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EDITORIAL

Dejmonos de medias tintas que en estos das, lamentablemente,


parecen estar agotndolas varios medios de comunicacin. Confesemos
una inconfundible sensacin de nuseas ante la persistencia de tanto
corifeo en nuestro pas. Apenas surge un dictador, all estn ciertos
blanquitos que, calculadora en el bolsillo, creen haber encontrado al
hombre fuerte que ponga orden, reprima a los cholos y les d el gusto. Y
all siguen ciertos cholos que, peticin en mano, piensan haber
encontrado al taita que les proporcione como ddiva una solucin mgica
a sus problemas. Parece que hubiramos vuelto a 1968 o, mejor dicho, a
1948. Poco les importa la represin a los corifeos, hasta que les toca a
ellos. Entonces se quejan sin encontrar una prensa libre que les sirva
siquiera como pao de lgrimas (...) La estampa vergonzosa de tanques
apostados frente a los palacios Legislativo y Judicial sellan la ilegitimidad
histrica de Fujimori, y dramatizan las incongruencias que acompaan a
tanto golpe de Estado (...) Que Fujimori no se engae por los aplausos que
recibe hoy en da. Son aclamaciones que se pueden evaporar ms rpido
que el sake"
(Caretas, 10 de abril de 1992).

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