emblema
moral, sino un pecador que acepta la gracia divina, de forma que, desde el
ciudadano más respetado hasta el criminal más empedernido, todos necesitan el
perdón de Dios.

Concilio de Trento.
La Iglesia frente a esta situación de crisis, quiso detener el avance de estas nuevas
ideas que atentaban contra su poder. Es por esto que organizo el Concilio de Trento
que buscaba de alguna manera poder organizar nuevamente a la Iglesia frente al
avance del protestantismo.

El Concilio de Trento definió algunos dogmas incontestables: el hombre tiene libre


albedrío e inclinación natural al bien; la fe se obtiene a través de las Sagradas
Escrituras y se complementa con la tradición de la Iglesia, establecida por textos de
padres y doctores de la Iglesia y concilios; la misa es un sacrificio y una acción de
gracias; la Iglesia es el instrumento querido por Dios, guiada por el Espíritu Santo
es santa, católica, romana y apostólica. También fueron acordados principios de
procedimiento y disciplina: residencia episcopal; obediencia del obispo al papa
(pero reconociéndose las excepciones de los estados con regio patronato, como
España y Francia); condiciones del reclutamiento sacerdotal (edad, ciencia
adquirida, independencia material, además de establecerse la creación de
seminarios episcopales para la formación sacerdotal); invitación a las órdenes
religiosas para observar sus reglas fundacionales.
Además de la resolución de cuestiones doctrinales, teológicas y disciplinarias
fundamentales para los católicos romanos, el Concilio también impartió entre sus
dirigentes un sentido de cohesión y dirección que se convirtió en un elemento
esencial para la revitalización de la Iglesia durante la Contrarreforma.

Yo me alegré en estos días, cuando leí que el papa Benedicto XVi reconoció
públicamente que la doctrina de la justificación por la fe de Martin Lutero era
correcta, aunque tardaron 500 años en aceptarlo.

Lutero

Los alemanes lo consideraron el "nuevo Elías", un profeta de voz poderosa que los
guiaba hacia la verdadera confesión: el Reformismo. Sin duda, Martín Lutero fue un
brillante teólogo cuyo pensamiento contribuyó a modificar el curso de la historia
europea, aunque también resultó decisivo en la desunión del cristianismo. Además,
fue un personaje complejo y contradictorio cuyo discurso viró hacia el despotismo y
lo doctoral a medida que se acercaba el final de su vida. Se encolerizaba con
frecuencia, tenía momentos de torpeza y bebía demasiada cerveza.

Fue un hombre condenado por Roma, un sacerdote excomulgado que luchaba con
vehemencia por sus creencias. Veinte años antes de su muerte, cuando todavía no
era tan dogmático, Lutero afirmó que los heréticos y los falsos doctores no debían
ser condenados, ya que "el malvado de hoy puede convertirse en el bueno de
mañana". Sin embargo, tan pronto como las ciudades alemanas se fueron
adhiriendo a su pensamiento reformista, Lutero cambió de tono, haciéndose cada
vez más áspero, más intransigente. "La maldad del mundo se manifiesta a la vez,
por la idolatría y la herejía", sentenció en una de sus cartas. Al final de su vida,
promulgó que el Estado no tenía que tolerar a los herejes. ¿Olvidó que él mismo
había sido defenestrado por la autoridad papal bajo esa acusación?

"Estoy seguro de que Dios es fiel y no me mentiría y que Él es lo bastante poderoso


como para que ningún demonio o ninguna adversidad me oponga a Él. Con ese
pensamiento, el Reformador tendría que haber alcanzado la serenidad que perdió
en los últimos años de su vida, pero no fue así. En su lecho de muerte murmuró:
"¡Dios mío, con cuántos sufrimientos y con qué angustia abandono este mundo!".

Martín Lutero había nacido el 10 de noviembre de 1483 en la localidad alemana de


Eisleben. Su estricto padre Hans, que dirigía varias minas de cobre, deseaba que el
hijo hiciera carrera como funcionario civil para tratar de elevar el nivel social de la
familia. El joven Martín ingresó en la Universidad de Erfurt y se inscribió en la
Facultad de Derecho. Dice la leyenda que durante una tormenta eléctrica un rayo
estuvo a punto de alcanzarlo. Angustiado por la experiencia, Lutero prometió
hacerse monje. Fuera por esa razón o por otra, lo cierto es que abandonó sus
estudios e ingresó en un monasterio, donde practicó el ayuno y dedicó mucho
tiempo a la oración y la flagelación. En 1507 fue ordenado sacerdote y un año
después comenzó a impartir estudios de Teología en la Universidad de Wittenberg,
donde transcurrió gran parte de su vida. En 1510, realizó un viaje a Roma, donde
observó decepcionado los fastos y la pompa papal. Lutero volvió a su tierra natal y
se aisló en el estudio del griego y el hebreo. Quería analizar a fondo los matices de
los mensajes que encierran las Escrituras, lo que le llevó a la idea de recuperar las
verdades originales del cristianismo.

El 31 de octubre de 1517, su figura comenzó a adquirir notoriedad pública cuando


expuso en la puerta de la iglesia de Todos los Santos de Wittenberg sus 95 tesis
contra la venta de indulgencias. Gracias a éstas, el pecador obtenía la remisión de
sus pecados mediante un pago de dinero con el cual el Papa financiaba ¡a
construcción de la Basílica de San Pedro en Roma.

Lutero vio en esa práctica un abuso que podría confundir a ¡os fieles y llevarlos a
confiar solamente en las indulgencias, dejando a un lado la confesión y el
arrepentimiento verdadero de sus pecados. Sus tesis causaron un gran revuelo y
fueron traducidas de inmediato al alemán, y, gracias a la imprenta, logró una gran
difusión.

En su libro El caso Lutero sobre el Reformador, Jean Delumeau, profesor del


Collége de France, describe los aspectos fundamentales el pensamiento del monje
alemán: "Rechazó el derecho canónico y puso en duda el poder que la Iglesia se
atribuía en exclusiva de impartir la absolución y conceder indulgencias para este
mundo y para el otro". Asimismo, Lutero cuestionó la autoridad de la Iglesia
institucional, la del Papa y la de los concilios; proclamó el sacerdocio universal de
los cristianos y retiró a la jerarquía el derecho de exigir a los sacerdotes el celibato
y la castidad. Por todo ello, el papa León X lo excomulgó en enero de 1521 y el
joven emperador Carlos V lo condenó públicamente en Worms.

Al amparo del príncipe elector de Sajonia, Federico el Sabio, el promotor de la


Reforma continuó enseñando y escribiendo en el castillo de Wattburg, en Eisenach,
donde permaneció casi un año. En aquel período tradujo la Biblia al alemán para
hacerla más asequible a la gente común, lo que contribuyó al desarrollo de la
lengua germánica y se convirtió en una de sus obras maestras del rey de Francia y
miles de hugonotes fueron brutalmente aniquilados en las calles de la capital
francesa. Se decía que las aguas del Sena bajaban rojas de sangre. Un siglo
después de la Reforma luterana, una revuelta en Bohemia provocó la Guerra de los
Treinta Años entre católicos y protestantes, que arrasó parte de Alemania y terminó
con la vida de un tercio de la población.

Lutero fue el hombre del siglo XVI más impreso en su tiempo y su influencia iba a
resultar enorme en los años y siglos venideros. Sin contar los artículos y ensayos,
en 1906 se contabilizaron más de 2.000 libros cuya temática giraba en torno a su
figura. También fue un buen cantante, flautista y violinista que aunó la teología con
el canto pastoral y tenía muchos amigos músicos. No es extraño que Bach fuera
luterano, puesto que era heredero de una tradición de música coral que se remonta
a la época del Reformador, autor de estas palabras: "El diablo, causante de tristes
preocupaciones, huye al oír la música como huye ante la voz de la teología".

Tanto la Reforma luterana como la Contrarreforma católica abrieron la puerta a


terribles conflictos bélicos. Casi dos décadas después de la muerte de Lutero, una
matanza de protestantes hugonotes en París derivó en una serie de guerras
religiosas cuya culminación fue la fatídica "Noche de San Bartolomé" el 24 de
agosto de 1572, el almirante protestante Colígny fue asesinado por orden del rey
de Francia y miles de hugonotes fueron brutalmente aniquilados en las calles de la
capital francesa. Se decía que las aguas del Sena bajaban rojas de sangre.

Un siglo después de la Reforma Luterana, una revuelta en Bohemia provoco la


Guerra de los Treinta Años entre católicos y protestantes, que arrasó parte de
Alemania y terminó con la vida de un tercio de la población.
Una ciudad que lo vio pasar

Eisleben, situada en el estado de Sajonia – Anahlt, se llama actualmente


Lutherstadt Eisleben en honor a su hijo mas famoso. Este, sin embargo, apenas
pasó unos años en esta ciudad, y que se trasladó con su familia a Mansfeld y
Eisenach, y después a estudiar derecho a Erfurt. Luego, el joven Lutero, dejo su
carrera para convertirse en monje.
Lutero ante el emperador

La ruptura más evidente con los votos monásticos se realizó cuando se casó con la
ex monja Catarina de Bora, en Junio de 1525.

Ahí, se formó el núcleo principal de la casa parroquial evangélica.

"Después de la Palabra de Dios no hay un tesoro más precioso que el santo


matrimonio. El mayor don de Dios sobre la tierra es una esposa piadosa, alegre,
temerosa de Dios y hogareña, con la que puedes vivir en paz, a la que puedes
confiar tus bienes, tu cuerpo y tu vida."

Catalina de Bora abandonó el monasterio a los 24 años y dos años después


contrajo matrimonio con Lutero, quien le profesó fidelidad y lealtad hasta su
muerte.

Definió la doctrina de la justificación por la sola fe, que acentuaba al máximo las
dimensiones del pecado capital, lo que fue la gota que colmó el vaso de la paciencia
del Papa. Pero Lutero fue más lejos todavía y se atrevió a rebautizar a Roma como
la “Moderna Babilonia” y al Papa lo llamó el “Anticristo en la Tierra”. Su
pensamiento dividió a los cristianos y fue el detonante de un período de guerras de
carácter religioso que ensangrentaron Europa.
LOGRÓ EL APOYO DE CALVINO CONTRA EL ANTICRISTO” DE ROMA

En 1529, publicó su libro más famoso, “Pequeño catecismo”, en el que explicó en


un lenguaje sencillo la teología de la Reforma evangélica. La influencia de su
mensaje, que se fue extendiendo por el norte y el este de Europa, y su prestigio
personal convirtieron la ciudad de Wittenberg en un centro de estudios teológicos.
Calvino lo apoyó fervientemente, tal y como demuestra el párrafo de una de sus
cartas: Con su doctrina, Lutero ha asestado un golpe decisivo al reino del Anticristo
(el Papa), al mismo tiempo que ha proclamado el conocimiento de las verdades de
la salvación con celo heroico.

Para el padre de la Reforma, todo esta predestinado: “el hombre está hasta tal
punto corrompido por la caída de Adán que la maldición es innata en él.” También
negó la capacidad de elección del ser humano. “en el terreno natural, el libre
albedrío sigue siendo una realidad. Pero en el terreno de la gracia, no es nada,
menos que nada”, sentenció Lutero.

Años después. Calvino advirtió que aquellos que creían poder derrotar la
predestinación estaban locos.

Al final de su vida, Lutero se convirtió en un hombre cada vez más colérico y


atormentad. Su discurso apocalíptico y su obsesión con el diablo y los judíos, a los
que acusó de todos los males, agriaron su mensaje reformista. Su violencia verbal
crecía a medida que avanzaba su edad. En su juventud el Reformador había
mostrado comprensión con los hebreos. Más tarde, cuando vio que no se convertían
al nuevo credo, arremetió contra ellos. “Cristo no tiene enemigos más venenosos,
mas encarnizados, mas amargos que los judíos, escribió casi al final de su vida.
Lutero murió el 18 de febrero de 1546 a los 63 años en Eisleben, la ciudad que lo
vio nacer. Fue enterrado en la Iglesia del Palacio de Wittenberg, donde comenzó a
difundir un creo que alteró la historia de Europa.
Las Indulgencias

En 1517 aparece en escena un monje dominico, Tetzel, predicador de las


indulgencias.

