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Tomado del Diario La Opinión – Cúcuta, Colombia

Ene-29 04:34 p.m.


NIÑO CUCUTEÑO FUE UNO DE LOS GANADORES EN CONCURSO NACIONAL DE CUENTO

Jeiner Sierra Franco de 10 años, y estudiante del colegio integrado Juan Atalaya, fue uno de los ganadores del
concurso nacional de cuento RCN - Mineducación. La imagen corresponde a la premiación en el teatro Heredia de
Cartagena. (Foto Especial para La Opinión).

Isaías Romero Pacheco Enviado especial La Opinión


Cartagena

Ser el más pequeño de los participantes no le incomoda para nada. Juan Gossaín al
proclamarlo uno de los ganadores del Concurso Nacional de Cuento Germán Espinosa que
organiza el Ministerio de Educación y RCN Televisión, tuvo que acomodarse bien los lentes:
“Claro, si es más alta la tarima”, comentó.

En las últimas versiones del Concurso, los noveles autores nortesantandereanos siempre han
estado presentes entre los finalistas y ganadores.

Curiosamente todo indica, como en las presunciones de Manuel Iván Urbina, que la ciudadela
Juan Atalaya tiene mucho que contar. Igual que el año pasado, el ganador a nivel nacional
2010 es Jeiner Fernando Sierra Franco, de 10 años, quien estudia en el Colegio Integrado de
esa populosa zona de Cúcuta, junto a otros 10 niños de su edad y 35 ganadores en las
modalidades de estudiantes y docentes.

LA CHIVA DE CAMILO

Los atentos niños, jóvenes y docentes fueron escuchando sus nombres para ser reconocidos
como promesas en la literatura nacional. Muchos de ellos seguramente seguirán un camino
literario, otros lo reafirmarán pero en el caso de Jeiner lo más emocionante ha sido el mar y el
computador portátil que incluye la premiación.

Junto a su madre, Astrid Franco, una sencilla señora de falda larga, Jeiner es muy inquieto y le
interesa leer aunque no tiene muchos libros en la casa. Camilo y La Chiva fue el cuento
seleccionado entre más de 15.000 participantes en esta modalidad y que complementan la
premiación extendida a estudiantes universitarios y docentes en la versión 2010 en la que más
de 36.000 cuentos llegaron de todas partes del país. Los ansiosos ganadores son en su mayoría
de instituciones educativas de Bogotá y Cali, aunque hay llaneros, cartageneros y araucanos.
Jeiner Fernando dijo a La Opinión que su historia está basada en una chivita que le regaló su
abuelo hace varios años, y el nombre de Camilo por un amigo que se mató montando bicicleta.
Se considera un profundo hincha del fútbol y aunque algunos de sus amigos le consideran un
“picado” por haber obtenido éste mérito siente que es un paso importante en su vida, aunque
entre risas confiesa que no es propiamente una pasión. Al ser abordado por otros medios de
comunicación, Jeiner con su sencillez recuerda que su mamá le insistió en cambiar el término
“arrecha” por “enojada”, ya que era menos tosco para referirse al estado anímico de la
protagonista, “una chivita que solo hacia comer y comer”.

Por lo pronto disfrutará al máximo de la playa y espera ingresar con cierto nerviosismo al
quinto grado de primaria en su Colegio en Atalaya, a reencontrarse con amigos y profesores.
Seguramente tendrá muchas cosas que contar de la experiencia de estar muy cerca de las
grandes figuras de la literatura a la orilla del mar, y la oportunidad de invertir su tiempo más
allá de la cotidianidad a través de la palabra.

PERFIL DEL GANADOR

Cuento: Camilo y la Chiva


Autor: Jeiner Fernando Sierra Franco
Institución educativa: Colegio Integrado Juan Atalaya
Ciudad: Cúcuta (Norte de Santander)

Cuento: Camilo y la Chiva

A Camilo, su abuelo le ha regalado una pequeña chiva


para que la cuide y la pastoree y se haga responsable
del animal, pero el niño no asume su responsabilidad
y el animal huye de la finca a buscar alimento en otros
pastizales. El pequeño, angustiado, emprende su búsqueda de manera infructuosa hasta que
su abuelo conmovido decide ayudarle a encontrarla. Después de hallar al animal, el niño
continúa con su indiferencia hacia el animal, llevándolo a huir por segunda vez. De nuevo lo
encuentran, pero en esta ocasión la chiva de Camilo vuelve con muchísima hambre y empieza
a comerse todo lo que encuentra a su paso.

