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El Juez de Control.

El Juez de Control se encuentra contemplado en las reformas que sufrió la


Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en específico el artículo
16, publicadas en el Diario Oficial de la Federación el dieciocho de junio de dos mil
ocho, pues en lo que interesa se lee lo siguiente:

“...Los Poderes Judiciales contarán con jueces de control que


resolverán, en forma inmediata, y por cualquier medio, las
solicitudes de medidas cautelares, providencias precautorias y
técnicas de investigación de la autoridad, que requieran control
judicial, garantizando los derechos de los indiciados y de las
víctimas u ofendidos. Deberá existir un registro fehaciente de todas
las comunicaciones entre jueces y Ministerio Público y demás
autoridades competentes.
Las intervenciones autorizadas se ajustarán a los requisitos y límites
previstos en las leyes. Los resultados de las intervenciones que no
cumplan con éstos, carecerán de todo valor probatorio...”

Por otro lado, no debe de perderse de vista que la reforma en su conjunto


consagra el sistema acusatorio, cuyas bases son los principios de publicidad y
oralidad –en esencia-, y en el que se suprima la fase judicial instructora, siendo
sustituida por una fase pre-procesal de investigación, sin valor probatorio, y siendo
trasladados el enjuiciamiento y la prueba, al juicio oral, observándose con ello la
introducción de los procedimientos abreviados, en los que no hay esencialmente
debate y en los que se actúa, bajo la aceptación del acusado, de ahí que se hable
de la utilización del principio del consenso, como medio de pacificación del
conflicto procesal, creando con ello una serie de limitaciones a la Fiscalía o
Ministerio Público.
No cabe duda en torno a que la opción por un concreto modelo de proceso
penal, y en la medida en que éste puede ser contemplado como instrumento de
control social, no es ajena a la concepción que se profese sobre la orientación que
debe presidir las relaciones de los ciudadanos entre sí, y respecto del Estado.

También, y para destacar, debe señalarse que el juez penal en el nuevo


proceso acusatorio tiene un papel de vital importancia . Así lo señala la doctrina
cuando advierte que los jueces deben ser instrumento de convivencia pacífica,
artífices del destino del país, abrumado por la felonía de toda clase , de modo que
tienen el compromiso ineludible de orientar el proceso hacia el equilibrio, no
siempre fácil, entre dos propósitos estatales de máxima importancia como son la
realización de la justicia y la garantía de los derechos fundamentales de los
asociados. Por esta razón, al entrar en vigencia el nuevo estatuto que privilegia la
oralidad y que pretende dar desarrollo al principio acusatorio, resulta necesario y
urgente garantizar la articulación de las entidades que operan el sistema procesal
penal. Esto significa, ni más ni menos, adquirir plena conciencia de que la
trascendencia de los intereses en juego dentro de un proceso penal exige la
comprensión de sus instituciones, por encima de su aplicación mecánica .

Debido a múltiples razones, entre las que podemos señalar los principios
que se conjugan del Estado de derecho y del Estado social y democrático, se
impone la existencia de una serie de controles al ejercicio de las facultades
encomendadas legalmente hacia la Representación Social, sobremanera la
necesidad de velar por el respeto de las garantías y derechos constitucionales y,
en fin, conseguir un verdadero equilibrio entre un derecho penal sustancialista
-que en ocasiones reclama la sociedad- y un derecho penal garantista -que
consagra nuestro sistema político, que demanda el imputado y que se impone
según los estándares internacionales-.

Así, el control que debe ejercer el juez se sustenta en los siguientes


principios:
a) La debida protección a los derechos fundamentales, esto es la exigencia
de un trato digno a los intervinientes en el proceso, el respeto a la
libertad individual, el sometimiento y prevalencia de las normas que
integran las garantías individuales, el compromiso de desarrollar el
proceso con apego a las reglas de igualdad, imparcialidad y legalidad, el
respeto a la defensa material y técnica así como los derechos de la
víctimas, etc., de manera de que el control de legalidad, que lo hace un
juez, le impone indefectiblemente la obligación de brindar protección a
los derechos fundamentales, ya en cumplimiento de dicha función no
sólo actúa como juez penal sino también como juez constitucional.
b) Como quiera la aplicación del principio de oportunidad puede originar la
afectación de derechos fundamentales, por ejemplo en cabeza de las
víctimas , y la misma puede ser fruto de una decisión antijurídica, es
menester que el juez de control tenga facultades plenas para
pronunciarse de manera pronta sobre tal situación.

