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Chile
Una primera
antología
El
autor………………………………………………………………………………
………………....…3
Le habían
enseñado…………………………………………………………………..
…………..….4
Una historia de
domingo…………………………………………………………...………………
8
Ya no es lo mismo (Cuento de Navidad)……………………………..
…………………….17
Una edad, un tiempo, una ciudad: Salamanca
……………………………..……………23
Retrospectiva de mi calle
…………………………………………………………………….….43
La metáfora del
banco……………………………………………………………………………..4
9
Adosado……………………………………………………………………………
…………………….65
El mejor regalo (Cuento de Navidad)
………………………………………………………..81
Microcuentos……………………………………………………………………
……………………..89
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NOTA DEL AUTOR:
A mediados del siglo XX las instalaciones o puestos de control de
arbitrios se conocían con el nombre de FIELATOS, mientras que
los agentes que ejercían su función en ellos eran los
CONSUMEROS.
CUENTO DE NAVIDAD
Con Aurora había creado una familia compuesta por ellos y dos
hijos, Maruja y Paco, siendo con éste y con su mujer Encarna, con
los que desde no hacía mucho convivía, ya que Maruja tenía
establecida su residencia por circunstancias profesionales de su
marido Emilio en otra ciudad.
NIÑEZ
ADOLESCENCIA
JUVENTUD
Las casas eran todas de planta baja con un patio en la parte posterior en el que era
habitual que se hallara la pila de lavar así cómo un modesto retrete, existiendo en
algunas de ellas recoletos pero atractivos jardines en los que no era extraño
encontrar parras y árboles frutales que llegada la época propiciaban uvas, higos,
membrillos y algún otro fruto de los cuales su propietario no demoraba en
compartir con sus vecinos. Todavía en aquellos años algunas de las casas de la
calle carecían de agua corriente, motivo por el que en ellas había diversos
recipientes cómo tinajas, cántaros o barreños en los que se hacía acopio del agua
que se obtenía de un grifo al que se accedía abriendo la tapadera de una cloaca
existente en la bifurcación de nuestra calle con la calle Bolivia.
Aquel mundo que era la Calle Chile y que he tratado de describir desde el aspecto
humano y dibujando superficialmente el decorado del escenario en el que
transcurría el día a día, tenía también sus olores, sus sonidos y no carecía de
distintos personajes que aunque no vivían allí lo frecuentaban casi a diario teniendo
la mayoría de ellos por su participación en el desenvolvimiento de la vida diaria
una relevante importancia y hasta cierto carisma, cómo podían ser el cartero, el
sereno, el basurero, el lechero, el panadero y el mielero o el heladero en
determinadas épocas del año, no faltando los vendedores ambulantes con ofertas de
frutos o productos de la temporada, predominando el transporte en carretillos
manuales o carros de tracción animal cómo era característico del vinatero o del
carbonero. Con estos personajes existía una gran complicidad pues ellos respetaban
a su clientela, sabían ser discretos y muchas veces eran portadores de noticias o
sucesos de otras zonas o barrios de la ciudad, y la gente de la calle a su vez les
mostraba deferencia y afecto, considerando la importancia que cada uno de ellos
tenían para conseguir atender las necesidades de cada día, aprovechando para
corresponder a sus distintos servicios en las Fiestas de final de año con un modesto
aguinaldo en metálico cómo respuesta a las simpáticas tarjetas de felicitación que
éstos con antelación amablemente entregaban en cada domicilio.
Los olores que muy bien podían identificar aquella añorada calle principalmente
los originaban los humos de las vetustas locomotoras que muy cerca de allí
circulaban bien cuando se encaminaban a la Estación de Ferrocarril o cuando salían
de ésta, Igualmente los que desprendían las boñigas de los animales que arrastraban
los carros de los distintos repartos o de recogida de basuras y desperdicios y los
Así cómo posiblemente el olor más agradable era el que provenía en determinadas
épocas del año de las rosas, la lila o de la hierbabuena de los jardines de algún patio
e incluso de los cercanos árboles del Paseo del Rollo cuyo fruto eran los pámpanos,
tentación comestible y a la vez dañina para los más pequeños, el sonido más
impactante en aquella calle era el que hacía el viento en días de fuerte temporal
entre la enorme estructura del Depósito de Aguas, así cómo el frecuente silbido de
las máquinas de los distintos convoyes ferroviarios y en los días estivales el que
hacía el cuco ave que anidaba en los amplios jardines de las Esclavas, pero el que
sin lugar a dudas predominaba durante todo el año era el de la chiquillería jugando
en la calle espacio y cuarto de estar entonces para todos, el cual únicamente se
abandonaba a requerimiento de la madre o de los hermanos mayores para comer,
hacer los deberes de la escuela o por la llegada de la noche a excepción del verano
que entonces tanto mayores y pequeños salían a tomar el fresco, unos a continuar
jugando y otros a disfrutar de amenas y espontáneas tertulias compartiendo el agua
de un fresco botijo.
No puedo acabar éste recordatorio de mi calle, en la cual todos nos conocíamos, sin
consignar tanto el espíritu cómo el sentimiento que en ella predominaba,
indudablemente en aquellos duros años el espíritu que prevalecía era el de
supervivencia pero cómo al principio señalo con inigualable dignidad, que cada
uno en función de sus posibilidades afrontaba en su casa cómo mejor creía o podía,
ésta actitud no impedía que dentro de la entonces predominante escasez muchas
cosas se compartieran según las oportunidades y distintas circunstancias que cada
uno pudiera disfrutar o que en su defecto le pudieran afectar, y cuando la palabra
solidaridad apenas era habitual utilizar, en mi calle el sentimiento que existía se
No dudo que ésta retrospectiva que hago de mi calle, bien pudiera hacerla igual o
muy similar cualquier vecino de mi querida y simpar Salamanca de la suya, pues el
modo de vida aquellos años en las diferentes barriadas no era muy distinto y
probablemente coincidiría conmigo concluyendo éste relato tomando como
referencia y alterando con cierto atrevimiento la poesía con la que al principio
comienzo del admirado José Mª Gabriel y Galán, diciendo “QUE ALEGRE ERA
MI CALLE Y QUE SANAS SU GENTES Y CON QUE SOLIDEZ ESTABA
UNIDA LA TRADICION DE LA HONRADEZ A ELLAS”.
Transcurridos algo más de dos años desde que tuvo lugar esta
conversación, que tanto le agradaba íntimamente recordar a
Arturo, y aprobada no hacía mucho tiempo la oposición que le
había permitido acceder al puesto de docente que ahora de forma
ilusionada ya ejercía; sintiendo un sincero y profundo dolor,
asistió una tibia mañana de una incipiente primavera al entierro
del señor Antonio. Este hombre del que tantos valores recibió,
había fallecido después de soportar una larga y dolorosa
enfermedad, dejando en la mayor de las tristezas a su Petra del
alma, quien junto a sus tres hijos, habían sido para Arturo, en
momentos decisivos de su vida, su auténtica familia y el mejor de
los refugios.
(I)
(II)
(III)
(IV)
(V)
(VI)
COMPROMISO
ADICCIÓN
RECONOCIMIENTO
TRISTE CONFUSIÓN
SINO
TORPEZA
CONTUMAZ
CAPITULACION
CONTRASTE
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