Por medio de la compra de indulgencias, según la enseñanza tradicional, se libraba


a las almas recluidas en el purgatorio de los tormentos del mismo.
El dinero obtenido en esta ocasión por este medio sería invertido, a partes iguales,
en la erección de la basílica de San Pedro en Roma y en la compra por parte
de Alberto de Hohenzollern de un obispado.

Fue entonces cuando Lutero escribió y clavó en la puerta de la iglesia del castillo de
Wittenberg sus Noventa y Cinco Tesis.

Este documento fue la chispa que puso en marcha todo un proceso cuyas
consecuencias iban a ser de largo alcance.

Su crítica pública contra el abuso de las cartas de indulgencias en 1517 no solo


produjo la discusión deseada, sino que además causó la apertura de un tribunal de
inquisición culminando en la excomulgación de Lutero, después de la dieta imperial
de Worms, en 1521.

Federico el Sabio organizó un "secuestro" para proteger la vida de Martín Lutero.

Lutero se quedaba en el castillo Wartburg como Doncel Jorge por casi un año,
traduciendo el Nuevo Testamento al alemán.

El 15 de junio de 1520 León X publicó la bula de excomunión de Lutero


intitulada Exsurge Domine. Cuando Lutero la recibió se dirigió al pudridero de la
ciudad y, juntamente con el Derecho Canónico, la arrojó a las llamas.
La ruptura estaba consumada. Un fraile había osado levantarse él solo ante todo un
sistema religioso de más de mil años de antigüedad, con el solo apoyo de la Palabra
de Dios.

En ese mismo año de su condenación Lutero ha escrito


incansablemente algunas de sus mejores obras: A la nobleza cristiana de la nación
alemana, La cautividad babilónica de la Iglesia y La libertad cristiana.
Lutero viajó a Worms bajo la protección de un salvoconducto y allí, conminado
ante Carlos V, a pronunciarse sobre sus doctrinas pronunció las memorables
palabras:

"Si no me convencen mediante testimonios de las Escrituras o por un razonamiento


evidente (puesto que no creo al papa ni a los concilios solos, porque consta que han
errado frecuentemente y contradicho a sí mismos), quedo sujeto a los pasajes de
las Escrituras aducidos por mí y mi conciencia está cautiva de la Palabra de Dios.
No puedo ni quiero retractarme de nada, puesto que no es prudente ni recto obrar
contra la conciencia."
La suerte estaba echada; Lutero se había enfrentado al poder religioso y ahora lo
estaba haciendo al poder secular. Las dos grandes instituciones: Iglesia e Imperio
no estaban por encima de la Palabra, sino sujetas a ella.

Después de la guerra de campesinos en 1525, reprobada por Lutero, el reformador


promovía la formación de una Iglesia Evangélica territorial con regulaciones
eclesiales.

Su aporte a la lengua alemana

Con su traducción de la Biblia al Alemán, Martín Lutero ganó fama permanente en


relación con la unificación del idioma alemán. Hoy en Día, unos 70 millones de
fieles pertenecen a la Iglesia Luterana. Inventar un idioma, crear una religión.
Lutero fue el primero en potenciar el invento de Guttenberg.

Hasta 1534 sólo circulaban traducciones al latín de la sagrada escritura, cuya


lectura y estudio estaban destinadas a sacerdotes y eruditos. La traducción de
Lutero intentó poner la Biblia al alcance de la población, siguiendo su idea de que
cada lector y no la iglesia es responsable de la interpretación de la Biblia.

Para conseguir su objetivo, Lutero inventó una suerte de mezcla entre las
características común de los dialectos que por entonces se hablaban en Alemania y
el latín y así creó el llamado "alemán puro", un idioma artificial que es la base de la
actual lengua alemana.

Lutero publicó su Biblia apenas 60 años después de la invención de la imprenta y


con ello se transformó en el primer libro de circulación masiva de la historia y
también marcó el inicio de otra revolución: la lectura masiva

Martín Lutero no fue un hombre perfecto, y desde la perspectiva actual tampoco la


totalidad de su pensamiento. Algunos autores sostienen que Lutero guardaba
algunos resabios de antisemitismo, algo inadmisible para el protestante de tan solo
unas décadas después y mucho menos para el de hoy en día. Aún así, a favor de
Lutero, vale mencionar que su mejor discípulo y amigo, el que lo ayudó en la
traducción de la Biblia, era judío. Su nombre, Philipp Melanchton.

Lutero no había objetado el bautismo de los niños, cosa que sí haría Menno Simons,
luego los anabaptistas como Hubmaier y finalmente los bautistas como Roger
Williams. Tampoco renegó del uso de la vestimenta sacerdotal romana entre otras
cosas y aún tenía en mente una Iglesia unificada con un líder único.

Pero debemos comprender el contexto histórico que rodeó a Lutero. Él era un


hombre formado en el seno de la Iglesia católica, que tuvo la oportunidad, la visión
y el coraje de pretender cambiarla, cosa que finalmente no pudo hacer. Pero su
aparente fracaso se cambió en rotundo éxito, ya que nació un movimiento
claramente distintivo que los propios romanos llamaron "Protestantes"

Martín Lutero, fue un hombre que sincero y entregado a Dios tuvo el privilegio de
dar forma al trabajo de muchos antecesores reformadores, algunos laicos y otros
sacerdotes, quienes solieran pagar con precio de sangre su visión.

Lutero abrió la puerta a través de la cual comenzó a filtrar la luz de la Gracia para
todo el mundo que la aceptase.

A Martín Lutero le fue concedido por la historia el honor de ser llamado el Padre de
la Reforma, un movimiento que seguiría con cambios y mejoras hasta hoy en día.
Quizá nunca se llegue a la perfección en esta tierra. Mas en Gloria, junto a él y
otros héroes -o no tanto-, podrá finalmente completarse en plenitud y perfección
conforme al proyecto de Cristo.

En el año 1546 murió Lutero, en donde pasó los últimos años de su vida bajo
cuidados y amarguras, pero su muerte fue la de un cristiano que como Pablo, había
peleado la buena pelea, había guardado la fe y esperaba el galardón que el Señor,
el justo juez, le daría en aquel día.

Calvino

El 10 De Julio De 1509, Nació Juan Calvino

Juan Calvino, fue un teólogo francés establecido en Ginebra, desde donde dió a
conocer la Reforma Protestante.

“La mente humana es una fábrica de ídolos”. (Juan Calvino).

La Gran Iglesia de Debrecen, Hungría, construida por los seguidores de Calvino.


Esta ciudad llegó a ser la capital protestante de ese país.
Calvino suprimió muchos símbolos de las iglesias católicas, como el crucifico y el
altar.

El español Miguel Servet fue quemado vivo por defender no solo sus convicciones
religiosas, sino que también por sus ideas científicas.

LÁMINAS

Europa reformada
Juan Calvino, que nunca gozó de buena salud, ya que padecía de asma y
constantes catarros, murió el 27 de mayo de 1564, siendo enterrado en una
sepultura anónima en Ginebra.

Historia universal del hombre. México, FCE, 1981, pp.327-335.

Juan Calvino nació en Noyon, en Picardía, el año de 1509 y fue educado en la


familia de un noble francés. En 1523 le enviaron a París Collége Montaigu, donde
seguía sus estudios, así ala misma época, el fundador de la orden de los jesuitas,
Ignacio de Loyola. El mismo instructor español los educó a ambos. Cuando se
estudia la doctrina y la obra de Calvino tienen importancia especial estos tres
hechos: su nacionalidad francesa, el medio aristocrático en que se desarrolló su
juventud y sobre todo, su educación por el mismo maestro que enseño a Loyola. En
el lado protestante Calvino es la contrapartida perfecta de Loyola, que encabezó la
contrarreforma. Es el único que hasta la altura de los jesuitas, el único capaz de
igualar sus cualidades. Debido a ello, y porque el espíritu de los tiempos estaba de
su parte, Calvino salvó la causa protestante.

Empezó con estudios teológicos y más tarde se dedicó al derecho se familiarizó con
los escritos y las enseñanzas de los humanistas que con sus criticas reforzaban la
oposición a la iglesia. En este periodo, la cultura humanista representaba un papel
similar a la de los literati de la Ilustración en el siglo XVIII antes de la Revolución
Francesa. Sin dar el paso decisivo socavaron el sistema establecido y, lo mismo que
en el siglo XVIII, la sociedad y la nobleza francesa, siempre despiertas a las modas
intelectuales más avanzadas, flirtearon con las nuevas ideas hasta que éstas
adquirieron gravedad. Los escritos de Lutero eran leídos y comentados con pasión.
El primer plan de Calvino consistía en realizar una pulga general, una regeneración
profunda de la iglesia católica a la manera de los humanistas, en especial de
Erasmo de Rótterdam pero súbitamente, en 1533, tuvo una gran revolución, una
experiencia parecida a las inspiraciones de los profetas, conversos y reformadores
religiosos que le habían precedido, desde Pablo, Agustín Pedro Baldo y Lutero que
fue herido por el rayo, a la de Zwinglio, que estuvo a punto de morir de peste. “un
súbito rayo de luz —escribe Calvino— me hace comprender ahora después que mi
espíritu a estado preparado desde hace mucho tiempo para dar una gran prueba en
qué abismos de errores, en qué profunda inmundicia he estado sumergido hasta
ahora. Por eso hice, señor, lo que era mi deber y alarmado, y condenado con
lagrimas mi vida pretérita, emprendí tu camino”.

Después de haber proclamado los principios evangélicos en un discurso


pronunciados en la Sorbona en el día de todos los santos de 1533, tuvo que huir al
sur de Francia y poco después marchó a Basilea, en Suiza, para reanudar
sistemáticamente sus estudios teológicos. El resultado de esto fue un libro que
sentó los principios fundamentales de su doctrina, las Christianae Religionis
Institutio, las “instituciones de religión cristiana” que es el primer sistema de
teología protestante. Ni Lutero ni Zwinglio presentaron sus principios formando un
sistema teórico coherente. Aun Melanchton el teórico de luteranismo, no hizo sino
dar argumentos y comentarios vagos. Las Instituciones de Calvino se publicaron en
1536 y fueron revisadas varias veces, su teoría cobró forma definitiva en 1540.
El calvinismo es una forma romanizada del protestantismo lleva las huellas de la
nacionalidad francesa y del carácter aristocrático de su creador. Es una mezcla
curiosa de democratización protestante de la religión con una infusión del principio
nacional y de las dotes aristocráticas para crear una élite. Se parece al jesuitismo.
En que se hace al protestantismo pragmático y político; introduce una disciplina
fanática y una organización metódica de toda la vida individual y comunal de sus
partidarios. El luteranismo reduce la religión al papel de una policía moral, que
ayuda y sanciona la mucho más eficaz política del gobierno. El calvinismo, por el
contrario, es una religión totalitaria que reclama dominio y control sobre todas las
instituciones y actividades profanas. La preocupación religiosa inmediata lo abarca
todo. Así, como tenía que abarcar la totalidad de la vida individual y comunal, las
revolucionó de hecho, y al hacerlo, al inmiscuirse en los problemas sociales y
políticos de su tiempo —en una forma opuesta a la del luteranismo— a un mundo
secularizado.

La magnificencia y gloria de Dios es la médula de la teoría de Calvino. Su Dios


adopta la forma personal de Jehová, el Dios del Antiguo Testamento. Jesús pierde
importancia y la gana Dios Padre, la pierde el Nuevo Testamento y la gana el
Antiguo. Y lo que se restaura con el calvinismo, sólo que con una interpretación
mucho más radical y hasta aristocrática, es el antiguo concepto judío de Dios como
gobernante personal omnipotente, del mundo y de este como escenario de la gloria
de Dios. En el judaísmo Dios no es un poder arbitrario, ha llegado a un acuerdo con
el hombre y se ha comprometido a observar la ley. Se ha revelado y está en
contacto constante con todos los seres humanos. En el calvinismo, Dios es un poder
arbitrario, inescrutable en sui arbitrariedad su voluntad domina el mundo y su
glorificación es la idea del mundo en su omnipotencia, ha predestinado desde un
principio a la virtud y la salvación por “su piedad gratuita y con entera
independencia del merito humano”, a otros los ha condenado al vicio y la maldición
“por un juicio justo e irreprensible, aunque incomprensible”. Se toma como prueba
de la predestinación divina el hecho de que no todos los hombres pudieran ser
convertidos. Nadie está del todo seguro del grupo a que pertenece y, en todo caso,
nada puede hacer por altera su destino. Calvino va mucho más lejos que Agustín,
Wyclif o Lutero lleva el principio paulino de la gracia de Dios hasta su límite
extremo. Con su doctrina de predestinación integral causó un grave perjuicio al
catolicismo que apelaba a la voluntad y el esfuerzo del hombre para poder lograr la
salvación mediante buenas obras. Agustín había atribuido a la iglesia el poder de
absolución. Lutero había admitido por lo menos la posibilidad de justificación por la
fe pero si la predestinación es fija e irrevocable, si no puede obtenerse la salvación
mediante la voluntad humana, la institución de la iglesia es minada en sus raíces
mismas. La respuesta a Lutero fue que la fe no puede conquistar la salvación, y que
el orden es precisamente el contrario: no habría fieles si no hubiera elegidos.

