Professional Documents
Culture Documents
Osip
Mandel-
stam
Cuadernos de Voronezh
BIBLIOTECA
DIGITAL DE
AQUILES
JULIÁN
Muestrario de
Biblioteca Digital Poesía 54
2
Cuadernos de
Voronezh
Osip Mandelstam, Rusia
Libros de
Regalo
EDITORA DIGITAL GRATUITA
Sol Poniente interior 144, Apto. 3-B, Altos de Arroyo Hondo III, Santo
Domingo, D.N., República Dominicana. Tel. 809-565-3164
BIBLIOTECA Emails: librosderegalo@gmail.com, aquiles.julian@gmail.com
DIGITAL DE
AQUILES
JULIÁN
3
Contenido
El poeta y la máquina de matar / Aquiles Julián 6
Primer cuaderno 22
Segundo cuaderno 34
Tercer cuaderno 56
Notas 72
Dos magníficos libros: En la corte del zar rojo y Llamadme Stalin, del
historiador Simon Sebag Montefiore pintan el atroz retrato de Koba, que
evoluciónó desde ladronzuelo en Tiflis hasta adueñarse del poder total y crear
un vasto imperio mediante un hábil rejuego entre politicastros ambiciosos
(todos se detestaban entre sí y aspiraban a la principalía y todos subestimaron al
astuto oseta), haciendo alianzas con unos para aplastar a otros, sólo para luego
volverse y también aplastar al antiguo aliado.
Lenín hizo compromisos indignos con los alemanes, que lo escoltaron a Rusia y
le proveyeron de fondos para su aventura. Y mediante una hábil estratagema,
dio un golpe de Estado (no hizo una revolución), para impedir que la
democracia rusa se consolidara. Luego inventarían una historia rosa para pintar
8
Y con las manos sueltas para poner en práctica sus teorías, ¿qué podían hacer
sino extasiarse en aplicar en profundidad el terror?
Una víctima, una de tantas, del Gran Terror estalinista fue el poeta Osip
Emilievich Mandelstam.
Stalin, poeta mediocre, era alérgico al talento. De hecho, la idea que prevalecía
en él era la de serviles escribanos sometidos a los designios de la NKVD (la KGB
posterior y hoy la FSB, como en aquel cuento dominicano sobre nuestras
querellas de principios del siglo XX, sólo nos queda comprobar que “son los
mesmos”). Alexander Soltzenitsin se propuso desenmascarar a aquella estafa
histórica y mostrar cómo un premio Nobel, el concedido al supuesto escritor
soviético Mijail Sholojov por su novela El Don apacible, no fue más que el
premio a la carátula creada por la NKVD de un proyecto en que se emplearon
10
los textos incautados a los mejores escritores rusos para enhebrar una novela y
crear algo que Gorski buscaba: el libro colectivo, amorfo, de todos y de ninguno,
que reflejara la directriz del Partido y cambiara según los intereses del momento
(véase el formidable libro “Ingenieros del alma”, de Frank Westerman si se
quieren más detalles).
Esa sociedad malvada y cruel, con patente cinismo, aquellos jueces miserables
de un poder corrupto y falso, condenaron en 1934 a Mandelstam por el poema a
Stalin al destierro en los montes Urales. El poeta llegó al extremo de intentar
suicidarse. Vivió varios años exiliado en la ciudad de Voronezh, cerca de la
frontera de Ucrania. A su regreso, fue de nuevo hecho preso y de nuevo
condenado a cinco años de trabajos forzados en uno de los campos del GULAG.
Murió en "Vtoraya Rechka", un campo de concentración próximo a
Vladivostok. Su esposa, Nadiezhda, aprendió de memoria los poemas de
Mandelstam para preservarlos en medio de aquellos años inciertos.
Risiblemente, en 1956 Mandelstam fue “rehabilitado” por la condena falaz de
1938, y 31 años más tarde, en 1987, por su condena del 1934. ¿Y quién juzgó y
condenó a su vez a aquellos “jueces” verdugos?
Con la música se sentía como en su propia casa, tenía una relación muy
especial con ella. Lo que más temía era quedarse mudo. Llamaba a eso sofoco.
Cuando tenía un ataque de asma, sentía verdadero pánico y se ponía a pensar
absurdas razones para explicar esa desgracia. La segunda y más frecuente causa
de su pesadumbre eran los lectores. Siempre tenía la impresión de que no le
12
apreciaban aquellos que él quería, sino otros. Conocía bien y recordaba la poesía
ajena, y a menudo se deleitaba recitando de memoria algunos versos que había
leído. Por ejemplo:
de la estupidez antigua", que los miembros del Taller de los Poetas componían
(casi todos, excepto yo) antes de cenar: “Lesbia, dónde estuviste”, “El hijo de
Leonid era avaro" (...)
De esa época son todos los poemas dedicados a mí: "En los instantes floridos
no busqué..." (de diciembre de 1917); se refiere a mí la profecía, en parte
cumplida:
Después de algunas dudas, decido recordar en estas notas que tuve que
explicar a Osip que no debíamos vernos tan a menudo, ya que eso podía dar a la
gente pie para hacer comentarios perversos sobre nuestra relación. Después de
lo cual, más o menos, en marzo, Mandelstam desapareció. Aunque por entonces
todo a nuestro alrededor era bastante confuso e informe —alguno desaparecía
para siempre, otro por un tiempo, y a todos nos parecía que se habían ido a las
afueras, por supuesto que no en el sentido actual de esa palabra; por decirlo así,
no había un centro (la observación es de Lozinski)—, a mí no me sorprendió la
desaparición de Osip Emilievich (...)
En otoño de 1933 Mandelstam obtuvo por fin (lo celebro) un piso (dos
habitaciones, quinto piso, sin ascensor, gas ni baño) en la travesía Naschokinski
16
Pero nada había acabado, todo el tiempo hacía falta llamar a algún sitio,
esperar algo, confiar en algo. y nada de todo eso resultaba bien. Osip Emilievich
era enemigo de las traducciones de poesía. Una vez, en el
piso de Naschokinski, le dijo a Pasternak en presencia mía:
"Sus obras completas consistirán en doce tomos de
traducciones y sólo uno de sus propias poesías".
Osip se echó a llorar. Me asusté: "¿Qué pasa?". "No, no es nada, sólo son esas
palabras y su voz". No me corresponde a mí recordar eso. Si Nadia quiere, que
se acuerde.
Una vez, cuando yo reproché algo a Esenin, Osip me respondió que se podía
perdonar a Esenin sólo por el verso: "No fusilé a los infelices en los calabozos..."
algunas reseñas y algunas promesas. El dinero apenas llegaba para pagar el piso
y comprar la comida. En esa época, el aspecto de Mandelstam cambió mucho:
más cargado de hombros, con más canas, y con asma, daba la impresión de ser
un anciano y sólo tenía cuarenta años. Sólo sus ojos brillaban como antes. y su
poesía era cada vez mejor, y su prosa también. (...)
gestión del actor Ruslanov (del Teatro Vajtangov), a través del secretario de
Enukidze. Enukidze estuvo bastante amable, pero enseguida preguntó: "¿es
posible que haya algún poema?" Con esas gestiones se aceleró y, seguramente,
se suavizó el desenlace. La condena fue de tres años en Cherdin, donde Osip se
tiró por la ventana del hospital porque le pareció que iban a por él. (Véase la
tercera estrofa de las "Estanzas") y se rompió el brazo. Nadia envió un telegrama
al Comité Central. Stalin ordenó revisar el caso y autorizó la elección de otro
lugar para cumplir la condena. Después llamó a Pasternak. Lo demás es
demasiado conocido.
