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CAPITULO VIII

HISTORIA DE ROMA

Roma nació como ciudad y murió como imperio. Desde que Rómulo, según la mitología,
fundara la ciudad en el siglo VIII a. C. sus habitantes supieron como asimilar para
posteriormente enseñar. Se enfrentó a las naciones dominadoras de su época y las primeras
derrotas las transformaron en victorias consiguiendo la hegemonía de prácticamente todo el
mundo civilizado. Desgraciadamente, tras doce siglos de existencia y con un extenso territorio
donde gobernar, las insurrecciones internas y las invasiones externas hicieron que el espíritu
de Roma se perdiera. Para su estudio tomaremos como hechos históricos relevantes, su
forma de gobierno, dividiéndola en tres periodos importantes: Monarquía, Republica e Imperio

Geografía histórica del Imperio Romano.

La Monarquía (753-510 a.C.)

Periodo de la historia de Roma donde confluyen numerosas leyendas e historias simbólicas,


sobre el que los historiadores de este periodo crearon relatos incompletos respecto de su

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origen y evolución. Con frecuencia, se contrastó la decadencia del periodo monárquico con el
idealismo de la República de Roma.

El Origen de Roma

Como todos los orígenes, el de Roma está envuelto en una densa niebla histórica, y es que no
son pocas las hipótesis que han surgido al respecto. Por supuesto yo no voy a deciros esta o
tal otra es la verdadera porque eso nadie lo sabe con certeza, así que no cometeré ese error y
me dedicaré a informaros de que ocurría en la península italiana, y más concretamente en los
alrededores de la desembocadura del río Tiber, para posteriormente introducirme en alguna
de las teorías que existen.

Hacia el 800 a. C., en la parte central de lo que hoy en día conocemos como Italia, existían
diversos pueblos que aunque en la mayoría de los casos poseían la misma sangre la verdad
es que se ve que disfrutaban bastante haciéndose la guerra entre sí. Solo se calmaban para
hacer frente a algún enemigo en común o bien para ciertas fiestas religiosas. Entre ellos
destacaban los umbros, los latinos y los sabinos, pero si había un pueblo que más o menos
dominaba este era el pueblo etrusco.

Italia en sus comienzos, Etruria

Saltemos unos cuantos milenios antes, sobre el 8.000 a.C. Italia estaba habitada por los
ligures en el Norte y los sículos en el Sur. Por los restos encontrados se sabe que tenían la
cabeza en forma de ‘pera’ (menos mal que hoy en día no nos podemos topar con nadie con
esta pinta jejeje..) que vivían entre cavernas y cabañas redondas hechas de estiércol y fango,
domesticaban animales y se alimentaban de la caza y la pesca. Vamos que eran muy
parecidos a los de ‘Érase una vez la vida’.

Sobre el año 2.000 a. C. llegan a través de los Alpes otras tribus provenientes de Europa
Central. Aunque no eran muy avanzados a los anteriores introducen algunas innovaciones
como eran la agricultura, la ganadería, la tela y la construcción de bastiones (o murallas) de
barro y tierra apisonada alrededor de los poblados para defenderse de los animales y también
de otros hombres. Poco a poco fueron descendiendo hacia el Sur de la península,
aprendieron, al parecer de otras tribus germánicas, el uso del hierro y fundaron una
verdadera ciudad que se llamó Villanova (por Bolonia, más o menos), que fue el centro de
una civilización que se llamó precisamente de Villanova. Los villanovenses no se sabe muy
bien que hicieron con los ligures y sículos (seguramente se los cargarían, para que negarlo),

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el caso es que de éstos derivan la raza, las costumbres y la lengua de los umbros, sabinos y
latinos.

Mil años después de la primera invasión de estas tribus, y una vez ya estaban más o menos
establecidos, surgió en Italia lo que muchos dicen que fue la primera ‘civilización verdadera’
del lugar. Ellos se llamaban a si mismos los rasena y los griegos los llamaban Tyrrhenoi (de
ahí el nombre de mar Tirreno), aunque pasaron a la historia como los etruscos y la tierra que
habitaban se llamó Etruria, que se extendía por la costa occidental de Italia desde el río Tíber
hasta el río Arno (unos 360 km al noroeste). ¿De dónde provenían los etruscos? ¿Cómo
vivían? todo esto casi que lo dejamos para dedicarles un tema a parte.

Diversas hipótesis sobre la fundación de la ciudad (753 a. C.)

Pues bien, ya tenemos a Italia, a mediados del siglo VIII a. C. con multitud de poblados y
ciudades tanto sabinas, como latinas como etruscas. Una vez ubicados vayamos por cada una
de las hipótesis (en algunos casos con gran parte de leyenda).

Hipótesis primera, los albalonganos

La ciudad más importante por esos lares cerca del Tiber era Alba Longa, capital del Lacio (si,
si, como el equipo de fútbol). De allí se supone que un día partieron un puñado de jóvenes
(más o menos un centenar entre los que quizás se encontrasen Rómulo y Remo) y que unos
12 km más hacia el Norte fundaron Roma. Eligieron ese lugar por diversas razones,
principalmente porque estaban a unos 20 km del mar a resguardo de los piratas que
pululaban por la zona, además el brazo de río que conducía al mar podía ser convertido en
puerto ya que era navegable y las colinas que la rodeaban actuaban de protección.

Así que se instalaron pero, tenían un problema, la mayor parte eran solteros y no es que las
mujeres abundasen. En fin, hay que volver otra vez a la leyenda (por mucho que me pese).
La leyenda cuenta que Rómulo para conseguir mujeres organizó una gran fiesta, con el fin de
celebrar el nacimiento de la ciudad, e invitó sus vecinos los sabinos, con su rey Tito Tacio y
sobre todo a sus hijas (mujeres, mujeres, urg urg, jejeje). Éstos acudieron y aquellos les
robaron a sus hijas y les dieron un bonito puntapié fuera de la ciudad.

No era de extrañar que al día siguiente acudieran los padres y hermanos de estas mujeres
armados hasta los dientes y dispuestos a todo con tal de recuperarlas. Los sabinos sitiaron el
Monte Capitolino (donde se encontraba la ciudad) y así estuvieron un tiempo. Pero los
romanos cometieron un error, le dieron las llaves de la fortaleza a una chica romana llamada

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Tarpeya, según cuentan hija del jefe romano (Rómulo o quien fuera) y también, según
cuentan, una chica enamorada de Tito Tacio.

Los sabinos le convencieron para que abriera las puertas de la ciudad acordando que éstos le
darían lo que llevaban en sus brazos izquierdos (lo que Tarpeya quería era los brazaletes de
oro que los sabinos usaban), así una noche ella abrió secretamente las puertas y los primeros
sabinos conforme iban entrando arrojaban sus escudos (pues también los llevaban en el brazo
izquierdo) sobre Tarpeya, que murió aplastada. El caso es que a los sabinos no les gustaban
mucho los traidores (aunque fueran a su favor) y esa fue una forma de recompensarla sin
traicionar a su palabra.

En ese instante comenzó la batalla y fue cuando se produjo una situación nueva. Las mujeres
sabinas que habían sido secuestradas se interpusieron en el combate ya que no querían
quedarse huérfanas (si morían sus padres) o quedarse viudas (si morían sus maridos
romanos a los que les habían tomado cierto cariño). Así que decidieron dejar de matarse y
regularizar los matrimonios. Y Rómulo y Tacio acordaron gobernar juntos, ambos con el título
de rey, aunque éste último murió pronto y Rómulo quedó como único rey de Roma.

Hipótesis segunda, versión ‘light’ de la primera

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Tras haber fundado Roma tanto los romanos como los sabinos decidieron mezclarse
voluntariamente ante algún enemigo común como podrían ser los etruscos que se habían
extendido por la Toscana y Umbría y que avanzaban hacia ellos provistos de una tecnología
mucho más avanzada.

Con esa mezcla o unión también vinieron los matrimonios mixtos. Pese a que era una ciudad
nueva ya tuvo que vérselas con un poderoso rival y los venció mediante diplomacia primero y
con mucho valor después,aunque necesitó siglos.

Hipótesis tercera, unión de aldeas vecinas

La zona de las siete colinas (donde más tarde se alzaría Roma en todo su esplendor) estaba
habitada por varias aldeas y con el paso del tiempo tres de esos poblados decidieron unirse
cada uno de los cuales aportaba una ‘tribu’: una de sabinos, otra de latinos y otra de
etruscos.

Hipótesis cuarta, la colonia etrusca

Los etruscos recorrían con sus barcos toda la costa occidental de Italia ya que eran grandes
comerciantes y les molaba eso del turismo. Viajar por tierra en aquella época era bastante
peligroso, no había caminos y la región estaba llena de bosques y animales peligrosos, así
que hacerlo por mar era más seguro aunque se requerían largas jornadas y puestos para
abastecerse. Por eso la desembocadura del Tíber era un buen sitio pues podían internarse con
los barcos por la bahía y comerciar con las aldeas latinas y sabinas.

Por ello fundaron una colonia en el Tíber a la que llamaron Roma (que proviene de ‘Rumon’
que en etrusco quiere decir ‘río’). Allí dejaron algunos marineros y mercaderes que tenían que
hacerse cargo de una especie de astillero para la reparación de los barcos que quedaban
deteriorados en la travesía y de los almacenes de provisiones y víveres para que estos se
abastecieran. El caso es que igual los etruscos de Roma sentían su traslado allí como un
castigo y mientras tanto algunos grupos de latinos y sabinos se acercaban a ellos para
comerciar. Cada vez llegaban más y más, sabinos y latinos, y es probable que un día
decidieran unirse y vivir juntos. La unión entre ellos se hizo normal y dio lugar a que Roma
creciera. Muchos historiadores afirman que Rómulo de hecho era un etrusco, aunque en fin,
etrusco, sabino o latino eso da igual, lo que si es muy probable es que Remo ni siquiera
existió.

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¿De dónde viene el nombre de Roma?

Pues sólo Dios sabe por qué, quién y cuando llamaron a esa pequeña ciudad Roma. Tenemos
la opción de la colonia etrusca, ya que ‘Rumon’ en etrusco quiere decir ‘rio’ y es muy probable
que al estar situada la colonia al lado del Tiber le dieran ese nombre. También tenemos que
Roma pudiera venir de Rómulo, pero aquí viene una cosa y es que Romulo significa ‘pequeña
Roma’ por lo tanto, ¿no es más probable que le hubieran puesto el nombre de Rómulo
después? En fin, fuese como fuese el caso es que ha pasado a la historia con el nombre de
Roma.

En resumen podemos decir que Roma fue fundada en el 753 a.C. por Rómulo y Remo, los
hermanos gemelos de Rea Silvia, una virgen vestal, e hija de Numitor, rey de Alba Longa,
ciudad cercana, en el antiguo Lacio. Una tradición más antigua remonta la ascendencia de los
romanos a los troyanos y a su líder Eneas, cuyo hijo Ascanio o Julo, fue el fundador y primer
rey de Alba Longa. Los relatos sobre el reinado de Rómulo destacan el rapto de las sabinas y
la guerra contra los sabinos, dirigidos por Tito Tacio y señalan también la unión de los pueblos
latino y sabino. La referencia a los tres pueblos (ramnes, titios y lúceres) en la leyenda de
Rómulo, que formaban parte de un nuevo estado, sugiere que Roma fue creada por una
amalgama de latinos, sabinos y etruscos.

Los siete reyes del periodo monárquico y las fechas que tradicionalmente se le asignan son:
Rómulo (753-715 a.C.) Numa Pompilio (715-676 o 672 a.C.), a quien se le atribuyó la
introducción de muchas costumbres religiosas; Tulio Hostilio (673-641 a.C.), un rey belicoso,
que destruyó Alba Longa y luchó contra los sabinos; Anco Marcio (hacia el 641-616 a.C.), de
quien se dice que construyó el puerto de Ostia y que capturó muchas ciudades latinas,
transfiriendo sus habitantes a Roma; Lucio Tarquino Prisco (616-578 a.C.), célebre tanto por
sus hazañas militares contra los pueblos vecinos, como por la construcción de edificios
públicos en Roma; Servio Tulio (578-534 a.C.), famoso por su nueva constitución y por
ensanchar los límites de la ciudad; y Lucio Tarquino el Soberbio (534-510 a.C.), el séptimo y
último rey, derrocado cuando su hijo violó a Lucrecia, esposa de un pariente. Tarquinio fue
desterrado, y los intentos de las ciudades etruscas o latinas de restituirlo en el trono de Roma
no tuvieron éxito.

Aunque los nombres, fechas y sucesos del periodo real se cree que pertenecen a la ficción,
existen pruebas sólidas de la existencia de una antigua monarquía, del crecimiento de Roma y
sus luchas con los pueblos vecinos, de la conquista etrusca de Roma y del establecimiento de
una dinastía de príncipes etruscos, simbolizada por el mandato de los Tarquinios, de su
derrocamiento y de la abolición de la monarquía.

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LA SOCIEDAD:

La sociedad se integraba con una clase alta o nobleza, que estaba constituida por los
patricios, que detentaban todos los privilegios; y una clase baja, la plebe, compuesta por los
extranjeros y vecinos, que carecían de derechos y no tenían ninguna participación en el
gobierno. Los plebeyos podían incorporarse a una familia de patricios, en calidad de
protegidos o clientes, con lo cual lograban mayor seguridad. Patricios y clientes reunidos,
formaban lo que se llamaba la gens.

Además se encontraban los esclavos, que eran los prisioneros de guerra y los plebeyos
deudores, a los cuales no se los consideraba como personas sino como cosas. Los que
lograban su liberación mediante un pago, se convertían en clientes.

Dentro de la organización social, la familia ocupaba un lugar sobresaliente y constituía la


institución más sólida del estado. Estaba integrada por todos los que rendían culto al mismo
antepasado, es decir, no sólo, el padre, la madre y los hijos, sino también los clientes y los
esclavos.

De acuerdo con el principio de la patria potestad, el padre ejercía la máxima autoridad sobre
la familia, no obstante lo cual, la mujer gozaba de consideración y respeto, aunque no
participaba de la vida política.

El matrimonio tenía carácter religioso y era indisoluble, lo que aseguraba la solidez de la


sociedad romana. Con la corrupción de las costumbres durante la republica se introdujo el
divorcio, que contribuyó a la decadencia y la disolución de la sociedad.

Las Clases Sociales en Roma Monárquica:

Patricios: Formaban la aristocracia romana, el sector dirigente y privilegiado. Los únicos


considerados como “ciudadanos romanos, con derecho a votar, ocupar los cargos políticos y
religiosos. Además eran el sector más rico, dueño de las grandes extensiones de tierra.

Se consideraban descendientes de los fundadores de Roma y estaban organizados en un


consolidado sistema familiar. Las familias patricias se agrupaban en gens: integradas por los
descendientes de un mismo genio, semidios, al que veneraban. Las gens se agrupaban de a
diez y formaban una curia, congregación religiosa de las familias. Con el tiempo, las curias se
convirtieron en instituciones políticas, las votaciones se realizaban por medio de ellas (cada

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familia votaba dentro de la curia a la que pertenecía). El nombre de patricios deriva de patris
(padre), y alude a los jefes de las gens. En un principio sólo los patricios podían llevar armas
en defensa del Estado

Clientes: Eran personas que no pertenecían a ninguna gens, extranjeros o refugiados pobres,
que se ponían bajo la protección de un patricio. Este les brindaba ayuda económica, los
defendía ante la justicia y les permitía participar de las ceremonias religiosas. A cambio, el
cliente lo acompañaba en la guerra y lo ayudaba en algunos trabajos, o en todo lo que se le
solicitase. Las familias patricias se enorgullecían de tener clientela importante o numerosa.

Plebeyos: A medida que la ciudad romana crecía, apareció un elemento social nuevo: la
plebe. La integraban los extranjeros, los refugiados y los clientes que se habían enemistado
con sus patronos. Se los consideraba hombres libres, pero no ciudadanos, por lo tanto se
hallaban excluidos de la vida política y también religiosa (no participaban del culto oficial).,
tampoco podían integrar el ejército. Les estaba prohibido contraer matrimonio con los
integrantes del patriciado. Una importante reforma militar, conocida como reforma Servia, ya
que posiblemente tuvo lugar durante el mandato de Servio Tulio, en el siglo VI a.C. permitió a
la plebe adquiirir propiedades y, según la reforma, todos los propietarios, tanto los patricios
como los plebeyos, estaban obligados a servir en el ejército, donde se les designaba un rango
de acuerdo con su riqueza. Este plan, aunque al principio servía a un propósito puramente
militar, preparó el terreno para la gran lucha política entre patricios y plebeyos durante los
primeros siglos de la República romana.

Esclavos: Se encontraban en la escala inferior de la sociedad. Se dedicaban a las tareas


serviles y no tenían ningún derecho. En los primeros tiempos de Roma formaban un grupo
poco numeroso, que se fue incrementando con el desarrollo de las conquistas y la expansión
romana.

El Gobierno:

El gobierno solamente podía ser ejercido por los patricios, que eran los descendientes de los
fundadores o padres de la ciudad. Los patricios constituían una aristocracia, integrada por un
grupo reducido de familias, cuyos jefes formaban parte del Senado, que era la institución más
importante de Roma. Era presidido por el rey y a su muerte ejercía transitoriamente el poder
hasta que elegía a su sucesor.

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Además, existía la Asamblea del Pueblo o Comicios por curias, que era convocada por el rey
para reunirse al pie del Capitolio. Allí se concentraban las treinta curias que agrupaban a los
patricios y clientes de una misma zona.

La autoridad suprema era ejercida por el rey que era, a la vez, jefe militar, sumo sacerdote y
juez supremo. Sin embargo, la monarquía era electiva y su poder estuvo limitado por el
Senado y La Asamblea del Pueblo

Organización Política:

La Realeza: El rey elegido por la Asamblea, duraba en su cargo de por vida. A su muerte el
poder volvía al estado. El Senado designaba a un rey interino, cada cinco días, mientras se
elegía un sucesor. El Rey era titular del derecho de guerra y de paz. Era responsable de convocar
al populus a la guerra y de dirigir al ejército en la batalla. En los desfiles era precedido por los
funcionarios, conocidos como lictores, que portaban las fasces, símbolo del poder y del
castigo. También era el juez supremo en todos los pleitos civiles y penales.

El Rey fue el supremo sacerdote e intérprete de la voluntad divina, pero además existieron
tres organismos destinados a este tema, dentro de los colegios sacerdotales: El Colegio de los
Pontífices, el Colegio de los Augures y el Colegio de los Feciales.

El Colegio de los pontífices, era el centro y motor del culto público oficial. Vigilaba el
cumplimiento de los preceptos religiosos, castigaba los delitos contra la religión, controlando
actos de índole privada pero de interés social, como las adrogaciones (adopción de un pater
por otro pater, llamándose pater al jefe familiar, antecedente genético, por vía masculina,
vivo, más antiguo), los matrimonios y los testamentos.

El Colegio de los Augures tenía como misión consultar la voluntad de los dioses, cuando se
tratara de realizar algún acto trascendental para la vida político-institucional de la ciudad,
mediante el examen de los fenómenos de la naturaleza, como la posición de los astros, las
entrañas de los animales o el vuelo de las aves.

El Colegio de los Feciales estaba compuesto por 20 miembros, pertenecientes a la más alta
aristocracia, ocupándose de la política exterior del estado.

El Senado: lo integraban los jefes de las familias patricias. Sus funciones en esa época eran
esencialmente consultivas: asesor al rey en sus actividades. El Senado sólo daba su consejo

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cuando el rey decidía consultarlo, aunque sus miembros poseían gran autoridad moral, ya que
sus cargos también eran vitalicios.

La Asamblea o Comicios por Curias: La palabra curia, proviene de coviria, que significa,
hombre armado con una lanza; por eso los Comicios Curiados, una de las instituciones
políticas de este período, era una asamblea de ciudadanos en condiciones de portar armas.
Era una asamblea deliberativa del patriciado romano (clase privilegiada en oposición al resto
de la población, llamados plebeyos), formada por los miembros de las 30 curias. En época de
paz, resolvía problemas cotidianos, y en época de guerra, sus miembros componían el
ejército. Sus funciones eran variadas, desde las legislativas (votar leyes, declarar la guerra) y
las judiciales hasta la elección de los reyes. Cada familia votaba dentro de su curia.

La Economía

La economía se basaba en la explotación de la tierra, por lo cual la mayoría de la población


era de campesinos. Las familias de mayor fortuna poseían grandes rebaños de bueyes y
carneros.

Como medio de cambio se utilizó el ganado, pecus, en latín, de lo que derivó la palabra
pecunia, que significa dinero. En los primeros tiempos la economía estuvo limitada a estas
manifestaciones porque la vida de los romanos era primitiva y sencilla. Recién con el proceso
de expansión y conquista, estas características cambiaron para dar lugar al lujo y los
placeres. Roma se convirtió entonces en un parásito del Imperio.

Roma contó con algunas riquezas minerales: las salinas en la desembocadura del Tiber y
minas de oro y de plata. Estos recursos ayudaron mucho para que desde sus comienzos
tuviera una actividad comercial importante.

Los hombres de la ciudad se dedicaban a las artesanías, carpinteros, herreros, y algunos


también abastecía al pueblo de alimentos y útiles necesarios para la vida diaria, como
carniceros, panaderos, tenderos.

El ejercito de Roma

El ejército es el instrumento del que Roma se valió para conquistar primero y mantener
después un imperio que abarcaba toda la cuenca del Mediterráneo. No siempre estuvo al
mismo nivel ni dominó en todo momento la técnica guerrera, prueba de ello es las diferentes
derrotas que sufrió a lo largo de su historia. Sin embargo, tuvo la gran virtud de no

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considerar nunca la derrota en una batalla como la derrota total de la guerra y, además, supo
aprovechar la experiencia para mejorar las técnicas y conseguir ser el poderoso ejército que
mantendría unido durante varios siglos el Imperio.

De todo esto se desprende que es difícil hablar de manera uniforme del ejército romano. Se
podría hablar de tres ejércitos: el de la Monarquía, el de la República y el del Imperio.

En los primeros tiempos de Roma el ejército en su conjunto recibe el nombre de legio, del
verbo legere (recoger > tropas reclutadas). En el primitivo ejército hay un cuerpo de
caballería, pero el peso principal recae sobre la infantería.

EL EJÉRCITO DURANTE LA MONARQUÍA:

Primera época:

El reclutamiento de los soldados se hacía teniendo en cuenta la división del pueblo romano en
30 curias y 3 tribus. Cada curia aportaba 100 soldados de infantería (centuria) y 10 soldados
de caballería (decuria). El ejército estuvo compuesto, pues, de 3000 infantes (pedites) y
300 jinetes (equites). El armamento lo aportaba el soldado, no la ciudad, de ahí que los
infantes se diferenciaran según su fortuna: los mejor equipados serían los ricos. Cada año se
procedía al licenciamiento y a la movilización ya que el ejército no fue permanente, pues las
guerras comenzaban en primavera y acababan normalmente en otoño; terminada la campaña
volvían a sus actividades cotidianas.

Reforma de Servio Tulio:

Servio Tulio reorganizó el ejército tomando como base el patrimonio económico de cada
ciudadano, según una división de los ciudadanos en 5 clases. Su reforma consistió en dar
entrada en el ejército a todos los propietarios, ya fuesen patricios o plebeyos; solamente
quedaban excluidos los que no podían costearse el equipo militar. Para facilitar el
reclutamiento dividió la ciudad en cuatro tribus y los hombres en dos categorías: iuniores (de
15 a 45 años) empleados en el servicio activo y seniores (de 45 a 60 años) quienes
formaban el ejército de reserva.

La legión fue la unidad táctica militar y dentro de ella se distinguían: la infantería pesada, la
infantería ligera y la caballería. La legión se dividía en centurias. Estuvo compuesta de 4200
soldados de infantería (al añadir a los 3000 de la época anterior 1200 soldados armados con
palos y hondas, los velites) y 300 de caballería. Servio Tulio agregó además 2 centurias de

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obreros (fabri) con la misión de transportar las máquinas de guerra y 3 centurias de
corneteros y trompeteros (cornicines, tubicines).

EL EJÉRCITO DURANTE LA REPÚBLICA.

Introducción del manípulo:

La legión continuó estando formada por 4200 soldados de infantería, distribuidos en 60


centurias (de 60 o 30 hombres cada una, a los que se añadían los velites) que agrupadas de
dos en dos formaban el manípulo, que pasó a ser la unidad táctica (hacia el siglo IV a.C.).

Los manípulos se colocaban en tres líneas. En la primera estaban los más jóvenes, los
hastati; la segunda estaba compuesta por principes, soldados de más experiencia; en la
tercera estaban los triarii, soldados de más edad.

1ª LÍNEA HASTATI 10 manípulos x 120 1200 soldados


2ª LÍNEA PRINCIPES 10 manípulos x 120 1200 soldados
3ª LÍNEA TRIARII 10 manípulos x 60 600 soldados
VELITES 20 soldados x centuria 1200 soldados

Las dos primeras líneas iban armadas con el pilum o lanza arrojadiza; los triarii con el hasta,
lanza grande no arrojadiza. Asimismo las tres líneas iban armadas con el gladius, espada
corta con doble filo y punta, y como armas defensivas llevaban el escudo y el casco. Los
velites iban armados con palos y hondas.

Además formaban parte de cada legión las siguientes tropas:

a) Un cuerpo de caballería legionaria, dividido en 10 escuadrones (turmae) de 3


decurias cada uno, totalizando 300 jinetes o equites.
b) Los socii, tropas proporcionadas por los pueblos itálicos aliados o sometidos. Su
infantería en número igual al de la infantería legionaria no forma parte de la legión y se
encuadra en alae y se agrupa en cohortes.
c) Los auxilia, son tropas no itálicas que apoyan a la legión y suplen el defecto de ésta en
armas especiales, de las más conocidas son la caballería númida, los honderos baleares y los
arqueros cretenses. Mantienen la estructura propia del país de origen y se agrupan en
cohortes. Son, en su mayoría, tropas de carácter mercenario, bien por alistamiento individual
o por medio de un príncipe o jefe de los lugares de origen.

