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Era un día común como cualquier otro cuando lo conocí.

Yo acababa de entrar a mi primera clase de inglés, la cual estaba esperando


con ansias desde el día que comencé mis clases en el Tecnológico de Cd.
Madero. Como siempre, llegué temprano y me ubique en uno de los asientos
más cercanos al pizarrón, pues no gozo de muy buena vista; esperé unos
momentos cuando vi entrar a mi teacher, una muy agradable persona con una
apariencia robusta. Pasaron unos momentos más y comenzaron a llegar mis
demás compañeros, uno a uno se iban sentando en diferentes butacas, hasta
que de repente lo vi cruzar la puerta del salón. Él era un muchacho de 1.70m,
tez morena clara, cabello rizado, ojos cafés oscuros, complexión atlética, con
ropas casuales y una gorra en su cabeza; no lo podía creer, en mi vida me
hubiera imaginado conocer a alguien como él.

Pasó un momento más, hice lo posible por apartar mi mirada de él pensando


que nunca me hablaría, pues nunca me he considerado una bella muchacha; y
con estos pensamientos lo pasé desapercibido día tras día, hasta que un día lo
vi bailando, algo que a mí me apasiona; fue entonces cuando le dirigí por
primera vez la palabra
– ¿Estás bailando danza?
– Sí
– ¿Estás en el grupo de danza de aquí?
– Sí
– ¿Podré entrar al grupo yo también?
– Sí
– ¿Pero como a qué hora voy, cuándo, con quién me dirijo?
– Pues de echo puedes ir hoy si quieres a las 7pm con el profesor Lucio,
ahí le dices que quieres entrar al grupo, no sé
– Ok, gracias!!

Ese día esperé 2 largas horas sin nada que hacer, esperando a que fuesen las
7pm para poder ir a hablar con el profe Lucio.

Cuando por fin llegó le dije que me gustaría poder entrar al grupo de danza,
que me gustaba mucho y que a pesar de que ya tenía desde la secundaria sin
bailar, yo aprendía rápido; así que el profe Lucio que me brinda la oportunidad
y yo me puse muy contenta.

Pasaron unos minutos para que llegaran los demás integrantes del grupo de
danza, entre ellos Joan, el muchacho más lindo que he conocido en mi vida a
pesar de su manera tan extraña de ser.
Ya estando ahí, el profe Lucio puso a Caro a que me enseñara algunos de los
pasos que estaríamos usando para el huapango, y pues ahí me tenían
ensayando. Luego le dijo a Joan:
– Así que tú fuiste quién le dijo que viniera
– ¿Yo? En mi vida la había visto- dijo Joan con una sonrisa en su cara

Al día siguiente, en la clase de inglés, la teacher nos pidió que nos pusiéramos
en parejas para hacer un trabajo, y fue cuando Joan se fue a sentar enfrente de
mí.
La teacher nos dijo que comenzáramos a hablar acerca de lo que solíamos
hacer cuando éramos niños. Joan se puso a ver la pared y que se pone a
platicar y yo así de que “hey! Estoy aquí!!” Y ya que se voltea conmigo.
Comenzamos a preguntarnos lo que venía en el libro, me platicó que él solía
tocar la guitarra, que había iniciado a tocar el piano pero que lo había dejado,
que en sus días libres le gustaba ensayar con su abuelo un tipo de arte marcial,
que cuando era niño solía jugar guerra de mangos con sus amigos y cosas así,
incluso fuera de las preguntas del libro él me preguntó:
– ¿Te quedarás en el grupo de danza?
– Sí, me encanta la danza, es sólo que no había tenido la oportunidad de
asistir antes. ¿Cuál es tu número favorito?
– El 7, es mi número de la suerte.
– ¿Te gustan los chocolates?
– Me encantan

Hubo un pequeño silencio, el cual él interrumpió:


– Disculpa si casi no hablo, suelo ser tímido
– No te preocupes, no hay problema
– Lo que pasa es que mi infancia fue difícil y ha hecho que no tenga una
personalidad indefinida
– Ok

Estando en las bancas antes de comenzar a ensayar, me senté junto a él


cuando llegué y me preguntó:
– Que tal Vero, ¿cómo te trata la vida?
– Pues me confunde
– ¿Por qué Vero? La vida es bella
– No sé, pero estoy confundida
– Disfruta la vida Vero, la vida es bella

Toda esa semana se fue muy guapo, me encantaba verlo entrar al salón de
inglés. Se arreglaba mucho, dejaba ver que estaba muy bien en esos días,
expresaba completa seguridad en sí.

