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CONTIENE
Introducción
A Sara
Sefardí o español sefardí son los términos que se van consolidando más entre
los especialistas españoles. Derivan de la forma con la que los judíos
españoles se referían a su patria, Sefarad, nombre hebreo con el que (en
hebreo) designaban ya los judíos a España cuando ésta era Al-Andalus.
Conviene tener presente que, en sentido estricto, la denominación sefardí se
refiere exclusivamente a los descendientes de los judíos españoles
expulsados de la Península en el siglo XV, quedando fuera de esta
denominación los judíos de otras ramas étnico-culturales (por ejemplo,
askenasíes, el tronco del judaísmo franco-germano-eslavo), los que vivían en
territorio peninsular antes del destierro, aquellos que se convirtieron y
permanecieron en la Península (judeoconversos), y a la primera generación
de los expulsos, que, aunque son en puridad sefardíes por su origen y
situación, se deben considerar mejor como judíos españoles en el exilio por
la gran identificación cultural con España al no haber existido suficiente
aislamiento respecto a ella. Por eso, muchos judíos sostienen que el
judaísmo sefardí es todo el que se extendió bajo el dominio del Islam desde
el Mis_rac («Oriente») hasta el Magreb («Occidente») y restan importancia al
hecho de que una parte de esos sefardíes (en sentido lato) se fueran
hispanizando a medida que la frontera entre los reinos cristianos y
musulmanes se iba desplazando hacia el sur y mantuvieran, desde su
expulsión, una lengua hispánica fuera de España. Esta forma de entender lo
sefardí debe ser tenida muy en cuenta porque, a menudo, está presente en
muchas informaciones sobre sefardíes que aparecen en los medios de
comunicación de masas.
«El carácter histórico de los estudios lingüísticos fue casi exclusivo durante
la segunda mitad del siglo pasado y primeros decenios del actual; hoy, sin
esa exclusividad la lingüística histórica comparte la atención de los
estudiosos con la proyección sincrónica iniciada por Saussure. Ahora bien,
hay dos maneras radicalmente distintas de entender la historia de los
estudios lingüísticos [...]. El abstraccionismo lingüístico tiene como principio
básico la separación entre la llamada lingüística externa y la interna. A la
primera —se dice— competen las relaciones entre la lengua y la cultura e
instituciones, así como lo referente a extensión geográfica y fraccionamiento
dialectal; en cambio la lingüística interna se ocupa del funcionamiento y
estructura del sistema de signos que es la lengua [...]. Si queremos superar
la insuficiencia de la gramática histórica para hacer auténtica historia
lingüística, hay que aunar los enfoques llamados externo e interno» (Lapesa,
1959: 173-179).
2. Los orígenes
Desde el punto de vista lingüístico, a partir de la segunda mitad del siglo XIII
y hasta el momento de la expulsión, la población judía continúa su proceso
de integración en el romance y de abandono en el uso del hebreo, cuyo
conocimiento activo estaba en manos de la minoría erudita que había tenido
acceso a estudios rabínicos; el resto utilizaba el hebreo para meldar
(«rezar», «leer») las oraciones y para aquellos términos relacionados con la
liturgia, costumbres, festividades y conceptos del mundo de la ética judía.
Esto significa que los judíos españoles de la España medieval no practicaban
un sistema lingüístico diferente del de la población no judía, como algunos
especialistas mantienen (Gold, 1988; Wexler, 1977; Weinreich, 1980), sino
que, a pesar de algunos elementos específicos, su lengua era la misma que
la de los cristianos, tal como demuestran estudios recientes sobre el tema
(Lleal, 1992; Minervini, 1992; Várvaro, 1987).
- Período preclásico: siglos XVI y XVII. Época en la que son frecuentes las
traducciones del hebreo y en la que se va conformando una entidad
lingüística diferenciada de la general y, especialmente, se va afianzando la
conciencia de que, aljamiada, esa lengua se puede usar perfectamente para
la expresión literaria.
- Período clásico: siglo XVIII y mitad del XIX. Momento en que la lengua
alcanza su madurez y asistimos al gran auge de la producción literaria en
lengua sefardí.
Los judíos españoles, tras su expulsión a finales del siglo XV, tomaron
diferentes rumbos. Algunos pasaron al sur de Francia y a Portugal, de donde
fueron expulsados en 1497 a raíz del matrimonio de Isabel de Castilla, hija
de Isabel la Católica, con el rey don Manuel; de allí se trasladaron a los
Países Bajos de donde muchos emigrarían posteriormente a América con
nuevas identidades. Otros emigraron al norte de África cruzando el estrecho
de Gibraltar y el mar de Alborán. Sin embargo, la mayoría de los expulsos
prefirió dirigirse hacia Oriente.
Durante los siglos XVI y XVII los sefardíes desempeñaron un importante papel
en la vida económica, cultural y política del Imperio Otomano: dieron un
extraordinario impulso a las industrias textiles y del vidrio; el comercio
nacional e internacional estaba en gran parte bajo su monopolio; se dice que
eran expertos en la fabricación y difusión de armas de fuego; introdujeron la
imprenta en el Imperio, con el consiguiente desarrollo de la industria
editorial en Constantinopla, Esmirna, Salónica y, más tarde, en Sarajevo y
Viena; los propios sefardíes vieron cómo se elevaba su nivel cultural gracias
a las aportaciones de los conversos, que en general constituían un colectivo
culto y adinerado.
La abundancia de textos del siglo XVIII, frente a la escasez del anterior, nos
ha permitido confirmar que el sefardí era, en efecto, una modalidad
lingüística bien diferenciada. El gran comentario bíblico sefardí, el Me’am
Lo’ez, iniciado por Julí y continuado por Magriso y Argüeti, gozó de una
extraordinaria difusión y fue de especial importancia para la configuración
de la norma del judeoespañol literario. En la misma época, gracias a autores
de coplas como Abraham Toledo, Jacob Usiel, Jacob Berab o Hayim Yom-
Tob Magula, llegó la consolidación del judeoespañol como lengua poética y,
consiguientemente, asistimos al momento de apogeo de la lengua y las
letras en lengua sefardí.
El éxodo sefardí comprendido entre finales del siglo XIX y la segunda guerra
mundial (también llamado «diáspora» o «dispersión secundaria») provocó
dos efectos. Por un lado, la aparición de un judeoespañol estandarizado a
partir de la mixtura de sefardófonos procedentes de distintos orígenes
geográficos y de diversos estratos sociales que eliminó los rasgos distintivos
de cada sector. Por otro, y como consecuencia del anterior, la desaparición
del sefardí también en estas zonas de inmigración: en España y en los países
hispanohablantes los sefardíes se acomodaron a la lengua del país de
acogida; en Estados Unidos o Israel, la primera generación siguió hablando
judesmo, pero la necesidad de integrarse plenamente en la nueva patria, la
fuerza de la cultura oficial y los matrimonios mixtos contribuyeron
decisivamente al abandono de su lengua materna.
Veamos cuál puede ser la situación actual de los sefardíes en las diferentes y
dispersas zonas a las que han llegado como consecuencia, esencialmente,
del holocausto y de la correspondiente diáspora a la que se ven abocados4.
5.1. Países que sufrieron el holocausto
NOTAS
1. En plena redacción de estas páginas, don Rafael Lapesa nos dejó. Desde aquí el
testimonio de mi admiración, agradecimiento y afecto.
2. Para todo lo relacionado con los aspectos generales de la historia de la lengua sefardí son
de consulta obligada los trabajos de I. M. Asan (1995), Paloma Díaz-Mas (1986), Coloma
Lleal (1992), I. S. Révah (1961), Laura Minervini (1992), Ana Riaño (1993), Alberto Várvaro
(1987) y Max Weinreich (1980). Con todos ellos, mi texto tiene evidentes deudas; por ello,
no citaré continuamente con el fin de no hacer incómoda la lectura.