La reforma de Mario:

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Mario, general romano (133 a. C.), introdujo las siguientes reformas en el ejército:

a) Sustitución del manípulo, como unidad táctica fundamental, por la cohorte (cohors),
formada por tres manípulos: uno de hastati, otro de principes y un tercero de triarii,
dispuestos uno al lado del otro.

La triple línea (triplex acies), compuesta antes por manípulos, desde Mario estuvo constituida
por cohortes, formando un frente de 3 líneas: 4 cohortes en la primera, 3 en la segunda y 3
en la tercera. Para entrar en combate, las cohortes se colocaban separadas entre sí, de
manera que, si las cohortes de la primera fila flaqueaban, podían retirarse a retaguardia por
los huecos que dejaban los de la segunda y tercera línea.

b) Modificación del sistema de reclutamiento: sustituyó el antiguo alistamiento de ciudadanos


por el reclutamiento voluntario. De esta manera pudo reclutar a toda clase de personas,
incluidos los proletarios (los más pobres), y formó un ejército profesional y mercenario
(cobraban un sueldo) frente a los soldados-ciudadanos de antes.

c) Desaparición de los socii como fuerzas distintas para pasar a integrarse en las legiones.

d) Desaparición de los velites y de la caballería legionaria, que son sustituidos por auxilia.

e) Adopción de enseñas y numeración para las legiones, que les dan una identidad y una
continuidad. Instituyó la insignia legionaria: un águila de plata.

f) Reforma en el armamento y equipo del soldado. Generalizó el pilum, scutum y galea.

Como consecuencia de la reforma de Mario el ejército llegará a convertirse en una gran fuerza
a disposición de generales ambiciosos.

La estructura de la legión quedó constituida así:


CENTURIA 100 soldados
MANIPULO 200 soldados 2 centurias
COHORTE 600 soldados 3 manípulos
LEGIÓN 6000 soldados 10 cohortes

Las guerras civiles:

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En este período aparte de las legiones propiamente dichas y de la caballería y los auxilia se
conocen otras fuerzas especiales:

a) Los antesignani: iban delante de las enseñas. Era un cuerpo especial de infantería
ligera, aunque con un armamento más completo que el de los velites.
b) Las cohortes praetoriae: eran fuerzas especiales al mando directo de algunos jefes.
c) Los speculatores: eran exploradores encuadrados en cohortes, de forma parecida a los
auxilia.

EL EJÉRCITO DURANTE EL IMPERIO.

Alto Imperio: Bajo el Principado el ejército queda dividido en dos:

1. El séquito del emperador: tiene sus cuarteles en Roma y además de proteger al


emperador protege a la ciudad. Estaba formado por:

¨ Las cohortes pretorianas: eran una especie de guardia personal y constituían la


principal defensa de la ciudad. Augusto creó 9. Tenían 1000 hombres y estaban divididas en 3
manípulos y éstos a su vez en 2 centurias. Tenían un acompañamiento permanente de
caballería, que se agrupaba en turmas.

¨ Las cohortes urbanas: encargadas de los servicios públicos. No salen nunca a


campaña. Al principio eran tres.

¨ Las cohortes de vigiles: eran las de menos prestigio, se ocupaban de la vigilancia


nocturna y de la extinción de incendios. Estaban integradas por esclavos libertados, que
después de unos años de servicio adquirían la ciudadanía. Eran 7 cohortes.

2. El de campaña: dividido en legiones y auxilia.

La legión estaría formada por diez cohortes, de las cuales la primera tendría 1.105 infantes y
132 jinetes. Las restantes cohortes, divididas en 5 centurias cada una, tendrían 555 infantes
más 66 jinetes. Acompañaba a esta legión la artillería, formada por un carroballista por
centuria, del que se hacía cargo un contubernium, que era una escuadra de 10 hombres;
además cada cohorte llevaba un onager.

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A partir de Augusto las legiones llevan, además de la numeración, un nombre que hace
alusión a diversas circunstancias, como el emperador que la creó (Augusta), el ser doble o
resultado de la fusión de dos (Legio VII Gemina), etc.

Los auxilia continúan divididos en cohortes, de las que unas son miliariae y otras
quingenariae. También hay unidades mixtas de caballería e infantería, las equitatae. Y,
finalmente, están las llamadas cohortes voluntariorum, integradas por esclavos cedidos al
emperador y luego liberados o bien por ciudadanos.

En el Imperio se crean, además, los numeri, que son tropas auxiliares procedentes de los
lugares menos romanizados.

Bajo Imperio:

Constantino introduce profundas reformas, divide el ejército en:


1. Ejército de cobertura: sigue la organización de la época anterior, pero se hace estático.

2. Ejército de campaña: queda vinculado al emperador y a los jefes militares; está formado
por los palatini, especie de guardia personal del emperador, aunque su escolta propiamente
dicha son los domestici y scholae.

Las legiones se convierten en batallones de infantería, con un efectivo de unos 1000 hombres.
La caballería adquiere mayor importancia y se independiza de la legión. Las diferencias entre
legiones y auxilia se suprimen, como resultado de la extensión de la ciudadanía y de la
barbarización del ejército. Los numeri adquieren gran importancia y se convierten en
unidades escogidas.

EL COMBATE:

El éxito en las guerras de la antigüedad dependía, fundamentalmente, del orden presentado


en el campo de batalla. Roma conoció varias disposiciones, que empleó en distintos
momentos, según con el enemigo al que se enfrentaba y los territorios en los que debía
librarse el combate.

Formación en falange:

Se cree que la formación esencial antes de la formación por manípulos fue la formación en
falange: era de orden cerrado, con frente muy amplio y poco fondo. La falange estaba

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dividida en seis filas con un frente de 500 pedites; al final o a los lados de la formación en
falange se colocaban los 1200 velites. La caballería -equitatus- también prestaba su apoyo;
al salir a campaña cada legión disponía de 300 equites.

Los defectos que presentaba esta formación eran la facilidad de desorden y la poca capacidad
de maniobra en terrenos accidentados.

Formación en manípulos:

Cada una de las legiones en orden de batalla -acies- se presentaba en tres líneas, articuladas
en manípulos. Los hastati se colocaban en primera línea. Cada manípulo formaba un
rectángulo de 120 soldados (con un frente de 20 y un fondo de 6) y se escalonaba de tal
modo que, entre dos manípulos consecutivos, se dejaba un intervalo que estaba cubierto en
segunda línea por un manípulo de principes. Los manípulos de triarii (frente de 20 soldados y
fondo de tres) formaban la tercera línea y cubrían los intervalos que dejaban los manípulos de
los principes. Resultaba así una formación en tresbolillo o quincunce.

Esta táctica tenía grandes ventajas: los hastati avanzaban los primeros lanzaban sus dardos
-pila- sobre el enemigo y empezaban a luchar cuerpo a cuerpo. si tenían que ceder ante el
enemigo, se retiraban detrás de los principes, y si el enemigo derrotaba también a los
principes, intervenían entonces los triarii. De este hecho deriva la expresión “res ad triarios
venit”, usada para denotar que la situación había llegado a ser crítica.

La disposición del ejército en el combate también se hizo más racional: los velites protegían
desde el comienzo del combate las alas -cornua- y se adelantaban para soliviantar e
inquietar al enemigo; los aliados -socii- se colocaban a ambos lados de las legiones y la
caballería -equitatus- actuaba en las dos alas -cornua-. La táctica manipular estuvo en vigor
hasta Mario; todavía Metelo, su antecesor inmediato, venció con ella en la batalla de Mutul
(año 108) durante la guerra con Yugurta. La principal ventaja de esta formación es su
adaptabilidad al terreno y la capacidad de maniobra, gracias a estar formada por unidades
pequeñas. Su principal defecto es la excesiva división de la legión ante enemigos como los
teutones y los cimbros.

Formación triple en línea de combate:

La triple línea de combate -triplex acies-, compuesta antes por manípulos, desde Mario estuvo
formada por cohortes formando un frente de tres líneas: cuatro cohortes en la primera, tres

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en la segunda y las tres restantes en la tercera. Las tropas auxiliares y la caballería se
colocaban en las alas.

Para entrar en combate, las cohortes se colocaban separadas entre sí, de manera que, si las
cohortes de la primera línea flaqueaban, podían retirarse a retaguardia por los huecos que
dejaban los de la segunda y tercera línea.

Unidas las cuatro legiones de que se componía normalmente el ejército, la acies prima
quedaba compuesta de dieciséis cohortes, la acies secunda de doce y de otras doce la acies
tertia.

Formación en cuña:
La táctica del ejército apenas varió durante toda la época imperial. Solamente en algunas
ocasiones, para luchar contra los bárbaros, se recurrió de nuevo a la falange. Sin embargo, a
partir de las reformas de Diocleciano y Constantino, se adoptó generalmente una formación
germana: el cuneus, formación de cuña truncada en forma de trapecio con el menor de los
lados paralelos frente al enemigo.

POLIORCÉTICA

Bajo este nombre se engloban todas las operaciones relacionadas con el ataque y defensa de
las plazas fuertes. En orden a la poliorcética, a la artillería y a la guerra de posición, los
romanos son tributarios y discípulos de los griegos.

El asedio o acción llevada a cabo para apoderarse de cualquier recinto fortificado -ciudad,
campamento, etc.- pudo adoptar dos formas:
Bloqueo: obsessio, obsidio.

El bloqueo no excluye, naturalmente, el uso de las armas, pero en él predomina la técnica del
cerco y las medidas de incomunicación. Entre los romanos este procedimiento se empleó con
frecuencia y con éxito. Se hacía para impedir el abastecimiento de agua y alimentos a la
ciudad y, así, conseguir su rendición. Los más conocidos son los de Alesia y Numancia.

El bloqueo cuenta, como factor esencial, con el tiempo. Por ello no se aplica sino cuando la
expugnación no es urgente o cuando el asalto no es posible. Tampoco es posible en todos los
terrenos: a veces es imposible el cerco completo, por tener la plaza salidas naturales que no
se pueden cerrar. Su medio principal es la circunvalación, sencilla o doble, con obras de
fortificación (fosos, parapetos o empalizadas, reductos o castella, unidos entre sí por brachia

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o munitiones). El ejército sitiador se establece en campamentos que procuran dominar los
accesos principales. En los castella se sitúan destacamentos. A veces se dispone una
circunvalación dirigida hacia el exterior (contravallatio), para hacer frente a la eventual
llegada de un ejército de socorro.

El ataque o asalto:

Existen dos tipos: el ataque rápido y el ataque prolongado.


¨ El asalto sin preparación o previo asedio (oppugnatio repentina) es una operación
excepcional.
¨ El método de acción más usado contra una plaza fuerte es el asedio (oppugnatio
longinqua), que se da ampliamente en todas las épocas.

El material de asedio del que dispusieron los soldados romanos fue bastante variado. Abatían
las puertas o trataban de abrir una brecha en la murallas por medio del ariete -aries-, un
largo y pesado tronco rematado con un hierro en forma de cabeza de carnero (de ahí su
nombre). Asimismo abrían brechas en las murallas con hoces -falces murales-, una especie
de ganchos enmangados en fuertes pértigas, y socavaban los cimientos de las murallas
enemigas por medio de galerías subterráneas -cuniculi-. Otro medio empleado consistió en
la construcción de un terraplén -agger- al que solían dar la misma altura del muro con el
objeto de batir al enemigo con mayor facilidad. En cada extremo del terraplén levantaban un
andamiaje de asalto -turris mobilis- montado sobre ruedas. Estos torreones de asalto solían
tener tres pisos: en el bajo se colocaban lo soldados que manejaban el ariete; en el segundo
había un puente levadizo para apoyarlo sobre las murallas de la ciudad asaltada; y en el
tercero iban soldados con armamento ligero y armas arrojadizas para obligar al enemigo a
desalojar los muros.

Los asediados, por su parte, procuraban por todos los medios neutralizar los trabajos de los
sitiadores. Las medidas de defensa contra el asedio son de varia índole:

a) Medidas encaminadas a impedir o entorpecer el aprovechamiento y utilización, por el


sitiador, del terreno circundante (devastación, inundación, tala de bosques).

b) Medidas que tienden a reforzar los medios defensivos de la plaza misma (acopio de
provisiones, refuerzo de las murallas y de las puertas, mayor elevación de aquéllas,
construcción de torres de observación, a veces en oposición a las del sitiador, emplazamiento
de artillería).

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c) Uso de las armas contra las tropas sitiadoras o contra las obras de asedio. El fuego tiene
una extraordinaria importancia. El asalto a los muros se rechazaba arrojando desde lo alto
objetos pesados y derribando las escalas con horquillas (furcae). Contra el ariete se usaban
centones que atenuaban el choque, o se trataba de volcarlo enganchando al propio ariete o la
testudo que lo protegía con cuerdas provistas de garfios (laquei, forfices, lupi) o de aplastarlo
con grandes masas lanzadas desde el adarve.

Un arma usada frecuentemente en la defensa desde los muros son los pila muralia, grandes
lanzas de madera, hasta de 2 metros de largo, sin moharra metálica, sino con ambos
extremos endurecidos a fuego.

Los asaltantes se protegían de los proyectiles lanzados desde lo alto de las murallas con
varios procedimientos. Entre éstos están:

a) El mantelete -vinea-. El mantelete era una máquina de guerra construida con maderos y
cubierta con pieles o sacos mojados debajo de la que los soldados podían avanzar a cubierto
de los proyectiles o del fuego lanzado por el enemigo; se movía sobre ruedas. A veces se
reunían varios manteletes formando verdaderas galerías.

b) La testudo. La testudo era una vinea con un techo más fuerte, bajo el que los asaltantes
accionaban el ariete o bien minaban el muro. También era una formación de asalto, en la que
los soldados se apiñaban con los escudos puestos sobre sus cabezas a modo de caparazón de
tortuga.

c) Una galería -musculus- cubierta y móvil bajo la que se protegían los sitiadores.

d) El pluteus. Vegecio lo describe como un escudo de mimbre, cubierto de pieles y movible


sobre 3 ruedas o rodillos, uno en medio y otro en cada extremo.

En la técnica romana de la guerra de sitio la artillería desempeñaba un papel secundario, pues


operaba principalmente para limpiar de defensores los muros y para proteger las obras de
aproximación y lo que pudiéramos llamar ingeniería de asalto. La artillería era poco eficaz
contra los muros y el medio preferido de penetración era abrir brecha en las fortificaciones.

El recurso a máquinas de guerra -tormenta- no se hizo frecuente sino a partir del siglo III
a.C., fecha en la que la técnica del asedio estaba ya bastante desarrollada. Las máquinas de
artillería más importantes fueron:

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a) La catapulta, con la que se disparaban proyectiles con pequeños ángulos de tiro.

b) La balista -ballista-, con la que se lanzaban proyectiles con un ángulo de 45 grados; de


este modo se podían franquear los obstáculos elevados.

c) El onagro -onager-, con el que se disparaban piedras y teas encendidas a grandes


distancias, pues disponía de una palanca que se podía tensar.

El principio de todas estas máquinas estaba en la tensión de un haz de fibras que, al soltarse,
impulsaba las piedras o proyectiles colocados en sus brazos.

La artillería romana no tuvo una organización autónoma; fue una artillería de


acompañamiento. No es exclusivamente una artillería de plaza o de sitio, sino también una
artillería de campaña.

EL EJÉRCITO EN MARCHA:

Generalmente el ejército, cuando efectuaba un movimiento lejos del enemigo, marchaba en


columna -agmen-. Desde la época de la República son conocidos dos tipos de marcha: el
agmen pilatum y el agmen quadratum.

· El agmen pilatum.

En esta formación el ejército está dispuesto en columna. Marchan en primer lugar los
extraordinarii. Siguen a éstos el ala derecha de los socii y la impedimenta de éstos, detrás.
Luego, las dos legiones, cada una de las cuales lleva detrás su impedimenta. a continuación,
el ala izquierda de los socii, con su impedimenta.

Detrás las acémilas con el equipaje del ejército, protegidas por una parte de la caballería,
pues el resto marcha con las unidades de infantería, a las que está unida. Las legiones y las
alas de socii alternaban por días el orden de marcha con el fin de lograr equilibrio en la
llegada a los lugares de abastecimiento del ejército.

· El agmen quadratum.

Esta formación se utilizaba cuando había peligro de un ataque enemigo, ya que, por su
longitud, el agmen pilatum era muy vulnerable. Sin embargo no está muy claro la disposición

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exacta de las unidades en este orden de marcha. Parece ser que los manípulos iban unos
junto a otros, de manera que, si eran atacados por un flanco, fácilmente pudieran presentar
un frente de batalla.

Otros tipos de formaciones son:

· El agmen munitum.
Se caracteriza porque la impedimenta iría flanqueada por las legiones, y la vanguardia y
retaguardia estarían protegidas por los socii y auxilia y la caballería.

· El agmen expeditum.
No se refiere a una disposición especial, sino a que los soldados iban preparados para luchar
sobre la marcha y por tanto no llevaban equipaje, sino sólo las armas.

· El orbis.

A veces, cuando se esperaban ataques por múltiples frentes, se formaba el orbis, una
formación redonda con más o menos regularidad, dejando en el interior las acémilas y
bagajes.

Se calcula que el legionario romano realizaba cada día una marcha de 20 a 25 kms. -iustum
iter-, aunque en caso de premura, se iba a marchas forzadas -magnis itineribus-, que podían
llegar a los 50 kms. El soldado romano, aunque a veces llevaba sólo las armas, por lo general
llevaba con él sus efectos personales. En total, y sin contar las armas, parece que el bagaje
pasaba de los 30 kilos. Normalmente las marchas no duraban muchos días, pero en caso de
que duraran varios días, cada cuatro o cinco había un descanso.

Dentro de las marchas, conviene destacar el paso de los ríos, por las dificultades que
presenta. Generalmente se hacía por vados. Cuando la corriente era muy fuerte, se situaban
un poco más arriba del paso acémilas o jinetes para frenar un poco la fuerza. Igualmente,
otro grupo más abajo para recoger a los que cayeran. Si esto no era posible, el paso se hacía
por medio de puentes, generalmente flotantes, de los que el más simple era el de barcas
unidas por los lados. pero presentaba dificultades para pasar las cargas y los animales, por lo
que se hacía un puente uniendo balsas, que tenían la desventaja de ser superficies planas.
Generalmente estos puentes se colocaban en diagonal, para romper la fuerza de la corriente.
se sabe que, en ocasiones, se construyeron puentes fijos; pero esto tenía el inconveniente de
las dificultades técnicas y el coste de tiempo.

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EL CAMPAMENTO:

El ejército romano dominó a la perfección la técnica de la construcción de campamentos,


tanto permanentes -stativa- o invernales -hiberna-, como para fortificarse para pasar la
noche, después de una jornada de marcha. En este último tipo es donde más se demuestra el
dominio y la organización, de tal forma que en poco tiempo eran capaces de construir un
campamento. Las noticias que poseemos del campamento fundamentalmente son de Polibio,
Higinio y César.

El emplazamiento del campamento dependía de la situación del enemigo, si estaba cerca o


no, o si el terreno era accidentado o llano. Generalmente seguían el trazado regular; pero
podía ser modificado si las circunstancias lo requerían. Los lugares preferidos eran las
pendientes suaves y las llanuras. Si está el enemigo cerca, se orienta hacia él; si no, se busca
en la orientación la facilidad del abastecimiento de agua y forraje.
El trazado lo realiza una patrulla, mandada por un tribuno, sirviéndose de la groma, que es
un instrumento óptico. El trazado interior se marca con banderas, de modo que, cuando llega
el ejército, ya sabe cada soldado dónde tiene que situarse y lo que tiene que hacer. El
campamento generalmente tiene forma cuadrada; durante el imperio, rectangular; pero
puede adoptar otras formas, que no afectan casi a la distribución exterior.

Está protegido por un foso y el vallum, que consta de agger (un terraplén), para cuya
construcción se aprovechaba la tierra sacada del foso, y, sobre él, una empalizada, el vallum
propiamente dicho. Fuera de este recinto sólo pernoctaban los velites y en las tiendas había
un espacio libre, el intervallum, que impedía que, en caso de ser atacados repentinamente,
los proyectiles alcanzaran las tiendas; además permite entrar y salir a las fuerzas sin chocar
ni estorbarse mutuamente; también sirve para almacenar el botín y guardar el ganado.

En la organización interna el campamento se hallaba dividido por una calle transversal, via
principalis o cardo maximus, que unía las dos puertas laterales (orientado de norte a sur);
ésta, a su vez, era cruzada perpendicularmente por el decumanus maximus (orientado de
oeste a este), que unía la puerta praetoria y la decumana ( orientada al oeste y la más
alejada del enemigo).

En la parte más próxima a la puerta praetoria se instalaba lo que se pudiera llamar parte
noble: el pretorio, en un lugar destacado y que dominara todo el campamento; a un lado del
cual estaba el foro y a otro, el cuestorio y el tribunal, donde se realizaban los augurios. A
ambos lados de este núcleo se situaban la caballería y las tropas elegidas; detrás las tropas
auxiliares y, delante, las tiendas de los tribunos y los legados.

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Al otro lado de la via principalis se hallan las legiones y los aliados. Esta parte se encuentra
dividida por una calle paralela a la principal, via quintana, y las tropas están divididas en
cuadrados o rectángulos por pequeñas calles, strigae.

Este tipo de campamento, que es el conocido bajo la República, subsiste, en líneas generales,
durante el Imperio. Varía, a veces, la distribución de la tropa, ya que, en situación de peligro,
los auxilia quedan en el interior y las legiones, en el exterior; pero la distribución es casi
igual.

La República (510-27 a.C.) Conquista de la península Itálica (510-264 a. C.)

Con la caída de Tarquino el Soberbio, se extinguió la monarquía en Roma. El rey fue


sustituido por dos cónsules que eran elegidos anualmente por las Curias. Con ello comenzó la
república (de res, cosa; y pública, del pueblo), por la mayor participación que se concedió a
los ciudadanos en el gobierno, que fue más aparente que real, porque los cónsules gozaban
de igual poder que los reyes y presidían el Senado y la Asamblea del Pueblo.

Por esta época se creó la Asamblea de las Centurias, que tuvo mayor importancia que la
antigua Asamblea de las Curias. Los comicios por centurias se reunían en el campo de Marte
(dios de la guerra) y en ellos se votaba por centuria.

En su desplazamiento, los cónsules utilizaban la silla curul y llevaban un acompañamiento de


doce guardias o lictores que portaban el fascio, que era un haz de varas con un hacha en el
centro, que simbolizaba la autoridad.

Cuando la seguridad pública se hallaba amenazada o en circunstancias de extrema gravedad,


los cónsules eran reemplazados por un dictador, que ejercía poderes extraordinarios durante
el término de seis meses. En ese lapso tenía derecho de vida y muerte sobre todos los
ciudadanos e iba acompañado de veinticuatro lictores.

Primeros Cónsules:

Los primeros cónsules fueron Bruto y Tarquino Colatino, esposo de Lucrecia. El primero
convenció al segundo para que se alejara de Roma porque por su parentesco con el último
rey se hacía sospechoso de conspiración. Efectivamente, la familia de Tarquino el Soberbio se

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había propuesto recuperar el poder, lo que dio origen a una larga lucha que se prolongó hasta
el año 496 a. C. en que los Tarquinos fueron derrotados en la batalla del lago Regilo.

Conflictos Entre Patricios y Plebeyos:

A pesar de haber desaparecido la monarquía, el pueblo romano continuó dominado por los
patricios. La autoridad estaba en manos de los cónsules y de los senadores que salían de sus
filas. Los plebeyos, que por lo general eran pequeños propietarios y artesanos, sufrieron las
consecuencias de las guerras contra los Tarquinos y abrumados por las deudas quedaron a
merced de los patricios, que los subestimaban y escarnecían.

Esta diferencia de situación social provocó un conflicto que duró dos siglos, desde el año 496
al 302 a.C., y culminó con el triunfo de los plebeyos que obtuvieron el reconocimiento de sus
derechos y la igualdad con los patricios. Fue en el año 496 a.C., cuando los patricios, para
amedrentar a los plebeyos crearon la dictadura, hasta entonces desconocida, por lo cual éstos
resolvieron abandonar la ciudad de Roma y establecerse en una colina situada a corta
distancia de la ciudad: el monte Sacro. Entonces, los patricios enviaron a un hombre
elocuente, el cónsul Menenio Agripa que, según la tradición, les refirió el apólogo de los
miembros y el estómago y logró que regresaran a Roma, con la promesa previa de la creación
de dos nuevos magistrados, los tribunos de la plebe, que serían los defensores de sus
derechos.

Menenio Agripa les había dicho que los miembros del cuerpo humano, cansados de alimentar
al estómago, que aparentemente no trabajaba, tramaron una conspiración y se rebelaron,
negándose a llevar alimento a la boca, pero al poco tiempo el cuerpo se debilitó y los
miembros cayeron en un estado de postración. Entonces los miembros comprendieron que el
estómago no permanecía ocioso y mediante la digestión de los alimentos mantenía a todo el
cuerpo en actividad. En consecuencia, Menenio Agripa les explicó que los plebeyos eran los
miembros y el Senado el estómago y para que toda la sociedad funcionara en armonía, era
necesaria la concordia.