A los 15 días de estar en el grupo de danza, ellos tendrían una presentación en


una plaza que está por el CBTis 164, yo quería irlos a ver pues quería ver cómo
se pintaban y se peinaban las chavas, pero a la vez quería ir porque sabía que
él bailaría.

El punto es que no tenía idea de en dónde bailarían, así que, de manera


mañosa le pregunté a Joan si me podría ir con él a la presentación, pues no
sabía llegar, a lo que él me contestó que sí.
Salimos de la clase de inglés. Yo traía un suéter pues la mañana amenazaba
con hacer frío, sin embargo ya por la tarde había un sol magnífico. Íbamos
caminando lentamente cuando él me preguntó:
– ¿En dónde te pasas todo el día?, sé que estás aquí desde temprano.
– Pues regularmente estoy o viendo entrenar a los de futbol americano o
en la cafetería.
Luego seguimos caminando en silencio; yo no podía creer que iba alado de él,
cuando de repente él interrumpió el silencio.
– ¿Tienes frío?
– ¿Lo dices por el suéter? No, pensé que estaría fresco, además de que
tengo clase en un salón que es muy frío. Pero dime, ¿qué es lo que te
gusta hacer en tus ratos libres?
– Leo
– Yo cuando era niña solía leer libros
– ¿Y por qué ya no lees?
– Lo que sucede es que cuando leía me envolvía en la lectura y
comenzaba a fantasear y así, y pues por ese motivo mi mamá me
prohibió comprar libros.
– ¿Por qué le hiciste caso?
– Bueno, es mi mamá

Seguimos caminando unas cuantas cuadras más cuando de repente nos


detuvimos en frente de una casa de dos pisos color melón con un perro en el
patio lateral.
– Ahorita vengo- dijo él
– Ok

Ahí estuve fuera de esa casa por unos momentos, mientras esperaba me puse
a observar lo que había alrededor de aquella casa. De repente salió, al parecer
se había humedecido el cabello, se había cambiado de camiseta y traía en
manos la cuera tamaulipeca que usaría en la presentación de aquel día.

Nos metimos a un oxxo, él compró unas Doraditas y un Arizona. Caminamos un


poco a esperar el autobús que nos llevaría al lugar donde bailarían.
– ¿Gustas?- dijo mientras abría su paquete de Doraditas
– No, gracias
– ¿Gustas?- dijo mientras abría el Arizona
– No, gracias

No podía creer que le estuviera negando algo a él, comencé a plantearme la


situación en mi mente cuando me interrumpió preguntándome:
– ¿Por qué esa mirada?
– Solo estoy pensando en cómo es posible que casi no hable, suelo ser una
persona que habla mucho, pero contigo no sé que me sucede

No dijo nada, luego nos subimos al autobús, nos sentamos hasta atrás y luego
yo le pregunté:
– ¿Por qué en ocasiones traes vendas en los brazos?
– Lo que sucede es que cuando entreno con mi abuelo, en ocasiones nos
damos un mal golpe y pues duele
– Ah, ok

Llegamos al lugar donde sería la presentación, estábamos buscando a alguno


de los demás integrantes del grupo, pero al no encontrar a nadie nos fuimos a
sentar a una de las bancas que ahí había.
Él sacó un libro de su mochila, “El Psicoanalista”; comencé a darme cuenta del
por qué se me quedaba mirando en ocasiones, trataba de analizarme supongo.
– ¿De qué trata?
– Tendrías que leerlo, si te cuento ya no te intrigarías cuando lo leyeras
pues sabrías el final- dijo mientras me mostraba el prólogo del libro

Yo comencé a leer el prólogo, muy intrigada por cierto, cuando apareció


Mónica, una de las integrantes del grupo de danza. Pensé que eso haría que ya
no platicáramos más Joan y yo, sin embargo, en uno de los momentos en que
Mónica se fue, me preguntó:
– ¿En qué piensas?
– No me imagino qué fue lo que te pudo haber sucedido para que tuvieras
una personalidad indefinida

A lo que él solo medio sonrió y siguió leyendo.