Si bien es cierto que hoy en día el control de legalidad constituye una


herramienta útil dentro del proceso penal, para defender la legalidad y el derecho
de libertad, el mismo, por su condición de control externo al proceso, juega un
papel similar al de otros instrumentos constitucionales, como el juicio de amparo o
el hábeas corpus o la tutela (Venezuela), sin que se le pueda equiparar a los
mismos.

Los principios pro libertate y de favorabilidad


La aplicación del principio pro libertate impone al Estado la obligación
consagrar medidas que otorguen al sindicado salvaguardas suficientes destinadas
a defender en forma integral y eficaz su libertad.

Por ello, las restricciones legales que excluyen al imputado de las garantías
idóneas y suficientes para la defensa de sus derechos, deben estar plenamente
justificadas a partir de un principio de razón suficiente, vinculado al logro de un fin
constitucional válido .

Así mismo, el principio de favorabilidad en la interpretación de la


oportunidad para intentar el control de legalidad, impone que, en caso de duda
entre dos o más interpretaciones razonables de una misma disposición procesal,
el operador deba preferir aquella que favorezca al procesado, lo cual, además,
constituye un desarrollo material de la regla universal relativa a la presunción de
inocencia.

Así también, el Juez de Control, dentro de sus facultades resolutivas tiene


las siguientes características.

a) Es un control judicial.- la única autoridad que puede ejercer el


control de legalidad sobre la aplicación del principio de
oportunidad, es un juez, cualquier juez, que para el caso tenga
asignada la competencia. Esta característica se deriva del
principio constitucional de reserva judicial en materia de justicia
penal.
b) Es un control formal y material. Como ya quedó señalado, el
control lo realiza el juez tanto sobre las cuestiones formales, es
decir, (i) vigila que se hayan cumplido los ritos propios
establecidos para el desarrollo de estos trámites y, además, (ii)
debe constatar que no se está desconociendo la constitución y la
ley, especialmente vigilando que se haya cumplido con el debido
proceso y de derecho de defensa.
c) El control es obligatorio. La aplicación de las medidas
precautorias, sin el control que debe ejercer el juez, carece
completamente de valor. No es oponible jurídicamente, no puede
ejecutarse.
d) Es un control automático. Además de obligatorio, el control por
parte del juez es automático, lo cual significa que no se requiere
ninguna exigencia o excitación especial a la Fiscalía para que sea
revisado por el Juez la medida precautoria.
e) Es un control sometido a las reglas de la legalidad. El juez que
ejerce el control de legalidad sobre la aplicación de medidas
precautorias, está sometido a la Constitución y la Ley. Por ello, si
desborda el marco jurídico dentro del cual puede moverse, sus
decisiones serán ilegales. La ilegalidad de tales decisiones puede
conducir a que se utilicen por los intervinientes las herramientas
del proceso para buscar su saneamiento, sin olvidar que también
se puede acudir a la acción del juicio de amparo o tutela
constitucional en los casos de groseros y evidentes ataques a los
derechos fundamentales.

Clases de decisiones que puede tomar el juez de control

En éste orden de ideas, consideramos que el juez de control, al


momento de ejercer el control de legalidad sobre las decisiones que solicite
la Fiscalía respecto de la aplicación de medidas precautorias, se puede
pronunciar en los siguientes sentidos:

a). Aprobación de la solicitud de la Fiscalía. El primero, y


seguramente el más común de los pronunciamiento que hace el juez de
control al momento de poner en práctica la aplicación de sus facultades,
será aquel en el que señale que toda la actuación se ajusta a la
Constitución y la ley, por lo que en consecuencia no se han desconocido los
derechos y garantías ni de la sociedad ni los del imputado.
La libertad del imputado, de una parte, y la preclusión de la
investigación, de otro lado, son las consecuencias inmediatas de un
pronunciamiento favorable por parte del juez.

b). Rechazo de la petición de la Fiscalía. Pero puede ocurrir que la


petición de la Fiscalía, desconozca la Constitución y la ley, situación que
debe llevar al juez que controla la legalidad de dicho procedimiento a
rechazar lo pedido. Lógicamente, el rechazo de tal petición debe hacerse en
una providencia motivada, en la que se explique con detalle qué es lo que
hace improcedente el pedimento y por ello su improbación.

