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33 y 1/3 glam!
Italo Calvino
La aventura de un fotógrafo
Milan Kundera
La ignorancia
33 y 1/3 glam!
lista
(de pasarelas)
download 33
niccolo ammanitti respeto
vicente luis mora ¿postomodernidad? narrativa de la
imagen, next-generation y razón catódica en la narrativa
contemporánea
d. f. lewis haciendo cola detrás de gente loca
suzanne vega canciones
milay laviña de cómo odiar a un turista
josé b. adolph el anti-bestseller
leonardo guevara eutanasia y otros poemas
witold gombrowicz la despedida / el día del adiós
roberto bolaño un tercio de poesía
elena v. molina haciendo zapping entre 500 canales
extranjeros
daniel díaz mantilla realidad, literatura, poder
arnaldo muñoz viquillón tatuaje de aluminio / de cómo
puede ser el amor a primera vista
abel arcos lo que ellas quieren
pedro marqués de armas & catarina costa variaciones
sobre Francesca Woodman
rudy rucker un manifiesto transrealista
slawomir mrozek el informe / el proceso / liliputienses /
homenaje al héroe / revisión militar / mi lucha
jack kerouac beat poems
download 33
1
Referencias a artículos de villoro, ajens, y aguilera son de okupas, 7mo LP de 33 y
1/3.
33 y 1/3 glam!
replay
niccolo ammanitti
(roma, 1965)
respeto
Salimos al anochecer.
Vamos a divertirnos. A desmadrarnos.
Sabemos divertirnos. Sabemos sacar fuera lo mejor.
Nos montamos en el coche y decidimos ir a menearnos. A morir un
poco en la pista. Nos reímos y paramos en un bar de la provincial a
tomarnos unas copas.
Esta noche es distinta, y todos nos damos cuenta. A través de las
ventanillas abiertas aspiramos el aire que nos rebota en la cara a 180.
Somos una jauría de cabrones en movimiento. Somos como búfalos.
Pero más grandes. O como hienas. Pero más famélicos. Joder que si
estamos contentos esta noche. Y que hambrientos estamos.
Hambrientos de chocho. Hambrientos de chocho rizado.
Entramos en el aparcamiento, pero no hay un puto sitio. Como pasa
siempre los sábados por la noche. Lo dejamos en triple fila y todos
empiezan a pitar como imbéciles. Esperamos tranquilamente y vemos
que nuestro auto estorba. No deja pasar. Pero eso nos divierte. Nos
gusta. Es nuestro reto. Vengan a decir algo. Vamos. A ver si se
atreven.
Estamos aquí y se puede armar la de Dios.
Apoyados como imbéciles en el capó del auto.
¿Tienen algún problema?
Si piensan que somos unos jodidos gamberros, basta con que lo
digan.
Es su momento. Es el momento de las lamentaciones.
Pero no dan la cara. ¿Por qué?
Gallinas.
Entramos en la discoteca apiñados.
Hay montón de gente. Montón de pavas ignorantes.
Llevamos tejanos Cotton Belt y Uniform, y botas militares o doctor
Martens. Camisas a rayas o estampadas. El pelo largo y recogido
detrás. Corto a los lados.
Llevamos pendientes. En la oreja. En la nariz. En la ceja.
Nos ponemos a bailar. Nos gusta el techno. Es lo que nos va.
Es una música que se te sube por el culo, te atraviesa las tripas y se
propaga por dentro. Para hablar gritamos. Para hablar tenemos que
chillar.
33 y 1/3 glam!
La luz verde nos pone los ojos amarillos y resalta la caspa que
llevamos en los hombros. Sobre la camisa. Se baila apretados, y
entonces nosotros hacemos un corro dejando que haya un espacio
vacío en medio. Empujamos a los de atrás y nos da igual si alguien se
molesta.
En el suelo las baldosas cambian de color.
Rojo y verde y azul.
De pronto, cuando llevamos montón de tiempo meneándonos, vemos
tres chochos que bailan a un lado. Nos sonríen. Entonces rompemos
nuestro círculo y dejamos que entren en él. Ahora tienen sitio para
bailar más relajadas. Nosotros damos vueltas a su alrededor. Nos
sonríen agradecidas y están contentas. Que buena está la música
esta noche. Que buenas están, con las minifaldas y las botas militares
y los tops ajustados. Luego empiezan las luces estroboscópicas y ellas
desaparecen y reaparecen mil veces por segundo. Son unas macizas
con grandes tetas y a nosotros se nos empieza a poner dura.
Notamos que nos sube por los huevos y se llena de sangre, y
entonces el cerebro se vacía y los pensamientos se vuelven más
confusos. Es una droga que nos llena de azul la cabeza y de rojo el
rabo.
Una que dice llamarse Amanda se ríe y no para de llamar nuestra
atención. No sabe que hace ya un buen rato que sólo nos fijamos en
ellas, que lo que son es unas cochinas. Vamos a tomar algo y ellas
nos hablan de un grupo de música que no conocemos pero da igual.
Entre este grupo lo que se diga no importa. Ellas son gallinas
contentas de nuestro cortejo. Se habla. Se vuelve a bailar.
Salimos de la discoteca cuando ya ha amanecido. Las gallinas nos
siguen. Son tres.
Amanda.
Maria.
Paola.
Volver a meternos en el auto nos sienta bien. Nos sienta bien poner la
música a tope. Sentir que ha sido una noche más de desfase. Que nos
importa todo tres pepinos. Que todo va bien. Que hemos probado el
material otra noche. Que todo va muy bien. Y estamos contentos,
porque esas tres cochinas nos están siguiendo en su Uno gris
metalizado, y entonces nos reímos y nos decimos que son unas
auténticas putas y que solo piensan en el rollo. Y decimos que no es
posible que las mujeres estén siempre calientes. Y que fingen que no
les importa nada pero en realidad sólo tienen eso en la cabeza.
Atravesamos el campo. Un par de pueblos.
Llegamos a la costa.
Dejamos los autos en el aparcamiento desierto y caminamos entre las
dunas de la playa, donde sopla el viento. El viento lleno de arena.
Amanda y Paola están pasadas de rosca y de vez en cuando echan a
correr y se ponen a cantar Eros. Maria, en cambio, vomita junto a una
caseta. Está doblada y se apoya con una mano en la madera.
Papilla ácida y gin tonic.
33 y 1/3 glam!
Vete.
Vete, es mejor. Maria está tumbada y se deja besar. Con los ojos
cerrados. Deja que le quiten el sujetador. Uno de nosotros empieza a
apretarle las tetas. Los pezones son oscuros y están duros. Maria ha
echado la cabeza atrás y se deja hacer. Se ríe. Deja que le muerdan
los pezones. Todos estamos encima de ella, y nos gusta verla allí.
Desnuda en la arena. Nosotros también nos reímos. Es una extraña
excitación la que nos entra. Vamos allá. Vamos allá. Lo está deseando.
Necesita rabo.
Necesita ser castigada. El que está encima de ella le baja las bragas.
La muy puerca no parece darse cuenta. Vamos allá. Vamos allá.
Es el momento del amor.
Le abrimos las piernas. Tiene un buen coño. Bien cuidado. No tiene
pelos que se le desborden por los muslos. Odiamos a las que los
tienen. Los detalles son importantes. Se los afeita.
¿A quién se lo enseñará?