Fui con Pasternak a casa de Usievich, donde nos encontrarnos con los jefes
de la Unión Soviética y con muchos jóvenes marxistas. Estuve también en casa
de Pilniak, donde vi a Baltrushaitis, Spet y S. Prokofiev.
En ese tiempo el antiguo síndico del Taller de los Poetas, Serguei Gorodetski,
al participar en algún acto, pronunció la siguiente frase inmortal: "Esos
versículos de una tal Ajmátova, que se pasó a la contrarrevolución" ; incluso en
la Revista Literaria "Literaturnaya Gazeta" que publicó un informe de esa
reunión, se suavizaron esas palabras auténticas (Véase la "Literaturnaya Gazeta"
de mayo de 1934).
Nadia nunca fue a casa de Boris Leonídovich y no le pidió nada, como escribe
Robert Pane.
De los hombres, fue a visitar a Nadia un tal Perets Markish. Muchas mujeres
acudieron a su casa ese mismo día. Recuerdo que eran guapas y muy bien
vestidas, con vestidos ligeros y primaverales: Sima Narbut, quien todavía no
había sido atacada por la desgracia; la mujer de Senkevich, a quien llamábamos
"la cautiva turca"; Nina Olshevskaya, de ojos claros, esbelta y
extraordinariamente tranquila. Nadia y yo estábamos sentadas con prendas
arrugadas, pálidas y entumecidas. Con nosotros estaba Emma Guerstein y el
hermano de Nadia.
En ese tiempo tuvieron lugar los actos preparatorios del primer congreso de
escritores (año 1934) y también a mí me enviaron una encuesta para que la
rellenara. El arresto de Osip me causó tanta impresión que ni podía levantar la
mano para rellenarla. En ese congreso Bujarin nombró a Pasternak primer
poeta, para espanto de Demián Bedni, me criticó duramente y, probablemente,
no dijo ni una sola palabra sobre Osip.
De sí mismo en Voronezh, Osip dijo: "Por naturaleza soy alguien que espera,
por eso mismo, estar aquí me es aún más difícil".
Al comienzo de los años 20 (en 1923), Mandelstam por dos veces criticó
duramente mi poesía en las revistas ("El arte ruso", no 1, 2-3). Nunca hablamos
20
de eso y tampoco me habló de sus elogios a mis versos. Sólo ahora los he leído
(la reseña en el "Almanaque de las Musas" (1916) y la "Carta sobre la poesía
rusa" (1922, Jarkov)).
S. Lipkin y A. Tarkovski cuentan con gusto hasta hoy cómo Mandelstam les
regañó por sus versos de juventud. Artur Sergueievich Lurje, quien conoció bien
a Mandelstam y escribió con mucha dignidad sobre la relación de Osip
Mandelstam con la música, me contó (en los años diez) que una vez iba con
Mandelstam por la avenida Nevski y vieron a una señora muy imponente. Osip
propuso ingeniosamente a su compañero: "Quitémosle todo eso y se lo damos a
Anna Andreevna” Ajmátova. Todavía Lurje puede verificar la exactitud de esa
frase.
Le disgustaban las mujeres a las que les gustaba El rosario(2). Cuentan que
una vez fue a casa de los Kataiev y conversó amablemente con la bella dueña de
la casa. Al final, quiso probar el gusto de la dama y le preguntó: "¿Le gusta
Ajmátova?" y ella contestó con naturalidad: "No lo he leído", tras lo cual el
invitado montó en cólera, dijo groserías y se marchó furioso. Él no me lo contó.
¿Raro? ... No es ése el asunto. ¿Porqué los escritores de memorias, del tipo
de Shatski-Strajovski, E. Mindlin, S. Makovski, G. Ivánov, B. Livshin, reúnen y
guardan con tanta precaución y cariño cualquier cotilleo o estupidez como
imagen principal y estrecho punto de vida del poeta, y no inclinan la cabeza ante
ese inmenso y sin igual acontecimiento que es la aparición de un poeta cuyos
primeros versos asombran por su perfección y no vienen de ninguna parte?
II
Voronezh
1936
Anna Ajmátova
Primer cuaderno
23
Tierra negra
Respetada, ennegrecida, cuidada,
fértil, toda de aire y cuidados,
desmigajada, coral—
húmedos terrones de mi tierra y libertad...
2
Yo contemplaba, alejándome, el oriente
de las coníferas,
el caudaloso Kama llevaba a una boya.
Estanzas
1
No quiero cambiar el último céntimo del alma
con los jóvenes de la sierra,
pero, al igual que el campesino libre acude al koljós
entro yo en el mundo y la gente es buena.
27
2
Una maldita costura, un ridículo antojo
nos separó. y ahora, entiende:
¡Debo vivir, respirando y "bolchevizando",
mejorando ante la muerte,
durar un poco más y jugar con la gente.
3
Piensas cómo en mi amada Cherdin,
donde huele el Os y el Tobol se ensancha,
me agitaba en treinta centímetros de barullo
no miré la pelea de los machos cabríos difamadores,
como un gallo en la transparente penumbra
del verano.
¡Come, escupe, sí, algo hizo, sí, es enemigo!
Arranqué de cuajo el pico del soplón.
Un salto y ya estoy cuerdo.
4
Y tú, Moscú, hermana mía, ligera,
cuando encuentras en el avión al hermano,
antes de que suene el primer timbre del tranvía:
Más suave que el mar, más confusa que una ensalada
de madera, vidrio y leche...
5
Mi país hablaba conmigo,
me consentía, me regañaba, sin leerme,
pero me fortalecía, como a un testigo,
me veía y de pronto, como una lente,
me inflamó con el rayo del Almirantazgo.
6
Debo vivir, respirando y "bolchevizando",
trabajar el habla, sin escuchar, amigo de mí mismo.
Oigo en el Ártico el golpeteo de las máquinas
soviéticas.
Recuerdo todo: el cuello de los hermanos alemanes,
y al jardinero y verdugo que mataba el tiempo
con el peine lila de Lorelei.
7
No he sido expoliado ni doblegado,
sólo me he agigantado...
28
Segundo cuaderno
35
Nacimiento de la sonrisa
Cuando un niño comienza a sonreír,
con una pequeña bifurcación de amargor y dulzura,
las orillas de su sonrisa desembocan
sin burlas en la anarquía del océano.
ni dócil, ni servil.
Diciembre de 1936 - 1938
Se hundió la estaca,
cuidadosa y amenazante, se hundió...
¿Ves?: el cielo está más alto,
una nueva construcción, casa y tejado,
y en la calle brilla el sol.
26 de diciembre de 1936
Produce terror,
como el comienzo de las cosas terribles.
Para todos es el círculo sin bosque
e incluso el cuervo siente miedo.
Todo va mal...
Todo va mal
porque ante mí veo
el ojo del gato usurero,
nieto del estancado verde
y mercader del agua del mar.
Será beatificada
y vivirá mucho tiempo en su tierra natal.
Arroja a mis espaldas
el remolino asombrado del ojo.
Cuando el mago...
Cuando el mago
a las ramas caídas lleve
el bisbiseo de los pelajes
castaños o bayos,
Un pinar azul
me sujeta la pierna
y como un periódico sin decretos,
abre el horizonte.
