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“El existencialismo ateo que yo represento es más coherente. Declara que si Dios no existe, hay por lo menos un ser en el que la
existencia precede a la esencia, un ser que existe antes de poder ser definido por ningún concepto, y que este ser es el hombre, o como
dice Heidegger, la realidad humana. ¿Qué significa aquí que la existencia precede a la esencia? Significa que el hombre empieza por
existir, se encuentra, surge en el mundo, y que después se define. El hombre, tal como lo concibe el existencialista, si no es definible,
es porque empieza por no ser nada. Sólo será después, y será tal como se haya hecho. Así, pues, no hay naturaleza humana, porque no
hay Dios para concebirla. El hombre es el único que no sólo es tal como él se concibe, sino tal como él se quiere, y como se concibe
después de la existencia, como se quiere después de este impulso hacia la existencia; el hombre no es otra cosa que lo que él se hace.
Este es el primer principio del existencialismo solución.”
Temas: FILOSOFIA
Autor: ECO, UMBERTO | MARTINI, CARLO MARIA
Un representante singular de la cultura laica, Umberto Eco, y un príncipe de la Iglesia, Carlo María Martini, han volcado en estas páginas sus
reflexiones acerca de la ética y sus fundamentos en el fin del milenio. A modo de diálogo epistolar, con absoluta libertad dialéctica y sin excesivos
miramientos por sus respectivos papeles, debaten algunos de los valores que se cuestiona el hombre contemporáneo, entre otros: los confines de la
vida humana según la tradición teológica y el desafío tecnológico, las limitaciones impuestas a las mujeres por la Iglesia, el nuevo Apocalipsis del
año 2000 y el sentido de la fe, tanto para quienes creen como para quienes no creen (o creen que no creen). A este intenso epistolario público se
suman las voces de un coro variopinto y curiosamente armonioso, compuesto por dos filósofos (E. Severino y M. Sgalambro), dos periodistas (E.
Scalfari e I. Montanelli) y dos políticos (V. Foa y C. Martelli), que puntualizan y amplían las conclusiones de Eco y Martini. Una obra sugerente y
libre que constituye un magnífico ejemplo de respeto mutuo y comprensión.
l título de esta obra podría parecer equívoco; por un lado, ser religioso connotaría "creer", y por otro lado, "los que no creen"
tendrían que creer en algo. Hace años que pienso que el término "creer" no describe bien la relación de una persona con Dios. Muy
pocos santos o devotos de distintas religiones hablan de "creer". Ellos y cualquier "creyente" serio, viven en relación con Dios, así
Dios sea una idea en sus cabezas. Del mismo modo que no decimos: "creo en el lápiz", "creo en el mantel" o "creo en el árbol", un
"creyente" no se plantea si cree en Dios. Para él, Dios, de alguna manera, es una realidad, y uno no cree en realidades, sino que las
vive, las experimenta, se relaciona con ellas. Incluso las olvida, en un sentido muy heideggeriano, como olvidamos unos zapatos que
llevamos puestos que son cómodos, precisamente porque son cómodos. Y si esto es así con los creyentes, ¡Qué decir de los no
creyentes! Pero en general, para vivir una vida plena y de un modo u otro trascendente, no hace falta tener o no tener creencia
religiosa. No es "lo que creen" o "lo que no creen" lo que hace a los hombres, sino como viven su relación con un posible sentido de
las cosas.