El juez debe preocuparse porque en estos casos quede debidamente


explicado el motivo de orden constitucional o legal, o la razón político-criminal que
le hace proferir una tal decisión. 1

En ese tenor, en Colombia se contempla que el sistema de las medidas de


aseguramiento está construido sobre la base de la gradualidad de las medidas. En
consecuencia, el juez debe escoger la medida más adecuada de acuerdo con el
listado aportado por el Código y de acuerdo con los hechos y diversas
circunstancias, y siempre bajo el supuesto de la excepcionalidad y restrictividad de
las medidas privativas de la libertad o medidas precautorias. 2

I) De manera general, en relación por ejemplo con la figura de la orden de


aprehensión, en el derecho procesal penal comparado, ésta se acepta sólo en
función de su carácter preventivo-procesal. El carácter de pena de la medida, está
descartado en el ámbito internacional, no sólo por la doctrina, sino y sobre todo,
por la jurisprudencia internacional.

1
Cfr http://derechopenalcolombia.blogspot.com/2005/08/el-juez-de-control-de-garantas.html
2
Cfr http://www.ramajudicial.gov.co/csj_portal/assets/020-Manual%20Juez%20de%20Garantias-
SPA.pdf
En el caso colombiano, el peligro para la comunidad o para la víctima,
también es considerado en función de las medidas de aseguramiento. Por su
carácter excepcional y por los riesgos que entraña, estas circunstancias deben
evaluarse con mucho cuidado e interpretarse por el juez de manera restrictiva.

Los fines de la detención o aprehensión sólo pueden ser fines de


“aseguramiento del procedimiento y de la ejecución, porque la legitimación de la
prisión preventiva se deriva exclusivamente de tales intereses de aseguramiento:
hacer posible un procedimiento en presencia del imputado con oportunidad de
averiguar la verdad y la imposición de las consecuencias penales. Esto justifica los
fundamentos de la detención basados en la fuga y el peligro de obstrucción de
averiguación de la verdad”. (Hassemer).

Por ello, no son el resultado de sentencia condenatoria ni requieren de


juicio previo; buscan responder a los intereses de la investigación y de la justicia al
procurar la comparecencia del acusado al proceso y la efectividad de la eventual
sanción que llegare a imponerse. La detención persigue impedirle al imputado la
fuga, la continuación de su actividad delictual o las labores que emprenda para
ocultar, destruir, deformar o desvirtuar elementos probatorios importantes para
la instrucción.

La Corte Interamericana de Derechos Humanos, a partir del artículo 8.2 de


la Convención Americana que se refiere a la presunción de inocencia, establece
que de dicha disposición, surge la obligación “estatal de no restringir la libertad del
detenido más allá de los límites estrictamente necesarios para asegurar que no
impedirá el desarrollo eficiente de las investigaciones y que no eludirá la acción de
la justicia, pues la prisión preventiva es una medida cautelar, no punitiva”. Por todo
lo anterior, el juez debe evaluar, de acuerdo con los principios que aquí se han
establecido, no sólo la procedencia legal en sí de la medida, sino y sobre todo,
que ella cumpla los fines constitucionales previstos.
Estos fines, como se ha dicho, son específicamente los fines de carácter
preventivo-procesal o de aseguramiento de la comparecencia; ellos no están
relacionados con fines de la pena. Si el Juez de Control no hace juicios de
responsabilidad penal, las medidas de aseguramiento no cumplen las funciones
de la pena, que corresponden al ámbito de la punibilidad, que es posterior al juicio
final de responsabilidad.