– Te vas a dejar tomar una foto eh!!
– Ok- me dijo con una risa picarona

Fueron llegando poco a poco los demás integrantes del grupo, se fueron a
cambiar y ya listos, le dije a Joan que se pusiera en pose, pues le tomaría una
foto.

Terminó la presentación, nos despedimos.

Al día siguiente no hubo clases, así que nos vimos hasta el jueves 17.

Yo estaba en la cafetería, como de costumbre, comiendo pues tenía hambre y


escuchando música que es algo que me encanta hacer. En ese momento, no sé
por qué se me ocurrió voltear a ver hacia atrás y fue ahí cuando lo vi, sentado
en la barra de atrás con una muchacha haciendo tarea.

Yo al verlo con la muchacha pensé que no me tomaría importancia, así que


proseguí con lo que estaba haciendo, comer. Cuando de repente se cruzaron
en mi mente pensamientos extraños, ¿qué es lo que hace él aquí? En mi vida lo
había visto en la cafetería, y mucho menos acompañado. Traté de no darle
importancia, pero esos pensamientos seguían en mi mente como agua de una
fuente fluyendo.

Pasaron unos instantes más, él salía de la cafetería con aquella muchacha,


cuando de repente si quererlo me le quedé mirando, con una mirada tan fija y
obvia que cualquiera se hubiera dado cuenta que lo miraba solamente a él.
Joan antes de salir de la puerta hizo una seña de adiós con su mano izquierda,
yo pensé que saludaba a alguien más así que no contesté la despedida. Se fue.
Luego volvieron a mí de nuevo esos pensamientos, ¿si me habrá saludado a
mí? Por Dios, a quien más hubiera dicho adiós si era la única que supongo yo
que conocía. Me comencé a sentir algo mal de no haberle contestado el saludo,
sin embargo, para tratar de calmar a mi mente me dije “Vero, venía
acompañado, si lo hubieras saludado hubiera sido de mala educación y grosera
para la muchacha que iba con él”.
Fui a mi clase de inglés. Llegó él como de costumbre, pero en esta ocasión ya
no me había saludado al llegar. Terminó la clase y se fue sin despedirse de mí.
Comencé a sospechar que algo sucedía, él siempre se despedía por lo menos
de mí diciéndome “See you later Vero” o algo así por el estilo, pero ese día y
todos los demás que le siguieron fue lo mismo. Ya no se despedía de mí, y al
llegar a danza ya ni siquiera me saludaba a pesar de que saludaba a todos los
demás a mí me excluía de sus saludos.

Me comencé a sentir mal, y a creer que había sido mi culpa el que no me


hablara,, tal vez si no hubiera sido tan malcriada aquella ocasión y le hubiera
contestado su saludo aún me seguiría hablando. Llena de estos pensamientos
me decidí a preguntarle el por qué de lo que acontecía, así que en uno de los
ensayos de danza le pregunté:
– ¡Ya casi no me hablas!
– Tú sabes que yo casi no hablo
– ¡Lo sé!

Me fui de ahí, sabía que algo estaba pasando pero no me atreví a preguntarle a
ciencia cierta qué era lo que sucedía. Todos me decían que así era, callarlo,
serio, misterioso, raro; pero dentro de mí había algo que me decía que él no
era así, bueno, en parte sí, pero cuando estaba conmigo no era así, era
diferente.

Siguió pasando el tiempo, ya no me hablaba, ni siquiera me dirigía la mirada.


Pareciera que sólo me estaba ignorando. Días después, saliendo de inglés me
fui a la cafetería como era mi costumbre; cuando de repente lo vi entrar,
sentándose solo en una de las mesas que estaban frente a la mía. Se compró
un café y se puso a escuchar música, supongo que era música a piano pues
movía sus dedos al compás.

Me invadió un sentimiento de culpabilidad e inmensa tristeza de verle ahí y


sabes que me estaba ignorando y comencé a llorar, fueron unas lágrimas que
rodaron por mis mejillas que salieron tan rápido que ni cuenta me di. Él volteó
a verme, por primera vez después de tantos días, y me vio llorar; no pude
evitar estremecerme y me dirigí al baño. Me lavé la cara y me miré al espejo.
“¿Cómo puede ser posible que te pongas así por alguien?”, me sequé la cara y
regresé a mi asiento. Noté como me miraba de repente como con la intención
de que no me diera cuenta de que me miraba, pero sabía perfectamente que
yo sabía que me miraba. No dije nada, solo me dispuse a dibujar, entretenerme
en algo y dejar de pensar.