Así, la doctrina calvinista presenta vestigios de su origen francés, pues tienen un


claro carácter nacional y aristocrático. Es democrática en el sentido que abole todas
las diferencias de rango terrenal, social o jerárquico. Pero instituye una monarquía
absoluta de Dios. Establece su propia aristocracia religiosa por nacimiento, élite
religiosa de hombres puros y santos elegidos por Dios. Crea una nación y una
nobleza religiosa. La palabra “nación” se justifica a este respecto porque la vida de
estos santos no era religiosa de por sí, ni tampoco ritual, si no profana. Consistía en
actividades profanas bajo un control confesional y moral.

Por tanto, el significado de la existencia personal ya no era la conquista de la


salvación personal –que consistía hasta entonces al meta de todos los esfuerzos
cristianos-, pues Dios ya había decidido quien se salvaría y quien no. Tampoco es la
realización de un plan divino revelado, como en el judaísmo, de establecimiento o
restablecimiento de un reino de justicia, paz y amor sobre la tierra. Aquí sólo existe
el problema de la “gloria” de Dios y el despliegue de su magnificencia. Por su gloria
se santifica al mundo profano y se ha de impregnar de santidad. Por consiguiente,
no basta la fe interna del hombre, sino que ha de haber trabajo activo. Es cierto
que el individuo no puede influir en su salvación, pero por la rectitud de su vida,
puede comprobar si pertenece al grupo de los elegidos. A condición de que realice
observando estrictamente las obligaciones morales y religiosas debidas, y si, en e
esas condiciones, prospera en su trabajo, esto puede aceptarse como prueba de su
salvación. En consecuencia, la riqueza y el bienestar son prueba de trabajo arduo y
diligencia estar y puede considerarse como signo de estar en gracia de Dios. Por
otro lado, la pobreza, que había sido respetada y aun exaltada por el cristianismo
medieval y primitivo, llega a ser despreciable, se convierte en una prueba de
ociosidad y vicio. Todo esto tendía a crear la reserva austera y la soledad del
puritano, una desconfianza profunda de sus semejantes, y hasta del propio
hermano, pues nadie podía saber el estado de gracia en el que el otro se hallase y
si en el contacto con él podría acarrear el mal. Esto promovió el individualismo,
pues cada cual podía tenía que cuidarse de si mismo. Se ordenaban la caridad y el
trabajo para el bien común, pero no en beneficio del ser humano o de la comunidad
humana, sino sólo para la gloria de Dios y mostrar la excelencia de su orden.
Aparte de esto deben eliminarse todos los sentimientos e impulsos de justicia,
caridad y compasión cuando esta en juego la majestad de Dios, y ni los elegidos y
ni los condenados tienen derecho a quejarse de la injusticia.

Las regulaciones calvinistas de las actividades sociales y económicas eran severas y


meticulosas, pero practicas. Calvino rompió con la condenación católica y luterana
del comercio, la banca y el cobro de intereses. Hizo escarnio de la hipocresía
católica que maldecía todas estas empresas en teoría y las estimulaba y explotaba
en al practica. También reconoció que ya era insostenible la posición luterana
contra los métodos económicos contra los métodos económicos modernos. A esta
preocupación le llevaron sus propias preocupaciones como líder de una comunidad
burguesa en la cual el comercio representaba un papel importante. Que ría
gobernar toda la vida humana con su poder religioso, y así promovió abiertamente
todas las actividades económicas y las declaro justificables, a condición de que se
llevaran bajo su vigilancia y con las restricciones que él imponía. En 1611 un
teólogo ingles escribía: “Calvino maneja la usura igual que el boticario el veneno”.
Sólo está permitido el interés que es deseable para la producción, y aun así
únicamente un cierto máximo establecido. A los pobres se les debe prestar dinero
sin interés y se debe renunciar a la garantía. El deudor debe sacar de la operación
una ventaja cuando menos igual a la que obtiene el prestamista. El préstamo no
debería ser una profesión permanente y la búsqueda de ganancias no debes ser
perjudicial para nuestro prójimo. El deudor debe sacar una ventaja de la operación
cuando menos igual a la que obtiene el prestamista. Por otra parte, escribía Calvino
en una carta: “¿hay alguna razón para que las ganancias derivadas de los negocios
no se han mayores que las que se obtienen de la propiedad de la tierra? ¿Cómo
obtiene el comerciante sus ganancias? ¡Con trabajo, cuidados y diligencia!”. La
acumulación de riquezas no sólo está permitida, sino prescrita. El hombre debe
acumular riquezas para Dios de quien es administrador. Tiene que rendir cuentas
de cada centavo tiene que economizar para Dios. Puede cambiar de profesión
según le parezca si es capaz de servir mejor a la gloria de Dios en otro campo, y el
hecho de que pueda hacerlo lo mostrará el aumento de sus ganancias. Pero es
pecado disfrutar de las riquezas con una vida ociosa. Lo mismo que el hombre debe
trabajar, así el dinero ganado debe permanecer activo mediante inversiones
productivas. Los placeres frívolos, como el teatro, el baile y el canto se
consideraban delictivos y punibles como tales en las comunidades calvinistas
estrictas —como en Ginebra y Nueva Inglaterra—. La perdida de tiempo uno de los
peores de los pecados cada hora gastada en algo distinto del servicio de Dios o el
trabajo significaba defraudar o robar a Dios. Además, los calvinistas estaban
obligados a abstenerse de aquellas formas de hacer dinero faltas de escrúpulos que
los católicos empleaban sin darles importancia, tales como la piratería,
especulaciones coloniales, arrendamientos de cargos e impuestos operaciones de
crédito con príncipes y monopolios. Estaban obligados a gastarse el dinero por
procedimientos intensivos, por la explotación racional de las condiciones del
mercado por las manufactura, y en ésta por mejores técnicas y acortamientos del
proceso de producción. Cuando consideramos que estos santos profanos se
obligaban a la mayor frugalidad y el aumento de la propiedad, que ponían en los
negocios toda su vitalidad y celo religioso que los puritanos que vivían bajo los
regímenes hostiles de Francia, Holanda e Inglaterra no podían ocupar cargos en la
vida pública y dependían por entero del comercio, podemos imaginarnos por qué se
vieron impelidos a promover el desarrollo de la industria, de la técnica y el
capitalismo.

En la comunidad de Calvino no había sacerdote. Cada cual debía ser su propio


sacerdote. La Biblia, en su interpretación literal, fue código civil. La parroquia de
Ginebra no era democrática en modo alguno. Estaba gobernada por ministros y
presbíteros. Los doce presbíteros, correspondían a los doce apóstoles, eran
nombrados eran nombrados por los consejos aristocráticos con ayuda de los
ministros.

La difusión del calvinismo produjo efectos revolucionarios en toda Europa occidental


y en el curso de estas revoluciones la democracia moderna se desarrollo paso a
paso. En Holanda, que pertenecía a los Habsburgo españoles, la actividad de los
anabaptistas desafió y despertó a la Inquisición, pero las fuerzas calvinistas fueron
las que encabezaron la revolución. Dirigidas por Calvino y ayudadas por los
refugiados franceses, se organizaron por todo el país comunidades calvinistas, que
llegaron a ser centros formidables de resistencia y condujeron la guerra de
liberación que desato a Holanda de la dominación española, estableció la republica
Holandesa e hizo del calvinismo la religión oficial. En Francia, las comunidades
hugonotes con su constitución presbiteriana en las que los presbíteros eran elegidos
por la comunidad, formaron en secreto unidades independientes que tenían
tendencias republicanas. El Palatinado se hizo calvinista y, como consecuencia,
llegó a ser la fuerza protestante directora de la primera fase de la guerra de los
treinta años. En Escocia, el movimiento protestante, bajo la dirección de John Knox,
que se hallaba en estrecho contacto con Calvino, derrocó al gobierno de Maria
Estuardo y también el calvinismo llego a ser la religión dominante. Inglaterra,
situada entre Holanda y Escocia, ambas protestantes, tenía que convertirse en el
escenario de esta lucha decisiva. Aquí se decidió el destino de la causa protestante.
Esta lucha fue a un mismo tiempo una lucha contra la monarquía absoluta y más
que eso, pues en ella nacieron la nacionalidad y el carácter ingles de hoy. En la
fricción entre los elementos románicos y germánicos de que está compuesta,
alcanzó su forma definitiva. La nacionalidad Inglesa no surgió completa sino
después de este tormentoso periodo, cuando todo se hubo aplacado, a fines del
siglo XVII. Y se terminó de formar al mismo tiempo que la democracia se establecía
por vez primera.

Como teólogo formado en la tradición calvinista-reformada y en la teología


latinoamericana de la liberación, intento acercar estas dos perspectivas con el fin
de recuperar los valiosos recursos, algunas veces negados, de la tradición
reformada para articular una ética socialmente transformadora. Mientras que el
calvinismo es identificado frecuentemente con la clase media acomodada y el statu
quo sociopolítico, la teología de Juan Calvino (1509-1564) puede proveer un
modelo útil para desarrollar una teología política contemporánea. Aun cuando
Calvino representa una cosmovisión distante diacrónicamente, en la cual el trabajo
del gobierno civil es visto como parte del plan de Dios para la salvación, su teología
puede hacerse inteligible para la iglesia del siglo XXI en su lucha por la relevancia
cultural y en medio de una sociedad cada vez más secularizada y plural.
La tradición reformada, un cuerpo diverso que surgió de la unión, en el siglo XVI,
de zwinglianos y calvinistas, ha reconocida ampliamente que la responsabilidad
social de la Iglesia es un aspecto integral de su misión espiritual.(2) Por otro lado,
la teología de la liberación —un movimiento que comenzó en América Latina a fines
de los años 60 y principios de los 70, paralelo a los movimientos afroamericanos de
liberación en Estados Unidos— enseña que los cristianos son llamados a hacer una
opción preferencial por los pobres debido a que en las Escrituras Dios actúa a favor
de los débiles y marginados de la historia humana. Esta lectura de la Biblia lleva a
la Iglesia a hacer compromisos políticos en solidaridad con los oprimidos, buscando
la transformación histórica de las situaciones de opresión y de los órdenes sociales.
(3) Mientras que algunos teólogos reformados estadounidenses como Richard
Shaull y Robert MacAfee Brown han esbozado comparaciones entre la teología
latinoamericana de la liberación y la Reforma del siglo XVI,(4) muchos críticos de la
tradición reformada argumentan que esta tradición frecuentemente ha abrazado
“las prácticas culturales de las clases media y alta, y a pesar de todos nuestros
esfuerzos, los presbiterianos estadounidenses tienden a excluir de su espacio la
presencia real de quienes viven en los más bajos niveles de vida económica y
cultural”.(5)

Reconociendo la legitimidad de quienes critican el énfasis de Calvino sobre el


sufrimiento redentor como “mundanamente represivo” (world-repressive),(6) no
obstante argumentaré que puede construirse un modelo viable de praxis liberadora
a partir de la teología y de la práctica pastoral de Calvino. Este estudio demostrará
cómo Calvino contribuye a la resistencia política cristiana mediante: a) el análisis
de sus comentarios sobre el gobierno civil; b) la exploración de su comprensión del
papel profético de la predicación; y c) el estudio de su trabajo pastoral con las
víctimas de pobreza y persecución política.