En la miseria de la memoria
reconoces por primera vez a los ciegos,
llenos de agua cobriza, por sus magulladuras
y sigues sus huellas,
tú, desconocido y desamado por ti,
ciego y lazarillo al tiempo...
12 - 18 de enero de 1937
Me aburro: Mi caso
habla y habla, de sesgo.
Tras él pasó otro,
sonrió y se rompió el eje...
12 - 18 de enero de 1937
16 de enero de 1937
O la sombra holgazanea
y bosteza con vosotros,
No dibujo, no canto
y no llevo el arco de una voz negra:
Sólo absorbo la vida y me gusta
envidiar a las avispas, fuertes, astutas.
Tercer cuaderno
57
Y de Lérmontov, Mijail
te entregaré un severo informe
de cómo la bóveda enseña a la tumba
y una fosa de aire imanta.
2
Con temblorosos racimos de uva
nos amenazan estos mundos,
y de ciudades furtivas,
dorados lapsus, delaciones,
bayas de hielo tóxico, penden
las elásticas tiendas de campaña de
las constelaciones,
los dorados sebos de las constelaciones.
3
Mezcla arábiga, picadillo,
luz pulverizada por la velocidad del rayo.
Con sus suelas oblicuas
permanece el rayo en mi retina.
4
Muere bien la infantería
y canta bien el coro nocturno
sobre la aplastada sonrisa de Svejk,
sobre la lanza de pájaro de Don Quijote,
y sobre el metatarso de pájaro del caballero.
Y el inválido se hace amigo del hombre—
A ambos les aguarda el trabajo—
Y en la valla del siglo, con muletas
de madera llama la familia.
¡Eh, la camaradería, el globo terrestre!
5
¿Para qué debe crecer el cráneo
por toda la frente —de sien a sien—?
¿Para que en sus queridas órbitas
puedan penetrar las tropas?
En vida crece el cráneo
por toda la frente —de sien a sien—,
Se atormenta por la nitidez de sus suturas,
se aclara con la cúpula del entendimiento,
espumea con el pensamiento, se sueña.
Cáliz de cálices y patria de patrias,
cofia recamada de pespuntes de estrellas,
gorrito de la felicidad —padre de Shakespeare...
6
Claridad del fresno, sutileza del sicomoro,
apenas enrojecido regresa a casa,
como si de desmayos los dos cielos
con su pálido fuego cubriera.
Y saturando mi conciencia
con una vida agitada,
¿beberé acaso este brebaje no escogido?
¿comeré mi propia cabeza bajo el fuego?
7
Vierten sangre las aortas,
y en las filas, un susurro resuena:
Yo nací en el noventa y cuatro,
yo nací en el noventa y dos...
Y apretando en el puño el triturado
año de nacimiento, en tropel, con la manada,
cubierta la boca de sangre, susurro:
—Yo nací en la noche del dos al tres
de enero del noventa y uno,
año sin esperanza, y los siglos
me rodean con el fuego.
2 de marzo de 1937 - 1938
3*
Por el éter, en décimas medido,
luz pulverizada por la velocidad del rayo,
comienza la cifra, transparente
por el luminoso dolor y el átomo último de los ceros.
Lo diré llanamente, en un
susurro...
Lo diré llanamente, en un susurro,
porque aún no es hora de partir:
Con sudor y experiencia
se alcanza el juego del cielo inconsciente...
62
No me coronéis, no me coronéis
con un afilado y halagüeño laurel;
mejor: ¡desgarrad mi corazón
con el reclamo añil de una esquirla!
Roma
Donde las ranas de las fuentes,
con sus chorros y golpes de agua,
ya no duermen, se desvelan y gimen
y, con toda la fuerza de sus faringes y valvas
65
Cómo me gustaría...
Cómo me gustaría,
sin que nadie se entere,
volar tras el rayo
adonde yo no existo.
Quiero decirte
que susurro,
que con un susurro,
niña, al rayo te doy.
27 de marzo de 1937
Abandonarla, imposible,
no se calma apretando los dientes,
no se anima a hablar con la lengua
ni se ablanda con los labios...
No lo repetiremos siguiéndole,
bolas de arcilla en las palmas marinas,
y cuando de mar me llené
mi medida se hizo peste...
Alcanzaré la gloria
de otra vida.
El pie ligero mecerá
mi cuna.
Y todos le apremian:
Clara Natacha,
¡Cásate para que seamos felices
y tengamos salud!
2 de mayo de 1937
II
Hay mujeres que nacieron en una húmeda tierra.
Cada uno de sus pasos es un sollozo sonoro,
y su vocación, acompañar a los muertos
y ser las primeras en saludar a los que resucitan.
Pedirles caricias es un crimen
y separarse de ellas, imposible.
Hoy ángel y mañana gusano en una tumba
y pasado mañana sólo un contorno difuso.
Lo que fue un paso se hace inaccesible.
Las flores son inmortales. El cielo, denso.
Y el futuro, sólo una promesa.
4 de mayo de 1937
72
Notas
Primer cuaderno
Vivo en huertos importantes: Evoca la casa, situada en las afueras de Voronezh, del
agrónomo E. P. Vdovin, al cual los Mandelstam alquilaron una habitación en abril de 1935. El
poema alude al personaje de las canciones populares rusas "Vanka, el casero", amante de una
princesa a quien el príncipe ordenó matar. También incluye el retrato del "dueño, ofendido”,
según Nadiezhda Mandelstam, porque nadie iba a visitar al poeta.
¡Orejeras, mis orejeras!: El poeta escucha las noticias de Radio Moscú. Tras ellas, suenan
las campanadas del reloj de la torre Spaskaya del Kremlin, que marcaba el uso horario oficial en
la Unión Soviética. Además, en el programa de radio se oyen grabaciones de sonidos del tráfico
de Moscú, junto a la plaza Roja. El Ay es un vino francés. El poema alude también a la
inauguración de 1a. primera línea del metro de Moscú. Calla, no contestes: Rememoración de
un famoso verso del poema de Tiutchev "Silentium".
Privándome del mar, del vuelo y del correr: Alusión a Tristia, de Ovidio (111,7 , vv. 45-
48) y a su poemario del mismo nombre, publicado en 1916.
Sí, estoy en el suelo y mis labios tiemblan: Reescritura del último poema escrito por
Pushkin, "Monumento". Campos de arroz: Metonimia para nombrar a China y la idea de la
revolución universal.
¡Qué turbio fluye el Kama: El K ama es un río que nace en los Urales y baña Kazán y
Cherdin, ciudad a la que inicialmente fue desterrado Mandelstam. Aquí el poeta recuerda el
viaje en tren y en barco desde Moscú a Cherdin, que duró cinco noches y en el que iba
acompañado por su mujer y escoltado por tres soldados. Según Nadiezhda Mandelstam el poeta,
que iba esposado y con quien estaba prohibido hablar, pasó todo el tiempo mirando por la
ventana. En principio, Mandelstam había titulado este poema, el siguiente y otro más, "Kama",
iniciando con ellos una serie de poemas sucesivos en los Cuadernos de Voronezh.
Estanzas: Me gusta el capote del ejército rojo: Alude también al famoso relato de Gógol
titulado "El capote". Nadiezhda Mandelstam llamaba en la intimidad a su marido: "Mi Gógol".