Pasaron los minutos, él se levantó para retirarse y yo me quedé ahí una vez
más; sin recibir ni siquiera su adiós.

Más tarde lo volví a ver en danza y le dije:


– Te vi en la cafetería
– Yo también te vi, estabas escribiendo
– De hecho estaba dibujando
Y me retiré de ahí, él se quedó con una cara de extrañeza, como si nunca se
hubiera imaginado que estaba dibujando. Saliendo ese día del ensayo, esperé
a Rudolf y a Joan para irnos juntos a sistemas, Rudolf venía haciéndome plática
y Joan se dispuso a escuchar música. Yo me puse a platicar alto con el fin de
que ambos escucharan lo que yo decía, y al notar que Joan no me estaba
haciendo caso le dije:
– ¿Sabías que es de mala educación traer audífonos cuando alguien te
está hablando?
– No estás hablando conmigo directamente- me dijo con un tono un tanto
molesto

A lo que no le dije nada más, tenía toda la razón, no iba platicando con él
directamente. Me sentí mal de haberle dicho lo que le dije. Él comenzó a
caminar más rápido dejándonos a Rudolf y a mí solos.

Los días siguieron pasando sin ningún cambio en nuestra relación. Yo comencé
a desear tanto poder hablar como antes, pero no sabía cómo hacerlo; él era
siempre el que comenzaba a platicar conmigo. Así que decidí escribirle una
carta. Ahí le decía que estaba enamorándome de él, pero tenía miedo de
sentirme así. Ese era el tópico principal de aquella carta, la cual la redacté en
inglés y le di forma de una grulla.

Se la entregué, le dije que la abriera y me fui.

Siguieron pasando los días y no veía cambio alguno. Comencé a extrañarle


tanto que incluso comencé a verlo aún cuando no lo veía, ya lo alucinaba creo.
Mi corazón deseaba verle en todo momento y en las únicas ocasiones que le
veía, como me sentía culpable de cómo lo había tratado, evitaba su mirada;
comencé a dejar de verle cuando estaba cerca figurándome que no estaba ahí,
aunque dentro de mi alma deseaba verle.

Pasó el tiempo, aún cuando ensayábamos no me dirigía la mirada aún estando


frente a frente. Eso me hacía sentir terrible, comencé a pensar que yo ya no
existía ante sus ojos.

Un día el profesor Lucio nos dijo que tendríamos una presentación el día 22 de
octubre en la plaza gobernadores en frente del Maeva. Yo no podía creerlo, ya
iba a tener mi primera presentación de danza. Eso hizo que se me olvidara un
poco lo que estaba dentro de mi corazón y me comencé a preocupar de cómo
me iba a peinar y demás; así que me puse de acuerdo con Caro para vernos en
el baño de la cafetería para que me ayudara a maquillarme, pues no me sabía
los tonos y pues no sabía qué hacer. Caro me dijo que nos veríamos ahí a las 4.

Al día siguiente, ya en la cafetería, entré al baño de la cafetería y nos


comenzamos a maquillar, en una de mis salidas para buscar a otra compañera
lo vi, ahí estaba él sentado escuchando música; nunca supe si había ido por su
cuenta o porque alguien le haya dicho que ahí estaríamos y que nos esperara.

Quise suponer que estaba ahí porque alguien le había dicho, así que no le di
importancia. Seguí con lo mío y el maquillaje. Después me tenía que poner
unas arracadas pero no me podía quitar uno de mis aretes que traía, y como
mis demás compañeras estaban ocupadas maquillándose, opté por ir a pedirle
ayuda a Joan, él sin más me quitó el arete y yo le di las gracias y me fui.

Sentí como si me mirara cuando me maquillaban, pero como no estaba


completamente segura traté de no pensar en eso. Ya terminando de
maquillarnos y alistarnos para irnos, nos fuimos a esperar a que llegara una de
nuestras compañeras de danza que al parecer nos llevaría a donde sería el
evento.

Se dio, como pudimos nos fuimos todos a donde sería el evento. Llegando ahí
nos comenzamos a cambiar. Yo comencé a tomarme fotos con todos para
recordar con alegría mi primera presentación después de tanto tiempo. Noté
que los ojos de Joan tenían un brillo espectacular, era como si tuviera dos
inmensos faroles en sus ojos. Era un brillo que sin duda me atrevo a decir no
tenía hasta que nos cambiamos todos y todas.

