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Ese día esperé 2 largas horas sin nada que hacer, esperando a que fuesen las
7pm para poder ir a hablar con el profe Lucio.
Cuando por fin llegó le dije que me gustaría poder entrar al grupo de danza,
que me gustaba mucho y que a pesar de que ya tenía desde la secundaria sin
bailar, yo aprendía rápido; así que el profe Lucio que me brinda la oportunidad
y yo me puse muy contenta.
Pasaron unos minutos para que llegaran los demás integrantes del grupo de
danza, entre ellos Joan, el muchacho más lindo que he conocido en mi vida a
pesar de su manera tan extraña de ser.
Ya estando ahí, el profe Lucio puso a Caro a que me enseñara algunos de los
pasos que estaríamos usando para el huapango, y pues ahí me tenían
ensayando. Luego le dijo a Joan:
– Así que tú fuiste quién le dijo que viniera
– ¿Yo? En mi vida la había visto- dijo Joan con una sonrisa en su cara
Al día siguiente, en la clase de inglés, la teacher nos pidió que nos pusiéramos
en parejas para hacer un trabajo, y fue cuando Joan se fue a sentar enfrente de
mí.
La teacher nos dijo que comenzáramos a hablar acerca de lo que solíamos
hacer cuando éramos niños. Joan se puso a ver la pared y que se pone a
platicar y yo así de que “hey! Estoy aquí!!” Y ya que se voltea conmigo.
Comenzamos a preguntarnos lo que venía en el libro, me platicó que él solía
tocar la guitarra, que había iniciado a tocar el piano pero que lo había dejado,
que en sus días libres le gustaba ensayar con su abuelo un tipo de arte marcial,
que cuando era niño solía jugar guerra de mangos con sus amigos y cosas así,
incluso fuera de las preguntas del libro él me preguntó:
– ¿Te quedarás en el grupo de danza?
– Sí, me encanta la danza, es sólo que no había tenido la oportunidad de
asistir antes. ¿Cuál es tu número favorito?
– El 7, es mi número de la suerte.
– ¿Te gustan los chocolates?
– Me encantan
Toda esa semana se fue muy guapo, me encantaba verlo entrar al salón de
inglés. Se arreglaba mucho, dejaba ver que estaba muy bien en esos días,
expresaba completa seguridad en sí.
Ahí estuve fuera de esa casa por unos momentos, mientras esperaba me puse
a observar lo que había alrededor de aquella casa. De repente salió, al parecer
se había humedecido el cabello, se había cambiado de camiseta y traía en
manos la cuera tamaulipeca que usaría en la presentación de aquel día.
No dijo nada, luego nos subimos al autobús, nos sentamos hasta atrás y luego
yo le pregunté:
– ¿Por qué en ocasiones traes vendas en los brazos?
– Lo que sucede es que cuando entreno con mi abuelo, en ocasiones nos
damos un mal golpe y pues duele
– Ah, ok
Fueron llegando poco a poco los demás integrantes del grupo, se fueron a
cambiar y ya listos, le dije a Joan que se pusiera en pose, pues le tomaría una
foto.
Al día siguiente no hubo clases, así que nos vimos hasta el jueves 17.
Me fui de ahí, sabía que algo estaba pasando pero no me atreví a preguntarle a
ciencia cierta qué era lo que sucedía. Todos me decían que así era, callarlo,
serio, misterioso, raro; pero dentro de mí había algo que me decía que él no
era así, bueno, en parte sí, pero cuando estaba conmigo no era así, era
diferente.
Pasaron los minutos, él se levantó para retirarse y yo me quedé ahí una vez
más; sin recibir ni siquiera su adiós.
A lo que no le dije nada más, tenía toda la razón, no iba platicando con él
directamente. Me sentí mal de haberle dicho lo que le dije. Él comenzó a
caminar más rápido dejándonos a Rudolf y a mí solos.
Los días siguieron pasando sin ningún cambio en nuestra relación. Yo comencé
a desear tanto poder hablar como antes, pero no sabía cómo hacerlo; él era
siempre el que comenzaba a platicar conmigo. Así que decidí escribirle una
carta. Ahí le decía que estaba enamorándome de él, pero tenía miedo de
sentirme así. Ese era el tópico principal de aquella carta, la cual la redacté en
inglés y le di forma de una grulla.
Un día el profesor Lucio nos dijo que tendríamos una presentación el día 22 de
octubre en la plaza gobernadores en frente del Maeva. Yo no podía creerlo, ya
iba a tener mi primera presentación de danza. Eso hizo que se me olvidara un
poco lo que estaba dentro de mi corazón y me comencé a preocupar de cómo
me iba a peinar y demás; así que me puse de acuerdo con Caro para vernos en
el baño de la cafetería para que me ayudara a maquillarme, pues no me sabía
los tonos y pues no sabía qué hacer. Caro me dijo que nos veríamos ahí a las 4.