El Tribunado: Los tribunos de la plebe debían proteger a los ciudadanos y procurar que
ninguno fuese avasallado en sus derechos. Carecían de poder para obrar, pero lo tenían para
impedir. Para ello tenían el Derecho de Veto (Prohibo), que ejercían ya sea cuando se
proponía una ley contraria a los intereses del pueblo; cuando un ciudadano era detenido, con
lo que quedaba libre hasta el día de la sentencia; o cuando los cónsules convocaban al
ejército para emprender una expedición.

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Para complementar la tarea de los tribunos, se creó un cuerpo de ediles, elegidos también
entre los plebeyos, los que se ocupaban de la administración de la ciudad, mediante la
vigilancia de la limpieza, el control de los precios, el buen uso de las pesas y medidas; y
además ejercían una función de policía para velar por la seguridad de los habitantes.

Plebiscitos: En el año 471 a.C. el Senado reconoció a las Asambleas por Tribus (barrios), —
en las que se votaba por cabeza, lo que le daba ventaja a los plebeyos— el derecho de votar
leyes que se llamaron plebiscitos.

Los decenviros: Como los patricios aprovechaban la circunstancia de que no había leyes
escritas para administrar justicia de acuerdo con sus intereses, los tribunos lograron que en el
año 451 a.C. fueran nombrados diez magistrados, llamados decenviros, a quienes se les
encomendó la misión de redactar las leyes, confiriéndoles para ello el poder supremo.

En estas condiciones, los decenviros redactaron diez tablas de leyes y gobernaron con
prudencia. Al cabo de un año, como no habían finalizado su tarea, se nombraron diez
sucesores que no se comportaron de la misma manera y abusaron de su poder. Esto provocó
como consecuencia un amotinamiento de la plebe. El ejército se sublevó y los decenviros
fueron derrotados y se vieron obligados a abdicar. En consecuencia, fueron restablecidos el
consulado y las antiguas magistraturas.

Las Leyes de las Doce Tablas: Además, se dictaron nuevas leyes que se grabaron en doce
tablas de bronce, que fueron expuestas en el Foro, para que todos pudieran consultarlas. De
acuerdo con las Leyes de las Doce Tablas, desaparecieron las diferencias entre patricios y
plebeyos y todos fueron iguales ante la ley. Sólo quedó vigente la imposibilidad del
matrimonio entre patricios y plebeyos, disposición que fue derogada en el año 445 a.C., con
lo que también quedó establecida la igualdad social.

Al año siguiente los tribunos obtuvieron nuevas ventajas, por lo cual los patricios crearon los
censores, magistrados que cada cinco años debían hacer el censo o recuento de la población.
Además ejercían sobre todos los ciudadanos la más estricta vigilancia y podían eliminar de la
nómina de senadores a quienes juzgaban indignos, lo que les daba la posibilidad de manejar
las candidaturas.
No obstante, en el año 366 a.C. los patricios aceptaron que los plebeyos pudieran ejercer el
consulado, con lo que quedó también consagrada la igualdad política; pero los patricios
desprendieron consulado la función de justicia que quedó a cargo de magistrados especiales
llamados pretores.

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Con el curso del tiempo, los plebeyos pudieron ejercer también censura y la pretura, y en el
año 302 a.C. se les autorizó a entrar en santuarios y ejercer el sacerdocio. (Ley Olgumia) De
esta forma la igualdad completa y todos se consagraron al servicio de la nación, lanzándose
conquista de los pueblos vecinos.

En sustitución del rey, el conjunto de la ciudadanía elegía anualmente a dos magistrados,


conocidos como pretores (o jefes militares) que más tarde recibieron el título de cónsules. La
participación dual en el ejercicio del poder supremo y la limitación a un año de permanencia
en la magistratura evitaban el peligro de la autocracia. El carácter del Senado, órgano asesor
ya existente durante la monarquía, fue modificado al poder ingresar en él los plebeyos,
conocidos como conscripti, por lo que desde entonces la denominación oficial de los senadores
fue la de patres conscripti (padres conscriptos). Inicialmente sólo los patricios podían ocupar
las magistraturas, pero el descontento de la plebe originó una violenta lucha entre los dos
grupos sociales y la progresiva desaparición de la discriminación social y política a la cual los
plebeyos habían estado sometidos.

En el 494 a. C., la secesión (retirada) al Aventino (una de las siete colinas de Roma) de los
plebeyos, obligó a las clases patricias a conceder la institución de los tribuni plebis (tribunos
de la plebe) que eran elegidos anualmente por el Concilium plebis (Asamblea de la plebe)
como representantes de los plebeyos para la defensa de sus intereses. Tenían derecho a veto
sobre los actos de los magistrados patricios y de hecho actuaban como dirigentes de la plebe
en los conflictos con los patricios. La constitución de un decenvirato (comisión de diez
hombres) en el 451 a. C. tuvo como resultado la redacción de un código legal.

En el 455 a. C. la Ley Canuleya declaraba legalmente válidos los matrimonios entre patricios y
plebeyos. En virtud de las Leyes Licinias-Sextas (367 a. C.) uno de los dos cónsules debía ser
plebeyo. El resto de las magistraturas se fueron abriendo gradualmente a los plebeyos,
incluida la dictadura (356 a. C.), una magistratura excepcional cuyo titular era elegido en
tiempos de gran peligro, la censura o dignidad de censor (350 a. C), la pretura o cargo de
pretor (337 a. C.) y las magistraturas de los colegios pontifical y augural (300 a. C.).

MAFGISTRATURA: La Carrera de los Honores:

En Roma las magistraturas eran anuales, colegiadas, colectivas y gratuitas. Formaban parte
de una "carrera de Honores" que preemitía que algunos ciudadanos escalaran posiciones
ordenadamente desde magistraturas menores hasta las mas importantes.

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El Senado era una institución de carácter fuertemente conservador. Sus miembros ocupaban
el cargo de por vida (vitalicio). Sus decisiones no tenían fuerza de ley, pero los cónsules
difícilmente tomaban medidas contrarias a la opinión del Senado.

LA RES PÚBLICA

El estado romano, en esencia, es una comunidad de ciudadanos libres, que se denominaban a


sí mismos pupulus romanus, su forma política nuclear es la ciudad-estado. A diferencia de
las polis griegas, tiene un concepto que le unifica, la llamada res publica.

En nombre de este concepto aparece un reparto del poder entre distintas instituciones
públicas, divididas en tres ámbitos: las magistraturas, el senado y las asambleas.

LAS MAGISTRATURAS:

Básicamente la magistratura es una función pública que se ejerce por delegación en un


ámbito concreto. El magistrado no es un funcionario en el concepto actual, mas que un
servidor del pueblo, es la representación del poder del estado, portador de este poder.

Según las agrupaciones de funciones las magistraturas romanas se dividen en patricias y


plebeyas. Unas y las otras se fundamentan en una serie de principios generales que las
limitan y las regulan:

1. Las magistraturas son electivas, excepto las que obedecen a momentos especiales como:
interrex, dictator y su ayudante el magister equitum. La elección ha de ser votada por el
pueblo.

2. Deben ser anuales, excepto el dictator, y el colegio de censores.

• los consules comienzan a ejercer su cargo el 1 de Marzo (desde el 153 a.C., el


primero de Enero).

• los tribunos de la plebe desde el 10 de diciembre.

• los cuestores desde el 5 de diciembre.

La anualidad se encontró con un problema, cuando se ejercía fuera del territorio asignado los
periodos de mandato se fueron alargando hasta que terminara el problema a solucionar.

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3. La colegialidad, excepto el dictator, que concentra todo el poder en una sola persona, los
magistrados romanos forman colegios de al menos dos miembros, esto no significa que
deban estar todos a la hora de ejercer su cargo, cada miembro tiene el poder completo e
ilimitado de su función

Las magistraturas romanas llevaban asociados dos elementos fundamentales que son
necesarios para comprender la trascendencia de la institución:

LA POTESTAS: Es el poder estatal concedido a un magistrado legalmente, es decir, la


competencia en su función. Pero este concepto es siempre abstracto, no tiene un contenido
especifico en la magistratura correspondiente.

EL IMPERIUM: Mientras la potestas es un concepto abstracto, el imperium, es el poder, la


autoridad concreta, los derechos y prerrogativas que se conceden a un magistrado en el
ejercicio de su poder. Este elemento solo aparece en las altas magistraturas como son el
consulado y la pretura.

Las magistraturas son:

1. CONSULADO
2. PRETURA
3. CENSURA
4. EDILIDAD
5. TRIBUNADO DE LA PLEBE
6. CUESTURA
7. DICTADURA
8. VIGINTISEXVIRATO

Las asambleas constituyen otro elemento institucional del estado romano, es el pueblo de
Roma, los ciudadanos que participaban en la ciudad mediante comicios. En estas se incluían
a todos los ciudadanos.

La soberanía del pueblo de roma se manifestaba en una triple función: la electiva, la


legislativa y la judicial, que para evitar las interferencias de jurisdicción se ejercían en
distintas asambleas. Pero su control era ficticio.

La asamblea para ser válida debía de ser convocada por un magistrado en días hábiles, los
comitales, unos 195 días al año, con una serie de condiciones religiosas y en un lugar

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adecuado. La dirige un magistrado, y el pueblo puede opinar pero no puede discutir la
cuestión concreta que se propone

Las funciones de estas asambleas eran vitales para el buen gobierno de Roma y se
englobaban en tres ámbitos:

• Electiva: elegían a los magistrados, los comitia centuriata, eran convocadas por
magistrados superiores, que elegían a los magistrados con imperium, cónsules y pretores,
los comitia tributa, elegían a los otros magistrados.
• Legislativa: votan las leyes, tras la Lex Hortensia, los concilia plebis aprobaran los
plebiscitos.
• Judicial: tenían competencia el materia penal para los crímenes contra el estado. Tras
la Lex Valeria (300 a.C.), cualquier ciudadano condenado podía apelar ante el pueblo.

La presencia física de los componentes era imprescindible. Las asambleas eran:

1. COMICIOS CURIADOS

2. COMICIOS CENTURIADOS

3. COMICIOS POR TRIBUS

El último gran componente del estado Romano era el Senado

El Consulado

Esta magistratura aparece constituida plenamente en el año 367 a.C.. La magistratura se


ocupa anualmente por un titular plebeyo y otro patricio.

Los cónsules son los representantes del poder del estado romano y son los funcionarios de
mas alto rango. Ellos dirigen el estado, pero sobre todo dirigen el ejército. Poseen en su mas
amplio sentido el imperium, con todas su prerrogativas y derechos. Sus competencias a
penas tiene limitaciones.

Son magistrados epónimos, es decir que dan nombre al año. Recordemos aquello de:
"Siendo tal y tal cónsules... ".

Los cónsules perdieron gran parte de su poder durante el Imperio, pero siguieron
manteniendo un gran prestigio. Durante el Imperio, el Senado presionó con firmeza para que
se aumentara el numero de cónsules por año. Aparecieron los cónsules suffecti, que

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comenzaban a gobernar el 1 de Julio, sustituyendo a los ordinarii, que respondían a los
principios tradicionales. De esta forma había cuatro cónsules cada año.

El número siguió ampliándose cada año. Con los Flavios hubo entre 6 y 10. Durante el
gobierno de Trajano 6 y 8, con Adriano 8, entre 8 y 10 con Antonino Pío, 10 con Marco
Aurelio, hasta un máximo de 12 con los Severos, o sea seis parejas anuales, dos meses cada
una. La edad con la que se llegaba al consulado era variable. Los patricios que se saltaban
dos fases intermedias del cursus honorum (edil/tribuno de la plebe y los puestos sucesivos
a pretor), solían ser jóvenes, de unos 32 o 33 años. Los demás senadores tardaban unos 10
años en llegar a esta magistratura.

La Pretura

Se trata de una magistratura inferior del colegio de praetores. Como el consulado se positivo
hacia el año 367 a.C., cuando la función directiva del estado la separa la administración de
justicia.

El denominado praetor urbanus poseía imperium, de categoría menor, por lo tanto


subordinado a los cónsules. La pretura se va complicando en función de la complicación del
estado romano, pero siembre se desarrolla en el campo de la jurisdicción. Era el encargado de
dirimir los conflictos entre los ciudadanos rom anos aplicando el jus civile. Al praetor
urbanus se añadió el praetor peregrinus, que se encargó de impartir justicia entre
romanos y extranjeros (peregrini), este aplicaba el jus Gentium o derecho de gentes

Cuando se conquistaron los primeros territorios fuera de la península, en el 227 a. C.


(Córcega y Sicilia), se crearon dos nuevos pretores, con la misión de administrar estas dos
circunscripciones. Al añadirse las dos nuevas provincias de Hispania en el 197 a. C., se
duplicaron los pretores. La diferencia entre pretores jurisdiccionales (dos) y pretores
provinciales (cuatro), fue revisada en el momento de gobierno de Sila, que aumenta su
número a ocho y amplia sus competencias en el campo de la justicia.

Cuando habían ejercido como jueces podían ejercer como propretores, el gobierno de las
provincias.

Ejercer la pretura era también muy importante, porque daba acceso a un tripe conjunto de
funciones que eran: el mando de una legión como legatus legionis, el gobierno de una
provincia de rango pretoriano y la prefectura del tesoro (del aerarium Saturni o del
aerarium militari).

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Normalmente los patricios no solían ejercer esta fase y ejercer el consulado desde la pretura.
Los demás senadores debían ejercer uno o dos de estos puestos, entre los cuales, el gobierno
de una provincia, garantizaba el acceso al consulado.

La Censura

La censura no es una magistratura inferior a la pretura, sin embargo en comparación con el


consulado y la pretura se diferencia de estas porque no contiene imperium y su ámbito de
competencia es más restringido.

La tradición afirma que su origen fue en el 443. Históricamente los censores formaban un
colegio de dos miembros, que se elegían cada cinco años para un periodo activo de año y
medio. Evidentemente rompía la regla de la anualidad, pero era necesaria por la función
fundamental de la magistratura: realizar y controlar la lista de ciudadanos y repartirlos en
clases censitarias y en tribus, para poder desarrollar la vida política de Roma.

Realizar el censo era relativamente complicado, y tenía un fondo religioso porque era
interpretada como una renovación del pueblo de Roma. Se realizaban ceremonias de
purificación, la lustratio ( de lustrum, cada cinco años).

La lex Ovinia entre los años 318-321, les dio una función importante, la confección de la lista
de senadores, que anteriormente era un función consular.

Eran los magistrados que controlaban las costumbres y era los guardianes de la moral . Uno
de sus métodos de coacción era la nota censoria, por la que podían tachar de la lista de
senadores a personas que no eran dignas.
También controlaron las finazas y las obras públicas, los impuestos, las minas, las tierras
comunales y otros elementos económicos de Roma.

Los Ediles

Se trata de la magistratura inmediatamente inferior a la pretura. El colegio edilicio estaba


compuesto por cuatro miembros emparejados. Los ediles patricios o curules y los ediles
plebeyos.

Estos magistrados fueron creados por los plebeyos en su lucha con los patricios y tuvieron
funciones paraestatales. Eran guardianes de los templos y archivos plebeyos. Cuando terminó

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la lucha contra los patricios se legalizo esta magistratura. Se duplicaron los magistrados
añadiendo dos ediles patrios. Se regularizaron sus funciones, esencialmente policiales: el
control de las calles de Roma, sus edificios y mercados, y controlar los víveres de la ciudad.

Se les recomendó la organización de los juegos públicos del estado. Esta organización
necesitaba la posesión de una hacienda saneada. Los juegos públicos eran una forma de
propaganda electoral, y que permitían continuar la carrera política. Por este motivo la edilidad
era una clara limitación del ascenso político para las clases menos acomodadas.

El Tribunado de la Plebe

Compuesto por diez miembros, que como su nombre indica debían pertenecer a familias
plebeyas, para se coherente con su origen, nacida como consecuencia de la contienda entre
patricios y plebeyos.

Se trataba de un defensor de la plebe frente al estado patricio, esta magistratura estaba


investida con características específicas, la sacro-sanctitas, el derechos al auxilium y la
posibilidad de veto de la acción pública de cualquier magistrado.

Nacido para proteger a la plebe su función se amplió para defender a todo el pueblo contra
cualquier abuso de autoridad de los cónsules u otro magistrado. Una de las funciones que
creó el ejercicio de esta magistratura fue la potestas tribunicia, la función de velar por el
Estado, por la res publica, asumiendo que la defensa del estado era del pueblo.

Actuaba en los casos de traición, perduellio, o en los que atentaban contra la dignidad del
pueblo romano, maiestas. Los tribunos de la plebe presidían las asambleas de los plebeyos,
concilia plebis, donde mediante plebiscitos se ejercía la función legisladora del estado e
incluso bajo circunstancias especiales podían convocar el senado

La Cuestura

Es la magistratura mas baja y la que da comienzo al cursus honorum.

Su función fundamental es la administración del tesoro público. Estos magistrados eran los
quaestores aerrarii.

Protegían los archivos del estado, que se guardaban en el Templo de Saturno. En los
comienzos de la magistratura eran dos cuestores, para ser cuatro a finales del siglo IV a.C.

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Durante el gobierno de Sila se elevaron a veinte. La justificación de este aumento era la
necesidad de tener un número suficiente de funcionarios cualificados para controlar las
finanzas en Italia y en las provincias. Estos funcionarios estaban a las órdenes directas del
gobernador correspondiente.

La Dictadura

Junto al interregnun constituye la segunda magistratura de carácter extraordinario. El


interregnun, es mas una especie de privilegio del Senado, que una magistratura
propiamente dicha.

La dictadura es una magistratura de origen oscuro. Puede derivad del llamado magister
populi, un funcionario que sustituyó al rey después de la caída de la monarquía, y que tenía
plenos poderes.

Durante la etapa de los decenviros (450 a.C.9 se abolió esta magistratura. Dejó de aparecer
como una magistratura ordinaria, pero se utilizaba para los casos de emergencia, y tenía una
limitación temporal.

No se elige en comicios, sino que es nombrado por el cónsul, y su función no puede durar
mas de seis meses.

El dictador elige un segundo de abordo que es el denominado magister equitum, jefe de


caballería. El poder del dictador es tan pleniponteciario que los tribunos de la plebe no pueden
ejercer el derecho de veto contra sus acciones.

Se trata del paso previo para acceder al cursus honorum. Sus miembros son un total de
veintiséis. Todo joven aristócrata que quisiera entrar en la carrera política debía ejercer esta
función.

El Vigintisexvirato

Estaba formada por los siguientes colegios:

• TRIUMVIRI MONETALES, encargados de las acuñaciones monetales. Eran los TRES


VIRI A(URO) A(RGENTO) A(ERE) F(ERIUNDO) es decir IIIviri A.A.A.F.F. Era el colegio
más importante y era donde solían ingresar los hijos jóvenes de las familias patricias.

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• DECEMVIRI STLITIBUS IUDICANDIS, formados por los jueces que sentenciaban
sobre el estatus civil de una persona, libre, liberto o esclavo.

Esta magistratura se utilizó mucho en los primeros años de la Republica, pero fue
desapareciendo. Aunque Sila y Cesar fueron nombrados dictadores, no tiene nada que ver con
el espíritu de esta magistratura, llegaron a ella como consecuencia de un golpe de estado
militar.

• QUATTUORVIRI VIIS IN URBE PURGANDIS, que se ocupaban del mantenimiento


de las vías de la ciudad de Roma.
• TRIUMVIRI CAPITALIS, asistían a los magistrados cum imperium, en la aplicación
de las penas, especialmente la de muerte.

Estos tres colegios se mantuvieron durante le imperio, pero en la republica existían otros seis
funcionarios que le daban el nombre de veintiséis:

DUMVIRI VIIS EXTRA URBI PUGNANDIS y los QUATTUR PRAEFECTI CAPUAM CUMAS

El Senado:

Estos cambios políticos dieron paso a una nueva aristocracia compuesta por patricios y
plebeyos enriquecidos y propiciaron que el ingreso en el Senado fuera casi un privilegio
hereditario de estas familias. El Senado, que originalmente había tenido escaso poder
administrativo, se convirtió en un órgano fundamental de poder; declaraba la guerra y
firmaba la paz, establecía alianzas con otros Estados extranjeros, decidía la fundación de
colonias y gestionaba las finanzas del Estado. Aunque el ascenso de esta nobilitas puso fin a
las disputas entre los dos grupos sociales, la posición de las familias plebeyas más pobres no
mejoró y el agudo contraste entre las condiciones de los ricos y la de los pobres originó a
finales de la República las luchas entre el partido aristocrático y el popular.

Roma aplicó durante este periodo una política exterior expansionista. Antes de la disolución
de la monarquía, Roma ya era la potencia hegemónica en el Lacio. Ayudados por sus aliados,
los romanos lucharon contra etruscos, volscos y ecuos. Entre el 449 y el 390 a.C. Roma se
mostró especialmente agresiva. La conquista de la ciudad etrusca de Veyes en el 396 por el
militar y político Marco Furio Camilo señaló el inicio de la decadencia de la civilización etrusca.
Otras ciudades etruscas se apresuraron a firmar la paz y a mediados del siglo IV a. C. se
habían establecido guarniciones romanas por el sur de Etruria, en las que se asentaron un
gran número de colonos romanos.

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Las victorias sobre los volscos, latinos y hérnicos dieron a Roma el control de Italia central y
también la hicieron entrar en conflicto con los samnitas del sur de Italia, a los que derrotó
después de las denominadas Guerras Samnitas (343-290 a. C.). Roma reprimió una revuelta
de los latinos y volscos y en el 338 a. C. la Liga Latina (una confederación de ciudades del
Lacio establecida muchos años atrás) fue disuelta. Las poderosas coaliciones formadas por
etruscos, umbros y galos en el norte, y por lucanos y samnitas en el sur, amenazaron el
poder de Roma hasta que fueron derrotadas, primero la confederación del norte en el 283 a.
C. y poco después la del sur. En el 281 la colonia griega de Tarento solicitó ayuda a Pirro, rey
de Epiro, contra Roma. Sus campañas en Italia y en Sicilia (280-276 a. C.) no tuvieron éxito y
regresó a Grecia. Durante los siguientes diez años, Roma completó su dominio en el sur de
Italia y de este modo logró imponer su poder sobre toda la península Itálica hasta los ríos
Arno y Rubicón.

Hegemonía exterior

En el 264 a. C. Roma comenzó su lucha con Cartago por el control del mar Mediterráneo.
Cartago era en esta época la potencia marítima hegemónica en el mundo y dominaba de
forma absoluta el Mediterráneo central y occidental mientras que Roma centraba su
predominio en la península Itálica.

Las Guerras Púnicas y Macedónicas

La primera (264-241 a. C.) de las Guerras Púnicas tuvo como causa principal la posesión de
Sicilia y supuso el nacimiento de Roma como una gran potencia naval. Con el apoyo de Hierón
II, tirano de Siracusa, los romanos conquistaron Agrigento, y su recién creada flota, bajo el
mando del cónsul Cayo Duilio, venció a la cartaginense en la batalla de Milai (260 a. C.). La
continuación de la guerra en África acabó con la derrota y captura del general romano Marco
Atilio Régulo. Tras una serie de derrotas en el mar, los romanos obtuvieron una gran victoria
naval el año 242 a. C. en las islas Égates, al oeste de Sicilia. La guerra acabó en el 241 a. C.
con la cesión a Roma de la zona cartaginesa de Sicilia que se convirtió en una provincia
romana, la primera posesión exterior de Roma. Poco después, Cerdeña y Córcega fueron
arrebatadas a Cartago y anexionadas como provincias.

Como Roma había logrado un equilibrio de fuerzas en el mar, Cartago se preparó para la
reanudación de las hostilidades al adquirir posesiones en Hispania. Bajo el mando de Amílcar
Barca, Cartago ocupó la península Ibérica hasta la altura del río Tajo. Asdrúbal, yerno de
Amílcar, continuó la labor de sometimiento de este territorio hasta su muerte (221 a. C.) y

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entre los años 221 a. C. y 219 a. C. el nuevo general cartaginés Aníbal, hijo de Amílcar,
amplió las conquistas cartaginesas hasta el río Ebro. La segunda Guerra Púnica (218-201 a.
C.) comenzó al invadir Aníbal la península Itálica tras partir desde sus campamentos de la
península Ibérica y cruzar los Alpes con elefantes. Derrotó a los romanos en sucesivas
batallas y asoló gran parte del sur de Italia durante varios años, pero tuvo que regresar a
África para enfrentarse con Publio Cornelio Escipión el Africano, que había invadido Cartago y
que obtuvo una victoria decisiva sobre Aníbal en la batalla de Zama (202 a. C.). A
consecuencia de esta batalla Cartago tuvo que entregar su flota, ceder Hispania y sus
posesiones en las islas del Mediterráneo a Roma y pagar una enorme indemnización. Desde
este momento Roma obtuvo el control completo del Mediterráneo occidental.

El trato que los romanos dieron a las comunidades itálicas bajo su dominio se hizo más
severo, mientras que las ciudades griegas del sur de Italia, que habían apoyado a Aníbal, se
convirtieron en colonias romanas. Roma continuó extendiendo su poder hacia el norte: entre
el 201 y el 196 a. C. los celtas del valle del río Po fueron sometidos y su territorio fue
latinizado, aunque se les negó la ciudadanía romana. Córcega y Cerdeña fueron sometidas e
Hispania fue ocupada militarmente, práctica que originó los primeros ejércitos romanos
permanentes.

Durante los siglos III y II a. C. Roma hubo de enfrentarse a Macedonia por el dominio del mar
Egeo en las denominadas Guerras Macedónicas. Las tropas macedónicas estuvieron dirigidas
durante las dos primeras guerras por Filipo V, que resultó finalmente derrotado en el año 197
a. C. Con la ayuda de las ciudades griegas del sur, los romanos procedieron contra Antíoco III
Megas, rey de Siria, al que derrotaron en Magnesia en el año 190 a. C. y le forzaron a
entregar sus posesiones en Europa y Asia Menor.