"Erase una vez un niño llamado Camilo que vivía en una finca de su abuelo. Un día el abuelo le
regaló una chiva pequeñita para que Camilo la cuidara y la pastoreara. Pero Camilo era un niño
perezoso y no le prestaba atención porque se la pasaba jugando…".

Autor: Jeiner Fernando Sierra Franco

A sus 10 años, los que cumplió el pasado 30 de diciembre, Jeiner Fernando Sierra Francio es
uno de los 10 ganadores de la categoría de estudiantes hasta de séptimo grado del Tercer
Concurso Nacional de Cuento. Haber obtenido este triunfo le trajo mucha satisfacción, pero lo
que más le alegra es haberle hecho realidad un sueño a su mamá. "Ella se puso muy contenta y
alegre. Uno de sus deseos es conocer el mar y con el premio que nos dan es posible que ella lo
conozca", dice con un dejo de satisfacción y emoción.
Para Jeiner encontrar la inspiración para escribir su cuento no fue difícil. "Yo mismo inventé el
cuento, todo salió de mi imaginación, de mi cabeza. Los protagonistas de la historia salieron
primero porque yo tuve una chivita que mi papá me regaló el año pasado y a los tres meses
unos perros me la mataron; y segundo escogí el nombre de Camilo, porque quise hacerle un
homenaje a un amigo que se llamaba igualito, y que se mató montando bicicleta: un día se
estrelló contra un poste y se mató. Así saque los personajes de mi historia".

Aunque parecen un poco trágica las ideas que dieron vida al cuento de este joven escritor
cucuteño, él afirma que su cuento tiene muchísima imaginación y por eso pensó que era
posible que una chiva lograra comerse una casa para saciar su hambre.

Al preguntarle a Jeiner qué lo motivó a enviar su escrito al Concurso este despierto niño
contesta que "en realidad un día el coordinador paso por el salón y le dijo a la profesora que
buscara a los niños que tuvieran mucha imaginación. Cuando nos escogieron, nos llevaron
fuera del salón y en ese momento el coordinador nos preguntó que si nosotros podíamos
escribir un cuento basándonos en nuestra imaginación, y todos dijimos que ¡listo! Luego
cuando llegue a la casa le dije a mi mamá: "mami tengo que inventar un cuento"; mi mamá no
me puso mucho cuidado; yo, ahí mismo me senté a escribir la historia, pero eso sí, ella me
ayudó a corregirlo sugiriéndome cosas, por ejemplo, yo ponía ‘arrecho’ y ella me decía que era
mejor escribir la palabra ‘molesto’".

Pero su madre no era la única persona que cumplía la función de editora del cuento. Jeiner
también acudía al coordinador de su colegio para corregir su texto. "El coordinador me decía
métale más imaginación y me motivaba para imaginar muchas cosas que luego metía en mi
cuento", asegura el joven.

Este pequeño comenta que es un buen lector y que le gusta leer todo los textos y cuentos que
sus profesores le recomiendan o le dejan de tarea; y argumenta que esto lo hace porque cree
en lo que sus profesores le dicen: "La profesora de español nos dice que uno debe leerse como
mínimo 12 libros al año, y que leer le permite a uno ampliar la mente y conocer muchas más
cosas. Por eso yo tengo todo un estante para poner mis libros, y aunque hasta el momento
tengo apenas tres que me regaló el profesor Manuel Iván, el coordinador, espero poder tener
en ese estante muchos más".

Según Jeiner Fernando, en su corta vida como lector los libros que más le han gustado son ‘El
Alma de los Libros’ y ‘Los Ángeles’ ya que estos narran historias donde se resaltan valores
como la amistad y el amor.

Ahora Jeiner comenta que espera ansioso el momento de pisar suelo cartagenero, conocer en
el Hay Festival 2010 a los otros niños que ganaron en el Concurso y poder compartir con ellos,
así mismo espera ansioso poder conocer el mar junto con su mamá. "He oído que Cartagena es
un lugar turístico, por eso me imagino que debe ser una ciudad muy bonita, y cuando esté en
frente del mar espero encontrarme una estrellita de mar".
Ene-31 09:55 p.m.

