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objetivo es, precisamente, aislar y someter a Rusia o, más exactamente, aislar y
someter a la Unión Europea.
El primer gran fracaso de la Unión Europea en este período post-Maastricht fue, sin
duda, la introducción del Euro. En este momento existe ya unanimidad entre los
expertos en reconocer que el Euro ha sido un verdadero desastre para Europa, que
descapitalizó gravemente a los países avanzados e impulsó la especulación financiera
e inmobiliaria en los países periféricos. El Euro ha sido, con claridad, una de las
fundamentales bases del desastre de especulación y sobre-endeudamiento que se
visualizó con el estallido de la crisis financiera. Los dóciles medios de comunicación
occidentales evitan cuidadosamente explicar todo esto a los ciudadanos, pero es una
realidad ya evidente. Lo saben todos los expertos, aunque la actitud políticamente
correcta entre los mismos sea reconocer en privado el fracaso de la unidad monetaria
europea y esquivar el problema en público a través de la apelación a la necesidad de
poner en marcha una nueva unidad monetaria basada en principios totalmente
nuevos y que, ahora sí, tengan unas bases lógicas.
Como EKAI Center ha puesto de relieve, las razones de que la crisis no se acabe de
superar no son técnicas sino de economía política. El problema de fondo radica en
que los objetivos de Wall Street -y de las instituciones de la Unión Europea- nunca
han sido superar la crisis sino, al contrario, defender los intereses de la gran banca
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evitando la quiebra de la misma, a costa de la economía real, a costa de ciudadanos,
empresas y gobiernos.
La actual estrategia de ruptura con Rusia -y con los países emergentes- representa,
probablemente, el fracaso definitivo de la Unión Europea. La razón radica, por un
lado, en la inmediata evidencia del sinsentido de lo que Europa -a las órdenes de
Washington- está haciendo con la rotunda oposición de los ciudadanos europeos, de
nuestros agricultores y de nuestra industria. Ni siquiera la permanente manipulación
de los medios de comunicación "oficiales" ha conseguido convencer a una opinión
pública frontalmente opuesta a la absurda estrategia beligerante contra Rusia puesta
en marcha por Washington.
Por otro lado, durante los próximos meses quedará probablemente patente el
desastre que esta estrategia va a suponer para la economía europea a corto, medio y
largo plazo. Recordemos que la estrategia básica de desarrollo económico a largo
plazo de los países avanzados europeos -con Alemania a la cabeza- se ha basado en
asentarse como el socio tecnológico de los países emergentes. Una estrategia
soportada en un creciente flujo financiero y comercial entre Europa y estos países. Ha
sido suficiente que Wall Street decida poner fin a esta estrategia para que la Unión
Europea se someta y acepte imponer a los Estados miembros la propia destrucción
de nuestras expectativas de futuro.
Lo que está sucediendo es mucho más que un fracaso de gestión. Es un evidente y
firme posicionamiento de la UE en contra de los intereses de nuestros ciudadanos,
nuestras empresas y nuestros Estados. La Unión Europea se ha visto obligada a optar
entre los intereses de sus ciudadanos y de su economía y los intereses de Wall Street.
Una vez más, para desesperación de los ciudadanos, las empresas y casi todos los
gobiernos europeos, ha quedado claro a quién obedecen las instituciones de la Unión
Europea. Demasiado claro. Nos encontramos, probablemente, ante el comienzo del
fin de la Unión Europea. Al menos, ante el fin de su legitimación política.