Farfulla algo. Algo así como no. No quiero. Basta.
Es demasiado.
Es demasiado cuando fingen que no quieren. El amor en grupo
fortalece la personalidad. Nos bajamos los pantalones y dejamos las
trancas al aire. Las sujetamos con la mano y nos reímos. Mira. Mira, le
decimos. Levanta la vista y ve este metro y medio de polla. Mediría
más o menos eso si se las metiéramos una detrás de la otra. Se
queda embobada.
Empezamos a follárnosla por turnos. Nos tumbamos encima de ella y
apretamos. Se agita debajo de nosotros. La enganchamos bien. Al que
se corre pronto le cogemos por el culo. Está tumbada en el suelo y
parece un saco de cal. Animamos a que alguien la cambie de posición
y la coja por detrás. De pronto se recupera y dice que basta. Nos
implora. Nos suplica. Tú calladita. Tú calladita, le decimos. Pero ella
grita e intenta levantarse.
¿Adónde quieres ir?
Todavía no hemos terminado.
Vuelve a caerse al suelo. Seguimos. En lo alto de las dunas aparece la
otra amiga. Se queda alucinada cuando nos ve a todos desnudos
encima de Maria. ¿Qué están haciendo?, nos pregunta. ¿Cómo que
qué estamos haciendo? Nos estamos follando a tu amigo. Ahora
gritamos. Y nos tiramos encima de la desgraciada. Todos juntos.
Manada salvaje al ataque. Licaones detrás de una gacela. Con los
rabos tiesos. Escalamos las dunas a gatas. Ella se da la vuelta y huye.
Corre con la cabeza alta. Con la boca abierta. Nosotros vamos tras la
presa y nos dispersamos a sus flancos. Corre. De pronto da un
quiebro y se desmarca y cae rodando por la ladera de una duna de
arena y vuelve a estar tumbada en la playa. Se levanta y echa a
correr. Nosotros nos lanzamos abajo saltando. ¿Por qué no se para?
No queremos hacerle daño. Empieza a cansarse. Se ve. La suya es
una carrera extenuada.
33 y 1/3 glam!
replay
33 y 1/3 glam!
el concepto de posmodernidad
Si tuviera que explicar lo que es la Posmodernidad, supongo que
recurriría a un personaje de cómic, llamado Onda de Radio. No
demasiado conocido, en realidad jamás ha sido dibujado fuera de la
imaginación de uno de los mejores narradores norteamericanos
últimos, Michael Chabon.
En su novela Las asombrosas aventuras de Kavalier y Clay (2000), los
personajes principales se dedican al dibujo pulp para ganarse la vida,
y diseñan varios héroes de cómic, alguno de ellos memorable, como
este “Radio Wave”, cuya descripción es una auténtica síntesis de la
crisis posmoderna: es “un deslumbrantemente delineado, muy bien
vestido (Ansiedad por el estatus, Alain de Botton), suntuosamente
musculoso, y bellamente entintado héroe sin novia entrometida
(“instituciones concha”, de Giddens), colega problemático, irónica
identidad secreta (El crimen perfecto, Baudrillard), torpe comisionado
policial (transformación de los agentes en elementos revolucionarios,
señalada por Debord en La sociedad del espectáculo), talón de
Aquiles (aplicación individual de la Sociedad del riesgo de Beck),
cuerpos de aliados secretos, o búsqueda personal de venganza
(ejércitos privados, Kapúscinski, Lapidarium IV); solo la dudosa
habilidad apresuradamente explicada y bien usada de transmitirse a
sí mismo por el aire ‘en los raíles invisibles de las ondas radiales’, y
saltar inesperadamente desde la parrilla de un Philco hasta el
escondite de una pandilla de ladrones de joyas que aman el jazz”
(Chabon 2000: 149).
Tenemos un gran problema al hablar de posmodernismo porque
requiere tres requisitos previos: primero, saber qué es el modernismo,
del cual aquél supuestamente traería causa, segundo, precisar a qué
posmodernismo geográfico o cultural hacemos referencia. Tercero, la
relación entre posmodernismo y posmodernidad. El primer problema
no es asunto nuestro en este momento, aunque es obligatorio al
menos citar su existencia. El segundo es fácil, ya que se nos pide un
ámbito geográfico y cultural concreto: literatura en prosa
norteamericana posterior a los maestros del posmodernismo.
Respecto al tercero, en principio, sin perjuicio de deslindar más abajo
el concepto, podríamos dar por buena la sintética definición del
Sloterdijk de En el mismo barco: "la postmodernidad es la época
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Este es el principio de la novela Mantra, de Rodrigo Fresán: “Mantra decía que
cualquier historia (...) sólo podía estar bien contada si comenzaba con el principio
de todas las cosas, con el big bang de la cuestión, con ese Había una vez... original
que nos incluye a todos”
2
“Lo que quizás habría que añadir ahora (...) es que postmodernidad y globalización
son una misma cosa. Se trata de las dos caras de un mismo fenómeno. La
globalización lo abarca en términos de información, en términos comerciales y
económicos. Y la postmodernidad, por su lado, consiste en la manifestación cultural
de esta situación”; F. Jameson, en “Postmodernidad y globalización. Entrevista a
Frederic Jameson”; Archipiélago, nº 63, noviembre 2004.
33 y 1/3 glam!
1
Tensión que no tiene nada de residual o secundaria: “pero hay más que simple
tautología hacia la relación entre modernismo y postmodernismo si podemos
diseñar un argumento sobre como el fenómeno posterior emerge de su predecesor
–sobre, en otras palabras, engreimiento histórico”; Brian McHale, Posmodernist
Fiction; Routledge, New York, 2001.
33 y 1/3 glam!
Ballard, cuya literatura está aún por colocar en el lugar de honor que
merece, y que antecede a veces en lustros o décadas en invenciones
técnicas a supuestos descubridores, está en un término intermedio,
entre la generación modernista y la posmoderna, en el que también
33 y 1/3 glam!
1
“Kosinski se sitúa en un estadio intermedio entre ambas corrientes narrativas de
tal modo que comparte ciertas técnicas con la novela modernista y una visión
cosmogónica coherente con los mundos caóticos ofrecidos por la última hornada de
novelistas norteamericanos”; Ana Antón-Pacheco Bravo, “Entre la tradición y la
vanguardia: el universo de ficción de Jerzy Kosinski”, en VV.AA., Actas del IV
Congreso de la Asociación Española de Estudios Anglo-Norteamericanos; Ediciones
Universidad de Salamanca, 1984.
2
En este caso, estamos ante una versión tardomoderna del esse est percipi de
Berkeley: “Dick quiere poner de manifiesto que los límites entre lo normal y
anormal, entre la alucinación y el estado de conciencia, son muy difusos. (…) El
problema no está en las teorías, sino en la percepción”; José Luis Molinuevo,
Humanismo y nuevas tecnologías; Alianza, Madrid, 2004.
