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HOMOSEXUALIDAD
Por Kuyasuti
http://www.kuyasuti.blogspot.com/
PRÓLOGO
Desde muy niño era consciente de mi atracción por las personas de mi mismo
género. Esta atracción siempre fue para mí una fuente interna de conflicto y
sufrimiento. Criado en una sociedad que condena esta forma de expresión de los
afectos, crecí con un terrible sentimiento de culpabilidad que trastocó todo mi
desarrollo personal.
Convencido que esta forma de ser y expresarse de mis afectos era una perversión
que mis padres, la gente y Dios condenaban, crecí en las sombras, desarrollando
una doble personalidad —y también una doble moral. En determinadas
circunstancias era el hijo, el ciudadano y el feligrés que mi familia, la sociedad y
la iglesia deseaban; pero en otras circunstancias, cuando me era posible escapar
de su esfera de influencia, entonces era la verdadera persona que actuaba y
expresaba sus afectos de una manera libre, pero marcada siempre por un
indesligable sentimiento de culpabilidad.
Con el transcurso de los años y, en la medida que fui adquiriendo mayor libertad,
me abrí paso en el desarrollo de mi personalidad homosexual. Pero, mi
adolescencia y juventud estuvieron signadas por una férrea represión de mi
homosexualidad que yo mismo me impuse. Incluso llegué a autoengañarme
pensando que algún día estos sentimientos desaparecerían y en su lugar se
instalaría el anhelo de desposar a una mujer y darles a mis padres “los nietos”
que naturalmente anhelaban.
Sé que al presentar estas Tesis también seré bendecido porque nadie puede dejar
que por su vida y su corazón fluya hacia los demás el río de bendiciones
celestiales sin recibir para sí mismo una rica recompensa. “Las laderas de los
collados y los llanos no sufren porque por ellos corren ríos que se dirigen al mar.
Lo que dan se les retribuye cien veces, porque el arroyo que pasa cantando deja
tras sí regalos de vegetación y fertilidad. En sus orillas la hierba es más verde; los
árboles, más lozanos; las flores, más abundantes. Cuando los campos se ven
yermos y agostados por el calor abrasador del verano, la corriente del río se
destaca por su línea de verdor, y el llano que facilitó el transporte de los tesoros
de las montañas hasta el mar se viste de frescura y belleza, atestiguando así la
recompensa que la gracia de Dios da a cuantos sirven de conductos para las
bendiciones del cielo” (De White, Elena. El discurso maestro de Jesucristo.)