De esa guisa, se puede establecer ciertos requisitos para decretar las


medidas preventivas, como lo son:

a) La noción de razonabilidad, que es la inferencia que haga el Juez de


Control, respecto de que cuando de los elementos materiales probatorios y
evidencia física recogidos y asegurados o de la información obtenidos legalmente,
se pueda inferir razonablemente que el imputado puede ser actor o partícipe de la
conducta delictiva que se investiga, siempre y cuando con la expedición de la
medida de detención se muestre como necesaria para evitar que el imputado
obstruya el debido ejercicio de la justicia o que el imputado constituye un peligro
para la seguridad de la sociedad o de la víctima o que resulte probable que el
imputado no comparecerá al proceso o que no cumplirá la sentencia.

b) Obstrucción de la justicia. Se entiende en la doctrina internacional, como


el peligro de obstaculización; esto es, (i) cuando existan motivos graves y
fundados que permitan inferir que el imputado podrá destruir, modificar, dirigir,
impedir, ocultar o falsificar elementos de prueba o (ii) que también exista la
posibilidad de actuar el imputado contra ciertos sujetos (testigos, peritos o terceros
para que informen falsamente o se comporten de manera desleal o reticente), o
cuando (iii) se tengan motivos fundados para inferir que el imputado va a impedir o
dificultar la realización de las diligencias o la labor de los funcionarios y demás
intervinientes en la actuación.
c) Prohibición de exceso. En relación con el principio de gradualidad hay
que tener en cuenta que uno de los fundamentos de la función de control, es
aquello que en la doctrina se denomina “prohibición de exceso”. Ello está
relacionado, tanto con el principio de gradualidad, como con la fundamentación de
necesidad y proporcionalidad de la medida. Significa que si el Fiscal solicita a un
Juez de Control de una medida en particular, el juez puede, luego de una
evaluación pertinente, desechar los argumentos del Fiscal en función de dicha
medida, y resolver imponer otra, siempre y cuando, desde luego, sea ésta menos
gravosa y favorable al principio de libertad.

II) En otro orden de ideas, en lo atinente a las medidas cautelares sobre


bienes, conviene saber que son aquellas relativas medidas que afectan el derecho
a la propiedad en la fase de investigación penal.

Las variables para controlar en este caso serán las siguientes:

1. La calidad de los bienes. Es decir, se trata de evaluar si son bienes


producto directo o indirecto del delito, o sobre aquellos utilizados o destinados a
ser utilizados en los delitos dolosos como medio o instrumento para la ejecución
del mismo. La evaluación se hará sin perjuicio de los derechos que tengan sobre
ellos los sujetos pasivos o los terceros de buena fe.

2. El monto de los bienes.

3. El estatuto procesal exige que se realice una inferencia relativa a que los
bienes o recursos son producto directo o indirecto de un delito doloso, que su valor
equivale a dicho producto, que han sido utilizados o estén destinados a ser
utilizados como medio o instrumento de un delito doloso, o que constituyen el
objeto material del mismo. Claro está, los motivos fundados deben ser aportados
por la Fiscalía y al juez le corresponde su corroboración y sus excepciones. La
inferencia razonable del juez, debe adelantarse de acuerdo con la noción de
motivos fundados.

Para los efectos del decomiso, se entenderán por bienes los siguientes:

a. Todos aquellos que sean susceptibles de valoración económica o sobre


los cuales pueda recaer derecho de dominio.

b. Bienes corporales o incorporales.

c. Bienes muebles o inmuebles.

d. Bienes tangibles o intangibles.

e. Documentos o instrumentos que pongan de manifiesto el derecho sobre


los mismos.

Las medidas materiales para garantizar el comiso son:

A. Incautación.

B. Ocupación.

La medida jurídica es:

Suspensión del poder dispositivo.

4. Medidas relativas a la suspensión del poder dispositivo sobre bienes.


Estas medidas se relacionan con una circunstancia especial del proceso que se
refiere a los casos en los que la Fiscalía, en desarrollo de la investigación, llega a
la audiencia de imputación o a la audiencia preliminar, y se requiere suspender el
poder dispositivo de bienes afectos a comiso, mientras se resuelve definitivamente
sobre su devolución.

La solicitud de la suspensión del poder dispositivo sobre bienes debe


consultar diferentes hechos o circunstancias:

1. El interés de la justicia.

2. El valor del bien.

3. Viabilidad económica de su administración.

Para controlar estas circunstancias exigidas legalmente, el juez debe aplicar


el principio de proporcionalidad. El interés de la justicia, debe ser ponderado en
función de los fines procesales de la diligencia.