4. Los datos que presentaré están tomados, en esencia, de un trabajo todavía en prensa de
Ángel Berenguer Amador, titulado «El judeoespañol después del holocausto» y realizado
cuando todavía el autor era profesor en Israel, en la Universidad de Haifa. He podido
consultar el artículo gracias a la generosidad del profesor Berenguer, que puso a mi
disposición el original.
5. Sobre este aspecto y otros relativos a la suerte de los judíos españoles en el norte de
África conviene revisar el trabajo de P. Díaz-Mas (1986: 72-84).
Aspectos lingüísticos
Además de intentar pergeñar aquí una caracterización coherente del
sistema lingüístico del sefardí, aunque por fuerza tejida de ausencias,
quisiera referirme a una serie de tópicos que han estado presentes con
demasiada frecuencia en lo que se decía o escribía sobre el tema6.
El primer tópico que conviene eliminar a la hora de plantear el tema que nos
ocupa tiene que ver con la idea de que el judeoespañol sea una lengua
fosilizada y arcaica. Junto a fenómenos claramente arcaizantes, en relación
con el español general, observaremos importantes novedades en su
sistema, porque estamos ante una forma activa de comunicación y, como tal,
porque se usa (o usaba), evoluciona. El sistema de la lengua sefardí
permaneció vivo a lo largo de toda su evolución histórica y por eso fue
cambiando y asimilando elementos nuevos, o abandonando usos de acuerdo
con las necesidades de sus hablantes y las condiciones que las
circunstancias externas fueron imponiendo.
— Dentro del Reino de Castilla tampoco existía unidad lingüística, sino que
había dos tipos de norma que se van a disputar el honor de ser consideradas
el ideal de la lengua española: la de Castilla la Vieja y la de Toledo. La
primera constituye el estilo literario, frente a la segunda, que va a encarnar
el modelo cortesano. Como ha demostrado González Ollé (1987: 859-872),
hay testimonios ya desde 1492 en torno a la ciudad de Toledo en los que se
aduce que de ella «todas las provincias aprendían la lengua»; este tipo de
afirmaciones se multiplica y habrá feroces detractores y apasionados
defensores de la norma toledana que, como señalábamos antes, da vida al
ideal cortesano en el que se funden los modos sociales más refinados y el
mejor y más adecuado empleo del idioma.
2) La zona catalano-valenciana
Tras la expulsión de los judíos en 1492, éstos —según las zonas peninsulares
de origen— se dispersan por Europa, el oriente mediterráneo y el norte de
África, como hemos visto. Algunos autores, como Max L. Wagner (1930) han
pretendido explicar las diferencias lingüísticas de las diversas hablas
judeoespañolas a partir, precisamente, de la diferente procedencia
geográfica peninsular de sus hablantes. Sin embargo, a partir de los
estudios de I. S. Révah (1961), se pudo saber que, al margen de los
diferentes orígenes de los exiliados, a las pocas décadas se consolidó una
koiné en todo el ámbito sefardí del oriente mediterráneo. Las diferencias
dialectales son de aparición más tardía, a partir de la ruptura de la
uniformidad cultural y lingüística del Imperio Otomano que conduce a
desarrollos divergentes de las hablas sefardíes y al contacto con otras
lenguas cuyo influjo acusarán.
Además parece mucho más exacto suponer que en 1492 los judíos no
castellanos debían de hablar ya la lengua que política y literariamente se
perfilaba como superior en la Península: el castellano. La explicación reside
en la especial movilidad que la población judía tenía por causas diferentes:
las persecuciones religiosas de que eran objeto; los desplazamientos que los
intelectuales efectuaban para frecuentar las Academias más célebres; sus
actividades comerciales, artesanales y médicas, o las relaciones que
mantenían en algunos casos con las administraciones reales.
Como es bien conocido y aceptado por la mayor parte de los estudiosos del
tema, parece que en el siglo XVI el español que hablaban los expulsos no
ofrecía apenas diferencias con el que se hablaba en territorio peninsular;
pero, poco a poco, la relación con la Península se hizo menos intensa y,
además, las diferentes comunidades sefardíes se fueron aislando
progresivamente entre ellas, por lo que aparecen en escena los dos grandes
grupos: el oriental y el del norte de África. Existen, evidentemente,
diferencias entre ambos grupos, dado que la lengua evolucionó de distinta
forma al ser también diversas las condiciones en las que ha vivido en cada
una de las zonas. Me referiré, aunque no exclusivamente, al judeoespañol de
Oriente, ya que en el caso de la jaquetía o judeoespañol de Marruecos la
gran dificultad para su conocimiento la constituye el hecho de que los
testimonios de cómo era fueron escasos hasta el siglo XIX, y en el XX su
desaparición ha sido prácticamente completa, como hizo ver Hassán (1968)
«a causa de la extensión de la influencia española a Marruecos a partir de la
segunda mitad del siglo XIX, y la consiguiente afluencia de funcionarios y
pobladores españoles hacia ese país»; este contacto con el mundo español
ha hecho que los hablantes de jaquetía hayan ido adaptando su
judeoespañol al castellano moderno, sufriendo el consiguiente proceso de
rehispanización y, por lo tanto, el abandono de su sistema primitivo, como
tendré ocasión de comentar más adelante.
Caracterización lingüística
La coherencia con todo lo expuesto hace imposible reducir este apartado a
una enumeración de rasgos asociados a los distintos niveles de descripción
lingüística: son muchos los datos que aún desconocemos de la historia de la
lengua sefardí, porque faltan por estudiar sistemáticamente los textos de
cada una de las épocas de su evolución y la información que los
dialectólogos aportan solo es válida para caracterizar la lengua vigente en el
momento de su recopilación. Por otro lado, las especiales circunstancias en
las que se fraguó la koiné lingüística a partir del contacto entre las diferentes
variedades lingüísticas de los judíos expulsados de España hizo que
triunfaran variantes de diferente signo como consecuencia de factores
demográficos, de simplificación o de nivelación, por ejemplo: algunas
continúan usos del español medieval que éste abandonó o relegó a registros
dialectales o no cultos; otras se corresponden con otras modalidades
lingüísticas no castellanas, y, como no, también se encuentran soluciones
propias y novedosas en el gran marco de la variación lingüística que ofrece
el conjunto de las hablas judeoespañolas. Pero lo importante es señalar que
el resultado final de este proceso es un nuevo sistema lingüístico que se
diferencia de todos los que han participado en su formación (Trudgill, 1986).
1. Elementos innovadores
6. Ensordecimiento parcial del wau que sigue a una /s/ inicial en algunas
variedades del judeoespañol: sfueño «sueño».
8. Una innovación del sefardí del siglo XIX es el paso de las antiguas
terminaciones de segunda persona singular y plural del indefinido -stes a -
tes: amates por amastes «amaste», tomates por tomastes «tomaste».
2. Elementos conservadores
1. Tratamiento de la f- latina
b) Se identifican por el «çeçeo» /z/ y /z^/ > /z/ originando una consonante
predorsodental sonora, como la portuguesa: casa.
8. Se mantienen las formas arcaicas do, vo, so, estó, sin la integración del
adverbio y. Éste no es solo un rasgo conservador, sino que se trata también
de un elemento de enlace con variedades del español no estándar.
9. Persiste la forma tú sos como segunda persona del presente de ser, junto a
es y eres.
12. Como en antiguo español y, sobre todo, como hace todavía el portugués,
el judeoespañol utiliza con frecuencia el verbo tener para la formación de
los tiempos compuestos: tengo hecho «he hecho», tengo ido «he ido».
15. Se mantiene el uso de las formas verbales en -ra con valor condicional,
que se puede observar también en español actual, aunque no sea un rasgo
generalizado.