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El hijo y sucesor de Filipo, Perseo (212-166 a. C.) continuó la resistencia contra los romanos,
lo que condujo al estallido de la tercera Guerra Macedónica. En el año 168 a. C. su ejército
fue puesto en fuga en Pidna por el general Lucio Emilio Paulo (229-160 a. C.). Macedonia se
convirtió en provincia romana en el 146 a. C. Ese mismo año la revuelta final de la Liga Aquea
en Grecia contra el dominio romano concluyó con la conquista y destrucción de Corinto.

Roma hubo de luchar finalmente en la tercera Guerra Púnica (149-146 a. C.) que finalizó
cuando Publio Cornelio Escipión Emiliano conquistó y destruyó Cartago que a partir de
entonces formó parte de la provincia romana de África.

La conquista de Numancia en el 133 a. C. puso fin a una serie de campañas en la península


Ibérica. Ese mismo año Roma también incorporó a su control el reino de Pérgamo tras la
muerte de su último gobernante, Átalo III; poco después este territorio formó parte de la
provincia de Asia.

Roma había creado, en 131 años, un imperio que dominaba el Mediterráneo desde Siria hasta
Hispania. Como resultado de esas conquistas los romanos entraron en contacto con los
griegos, primero en el sur de Italia y Sicilia, y más tarde en el este y adoptaron gran parte de
su cultura, arte, literatura, filosofía y religión.

El desarrollo de la literatura latina comenzó en el 240 a. C. con la traducción y adaptación de


la poesía épica y los dramas griegos. En el 155 a. C. se establecieron escuelas de filosofía
griega en Roma.

Escipión y Catón

Luego de las conquistas, principalmente de las ciudades griegas, Roma sufrió un proceso de
helenización, se consideraba que el romano tradicional llevaba una vida monótona y dura, fue
Escipión el principal impulsor de este proceso, quien luego de vencer a Aníbal vuelve a Roma
como un hombre muy respetado, se había ganado el apodo de "el Africano" y celebró a su
llegada pomposos festejos en honor a sus exitosas campañas, luego se retiró a descansar a
Sicilia donde recorrió las grandes ciudades griegas de la isla. Escipión quedó encantado con la
rica vida que llevaban los griegos e intentó por todos los medios de transformar a la severa
Roma, en una ciudad más hospitalaria.

Hubo quienes se interpusieron a este cambio, el principal rival de Escipión fue Catón apodado
el censor o el viejo. Era de orígenes humildes y de joven se había destacado como buen

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guerrero, era fornido alto pelirrojo e impresionaba a sus enemigos en el campo de batalla,
como todo buen guerrero romano pronto fue ascendido en rango y de esta manera tuvo
acceso al comienzo de una carrera política. Catón era probablemente el perfecto modelo del
romano antiguo y conservador, se negaba totalmente a la vida llena de lujos y placeres que
llevaban los griegos y los cartagineses, vivía austeramente, poseía una villa en las cercanías
de Roma donde se retiraba en tiempos de paz, trabajaba en ella a la par de sus esclavos y
hasta comía junto a ellos. Catón entró a la política aconsejado por un amigo, que admiraba su
elocuencia y su diplomacia, se destacó rápidamente y fue elegido tribuno, más tarde cuestor
y fue enviado a llevar las cuentas de la administración de Escipión que había sido elegido
gobernador del África.

Los primeros enfrentamientos entre los dos personajes surgen en una ocasión en la que
Escipión había dedicado considerable cantidad en recompensar a sus soldados veteranos,
Catón le reprochó que estaba gastando demasiado en cosas innecesarias a lo que el aludido
respondió que no necesitaba un cuestor tan minucioso.

Catón le guardó rencor y al llegar a Roma se quejó de este diciendo que dedicaba sumas
extraordinarias en juegos y diversiones. Más tarde fue pretor en la isla de Cerdeña donde
demostró sus dotes de ahorro y previsión al máximo, fue elegido cónsul también y cuéntase
que sacó una ley que prohibía a las mujeres usar a alhajas y andar en coche, tiempo después
fue enviado a España donde se apoderó de cientos de fortalezas que mandó derrumbar,
repartió el resultado de sus campañas entre sus ejércitos y no conservó nada para sí mismo
incluso vendió su caballo para ahorrar gastos de transporte al Estado.

Un hermano de Escipión, Lucio Cornelio Escipión quien participó en la conquista de Asia Menor
fue acusado por Catón de retener parte del botín de guerra, su hermano Publio Escipión lo
defendió diciendo que era una vergüenza reclamarle algo a un hombre que tanto había hecho
por Roma, de todas maneras el Senado escuchó las demandas de Catón y ambos fueron
procesados, Publio se retiró a sus tierras, y a su hermano Lucio le fueron confiscados parte de
sus bienes.

Catón también fue elegido censor ya que el pueblo consideraba que eran un cargo perfecto
para este por su severidad, no tuvo ningún reparo en borrar a varios senadores de la lista del
Senado, aplicaba sus sanciones a cualquiera fuera noble o plebeyo o esclavo, volvió a insistir
en su proyecto para restringirle el lujo a las mujeres, nunca fue tenido en cuenta.

Roma se extiende a oriente

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En el año 150 a. C. Antíoco IV, tenía intenciones de conquistar Egipto, y había iniciado una
campaña en gran escala, el Senado mandó un enviado para negociar con Antíoco. Cuando el
romano llego al encuentro con Antíoco el rey lo saludó, el romano sin devolverle el saludo,
trazó una línea recta en el suelo, diciéndole que si él y su ejército cruzaban esa línea, los
romanos vendrían a ayudar a Egipto.

Antíoco entendió la advertencia y se retiró, luego en Alejandría se decidió quien había de ser
rey de Egipto, en tanto en Grecia, se mandó degollar a los partidarios de Perseo. La ciudad de
Rodas permitió escapar a los partidarios de Perseo, los romanos se sintieron ofendidos y
quisieron hacerles la guerra, pero finalmente el cónsul Catón, contuvo al Senado, se
contentaron con quedarse con las posesiones de Rodas en Asia.

Los aqueos a pesar de haberse declarado en contra de los partidarios de Perseo, le fueron
llevados mil ciudadanos como enemigos públicos, entre quienes se hallaba el historiador
Pollibio, Escipión era amigo de Polibio finalmente convenció a Catón de no ejecutarlos.

En el año 148 a. C. aparece un griego llamado Andrisco quien se se hizo pasar por Filipo, el
hijo desaparecido de Perseo, fue una guerra que duro dos años, y pasado el conflicto, Grecia
en adelante fue una provincia romana.

Conquista de Italia Meridional:

Sintiéndose amenazadas por la expansión romana, las colonias griegas del Sur de Italia, que
constituían la Magnu Grecia, solicitaron el auxilio de Pirro, rey del Epiro, émulo de su primo
Alejandro, para que concurriera con su ejército a aplastar a los romanos.

Pirro desembarcó en el Sur de la península y se dirigió contra los romanos, venciéndolos en la


batalla de Heraclea, en el año 280 a.C., pero a costa de grandes pérdidas, por lo cual quiso
entablar negociaciones de paz, a cuyo efecto envió un emisario a Roma, que no tuvo éxito.

Continuada la lucha, Pirro obtuvo otra victoria en Ausculum, que no le reportó grandes
ventajas. Decidió entonces trasladarse a Sicilia para conquistar esta isla ‘y reclutar tropas,
pero fue derrotado en Benevento, en el año 275 a.C. Finalmente resolvió volver a Grecia,
donde fue muerto de una pedrada en la ciudad de Argos.
Desaparecido Pirro, los romanos completaron fácilmente la ocupación de la Magna Grecia.
pues las ciudades se fueron entregando sin combatir. En ese entonces sólo quedaba el Norte
de la península en poder de los galos.

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Hacia el año 133 a. C. Roma había acrecentado sus dominios de tal manera que, ademas de
Italia, Sicilia, Córcega y Cerdeña, poseía en el occidente , España, y el Norte de Africa, y en el
oriente , Macedonia ,Grecia y en Asia menor. Estos territorios fueron gobernador por el
Senado, quien designaba proconsules o pretores.

Con ello Roma se convirtió en la primera potencia del mundo antiguo, con una fuerza
aparentemente incontrastable. Sin embargo, al ponerse en contacto con el helenismo
subsistente en el Oriente cercano, no sólo asimiló sus prominentes valores culturales, sino
también la molicie que conduce a todos los vicios.

Paulatinamente, las sobrias costumbres de los romanos, que le habían dado la fortaleza
necesaria para construir un imperio, fueron dando paso al lujo, al ocio y a la corrupción, que
se constituyeron en los síntomas visibles de tina decadencia inevitable.

La crisis de la República:

Como ya se ha dicho, con el crecimiento de Roma se produjo la decadencia moral y la ruina


material. Algunos romanos distinguidos, entre quienes se encontraba Catón, procuraron evitar
que este proceso se agudizara y clamaron contra la corrupción de las costumbres, el lujo
desenfrenado y el vicio.

Desde el consulado Catón trató de impedir que se derogara la ley Oppia (del tribuno Cayo
Oppio), del año 215 a.C., que limitaba el lujo de las mujeres. Luego, cuando ejerció el cargo
de censor, en el año 186 a.C., llevó a cabo una campaña para desterrar los abusos en las
costumbres en la que llegó, inclusive, a excluir del Senado a aquellos magistrados indignos
por su conducta.

Desde el consulado trató de impedir que se derogara la ley Oppia (del tribuno Cayo Oppio),
del año 215 a.C., que limitaba el lujo de las mujeres. Luego, cuando ejerció el cargo de
censor, en el año 186 a.C., llevó a cabo una campaña para desterrar los abusos en las
costumbres en la que llegó, inclusive, a excluir del Senado a aquellos magistrados indignos
por su conducta.

En este clima, la autoridad paterna comenzó a declinar, aumentaron los divorcios y se


propagaron vicios aberrantes como el homosexualismo.

Esta profunda decadencia moral, provocó, además, una crisis social porque se produjo una
diferencia irritante entre unos pocos beneficiados por las conquistas, que poseían grandes

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riquezas, y quienes no poseían nada, entre los cuales se contaban una cantidad excesiva de
esclavos. Es decir, que desapareció la clase media, integrada por artesanos y campesinos que
no pudieron competir con la mano de obra esclava proveniente de las conquistas.

Conflictos internos

Con la adquisición de tan vastos territorios comenzaron los problemas internos de Roma.
Algunas familias plebeyas extremadamente ricas se aliaron con las viejas familias patricias
para excluir al resto de ciudadanos de las más altas magistraturas y del Senado. Esta clase
dirigente aristocrática (optimates) se hizo cada vez más arrogante y propensa al lujo,
perdiendo los altos niveles de moralidad e integridad de sus antepasados. La gradual
desaparición de los campesinos, causada por la creación de grandes propiedades agrarias, de
un sistema de producción esclavista y por la devastación del campo por la guerra, condujo al
desarrollo de un proletariado urbano cuya opinión política no se tenía en consideración. El
conflicto entre el partido aristocrático y el popular era inevitable. Los intentos de los tribunos
de la plebe Tiberio Sempronio Graco y su hermano Cayo Sempronio Graco por aliviar la
situación de los ciudadanos más pobres con una reforma agraria y el reparto de cereales,
acabaron en revueltas en las que ambos hermanos resultaron muertos.

La vida en Roma había cambiado, desde los tiempo en que se había fundado la república, en
la que los romanos se dedicaban a la agricultura, hasta este punto en el cual el pueblo estaba
aglomerado en Roma, los nobles se enriquecían, y los miembros del Senado cada vez
ambicionaban más aquel poder ilimitado, desde el año 130 a. C. hasta la batalla de Actium en
el 31 a. C. hubieron una serie de guerras civiles, y revoluciones en Roma.

Tiberio Graco era un noble proveniente de una familia acaudalada, su padre había sido
censor, y era hijo de Cornelia la hija del célebre Cornelio Escipión, se dice que Cornelia era
una mujer tan hermosa como humilde, vivía sencillamente sin ningún lujo, a pesar de
pertenecer a una de las familias mas poderosas de la ciudad, se dice que el faraón de Egipto
la pidió en matrimonio, pero esta se negó. Dicen que en una reunión en la que las mujeres de
la alta sociedad ostentaban sus alhajas, cuando le pidieron a ella que las enseñase, les
mostró a sus dos hijos pequeños.

Tiberio fue educado por Blosio de Cumas y Diófanes de Miteles, dos filósofos griegos de la
época, acompañó al cónsul Mancino a España, quien hubiera sido asesinado por los
numantinos, se sorprendió cuando pasó por Etruria, y contemplar lo que antes hubiera sido
un lugar tan rico y fértil, era ahora un páramo, habitado por esclavos labradores, vio muchas
injusticias, y las hizo saber al pueblo en sus discursos, se dio cuenta del despotismo existente

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en las provincias romanas, también vio como eran explotados los soldados romanos, a
quienes se les atribuía las conquistas, ni siquiera tenían derecho a una parcela de tierra al
retirarse, y cuando la repartición de algún botín de guerra, casi todo se lo llevaba el general
del ejército.

Cuando hubo regresado de España a Roma, fue electo tribuno de la plebe, y comenzó a
proponer una serie de reformas. Roma poseía el llamado dominio publico o ager publikus, que
era la manera de administrar las tierras conquistadas, consistía en dividirlas en tres partes,
una para los nativos o pueblos sometidos de la región, a los que se les exigía un tributo por
cultivarla, otra se arrendaba para, publicanos quienes la subarrendaban, a terceros, la última
parte era dejada baldía, y declarada publica o sea que cualquier ciudadano romano podía
llevar a pastar o cultivar en aquellos campos, el Estado podía recuperar estas tierras si así le
parecía. Tiberio propuso entonces la ley agraria, que consistía en obligar a todo aquel
ciudadano que poseyera tierras de dominio público a ceder sus tierras, pero dejarlo que
conservara 500 arpentas y un pequeño tributo por la molestia tal vez, el resto era repartido
entre gente pobre, y les era entregado 30 arpentas, unas 12 hectáreas, además habían de
designarse triunviros quienes serian los encargados de designar cuales tierras eran publicas,
ya que los romanos no tenían un registro claro acerca de estas tierras. La reforma le agradó
al pueblo, pero Octavio quien también era tribuno, vetó la propuesta, Tiberio le intimidó a que
no lo hiciera, pero este se negaba, Tiberio entonces mandó cerrar los cofres de Roma, era un
derecho de los tribunos, los nobles amenazaban con asesinarlo, y el pueblo estaba muy
irritado con Octavio ya que en general les había parecido una buena propuesta la de Graco,
finalmente Octavio fue presionado a que retirase el veto y se aprobó la reforma.

En el año 133 a. C. Tiberio quiso volver a ser elegido tribuno de la plebe, pero le estaba
prohibido serlo una vez más. Además algunos de sus enemigos amenazaron con matarle,
Tiberio habló con el pueblo pidiendo que lo defendiesen, ya que este era muy querido por el
populacho. Luego cuando las elecciones, se oyó que alguien gritaba que no se podía elegir un
tribuno por segunda vez, luego un miembro del Senado quien tenia confianza con Tiberio le
dijo que un grupo de nobles había mandado un grupo de esclavos a asesinarle, Tiberio
entonces empezó a gritar que lo querían matar, sus partidarios no podían escucharles, por el
ruido que hacia la gente, y Tiberio hizo señas de que querían sacarle la cabeza, pero un
enemigo vio esto, y le dijo al cónsul que Tiberio había hecho señas de que quería la diadema
en su cabeza, el cónsul se negó a enjuiciarlo por falta de pruebas, pero un noble, Escipión
Nasica reunió un grupo de esclavos quienes empezaron a tirar piedras de gran tamaño a
Tiberio, los enemigos de Graco aprovecharon y lo mataron, se libró una terrible lucha entre
los partidarios de Tiberio, y sus enemigos. Finalmente, muchos partidarios de Tiberio fueron
desterrados o asesinados.

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Luego de la muerte de Tiberio, Emiliano Escipión fue el hombre mas poderoso de Roma,
cuando le llegaron noticias a Numancia de la muerte de Tiberio recitó la frase de Homero "así
perezca el que le imite", Escipión al llegar a Roma, se puso en contra de la reforma agraria, y
se puso en contra de la plebe a quienes llamo falsos hijos de Italia, escuchó también a los
latinos quienes se quejaban de que los romanos les quitaban sus tierras, pero murió antes de
cumplir con sus promesas, a los 56 años, se creyó que había sido asesinado.

En el año 127 a. C. aparece Cayo Graco, quien fuera el hermano del desaparecido Tiberio, con
solo 28 años fue elegido cuestor y fue a Cerdeña, permaneció algunos años allí, y cuando
volvió a Roma, querían castigarle, este dijo que la ley le exigía permanecer un año en la
provincia y él había estado tres, otra ley exigía hacer diez campañas y el hizo doce, y que se
fue con mucho dinero, y volvió con las manos vacías mientras otros volvían con ánforas
repletas de oro. Cayo era tal vez más atrevido, más audaz, y más elocuente que su hermano,
era muy querido por el pueblo, y quiso continuar con las reformas iniciadas por su hermano,
para el año 123 a. C., ya había hecho aprobar varias reformas, entre ellas la de recuperar
tierras públicas y cederlas a los pobres, otra ley en la que el estado se comprometía a
comprar alimentos y vendérselo a los pobres por debajo del precio de costo, logró hacer que
no descontaran los uniformes de los sueldos de los soldados, y una última, en la que reformo
drásticamente los tribunales de justicia, de manera que los nobles ya no podían protegerse
tanto. También alentó a que se construyan colonias en donde la antigua ciudad de Cartago, y
en otros sectores de África.

Cayo además ambicionaba, otorgar la ciudadanía a los pueblos italianos, pero el Senado para
evitarlo, impulsó a un rival de Cayo, Livio que era otro tribuno, Livio se gano el afecto del
populacho proponiendo reformas aun más populares que las de Cayo, algún tiempo mas tarde
Cayo fue enviado a África para la fundación de algunas colonias, pero a su regreso su partido
estaba muy debilitado, y su principal opositor, Opimio había sido elegido cónsul, Cayo perdió
popularidad, y no volvió a ser reelecto, en el año 121 a. C., Cayo se levantó en contra del
cónsul que había propuesto derogar todas sus reformas, hubieron una serie guerrillas en
Roma entre los dos partidos, finalmente Cayo se retiró con sus partidarios, al monte
Aventino, sus enemigos fueron a buscarle, Cayo logró escapar pero la mayoría de sus
simpatizantes habían muerto, Cayo viéndose perdido decidió quitarse la vida.

La ampliación territorial de Roma continuó. En el año 106 a. C. Yugurta, rey de Numidia, fue
destronado por el cónsul Cayo Mario con la ayuda de Lucio Cornelio Sila. Esta victoria
incrementó el prestigio militar de Roma, consolidado tras la derrota de los cimbrios y teutones
en el sur de la Galia y norte de Italia a manos de Mario tras su regreso de África.

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Las comunidades itálicas aliadas con Roma sintieron que sus cargas aumentaban en tanto que
sus privilegios disminuían y exigieron compartir con Roma los beneficios derivados de las
conquistas, a las que habían contribuido. El tribuno Marco Livio Druso intentó conciliar a la
población pobre con una serie de reformas legales sobre la posesión de la tierra y reparto de
cereales y a los ejércitos itálicos con la promesa de la concesión de la ciudadanía romana. Su
asesinato fue seguido, un año más tarde, por una revuelta de los ejércitos itálicos cuyo
objetivo era crear un nuevo Estado itálico gobernado según las directrices de la constitución
romana. Tras la denominada Guerra Social los pueblos itálicos (principalmente marsos y
samnitas) fueron finalmente derrotados, pero consiguieron la plena ciudadanía romana.

Los problemas internos de Roma continuaron. Durante la guerra con Mitrídates VI Eupátor,
rey del Ponto, estalló el conflicto entre Cayo Mario, portavoz del partido popular, y Lucio
Cornelio Sila, dirigente de los optimates (partido aristocrático) a causa de quién debería dirigir
la expedición militar. Sila marchó sobre Roma con las legiones que había mandado durante la
Guerra Social y por vez primera las legiones romanas entraron en la ciudad.

La posterior huida de Mario y la ejecución del tribuno Publio Sulpicio Rufo dejaron vía libre a
Sila para imponer medidas arbitrarias y pudo dirigirse contra Mitrídates en el 87 a.C. En
ausencia de Sila, Lucio Cornelio Cinna, líder del partido popular y encarnizado opositor de
aquél, quiso introducir las reformas inicialmente propuestas por Rufo, pero fue expulsado de
Roma; reunió en torno suyo las legiones en la región de Campaña y junto a Mario (que había
regresado de África) entró en Roma.

Compartieron el consulado en el año 86 a.C. pero Mario murió poco después, tras lo cual se
inició en represalia una masacre de senadores y patricios. Cinna permaneció en el poder
hasta el 83 a.C., fecha en la que Sila regresó de Asia Menor con 40.000 hombres, marchó
hacia Roma y derrotó al partido popular. En adelante, la constitución republicana estuvo a
merced de quien tuviera el apoyo militar más fuerte. Sila suprimió a sus enemigos al
proscribirles, redactando y colocando en el Foro una lista de hombres importantes que eran
declarados enemigos públicos y fuera de la ley; también confiscó las tierras de sus oponentes
políticos, las cuales otorgó a los veteranos de sus legiones, quienes por lo general las
descuidaron o abandonaron. La rica economía agrícola de Roma decayó y la ciudad tuvo que
importar gran parte de sus víveres, especialmente de África que se convirtió en el mayor
suministrador de cereales para Roma.

La ascensión de César

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En el año 67 a. C. Cneo Pompeyo Magno, político y militar romano que había luchado contra
los partidarios de Mario en África, Sicilia e Hispania, acabó con la piratería en el Mediterráneo
y fue el encargado de dirigir la guerra contra Mitrídates. Mientras tanto, su rival Cayo Julio
César, aprovechándose de su ausencia, adquirió gran prestigio como líder del partido popular
al reivindicar la rehabilitación de los injuriados nombres de Mario y Cinna, rogando clemencia
para sus hijos y llevando ante la justicia a los corruptos seguidores de Sila.

Pompeyo – Julio Cesar

César encontró un servicial aliado en Marco Licinio Craso, hombre de gran riqueza. No
obstante, César provocó la oposición de la clase media al estar implicado en la conjura de
Catilina en el año 63 a. C.; dos años más tarde Pompeyo regresó victorioso de Oriente,
demandó al Senado que ratificara las medidas que él había adoptado en Asia Menor y
concedió tierras a sus veteranos. Sus peticiones encontraron fuerte oposición hasta que César
optó por la reconciliación; Pompeyo, Craso y César constituyeron el denominado primer
triunvirato en el año 60 a.C.

El triunvirato logró obtener el consulado para César y satisfacer las demandas de Pompeyo.
Los ecuestres (caballeros), muchos de los cuales eran ricos miembros de la clase mercantil,
fueron aplacados a costa del Senado y se llevó a cabo una reforma agraria que permitió a
César recompensar a sus tropas. No obstante, su mayor éxito fue la obtención del mando
militar en la Galia Cisalpina, Iliria y más tarde en la Galia Transalpina, donde realizó
importantes conquistas militares. En el 55 a. C. los triunviros renovaron su alianza y César
prorrogó su mando en la Galia durante cinco años más. Pompeyo y Craso fueron elegidos
cónsules en el 55 a. C. y al año siguiente Pompeyo recibió el mando de las dos provincias de
Hispania y Craso el de Siria.

La muerte de éste último (53 a. C.) originó el conflicto entre César y Pompeyo. Roma cayó en
un periodo de desórdenes hasta que el Senado indujo a Pompeyo a que permaneciera en
Roma, confiando su provincia a legados; le nombró único cónsul en el año 52 a. C. y le apoyó
en su lucha contra César.

El Senado, con el propósito de evitar que César se presentara como candidato al consulado en
el 49 a. C., le exigió que abandonara su mando militar. César se negó, cruzó en el 49 a. C. el
río Rubicón desde la Galia Cisalpina y tomó Roma, obligando a Pompeyo y los líderes
aristocráticos a retirarse a Grecia. La victoria de César supuso la introducción de reformas
económicas y administrativas en un intento de vencer la corrupción y restaurar la prosperidad
de Roma. César continuó la guerra contra Pompeyo, derrotando a sus ejércitos en Hispania y

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pasó a Grecia, donde libró a comienzos del año 48 a. C. la decisiva batalla de Farsalia. Tras su
victoria César regresó a Roma como dictador vitalicio.

Pompeyo fue asesinado poco después en Egipto, pero la guerra contra sus partidarios
continuó hasta el año 45 a. C. con su derrota definitiva en Munda (en la Bética, Hispania) y
César fue nombrado cónsul por un periodo de diez años.

Marco Antonio

César se granjeó la enemistad de la aristocracia al ignorar las tradiciones republicanas y fue


asesinado el 15 de marzo del año 44 a. C. Marco Tulio Cicerón intentó restaurar la vieja
constitución de la República, pero Marco Antonio, que había sido nombrado cónsul con César,
se unió con Marco Emilio Lépido y el sobrino nieto de César, Octavio (más tarde el emperador
Augusto) para formar el segundo triunvirato. Los triunviros iniciaron su mandato
proscribiendo y asesinando a sus opositores republicanos, incluido Cicerón. En el año 42 a. C.
Octavio y Marco Antonio derrotaron a las tropas de Marco Junio Bruto y de Cayo Casio
Longino, dos de los asesinos de César, en Filipos, al norte de Grecia; más tarde los tres se
repartieron el control del Imperio: Octavio se quedó con Italia y Occidente, Marco Antonio con
el Oriente y Lépido con África.

