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Daniel Medvedov

MAESTRO DE TAI CHI

MADRID
2009
La idea que tiene la gente acerca de un maestro
de tai chi es, a ratos errada. Un maestro no es
maestro, al menos que alguien lo reconozca y acepte
como tal. No puede alcanzar por si mismo tal estatus.

Un maestro es como esa luna cinérea de la


fotografía: su luz es sutil y refinada, no brilla como la
luna llena. A su vez, recibe su resplandor del Sol
espiritual, a través del rosario de la tradición.
No es un idiota, es decir que no sostiene nada
privado, no reclama nada para si mismo, no pretende
nada en lo relativo a su saber. Hay que pasearse por
las páginas del Tao Te Ching y por los fragmentos de
Heráclito para tener un atisbo de su presencia en este
mundo. (Ver mi traducción de estos libros en SCRIBD)
Es una necedad pretender adquirir un
conocimiento sin un maestro que guía nuestros pasos.
Únicamente los imbéciles rechazan y niegan la
necesidad de un maestro. Pero hay algo más: para
decir que tal persona es “mi maestro”, el propio
maestro debe recibirnos y aceptarnos como
discípulos. Y ello es un merecimiento, un privilegio.
El maestro es redondo y esférico. No tiene aristas.
Su Ser está en el centro de la esfera. Nadie
puede superar a los maestros, pues nadie puede ir
más allá del centro. Bástele al discípulo ser igual a su

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maestro.
La cacareada opinión que sugiere superar al
maestro no es más que un despropósito. He visto
sujetos que adoptan la apariencia de “maestro” y no
me ha sorprendido. Pero hay que ser discípulo
primero: hay que pasar por la hilera de un guía para
luego guiar a otros. ¿Quién fue tu maestro, amigo?
Tampoco habría que comportarse, luego, como
discípulos. ¿Es paradójico, no? Cuando tienes un solo
alumno que te reconoce como su maestro, basta ya de
seguir siendo tu mismo un eterno discípulo: has
madurado amigo.
Eres padre, ya no puedes gritar por allí que eres
hijito de tu padre. Esa es la ley del discipulado.
Comprender tales materias es fruto de la sutileza
del estudio. Por otra parte, un solo discípulo otorga
esa cualidad a cualquiera, no importa cuanto conoce,
importa lo que puede saber. Y nadie sabe lo que el
otro pueda saber. Puede que seamos unos ignorantes
pero la sabiduría se esconde bajo mil capas de
modestia y urbanidad. No ladres como los perros, a lo
desconocido. Acepta con humildad tu estado de
gestación. Si acaso eres todavía un feto, ya has
pasado del estado de embrión y ahora tienes que ser
“dado a luz”, para asomar tu nariz a un mundo que
desconoces. Eso se llama ceremonia de iniciación de
los maestros ilustres de la tradición.

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A los maestros hay que buscarlos y luego, tal vez,
digo tal vez pues no lo merecemos, - vamos a ser
“encontrados” por estos ilustres caballeros de la luz.
Quien ha conocido el mundo de los maestros
nunca duda de esas verdades. Y los maestros son de
distintos tipos:
• Maestros de educación, materia que es muy
diferente del estudio
• Maestros de estudio y búsqueda, materia, a su
vez, muy diferente de la educación
• Maestros de salud, que te enseñarán los misterios
del cuerpo humano
• Maestros – guías del viajar, marineros lobos de
mar que conocen los vientos y los rumbos de la
búsqueda
• Maestros marciales, que te enseñarán la táctica y
la estrategia del combate, de la defensa y del
ataque, del camuflaje y de la lógica de la
contienda
• Maestros constructores que te enseñarán como
labrar la piedra filosofal y como apreciar los
misterios del espacio
• Maestros del arte y del deporte, de la música y de
la recreación de tu intelecto
• Maestros de la poesía, del cambio y de las
mudanzas

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• Maestros de la tradición, y del saber de los
pueblos, de la magia y del encanto de la energía
• Y por último, maestros del silencio y de la
meditación, lugar del encuentro con el Ser

¿Has conocido al menos uno de estos?

Sigue buscando, y serás encontrado, lo declaro.

Α

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5

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