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Ese era su oficio: recortar sombras. Día y noche. Sólo que las sombras eran
cabellos o las uñas se tratara. La gente apenas se daba cuenta. Pero enfermaba de una
último, después de los soldados y las sirvientas, los policías y los ladrones, los
adquirido la costumbre de jugar con alfileres. Las mujeres además perdían los
sedosos cabellos y las pestañas embadurnadas, qué patético tanto cadáver calvo, las
desgranaban. Sobrevivían las vírgenes, agonizantes por otras razones y cuya excelsa
inútil. Los astutos y los desesperados usaron los alfileres de las muchachas con
unas tijeras. Se extraviaban en el delirio, aplastados contra el muro del olvido, antes
página de los periódicos. La situación empeoró cuando en los parques los árboles
perdieron la sombra, que se extendía como una serpiente dormida sobre el césped. Y
al mismo tiempo se pudrieron el entusiasmo con que los niños contemplaban los
distintos tamaños del animal dormido sobre el césped y la fascinación por las hojas
secas. No sólo los árboles, también los perros que buscaban su amparo bajo el sol y
bajo la lluvia. Y no sólo los perros, también los gatos. Y no sólo los gatos, las
mariposas, las polillas. Las telarañas y los nidos se desmigajaron. Hasta las mesas y
las sillas perdieron su sombra y se desmoronaron, y los escaños, y los viejos se fueron
Triunfo Arciniegas
2 Los recortadores de sombras
de espalda al sentarse y el sombrero rodó como una bola que se hizo polvo y
despareció. Los ministros, las esposas de los ministros, los amigos de los ministros y
los amigos de las esposas de los ministros y los amigos de los amigos y sus esposas,
su locura, estalló en la cara del presidente del país. Entre más sombras se perdían,
más inalcanzable se hacía el precio. Nadie sabía con exactitud quién compraba ni
mucho menos quién vendía. Ni para qué, pues de todas maneras la muerte no
respetaba linderos. Se creó la asociación pro defensa de la sombra como otro día se
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preventivas en todas partes, a la orilla de las carreteras, en las curvas y en los puentes,
zona. Please, s'il vous plait, por favor, manténgase alerta. Se publicaron ensayos,
parte del cuerpo, complicadas bolsas silenciosas y transparentes para cargar esta
agonía. Se crearon por ley cátedras y programas de televisión. Se recortó ante las
gigantesco. Entonces, en los parques vacíos, en las casas vacías, en las iglesias
sombra y esperó.
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