Calvino acerca del gobierno civil


Muchas víctimas de la opresión política no han podido encontrar una voz liberadora
en la teología calvinista, no sólo en Brasil como se discutió arriba, sino también en
Sudáfrica, donde la iglesia reformada, hasta muy recientemente, apoyó la política
del apartheid. Debido a que la teología de calvino fue concebida en el exilio y
dirigida a muchos de los problemas sociales que enfrentó la Ginebra del siglo XVI,
como las revueltas populares y la pobreza urbana, una recuperación de la teología
de Calvino revelará su carácter de teología pública avocada a la transformación
social a favor de los pobres y oprimidos.

En tanto que las opiniones de Calvino tuvieron un efecto revolucionario sobre la


iglesia y la sociedad, él no fue un revolucionario en sentido moderno. Por el
contrario, al insistir repetidamente en que los cristianos tenían el deber de
obedecer a los magistrados, Calvino da la impresión de ser un conservador en
temas sociales. Según él, la voluntad de Dios se lleva a cabo en la historia para
superar los abusos de los gobiernos intolerables: “La razón por la cual hemos de
estar sujetos a los magistrados es porque ellos están instituidos por la ordenación
de Dios. Dado que le plugo a Dios gobernar así el mundo, quien intenta invertir el
orden divino, y así resistir a Dios mismo, menosprecia su poder; y despreciar la
providencia de aquél que es el fundador del poder civil, es entrar en guerra con él”.

Calvino incluso demanda sumisión hacia el más tiránico de los gobiernos humanos,
advirtiendo a las víctimas de persecución política que “aunque la corrección y el
castigo del mando desordenado sea venganza que Dios se toma, no por eso se
sigue que nos la permita y la ponga en manos de aquellos a quienes no ha
ordenado sino obedecer y sufrir. Puesto que como sujetos no es el deber del pueblo
derribar tiranos, “sólo esto queda, implorar la ayuda del Señor, en cuya mano están
los corazones de los reyes y el cambio de reinos”. El consejo de Calvino a las
víctimas de la opresión política —paciencia y oración— se suma a la aceptación
pasiva de una situación injusta, algo que rechazan los liberacionistas que prefieren
una resistencia más activa a la represión.

Sin embargo, antes de descartar a Calvino como un recurso teológico para los
movinientos de liberación, es importante tener una mejor comprensión del contexto
en el cual él hizo esta advertencia. Las palabras de la Institución citadas arriba
reflejan las condiciones en Francia al momento de ser escritas (1535), cuando los
protestantes fueron “cruelmente torturados por un príncipe salvaje”, “vorazmente
despojados por un avaricioso” y “vejados por causa de la piedad a manos de
alguien que es impío y sacrílego”.

Deben considerarse estas circunstancias sociopolíticas cuando se analiza la


advertencia de Calvino. Tales palabras, que les piden a ellos perseverar y orar por
la intervención divina en contra de la crueldad humana no deben ser entendidas
como una justificación de la pasividad moral, dado que la advertencia hecha a
“sujetos” con escaso poder político es mejor percibida como una cuestión pastoral
en relación con ellos. En un país adonde los sujetos vivían bajo la autoridad de un
monarca absolutista que era defensor de la ortodoxia católica —a pesar de sus
alianzas políticas con príncipes protestantes alemanes—, las iglesias reformadas en
Francia fueron perseguidas como heréticas.

Mientras que en 1525 menos de una docena de ciudades habían abrazado los
experimentos heréticos, para 1540 cada región de Francia las había considerado,
con un número de intentos que aumentó constantemente durante cada década
hasta 1560. La intensificación de la visible persecución de protestantes a lo largo de
la segunda mitad de la década de 1540 propició la primera de varias oleadas de
refugiados hacia Ginebra, y los escritos de Calvino aparecieron insistentemente en
el Index francés de libros prohibidos.

Consecuentemente, la advertencia de Calvino a los súbditos protestantes de


Francisco I procedía de su interés pastoral por el bienestar de ellos en medio de la
persecución. Dada su situación, una revuelta popular podía ser aplastada rápida y
violentamente.

El 18 de octubre de 1534, algunos miembros de la minoría protestante colocan


copias de un panfleto que contenía duros ataques contra la masa católica (el caso
de los pasquines).

Esto movió al angustiado Francisco I —¡pues una copia de estos artículos llegó
hasta la puerta de su recámara!— a proclamar que cualquiera que fuera hallado
escindiendo a la persona o personas respondables de colocar tales panfletos sería
quemado. Muchos fueron apresados y ejecutados como consecuencia de este
incidente y la actitud del rey hacia sus súbditos protestantes se hizo decididamente
hostil.

La epístola dirigida a Francisco I de Francia que preside la primera edición de la


Institución fue escrita como una apologia a favor de la minoría francesa protestante
perseguida y acusada de herejía y sedición. Temeroso de que la causa protestante
fuera desacreditada, especialmente después del brutal destino de la revolución
anabaptista de 1535 en Münster,

Calvino le solicita comprensión al rey: “A fin de que ninguno piense que nosotros
nos quejamos sin razón, vuestra Majestad misma puede ser testigo con cuántas
falsas calumnias ella sea cada día infamada delante de vos”.

Argumentando que las “falsedades, sutilezas y calumnias” habían sido difundidas


por los enemigos de los evangélicos franceses, Calvino demanda tolerancia y
protección oficial para los agentes de la reforma eclesiástica. No se sabe si
Francisco I leyó siquiera la carta de Calvino (sus políticas hacia los protestantes no
cambiaron significativamente) pero ella sirve como afirmación de la perspectiva
calvinista-reformada acerca de la relación entre la iglesia y el Estado.

Mucho de lo que Calvino escribió sobre el gobierno civil surgió en la polémica, por
un lado, con los reformadores radicales anabaptistas, quienes abogaban por una
disolución completa del mundo no regenerado, y por otro, con el establishment
católico romano bajo el cual el monarca estaba sujeto a la autoridad eclesiástica.

También subyace a esta discusión es la aceptación de Calvino de la opinión común


protestante sobre “el sacerdocio universal de los creyentes” (I Pedro 2.9), el
cual le daba el mayor estatus al monarca, algo tradicional en la teología reformada,
pero al mismo tiempo nivelaba todos los demás rangos de la sociedad civil. Con
todo, en la carta al rey (escrita en 1536), Calvino ve al ala más radical de la
Reforma como algo que estaba minando al movimiento protestante francés lado a
lado con las autoridades.

La posición general de los reformadores anabaptistas y radicales acerca de la iglesia


y el Estado está resumida en la Confesión de Schleitheim, cuyo cuarto artículo
afirma lo siguiente: “Hemos estado unidos acerca de la separación que tomará
lugar entre el mal y la maldición que el demonio ha implantado en el mundo… que
no tenemos hermandad con ellos en la confusión de sus abominaciones”.

El artículo sexto, sobre el uso estatal del poder coercitivo, rechaza cualquier
participación en el gobierno civil porque “no conviene a un cristiano ser magistrado:
el papel del gobierno es según la carne, mientras que el del cristiano es según el
Espíritu”.

Así, Calvino está presto a distanciar a los evangélicos franceses de los reformadores
más radicales que abogaban por una separación completa del Estado, aun cuando
se le desobedeciera:

…nosotros somos injustamente acusados de tales empresas, de las cuales jamás


dimos ni aun la menor ocasión del mundo de sospecha. Si por cierto, nosotros
emprendemos la disipación de los Reinos: de los cuales jamás se ha oído una
palabra que huela, o vaya a sedición, y cuya vida ha sido conocida por quieta y
apacible todo el tiempo que vivimos en vuestro reino: y los que aun ahora siendo
ahuyentados de nuestras propias casas no dejamos de orar a Dios por toda
prosperidad y buen suceso de vuestra Majestad y de vuestro reino.

Además de esta epístola (que aparece en todas las ediciones de la Institución), se


encuentran discusiones sobre el gobierno civil en los capítulos 3.19 y 4.20 de la
edición de 1559.

El primero, sobre la libertad cristiana, se ocupa de la conciencia del creyente


individual, y el segundo, sobre el gobierno civil, de los deberes de los ciudadanos y
magistrados. En la edición mencionada, estos dos pasajes no parecen relacionarse,
pero en la de 1536 sólo están separados por una sección dedicada al poder
eclesiástico. Dado que la edición definitiva de la Institución es cinco veces más
grande, es importante recordar la relación original entre estos dos capítulos y no
caer en la tentación de leer la discusión de Calvino sobre el gobierno civil en el
último capítulo de la edición definitiva como un agregado posterior. Por lo demás, la
ciudadanía responsable es parte inherente de la noción calviniana de la vida
cristiana.
Según Calvino, en contraste con los anabaptistas, la teología cristiana debe
ocuparse del gobierno civil debido a que Dios es quien funda el Estado y define su
jurisdicción y propósito:

…pero el fin del gobierno temporal es mantener y conservar el culto divino externo,
la doctrina y religión en su pureza, el estado de la Iglesia en su integridad,
hacernos vivir con toda justicia, según lo exige la convivencia de los hombres
durante todo el tiempo que hemos de vivir entre ellos, instruirnos en una justicia
social, ponernos de acuerdo los unos con los otros, mantener y conservar la paz y
tranquilidad comunes. Todas estas cosas admito que son superfluas, si el reino de
Dios, cual es actualmente entre nosotros, destruye esta vida presente. Mas si la
voluntad de Dios es que caminemos sobre la tierra mientras suspiramos por
nuestra verdadera patria; y si, además, tales ayudas nos son necesarias para
nuestro camino, aquellos que quieren privar a los hombres de ellas, les quieren
impedir que sean hombres. Porque respecto a lo que alegan, que debe haber en la
Iglesia de Dios tal perfección que haga las veces de cuantas leyes existen, tal
imaginación es una insensatez, pues jamás podrá existir tal perfección en ninguna
sociedad humana.

Debido al pecado y la caída, Dios ha ordenado el gobierno civil para servir a dos
propósitos: “que resplandezca una forma pública de religión entre los cristianos, y
que exista la humanidad entre los hombres”.

Para este fin, los gobiernos temporales hacen uso de la fuerza de la espada, esto
es, la autoridad para utilizar la coerción para poner en vigor sus leyes. En efecto,
Dios ha instaurado el orden secular (el Estado) para mantener la paz y la justicia en
el mundo, mediante la fuerza si es necesario, en el entendido de que el gobierno
espiritual (la iglesia) “comienza ya aquí en la tierra en nosotros un cierto gusto del
reino celestial, y en esta vida mortal y transitoria nos da un cierto gusto de la
bienaventuranza inmortal e incorruptible”.

Para Calvino, es Cristo mismo quien declara “que no hay desacuerdo entre su reino
y el gobierno u orden político”.

Asimismo, mientras que en la discusión de Calvino sobre el gobierno civil se


mantiene una distinción entre los reinos espiritual y temporal, éstos son dos
aspectos de un mismo “gobierno doble”. Mientras el reino espiritual “reside en el
alma o el hombre interior y se refiere a la vida eterna” y el temporal se ocupa “de
ordenar la justicia civil y reformar las costumbres y conducta exteriores”, no existe
un conflicto inherente entre ambos. Así, a diferencia de la moderna separación
entre la iglesia y el Estado, en la teología calviniana estos dos reinos se
interpenetran mutuamente como manifestaciones que son de la voluntad divina.

Comenzando alrededor de 1560 y siguiendo por un periodo de 30 años, la Reforma


Protestante en Francia ocasionó las llamadas “guerras de religión”. Cuando los
protestantes afrontaban la mano dura del gobierno católico, Calvino no apoyó las
actividades revolucionarias; sus escritos teológicos reflejan su enorme cuidado y
esfuerzo para prevenir los desórdenes sociales. De acuerdo con este, cada aspecto
en el gobierno doble de Calvino tiene sus jurisdicciones claramente marcadas: el
gobierno temporal hace leyes para mantener el orden social y el espiritual pone
hincapié en la disciplina de los miembros de la iglesia. La posición de Calvino no es
sólo un contraste con el separatismo anabaptista, sino que también se opone a la
idea católica de que la iglesia (visible) es la autoridad máxima. Al reconocer la
distinción entre ambos reinos, Calvino reconoce también ambas jurisdicciones como
vocaciones religiosas. De hecho, la vocación de “magistrado” es para Calvino una
vocación santa, “no solamente santa y legítima delante de Dios, sino también muy
sacrosanta y honrosa entre todas las vocaciones”.
En consecuencia, el tema para la teología calvinista-reformada no es si la iglesia
tiene el derecho de participar en la arena pública o de ejercer influencia política, la
pregunta es: ¿cómo, y con qué fin?