Bolchevizando: neologismo, creado a partir de "bol’shevik" ("bolchevique"). Os y Tobol: Ríos
que pasan por la ciudad de Cherdin. Treinta centímetros: En ruso, "semivershkovaja", que
significa "de siete vershok". El vershok era una antigua unidad de medida rusa equivalente a 4,4
cms. Un salto y ya estoy cuerdo: Alusión a su intento de suicidio en el hospital de Cherdin,
donde se arrojó por la ventana. Con el rayo del Almirantazgo: El Almirantazgo es el edificio
histórico más alto de San Petersburgo y termina en una aguja dorada. Como en El Cantar de
Igor, mi cuerda está tensa: Mandelstam no sólo rinde homenaje al Cantar de Igor, sino que,
además, responde a un poema de un tal Dligach, publicado en la revista Novy Mir en 1935, en el
que aseguraba que se podía reconocer al enemigo de clase por el sonido de su lira ("En el canto
reconozco al enemigo:/ su última cuerda aún está tensa").
73
Era un día de cinco cabezas: Mandelstam evoca de nuevo en este poema su viaje de
destierro desde Moscú a Cherdin, acompañado de su mujer y escoltado por tres jóvenes
soldados que leían a Pushkin. Además, alude a la película sonora de los hermanos Vasiliev
titulada "Chapaiev" (1934), que cuenta la historia del comandante rojo Chapaiev, el cual murió
ahogado mientras luchaba contra la guardia blanca. Mandelstam evoca la escena de "guerra
psicológica" en la que los oficiales blancos avanzan sin preocuparse de las pérdidas humanas,
para desconcertar al enemigo". GPU: Acrónimo de Gosudarstvennoe Politicheskoe Upravlenie
("Dirección Política Estatal"), sigla de la policía política soviética, que más tarde pasaría a
denominarse KGB. Versos de diente blanco: Metonimia para aludir a Pushkin, cuyos "gloriosos
dientes blancos son la joya de la poesía rusa", según escribió Mandelstam en su "Coloquio sobre
Dante".
Todavía estamos llenos de vida: La Unión: La Unión Soviética. La tinta lila: Así era el
color de la tinta soviética de la época.
¿Puede alabarse a una mujer muerta?: Dedicado a Olga Vaksel (1903-1932), de quien
estuvo enamorado Mandelstam en el invierno de 1924-1925. Olga Vaksel se casó con un
diplomático noruego y al cabo de poco tiempo se suicidó en Oslo. Sin embargo, a Mandelstam le
contaron que había muerto en la estación de Estocolmo. Dicha noticia sorprendió al poeta
cuando trabajaba en El joven Goethe. Mignon: Protagonista femenina del Wilhelm Meister de
Goethe, la cual fue raptada en Italia por los cíngaros. La cuerna del cartero: Eco del Winterreise
de Schubert, el músico preferido de Mandelstam.
En las pestañas muertas se heló San Isaac: Dedicado a Olga Vaksel. Reconstruye un
encuentro del poeta con ella en el hotel de Inglaterra, que se hallaba frente a la catedral de San
Isaac en San Petersburgo. Alude también al lied de Schubert "En camino", a la música de órgano
y a su pelliza (shube, en ruso, crea un juego paronomásico con Schubert), como símbolo de la
poesía, que aparece también en La cuarta prosa.
Tras el pálido Paganini: Dedicado a Marina Tsvietáieva. El título inicial del poema era:
"La violinista". Se refiere, según Nadiezhda Mandelstam, a un concierto de la violinista Galina
Barinova que se parecía mucho a Marina Tsvietáieva. El Enisei es un río de Siberia. Marina
Mniszek (1588-1614), fue la mujer del pseudo-Dmitri, quien luchó contra Boris Godunov por el
trono ruso, Hay, además, un eco del poema de Tristia "En trineo, tendidos en un lecho de paja",
dedicado también a Tsvietáieva.
Corre la ola junto a la ola: En apariencia, el poema recrea el ambiente del Estambul
otomano y el famoso cuerpo militar de los jenízaros, antigua guardia militar creada por Murat I
e integrada exclusivamente por jóvenes cristianos de las tierras conquistadas y convertidos al
islam. Según Nadiezhda Mandelstam, se refiere a la represión desatada tras el asesinato del
dirigente comunista Kirov (1886-1934).
Oficio el ritual del humo: El poema evoca el ambiente de Koktebel, junto al mar Negro,
donde los Mandelstam estuvieron en junio de 1933, y donde, años atrás, solían reunirse
intelectuales y artistas en casa del poeta Maksimilian Voloshin (1878-1932). La escena aparece
también en Coloquio sobre Dante.
No devolveré a la tierra como mariposa blanca: Se refiere al funeral por los aviadores
del "Maxim Gorki", que murieron en una catástrofe aérea a mediados de mayo de 1935. Según
Rudakov, las figuras de Lenin y Stalin son identificadas con los aviadores. La imagen de la
catástrofe aérea, vista en un noticiero documental de la época, reaparece en los Versos del
soldado desconocido.
74
Segundo cuaderno
Tras las casas y los bosques: Sadkó: Héroe de las bylinas rusas del ciclo de Novgorod. Es
un músico, comerciante y navegante que hace un trato con el rey del mar para hacerse rico a
cambio de casarse con una de sus hijas. Finalmente, con la ayuda de San Nicolás logra huir y
regresa a Novgorod.
El día tiene hoy el pico amarillento: El poeta recuerda San Petersburgo y evoca un
verso de Alexander Blok ("el agua verde dormía") sobre la llegada de barcos de guerra británicos
a su puerto, durante la primera guerra mundial. También recrea su poema de Tristia "Se
unieron las Helenas para la guerra".
En las montañas reposa el ídolo: Forma parte de una serie de poemas sobre Stalin, el
cual aparece aquí caracterizado como deidad, (ídolo de piedra de la montaña, según la mitología
del Cáucaso) y, además, como la estatua del tiempo del Infierno de Dante (XIV, 103), dios
hindú, Buda y feto, en una especie de anagnórisis 0 recorrido mítico a los orígenes de la
representación simbólica de lo sagrado, esto es, de la divinidad, en la historia de las
civilizaciones.
Estoy en el corazón del siglo: Junto con Y el maestro del taller de los cañones, forma una
serie de dos monumentos de cobre: el primero, de sí mismo, apoyándose en un bastón y el otro,
de una figura militar (probablemente Stalin).
Con la fina hoja de Gillette: El título inicial de este poema era "Zadonsk", donde pasó el
verano de 1936. Mandelstam evoca aquí el paisaje del camino que recorría desde su casa de
campo a los baños, y lo compara con los cuadros paisajísticos del pintor holandés Ruisdael. La
hoja de Gillette, como símbolo de la cultura moderna, aparece también en La cuarta prosa.
Noche. Viaje. El primer sueño: Este poema y los siguientes evocan, en clave bucólica y
onírica, la estancia de Mandelstam en un sanatorio de Tambov, entre diciembre de 1935 y junio
de 1936, situado en una colina, junto al río Tsni. Asimismo este poema alude a un viaje en tren a
un sovjos cercano, pasando por las aldeas llamadas Anna, Rossosh y Gremiache, en cuyos
nombres Mandelstam quiere recordar a Anna Ajmátova, Marina Tsvietáieva, y a su esposa
Nadiezhda. También aprovecha Mandelstam para evocar la colectivización de la tierra y la vida
de los campesinos en los koljoses y sovjoses, en las imágenes crípticas de la segunda y de la
tercera estrofa.
