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Antes he hablado sobre ellas, pueden considerar esta historia una de sus situaciones más
entretenidas que les han sucedido a estas tres chicas de origen sureño y i pod’s de muchos
gigas, que gustan de andar por ahí esparciendo su material didáctico por las zonas más
júnior elite de esta ciudad de encantadores colores plomo y taquerias a granel.
Les recuerdo brevemente quien es la banda de los dulces, en primer lugar encontramos a
la trouble maker del grupo, la niña dura y con actitud agresiva llamada Chocolates, que
tiene de camarada y front-girl a la encantadora y muy rubia algodón de azúcar, esta
jovencita cansada de que la subestimen y en busca de respeto en la calles del sur de la
ciudad decidió formar con sus amigas más cercanas una banda, La banda de los dulces,
por ser dulces y encantadoras, además de unas bien documentadas adictas a los caramelos
de toda índole; la tercera de estas chicas es Beans, chica bien educada y con clase, se
dedica a proveer de contactos a la banda para poder esparcir estupefacientes por toda la
ciudad de México.
Como la ley vale para un carajo en la ciudad de México no tuvieron mucho problema en
establecer una organización funcional y con un par de negocios “legales” para lavar
dinero y distribuir su mercancía con tranquilidad. Hubo una ocasión en que tuvieron que
ir a Cancún a cerrar un trato y revisar que tan confiable era distribuir algo de mercancía
en aquel lugar, las ganancias eran buenas, el riesgo según dijeron era bajo. Así que como
buenas jóvenes en busca de diversión y negocio decidieron ir a conocer el lugar en
temporada de spring break, no había mejor momento que ese para revisar que tan
complicado sería aquella aventura de negocios.
Era de esperarse, no tenían nada, tres sujetos bien vestidos y con blazer deportivos que
me recordaban a esa serie de Miami Vice, se reían de Chocolates y Beans, les parecía
simpático que dos chicas entraran en bikini a su oficina a pedir su dinero, el error de estos
sujetos fue intentar besar a Beans y pasar un buen rato con ellas, la chica enloqueció.
Tomo al sujeto por los cojones y los llevo a la pared, mientras Chocolates les dijo –
ustedes así lo quisieron- encendió un tabaco y al momento de cerrar su zippo entro
Algodón de Azúcar con el cañón entre su manos, no dijo más, le dio en la pierna a un
tipo, en los cojones al que acosaba a Beans y termino con un simpático y certero balazo al
estomago de Frank, Chocolates tomo el cenicero de cristal cortado que estaba en el
escritorio del lugar, dejo caer la ceniza en él y azoto la pesada pieza de cristal en la
cabeza del sujeto con la pierna echa mierda; para retirarse, se alcanzaba a oler un fuerte
aroma a gasolina en la oficina, pues si, era gasolina derramada por todo el piso de la
oficina, obsequio de las bikini bandits, otro tanto de gasolina cerca de la toma de gas del
establecimiento y un poco más por las instalaciones, cerca de materiales flamables y de
algunos autos. Entonces bien, así fue que la ultima bocanada de Chocolates dejo tras de sí
la colilla aun encendida del cigarrillo, se deslizo de entre sus labios para prender todo
aquel sitio, un verdadero desmadre de carne quemada y autos inservibles; todo lo anterior
para regresar prontas a la ciudad de México sin más daño que una gripe por haber pasado
dos días enteros en bikini y una larga explicación sobre el kilometraje del challenger de
su padre.
La cosa es que a estas jovencitas les encanto su viaje, se dieron cuenta que no hay mucho
que les puedas hacer a tres chicas armadas con un cañón y bikinis. No es muy usual
reaccionar a esa situación, menos cuando tienen un auto con ese caballaje. Niñas
afortunadas y divertidas a fin de cuentas.