Salió mega lindo, pero como se podrán haber dado cuenta, sus ojos irradiaban
una intensidad maravillosa, y conste que no fui la única persona que se dio
cuenta de ello, sino que más de uno le dijo que le brillaban mucho sus ojos.

Ese día yo estaba que me moría de los nervios, solo pensaba en la secuencia
de los pasos, tratando de recordarlos pues pensaba que se me olvidarían.
Entonces el gran momento llegó, iniciaríamos a bailar y mis demás
compañeras me dijeron que no olvidara sonreír.

Aún recuerdo “mi sonrisa”, estaba llena de nervios y mi cara parecía más de
espantada que de emocionada.

Iniciamos a bailar, la secuencia de los pasos iba bien, cuando de repente


sucedió; la persona que más he querido en mi vida lucía espectacular, con un
brillo sin igual en sus ojos y una sonrisa divina dibujada en su rostro; me perdí
unos segundos contemplándolo, me di cuenta que había hecho un sinfín de
expresiones y sin embargo ninguna había sido la sonrisa que debiera de haber
tenido. Sé que puse por lo menos 4 expresiones:
1. De sorpresa al ver su rostro
2. De incredulidad al ver su sonrisa, por Dios que hermosa sonrisa
3. De alegría de estar ahí frente a él
4. De equivocación, pues pensé que se me había olvidado el siguiente paso

Por Dios, todo había salido de maravilla, con excepción de mi rostro de


espantada jajaja.

Terminó ese día tan satisfactoriamente, cada quien se fue a su casa y tantán.

Pero el sábado 24 de octubre se acercaba, ese día tendríamos nuevamente


una presentación, pero esta vez sería en Naranjos, el lugar donde vive Joan.
Estaba tan contenta, primero porque era el primer viaje que tendría con el
grupo, segundo porque conocería un lugar nuevo y tercero porque
seguramente conocería a los padres de Joan.
Un día antes de viajar, le marqué a Joan para preguntarle si debería llevar
dinero extra para comidas o algo así, pero cuando me contestó me llené de
pavor al escuchar su voz, una voz tan fría y seca que me dejó helada por
dentro, solo atiné a decirle que le marcaría luego.

Al colgar me sentí con una tristeza tan profunda de saber que me trataba así
de distante que me dieron ganas de llorar. Opté por mandarle un mensaje a lo
que él me contestó:
“Siempre viaja con dinero por cualquier situación no prevista y no te podré
contestar llamadas porque no tengo mucho crédito, nos vemos mañana”

Algo muy atinado de su parte, sin embargo, por el tono con el que me había
contestado por teléfono, al leer el mensaje pensé que había sido como un
regaño o algo así; andaba muy sensible ese día.

Pasó el tiempo volando, y por fin se dio el sábado, estaba tan excitada, estaba
a punto de ir a Naranjos. Pero comenzó a llover, un factor muy importante pues
las cueras no se pueden mojar y si seguía lloviendo no bailaríamos. Estaba
nerviosa y preocupada, no había visto a Joan desde aquella presentación días
antes.

Llegamos por fin a Naranjos, y ahí estaba él esperándonos para llevarnos a la


iglesia en la que tendríamos la presentación. Dio unas cuantas vueltas y
llegamos con rapidez a dicho lugar. Nos fuimos a cambiar a uno de los cuartos
que estaban a un costado de la iglesia.

Recuerdo con gracia que estando ya casi listos todos, Caro dijo: “Pinche Vero, a
ella le luce genial el maquillaje por el chico párpado que tiene, y una acá
batallando porque apenas si se nos alcanza a ver algo”, instantáneamente
todos se me quedaron mirando, lo cual no me importó, lo que realmente me
importó fue que, por primera vez, Joan me dirigía la mirada desde hacía ya
mucho tiempo.

Salimos a bailar, esta vez estaba decidida a dar mi mejor sonrisa. Todo iba
bien, uno que otro paso que me equivoqué, pero todo iba bien; cuando por fin
sucedió, en el mismo paso donde yo me había quedado deslumbrada y sin
saber qué hacer aquella presentación al ver sus ojos y su sonrisa; ahora era él
el que hacía todas las expresiones que yo había hecho en la presentación
anterior, se notaba en su mirada confusión y extrañeza, lo cual me llenó de
alegría saber que no era la única que se sentía así al ver su mirada, que él sin
decir una palabra se sentía igual en aquel momento.