III) Otra medida precautoria lo es la suspensión de las personerías jurídicas


o el cierre temporal de los locales o establecimientos abiertos al público. En este
caso el control es básicamente un control de legalidad, en cuyo examen el juez
evaluará si existen motivos fundados que permitan una inferencia sobre la
dedicación total o parcial de la persona jurídica al desarrollo de actividades
delictivas. En el juicio de razonabilidad de la medida, el Juez de Control debe tener
en cuenta no sólo la afectación probable del derecho de propiedad, sino también,
la afectación probable del derecho al trabajo. Éste es un hecho fundamental. Tal
como se vio en las medidas de aseguramiento, las circunstancias laborales y la
derivación del sustento material de una persona, debe tenerse en cuenta frente a
este tipo de medidas.

IV) También existen las medidas patrimoniales a favor de las víctimas, tal
situación se ordena respecto de la restitución inmediata a la víctima de los bienes
objeto del delito que hubieren sido recuperados,
V) Medidas de allanamientos, registros, incautaciones e interceptación de
comunicaciones. Se puede decir, de manera general, que no sólo en relación con
este tipo de medidas, el control de juez no es sólo formal, sino material: de allí su
papel como juez constitucional respecto de la protección de los derechos y
garantías.

Tres son los aspectos que en forma genérica deben siempre tener en
cuenta los jueces de control, en función de este tipo de actuaciones.

1. Motivación de la diligencia. El contexto natural de afectación se da en dos


derechos fundamentales, esto es, la inviolabilidad domiciliaria y, como
consecuencia, el derecho a la intimidad. No podrán hacerse registros,
allanamientos ni incautaciones en domicilio, residencia, o lugar de trabajo, sino en
virtud de orden escrita, con arreglo de las formalidades y motivos previamente
definidos en la ley, Se entienden excluidas las situaciones de flagrancia y demás
contempladas por la ley.

2. Pertinencia. De la misma forma que en las medidas que requieren


autorización judicial previa, para que se cumplan las exigencias constitucionales,
en este caso, se exige un examen de pertinencia por medio del cual se verifica
que la medida optada por la Fiscalía, ha de resultar relevante para la obtención
probatoria, y que efectivamente no existía un medio distinto sin el que se pudiese
llegar al mismo resultado.

Se trata de una aplicación más del principio de proporcionalidad.

3. Verificación de respeto a los derechos fundamentales. Éste es el aspecto


de mayor importancia. Si se atiende bien a la decisión de constitucionalidad, se
está en presencia de un examen material sobre el procedimiento en sí mismo. En
este sentido juegan aspectos tan importantes como la dignidad humana, los tratos
crueles inhumanos o degradantes, el exceso en la ejecución de la medida, etc. La
noción de control material, se relaciona directamente con la verificación del
impacto de la medida sobre los derechos fundamentales.

En la misma tesitura, el Código de Procedimientos Penales para el Estado


de Chihuahua menciona en sus numerales 8, 9 y 256, lo siguiente:

“Artículo 8. Medidas cautelares.


Las medidas cautelares durante el proceso, restrictivas de la libertad
personal o de otros derechos, previstas en este Código, tienen
carácter excepcional, y su aplicación debe ser proporcional al peligro
que tratan de evitar y a la pena o medida de seguridad que pudiera
llegar a imponerse.

Artículo 9. Protección de la intimidad.


Se respetará el derecho a la intimidad del imputado y de cualquier
otra persona, especialmente la libertad de conciencia, el domicilio, la
correspondencia, los papeles y objetos, así como las
comunicaciones privadas. El cateo, decomiso o intervención sobre
cualquiera de ellos, sólo podrá realizarse con autorización del Juez
competente.
Ninguno de los intervinientes en el proceso podrá divulgar datos
sensibles o información personalísima de la víctima u ofendido,
imputado o testigos, y esta prohibición se mantendrá incluso
después de terminado el proceso.”

Artículo 256. Interceptación y aseguramiento de comunicaciones y


correspondencia.
Cuando en el curso de una investigación sea necesaria la
intervención de comunicaciones privadas, el titular del Ministerio
Público solicitará al Juez de Distrito la autorización correspondiente,
sometiéndose, en su caso, a las disposiciones de la legislación
federal pertinentes.
No se podrán interceptar las comunicaciones entre el imputado y su
defensor.”

Situación que se refrenda en la Carta Magna, pues en su artículo 16, en lo


que interesa dice que:

“...Exclusivamente la autoridad judicial federal, a petición de la


autoridad federal que faculte la ley o del titular del Ministerio Público
de la entidad federativa correspondiente, podrá autorizar la
intervención de cualquier comunicación privada...”

