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Universidad Nacional de Colombia

Programa RED

Guía para el diario de campo


Proyecto Saberes locales y construcción de lo público en la escuela
Carlos Miñana, Noviembre 2006

“A diferencia de los historiadores,


los antropólogos crean sus propios documentos.
Los llamamos notas de campo”
Roger Sanjek

“Yo soy una nota de campo”


Jean Jackson

“El trabajo intelectual es la elección de un tipo de vida tanto como de una carrera (…)
Lo que significa esto es que debéis aprender a usar vuestra experiencia de la vida
en vuestro trabajo intelectual, examinándola e interpretándola sin cesar (…).
Pero, ¿cómo podréis hacerlo? (…): llevad un diario”
C. Wrigh Mills

El trabajo de campo tiene el propósito de profundizar en el conocimiento sobre las relaciones que se
establecen entre diversas formas de incorporación de los problemas y los saberes locales en el currículo
y en las prácticas pedagógicas en la educación básica y media, y las diversas formas de entender y
construir lo público en la escuela. En esta primera fase de trabajo de campo se pretende hacer una
exploración amplia sobre las formas en que las problemáticas locales se han formalizado en el currículo
y en las prácticas pedagógicas. De igual manera se busca conocer la manera en que los actores
entienden y construyen lo público, a la vez que se quiere indagar sobre la forma en que se definen ellos
en lo público.

Por otro lado se quiere conocer a través del trabajo de campo algunos factores contextuales que inciden
tanto en la incorporación de saberes locales como en la construcción de lo público en la escuela.

Esta guía es un apoyo –no una camisa de fuerza- para los investigadores que participan en el trabajo de
campo, establece unos criterios y orienta el proceso de recolección de información en cada institución.

El diario de campo y los seminarios van a ser los mecanismos fundamentales de trabajo en este proceso
investigativo. Los seminarios van a permitir profundizar la reflexión sobre la temática, problematizar las
concepciones que los investigadores tienen sobre ella y adoptar herramientas teóricas y conceptos
fundamentales para la observación y el análisis.

El diario es simplemente un cuaderno personal, una libreta en la que cada investigador escribe a diario
su proceso investigativo, incluyendo tanto observaciones, conversaciones sostenidas con diferentes
personas, consultas documentales, reflexiones personales, todas ellas referidas al objeto de
investigación. Preferiblemente debe ser una libreta pequeña o un cuaderno, de unos 15x10 cm., de modo
que pueda llevarse fácilmente a todas partes. No se recomienda que sea anillada pues los anillos pueden
enredarse y, si se lleva en un bolsillo, dañar la ropa. Las hojas deben estar cosidas por la mitad para que
se pueda abrir, y escribir con comodidad sin que se desprendan.

El diario que proponemos no es un diario personal, intimista, a la manera de los diarios que
frecuentemente inician los adolescentes, sino un diario de tipo investigativo, lo cual no quiere decir que no
incorporemos reflexiones y situaciones personales que afectan la investigación.

Carlos Miñana. Programa RED. Guía para el diario de campo. 2006 1


Es fundamental en el diario que escribamos a diario o, por lo menos, todos los días que estamos en el
colegio. Así no tengamos nada que escribir, el abrir el diario, enfrentarse ante él y escribir que hoy no
tengo nada que escribir, va creando un hábito en la escritura y una continuidad en el proceso que es
fundamental. Y es que el diario no sólo es un lugar donde se registra la información sino la fijación
temporal de las inscripciones que permite situar espacio temporalmente las reflexiones y las
observaciones y mostrar el curso de la investigación.

Por ello, cada inscripción en el diario debe comenzar con la fecha, la hora y el lugar en que se está
escribiendo.

En el diario escribiremos distintos textos:


a) planes de trabajo, las cosas que pensamos hacer en relación con la investigación (a manera de
agenda o planificador),
b) descripciones de observaciones específicas de lo que sucede en el colegio en el aula, en el
recreo, en una reunión, en la calle o en el barrio, relacionadas con el tema de investigación,
c) resúmenes de lecturas que se hacen sobre la temática o citas textuales de libros o artículos,
d) registros o transcripciones de documentos (periódico, PEI del colegio, una carta…),
e) transcripciones de conversaciones sostenidas e escuchadas en diferentes situaciones, referidas
a la temática de la investigación (cuando las palabras registradas sean textuales, entre comillas;
si son casi textuales, con una sola comilla). Es importante señalar quién dice qué. Si no se
considera conveniente mencionar el nombre de la persona o no se conoce, al menos decir algo
de ella (hombre, mujer, edad aproximada, si es un estudiante de un curso u otro, si es una
profesora o un padre de familia),
f) comentarios y reflexiones personales, recuerdos, ideas interesantes, preguntas…
g) incluso podemos realizar algunos dibujos, esquemas, mapas conceptuales, croquis…

Como dice Honorio Velasco, el diario es en realidad no sólo un lugar de inscripción y de registro
de información, sino un “banco de trabajo”, a la manera de un carpintero, una mesa de trabajo
donde vamos colocando los materiales y los vamos procesando y manipulando.