33 y 1/3 glam!
narrador e identidad
Si estudiamos el tema del sujeto en estos narradores, hemos de decir
que permanece en ellos la constante de la disolución posmoderna del
yo. Como venía a decir Zygmunt Bauman, la identidad duradera y
bien amarrada ya no constituye un activo; cada vez más y de un
modo cada vez más evidente, se convierte en un pasivo, cuyo
objetivo no es fijarse inamovible, sino lo contrario1 : esto frustra por
fin la tensión individualizadora y solipsista que la narrativa había
sostenido desde Defoe hasta mediados del siglo XX2: puede que
Joyce, Musil o Beckett describieran la desaparición del sujeto, después
de sus primeras apariciones en el Romanticismo alemán (Schlegel,
Novalis), pero es claro que sólo los autores posmodernistas escriben
como sujetos desestructurados, en textos desestructurados. Como es
natural, esto debe tener repercusión también en el tratamiento de la
división de géneros. Para Linda Hutcheon3, la categoría psicológica del
autor abre caminos intermedios, de modo que pueden presentarse las
ficciones como biografías (el Kepler de Theodore Banville), como
autobiografías (Running in the Family, de Ondaatje), o como
disquisiciones históricas (Shame, de Salman Rushdie); hasta el
ensayo teórico, como indica Hutcheon a partir de la Cámara Lúcida
(1981) de Barthes, se contamina de la memoria proustiana. Estos
terrenos intermedios quedan claros en nombres de esta última
1
Según juicio de Enrique García Díez, “si para la novela existencialista la falta de
identidad significaba la angustia de encontrarse en un mundo absurdo, para el
narrador de la novela postmodernista la identidad no es más que una cuestión
literaria: el saberse inmerso en el bucle narrativo de la tradición donde la idea de
originalidad personal es un sueño de fantasiosos”; “La modalidad digresiva en la
novela actual”, en Actas del IV Congreso de la Asociación Española de Estudios
Anglo-Norteamericanos; Ediciones Universidad de Salamanca, 1984.
2
Debido a que “la historia de la ficción desde Defoe hasta nuestros días ha sido una
marcha imparable hacia esa interiorización o hacia un individualismo cada vez más
radicales”; Manuel Villar Raso, “Reflexiones sobre la violencia”, en Amor, Odio y
Violencia en la Literatura Norteamericana; Alcalá de Henares, 1994.
3
Antes, había escrito que “el sujeto que percibe no se asume ya a una entidad
coherente, generadora de significado. Los narradores de ficción se transforman
desconcertadoramente múltiples y difíciles de localizar (como en The White Hotel
de D. M. Thomas) o resolutamente provisionales y limitados –muchas veces
minando su propia aparente omnisciencia (como en Niños de la Medianoche de
Salman Rushdie). En los términos de Russell, con el posmodernismo comenzamos a
encontrar y somos desafiados por ‘un arte de perspectivas cambiantes, de doble
autoconciencia, de significado local y extendido”.
33 y 1/3 glam!
movilidad/inmovilidad
Como contradiciendo la inmovilidad posmoderna, la mayoría de estos
escritores sitúa sus obras en países distintos de los Estados Unidos,
algunos de ellos exóticos. Así, Jamaica Kinkaid, nacida en 1949,
obtuvo un gran éxito con Annie John (1985), sobre la infancia y
juventud de una niña en las Indias Occidentales; Eggers localiza su
acción en Senegal y el propio título de su libro, You shall know our
velocity (2003), hace referencia a la dislocación espacial. Como dice
Chabon en la primera página de Las asombrosas aventuras de
Kavalier y Clay, “nunca era una simple cuestión de escaparse.
También era una transformación”. Sin llegar a la Bildungsroman,
puesto que el viaje posmoderno es esencialmente corto y rápido,
frente a los inacabables trayectos modernos, la esperanza de cambiar
33 y 1/3 glam!
desilusión norteamericana
En las Luces de neón de McInerney, el protagonista se encuentra con
un periodista de pasado literario, Alex, una de cuyas conversaciones
resume así: “según Alex, hubo una edad de oro, con Hemingway,
Faulkner y Fiztgerald; después una edad de plata, en la que él tuvo un
modesto papel. Ahora cree que estamos en una edad de bronce, y
que la narrativa está en un callejón sin salida. La nueva literatura
tratará de tecnología, economía y reparto de bienestar”. Algo de
profético tenían estas palabras porque así, efectivamente, ha sido. De
la tecnología ya hemos hablado, y es obvio que la situación
económica y el bienestar social (o su ausencia) son temas
predominantes en la narrativa más joven. La situación estancada de
las expectativas estadounidenses fue vista así por Jonathan Franzen:
recepción en españa
Foster Wallace señala cuáles han sido las últimas cuatro tendencias
de la narrativa estadounidense: la beat, el dirty-realism, la
posmodernidad, y la "narrativa de la imagen". Sobre esta última, dice:
satélite sobre la caída del Muro de Berlin –por ejemplo, cuando casi
todo se presenta como familiar– no es una sorpresa que algo de la
ficción realista más ambiciosa actualmente trata de convertir lo
extraño en familiar [...] Esas son las buenas noticias. Las malas
noticias son que, casi sin excepción, la Ficción de la Imagen no
satisface su propia agenda.
Tal y como se formula, parece que nos hallamos ante una reedición
multicultural de un procedimiento técnico ya conocido, el cut-up de
William S. Burroughs, que últimamente ha vuelto a utilizar Rodrigo
Fresán, citando al novelista norteamericano:
1
Cf. Richard Ingresoll, “Tres tesis sobre la ciudad”, Revista de Occidente, octubre
1996. Póngase en relación con esta otra visión, de 1968: “Por otra parte, la
velocidad de los vehículos, el cine y la TV nos acostumbran a aislar fragmentos
inconexos de la realidad y a percibir mejor lo que está en segundo plano de lo
demasiado próximo y cambiante. El tiempo fisiológico y cósmico deja paso al
tiempo tecnológico, mecánico, y de la misma subversión alcanza al espacio, para el
cual tendemos a traspasar las barreras de la experiencia fisiológica”, Alexandre
Cirici, en su introducción a Símbolo, comunicación y consumo, de Gillo Dorfles;
Lumen, Barcelona, 1975.
33 y 1/3 glam!
No son los únicos, desde luego, ni los últimos; pero a mi juicio son los
mejores. Hay en ellos un endiablado virtuosismo estilístico (la
aparente pobreza del lenguaje de Romeo es deliberada, porque la
requieren sus incultos personajes; pero se compensa con ilimitadas
parodias de los lenguajes de la literatura: los géneros), al que se unen
similares visiones de la corrupción y degeneración individual y
colectiva y pleno dominio de la arquitectura constructiva. Cabe
preguntarse si esta visión se corresponde con aquella exigencia de
Eliot, hablando de Baudelaire, según la cual ser moderno no consiste
sólo en el uso de la imaginería de la vida sórdida en una gran
metrópoli, sino en la elevación de esa imaginería a la intensidad
primera, presentándola tal como es, y, sin embargo, haciendo que
represente mucho más de lo que es.
Si pensamos –como yo pienso– que esta apreciación es aplicable no
sólo a lo moderno, sino también a lo posmoderno y a la narrativa de
la imagen, en cuanto reivindicación de la profundidad, es obvio que
se cumple sobradamente en la obra de García Casado, donde la
perspectiva sobre el imaginario colectivo es tanto o más moral que
amoral (que a veces lo es, y mucho); en el caso de Romeo es más
difícil diagnosticar el uso: por lo común su empeño paródico y
sarcástico deja tales propósitos en la mera denuncia, lo que hace
depender del valor que demos a esta su carga de profundidad.
