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DOCE TESIS CRISTIANAS ACERCA DE LA

HOMOSEXUALIDAD

La guerra que debemos sostener es "la buena batalla de la fe".

Por Kuyasuti
http://www.kuyasuti.blogspot.com/
PRÓLOGO

Desde muy niño era consciente de mi atracción por las personas de mi mismo
género. Esta atracción siempre fue para mí una fuente interna de conflicto y
sufrimiento. Criado en una sociedad que condena esta forma de expresión de los
afectos, crecí con un terrible sentimiento de culpabilidad que trastocó todo mi
desarrollo personal.

Convencido que esta forma de ser y expresarse de mis afectos era una perversión
que mis padres, la gente y Dios condenaban, crecí en las sombras, desarrollando
una doble personalidad —y también una doble moral. En determinadas
circunstancias era el hijo, el ciudadano y el feligrés que mi familia, la sociedad y
la iglesia deseaban; pero en otras circunstancias, cuando me era posible escapar
de su esfera de influencia, entonces era la verdadera persona que actuaba y
expresaba sus afectos de una manera libre, pero marcada siempre por un
indesligable sentimiento de culpabilidad.

Con el transcurso de los años y, en la medida que fui adquiriendo mayor libertad,
me abrí paso en el desarrollo de mi personalidad homosexual. Pero, mi
adolescencia y juventud estuvieron signadas por una férrea represión de mi
homosexualidad que yo mismo me impuse. Incluso llegué a autoengañarme
pensando que algún día estos sentimientos desaparecerían y en su lugar se
instalaría el anhelo de desposar a una mujer y darles a mis padres “los nietos”
que naturalmente anhelaban.

La etapa más trágica de mi experiencia con la homosexualidad ocurrió cuando me


dejé influenciar por personas que aseguraban no sólo que la homosexualidad
podía ser vencida sino que ellas mismas habían salido de la homosexualidad. Fue
un período muy crítico y triste de mi vida, en donde el sentimiento de
culpabilidad se reforzó de una manera considerable, sumiéndome en fuertes
períodos de depresión. A un ciclo de espiritualidad, venía otro de promiscuidad, y
así se alternaban, dejando heridas indelebles en mi alma.

Salí de la influencia de estas personas gracias a mi reciente formación religiosa. A


la edad de veintinueve años repudié la religión católica y abracé el estilo de vida
cristiano, fundamentado sólo y únicamente en la Biblia. En mis noches de
insomnio y amargo desencanto por la vida, mis pensamientos fueron llevados a la
convicción de que si me era imposible convertirme en heterosexual, no era
porque Dios no escuchaba mis oraciones sino porque —¡eureka!— Dios me
aceptaba tal como era.

Desde ese momento he vuelto mi atención a la Palabra de Dios y he permitido


que el Espíritu Santo me guié a una nueva comprensión de las Escrituras a la luz
del carácter de Dios revelado en Jesucristo. He intentado ejercitar con mayor
libertad mi homosexualidad tratando de cultivar el amor hacia una persona de mi
mismo género de manera constante, fiel y entregada, y debo confesar con
sinceridad que he fracasado cuatro veces en este noble intento.

Estos amargos desengaños tienen sus raíces en la inmadurez de los homosexuales


—entre los cuales también me incluyo— de sobrellevar relaciones afectivas
estables y genuinas; inestabilidad que es el fruto de siglos de opresión, desprecio
y avasallamiento por parte de la sociedad. A esto se suma la imposibilidad de la
mayoría de parejas homosexuales de desarrollar su relación en un ámbito de
libertad, transparencia y naturalidad. Esta imposibilidad constituye un enorme
obstáculo que impide que la pareja homosexual desarrolle sus afectos mutuos y
madure hasta alcanzar la plenitud emocional y espiritual.
Otro factor es la propia inmadurez de los homosexuales, criados en un ambiente
cargado de prejuicios, de estereotipos insanos acerca de su propia condición y de
acendrados complejos de culpabilidad.

