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UNIVERSIDAD DE PUERTO RICO

RECINTO DE RÍO PIEDRAS

Inteligencia Infantil
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Psicología Evolutiva 6301


Sección: OU1
9 de diciembre de 2009
Profa. Otomíe Vale-Nieves

Introducción:

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En esta monografía se estará examinando la inteligencia como un constructo social y

hereditario. Se intentará contestar de forma central si la inteligencia es exclusivamente innata o

exclusivamente social, o si pertenece a ambas esferas. Se utilizará la propuesta de Lev Vygotsky

y algunos de sus conceptos para explicar el concepto de inteligencia, cómo surge y cómo debe

promoverse. En contraste, se expondrá la teoría de Francis Galton, quien otorga gran importancia

a las características innatas de la inteligencia humana. Se vinculará la participación de Alfred

Binet en lo que respecta a la construcción de pruebas de inteligencia, así como otros autores que

se sumaron al auge de las mismas. Todo ello se estará presentado desde un marco inexorable: su

conexión a los sucesos históricos que experimentan dichos autores. Esto se hace necesario para

explicar y entender el por qué del surgimiento de sus ideas. De manera específica se intentará

responder a las siguientes preguntas: ¿Podrá lo genético determinar de forma inalterable el futuro

de la persona?, ¿Puede la interacción social influir en la inteligencia?, ¿Las deficiencias

genéticas (retraso mental) pueden ser superadas o permanecen fijas en el niño/a?

¿Por qué me interesa el tema?

El interés por investigar sobre el tema surge a partir de mis lecturas y preparación para la

presentación en clase de la teoría de aprendizaje y desarrollo humano de Lev Vygotsky. Las

lecturas sobre este autor me han hecho reflexionar, entre otras cosas, sobre las formas de

aprendizaje humano y, sobre todo, en los métodos de enseñanza en las escuelas de Puerto Rico;

así como en mi interacción con los maestros en lo que fue mis años escolares. A través del

tiempo el concepto de inteligencia se ha discutido, bien sea, en discusiones informales

(familiares/amistosas) como formalmente dentro de la academia.

El interés popular por lo que hace inteligente (o no) a una persona está fuertemente

influenciado por nuestras creencias culturales. No obstante, se hace necesario reconocer que se

ha fragmentado dicho concepto a partir de las pruebas que miden cuantitativamente un

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conocimiento particular, ya sea lo verbal, o matemático. Esto de alguna manera fomenta

expectativas sobre las personas y sus capacidades intelectuales. Una revisión de literatura

pertinente podrá reflejar luz en un tema tan controvertible para la psicología académica. Sin

embargo, lo que aquí se expone no pretende ser final o acabado, está sujeto a nuevas revisiones y

a críticas que puedan aportar a la discusión del tema.

Metodología:

La metodología utilizada para esta monografía se basa en el análisis de contenido. Es

decir, partiremos de una revisión de literatura para luego reflexionar sobre uno o varios temas,

que en este caso incluyen algunas preguntas.

Contenido

El interés centrado en el estudio de la inteligencia se ha dado, históricamente, desde dos

líneas de pensamiento. Por una parte los estudios con chimpancés del psicólogo Köhler y las

investigaciones de Levy-Brühl con las culturas primitivas originaron la idea de que el concepto

de inteligencia tiende a definirse dentro del marco de superación de obstáculos, o de satisfacción

inmediata de instintos. Esto significa que tanto para los chimpancés como para las culturas

primitivas, constituye una forma de relación práctica con su medio, lo que establece una

definición inicial de inteligencia estrictamente práctica. Esta línea de pensamiento originada por

los estudios de Levy Brühl y Köhler supone, además, a la inteligencia en relación a la realidad

inmediata (Székely, 1966, pp. 335, 336, 339).

Asimismo, se reconoce los trabajos de Carlota Buhler y la aportación que hace al

desarrollo de la inteligencia humana. Los mismos afirman que, además del uso de instrumentos,

la acción y percepción del organismo humano (movimientos, agarre, cerebro) son importantes

para entender las primeras expresiones de inteligencia. Shapiro y Gerke ofrecen una explicación

que incluye la experiencia social que tiene el niño/a en sus primeros años de vida. Esta

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experiencia juega un papel importante para su posterior desarrollo. La imitación sería, para estos

autores la manera en la que se almacenan diversas actividades y, es en la repetición, donde se

encuentra las acciones futuras (Vygotsky, 2009, pp. 43-44). Esta línea de pensamiento inscribe la

importancia de entender las acciones prácticas de los niños/as en su medio.