¿Dónde estoy? ¿Qué me ocurre?: Mandelstam une, en una serie paronomástica, koljos y
sovjos, dando como resultado Koltsov. Alude a Alexei Koltsov (1809-1843), poeta nacido en
Voronezh, cantor de la "húmeda madre-tierra" —a la que Mandelstam, siguiendo a Lérmontov,
convierte en madrastra—, evocando no sólo su destierro, sino también el destino trágico de los
poetas rusos, simbolizados aquí en el fusilamiento de Nikolai Gumiliov (1883-1921), cuyo poema
"El horror de la estrella " es recordado en el verso inicial " ¿Dónde estoy? ¿Qué me ocurre?
Cuando tiembla y palpita: Poema de tema español; alude a la Guerra Civil española y, en
concreto, al incidente entre Unamuno y el General Millán Astray en Salamanca, que fue
reproducido en la prensa soviética. Según Natalia Stempel, a Mandelstam le conmovió este
suceso hasta tal punto que se puso a estudiar español.
Todo va mal: El título inicial de este poema era “Kashchej”, nombre del gato de Natalia
Stempel, amiga de los Mandelstam en Voronezh. Kashchej simboliza, en el folclore ruso, la
imagen del diablo representado en la figura de un esqueleto. En la poesía rusa aparece en
Ruslán y Ludmila, de Pushkin y en el Skazka o zare Berendee, de Zhukovski; poemas éstos que
resuenan en los versos de Mandelstam, quien ve en el diabólico gato la reencarnación del mal en
el ojo de Stalin, representado en este poema, de nuevo, como ídolo de piedra que guarda un
75
tesoro en la montaña. Piedras que hablan: símbolo que identifica la poesía de Mandelstam,
continuador, como declara en “La mañana del acmeísmo”, de la piedra de Tiutchev.
Como halcón cautivo: Se trata aquí de una nueva serie paronomástica circular en los dos
primeros versos (OKOLO KOL’COVa/KAK aOKOL ZAKOL’COVA), originada a partir del
nombre d Koltsov (en ruso, Koltsov incluye “koltso”, “anillo”). De la misma manera, en la
segunda estrofa, aparece “krugozor” (“horizonte”), que contiene “krug” (“círculo”). En su
conjunto, en el poema prosigue el itinerario “dantesco” —infernal— de Mandelstam, que entra,
caracterizado como poeta ciego, en otro nuevo círculo.
La amada levadura del mundo: Este primer verso parece una nueva imagen de la
creación poética. Sonidos, lágrimas y trabajos. Reminiscencias de un trabajo teórico de
Yakubinski sobre “Los sonidos del lenguaje poético”; el poema “Ángel” de Lérmontov, su guión
sobre El joven Goethe, donde describe las lágrimas de Goethe al componer el Wilhelm Meister;
y, finalmente, a la obra de Hesíodo, Los trabajos y los días, recordado en su ensayo sobre A.
Blok.
Un diablillo con el pelo húmedo: El poema evoca un viaje después de la lluvia. El poeta
contempla las huellas y los charcos y piensa sobre su “caso”, imaginando la aparición del diablo
en una rueda. En realidad, es una reescritura del poema de Pushkin “Camino de invierno”, al
que Mandelstam superpone el “aire racionado” del poema de Tiutchev (“No hables: él me mide
el aire”), y del destierro del Ovidio en el Ponto Euxino (Ex Ponto, IV), considerado como “eje”
del “carro” del mundo.
Todavía no estás muerto: El título inicial de este poema era “La mendiga”. Se refiere a su
mujer y está escrito en una situación de miseria absoluta. El poeta recuerda las palabras de
Karamzin sobre la tormenta de nieve. Teme el ladrido y maldice el viento: proverbio árabe, que
alude al final de La Cuarta Prosa: “El viento sopla, el perro ladra”.
Ahora estoy en una telaraña de luz: Según Nadiezhda Mandelstam, este poema y el
siguiente (Como piedra caída del cielo) son una defensa y apología de la poesía como
reacción a su “Oda” sobre Stalin. El Elbrus es el más alto del Cáucaso. Mide 5269 metros y está
en Georgia.
¿Dónde encontraré refugio en este mes de enero?: La ciudad abierta es una extraña
cadena: En la antigua Unión Soviética había ciudades abiertas en las que los condenados podían
cumplir su destierro, y ciudades cerradas en las que tenían prohibido vivir. El poema, según el
testimonio de Natalia Stempel, da cuenta de la búsqueda desesperada de Mandelstam para
encontrar a alguien a quien leer sus poemas. En una escala de espinas: Alusión a Dante.
76
Me gusta el aliento helado: Poema construido sobre dos pares paronomásicos: ja (“yo”) /
jav (“la realidad”) y vek (“siglo”) / veksha (“ardilla”). Alude también a su poema “El siglo”,
incluido en Tristia.
Entre el rumor y la prisa: Prosigue la paronomasia del poema anterior: vek (“siglo”) /
veko (“párpado”). Según A. Mets, Mandelstam ofrece en este poema un nuevo retrato de Stalin.
El poema evoca también el destierro en Cherdin y, más bien, parece un vuelo imaginario que
lleva de vuelta al poeta desde su destierro hasta el Kremlin, invirtiendo —con el lienzo de la
distancia— la “cabeza culpable”.
Como Rembrandt, mártir del claroscuro: De la tragedia, Mandelstam pasa al tema del
martirio de la mano de Rembrandt y el cuadro “Camino del Calvario”, atribuido a él en esa
época y pintado en realidad por J. W. De Wet el viejo, el cual se hallaba en el museo de Bellas
Artes de Voronezh. Es un poema sobre Stalin, “espléndido hermano”, “maestro y padre de la
oscuridad verdinegra”. Los ardientes joyeros de medianoche en el harén: Se refiere a los joyeros
que pusieron rubíes en las estrellas que coronan las torres de Kremlin, y que se iluminaban de
noche.
Canto con la garganta mojada y el alma seca: El título inicial de este poema era
“Cancioncilla abjasa” y alude a su Viaje a Armenia. Cólquida es el nombre de la antigua región
de Asia, al este del Ponto Euxino y al sur del Cáucaso. Según la leyenda, los argonautas fueron a
ella para la conquista del vellocino de oro.
Armado con la vista de puntiagudas avispas: El título inicial del poema era “Las
avispas”. Mandelstam hace un juego paronómico entre su propio nombre de pila, Osip, el
sustantivo osa (“avispa”) y os (“eje terrestre”).
Aún recuerda Tiflis el desgaste de mis botas: El título inicial del poema era “Tiflis”
(Tbilisi), la capital georgiana donde nació Stalin y donde Mandelstam comenzó de nuevo a
escribir poesía en 1930, tras un silencio de cinco años. El poema evoca también otro sobre Tiflis
(“Sueño con la encorvada Tiflis”) incluido en Tristia: Balcón —cuesta-herradura-caballo-
balcón: Enumeración paronomásica circular: baLKON-naKLON-podKova-KON-baLKON.