16. El uso del artículo ante posesivo adjunto a sustantivo, tan característico
de todo el español medieval y circunscrito hoy en la Península a núcleos
dialectales, continúa vigente en el registro poético del judeoespañol: la mi
casa.
3. Elementos no castellanos
1. Aunque la diptongación de las vocales latinas e y o breves tónicas es un
rasgo característico del judeoespañol —como también lo es del castellano—
hay muchos ejemplos que presentan ausencia de diptongo, coincidente con
el comportamiento del dominio lingüístico gallego-portugués: ponte, preto.
5. Cierre del timbre en las vocales finales: -o > -u y -e> -i (igual que en
dominios dialectales peninsulares, como en el caso del leonés). El fenómeno
se da con mayor o menor intensidad en diferentes lugares: Bucarest y Bosnia
lo tienen como rasgo típico; sin embargo en Constantinopla y Brusa la -a, -e
y -o finales mantienen su timbre sin alteración alguna.
6. Yeísmo: desde la primera mitad del siglo XVII los textos judeoespañoles
muestran confusiones ortográficas que indican la pérdida de la distinción
entre /l_/ y /y/: sullo, yamar. En la actualidad todas las hablas
judeoespañolas son yeístas.
4. Por analogía con las otras segundas personas de otros tiempos verbales,
las terminaciones del indefinido pasan de -ste a -stes (amastes «amaste»).
NOTAS
a) Patrimonial
Habría que situar en este apartado los ladinamientos de la Biblia, entre los
que destaca el del Pentateuco de Constantinopla en 1547 y la Biblia de
Ferrara de 1553, impresa en esa ciudad italiana por un grupo de criptojudíos
hispanoportugueses, que verá diversas reimpresiones a lo largo del siglo
XVII.
También en el siglo XVIII está en su apogeo uno de los géneros más castizos
de la literatura en lengua sefardí: las coplas. Se trata de un género poético
de poesía estrófica; fueron compuestas para ser cantadas y presentan una
gran diversidad de temas y estrofas. Muchas de ellas se inspiran en historias
bíblicas, otras están destinadas a acompañar la liturgia con motivo de la
celebración de diferentes fiestas del calendario judío, algunas son de
carácter admonitorio o histórico. Se trata de la aportación más característica
de la poesía sefardí que ha tenido continuación hasta el siglo XX: de ahí la
división de acuerdo con su cronología (aunque también existen diferencias
temáticas y formales) entre coplas viejas, las del siglo XVIII; coplas nuevas, las
compuestas en el siglo XIX, de contenido más folclórico y más breves que las
anteriores; y coplas novísimas, que datan del siglo XX y presentan como
temática fundamental la añoranza del pasado frente a la vida moderna.
b) Adoptada
c) Oral
La grafía latina
Si los textos aljamiados de los que hablábamos antes fueran de uso exclusivo
para los hebraístas, habría dejado de tener sentido el estudio de la lengua
judeoespañola entre aquellos que desde el hispanismo nos ocupamos de
ella en su vertiente histórica o en relación con problemas de la variación
lingüística o de la difusión del español en el mundo. Porque también
hispanistas y romanistas estamos legítimamente interesados en el español
sefardí y porque es preciso acceder a las fuentes —orales y escritas— para
poder examinar con rigor los diferentes aspectos que plantea su
conocimiento, ha habido (y hay) un intento de búsqueda de la ortografía que
mejor refleje las características fonéticas que los textos escritos, vestidos de
hebreo, nos transmiten.
II.2. Hace ya seis lustros que Jacob M. Hassán viene preocupándose por los
problemas de transcripción del judeoespañol y su correcta fijación textual
(vid. Hassán, 1971, 1978, 1988, 1999). De hecho, la mayor parte de las
prestigiosas publicaciones emanadas del grupo de investigadores que
forman la escuela española de filología sefardí en el Instituto Arias Montano
(en la actualidad Departamento de Estudios Hebraicos y Sefardíes, dentro
del Instituto de Filología del Consejo Superior de Investigaciones
Científicas) sigue las pautas y fundamentos ortográficos propuestos por
Hassán, que persiguen el respeto a las variedades fonéticas propias del
sefardí pero adecuándose al consenso ortográfico hispánico. Dicho con sus
propias palabras:
«Sobre una ortografía basada hasta donde sea posible en la del español
normativo, los rasgos diferenciales de la fonética sefardí se representan
mediante la adición de puntos, tildes, y otros signos diacríticos a ciertas
letras. Es decir, que de esos signos complejos formados por un elemento
letra plus un elemento diacrítico, el segundo indica en qué difiere del
normativo en español el valor fonético del primero: el cual se elige de entre
todos los posibles en función de la norma ortográfica española» (Hassán,
1978: 149).
En las variedades del español peninsular del sur las grafías s y z presentan
diferentes soluciones fonéticas y no por eso se altera la norma ortográfica
pertinente; y ¿qué decir de todos los millones de hablantes de español en
cuya fonética no se practica la interdental sorda? ¿Eliminamos de su
escritura las grafías c + e, i o z + a, o, u?
NOTAS
8. Para lo relacionado con los problemas que conllevan los aspectos ortográficos y de
lectura de los textos aljamiados es importante la lectura de D. Bunis (1975).
Lengua Judeo-española
Historia
La lengua judeoespañola (ladino, jidyó, judezmo) evolucionó durante varios
siglos separada por completo de la madre patria (Sefarad, España) con la
que no ha conservado más que escasísimos y esporádicos contactos. Fue la
lengua de los judíos sefarditas en las ciudades de Europa Oriental (en
Bosnia, Macedonia, Grecia, Bulgaria, Rumania y Turquía) donde vivían
algunos millares, descendientes de los judíos españoles expulsados de
España en 1492, y que encontraron asilo en el imperio turco.
Una de las grandes obras de los judíos sefarditas fue la traducción del
Antiguo Testamento conocida como Biblia de Ferrara y editada por Jerónimo
de Vargas y Duarte Pinel, español y portugués respectivamente, en 1553 en
el Estado de Ferrara.
Vargas - Pinel
Tras la expulsión de 1492, los sefardíes o judíos oriundos de España
encuentran acogida en diversos países, en los que establecen sus nuevas
comunidades.
En honor a la verdad hay que decir que Jerónimo Vargas y Duarte Pinel no
fueron los traductores de la Biblia de Ferrara, sino los hombres que
promovieron su edición. Se trata de dos comerciantes, amantes de las letras
y preocupados de dar a su pueblo una edición de la Biblia en su lengua
materna. ¿Quiénes fueron, pues, el o los traductores? Seguramente esta
Biblia es el resultado de adaptar las traducciones en lengua vulgar
castellana ya existentes y predominantemente medievales.
"Y vieron hijos de los grandes a hijas del hombre que buenas ellas, y tomaron
para ellos mugeres de todo lo que escogieron."
Génesis 6:4
"Los gigantes fueron en la tierra en los días esos... ellos los barraganes que de
siempre varones de la fama."
Salmo 8:3
Job 38:41
"Quién aparejó al cuervo su caça quando sus niños al Dio esclaman: y yerran
por no comida."
Datos
Tras la Segunda Guerra Mundial los emigrados sefardíes se instalaron en
Israel, en Estados Unidos (sobre todo en Nueva York y Los Ángeles) y en
Hispanoamérica, mientras que un reducido grupo inició su retorno a España.
Escritura
Hasta el siglo XIX, se siguió la inviolable tradición de escribir el
judeoespañol con un tipo de alfabeto hebreo (caracteres rashi), pero, a
partir de esta fecha, se comenzó a incorporar para la escritura el alfabeto
latino, haciendo uso de los principios de correspondencia sonido-letra
basados en la práctica ortográfica francesa. Hasta bien entrado el siglo XX,
se mantuvo la publicación en judeoespañol de libros, revistas y periódicos,
si bien en la actualidad esta tradición ha desaparecido casi por completo.