La otra línea de pensamiento es la que sigue Francis Galton (1822-1911) publicadas en su

libro: “El genio hereditario” (1869) en el cual concluye que las diferencias individuales en la

inteligencia eran determinadas exclusivamente por la herencia. Galton intentó reinterpretar el

concepto de adaptación de su primo Charles Darwin. Sin embargo, rechazó las influencias

ambientales y, el factor de que la selección natural se da espontáneamente mas no se manifiesta

directamente con el mejoramiento de la especie. Como buen matemático, fue el primero en

utilizar datos estadísticos para promover la eugenesia (Ruiz y Súarez, 2002, pp. 86-88).

La propuesta de la eugenesia radicaba en impulsar el mejoramiento de nuestra especie a

través del mecanismo de selección racional y, promoviendo la selección matrimonial con fines

eugenésicos (Benedito, 1998, p.189; Ruiz y Súarez, 2003, p. 87). El mecanismo de la eugenesia

consistía en limitar la reproducción de “caracteres indeseables” con el fin de eliminar los

defectos genéticos. Cabe señalar que Galton realiza sus investigaciones en una época en la cual

la sociedad inglesa estaba en un proceso de degeneración. De ahí a que sus estudios sobre la

herencia tuvieran un traslado, con diversos ejemplos, a los aspectos sociales y fueran

comparados detalladamente con personajes ilustres de su época (Ruiz y Súarez, 2003, p. 90).

Asimismo, los trabajos de Herbert Spencer (1820-1903) tuvieron influencias en las

teorías de Galton. Spencer fue el primero en creer que existe una relación entre el tamaño del

cerebro y la fertilidad humana. Este investigador inglés estaba convencido de que las clases

“bajas” y pobres son las que más se reproducen; así también relacionaba el tipo de trabajo que

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desempeñan estos sectores con su fertilidad. Las ideas de Spencer tenían el fin de proponer

medidas de reformas sanitarias para solucionar la problemática de la sociedad inglesa, a mitad

del siglo XIX (Ruiz y Suárez, 2003, p.90).

Por otro lado, Alfred Binet (1857-1911) fue director del Laboratorio de Psicología de la

Sorbona, en Francia, para el año 1904. Ubicándonos históricamente en plena expansión

industrial y capitalista, el Estado tiene especial interés por aquellos que no aprenden y que, por

consiguiente, no podrán incorporarse a la esfera productiva del trabajo. Por mandato del

gobierno francés, Binet, estuvo a cargo de desarrollar ciertas pruebas en las cuales se pudiera

medir las funciones psíquicas superiores: atención, memoria, pensamiento, entre otros de los

niños/as. Esto con el fin de diferenciar a los niños/as capaces de estudiar pero que son perezosos,

de los niños/as que sufrían discapacidades congénitas (González-Serra, 2003, p.39). Binet

introdujo el concepto de edad mental. Según Benedito (1998), Binet seleccionó un conjunto de

varios niños/as de distintas edades, así como diferentes tareas para observar qué hacen en

determinadas edades.

Otros autores que corresponden a esta línea de pensamiento de corte naturalista y que, de

alguna forma, se vinculan con el auge de las pruebas psicométricas y las estadísticas aplicadas a

lo social lo son: Charles Spearman y Thorndike. Spearman quiso sustentar la utilización de las

pruebas basándose en la teoría bifactorial que trataba sobre el factor común (general) y el factor

específico. El factor común se atribuía a aquella característica que acompaña a la persona

durante toda su vida y, que podría contener no solo la inteligencia sino, además, la madurez. El

factor específico es lo que hace distinto a cada ser, aquello que cambia constantemente (Székely,

1966, pp. 340-341; González-Serra, 2003, p.40). Sin embargo, Thorndike se convirtió en

opositor de dicha teoría argumentando que la inteligencia es una multiplicidad de aptitudes

acumuladas, que son independientes en sí. Definiendo desde esta postura la inteligencia como:

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“la habilidad del individuo en reaccionar correctamente desde el punto de vista de la verdad o de

los hechos” (Székely, 1966, cita a Thorndike, s/a, p. 343).

De esta manera podemos observar una influencia notable respecto al nexo que trae la

utilización de pruebas que miden la inteligencia innata, basándose exclusivamente en la

conducta. Esta corriente de pensamiento delimitaba la inteligencia como algo medible

(acumulativa), observable, innata y fija. La investigación psicométrica tiene como punto de

partida la conducta del sujeto, en relación a un momento dado. Esta medición facilitó el proceso

de clasificación de las deficiencias mentales y está ligada a la capacidad de adaptación (de

resolución de problemas) que puede tener la persona. Las pruebas psicométricas facilitaban la

comprensión de las fallas del desarrollo y sobre esa base se han creado orientaciones prácticas

(Székely, 1966, p. 345). De igual modo, Erica Burman señala: “Las tecnologías de la

descripción, la comparación y la medición infantiles, las cuales fundamentan la base del

conocimiento descriptivo de la psicología evolutiva, tienen sus raíces en el control demográfico

[...], la observación animal […]” (Burman, 1994, p.33).