Quise suponer que estaba ahí porque alguien le había dicho, así que no le di
importancia. Seguí con lo mío y el maquillaje. Después me tenía que poner
unas arracadas pero no me podía quitar uno de mis aretes que traía, y como
mis demás compañeras estaban ocupadas maquillándose, opté por ir a pedirle
ayuda a Joan, él sin más me quitó el arete y yo le di las gracias y me fui.
Se dio, como pudimos nos fuimos todos a donde sería el evento. Llegando ahí
nos comenzamos a cambiar. Yo comencé a tomarme fotos con todos para
recordar con alegría mi primera presentación después de tanto tiempo. Noté
que los ojos de Joan tenían un brillo espectacular, era como si tuviera dos
inmensos faroles en sus ojos. Era un brillo que sin duda me atrevo a decir no
tenía hasta que nos cambiamos todos y todas.
Salió mega lindo, pero como se podrán haber dado cuenta, sus ojos irradiaban
una intensidad maravillosa, y conste que no fui la única persona que se dio
cuenta de ello, sino que más de uno le dijo que le brillaban mucho sus ojos.
Ese día yo estaba que me moría de los nervios, solo pensaba en la secuencia
de los pasos, tratando de recordarlos pues pensaba que se me olvidarían.
Entonces el gran momento llegó, iniciaríamos a bailar y mis demás
compañeras me dijeron que no olvidara sonreír.
Aún recuerdo “mi sonrisa”, estaba llena de nervios y mi cara parecía más de
espantada que de emocionada.
Terminó ese día tan satisfactoriamente, cada quien se fue a su casa y tantán.
Al colgar me sentí con una tristeza tan profunda de saber que me trataba así
de distante que me dieron ganas de llorar. Opté por mandarle un mensaje a lo
que él me contestó:
“Siempre viaja con dinero por cualquier situación no prevista y no te podré
contestar llamadas porque no tengo mucho crédito, nos vemos mañana”
Algo muy atinado de su parte, sin embargo, por el tono con el que me había
contestado por teléfono, al leer el mensaje pensé que había sido como un
regaño o algo así; andaba muy sensible ese día.
Pasó el tiempo volando, y por fin se dio el sábado, estaba tan excitada, estaba
a punto de ir a Naranjos. Pero comenzó a llover, un factor muy importante pues
las cueras no se pueden mojar y si seguía lloviendo no bailaríamos. Estaba
nerviosa y preocupada, no había visto a Joan desde aquella presentación días
antes.
Recuerdo con gracia que estando ya casi listos todos, Caro dijo: “Pinche Vero, a
ella le luce genial el maquillaje por el chico párpado que tiene, y una acá
batallando porque apenas si se nos alcanza a ver algo”, instantáneamente
todos se me quedaron mirando, lo cual no me importó, lo que realmente me
importó fue que, por primera vez, Joan me dirigía la mirada desde hacía ya
mucho tiempo.
Salimos a bailar, esta vez estaba decidida a dar mi mejor sonrisa. Todo iba
bien, uno que otro paso que me equivoqué, pero todo iba bien; cuando por fin
sucedió, en el mismo paso donde yo me había quedado deslumbrada y sin
saber qué hacer aquella presentación al ver sus ojos y su sonrisa; ahora era él
el que hacía todas las expresiones que yo había hecho en la presentación
anterior, se notaba en su mirada confusión y extrañeza, lo cual me llenó de
alegría saber que no era la única que se sentía así al ver su mirada, que él sin
decir una palabra se sentía igual en aquel momento.
Terminó el baile, nos tomaron fotos los ahí presentes y luego nos fuimos a
cambiar. Siguió el día como había iniciado, con lluvia y sin que él me mirara
siquiera.
Uno de los compañeros de danza se tendría que ir esa misma noche, pues
tenía compromisos al día siguiente. Me pidió que lo acompañara a la estación
de autobuses, pues no se llevaba muy bien con Joan, a lo cual yo accedí. Al
parecer Joan le había pedido lo mismo a Zaira con respecto a Bryan, así que ahí
íbamos, los cuatro en la misma camioneta cada quien platicando con la
persona a la que le habían pedido compañía.
Yo le dije a Bryan que solo porque él me lo había pedido iba, pues sentí que
haría un mal trío con Joan y Zaira, y él sólo me dijo gracias.