Siguiendo con el examen general, las formas expresivas de ambos
son muy originales y, sin evitar reconocimientos de influencias, a su
vez comienzan a crearlas (García Casado tiene, a pesar de su edad,
una legión de jóvenes imitadores). Su construcción fragmentaria y
visual está condenada a entronizarse, como iremos viendo, en
referente ineludible de la literatura del futuro.
conclusión
En conclusión, por tanto, diremos que estos autores forman todos,
prescindiendo de etiquetas, una generación caracterizada por su
deuda con autores como Pynchon, DeLillo o Coover, más que frente a
antecesores como Hemingway, Faulkner o Fitzgerald, a quienes
tratan, como en el caso de Harold Jaffe hacia Hemingway, con notoria
inquina1. También les unifican la recepción de los elementos
sociológicos que estamos viendo, y la generalizada pervivencia de los
elementos de la posmodernidad en sus textos, si bien, como hemos
dicho, hay que puntualizar que alguno de ellos está abordando formas
de salida de esa dinámica. Y si me preguntan, como crítico, qué me
parece la literatura de estos chicos, les diré que en general es
bastante pobre, que su evidente capacidad para ser vívida2 –imitando,
1
Cf. Harold Jaffe, “Carta a la sombra de Hemingway sobre el estado de la ficción en
nuestros días”; Quimera n º 237, 12/2003
2
“Una cantidad significativa de prosa en este período es extraordinariamente fresca
o inmediata, saltando desde la página como una imagen estereoscópica (...) estos
realistas han aprendido como hacer que sus mundos imaginarios luzcan
especialmente vívidos”; Keith Opdahl, “The Nine Lives of Literary Realism”, en
33 y 1/3 glam!
replay
d. f. lewis
( essex, 1948)
para revelar tonos rosas mustios y lastimados –su llamado final. Pero
entonces ya estábamos adentro.
El arma de juguete de Schawarzi fue prohibida solo por una escena.
La mitad de un segundo, aparentemente. Pero como no estábamos
prestando mucha atención a la pantalla en ese momento, no pudimos
elaborar mucho los porqués y las razones.
Y así regresamos a Ken King, que estaba en esa cola. No lo
conocíamos en ese momento. Lo reconocimos en una taberna de
callejón cercana, más tarde. No es que los extraños usualmente se
hagan amigos instantáneos con una cara familiar que había sido
desconocida hasta ese entonces en espacios públicos tales como
colas de cine. Uno no acosaba a una persona que uno había visto
solo, digamos, al final de una hilera de asientos de cine y le agitaba el
brazo vigorosamente cuando lo volvía a hallar en otro lugar público,
¿no es así? Bueno, Ken King nos lo hizo –a nosotros. Y nos dijo su
nombre, de entrada.
Estaba lleno de la película. Tenía varias teorías sobre su significado.
Como que uno no podía vagar por las calles de la ciudad solo con un
arma de juguete como protección. Ken King en sí mismo era el simio
de un hombre. Estructura pesada y prensil. No nos cayó nada bien.
Incluso el hecho de que le cayéramos bien, con esa pequeña
evidencia previa, no lo hacía muy atractivo. Nos hacía sospechar. Si
podía hablarnos, por capricho de tal manera, ¿quién más habría
pasado por sus manos? Cualquier Tom, Dick, Harry o Stephen,
pensábamos. Así que le deseamos buenos días y abandonamos la
taberna. Era por su beneficio y también por el de nosotros. Había
demasiados desconocidos en estos días. Las calles estaban llenas de
ellos.
Esa noche, creímos que Ken King tenía picazón en el cerebro.
Una terrible picazón.
Tal picazón, si estuviera en algún punto de la espalda de alguien que
no pudiera ser alcanzado sin algún grado de contorsión corporal, era
muy mala. Pero una picazón en el cerebro –bueno, Ken King se
rascaba la oreja, tratando de llegar tan lejos como podía llegar. La
picazón era insoportable, se metía el dedo en los ojos, hasta que
lloraba sangre. Entonces lanzaba sus dedos por las fosas nasales. Si
hubiera podido hacerlo, se hubiera arrancado la cara de un tirón,
simplemente para descubrir una ruta hacia el hueso principal del
cerebro de langosta. Y rascárselo a su propio gusto. Su último
recurso, por supuesto, era quitarse completamente la cabeza.
Los pensamientos en sí mismos eran picazones que no podía quitar,
sin importar los métodos adoptados. Y esa noche el pensamiento de
Ken King estaba muy lejano, y le decía que él era realmente nosotros
dos junkies de cola disfrazados. Pero no solo nosotros. Él era todos los
demás en la cola del cine. Pero no solo ellos. Él era todos los
desconocidos que había visto o que había oído quejándose con labios
contraídos y ojos apretados –perfectos e imperfectos desconocidos. Él
era, de hecho, el mundo desconocido –sin el cual no pudiera haber
pensamiento– solo un auditorio vacío sin paredes con un negativo sin
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33 y 1/3 glam!
suzanne vega
(los angeles, 1959)
Osaka
El Café de Mickey es un café en Osaka bajo las vías del tren, bajo los
elevados. Así que las paredes tiemblan cada cinco minutos, las tazas
de café traquetean, los libros de comics se tambalean, todo salta por
los aires y después vuelve a su lugar.
Una mujer que podría ser su abuela se sienta con ellos. Tiene hambre
y come durante dos horas seguidas. Se queda cuando ellos se van.
Come caldo con fideos.
●●●
Betty la camarera
tímida y avergonzada?
Betty, la camarera de Tom
me grita una noche,
cuando vamos a por café.
¡Habla!
●●●
lágrimas
●●●
blue arabesque
●●●
concubina
●●●
Regresé a la fiesta
para robarle un beso a alguien
y en vez de eso hallé un tormento.
replay
33 y 1/3 glam!
milay laviña
(manicaragua, 1981)
●●●
●●●
terminal
Llevo dos horas esperando que llegue mi guagua. Alrededor mío las
personas se mueven, hablan, los niños gritan. Yo miro las imágenes
de un televisor que no se escucha. A mi lado se sienta un viejo. Está
sucio y su ropa está raída. Se encorva y saca del interior de una jaba
un pañuelo. No quiero ver como se va a limpiar la nariz. Miro a través
del cristal que está frente a mí. Veo taxis. Gente pagando un taxi de
alquiler. No quiero seguir esperando una guagua. Tampoco puedo
pagar un taxi. No soy el único, el viejo tampoco podría. Lo miro y está
sacándose la dentadura postiza. Tiene manchas oscuras y parece
muy vieja. Tengo asco, mucho asco. Podría pararme y buscar otro
lugar para sentarme. Miro hacia fuera. Hay un policía pidiéndole algo
a un hombre. Pienso que puede ser un chofer sin patente para taxis.