Tomado del Diario La Opinión – Cúcuta, Colombia

Camilo y la chiva salieron de Tucunaré y triunfaron en Cartagena

(Fotos Carlos Patiño / La Opinión)

ERNESTO DUARTE OSSA

ernesto.duarte@laopinion.com.co

Del mar salió la inspiración para el segundo cuento que empezó a cranear el niño
Jeiner Sierra Franco. La decisión la tomó en su casa de tabla, en la zona de alto riesgo
de Tucunaré, luego de ganar en Cartagena el Concurso Nacional de Cuento.

Camilo y la chiva es el título de la historia galardonada. Ahora escribirá sobre el


crustáceo viajero que logró colarse en un avión pero al ser descubierto debió quedarse
en la fría Bogotá.

En compañía de Astrid Franco, quien es la mamá, este héroe de la palabra y la


escritura se encontraban en la playa cartagenera cuando divisaron un cangrejo. Entre
ambos lo atraparon.

El pequeño de diez años lo echó en un vaso grande. “Lo subimos. Ellos no vieron que
lo trajimos. El avión despegó, el vaso se volteó, se botó el agua y el cangrejo todo
asustado volvió a meterse”.

-Deje de molestar, le respondió la madre a las insistentes advertencias del hijo sobre
el incidente con la mascota: “Mami que se volteó el cangrejo”. “Pues métalo”, le
contestó ella.

En la mayoría de cuentos hay un final feliz. En este caso, cuando la aeronave aterrizó
en la capital colombiana, en el aeropuerto al poner el recipiente dentro de la canasta,
le preguntaron: ¿Qué lleva en potecito niño? “Un cangrejo”, les dijo.

Pero Jeiner Sierra, con las lágrimas humedeciéndole los ojos y el corazón
entristecido, debió despedirse del cangrejito cartagenero al que espera inmortalizar.
Y mientras el da forma al título, relató aspectos relacionados con la primera obra, en la
que jugaron papel importante sus padres.

Fernando Sierra, el papá, labora como maestro de construcción. “Mis hijos dijeron que
querían una chivita. Cuando fui a traer leña para la iglesia pasé por un lugar donde
vendían una chiva, la compré y se las traje. He sido muy cariñoso con ellos. De pronto
quise regalarles lo que a mi nunca me dieron cuando niño”.

Esa chiva, cuyo destino revelará más adelante el pequeño escritor, hizo parte del
escrito escogido entre más de 15.000 historias en el concurso organizado por el
Ministerio de Educación Nacional y RCN Televisión.

Como editora intervino Astrid, quien le pidió, sugirió u ordenó a su hijo cambiar cierto
término. “La palabra arrecha suena como muy brusca, muy áspera, entonces, decidí
que la cambiara por enojada que sonaba mejor, más decente”, confesó la mamá.

La cabra ya murió. “Cuando estaba afuera, en la calle, un perro la mordió y le partió


las patas, el año pasado”, contó Jeiner.

Camilo tampoco se encuentra en este mundo. “Era un amigo de San Luis que se mató
mientras montaba una bicicleta sin frenos. Se tiró por una bajada y terminó estrellado
contra un poste”, recordó.

Los quería mucho y por eso quiso seguir jugando con ellos literariamente, mediante un
atractivo contraste.

De Camilo escribió que era un niño perezoso, mientras a la chiva la mostró muy
hambrienta y devoradora de todos los elementos que encontrara a su paso.

Defendió la utilización del muy nortesantandereano término arrecha, que es igual a


brava, malgeniada o enojada. “Esta palabra se usa mucho en Cúcuta. Casi todo es
arrecho”.

Sin embargo, terminó haciéndole caso a la mamá. Le preguntamos si fue por miedo:
“No, para que me quedara bien el cuento. Los jurados se rieron cuando les conté la
anécdota del cambio”

(Fotos Carlos Patiño / La Opinión)


Un ratico le tomó al estudiante de quinto grado del Colegio Integrado de Atalaya de
hacer esta confección de palabras. “En un día lo hice y al otro día lo mejoré”, según
sus propias palabras.

Escribir otro cuento, seguir estudiando, llegar a ser misionero de la iglesia el Retorno
de Cristo, a la que va su familia, y la práctica del fútbol, figuran dentro del listado de
metas a cumplir por parte de Jeiner Sierra Franco.

Sorprendió oírle decir que es fanático del América de Cali y no del Cúcuta Deportivo
“porque es muy marrano”. Al terminar de reírse por la gráfica comparación que utilizó
para referirse al doblemente glorioso, al cual no le dedicará ni una línea.

