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Píldora Del Día Después y Amor Ciego
Píldora Del Día Después y Amor Ciego
Hace unos días escuché en un vagón del metro una lamentable, pero certera
aseveración: el final de “Amor Ciego” (para los pocos, poquísimos que no sepan, el
último dating show transmitido por Canal 13) va a tener a medio Chile atento. El tono
de quien lo dijo (un veinteañero acompañado de sus amigos) no sólo revelaba su
excitación por el desenlace que esa noche tendría el programa, sino que su afirmación
dio perfectamente en el clavo: a la mañana siguiente la farándula halagaba los … puntos
de rating obtenidos por el programa de la estación católica. Sí, medio Chile (o más)
estuvo atento al final del reality. Porque la fórmula ha sido siempre exitosa. Las
relaciones de pareja, los conflictos y la sexualidad están en gran parte de la
programación que la TV nos entrega a diario. La sexualidad y su omnipresencia se
explican porque son parte de nuestra naturaleza, somos sexuados y sexuales. Y entender
ello es de suma importancia en una sociedad que se dice cada vez más abierta.
Por esto, el comunicado que prohíbe la entrega de la “Píldora del día Después”
(Levonorgestrel) en el sistema público de salud, emitido por el Tribunal Constitucional
(TC), atenta gravemente contra derechos fundamentales de las y los chilenos. En primer
lugar, constituye un inaceptable retroceso en la búsqueda de equidad, pues el fármaco en
cuestión sólo podría ser obtenido en farmacias, es decir, mujer con dinero para
comprarlo, mujer con derecho sobre su sexualidad y vida reproductiva. Por otra parte,
vemos cómo una política que obedece a criterios estrictamente relacionados con salud
pública (por cuanto pretende prevenir embarazos no deseados a causa de una violación,
por ejemplo, cientos de muertes por práctica de abortos clandestinos, entre otros
problemas que sufren miles de mujeres), es truncada por las presiones e influencias que
en Chile continúa ejerciendo la iglesia católica y el poder a ella asociado.
Pero por sobre todas las cosas, frenar la entrega gratuita de la píldora en nuestro
sistema público de salud -repito, consintiendo sólo su comercialización en farmacias-
debe ser percibida como una inaceptable señal para las actuales y futuras generaciones,
para los jóvenes. Son ellos, en tanto sujetos de derecho y ciudadanos quienes
responsablemente debe tener la legítima libertad para decidir cómo vivir su sexualidad.