Poco después de asumir el control de su zona oriental, Marco Antonio, rendido ante los
encantos de la reina de Egipto Cleopatra VII, planeó crear con ella un imperio oriental
independiente. Lépido, llamado a Sicilia por Octavio para que le ayudara en la guerra contra
Sexto Pompeyo (hijo de Pompeyo Magno), intentó conquistar Sicilia para sí mismo, por lo que
fue privado de su provincia y apartado del triunvirato. La muerte de Sexto Pompeyo, tras la
destrucción de su flota, dejó a Octavio —que había reforzado su posición en Occidente— solo
frente a Marco Antonio como rival.

Tras la batalla de Accio (o Actium) (31 a. C.) y el posterior suicidio de Marco Antonio y
Cleopatra, Octavio obtuvo el control de Oriente (29 a. C.) y en consecuencia, la total
supremacía sobre el territorio de Roma.

A pesar de las sucesivas guerras civiles, la literatura latina experimentó un notable desarrollo
durante el llamado ´periodo ciceroniano´ (70-43 a. C). Es la primera parte de la llamada
edad de oro de la literatura romana. El siguiente periodo (43 a. C.-14 d. C.) es conocido con
el nombre de ´periodo augusteo´. César y Cicerón llevaron la prosa latina a nuevas cimas,
Terencio fue en esta época uno de los más brillantes dramaturgos y Catulo y Lucrecio
destacaron por su brillante actividad poética.

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El Imperio (27 a.C. 476 d.C.) Augusto y la dinastía Julio-Claudia

El Imperio sucedió a la República de Roma y Augusto, como princeps (primer ciudadano)


mantuvo la constitución republicana hasta el año 23 a.C. en que el poder tribunicio y el
imperium militar (o mando supremo) fueron revestidos con la autoridad real. El Senado
conservó el control de Roma, la península Itálica y las provincias más romanizadas y
pacíficas. Las provincias fronterizas, donde fue preciso el acuartelamiento estable de legiones,
estaban gobernadas por legados, nombrados y controlados directamente por Augusto. La
corrupción y extorsión que habían caracterizado a la administración provincial romana
durante el último siglo de la República no fue tolerada, de lo que se beneficiaron en especial
las provincias.

Augusto introdujo numerosas reformas sociales, entre ellas las que pretendían restaurar las
tradiciones morales del pueblo romano y la integridad del matrimonio; intentó combatir las
costumbres licenciosas de la época y recuperar los antiguos festivales religiosos. Embelleció
Roma con templos, basílicas y pórticos en lo que parecía el nacimiento de una era de paz y
prosperidad. Este periodo representa la culminación de la edad de oro de la literatura latina,
en la que destacan las obras poéticas de Virgilio, Horacio y Ovidio, y la monumental obra en
prosa de Tito Livio, Historia de Roma.

Con el establecimiento de un sistema de gobierno imperial, la historia de Roma se identificó


en gran medida con los reinados de cada uno de los emperadores. El emperador Tiberio,
sucesor de su padrastro Augusto desde el 14 d. C., competente gestor, fue objeto del
descontento y de la sospecha general; apoyándose en el poder militar, mantuvo en Roma a
su Guardia Pretoriana (las únicas tropas permitidas en la capital), siempre prestas a su
llamada. Fue sucedido por el tiránico y mentalmente inestable Calígula (27-41).

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A su muerte el título imperial pasó a Claudio I, cuyo mandato contempló la conquista de
Britania y continuó las obras públicas y las reformas administrativas iniciadas por César y
Augusto. Su hijo adoptivo Nerón inició su gobierno bajo el sabio consejo y asesoramiento del
filósofo Lucio Anneo Séneca y de Sexto Afranio Burro, prefecto de la Guardia Pretoriana; sin
embargo, sus posteriores excesos de poder le condujeron a su derrocamiento y suicidio en el
68 d. C., lo que supuso el fin de la dinastía Julio-Claudia.

Dinastías del los Flavios y los Antoninos (69-192)

Los breves reinados de Galba, Otón y Vitelio entre los años 68 y 69 d.C. fueron seguidos por
el de Vespasiano, que junto a sus hijos, los emperadores Tito y Domiciano, constituyen la
dinastía de los Flavios. Resucitaron la sencillez de la corte en los comienzos del Imperio e
intentaron restaurar la autoridad del Senado y promover el bienestar del pueblo. Fue durante
el reinado de Tito cuando se produjo la erupción del Vesubio que devastó la zona al sur de
Nápoles donde se encontraban las ciudades de Herculano y Pompeya. Aunque la literatura
floreció durante el reinado de Domiciano, éste se convirtió en sus últimos años en una
persona cruel y un gobernante tiránico. Este periodo de terror sólo acabó con su asesinato.

Marco Coceyo Nerva (96-98) fue el primero de los denominados cinco buenos emperadores
junto a Trajano, Adriano, Antonino Pío y Marco Aurelio. Cada uno de ellos era elegido y
adoptado legalmente por su predecesor según su habilidad e integridad. Trajano llevó a cabo
una campaña contra los dacios, armenios y partos, permitiendo que el Imperio alcanzara su
mayor extensión territorial; también destacó por su excelente administración. El escritor
satírico Juvenal, el orador y escritor Plinio el Joven y el historiador Tácito vivieron bajo el
reinado de Trajano. Los 21 años de gobierno de Adriano también fueron un periodo de paz y
prosperidad; tras ceder algunos de los territorios más orientales, Adriano consolidó el resto
del Imperio y estabilizó sus fronteras.

El reinado de su sucesor, Antonino Pío se caracterizó igualmente por el orden y la paz. Las
incursiones de varios pueblos emigrantes sobre diversas zonas del Imperio agitaron el reinado
del siguiente emperador, el filósofo estoico Marco Aurelio, que gobernó junto a Lucio Aurelio
Vero hasta el fallecimiento de este último.

Marco Aurelio fue sucedido por su disoluto hijo Lucio Aurelio Cómodo, considerado como uno
de los más sanguinarios y licenciosos tiranos de la historia. Fue asesinado en el 192 y con él
finalizó la dinastía de los Antoninos.

Decadencia y caída del Imperio

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Los breves reinados de Publio Helvio Pertinax (193) y Didio Severo Juliano fueron seguidos
por el de Lucio Septimio Severo (193-211), primer emperador de la breve dinastía de los
Severos. Los emperadores de este linaje fueron: Caracalla, Heliogábalo (218-222) y Severo
Alejandro (222-235). Septimio Severo fue un hábil gobernante; Caracalla fue famoso por su
brutalidad y Heliogábalo por su corrupción. Se ha señalado que Caracalla otorgó en el año
212 la ciudadanía romana a todos los hombres libres del Imperio romano a fin de poder
grabarlos con los impuestos a los que sólo estaban sometidos los ciudadanos. Severo
Alejandro destacó por su justicia y sabiduría.

El periodo posterior a la muerte de Severo Alejandro fue de gran confusión. De los 12


emperadores que gobernaron en los 33 años siguientes, casi todos murieron violentamente,
por lo general a manos del Ejército, quien también los había entronizado. Los emperadores
ilirios, nativos de Dalmacia, lograron que se desarrollara un periodo breve de paz y
prosperidad. Esta nueva dinastía incluyó a Claudio II el Gótico, que rechazó a los godos, y
Aureliano, quien entre el 270 y el 275 derrotó a los godos, germanos y a la reina de Palmira,
Zenobia, que había ocupado Egipto y Asia Menor, restaurando la unidad del Imperio durante
algún tiempo. A Aureliano le siguieron una serie de emperadores relativamente insignificantes
hasta el ascenso al trono en el año 284 de Diocleciano.

Gobernante capaz, Diocleciano llevó a cabo un buen número de reformas sociales,


económicas y políticas: eliminó los privilegios económicos y políticos que habían disfrutado
Roma e Italia a costa de las provincias, intentó regular la creciente inflación mediante el
control de los precios de los alimentos y de otros productos básicos, así como del salario
máximo de los trabajadores, instituyó un nuevo sistema de gobierno en el cual él y
Maximiano compartieron el título de ´augusto´, a fin de establecer una administración más
uniforme en todo el Imperio. Sus poderes fueron reforzados por el nombramiento de dos
césares, Galerio y Constancio, instaurando así el régimen de tetrarquía (dos augustos y dos
césares). Diocleciano controlaba Tracia, Egipto y Asia, mientras que su césar Galerio
gobernaba las provincias danubianas. Maximiano administraba Italia y África y su césar
Constancio, Hispania, la Galia y Britania. La tetrarquía creó una maquinaria administrativa
más sólida pero aumentó la ya enorme burocracia gubernamental con cuatro sectores
imperiales y sus correspondientes funcionarios, lo que supuso una enorme carga financiera
para los limitados recursos imperiales.

Diocleciano y Maximiano abdicaron en el 305 y dejaron a los dos nuevos césares inmersos en
una guerra civil, que no acabó hasta la ascensión de Constantino I el Grande en el 312.
Constantino, que había sido con anterioridad césar en Britania derrotó a sus rivales en la

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lucha por el poder y reunificó el Imperio de Occidente bajo su mando. Tras derrotar en el 314
a Licinio, emperador de Oriente, Constantino quedó como único gobernante del mundo
romano. Se convirtió al cristianismo, que había hecho su aparición durante el reinado de
Augusto y que, a pesar de las numerosas persecuciones de que fue objeto, se había difundido
durante el mandato de los últimos emperadores; a finales del siglo IV, se convirtió en la
religión oficial del Imperio. Constantino estableció la capital en Bizancio, ciudad reconstruida
en el 330 y rebautizada con el nombre de Constantinopla (actual Estambul). La muerte de
Constantino (337) marcó el inicio de la guerra civil entre los césares rivales, que continuó
hasta que su único hijo vivo, Constancio II reunificó el Imperio bajo su mando. Fue sucedido
por Juliano el Apóstata, conocido por tal nombre a causa de su renuncia al cristianismo, y
éste por Joviano (363-364).

A continuación el Imperio volvió a escindirse, aunque bajo el reinado de Teodosio I estuvo


unido por última vez, tras morir el emperador de Occidente, Valentiniano II. Cuando murió
Teodosio (395), sus dos hijos se repartieron el Imperio: Arcadio se convirtió en emperador de
Oriente (395-408) y Honorio en emperador de Occidente (395-423).

En el siglo V las provincias del Imperio romano de Occidente se empobrecieron por los
impuestos exigidos para el mantenimiento del ejército y de la burocracia; también a causa de
la guerra civil y de las invasiones de los pueblos germanos. Al principio la política conciliatoria
con los invasores al nombrarles para cargos militares en el ejército romano y administrativos
en el gobierno, tuvo éxito. No obstante, los pueblos invasores del Este emprendieron
gradualmente la conquista del Occidente y a finales del siglo IV Alarico I, rey de los visigodos,
ocupó Iliria y arrasó Grecia; en el 410 conquistó y saqueó Roma, pero murió poco después.

Su sucesor Ataulfo (410-415) dirigió a los visigodos a la Galia y en el 419 el rey visigodo Valia
recibió autorización del emperador Honorio para asentarse en el suroeste de la Galia, donde
fundó un reino visigodo. En torno a estas fechas los vándalos, suevos y alanos ya habían
invadido Hispania, por lo que Honorio se vio obligado a reconocer la autoridad de estos
pueblos sobre esa provincia.

Durante el reinado de su sucesor, Valentiniano III, los vándalos, bajo el mando de Genserico
conquistaron Cartago, mientras que la Galia e Italia eran invadidas por los hunos,
encabezados por Atila. Éste marchó primero sobre la Galia pero los visigodos, ya
cristianizados y leales a Roma, le hicieron frente. En el año 451 un ejército de romanos y
visigodos, mandado por Flavio Aecio, derrotó a los hunos en la batalla de los Campos
Cataláunicos.

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En el año siguiente Atila invadió Lombardía, pero no pudo seguir avanzando hacia el sur y
falleció en el año 453. En el 455, Valentiniano, último miembro del linaje de Teodosio en
Occidente, fue asesinado. En el periodo comprendido entre su muerte y el año 476 el título de
emperador de Occidente fue ostentado por nueve gobernantes, aunque el auténtico poder en
la sombra era el general romano de origen suevo Ricimer, llamado también el ´proclamador
de reyes´. Rómulo Augústulo, último emperador de Occidente, fue depuesto por el rey de los
hérulos Odoacro a quien sus tropas proclamaron rey de Italia en el año 476. El Imperio de
Oriente, también llamado Imperio bizantino, perduraría hasta 1453.

El Fin del Imperio

El imperio que restauraron Diocleciano y Constantino se tambaleó por más de un siglo.


Después de Constantino, el imperio continuó dividido en oriente y occidente, una división que
se completó en 395 cuando las partes oriental y occidental del imperio se convirtieron en dos
estados independientes.

El occidente estuvo bajo una creciente presión por parte de las fuerzas invasoras bárbaras. La
mayor ruptura hacia el interior del Imperio Romano aconteció en la segunda mitad del siglo
cuarto. Guerreros feroces procedentes de Asia, conocidos como los hunos, penetraron en
Europa oriental y ejercieron presión sobre los visigodos germánicos quienes, a su vez, se
dirigieron hacia el sur y el oeste> cruzando el Danubio hacia territorio romano, donde se
establecieron como aliados romanos. Pero pronto los visigodos se rebelaron, y el intento
romano por detenerlos en Adrianópolis, en el 378 provocó una derrota aplastante y la muerte
del emperador Valente (364-378).

A partir de entonces un creciente número de bárbaros cruzó las fronteras. En el año 410, los
visigodos, bajo el mando de Alarico, saquearon Roma. Los vándalos inundaron el sur de
España y África, y los visigodos invadieron España y la Galia. Los vándalos cruzaron hacia
Italia desde el norte de África y saquearon Roma en el año 455. Veintiún años más tarde el
emperador de occidente, Rómulo Augústulo (475-476) fue depuesto y, en la parte occidental,
una serie de reinos germánicos remplazaron al Imperio Romano; en tanto que el Imperio
Romano de Oriente continuó existiendo el cual tenía su centro en Constantinopla.

El fin del Imperio Romano ha dado margen a numerosas teorías que intentan dar una sola
razón globalizadora para explicar “la decadencia y caída del Imperio Romano”. estas incluyen
las siguientes: el énfasis del cristianismo en un reino espiritual debilitó las virtudes militares y
el patriotismo romanos; los valores tradicionales romanos declinaron a medida que los no
italianos ganaron más prominencia en el imperio; el envenenamiento por plomo, debido a que

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las tuberías de plomo para el agua y las copas causaron decadencia mental; la peste causó la
muerte de una de cada diez personas de la población; Roma no logró un avance tecnológico
debido al sistema de esclavitud; más aun, ni siquiera pudo lograr un sistema político que
funcionara. Podría haber un punto de verdad en cada una de estas teorías pero también todas
han sido cuestionadas. La historia es una red de intrincadas relaciones, causas y efectos.
Nunca bastará una sola explicación para los eventos históricos. Una cosa resulta clara:
debilitado por la escasez de hombres, el ejército romano del oeste no fue capaz de repeler las
hordas de pueblos que invadieron la Galia e Italia. En cambio, el Imperio Romano de Oriente,
que sobreviviría otros mil años, pudo librarse en gran medida de las invasiones.

Política religiosa de Constantino

El Estado Cristiano Luego de años de lucha entre emperadores, en el 313 d.C., Constantino y
Licius se reparten el poder. Finalmente Constantino vence Licius y oficializa el cristianismo. El
número de cristianos aumentaba en el Imperio adquiriendo peso. Constantino cristiano en
apariencia utilizó a los cristianos para luchar contra sus rivales. Restringió el paganismo y
redujo los sacrificios públicos. Protector y benevolente con la Iglesia, se consideraba
representante de Dios.

Reacción pagana de Juliano

Cristiano de nacimiento. Entre el 361 y el 363 oficializa la religión griega. Fue odiado por los
cristianos aunque no los persiguió.

Triunfo del cristianismo

Los emperadores siguientes eran todos cristianos. Graciano influenciado por San Ambrosio
rehúsa el título de Sumo Pontífice. Dio libertad de culto a los paganos y persiguió a los
cristianos herejes. Teodosio prohibió el paganismo y los sacrificios públicos. Los paganos se
cristianizan en masa. La Iglesia se une al Imperio y sufre su influencia (organización
jerárquica, algunas costumbres, etc.). El Estado no aprovechó al máximo a la Iglesia para
gobernar porque el mensaje de ésta era universal.

La monarquía absoluta Constantinopla y la monarquía oriental

Constantino traslada la capital a Bizancio (Constantinopla) por razones políticas y


estratégicas. Roma deja de ser el centro del Imperio. Adopta el fausto persa y se hace llamar
Vuestra Divinidad.

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Características de la administración imperial:

1.- El palacio es el centro administrativo del Imperio.


2.- El consejo es formado por funcionarios.
3.- El funcionario mas importante administra la economía interna del Imperio.
4.- El senado romano pasa a nivel de municipal.
5.- El Imperio se divide en prefecturas administradas por un prefecto del pretorio.
6.- La prefecturas se dividen en diócesis administradas por un vicario.
7.- Las diócesis se dividen en provincias administradas por un gobernador.
8.- Ningún administrativo tiene poder militar, esto se reserva para los militares de carrera.
9.- Los grados superiores son de Conde o Duque.
10.- El fisco imperial concentra las rentas del Estado.
11.- Las recaudaciones son supervisadas por inspectores y policías.

Las debilidades:

1.- En principio hubo un renacimiento.


2.- Por las luchas del siglo anterior el Imperio estaba debilitado y en decadencia.
3.- Había déficit poblacional, crisis económica, hambre y pestes.
4.- Se hicieron hereditarios los cargos de funcionarios.
5.- Se hicieron hereditarios los oficios de artesanos y obreros.
6.- Se esclavizó al campesino a la tierra donde trabajaba.

Estos cambios se efectuaron para regularizar el trabajo y la economía, aunque no resolvieron


el problema. Teodosio divide el Imperio provocando la amplificación de viejas heridas.

División del Imperio

Teodosio salvó al Imperio en una desesperada serie de victorias obtenidas por sus tropas,
había alistado a pueblos de todo el Imperio para detener su inevitable agonía. El emperador
logró dominar a los sublevados y los estableció al sur del Danubio. Pero diez años más tarde
los visigodos dirigidos por Alarico el grande, iniciaron un contraataque y atacaron la península
balcánica, al principio Teodosio casó a su hija con Estilicón, un jefe de origen vándalo y los
romanos juntos con los vándalos lograron reprimir momentáneamente la rebelión. En el año

53
395 moría el emperador y la situación comenzaba a empeorar. El Imperio romano se
fraccionaba definitivamente en manos de sus dos hijos, Arcadio y Honorio, no fue una
reforma como en tiempos de Diocleciano, si no que se independizaban uno del otro, que daba
así el Imperio romano occidental con capital en Roma, y el Imperio Romano Oriental siendo
Constantinopla su capital. Pronto se indispusieron los dos emperadores que no se ponían de
acuerdo con la línea fronteriza, y ambos Imperios quisieron atraerse a Alarico a sus filas.
Alarico aceptó la propuesta y se alió al Imperio oriental, recibió arsenales de Constantinopla y
se dispuso a invadir Roma. Estilicón el jefe vándalo aliado a Roma, salvó a Italia
milagrosamente. Pero el mezquino Honorio sospechando que este pretendía colocar a su hijo
en el trono, le mandó asesinar.

LOS BARBAROS

El imperio chino estaba en la cumbre de su poder, anteriormente los clanes hunos, pueblos de
origen mongol, habían sido expulsados hacía el sur de China por la presión de los
emperadores Sien-pei. Luego del ocaso de la dinastía Sien-pei se estableció al bélico pueblo
de los hunos al norte de la Gran Muralla para defender el Imperio chino. Pronto los hunos
vieron el comienzo de la decadencia del poder chino, y se aventuraron a una invasión.
Atravesaron la Gran Muralla y sin siquiera hallar resistencia, se vieron dueños de la provincia
de Chan-Si hasta el año 311. Posteriormente surgía un rey huno llamado Liu-Ts´ong, que
logró invadir la capital china (Lo-yang), Liu-Ts´ong moría ocho años más tarde, antes que
pudiera establecer un reino perdurable. Surge la dinastía yuan-yuan, que expulsaron a la
amenaza de los hunos, del territorio chino. Los tibetanos habían tomado posesión de parte de
China Occidental, los hunos no tuvieron otra alternativa, perseguidos por los yuan-yuan,
debieron escapar al Oeste.

Los hunos se dividen en dos, los hunos blancos y los negros. Durante su travesía a tierras
occidentales, al cruzar por el desierto de Takla Makan al noroeste del Tíbet, los blancos bajan
y saquean la India en 480 y el Imperio persa en 494 donde llegaron a asesinar al emperador
sasánida, no obstante, Persia sobrevivió al golpe asestado por los bárbaros. Los hunos negros
llegaban a Europa unos cien años antes que sus hermanos. Su primera aparición fue en 370,
a la orilla oeste del Volga, donde habitaban los alanos y los godos quienes trataron en vano
de contener las hordas asiática, desterrados de su nación, los alanos y los godos se
abalanzaron sobre territorio germano, desde China hasta el Atlántico hubo una auténtica
marejada de pueblos.

La presión de los godos- Las primeras víctimas de los hunos fueron los ostrogodos, habitantes
al norte del mar Negro, pusieron resistencia pero fueron aplastados por los hunos, luego se

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vieron obligados a unirse a los orientales y obedecer a sus jefes. Luego les llegó el turno a los
visigodos, poseían un reino al norte del Danubio, súbitamente aparecieron las hordas hunas,
dicen que aparecían de improviso y saqueaban ciudades, retirándose tan fugazmente como
aparecían. Los visigodos pidieron asilo al emperador Valente, y se establecieron en el interior
de las fronteras del Imperio.

Los visigodos pronto quedaron sin víveres, los romanos les ofrecieron venderles suministros a
precios astronómicos, los bárbaros irritados, comenzaron una invasión masiva. Un ejército
romano fue a expulsar a los godos, pero resultó vencido. Luego se dedicaron al saqueo y al
pillaje y se aliaron a otros pueblos germanos que rápidamente se les unieron, Valente preparó
una rápida contraofensiva, pero su suerte quedaba sellada por la derrota en Adriánopolis en
378, Valente murió cuando escapaba de esta marejada de germanos.

Saqueo de Roma 410

Quedaba así el camino abierto para los visigodos, pero Roma se salvó del saqueo, solo
entregándole a Alarico una fabulosa suma en oro, plata, y piedras preciosas. Pero Alarico
pidió tierras para establecerse, el emperador Honorio se negó, en el 410 los visigodos sitiaron
Roma. Luego de ocho siglos de permanecer intacta, la ciudad eterna fue saqueada durante
tres días y tres noches. Alarico murió al poco tiempo cuando se disponía a conquistar el
África, su hermano Ataúlfo se casó con la hija de Honorio fue a establecerse al sur de la Galia,
a continuación, las hordas visigodas franquearon los Pirineos para someter España, pero
hubieron de enfrentarse a otros pueblos bárbaros, los suevos, vándalos y alanos que ya
habían invadido la península Ibérica, luego de algunas feroces batallas lograron expulsar a los
invasores fundando el reino hispano-visigodo que perduraría hasta el 711. El Imperio romano
se derrumbaba irremediablemente.

55
Los germanos invaden el Imperio- Estilicón para contener a las hordas visigodas, hubo de
reunir fuerzas de toda la Galia, incluyendo las guarniciones establecidas a lo largo del Rhin,
de esta suerte las fronteras quedaban a merced de los germanos.

Los vándalos eran compatriotas de Estilicón y fueron uno de los tantos pueblos que entraron
en la Galia, donde se dedicaron al saqueo por unos años, posteriormente fundaron un reino al
norte de España, y más tarde eran expulsados por los visigodos. En el año 429, los vándalos
perseguidos por los godos, cruzaron al África por el estrecho de Gibraltar, allí se aliaron a
tribus de origen moro y sometieron a la decadente provincia romana, estableciéndose en los
alrededores de Cartago.

Los burgundios fueron otros de los pueblos germanos que franquearon el Rhin, eran
probablemente de origen escandinavo, invadieron territorios hasta llegar al actual palatinado,

56
allí establecieron su reino. Pero este fue devastado por los hunos en el año 436, del pueblo
burgundio quedo poca cosa, los romanos les cedieron territorios en la región del Ródano,
dándole el nombre al ducado de Borgoña, proviene el nombre de este pueblo germano.
Posteriormente los francos invadieron toda la Galia y darían a esta el nombre de Francia.

Los anglos y sajones en la Bretaña- Las islas británicas, habían sido el puesto más avanzado
de los romanos. Más allá de la muralla de Adriano, habitaban aún pueblos nativos, que poco a
poco eran invadidos por las oleadas cristianas, entre ellos los pictos, pueblo belicoso del cual
se conoce poco su historia. En Irlanda habitaban pueblos celtas parientes de los bretones que
no habían tenido contacto aún con los cristianos, uno de estos pueblos, los escotos, eran los
habitantes de la actual Escocia.

Los sajones habitaban al noroeste del territorio de la actual Alemania, y constituían la


amenaza principal de los pueblos bretones, a los cuales dirigían permanentemente
expediciones de saqueo, junto a sus hermanos los anglos, otro pueblo germano de las
inmediaciones. Finalmente en el año 370 durante el reinado de Valentiniano, los bretones
fueron víctimas de una seria invasión de estos pueblos germanos, pero un general hispano,
Teodosio quien sería el futuro emperador, rechazó victoriosamente a las hordas germanas.
Luego de la caída de Roma, los bretones quedaron indefensos ante la amenaza anlosajona.