Terminó el baile, nos tomaron fotos los ahí presentes y luego nos fuimos a
cambiar. Siguió el día como había iniciado, con lluvia y sin que él me mirara
siquiera.

Uno de los compañeros de danza se tendría que ir esa misma noche, pues
tenía compromisos al día siguiente. Me pidió que lo acompañara a la estación
de autobuses, pues no se llevaba muy bien con Joan, a lo cual yo accedí. Al
parecer Joan le había pedido lo mismo a Zaira con respecto a Bryan, así que ahí
íbamos, los cuatro en la misma camioneta cada quien platicando con la
persona a la que le habían pedido compañía.

Yo le dije a Bryan que solo porque él me lo había pedido iba, pues sentí que
haría un mal trío con Joan y Zaira, y él sólo me dijo gracias.

Se fue, dejándonos solos a Zaira, Joan y a mí. Llegamos a la camioneta, Joan le


abrió la puerta a Zaira y ella le quitó el seguro a la puerta por donde yo me
subiría; Joan abrió también mi puerta y me dijo rápidamente:
– ¿Ya te cansaste Vero?
– ¿Yo? Para nada, estoy aburrida que es otra cosa

Y sin más se dispuso a conducir.

Llegamos nuevamente a la iglesia y él se puso a platicar con Zaira rumbo al


lugar, yo me quedé atrás pues no quería incomodar, Joan me hizo seña de que
avanzara y que no me quedara atrás, pero le ignoré.

Entramos, yo me fui a buscar a Caro y me senté junto a ella. Acababa de iniciar


una huapangueada, la primera que presenciaba en mi vida; yo estaba
emocionada, con ansias de salir a bailar, y bailé, bailé algunas canciones con
Aarón, fue maravilloso, me divertí y olvidé por unos instantes la tristeza que
albergaba mi corazón.

Pero duró poco mi alegría, la huapangueada terminó pronto y nos fuimos a la


casa de Joan. Una casa tan hermosa, con un toque muy tradicional que muy
pocas casas conservan hoy en día, desde los muebles, la estructura de la casa,
los colores, todo lucía tradicional. Llegando nos sentamos en los sofás del
recibidor y una a una nos iniciamos a bañar. Me prepararon un café y al
terminármelo me metí a bañar. Deseaba con ansias quitarme aquella suciedad
que sentía en mi cuerpo y en mi corazón. El agua estaba helada, típica de una
ciudad como Naranjos, pero mi cuerpo se acostumbró pronto a la frialdad de
aquella agua. Al terminarme de bañar salí como si estuviera en mi casa, en
short, con camisa de manga corta y en chanclas; me causa gracia recordar
cómo me miraron cuando bajé, yo creo nunca se hubieran imaginado verme
así, pues todas traían pants o algo más formal, además de que mi cabello lo
traía húmedo, y cuando lo traigo húmedo se me ve casi lacio y muy largo y
cubre mi rostro como la niña del aro jejeje…

Esa noche me puse a leer “El Alquimista”, ya lo había iniciado de leer, pero lo
reinicié pues ya se me había olvidado lo poco que había leído. Cayó la noche,
nos fuimos al cuarto donde nos permitirían descansar. Era la habitación de
Joan, en una de las esquinas tenía un esquinero, en la parte superior tenía
lobos, un reloj de arena hermoso, y piezas de arte. En el segundo nivel del
esquinero tenía libros de metafísica, terror, literatura. En el suelo, pero junto al
esquinero, tenía una estatua de lobo fantástica.

Nos propusimos contar cuentos de terror, sin embargo ninguno de los


presentes nos sabíamos cuentos de ésta índole, motivo por el cual le pedimos
a Joan que nos contara historias. Él sacó un libro y nos comenzó a leer una
historia de terror, la cual creo que nos causó todo, menos terror. Terminó de
leer y se salió de la habitación. Momentos después le llegó mensaje a Elsy, una
compañera de danza que es psicóloga. Al parecer Joan le había pedido que
bajara al recibidor a platicar con él pues necesitaba ser escuchado, así que se
retiró.