Esa noche me puse a leer “El Alquimista”, ya lo había iniciado de leer, pero lo
reinicié pues ya se me había olvidado lo poco que había leído. Cayó la noche,
nos fuimos al cuarto donde nos permitirían descansar. Era la habitación de
Joan, en una de las esquinas tenía un esquinero, en la parte superior tenía
lobos, un reloj de arena hermoso, y piezas de arte. En el segundo nivel del
esquinero tenía libros de metafísica, terror, literatura. En el suelo, pero junto al
esquinero, tenía una estatua de lobo fantástica.
Pasaron unos minutos cuando regresó y nos dijo que Joan necesitaba platicar
con ella como psicóloga, que nos durmiéramos y que no la esperáramos, pues
al parecer iba a tardar, y se volvió a ir.
Todas nos dispusimos a dormir, pero por alguna extraña razón no pude
conciliar el sueño. Algo dentro de mí no me permitía dormir, mi garganta se
comenzó a cerrar y decidí bajar a tomar un poco de agua. Como no quería
hacer ruido me dispuse a bajar descalza. Al llegar abajo tomé un poco de agua
y regresé a la recámara, pero seguí sin poder conciliar el sueño. Por un
momento pensé en bajar y mirar por la puerta de la entrada a ver si así me
daba sueño, así que volví a bajar esta vez decidida a ver a través de la puerta,
sin embargo, al llegar abajo, me di cuenta de que por la puerta se encontraba
Joan con Elsy platicando, así que opté por sentarme en uno de los sillones del
recibidor.
Acto seguido se sentó en uno de los sofás que estaba frente al mío con Elsy.
Comenzaron a hablar, pero yo no estaba poniendo mucha atención, estaba
más preocupada tratando de comprender el por qué no podía conciliar el
sueño. En eso se para Elsy y le dice que se iría a dormir, que se quedaba
conmigo a lo que él le contestó que estaba bien, pero que no le dijera nada.
Ella se fue. Pasaron unos segundo y opté por irme a sentar junto a él.
– ¿Me preguntaste que por qué no podía dormir verdad?
– Si
– Bueno, es por la misma razón por la cual no me puedo concentrar en el
día, siempre estoy pensando en ti
– Eso no es bueno
– Lo sé
Pasaron unos segundos
– ¿En qué piensas?-le dije
– En nada
– Sabes, ahora que conocí a tus papás no logro descubrir que fue lo que te
hicieron, no parecen ser malas personas
– Es lo que pasa con las apariencias
– Bueno eso sí. ¿Tuviste alguna dificultad para abrir el ave que te regalé?
– No, ninguna, pero no te entendí
– ¿Qué fue lo que no entendiste?
– Nada, no te entiendo
– Es que es complicado
Me cambié de sofá, a pesar de que él había dicho que casi no dormía, comenzó
a conciliar el sueño y supongo que se quedó dormido, así que traté de hacer lo
mismo sin poderlo conseguir. Así que sólo me pasé el resto de la noche
observando cómo se dormía, contemplando su cuerpo inmóvil sobre el sofá.
No dijo nada, tiempo después se levantaron las demás, Caro bajó y me dijo que
pensó que era la hermana de Joan o Elsy, estaba sorprendida de verme ahí.
Elsy nos veía desde arriba, mirando a Joan sonriéndole. Luego bajó Elsy
también y junto con Caro y conmigo nos sentamos en el sofá más grande del
recibidor.
Joan se metió a bañar, pues tenía que llevar a una de nuestras compañeras a
tomar el autobús a su casa. Mientras nosotras abajo platicábamos de cómo nos
habíamos pasado la noche. Elsy nos comenzó a platicar acerca de lo que le
había dicho Joan, que se sentía triste o algo así, luego Caro le dijo que qué era
lo que había dicho de su novia o algo así a lo que Elsy le contestó que Joan no
le había mencionado en ningún momento a su novia o de alguna relación
interpersonal. Yo le platiqué de lo que me había dicho de sus padres y las
apariencias y Caro comenzó a platicar acerca de lo tradicional que se veía la
casa. Comenzamos a pensar que ha de haber sido difícil la vida de Joan y sus
padres, pues Joan no era como ellos, si era religioso más no como sus padres,
además de que Joan tiene maneras de pensar y de vestir muy diferentes a
ellos.
Así estuvimos gran parte de la mañana, platicando. Llegó Joan tiempo después.
Nos subimos a cambiarnos para regresarnos a Tampico, pues nuestro autobús
salía a las 10 am. Me cambié y me salí de la habitación. Me senté en un banco
que estaba a un costado de la puerta y me puse a reflexionar acerca de lo que
había pasado aquella noche. Tal vez él me había dicho que no había entendido
nada porque estaba en inglés la carta y no por otra cosa, pero ya no le quise
preguntar.