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Con eso quiero decir, en mi opinión, que sólo en la calidad de héroe es que la criatura reduce un
poco la distancia que le separa del Creador. Es lo mismo decir que, solamente en aspecto de héroe,
tendrá Dios buenas razones de sentirse orgulloso de la criatura, razones de peso para volver a
mirarse en ella: pues sólo el héroe, -solo él al final- da a Dios (y a los mortales) la certeza de
haber sido el Hombre una creación concebida y espiritualmente materializada, a la imagen y
semejanza del Creador.
Muchos son los campos de la afirmación heroica: muchos y a veces simultáneos, a veces
concurrentes. Es el caso del héroe que reconcilia el coraje y la sabiduría, elevándose a un plano de
victoriosa supremacía sobre la media humana: “numa mao sempre a espada, noutra a pena”
“braco às armas feito, mente às musas dada” (1), Luís de Camoes es aquí citado.
Entre las más altas espiritualizaciones del heroísmo, hay que incluir a los santos y mártires de la
Fe, siendo entendidos como los héroes de Dios; y luego, el héroe de condición guerrera –
preferentemente habitado por el espíritu de cruzada- trabajado por la ascesis cristiana: animado y
accionado por ese voltaje místico, que da sentido pleno a todos los ideales vitalistas.
A un nivel superior, el héroe configura así, el modelo de hombre idealmente perfecto, que
consigue reunir en sí un difícil equilibrio de virtudes, o toda una gama de desmesuras coronadas
por la religión.
Concretando. Héroe es todo aquel que en una pequeña porción de tiempo se entrega a al
Eternidad. Cuando el tiempo se viene a cobrar el destino de los años que le adelantó en su
nacimiento, llega tarde. Porque a esas horas, el héroe ya conquistó en el tiempo la atemporalidad,
a poder de hazañas que, no raramente, se sellan en una eternidad de segundos.
Ahora bien, en el tiempo decadente que vivimos, está bien observar que el sucedáneo del
heroísmo es el vedetismo (en el cine, en el teatro, en el deporte, etc.). A medida que aumentan las
filosofías del absurdismo –rindiendo loas a la desmotivación y a la ausencia de finalidad de la
existencia- ponen desde luego en causa la validez humana del héroe. Sírvase frío. “Sírvase
muerto” nos dice Reinaldo Ferrerira en Receita para fazer um Herói. Porque héroes, sólo por
receta. Allá ellos esos abstrusos “del absurdo”, sólo así se confeccionan héroes; por medio de
receta aviada. De lo contrario, se revelan inobtenibles, visto que la fauna existencialista no
produce de eso. Y tampoco no admira: figuras chismosas de llevar en el ojal la existencia, exhiben
la vida en la solapa. Se comprende: en la solapa. Y como mucho… ¡¡la mariconería mental no
entiende más allá de esas vanidades!!
Nota:
(1) “en una mano la espada, la pena en la otra” “el brazo a las armas hecho, la mente a las
musas ofrecida”.