Era innegable que el posicionamiento de Galton para mejorar la especie humana influyó

en la manera comúnmente aceptada de la inteligencia, en la cual se plantea, además, los orígenes

del conocimiento y del aprendizaje. Esto provocó que los débiles mentales se convirtieran en

objeto de ansiedad política y de intervención científica: “El control y la regulación de los

elementos sociales considerados potencialmente ingobernables presuponía la manera de

monitorizar a estas personas” (Burman, 1994, p.26, 27). Esto justifica la invención de las pruebas

psicométricas que de manera “científica” y “neutral” dan cuenta de las características de

inteligencia del sujeto, olvidando que la ciencia es un constructo humano. (Burman, 1994, p.32,

33)

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Habiendo desarrollado de forma breve, los asuntos concernientes al surgimiento de la

inteligencia como algo innato y cuantificable, podemos comenzar a discutir la idea opuesta.

Recordemos los estudios de Levy-Brühl con las culturas primitivas y Köhler, quien estudió el

uso práctico que hacían de las herramientas los chimpancés. Sus investigaciones fueron

comparadas con las respuestas y acciones del infante y calificadas de “pensamiento técnico”.

Esto no significa que se deba relacionar la idea del comportamiento animal al comportamiento

humano. El “pensamiento técnico” es una manifestación evidente hasta los 6 meses de edad en la

cría humana. No obstante, difiere de la adquisición del lenguaje, característica exclusivamente

humana y que surge en las relaciones con los otros (Vygostky, 2009, pp. 41-43).

Por otra parte, es evidente que la producción de trabajos en psicología así como la

validez, aceptación y uso de las pruebas de inteligencia están influenciados por los

acontecimientos socio-políticos. La influencia que tuvo el conductismo en los Estados Unidos

explica porqué en este país se le otorga mayor importancia al uso de las pruebas (Craig, 1992,

p.341). Por otro lado, Burman establece que para comienzos de siglo XX existían

preocupaciones sociales y la psicología sirvió para elaborar un discurso sutil que llevara el

mensaje político del Gobierno. Las investigaciones realizadas a finales del siglo XIX estuvieron

motivadas por la teoría evolucionista y la comparación entre los seres humanos y los animales.

La razón principal de este tipo de comparaciones residía en evaluar la función de la herencia

(Burman, 1994, p.40).

No obstante, las investigaciones de la psicología soviética en contraposición a las ideas

conductuales, sugieren un abordaje dialéctico que pueda dar cuenta del desarrollo humano y del

desarrollo de su inteligencia. No podemos perder de perspectiva que, al igual que en Occidente

(incluyendo Estados Unidos, Francia e Inglaterra), surgían cambios de organización política y

económica; en Rusia, especialmente en el periodo entre 1917 a 1930, se estaba tratando de

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transformar el Estado y la conciencia de los ciudadanos desde las ideas del Partido Comunista

(Carretero y García, 1983, p.156).

El Partido Comunista abolió la utilización de las pruebas psicométricas ya que éstas

mantenían una posición innata respecto a la inteligencia. Esto a su vez fomentaba los ideales

burgueses y perpetuaban la diferencia de clases (González-Serra, 2003, p.41). La influencia de

las ideas de Marx, Lenin y Engles en la psicología soviética muestra la importancia de las

relaciones humanas con el medio, pero atadas a principios económicos de valor de cambio y

bienes de consumo. Lev Vygotsky fue el primero en elaborar una teoría en estrecha relación con

los postulados marxistas, sin embargo, estaba interesado en los procesos interpsicológicos más

que en las relaciones de consumo (Wertsch, 1988, p.76-77). Estas relaciones interpsicológicas

abren paso al desarrollo del lenguaje y del pensamiento abstracto, es decir, la conciencia. Según

Vygotsky, se puede distinguir entre el desarrollo natural y el desarrollo social.

En el primero se incluyen las funciones primarias, caracterizadas por una impresión de

experiencias momentáneas, que está presente de forma ancestral y colectiva (Székely, 1966, p.

