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los antedichos errores y presuntuosas temeridades, que todos ellos caigan bajo
el /anatema/, /Maranatha/, con los simonacos, valesianos, arrianos, donatistas,
nicolatas, severianos, pneumatmacos, maniqueos y nazarenos y con todos
los herejes, ms an, con el diablo y sus ngeles, a menos que se
conviertan. /Amn, amn, amn/. Quien se obstine en atacar la fe de la santa
Iglesia romana y su sacrificio, sea anatema, /Maranatha/, y no sea considerado
como cristiano catlico, sino como hereje /procimita/^(5) . Fiat, fiat, fiat.
*Notas * 1. Traduccin tomada de /Enchiridion Vaticanum/, II (= Documenti
ufficiali della Santa Sede 1963-1967), Boloa s. f., 501-503. Corregida a partir
de la traduccin que se ofrece en Concilium 17 (1966) 496-497. Texto latino en
PL 143, 1001-1004. 2. Se refiere al papa Len IX (1049-1054), cuyo nombre de
pila era Bruno y que despus de haber sido obispo de Toul, ocup la Sede de
Pedro a instancias del emperador Enrique II. 3. Los orientales, para celebrar la
Eucarista usan pan fermentado, los latinos, en cambio, usan panes "cimos"
de aqu la acusacin de "acimitas" que les lanzan los orientales. 4. La
traduccin griega dice: Nicforo. 5. Esta palabra debe ser la contrarrplica de
Humberto a la acusacin que los orientales lanzaban a los latinos, a saber, de
ser /acimitas/ o sea defensores del pan cimo; as, /procimitas/ vendra a
designar a los defensores del pan fermentado.
Acto Sinodal del 24 de Julio del 1054, Presidido por el Patriarca de
Constantinopla Miguel Cerulario El documento cuya traduccin damos a
continuacin es un extracto de las actas del sinodo de julio del 1054 en el que
el patriarca de Constantinopla Miguel el Cerulario procedi a excomulgar a los
legados del papa Len IX: Humberto de Silva Candida, Federico de Lorena y
Pedro de Amalfi. Dicha excomunin era respuesta a la que a su vez haban
fulminado dichos legados el 16 de julio anterior. Ambos hechos son testimonio
del estado de mtua incomprensin en que ambas partes de la Iglesia haban
cado. Siglos de diferencias culturales, teolgicas y disciplinares desembocaron
en este hecho doloroso que tiene consecuencias hasta el da de hoy. Como
complemento de este documento vase la declaracin conjunta realizada por el
Papa Pablo VI y el patriarca de Constantinopla Atengoras I al finalizar el
Concilio Vaticano II en 1965.