Estos fracasos no me han desilusionado, sino por el contrario me han acicateado


para compartir con mis hermanos homosexuales la posibilidad de un mejor futuro
como personas, ciudadanos e Hijos de Dios. Con la ayuda del Señor, del estudio
de su Palabra y de un profundo amor por mis hermanos homosexuales, expongo
pues estas Doce tesis cristianas acerca de la homosexualidad, en la profunda
convicción de que los homosexuales cristianos —y también los que no lo son—
requerimos de la intervención de un poder sobrenatural en nuestras vidas, que
nos arroje luces verdaderas en torno de nuestra condición y nos ayude a vivir
nuestra homosexualidad desde una nueva dimensión de amor y responsabilidad.

Presento estas tesis a la comunidad homosexual, especialmente a la comunidad


de homosexuales creyentes en Cristo, a fin de que sean ampliadas en su número y
desarrolladas exhaustivamente una por una. Muchas de estas tesis son una
síntesis del pensamiento de otros hermanos que me han precedido en este
maravilloso descubrimiento, por lo que no me atribuyo ningún derecho o
propiedad intelectual sobre ellas.

Sé que al presentar estas Tesis también seré bendecido porque nadie puede dejar
que por su vida y su corazón fluya hacia los demás el río de bendiciones
celestiales sin recibir para sí mismo una rica recompensa. “Las laderas de los
collados y los llanos no sufren porque por ellos corren ríos que se dirigen al mar.
Lo que dan se les retribuye cien veces, porque el arroyo que pasa cantando deja
tras sí regalos de vegetación y fertilidad. En sus orillas la hierba es más verde; los
árboles, más lozanos; las flores, más abundantes. Cuando los campos se ven
yermos y agostados por el calor abrasador del verano, la corriente del río se
destaca por su línea de verdor, y el llano que facilitó el transporte de los tesoros
de las montañas hasta el mar se viste de frescura y belleza, atestiguando así la
recompensa que la gracia de Dios da a cuantos sirven de conductos para las
bendiciones del cielo” (De White, Elena. El discurso maestro de Jesucristo.)