Gramática
El judeoespañol conserva rasgos propios del español medieval tardío, entre
los que se incluyen elementos de pronunciación y vocabulario que en
España se perdieron o modificaron, como los sonidos f y g que en español
moderno en algunos casos se convirtieron en h, tales como fijo, fablar, agora
que en español son hijo, hablar, ahora; por otro, introduce características, de
nuevo de tipo fonético y, sobre todo, nuevas entradas léxicas, que en ningún
modo encontraron camino de vuelta a la Península.
1.2. Israel
Sefarad
Asociación para la Conservación y Promoción de la Cultura Judeoespañola
P. O. Box 8175 - Jerusalén 91080
Autoridad Nacional del ladino y su cultura King George St., 6 P. O. Box 2310 -
Jerusalén 910022
2. Instituciones académicas
3.1. Programas de radio Kol Israel («La voz de Israel») Se trata de la emisora
pública de la radio israelí y emite un programa diario de quince minutos de
duración en los que se abordan, en lengua judeoespañola, diferentes
aspectos y noticias relacionados con el mundo sefardí. En la década de los
80 se puso en marcha una interesante actividad: el denominado «Proyecto
Folklor» de recogida de diferentes materiales de literatura popular y
costumbres sefardíes a través de las aportaciones de los oyentes del
programa.
3.2. Publicaciones
En Israel son varias las universidades que imparten cursos relacionados con
aspectos lingüísticos y culturales sefardíes: Universidad Hebrea de
Jerusalén, la Universidad de Bar-Ilán o el Centro para el Estudio de la
Cultura Hispano-Judía (Escuela Universitaria) de Tel Aviv, son algunos de
ellos.
6. El sefardí en Internet
9. A pesar de que esta nota aparece al final del artículo, es, sin embargo, el principio que ha
presidido la elaboración de estas páginas: el agradecimiento. Gracias, pues, al Instituto
Cervantes por confiarme esta tarea y, de modo especial, al Dr. Francisco Marcos Marín, que
fue el primero que en las aulas universitarias me habló de este tema. El Dr. Iacob M. Hassán
me acogió (hace ya unos años) en el mundo sefardí con la generosidad y entusiasmo que lo
caracterizan, y a él le debo inteligentes y sabias observaciones, así como horas de charla y
acceso a materiales bibliográficos. Sin todo ello hubiera sido imposible trazar estas líneas.
Introducción
Es lógico, por otra parte, que la gente joven prefiera aprender una lengua
de gran importancia en el mundo, mejor que un dialecto de uso
exclusivamente familiar y en franca decadencia. No hay que olvidar un
hecho primordial: cerca del 20% de los habitantes de Israel hablan español
por las grandes migraciones de Hispanoamérica.
Lo dicho no quita para que merezcan todos los elogios y ayudas los intentos
para fomentar el empleo del judeoespañol. Y en este sentido hay que citar
sin duda la importancia de que exista un periódico, y que se haya
comenzado recientemente la publicación de un boletín —en judeoespañol y
en hebreo— en la Universidad Ben Gurion. También son importantes los
centros de judeoespañol de la Universidad Ben Gurion y de la de Bar-Ilan.
Hay que citar que el Instituto Cervantes ha apoyado siempre las actividades
que se han desarrollado en torno a la cultura judeoespañola.
Dos son los grandes retos que, a mi modo de ver, tiene el judeoespañol. Uno
se refiere al uso escrito, otro a la investigación. Como es sabido, el sistema
de escritura tradicional del judeoespañol fue la aljamía en caracteres
hebreos, solucionándose los problemas que encierra el hecho de que
algunos de los fonemas judeoespañoles no existan en hebreo con la
utilización de elementos diacríticos que no hacen al caso. Solo muy
recientemente se ha empleado el alfabeto latino, casi cuando ya no se habla
judeoespañol. Como no existía una tradición gráfica romance, en distintos
puntos se «inventaron» diversos sistemas, de los que principalmente hay
que mencionar: el propuesto por Jacob Hassan y el CSIC, al que siguen sus
discípulos dentro y fuera de España, el propuesto por los editores del
periódico Aki Yerushalayim, el propuesto en Francia por Sephiha y su
asociación Vidas Largas, y el que propone el periódico de Estambul Salom.
Es difícil decir algo nuevo sobre las grafías del judeoespañol. Bastaría, por
poner un ejemplo, con ojear los artículos aparecidos en Neue Romania el año
pasado para darse cuenta de las posturas existentes al respecto. En este
número hay un excelente panorama de mi colega y amigo Antonio Salvador,
de la Universidad de Extremadura, que no es su única aportación al tema,
como es bien sabido. He de decir que estoy plenamente de acuerdo con sus
palabras y observaciones.
Antonio Salvador era pesimista en las conclusiones que podían salir de una
posible reunión de un grupo de expertos. Por su parte el profesor Hassan
pidió la intervención del Instituto Cervantes. La verdad es que el Instituto
Cervantes, por medio de su sede en Tel Aviv, ha organizado desde hace
tiempo diferentes actividades al respecto, por otra parte, la postura del
Cervantes es clara al respecto; dice así en su página electrónica dedicada al
español en el mundo: «Este hecho fundamental legitima y obliga, al mismo
tiempo, a las instituciones españolas que se interesen por la promoción y el
desarrollo del sefardí (el Instituto Cervantes, por ejemplo) a una enseñanza
en la que se respete lo distintivo de la modalidad sefardí, pero dentro de ese
objetivo prioritario que debe constituir su integración en el mundo
hispánico, para lo cual la adopción de una norma ortográfica es
indispensable».2
De todas formas, creo que acudir al Instituto Cervantes como árbitro de una
polémica ortográfica no es pertinente ni está dentro de sus obligaciones. La
autoridad hispánica en materia de lengua es la Real Academia Española,
puntualizaré más: la Asociación de Academias. Ya lo señaló el profesor
Salvador: el gran acierto del español como lengua supranacional ha sido
conservar la unidad idiomática en múltiples aspectos, entre ellos el
ortográfico. Creen ustedes una Academia del judeoespañol, con
participación no solo de expertos o de lingüistas, sino de todos los ámbitos
culturales y geográficos y que sean ellos —en unión con el resto de las
Academias— los que decidan la cuestión de una vez por todas. Porque —
que yo sepa— ha habido ya demasiadas reuniones al respecto sin que
ninguna de las partes llegue ni siquiera a una solución de compromiso. Y esa
Academia es la que debería hacer valer su voz ante el resto del mundo
hispánico para la integración de su léxico y acepciones, de su sintaxis, de su
fonética en el fondo común del español. Todo lo demás es ganas de templar
gaitas.
NOTAS
http://www.cvc.cervantes.es/obref/anuario/anuario_01/hernandez/p08.htm.
Fonética
El judeoespañol es, sin duda, un tesoro para los que nos dedicamos a la
historia del español, a él recurrimos constantemente para explicaciones de
fonética histórica, de dialectología, etc. Yo lo he hecho en repetidas
ocasiones en mis estudios y espero seguir haciéndolo. Permítanme que me
refiera a algunos de esos aspectos.
Por otra parte, el hecho de que sea sonora la /s/ intervocálica en los
pronombres mozotros / vozotros nos muestra la conservación de la /z/ por
fonética sintáctica cuando se produce la unión de otros al primitivo
pronombre.