De esta época de invasiones bárbaras proviene la conocida leyenda del rey Arturo, quien se
dice en una ocasión, aniquiló el solo en una batalla a más de 10.000 bárbaros, estos relatos
provienen del sudoeste de Inglaterra, región donde los celtas resistieron por mucho más
tiempo. Pero finalmente, los anglosajones invadieron definitivamente a la Bretaña,
destruyendo las Iglesias e implantando sus religiones paganas. Los germanos nunca lograron
entrar al País de Gales y fue por siempre un país a parte, en esta región cercada por
montañas, permaneció la cultura autóctona y se siguieron hablando dialectos célticos hasta
entrado el siglo XVIII. Los bretones quedaban resignados entonces a la región de Gales, otros
cruzaron el canal y se establecieron en la actual región de la Bretaña en Francia, nombre que
recuerda a su patria perdida.

Atila, "el azote de Dios" 451dc- Los hunos llegaron a Europa repentinamente, trayendo una
oleada de saqueo, muerte y desolación, los visigodos y alanos fueron expulsados de sus
territorios, y los hunos con la nación sometida, formaron un reinado, dominaban las regiones
actuales de Hungría y Rumania, y desde allí invadieron las regiones abarcadas por Polonia y el
norte de Alemania.

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En el año 423, aparecía Aecio un general del ejército romano de Occidente, al que le fue
confiado la dirección del Imperio ya que el emperador era solo un niño. Aecio quiso
restablecer la gloria de los romanos, intentado conquistar todos los territorios perdidos, llegó
incluso a aliarse a los hunos para poder expulsar a los invasores germanos. A pesar de contar
con su efectiva ayuda, pronto aparecía un líder de excepcional categoría, Atila.

En el año 451, Atila se aventuró a la conquista del Imperio romano, sus tropas dicen
contaban con más de medio millón de efectivos, entre ellas habían soldados hunos e infantes
germanos sometidos. Atila dirigió sus devastadoras fuerzas hacía la Galia donde se dedicó por
algunos años al saqueo y al robo. Aecio supo conservar la cordura y reunió ejércitos desde los
últimos rincones del Imperio, y hasta llegó a alistar a ciudadanos romanos para sus tropas, se
alió a los pueblos germanos quienes se pusieron de acuerdo en expulsar a esta espantosa
amenaza.

Un gran enfrentamiento entre Oriente y Occidente- Se libró una batalla decisiva en los
campos de Chalons, una extensa llanura de la región de Champaña. La gran batalla duró
desde el alba hasta el anochecer. La historia de la humanidad, no había presenciado hasta
entonces un enfrentamiento de tal magnitud, y tan significativo por ser entre orientales y
occidentales, pueblos de costumbres incomparables entre ellos.

Por ambos bandos se peleó con un odio feroz, dicen que 20.000 hombres dejaron sus vidas
en este crucial encuentro, entre ellos el valiente rey germano, Teodórico, quien en medio de
la batalla era alcanzado por una flecha, los visigodos, no retrocedieron si no que proclamaron
rey a su hijo, en medio de la batalla y se lanzaron otra vez con mayor entusiasmo. Se siguió
peleando hasta la noche, cuando la ofensiva de los hunos quedaba aniquilada, Atila se retiró
del campo de batalla y volvió a su patria. Los germanos quisieron perseguir a los hunos para
asestar el golpe de gracia, pero Aecio prefirió no seguir peleando.

Pasado un año, Atila volvía más fuerte que nunca, esta vez no había fuerza en el mundo que
los detuviese, Roma esperaba su hora final, pero de súbito, inexplicablemente, Atila dio media
vuelta y emprendió la retirada sin ninguna razón aparente. Posteriormente Atila murió
asesinado dicen por su mujer, la bella Hidegunda de origen burgundio que había sido forzada
al matrimonio con Atila. Habiendo desaparecido el "azote de Dios", el poder de los hunos se
derrumbó y los germanos recuperaron sus territorios, el reino de los hunos desaparecía para
siempre.

Aecio el gran salvador del Imperio, moría al poco tiempo asesinado por orden del emperador
Valentiniano III, el rey vándalo Genserico quiso vengarse de la muerte de Aecio, y entró con

58
sus tropas a Italia, saqueando Roma en 455, sufriendo la ciudad eterna un saqueo más
horroroso del que soportara con los visigodos cuarenta años atrás.
Ocaso del Imperio romano

Valentiniano III fue el último emperador real que tuvo, ya que en lo sucesivo estos eran solo
marionetas que eran manipuladas totalmente en favor de los intereses germanos. Aecio fue el
último gran romano, luchó hasta sus últimos días por salvar al Imperio de su inevitable caída,
y lo salvó heroicamente de las invasiones hunas. El último de estos espectros imperiales fue
llamado pomposamente Rómulo Augustulo, pero hubo de abdicar cuando tenía dieciséis años.
Odoacro, un jefe germano de los hérulos le arrebató el trono, y fue proclamado rey de Roma
en 476, este hecho significó la disolución oficial del Imperio Romano Occidental.

El proceso que hubo de acabar con la existencia del Imperio, se remonta a la remota época
de los Gracos, por la oposición entre una aristocracia egoísta y un proletariado que sentía
cada vez más la competencia de la mano de obra esclava. También fue una consecuencia de
las continuas proscripciones que quitó a Roma a todos sus políticos competentes del paso. Al
caer el Imperio romano occidental, el emperador de Constantinopla fue considerada como
única heredera de los Césares, Italia por su lado pasaría a ser un conglomerado de reinos
germánicos.

EL IMPERIO BIZANTINO:

Mientras en Occidente la invasión de los bárbaros terminó con la unidad política, en Oriente,
el Imperio Romano se mantuvo intacto y sobrevivió durante mil años más. Constantinopla, su
capital, emplazada en la antigua colonia griega de Bizancio, contaba con una excelente
situación económica que le permitió mantener un ejército bien dotado y una administración
eficaz. Con estos elementos consiguió superar y desviar los ataques exteriores. La historia del
Imperio Romano de Oriente comenzó en el año 395, cuando Teodosio el Grande dividió el
imperio entre sus dos hijos, y a Arcadio le asignó el bizantino. En el siglo VI surgió un
emperador que soñó con unificar el antiguo Imperio Romano y dedicó sus esfuerzos a
lograrlo.

Justiniano “la renovación imperial”

Justiniano (527-565), que pertenecía a una dinastía de origen macedónico, considerada a


Bizancio como la única sucesora legítima de la grandeza de Roma. Intentó recuperar la unidad
romana y para ello atendió dos aspectos fundamentales: la reconquisto de los territorios
occidentales y el fortalecimiento del poder real.

59
En el año 527, al morir el viejo, emperador Justiniano, le sucedió su sobrino. Justiniano.
Pertenecía a una humilde familia de campesinos macedónicos, pero poseía gran talento: era
sumamente culto y de gran inclinación artística, aunque carecía de energía suficiente. Estaba
casado con la célebre TEODORA, mujer de fama escandalosa, pero dotada de extraordinario
talento e indomable voluntad. A ella debió Justiniano. gran parte del éxito de su gobierno.

Apenas llegados al trono, el sueño de la pareja imperial fue volver a resucitar el antiguo
Imperio Romano. Y para integrarlo, Justiniano planeó numerosas campañas, sirviéndose de
los dos militares más grandes de su época, los generales BELISARIO y NARSES

• Comenzó invadiendo el norte de África y apoderándose, en el año 533, del reino que allí
habían establecido Los Vándalos.
• Luego sus tropas cruzaron el estrecho y atacaron a los Visigodos, adueñándose de toda la
zona sur de España.
• Después emprendió lo más difícil: la reconquista de Italia, dominada en ese entonces por
los Ostrogodos. La guerra fue larga y costosa, pero en el 553 los orientales eran dueños de
toda la península.

Así estuvieron a un paso de reconstruir el antiguo Imperio: todo el Mediterraneo era


nuevamente un ‘lago romano”, y sólo faltaba reconquistar las Galias y las provincias del
Danubio.

Pero este sueño no pudo realizarse: en él otro extremo del imperio se habían levantado, una
vez mas, los eternos enemigos de los romanos:

Los Persas:

• Los Persas estaban viviendo un período de esplendor, y acaudillados por su rey CÓSROES,
obtuvieron varios triunfos frente a los generales de JUSTINIANO. La lucha se suspendió
cuando el emperador se comprometió a pagarles un tributo anual.

• Además, por ese mismo tiempo, a través de la Macedonia se venía abriendo paso nuevas
tribus asiáticas: los Avaros y los Búlgaros; en algunas oportunidades llegaron casi basta las
murallas de la capital, y costó mucho hacerlos retroceder.

Todos estos contratiempos impidieron que JUSTINIANO realizara su proyecto. Sin embargo
tuvo aún mayor mérito al fijar definitivamente las leyes romanas: el Derecho Romano.

60
EL CODIGO JUSTINIANO:

En cuanto a la organización interna, Justiniano dispuso una gran codificación del derecho
romano, que contribuía, además, al basamento de su poder. En el año 528 ordenó elaborar
un Código que recogía todos los decretos imperiales que se habían redactado a partir del
Edicto Perpetuo de Adriano.

A poco de subir al trono, el emperador encargó a su amigo el gran jurista TRIBONIANO que
revisara todas las Leyes Romanas a partir del Edicto Perpetuo de Adriano, las armonizara con
el cristianismo y finalmente las ordenara por materias. Y en el año 530 promulgó el famoso
CÓDIGO que de inmediato se transformó en la base jurídica del Imperio y de todo el
Occidente.

Poco después, esta obra se completó 0con una colección de opinión y sentencias de los más
famosos jueces romanos, las PANDECTAS, Digesto, y además un manual para los estudiantes
de abogacía, INSTITUTAS. Finalmente, le añadió las NOVELAS, es decir las leyes nuevas
promulgadas durante su gobierno.

Así, por obra de Justiniano, Roma continúo rigiendo al mundo sus leyes, casi hasta nuestro
siglo. También tuvo tiempo este gran emperador para dar un fantástico impulso a las artes:
en Constantinopla se multiplicaron los palacios los templos ‘más espléndidos del mundo, y su
Corte Imperial fue más fastuosa y brillante que hasta entonces se había conocido.

Pero entre todas las obras sobresalió, sin discusión, la Catedral Santa Sofía (imagen): su lujo
y su esplendor en mármoles, mosaicos y pedreria constituyeron el símbolo de la gloria del
Imperio.

En Bizancio el poder del emperador era absoluto, no tenía ningún límite de carácter
constitucional. La Iglesia también estaba halo su autoridad, existía el cesaropapismo. En
Occidente, en cambio, la Iglesia mantuvo su independencia respecto del Estado.

Cesaropapismo: intromisión del poder político en las cuestiones eclesiásticas, “el César es el
jefe del Estado y el jefe de la Iglesia”. Justiniano intervenía activamente en la religión:
designaba a los prelados, resolvía cuestiones de fe, componía cantos litúrgicos

Los territorios recuperados por Justiniano se perdieron para el imperio luego de su muerte.
Y A fines del siglo VI, los lombardos invadieron Italia y los visigodos restablecieron su poderío
en las costas de España.

61
(En azul se puede apreciar los territorios ganados por Justiniano)

En el siglo VII, un nuevo poder, el de los árabes y el Islam, le arrebató extensos territorios
(Egipto, Siria, Palestina y Africa). A partir del siglo IX se instalaron en los Balcanes pueblos de
origen eslavo (croatas y serbios).

El Imperio Bizantino quedó limitado al dominio del Asia Menor; su límite Norte era Tracia.
Igualmente, con períodos de esplendor y decadencia, Constantinopla fue la única gran ciudad”
de la Edad Media; heredera del esplendor y la vida animada de Roma, logró mantenerse
independiente hasta el siglo XV, cuando fue conquistada por el poder turco.

Constantinopla: “un gran centro comercial’

La actividad básica de la economía bizantina fue agricultura, complementada con una


importante actividad artesanal. En las ciudades del imperio se desarrollaron las industrias
textiles, la cerámica, la orfebrería, el mosaico Constantinopla, por su privilegiada situación
geográfica comerciaba con el Norte, Oriente y Occidente. Actuaban en realidad, como
intermediaria comercial, compra de productos de Oriente, generalmente de luto (especies
piedras preciosas, oro) y los vendía en Occidente. Constantinopla se convirtió de este modo
en un centro comercial muy importante; su moneda de oro, bezante, fue muy utilizada.
La cultura bizantina: punto de unión entre Oriente y Occidente Podríamos definirla como una
cultura síntesis en la que confluyeron diferentes aportes: los grecorromanos, los cristianos y
los orientales. Constantinopla fue el centro de una civilización que perduró hasta el siglo XV y
que actuó como depositaria y salvadora de la tradición de la antigüedad clásica. En Bizancio
se preservó gran parte de las obras literarias de griegos y romanos. Justiniano realizó
también una importante codificación de las leyes romanas. Además del Código ya mencionado
que recogía los decretos imperiales.

62
El Imperio Bizantino desempeñó además un papel importante en la difusión del cristianismo y
la cultura grecorromana en la zona de los Balcanes y las estepas rusas. En suma, fue “el
punto de unión” entre Oriente y Occidente.

Las artes

En ellas podemos advertir las influencias griegas (en el equilibrio y la armonía de las formas
orientales y en el predominio del gusto por la decoración) y cristianas (en la elección de
temas como la glorificación de Cristo, la Virgen y los apóstoles). La arquitectura bizantina fue
su más bella expresión. Los ejemplos más importantes son la catedral de Santa Sofía, de
Constantinopla y la iglesia de San Vital, en Ravena. Su particularidad es el uso de la cúpula
en la construcción de las iglesias.

La pintura y la escultura fueron concebidas en Bizancio como artes accesorias o


complementarias de la arquitectura. Trabajaron sobre todo los mosaicos para la decoración
(paredes y bóvedas). En cambio, se destacaron en las llamadas artes industriales’: la
fabricación de joyas y toda clase de objetos suntuarios, realizados con oro, plata y piedras
preciosas; los tejidos de seda; los bordados y las encuadernaciones, muy apreciadas en las
regiones con las que comerciaban.

EL ESCUDO DE EUROPA:

Uno de los grandes méritos del Imperio de Oriente fue que durante toda la Edad Media,
mientras las jóvenes naciones europeas completaban su formación, Bizancio les sirvió’ de
escudo parando los golpes de los pueblos bárbaros que Asia, vuelta a vuelta, lanzaba contra
el Mediterráneo: persas, bulgaros, árabes y turcos. Estos últimos fueron sus más feroces
enemigos. Al final, tras ocho siglos de lucha, la decadencia de Bizancio se fue acentuando.
Hacia el año 1400 se presentía el desenlace: los emperadores Paleólogos se reconocieron
vasallos de los Sultanes Turcos, y medio siglo después, en 1453, las tropas de Mahomet II
(imagen) entraron a degüello en Bizancio. Así concluyó el Imperio de Oriente. Pero para
entonces, Europa, ya mayor de edad, estaba preparada para hacer frente a las bordas
asiáticas.

EL TRABAJO Y LA SOCIEDAD EN ROMA

Como ocurre en los sistemas basados en las desigualdades sociales, no existió un desarrollo
económico similar en todas las provincias que formaban el Imperio Romano. En la capital

63
encontramos más de 300.000 personas que vivían de la beneficencia estatal en los últimos
años de la República y aunque diferentes políticos intentaron reducir el número por diversos
métodos -fundación de colonias o distribución de tierras- el número de plebs frumentaria
nunca descendió de 200.000. De todas los territorios que constituían el Imperio será Italia
quien tenga una situación de absoluto privilegio. La agricultura se especializó gracias a la
llegada masiva de grano procedente de África, Hispania o Egipto.

De las tierras conquistadas también llegarán un amplio número de esclavos que


paulatinamente irán ocupando los puestos de trabajo de los campesinos libres, creando un
sistema esclavista. Las economías de las diferentes provincias dependerán de la situación
momentánea con respecto a la metrópoli. La valoración social del trabajo ha ido cambiando
con el paso del tiempo. Inicialmente los textos ensalza al ciudadano campesino debido a que
la fuente de riqueza más importante es la tierra, que está repartida entre los pequeños
propietarios.

Pero la situación varía a partir del siglo III a.C. cuando la mano de obra esclava empiece a
sustituir a los campesinos libres. El trabajo rural ya no gozará de tantas simpatías aunque
siempre sea de mayor prestigio que el comercio o la artesanía. No en balde, los senadores
tendrán prohibido dedicarse a actividades comerciales. Paulatinamente, el trabajo sería
considerado como algo negativo, al tratarse de una actividad realizada por esclavos.

El Trabajo Agrícola

El sector agrario será el más importante en la economía romana. Aunque no se realizó ningún
avance técnico de consideración con respecto a épocas precedentes, nos encontramos con un
importante desarrollo del regadío, de los injertos o de la cría de animales para la ganadería.
Los instrumentos básicos de trabajo serían las azadas, las palas, un rudimentario arado, los
rastrillos, etc., distinguiéndose entre pequeñas y grandes explotaciones. Las explotaciones
pequeñas adquieren un mayor auge en el momento de la conquista de Italia, cuando la
mayoría de la ciudadanía se dedica a la agricultura.

Los territorios arrebatados a los pueblos vencidos son repartidos entre los ciudadanos
romanos, estableciéndose nuevas colonias. Este sistema también se pondrá en práctica en las
provincias. Los pueblos que no se rebelaban y se asimilaban pacíficamente conservaban sus
tierras. De estos pequeños espacios agrícolas, los campesinos obtenían los alimentos
necesarios para la subsistencia familiar y para pagar los impuestos. La competencia ante las
grandes explotaciones motivó una ingente oleada migratoria de campesinos hacia Roma,
aumentándose el número de gentes que vivían de la beneficencia estatal. Los que resistieron

64
sólo pudieron contar con la mano de obra personal y la de su familia, que cuando era escasa
no dejaba otra solución que la emigración o el alistamiento en el ejército.

Las grandes explotaciones agrarias no deben ser confundidas con latifundios. El propietario
nunca trabajaba en la explotación sino que eran los jornaleros, esclavos o incluso colonos los
que realizaban las labores agrícolas. Muchas de ellas se dedicaban en exclusiva a la
ganadería. La concentración de espacios agrícolas en pocas manos no dejó de ser, en
ocasiones, motivo de preocupación para algunos emperadores.

El trabajo estaba supervisado por un capataz, contando para cada actividad con personal
cualificado. La mayoría de la mano de obra es de procedencia esclava, desempeñado labores
de cierta especialización en algunas ocasiones. La producción se guardaba en silos y se
transformaba en "industrias" de la propia explotación como molinos o prensas de vino y
aceite. El olivo y la vid serán los productos más cultivados en Italia, aunque no se dejó de
lado el cereal que procedía en su mayoría de las provincias de Hispania, Egipto y Africa. El
desarrollo agrícola permitirá el aumento del sector servicios y de la ingente masa de
desarrapados que habitaba en las ciudades a la que había que alimentar y divertir; de ahí la
famosa frase de "panen et circus".

Los romanos asimilaron rápidamente los avances técnicos realizados por griegos y egipcios en
la minería. Las minas eran explotadas a cielo abierto y en pozos o galerías como se puede
comprobar en España, con los distritos mineros de Las Omañas, Las Médulas, Cástulo o La
Valduerna. Una de las técnicas más empleadas era el derrumbe de montañas, procediendo
después al lavado de mineral con agua, en ocasiones procedente de 40 kilómetros. De los
diferentes distritos mineros salía el metal puro fundido, por lo que se realizaban in-situ todas
las operaciones, lo que conllevaba la participación de un amplio número de trabajadores.

No en balde, sabemos que en las minas de Cartagena llegaron a trabajar unas 40.000
personas. Como es lógico pensar, el trabajo en la mina era tremendamente duro. La mayoría
de los mineros eran esclavos o trabajadores dependientes e incluso libres que trabajaban por
el beneficio obtenido o como una forma de liberación de impuestos. Las tropas acantonadas
en las cercanías de las minas, además de proporcionar seguridad a la explotación, servían
para realizar tareas de asesoramiento técnico y construcción de infraestructuras. Este tipo de
tareas eran dirigidas por los procuradores imperiales que también tenían a su cargo la
administración y la vigilancia de la explotación.

La gestión de las minas dependió del momento. En un principio, el Estado tenía bajo su
control la explotación pero desde los primeros años del siglo II a.C. se utilizó un sistema

65
mixto: arrendamiento para todos los metales excepto las minas de oro que dependían
directamente del Estado (las de plata en algunas ocasiones también eran de propiedad
estatal). Los servicios que rodean a las minas -baños, zapatería, ferretería, etc.- eran
ofrecidos por el Estado en régimen de alquiler.

El trabajo artesanal solía realizarse en talleres, algunos llegaban a reunir hasta 70


trabajadores. No debemos olvidar que también se realizaban trabajos domésticos como la
panadería, confección, etc. elaborados en su mayoría por los esclavos en las grandes casas
señoriales, alcanzando algunas a ser autosuficientes. Normalmente existían dos tipos de
talleres: los destinados al consumo local que producían objetos menos elaborados y más
baratos y los destinados a la exportación que servían productos sofisticados y a precios
elevados.

Algunas ciudades solían especializarse en productos concretos, alcanzando fama la cerámica


de Arezzo o los bronces de Mantua. Los talleres solían ser propiedad de hombres libres
mientras que la mano de obra era en su mayoría esclava. Tejidos, vidrio, calzados, monedas,
cerámica,... todo tipo de productos podía encontrarse en la mayoría de las ciudades del
Imperio, ciudades que debían su urbanismo y la edificación a un amplio número de artesanos
que demostraron sus buenas maneras. El trabajo en la construcción solía ser realizado por
hombres libres aunque también encontramos esclavos y asalariados.

La mayoría de los artesanos se unían en "collegia" para la defensa de sus intereses, germen
de los gremios medievales.

Buena parte de la actividad comercial era realizada por los mismos productores. Los
excedentes agrarios eran llevados a la ciudad por el campesino que adquiría -o cambiaba- en
los talleres los productos necesarios. El propio Estado era el encargado de llevar a los
campamentos militares todo lo necesario para su manutención. Pero a pesar de estas
limitaciones ya existía la figura del intermediario, dedicándose a las actividades comerciales
un buen puñado de romanos e itálicos.

El comercio se realizaba preferentemente por vía marítima -más rápido y más barato- siendo
hombres libres los propietarios de los barcos, habitualmente organizados en sociedades
mercantiles. Para evitar desplazamientos continuos, el armador solía delegar cierta
responsabilidad en un esclavo de su confianza que representaba jurídicamente al
comerciante. Los grandes emporios comerciales del Imperio eran las principales ciudades -
Roma, Alejandría, Marsella, Antioquía- y en ellas podíamos encontrar expertos de diferentes

66
orígenes -judíos, hispanos, sirios-. La manera de conseguir una fortuna con mayor facilidad
era dedicarse al comercio.

El elevado coste de las empresas militares llevó a la República a solicitar ayuda a la iniciativa
privada. Serán los publicanos quienes presten la ayuda necesaria al Estado en estos
momentos de necesidad. Estos publicanos eran una institución de origen helenístico que
tenían arrendado un servicio comunitario (publicum) que podía tratarse desde la adjudicación
de contratas de obras públicas al cobro de algún impuesto.

En unos momentos de expansión como vive Roma durante los siglos III y II a.C. las regiones
y provincias que eran conquistadas debían pagar un impuesto que una vez delimitada su
cuantía, se sacaba a pública subasta. El Estado cobraba de manera anticipada la cantidad
estipulada y los adjudicatarios tenían que recaudar directamente los tributos. En numerosas
ocasiones existían asociaciones de publicanos para pujar por el arrendamiento fiscal de un
lugar determinado. Esas sociedades tenían sus estatutos y estaban dirigidas por un magister
que tenía su residencia en Roma, donde trataba directamente con los funcionarios públicos.
De esta manera el Estado contaba por adelantado con el dinero durante un período de cinco
años y se ahorraba un buen pellizco en sueldos.

El riesgo que corrían los publicanos era muy alto por lo que el Estado protegía con mimo a
estos suministradores de dinero. Sin embargo, cuando el negocio resultaba fructífero, los
beneficios eran tremendamente elevados. Este sistema de recaudación fiscal plantea
numerosos defectos siendo la corrupción el más corriente. No olvidemos que los publicanos
tenían la protección de los magistrados, quienes debían proteger incluso militarmente a los
recaudadores si fuera necesario. El Senado no podía permitir que sus sostenes materiales
dejaran de percibir beneficios.

En la provincia de Asia los publicanos se embolsaban unos diez millones de denarios al año
por los peajes de mercancías, la misma cantidad que recibía el Estado. En numerosas
ocasiones los propios publicanos prestaban el dinero necesario a los contribuyentes
insolventes, recibiendo un elevado interés por el crédito. En otras ocasiones cobraban varias
veces el tributo o exigían diez veces la cantidad prevista. La usura alcanzaba límites
insospechados -a veces hasta del 4 % mensual- por lo que Sila tuvo que establecer un tope
del 12 % de interés anual.

Una política tan agitada como fue la romana, forzosamente tuvo que dar origen a grandes
oradores públicos que pudieron hacer sus primeras armas en el Senado y en el foro. Catón,
Escipión el Africano, y los Gracos alcanzaron fama en la época anterior al nacimiento de

67
Cristo, pero ninguno de ellos tuvo el renombre de Marco Tulio Cicerón (107-43), escritor,
soldado, político y orador, una de las figuras más preclaras de la Roma anterior al Imperio.
Había nacido el año 107 a. J. C., y mientras ejerció el cargo de cónsul atacó duramente a
Catilina, que pretendía rebelarse, en sus famosas Catilinarias. Del mismo modo fustigó a
Marco Antonio en sus Filípicas, ya que Cicerón era enemigo del triunviro Marco Antonio.