356; Wertsch, 1988, pp.41, 42). Conjuntamente el ser humano posee una plasticidad en su

cerebro que lo diferencia del chimpancé. Esta plasticidad hace referencia a la cualidad de

adquirir nuevos conocimientos, internalizarlos y proyectarlos. (Székely, 1966, p.337). Vygotsky

denominó funciones psíquicas superiores a dicha cualidad, que permite utilizar el medio (a través

del uso de herramientas y de signos como el lenguaje) de forma consciente, organizada y

controlada. El desarrollo de las funciones psíquicas superiores nace en el curso de las relaciones

de un niño/a con otro niño/a, o con los adultos, y estas se internalizan posteriormente (Carretero

y García, 1983, p165). A esto Vygotsky lo denominó Ley Genética Cultural: “[…] la

internalización transforma el proceso en sí mismo y cambia su estructura y funciones”

(Rodríguez-Arocho, s/a, p.8).

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Los procesos psicológicos elementales o naturales se encuentran sometidos al entorno

(por ejemplo, satisfacción del hambre), mientras que los segundos se distinguen por un control

del entorno por parte del sujeto. Vygotsky llamó a esto autorregulación (Wertsch, 1988, p.42).

La psicología de tipo psicométrico (conductual) solo da cuenta del momento, es decir, de una

función (impresión) elemental y no de las funciones superiores. De ahí el debate de la utilización

de pruebas de inteligencia, las que dicen poco acerca del patrón de atención y los niveles de tipo

emocional/afectivo. En su artículo: “Las formas fundamentales del estudio de la personalidad

del niño”, Vygotsky critica directamente el uso de las pruebas psicométricas y a los resultados de

éstas: “La deficiencia común a éste tipo de investigaciones consiste en que se coloca como

fundamento una noción absolutamente errónea acerca de ciertos dotes de la inteligencia.

Representan la investigación del intelecto, pero no considera lo emocional o volitivo” (Vygotsky,

2001, p.465).

Vemos hasta este punto como se construye una definición más amplia y diversa del

concepto de inteligencia a partir de los postulados de Vygotsky y la psicología soviética en

general. La psicología ha partido desde diferentes concepciones que mucho tienen que ver con su

vínculo de ayuda al Gobierno y a la propuesta de país que se tenga como objetivo. Por una parte,

en Occidente (Europa y Estados Unidos), se desarrollan instrumentos que ayuden al Gobierno a

pasar juicio sobre las aptitudes mentales de las personas, para que de esta manera se pueda saber

quiénes pueden aportar a la sociedad y, muy especialmente, a la industria (Benedito, 1998,

p.191). En esa misma línea de pensamiento Burman añade: “la psicología individual fue la

precursora de los campos conocidos como la psicología de la personalidad y psicología

evolutiva, y dependía profundamente de la evaluación tanto para su base de conocimiento como

para su funcionamiento” (Burman, 1994, p.27). Por otro lado, la creación de un Estado Socialista

en la Rusia del 1917 (URSS), se funda con ideales más igualitarios, que promueven un enfoque

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más colaborativo (en relación a los otros). Esto además, permite dar cuenta de las múltiples y

variadas formas de inteligencias.

La propuesta de los “tests” intenta, como señalé anteriormente, ayuda a distinguir entre

los niños/as que pueden aprender, pero son vagos, de aquellos que tienen deficiencias mentales.

Una de las preguntas claves que pretendo responder en esta monografía se relaciona al retraso

mental. Las deficiencias congénitas, según los planteamientos de Galton y la corriente

psicométrica-conductual, no permiten un desarrollo de inteligencia (y por ende de aprendizaje)

óptimo, ya que la misma es fija e inalterable. La visión de la psicología soviética y de las teorías

de Vygotsky suscita, sin embargo, una noción diferente sobre la deficiencia mental y la

capacidad de aprendizaje de estos niños/as. Para ello es importante referirnos a la zona de

desarrollo próximo que explica cómo surge la capacidad de aprendizaje y, en consecuencia, la

inteligencia.

La zona de desarrollo próximo se refiere al nivel en el cual el niño/a puede resolver

ciertos problemas por sí solo y aquellos que resuelve con la ayuda de otro niño/a o un adulto

(Vygotsky, 2009, p.133). Esto, indica Vygotsky, no surge por primera vez en el aprendizaje

escolar, sino que el niño/a viene con un trasfondo de aprendizaje a la escuela, ya que se ha

relacionado con sus familiares/otros previamente. En esa relación con los otros ha aprendido el

lenguaje y otras nociones generales. Es así como el aprendizaje despierta una serie de procesos

innatos que se activan siempre y cuando interactúe con el medio. Coronel (2005) señala que un

niño/a con retraso mental no compone una incompetencia general y absoluta, sino que su retraso:

“es fundamentalmente la expresión de una limitación intelectual y sólo algunos tipos de

inteligencia se encuentran comprometidos” (Coronel, 2005, p.63). Vygotsky, en su escrito Bases

psicológicas del aprendizaje y del desarrollo, entiende que estos niños/as tienen escasa

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capacidad de pensamiento abstracto y que la meta primordial del aprendizaje es ayudarlo/a a

desarrollar este tipo de pensamiento (Vygotsky, 1986, p.35).