Pasaron unos minutos cuando regresó y nos dijo que Joan necesitaba platicar
con ella como psicóloga, que nos durmiéramos y que no la esperáramos, pues
al parecer iba a tardar, y se volvió a ir.

Todas nos dispusimos a dormir, pero por alguna extraña razón no pude
conciliar el sueño. Algo dentro de mí no me permitía dormir, mi garganta se
comenzó a cerrar y decidí bajar a tomar un poco de agua. Como no quería
hacer ruido me dispuse a bajar descalza. Al llegar abajo tomé un poco de agua
y regresé a la recámara, pero seguí sin poder conciliar el sueño. Por un
momento pensé en bajar y mirar por la puerta de la entrada a ver si así me
daba sueño, así que volví a bajar esta vez decidida a ver a través de la puerta,
sin embargo, al llegar abajo, me di cuenta de que por la puerta se encontraba
Joan con Elsy platicando, así que opté por sentarme en uno de los sillones del
recibidor.

Elsy entró al baño, Joan se me acerco:


– ¿No puedes dormir?
– No
– ¿Por qué?
– No sé
– ¿Por qué bajaste?
– Solo quería ver a través de la puerta
– Tal vez no te guste lo que puedas ver
– ¿Por qué lo dices?
– Pues es que depende de la persona

Entonces salió Elsy del baño y yo le dije a Joan:


– Te molesta si me quedo aquí, lo que pasa es que no puedo dormir
– Si, no hay problema

Acto seguido se sentó en uno de los sofás que estaba frente al mío con Elsy.
Comenzaron a hablar, pero yo no estaba poniendo mucha atención, estaba
más preocupada tratando de comprender el por qué no podía conciliar el
sueño. En eso se para Elsy y le dice que se iría a dormir, que se quedaba
conmigo a lo que él le contestó que estaba bien, pero que no le dijera nada.

Ella se fue. Pasaron unos segundo y opté por irme a sentar junto a él.
– ¿Me preguntaste que por qué no podía dormir verdad?
– Si
– Bueno, es por la misma razón por la cual no me puedo concentrar en el
día, siempre estoy pensando en ti
– Eso no es bueno
– Lo sé
Pasaron unos segundos
– ¿En qué piensas?-le dije
– En nada
– Sabes, ahora que conocí a tus papás no logro descubrir que fue lo que te
hicieron, no parecen ser malas personas
– Es lo que pasa con las apariencias
– Bueno eso sí. ¿Tuviste alguna dificultad para abrir el ave que te regalé?
– No, ninguna, pero no te entendí
– ¿Qué fue lo que no entendiste?
– Nada, no te entiendo
– Es que es complicado

No sabía qué decir, y él tampoco me dijo nada, estuve tratando de pensar en


qué decirle, pero por alguna extraña razón todo aquello que le hubiera podido
decir se lo llevó el viento.

Me cambié de sofá, a pesar de que él había dicho que casi no dormía, comenzó
a conciliar el sueño y supongo que se quedó dormido, así que traté de hacer lo
mismo sin poderlo conseguir. Así que sólo me pasé el resto de la noche
observando cómo se dormía, contemplando su cuerpo inmóvil sobre el sofá.

Opté por mandarle un mensaje ya por la mañana diciéndole que era


complicado pues tiempo antes me había enamorado de alguien que me había
hecho mucho daño y que me había hecho perder la esperanza de volver a
enamorarme, hasta que lo conocí, que fue cuando me volví a enamorar y tenía
miedo de sentirme así, que por eso le había escrito la carta, pero que ese día
más que nunca me daba cuenta de lo mucho que lo quería.

No dijo nada, tiempo después se levantaron las demás, Caro bajó y me dijo que
pensó que era la hermana de Joan o Elsy, estaba sorprendida de verme ahí.
Elsy nos veía desde arriba, mirando a Joan sonriéndole. Luego bajó Elsy
también y junto con Caro y conmigo nos sentamos en el sofá más grande del
recibidor.