Sea ello como sea, parece que en el judeoespañol de Israel se ha optado por
las realizaciones labiodentales, que no son generales al judeoespañol y que
en algunas zonas son un mero alófono de /b/.5
Otra cosa es que haya un fonema aspirado que en principio no tiene nada
que ver con la vieja aspirada —aspirada que existió en el antiguo
judeoespañol, como veremos— y que es debido a préstamos de otras
lenguas, principalmente del hebreo. Por ello no dejan de sorprender los
restos de la vieja aspirada castellana, así en el Diccionario de Pascual
Recuero aparecen jaro (jarro) y juyir (huir). Recordemos que para este
investigador la grafía j significa una aspirada. La primera es muy importante,
porque indica una presunta velarización de una palatal sonora, la que tenía
en su étimo árabe. Nehama señala una auténtica velar fricativa sorda /x/ que
también en su inmensa totalidad proviene de palabras hebreas y turcas,6
pero que sorprendentemente procede también de palabras castellanas.
Examinemos estas palabras: en primer lugar tenemos /x/ en palabras con
/wé/: jwego (fuego) jwente, jwersa, fwerte, jwe lo ke jwe.7 Es evidente que
son las viejas aspiradas que existieron y existen todavía en esta secuencia
fónica, aunque en el habla culta fueron desplazadas por las formas
conservadoras con f. Lo mismo cabe decir de jaragán, jarrapo o jarapyento.
Pero lo más sorprendente son las formas jarambusa, jamás y Jadayon. La
primera —de la que volveremos a hablar en el léxico— proviene, al
parecer, de una s inicial palatalizada, la etimología de la segunda es
conocida y, respecto de la tercera parece ser la deformación del nombre
propio Gedeón. Lo sorprendente es que en los tres casos el origen es una
palatal medieval, lo que hace suponer en principio que ya hubo a fines del
siglo XV una velarización, contra lo que hemos visto hasta ahora. Bien es
cierto que el adverbio dice Nehama que solo se emplea en un proverbio,8 lo
que podría indicar una introducción tardía, no así las otras dos, lo que unido
al testimonio citado de Recuero nos lleva a plantear dos hipótesis: 1.ª) ya
existía una incipiente velarización a fines del siglo XV, como quieren
algunos; 2.ª) se trata de palabras introducidas en el judeoespañol en época
tardía por los emigrados del siglo XVII. Volveremos a tratarlo más adelante.
De las dentales poco quiero hablar. Solo señalaré que no creo que la dental
africada sonora que suele aparecer en inicial de palabra —y que Nehama no
señala en Salónica— sea un fonema, puesto que solo se da en muy escasas
palabras, sino un alófono, por lo que creo que no debería ser marcado con
una grafía distinta. No estoy seguro de que sus realizaciones —dodzi, etc.—
se deban a un origen catalán o provenzal como quiere Wexler. Más acertada
podría ser la de Marius Sala, que considera que es influjo del ladino por
darse más frecuentemente en los hombres.
En cuanto a las palatales creo que habría que señalar varias cosas. Nada de
extraño tiene que la /s/, dental en judeoespañol (como lo es también en
otros dialectos y lenguas en los que se han fundido un sonido palatal /s/ y
uno dental /ş/, tal es el caso del español atlántico o del francés), en situación
implosiva seguida de velar haya «evolucionado» a /š/, pues en esa posición
era muy frecuente en español y lo sigue siendo la palatalización de la /s/,
como ya señalé en otro lugar. Claro, al hacerse dental la /s/ en situación
implosiva se ha identificado con el fonema palatal fricativo sordo —moxka,
kaxka, etc.—. No se trata, pues, de una evolución o característica del
judeoespañol en sí, sino de la refonologización de una variante alofónica del
castellano.
Y eso por no hablar del caos de las transcripciones fonéticas, pues si para
Nehama /ğ/ es la transcripción de fonema palatal africado sonoro, para Bunis
lo es para el sordo.
Casi nada hay que destacar de las velares, salvo la existencia de un sonido
velar fricativo sordo que aparece sobre todo en turquismos, hebraísmos y,
en menor medida, grecismos. Parece ser una aspirada, no una velar como la
española. Ya comentamos que esta aspirada puede aparecer en palabras de
origen español y las consecuencias que ello podía tener para la fecha de la
velarización. Ello se confirmaría si consideramos las formas que Kovacec
recoge en Dubrovnik: vieha (vieja), hudios, aunque este autor considera que
se trata de castellanismos.
Mucho mayor problema plantea la vieja palatal lateral del español. Sabido
es que el yeísmo es uno de los temas debatidos en la fonética histórica del
español. Parece que los primeros ejemplos son de la segunda mitad del
siglo XIV, aunque tardó en propagarse y todavía quedan zonas de
mantenimiento en la Península. El yeísmo es también general en
judeoespañol, pero no lo era en el ladino. No entro ahora en si el fenómeno
vino ya con la emigración del siglo XV, con mayor o menor extensión, o si es
un fenómeno tardío —algunos autores hablan del siglo XVIII— e
independiente del castellano, aunque haya confluido con él. Seguramente
las grafías con li o ly sean reflejo del mantenimiento de la vieja lateral en
textos antiguos,14 pero resulta chocante que todavía hoy se proponga dicha
grafía —como hace Altabé— que distingue y —yorar— y li —liamo—. Esto
produce un verdadero caos, que se comprueba en el Recuero y, en menor
medida, en el Nehama. Empezaré por el primero. Nada tengo que decir
sobre que aparezcan formas como lyorar, lyaga, etc. Tampoco que haya
dobletes como lyorar/yorar, lyebar/yebar, o en situación no inicial entre
kalye y kae, pero qué decir de formas como lyelado, lyo (yo), lyugo, malyoral
o alyer, en donde jamás ha habido una palatal lateral, y no digamos nada de
olyir (oír). Estas «ultracorrecciones» hacen pensar que las demás formas
tampoco son laterales. En Nehama impera la grafía y para la vieja palatal
lateral, pero su empeño en grafiar la realización semiconsonante o
semivocal de la vocal palatal —que él considera erróneamente fonema—
como y lleva a equívocos, así ocurre con folyo, kamelya o en malyevar, etc.
Por otra parte hay algún caso en que ly representa una palatal
sorprendentemente, así en gavilya o en Sevilya. Creo que una cosa es que la
realización de esta palatal sonora no rehilada sea como semivocal,15como lo
fue en el español medieval, por cierto, y otra que toda realización vocálica
de /i/ en diptongo sea ese mismo fonema. Como ya demostró el profesor
Alarcos hace mucho tiempo, estos son meros alófonos de la vocal.
NOTAS
3. Cf. «Grafía del ladino al uzo de Aki Yerushalayim», Neue Romania, n.º 28 (2003), pp. 7-11.
14. M. Sala señala que ya hay confusiones, al menos en Bucarest, en el siglo XVII.
15. Semiconsonante la llama Altabé y Hassan habló hace tiempo de hieísmo. Kovacec habla
abiertamente de /i/ en Sarajevo.
Léxico
El léxico judeoespañol no está en el Diccionario de la Real Academia
Española. No hay ninguna abreviatura que nos indique «judeoespañol» o
«ladino» o cualquier otra denominación. Es una grave carencia, pues si he
criticado que el judeoespañol ignore a la Real Academia, la misma crítica
hay que hacer a este organismo. Ignoro el porqué de esta situación. Urge
corregir esta ausencia, urge que haya un organismo que pueda hablar en
régimen de igualdad con las demás Academias hispánicas. Claro es que eso
va a depender de la voluntad de integrarse de la comunidad judeoespañola
en el mundo hispánico. Y en ello —perdonen la insistencia— va a influir
poderosamente el tema de las grafías. Dudo que la Asociación de
Academias admita grafías como yave, shavón o caza, porque —repito— la
ortografía unitaria del mundo hispánico es ajena a la realización de cada
fonema. Y no creo que haga excepciones.
