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En este sentido, puedo decir que las lenguas han evolucionado, hasta llegar a permitir un
espacio para la mujer, más allá del ámbito privado; lo que incide drásticamente en la
evolución que éstas tendrán. Las lenguas pueden variar, pero a la vez pueden hacer que
cambiemos nuestra visión acerca de la realidad, lo que debe permitir apropiarnos de los
espacios lingüísticos, que pertenecen a la mujer y atrevernos a traspasar los límites
impuestos por décadas.
Aunque se ha avanzado bastante, aún no logramos que la mujer, además de ser visible,
sea audible, en consecuencia debemos considerar que la lengua es un órgano vivo, que
influye en la percepción de mundo. De esta manera, la mujer ha sido desclasada por los
hombres y ha sido tratada de manera peyorativa. Por décadas el femenino ha sido
utilizado de manera subordinada al masculino, siendo el lenguaje una de las tantas
formas que ha utilizado el hombre para supeditar a la mujer.
Es por esto, que debemos ser concientes de la responsabilidad que tenemos en poner el
tema del lenguaje sexista sobre el tapete y de esta manera ir ganando el espacio que por
años se nos ha negado. La escuela es el lugar apropiado para generar debate entre los
estudiantes, sobre la importancia y las consecuencias que tiene el uso de lenguaje
sexista, así como también cuales son los beneficios que conlleva un cambio en la lengua
y en la mentalidad de las personas.