Gobernar es un alto llamado con gran responsabilidad, y Calvino repetidamente


insiste en las responsabilidades de los gobernantes hacia sus súbditos, al mismo
tiempo que permanece inmutable acerca de la obediencia de los segundos, “pase lo
que pase”.

A la inversa, los magistrados —incluso los monarcas absolutos— están sujetos a la


enseñanza y disciplina de la iglesia como miembros de un solo cuerpo.

Además, Calvino exhorta a los magistrados a permanecer fieles a los


mandamientos de Dios:

Porque, ¿cuánta es la integridad, prudencia, clemencia, moderación e inocencia que


deben poseer quienes se reconocen ministros de la justicia divina? ¿Con qué
confianza darán entrada en su sede de justicia a cualquier iniquidad, sabiendo que
es el trono del Dios vivo? ¿Con qué atrevimiento pronunciarán sentencia injusta con
su boca sabiendo que está dedicada para ser instrumento de la verdad de Dios? En
suma, si tienen presente que son vicarios de Dios, deberán emplear toda su
diligencia y poner todo su afán en ofrecer a los hombres, en cuanto hicieren, una
cierta imagen de la providencia divina, de la protección, bondad, dulzura y justicia
de Dios.

En esta advertencia está implícita la creencia en que el segundo propósito del


gobierno civil es el uso de su poder (otorgado por Dios) “para constreñir las
tendencias pecaminosas de los fuertes para tomar ventaja de los débiles, y
asegurar una cierta medida de justicia social en las transacciones humanas”,un
punto acorde con la opción preferencial por los pobres en la teología de la
liberación. Sin embargo, debido a su énfasis en el sufrimiento paciente, la teología
de la liberación tiene razón al cuestionar si la instrucción de Calvino simpatiza o no
con la tarea de promover la transformación histórica de un orden social opresivo.

Considerando los turbulentos tiempos en que vivió y las atrocidades cometidas


contra la minoría protestante francesa (Calvino mismo dejó Francia en 1536 y
jamás regresó), el siguiente pasaje de la edición de I536 de la Institución acentúa
la importancia que le otorgaba a la obediencia de los súbditos:

Por tanto, si somos cruelmente tratados por un príncipe inhumano; si somos


saqueados por un príncipe avariento y pródigo; o menospreciados y desamparados
por uno negligente; si somos afligidos por la confesión del nombre del Señor por
uno sacrílego e infiel; traigamos primeramente a la memoria las ofensas que contra
Dios hemos cometido, las cuales sin duda con tales azotes son corregidas. De aquí
sacaremos humildad para tener a raya nuestra impaciencia. Y en segundo lugar,
pensemos que no está en nuestra mano remediar estos males, y que no nos queda
otra cosa sino implorar la ayuda del Señor, en cuyas manos está el corazón de los
reyes y los cambios de los reinos [Proverbios 21.1]

Al mismo tiempo que anima repetidamente a que los cristianos cumplan con el
deber de obedecer a los magistrados como “vice-regentes” de Dios —aun cuando
demanda obediencia hacia los gobernantes tiranos—, Calvino abre la posibilidad
para una resistencia cristiana legítima contra los Estados injustos:

Mas en la obediencia que hemos enseñado se debe a los hombres, hay que hacer
siempre una excepción; o por mejor decir, una regla que ante todo se debe
guardar; y es, que tal obediencia no nos aparte de la obediencia de Aquel bajo cuya
voluntad es razonable que se contengan todas las disposiciones de los reyes, y que
todos sus mandatos y constituciones cedan ante las órdenes de Dios, y que toda su
alteza se humille y abata ante Su majestad. Pues en verdad, ¿qué perversidad no
sería, a fin de contentar a los hombres, incurrir en la indignación de Aquel por cuyo
amor debemos obedecer a los hombres?

Hay una aparente inconsistencia en la comprensión calviniana de las relaciones


iglesia-Estado. Por un lado, no es el papel de los súbditos trastornar el lugar de un
gobierno tiránico porque Dios se encargará de ello, pero por otra parte, parece que
Calvino impulsa [alguna] resistencia hacia el Estado cuando contradice la voluntad
de Dios, pues “debemos obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hechos 5.29).
¿Cómo pueden resistir los cristianos fieles los designios de los déspotas impíos?
Calvino sugiere diferentes opciones para los cristianos, dependiendo del lugar que
ocupen en el orden social. En el pasaje citado arriba, Calvino se dirige “a quienes
han sido puestos bajo el poder de otros”, aunque en la sección inmediatamente
posterior reconoce que Dios algunas veces “levanta a algunos de sus siervos, y los
arma con su mandamiento para castigar la tiranía del que injustamente domina, y
librar de la calamidad al pueblo inicuamente oprimido”.(46) Calvino aparece
conflictuado en este asunto —deseando un orden social estable (aun a costa del
sufrimiento inocente)—, al afirmar que Dios actúa en la historia para derribar la
tiranía. Una clave hermenéutica crucial para comprender las afirmaciones de
Calvino sobre la resistencia política consiste en reconocer el tipo de audiencia al
que se dirigió. Él estaba hablándole a individuos particulares cuando advierte que
“aunque la corrección y el castigo del mando desordenado sea venganza que Dios
se toma, no por eso se sigue que nos la permita y la ponga en manos de aquellos a
quienes no ha ordenado sino obedecer y sufrir”. No obstante, cuando se dirige a los
magistrados del pueblo legítimamente nombrados, Calvino les adjudica el deber de
restringir los abusos de reyes y tiranos:

Tan lejos estoy de prohibir a tales estados oponerse y resistir, conforme al oficio
que tienen, a la excesiva licencia de los reyes, que si ellos disimulasen con aquellos
reyes que desordenadamente oprimen al pueblo infeliz, yo afirmaría que tal
disimulo ha de tenerse por una grave traición. Porque maliciosamente como
traidores a su país echan a perder la libertad de su pueblo, para cuya defensa y
amparo deben saber que han sido colocados por ordenación divina como tutores y
defensores.

Calvino urge a los magistrados constitucionales a proteger las libertades del pueblo
por medios políticos. Este pasaje controvertido, junto con la explícita advertencia al
final del parágrafo de la Institución donde dice que la obediencia a gobernantes
terrenales no debe provocar la desobediencia a Dios, provee a la tradición
reformada con los instrumentos básicos para la resistencia política. Calvino nunca
condonó la revolución política, pero en sus obras encontramos las bases teológicas
para resistir la injusticia y la opresión.

¿Fueron los reformadores protestantes infalibles?

En realidad, con esta pregunta me dirijo hacia los errores que cometieron los
reformadores del siglo 16, “intolerancia ideológica” y doctrinal…etc

Cuando comparto comentarios con algunos cristianos de orientación teológica


reformada, me da la impresión que muchos de estos cristianos sinceros creen que
la iglesia de la época de la reforma era mejor que esta. Y también muchos ponen
los conceptos de Calvino, Lutero, a un nivel excesivamente alto de estima, casi
lindando ya con la idolatría a estos hombres.
Menos mal que los cristianos no les ponemos títulos de santos a los héroes de la fe
evangélica, sino estos hombres hoy tendrían el rótulo de “Santos”.

No lo digo en el sentido del católico que les prende velas, sino que las opiniones de
estos hombres tiene una autoridad tan grande dentro del cristianismo que lo que
ellos comentan se toma con machismo peso. Casi como dogma de fe irrefutable.

Aunque fueron santos hombres de Dios, en muchos aspectos, sin duda. Pero eso no
los hizo infalibles. Para nada. Ni libres de errores, como los que caen los hombres
que ministran hoy en dia.

Y a mi lo que mas me duele, es que se denuncian los errores del presente, pero se
esconden los del pasado. Se denuncian los excesos entre los pentecostales y
carismáticos, pero no hablan nada de los homosexuales que están siendo
ordenados al ministerio dentro de iglesias de origen protestante, algunas de estas
comunidades evangélicas han apostatado de la fe; también hay en muchas iglesias
reformadas que están siendo influenciadas por la nueva era.

Es fácil mirar la paja en el ojo ajeno, y olvidarse de la viga que hay dentro del de
uno.

Quiero citar algunos ejemplos a modo de demostración que estos hombres, por
cierto dignos de admiración y respeto, cometieron sus errores al igual que los
cometen hoy otros hombres de Dios también.

Martin Lutero no fue perfecto.

Martin Lutero en un libro titulado sobre los judíos y sus mentiras (1543) ya estaba
encendiendo los ánimos contra los judíos; el historiador británico Paul Johnson,
considera que es el “primer trabajo del antisemitismo moderno y un paso de
gigante en el camino hacia el holocausto”.

En este libro Lutero aconseja:

En primer lugar, debemos prender fuego sus sinagogas o escuelas y enterrar y


tapar con suciedad todo lo que no prendamos fuego, para que ningún hombre
vuelva a ver de ellos piedra o ceniza.

Esto ha de hacerse en honor a Nuestro Señor y a la cristiandad, de modo que Dios


vea que nosotros somos cristianos y que no aprobamos ni toleramos a sabiendas
tales mentiras, maldiciones y blasfemias a Su Hijo y a sus cristianos”

En segundo lugar, también aconsejo que sus casa sean arrasadas y destruidas.
Porque en ellas persiguen los mismos fines que en sus sinagogas. En cambio,
deberían ser alojados bajo un techo o en un granero, como los gitanos. Esto les
hará ver que ellos no son los amos en nuestro país, como se jactan, sino que están
viviendo en el exilio y cautivos, como incesantemente se lamentan de nosotros ante
Dios,

En tercer lugar, aconsejo que sus libros de plegarias y escritos talmúdicos, por
medio de los cuales se enseñan la idolatría, las mentiras, maldiciones y blasfemias,
les sean quitados”,

En cuarto lugar, aconsejo que de ahora en adelante se les prohíba a los rabinos
enseñar sobre el dolor de la perdida de la vida o extremidad”,
En quinto lugar, que la protección en las carreteras sea abolida completamente
para los judíos. No tienen nada que hacer en las afueras de las ciudades dado que
no son señores, funcionarios, comerciantes, ni nada por el estilo”,

En sexto lugar, aconsejo que se les prohíba la usura, y que se les quite todo el
dinero y todas las riquezas en plata y oro, y que luego todo esto sea guardado en
lugar seguro”, y

En séptimo lugar, recomiendo poner o un mayal o una hacha o una azada o una
pala o una rueca o un huso en las manos de judíos y judías jóvenes y fuertes y
dejar que coman el pan con el sudor de su rostro, como se le impuso a los hijos de
Adán (Gén.3:19)”.

Cuatro siglos, más exactamente 399 años, después de haber sido escritos, los nazis
citaron los ensayos de Lutero para justificar la Solución Final (1942-1945), que
exigió el exterminio de los judíos de Europa (además de Disidentes, Francmasones.

Obviamente Lutero se equivocó, y mucho....

Quizá todos podamos aprender de la historia al recordar también la experiencia que


vivieron los dos grandes reformadores Martín Lutero y Ulrico Zwinglio. En octubre
de 1529 se encontraron frente a frente. Habían sostenido una guerra de palabras
escritas en relación con la cena del Señor. Lutero sostenía que la presencia corporal
real de Cristo estaba presente en los elementos. Zwinglio, por su parte, sostenía
que el pan y el vino eran sólo símbolos. Allí estaban sentados juntos aquellos dos
grandes líderes. Ambos eran de cuarenta y seis años de edad. Lutero escribió sobre
Ja mesa: "Esto es mi cuerpo", y rehusó ceder ni un milímetro en su opinión.
Zwinglio tampoco cedió en su interpretación.

Un lunes los dos reformadores se encontraron por última vez en la tierra. Con
lágrimas en los ojos, Zwinglio se acercó a Lutero extendiendo la mano de la
fraternidad y el compañerismo, no la del compromiso teológico. Pero Lutero la
rechazó y dijo.- "Estoy sorprendido de que desees considerarme como tu
hermano." Y agregó.- "No perteneces a la comunión de la iglesia cristiana. No
podemos reconocerte como hermano."