Joan se metió a bañar, pues tenía que llevar a una de nuestras compañeras a
tomar el autobús a su casa. Mientras nosotras abajo platicábamos de cómo nos
habíamos pasado la noche. Elsy nos comenzó a platicar acerca de lo que le
había dicho Joan, que se sentía triste o algo así, luego Caro le dijo que qué era
lo que había dicho de su novia o algo así a lo que Elsy le contestó que Joan no
le había mencionado en ningún momento a su novia o de alguna relación
interpersonal. Yo le platiqué de lo que me había dicho de sus padres y las
apariencias y Caro comenzó a platicar acerca de lo tradicional que se veía la
casa. Comenzamos a pensar que ha de haber sido difícil la vida de Joan y sus
padres, pues Joan no era como ellos, si era religioso más no como sus padres,
además de que Joan tiene maneras de pensar y de vestir muy diferentes a
ellos.

Así estuvimos gran parte de la mañana, platicando. Llegó Joan tiempo después.
Nos subimos a cambiarnos para regresarnos a Tampico, pues nuestro autobús
salía a las 10 am. Me cambié y me salí de la habitación. Me senté en un banco
que estaba a un costado de la puerta y me puse a reflexionar acerca de lo que
había pasado aquella noche. Tal vez él me había dicho que no había entendido
nada porque estaba en inglés la carta y no por otra cosa, pero ya no le quise
preguntar.

Pasó la mañana, almorzamos y nos dispusimos a regresar. Antes de salir


conversé un poco con su padre; al parecer era profesor en una primaria y en
una secundaria y le gustaba su trabajo. Le dije que me había gustado mucho
su casa, a pesar de que Elsy me había dicho que había algo en la casa que no
era normal, algo así como en forma espiritual, sin embargo no logré percibir
nada extraño.

Nos subimos de nuevo a la camioneta. Llegamos a la central de autobuses. Nos


despedimos. Joan se comenzó a despedir de todos y yo esperé al final. Sólo me
dijo: “Adiós Vero”, se despidió de beso y se fue.

“Bueno, por lo menos ya me habló”, pensé y me subí al autobús. Llegué a mi


casa y estuve ahí el resto del día, pensando como es mi costumbre acerca de
lo sucedido.

Llegó el lunes. No tendríamos clase en toda la semana pero yo no quería


permanecer en mi casa sola todo el día, así que me dispuse a arreglarme para
irme temprano a la escuela. Cualquiera diría que cómo se me ocurría ir a la
escuela cuando todos estarían descansando en su casa o haciendo cosas
mejores, pues sí, cualquiera, menos yo. A mí en lo personal me gusta mucho
cuando estoy sola, pero no cuando es permanente o por mucho tiempo, pues
suelo pensar muchas cosas de cosas que han sucedido y que están sucediendo
y me comienzo a preguntar el por qué de todo, y a veces llego a conclusiones
no muy agradables o demasiado realistas y pues a veces la verdad duele.

Total, me pasé casi todo el lunes en la cafetería haciendo un trabajo en la lap.


En uno de los momentos que tomé para descansar un poco mi vista, volteé y
ahí estaba él, sentado en una mesa algo alejada de la mía con unos amigos y
amigas, pero ahí. Extraño, muy extraño, pues era para que absolutamente
nadie estuviera en el tec, pues todos los que asistieron al tec estaban viendo
los partidos de los intertecs.

Yo continué haciendo mi trabajo, supuse que ni tendría tiempo de mirarme


pues estaba con sus amigos, pero aunque estuviera solo sé que no me hubiera
saludado, pues nunca lo ha hecho. Pasaron unos minutos más y me percaté
que sus amigos ya se iban y supuse que él también lo haría. Pasó un momento
más y me di cuenta de que seguía ahí, en unos de los pilares que estaban a mi
izquierda mirando una lap de un amigo de él, parado sin hacer nada, ni hablar
si quiera con su amigo. Ahí duró un buen rato hasta que partió.

Mi mente no se podía concentrar, sólo pensaba en él. Pasaron algunas horas


cuando lo volví a ver regresando nuevamente a la cafetería, pero en esta
ocasión lo hacía con su inseparable compañera con la que siempre va a la
cafetería a hacer la tarea. Esta vez se sentaron en la mesa que estaba a mi
izquierda.

Estuvieron ahí un buen rato, yo de vez en cuando volteaba a verle, y luego


regresaba a mi trabajo. Y se volvió a ir. Lo volví a ver después en la clase de
inglés, fue el último día que le he visto y ya le extraño en demasía. Aún no
comprendo por qué no fue ni siquiera a las clases de inglés, pero supongo que
tuvo algo más importante que hacer.

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