Tercer cuaderno
Versos del soldado desconocido: (1) Corazón de largo alcance: Alusión a la artillería de
largo alcance, que hizo su aparición en la Primera Guerra Mundial. El océano son ventana es la
materia: Alusión a las mónadas de Leibnitz. Cuña militar: estrategia bélica inventada por los
romanos. El soldado desconocido: Según el testimonio de Nadiezhda, se trata del propio
Mandelstam. Lérmontov: Alude al poema de Lérmontov titulado “El demonio”. Con
temblorosos racimos de uva: Alude al gas tóxico empleado en la Primera Guerra Mundial. Los
dorados sebos: Alusión al hambre mediante el uso del “sebo” de las cartillas de racionamiento.
Svejk: personaje principal de la novela de Jaroslav Hasek, El buen soldado Svejk, sobre la
Primera Guerra Mundial.
Imploro como piedad y gracia: El poema alude a Maya Kudasheva, esposa de Romain
Rolland, quien en su visita a Moscú en 1937 podía interceder por el poeta ante Stalin. “Esa era la
esperanza de Mandelstam”, declara su mujer. Por eso Francia —representada en la persona de
Maya Kudasheva— es la “atea de dorados ojos de cabra”. La alborotada calle de julio: Alusión a
la revolución francesa de 1797. Corteja a la florista: Alusión a una escena de Entre candilejas,
película de Chaplin. La rosa en el pecho, en el sudor de las dos torres: Alusión a la catedral de
Notre Dame, a través de la novela homónima de Balzac.
El cielo de la última cena se apegó al muro: Titulado inicialmente “La última cena”.
Caen sin cabeza las estrellas: En la poesía de Mandelstam, las estrellas simbolizan el régimen
soviético. Además, hay aquí un eco del poema de Tiutchev “Tarde de verano”.
Roma: Evoca un paseo histórico y cultural por Roma, de la mano de la poesía de Miguel
Ángel “Grato m’e il sono” —que había sido traducida al ruso por Tiutchev— y de sus estatuas de
David y Moisés. El paseo llega hasta la época contemporánea y concluye con una condena del
régimen fascista de Mussolini, el “dictador-degenerado”.
Culpable deudor de dilatada sed: Describe el motivo de una vasija helénica del museo
de bellas Artes de Voronezh, al que se superpone una meditación sobre la desgracia del poeta.
La theta y la iota de la flauta griega: Trata del segundo arresto de Karl Schwab, flautista
de la orquesta de Voronezh, en el cual ve Mandelstam un presagio de su próxima muerte. La
theta y la iota: Letras del alfabeto griego presentes en la palabra rusa flejta (“flautista”).
Como en las calles de Kiev-Vij: Inicialmente, este poema era el último de los Cuadernos
78
de Voronezh y se lo había ocultado Mandelstam a su mujer. Vij: personaje del folclore ucraniano
que es el jefe de los gnomos y cuyos párpados son tan largos que le llegan hasta el suelo. A través
de él Mandelstam alude al relato homónimo de Gógol. Kreschatik es el nombre de la avenida
principal de Kiev y Lipki es el barrio en el que en los años treinta estaba la sede le la Cheka en
Kiev.
Llevo a mis labios este verdor: Dedicado a Natalia Stempel. Evoca un paseo por el
parque en abril.
En viscoso juramento se pegan los brotes: Dedicado a Natalia Stempel. Fue escrito
cuando ella les anunció a los Mandelstam que iba a casarse.
Meses más tarde, tras ser declarado oficialmente inválido, pasar una
temporada en un asilo psiquiátrico en Tambov y quedarse completamente sin
trabajo, Mandelstam recibió otro "encargo": escribir una Oda a Stalin. A ello se
dedicó entre enero y febrero de 1937, con la vana esperanza de salvarse.
Eliot, los Cantos de Ezra Pound, las Elegías de Duino de Rilke y Espacio, de
Juan Ramón.
En total son tres, cada uno compuesto a su vez de tres ciclos en torno a un
poema central. En su conjunto, creemos, su composición sigue el modelo de la
Divina Comedia de Dante. En este sentido, el primer cuaderno representa el
infierno, el segundo el purgatorio y el tercero el paraíso o cielo.
El primer cuaderno, escrito entre abril y junio de 1935, trata el tema del
destierro del poeta. Sus tres ciclos son: Voronezh y la tierra negra (poema éste
que constituye el germen creativo de las "Estanzas"), los Urales y Cherdin, y las
piedras y los aviadores. Las Estanzas son, en cierto modo, un conjuro de su
propio caso, una inversión de la culpabilidad, una reafirmación en la poesía y en
la vida tras su intento de suicidio en Cherdin ("un salto y ya estoy cuerdo") . Las
palabras del poeta aparecen entonces como confesión íntima, y última: "¡Debo
vivir, respirando y "bolchevizando", / mejorando ante la muerte, / durar un
poco más y jugar con la gente".
Cubierta la boca de sangre, susurro: / —Yo nací en la noche del dos al tres / de
enero del noventa y uno, / año sin esperanza, y los siglos / me rodean con el
fuego.
En una barraca de madera que dejaba filtrar por sus ranuras los puñales de
aire hirientemente fríos, durmió mal, como siempre, y despertó cuando la luz
plomiza del lejano noroeste de Rusia, cerca del río Kolima, amagaba con
aparecer, pero no aparecía. El sol era en su memoria un círculo delgado y frágil,
que se desvanecía detrás de cada ráfaga blanca; Mandelstam ya no recordaba ni
un sólo día de verano. Ni una primavera. Olvidado el color verde del pasto, el
amarillo de las hojas de otoño, el rocío de las noches estivales, había olvidado
también la agradable sensación del calor cuando se levantó de su camastro y
salió hacia el galpón para tomar el té que le servirían sus guardianes.
Cuerpo que nunca más apareció. En alguna fosa común que todavía hoy
84
San Petersburgo
vivía una familia, salvo la poeta Anna Ajmátova que no compartía el suyo con
nadie, viuda ya de su marido tempranamente fusilado y con su hijo adolescente
detenido en la Lubianka. En esa habitación escribió buena parte de su obra,
recibió a sus amigos poetas, pintores, críticos y actores. También a Isaiah Berlin.
Y por supuesto a Mandelstam. En las cuatro paredes hay fotografías del poeta:
antes y después de su primera detención, joven y envejecido por la prisión,
sonriente en la foto familiar y serio en la de su prontuario. Manuscritos de
poemas se juntan con legajos policiales recuperados después de la Glasnov. Allí
está apenas un trozo de su vida, y el doloroso espejo de una generación de
artistas.
Sin embargo, como el suicida que busca el método más doloroso para acabar
con su vida, Mandelstam creó –sin llegar a escribirla jamás- la única poesía
política de toda su existencia, un producto de escasa calidad literaria pero
decididamente mortífero, como si le complaciera elaborar un veneno que
garantiza la muerte pero a largo plazo y mediante indecibles sufrimientos. El
poema ni siquiera tiene título, pero su lectura no permite confusiones: es contra
Stalin.
En la tarde del 16 de mayo de 1934 Anna Ajmátova caminó las cuadras que
separaban su casa de la vivienda de Mandelstam y su esposa Nadiezhda. Desde
siempre acostumbraban a leerse mutuamente sus textos antes de darlos a
conocer a otros. Los acercaban sus talentos literarios y un amor que trascendía
las cuestiones estéticas. Es conocida la historia de ese día, narrada por Berlin:
como en la casa no había absolutamente nada más que té, Mandelstam salió, sin
un peso en el bolsillo, a buscar algo para comer. Regresó al rato con un huevo
duro que le regaló un vecino y que pretendía compartir luego entre los tres.