Hubo muchos grandes momentos en la vida y actuación de Martín Lutero, pero aquí
aparece empequeñecido. Imaginemos a aquel gran predicador y reformador, Ulrico
Zwinglio, con su mano extendida hacia Lutero, con el que estaba de acuerdo en
casi todo lo esencial, pero aquella mano nunca fue aceptada ni estrechada.

Calvino no fue perfecto.

En el año 1536, Calvino ocupó el gobierno de la pequeña república de Ginebra,


donde fue nombrado jefe de la Iglesia.

Creó la Venerable Compañía o Consejo integrado por todos los pastores dedicados
a la predicación y el Consistorio, formado por doce ancianos y seis pastores, cuya
misión era velar por la moral pública y privada.

Calvino dispuso severos castigos a todo el que cometiera alguna de estas


infracciones: usar nombres que no figurasen en la Biblia, jugar a los naipes y andar
en patines; concurrir a teatros, bailes o cualquier otra diversión.
Ninguna posada debía permanecer abierta después de las 21 y nadie podía beber
vino del país (otro estaba prohibido) sin antes dar gracias a Dios. Las mujeres no
podían usar rizos ni peinados altos, ni vestidos que no fueran del color establecido
por el Consistorio. A los hombres les estaba vedado el cabello más largo que el
común, etcétera.

Quienes no se sometían estas reglas establecidas por Calvino estaban sujetos a


diversas penalidades. Así, el sabio español Miguel Servet, que descubrió el
mecanismo de la circulación pulmonar, pereció en la hoguera por no creer en el
dogma de la Trinidad, y el religioso Bolsee, que negó la predestinación, fue
desterrado.

Miguel Servet, fue entregado por Calvino a la inquisición católica. Seguramente


Calvino tuvo miedo que la herejia de Servet acerca de la Trinidad, se propagara e
hiciera popular esta herejía por todos lados. Entiendo que fue un error, basado en
el temor, y una infravaloración de la vida humana.

¿No sabía Calvino lo que le iba a suceder a Servet, considerando la cultura y las
costumbres de la época?

Tomemos lo bueno y desechamos lo malo

Sin embargo, muchos de sus conceptos de estos hombres fueron grandes aportes a
la teología, pero no fueron infalibles, ni perfectos, ni mucho menos.

Calvino escribió su tratado de teología, libro que hasta el día de hoy, prácticamente
no ha sido superado.

Lutero, fue el que inició la reforma, con su tesis de 95 puntos en contra de las
doctrinas católicas.

Además tradujo la Biblia al alemán y la hizo imprimir en la imprenta de


Wutemeberg.

También escribió preciosos himnos que aún hoy en día se cantan en las iglesias.

Debemos ser imitadores de sus erróneos ejemplos? No, claro que no. No de todo lo
que han hecho o dicho. Claro que no.

Sin embargo, hoy hay muchos reformadores modernos que continúan con
conceptos inquisidores, aplicando censura a los que disienten de sus ideas falsas,
antibíblicas y antihistóricas.

El cesacionismo es una falsa doctrina

Desde mi opinión y comprensión de las escrituras el cesacionismo es una doctrina


que viola varias enseñanzas pneuatológicas claras, producto de una lectura
reduccionista de las escrituras y sin embargo, se la defiende a capa y espada en
muchos círculos teológicos de teología reformada.

El racionalismo por un lado que niega la soberanía de Dios al negar la manifestación


del Espíritu para provecho, en nombre de la sola scriptura en la iglesia
contemporánea y el sincretismo espiritualista por el otro, que anula la razón en
favor de la experiencia, ambos son enemigos de la fe cristiana.
El debate Ciencia vs. Fe.

También están los ataques contra la ciencia, contra sus teorías, enfrentándose
creacionistas y evolucionistas, en una guerra intelectual sin fin, entorpeciendo el
trabajo de la ciencia y metiéndose a 0pinar de cosas que en general, salvo raras
excepciones, ni se entienden, utilizando la biblia. Acá entramos todos, sin distinción
de credos teológicos. pero los reformados son los que mas agreden en general, ya
que son los mas firmes y celosos defensores de la "sola scriptura", una doctrina
correcta, pero muchas veces mal entendida y abusada.

Salvo algunos hombres cristianos que se han dedicado a estudiar ciencia, y


haciendo uso de sus libertad y de su entendimiento de la ciencia, aceptaran o
rechazarán las teorías científicas, pero rechazarla solo por prejuicios religiosos, sin
haber jamás estudiado nada relacionado con el ámbito de la ciencia, ¡es ridículo.!

La teología bíblica, estudia lo referente a la deidad judeo cristiana y su relación con


el pueblo de Israel, la Iglesia, y su propósito redentor con la humanidad.

La teología no estudia antropología, ni geología, ni biología, ni astronomía, ni nada


de esto.

Solo "estudia" al Dios judeo cristiano, entendiendo que este Dios se ha revelado a
la humanidad en las escrituras sagradas judeocristianas.

La Biblia, no nos fue dada para satisfacer nuestra curiosidad sobre temas científicos
ya que ella tiene una misión mucho más elevada y espiritual.

El teólogo español Samuel Vila, explica que esto mismo lo que expresó un tal
Herschell, que fue un astrónomo, quien dijo que "No para saber como es el cielo,
sino para saber como ir al cielo".

Pero debemos comprender algo que creo que es realmente obvio, y es el hecho de
que si Dios ha inspirado los textos como siempre hemos creído los cristianos
conservadores, esto se entrevé en tantas declaraciones sumamente coherentes
sobre la creación que encontramos en las Escrituras. Pero lamentablemente veo
que muchos intelectuales tienen un miserable concepto de la Palabra de Dios.

También en 1885, Gladstone y el agnóstico Huxley, el bulldog de Darwin, como es


cariñosamente conocido en los ambientes darwinistas, ¡Ellos debatieron sobre este
mismo asunto!

El tema del debate fue "si la historia de la Creación relatada en el Génesis


concordaba o no con los descubrimientos de la ciencia moderna. Habiendo
completado sus argumentos, los dos convinieron en entregarlos a Dana, el más
grande geólogo de su tiempo, dejándole determinar esta gran cuestión. Este Dana
—el gran geólogo americano y amigo de ambos— examinó detenidamente los
argumentos de los dos hombres y su fallo se halla en la Revista Nineteen Century,
mes de agosto de 1886. Aquí dice Dana: «En todos los puntos esenciales estoy de
acuerdo con míster Gladstone y creo que el primer capítulo del Génesis y la Ciencia
concuerdan.»"

Sir William Dawson, el científico más grande que ha producido Canadá y uno de los
más grandes geólogos de los tiempos modernos, está de acuerdo con Dana y dice:
«El orden de la Creación, tal como consta en el Génesis, es perfecto a la luz de la
ciencia moderna, y muchos de sus detalles presentan un notable acuerdo con los
resultados de las investigaciones científicas nacidas en nuestros días.»

Escuchemos también a Hugo Miller, por cierto uno de los más eminentes geólogos
de nuestro tiempo. Dice: «A medida que en el transcurso del tiempo la antorcha
brillante del mayor conocimiento científico aumenta, va esparciendo su luz y
alumbrando los puntos oscuros, se ve mejor que los grandes oráculos antiguos de
la Biblia —al parecer tan sencillos, pero tan maravillosamente llenos de sentido— se
nos presentan limpios de todo error humano y demostrados como testimonios
inspirados de Jehová.»

El profesor Dana dijo acerca del primer capitulo de la biblia dirigiéndose a una clase
de estudiantes que terminaban su curso universitario,"Lo hallo corresponder
perfectamente con la ciencia conocida" y añadió:"Jóvenes, al entrar en el mundo
para estar cara a cara con los problemas científicos, acordaos de que yo, un
anciano que no ha conocido mas que ciencia en toda mi larga vida, os digo que no
hay nada mas verdadero en todo el Universo que las afirmaciones científicas
contenidas en la Palabra de Dios"

Creo que son aportes interesantes a tu excelente artículo y están en relación con
todo lo que hemos hablado y es que mas leo e investigo, mas me doy cuenta que
no hay motivos para sentir vergüenza de la Palabra de Dios, aunque no sea un libro
de ciencias. ¡Su sabiduría trasciende los siglos!

Dios es el mismo, ayer hoy y siempre, Él no ha cambiado.

Sin embargo nos preguntamos porqué Dios no les dió estos dones a grandes
hombres como Lucero, Calvino, Knox, quienes fueron utilizados por Dios para el
avivamiento del cristianismo bíblico? ¿Por qué Dios ignoró a los grandes
reformadores? Esta es la pregunta que deben contestar los pentecostales y
carismáticos. Esa pregunta se la han hecho a muchos que mantienen la posición
continuista, y jamás han dado una respuesta suficientemente apropiada, expresan
algunos reformados.

Sin embargo, Martín Lutero cita que en sus reuniones se dieron manifestaciones
cuando se tradujo la biblia y esta empezó a leerse públicamente entre algunos de
sus seguidores.

En la historia de Martín Lutero se relatan los problemas surgidos en la iglesia


cuando se tradujo la Biblia al alemán. Varias personas eufóricas con la Biblia
comenzaron a tener toda clase de experiencias emocionales y a profetizar, aunque
la mayoría de esas profecías nunca se cumplieron. Pero y el resto, se cumplió
alguna? Que clase de experiencias emocionales empezaron a tener? ¿Se parecerán
a las de ahora?

Observándoles, Lutero dijo:

“¡Se han tragado al Espíritu Santo, con plumas y todo!”

Dado que durante la Reforma, hubieron grupos como los Anabautistas que
hablaban en lenguas, y eran perseguidos, no solo por que unos eran
extremadamente radicales, sino por su creencia en el bautismo de adultos, por los
mismos Reformadores.
Ahora, la pregunta surge mas bien de la mala creencia que Dios le dió todo a cierto
grupo de personas, los Reformadores Magisteriales, pero nada a los demas grupos
Reformados.

Los Anabautistas, también nos dieron buenos tratados Teológicos, como lo hizo
Hubmaier, por ejemplo.

Como podemos leer, no es verdad que los reformadores hayan sido perfectos, claro
que no, ninguno lo fue, por eso debemos también ser caustos con las lecturas que
hacemos de sus dichos y comentarios. Recordemos que el don de infabilidad no ha
sido dado a la iglesia. Son de bendición la gran mayoría de las reflexiones de los
teólogos reformados, pero no son en absoluto infalibles. Jamás de los jamases.

Hace algunos siglos ya un notable teólogo naturalista, Charles Hodge lo expresó en


su teología sistemática:

“Los teólogos no son infalibles en la interpretación de las Escrituras. Por lo tanto,


puede ocurrir en el futuro, como ocurrió en el pasado, que las interpretaciones de la
Biblia, confiadamente recibidas tiempo atrás, deban ser modificadas o
abandonadas, para mantener la revelación en armonía con lo que Dios enseña en
sus obras. Este cambio de posición en cuanto al verdadero significado de la Biblia
puede ser un proceso doloroso para la iglesia, pero no perjudica en lo más mínimo
la autoridad de las Escrituras. Ellas permanecen infalibles, meramente somos
convictos de haber malinterpretado su significado”

Obviamente, nadie ha sido ni es infalible, "errar humano es", pero molesta


muchísimo cuando se utiliza un sistema teológico en desmedro de otros. Ningún
sistema teológico es perfecto.

Durante la época de la Reforma Protestante, “Luteranos y Calvinistas trataban con


desprecio a sus hermanos que no aceptaban, por ejemplo, el bautismo de infantes.
Justo L. González, nos dice que en el caso de los Anabaptistas, el número de
mártires muertos en las manos de los ‘verdaderos’ Protestantes, como en las
manos de Católicos Romanos, fue mayor que los mártires cristianos en los primeros
3 siglos de la Cristiandad (The Story of Christianity. Vol. 2. Pg. 56). ”

Eso si que fue terrible, los masacraron simplemente porque estos cristianos creían
en el bautismo de personas convertidas, o sea de cristianos y no de niños, como
practicaban los luteranos y los calvinistas.

Lamentablemente, esta intolerancia religiosa ”no ha cesado, sino que sigue viva el
día de hoy.”

Creo que mucha razón tiene Jonathan Swift, quien creo que dijo algo muy
cierto: "Tenemos bastante religión para odiarnos unos a otros, pero no la bastante
para amarnos."

