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Haba una vez una joven muy inteligente, cuya madre haba muerto cuando ella an
era pequea. Su padre, ya que tena que trabajar para mantenerlos a los dos,
no tena tiempo para ella. Ella lo entendi enseguida y busc otros adultos
capaces para que la ayudaran a estudiar y trabajar, en definitiva, a salir
adelante por s misma...
Y as fue como el padre que aquella dulce joven decidi casarse de nuevo. La nueva
esposa que tambin era viuda tena dos hijas. ÒLas tres nias crecern juntas y sern
buenas amigasÓ pens el padre.
Pero claro, una madrastra es un madrastra y no una madre: Fue correcta,
hasta amable, pero se le notaba que quera ms a sus hijas. Cenicienta
estudi y trabaj como nadie, busc apoyos externos y se march de casa
a los 18. Luego vio poco a sus padres. Le resultaba incmodo. Iba algunos
aos en Navidad... De mayor, en general, me cost confiar en los dems
hombres y mujeres... An me resulta difcil...
A sus hijas las cuidaba y las mimaba pero a su hijastra la obligaba a hacer todo tipo
de tareas del hogar como limpiar la chimenea. Por eso, no es casualidad que a aquella
pobre nia la llamasen ÒCenicientaÓ pues todo el da andaba manchada de ceniza.
Un da, el Rey de ese pas pens que su hijo, el Prncipe, ya estaba en edad de
casarse. ÒDe este modo el da que herede el trono mis sbditos tendrn un rey y una
reinaÓ. Y tuvo una idea brillante: ÒDar una gran fiesta en el palacio e invitar a todas
las nias casaderas del reinoÓ.
Y tomando la pluma de ganso el Rey escribi la invitacin con su mejor letra. Los
heraldos del Rey, anuncindose con trompetas de cornetas y clarines, recorrieron
todo el reino. Por todos los lados, en los valles y las montaas, an en los pueblos
ms lejanos y pequeos, se oy el mismo bando:
ÒEl primer sbado del mes prximo al anochecer todas las muchachas casaderas del
reino estn invitadas a asistir a una gran fiesta en palacioÓ.
As lleg la noticia a odos de la madrastra quien de inmediato orden a sus hijas que
preparasen sus mejores ropas y alhajas. Al mismo tiempo le dijo a Cenicienta:
ÒSolo te falta el carruajeÓ dijo el hada. Sali al huerto, toc con su varita una calabaza
y en menos de un suspiro surgi un elegante carruaje tirado por briosos corceles. En
el pescante, un sonriente cochero le hizo seas a Cenicienta para que subiese.
ÁOrganizacin! Ir a palacio a ver que tal y, como que tengo que regresar
a las doce, en el trayecto de vuelta puedo ver si este seor y yo
congeniamos...
Esa misma noche, desesperado, el Prncipe fue a la cmara real y habl con el Rey.
ÒPadre -le dijo- estoy enamorado, he encontrado a la mujer de mis sueos, pero...Ó
ÒÀPero qu?Ó se sorprendi el Rey ÒTambin la he perdido...Ó ÒÀQuien es?Ó ÒNo lo
s...Ó Y le cont como haba sucedido todo.
ÒPor orden del Rey todas las doncellas del reino debern probarse un zapatito de
cristal. Quien pueda calzarlo se casar con el Prncipe y ser la futura Reina de este
pasÓ. De inmediato la madrastra orden a sus hijasÓ
ÒÁComo sea, a la fuerza, aunque os duela, una de vosotras deber calzarse el dichoso
zapatito!Ó As fue, como zapatito en mano, el Prncipe y sus consejeros llegaron a casa
de Cenicienta:
Ð ÁTu, vete a limpiar la chimenea! - le dijo la madrastra a Cenicienta...
ÒEn cuanto a vosotras hijas... ÁYa sabis!Ó Fue intil. Por mucho que se esforzaban
por hacer coincidir su pi con el zapatito, a una le quedaba muy grande y a la otra
muy pequeo. Cuando comprobaron que el zapatito de cristal calzaba perfectamente
con el pi de Cenicienta, todos de sorprendieron. Todos, menos el Prncipe. Se lo
haban dicho su alma y sus sueos...