Uno de los aciertos del diccionario de Nehama es que ofrece las etimologías
de las palabras. Bien es cierto que algunas no son correctas, pero en general
se puede decir que acierta. Y ello es muy interesante porque podemos
observar los numerosísimos turquismos y hebraísmos. Interesantes son
también los galicismos e italianismos. Me voy a detener brevemente en
algunos de ellos. Jamón es un galicismo del español, ya atestiguado en el
siglo XIV; sin embargo, como bien dicen Corominas-Pascual, «que no era
vocablo general a fines del siglo XV se ve por la j española con que lo
pronuncian los judíos de Marruecos». Aunque no estoy de acuerdo con lo
último, lo que sí es claro es que la forma žambón de Nehama es claramente
un galicismo relativamente reciente, aunque él no lo señale como tal.
Tampoco señala como italianismo akwistar (comprar), ni tampoco aktrice,
que alterna en Salónica con la patrimonial aktriz, sin que se nos diga si hay o
no alguna diferencia de significado o uso entre ambas. Otra alternancia
similar es la de antikitá y antigwedad. No creo que sea un italianismo anĉuya
(anchoa).
Normal es que aparezca la forma lumbral porque era la forma que aparece
desde Nebrija a Covarrubias, aunque ya en el siglo XVIII predomina la forma
actual. Es interesante la nota de Nehama: «Ahora se dice portal».
NOTAS
19. El fascículo del Diccionario histórico es del año 1974 y el diccionario de Nehama
es de 1977, por lo que no pudo emplearse en la redacción del artículo.
EL LADINO
José Guillermo
El autor.
Una discusión:
En el Ladino moderno, se presentan debates acerca de palabras de uso
cotidiano pero de origen diverso, ya que una comunidad utiliza determinada
palabra para designar algo y otra usa una distinta. Esto se debe a que un
judío griego a veces no podía traducir al Ladino algo propio de la cultura
donde estaba viviendo y entonces la ladinizaba con el sonido pero no con el
nombre.
Lo propio hacía uno que vivía en Turquía o en los Balcanes. Veamos dos
ejemplo de estas discusiones:
Avram Avino: Avram Avino padre kerido/ Padre bendicho/ Luz de Israel/
Kuando el rey Nimrod/ Al kampo salia/ Mirava en el sielo/ I en la estreriya/
Vido una luz santa/ en la Djuderiya/ Ke avia de nacer/ Avram Avino/ Avram
Avino/ padre kerido/ Padre bendicho/ Luz de Israel/ La mujer de Terah kedo
preniada/ De diya en diya el le preguntava/ Deke tenesh la kara tan
demudada/ Eya ya saviya el bien ke teniya/ Avram Avino padre kerido/ Padre
Bendicho/ Luz de Israel.
La discusión:
En esta discusión se hacen correcciones sobre la canción. Así, mientras en la
canción aparece Avram avino, en el debate se corrige avino por avinu
(padre nuestro, en hebreo) y Avram por Avraam, porque se busca un sonido
más correcto, no una a doble sino una a alargada. De esta manera, la lengua
se ve intervenida por conceptos antropológicos y de búsqueda de
sonoridad. Este recurso lo usa, de manera muy acertada, Thomas Mann en la
tetralogía de José y hermanos, cuando en lugar de escribir Jacob, escribe
Jaacob.
1. El rey Nimrod (segun la lejenda) fue astrologo muy talentuozo i komo dize
muestra kantiga: Kuando el rey Nimrod al kampo saliya mirava en el syelo, a la
estryeriya vido luz santa el la djuderiya ke aviya de naser Avraam Avinu. Segun
la astrologia, se puede ver en las estreyas no solo el pasado i el presente, ma i
el futuro/avenir tambien. Ansi ke es muy logiko (a kien kreye en astrologia) ke
Nimrod vido en las estreas ke ay (o ke tiene de kriarse) la djuderiya i ke aviya
de naser Avram Avinu. Ans, Nimrod VIDO ke aviya de naser el ombre ke va
"deskuvrir" al mundo ke eksiste solo i uniko Dio; vido tambien ke se va formar
la
djuderiya i el puevlo Djidyo. Por esto, el rey Nimrod preguntava a la madre de
Avram "Deke tenesh la kara tan demudada" Ma, muestra Abuela era bastante
svelta, i no le deskuvriyo ke estava prenyada..
2. La kantiga "Avram Avinu" (ke mozotros kantamos solo dos "ramos") tiene 17
"ramos".
A proposito, Avraam Avinu ke era "el primer Djidyo", nunka lo yamavan
"Djidyo" ma Ivri/Ebreo.Muestro puevlo fue yamado "Yeudim"/Djidyos a lo
menos 1000 anyos despues de Avraam. Avram Avinu nasyo 9 o 10
djenerasyones despues de Nimrod. I si me demandas a mi, Nimrod nunka tuvo
el Zehut i la oportunidad de ver a Avram...Ma muestros Hahamim por
demonstrar la diferensya i la lucha entre los idolatras/paganos i entre Avram
Avinu ke fue el primer monoteista i rekonosyo al kriador, muestro Dio-santo-
bindicho-el, formaron la Agada (lejenda). Segun la lejenda, el rey Nimrod
deklaro i proklamo a si mizmo komo dio, i por esto, naturalmente, bushkava de
matar a Avram.
La lejenda tambien mos konta ke kuando lo topo Nimrod a Avram, lo echo en el
forno/orno (ma Avram salvo por milagro, por la mano de Dio).
En la reestructuración del Ladino, no sólo se opera de manera lingüística y
filológica sino que en ella entra el modelo de la discusión talmúdica, donde
se busca la respuesta más acertada después de haber sumado otras
respuestas. Este Pil-pul, permite no sólo enriquecer la lengua con datos y
metodologías sino que favorece el ritmo y la movilidad de la lengua.
Hablaríamos, entonces, de una discusión que enriquece en lugar de mermar
o limitar.
También, para el dinamismo del Ladino, la lengua aporta la cotidianidad de
la educación sentimental. Poesías, canciones, dichos, refranes, bendiciones
y maldiciones están presentes en la lengua moderna. Estos son ejemplos:
Poesía:
Alta alta es la luna/ Kuando empesa a 'sklareser/ I ja ermoza sin ventura/
Nunka yege a naser./ Los ojos ya me s'incheron/ De tanto mirar la mar./
Vaporikos van i vienen,/ Letras para mi no ay./ Pasharikos chuchulean/ En los
arvoles de flor./ Ay debasho se asentan/ Los ke sufren del amor.
Canciones (kantigas):
Dichos (dichas):
Dichas informales:
Refranes:
Bendiciones especiales :
Para recién casados: ¡Pasa bueno! - ¡Blanka i Alegre ke estes! - ¡Muncho bueno
ke te de el Dio! - Muncho bueno ke te aga tu marido.
Para una nueva casa: se yevavan vino, espejo i pan (esto disho Bulbul)
Para cuando se llega del hospital: De tu kaza ke no mankes! (que no vuelvas a
salir de casa).
Para los que están en la mesa: ¡ De muerte ke no mos manken! (que no
muramos de hambre).
Para regalo: ¡Gozar Bueno!
Para ora de sar (funerales) Vozotros ke bivash...i no mas de ningunos! - ¡El Dio
ke mos guadre de ora de sar!
Maldiciones (maldesyones):
La memoria:
Quizás ningún pueblo guarda tanto la memoria como el judío. Se podría
decir que la venera debido a que en ella están sus raíces, tanto las
fundamentales como las de las distintas tradiciones habidas en tal o cual
país.
Decaí la cantidad de papel escrito e impreso, la importancia de las guenizot
(lugares donde se guardan los libros y textos que han sufrido algún
desperfecto) y la necesidad de aprender a leer antes que cualquier otra
cosa.
Esta memoria ha corrido a cargo de los escritores, los rabinos, las
correspondencias, las canciones, las nanas, las fiestas religiosas (que en el
judaísmo son en su mayoría fiestas nacionales de obligado cumplimiento) y
la tradición oral que se repite. De aquí la importancia de la lengua, de
pronunciar una palabra y recordar este o aquel suceso.