La historia nos habla de Calvino


La historia nos habla de Calvino,su rigidez social, era una dictadura religiosa.
Revisaban las casas mirando la conducta de las perosonas controlándolas a ver
como se portaban, no podian hacer nada, estaban controlados, era una dictadura
religiosa, una teocracia.

Ademas Calvino no solo participó del tema Servet, sino que corrió a otro al
religioso Bolsee,por negar la predestinacion. Sin duda, no fue perfecto ni mucho
menos

Calvino predicó el ideal de perfección humana, porque la elección divina se basa en


la pureza de vida; de tal manera, inculcó a los elegidos la formación de la “sociedad
de los justos”.

Al igual que Lutero, afirmó que la libre interpretación de la Biblia es la única fuente
de fe y negó la existencia del Purgatorio y el valor de las prácticas religiosas del
Pontífice, de la jerarquía eclesiástica, de los santos y de la misa.

Aceptó dos sacramentos: el Bautismo y la Comunión, aunque este último como acto
simbólico, porque negó la presencia de Jesucristo en la Eucaristía.

Eliminó todas las formas del culto externo (hasta el crucifijo) y dispuso que las
ceremonias religiosas consistieran en oraciones y cánticos.

En el año 1536, Calvino ocupó el gobierno de la pequeña república de Ginebra,


donde fue nombrado jefe de la Iglesia y estableció una teocracia.

Creó la Venerable Compañía o Consejo integrado por todos los pastores dedicados
a la predicación y el Consistorio, formado por doce ancianos y seis pastores, cuya
misión era velar por la moral pública y privada.

Calvino fue el verdadero dueño de Ginebra durante largos años. Su autoridad


religiosa no fue discutida, aunque algunas veces se reunía con teólogos rivales para
entablar controversias acerca de materias doctrinales.

La ciudad fue dividida en distritos que estaban controlados por diversas Comisiones
de! Consistorio que allanaban las viviendas e investigaban las Costumbres de sus
ocupantes.

Calvino dispuso severos castigos a todo el que cometiera alguna de estas


Infracciones: usar nombres que no figurasen en la Biblia, jugar a los naipes y «ndar
en patines; concurrir a teatros, bailes o cualquier otra diversión.
Ninguna posada debía permanecer abierta después de las 21 y nadie podía beber
vino del país (otro estaba prohibido) sin antes dar gracias a Dios. Las mujeres no
podían usar rizos ni peinados altos, ni vestidos que no fueran del color establecido
por el Consistorio. A los hombres les estaba vedado el cabello más largo que el
común, etcétera.

Quienes no se sometían a estas ordenanzas, estaban sujetos a diversas


penalidades. Así, el sabio español Miguel Servet, que descubrió el mecanismo de la
circulación pulmonar, pereció en la hoguera por no creer en el dogma de la
Trinidad, y el religioso Bolsee, que negó la predestinación, fue desterrado.

Con el objeto de propagar su doctrina, Calvino fundó (1559) La Academia, el primer


seminario protestante, que se inauguró con seiscientos alumnos. Ginebra se
transformó en la capital de la religión protestante y de ella partieron los primeros
propagandistas que establecieron numerosas comunidades en Francia, Holanda y
Escocia."

Tal fue el escándalo por que se quemara un hombre –y un hombre de la talla de


Servet- en la colina de Champel, situada entonces a las afueras de Ginebra [al
menos fue escándalo para los no fanáticos, es decir, para los que no estaban tan
imbuidos del celo religioso –tanto luteranos, calvinistas como católicos- como para
ver necesario que se quemara a un hombre, esto es, que se le impidiera seguir
pensando, escribiendo, discutiendo, etc...] que el mismo Calvino tuvo que salir a
defender su acción. Para ello escribió un libro titulado Defensio orthodoxae fidei de
sacra Trinitate, contra prodigiosos errores Michaelis Serveti hispanis... (1554), que
vio una edición francesa, el mismo año, titulada Declaration pour maintenir la vraye
foy que tiennent tous Chretiens de la Trinité des persones en un seul Dieu. Par Jean
Calvin. Contre les erreurs detestables de Michel Servet Espaignol... en el que
Calvino defiende la interpretación tradicional del dogma de la Trinidad –común, por
cierto, a calvinistas y católicos-y justifica el asesinato de Servet. Curiosamente el
libro sirvió para divulgar el contenido de la discusión teológica que Servet y Calvino
mantuvieron durante tres intensos días en la celda ginebrina. Las actas mismas del
proceso también se conservan, aunque en mal estado. Todo ha quedado restituido
finalmente para conocimiento del público en general dentro del vol. I de la Obras
Completas de Miguel Servet editadas por Prensas Universitarias de Zaragoza,
Institución “Fernando el Católico”, Instituto de Estudios Altoaragoneses,
Departamento de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón.

Fue Sebastian Castellio uno de los primeros humanistas que elevaron su voz en
contra del acto de Calvino. Es por ello necesario saber esto de tan gran personaje:
[fuente: Wikipedia]

Sébastien Châteillon, latinizado Castalio, luego Castellio y finalmente Castellion


(Saint-Martin-du-Fresne, Ain, 1515 - Basilea 1563) fue un humanista, biblista y
teólogo cristiano francés. Es posible que su familia fuera valdense, ya que en el
siglo XIII discípulos de Pedro Valdo procedentes de Lyón se habían refugiado en la
región de Bugey.

En 1535 Castellion ingresó en el Colegio de la Trinidad en Lyón, donde conoció


obras de los humanistas de la época y las Instituciones Cristianas de Juan Calvino,
y se adhirió a las ideas de la Reforma Protestante.

En 1540 viajó a Estrasburgo para reunirse con Calvino, y luego marchó con él a
Ginebra. Allí fue designado director del Collège de Rive. Castellion se distinguió
entonces por sus innovaciones pedagógicas, y publicó los Dialogi Sacrés, una
selección de la Biblia que fue muchas veces reimpresa en toda Europa.
Sostuvo posteriormente divergencias teológicas respecto a Calvino, debido a que
Castellion mantenía que, literalmente, Jesucristo, después de su muerte,
"descendió a los infiernos" (al lugar de los muertos) como dice el Símbolo de los
Apóstoles; mientras que Calvino interpretaba esto como una alegoría referida a la
angustia. Por otra parte, Castellion opinaba que el origen del Cantar de los
Cantares era un poema erótico. Para completar, Calvino acusó a Castellion de haber
denigrado la imagen del clero, por llamar a los líderes eclesiásticos al autoexamen.
Estas divergencias le impidieron en 1544 ejercer como pastor.

Castellion tuvo, pues, que desplazarse a Basilea, donde al principio sufrió una
situación de pobreza extrema, y pudo sobrevivir atrapando listones de madera sin
dueño que flotaban en el Rin tras las inundaciones. Más adelante consiguió un
empleo como corrector de imprenta, después como lector de griego, y finalmente
fue nombrado profesor de la Universidad de Basilea.

En 1554, con el seudónimo de Martinus Bellius, publicó De haerectis an sint


persequendi, un ataque frontal a la tesis según la cual los herejes deben ser
ejecutados, obra que lo enfrentó definitivamente con Calvino y que fue traducida al
castellano por Casiodoro de Reina. Castellion reaccionó contra la ejecución de
Miguel Servet por los calvinistas en Ginebra el 27 de octubre de 1553:

«Matar a un hombre no es defender una doctrina, es matar a un hombre. Cuando


los ginebrinos ejecutaron a Servet, no defendieron una doctrina, mataron a un ser
humano; no prueba uno su fe quemando a un hombre, sino haciéndose quemar por
ella», escribió.

«Buscar y decir la verdad, tal y como se piensa, no puede ser nunca un delito. A
nadie se le debe obligar a creer. La conciencia es libre», añadió.

De haerectis presentó una antología de textos de padres de la Iglesia, como


Lactancio, San Juan Crisóstomo, San Jerónimo, San Ambrosio y San Agustín de
Hipona, contra la ejecución de herejes. Añadió las opiniones al respecto de Erasmo
y de varios protestantes.

Definió a los herejes como "aquellos que no están de acuerdo con nuestra opinión".
Afirmó que los cristianos que se engañan a sí mismos, hasta el punto de justificar la
persecución religiosa, son peores que cualquiera a quien pretendan "convertir".
Reclamó la libertad de culto: "que los judíos o los turcos no condenen a los
cristianos, y que tampoco los cristianos condenen a los judíos o a los turcos... y
nosotros, los que nos llamamos cristianos, no nos condenemos tampoco los unos a
los otros... Una cosa es cierta: que cuanto mejor conoce un humano la verdad,
menos inclinado está a condenar".

Teodoro de Beza respondió al libro de Castellion con El castigo de los herejes por
los magistrados, y Calvino con la Defensa de la fe contra los errores de Miguel
Servet. Luego lograron que en Basilea se prohibiera la publicación de la réplica de
Castellion, Contra libellum Calvini, a la vez que hicieron diversas gestiones para
lograr que Castellion fuera despedido de su puesto en la universidad, donde, por el
contrario, se consolidó un círculo académico en torno suyo, integrado por Celio
Curione, Martín Celario, David Joris, Bonifacio Amerbach y los impresores Pedro
Perna y Juan Oporino. Un debate público sobre la ejecución de herejes tuvo lugar
en Berna en 1555.

En 1560 se desató la primera de las ocho olas sucesivas de guerras religiosas en


Francia, y entonces Castellion publicó Conseil à la France Désolée reclamando la
tolerancia y anunciando, con treinta años de anticipación, la solución que daría el
Edicto de Nantes: "dos religiones para un reino". Murió, sin embargo, cuando se le
había abierto un proceso judicial por herejía, en medio de la indiferencia general.
Sólo Montaigne le rindió homenaje en sus ensayos.

Su clara denuncia del fanatismo y su defensa de la libertad de conciencia situó a


Castellion a la izquierda de la Reforma Protestante.

Abrió el camino a Pierre Bayle (1647-1706), quien le consagró una extensa nota en
su Dictionnaire Historique et Critique; a Rabaut Saint-Etienne (1743-1793), quien
introdujo la libertad de conciencia en la Declaración de los Derechos del Hombre; y
a Ferdinand Buisson (1841-1932), uno de los fundadores del laicismo francés.

Mayor fue su influencia en Holanda por medio de los seguidores de Jacobus


Arminius, y en el mundo anglosajón a través de Locke y Milton.

Castellion es conocido también por sus trabajos bíblicos, y se le considera como


uno de los fundadores de la crítica moderna. Tradujo la Biblia al latín en 1551 y al
francés en 1555. La traducción francesa sólo fue reeditada en 2005.

Aunque Miguel Servet fue el principal precursor espiritual del unitarismo moderno,
Sebastián Castellion fue el primer pensador de la Reforma protestante que
antepuso la razón natural, la ley natural, a la revelación, por lo que es considerado
el primer unitario en un sentido moderno.

En cuanto a la Filosofía, fue precursor de los grandes racionalistas clásicos, como


Spinoza y Descartes.

Stefan Zweig publicó en 1936 en alemán el libro Castellio contra Calvino, que para
muchos fue una voz de aliento contra el nazismo en un momento decisivo. Zweig
escribió:

Desde el punto de vista del espíritu, las palabras "victoria" y "derrota" adquieren un
significado distinto. Y por eso es necesario recordar una y otra vez al mundo, un
mundo que sólo ve los monumentos de los vencedores, que quienes construyen sus
dominios sobre las tumbas y las existencias destrozadas de millones de seres no
son los verdaderos héroes, sino aquellos otros que sin recurrir a la fuerza
sucumbieron frente al poder, como Castellion frente a Calvino en su lucha por la
libertad de conciencia y por el definitivo advenimiento de la humanidad a la tierra.

Pero no fue Castellio el único en escribir en contra de Calvino. Un humanista


español, por ahora sin identificar, que firmaba como Alfonso Lincurio de Tarragona
escribió también un interesante alegato sobre el holocausto de Servet.

Es, por todo ello, muy recomendable leer con detenimiento la serie de Documentos
que el profesor Ángel Alcalá incluye en su

Miguel Servet, Obras Completas. I. Vida, muerte y obra. La lucha por la libertad de
conciencia. Documentos, edición de Ángel Alcalá, Prensas Universitarias de
Zaragoza, Institución “Fernando el Católico”, Instituto de Estudios Altoaragoneses,
Departamento de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón, Zaragoza,
2003, pp. 287-359.