Disimulo una sonrisa. Ahora el viejo está limpiando la dentadura con
el pañuelo. Debería ir al baño y hacerlo con agua, hay agua en todas
las terminales. Cambio la vista. Busco al policía y al chofer jodido. El
chofer le está dando un fajo de billetes al policía que mira a todos
lados y guarda el dinero en un bolsillo. El hombre se va. No hay nadie
afuera. También el viejo se para y camina hacia no se donde. Sigo
sentado y apenas puedo mirar otra cosa que no sea el televisor que
aún no se escucha. La guagua no llega. Alguien se sienta a mi lado de
nuevo. Es el policía. Me pregunta si hace mucho tiempo que no pasa
la guagua. Llevo un rato esperando, nunca se sabe cuando pasa esa
ruta, le contesto. El policía se acomoda entonces, cruza los pies
diciendo que no hay problema, que él tiene todo el día para esperar.
replay
33 y 1/3 glam!
josé b. adolph
(Stuttgart, 1933)
el anti-bestseller
replay
33 y 1/3 glam!
leonardo guevara
(la habana, 1974)
●●●
eutanasia
El perro ha envejecido, da muestra de cansancio y obesidad. Ya no
ladra. Sólo enseña dolor en cada aullido por el cáncer que le come. Yo
debo aullar en la misma hora que lo hace el perro, -disfrazar mi dolor-,
hacerme su cómplice.
El dueño decide matarlo. Su esposa ha llorado todo el día, se ha
puesto su vestido más sexy, sus teticas apretadas. Él cava una
tumba, ella toca al perro ya sin vida sentada sobre la hierba, sus ojos
rojos por las lágrimas secas nos dicen que ha amado más a ese perro
que a su esposo. Ella se inclina para besarle el hocico. Nunca he visto
a una mujer tan bella.
●●●
había echo otra, mataba a sus hijos para romper sus cadenas antes
que llegaran a prisión. esclava Gumercinda, que nos harías ahora si
nos vieras vivir como estamos viviendo. esclava Gumercinda,
volarías, o te entregarías o matarías, o comerías la carne de tus
amos, comerías sus huesos como ave de rapiña. esclava Gumercinda,
dime que me toca, dime que me dejan, dime que debo hacer. yo no
quiero matar a mis hijos, no quiero que mis hijos vayan a la prisión,
no quiero comer de la carne que me dan los amos. No quiero salir no
volver a entrar. yo no quiero morir bajo un puñal que diga: matado
por una esclava que no quiere que su hijo sea esclavo.
●●●
Corred Bayamese
la patria os contempla orgullosa.
yo no soy un Bayamés, aun así
me dijeron quema tu casa
tu pueblo, la nación me dijeron
quema a la patria.
el agua la apaga, las olas
se mueren en los hombros de mi hermano.
mi hermano se fue en balsa
lo devuelven a la tierra de nadie,
ha estado 4 días en un barco.
me dijeron, corred Bayameses
que la patria os contempla orgullosa.
Yo no quise quemar mi casa, no quise
quemar mi patria, quemar mis zapatos.
me dijeron corred Bayameses. y yo
estoy en una encrucijada, en las 4 esquina
me dicen te vamos a tirar contra una pared
pero la pared es blanda, las aguas y las olas
son duras. y mi hermano se ha ido
en balsa 4 veces. me dijeron
corred Bayameses que la patria os contempla
orgullosa. yo a veces
no puedo entrar a mi país.
mi hermano no puede salir de el.
me dijeron corred Bayameses
que la patria os contempla orgullosa.
●●●
33 y 1/3 glam!
martes 14
Ha sido removido el quiste sebáceo. Removida esa forma de crecer o
decrecer según el punto en que se encuentre el tumor. De lo maligno
hay una pequeña evolución. Solo hay un paso entre el bien y mal, una
línea divisoria que los médicos no han querido cortar para tener el
límite y así saber si existe realmente la recaída o la curación.
Por eso esta manera de no cortar la línea. Hay que dejar un espacio
para reconocer donde empieza el bien y acaba el mal. Aunque lo
bueno ha sido cortado de raíz, con lo malo hay que trabajar
sutilmente. Uno debe tocarlo con el filo de la hoja y tratar que no se
ramifiquen sus ideas, porque un tumor mal cortado podría llenar tu
cabeza de malos pensamientos. Podríamos pasar desde esa línea
divisoria hacia una perdida total.
Después del martes 14, solo los ojos de mi perro le dan sentido a esta
forma que tengo de vivir.
●●●
Ella se va a morir, por eso todo el café y cigarro. Uno debe darse sus
gustos antes de irse de esta vida. Mi siquiatra se prepara para el
suicidio. Le llamo y no responde. Él lustra sus zapatos para el día del
entierro, ya el traje ha sido almidonado. Pero en mí todo es ficción-
escritura, flujo. En los momentos más reales trato de fijar la imagen
pero el color se me dispersa, solo se salva para la contemplación de
los ojos.
●●●
replay
33 y 1/3 glam!
witold gombrowicz
(kielce, 1904 – niza, 1969)
la despedida
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barco, éste a su vez sacudido por las olas) que el amor es un esfuerzo
de la voluntad, un fuego que encendemos en nosotros, porque así lo
queremos, porque decidimos estar enamorados, porque no se puede
tolerar no estar enamorado (la torpeza con que me expreso
corresponde a cierta inhabilidad, producto de la misma situación)...
No, no es que la quiera, sólo deseo estar enamorado de ella y por lo
visto para eso me era vehementemente necesario acercarme a
Europa en un estado de aturdimiento apasionado por la Argentina,
por América. No quería tal vez aparecer en el ocaso de la vida en
Europa sin esa belleza que da el amor –puede ser que temblara por
haber roto con un lugar lleno de mí, temiera que mi traslado a lugares
extraños, no calentados aún por mí, me empobreciera y enfriara y
matara– deseaba sentirme apasionado en Europa, apasionado por la
Argentina, temblaba ante ese único encuentro que me esperaba (en
pleno océano, al anochecer, tal vez al alba, en las nieblas veladas del
espacio salado) y por nada del mundo quería presentarme a ese
rendez-vous con las manos enteramente vacías.
El barco avanzaba. El agua lo levantaba y hundía. Soplaba el viento.
Me sentía un tanto desvalido, confundido, porque quería amar a la
Argentina y a mis veinticuatro años comprendidos en ella, pero no
sabía cómo...
El amor es dignidad. Así me lo parece a mis años. Cuando mayor es el
derrumbe biológico, más se hace necesaria la pasión de arder entre
llamas. Mucho mejor es terminar abrasado que no irse lenta,
cadavéricamente enfriando. La pasión, ahora lo aprendía, es más
necesaria en la vejez que en la juventud.
Cae la noche. Ya es noche cerrada. Del lado de babor, apenas
perceptible, los centelleantes faros de la costa brasileña, y aquí en
cubierta, yo, yendo hacia adelante, alejándome sin cesar en una
marcha incomprensible... Desierto... lo infinito de un vacío que hierve,
truena, ruge, salpica... infinito imposible de definir, inalcanzable,
hecho de torbellinos y de abismos marítimos, igual aquí que allá, y
aun más allá y más allá, en balde agua la vista, hasta el dolor; nada
se puede ver, tras la barrera de la noche, todo cae y se vierte sin
reposo, se hunde y se sumerge tras las tinieblas; allá abajo,
deformidad y movimiento delante de mí sólo un espacio irreal; arriba
el cielo con un innumerable enjambre de estrellas indistinguibles,
irreconocibles... Sin embargo aguzo la mirada. Y nada. Por otra parte,
¿acaso me asistía el derecho de poder ver? Yo, abismo en este
abismo, sin memoria, perdido, desbordado por pasiones, dolores que
desconocía, ¿cómo es posible ser después de veinticuatro años sólo
agua que se vierte, espacio vacío, noche oscura, cielo inmenso...? Ser
un elemento ciego, no poder lograr nada en sí mismo. ¡Oh Argentina!