De leerla y hacer el mismo ejercicio.
De entre los muchos escritores en Ladino que existen, cabe destacar la
presencia de Bula Satula y sus crónicas escritas (en colaboración su marido,
Haim Avraam) en el periódico La Vara.
Estos escritos aparecieron entre 1922 y 1934 y en ellos se hace una graciosa
descripción de la inmigración sefardí a América.
Bula Satula era el seudónimo que usaba un joven periodista, Moise Sulam,
quien hablaba en nombre de una vieja mujer enferma (Bula Satula) que se
quejaba todo el tiempo de las cosas que le sucedían.
A su lado estaba siempre su marido, una especie de Jobmoderno.
En el periódico la Vara del 23 de febrero de 1923, se lee:
BULA SATULA
Estos textos humorísticos y al mismo tiempo críticos (como sucede también
en yidisch con los escritos de Isaac Bashevis Singer), permitían la lectura de
la cotidianidad y, por lo tanto, de la creación de la historia privada de los
sefardíes. Por esta razón, se hacen indispensables en la reconstrucción del
Ladino. Como dice George Duby, el célebre historiador francés, sólo a
través de lo que lee lo cotidiano (canciones, poemas, cartas, recetas,
crónicas, habladurías) se encuentra el espíritu de un colectivo y la razón de
su lenguaje.
Finalmente, la memoria se constituye también con los modelos a seguir,
representados por sabios, héroes y hombres justos.
Y en esto el Ladino es abundante, pues ya que la comunidad sefardí no
podía participar de una historia turca o griega que la excluía, si lograba que
hacia el interior del colectivo hubiera de quien hablar. Así, existe un héroe,
Gerineldo, que es una especie de Quijote judío. Y existen también un sin
número de rabinos famosos por su sabiduría y piedad, como es el caso de
Haim Palachi, de quien
David Levi de Izmir escribió en un e-mail:
José Guillermo
jgangel@cis.net.co
*El autor de este trabajo es de origen sefardí y miembro del Centro de Lenguas clásicas y
semíticas de la Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín-Colombia.
El ladino: la importancia en la cultura judía y
los cambios en los últimos siglos
Danielle Rosenfeld
Página de El Mishné Torá ( ) משנה תורהpor el rabino sefaradita Moshe Ben Maimón
(Maimonides)
Sería un error asumir que el ladino, una forma de español que usaban los
judíos sefarditas en el siglo 15, sólo puede ser interpretado como una lengua.
Es posible relacionar el ladino a interpretaciones de la diáspora y la cultura
resultante después de la expulsión de los judíos de España en 1492.
En particular, la inmigración después del exilio inspira muchos debates sobre lo
que significa ser judío sefardí y hablar el ladino.
Específicamente, se puede observar diferencias en la preservación y dialectos
de la lengua que reflejan la historia y cultura cambiada de los judíos sefarditas.
Después del exilio, el ladino fue la lengua principal de los judíos sefarditas. Los
judíos exiliados reaccionaron a la expulsión en maneras diferentes.
La mayoría de la población quería recrear “el paraíso” que tuvieron en
España.(Bembassa 4-6). Trató de crear una comunidad similar y el uso del
ladino era imprescindible para obtenerla.
El ladino representaba las dificultades comunes que sufrió la población entera y
por eso era necesario hablarlo.
Esta población se enfocaba en el concepto del “regreso” a la patria y la
necesidad de relacionarse con sus raíces españoles aunque perdieron todo en
el exilio y lucharon contra muchísimo prejuicio y discriminación.
Sus raíces españolas los distinguía de otras poblaciones en su nuevo país y no
querían asimilarse completamente a sus nuevas comunidades.
Además, otra teoría era que la cultura judía no debía ser basada en el regreso
a la patria. Al contrario, la Torá y la escritura judía debían guiar a los judíos
(Wettstein 18-19).
Debían adoptar una conexión con sus nuevas residencias en vez de la patria
de sus antepasados.
La población que aceptaba con esta teoría no interpretaba al ladino como parte
del pasado y parte de España. Además, sólo representaba la conexión que
tenían entre sí mismos.
El ladino era su propia lengua que representaba su herencia. Mantener la
lengua era importante para proteger el judaísmo pero no consideraban
importante al ladino importante para recordar la vida en España.
(Djudeo-Espanyol/איספאנייול-)גודיאו
Hablado en: Israel, Turquía, Bosnia y
Herzegovina, Grecia, Macedonia y
Bulgaria
Región: Europa meridional. Península de los
Balcanes.
Total de
150.000
hablantes:
Hablantes hebreo, turco, serbo-croata, griego,
bilingües en: macedonio, búlgaro
Clasificación indoeuropeo
genética:
itálico
romance
romance
ibero-occidental
español
Judeoespañol
Estatus oficial
Lengua Oficial N/A. Reconocida por Israel.
de:
Regulado por: Autoridad Nasionala del Ladino
Código
ISO 639-1 ninguno
ISO 639-2 lad
ISO 639-3 lad
Historia
Los judíos fueron expulsados de España el 2 de agosto de 1492, que
establecía la obligación de abandonar el territorio español para todos los
judíos, salvo aquellos que se convirtiesen al cristianismo. La mayoría de los
sefardíes optaron por el exilio, y casi todos ellos fueron recibidos por el
sultán Bayaceto II en el Imperio Otomano. Otra parte se estableció en
Marruecos, Holanda y algunos países de Europa Central.
Orígenes
Siglo XIX
A finales del siglo XIX, se producen también los primeros reencuentros con
el castellano peninsular, sobre todo en Marruecos, donde la lengua de los
sefardíes adquiere muchos rasgos del castellano moderno. Algunas
comunidades sefardíes intentaron que el Estado español asumiera una tarea
de reespañolización de los antiguos exiliados, abriendo escuelas y centros
de enseñanza superior que contrarrestaran la influencia del francés.
Siglo XX
En la actualidad
Ortografía
En la actualidad el judeoespañol se escribe comúnmente con el alfabeto
latino, especialmente en Turquía donde sigue las reglas fonéticas del
alfabeto estandarizado para el turco moderno, impuesto desde la década de
los 20 del S. XX por Mustafa Kemal Atatürk. El uso de los caracteres turcos
resulta en la mayoría de los casos, muy útil y práctico ya que se obtienen
escritos precisos que se leen tal y como se escriben, sin tener que recurrir a
excepciones lingüísticas. Sin embargo, algunas comunidades todavía lo
escriben usando caracteres aljamiados (alfabeto hebreo del tipo Rashi),
práctica que era muy común y posiblemente universal, hasta el siglo XIX.
Aunque los alfabetos griego y cirílico se han empleado en el pasado, hoy día
están en desuso.
Sin embargo, el filólogo andaluz Pascual Pascual Recuero hace uso de una
ortografía que reproduce con gran exactitud los sonidos del Judeoespañol.
Algunos de los caracteres que propone para que sean usados:
• Ž - [J] francesa
• ð - "D" palatizada
• Ĉ - [CH] española
• X - [SH] española
Turco
Griego
• Apotripo - (Del griego απότρυπος) - Tutor.
• Vava - (Del griego γιαγια) - Abuela.
• Hristo - (Del griego Χριστός) - Cristo.
• Papu - (Del griego παπού) - Abuelo.
• Makaré - (Del griego µακαρι) - Fórmula de buenos deseos.
• Sirma - (Del griego σίρµα) - Seda.
• Erremo - (Del griego έρηµος) - Miserable.
Gallego/Portugués
• Arastar - Arrastrar.
• Arofyar - Enfriar.
• Vilano - Villano.
• Emprestimo - Préstamo.
• Mego - Brujo.
• Peşe - Pez.
• Enşaguar - Enjuagar.