Entre sus escritos didácticos destacan De la vejez, La República y numerosas epístolas. En el


Siglo de Oro de la literatura latina aparecieron notables historiadores, como Julio César, que
relató la Guerra de las Galias de la que fue protagonista y que no siempre transcribió con
imparcialidad. En el siglo anterior a nuestra Era, Tito Livio (58-17 a.C.) escribió una Historia
de Roma que consta de 142 libros, de estilo muy depurado y más imparcial que las obras de
César.

A partir del siglo I de nuestra Era se inicia la decadencia romana, pero aún surgen figuras
extraordinarias, entre las cuales no es posible olvidar a un español, el cordobés Séneca (4-
65) que había sido maestro de Nerón y a quien éste obligó a cortarse las venas el año 65. Fue
un filósofo estoico y un hombre recto y noble. Escribió De la ira y Epístolas a Lucilio. Fruto de
la época fue la aparición de numerosos escritores satíricos, entre los cuales los más conocidos
quizá sean el español Marcial (40-102), autor de Epigramas, y el romano Juvenal (54-138).

Otro español notable fue Quintiliano (35-95), considerado como uno de los primeros
escritores de Pedagogía y autor de uno de los primeros libros de Educación: Instituciones
Oratorias. Tácito y Suetonio fueron importantes historiadores, mientras los dos Plinios,
Columela y Pomponio Mela, se dedicaron a la literatura didáctica.

En todos los pueblos la novela es el último género que suele aparecer, mientras que el
primero es casi siempre la poesía épica. Lo mismo ocurrió en Roma. En tiempo de Nerón,
Petronio escribió una narración cuyo título es El satiricón, de la que sólo se conservan algunos
fragmentos. Más divulgada es la novela El asno de oro, de Apuleyo. En ella se relata la
aventura de Lucio, convertido en asno al querer imitar a una bruja que por arte de
encantamiento se transformó en pájaro. Es una obra satírica.

EL DERECHO ROMANO:

Si de Grecia hemos heredado la idea de armonía, el sentido de la belleza expresada en su


arte, en sus leyendas, en su literatura, y al mismo tiempo una concepción de la vida y el
mundo reflejadas en los conceptos de democracia, libertad y en su pensamiento filosófico,
Roma es la organización, el sentido político, la administración casi perfecta, el derecho, el

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idioma y la estructura total del Estado que, fundido con la idea del Cristianismo, tenía que
perdurar hasta nuestros días.

Roma fue un pueblo ordenador. Prueba de ello es que supo mantener durante siglos bajo un
mando único a pueblos muy dispares y distanciados. Una gran parte de esta prodigiosa
organización se debe al Derecho Romano.

Ya hemos citado la compilación llamada "Ley de las Doce Tablas", refundición del derecho
consuetudinario. Más tarde apareció en la sociedad la clase llamada «juris prudentes» o
letrados, hombres entendidos en leyes.

Los distintos gobernantes promulgaron leyes adecuadas a cada circunstancia. Así, por la Ley
Valeria, por ejemplo, Sila consiguió legalmente hacerse con el poder. César fue un gran
legislador, pues reorganizó la vida municipal y financiera, dictó leyes contra el lujo excesivo y
reformó los presupuestos. En una de sus leyes daba premios al matrimonio que tuviera mayor
número de hijos.

El jurisconsulto Juliano publicó el Edicto Perpetuo, que fue una codificación del Derecho Civil.
En los últimos siglos del Imperio se promulgaron numerosas leyes y el Derecho adquirió una
importancia extraordinaria. Los principales jurisconsultos establecieron que todo el poder
radicaba en el Emperador. En parte fueron dulcificadas las leyes republicanas que daban una
autoridad demasiado grande a los «pater familiae», y el trato con los esclavos resulté también
mejorado. Grandes hombres de leyes fueron Papiniano y sus discípulos Ulpiano, autor de
Disputationes y de Instituciones, y Julio Paulo. En la época de Diocleciano se publicó el Código
Gregoriano y el Hermogeniano.

Se comprende que esta intensa tradición legal fuese continuada por Justiniano, soberano del
Imperio Romano de Oriente. La influencia del Derecho de Roma en todos los códigos del
mundo y en las ordenaciones legales es tan intensa que incluso en nuestros días todas las
legislaciones de países civilizados se basan, en sus líneas fundamentales, en las leyes
romanas.

Aunque las leyes tendían a asegurar el poder militar y la autoridad absoluta del Estado, se
tenía la familia en muy alta estima; en ella no existía más autoridad que la del padre,
«pater». A él debían sujetarse los demás miembros: esposa, hijos, clientes, etc. Poco a poco,
la autoridad de la madre fue igualando a la que poseía el padre, y exponente de ello son las
palabras simbólicas que dirigía la recién casada al marido, en el instante de penetrar con él en
el atrio: «donde tú eres el amo, yo soy el ama». En el hogar, la mujer se dedicaba a labores

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propias de su sexo, a manejar la rueca y el huso, pero no tenía que entregarse a trabajos
rudos; cuidaba además del fuego sagrado mantenido ante los dioses lares y, en ciertos cultos,
era sacerdotisa exclusiva (Bona Dea, Vesta).

La unión entre los esposos era indisoluble y la poligamia no estaba permitida; la castidad era
muy estimada, y la filiación, el ideal de su vida, hasta tal punto que el que no tenía hijos
podía adoptar los ajenos. El culto de los dioses protectores y de los dioses lares se hallaba tan
grabado en las costumbres, que los esposos acostumbraban a dirimir sus contiendas ante la
diosa protectora de los cónyuges.

El derecho romano: El derecho romano comprende las normas establecidas para regular la
vida social: las relaciones familiares, comerciales, laborales, privadas o públicas.

El sujeto del derecho romano era el ciudadano. En Roma había dos tipos de ciudadanía, la
completa (la gozaban los ciudadanos romanos que tenían plenos derechos políticos y civiles y
la incompleta (correspondía a los ciudadanos habitantes de las provincias, que tenían
solamente derechos civiles, como casarse, tener propiedades y celebrar contratos
comerciales.

En Roma sólo existía el “derecho consuetudinario” o no escrito, regido por las costumbres y
controlado por pontífices. La importancia de la Ley de las 12 Tablas radico en el hecho de
consagrar las normas escritas, que se hicieron de este modo públicas y conocidas por todos.
A partir de aquí se sumaron con el correr del tiempo otras leyes, decretos del Senado, de las
Asambleas, etcétera.

Durante la época republicana tuvo mucha importancia la actividad realizada por los pretores,
magistrados anuales encargados de la administración de ¡justicia. Al asumir su cargo,
dictaban un conjunto de leyes o “edictos” por los cuales se iban a regir, o confirmaban los de
sus antecesores.

Las normas dictadas por el pretor urbano dieron origen al “derecho civil”. Es decir, al que se
ocupaba de regular las relaciones entre los ciudadanos romanos. Las normas dictadas por el
pretor peregrino dieron origen al llamado “derecho de gentes”, que regulaba las relaciones de
los habitantes de las provincias del imperio (ciudadanos incompletos).

En la época imperial, el “derecho” continuó con su desarrollo. Las resoluciones del emperador
se transformaban en fuente de derecho. En el año 121 Adriano ordenó la recopilación de

70
todas las leyes vigentes en un Edicto Perpetuo. A partir de aquí no era necesario renovar
todos los años las normas legales.

Con este documento también se eliminaron las contradicciones existentes entre los edictos de
los pretores, que se habían acumulado. En el siglo III se suprimió la distinción entre el
derecho civil y el derecho de gentes, cuando el emperador Caracalla otorgó la ciudadanía
romana a todos los habitantes del imperio. Mediante nuevas recopilaciones posteriores se
complementó la tarea realizada.

Roma se distinguió de las demás ciudades latinas por su religión al favorecer ésta la
instauración del Estado. Las acciones del Estado estarían vinculadas a los actos de Júpiter, el
dios principal del Panteón romano. Podemos manifestar que se reivindica la necesidad de
implantar en el mundo la voluntad de esa divinidad, que defiende la justicia, el derecho, etc.
De esta manera, Júpiter se convierte en el juez de los conflictos ciudadanos entre los latinos,
garantizando los pactos que las ciudades realizaran.

Todas las ciudades latinas honrarán al dios en el templo de Monte Albano hasta el momento
en que Roma convierta a Júpiter en su principal divinidad y traslade el culto al Capitolio,
convirtiéndolo en Optimo y Máximo. Los romanos consideraban que todo podía ocurrir con tal
que los dioses lo desearan. Ven el cosmos como algo dinámico, pero en equilibrio, expresado
a través del pacto entre los seres humanos y los dioses ya que para ellos cada objeto o
fenómeno tenían su propia alma. En virtud de ese pacto cualquier cosa puede ser elegida para
establecer la presencia divina, requiriendo el beneplácito previo de Júpiter.

Para ello, existen adivinos que tienen el objetivo de descubrir la voluntad de los dioses: son
los sacerdotes -leen en los oráculos de origen griego-, los arúspices -leen en las vísceras de
las víctimas sacrificadas- y los augures -interpretan la voluntad de Júpiter directamente-. En
Roma la religión estaba muy vinculada al Derecho al ser necesario distinguir entre lo ilícito de
lo lícito. Esta función religioso-judicial la realizaban los pontífices quienes formaban un colegio
sacerdotal que estaba dirigido por el pontífice máximo.

Ese cargo de pontífice máximo podía ser ocupado por cualquier miembro de la clase política
romana, siendo habitual que estuviera en manos del emperador. En el colegio pontificial
también se integraban los flamines -sacerdotes dedicados al culto particular de un dios-, las
vestales - sacerdotisas de Vesta- y el rex sacrorum -quien desempeñaba las funciones sacras
anteriormente reservadas a los reyes-.

71
Dentro del panteón romano encontramos cuatro agrupaciones que tenían la función de
representar al Estado: la triada Júpiter-Marte-Quirino, la triada capitolina constituida por
Júpiter, Juno y Minerva; y los doce dioses principales: Vesta -diosa del fuego del hogar-, Juno
-diosa del matrimonio y del hogar, hermana y esposa de Júpiter-, Minerva -diosa de la
inteligencia, de la sabiduría y de las artes-, Ceres -diosa de la agricultura-, Diana -diosa de
las doncellas, de los bosques y de la caza-, Venus -diosa de la belleza y del amor, esposa de
Vulcano y amante de Marte-, Marte -dios de la guerra-, Mercurio -dios del comercio, de la
elocuencia y de los ladrones, mensajero de los dioses-, Júpiter -dios supremo-, Neptuno -dios
del mar-, Vulcano -dios de los infiernos, del fuego, del metal y de la fragua- y Apolo -dios de
los oráculos, de la juventud, de la belleza, de la poesía, de la música y de las artes-.

La triada Ceres-Libero-Libera representaba a los plebeyos. Con el fin de festejar a todos los
dioses en los templos y los lugares sacros, los romanos establecieron un calendario,
originalmente ligado a la agricultura. El mes se dividía en dos fases, siguiendo el esquema del
calendario lunar.

Cada mes estaba dedicado a una divinidad, existiendo días festivos propios para cada dios.
Los meses de febrero y diciembre correspondían a los inicios del año por lo que se celebraban
las llamadas fiestas caóticas. También se consideró que el 21 de abril era otro comienzo de
año para festejar el nacimiento de Roma. Junto al culto público, los romanos presentaban un
culto privado, más personal e íntimista. El pater familias era el responsable de los ritos
dirigidos a las divinidades domésticas: los lares y los penates.

Además, cada individuo rendía culto a su genio personal. Las ideas de ultratumba apenas
influían en el conjunto de la religión ya que bastaba con que el difunto fuera enterrado con las
debidas honras fúnebres. El cadáver se transformaba en sombra y pasaba a formar parte del
reino de los manes, los dioses de la muerte. Este concepto sufrirá una profunda
transformación cuando en el Imperio Romano entre con fuerza el cristianismo.

EL HOMBRE Y LA MUJER LIBRE:

El romano en su casa era dueño absoluto de su familia y de sus esclavos. La autoridad


paternal era muy grande, y durante mucho tiempo tuvo el padre derecho de vida y muerte
sobre los suyos. En la ciudad era ante todo un ciudadano.

No se dedicaba, como el griego, al comercio, sino a los negocios públicos. Si era acaudalado,
recibía por la mañana a sus clientes, escuchaba sus peticiones y les distribuía consejos o
socorros. Después iba al Foro, donde tomaba asiento en el senado o en el tribunal. Si era

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pobre, se inscribía como cliente de un rico, lo escoltaba en público y lo sostenía con su voto
en las elecciones.

Las distracciones eran raras. Por la tarde jugaba a la pelota o iba a los baños que eran, como
el café moderno, la cita de los ociosos. Sólo algunas procesiones religiosas y algunos juegos
del circo alteraban a veces la monotonía del año. Esa vida convenía a un pueblo de
propietarios rurales; pero las costumbres fueron modificándose muy de prisa en Roma como
se verá más adelante, hasta que en la época del Imperio se convirtió en verdadera ciudad de
placeres.

El papel de la mujer era más importante en Roma que en Grecia. Gobernaba también la casa,
pero tenía más autoridad que la mujer griega, porque estaba más asociada a la vida de su
marido. Se la felicitaba porque cuidaba del gobierno de la casa e hilaba la lana, pero en
realidad hacía más que eso. Compartía los honores que se tributaban a su esposo, aparecía
con él en público, en las ceremonias y los juegos, y estaba rodeada de consideraciones; era
en fin la señora, la matrona. En la casa, no estaba confinada en sus habitaciones, sino que
tomaba parte en las comidas y recepciones. Su influencia, aunque no reconocida por la ley,
de hecho era muy grande.

Caton tuvo la prueba cuando quiso acabar, por medio de una ley, con el lujo de las mujeres.
Los ciudadanos no se atrevieron a votar el proyecto a vista que sus esposas estaban en la
Asamblea.

LA FAMILIA EN LA REPUBLICA:

El fundamento del estado romano era la familia, y el de la familia, el matrimonio. Cuando los
patricios eran los únicos ciudadanos, sólo existía un matrimonio el matrimonio religioso, la
confarreación, que consistía en ofrecer un sacrificio esparciendo farro sobre la víctima y en
comer después los esposos una torta de farro Esta ceremonia la presidía el flamen de Júpiter.
En seguida, la esposa vestida de blanco y cubierta la cara con un velo rojo, era conducida a
son de flautas y cánticos a casa del esposo, que la hacia transponer el umbral levantándola en
vilo, para simular un rapto. De esa manera la separaba de los dioses de su propia familia y la
unía a los de su nueva casa.

Cuando los plebeyos conquistaron la igualdad, se instituyó para ellos un matrimonio civil, la
coemptio, que fué substituyéndose poco a poco por el matrimonio religioso. Consistía en una
venta simulada hecha delante de un magistrado: el esposo tocaba una balanza con una

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moneda de cobre que seguidamente ofrecía a los padres de la prometida, como precio de su
mujer.

Las mujeres tenían una dote que el marido habla de devolver en caso de divorcio; y los
divorcios, raros en su origen, fueron aumentando a medida que las antiguas costumbres iban
alterándose. Primitivamente, el marido podía, en virtud de su derecho de jefe de familia,
repudiar a su mujer. La mujer, a su vez, pudo más tarde pedir la separación. El filósofo
Séneca, en tiempo del Imperio, decía indignado: e Las damas nobles se divorcian para volver
a casarse, y contraen nuevo matrimonio para divorciarse otra vez.

EL HIJO:

El hijo recibía el apellido del padre, es decir era reconocido por éste una semana después de
su nacimiento, el día llamado de la purificación. Era generalmente criado y educado por la
madre, hasta el momento en que iba a la escuela. Se le suspendía al cuello una bolsita o bula,
que contenía amuletos contra el aojo, y que conservaba hasta el día en que abandonaba la
toga pretexta para ponerse la viril. Esta ceremonia de la mayor edad se verificaba ante el
altar de los lares, cuando tenía diez y siete años; pero aun declarado mayor de edad,
continuaba bajo la potestad de su padre.

En la escuela, aprendía a leer, a escribir y a contar bajo la dirección de profesores severos


que lo castigaban con azotes por la menor falta. Los niños ricos tenían preceptores en casa de
sus padres. La música y la gimnasia eran artes de entretenimiento y lujo.

Después de la enseñanza primaria, los jóvenes romanos recibían la literaria que comprendía
el estudio de la ley de las Doce Tablas, el de los poetas griegos y el de los escritores latinos,
porque se trataba de formar administradores y oradores. Así el que un joven romano
explicara poco más o menos los mismos textos latinos y griegos que un joven de la época
actual, que hace sus estudios clásicos.

LA FAMILIA ROMANA EN EL BAJO IMPERIO:

Alrededor del siglo II d. de C., ocurrieron cambios significativos en el seno de la familia


romana. Los fundamentos de la autoridad del paterfamilias sobre su familia —que ya habían
comenzado a debilitarse en los últimos días de la República— se socavaron todavía más. El
paterfamilias ya no tenía autoridad absoluta sobre sus hijos; ya no podía venderlos como
esclavos o matarlos. Es más, la autoridad absoluta del esposo sobre su cónyuge se había
desvanecido, práctica que también comenzó en las postrimerías de la República. En el Antiguo

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Imperio, la idea de un cónyuge guardián se debilitó de manera importante, y para finales del
siglo u d. de C. se había vuelto una mera formalidad.

Las mujeres romanas de las clases altas disfrutaban de considerable libertad e independencia.
Habían adquirido el derecho a poseer, heredar y disponer de propiedades. Las mujeres de las
clases altas eran libres para asistir a las carreras, al teatro y a espectáculos del anfiteatro,
aunque en los dos últimos lugares se les obligaba a sentarse en secciones para mujeres.

Es más, las damas de alcurnia se hacían acompañar de doncellas y de matronas cuando


salían. Algunas mujeres manejaban negocios, como compañías de embarques. Las mujeres
todavía no podían participar en la política, pero el Antiguo Imperio fue testigo de un número
importante de mujeres que influyeron en la política a través de sus esposos, por ejemplo:
Livia, la esposa de Augusto; Agripina, la madre de Nerón, y Plotina, la esposa de Trajano.

A finales del primer siglo y comienzos del segundo hubo una disminución apreciable en el
número de niños, tendencia que se había iniciado al final de la República. Fue particularmente
evidente el incremento de matrimonios sin hijos. A pesar de las leyes imperiales dirigidas al
incremento de niños, la baja tasa de nacimiento persistía.

La clase alta romana no sólo continuó utilizando el infanticidio; utilizaba también los
anticonceptivos y el aborto para limitar la familia. Existían muchas técnicas anticonceptivas.
Aunque muy solicitados, los amuletos, las fórmulas mágicas y las pociones para inducir la
esterilidad temporal demostraron ser ineficaces, al igual que el método del ritmo, ya que los
médicos romanos creían que una mujer era más fértil justo cuando la menstruación estaba
concluyendo.

Una práctica más confiable consistía en el uso de aceites, ungüentos y lana suave para
obstruir la abertura del útero. También se utilizaban técnicas anticonceptivas para varones.
Una primitiva versión de condón se fabricaba con la vejiga de una cabra, pero su precio loo
hacia prohibitivo. Aunque las fuentes medicas no lo mencionan, los romanos también
practicaban el ubicuo coitus interrumptus.

También se practicaba el aborto ya sea por la ingestión de drogas o mediante instrumentos


quirúrgicos. Ovidio fustiga a Corina: "Oh, mujer porque apuñaláis y agujereáis con
instrumentos y ofreces venenos espantosos a vuestros hijos aun no nacidos"

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LA CIENCIA EN ROMA:

Entre los griegos el pensamiento científico se complacía en la especulación y la construcción


de sistemas filosóficos de carácter abstracto, demasiado ambiciosos y complejos. Los
helénicos deseaban encontrar una explicación al mundo y a sus fenómenos, pero el estado de
la Ciencia no permitía la elaboración de cosmogonías y metafísicas, pues faltaba conocer
mucho acerca de los fenómenos concretos para poder llegar a una fase de síntesis.

Los romanos, al contrario, eran hombres sumamente prácticos y por esto buscaron sólo la
aplicación concreta de las verdades que encontraban. Así, no se entregaron con pasión al
estudio de la Astronomía, sino como una necesidad para conseguir un calendario más
perfecto. En el primer tomo de esta obra hemos hablado de las sucesivas reformas del
mismo. La primera realmente importante fue la de Julio César, decretada el año 47 a. J. C.,
pero incluso en esta tarea le ayudó un astrónomo griego llamado Sosígenes. A él se debe la
invención del día bisiesto o «bis-sexto-calendas». (Ver Calendarios)

Marco Antonio cambió el nombre del mes "Quintili" por el de "Julius" para honrar la memoria
de Julio César, y en tiempo de Augusto el mes "Sextilis" fue transformado en "Augustus" por
idéntica razón. Los nombres y la ordenación de meses quedaron así, tal como estén en la
actualidad: un calendario que tuvo vigencia durante más de dieciséis siglos, hasta que fue
reformado en 1582 por el papa Gregorio XIII.

Desde el año 44 al 19 a. J. C. los geodesas romanos acometieron la ingente tarea de medir y


levantar mapas de todas las tierras del Imperio.

El documento geográfico más importante de la época romana es, seguramente, la Geografía


de Es-trabón dividida en i6 libros, para cuya redacción se basó en los textos de Hiparco y de
Eratóstenes. El mundo entonces conocido terminaba en las fronteras de la India, en las
llanuras de Alemania y Polonia, en las orillas del Mar• Negro, en el litoral del Norte de Africa y
en el Océano Atlántico.

Hacia el año 44 de nuestra Era, Pomponio Mela escribió el primer tratado completo de
Geografía en tres grandes libros, cuyo título original es De situs orbis.

En Roma, la Medicina fue tenida por un arte propio de esclavos y extranjeros. Este concepto
explica que sus mejores médicos no fueran romanos. Asclepíades era de Bitinia y el gran
Claudio Galeno (128-200) había nacido en Pérgamo (Asia Menor). Éste fue un gran
anatomista que estudió los sistemas muscular, óseo. y nervioso, y al mismo tiempo realizó

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profundas investigaciones sobre Medicina. Su fama fue tan grande que aún en la actualidad el
nombre de «galeno» es sinónimo de médico.

Ya hemos citado algunos literatos que adquirieron fama no sólo por la galanura de su estilo,
sino por su labor didáctica. El estudio de las ciencias naturales aplicadas a la agricultura, a la
ganadería o a diversas industrias del campo, tuvieron tanta importancia que aún resulta de
utilidad la lectura de libros como Historia Natural, de Plinio el Viejo, y Agricultura, del español
Columela, que estudió las formas de cultivo de secano para mejorar el campo, el modo de
trabajar los huertos, la forma de preparar un calendario agrícola, la atención que han de
merecer los árboles frutales, etc.

Sin embargo, el gigantesco esfuerzo de Roma iba a perderse al impulso de la incontenible


revolución que representó la invasión de los bárbaros.

ARTE DE LA MEDICINA:

Pese a que los antiguos romanos no disponían de médicos profesionales, practicaban el arte
de la medicina. La medicina romana antigua estaba, sobre todo, basada en el uso de hierbas.
El paterfamilias preparaba diversos remedios para sanar las heridas y curar las
enfermedades. El conocimiento de las propiedades curativas de las plantas se transmitía de
generación en generación.

Esta medicina tradicional herbolaria siguió utilizándose en el Antiguo Imperio. Por supuesto,
también se transmitieron recetas para condicion esto exactamente enfermizas, como la
calvicie. Una de esas recetas consistía en vino, azafrán, pimienta, vinagre, laserpicium (la
reina de las plantas medicinales romanas) y excremento de rata.

Como en otros aspectos de la vida romana, también se dejó sentir la influencia griega en la
medicina. Al final del siglo III a. de C., la medicina científica hizo su aparición en el mundo
romano por medio de médicos profesionales provenientes del mundo helenístico. Los médicos
se pusieron de moda en Roma; sin embargo, el prejuicio en contra de ellos nunca desapareció
del todo. Muchos eran esclavos griegos que pertenecían al servicio de grandes familias
aristocráticas. Los primeros médicos públicos de Roma se reclutaron para el ejército romano.

Estas prácticas militares se extendieron después a los funcionarios imperiales de las


provincias y a sus familias, e incluyeron el establecimiento de hospitales públicos. Asimismo,
las escuelas de gladiadores contaban con sus propios médicos residentes. De hecho, uno de
los más famosos médicos, el griego Galeno (129-199), surgió de las filas de los médicos de

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los gladiadores y se convirtió en médico de la corte del emperador Marco Aurelio. La medicina
científica romana también fue testigo del desarrollo de numerosos especialistas. Por ejemplo
Alcon, famoso cirujano de esa época de los Flavios, se especializo en enfermedades de los
huesos y operaciones de hernia.

VIRGILIO, OVIDIO Y HORACIO:

Los elementos principales de la literatura latina fueron "Roma" y “el hombre". El pasado, el
futuro y la gloria de su patria ilustraban las obras literarias de los romanos. El hombre, su
actividad política, su conducta, Fueron otras de las preocupaciones dominantes. La influencia
griega fue de suma importancia, los grandes literatos griegos fueron los modelos por seguir.

Roma fue también el tema dominante en la historia latina. Esta tuvo un fin literario de
carácter ‘patriótico-moralista’. Los historiadores romanos le rindieron homenaje a su ciudad,
considerada por ellos como el corazón del mundo. Trataron entonces de mantener vivo el
orgullo nacional y de exaltar los deberes cívicos de sus ciudadanos.

Setenta años antes de Cristo nació en Mantua Publio Virgilio Marón (70-20), el más grande de
los poetas latinos. Fue autor de las Bucólicas, colección de cantos en los que ensalza la vida
del campo, completados después por las Geórgicas, que describen las labores agrícolas, la
vida de las abejas, del ganado y de los árboles.