A partir de los diarios que vamos escribiendo a diario, realizaremos una reunión cada quince días
en cada colegio en la que leeremos algunos apartes que consideremos más interesantes de
nuestro diario y, a partir de allí, generaremos debates y reflexiones sobre los que se redactará un
acta.

Con el fin de sugerir algunas pistas de escritura en el diario, se presenta a continuación un texto
sobre la descripción:

Algunas recomendaciones para la descripción


(Texto adaptado y traducido de Oriol Beltrán - Ferrán Estrada - Xavier Roigé. Programa Assignatura
"Tècniques d'investigació en antropologia social i cultural". Universitat de Barcelona. 1999, por Carlos
Miñana):

• Describir fenómenos concretos. No generalizar. La descripción ha de referirse a la observación


de un acto concreto y no a un fenómeno general. Sólo se podrá hablar del fenómeno en general
cuando se hayan recogido diferentes descripciones concretas.
• Diferenciar (formalmente, en el texto) entre la información que es resultado de la observación, de
la que se deriva de la intuición, de la que es sabida a priori, y de la que se ha obtenido por medio
de preguntas a los actores de la acción observada (quién dijo qué y en qué contexto).
• Describir no es interpretar. Si bien las descripciones no son neutras ni “objetivas” y siempre
llevan una carga interpretativa, esforzarse por separar ambas cosas.
• Evitar las suposiciones. Una descripción precisa obliga a objetivar las razones que subyacen a
las interpretaciones, explicar en qué se fundamentan nuestras suposiciones: por ejemplo, en vez

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de decir que la gente “está triste”, señalar en qué nos basamos para suponer eso: silencio, voz
baja, lamentaciones, lloros, color del vestido, ritmo de los movimientos corporales...
• Qué observar y qué describir. No registrar únicamente las tendencias cuantitativamente más
significativas (por ejemplo, los comportamientos mayoritarios), sino recoger toda la gama de
comportamientos e individuos que participan en la acción. Así mismo, prestar atención tanto a
los hechos que nos parecen curiosos y extraños, como a los que nos son familiares.
• La posición del observador en la descripción. La aparición del observador en la descripción
depende de la posición adoptada por él durante la observación: desde fuera del lugar, sin
involucrarse en la escena, formando parte de la escena descrita.
• El nivel de precisión. El detalle con el que se hace la descripción depende en buena medida de
los objetivos de la investigación, de los lectores del informe o destinatarios y del conocimiento
previo que se tenga del fenómeno descrito. No se trata de presuponer todo ni caer en la minucia.
En todo caso, es importante establecer un nivel y mantenerlo a lo largo de toda la descripción.
• El orden de la descripción. De la misma manera que nuestra mirada y nuestro acceso al lugar
siguen un determinado orden, también la presentación escrita de la información que resulta de
nuestra observación se ha de ajustar a un cierto orden; y esto inevitablemente implica un primer
nivel de análisis. Una propuesta sería fijarse primero en el espacio, después en los componentes
del escenario (objetos e individuos) y finalmente, y de manera cronológica o sistemática, en las
acciones que allí ocurren.
• La redacción. Una descripción en un contexto de investigación en ciencias sociales, debe estar
correctamente escrita en cuanto a sus aspectos formales, pero no es un ejercicio literario.
o El respeto a la intimidad de los que pueden quedar afectados por la descripción no
debe llevar a utilizar fórmulas que dificulten la comprensión del texto; es mejor emplear
nombres ficticios que iniciales, procurando no hacer más compleja la comprensión.
o En la descripción del espacio (incluyendo objetos y posición de las personas) el uso de
gráficos o esquemas nos puede evitar tediosas descripciones. La escritura no es la
única técnica descriptiva; podemos emplear dibujos, esquemas, fotografías...
o Vigilar el uso de adjetivos y evitar las ambigüedades. Los adjetivos han de substituirse
por descripciones detalladas (mejor decir "entre 60 y 70 años" que "viejo": viejo es un
término relativo, no preciso).
o Igualmente, no han de emplearse formas indirectas, tales como frases negativas o
expresiones, frases hechas, metáforas, palabras con claro doble sentido. Les frases
negativas no aportan información: dicen cómo no son las cosas, pero no cómo son. Por
el contrario, implican una valoración de cómo se espera que sean ("no lleva corbata").

Bibliografía

Bernard, H. R. 1998. Handbook of methods in cultural anthropology. Walnut Creek, Calif. ;


London: AltaMira Press.
Mills, C. Wrigh. 1961 (1959). "Sobre artesanía intelectual", en La imaginación sociológica,
México: F.C.E., p. 206-236.
Sanjek, R. 1990. Fieldnotes : the makings of anthropology. Ithaca: Cornell University Press.
Velasco Maillo, H. M., y Á. Díaz de Rada. 1997. La lógica de la investigación etnográfica : un
modelo de trabajo para etnógrafos de la escuela. Madrid: Trotta.

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