De lo trascrito, se observa una inconsistencia ya que es relegado el Juez de


Control Local a que sea el agente del Ministerio Público quien solicite la
intervención de comunicaciones al Juez de Distrito y no directamente lo pueda
hacer el Juez Penal del Fuero Común.

Por otro lado, otro ejemplo lo tenemos en el artículo 238 del Código de
Procedimientos Penales para el Estado de Chihuahua, que dice:

“Artículo 238. Cateo de otros locales.


Para el cateo de oficinas públicas, locales públicos, establecimientos
militares, templos o sitios religiosos, establecimientos de reunión o
recreo, mientras estén abiertos al público y no estén destinados para
habitación, podrá prescindirse de la orden judicial, con el
consentimiento expreso y libre de las personas a cuyo cargo
estuvieren los locales. Si ello fuere perjudicial para el resultado
procurado con el acto, se requerirá el consentimiento al superior
jerárquico en el servicio o al titular del derecho de exclusión. De no
ser otorgado el consentimiento o no ser posible recabarlo, se
requerirá la orden de cateo.
Quien haya prestado el consentimiento será invitado a presenciar el
acto.”

Conviene saber el contenido conducente del numeral 16 del Pacto Federal:

“...En toda orden de cateo, que sólo la autoridad judicial podrá


expedir, a solicitud del Ministerio Público, se expresará el lugar que
ha de inspeccionarse, la persona o personas que hayan de
aprehenderse y los objetos que se buscan, a lo que únicamente
debe limitarse la diligencia, levantándose al concluirla, un acta
circunstanciada, en presencia de dos testigos propuestos por el
ocupante del lugar cateado o en su ausencia o negativa, por la
autoridad que practique la diligencia...”

De lo descrito, es evidente que no respetó el pacto federal la legislación


común, pues los cateos sólo pueden ser expedidos por la autoridad judicial y
nadie más.
Así, de los ejemplos estudiados se observa el desconocimiento que impera
aún en la aplicación de las reformas a la Constitución Federal, sin embargo es
loable la actitud que tuvo el Estado de Chihuahua en ser uno de los primeros en
aplicar a su legislación las reformas constitucionales.

Otro ejemplo, lo son los artículos 253 y 254 del aludido Código, que
señalan lo siguiente:

“Artículo 253. Clausura de locales.


Cuando para averiguar un hecho punible sea indispensable
clausurar un local, el Ministerio Público procederá en consecuencia.
Artículo 254. Control.
Los interesados podrán objetar ante el Juez las medidas que adopte
la policía o el Ministerio Público, sobre la base de las facultades a
que se refiere este apartado. El Juez resolverá en definitiva lo que
corresponda.”

De lo dicho, se observa que en el primer numeral se soslaya la obligación


que tiene el agente del Ministerio Público de solicitar las medidas precautorias que
practique, pues no obstante que el apartado en el que se encuentren mencione
que son medios de investigación, lo cierto es que se atenta en contra de la
propiedad y uso de un bien inmueble, ya que aunque el artículo 16 de la
Constitución Federal marca que:

“...Los Poderes Judiciales contarán con jueces de control que


resolverán, en forma inmediata, y por cualquier medio, las
solicitudes de medidas cautelares, providencias precautorias y
técnicas de investigación de la autoridad, que requieran control
judicial...”

Lo cierto, es que la ley local en comento excede la interpretación


constitucional al señalar que no se requiere solicitud del agente del Ministerio
Público respecto a la clausura de locales, pue en esencia es una medida
precautoria, quedando laxo el texto “que requieran control judicial”, pues lo
verídico es que se abusó de esa prerrogativa constitucional por parte del
legislador local, contraviniendo aparte las reglas de la legalidad, descritas con
anterioridad, en las que el juez que ejerce el control de legalidad sobre la
aplicación de medidas precautorias, está sometido a la Constitución y la Ley. Por
ello, si desborda el marco jurídico dentro del cual puede moverse, sus decisiones
serán ilegales. La ilegalidad de tales decisiones puede conducir a que se utilicen
por los intervinientes las herramientas del proceso para buscar su saneamiento,
sin olvidar que también se puede acudir a la acción del juicio de amparo o tutela
constitucional en los casos de groseros y evidentes ataques a los derechos
fundamentales.

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