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-Muerte súbita.
-Me lo temía- dijo el inspector Fenacio.
Carlos Fenacio estaba a cargo de la investigación de una muerte corriente que se
había producido en las montañas del norte del país. Este policía estaba a punto de
jubilarse, y su sexto sentido por haber estado tanto tiempo en la policía le decía
que aquello era más que una muerte. Pero no pudo comprobarlo, puesto que no
disponía de muchos datos. El cadáver había sido retirado de la escena ya hacía
tiempo por los forenses. Como se suponía que a este inspector no le quedaban ya
muchos casos por delante, le dieron un caso que prometía ser fácil.
-Un resumen, Fernando.
-Paro cardiaco a las 23:00. Lo podemos saber exactamente por el parte
meteorológico. El cadáver estaba cubierto por unos 5 cm de nieve y al menos
habrá otros 20 debajo, aunque había un pequeño agujero al lado del cuerpo. No
pudimos comprobar nada porque el cuerpo no estaba en el sitio de la muerte
-dijo su amigo Fernando, el forense.
- ¿Y eso por qué?
- A un kilómetro hay un templo, y no se sabe por qué, está interesado en hacer
unas obras justo aquí. De hecho, el cadáver fue descubierto por los obreros.
Bueno, por un paseante que estaba aquí mirando mientras se retiraba la nieve.
- Mmm... Antes me hablaste de un parte meteorológico, ¿podrías darme más
detalles?
- Nevó a las 22:07 y paró 30 minutos más tarde. Volvió a empezar a las 23:00,
exactamente el momento de la muerte, por eso lo sabemos todo con tanta
exactitud. Durante su muerte cayó también una fuerte y extraña tormenta de
rayos a tan sólo un kilómetro, justo encima de templo.
-¿Es posible que la muerte se haya producido por un rayo?
- Lo pensamos al principio, pero lo descartamos rápidamente. La tormenta no se
acercó más. Es raro, porque aunque los rayos cayeron a tan sólo un kilómetro,
deberían caer a tres.
-Muchas gracias, Fernando, voy a leer el informe que supongo que ya estará en
mi despacho- dijo el inspector.
Fenacio volvió a comisaría a leer el informe que seguramente ya tendría
preparado. Efectivamente, cuando llegó a su gran despacho vio una carpeta llena
de papeles.
El inspector ya tenía varias ideas sobre el caso, pero le parecían demasiado raras.
Empezó a leer el primer apartado, que decía: Víctima
Comisaría de Policía central. Caso 266313-AGD
Víctima: Aprés Montes, Juan
Nacionalidad: Española
Datos: Residía en un templo a 1 km del lugar de la muerte. Iba en sentido
contrario...
Fenacio miró y remiró lo que acababa de leer, incrédulo al papel. Tenía el caso
ganado. Sólo le faltaba saber el asesino y el móvil. Saltó como un resorte de la
silla y recorrió corriendo la comisaría, sin darse cuenta que acababa de atropellar
al comisario jefe, que iba hacia se despacho a decirle algo. Montó en su coche y
fue directo hacia las montañas. Tardó media hora en llegar. Justo cuando estaba
en la escena del crimen fue a buscar a Fernando, que se suponía que debía estar
allí. Cuando lo encontró le empezó a preguntar:
-¡Fernandoooo!¡Fernandoooooo!
-¿Si?
-¡Fernandoooo! ¿Cómo estaba la víctima en el momento en el que se encontró?
-El visitante que lo vio dijo que estaba tirado, como si se hubiera desplomado.
Pero...
-¿Pero...?
- Los informes del Instituo Anatómico dicen que estaba arrodillado en el suelo.
Escarbando en la nieve, mejor dicho. Ah, la última vez se me olvidó decírtelo,
encontramos un baúl cuando estábamos haciendo la inspección para buscar el
arma del crimen. Y... encontramos un baúl de metal y dentro había, ni nada más
ni nada menos que ¡un montón de joyas! Les estamos haciendo una prueba para
saber de quién son.
-Mmm... ¿Sabes quién es el paseante que encontró el cuerpo?
-Ni siquiera a mí me está permitido saber esos datos. No creo que a ti te dejen.
Es un tanto extraño- dijo el forense.
-¿Sabes dónde están los ocupantes del templo?
- Los están interrogando. No puedes hablar con ellos.
-Bien, entonces iré a la escena del crimen. Iré solo, no hace falta que me
acompañes.
-Hasta luego
Fernando continuó trabajando en unos importantes papeles que tenía pendientes
y se le pasó el tiempo muy rápido. Miró a su reloj y vio, alarmado, que eran ya
las 10 de la noche. Fue al parking a coger su coche cuando vio que allí quedaban
dos: el suyo y el del inspector. De modo que foe a buscarlo a la escena del
crimen donde dijo que estaría.
Fernando se asomó y del impacto que le produjo la escena que vio cayó hacia
atrás, desmayado. El inspector Fenacio yacía muerto sobre el suelo cubierto de nieve.
Gallo ya lo sabía todo, pero no quería compartir su informe con los demás.