• Esforso - Esfuerzo.
• Đnyorante - Ignorante.
• Keşar - Quejarse.
• Kontente - Contento.
• Koşo - Cojo.
• Madrasta - Madrastra.
• Posto - Lugar.
• Ensuto - Seco.
• Lonşe - Lejos.
• Cuzir - Coser.
Catalán
Asturiano
• Lonso - Oso.
Aragonés
• Luvya - Lluvia.
• Eskarinyo - Cariño.
• Eskerensya - Noviazgo.
• Sinkosientos - Quinientos.
• Luenga - Lengua.
• Amostrar - Mostrar.
Italiano
Francés
Rumano
• Dor - Dolor.
• Rida - Cortina.
Un adam kayo hazino de munço tiempo i vino un mediko savido a verlo i le dyo
promeza ke asta tantos dias lo melezina: Basta ke se kudye a bever las
melezinas i espesias ke le dara, i ke no koma demazyado, ni kozas ke aze
danyo al estomka. Đ el hazino no eskuço al mediko, i iba komiendo todo lo ke le
dezeava su alma, i no kudyava por azer la melezina del mediko. Đ viniendo el
tiempo, en lugar de melezinarse, se izo hazino mas munço. Đ kuando vino el
mediko a ver al hazino, le demando el hazino al mediko:
- "¿Onde esta tu sensya, ke tienes tu fama grande ke sos dotor valido, ke de
sierto me dates palavra ke oy me tenía que melezinar i adrava me ize mas
hazino?"
Le respondyo el dotor:
• Adam - Hombre
• Hazino - Enfermo.
• Estomka - Estómago.
• Adrava - En vez.
Refranes sefardíes
El Grupo de Cohá
Origen
El Rabino Akiva ben Iosef del siglo I a.c. enseñaba que Dios al comunicar la
Torá en lenguaje humano trasfunde en el texto algo de su trascendencia,
logrando que el midrásh adquiera una importancia fundamental para
conocer a Dios y sus mandamientos. Esto llevó a los traductores de la Biblia
a perseguir con denuedo la máxima fidelidad a los textos originales y tratar
de infundir en la lengua vertida la sacralidad de la lengua original aun a
costa de la naturalidad de la traducción, ya que en ésta el orden de las
palabras era el mismo que en el original hebreo2 y estaba cuajada de calcos
semánticos, cultismos y hebraismos, combinados al mismo tiempo con un
lenguaje muy popular; el resultado fue una lengua religiosa con la
apariencia de una lengua vulgar.
Literatura
Hay trabajos en judeoespañol rabínico desde el año 13503 hasta la
actualidad aunque con enfoques targumicos diferentes, como el de la brit
jadasha ladina (1999) que salvo largas frases en hebreo no tiene tanto en
cuenta la sintaxis hebrea pero sí utiliza tantas palabras hebreas que su
lectura requiere conocimientos de hebreo. El mayor monumento de las
letras ladinas es sin duda la Biblia de Ferrara, se publicó por vez primera en
el año 1552 en Ferrara y tuvo mucha influencia en la traducción Reina
Valera.
Características
Aun siendo el judeo español calco una variedad estilística del judeoespañol
difiere notablemente de éste en la sintaxis y el léxico. No obstante algunas
palabras del ladino han pasado al judeoespañol hablado, como por ejemplo:
Meldar (leer).
Léxico
Además de las palabras corrientes en el judeoespañol calco abundan las
formaciones inusuales en el judeoespañol hablado. Conserva arcaísmos
como: Abondo, seseña, yebdo. Tiene préstamos del hebreo como: Man
(maná), meldar (leer), tamaral (columna, palmera).
Sintaxis
Muestra textual
Cantar de los cantares Capítulo 1
Judeoespañol calco
2.Besássesme de besos de su boca, que mijoris tus querencias más que vino.
3.A güesmo de tus azeites buenos, azeite fue vaciado tu fama, por tanto
mancevas te amaron.
Castellano
Descripción
Esta lengua sobrevivió en las comundidades de judíos portugueses (Judeus
da Naçao Portuguesa), luego de su diáspora. En su escritura, esta lengua
empleaba tanto el alfabeto hebreo (aljamado portugês) como el latino.
Tuvo gran influencia del judeoespañol, o ladino, pero tuvo una historia
distinta, ya que los judíos portugueses no fueron expulsados de su país sino
convertidos al cristianismo, a diferencia de los que habitaban en las coronas
españolas. Muchos de estos Cristãos-Novos (cristianos nuevos o marranos)
siguieron manteniendo el judaísmo en secreto y preservaron su lengua.
Luego, con la llegada de la Inquisición en 1536, estos conversos migraron
principalmente a Francia, Holanda, Inglaterra y el Nuevo Mundo.
Características
• Hebreísmos
Significado en
Judeoportugués Hebreo Portugués
castellano
cados qadosh santo santo
(de origen
esnoga sinagoga sinagoga
griego)
jessiba yeshiva escola religiosa escuela religiosa
massó matzoth pão ritual pan ritual
misvá mitzvah mandamentos mandamientos
ros rosh cabeça cabeza
rassim rashim cabeças cabezas
rosh
rossaná ano-novo judaico año nuevo judío
hashanah
sabá Shabbat sábado
sedacá tsedakah caridade caridad
queilá qehila congregação congregación
bênção sobre o bendición sobre el
quidus kiddush
vinho vino
plataforma central da plataforma central de
tebá tevah
sinagoga la sinagoga
• Arcaísmos
Diksionario de Castellano a
Djudeo-Espanyol
(huevo) duro: haminádo (guevo) (adj.). Eg.:Un dezayuno grande, kon boyos,
burekas, guevos haminados, fritadas i frutas.
www.jewish-languages.org/judeo-portuguese.html
http://cf.uba.uva.nl/en/collections/rosenthaliana/menasseh/
Bibliografía
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español en los campos de exterminio». Tonos digital I (V). [1].
• Socolovsky, Jerome. "Lost Language of Ladino Revived in Spain",
Morning Edition, National Public Radio, March 19, 2007. [2]
Stillman, Yedida, ed. New Horizons in Sephardic Studies. Albany, NY: State
University of New York P, 1993.
Benbassa, Esther, and Aron Rodrigue. Sephardi Jewry. Los Angeles, CA:
University of California University, 1993.
Wetstein, Howard, ed. Diasporas and Exiles. Los Angeles, CA: University of
California Press, 2002.
Zucker, George, ed. Sephardim. Chicago, IL: University of Chicago P, 1992.
Bernardete, Mair José, Hispanic culture and character of the Sephardic Jews,
Nueva York, Sepher-Hermon Press, 1982 (es reimpresión de la ed. de 1953).
Hassán, Iacob M., «Perspectiva del judeo-español», Arbor, n.º 55, (1963),
págs. 175-184.
Menéndez Pidal, Ramón, «El lenguaje del siglo XVI», en La lengua de Cristóbal
Colón, Madrid, Espasa-Calpe,5 1968.
Enlaces externos
Esta lengua tiene su propia Wikipedia. Puedes visitarla y contribuir en Wikipedia en idioma
judeoespañol.
www.aki-yerushalayim.co.il
• Comunidad virtual de hablantes de ladino
http://groups.yahoo.com/group/ladinokomunita/
www.sefarad.org/hosted/francais/belmr/index.html
• Diksionario de Ladinokomunita
http://lingua.cc.sophia.ac.jp/diksionario-uk/
http://cvc.cervantes.es/obref/anuario/anuario_01/hernandez/
www.afi.org/ladino.htm
http://cvc.cervantes.es/obref/anuario/anuario_01/hernandez/p03.htm
www.proel.org/traductores/duarte.html
• Sobre el Pentateuco de Constantinopla
www.vallenajerilla.com/berceo/florilegio/vidalsephiha/ladino1.htm