Pero su obra cumbre fue la Eneida, que consta de doce libros en los que, imitando a Homero,
describe las aventuras de Eneas, fugitivo de Troya, una vez destruida la ciudad por los
griegos. El libro es un relato mitológico, épico, poético y dramático, en el que al mismo
tiempo se va siguiendo paso a paso el periplo del príncipe troyano a través del Mediterráneo.
La intervención de los dioses en los combates que se describen recuerda las páginas de la
¡liada y la Odisea.

Contemporáneo de Virgilio fue Publio Ovidio Nasón romano a quien Augusto desterró a Ponto
Euxino a orillas del Mar Negro. Sus obras más conocidas son El arte de amar, de tema
netamente erótico, y Las metamorfosis, de carácter mitológico.

Quinto Horacio (65-8) escribió odas, sátiras y epístolas. De estas últimas, la titulada A los
Pisones ha sido considerada como un tratado de preceptiva literaria. Fue protegido de
Mecenas.

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Siguiendo La línea del griego Esopo, en Roma encontramos a Fedro, contemporáneo de los
poetas antes mencionados, a quien se debe una colección de fábulas.

Salustío (86-34 a.C.) Escribió con estilo conciso y metódico sobre los tiempos de las crisis de
la república y sus problemas. Sus obras: La guerra de Yugurta y La conspiración de Catílina.

Tito Livio (59 a. C- 17 d.C.) Escribió Historia de Roma, importante obra en la que recogió el
testimonio de antiguos cronistas. No obstante la falta de crítica en sus relatos, en donde
mezcló la leyenda con la realidad, su obra fue importante para conocer los primeros tiempos
de Roma.

Tácito (55-120 d.C.) Se lo consideró uno de los historiadores más importantes de Roma; fue
autor de numerosas obras, entre ellas Anales y Germania

FILOSOFIA:

Una política tan agitada como fue la romana, forzosamente tuvo que dar origen a grandes
oradores públicos que pudieron hacer sus primeras armas en el Senado y en el foro. Catón,
Escipión el Africano, y los Gracos alcanzaron fama en la época anterior al nacimiento de
Cristo, pero ninguno de ellos tuvo el renombre de Marco Tulio Cicerón (107-43), escritor,
soldado, político y orador, una de las figuras más preclaras de la Roma anterior al Imperio.
Había nacido el año 107 a. J. C., y mientras ejerció el cargo de cónsul atacó duramente a
Catilina, que pretendía rebelarse, en sus famosas Catilinarias. Del mismo modo fustigó a
Marco Antonio en sus Filípicas, ya que Cicerón era enemigo del triunviro Marco Antonio.

Entre sus escritos didácticos destacan De la vejez, La República y numerosas epístolas. En el


Siglo de Oro de la literatura latina aparecieron notables historiadores, como Julio César, que
relató la Guerra de las Galias de la que fue protagonista y que no siempre transcribió con
imparcialidad. En el siglo anterior a nuestra Era, Tito Livio (58-17 a.C.) escribió una Historia
de Roma que consta de 142 libros, de estilo muy depurado y más imparcial que las obras de
César.

A partir del siglo I de nuestra Era se inicia la decadencia romana, pero aún surgen figuras
extraordinarias, entre las cuales no es posible olvidar a un español, el cordobés Séneca (4-
65) que había sido maestro de Nerón y a quien éste obligó a cortarse las venas el año 65. Fue
un filósofo estoico y un hombre recto y noble. Escribió De la ira y Epístolas a Lucilio.

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Fruto de la época fue la aparición de numerosos escritores satíricos, entre los cuales los más
conocidos quizá sean el español Marcial (40-102), autor de Epigramas, y el romano Juvenal
(54-138).

Otro español notable fue Quintiliano (35-95), considerado como uno de los primeros
escritores de Pedagogía y autor de uno de los primeros libros de Educación: Instituciones
Oratorias.

Tácito y Suetonio fueron importantes historiadores, mientras los dos Plinios, Columela y
Pomponio Mela, se dedicaron a la literatura didáctica.

En todos los pueblos la novela es el último género que suele aparecer, mientras que el
primero es casi siempre la poesía épica. Lo mismo ocurrió en Roma. En tiempo de Nerón,
Petronio escribió una narración cuyo título es El satiricón, de la que sólo se conservan algunos
fragmentos. Más divulgada es la novela El asno de oro, de Apuleyo. En ella se relata la
aventura de Lucio, convertido en asno al querer imitar a una bruja que por arte de
encantamiento se transformó en pájaro. Es una obra satírica.

LA RELIGION

Roma se distinguió de las demás ciudades latinas por su religión al favorecer ésta la
instauración del Estado. Las acciones del Estado estarían vinculadas a los actos de Júpiter, el
dios principal del Panteón romano. Podemos manifestar que se reivindica la necesidad de
implantar en el mundo la voluntad de esa divinidad, que defiende la justicia, el derecho, etc.
De esta manera, Júpiter se convierte en el juez de los conflictos ciudadanos entre los latinos,
garantizando los pactos que las ciudades realizaran.

Todas las ciudades latinas honrarán al dios en el templo de Monte Albano hasta el momento
en que Roma convierta a Júpiter en su principal divinidad y traslade el culto al Capitolio,
convirtiéndolo en Optimo y Máximo. Los romanos consideraban que todo podía ocurrir con tal
que los dioses lo desearan. Ven el cosmos como algo dinámico, pero en equilibrio, expresado
a través del pacto entre los seres humanos y los dioses ya que para ellos cada objeto o
fenómeno tenían su propia alma. En virtud de ese pacto cualquier cosa puede ser elegida para
establecer la presencia divina, requiriendo el beneplácito previo de Júpiter.

Para ello, existen adivinos que tienen el objetivo de descubrir la voluntad de los dioses: son
los sacerdotes -leen en los oráculos de origen griego-, los arúspices -leen en las vísceras de
las víctimas sacrificadas- y los augures -interpretan la voluntad de Júpiter directamente-. En

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Roma la religión estaba muy vinculada al Derecho al ser necesario distinguir entre lo ilícito de
lo lícito. Esta función religioso-judicial la realizaban los pontífices quienes formaban un colegio
sacerdotal que estaba dirigido por el pontífice máximo. Ese cargo de pontífice máximo podía
ser ocupado por cualquier miembro de la clase política romana, siendo habitual que estuviera
en manos del emperador. En el colegio pontificial también se integraban los flamines
-sacerdotes dedicados al culto particular de un dios-, las vestales - sacerdotisas de Vesta- y el
rex sacrorum -quien desempeñaba las funciones sacras anteriormente reservadas a los reyes-

Dentro del panteón romano encontramos cuatro agrupaciones que tenían la función de
representar al Estado: la triada Júpiter-Marte-Quirino, la triada capitolina constituida por
Júpiter, Juno y Minerva; y los doce dioses principales: Vesta -diosa del fuego del hogar-, Juno
-diosa del matrimonio y del hogar, hermana y esposa de Júpiter-, Minerva -diosa de la
inteligencia, de la sabiduría y de las artes-, Ceres -diosa de la agricultura-, Diana -diosa de
las doncellas, de los bosques y de la caza-, Venus -diosa de la belleza y del amor, esposa de
Vulcano y amante de Marte-, Marte -dios de la guerra-, Mercurio -dios del comercio, de la
elocuencia y de los ladrones, mensajero de los dioses-, Júpiter -dios supremo-, Neptuno -dios
del mar-, Vulcano -dios de los infiernos, del fuego, del metal y de la fragua- y Apolo -dios de
los oráculos, de la juventud, de la belleza, de la poesía, de la música y de las artes-.

La triada Ceres-Libero-Libera representaba a los plebeyos. Con el fin de festejar a todos los
dioses en los templos y los lugares sacros, los romanos establecieron un calendario,
originalmente ligado a la agricultura. El mes se dividía en dos fases, siguiendo el esquema del
calendario lunar.

Cada mes estaba dedicado a una divinidad, existiendo días festivos propios para cada dios.
Los meses de febrero y diciembre correspondían a los inicios del año por lo que se celebraban
las llamadas fiestas caóticas. También se consideró que el 21 de abril era otro comienzo de
año para festejar el nacimiento de Roma. Junto al culto público, los romanos presentaban un
culto privado, más personal e íntimista. El pater familias era el responsable de los ritos
dirigidos a las divinidades domésticas: los lares y los penates. Además, cada individuo rendía
culto a su genio personal.

Las ideas de ultratumba apenas influían en el conjunto de la religión ya que bastaba con que
el difunto fuera enterrado con las debidas honras fúnebres. El cadáver se transformaba en
sombra y pasaba a formar parte del reino de los manes, los dioses de la muerte. Este
concepto sufrirá una profunda transformación cuando en el Imperio Romano entre con fuerza
el cristianismo.

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LA EDUCACION

La educación va a experimentar una profunda evolución a lo largo de la historia de Roma,


determinada en primer lugar por la influencia griega que se produce desde el siglo III a. C. y
en segunda lugar por la estrecha relación del sistema educativo con la sociedad del momento
y con la configuración estatal. Bien es cierto que encontramos una serie de elementos que se
manifiestan a lo largo de todos los momentos históricos: el carácter aristocrático del sistema
educativo y su relación con la ciudad, configurando una educación netamente urbana, por lo
que debemos advertir que la educación se circunscribe a la población ciudadana y libre del
Imperio al tiempo que la mayoría de las escuelas se instalan en los municipios.

Bien es cierto que en las aldeas o pequeños pueblos existían rudimentarias escuelas pero con
escaso éxito. Podemos distinguir tres periodos educativos en la historia de Roma: el primero
correspondería a siglos VIII-III a. C. -la Monarquía y los primeros momentos de la República-;
el segundo al periodo comprendido entre los siglos III a. C. y II d. C.; y el tercero al Bajo
Imperio. En el primer periodo la educación se circunscribe al ámbito familiar, involucrando
especialmente al patriciado y a la nobilitas. M. Porcio Catón enseñó a su hijo "las letras, le
daba a conocer las leyes y lo ejercitaba en la gimnasia, a manejar las armas y a gobernar un
caballo".

La educación en el hogar se extiende hasta los 17 años, cuando pasa la adolescencia. La


madre será la encargada de los primeros momentos, hasta los siete años. Desde esa edad
queda a cargo del pater familias con quien acude a diversas actividades. A los 17 años adopta
la toca viril e inicia una nueva fase educativa, fuera de la familia pero controlada por ésta. El
ejército y la política serán las dos direcciones que tome nuestro joven noble y su enseñanza
correrá a cargo de algún conocido o amigo del pater. El primer año está destinado a conocer
la vida pública y después pasa al servicio militar donde aprenderá a luchar por la patria,
subordinando el individuo a la comunidad. A partir del siglo III a.C. el mundo romano vivirá
un contundente proceso de helenización que en un primer momento afectará a los círculos
nobiliarios para irse diluyendo entre toda la sociedad paulatinamente.

El proceso se acentuará tras la Tercera Guerra Macedónica al difundirse la utilización del


griego entre los miembros de la nobilitas, al tiempo que un amplio número de retóricos y
filósofos griegos desembarcan en la península Itálica, muchos de ellos como esclavos. Este
acercamiento al mundo helenístico no estuvo exento de polémica como el decreto de
expulsión de todos los filósofos y retóricos griegos que dictó el Senado en el año 161 a.C.,
expulsiones que se sucederán en el tiempo. Pero a la helenización de la sociedad no se le

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podía poner freno y el propio Catón, uno de los más encendidos defensores de la tradición
romana, estudiará a los maestros griegos.

Como es lógico pensar, este proceso de helenización tendrá su reflejo en la educación. Desde
los últimos años de la República lo educativo abandona el entorno familiar para convertirse en
algo público. Algunos emperadores regularán el proceso educativo o reducirán los impuestos
a los gramáticos y retóricos. Vespasiano creará en Roma sendas cátedras de retórica latina y
griega. Este mecenazgo pedagógico se extiende desde los emperadores a las aristocracias
locales que también participan de la educación en sus ciudades, financiándola si es necesario.

El sistema educativo se establecería en tres niveles: elemental, secundario a cargo del


grammaticus y superior, dirigida e impartida por los retóricos. Al nivel elemental se acedía
con siete años y se abandonaba con doce, situándose la escuela en el foro. Allí los alumnos
reciben las clases del magister, quien percibe por cada alumno un sueldo de 50 denarios. La
mayoría de los alumnos van acompañados a la escuela por un esclavo llamado paedagogus y
disfrutan de vacaciones entre los meses de agosto y septiembre. Lectura, escritura, cálculo y
recitación serán las enseñanzas impartidas. Las enseñanzas secundaria y superior presentan
unos caracteres más clasistas. La secundaria abarca entre los doce años y los diecisiete,
momento que el joven toma la toga viril.

El grammaticus es el encargado de impartir las enseñanzas que versan sobre la lengua y el


conocimiento y estudio de los clásicos, recibiendo por cada alumno 200 denarios al mes. El
lugar donde se imparte es en los pórticos abiertos del foro. La enseñanza superior estaría
dirigida por el rethor quien llegaba a cobrar hasta 2.000 sestercios anuales por alumno. Las
reglas del arte de la oratoria y su práctica serán las enseñanzas impartidas, a pesar de que
desde Augusto este arte no era vital para participar en política.

Sin embargo, las escuelas superiores surtirán a la administración de altos funcionarios y


prestigiosos juristas. Durante el Bajo Imperio observamos una serie de modificaciones en el
sistema educativo, especialmente por el intervencionismo estatal y la influencia cada vez más
manifiesta del cristianismo. Las mayores necesidades burocráticas del Estado supondrán un
aumento de los estudiantes de enseñanza superior al tiempo que los emperadores restauran
las escuelas.

En el año 425 Teodosio II creará una universidad en Constantinopla donde los profesores sólo
podrán ejercer la docencia en esta institución. En referencia al cristianismo, las escuelas
cristianas irán sustituyendo paulatinamente a la educación helenística, anticipando el orden

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medieval incluso en su estructura ya que se establecían diversos niveles: monásticas,
episcopales y presbiteriales.

ARTE ROMANO:

Las artes romanas se concibieron en una época en la cual las obras griegas habían llegado a
su máximo esplendor. Fue difícil entonces librarse de tan magnífica influencia,
complementada por ciertos elementos etruscos que marcaron la base del posterior desarrollo
artístico.

No obstante los aportes recibidos, a comienzos del siglo II a.C. comenzó a manifestarse un
verdadero arte romano. Sus obras se enriquecieron con el correr de los siglos y tomaron la
uniformidad característica de un arte propio. En sus creaciones prevaleció un carácter técnico
y práctico, resultante del espíritu del pueblo romano. No se persiguió, como en Grecia, un fin
estético en sí mismo.

Resulta de las influencias etruscas y griegas, alcanzó su mayor esplendor en la época del
Imperio. Se desarrolló en Italia desde el año 200 antes de C., hasta el siglo IV después de C.,
algunos lo consideran inferior al arte griego, pero en realidad fue más variado, más flexible y
en ciertos aspectos se acerca más al arte moderno; así, su influencia en el arte de la Edad
Media y del Renacimiento fue notable. Sus mayores logros los presenta en el desarrollo de la
arquitectura; por ello, el dibujo y la pintura la realizaban a servicio de esta, predominando los
murales. Los temas eran asuntos bélicos, eróticos, leyendas heroicas, paisajes, marinas,
naturaleza muerta y el retrato. A partir del siglo I, se observan dos corrientes pictóricas o
estilos: el estilo Neoático, que se preocupa por la forma humana, resaltando asuntos de la
mitología y epopeya y el estilo Helenístico - Alejandrino, que pone de manifiesto la
preocupación por la pintura rural, se cultivan el paisaje y las marinas. Al iniciarse el siglo II
hasta el 79 de nuestra época (pintura en Pompeya), se observan cuatro estilos: de
incrustación, alejandrino o arquitectónico, ornamental y fantástico.

El arte romano toma como referencia los modelos griegos de la época helenística. Debido a
su carácter práctico, el pueblo romano desarrollará la arquitectura para establecer un
sensacional programa constructivo que primero afectará a la ciudad de Roma y luego se
extenderá por todo el Imperio. El arco y la bóveda tendrán un papel principal en la concepción
de la arquitectura romana. Se utiliza el ladrillo y el mortero, realizado con cantos rodados o
piedras pequeñas, con una consistencia eterna. Su aspecto pobre exige un revestimiento de
apariencia opulenta como suelen ser mosaicos o simplemente ricas pinturas. Otra importante
aportación romana será la amplia difusión del arco de medio punto que frecuentemente es

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encajado entre las columnas y el dintel, estableciendo un sistema constructivo de gran
originalidad que aporta solidez al edificio.

Roma fue un pueblo de labradores, de comerciantes, de guerreros. Los romanos mostraron


mayor interés por las cosas prácticas y sus obras artísticas llevan siempre un sello utilitario.
Pueblo dominador, fundador de un vasto imperio, el romano tuvo por preocupación
fundamental mantener el dominio sobre los territorios colonizados, para lo cual movilizó
poderosos ejércitos, dio vida a un denso cuerpo de leyes que apretó los lazos entre la
metrópoli y las provincias, y desarrolló una gigantesca labor constructiva con un variado
repertorio de formas arquitectónicas perfectamente adaptadas a sus fines. Sus dos grandes
realizaciones fueron el Derecho y la Arquitectura, pero su mérito principal es haber extendido
la civilización grecolatina por una vasta parte del mundo conocido.

ARQUITECTURA:

Su finalidad es utilitaria, está concebida en función de las necesidades privadas y públicas.


Expresa la voluntad de poder y de mando del Estado romano, que se erige como rector de la
vida privada y pública de sus ciudadanos. Es monumental, hecha pensando en la glorificación
de Roma y para resistir el paso y el peso del tiempo.

Más que la belleza busca la majestad y la robustez, por lo que se muestra en grandes masas
sólidas y pesadas. Expresa el ideal de uniformidad del Imperio, que aspira a que todos los
pueblos sujetos a su dominio asuman una fisonomía material a imagen y semejanza de la
Urbe. Alterna dos sistemas conocidos: el de la columna y dintel (copiado de los griegos), y el
arco y bóveda (tomado de los etruscos). Sus principales monumentos fueron: el templo, la
basílica, las termas, los teatros, los anfiteatros, los circos, etc. (Ver Acueductos Romanos)

LA ESCULTURA:

Se mueve entre los polos contrarios de idealismo y realismo y su tema casi central es el
retrato. En sus comienzos, la influencia etrusca se hace presente en algunos bronces, luego la
influencia griega a través de los escultores helénicos que vivían en Roma o en la Magna
Grecia, así como de las obras descubiertas en suelo griego y llevadas a Roma, impulsa la
corriente idealista. El enfrentamiento de ambas tendencias se advierte en obras del período
republicano.

Principales características: Creada con un destino utilitario que se cumple en su función


narrativa, honoraria o descriptiva. Más que un arte es una artesanía supeditada a exigencias

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religiosas honoríficas o conmemorativas. Cultiva con preferencia el retrato llevándolo a su
máxima identificación con el modelo. Es un arte naturalista. Es una obra anónima.

PINTURA:

La conocemos a través de los frescos hallados en la ciudad de Pompeya, que suelen ser
copias griegas o caprichos decorativos de gracia picaresca como cupidos, pájaros, cintas,
flores, etc. Los temas son históricos, mitológicos paisajísticos y marineros. También en ciertos
períodos se hizo una pintura arquitectónica, que imita a los elementos constructivos. Lo
interesante de la pintura romana es la técnica de manchas de color al temple, aplicadas con
brochazos sueltos, sin detallar, a la manera impresionista y con efectistas toques de sombra y
luz. También en la pintura domina el gusto realista por lo que los temas preferidos, son el
retrato, la caricatura y el paisaje.

LEGADO ROMANO

Los romanos no fueron los primeros cristianos. Por el contrario, alimentaban a los leones con
ellos por pura diversión. Sin embargo, una vez convertido oficialmente al cristianismo, el
Imperio Romano promovió, reforzó y difundió esa religión en Europa, el oeste asiático, el
norte de África, hasta donde se extendían sus dominios.

La Iglesia logró riqueza y poder bajo la protección de los emperadores romanos. La propia
Roma se convirtió en capital de la cristiandad occidental, y hoy es sede de la Iglesia católica
romana, pero, aunque parezca irónico, por la época Ruinas Romanas (Tarifa) en que el
cristianismo se convertía en religión oficial el imperio desplazaba sus energías lejos de Roma.

Sí el lector cree que la historia de Roma está plagada de contradicciones, tiene razón. Roma
perduró cambiando, desarrollándose y reaccionando. Los reyes gobernaron la ciudad-estado
hasta que el pueblo se rebeló y los derrocó. Llegó luego la República, que duró largo tiempo,
y después el gobierno de los emperadores, que prevaleció durante varios siglos. Mientras era
una república, Roma fue creciendo hasta convertirse en un imperio. En sus postreros años el
imperio era cada vez menos romano, hasta que lo que quedó era ya algo muy distinto.

¿Contradicciones? Por supuesto. Cuando una civilización vigorosa dura más de 1.100 años —
más de dos milenios si se considera el Imperio de Oriente como la parte bizantina del Imperio
Romano — está por fuerza sometida a contradicciones. En la cúspide de su poderío, Roma era
demasiado grande como para no constituir un cúmulo de contradicciones, tanto en el estilo
administrativo, como en la política militar y en las tendencias culturales. Roma se disgregó

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una y otra vez, pero siempre permanecía unida. Antes de 387 a.C. no dejó historia escrita, ya
que, según se presume, los registros se perdieron cuando los merodeadores celtas saquearon
la ciudad ese año. Sin embargo reaccionó, controlando la región occidental del centro de
Italia, el Lacio, hacia 338, para extender su dominio a la mayor parte de la península italiana,
hacia 268 a.C., y progresar sin pausa durante los 200 años siguientes.

Si durante los primeros siglos de nuestra era lo único que el imperio hizo fue promover la
nueva religión, mantuvo de todas maneras una enorme influencia en todo el mundo. La
difusión del cristianismo fue sólo una manifestación tardía de esta asombrosa civilización.

Durante la República (de 509 a 39 a.C.) la antigua ciudad-estado se convirtió en la mayor


potencia europea y en el imperio dominante de la región mediterránea. Tras la muerte de
Alejandro, Roma reemplazó con el tiempo a sus herederos y absorbió mucho de lo que el
macedonio había acumulado, incluyendo Grecia y Macedonia. Venció a Cartago en una serie
de guerras (las guerras púnicas), y se adueñó de las riquezas y vastos territorios de esta
ciudad-estado del norte de África.

Roma absorbió libremente ciertos rasgos de otras culturas: el panteón de los dioses griegos,
la democracia al estilo ateniense y la tecnología del trabajo de los metales de una cultura
italiana anterior, la de los etruscos. Más aún, la civilización romana hizo tanto con todo lo que
se apropió, que no se puede sobreestimar su impacto, en su tiempo y para siempre. ¿Cómo
se detecta hoy la influencia de Roma? De muchas maneras. En primer lugar, la lengua
romana, el latín, es la base no sólo del italiano sino también del francés, el castellano, el
portugués y el rumano. También dejó fuertes huellas en idiomas no latinos como el inglés.
Aun después de que el latín se convirtiera en lengua muerta, permaneció siendo el idioma de
la erudición, la medicina y la ciencia.

También fue el lenguaje unificador de la Iglesia católica romana, que para Roma y otros
países europeos, antes del siglo XVI, era simplemente la Iglesia: la única que. Después de la
Reforma protestante, y hasta mediados del siglo veinte, la misa católica en todo el mundo se
celebraba en latín.

Del Imperio Romano de Occidente no quedaba más que el nombre mucho antes de su
desaparición oficial, en 476 d.C. (su parte oriental, el Imperio Bizantino, sobrevivió hasta
1453). Aunque Roma no era más una capital imperial, su nombre permaneció en la mente de
los pueblos en forma tan amplia y duradera que evocaba el poder y una cierta aura de
legitimidad. Por supuesto, la razón residía en parte en que la Iglesia seguía teniendo allí su

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sede, pero estaba allí justamente por lo que Roma había sido en su apogeo político: el centro
del mundo occidental.

El Sacro Imperio Romano, confederación de principados y ducados europeos aparecida mucho


más tarde, que modificó formas y lealtades durante siglos, debe su nombre al respeto que los
europeos medievales tenían todavía por la noción del poder romano. Se inició el imperio
mencionado en 800 d. C., cuando el papa León III otorgó el título de emperador a
Carlomagno, rey de los francos y primer gobernante en lograr la unidad de la mayor parte de
Europa occidental, bajo una autoridad única, tras la caída del Imperio Romano.

El imperio de Carlomagno, con sede en lo que hoy es Francia, no le sobrevivió mucho tiempo,
ya que el rey alemán Otón I fundó, en 962 d. C., el nuevo Sacro Imperio Romano Germánico,
que resistió hasta el siglo diecinueve. Aparte de la bendición papal DE este imperio que se
unificó Austria y Alemania menos en el papel, poco tenía que ver con Roma, pero el término
romano poseía un dejo de legitimidad imperial.

Otros términos romanos perduraron, en especial aquéllos que se referían a cargos de


autoridad. El título ruso zar, lo mismo que el alemán kaiser, provienen ambos de la palabra
latina caesar, césar .Aun el nombre de una poderosa familia dinástica, los Romanov, que
gobernaron Rusia de 1613 a 1917, se refería a la Roma imperial.

El legado de Roma está presente en Europa, América y otras regiones culturalmente influidas
por los europeos: amplia zona que comprende las Filipinas, Sudáfrica y la mayoría del
continente africano, Australia y, podríamos decir, el resto del mundo. La influencia romana es
tan penetrante que podríamos olvidar que existieron otros grandes centros de poder en
tiempos de Roma, lo cual sería una seria omisión.

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