Fue una noche larga y tensa; cada nota, cada escrito fue revisado
minuciosamente. Amaneció y Nadiezhda, Ajmátova y el poeta seguían sentados
esperando que terminara la labor de los agentes. Los tres sabían que él iba a ser
detenido y fue Ajmátova la que insistió para que Mandelstam comiera el huevo
duro donado por el generoso vecino antes de salir hacia la cárcel de la Lubianka.
Unos meses más tarde, en enero de 1935, Gorki insistió en que "hay que
exterminar al enemigo sin cuartel ni piedad, sin prestar la menor atención a los
gemidos y suspiros de los humanistas profesionales". El peso que su voz tenía en
la Unión Soviética era sólo comparable con el de León Tolstoi en la primera
década del siglo. ¿Ignoraba que su consejo sería llevado a cabo por burócratas
solícitos siempre atentos a satisfacer los deseos de Stalin?
Poema
(sin título)
Noviembre de 1933
II
EPIGRAMA CONTRA STALIN
Noviembre de 1933
III
COMENTARIOS
Verso primero
Verso segundo
Verso tercero
Verso cuarto
gravita, quejosa...
(Там припомнят...)
Verso quinto
Verso sexto
Verso séptimo
Verso octavo
Verso noveno
Mandelstam utiliza sbrod, que aquí traduzco por “chusma”, término despectivo
e injuriante. Según el crítico ruso Benedict Sarnov, este verso casi seguro le
prolongó la vida a Osip Mandelstam. Las primeras personas que escucharon,
aterrorizadas, el epigrama pensaron que el arresto y fusilamiento de
Mandelstam era inminente. En lugar de ello, Stalin ordenó una medida leve de
entre el arsenal punitivo soviético: “exilio administrativo” a la ciudad de
Cherdin, a la que se le permitió viajar acompañado por su esposa. Luego, la
medida sería suavizada todavía más cuando, en 1935, les permitieron
trasladarse a Voronezh, pequeña ciudad provincial en el sur de Rusia, de clima
más templado. Stalin, siempre según Sarnov, le otorgó un plazo al poeta para
que escribiera un poema dedicado a su persona. “Stalin sabía perfectamente que
la opinión que de él tendrían las generaciones futuras dependería en alto grado
de lo que sobre él escribieran los poetas.” Más aún tratándose de Mandelstam,
tan sagaz que había llegado a entender el tipo de personas, “caciques de cuello
extrafino”, que rodeaba al dictador y de qué manera él, Stalin, jugaba con ellos,
los dominaba. Tanta penetración, tan sutil compresión de la vida del líder,
parece haber impresionado a Stalin. Esto quizás explique la insistencia con que,
durante una célebre conversación telefónica (véase comentario al siguiente
verso), Stalin le pregunta a Pasternak si Mandelstam podría ser considerado un
“verdadero maestro”. Su pregunta fue: “¿Pero es o no un maestro?”
La verdad sea dicha, Stalin demostró ser un psicólogo no menos fino y
penetrante que el poeta (lo que, por otra parte, no debe extrañarnos).
Efectivamente, en la ciudad de Voronezh, Mandelstam terminó escribiendo una
triste Oda a Stalin, en enero de 1937, y a la que J.M. Coetzee le ha dedicado un
interesante ensayo (en “Osip Mandelstam and the Stalin Ode”, de su
libro Giving Offense / Essays on Censorship). En la oda figura este verso: “Me
gustaría llamarte no Stalin, sino Yugashvili.” Es decir, recurriendo no a su
pseudónimo oficial, partidista, sino a su nombre de cuna, más humano,
acercándose a él por su parte más suave, rescatable. Un “encargo” semejante le
fue hecho a Mijaíl Bulgákov, que también dedicaría casi un año, al final de su
vida, ya mortalmente enfermo, a escribir la obra teatral Batum, pieza sobre la
juventud heroica del joven Yugashvili y que transcurre en el Bakú
prerrevolucionario.
Pasternak, un tanto más sutil, llegó a enviarle a Stalin, durante las exequias de
su esposa Nadezhda Alliluyeva, un telegrama que fue publicado en la Gaceta
Literaria y que algunos consideran que lo salvó de ir a dar al gulag: “Me uno al
sentimiento de mis camaradas. La víspera profunda y tenazmente la pasé
pensando en Stalin, como artista, por primera vez.” Es decir, le hizo la velada
promesa de que algún día usaría su talento para dejar una imagen “humana” o
literaria del dictador...
Permítaseme aquí esta otra digresión biográfica que ilustra a través de qué
prisma vivencial leo también este poema: muchos años después, cuando
estudiaba en la más grande universidad técnica de Siberia, en la profunda
96
Verso décimo
Verso undécimo
Lo escribió en una hoja de papel y usando la misma pluma con que estamparían
la sentencia que sellaría su suerte.
Verso duodécimo
En una primera acepción tykat es también “señalar con el dedo”, “meter por los
ojos”, tratar a alguien de manera familiar y desconsiderada. De modo que el
sentido se mueve entre estas dos acepciones. En Rusia es raro que los
desconocidos se tuteen y en una primera presentación la etiqueta exige el más
riguroso uso del usted. El tuteo es prerrogativa de los barrenderos o de los altos
jefes. En un altercado callejero, el tuteo es percibido de inmediato como una
violentísima agresión. Mandelstam lo utiliza aquí como muestra del maltrato al
que Stalin somete a sus subordinados.
Verso decimotercero
Verso decimocuarto
para decirlo recurriendo a una terminología del cine, con que el poeta muestra
las partes del cuerpo donde van cayendo las herraduras ucases tiene el efecto de
esos close ups en El acorazado Potemkin de Eisenstein, en que se muestra
también, para mayor impacto de la escena, la pupila enorme tras el cristal de
unos quevedos, la boca abierta en un grito, el rictus de un rostro que ocupa toda
la pantalla.
Mandelstam, un poeta de honda inspiración lírica, no había escrito poesía
ensalzando la Revolución, a diferencia de otros que se dejaron llevar por el
entusiasmo y saludaron con apasionamiento el advenimiento de Octubre.
Alexander Blok fue uno de ellos y llegó a publicar su poema “Los doce”, en que
celebra el triunfo revolucionario con imágenes pletóricas de simbología
evangélica. Vladimir Maiakovski, por su parte, creyó hallar en la Revolución la
apoteosis de la estética futurista que había moldeado sus versos de “vocinglero
jefe”, como se llama a sí mismo en su elegía “A plena voz”. No tardaría en darse
cuenta de que en la Rusia de Stalin pronto quedaría aquella sola voz tonante...
Para el momento en que el destino lo pone en rumbo de colisión con Stalin,
Mandelstam ha publicado un número de libros, ninguno de tónica política, de
tan alto valor poético que toda Rusia –o al menos ese uno por ciento de lectores
de poesía del que hablaba Joseph Brodsky– lo tiene por un Maestro, con
mayúscula.
Verso decimoquinto
Toda ejecución...
(Что ни казнь у него...)
A mediados de los setenta Lev Razgón, un sobreviviente del gulag y autor de las
implacables memorias Nepridumannoye [“de la vida real”; en inglés, True
Stories], fue internado en una clínica moscovita por un padecimiento cardiaco.