¿Qué Argentina? Nada. Un fiasco. Ni siquiera podía desear, cualquier
posibilidad de deseo estaba excluida por un exceso de efusión que lo
inmovilizaba todo, el amor se convertía en desamor, todo se
confundía, debo irme a acostar, ya es tarde, el ojo humano. ¿Cómo
llegó un ojo humano a cubierta?... ¿Fue sólo una impresión? ¡Quién
puede saberlo! A fin de cuentas da lo mismo, ojo o no ojo. Porque,
33 y 1/3 glam!
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33 y 1/3 glam!
roberto bolaño
(chile, 1953 – barcelona, 2003)
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ese halo de luz naranja pudo haber sido una gran poeta
esa muchacha que estudia el último semestre de Biología y cena
en el Maxim´s del subdesarrollo y fornica a medianoche
en un edificio de cristal y vomita en la madrugada con sudores
pudo haber sido una gran poeta
pudo haber sido una amazona y pudo galopar en cierta manera
libre hasta que la hubieran derribado de un balazo entre los senos
–esa mujer que vive con su esposo un paisaje de barrios cercándolos
agradable monotonía de los desayunos americanos
33 y 1/3 glam!
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un resplandor en la mejilla
paisaje de cisnes instantáneos
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33 y 1/3 glam!
elena v. molina
(la habana, 1988)
entrevistas democracia
Un grupo de personas son entrevistadas respondiendo la misma
pregunta: ¿qué es Democracia? Luego sus voces y rostros grabados
son picados en pequeños pedazos y ordenados de manera que dicen
consecuentemente un discurso escrito por el editor. Sin embargo, la
fragmentación de la imagen es inevitable y el efecto de los rostros
visibles un segundo en la superficie del celuloide pudiendo decir solo
una palabra-contracción-artículo recuerda al de los ahogados
luchando por sobrevivir.
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guionistas
Dos personas entrevistadas son contrarios que forman parte del
mismo sistema de juego. Se oponen en criterios de opresor y
oprimido. El Uno con la verdad, contra el otro y el mundo. El Otro
irónico, tranquilo va a lo suyo y sonríe. El Uno exasperado y quejoso
amenaza todo el rato y habla mucho de sí mismo. El Otro sonríe.
Están en litigios de autoría. El periodista parece seguro de quien es el
bueno.
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el que no habla
Alguien en un café va a hablar. Se congela la imagen. Alguien en un
auto va hablar. Se congela la imagen. Alguien en un auditorio va
hablar. Se congela la imagen. Alguien caminando en la acera va
hablar. Se congela la imagen. Alguien en el cine va hablar. Se congela
la imagen. Alguien en una peña va hablar. Se congela la imagen.
Alguien en la ducha va hablar. Se congela la imagen. Alguien va
hablar. Se congela la imagen.
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cámara de seguridad
Las personas cruzan la esquina mirando a la izquierda. Por la derecha
pasan los carros sin parar a las chicas que piden botella. La cámara se
fija en ellos, en su número de chapa. Un hombre con un girasol está
parado en el medio del cuadro interrumpe el tránsito. Vienen y le
sacan.
Otro día las mismas personas cruzan la esquina mirando a la
izquierda. Por la derecha pasan los carros. Las chicas y la cámara se
fijan en un libro del hombre que se pasea por el medio e interrumpe
el tránsito. Vienen y le sacan.
Al día siguiente un hombre camina de izquierda a derecha gritando a
la gente que pasa y a los carros. Interrumpen el tránsito. Van a
matarle.
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manolito´s show
En el café las emisoras de radio se suceden. Manolito cambia de una
a otra recibiendo de las mesas diferentes señales. La gente compra
café y le escucha. Hacen preguntas sobre que antena emplea. Le
piden FM. En una mesa hay solo interferencia. Recuerda el sonido de
los electroshocks.
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33 y 1/3 glam!
el hueco
El corre pasillos quiere salir del hueco. Las puertas se suceden. Es un
solitario que persigue la imagen de los libros. No sale del lugar. De
vez en vez visita al soñador y a sus plantas. Allí mira los libros todo el
día y la noche, vuelve a salir. Las escaleras desembocan en pasillos.
Los pasillos se suceden. Nunca ha visto las plantas del arquitecto pero
finalmente encuentra una salida. Da al mar. El corre pasillos salta al
agua.
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casa de campo
Una adolescente se pasea desnuda frente a un hombre haciendo
zazen. De fondo las paredes blancas. La chica va al patio y se agacha
sobre un tragante a orinar. El huye desencajado. En cada habitación
aparece desnuda interrumpiendo la rutina del hombre. Alguien llama
a la puerta. El hombre atiende a la visita. Ella cruza el umbral y se
sienta desnuda a comer naranjas en la entrada.
replay
33 y 1/3 glam!
1
Yoss: “A propósito de Lapsus Calami”, La Gaceta de Cuba, no. 1, La Habana,
enero-febrero de 2000, pp. 12-3.
2
Alberto Guerra Naranjo: “El riesgo de la opinión o diez digresiones sobre la crítica
en Cuba”, El Caimán Barbudo, año 33, edición 300, La Habana, s/f (después de
julio de 2000), pp. 22-3.
3
Eduardo del Llano: “Cada escritor es un lobo solitario”, El Caimán Barbudo, año
31, edición 289, La Habana, diciembre de 1989, p. 9.
4
Edel Morales: “La literatura en Cuba: su estado actual”, La Revista del Libro
Cubano, año 2, suplemento especial, La Habana, 1998, pp. 11-4
5
Raúl Aguiar: “Tratar de ganar la batalla”, El Caimán Barbudo, ed. cit., p. 10.
6
Michi Strausfeld: “La literatura cubana es una”, Nuevos narradores cubanos,
Madrid, Ediciones Siruela, 2000, pp. 9-14.
7
Arturo Arango: “Los violentos y los exquisitos”, Letras Cubanas, año 3, no. 9, La
Habana, 1988, p. 10.
33 y 1/3 glam!
8
Ambrosio Fornet: “La narrativa cubana del fin de siglo. Informe sobre la
situación”, SiC, no. 1, Santiago de Cuba, 1998.
1
Víctor Fowler: “Para días de menos entusiasmo”, La Gaceta de Cuba, no. 6, La
Habana, noviembre-diciembre de 1999. p. 36.
2
Francisco López Sacha: “A mi querido colega Víctor Fowler para días de mayor
entusiasmo”, La Gaceta de Cuba, no. 2, La Habana, marzo-abril de 2000, p. 29.
33 y 1/3 glam!
1
Ariel González: “Tradición y nación como fundamentos de valor en la crítica
cubana de los 80”, inédito.
2
Víctor Fowler: op. cit., p. 36.
3
Francisco López Sacha: op. cit., p. 29.
4
Cf. Ambrosio Fornet: “A propósito de Las iniciales de la tierra”, Casa de las
Américas, La Habana, septiembre-octubre de 1987.
5
Salvador Redonet: Para ser lo más breve posible”, Los últimos serán los primeros,
La Habana, Editorial Letras Cubanas, 1993, p. 11.
6
Francisco López Sacha: op. cit. El subrayado es mío. (D.D.M.)
33 y 1/3 glam!