1. PRIMERA TESIS. La sexualidad no es un factor determinante de la relación


entre Dios y la humanidad. Dios no hace producir consecuencias eternas sobre un
aspecto temporal de la existencia humana (Mateo 22.30). Al momento de elegir
entre justos e injustos Dios juzgará no en función de la sexualidad de los hombres
y mujeres sino en función de sus obras de justicia. (Mateo 25:33-46)
2. SEGUNDA TESIS. Los cristianos homosexuales no están excluidos del reino de
Dios. Los excluidos del reino de Dios son todos aquellos que han rechazado el don
de la Salvación a través de Cristo Jesús. (Efesios 2:8-10)
3. TERCERA TESIS. Es una ley del desarrollo psicosocial de los seres humanos
crear prototipos o referentes indebidos que “justifican” la dominación del
hombre sobre el hombre. Esta ley oprobiosa se verifica con precisión a lo largo de
la historia de la humanidad por medio de la opresión de los hombres sobre las
mujeres, de los ricos sobre los pobres, de los cultos sobre los ignorantes, de los
blancos sobre los negros, de los heterosexuales sobre los homosexuales… (Lucas
18:10-14).
4. CUARTA TESIS. La homosexualidad es una manifestación de la sexualidad
humana que consiste en concentrar los afectos en personas del mismo género tal
como lo hacen entre sí personas de géneros opuestos. En este sentido, los
cristianos homosexuales también tienen el privilegio de amar —y ser amados—
con dedicación, pasión y sacrificio a su congénere del mismo sexo como una
forma de su realización física y espiritual. (Romanos 14:7-9)
5. QUINTA TESIS. La homosexualidad es una manifestación de la sexualidad
humana que está llamada a realizarse en el mismo marco de responsabilidad,
fidelidad y amor a la que están llamados los heterosexuales. (Filipenses 4:8)
6. SEXTA TESIS. Los cristianos homosexuales tienen el deber de expresar su
sexualidad respetando los derechos de las personas heterosexuales. La
homosexualidad no es un estilo de vida que necesita promoverse. La
homosexualidad no es una secta ni una ideología. Es simplemente el ejercicio
natural de una expresión de la sexualidad humana llamada a alcanzar sus más
sublimes metas. Nadie debe estar “orgulloso” de su homosexualidad como nadie
debe estarlo por su heterosexualidad. (Mateo 7:12)
7. SÉPTIMA TESIS. La homosexualidad en ningún modo está asociada a la
promiscuidad y la amoralidad. Factores históricos, sociales y culturales han
condicionado, a través de los siglos, estas conductas entre los homosexuales
como una inexorable reacción frente a la discriminación, la intolerancia y el
desprecio. (Mateo 23:4).
8. OCTAVA TESIS. La homosexualidad como una expresión genuina, amorosa y
responsable de la sexualidad humana no es condenada por la Biblia. Cualquier
condena que pudiera advertirse en ellas debe interpretarse a la luz de los
condicionamientos históricos, sociales y culturales a las que ha estado sometido
el escritor inspirado, y que lo llevaron también a sancionar situaciones que hoy
en día aparecen generalmente intolerables: v. gr. la esclavitud, la subordinación
de la mujer, la conformidad con la opresión política, la conformidad con la
opresión conyugal, entre otros. (1 Tesalonicenses 5:21).
9. NOVENA TESIS. Los cristianos homosexuales, organizados o no en la defensa de
sus derechos, sólo exigen a la sociedad —el Estado, la Familia y la Iglesia— se les
garantice la libre expresión de sus afectos y sentimientos como el camino más
eficaz para el desarrollo de una personalidad homosexual transparente, libre,
desprejuiciada y promotora de los más elevados valores comunitarios. (Isaías
58:6-7)
10. DÉCIMA TESIS. Algunas instituciones creadas por Dios en las Sagradas
Escrituras —entre las cuales se encuentra el matrimonio— han sido diseñadas por
nuestro Creador para regir en el ámbito temporal de un mundo que avanza hacia
su re-creación. En el nuevo reino, muchas de estas instituciones no tendrán
cabida por haber variado sustancialmente la esencia y las relaciones entre los
seres humanos redimidos. En este contexto, la promesa que los novios se hacen el
uno al otro al hacer los votos matrimoniales, es de tal naturaleza, que nada
impide que también sea abrazada por dos personas del mismo género que se
aman de verdad. Dios nos exhorta —como a todos los cristianos— a vivir vidas
genuinas, pues en Mateo 5:37 nos enseña que nadie puede llamarse veraz si trata
de aparentar lo que no es o si sus palabras no expresan el verdadero sentimiento
de su corazón.
11. DÉCIMO PRIMERA TESIS. La soledad es la más triste de las condiciones a la
que la sociedad puede recluir a nuestros hermanos homosexuales. La soledad es
el caldo de cultivo de muchos temores y concupiscencias. Por ello, los cristianos
homosexuales estamos en el deber de liberarnos de sus cadenas. Como personas
destinadas a la felicidad tenemos el derecho de vivir en la comunión con Cristo,
en la compañía y fidelidad del ser amado, así como gozar de la amistad, el
respeto y la consideración de nuestros familiares más queridos y de nuestros más
genuinos amigos. (Romanos 12:9-21)
12. DÉCIMO SEGUNDA TESIS. Los cristianos homosexuales estamos en el deber de
compartir —con tacto, amor e inteligencia— estas tesis espirituales sobre la
homosexualidad con nuestros hermanos tanto homosexuales como
heterosexuales. Dios no tiene límites y ha hecho provisión a través de estas tesis
para que revelemos al mundo una faceta nueva del carácter de nuestro amante
Salvador en medio de un sistema fundamentado en mandamientos y tradiciones
humanas. (Mateo 15:8,9)

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