La discapacidad del niño/a con retraso mental se centraría en una inteligencia de tipo

elemental, sin embargo, Vygotsky le concede una visión más positiva y menos encajonada y

absoluta que la promovida por las pruebas psicométricas. Por ello este autor, enfatiza en un

aprendizaje que se adelante al desarrollo del niño/a, sea retrasado mental o no (Vygotsky, 1986,

p.36). Partiendo de la diferencia que hace sobre el desarrollo de las funciones psíquicas

superiores sobre las funciones naturales nos dice: “La cultura no crea nada; solo modifica los

datos naturales conforme a los objetivos humanos” (Wertsch, 1988, p.64). Con esta aseveración

se evidencia la gran importancia que tiene para la teoría de Vygotsky el medio social y las

relaciones humanas. El niño/a discapacitado no es un organismo carente de emociones, ni de

limitaciones intelectuales, sino que, debemos cambiar nuestro modo de entenderlo/a. A fin de

que nuestras propias limitaciones no invaliden lo que el niño/a pueda aprender/entender y/o

superar.

Conclusión:

Aunque hemos separado por motivos puramente explicativos y organizativos el auge de

las pruebas psicométricas en contraposición con la teoría de Vygotsky, queda por responder la

pregunta central de esta monografía: ¿Es la inteligencia exclusivamente genética o

exclusivamente social? Gloria Benedito (1998) indica que este debate es una falsa polémica,

puesto que la respuesta a dicha pregunta va mucho más allá. Para responder a ella de forma

adecuada es necesario ubicarse en la historia y, entender el sesgo político del Gobierno, al que

está ineludiblemente atada la pregunta.

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Sin embargo, a partir de la literatura revisada para la redacción de esta monografía,

muchos autores coinciden en que la inteligencia es producto de ambas realidades.

“La inteligencia es el resultado de dos factores que actúan en unidad dialéctica […] que

constituye un reflejo de su medio socio histórico dado a través de sus aptitudes

hereditarias […]. La inteligencia es adquirida del medio social, pero sobre la base

hereditaria” (González-Serra, 2003, p. 46).

Asimismo, Craig (1992) afirma: “el consenso parece indicar que los factores genéticos y

ambientales son igualmente potentes al determinar que tan bueno será el desempeño de un niño

[a]” (Craig, 1992, p.344). Lo anterior es expresado por Vygotsky al postular la Ley de Genética

Cultural, es decir, que todo aquello que es social, se vuelve interno (intrapsicológico), aunque él

elaboró mas el aspecto social: “Las relaciones sociales subyacen genéticamente a todas las

funciones superiores y a sus relaciones” (Rodríguez-Arocho, s/a, p.8).

Por otra parte, Burman (1994) elabora una crítica muy acertada a lo anterior. Ella

argumenta que las investigaciones son un esfuerzo empobrecedor e insuficiente para conectar los

patrones biológicos con la interacción humana (social). Esto se explica porque todavía la

definición de lo social permanece dentro de un binomio: social/biológico, otorgándosele una

mayor importancia a lo biológico. Tomando en cuenta los planteamientos de Gloria Benedito,

Erica Burman y, el consenso actual sobre la inteligencia producto de la herencia y lo social,

queda convenir una posición al respecto.

El ser organismos biológicos no debe significar que la conducta animal sea trasladada e

interpretada a la nuestra, como se hiciera en un pasado por los supuestos conductistas. Las

acciones humanas difieren por su inserción en lo social cultural, y, por su capacidad de

aprendizaje y de transformación del medio en el que se vive. La línea que divide a lo biológico

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de lo social, es muy fina y aun no se sabe con exactitud cuando es que una domina sobre la otra.

Pero, por otro lado, sería falso olvidarnos de nuestras características heredadas genéticamente. Se

trata de romper con un discurso marcado por lo que fue una forma evidente de exclusión étnica y

reconocer su carga reduccionista. El trabajo psicológico no debe caer en un reduccionismo

social, ni tampoco biológico. En ese sentido, debe ampliarse dicho concepto de inteligencia y,

comenzar desarticular los paradigmas existentes que giran en torno al mismo.

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