1
Waldo Pérez Cino: “Canon, diáspora, palabras: Discurso y figura”, La Gaceta de
Cuba, no. 5, La Habana, septiembre-octubre de 2000, p. 15.
33 y 1/3 glam!
2
Alberto Garrandés: Presunciones, La Habana, Editorial Letras Cubanas, 2005, p.
305.
1
Fidel Castro Ruz: “Palabras a los intelectuales”, Política cultural de la Revolución
Cubana (documentos), La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1977, p. 13.
2
Arturo Arango: “Paisajes después de la lectura”, La Gaceta de Cuba, no. 3,
La Habana, mayo-junio de 1995, p. 51.
33 y 1/3 glam!
1
Francisco López Sacha: “Crónicas de antaño”, La Gaceta de Cuba, no. 3,
La Habana, mayo-junio de 1995, p. 48.
2
Margarita Mateo Palmer: Ella escribía poscrítica, La Habana, Casa Editora
Abril, 1996, pp. 10-1.
3
Edward Said: “El papel de los escritores y los intelectuales”, Criterios, no.
34, La Habana, 2003, pp. 174-9.
33 y 1/3 glam!
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33 y 1/3 glam!
tatuaje de aluminio
Este país es una desgracia y pero usted traza bien. Caer en manos de
un buen pirograbador es un alivio para mis pensamientos. Al gato
pelviano le ha mejorado el bozo. Imagine lo que significa ir a una
playa y que predomine lo que llevo de presidiaria en la piel. El vulgo
está pendiente de la piel ajena, de la tintura y las pelotas de celulitis,
el rayado del sol y los vellos mal lapidados, entonces cuando ven un
grabado indebido, un gato que es todo un lagarto y unas letras, se
aterran. Esa tipa, dicen, y luego me añaden un repertorio de
figuraciones, calculan que soy chusma ladrona, deducen que lesbiana
iletrada, fumadora de hierba, arriban a esas impresiones por un
simple tatuaje de portada. A mí me gusta el litoral, por el largo
tiempo que no pude recorrer en trusa y descalza la arena, por ese
intervalo en que no pude ver el océano, por el período que no
enjuagué mi karma en agua salina de oleaje irregular. No me importa
lo que piensen de mí, si soy maricona para ellos eso anima mi
indiferencia, siempre iré a la costa aunque me llene de lepra solar.
Seré melancolía todo el tiempo. Dejé muy buenas amigas en la jaula y
siempre hay una extraordinaria entre todas a la que no veré nunca
más. Por Yamila me hubiese hecho otro tipo de mujer pero ella no
quiso. Trabajamos juntas alimentando ocas en una granja. Cuando
hablaba con ella sentía deseos de correr a una iglesia. Usted imagina
lo que significa un tifón llevándose gallinas y puercos del corral,
cambiando la geografía y el firmamento meteorológico hasta el
armagedón, y de repente escuchas de un arpa una música
electroacústica, así era la voz de mi amiga entre el ruido de las ocas.
Cómo es posible que una persona llegue a sentirse bien dentro de un
pozo e incluso llegue a repudiar la libertad. Le hubiese dicho a la
reeducadora, amárrame a las rejas o a una silla, me hubiese sujetado
con grilletes a una tubería para dejar mi puño fijo en las pilas de
letrinas y no salir de ese radio por donde Yamila caminaba con su voz
arpada entre las aves. En cierta ocasión, Brenda, enfrente de todas
las reclusas, un público muy selecto, me escupió la comida y por mí,
33 y 1/3 glam!
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33 y 1/3 glam!
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33 y 1/3 glam!
abel arcos
(la habana, 1985)
–Así mismo.
Llevaba el pelo corto y teñido como lo tienen las mujeres maduras y
ropa ancha y larga para disimular las libras de más. El día de mi
regreso pasó la noche conmigo, dijo que había dejado los niños con la
suegra y su esposo regresaba tarde, así que compramos un par de
botellas y nos emborrachamos.
–Este vino es mejor que el de la facultad –decía–. Habíamos
comenzado a bailar en la sala y se veía feliz. Se quitó la ropa y yo la
mía, entonces me enseñó las grietas que dejan los partos en el
abdomen.
–Mary fue una cesárea –dijo sobándose la panza y yo no pude
mostrarle nada en la mía, aún se mantenía lisa y firme.
–¿Crees que me veo mal?
Y se reía al decirlo, todo parecía una broma.
–No –le dije–, eres toda una mujer adulta.
–Sé que soy una mujer, te pregunto si me veo bien.
–Te ves bien –le dije. Cayó sentada en el sofá y se pasó las manos por
la cabeza como si extrañara el pelo rizo que antes le caía cara abajo.
–Él no lo piensa así –dijo sin mirarme, la música seguía andando.
–Los esposos hacen eso, cansarse de lo mismo.
–¿Y tú que sabes? Nunca te has casado.
–Lo sé. –Dije sin dejar de mirarla ahí sentada en su blumer anticuado.
–Debería usar uno de estos, –dijo y tocó el mío– a mi marido le
gustaría uno de esos.
Después de eso se fue, le había pedido que se quedara, esa noche
me entraron ganas de verla dormir a mi lado como antes y dijo que
no, que a los maridos no les gusta que sus esposas duerman fuera y
la dejé ir, ella lo dijo, yo no sabía nada de matrimonios.
–Ayer dejaron sobre la mesa una pierna de mujer y pude ver de cerca
la parte del muslo.
Eso le contaba yo con un cigarro encendido y ella al borde de la cama
viéndome aún en la bata de dormir.
–¿Era vieja?
–Cómo nosotras, las venas habían empezados a salirles por encima
de la piel.
Dan me había visto desnuda cuando llegué y ahora lo hacía.
–Tú no las tienes afuera –me dijo.
–Entonces cómo tú.
Las cosas fueron así desde que regresé y no quise dejarlas seguir por
ese camino. Me dijo que no quería llegar tarde por algo así y la
despedí en la puerta. De noche iba andando al hospital y me crucé
con Dora y me dijo que tal y yo a ella lo mismo y seguí calle arriba,
ella fue del grupo en la facultad, Dan me contó que se había casado y
todo eso. Salía uno de los forenses cuando entré, un rubio raro que
me miraba las piernas cómo si estuvieran tiesas bajo la luz que
bajaba del techo. Lo de raro lo decía Dan, miraba piernas de la forma
33 y 1/3 glam!
que lo hacen los tipos comunes y eso bastaba. A eso de las doce bajó
Dan a verme y nos sentamos a fumar en la escalera.
–¿Como está la noche?
–Hoy vaciaron una niña.
–Pobre.
–¿Quién?
Me miró sorprendida y apagó el cigarro en el escalón.
–Pensé que hablabas del forense – le dije–, lo suyo debe ser difícil.
–A ese tipo extraño eso le debe gustar.
Me quedé en silencio, era mejor así y al rato escaché el cigarro en mi
escalón.
–Nunca me contaste que pasó con Joe, se iban a casar ¿no?
–Aquello se aburrió rápido y decidimos no hacerlo.
–Tú o él –preguntó ajustándose la bata blanca sobre el pecho.
–¿Y eso qué importa?
Del piso de arriba nos llegaba suave una luz de lámpara, pensé que
bien podríamos ser niñas vacías en la camilla de la sala de autopsias.
–Fernando piensa que ya no sirvo.
–Tu marido es el que no sirve.