Varias razones obligan a incluir aquí sólo la LISTA DE DOCUMENTOS, confiando en


que la accesibilidad del libro mueva a los/las internautas a bajar de la red y a
visitar la Biblioteca del centro –o hacer la oportuna petición de unos fondos siempre
interesantes de ser tenidos a mano-:

El principio protestante de Sola Scriptura

¿Es la Biblia verdaderamente la autoridad final en asuntos de Fe y Moral?

"Mis ovejas oyen mi voz, y yo los conozco, y me siguen" Juan 10:27.

El término en latín "Sola Scriptura" (es decir, "Sólo la Biblia") es una frase corta
que representa la simple verdad que hay sólo una revelación especial de Dios que
el hombre posee el día de hoy, las Sagradas Escrituras o La Biblia. Las Escrituras
establecen este concepto repetida y enfáticamente. La mera frase "Está Escrito"
significa exclusivamente transcrito, y no de oídas. El mandamiento de creer aquello
que está escrito, significa creer únicamente en la pura Palabra de Dios. Lo que está
en riesgo delante del Todo Santo Dios es su verdad incorruptible.

En el último mandamiento de la Biblia se nos advierte claramente no añadir o


quitarle a Su Palabra:

"Yo testifico a todo aquel que oye la palabra de esta profecía de este libro: si
alguno añadiera a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en
este libro. Y si alguno quitare de la palabra del libro de esta profecía, Dios quitará
su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas
en este libro." -Apocalipsis 22:18-19

Su palabra es absolutamente suficiente en sí misma. (Salmo 119:160)

El mensaje Bíblico exhalado por Dios y la revelación en forma escrita. (II Timoteo
3:15-16). La aseveración Bíblica es que lo que Dios ha inspirado, ha quedado
registrado en su Palabra escrita (II Pedro 1:20-21), cuando el señor Jesús dijo: "La
Escritura no puede ser quebrantada". (Juan 10:35). El estaba hablando de la
palabra escrita de Dios. Los eventos, las acciones, los mandamientos, y la verdad
de Dios son entregados a nosotros en forma proposicional, en otras palabras, en
oraciones lógicas y escritas. La declaración de Dios en La Escritura es que ésta, y
sólo ésta, es la autoridad definitiva en todos los asuntos de fe y moral. Así que sólo
existe una fuente escrita de Dios, y sólo existe una base de verdad para el pueblo
de Dios en la Iglesia.

Reafirmado Por El Señor Jesucristo

El mismo señor Jesucristo identificó la verdad con la palabra escrita. En su oración


de gran sacerdote, El dijo: "Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad". Esto
concordaba consistentemente con las declaraciones encontradas a través de todo el
Antiguo Testamento, en donde el Espíritu Santo continuamente proclama que la
revelación de Dios es verdad, como por ejemplo el Salmo 119:142: "... tu ley es
verdad." No existe ninguna otra fuente, fuera de las Escrituras, a la cual se aplica
esta declaración. Sólo esta fuente, las Sagradas Escrituras, constituye la norma de
verdad para el creyente.

En el Nuevo Testamento, es la palabra escrita de Dios, y sólo ella, a la que el Señor


Jesucristo y sus apóstoles se refieren como la autoridad definitiva. El día de la
tentación, el Señor Jesús resistió tres veces a Satanás diciendo: "Escrito está",
como en Mateo 4:4: "El respondió y dijo: Escrito está; No sólo de pan vivirá el
hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios". Al establecer "Escrito
está", el Señor Jesús utilizó exactamente la misma frase que es usada en la Santa
Biblia cuarenta y seis veces. La persistencia en la repetición de esta frase remarca
bien su importancia. La total aceptación de la autoridad del Antiguo Testamento
resalta en sus palabras localizadas en San Mateo 5:17-18:

"No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para
abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y
la tierra, ni una jota, ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se halla
cumplido."

Otras fuentes de autoridad condenan los intentos de algunas personas por


adjudicar mayor autoridad a las tradiciones humanas que a la autoridad de la
palabra de Dios. Esto era verdad entre los judíos en los días del Señor Jesús. Al
refutar a los Saduceos, las Escrituras registran al Señor diciendo: "Erráis,
ignorando las Escrituras y el poder de Dios". (Mateo 22:29). El Señor Jesús
frecuentemente reprendía a los fariseos por elevar sus tradiciones al mismo nivel
que La Palabra de Dios, corrompiendo las mismas bases de la verdad, igualando
sus tradiciones con la palabra de Dios. Así que en Marcos 7:13 el Señor
declaró: "Invalidando la palabra de Dios con vuestra tradición que habéis
transmitido y muchas cosas hacéis semejantes a éstas". Ya que Sóla Scriptura es
inspirada, es por lo tanto, la autoridad definitiva y sólo ella es el juez final de la
Tradición.

La palabra del Señor, a modo de mandamiento, dice en Proverbios 30:5-6:

"Toda la palabra de Dios es limpia. El es escudo a los que en El esperan. No añadas


a sus palabras, para que no te reprenda, y seas hallado mentiroso"

Dios ordena que no añadamos a Su Palabra; este mandamiento nos enseña


enfáticamente que sólo La Palabra de Dios es pura y sin contaminación.

En el mismo sentido de Proverbio, el Señor hace una fuerte y clara declaración en


Isaías 8:20:"¡A la Ley y al Testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no
les ha amanecido." La verdad es esta: ya que la Palabra Escrita de Dios es la única
inspirada, sólo ella es la única regla de fe. No puede ser de otra manera.

¿Cómo Puede Ser Interpretada Correctamente La Escritura?

El principio de "Sola Scriptura" es básico para la interpretación correcta de las


Escrituras. En los salmos 36:9 se nos explica: "Porque contigo está el manantial de
la vida; en tu luz veremos la luz."

El Apóstol San Pablo dijo lo mismo: "...lo cual también hablamos, no con palabras
enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando
lo espiritual a lo espiritual". (I Corintios 2:13). Es precisamente en la luz que irradia
la verdad de Dios en donde Su verdad es apreciada. (Compare Juan 3:18-21, II de
Corintios 4:3-7).

El Apóstol San Pedro, bajo la inspiración del Espíritu Santo, declara: "Entendiendo
primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada,
porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los Santos
hombres de Dios, hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo". (II Pedro 1:20-
21). Lógicamente, el Apóstol San Pedro comunica claramente la idea de que para
mantener la pureza de la palabra de Dios escrita, la fuente de la interpretación,
debe ser de la misma fuente pura, igual que el origen de las mismas Escrituras.
Las Escrituras sólo pueden ser entendidas correctamente a la luz de la Escritura, ya
que sólo ella es incorrupta. Es sólo con la luz del Espíritu Santo, que las Escrituras
pueden ser comprendidas. El Espíritu Santo provoca que aquellos que le
pertenecen, entiendan las Escrituras (Juan 14:16-17,26). Ya que el Espíritu hace
esto por medio de la Escritura, es obvio que eso concuerda con el principio, La
Escritura misma es la regla infalible de interpretación de su propia verdad". "...y el
Espíritu es el que da testimonio; porque el Espíritu es la verdad". (I Juan 5:6).

Si quiere conducirse con la verdad frente a Dios en este asunto importante, siga
Sus instrucciones. "Volveos a mi reprensión; he aquí yo derramaré mi Espíritu
sobre vosotros y os haré saber mis palabras" (Prov. 1:23) Si usted anhela la verdad
con la actitud del Salmo 51:17 donde dice: "Al corazón contrito y humillado no
despreciarás tú, ¡Oh Dios¡", entonces, Dios no lo despreciará. El revelará el
fundamento básico que el Señor Jesús sostiene, así como hicieron los apóstoles.

¿Es Sóla Scriptura adecuada, o necesitamos algo más?

La suficiencia total de las Escrituras es declarada por el Apóstol Pablo:

"Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para
corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto,
enteramente preparado para toda buena obra." -II Timoteo 3:16-17

Como verdad y autoridad definitiva, todo lo que necesitamos es la Escritura.

¿Y que hay acerca de la propuesta de que "Solo la Escritura" no es posible?

En un intento para justificar las tradiciones como iguales, o de mayor autoridad que
la Escritura, se apela frecuentemente al último versículo que el Apóstol San Juan
dejó plasmado en el Evangelio que él escribió:

"Y hay también muchas cosas que hizo Jesús, las cuales, si se escribieran una por
una, pienso que ni aún en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir.
Amén." -Juan 21:25

Desde luego, hubo muchas obras y dichos del Señor que no fueron registrados en
las Escrituras. Sin embargo, las Escrituras son el registro autorizado que el Dios
Santo ha dado a su pueblo. No tenemos ni una sola oración que tenga la autoridad
del Señor fuera de lo que es la palabra escrita. Apelar a la tradición como autoridad
cuando el Santo de Dios no lo dio, es inútil. La idea de que algunos eventos y
dichos del Señor han sido conservados a través de la tradición, simplemente no es
verdad.

Otro intento para justificar la tradición es el argumento que la Iglesia primitiva aún
no contaba con el Nuevo Testamento. El Apóstol Pedro habla acerca de los escritos
del Apóstol Pablo cuando establece:

"...como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido
dada, os ha escrito también; casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas
cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e
inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia
perdición." -2 Pedro 3:15-16

Pedro también declara que estaba escribiendo para que los creyentes pudieran
recordar lo que él dijo. Por eso escribió: "Por esto, yo no dejaré de recordaros
siempre estas cosas, aunque vosotros las sepáis, y estéis confirmados en la verdad
presente" (2 Pedro 1:12).

Desde los mismos inicios del cristianismo, una parte substancial del Nuevo
Testamento ha estado disponible. Bajo la inspiración del Señor, el Apóstol San
Pablo pide que sus cartas sean leídas en otras congregaciones, además de aquellas
a la que habían sido enviadas. Esto demuestra claramente que la palabra escrita de
Dios ya estaba circulando aún cuando los Apóstoles estaban vivos todavía. El
mandamiento del Señor para creer lo que estaba escrito siempre ha sido algo que
los creyentes debían obedecer y en realidad lo hacían. En este asunto debemos
ejercitar la humildad ordenada en las Escrituras para no pensar por encima de lo
que está escrito: "...para que en nosotros aprendáis a no pensar más de lo que
está escrito, no sea que por causa de uno, os envanezcáis unos contra otros." (I
Corintios 4:6).

La verdad, La Palabra de Dios, y nuestro amor por El

El Señor introduce el tema de la verdad para expresar nuestro amor por El. De
nuevo, esto subraya su importancia. "Respondió Jesús, y díjole: El que me ama, mi
palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos con él
morada. El que no me ama, no guarda mis palabras. La palabra que habéis oído,
no es mía, sino del Padre que me envió." (Juan 14:23-24). Y de nuevo dice: "El
cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán." (Mateo 24:35).

El Señor mismo se aferró a la autoridad exclusiva de las Escrituras, tal como


hicieron los Apóstoles después de El. Ellos confirmaron el mensaje mismo del
Antiguo Testamento. "La Ley de Jehová es perfecta..." (Sal. 19:7) El creyente debe
conservarse fiel a la forma que el Señor ha diseñado, aferrándose solamente a lo
que ha sido escrito: "Tu palabra es verdad".

Fuentes
• http://es.wikipedia.org/wiki/Anabaptismo
• Daniel E. Dañeiluk. www.biografas.blogspot.com
• http://www.gotquestions.org/Espanol/Reforma-Protestante.html
• Historia 2, Jose y Cosmelli Ibañez, Ed. troquel, Bs. As. Argentina
• sujetosalaroca.org
• http://oldearth.wordpress.com/
• logoi.org
• http://calvino-jubileo-2009.blogspot.com/
• samuel vila,"Manual de Teologia apologetica", p.92,93,95,ed. Clie
• http://www.ChristianAnswers.Net/spanish
• Historia 2, Jose y Cosmelli Ibañez, Ed. troquel, Bs. As. Argentina
• http://catedu.es/miguelservet/data/files/ESO/CCSS/OTROS_DOCUMENTOS_
SC.pdf
• Notas Historia de la Iglesia y Fundamentos teológicos de las Asambleas,
Instituo Jorge Muller.

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