En la asignatura de español va bien. De ortografía dijo estar en buena forma, aunque


admitió tener problemas cuando le dictan muy rápido.

El escritor de su preferencia es el profesor Manuel Iván Urbina Santafé, coordinador


del plantel donde estudia.

Por eso en la biblioteca que empezó a organizar, Jeiner acomodó El espíritu de los
libros, elaborado por el mencionado educador.

Su ídolo de las letras le abrió la puerta al mundo literario. “Llegó al salón diciendo que
sacaran dos niños para escribir cuentos. Yo escribí más de cuatro, pero me gustó más
el de Camilo y la chiva. Lo presenté y el profesor lo envió”.

Meses después recibió una llamada en casa. Del otro lado del auricular oyó una voz
que le confirmó haber quedado entre finalistas.

Es bajito, como bien lo indicara Juan Gossain al proclamarlo entre los triunfadores.
“Claro, si es más alta la tarima”, afirmó el conocido periodista ante el auditorio en la
capital de Bolívar.

Jeiner permaneció en la Heroica tres días acompañado por Astrid, la mamá que en el
cabello se trajo las trenzas que en la playa le tejen a los visitantes. Ella cumplió el
sueño de conocer el mar. Creía que montar en avión era más difícil.

El chico notó que el premio le cambió la vida. En la congregación religiosa lo


mencionaron en público y lo felicitaron.

En el concurso ganó una minicomputadora, le dieron diploma y el año entrante


publicarán su cuento en el compendio Colombia cuenta.

Después de la experiencia se siente más alegre. En el vecindario lo tienen de boca en


boca, por algo bueno. Jocosamente le dicen: “Picado, picado no, salió en La Opinión”.
Aseguró que el premio no se le subió a la cabeza, ni mucho menos. “No soy picado”.

Cuando se le mencionó si quería llegar a ser famoso como Rafael Pombo o Gabriel
García Márquez contestó con la inocencia propia de un niño de su edad.

“No tan allá. Es que a veces me la paso haciendo oficios. No me queda mucho tiempo
para leer, ni para escribir”.

Astrid Franco, no descarta ser la madre de un escritor famoso. “Si a él eso es lo que le
inspira, pues, que siga adelante. Por ahora me dijo que iba a inventar un cuento sobre
el cangrejo que le quitaron en el aeropuerto de Bogotá”.

Y Atalaya es una veta en materia de niños que empiezan a cultivar las letras. El año
pasado, otra niña del Colegio Integrado Juan Atalaya se alzó con el mismo premio de
Jeiner.

No es color de rosa

(Fotos Carlos Patiño / La Opinión)


Jeiner Sierra Franco, el niño escritor, sus hermanos Jader Arley, Jaider Alexander y
Jeider Sebastián, y sus padres Astrid, Fernando, residen desde hace tres años, en
Tucunaré, barrio de la ciudadela Juan Atalaya, famoso por los deslizamientos y
derrumbes de viviendas.

Para llegar hay que buscar la Manzana F2 en el lote 54. La vía y el entorno muestran
un contraste agreste. La calle pavimentada desparece para dar paso a un sendero
terroso y destapado. Allí podría haber otra fuente inspiradora para el potencial escritor.

La casa es de madera. Las tablas son de color crema. Al cruzar la reja, a mano
izquierda en un pequeño cuarto hay un camarote y un equipo de sonido. A la derecha
están la cocina y el patio. Hasta esas tres áreas se mete el camino en tierra.

Luego hay una pieza con la cama doble y al fondo una pieza multifuncional. Es
estudio, cuarto de ropas y sitio para la nevera. En aquellos lugares el piso está
cubierto por tabletas.

Mirando las baldosas rotas y otras despegadas, sudoroso por el calor que guardan las
tejas de zinc y con la pared de adobe cerca, el menor le envió un mensaje a la Alcaldía
de Cúcuta:

“Yo siempre he querido tener una casa de material. Eso es todo. Puede ser aquí en
Tucunaré que es más bonito porque todo me queda cerca: la escuela, el Policlínico de
Atalaya, las tiendas”. Como en los cuentos, a la familia Sierra Franco parece que la
siguieran las zonas de alto riesgo, pues, antes residían en la 16 de Motilones.

(Javier Villamizar Mendoza – Docente – COLIJA)

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