–No hables así –dijo calmada–, solo estamos pasando por un mal
momento.
–¿Tú o él? –le dije y eso fue suficiente para verla subir de vuelta a su
guardia, la bata blanca se balanceaba de un lado a otro y mientras lo
hacía la saya no dejó ver nada de tan larga.
Al mediodía me despertó el teléfono.
–No aguanto más esto –dijo del otro lado.
Sentía hambre y pensé en preparar algo al colgar.
–Vente –le dije–, ya haremos algo para eso.
A la media hora se apareció de ojos húmedos y la senté a mi lado en
el sofá, puso su cabeza en mi hombro y me cruzo el brazo por el
vientre.
–Mi vida es una mierda.
–Puedes comer algo, hice unos espaguetis.
–No quiero nada.
–Entonces te puedo prestar uno de mis vestidos y perdernos en algún
bar.
No sabía qué más podría ayudarla y por ahí debía haber un buen
lugar para pasar la tarde.
–Eso lo hacen los hombres –dijo riendo.
–Yo lo hago.
–Lo sé, debería ser cómo tú, podrías traerte a ese rubio raro que vacía
cuerpos y hacerlo toda la noche como si nada.
–En las noches trabajo.
Volvió a reír, sin ganas esta vez, como si estuviera guardando fuerzas
para algo mejor.
33 y 1/3 glam!
replay
33 y 1/3 glam!
*
mientras sostiene la columna con una espina de plástico
vigas la atraviesan
la nunca irradia
encima de la vertebración
*
avanza por la espina hasta el harpa
ahora en paralelo
*
arranca el papel de pared con su floración muerta
y luego se cubre de plancton
*
¿y si el ángel no sobreviene
y apenas queda la extensión
emblanqueciendo?
el oscuro paraguas
en la inutilidad del limbo
contra la luz cruda del estudio
*
al margen del tabique
el miedo flexiona las rodillas
mete para dentro los pies
las manos en un arte de desnudamiento
33 y 1/3 glam!
dispuestas en el piso
losas mínimas
-lapidares-
recuerdan el oficio
*
la cal baja por el corpo
y lo embarra de una película que culmina en los dedos
con anillos de crecimiento que desatan la vejez
la mirada desafía el mapa genético
*
sobre el tablero fractal
oculta el rostro detrás de una esfera lisa
en el asombro de la especie
*
no serán arcadas de tinta
las que impidan el paso hacia el cielo
*
entre puntas de grava
el vestido de pintas es el último aliño
de aquella que se tapa la boca para ofrecerse
ningún adorno:
la pintura cargada de los ojos
pertenece al sombreado de la suerte
*
en la anticipación de la muerte
se enfilan los haberes
en envoltorios vitelinos
33 y 1/3 glam!
desenfocada en el ángulo
mal se distingue si vuelve por la madre
o por el plástico mortúorio
*
impulsada hacia arriba por la luz
distante de la vieja silla
las manos son el accesorio de sustento
*
en la amplitud del tabique hay una tela que nada projecta
*
con apreensión de marionetista
las manos mueven la ausencia de un engendro
tan poderoso que abre una porta hacia la oscuridad
*
aureolada en antiguas contiguidades
se fija la imagem de aquella que está por llegar
*
ofuscada por el paisaje de barrotes
salta en el almacén con velos artesanales
replay
33 y 1/3 glam!
rudy rucker
(kentucky, 1946)
un manifiesto transrealista
(de The Bulletin of the Science Fiction Writers of America, #82, Invierno, 1983)
replay
33 y 1/3 glam!
slawomir mrozek
(cracovia, 1930)
el informe
también tienen miedo. ¡Dios mío! Por nada del mundo saldría yo
ahora afuera, y que conste que tengo grandísima necesidad de
hacerlo.
Y con todo ocurre lo mismo. Ustedes me dicen “Europa”. Pero cuando
aquí dejamos la leche fuera para que se agrie, comparecen unos
enanos jorobados que se mean en los cazos.
Un día, la vieja Gluslowa se despertó bañada en sudor. Mira y ve que
encima del edredón está sentado el pequeño crédito que, antes de las
elecciones, se destinó a la construcción de un puente y que,
inmediatamente después, desapareció sin los santos sacramentos.
Allí está, verde como una lechuga; se echa a reír y la estrangula. La
vieja grita. Pero nadie acude, porque ¿cómo va a saber quién grita y
por qué motivos lo hace?
Y en el lugar donde tenía que estar el puente se ahogó un artista,
precisamente porque no estaba. Solo tenía dos años, pero era un
verdadero genio y si hubiese llegado a mayor lo habría comprendido y
explicado todo. Pero ahora sólo revolotea por las noches y brilla como
una luciérnaga.
Es evidente que todos estos casos dejan sus huellas en nuestra
mentalidad. La gente cree en fantasmas y brujería. Ayer mismo
encontraron un esqueleto detrás del corral de Moczasz. El párroco
asegura que es un esqueleto político. La gente cree en los espíritus de
los ahogados, en pesadillas e incluso en brujerías. En efecto, vive por
aquí una anciana que retira la leche a las vacas y les da la plica. Pero
nosotros queremos ficharla para el Partido, porque así les quitaremos
un argumento a los enemigos del progreso.
Dios mío, que manera de mover las alas tienen eso bichos, como
vuelan y silban “pi, pi”, y otra vez “pi, pi”. No, aquí no es como en las
casas grandes donde uno está seguro bajo techo y no necesita ir
hasta el lindero del bosque para liquidar sus necesidades.
Pero eso no es aún lo peor. Lo más terrible es que ahora, mientras
estoy escribiendo esto, se ha abierto la puerta y ha aparecido por ella
el hocico de un cerdo que me mira y me mira de un modo muy raro…
¿No se los había dicho al principio, que aquí las cosas no son como en
todas partes?
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el proceso
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liliputienses
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homenaje al héroe
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revisión militar
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mi lucha
replay
33 y 1/3 glam!
jack kerouac
(massachussets, 1922 – 1969)
poema rosa
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himno
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poema
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autostopista
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soledad mexicana
33 y 1/3 glam!
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Oh, sí
Yo
en el día de hoy
triste como Chu Yuan
me dirigí a los tumbos al mercado
en la ardiente mañana de octubre
en la Florida
puteando por mi vino, transpirando
lluvias de sudor, y llegué a mi silla
débil y temblequeante
preguntándome si finalmente no sería esta la locura
–Oh Chuan
¡No!
Suicidio ¡No! ¡Vino por favor!
Qué haremos todos nosotros
que sabemos que estamos muriendo
qué haremos sin la guía del vino
cómo le haremos guiños a la muerte
y a la vida también–
Mi corazón les pertenece
a los poetas chinos
y a sus pergaminos
No podemos morirnos simplemente
–Los hombres necesitan
por lo menos
poesía y vino
O Mao, el poeta Mao,
no el jefe Mao
aquí en América
se rien del vino
y la poesía es un chiste
–La muerte es un recordatorio sombrío
para todos aquellos que ya están muertos
aquellos que chocan sus autos a nuestro alrededor
aquí–
Aquí los hombres y las mujeres
fruncen el ceño fríamente
ante la triste intención del poeta
que desea transformar todo lo que acontece
en algo mucho menos importante.
Yo un poeta
sufro incluso
33 y 1/3 glam!
replay
33 y 1/3 glam!