Uno de sus vecinos de sala es un ex oficial, hombre amable con los otros
pacientes y en particular con el escritor, a quien asiste solícito. A Razgón, con
quien hace buenas migas, termina contándole algo que jamás había confesado a
nadie: su labor como miembro de una de las miles de brigadas de ejecutores que
operaron en la urss en la década de los treinta. Razgón escucha anonadado
sobre los cien gramos de vodka que tomaban los verdugos al comenzar la noche,
sobre los camiones cargados de prisioneros que eran llevados a bosques en las
afueras, sobre los gritos de las mujeres al borde del foso, los vivas al partido de
algunos hombres, el tiro en la nuca, el puntapié que le propinaban a la víctima
para hacerla caer en el foso al tiempo que apretaban el gatillo porque las esposas
de los verdugos estaban cansadas de lavar sus guerreras salpicadas de sangre...
Muchos camiones durante toda la noche, por toda la urss. Siete millones de
1934 a 1941. La espeluznante cifra de un millón de ejecutados por año.
Verso decimosexto
... de oseta.
(... осетина.)
A esta literatura del horror se añade ahora en castellano otro libro excepcional,
del mismo nivel al menos de los anteriores, escrito por otra viuda superviviente
del exterminio estaliniano: Anna Lárina, la que fue mujer del líder bolchevique
más atrayente de la Rusia revolucionaria, Nikolái Bujarin. Su bellísimo y
aterrador texto Lo que no puedo olvidar es la historia del medio siglo largo que
va desde que conoció a Bujarin, con 17 años, hasta la rehabilitación completa de
este último en la época Gorbachov, pasando por el juicio en el que fue
sentenciado (año 1938) por traición y su posterior desaparición en los
chupaderos siberianos. Aunque Anna Lárina intenta que el protagonista de sus
memorias sea Bujarin, el centro de esta larga resistencia es ella misma. Cuando
Bujarin es arrestado, hace dos peticiones a su mujer: que se aprenda de
memoria, para que un día pueda hacerla pública, su carta testamento "a la
futura generación de dirigentes del partido", y que eduque a su hijo Yuri (que
tiene 11 meses cuando Bujarin es detenido) "como a un bolchevique". La carta
tardó cinco décadas en ser publicada en la antigua URSS y su hijo creció en
orfanatos y no volvió a ver a su madre hasta 1956, cuando tenía 20 años.
Contra toda esperanza, las memorias de Nadiezhda Mandelstam, narra las
trágicas experiencias vividas por su marido Osip, también desaparecido en el
gulag, y por sus compañeros de generación, entre ellos, Anna Ajmátova, Isaac
Babel, Marina Tsvetáieva o Víctor Shklovski. Como Lárina, Nadiezhda
Maldelstam sobrevivió en el ostracismo a la muerte de Osip, hasta que en 1956
se le permitió regresar a Moscú donde inició estas memorias. En mayo de 1939,
tres funcionarios se llevaron al alba a Osip Mandelstam; nunca se le volvió a ver
vivo. Unos meses después, Nadiezhda supo que Osip había dejado de existir al
recibir un giro postal devuelto, con una leyenda: "Causa: muerte del
destinatario". Durante los años que vivieron juntos, Nadiezhda copiaba todos
los poemas de su marido y los escondió, de modo que su obra sobrevivió a su
persona. Entre esa obra poética está el poema a Stalin que el monstruo
georgiano nunca le perdonó: "Sus dedos gordos son sebosos gusanos / y sus
seguras palabras, pesadas pesas, / de su mostacho se burlan las cucarachas, / y
relucen las cañas de sus botas". Hoy inencontrable en las librerías la edición de
Alianza, Contra toda esperanza será reeditada próximamente en Galaxia
102
Libros publicados
Poesía
La piedra, 1913
Tristia, 1922
Cuadernos de Moscú, 1930-1935
Cuadernos de Voronezh, 1935-37
Prosa
Muestrario de Poesía
1. La eternidad y un día y otros poemas / Roberto Sosa 30. El adivinador de hojas y otros poemas / Odysseas
2. El verbo nos ampare y otros poemas / Hugo Lindo Elytis
3. Canto de guerra de las cosas y otros poemas / Joaquín 31. Las ventajas de aprender y otros poemas / Kenneth
Pasos Rexroth
4. Habitante del milagro y otros poemas / Eduardo 32. Nunca de ti, ciudad y otros poemas / Czeslaw
Carranza Milosz
5. Propiedad del recuerdo y otros poemas / Franklin Mieses 33. El barco en llamas y otros poemas / Jaroslav
Burgos Seifert
6. Poesía vertical (selección) / Roberto Juarroz 34. Uno escribe en el viento y otros poemas / Gonzalo
7. Para vivir mañana y otros poemas / Washington Rojas
Delgado. 35. El animal que llora y otros poemas / Antonio
8. Haikus / Matsuo Basho Gamoneda
9. La última tarde en esta tierra y otros poemas / Mahmud 36. Los andamios del mundo y otros poemas / Ledo
Darwish Ivo
10. Elegía sin nombre y otros poemas / Emilio Ballagas 37. Dominican Style y otros poemas / Alexis Gómez
11. Carta del exiliado y otros poemas / Ezra Pound Rosa
12. Unidos por las manos y otros poemas / Carlos 38. Poesía francesa actual / Muestra de 40 autores
Drummond de Andrade 39. Número equivocado y otros poemas / Wislawa
13. Oda a nadie y otros poemas / Hans Magnus Szymborska
Enzersberger 40. Desde la república de la conciencia y otros poemas
14. Entender el rugido del tigre / Aimé Césaire / Seamus Heaney
15. Poesía árabe / Antología de 16 poetas árabes 41. La tierra giró para acercarnos y otros poemas /
contemporáneos Eugenio Montejo
16. Voy a nombrar las cosas y otros poemas / Eliseo Diego 42. Secreto de familia y otros poemas / Blanca Varela
17. Muero de sed ante la fuente y otros poemas / Tom 43. Tal vez no era pensar y otros poemas / Idea Vilariño
Raworth 44. Bajo la alta luz inmerso y otros poemas / Mariano
18. Estoy de pie en un sueño y otros poemas / Ana Istarú Brull
19. Señal de identidad y otros poemas / Norberto James 45. Las ocupaciones nocturnas / Jorge Enrique Adoum
Rawlings 46. La gruta de las palabras y otros poemas / Vladimir
20. Puedo sentirla viniendo de lejos / Derek Walcott Holan
21. Epístola a los poetas que vendrán / Manuel Scorza 47. La vida nada más, la sola vida y otros poemas /
22. Antología de Spoon River / Edgar Lee Masters Gastón Baquero
23. Beso para la Mujer de Lot y otros poemas / Carlos 48. El futuro empezó ayer / Luis Cardoza y Aragón
Martínez Rivas 49. Los errores necesarios y otros poemas / Joaquín
24. Antología esencial / Joseph Brodsky Giannuzzi
25. El hombre al margen y otros poemas / Heberto Padilla 50. Jardín de Piedra / Fernando Ruiz Granados
26. Réquiem y otros poemas / Ana Ajmátova 51. Hablar desde la inseguridad / Rafael Cadenas
27. La novia mecánica y otros poemas / Jerome 52. El hombre acorralado y otros poemas / Luis Alfredo
Rothenberg Torres
28. La lengua de las cosas y otros poemas / José Emilio 53. Territorios Extraños /José Acosta
Pacheco 54. Cuadernos de Voronezh / Osip Mandelstam
29. La tierra baldía y otros poemas / T.S. Eliot
105
Colección
Muestrario de
Poesía
2010